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LasSviatki es la versión ortodoxa de las Pascuas católicas, pero tienen sus propias

peculiaridades. En la ortodoxia consisten en doce días de fiesta entre la Navidad (el 7 de


enero) y el Bautismo del Señor (el 19 de enero), mientras que en el cristianismo católico a
las Pascuas les corresponden doce días navideños, que duran del mediodía del 25 de
diciembre hasta la mañana del 6 de enero, la Epifanía.

A menudo también las Sviatki se llaman las "noches santas", quizá por celebrarse en honor
a los acontecimientos de la Navidad y el Bautismo del Señor, que tuvieron lugar de noche
o por la tarde. La fiesta dura tanto tiempo no a causa de alguna característica especial o de
la naturaleza del alma rusa, sino porque conserva las tradiciones procedentes de los ritos
más antiguos de los antepasados eslavos.

Se distinguen dos tradiciones en la celebración de las Sviatki: la ortodoxa y la pagana.

Antes de la adopción del cristianismo, las Sviatki se llamaban “la fiesta de Sviatovit” (uno
de los nombres del dios supremo del cielo del paganismo eslavo). Según algunas fuentes
esta palabra proviene del eslavo antiguo "sviatki", que significaba “las almas de los
antepasados”. Los ritos de las Pascuas en la antigüedad estaban centrados en las
adivinaciones para predecir el futuro de felicidad personal, los cantos, los juegos y los
disfraces.

En este mismo periodo se celebraba la fiesta de Koliada (el día del solsticio de invierno),
cuando por la noche se encendían hogueras y se bailaba alrededor de ellas. La gente solía
disfrazarse para atraer una buena cosecha para el próximo año. El disfraz era el símbolo de
la renovación de la naturaleza.

Existe una tradición de las Koliadki que se ha conservado hasta nuestros días. La palabra
original rusa “koliadki” da nombre a las canciones eslavas, las felicitaciones satíricas que se
cantan durante la Nochebuena y las Sviatki. La tradición de koliada es el rito de recorrer las
calles de casa en casa con felicitaciones y canciones. Se sabe que en este rito participó hasta
el emperador ruso Pedro el Grande, que castigaba a los que se negaban a participar en la
fiesta.

En las Pascuas participa toda la población, tanto los jóvenes como los viejos. Pero es sobre
todo una fiesta de la juventud: los juegos, canciones, visitas a las casas, reuniones y
adivinaciones creaban la atmósfera inconfundible de la alegría de las Sviatki, las Pascuas de
Navidad.

Como en muchos países cristianos, la tradición de celebrar el día del solsticio fue sustituida
por las fiestas navideñas. La Iglesia convenció a muchos de que algunos ritos de Sviatki
eran pecaminosos. En particular, eso sucedió cuando se advirtió del peligro de las
adivinaciones a los ortodoxos. A los que no obedecían y no dejaban de practicar tales ritos
se los solía excomulgar.

La alegría traviesa, las adivinaciones, el disfraz, el libertinaje de la fiesta, todo esto eran
graves pecados de estos días desde el punto de vista ortodoxo. Para limpiarse, lavar estos
pecados, todos los participantes de los entretenimientos de las Pascuas de navidad se
bañaban obligatoriamente en el pozo durante la noche del Bautismo.

La Máslenitsa, que se celebra una semana antes del comienzo de la Cuaresma,esel festejo
que simboliza la despedida del invierno, la espera de la primavera y la llegada de esta tan
esperada estación. La fiesta tiene origen pagano pero su nombre proviene a la época
cristiana y significa “semana de la mantequilla”, precisamente porque en la semana previa
de la Cuaresma se permite comer productos lácteos, pescado y mantequilla, o maslo, en
ruso, alimentos que no se podrán consumir durante el periodo de abstinencia anterior a la
Pascua de Resurrección. La semana se conoce también como la semana de los bliný,
panqueques.

Niños, jóvenes y adultos pueden disfrutar de los desfiles de músicos y payasos, actuaciones
artísticas, conciertos de música folklórica y moderna, y concursos de disfraces. Uno de los
mayores atractivos es el concurso entre los grandes maestros de cocina para hacer las
tortitas, bliný, más finas y las más gruesas.

