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CASA DE LA MARINA

JOSÉ ANTONIO CODERCH Y MANUEL VALLS

INTRODUCCIÓN
El proyecto de la “casa de la marina”, encargado por parte del Montepío Marítimo Nacional del
Instituto Social de la Marina a Coderch y Valls y construido entre 1952 y 1954, propone un
emplazamiento ubicado en la Barceloneta, esquina entre la calle del Mar y el Paseo Joan de Borbó,
presentando así un edificio con la ventaja de dar a dos viales de dimensiones considerables con
relación al resto de calles de la zona.

La iniciativa del proyecto surge de la realización de un dispensario y viviendas de carácter social.


Debido a la superficie del solar escogido, de 158 m2 (11 x 14’38 m de profundidad edificable) lo más
complicado fue proyectar con un programa tan extenso para un solar de estas dimensiones; dos
viviendas por piso de 3 dormitorios con 2 camas cada uno. Algo que con una distribución con muros
ortogonales no era posible ya que lo máximo que consiguieron fue una vivienda con 3 dormitorios
a un lado y otro de dos dormitorios al otro lado, y dado la insistencia del Montepío Marítimo Nacional
del Instituto Social de la Marina a seguir el programa, se tomó la decisión proyectual de inclinar
muros y tabiques.

El edificio de viviendas de la Barceloneta supuso una obra excepcional y única para la época en la
que se construyó. El proyecto pasó por varias modificaciones a hasta llegar a una idea próxima de
lo que se conoce actualmente, el más significativo entre el plano de ejecución y el previo es la duda
que se tenía sobre si añadir o no otro baño, lo cual al final lo hace eliminando la zona del vertedero.

PLANTA TIPO
Los primeros bocetos del proyecto son de la planta tipo que se va repitiendo en sus seis plantas, en
un intento de encajar el programa en su limitada parcela. En el segundo croquis, las salas de estar
las sitúan en las esquinas para aprovechar así la orientación a las calles principales además de
plantear la posibilidad de crear voladizos que vuelquen a la calle Almirante Cervera. Más adelante
se muestra un indicio de haber dispuesto el acceso a la vivienda en las esquinas de la caja de escalera
y se decide experimentar con la geometría disponiendo tabiques que encierren las zonas más
privativas de la vivienda. Para el cuarto croquis parte de la disposición desarrollada, pero en un
lenguaje no ortogonal.

Por lo tanto, la idea principal a la hora de disponer las dos viviendas por planta surge de la
subdivisión del solar, planteando dos zonas totalmente simétricas, con las mismas características
tanto en fachada como en cada vivienda.

PLANTA BAJA
La planta baja esta elevada respecto al nivel de la calle, esto para poder generar una planta
semisótano con mejores condiciones de ventilación e iluminación. Esta planta debía albergar la
vivienda del portero, un dispensario, un local y el acceso comunitario a las viviendas. Para ello se
divide la planta en dos mitades, una de ellas para albergar el consultorio de planta baja y la otra
para la vivienda del portero. El resto de superficie admite un local con acceso independiente desde
la calle Almirante Cervera.

PLANTA SEMISÓTANO
La planta sótano está conectada a la planta baja con el consultorio, mediante una escalera propia,
en una mitad, mientras la otra mitad restante está destinada únicamente para la vivienda de
portería y las instalaciones del inmueble.

PLANTA ÁTICO
En cuanto a la distribución del ático, se consideró colocar dos estudios pequeños y mantener una
escalera que pueda dar acceso a la azotea, colocándola en una zona que se mantenga alejada de
las visuales de los peatones. Pero finalmente se construyó una única vivienda y se eliminó la
escalera, siendo la azotea practicable sólo para mantenimiento.

REMATE

Sobre la vivienda en el ático, en su cubierta, se disponían unos depósitos de agua a los que se podía
accederse desde la escalera general del edificio, lo cual generaba un volumen considerable que
remataba el edificio, Este alero en planta, sigue los quiebres de la fachada, y no llegaba a adquirir
la importancia suficiente como para coronar el edificio. Pero al llevar el proyecto a ejecución, se
decide eliminar los depósitos de agua y la escalera de acceso a ellos, lo que conlleva una reducción
del volumen y que al final sea este alero el que más protagonismo adquiera. Este sería un elemento

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ligero soportado por una estructura-entramado de acero laminado, acabado superiormente con
zinc, e inferiormente con machihembrado de madera.

LA FACHADA

El edificio cuenta con 3 fachadas y un muro medianero. La intención en estas es envolver el edificio
en una sola fachada plegada. La cual está dividida en franjas verticales alternando muros de carga
revestidos con plaquetas cerámicas y lamas de madera para proteger ventanas y terrazas. Además,
cabe recalcar que el 70% de los volados están cubiertos por persianas tipo Llambi.

