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Utopía

La utopía es la idea o representación de una


civilización ideal, fantástica, imaginaria,
irrealizable, refiriéndose a una ciudad o un
mundo en paralelo o alternativo al mundo actual.
Utopía proviene de raíces griegas y significa
"buen lugar que no existe". Utopía es un término
inventado por Thomas More, un escritor inglés y
humanista, que estaba impresionado por las
narraciones extraordinarias de Américo Vespucio
sobre la isla de Fernando de Noronha, que fue
avistada por los europeos en 1503. More dijo
que en esa misma isla se podía construir una civilización perfecta. Entonces él
escribió un libro titulado "Libellus... De optimo reipublicae statu, deque nova insula
Vtopiae" en 1516 sobre un lugar bello, nuevo y puro donde existiría una sociedad
perfecta y comunal. En el libro, Fernando de Noronha sería entonces el lugar
perfecto de la primera Utopía.

Para Thomas More, la utopía era una sociedad racionalmente organizada, las
casas y los bienes serían de todos y no de los individuos, las personas pasarían su
tiempo libre con la lectura y el arte, no serían enviados a la guerra, excepto en
situaciones extremas, por lo tanto, esta sociedad viviría en paz, feliz y en plena
armonía de intereses, justa.

Utopía también se puede considerar no sólo la idea de diseñar un lugar o una vida
con una visión fantasiosa, sino también puede ser un modo optimista de ver el
mundo y ver las cosas como nos gustaría que fueran. También existen otros tipos
de utopía, como la económica, la religiosa, la política y la ecologista.

Utopía Social:
Íntimamente relacionadas con el deseo de dar un sentido a la vida y alcanzar la
felicidad, se encuentran la necesidad y la búsqueda de un mundo mejor, más
solidario y más justo. Existe una estrecha relación entre la justicia y las utopías.
Ya Platón puso de manifiesto que un mundo ideal en el que todos sus miembros
viviesen felices y satisfechos sólo era posible si ese mundo era un mundo justo,
pues un Estado es ideal (constituye una utopía) si en él reina la justicia.
Funciones de la Utopía:
A pesar de este carácter novelado o ficticio de las utopías, a lo largo de la historia del
pensamiento se les han atribuido funciones que van más allá del simple entretenimiento.

 Función orientadora. Las utopías consisten, básicamente, en la descripción de una


sociedad imaginaria y perfecta. Y, aunque para muchos pensadores la realización
completa de este sistema sea imposible, algunos de los procedimientos que se describen
pueden aplicarse a posibles reformas y orientar la tarea organizadora de los políticos.
Aunque la utopía en su conjunto pueda verse como un sueño inalcanzable, para algunos
sería útil en orden a señalar la dirección que deben tomar las reformas políticas en un
Estado concreto.

 Función valorativa. Aunque las utopías son obras de un autor determinado, a menudo se
reflejan en ellas los sueños e inquietudes de la sociedad en la que el autor vive. Por esta
razón, permiten reconocer los valores fundamentales de una comunidad en un momento
concreto y, también, los obstáculos que éstos encuentran a la hora de materializarse. Por
ello, para muchos autores, las utopías no sirven tanto para construir mundos ideales como
para comprender mejor el mundo en el que vivimos.

 Función crítica. Al comparar el Estado ideal con el real, se advierten las limitaciones de
este último y las cotas de justicia y bienestar social que aún le restan por alcanzar. De
hecho, la utopía está construida a partir de elementos del presente, ya sea para evitarlos
(desigualdades, injusticias…) o para potenciarlos (adelantos técnicos, libertades…). Por
eso, supone una sutil pero eficaz crítica contra las injusticias y desigualdades evidentes
tras la comparación. Incluso si consideramos que la sociedad utópica es un disparate
irrealizable, nos presenta el desafío de explicar por qué no tenemos al menos sus virtudes.

 Función esperanzadora. Para algunos filósofos, el ser humano es esencialmente un ser


utópico. Por un lado, la necesidad de imaginar mundos mejores es exclusiva de la especie
humana y, por otro, esta necesidad se presenta de forma inevitable. El hecho de ser libres,
de poder soñar con lugares mejores que el que nos rodea y de poder actuar en la dirección
de estos deseos está íntimamente conectado con nuestra naturaleza utópica. Ésta es,
además, la que justifica el hálito de esperanza que siempre permanece en los seres
humanos: por muy injusto y desolador que sea el propio entorno, siempre resultaría posible
imaginar y construir uno mejor.

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