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Responsable de edición:
Fabiola Quiroga
Revisión:
Marco Marín y Cecilia De Marchi
Diseño y Diagramación:
Valeria Antezana
Colaboran en este número:
Marco Antonio Marín, Javier Romero, Marcelo
Guardia, Daniel Cotillas, Laboratorio de Periodismo
Cultural, Mijail Miranda, Ariel Guarayo, Jorge
Gemetto, Fabiola Quiroga, Estefanía Rodero, Mabel
Franco y Dino Garzoni.
TELARTES: Culturas conectadas en movimiento
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CULTURAS EN DISPUTA 09
Javier Reynaldo Romero Flores
“Glup” 13
Marcelo Guardia
circula lectura 45
CULTURAS EN DISPUTA
Javier Reynaldo Romero Flores | Investigador orureño | Conoce más artículos del autor: warikato.blogspot.com |
warikato@gmail.com
En ese sentido, esta reflexión orienta la posibilidad de una apertura surgida de la práctica festiva en
todo el país, que nos proyecta más allá de “la cultura”, para pensar los problemas de la dinámica
intercultural y su relación con el campo jurídico. Decimos que es apertura, justamente, porque
nuestra intención es mostrar la transición de una idea de “cultura” hacia otra, la interculturalidad
y su dinámica. La primera, arraigada y enraizada en nuestras representaciones a lo largo de varios
siglos, pluralizada en los últimos años como “culturas” y sin ninguna intención de transformación
real de las representaciones que ha producido hasta ahora; la segunda, produciéndose en la realidad
pero sin formalización en los espacios académicos nos aparece todavía como algo por construir.
Se trata de una reflexión que orienta el vivir y el pensar de la dinámica intercultural desde sus
contradicciones y conflictos, para lograr la transformación de las actuales representaciones que
actúan como “camisas de fuerza” en nuestro pensamiento. Al decir nuestro pensamiento me refiero
al de todos nosotros, intelectuales, “artistas”, gestores culturales, pero sobre todo funcionarios de
gobierno.
Pensamos que, para que se entiendan las posibilidades de esta transformación es necesario hacer
ciertas aclaraciones de partida. En el primer caso la “cultura”, en singular, ha sido comprendida como
una entidad eminentemente humana, construida a partir de procesos psico-biológicos, que sirve
para el relacionamiento entre humanos y de éstos con la naturaleza y lo sobrenatural. Aquello que
también produce la construcción de formas de organización entre humanos, definiendo sistemas de
creencias, modos de sensibilización desde y con el entorno y lógicas de pensamiento y racionalidad;
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cultras en disputa - javier Reynaldo Romero Flores
Este uso singular de la “cultura” ha recaído en una construcción desde un interés político-hegemónico
específico, en una idea universal de la misma; im-poniendo los procesos particulares de una región y
una época determinada por encima del resto de grupos humanos que también han pasado por estos
procesos. Esto, directamente relacionado con la imposición de un patrón de poder específico, en
este caso eurocéntrico, ha servido para posicionar como referente de “cultura universal” los modos
de relacionamiento construidos por determinadas culturas dominantes, es decir, aquellas que en
determinados momentos históricos, inicialmente regionales, posteriormente globales, instalaron
aquel patrón de poder dominante. En estos casos, pero sobre todo a partir del siglo XVI con la
globalización de la dominación colonial, se esencializó la cultura desde el poder como dominación y
se impuso como referente de vida en las poblaciones dominadas.
Posteriormente, en las últimas décadas del siglo XX, se introdujo la comprensión de la cultura en
plural, como “culturas”, pero no se introdujo ninguna transformación fundamental, al contrario,
fue nada más un modo de manipulación de la posibilidad de existencia de la diferencia cultural. Fue
solamente un intento de visibilización de las otras culturas, aquellas que no tienen el privilegio de
detentar el poder político; en este caso podría pensarse que el hecho de nombrar a las culturas en
plural es ya una apertura importante, precisamente porque pluraliza y rompe con la homogenización
cultural.
