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RAFAEL PORTER
2
[p 2]
A menos que se indique lo contrario,
todas las citas bíblicas están tomadas de la
Versión Reina-Valera, 1960
Primera edición, 1991
© Todos los derechos reservados
Editado por el personal de:
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¡De Rodillas!
Nehemías 1:1-11a
Cuando era niño, uno de mis pasatiempos favoritos era jugar “sigue al líder” y solía pasar lar-
gos períodos de tiempo entretenido con mis amigos. Teníamos que estar dispuestos a seguir a
quien iba al frente en todo lo que nos dijera, lo que a veces nos ponía en situaciones y actividades
bastante ridículas por cierto. Una de ellas era caminar de rodillas, pero pronto descubrimos que
esa posición no nos permitía avanzar con rapidez.
En la actualidad, es difícil que a alguien se le ocurra dirigir a otros andando de rodillas, porque
es evidente que no se logrará mucho. Lo más común es guiar a los otros estando de pie; por
ejemplo, se puede pelear mejor en esa posición porque hay mayor movilidad estando parados.
[p 6] Sin embargo, tratándose del pueblo de Dios, la mejor posición desde la cual se debe
guiar a otros es precisamente de rodillas. El líder espiritual auténtico no se mueve, ni aún para
realizar lo que sabe que Dios quiere que haga, hasta no haber pasado tiempo conversando con
su Señor acerca de la tarea a realizarse, ide rodillas!
Así es el caso de Nehemías, uno de los grandes personajes del Antiguo Testamento. Su histo-
ria empieza aproximadamente trece años después del regreso de los judíos a la tierra de Israel
que fue dirigido por Esdras (458 a.C.). Hacía casi 92 años que habían vuelto a Jerusalén del exi-
lio. El templo ya se había reconstruido y el pueblo había experimentado un avivamiento espiritual
bajo la dirección de Esdras, pero los muros de la ciudad estaban derruidos. Por lo tanto, estaban
indefensos porque la mayoría del pueblo vivía en las afueras de la ciudad, sin protección para sus
casas y familias.
Durante esa época, el rey Artajerjes, hijo de Jerjes, gobernaba sobre el gran imperio persa.
Jerjes se conoce en la Biblia como Asuero, y se menciona en el libro de Ester. Así que Artajerjes
debe haber conocido a esa heroína y posiblemente por influencia de ella elevó a Esdras y Nehe-
mías a posiciones de influencia en su reino.
Nehemías, el personaje principal de esta historia, era copero real de Artajerjes en ese tiempo.
Este oficio siempre se asignaba a una persona de mucha confianza porque era quien probaba el
vino que el rey iba a tomar para asegurarse de que no estuviera envenenado. Debido a que com-
partían el mismo riesgo, existía entre ambos cierta unidad y dependencia mutuas.
El relato se inicia diciendo que una delegación de israelitas llegó desde Jerusalén para saludar
a Nehemías entre quienes estaba su hermano carnal Hanani, pues querían informarle de las con-
diciones imperantes en la ciudad y su [p 7] muralla. Este reporte motivó a Nehemías a hacer algo
a favor de la ciudad de sus padres.
EL AUTOR Y LA FECHA
Encontramos dos clases de material en el libro. Una buena parte da evidencia de que fue es-
crita por Nehemías. La prueba más contundente de esta afirmación está en el uso de los pronom-
bres personales de primera persona (1:1–7:5; 12:27–43; 13:4–31). Otras porciones del libro son
parecidas al estilo de Esdras, o de los documentos que usó para escribir sus otros relatos (7:6–
12:26; 12:44–13:3).
Los dos tipos de material han servido para fundamentar dos opiniones contrarias entre los
eruditos conservadores en cuanto a quién es el autor de este documento histórico. Algunos creen
que fue Nehemías, que quería narrar su propia experiencia y que después unió su relato con
otros escritos, semejantes a los que utilizó Esdras. Otros piensan que fue este último quien escri-
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bió el libro basándose en los materiales disponibles, incluyendo porciones de las memorias de
Nehemías.
Debido a que no encontramos entre los escritos de Esdras referencias a otras personas que
emplean el pronombre personal de primera persona, el primer punto de vista parece más proba-
ble. Aunque Esdras y Nehemías aparecían como un solo libro en las primeras versiones hebreas
del Antiguo Testamento, es probable que esto se haya debido a que ambos estaban relacionados
por ser contemporáneos y por contener un mensaje común, independientemente de quién haya
sido el autor.
Los eventos relatados en este libro ocurrieron entre 444 a.C., cuando Nehemías se preparaba
para dirigir el tercer regreso a Jerusalén, y 425 a.C. cuando retornó a la tierra con [p 8] otra mi-
sión. Esta última fecha probablemente identifica el año en que el libro se terminó.
MARCO HISTORICO
Aunque queda mucho por conocer acerca de los eventos de aquélla época, Esdras 4:6–23
nos da suficiente base para estar seguros de algunos hechos. Parece que cerca del principio del
reinado de Artajerjes (464 a.C.), hubo un intento por parte de los judíos de reconstruir la muralla
alrededor de Jerusalén. Aunque no se encuentra evidencia de que hubiera habido oposición por
parte de Jerjes, es probable que su hijo Artajerjes haya escuchado a los consejeros de su padre
en el sentido de no permitir la reconstrucción sabiendo que se trataba de un pueblo que tenía una
larga historia de rebeliones. Sin embargo, según Esdras 4:21, parece que Artajerjes dejó abierta
la posibilidad de permitirlo en fecha posterior.
El viaje de Esdras posiblemente fue autorizado con el fin de asegurar el control de los judíos
que vivían en la región. Cuando Nehemías sintió el deseo de promover la reconstrucción de los
muros de la ciudad, Artajerjes tal vez ya estaba inclinado a aceptar su petición gracias a la con-
fianza que le tenía y a la buena labor de Esdras. No existía entonces un líder más conocido ni de
más confianza que le permitiera al rey conservar el dominio sobre esa zona.
Por eso lo nombró gobernador y le dio la autoridad necesaria para que siguiera sus planes,
pero también para que buscara la reconstrucción moral y política del pueblo. Así que, con esa
comisión, Nehemías dirigió el tercer regreso a la tierra en 444 a.C. y después volvió a Persia por
un tiempo. Es probable que su segunda visita fuera simultánea al ministerio profético de Malaquí-
as, porque ambos tratan los [p 9] mismos problemas que enfrentaba Israel.
PROPOSITO Y TEMA
Como todos los libros históricos del Antiguo Testamento, Nehemías tiene varios propósitos. El
más obvio es describir las circunstancias relacionadas con el tercer regreso de la cautividad a
Jerusalén en 444 a.C. que incluyen la reconstrucción de la muralla de la ciudad para proveer algo
de seguridad a sus moradores y la restauración política y espiritual de la gente.
Además, muestra la participación activa de Dios y su preocupación al buscar el restableci-
miento espiritual de sus escogidos. Se pone de manifiesto que él es quien controla la historia y
que es capaz de utilizar aun a reyes paganos para llevar a cabo sus propósitos. El Señor tenía en
sus planes que el pueblo regresara a la tierra que les había prometido siglos antes, pero antes
tenían que reconocer su santidad y empezar a vivir como santos, apartándose de la vida pagana
de sus vecinos que no conocían a Jehová.
Tal como Dios les había dicho desde el principio, experimentarían su bendición si eran fieles y
obedientes, pero si no, recibirían la maldición indicada en Deuteronomio 28. El autor utiliza la ex-
periencia previa de Israel para ilustrar las exigencias divinas.
Otra característica de este libro, que parece haber sido incluida intencionalmente, es que des-
cribe en forma detallada la clase de líder que Dios puede utilizar para llevar a cabo sus planes. La
descripción de Nehemías como persona y sus actividades como líder dirigen nuestra atención a
las características que el Señor busca y bendice en la vida de quienes le sirven.
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En resumen, se nota que Nehemías mantuvo un equilibrio [p 10] sano entre las tres cualida-
des que debe tener un líder espiritual:
Primero, estaba comprometido con Dios. Al observar su vida con detenimiento, podemos re-
conocer los rasgos que denotan un compromiso genuino con su Señor. Aunque detentaba una
posición política elevada, nunca dejó de depender de Dios.
La segunda cualidad que se observa es que tenía una visión de lo que Dios quería lograr a
través de su ministerio. En todo tiempo podía contestar a la pregunta: “¿Para qué estoy aquí?”
En tercer lugar, destaca su capacidad administrativa aplicada correctamente. Al estudiar su vi-
da, podemos aprender a ser mejores administradores.
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
Su petición 1:11a. Finalmente, presenta su oración específica, pensando que esa es la forma
en que Dios quiere realizar su plan. Así que le pide éxito en su intento. Se pone a la disposición
del Señor para servir a su pueblo con el fin [p 15] de satisfacer la necesidad del momento. Es en
este espíritu de servicio que Nehemías hace su petición.
