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Principio de Legalidad.
El artículo 7 del CGP, trae este principio bajo el cual el Estado de Derecho se rige
y se postula, en donde el Juez sólo se limita a aplicar la Ley de manera taxativa,
haciendo las veces de un mero autómata y si bien es cierto se puede afirmar que
hace parte del positivismo jurídico y que se contradice con lo que el Estado Social
de Derecho proclama, pues este último lo que busca es la justicia y con el principio
de legalidad lo que se halla es el respeto y aplicación de la ley, en virtud de tal
artículo lo que se pretende es que se apliquen las normas cuyo contenido se
supone está revestido del principio de justicia, norma que de ser contraria a la
constitución no debe ser aplicada, asimismo, encontramos que para nuestro orden
legal, no sólo es aplicable la Ley, sino también hay que tener en cuenta la
equidad, la costumbre, la jurisprudencia y la doctrina. Es más al juez se le permite
pensar, analizar y reflexionar, en vista de que se puede apartar de la doctrina
probable o cuando cambie de criterio en sus decisiones, teniendo la obligación de
argumentar y exponer el motivo de tales decisiones. Actuación que sin duda
desdibuja el principio de legalidad del Estado de Derecho, según el cual el Juez se
limitaba a aplicar la Ley sin realizar ningún tipo de razonamiento o reflexión. Ese
rol del Juez en el Estado de Derecho es la sumisión a la correspondencia
ley-estado. En aquel sentido el Estado es el único detentador del poder de
coacción y fuente única del derecho, es decir, el derecho de define como el
conjunto de normas según las cuales se ejerce en un estado la coacción. De ese
estado de cosas inflexible e intolerante frente al desvío del Juez de la norma, es
extraído este principio.
Impulso Procesal.
El artículo 8 del CGP, trata de este principio, según el cual las partes están en la
obligación de realizar el impulso del proceso y el Juez es un mero aplicador del
derecho, disposición que se relaciona con el derecho dispositivo y a su vez con el
Estado Social del Derecho, en donde las partes acuden al Estado para que en
cabeza de los Jueces diriman sus conflictos aplicando la Ley a cada caso
concreto, pero que ahora en función del Estado Social de Derecho, el Juez no es
un simple observador, pues tiene que estar atento y vigilante, ya que si bien, el
inicio e impulso de un proceso se realiza por disposición de las partes, este debe
estar sujeto a los principios constitucionales. Como excepción trae al igual que el
anterior código, la posibilidad de que el Juez adelante algunos procesos, siendo
responsables por la demora en su trámite.
EL Artículo 40 del CGP, dispone como poder para el Juez comisionado las
mismas facultades de su delegatario, inclusive, puede resolver sobre los recursos
que se interpongan dentro de la diligencia que se va a celebrar como comisionado.
Es claro que esta facultad choca con el principio de inmediación de la prueba y por
ello con el sistema oral, pues el Juez que hace de director del proceso y delega
sus funciones, y no es quien percibe de manera directa la forma como se practica
la prueba e incorpora al proceso, además como en la Jurisdicción Laboral, el
despacho comisorio está llamado a desaparecer, debido a que el proceso oral es
más expédito y los términos para la recaudación probatoria son muy cortos, lo que
implica que en la medida de lo posible, el juez evitará emplear esa herramienta de
la delegación de sus funciones. De otra parte, en aras de incorporar innovación al
proceso, en este punto se debían utilizar herramientas que traen las nuevas
tecnologías, como la realización de audiencias de manera virtual, como se lo hace
en la jurisdicción penal, con lo que, se le daría prevalencia al principio de
inmediación de la prueba.
Artículo 42 del CGP. Como único director del proceso, el Juez dotado de su
conocimiento y amparado y protegido por la Ley, debe adelantar el proceso
mediante las herramientas proporcionadas, a fin de que se le de una solución
pronta al conflicto del cual es conocedor, evitando que el proceso se paralice o
que se hagan dilaciones del mismo, procurando además la mayor economía
procesal; ese Juez despierto, atento, reflexivo, que tome decisiones rápidas, es el
que necesita el nuevo sistema de Justicia Civil Oral, donde se requiere mayor
agilidad al momento de tomar las decisiones y que estas sean en lo posible
acertadas.
De otra parte, dentro de los poderes de ese Juez que casi es dictador del proceso,
debido al control que ejerce sobre él y el control que ejerce desde su estrado
sobre el comportamiento de los intervinientes, tiene como deber y obligación hacer
efectiva la igualdad de las partes dentro del trámite procesal, derecho fundamental
que nace del estado liberal, la garantía de la igualdad ante la Ley y además se
reviste al Juez con facultades y poderes para conservar el orden legal, en aras de
prevenir los actos contrarios a la justicia, la constitución y la ley.
En cuanto a las pruebas de oficio, se reitera por la nueva legislación la facultad del
Juez de solicitarlas, con el fin de propender por la aproximación a la verdad real o
material en la sentencia que ponga fin al litigio, y con ello realizar de mejor forma
su labor como juez en su función de administrar justicia. Esto no implica que se
pueda perder la imparcialidad y se beneficie con ello a una de las dos partes, ya
que el fin último como se dijo, es la búsqueda de una verdadera justicia que sea
próxima a la verdad material, ya que si no hay hechos claros no puede haber
derecho. .
Una facultad y deber del juez como director, es velar y vigilar el proceso para que
su trámite se adelante sin vicios que puedan terminar en nulidades y a las partes
se les exige, el deber de tener lealtad procesal para que ello ocurra de esa
manera, con el fin de evitar dilaciones innecesarias y que el proceso llegue a feliz
término con la sentencia. En ese sentido las partes pueden ayudar al juez en su
labor, realizando la presentación de lo que se consigna en los escritos de manera
diáfana, relacionando los hechos, pruebas y pretensiones de manera concisa y
clara, ya que si bien al Juez le esta dado el poder de interpretar la demanda en su
conjunto, no siempre va a coincidir con lo que en el fondo los escritos presentados
persiguen, aunque ese ejercicio lo puede hacer siempre que se respete el principio
de contradicción y congruencia. Principios a los que se deben sujetar las partes,
pues lo que se pide debe ir concatenado con los hechos.