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Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de Ciencias Jurídicas


Penal General II
Jaime Andrés Díaz Cristancho

REFLEXIONES ACERCA DEL CONGRESO

Por medio del presente escrito plantearé una serie de reflexiones y conclusiones a las que
pude llegar tras haber asistido al Poscongreso de derecho procesal –crisis en la justicia- del
día martes 10 de octubre, que tuvo lugar en el auditorio Jaime Hoyos.
En primer lugar, quisiera tocar el tema de la injerencia de los medios de comunicación en
noticias de índole jurídica y cómo esto puede afectar la percepción del informado. Frente a
esto, el Profesor Camilo Cano Busquets hizo un análisis importante, en el cual planteó que
hoy día los medios de comunicación permean la mayoría –por no decir todos- los espacios
de la vida cotidiana del ser humano, en particular las noticias y novedades que, en muchos
casos, cuentan con un componente jurídico que no es comprendido por todos, razón por la
cual toma una importancia considerable el papel que ejerzan los medios de comunicación
en el desglose de dicho componente jurídico, toda vez que la forma en que llega la
información al receptor está determinada claramente por la manera en que perfila la noticia
el emisor de la misma.
A raíz de lo anterior, puedo afirmar que el público que no cuente con un criterio jurídico
determinado y fundado en bases sólidas, va a estar sesgado de acuerdo a como lo determine
este tercero encargado de la función de informar, como quiera que se llame (periódico,
noticiero, revista, etc…) Con base en esto, debe resaltarse la obligación ética que tienen los
informadores para transmitir de forma correcta el mensaje en cuestión. Frente a esto,
debemos tener en cuenta que no todos los informadores realizan su función de forma
adecuada, ya sea por razones de interés económico, social o simplemente porque sus
habilidades no van acorde a esta función. De allí surge la siguiente pregunta: ¿Por qué hay
gente sin las habilidades requeridas siendo informadores masivos? Para resolver esta
pregunta debemos hacer una distinción entre medios de comunicación y periodismo, ya que
no todas las personas pertenecientes a un medio de comunicación tienen la formación
académica de periodistas.
Así las cosas, podríamos decir que lo único que se requiere para ser un informador masivo
es tener un medio de comunicación que llegue a esta masa receptora de
noticias/novedades/información, luego cualquiera con una cuenta en alguna de las redes
sociales existentes puede fungir como informador en razón a que tiene la capacidad de
masificar sus opiniones. Ahora bien, frente a esto parece no haber regulación ya que la
posibilidad de manifestarse y expresar opiniones –informadas o no- está amparada por la
libertad de expresión, la cual a su vez está amparada por el estado de derecho, pues sin
libertad de información no es posible que exista una democracia, luego no se puede elegir
de forma democrática un representante popular, si no se conocen sus ideas.

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Podríamos afirmar, pues, que no es posible restringir la oportunidad de las personas para
expresar su opinión, independiente de qué tan bien o mal fundamentadas estén, ya que para
el caso colombiano, el derecho constitucional a la libre expresión ampara todo tipo de
comunicación o emisión informativa, dejando al receptor la responsabilidad de asumir con
su propio criterio qué información le será o no útil. Esta premisa nos conducirá a dos
conclusiones, sin perjuicio de cualquier otra interpretación que pudiere realizar el lector de
este documento: la primera a la que quisiera referirme es que el receptor debe desempeñar
un papel activo en el proceso de información y de adquirir fuentes confiables, ya que puede
ser muy contraproducente contar con datos distorsionados o en algunos casos erróneos, en
particular para las noticias jurídicas, en tanto estas son muy sensibles ya sea por la
magnitud, importancia o por lo delicado de las controversias, por ejemplo cuando los
medios informativos ejercen el papel de jueces y condenan, incluso previamente a los
procesos, a las personas investigadas o señaladas. Así, se está condenando a una persona en
frente de todo el país aun cuando no se le ha respetado los derechos, también
constitucionales, al debido proceso y a la presunción de inocencia.
La segunda consecuencia a la que pude llegar tras escuchar la ponencia del profesor Cano
Busquets, es que el comunicador o informador, ya no periodista por las razones
anteriormente mencionadas, tiene una obligación clarísima para con el receptor de la
información, pues es este sobre quien recaerán los efectos de la emisión informativa. Es
decir, si el informador desarrolla una labor incompleta, errónea, tergiversada, sesgada, etc...
el claro afectado será el tercero consumidor de aquella noticia, quien se encontrará
sumergido en una realidad distorsionada, siendo así víctima de la falta de honestidad,
transparencia o diligencia del emisor de la información. Como observamos anteriormente,
es imposible evitar que existan informadores malintencionados o que no se acomoden a los
requisitos que demanda semejante función, sin embargo sí se debe fomentar el acceso a
estudios en torno a esta importante labor. Surge, empero, la necesidad de que se eduque y
se forme académicamente a aquellas personas que aspiren llegar a ser informadores. A su
vez, tiene la obligación recíproca el receptor de elegir bien los medios que escoge para
informarse, ya que debe primar en todo caso aquel comunicador que se haya formado para
ello y ejerza su profesión de forma correcta.
A continuación, hablaré de la JEP, tribunal encargado de tramitar el proceso de justicia
transicional correspondiente al fin del conflicto armado entre el Estado colombiano y el
conocido grupo subversivo al margen de la ley, FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia). La mencionada JEP ha sido un tema de enorme discusión y polémica por la
polarización que afecta al país en lo concerniente a la forma de solucionar el conflicto
armado con las FARC. Mencionaba el Profesor Juan Felipe García en su ponencia que este
tribunal, cuyos magistrados fueron recientemente escogidos, es el elegido para suprimir
esta división y unificar al país en torno a una solución pacífica al conflicto. Esta solución
debe claramente estar regulada por el derecho, para este caos deben tenerse en cuenta las
creaciones jurídicas que apunten a un proceso de justicia transicional.
Ahora, esta justicia transicional es un mecanismo de resolución de conflictos, del cual no
debe esperarse una solución total de todos y cada uno de los casos aislados que componen
el conflicto en términos macro, sino que esta justicia debe tomar casos prioritarios y
resolverlos de fondo. De esta forma, se podrá restaurar en alguna medida la premisa a la
que apuntamos todos los estudiantes de derecho, abogados, jurisconsultos e incluso la gran