Coderch en lugar de proteger los amplios vanos acristalados con las habituales persianas
enrollables usa una versión de la mallorquina de lamas orientables que acaban extendiéndose a
toda la relación del espacio doméstico con el exterior, incluidos dormitorios y servicios.
amortiguando la luz natural cenital bajo el techo luminoso del estudio. Este tipo de modulación de
persianas los usa Coderch en 3 de sus obras, pero la primera fue en este proyecto de La casa de la
marina.

LAS PERSIANAS EN EL PROYECTO

Esta casa puede ser considerada como el banco de pruebas para llevar adelante la patente “Llambi”.
Las lamas, de humilde pino Flandes con nudos, Pintadas de blanco, fueron colocadas, una a una,
sobre bastidores de chapa de acero galvanizado fijados a la obra. Contando las del ático, que no se
ven desde la calle, se colocaron 4.932 tablillas de 13,70 x 62 cm con sus herrajes. El conjunto es, por
lo tanto, fijo, y la vivienda sólo puede graduar su relación con el exterior orientando las lamas desde
dentro por medio de una palanca articulada que atraviesa el marco metálico de las ventanas.
Transcurridos cuarenta años desde su inauguración, el edificio se restauró. sustituyéndose las
persianas originales de madera por el modelo de lamas en PVC de 150 mm de ancho. El hecho de
que las hojas de las persianas no puedan desplazarse de su plano, conviene el cuerpo del edificio en
un volumen integro y capaz, en un espacio que se adivina vacío, disponible para ser habitado. Así,
Coderch quiso controlar el posible desorden visual derivado de la vida de sus habitantes, (ropa
tendida, enseres almacenados en las terrazas. etc.) y someter el edificio a la exigencia del decoro
urbano. La persiana mallorquina coloniza la arquitectura, al ser responsable tanto de las cualidades
del espacio interior de la vivienda como de la imagen entera del edificio y de su presencia urbana.
Esta obra sorprendió vivamente al público y a los arquitectos, como puede comprobarse al
consultar la prensa de la época. El resultado se hallaba alejado tanto de cualquier solución

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académica, fuera culta o popular, como de ciertos estereotipos de la arquitectura moderna. El
edificio de la Barceloneta resulta visualmente mixto: se nos muestra como una leve caja tectónica,
hecha de elementos lineales y de cintas entretejidas (las bandas revestidas de cerámica se
entrelazan con las bandas de persianas) reposando en vuelo sobre un basamento cuya apariencia
estereotómica se refuerza con el revestimiento de mampostería y la sombra arrojada.

ESPACIALIDAD Y MOBILIARIO

La morfología de la planta que surge del esfuerzo de Coderch por obtener la máxima eficacia y
calidad espacial y arquitectónica posible en 72 m2 útiles por vivienda, despierta la mayor
desconfianza en los promotores oficiales del encargo, quienes exigen una demostración de que es
posible amueblar y habitar unas viviendas con una geometría distributiva tan poco convencional.
Con ese propósito, Coderch y Valls, con Federico Correa, Alfonso Milá y el carpintero Pedro Llambl,
fundan la firma LAGO para amueblar un piso de muestra, costeando el mobiliario de su propio
bolsillo. Se trataba, así, de calmar las suspicacias de los funcionarios del Montepío dependiente del
lSM, pero al mismo tiempo de cumplir un deseo de los arquitectos, que anhelaban dar ejemplo
sobre el modo más adecuado de usar aquellos espacios, pensando que, en caso de éxito la firma
podría tener un futuro comercial dentro del mercado del mueble racional. La sala de estar, con sólo
16 m2 útiles, cuenta, sin embargo, con tres ámbitos bien definidos. El primero lo forma el plano del
tabique de la cocina, del que surge la lampara, con la mesa y las sillas. Los otros dos son
característicos de salones más amplios, y aquí se reducen a lo esencial. Nos referimos al rincón en
penumbra junto al fuego y al luminoso espacio en tribuna mirador sobre la calle. El primero está
configurado por el triedro compuesto por el tabique con la estantería, el muro revestido de
mampostería con el luego y el plano de la alfombra con la mesita. El segundo lo define el diedro de
los ventanales protegidos por las persianas, con el suelo que abarcan. Cada límite del espacio tiene
un valor definidor y los muebles y objetos se adhieren a ese juego de planos, diedros y triedros,
como ocurría en el pabellón de Milán. La silla escogida para amueblar la vivienda, que aparece
fotografiada en el comedor y en el recibidor, es el modelo Llambí (1946), la misma que se utilizó en
la Trienal. En los planos vemos dos en el dormitorio principal y otras dos en el recibidor, fácilmente
trasladables para aumentar las plazas entorno del comedor. Correa y Milá, en sintonía con esa
aspiración de ligereza y diafanidad, pusieron a punto el silloncito Barceloneta. Esta butaca recuerda
la silla de patas traseras recortadas y con tornapuntas, a la que hemos aludido antes, y posee las
virtudes del sillón Safari, un mueble muy divulgado en la época. La mesa prevista en el

