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KABBALAH EN PÍLDORAS

Una visión de la Sabiduría Secreta

sobre lo Divino y lo Humano

Jaime Villarrubia
© 2011 por Escuelas de Misterios Ediciones, S. L:
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Web: www.escuelasdemisterios.es

Primera edición: septiembre 2011

Asesor editorial: Enrique San Juan


Diseño gráfico y maquetación: Community Internet S. L.

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ISBN 978-84-961-66-52-3
Depósito legal: B-35608-2011

Impreso en España

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COLECCIÓN

KABBALAH PRÁCTICA
Dedicado a Maribel García Polo y a todos
los que alguna vez me llamaron
terrorista espiritual
Introducción

Esta obra trata de responder a la pregunta que me hacen


muchos: ¿Qué es la kabbalah? Y lo hace mediante una serie de
cuestiones variopintas tratadas a la luz de la propia kabbalah,
pues considero que es más ilustrativo el ejemplo que la
definición. Para ello he utilizado los procedimientos de temurá
(combinación de letras hebreas en una palabra), guematria
(valores numéricos de varias palabras, iguales entre sí, o sus
relaciones) y notarikón, o valores simbólicos de las letras
según la tradición kabbalística. En algún caso se utiliza
también el procedimiento de atbash, convertir cada letra en su
opuesta en el orden alfabético hebreo. Proceden de materiales
aprovechados en parte, de conversaciones informales ante una
taza de té, también de alguna que otra noche de insomnio, y
hasta de momentos de aburrimiento o de solaz escuchando
música. En un principio, envié resúmenes de algunos de los
temas a diversos amigos, como prueba para verificar si el plan
era bueno, y la verdad es que la reacción ha sido muy positiva.
Incluso alguno llegó a augurarme que me quemarían en
cualquier plaza, o me lanzarían una fatwa inmisericorde; lo
cual, que me dio alas para lanzarme a la tarea de escribir este
libro. Supongo que los temas elegidos y las conclusiones que
de ellos se derivan a la luz de la kabbalah (según mi particular
interpretación, por supuesto) molestarán a algunos: a ellos
debo decirles que se trata de temas que de alguna manera me
duelen, por lo que, para mí al menos, son un grito de desahogo;
una especie de confesión personal, vaya.
El idioma hebreo con su alfabeto, base de la kabbalah,
pertenece al tronco lingüístico semita, formado también por el
árabe y el arameo. Sus 22 letras son consonantes, aunque cinco
de ellas se consideran semivocales. En el hebreo moderno las
vocales, marcadas por puntos o pequeños guiones al lado,
debajo o encima de las letras, no se suelen indicar. Para
simplificar la tarea al lector, en la presente obra no se indican
los puntos vocálicos, que se sustituyen por la pronunciación
figurada en español entre paréntesis y letra itálica o inclinada.
El hebreo, como idioma del tronco semítico, se escribe y se lee
de derecha a izquierda, lo contrario que los idiomas
occidentales.
Una información detallada de los significados de las
diferentes partes del Árbol de la Vida puede encontrarse en la
obra Séfer Ha Neshamá. El Programa de Vida y la
Investigación del Tikún (Escuelas de Misterios Ediciones,
2010); así como en las restantes que cito: Diccionario de
Guematria Hebreo-Español (misma editorial, en preparación),
heredero y ampliación del Diccionario Numérico Cabalístico
Hebreo-Castellano; Los Diez Mandamientos a la luz de la
Cábala. Propuestas para una clave interpretativa (Miraguano