Nehemías considera que esta es típica de la que haría cualquier siervo de Jehová, Dios ver-
dadero de Israel, pues considera que todos ellos tienen el propósito de reverenciar su nombre. La
palabra “desear” que se emplea en este pasaje literalmente quiere decir “deleitarse” o “gozarse”,
indicando la emoción que siente al hacerlo. También se utiliza en otras ocasiones para señalar el
deleite que un hombre obtiene en una mujer atractiva. Nehemías se emociona y se goza al reve-
renciar el nombre de Jehová, porque lo quiere glorificar.
Además, reconoce la grandeza del Señor, y lo describe como grande y temible (v. 5). La acti-
tud de reverencia va de la mano con un estilo de vida acorde con ella. Reverenciar el nombre de
Jehová equivale a respetarlo y manifestar el temor que se siente hacia él. El que teme a Dios,
anda en sus caminos (Salmos 128:1).
Parece que la visión de Nehemías es la misma de todos los que se deleitan en reverenciar a
ese Creador grande y temible. Basado en el pacto divino y en la obediencia de su siervo, ora pi-
diendo que el Señor intervenga y mueva al rey para concederle su petición. Se da cuenta de que
la única manera de realizar su sueño es con la ayuda divina.
La restauración del muro no era su meta, sino el medio para lograrla. Jerusalén era la ciudad
de Dios y los judíos su pueblo. La ciudad estaba materialmente en ruinas así como la nación lo
estaba espiritualmente. Nehemías quería ver la gloria de Dios revelada por medio de la ciudad y
del pueblo.
En un sentido, el propósito de Nehemías era egoísta; quería ver la restauración de su patria,
que fuera restaurada y que se convirtiera en un lugar bonito y que el pueblo fuera atractivo. Sin
embargo, esta meta personal iba de acuerdo con Dios y sus planes.
[p 16] ¿Qué de nosotros? ¿Estamos preocupados de verdad acerca de la condición espiritual
que impera a nuestro alrededor? Nehemías deseaba ver la reedificación de la ciudad porque te-
nía la visión de que su gente fuera restaurada. ¿Cuál es nuestra visión? ¿Qué nos gustaría lograr
a través de nuestros esfuerzos? Puesto que sentía una gran reverencia hacia Jehová, tenía como
objetivo lograr que Dios fuera glorificado y que el pueblo se volviera al Señor. ¿Tenemos nosotros
una visión semejante?
Al estudiar la oración de Nehemías, por lo menos aprendemos tres lecciones importantes. La
primera tiene que ver con Nehemías y la oración; él sabía que la única manera de realizar esta
gran obra era a través de la intervención divina, por eso la puso ante el trono del Altísimo.
La segunda se relaciona con el líder y el plan de Dios. El reconocía que su comisión sólo po-
dría efectuarse si estaba de acuerdo con el plan divino para su pueblo. Es por ello que se aseguró
de que su plan personal se encontrara alineado con el de él.
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La tercera lección tiene que ver con Nehemías y las promesas divinas. Este líder sabía que la
misión que tenía en mente sólo podría llevarse a cabo como resultado de las promesas que Dios
había hecho a sus escogidos. Por eso se apoyó en ellas, sabiendo que el Señor es fiel.
¡PENSEMOS!
[p 18]
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[p 19]
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Siguiendo el Plan de Acción
Nehemías 1:11b–2:20
¡Cómo nos cuesta depender de Dios! Queremos que él haga todo con rapidez y muchas ve-
ces nos parece que tarda demasiado en llevar a cabo su obra. ¿Por qué no puede hacerlo todo
de inmediato, conforme a nuestro deseo?
A los creyentes nos da mucho trabajo aprender que en el programa educativo del Señor para
llevarnos a la madurez espiritual, se encuentra una lección muy importante: la paciencia. Todos
tenemos que aprender a esperar en él.
Nehemías ya conocía esta lección antes de llegar a los momentos en que lo observamos en
este pasaje; ya no tenía prisa. Estaba dispuesto a prepararse bien y esperar a que Dios realizara
su plan en el tiempo designado.
[p 20] El relato de la reconstrucción de los muros de Jerusalén empieza con los eventos pre-
vios, que hicieron posible su realización (1–2). Una comisión de sus compatriotas llegó a Susa
para informarle de la condición desolada que existía en la ciudad de Dios y entre su pueblo (1:1–
3).
Profundamente afectado por lo que había oído, Nehemías llevó su petición a Dios en oración,
ajustándose al plan divino y basándose en sus promesas (1:4–11a). Habiendo presentado su sú-
plica, decidió esperar en el Señor.
LA PETICION AL REY 1:11B–2:8
Primero aguardó a que el Altísimo cambiara el corazón del rey pagano a quien servía; el mis-
mo que antes había negado el permiso de reconstruir la ciudad. Sabía que esto y obtener su
permiso para llevar a cabo su objetivo necesitaba tiempo. Pasaron cuatro meses para que Jehová
abriera la puerta. De la misma manera José, el hijo amado de Jacob y Raquel tuvo que esperar
varios años, de los cuales probablemente más de dos, los pasó en la cárcel de Egipto. En reali-
dad, ni aun esa espera fue demasiada. ¡Moisés en cambio tuvo que esperar cuarenta años en
Madián!
Según Esdras, (4:6–23) antes de que él llegara a la tierra en tiempos de Zorobabel, Artajerjes
les había impedido completar la reedificación de la ciudad. Por eso Nehemías oró desde el mes
de Quisleu (noviembre/diciembre) hasta Nisán (marzo/abril). Después de ese período, se enfrentó
al rey para pedirle permiso. ¿Creería el monarca que su copero estaba participando en un movi-
miento de insurrección?
Al estudiar este pasaje, observamos cuatro principios fundamentales del ejemplo de Nehemí-
as. En primer lugar, debemos aprender a orar y esperar a que Dios haga su obra en los corazo-
nes. El no hace las cosas conforme a nuestro [p 21] calendario. Nehemías tuvo que aguardar
cuatro meses. De igual manera puede suceder con nosotros.
NEHEMIAS TUVO QUE ORAR Y ESPERAR
HASTA QUE DIOS HICIERA LA OBRA
EN EL CORAZON DEL REY
Muchas veces tenemos que conformarnos con orar dejando a Dios el tiempo que él considere
conveniente para realizar sus designios, especialmente si primero tiene que cambiar el corazón
de alguien. Algunos casos son difíciles. Nehemías no habría podido manipular al rey para lograr
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su objectivo, tampoco podría obligarlo a cooperar. Sólo Dios podía transformar la actitud de un
rey prejuiciado.
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
Cuando Dios quiere realizar una obra significativa, la oposición no tarda en aparecer. Los go-
bernantes locales empezaron a burlarse y a hacer preguntas capciosas (2:19). Nehemías no dejó
ningún lugar a dudas de que estaba decidido a terminar el proyecto. Puesto que estaba convenci-
do de lo que Dios quería, no permitiría, que se diera un solo paso atrás.
[p 27]
NEHEMIAS ESTABA COMPROMETIDO
A TERMINAR EL PROYECTO
Las amenazas no lo iban a intimidar porque estaba decidido a cumplir con la tarea que se le
había asignado. Quien determina dirigir una obra en el nombre del Santo de Israel se enfrentará a
la oposición. Un líder espiritual tiene que darse cuenta de esto y estar dispuesto a resistirla sin
permitir que las amenazas lo arredren. Nadie que no tenga el valor para permanecer firme en sus
convicciones alcanzará éxito al frente de la obra divina porque siempre habrá quien se oponga.
Es importante notar que la confianza de Nehemías no se basaba en lo que lo rodeaba. Veía
más allá de todo ello, depositando toda su confianza en Dios, quien lo había llevado hasta ese
punto (2:20). Los que se opusieran no tendrían parte en la herencia tampoco.
¡PENSEMOS!
3 [p 29]
División de Responsabilidades
1. De la puerta de las Ovejas a la puerta del Pescado 3:1–2
2. De la puerta del Pescado a la puerta Vieja 3:3–5
3. De la puerta Vieja a la puerta del Valle 3:6–12
4. De la puerta del Valle a la puerta del Muladar 3:13
5. De la puerta del Muladar a la puerta de la Fuente 3:14
6. De la puerta de la Fuente a la puerta de los Caballos 3:15–27
7. De la puerta de los Caballos a la puerta de las Ovejas 3:28–32
La obra estaba bien organizada; cada persona tenía un trabajo distinto y todos conocían el
propósito principal. Para ellos, era primordial la dedicación personal y cumplir con la tarea que
Dios les había dado. Todos tenían que colaborar para que el proyecto fuera exitoso.