El primer día se llama “la Bienvenida” y se hace un muñeco de paja que simboliza el
invierno y todos los vicios para quemarlo el último día de la fiesta. Se instalan pendientes
de hielo para deslizarse y se empiezan a cantar canciones tradicionales de esta fiesta.

Los rusos terminan las celebraciones con ritos especiales. Según la tradición, la gente
participa en los numerosos festejos que se organizan por todo el país. Durante la fiesta
también es costumbre quemar los muñecos de la Máslenitsa, demostrando de este modo que
se vence al invierno y a la muerte y se libera el camino para la llegada de la primavera, el
calor, la vida y la fertilidad. Además, la gente enciende hogueras para "derretir el hielo y
acabar con el frío" y quema cosas viejas e innecesarias.

El fin de la Máslenitsa coincide con la fiesta religiosa ortodoxa del Domingo del Perdón,
dedicada a la redención. Este día, en vísperas de la inminente Cuaresma que empieza el
lunes y durará siete semanas, los creyentes piden perdón a todo el mundo y deben ser
perdonados para poder participar del período de abstinencia sin ningún pecado, para
concentrarse en la vida espiritual y, a continuación, para recibir la Pascua con el corazón
abierto.

—Perdóname si tengo culpa.

—¡Que Dios te perdone, yo te perdono! —con estas palabras los ortodoxos se saludan unos
a otros, es el inicio de la purificación espiritual.

A blini (sometimes spelled bliny) (Russian: блины pl., diminutive: блинчики, blinchiki) or, rarely,
blin (more accurate as a single form of the noun), is a Russian pancake traditionally made from
wheat or (more rarely) buckwheat flour and served with sour cream, quark, butter, caviar and
other garnishes.[1] It is also known as blintzes, crepes or palatschinke.
La fiesta eslava de solsticio de verano simboliza la unión del agua, el fuego y las hierbas
que da fuerzas naturales a los humanos y produce milagros. Suele celebrarse en Rusia,
Bielorrusia, Ucrania, Letonia, Lituania, Estonia y Polonia.

La fiesta caía el 24 de junio del antiguo calendario juliano y ahora el 7 de julio según el
contemporáneo gregoriano. El propio solsticio tiene lugar el 21 de junio o el 20 de junio, en
años bisiestos. Así que en diferentes países, ciudades y años la celebración suele hacerse en
fechas diferentes.

Tanto el nombre ruso de la fiesta, Iván Kupala, como los ritos que se celebran en ella son
una mezcla de tradiciones paganas y cristianas.

La antigua fiesta eslava Kupalie estaba dedicada al dios pagano de los frutos de la Tierra,
Kupala, que simbolizaba la unión del fuego y el agua, y se celebraba en la noche más corta
del año: del 21 al 22 de junio. El nombre de "Kupala" proviene de la misma raíz que la
palabra “vkupe” y significa “unión”.

Con la época cristiana en Rusia, el nombre pagano poco a poco se combinó con el nombre
de la fiesta religiosa dedicada a San Juan Bautista, que en ruso es “Iván”. Como las
tradiciones de las dos celebraciones coincidían y consistían en sumergir a personas en el
agua, no tardaron mucho en asociarse. En la época moderna, Kupala recibió un segundo
sentido, “kupat”, literalmente “bañar”, y empezó a hacerse referencia inmediata a los ritos
del agua, el fuego y las hierbas en las celebraciones. La fecha fue desplazada y perdió su
simbología astronómica.

En Rusia antes de la época soviética esta fiesta era una de las más importantes pues contaba
con la participación de toda la población rural y todos debían cumplir al detalle con el
ritual.

Tradiciones

Durante la noche de Iván Kupala no se puede dormir ya que recuperan su increíble poder y
se hacen muy activas la fuerzas malignas: kikímory (ninfas de los pantanos) y rusalki
(ninfas de ríos y lagos, o sirenitas). Las dos están al servicio de Vodianói, el genio mayor de
las aguas; de brujas, diablos y de Leshi, el genio de los bosques, y pueden raptar a los que
no estén despiertos y atentos, en particular a los niños, para hacerlos sus esclavos.