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anteproyecto de las viviendas tenía un ala plegable, para no estorbar la circulación cuando no se
utilizaba para comer, como la mesa Llambí que vimos en el pabellón de la Trienal, también de alas
plegables. En la versión definitiva se cambió por una con tablero fijo rectangular. El sofá, sin brazos
y poco voluminoso, como un banco tapizado, se coloca de tal modo que desde él se contempla todo
el espacio de la sala de estar en dirección a la claridad y alas vistas. Una estantería de tablones de
madera barnizada se apoya en unas ménsulas sobre el sofá. Esto permite dejar desnudo y limpio,
Salvo por la presencia de un fanal, el paramento de mampostería donde la chimenea sirve, además,
para mostrar un espesor superior al del muro de carga. A estos elementos se les otorga un valor de
oscura y grávida opacidad que, por contraste, hace más evidente la transparencia de la galería
acristalada. Las butacas Barceloneta recortan su grácil perfil técnico sobre el fondo luminoso,
pudiendo incorporarse al rincón del fuego. Todos los muebles eran ligeros, de tamaño
estrictamente ajustado sin sacrificar una razonable comodidad. Estaban pensados para dejarla
mayor parte del suelo libre, con el fin de facilitar la limpieza y los movimientos, pero sobre todo
para despejar de obstáculos la vista y gozar de las máximas dimensiones de las estancias. Los
arquitectos escogieron también la alfombra, las colchas, las plantas y los pequeños objetos
complementarios como el capazo de paja para la costura, la cestilla o las vasijas. Estos objetos,
junto con unas reproducciones de arte románico, evocan de nuevo el espacio del pabellón de la
Trienal, que aparece ahora ante nuestros ojos como un verdadero universo doméstico. El
presupuesto del mobiliario completo fue estimado en 17.000 pesetas, que podría rebajarse hasta
14.000 si llegaba a producirse para todas las viviendas. Los primeros sorprendidos por el bajo coste
resultante fueron los propios arquitectos. La ideología, propia de la modernidad, por la cual no sólo
la arquitectura sino los muebles y enseres debían sufrir una renovación en favor de una mayor
dignidad y claridad para la vida, encuentra claras resonancias en este episodio. Pero sucedió que
las viviendas componían un ambiente más próximo al de las casas para vacaciones y fin de semana
de los propios arquitectos, reflejo de su condición burguesa ilustrada, que, al gusto de los futuros
ocupantes, obreros de la marina mercante, que no se reconocieron en él. Los usuarios de las
viviendas rechazaron la invitación bienintencionada de los arquitectos y amueblaron sus pisos con
los opacos y voluminosos muebles ordinarios ofrecidos por el mercado. Es una historia que tiene
precedentes.” En sentido inverso, la planta de una vivienda obrera (calle de la Maquinista) prestará
algunos de sus rasgos morfológicos, obtenidos por un ejercicio de economía espacial a la casa de
vacaciones en Caldetes que proyecta poco después para sí mismo (1955). Al no disponer de los
fondos necesarios para acometer la obra de la casa entera, el arquitecto ensayó convertir el

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dormitorio principal en un refugio o habitáculo mínimo de fin de semana, condensando en ese
pequeño espacio una vivienda entera. Como siempre ha sucedido, una casa puede ser una
habitación y viceversa. Estos ensayos sobre el espacio mínimo serán de utilidad para la reforma de
la casona de Empolla, cuando interprete alguna habitación como si fueran casas. Es decir, la
investigación minuciosa sobre lo mínimo brinda lecciones cualitativas de arquitectura que
conservan su validez, aunque no exista una escasez de superficie. Estas experiencias de Coderch
sobre el mínimo habitable Se relacionan con el estudio, acabado también en 1952, para el realojo
de los habitantes de barracas insalubres. Si bien el edificio para el ISM sólo contiene una docena de
viviendas, propone importantes cuestiones de fondo que tienen un valor general y serian aplicables
a propuestas de mayor envergadura. En conjunto, este proyecto hereda y realiza los ideales del
pensamiento funcionalista de los años veinte y treinta y se convierte en una de sus obras maestras.
No albergamos ninguna duda de que el gran estudioso de la vivienda racional, Alexander Klein
(1879-1961), de haber podido conocer esta obra, así la hubiera considerado."

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