Al preparar el plan para dirigir al pueblo en la reconstrucción de la ciudad, Nehemías puso en
práctica cuatro principios claves del buen liderazgo y que se ponen en evidencia en este capítulo.
Aunque existen otros elementos que también utilizó, decidimos hacer hincapié sólo en estos cua-
tro, por lo que este estudio se organizará alrededor de ellos.
[p 31] EL PRINCIPIO DE LA ORGANIZACION
La grandeza y complejidad de la tarea exigía mucha organización. Era importante que cada
persona entendiera su responsabilidad y la realizara fielmente. Observe la repetición de las fra-
ses: “Junto a ellos”, “después de ellos”, “tras ellos”, y otras frases semejantes a través del relato.
Cada uno tenía su lugar, trabajando hombro con hombro con sus vecinos.
Esta preparación detallada requirió muchas horas de investigación, evaluación y planificación.
Una vez que todos conocían cuál era su lugar, necesitaban supervisión y recursos adecuados
para realizar su trabajo. Este ejemplo demuestra que la obra de Dios debe hacerse de manera
ordenada y organizada.
De esta porción bíblica aprendemos tres pasos primordiales para la buena administración que
se pueden aplicar a cualquier proyecto. Primero, la división del trabajo, que se debe dividir en
secciones fáciles de manejar. El segundo paso es la jerarquización. Cada parte debía hacerse en
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determinado orden, conforme a las prioridades. El tercer paso es la realización del trabajo; cada
porción se lleva a cabo una por una, hasta terminarlas todas.
Un gran maestro en administración de empresas, Peter Drucker, ha dicho: “Los ejecutivos efi-
caces hacen las cosas de mayor importancia primero, y las hacen una por una”.
TRES PASOS PARA LA BUENA ORGANIZACION
DIVISION Divida la obra en secciones manejables.
JERARQUIZACION Ordénela conforme a prioridades
REALIZACION Haga cada parte una por una.
¡PENSEMOS!
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EL PRINCIPIO DE LA COORDINACION
Un factor esencial de la reconstrucción del muro fue la coordinación de los distintos aspectos
del trabajo de tal manera que todas las piezas se unieran bien para formar la obra completa, no
podían dejar algo olvidado. Cada uno tenía que empezar sus labores precisamente donde el ante-
rior terminaba.
Parece que la asignación del trabajo fue determinada conforme al lugar donde vivían (3:21,
23, 24, 28–30). Observe la repetición de las frases: “cerca de su casa”, “frente a su casa”, o algo
semejante. De esa manera, cada uno sería motivado a trabajar con mayor interés, porque era
más conveniente para ellos. En caso de un ataque enemigo, estarían cerca para defender su ca-
sa y podrían participar en la obra con mayor facilidad.
Los que vivían fuera de la ciudad también recibieron tareas y colaboraban en las partes más
remotas del muro donde había menos gente.
Otra consideración que se tomó en cuenta para asignar las tareas tenía que ver con el oficio
de cada quien. Los sacerdotes eran responsables de la puerta de las Ovejas, donde los animales
entraban para los sacrificios en el templo y algunos otros lugares claves. Es probable también que
se adjudicaran de acuerdo a los talentos individuales de los que trabajarían en ciertas zonas.
[p 35] EL PRINCIPIO DEL RECONOCIMIENTO
Nehemías reconocía el trabajo bien hecho de los trabajadores, se interesaba por ellos y los
conocía por nombre. Aunque no aparecen todos, muchos se mencionan específicamente. Es inte-
resante notar que el líder sabía quién había hecho determinada parte de la obra y no olvidó agra-
decer sus logros.
Dios honra a quienes le sirven bien y los líderes no deben dejar pasar desapercibidos y olvidar
a quienes trabajan con ellos. Nehemías alentaba y estimulaba a quienes lo merecían, ya fuera en
lo positivo o en lo negativo (3:5, 20). Se destaca el trabajo fervoroso de Baruc. No nos cuenta en
qué manera se hizo resaltar este obrero notable, pero su entusiasmo especial era evidente y Ne-
hemías lo señala para todas las generaciones futuras de pueblo de Dios.
El líder no se ocupa de llamar la atención a su propio esfuerzo. Ni siquiera menciona su nom-
bre entre las labores asignadas. ¿Dónde habría estado? Seguramente estaba trabajando conti-
nuamente en forma entusiasta, haciendo tal vez más que cualquier otro. Sin embargo, su interés
era animar a los demás y no felicitarse a sí mismo.
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¡PENSEMOS!
4
Enfrentando el Desánimo
Nehemías 4
Al principiar el trabajo en el muro, los obstáculos no se hicieron esperar. Así resulta casi siem-
pre. Cuando empezamos la obra de Dios, la oposición nunca tarda en llegar.
Los primeros problemas eran externos, introducidos por los vecinos que se oponían al trabajo
y que querían frenar el proyecto de reconstrucción. Cuando observaron el progreso alcanzado,
empezaron a poner tropiezos desde afuera, burlándose y amenazándolos con supuestos ataques
violentos para hacerlos desistir de su empeño. Nehemías se vio obligado a trazar un plan para
enfrentarse a esta situación y al desánimo que surgió en medio de los escogidos.
[p 38] LA BURLA: GUERRA PSICOLOGICA 4:1–6
El problema 4:1–3
Los enemigos perpetuos de Israel que se mencionan en este libro pronto regresaron. Sanbalat
y Tobías no estaban conformes con el proyecto de reedificación (2:10). Desde el primer día em-
pezaron a menospreciar a quienes tenían la intención de realizar esta magna obra para la gloria
de Dios (2:19). Es probable que no creyeran en que iban a avanzar gran cosa, porque hacía mu-
cho tiempo que habían regresado a la tierra y nada había sucedido. ¿Por qué creer que esta vez
tendrían éxito? No obstante, después de unos días, les llegó la noticia de que el muro se estaba
levantando con rapidez.
Sanbalat estaba furioso. Aunque probablemente no creía que los judíos pudieran terminar su
plan, al ver tanto progreso, empezó a tener sus dudas y no quería arriesgarse. Por eso, hizo burla
de ellos en público con el fin de hacerlos flaquear (4:1–2). Sus palabras indican que no temía a
Dios ni lo tomaba en serio. Convocó una asamblea con el exclusivo fin de hacer mofa de los es-
forzados judíos, probablemente de una manera sarcástica para poner de manifiesto su desprecio.
Quería desanimarlos.
Los describió con desdén diciendo: ¡Estos débiles judíos! ¡Jamás podrán completar el trabajo!
¿Harán sacrificios u orarán, pidiendo que Dios lo haga de la noche a la mañana? ¿Creerán que el
Señor les va a conceder un milagro sobrenatural para terminar en un día? ¿Pensarán que pueden
hacer algo de valor de ese montón de ruinas?
A las palabras de Sanbalat, Tobías añadió que cuando terminaran el muro, éste sería tan débil
que cualquier ataque, por pequeño que fuera, lo haría caer; no serviría [p 39] para frenar el avan-
ce de los enemigos (4:3). Añadió que hasta una zorra podría derrumbarlo.
Al repasar este texto, concluimos que la única razón lógica que tenían para hablarles así era
que les tenían miedo, al ver la posibilidad de que tal vez lograran su propósito. Sin embargo, los
enemigos cometieron un error grave; pensaban que el muro pertenecía al pueblo de Israel y no se
daban cuenta de que no era así, sino que era del Señor.
El remedio 4:4–6
Nehemías no respondió al ataque con violencia; hacerlo hubiera sido rebajarse. En lugar de
dar una contestación en público, se apartó a solas. En el pasaje se registra la oración quieta del
siervo de Dios. Tal como Pablo aconseja en Filipenses 4:6–7, no se sentía ansioso; mediante la
oración y súplica, con acción de gracias, dio a conocer sus peticiones delante del Señor y su co-
razón fue consolado con la paz del Padre celestial que sobrepasa todo entendimiento.
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No sofocó sus sentimientos de ira y frustración ni los ocultó en su corazón, sino que todo lo
presentó delante del Señor. No se dejó desanimar por el desprecio ni lo discutió con nadie. Dios
era su único refugio y le entregó el problema (4:4–5). La verdad es que nunca tenemos mayor
éxito que cuando estamos de rodillas en oración. Nada logra menos que un debate a gritos con el
enemigo. Si queremos alcanzar las metas que el Altísimo nos ha dado, es mejor cerrar la boca y
entregar cualquier oposición en sus manos para que él se encargue del asunto.
NEHEMIAS ENTREGO SUS ENEMIGOS A DIOS
PARA QUE EL SE ENCARGARA DE ELLOS
[p 40] Proverbios 15:28–29 nos recuerda este mismo principio:
El corazón del justo plensa para responder;
Mas la boca de los impíos derrama malas cosas.
Jehová está lejos de los impíos;
Pero él oye la oración de los justos.