Como medio de protección los hombres solían usar manojos de ortiga que colocaban en los
umbrales y huecos de ventanas: se creía que impedían a los genios malos penetrar en las
casas. También guardaban con muchas precauciones todo el ganado y caballos para
quitarles a las brujas la posibilidad de robarlos y ir montadas en ellos a los aquelarres, en
los que ni animales ni humanos tendrían la menor posibilidad de sobrevivir.

Además, se creía que esta era la única noche en la que se podía oír cómo hablan entre sí las
plantas y animales y entenderlos e, incluso, ver cómo los árboles se desplazan de un lugar a
otro. Y si alguien logra atravesar sin parar 12 huertas se le cumplirá cualquier deseo.
Agua

Nadar o sumergirse en el agua el día de Iván Kupala es una costumbre común a todos los
eslavos. Sin embargo, en la época antigua algunas tribus creían lo contrario: se abstenían de
acercarse a las fuentes ya que creían que este día Vodianói, el genio de las aguas, celebra su
cumpleaños y, como odia que lo molesten, ahoga a los humanos.

Fuego

Uno de los elementos principales del día, o mejor dicho, de la noche de Iván Kupala, son
las hogueras a las orillas de los ríos. Se baila alrededor y se salta por encima de ellas. Los
que salten más tendrán mejor suerte. Las parejas saltan cogidos de las manos y si logran
llegar al otro lado de la hoguera sin separarse significa que estarán juntos durante toda la
vida y serán muy felices.

En la época antigua hacían pasar al ganado por las llamas purificadoras para protegerlo de
la peste. También tiraban al fuego las ropas de niños enfermos para que con las prendas se
quemaran también las enfermedades.

Hierbas

Otro elemento imprescindible de la noche son las hierbas. Una de las tradiciones de las
jóvenes solteras es recoger hojas de llantén durante la fiesta y ponerlas debajo de la
almohada a la noche siguiente. Así durante el sueño podrá ver a su futuro novio.

Otra costumbre es hacer un ramito de hierbas y flores recogidas al azar y ponerlo bajo la
almohada. Si al despertar hay en el manojo doce especies de plantas diferentes serás feliz
toda la vida, te casarás y gozarás de buena salud.

Siempre se ha creído que las hierbas curativas recogidas durante la noche de Iván Kupala
tienen una fuerza superior. Se usaban tanto para curar enfermedades, como para practicar
encantamientos. Además, se empleaban para asustar a las fuerzas malignas y durante las
tormentas las arrojaban en las estufas encendidas para proteger la casa de los rayos.

El helecho sigue siendo hasta hoy en día el protagonista y una de las mayores atracciones
de las celebraciones para los jóvenes entusiasmados. Se cree que esta noche es la única del
año en la que florecen los helechos por unos instantes a la medianoche. Y con esta flor se
puede conseguir cualquier tesoro, por más escondido que esté. Así que miles de personas
invaden parques, jardines, prados y bosques en búsqueda de la flor milagrosa. Se dice que
los que la encuentran tienen garantizada prosperidad, buena suerte y sabiduría. La botánica
puede ayudar a explicar esta creencia: los helechos nunca florecen, ellos se reproducen por
esporas. Pero el sueño de encontrar la flor maravillosa continúa.

Unión de agua, fuego y hierbas


La unión de agua, fuego y hierbas siempre ha sido un símbolo de amor feliz y fertilidad. Y,
al parecer, esta es la parte más fascinante para los jóvenes hasta hoy día.

Las chicas solteras se esconden de los ojos ajenos y depositan candelas encendidas en
coronas de flores que han hecho a mano. Luego, dejan flotar las coronas en la corriente del
río con la intención de adivinar su suerte. Si la guirnalda tarda poco en hundirse, predice
desgracia y mala suerte, soltería, traición o enfermedades. Pero la joven cuya candela
permanezca encendida más tiempo, será más longeva. Y aquella, cuya corona logre viajar
más lejos por el río, será muy feliz en su matrimonio.

Mientras tanto, los muchachos intentan recoger las coronas corriente abajo con la esperanza
de agarrar aquella que pertenezca a la mujer deseada.