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mayoría de los colombianos: “ningún hombre debe estar por encima de la ley”. Así, vemos
que este tribunal servirá no solo para hacer justicia, sino también para ejercer un impacto en
el cual las personas reconozcan una retoma de la autoridad por parte del Estado, a la vez
que una pérdida total de cualquier autoridad ilegítima anteriormente ejercida por las FARC.
Es importante, que este impacto no se agote únicamente en las capitales y en las grandes
urbes, sino que es esencial que llegue a los pequeños pueblos y municipios que fueron
afectados por la violencia, para que desde allí logren percibir que es una terminación del
conflicto en sentido material y no un mero documento firmado y exhibido ante el mundo.
Fue interesante reconocer que el tribunal en mención debe, a través de su ejercicio
jurisdiccional, aportar a la supresión y olvido de los “vectores de violencia”, nombre que le
dio el Doctor García a aquellos elementos inmersos en la conciencia del ciudadano que
refuerzan el odio y la necesidad de violencia. Entonces, es obligación de la JEP eliminar los
dos vectores principales, los cuales pueden ser resumidos en dos frases sencillas que podrá
el lector comprender fácilmente: “defender los derechos humanos es de guerrilleros” y
“proteger la propiedad y el patrimonio es de paramilitares”. Estas dos frases fueron usadas
por el ponente en cuestión para referirse por un lado, al estereotipo de izquierda que es
fuertemente señalado en Colombia, tras una larga tradición de guerra y conflicto. Por otro
lado, la segunda frase es una reacción a la primera, en la cual aquellos criticados por tener
ideologías de izquierda generaron de igual forma un estereotipo frente a sus oponentes de
derecha. Vemos así que es menester que el tribunal designado para la justicia transicional
en Colombia, por medio de su actuar, aporte a la construcción de paz de forma
mancomunada y no omitiendo agentes presentes en el panorama político-social del país,
pues hacerlo nos conduciría nuevamente a las bases de las cuales surgió la guerra hace unos
60 años (el mantener ignorado a un grupo social o político y obviarlo en su carácter de
agente que puede aportar a la construcción de país).
En conclusión, los medios comunicativos tienen una gran responsabilidad en su función
informadora de temas jurídicos, ya que la forma en que ellos desglosen y expliquen el
componente jurídico (no de fácil comprensión para todos los receptores) será la misma en
la cual permanecerá en la mente de los informados, luego la correcta comprensión de estos
componentes depende en cierta medida del comunicador. Sin embargo, el informado tiene
la obligación recíproca de informarse bien y buscar fuentes confiables y seguras. Frente al
segundo tema, es importante que el tribunal especial para la paz ayude a eliminar esos
vectores de memoria negativos que aportan al odio, y los reemplace por una consciencia de
la importancia de la paz en la construcción de país. Así mismo, debe el tribunal juzgar los
delitos (que llevan impunes muchos años) para así restaurar el sentido de la frase “nadie
está por encima de la ley” para que esta pueda ser aplicada de ahora en adelante como una
regla general y no como la excepción a la regla y así superar la cultura de crimen e
impunidad existente en Colombia.

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