Sin duda, una de las reacciones más inútiles que podemos tener cuando nos encontramos ba-
jo el ataque de nuestros enemigos es tratar de pelear o vengarnos. Nehemías no malgastó su
tiempo en esas trivialidades sino que las puso en las manos de Dios para que él las manejara.
Dios es dueño de su obra; él puede arreglar los problemas con sus opositores. La oración del
líder no era en el sentido de pedir un castigo fulminante contra ellos; más bien pedía que todo se
hiciera de acuerdo a la voluntad divina.
¡PENSEMOS!
El pueblo de Dios estaba desmoralizado porque había estado trabajando duro, bajo presión y
seguramente estaba cansado. La gente que los rodeaba no reconocía su esfuerzo. Por el contra-
rio, lo despreciaban. Además, temían por sus vidas.
Quienes buscan el aplauso de los espectadores, especialmente de los del mundo, tendrán que
esperar un largo rato y se verán frustrados continuamente. Realizar la obra del [p 41] Señor con-
forme a su plan pocas veces obtiene el respeto y reconocimiento de los circunstantes.
Sus adversarios profesaban adorar a Jehová, Dios de Israel; se suponía que apreciarían lo
que estaban haciendo. Sin embargo, esta gente que se decía ser religiosa no entendía su entrega
ni tampoco los felicitaba por su deseo de glorificar al Creador.
Además de su decisión de dejar a los enemigos en las manos de Dios, se observa otra actitud
de Nehemías ante la oposición. Decidió seguir adelante, cumpliendo la tarea que se le había
asignado (4:6).
HACIENDO CASO OMISO DE SUS ADVERSARIOS,
NEHEMIAS SE DEDICO A CUMPLIR LA TAREA
QUE DIOS LE HABIA ENCOMENDADO
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De este ejemplo podemos aprender que nuestro deber es hacer lo que Dios nos indica sin im-
portar cómo responden los demás. Nehemías sabía que tenía que motivar a la gente a continuar
el proyecto y se dedicó a ello enteramente. Los enemigos intentaban desmoralizar al pueblo para
que se concentraran en la imposibilidad de completar la tarea, pero el líder los animó a seguir tra-
bajando y dejar en manos del Señor los resultados.
Los creyentes estaban dispuestos a trabajar y él muy motivado por la esperanza de cumplir la
visión que Dios le había encomendado. Gracias a esta actitud, todos se dedicaron a la obra con
más ahínco y no dejaron que la oposición les desanimara. Dice el pasaje que trabajaron sin inte-
rrupción hasta que alcanzaron la mitad de la altura requerida. La respuesta entusiasta del pueblo
también animó a Nehemías [p 42] para seguir adelante. El intento de sus adversarios falló por la
intervención divina y les dio nuevas fuerzas para trabajar y terminar el proyecto porque sabían
que era para la gloria de Dios.
EL COMPLOT: AMENAZA FISICA DE VIOLENCIA 4:7–23
El problema 4:7–11
Parece que el número de sus enemigos iba en aumento; otros más se unieron a ellos cuando
observaron que el proyecto continuaba en dirección ascendente. Se sumaron los de Samaria en
el norte, los del pueblo de Amón en el este, los árabes en el sur, y Asdod (Filistea)al occidente, de
tal modo que los rodeaban por doquier.
Cuando la oración de Nehemías fue contestada y los opositores vieron que el desprecio no
había servido para parar la reconstrucción de los muros, se conjuraron para atacar la ciudad y
destruirla (4:7–8). Querían eliminar a los trabajadores.
La amenaza llegó en mala hora. Los israelitas estaban cansados y decaídos (4:10) y en lugar
de concentrarse en lo que Dios ya había hecho, sólo les preocupaba el escombro. Todos corre-
mos el peligro de fijarnos en la basura, en lo mucho que nos queda por hacer y olvidar la visión de
lo que el Señor desea. Por supuesto que esta actitud nos desalienta. La madre que sólo pone su
atención en los pañales sucios en lugar de su bebé, se desanimará pronto; esa era la situación en
aquellos días.
Esto los llevó a considerar la imposibilidad de la tarea que tenían por delante; sabían que era
más grande que sus fuerzas. Pero ignoraban que muchas veces Dios nos da [p 43] encargos di-
fíciles para que reconozcamos que nada podemos hacer sin él. Sólo así aprendemos a confiar
plenamente en su poder. Si pudiéramos realizar la obra por nuestra cuenta, no tendríamos que
depender del Señor. Esto nos enseña que él puede utilizarnos para realizar sus metas sobrenatu-
rales. De esta manera, él es quien recibe toda la gloria.
Diez veces les advirtieron que el enemigo venía para atacarlos. Parece que era una guerra de
nervios. Les dieron a entender que cuando menos lo esperaran, iban a caer sobre ellos por todos
lados. Esta amenaza les dio miedo. Aunque sabían que Dios los había regresado a su tierra, que
había prometido restaurarlos, y que habían visto su mano providente durante la preparación de
los planes para la reconstrucción, tenían temor. El Señor puede utilizar estos momentos de miedo
y desánimo para prepararnos a realizar una obra que lo honre.
El gran predicador inglés Carlos Spurgeon lo describió así:
“Antes de conseguir algo grande, frecuentemente nos asalta algo de depresión… Tal fue mi
experiencia al llegar a ser pastor de la iglesia en Londres… Fue precisamente en aquellos días
que Dios levantaba el telón para revelarme el que sería el ministerio principal de mi vida… Parece
que este tipo de depresión llega a molestarme siempre que él prepara una mayor bendición para
mi ministerio”.
23
¡PENSEMOS!
El remedio 4:12–23
En lugar de permitir que esta amenaza les hiciera parar la obra para contraatacar al enemigo,
diseñaron un plan que les permitió seguir edificando el muro mientras vigilaban y protegían a los
obreros y el proyecto. Esta solución creó desconcierto en sus atacantes y no les hicieron nada.
Fue así que pudieron seguir adelante a pesar del miedo.
El plan que Nehemías utilizó para vencer a sus enemigos nos puede enseñar a entrentar a
quienes nos agreden. Cuando los enemigos nos amenazan, ¿cómo seguir hasta cumplir con la
encomienda que Dios nos ha dado? Este ejemplo bíblico nos muestra cuatro pasos:
1. Presente el problema a Dios y deje que él se encargue del asunto (4:9). Aun antes de cono-
cer todo lo que el enemigo tenía en mente, sin saber la severidad de su amenaza, Nehemías en-
señó a sus seguidores a que se unieran a él en oración. Observe que el pasaje dice “nosotros
oramos”. Es evidente que motivó al pueblo a involucrarse juntamente con él en la súplica.
[p 45] 2. Recuerde quién es el que está con usted (4:14; Romanos 8:31). Nehemías hizo fren-
te a las circunstancias recordándoles que Jehová, el grande y Todopoderoso estaba a su lado. El
era quien había hecho el pacto de ser su Dios, protegerlos y proveer todo lo que necesitaran. Por
lo tanto, también les daría el poder para vencer cualquier enemigo.
3. Prepare un plan de defensa. Decidieron poner guardias de día y de noche (4:9) para no
quedar a merced de sus adversarios ni un solo instante del día; aun en los lugares menos prote-
gidos pusieron gente armada (4:13). La mitad del pueblo se asignó a la defensa y el resto a la
reconstrucción del muro (4:16). Además, todos trabajaban con una mano y sostenían sus armas
en la otra; de esta manera siempre estaban listos para contraatacar (4:17).
Debemos notar que la defensa se basó en la participación de toda la comunidad. Tenían que
unirse para pelear contra el enemigo. Se les dijo que una trompeta les avisaría para que todos
acudieran al lugar que recibiera un ataque (4:19–20). Nadie debía pelear a solas con el enemigo
porque sería imposible vencerlo; más bien tenían que ayudarse unos a otros. Aun con todos estos
preparativos, sabían que era Dios quien ganaría la pelea. No obstante, ellos tenían que hacer su
parte. Debían estar siempre listos (4:23).
24
4. Organícese para continuar la tarea que Dios le ha dado aun cuando esté bajo amenaza.
Mientras la mitad de la gente trabajaba con sus armas en una mano, la otra los defendía (4:16–
17). Nehemías no permitió que la necesidad de protección se interpusiera en la obra que tenía
entre manos.
Tampoco se dio por vencido porque sabía que el Señor lo había enviado a edificar la ciudad
de nuevo. Se lo había probado cuando se enfrentó a Artajerjes, el enemigo más fuerte que podría
oponerse a su plan.
[p 46] Al ver la determinación del siervo de Dios y del pueblo en general, los contrincantes se
dieron cuenta de que esta estrategia había arruinado sus planes malvados; el Altísimo los había
desbaratado. Habían contado con tener la ventaja al atacarlos por sorpresa, pero debido al infor-
me anterior y la preparación de Israel, ahora tendrían que enfrentarlos en una batalla total para la
que no estaban preparados. Fue así que el Señor dio a su pueblo la capacidad de dominar a sus
enemigos y seguir cumpliendo su tarea.