Además, las solteras suelen colocar guirnaldas de flores en sus cabellos e internarse entre
los árboles y arbustos. Las siguen los jóvenes solteros fingiendo buscar hierbas o helechos.
Este era el comienzo de una floreciente relación y antiguamente resultaba que la mayor tasa
de natalidad ocurría en marzo.

Durante más de tres siglos el té ha sido una de las bebidas preferidas de los rusos. Por el
nivel de consumo de esta infusión, Rusia solo cede ante “potencias” tradicionales del té
como China, la India y Japón.

El té apareció en Rusia en 1638 con el nombre de “hierba china”. Lo trajo de una visita
diplomática a la sede de uno de los kanes mongoles el boyardo ruso Vasili Starkov. En
agradecimiento a sus obsequios, el diplomático recibió unos 64 kilos de té. En la corte del
zar Miguel I de Rusia la bebida resultó muy del gusto de todos y en 1679 se firmó el
primer contrato de suministro de té desde China. Se vendía en Rusia en unas pequeñas cajas
con aspecto de joyeros.

¿De dónde proviene la palabra rusa “chai” que se traduce como “té”? En el norte de China,
zona con la que tradicionalmente Rusia mantuvo relaciones comerciales, el té se llama
“chai”, mientras que en las ciudades del sureste del país, donde solían anclar los barcos
europeos, el té lleva el nombre de “tie” o “tii”. De aquí proviene la palabra “chai” en ruso y
otras formas similares en turco, portugués y la mayoría de las lenguas eslavas y “té” o
similares en la mayoría de países occidentales europeos.

Originariamente se bebía té por sus propiedades medicinales, por ejemplo, para el dolor de
estómago. Más tarde advirtieron que esta infusión tenía otra buena peculiaridad: quitaba el
cansancio y aumentaba el tono vital. Poco a poco se empezó a servir después de la comida
o como bebida independiente.

Los rusos tenían su propio rito para preparar y tomar el té. Lo colocaban en una tetera con
agua hirviendo y lo dejaban 10 minutos; debía quedar muy fuerte. En cada taza servían un
poco de té que luego sería cortado con agua hirviendo, a gusto de cada comensal, servida
del samovar (un curioso utensilio que se usa para calentar el agua y mantenerla caliente
con un hornillo que se colocaba sobre la mesa). Este utensilio facilitaba mucho los procesos
de preparación y toma del té, no solo en casa, sino también de viaje.
Por este motivo el té se difundió por todo el país, conquistando los corazones de todas las
capas de la sociedad. Donde más se extendió fue en Moscú, mientras que los habitantes de
San Petersburgo, más semejantes a los europeos, preferían tomar café.

Las peculiaridades del té al estilo ruso

Tomar té se convirtió en uno de los pasatiempos favoritos en Rusia. Tomaban el té con


frecuencia, en grandes cantidades. En una sesión podían tomar hasta seis u ocho tazas de
esta infusión.

Servir el té era un cometido del ama de casa y solo en contadas ocasiones se confiaba este
proceso a la hija mayor de la familia. Las tazas, la tetera y el samovar siempre se hallaban
al lado de esta figura.

Para servir el té utilizaban un colador que filtraba las hierbas. A los hombres se les servía el
té en vasos con portavasos y a las mujeres, en tazas con platillos. Como regla se llenaba la
taza o vaso dejando 1 cm. hasta el borde. Esta tradición apareció en las familias
acomodadas, donde por norma añadían al té un poco de leche, limón o azúcar. Había que
actuar conforme a los gustos del huésped, pero de forma que de su taza o vaso, cuando lo
servía el ama de casa, no cayera ni una gota. En las familias de pocos ingresos, como las
campesinas, habitualmente llenaban las tazas hasta el borde. Eso se consideraba una
muestra de hospitalidad. Sin embargo, existía otra opinión de por qué se hacía eso: no se
puede poner mucho azúcar a una taza llena hasta el borde.

Otra manera de tomar té era beberlo de los platillos, soplando la infusión, así el líquido se
enfriaba más rápido. Posiblemente, esta tradición llegara de China donde tomaban té en
unos pequeños tazones, sorbiendo ruidosamente. Se consideraba que así se apreciaba mejor
el sabor del té.