Ediciones, 2007); Las letras Hebreas y sus pruebas iniciáticas.
Las tentaciones en los senderos del Árbol de la Vida (en
colaboración con Mª Selene Camuñas, misma editorial, 2006);
Sabiduría del color (en colaboración con Marta Tamar Looz,
UniBook); y El Tarot de Tamar (misma colaboración y
editorial que la anterior).En algún capítulo se cita también mi
libro de relatos mágicos El moai caído, escrito también con
colaboración con Marta y publicado por la citada editora, por
recoger algunos aspectos ilustrativos del tema tratado.
La obra, en sus partes I, II y III, se presenta en forma de
capítulos breves (algunos, algo más largos), en los que, según
su complejidad, a veces se ofrecen primero las conclusiones,
seguidas de las claves que para cada uno en particular
proporciona la kabbalah, mientras que en otros las
conclusiones se deducen de la propia lectura del capítulo. Al
principio de cada parte, un pequeño texto sirve para
introducir el carácter de los temas que comprende. En lugar de
indicar la bibliografía en sentido general, he preferido recoger
al final de determinados capítulos la que concretamente se
aproxima más al tema tratado, con especial referencia al Séfer
ha Neshamá, de donde se extractan bastantes de sus
contenidos y significados; en otros casos, se trata de
referencias a otros capítulos dentro de la propia obra o de
textos de otros autores, así como libros sagrados como la Biblia
o el Corán; también se encuentran diversas referencias
bibliográficas, referidas a temas concretos, en determinadas
notas a pie de página. Debo decir que la obra es también un
homenaje de admiración al gran poeta sufí persa Omar
Kheyyam, que vivió en la segunda mitad del siglo XI y
principios del XII, y algunos de cuyos Rubaiyat reproduzco
como apoyo del texto de la obra. El lector puede intentar
completar por su cuenta las claves que cada capítulo aporta, lo
que será sin duda un buen ejercicio para la mente y el espíritu.
Hay referencia al Árbol de la Vida o a determinados aspectos o
partes suyos. Ello no originará dificultades a los conocedores
de la kabbalah; a los que no lo sean les recomiendo alguno de
los textos citados anteriormente, así como también bastantes
de los publicados de otros autores, donde pueden encontrar
cumplida información. Ciertos argumentos se mencionan en
diversos capítulos, lo que es una clara indicación de que todo
está relacionado entre sí, porque el Universo es holístico, y la
separación que percibimos es sólo aparente e ilusoria. En
bastantes casos, las notas a pie de página dan información
complementaria sobre aspectos del capítulo en el que están
incluidas. Van escritas en una fuente algo menor que el texto,
pero perfectamente legibles.
Es posible que esta obra disguste, e incluso escandalice, a
más de un kabbalista; o tal vez no. También es posible el
disgusto, incluso el escándalo, de devotos de diversas
religiones; o quizá no. A todas esas personas debo advertirles
que lo que aquí se dice son reflexiones personales mías
basadas en lo que sé de los procedimientos kabbalísticos,
aplicados a diversas cuestiones que considero importantes
para mí mismo, sin ninguna pretensión, ni ortodoxa ni
heterodoxa, de ajustarme a ninguna verdad oficial, y menos
todavía, de justificar la veracidad de cualquier texto, por muy
sagrado que sea, de los dogmas que en ellos se hayan
inspirado, o de la verdad de ninguna religión, por muchos
fieles devotos que la sigan. Si hay lectores que consideran
importantes o útiles estas reflexiones, con gusto lo celebraré.