¡PENSEMOS!
5
El Verdadero Enemigo
Nehemías 5
“Hemos encontrado al enemigo: ¡somos nosotros!” Estas palabras reflejan la realidad que Is-
rael enfrentaba en los días de Nehemías, y que algunas veces se repite en nosotros. El mayor
enemigo del pueblo de Dios viene de adentro.
Israel, la nación elegida de Jehová mató a los profetas que venían en su nombre. Jesucristo
dijo que nadie se atrevería a quitarle la vida excepto los judíos; sólo ellos eran capaces de hacer
tal cosa. Así sucedí en el tiempo de Nehemías, los ataques originados dentro del mismo pueblo
eran más devastadores que los de afuera.
Ya se ha observado que cuando se realiza una obra para Dios, la oposición no tarda mucho
en aparecer. La mayoría [p 48] de los obstáculos fueron provocados por los vecinos que no que-
rían que continuara el plan de reconstrucción de la ciudad de Jerusalén. Sin embargo, también los
había internos. En primer lugar, las condiciones económicas afectaban a los colaboradores de
Nehemías. La injusticia y el desaliento debilitaban el deseo de seguir con la obra. Realmente la
interferencia de parte de los vecinos enemigos no era tan importante como la división que había
en sus propias filas.
LUCHA CONTRA LAS CONDICIONES ECONOMICAS 5:1–5
El pueblo empezó a quejarse por las aflicciones que sufrían, especialmente por tres causas
principales. Primero, la escasez de alimentos les hacía difícil la sobrevivencia. Se desanimaban
porque tenían que empeñar todo lo que tenían para poder comer (5:1–3).
El segundo problema era el de los impuestos. Además de los adeudos por comida, algunos
tenían que pedir prestado para cubrir los tributos al gobierno (5:4) y muchas veces tenían que
garantizarlos con su tierra, sus casas, y aun sus hijos.
Por último, sufrían también por causa de los intereses elevados que les cobraban (v. 7). Algu-
nos estaban obligados a entregar a sus hijos e hijas como esclavos para pagar sus deudas. Los
ricos se enriquecían cada vez más mientras que los pobres se empobrecían. La gente protestaba
porque sus compatriotas se estaban enriqueciendo a expensas de ellos. La moral estaba muy
baja por la condición desesperada en que se encontraban pero también por la injusticia y el trato
abusivo de que eran objeto.
[p 49] ABUSOS DE LOS NOBLES 5:6–13
Al darse cuenta de esta triste situación, Nehemías se indignó, cosa que no había hecho cuan-
do enfrentó los ataques de afuera porque era de esperarse que los enemigos de Dios se compor-
taran como lo hacían. No obstante, su ira se encendió con quienes decían ser parte del pueblo
del Señor y cometían injusticias. Reflejando la actitud de Jehová mismo, no atacó a los paganos
por comportarse como tales, pero sí se enojó en gran manera cuando vio que los israelitas se
conducían como ellos.
La hora de la ira había llegado. Nehemías había sabido cómo enfrentar el miedo y desánimo
que habían sembrado los vecinos enemigos y había exhortado a sus seguidores a que confiaran
en Dios a pesar de la tarea aparentemente imposible y la oposición continua. También los había
preparado para defenderse del ataque y los había organizado para trabajar. Pero el abuso de par-
te de su propio pueblo era demasiado. Estaba enojado por su egoísmo, codicia e insensibilidad.
26
Antes de actuar, el líder pensó con cuidado la acción a seguir. Se calmó un poco, consideró
todos los detalles conocidos del caso, evaluó las alternatives, y solo entonces inició su plan.
¿Por qué estaba enojado Nehemías? Los líderes de mayor influencia violaban tanto el espíritu
como la letra de la ley, según la cual la ayuda que se daba a los necesitados no debía ser para
ganancia personal. No debían cobrar interés (Exodo 22:25; Levítico 25:35–37) y tampoco debían
tomar como esclavo a otro judío (Levítico 25:39–46).
La gente adinerada no sólo desanimaba al pueblo sino que también desobedecía la ley divina.
Aunque Nehemías no suspendió el trabajo en el muro por causa de la oposición [p 50] externa, sí
lo hizo ante este obstáculo con el fin de corregir el problema antes de seguir adelante porque, ¿de
qué sirve levantar un gran edificio para Dios cuando adentro está un pueblo que vive para el dia-
blo?
LOS NOBLES DE ISRAEL:
• Desobedecían la voluntad revelada de Dios
• Daban mayor prioridad a su prosperidad que al bienestar de los demás
• Daban mayor prioridad a la gratificación presente que a la bendición permanente
Esta actitud iba en contra de todo lo que Nehemías pensaba y hacía. Por eso convocó a los lí-
deres y les hizo varias acusaciones directas. Primero les reclamó que cobraran intereses a sus
compatriotas porque según la ley no debían hacer tal cosa con los necesitados (5:7). En contras-
te, Nehemías les presenta su actitud de sacrificio personal. El había tenido que ceder muchas
cosas para librar al pueblo de las naciones que estaban en derredor. En cambio, ellos querían
sojuzgarlos (5:8).
Enseguida introduce la segunda acusación diciendo que querín usar a sus conciudadanos
como esclavos, lo que provocaría que él interviniera para terminar con ello. Lo ilógico era que tu-
viera que pagar a los judíos por ser los opresores de sus hermanos.
La tercera acusación fue en el sentido de que este comportamiento daba mala fama al Señor.
La reputación de Dios estaba en juego porque los enemigos cercanos se darían cuenta de lo que
pasaba y se burlarían por causa de ello [p 51] (5:9). Nehemías les recuerda su propio ejemplo. El
ayudaba a las familias que colaboraban en la reconstrucción de la ciudad haciéndoles préstamos
sin cobrar interés porque estaba completamente entregado a lograr la meta (5:10).
¿Qué debían hacer entonces? Primero, poner fin de inmediato a su conducta equivocada. No
quería que esperaran más; tenía que hacerse ya. Era necesario suspender el cobro de intereses
elevados para dejar de hacer daño al nombre de su Dios (5:10). En segundo lugar, debían re-
compensar a quienes habían perjudicado y devolverles lo que les habían quitado (5:11).
En tercer lugar, tenían que comprometerse a hacer lo correcto de ahí en adelante. Nehemías
llamó a los sacerdotes y obligó a los abusivos a prometer públicamente que no seguirían más con
sus prácticas (5:12). Por último, les hizo ver la gravedad de sus actos y la severidad con que Dios
trataría a quienes abandonaran el voto hecho ante todos. A continuación les presentó una lección
audiovisual sacudiendo sus vestidos para mostrarles el peligro de no cumplir lo prometido. El Altí-
simo haría con ellos exactamente igual que ellos habían hecho a sus hermanos. Como resultado,
el pueblo se reanimó y dio gracias al Señor. Todos hicieron su parte y la restauración espiritual se
realizó tal como el Creador lo había dicho (5:13).
Una lección de primera importancia para los judíos era que no debían imitar las constumbres
de las naciones que los rodeaban sino que debían unirse todos para ayudarse en tiempos de ad-
versidad y no aprovecharse de la situación para obtener ganancias exageradas. Cuando el pue-
blo empezó a obedecer lo que Dios había ordenado, los problemas internos terminaron.
[p 52]
EL PUEBLO DE DIOS NO DEBE SER IGUAL
27
A LAS DEMAS NACIONES
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
Nehemías temía a Dios. Con frecuencia
sucede que nos olvidamos del respeto que
merece el Señor. Además, era sensible a las
necesidades del pueblo. Muchas veces noso-
tros somos insensibles. ¿Alguna vez pensa-
mos en qué forma podemos ayudar a los
demás? ¿Utilizamos nuestros puestos de
privilegio para el bien de otros?
6
El Engaño, la Intimidación y
la Voluntad de Dios
Nehemías 6:1–14
Israel estaba ocupado realizando la voluntad de Dios, la cual era que las personas de los alre-
dedores conocieran a Jehová por medio del amor de su pueblo y por un estilo de vida distinto.
Aunque el propósito principal del Señor no era que edificaran la ciudad de Jerusalén. Esto era
parte esencial del plan. Si no se lograba, no habría nada visible que observar. Primero tendrían
que existir como nación unida.
Cuando el pueblo empezó a hacer lo que Dios los había llamado a hacer, la oposición los
asaltó (Nehemías 4–6). Es una realidad que cuando los creyentes deciden hacer la voluntad divi-
na, no tardan en hacerse presentes los que se oponen. En este caso, emplearon tres estrategias
principales [p 58] para parar la obra, que son las mismas que casi siempre aparecen. Cuando
Satanás quiere frenarnos, utiliza alguna de estas tres argucias.