Durante mucho tiempo tomar té fue una forma de ocio, que se ha conservado hasta hoy en
día. Toda la familia y los amigos se sientan alrededor de la mesa, comparten sus
impresiones, mantienen tertulias. Los rusos suelen decir que la familia cuyos miembros no
toman té juntos, tiene problemas. Ese proceso les une, pues supone charlar de lo más
íntimo. Otra idea asociada al té es la que muestra el refrán ruso “si quieres deshacerte de los
huéspedes no esperados, dales té de ayer”.

El té nunca se ha considerado una bebida que se sirva sola, en Rusia lo toman con leche,
azúcar, limón, acompañado de mermelada, empanadillas, miel, etc. En el idioma ruso
incluso existe una forma de invitación al respecto: “venga a mi casa a tomar té”, que
conlleva que el huésped no abandonará la vivienda con el estómago vacío.

Aunque desde la introducción de la infusión en Rusia se conocía la existencia del té verde,


el negro tradicionalmente gozó de mayor popularidad en Rusia. Últimamente esta infusión
está cediendo cada vez más ante el café matutino y la cerveza o los cócteles vespertinos.
Sin embargo, las tiendas de té nunca están vacías y en todos los hogares se puede encontrar
en la cocina.
La producción de té en Rusia

El primer arbusto de té en Rusia fue llevado al Jardín Botánico Nikitski de Crimea en 1817.
En los años 1820 se empezó a cultivar el té en Georgia, Azerbaiyán y en la región de
Krasnodar. La calidad del té producido en la URSS dejaba mucho que desear, por eso se
continuó importando de la India y Ceilán (actual Sri Lanka). Actualmente en el territorio de
Rusia el té se cultiva solo en la región de Krasnodar, con ayuda de máquinas que, por
supuesto, afectan a la calidad del té.

Simbología

La matrioshka aporta la idea de maternidad, fertilidad, riqueza y vida eterna y es un


símbolo de la tierra rusa. La matrioshka, o madre, simboliza la familia grande y unida, la
infinidad del mundo. La madre da a luz a una hija, la hija da a luz a otra hija y así… la
cantidad de “nietas” dependía de la fantasía y paciencia del artista. La matrioshka refleja la
cultura filosófica de Rusia, donde los mitos y los cuentos populares se proyectan en el arte,
por eso un artesano que hace muñecas tiene que conocer muy bien el folclore ruso. Quizás,
ahí se esconda la metáfora: para entender la verdad y la esencia del alma rusa uno tiene que
quitar todas las “capas” que contienen a los descendientes de la memoria histórica del
pueblo. Para entender a un ruso hay que ir “sacando” las capas superficiales para
finalmente alcanzar el alma.

Hay diferentes creencias sobre las matrioshkas; por ejemplo, existe la idea de que si se pone
dentro de una matrioshka una papeleta con un deseo, con toda seguridad se cumplirá, y que,
cuanto más tiempo dedicó el artesano a crear el juguete, más rápido se cumplirá el deseo.
También se dice que la matrioshka representa el calor del hogar y es un símbolo que lleva a
casa amor y esperanza.

La muñeca se ha usado desde su aparición como un juguete creado para los niños pero no
solo podían los niños jugar con ella, también podían darle un uso muy práctico ya que a
menudo ayudaban en el proceso de aprendizaje de cálculo en las aldeas rusas.

Elaboración de la matrioshka

La técnica básica de elaboración de las matrioshkas requiere mucho tiempo y esfuerzo y no