Collado Villalba, abril — julio 2011


I – DEL VIVIR DE CADA DÍA

En esta I Parte se incluyen capítulos que tratan de muchas


de las cuestiones comunes en la vida ordinaria, si bien
bastantes de ellas son esencialmente interiores: se trata sobre
todo de sentimientos, de actitudes. Pues en realidad todo es
interior, aquello que percibimos fuera de nosotros es una
interpretación de nuestro cerebro a trenes de ondas
electromagnéticas que, en forma de luz, de sonido y de
estímulos gustativos, olfativos y táctiles, inciden en nuestros
sentidos físicos y llegan a él a través de nuestro sistema
nervioso. El espíritu, siempre presente, hace que, mediante el
intermediario que es el alma, dé significado a todo lo
percibido.
EL AMOR

He elegido este tema para comenzar el libro porque


considero que es el más importante, algo así como el cemento
que mantiene unidas a las dos mitades del Universo. El amor
no es un sentimiento, sino la actitud consciente y decidida
hacia la unidad; pero para hacernos uno con el ser amado
debemos vaciarnos previamente de nuestro yo. Cuando el
amor es oscurecido por la ignorancia surge el odio, que no es
el opuesto al amor, sino su desconocimiento, su ignorancia,
pues como se dice en I Corintios cap. 13, “el amor no pasa
nunca, nunca deja de ser”. El verdadero amor no es posesivo,
pues no considera al otro como un objeto, sino como el propio
yo, como un sujeto, el Único que existe, y libera tanto al que
ama como al amado.
Un material para entender la naturaleza del amor es el
velcro, pues a semejanza suya, debe tener una mitad suave y
otra áspera, en caso contrario no pega. Los aspectos suave y
áspero del amor quedan representados en el Árbol de la Vida
respectivamente por las sefirot o esferas 4ª y 5ª, Jesed y
Guevurah respectivamente. Otra buena comparación para
comprender la esencia del amor es fijarnos en el nombre
hebreo de los metales asociados a ambas sefirot:
respectivamente el estaño y el hierro. El primero de ellos es en
dicha lengua lydb (bdil), palabra que, mediante una temurá o
permutación de sus letras puede transformarse en bl dy (iad
leb), poder del corazón; mientras que el segundo, el hierro, en
hebreo lzrb (barzel), por el mismo procedimiento de temurá se
muestra como bl zr (raz leb), secreto del corazón. Y es que, en
efecto, el amor es el poder del corazón, mientras que el rigor
(¡nada de complacencias!) es su secreto,
Por su parte, la palabra amor se traduce en hebreo por
hbha (ahavá), con valor 13, el mismo que dja (ejad), unidad; y
que whb (bohú) , vacío.
Claro que también vale 13 bya (ayib), odiar. ¿Cómo se
compaginan, pues, amor y odio?
La palabra hbha, el amor, tiene dos letras h (hei), de valor
5, que con su pequeña apertura arriba a la izquierda
simbolizan la respiración: pues el amor es tan natural como
respirar.
Mientras que la palabra bya tiene una letra y (iod), de valor
10, que simboliza la mano cerrada, el puño; y es que el cierre
se produce por ignorancia, y no por maldad. Pues, como dice
Pablo en la I Epístola a los Corintios, el amor no pasa nunca,
nunca deja de ser; y lo que parece falta de amor es realmente
amor oscurecido por la estupidez.
MÁS INFORMACIÓN: SÉFER HA NESHAMÁ, CORRESPONDENCIAS Y
SIGNIFICADOS DE LAS SEFIROT JESED Y GUEVURAH, PÁGINAS 122 A 129.
El YO

Todos los esfuerzos de la vida ordinaria están enfocados a


la consolidación y fortalecimiento del yo. Aunque no nos
demos cuenta, incluso las actividades más altruistas no son
sino intentos de gratificación del yo. “¿Por qué hago esto, por
qué me entrego a los demás, por qué practico obras de caridad
o de beneficencia, por qué colaboro con ONG’s…?” La última
respuesta es siempre: “Porque así me encuentro mejor”, lo que
evidencia un deseo del yo de encontrarse bien: en el fondo,
egoísmo puro y duro.
Pues en efecto, todo ello, estas actividades o cualesquiera
otras, sean las que sean, socialmente respetables o socialmente
vituperables, lo único que pretenden es la gratificación del yo;
pero se trata de gratificar a una sombra, porque el yo no
existe, es irreal, ilusorio. ¿Quién soy yo? ¿Fulano? No, no soy
mi nombre. ¿Quién soy yo? ¿Una persona, es decir, una
máscara? La palabra “persona” procede del latín del bajo
Imperio Romano, y daba nombre a las máscaras provistas de
una especie de megáfono primitivo, que se colocaban los
actores para que les pudiesen oír los espectadores de las
últimas filas del teatro (per sonare, para sonar). No, no soy una
máscara. ¿Soy mis recuerdos, mis posesiones, mi familia, mi
casa, mi coche, mis títulos, mi historia, mis recuerdos, mis
expectativas, mis miedos, mis deseos, mis cualidades, mis
defectos? No, porque todo eso son como objetos, aunque
algunos sean objetos interiores, de los que yo, sujeto, puedo
decir algo. Entonces, ¿quién soy yo? No existo, realmente. Sólo
si vivo plenamente en el presente adquiero un punto de
consciencia.
Como dice el poeta sufí persa Omar Kheyyam, en uno de
sus Rubaiyat,

No nos preocupemos por el mañana, amigo.


Hemos de aprovechar este hálito de vida.
Si mañana salimos de esta mansión, seremos
lo mismo que los muertos de hace siete mil años

Claves en la kabbalah.
En el Árbol de la Vida, el Yo de la personalidad viene
representado por la esfera de Yesod, la 9ª en orden
descendente, la cual tiene como símbolo planetario la Luna. Su
luz no es propia, sino reflejada, y además tiene siempre una
cara oculta respecto a la Tierra, lo cual es un buen indicativo
de la naturaleza de ese Yo personal: es el reflejo de algo
superior, y siempre tiene facetas u aspèctos que se escapan a la
observación.
En un nivel más alto, el Yo de la individualidad, o Yo
Superior, viene simbolizado por el Sol, dador de vida y de luz,
y corresponde a la 6ª esfera o sefirá del Árbol de la Vida,
Tiferet; es, en palabras de Dion Fortune, el nivel más alto que
puede alcanzar el ser humano ordinario. ¿Cómo es eso? La
individualidad es una cara de la moneda, la otra es la
multiplicidad: somos individuos en tanto que no somos
totalidad. Para superar esa barrera, el Yo individual, el Yo

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