El primer ataque del enemigo vino del exterior, por parte de los vecinos de Israel que no que-
rían ver la reconstrucción de la ciudad; estaban cerca y amenazaban destruirlos. Pensaban que el
temor por la posibilidad de un ataque violento podría obstaculizar la obra directa o indirectamente
si los judíos decidieran que el proyecto no valía la pena tal riesgo. La otra alternativa sería que se
vieran obligados a pararla con el fin de defenderse.
Sin importar qué decisión tomaran, los contrincantes sabían que lograrían parar la reconstruc-
ción del muro. Esta artimaña trataba de desviar la atención que los trabajadores tenían en Dios y
en su habilidad de permitirles realizar su plan para que la fijaran en los enemigos externos (Ne-
hemías 4).
El segundo ataque fue interno. Las condiciones económicas dentro del mismo pueblo se con-
virtieron en un obstáculo para la realización del plan original. Surgieron divisiones entre los her-
manos por el egoísmo y falta de amor. Tal como en el tiempo en que Pablo escribió a los Corin-
tios, la escasez de dinero era síntoma de la falta de amor. Esta estrategia distrajo a los trabajado-
res de tal manera que no se fijaban en Dios sino en sus semejantes (Nehemías 5).
La tercera argucia del enemigo fue agredir directamente al líder (Nehemías 6), que es el pasa-
je que nos toca estudiar. Los muros ya estaban completos aunque las puertas no estaban coloca-
das en sus lugares todavía (6:1). Los oponentes escuchaban informes acerca del éxito que se
estaba logrando y nuevamente trataron de frenar su terminación.
Querían provocar la suspensión del trabajo poniendo obstáculos de toda índole. Si lograban
asustar o eliminar a su [p 59] dirigente destruyendo su credibilidad frente al pueblo, los podrían
desanimar y poner fin a su esfuerzo. Desde la perspectiva del líder del pueblo de Dios, esta estra-
tegia estaba diseñada para que no se fijara en el Altísimo y en su plan para Israel, sino que se
concentrara en sí mismo y en sus propios problemas.
SATANAS EMPLEA CUATRO CLASES DE ESTRATEGIAS
PARA IMPEDIR LA OBRA DE DIOS:
• Que nos fijemos en los enemigos
• Que nos fijemos unos en otros
31
• Que nos fijemos en nosotros mismos
• Que nos fijemos en cualquier otra cosa que no sea en Dios.
¡PENSEMOS!
En su interés por frenar a Nehemías poniéndole obstáculos personales, sus adversarios trata-
ron tres veces de desviarlo del plan que Dios le había dado usando cada vez una forma diferente
de engaño. En cada ocasión se nos describe el verdadero propósito que tenían y las respuestas
que da el líder, las cuales siempre estuvieron apegadas a la verdad. Cuando se dieron cuenta de
que los engaños por sí solos no eran suficientes para llevar a cabo su idea, los rivales añadieron
un elemento de intimidación en los últimos dos intentos.
[p 60] TENTACION POR DISTRACCION 6:1–4
Los vecinos enemigos inventaron diferentes pretextos para inducir a Nehemías a dejar la obra
y reunirse con ellos. Insistían constantemente en que debían juntarse para tener una sesión de
negocios y discutir las cosas pendientes. Hasta cuatro veces lo invitaron. Al parecer, querían re-
conocer delante de Nehemías que se sentían derrotados por él y por eso, pedían verlo para hacer
la paz.
A simple vista parecería una actividad buena, de mucho valor para el pueblo. Sin embargo, to-
do era una farsa; en primer lugar, querían distraerlo de la obra que Dios le había llamado a hacer
y después planeaban matarlo durante esa consulta en el campo de Ono, que quedaba a una dis-
tancia aproximada de 27 kilómetros de Jerusalén.
Nehemías respondió con un enfático “¡no!” a la propuesta enemiga, porque tenía una visión
clara de lo que Dios quería para su vida. Veía su comisión con profunda seriedad porque recono-
cía que la responsabilidad que tenía sobre sus hombros era enorme y había decidido cumplirla a
cualquier costo, aunque tuviera que hacer algún sacrificio personal.
Por otro lado, no podía desenmascarar a Tobías públicamente porque la acusación aumenta-
ría el enojo del pueblo y despertaría sospechas. La reacción podría resultar muy negativa por
causa del apoyo popular que su rival gozaba entre muchos de sus compatriotas.
Debido a estas circunstancias, Nehemías rechazó la invitación diciendo que no quería descui-
dar la gran tarea que Dios le había encomendado. Nadie podría criticarle por ese motivo. Sin em-
bargo, ellos mostraron sus verdaderas intenciones cuando rehusaron ir a donde él estaba. Cuatro
veces insistieron en que él saliera a encontrarse con ellos, pero nunca ofrecieron reunirse con él
en la ciudad, donde no le [p 61] llevaría mucho esfuerzo ni tiempo. En lugar de acusarlos, Nehe-
mías esperó hasta que dieran el siguiente paso.
Al igual que este gran siervo de Dios, los líderes espirituales actuales deben aprender a decir
no a las muchas invitaciones que reciben. Tenemos que decir no cuando enfrentamos la tentación
de hacer algo malo que nos pueda distraer del camino designado por nuestro Señor. Asimismo,
cuando se nos pide hacer concesiones en cuanto a la verdad o la moralidad, o cuando algo apa-
rentemente bueno puede interferir con la realización de algo mejor. Debemos ser capaces de dis-
cernir con claridad lo que está en juego antes de decidir lo que debemos hacer o no y responder
en base a tal evaluación. Nehemías no dejó que lo bueno obstaculizara la obra mejor y al mismo
y al mismo tiempo evitó el daño que planeaban hacerle.
32
TENTACION POR DISTRACCION 6:1–4
ENGAÑO: DISTRACCION
PROPOSITO: HACERLE DAÑO
RESPUESTA: “¡NO!” VISION CORRECTA DE SUS PRIORIDADES
¡PENSEMOS!
[p 65] En cuanto a su respuesta a la intimidación, Nehemías estaba seguro del papel que te-
nía dentro del plan de Dios y estaba ocupado precisamente en realizarlo. Por eso, no permitió que
nada ni nadie lo distrajera de su propósito. Tampoco dejó que la oposición, por fuerte o maliciosa
que fuera, lo asustara y lo hiciera huir. Nosotros también necesitamos esta clase de seguridad en
Dios y en el trabajo que quiere lograr en medio de nuestro pueblo y dedicarnos a realizarlo con
toda confianza.
TENTACION POR OTRA DISTRACCION 6:10–14
ENGAÑO: REVELACION FALSA
INTIMIDACION: AMENAZA A SU SEGURIDAD PERSONAL
PROPOSITO: TEMOR, PECADO Y DESACREDITACION
RESPUESTA: NEGACION A ESCONDERSE
¡PENSEMOS!
7
Perseverancia Recompensada
Nehemías 6:15–7:73
Los observadores de las Olimpiadas de 1988 en Seúl, Corea gozaron muchos momentos
emocionantes en esa gran justa deportiva. Tal vez ninguno esté mejor grabado en la memoria
que la competencia acuática de clavados. Nadie que la haya visto podrá olvidar la participación
de Greg Louganis de los Estados Unidos.
Tal vez ninguno de los contendientes había llegado al final de la gesta deportiva por un cami-
no más difícil que él. Su vida comenzó siendo hijo ilegítimo dado en adopción. Había pasado toda
su existencia luchando contra la idea de que nadie lo quería ni lo aceptaba.
Sin embargo, su capacidad en el salto siempre ha sido excepcional. Louganis inventó la mayo-
ría de las técnicas que [p 68] los demás clavadistas del mundo imitan, incluyendo uno tan peli-
groso que provocó la muerte de un soviético.
Ganó sin dificultad la primera competencia en que participó, pero en la etapa preliminar de la
segunda, se golpeó la cabeza en el trampolín mientras realizaba el mismo salto que había costa-
do la vida al soviético. Todo el mundo creyó que seguiría la misma suerte.
No obstante, su puntaje anterior le había asegurado un puesto en la etapa final de la compe-
tencia y volvió a la lucha. Al enfilarse al último clavado, iba detrás de un joven chino. Su último
salto fue lindo, un acto de precisión tan perfecto que le valió una medalla. Todo el mundo enlo-
queció. Su perseverancia al tratar de lograr lo imposible le ganóel premio.
Louganis no es el único héroe de perseverancia digno de mencionar. Nehemías también si-
guió luchando frente a una tarea que parecía imposible. Su determinación de realizar la voluntad
de Dios lo llevó al éxito. A pesar de obstáculos enormes por todos lados, permaneció fiel y así
cumplió la tarea que Dios le había dado.
Winston Churchill, el gran orador y líder político de Inglaterra dijo: “¡Nunca se dé por vencido!