ha cambiado con el tiempo. En pintarla a mano uno puede tardar de tres minutos a tres
horas, o aún más, semanas o meses de trabajo. Al principio, las matrioshkas se enceraban,
pero más tarde los artesanos empezaron a cubrirlas con laca que conservaba el color y las
preservaba de desportillarse. En las primeras matrioshkas pirogrababan los elementos del
traje y de la cara. A principios del siglo pasado, cada artista aportaba algo de su propio
mundo a la muñeca que estaba haciendo: se dibujaban niñas con falda, con pañuelo en la
cabeza, con cestas y ramilletes variopintos y además, la cantidad de figuras que llevaran
dentro también era una marca personal del artista. En 1913 se talló una matrioshka que
tenía 48 figuras y hoy en día hay juguetes con cien muñecas dentro. A veces las
matrioshkas llevaban un secreto adentro. Así, en las entrañas de la muñeca “Novio y novia”
se encontraban múltiples parientes; otras estaban dedicadas a eventos o personajes
históricos, o a los protagonistas de los cuentos rusos.
Las matrioshkas se modernizan, el juguete que nació como un objeto de artesanía y que en
los tiempos soviéticos se producía en serie, ahora empieza una nueva etapa de su vida: se
trata de los juguetes de autor, cada uno de los cuales es una verdadera obra maestra.

Las matrioshkas en el mundo y el Museo de la Matrioshka

Las primeras matrioshkas tuvieron mucho éxito en países europeos tales como Francia y
Alemania y se vendían ahí a precio muy alto. Hace 100 años ganaron en la Feria
Internacional de París su primera medalla de oro por su originalidad. Ahora son los
extranjeros los que poseen las colecciones más completas de matrioshkas. Se conoce que un
coleccionista norteamericano tiene unas 6000 muñecas y que hay grandes colecciones de
matrioshkas en Austria.

Sus precios varían desde unos moderados cinco dólares hasta los 2500. Entre los souvenires
rusos, las matrioshkas son de obligada adquisición. Los turistas las compran para llevar a
casa un pedacito de la verdadera Rusia. Los políticos soviéticos, extranjeros y las figuras
contemporáneas quedan inmortalizados en madera. Así, los rusos promueven y renuevan la
tradición de las matrioshkas.

En 2001, abrió en Moscú el Museo de la Matrioshka, el único en el mundo. Expone copias


de las primeras matrioshkas rusas que se pueden comparar con las modernas, con las de
finales del siglo XIX con ocho “hijos” adentro y con las figuras japonesas de Fukuruma. En
el museo se realizan excursiones guiadas, en las que se puede entender la diferencia entre
las matrioshkas de diferentes regiones de Rusia e informarse sobre la vida de sus pintores y
artesanos.

Los diferentes motivos que adornan a las matrioshkas reflejan la vida cotidiana de las
jóvenes en un pueblo ruso típico. Por eso, el elemento clave de las pinturas es el traje
popular. Estos dos fenómenos de artes aplicadas —los juguetes y el vestuario— reflejan el
mundo íntimo de cualquier familia rusa del siglo XIX-XX. Las primeras matrioshkas
estaban vestidas con trajes de acuerdo con la moda moscovita de aquellos tiempos, pero
con el tiempo y con el cambio de la región donde se producían, el atuendo cambiaba. En
este museo se puede ver toda la variedad de la ropa que usaron. La colección del Museo de
la Matrioshka cuenta con setenta trajes de diferentes épocas (desde finales del siglo XIX-
XX), que los coleccionistas buscaron por todas las regiones de Rusia.

Desde antaño el nombre de Gzhel se asocia con una región situada en el sureste de la
provincia de Moscú que está formada por decenas de pueblos y aldeas. Sus habitantes
fueron maestros de la cerámica, y el proceso de cocción del barro (en ruso el verbo “cocer”
es zhech, obzhigat) terminó dando nombre a la propia región. Gzhel es la profesión artesana
del pueblo que conservó sus tradiciones autóctonas y les dio continuidad con las
generaciones; creó sus peculiaridades actuales de estilo y fundó su propia escuela.

La palabra gzhel hoy en día es increíblemente popular, se asocia con la belleza, la armonía
y lo misterioso de los cuentos. La porcelana adornada con dibujos azules y la mayólica
(loza esmaltada en metal) de muchos colores tiene gran fama y no solamente en Rusia, sino
en muchos países del mundo. Los artículos de Gzhel atraen a todos los que aprecian lo
maravilloso y fantástico y a los conocedores de la pintura internacional.

Los estudios arqueológicos en esta región confirman la existencia allí del oficio de alfarero
desde principios del siglo XIV. Los terrenos de Gzhel siempre fueron ricos en macizos
forestales, ríos y arcillas tan finas como el caolín.