Sin embargo, en este caso, se trata de una concepción eminentemente culturalista que mantiene
los contenidos universales de “cultura” y desde estos se desplaza hacia otras culturas consolidando
su inferiorización. En este caso estas otras culturas subsumen sus prácticas a decisiones políticas
liberales y, con sus variantes en todo el mundo, a la lógica instrumental de la racionalidad económica
capitalista. Y, además de subsumir sus prácticas, sufren el vaciamiento epistémico de sus contenidos
y con esto la transformación de sus representaciones culturales para que sean reemplazadas por
las de la cultura dominante. De este modo la racionalidad moderna manipula residuos de prácticas
culturales no modernas, se apropia de ellas, las descontextualiza, las exotiza para que puedan ser
vendidas en el mercado capitalista de mercancías. En ambos casos, en singular o en plural, se trata
de la subsunción a una forma de vida, es decir a una cultura, impuesta por el patrón global de poder
dominante desde un proyecto civilizatorio hegemónico. La diferencia es que en el modo singular
se invisibiliza a las otras culturas y en el modo plural se las hace visibles pero se las instrumentaliza.
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cultras en disputa - javier Reynaldo Romero Flores
del campo cultural y esto está sucediendo mientras la “ingenuidad” de algún ministro se empeña
en transformar lo festivo en mercancía. Es decir, la dinámica festiva y los conflictos producidos al
interior de esta dinámica nos han ubicando en un lugar epistémico a partir del cual hemos podido
detectar aquellas posibilidades distintas de comprensión de “la cultura”, en este caso como dinámica
intercultural.
Los procesos humanos siempre han estado sujetos a encuentros, influencias externas y
transformaciones. Actualmente esto se da con mucho más énfasis, las creencias y los valores, los
territorios y las lenguas, las cosmovisiones y las formas de familia, entre otros elementos culturales,
se manifiestan en continuo conflicto y contradicción y están sometidos a influencias e imposiciones
de orden político. Es por ello que nos parece fundamental orientar los esfuerzos a la comprensión
de la dinámica intercultural y no así de “la cultura”, que se queda flotando en la teoría, detenida,
mientras la realidad continúa en su dinámica de conflictos y contradicciones. Pensamos que a partir
de este primer paso se puede ir construyendo la posibilidad de comprensión de estos procesos de
conflicto y dinámica intercultural.
Esta comprensión de las culturas, en conflicto intercultural, ayuda a “dibujar” un mapa mucho más
cercano a lo que está pasando en Bolivia y en otros países también. Si bien este tipo de comprensión
es un problema de partida de aquel anteproyecto, es obvio que los técnicos del Ministerio de
Culturas, absortos por la gestión urgente, no están preocupados por la producción categorial y
el análisis teórico-epistémico. Esto por una parte; por otra, es bastante obvio que existen muy
pocos espacios y personas en las instancias de gobierno que conciben la descolonización como un
proceso de de-construcción de la analítica de la modernidad eurocéntrica. Es decir, que piensen
que la transformación de las categorías de análisis que utilizamos para nombrar nuestra realidad y
relacionarnos con ella es parte de la superación del problema colonial.
Por lo anterior nos inclinamos a pensar que estas son las razones por las que aquellos técnicos, que
desarrollan la gestión política, siguen pensando que la cultura se preserva y se conserva. Porque sólo
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desde esta lógica instrumentalizada hacia el mercado de consumo, se puede orientar las prácticas
culturales para su mercantilización, para que sean vendidas como mercancías en el mercado global
del turismo, dispositivo creado en el siglo XIX en Europa para comercializar la cultura. Además la
folklorización y la patrimonialización, logros de la gestión estatal actual, se suman como dispositivos
de fetichización de las prácticas culturales a estos procesos que, actualmente, siguen siendo
respaldados por las legislaciones en América Latina.
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