Nunca, nunca, nunca, nunca. ¡Nunca se dé por vencido!” Eugene Peterson comenta: “Nuestra
capacidad de concentrar la atención en algo ha sido condicionada por los comerciales de treinta
segundos… No es difícil interesar a la gente en el evangelio… En nuestra cultura cualquier cosa,
aun las noticias en cuanto a Dios, pueden ser vendidas fácilmente si se colocan en un paquete
atractivo. Sin embargo, cuando pierde su novedad, se tira a la basura”. Lo más difícil es perseve-
rar a través del largo camino de la vida.
Esta es la tentación que Nehemías tuvo que resistir. Se daba cuenta de la importancia de se-
guir trabajando hasta [p 69] terminar el proyecto de reconstrucción. No podía relajarse, tenía que
insistir en cada detalle, por insignificante que fuera, para que nada lo desviara del propósito de
Dios.
El simple hecho de lograr que los muros estuvieran de pie, no quería decir que la obra de Ne-
hemías hubiera terminado. En realidad, apenas principiaba. La reconstrucción del muro sólo les
costó cincuenta y dos días, pero la restauración espiritual tardaría otros veinte años.
Mientras el líder se dedicaba a la tarea que Dios le había dado, también tenía que atender al-
gunos detalles específicos, aparentemente aislados. Por medio de ellos aprendemos siete leccio-
nes importantes que valdría la pena poner en práctica en nuestra vida.
Es difícil predicar acerca de este pasaje. Muchos comentaristas lo excluyen por completo por-
que no es fácil aplicarlo a la vida diaria contemporánea. La mayoría de los comentarios antiguos
36
lo alegorizan demasiado. A cada detalle se le asigna algún significado místico especial. Segura-
mente Nehemías se habría sorprendido al escuchar esta interpretación de lo que escribió.
Sin embargo, hay cierta validez en la aplicación figurada cuidadosa de los principios señala-
dos en el pasaje. Aunque normalmente evitamos hacer esto, quisiéramos hacer algunas observa-
ciones y notar estos siete principios de la vida y ministerio de Nehemías.
TERMINACION DEL MURO 6:15–19
Debido a la dedicación y administración cuidadosa de Nehemías, el proyecto se terminó en
apenas cincuenta y dos días. Su confianza en el Señor lo inspiraba a seguir adelante a pesar de
los obstáculos convirtiéndolos en oportunidades [p 70] para animar al pueblo y glorificar a Dios.
No obstante, no permitía que se le diera crédito por lo que había logrado.
Este siervo ejemplar insistió en que hasta sus enemigos aceptaran que sólo el Señor había lo-
grado este gran triunfo, no su siervo (6:15–16). Se aseguró de que Dios recibiera toda la gloria.
Mantener este testimonio claro no es tan fácil como podríamos creer. Nos hemos acostumbrado a
reconocer la obra divina y a pedir su ayuda mientras estamos luchando por realizar algo, pero al
completarlo con éxito, tenemos la inclinación a querer ser admirados. Pero el único interés de
Nehemías era que Dios fuera glorificado. Al ver cómo el Señor había defendido a Israel, sus
enemigos se desanimaron. ¿Cómo pidian oponerse a lo que Dios mismo apoyaba (Romanos
8:28–39)?
1. NEHEMIAS SE ASEGURO DE QUE AUN
SUS ENEMIGOS RECONOCIERAN QUE
DIOS HABIA REALIZADO ESTA OBRA.
El segundo principio importante que debemos aprender del ejemplo de este gran siervo de
Dios es que no permitió que su éxito le cegara impidiéndole ver que todavía había enemigos en el
campamento (6:17–19). Decimos que “más sabe el diablo por viejo que por diablo”. En este caso,
al darse cuenta de que había fallado, decidió cambiar su estrategia. Dejó de atacar el proyecto del
muro con enemigos externos y empezó un asalto más sutil utilizando el enemigo interno de las
concesiones y de la falta de precaución.
[p 71]
2. NEHEMIAS NO PERMITIO QUE EL EXITO
LOGRADO LE CEGARA A LA PRESENCIA
DE LOS ENEMIGOS EN EL CAMPAMENTO.
Nehemías estaba alerta al peligro y listo para tratarlo. Sabía que todavía había problemas por
resolver. Muchos eran simpatizantes de quienes se oponían a la voluntad expresa del Señor. Al-
gunos se sentían comprometidos con Tobías y le debían lealtad, lo cual les impedía romper sus
vínculos con él.
¡Tobías no había sido eliminado (6:17–19)! Seguía enviando cartas a sus seguidores y tenía
espías e informadores por todos lados que se sentían comprometidos con él. Muchos ricos eran
sus familiares por lo que tenían mucha influencia. Estos aliados suyos hacían un gran trabajo de
relaciones públicas a su favor, tratando de animar a Nehemías para que confiara en él.
Cuando esta nueva estrategia no logró el resultado deseado, Tobías usó otra táctica mejor
conocida. Le enviaba cartas amenazadoras para intimidarlo.
ADVERTENCIA PARA LIDERES 7:1–4
Al darse cuenta de la presencia de los enemigos en medio de su gente, Nehemías decidió mo-
tivar al pueblo para que eliminara los compromisos que había contraído y suspendiera su amistad
con los enemigos que se habían infiltrado en el campamento. Estas concesiones siempre provo-
37
caban problemas y nunca fueron totalmente eliminadas. Para lograr esto, tuvo que establecer un
ejemplo piadoso que pudieran imitar.
[p 72]
3. NEHEMIAS DELEGO EL TRABAJO EN
LIDERES FIELES Y TEMEROSOS DE DIOS
Al ver que necesitaba el ejemplo de buenos líderes, Nehemías designó a Hanani y a Hananías
como encargados de las operaciones militares y de la seguridad de Jerusalén. Observe cuál era
el requisito primordial para ocupar estos puestos: que fueran fieles, en otras palabras, personas
de integridad reconocida (Exodo 18:21; Filipenses 2:19–21). Hananías se había destacado como
persona leal y temerosa de Dios, mucho más que la mayoría del pueblo.
Nehemías decidió que el tiempo había llegado para encomendar el ministerio a otras personas
y apoyarlas con el fin de proporcionar al pueblo más ejemplos que pudieran imitar. Hanani ya
había demostrado su interés por el bienestar de la ciudad al hacer el viaje a Susa para informar a
Nehemías de las condiciones en que estaba (1:1–2).
El pueblo de Dios tenía necesidad de protegerse contra los ataques del enemigo, no para fijar
la atención en ellos, sino para estar listos a afrontarlos. Nehemías preparó un plan de seguridad
usando un sistema de guardias. Organizó a la gente en patrullas para proteger a los residentes.
Además, estableció normas que debían seguir para mantener la vigilancia adecuada. No quería
dejar que el enemigo penetrara para destruir lo que Dios había edificado.
4. NEHEMIAS LES ADVIRTIO QUE ESTUVIERAN
ATENTOS Y ESTABLECIO NORMAS
PARA PROTEGER AL PUEBLO FRENTE A
LOS ENEMIGOS DE DIOS.
[p 73] Aunque la ciudad estaba segura, la gente no quería mudarse y ocupar el lugar fortifica-
do. La mayoría vivía fuera de los muros de defensa que se habían provisto, así que todavía tení-
an que aceptar la importancía de vivir dentro de la muralla de protección que los tendrían a salvo
de ataques enemigos. Aparentemente, preferían vivir en las afueras.
5. NEHEMIAS LES ANIMO A ENTRAR Y
APROVECHAR LA CIUDAD QUE DIOS
HABIA PROVISTO PARA SU PROTECCION.
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
[p 76]
39
[p 77]
8
¡Cinco Horas para Predicar!
Nehemías 8
“¡El sermón de hoy durará cinco horas!” Muchos predicadores aprovecharían esta oportunidad
para compartir todo lo que quisieran comunicar a su iglesia, aunque sus feligreses seguramente
no estarían tan entusiasmados con la idea. Un día le dije a mi esposa que pensaba dar un men-
saje de cinco horas pero me respondió que nadie se quedaría hasta el final. ¡Ni siquiera ella!
Amós profetizó antes del tiempo histórico que estamos estudiando que escasearía la procla-
mación de la Palabra de Dios (Amós 8:11–13) y que la gente la buscaría sin encontrarla para sa-
ciar su sed espiritual. ¿Existe tal carencia del mensaje divino en nuestro tiempo? No, la Palabra
está a nuestro alcance pero no la estamos utilizando adecuadamente.
[p 78] Es indudable que en la actualidad existe hambre entre los pobres del mundo, pero hay
un problema mayor que sólo se encuentra en países donde no falta comida. Los padres tienen
suficiente dinero y proporcionan buenos alimentos para sus hijos, pero éstos no quieren comer.