Durante siglos, los campesinos de Gzhel fabricaron diferentes artículos como azulejos y
tejas. A partir del siglo XVII la región se hizo famosa por la fabricación de vajilla de
mayólica (que eran artículos hechos de arcilla con dibujos de diferentes colores hechos
sobre esmalte blanco). En el siglo XIX todos los maestros de Gzhel inventaron una nueva
tecnología: hacían semifayenza (material cerámico de acabado exterior vítreo),
posteriormente fayenza y, finalmente, porcelana. Numerosas fábricas pequeñas y empresas
importantes comenzaron a producir porcelana.

El periodo entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX resultó ser de crisis
profunda. Parecía que el arte de Gzhel moriría para siempre.

Después de la guerra resurgió el oficio y la búsqueda de su propio estilo. Para eso hubo que
trabajar mucho y dar formación a nuevos maestros. El resultado fue exitoso y en el año
1972 se fundó la asociación llamada “Gzhel” con seis talleres ubicados en diferentes
pueblos. Los grupos que la crearon elaboraron artículos nuevos y concibieron nuevas
formas. La pintura llegó a ser más llena y ahora responde a todas las exigencias del arte
contemporáneo. Hoy, en la fabricación de la porcelana se siguen todavía las tradiciones
antiguas rusas: los maestros hacen los dibujos con cobalto, que a lo largo del proceso
tecnológico obtiene el característico color azul, y pintan cada artículo a mano con su propio
estilo, con los matices azules y con el fondo blanco.

Jarras, estatuas, juguetes, chimeneas, lámparas y muchos otros objetos de porcelana son el
resultado, no solo de un proceso esmerado de fabricación, sino de siglos de tradición
artesana y cultura popular.

El escudo de Rusia tiene sus orígenes en el antiguo Imperio ruso, y fue restablecido
después de la caída de la Unión Soviética. A pesar de que ha sufrido varias modificaciones
desde el reinado de Iván III (1462-1505), como el cambio del color del águila de negro a
oro y la eliminación de los escudos de los territorios dominados por Rusia que rodeaban al
blasón central, el escudo actual se deriva directamente de las diferentes versiones
anteriores. El diseño cromático general corresponde al del estandarte usado en el siglo XV,
y la forma del águila se remonta a la época de Pedro el Grande (Pedro I).

Consiste en un campo de gules con un águila bicéfala de oro, con las alas desplegadas.
Sobre su pecho se encuentra el escudo de Moscú, el cual también presenta un campo de
gules donde se sitúa un jinete de plata con una capa de azul, montado sobre un caballo
también de plata, matando con su lanza a un dragón de color sable. Tradicionalmente, el
jinete representa a San Jorge. El águila sostiene en sus garras un orbe y un cetro, y sus
cabezas están coronadas cada una con coronas imperiales, y entre éstas se sitúa otra similar
pero de mayor tamaño, unidas las tres por una cinta.
Los dos mayores elementos representativos de los símbolos del Estado ruso (el águila
bicéfala y San Jorge matando al dragón) son anteriores a Pedro el Grande. El Sello de
Estado de Iván III, Duque de Moscú, presentaba un jinete matando a (o luchando con) un
dragón. La figura no fue identificada oficialmente como San Jorge sino hasta 1730, cuando
fue descrito como tal en un decreto imperial. La forma antigua (un asesino de dragones
montado conocido como San Jorge el Victorioso, en ruso Победоносец) siempre estuvo
asociada con el Gran Ducado de Moscovia, convirtiéndose más tarde en el escudo de armas
oficial de la ciudad de Moscú. La representación gráfica más antigua de un jinete con lanza
(1390) figura en un sello del príncipe de Moscú, Vasiliy Dmitriyevich. La serpiente o
dragón fue añadido durante el mandato de Iván III. San Jorge se convirtió en adelante en el
patrón de Moscú (y, por extensión, de Rusia). Hoy en día, la descripción oficial no se
refiere al jinete en el escudo central como San Jorge, principalmente a fin de mantener el
carácter secular del Estado ruso moderno.

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