Se enferman y a veces mueren no por escasez, sino por no ingerir lo necesario.
En el campo espiritual también encontramos este conflicto. En la mayoría de nuestros países
encontramos una buena existencia de Biblias. Sin embargo, muchos no disfrutan este tesoro pro-
visto por Dios y no dedican tiempo a leerla. Debido a ello, se debilitan por falta de alimento espiri-
tual. En otras palabras, no comen porque no quieren.
¿Cómo responde usted a la bendición de poseer una Biblia y poder leerla o escucharla? ¿Está
agradecido por este privilegio? ¿Cuándo fue la última vez que dio gracias al Señor por la oportu-
nidad de recibir más de su Palabra de la que puede digerir? ¿Qué tan frecuentemente comparte
con otras personas este refrigerio espiritual?
Una vez que Nehemías terminó de solucionar los problemas materiales del pueblo de Dios, se
dedicó a resolver los conflictos de mayor importancia, los internos y espirituales que requerían su
atención inmediata. Destinó la última parte del libro a tratarlos (8–13).
El líder religioso del pueblo en ese tiempo era Esdras, quien había dirigido otro regreso a la
ciudad algunos años antes y que todavía estaba en Israel cuando Nehemías administraba el pro-
yecto de reconstrucción. Esdras estaba interesado en algo más que el aspecto material. La con-
dición de los corazones era de mayor importancia que la de los muros. Dos características claves
de cualquier avivamiento espiritual se manifestaron en ese tiempo:[p 79]
1. Proclamación de la Palabra de Dios
2. Interés por parte del pueblo
En Nehemías 8–13 se describe la confirmación del pacto antiguo y la renovación espiritual que
resultó. La gente fue movida a acatar su compromiso con el Creador y sus mandamientos. En
primer lugar, hacía falta que aceptaran ser sumisos a la autoridad de Jehová, el Dios del pacto;
esta era la necesidad básica (Nehemías 8–10). A continuación encontramos las normas específi-
cas que regirían esa obediencia (Capítulos 11–13).
LA INSTRUCCION DE LA LEY 8:1–8
El punto de partida para lograr la transformación del pueblo de Dios es su Palabra. Todos se
reunieron para escucharla en el séptimo mes, que era cuando les tocaba celebrar tres de las fies-
tas religiosas de Israel: la de las Trompetas, la del día de la Expiación y la de los Tabernáculos.
40
En el primer día de la fiesta de las Trompetas, se congregaron en asamblea nacional (Levítico
23:24–25; Números 29:1–6). Era un día santo en que se convocaba a todo el pueblo para adorar
a Dios; el pueblo se juntó como un solo hombre. Pidieron a Esdras que trajera la ley; de ellos sur-
gió la idea, no del siervo de Dios (8:1).
Al fin mostraron interés, después de catorce años de intentos infructuosos por parte de Esdras
para que se volvieran a Jehová y lo siguieran. Este había dado ejemplo de paciencia, fidelidad y
obediencia y había esperado y orado por ellos durante todo ese tiempo.
El proceso de avivamiento empezó con oración (8:6). Esta les despertó la esperanza de que
Dios hiciera algo en hadio [p 80] de ellos. Es probable que la oración del pueblo (9:5–6) fuera re-
flejo de la que Esdras elevó en esa ocasión.
EL AVIVAMIENTO ESPIRITUAL PRINCIPIO
CON ORACION
El segundo paso que dieron para restaurar espiritualmente a los escogidos fue dando lectura a
las Escrituras (8:3). Durante cinco horas escucharon atentamente. El propósito de Esdras era en-
señarles la Palabra Santa.
La gente estaba ansiosa de escucharla. Es probable que sólo tuvieran un ejemplar de la ley,
por eso era necesario que se le diera lectura pública, porque no la tenían disponible en sus casas
para estudiarla.
Esdras estaba decidido, quería comprender la voluntad de Dios, obedecerla, y enseñarla a
otros también (Esdras 7:10). Como escriba, su misión era explicar la ley. Es interesante que no
les pidió que hicieran algo que él no estaba dispuesto a hacer. Estaba comprometido personal-
mente en conocer y hacer la voluntad divina. Su entusiasmo era contagioso y lo transmitió a to-
dos.
La respuesta de los congregantes no se debió a la energía del hombre, a su mensaje dinámi-
co o a una presentación atractiva, sino a que estaban dispuestos a escuchar la voz del Señor. El
líder no tuvo que regañarlos ni convencerlos con palabras persuasivas. Simplemente expuso la
Palabra divina y el pueblo respondió.
EL AVIVAMIENTO ESPIRITUAL SE BASO
EN LA LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS
[p 81] El tercer paso que se dio para lograr la reconsagración espiritual fue la exposición de la
misma Palabra Santa, de manera que todo el mundo pudiera entenderla (8:7–8). No prepararon
complicados programas o presentaciones llamativas. Las 30,000 personas permanecieron bajo
los rayos calcinantes del sol, escuchando con atención. Consideremos que no contaban con sis-
temas de amplificación de sonido para ayudarles.
Es evidente que su deseo de escuchar las palabras divinas era enorme. Querían saber lo que
Dios había dicho. Su hambre resultó en renovación espiritual.
EL AVIVAMIENTO ESPIRITUAL RESULTO
DE LA EXPOSICION DE LA PALABRA
LA CELEBRACION GOZOSA 8:9–12
Cuando recibieron la Palabra, se vieron impelidos a celebrar la fiesta de los Tabernáculos con-
forme a las normas bíblicas establecidas. Cuando comprendieron el mensaje, muchos empezaron
a llorar. La lectura produjo convicción de pecado. Otros se entristecieron debido a sus fracasos
anteriores.
Sin embargo, al observar esta reacción de parte del pueblo, los líderes los instruyeron para
que callaran porque no era tiempo de tristeza, sino de gozo, ya que ahora comprendían la verdad.
41
Nehemías los animó a regocijarse por la bendición recibida. Debían procurar ser santos y no en-
tristecerse. La obediencia, no las lágrimas, era la respuesta indicada a la Palabra de Dios. Debían
alegrarse por el proceso de restauración; este era un día de fiesta nacional y [p 82] debían cele-
brarlo con gozo. El júbilo del Señor sería su fortaleza, no su tristeza.
Los maestros de Israel decían: “El que no haya visto a Jerusalén en la fiesta de los Taberná-
culos, no puede comprender el verdadero significado del gozo”. En esa fiesta, debían recrearse
por la bendición de Dios en sus vida, y después compartirla con los que no podían celebrar como
ellos.
Dios les daría gozo si lo seguían; cambiaría la tristeza del pecado por alegría si obedecían su
Palabra. Los líderes de las familias y los religiosos aceptaron la responsabilidad espiritual y guia-
ron a la nación a ajustarse a la orden divina.
LA CONSTRUCCION DE TABERNACULOS 8:13–17
El segundo día los líderes se reunieron de nuevo para repasar la Palabra y descubrieron que
era tiempo de celebrar la fiesta de los Tabernáculos, la cual era para recordarles las bendiciones
recibidas en el pasado. Al ver hacia atrás, conmemoraban la provisión divina durante los cuarenta
años que deambularon en el desierto.
También representaba la promesa futura de su cuidado para con ellos. Las tres fiestas del
séptimo mes se juntaron en una sola para analizar el plan de Dios para el porvenir. El los había
traído a su tierra en conformidad con la promesa de la fiesta de las Trompetas; los había restau-
rado a la comunión consigo mismo según había restaurado a la comunión consigo mismo según
había prometido durante el día de la Expiación. Ahora podrían celebrar esta fiesta esperando la
llegada del Mesías y el establecimiento de su reino (Mateo 17:1–5). El pueblo no había conmemo-
rado esta fiesta con tanto gozo desde los días de Josué, cuando entraron en la tierra prometida
viniendo del desierto. Esta era la base histórica de la celebración.
[p 83] CONTINUACION DE LA LECTURA 8:18
La gente siguió reuniéndose cada día para escuchar la lectura pública. El octavo día terminó
con la asamblea que la ley prescribía para la celebración de esta fiesta.
La respuesta del pueblo
Además de observar los pasos principales que se dieron con el fin de producir esta transfor-
mación espiritual, tenemos que fijarnos en la reacción del pueblo. Aparte de su participación en
conjunto, todas las reformas externas que se les impusieran no serían suficientes para efectuar la
renovación espiritual necesaria. Se observan ocho elementos básicos en la manera en que res-
pondieron al estímulo espiritual.
Primero, fueron ellos los que tomaron la iniciativa de solicitar la lectura de la Palabra de Dios.
Por lo menos dos veces, y tal vez más, pidieron a Esdras que la leyera. Ellos eran quienes man-
tenían vivo el fuego. No fue un acto impuesto por parte de los líderes. Desde el principio, ellos
acudieron a Esdras (8:1) y después regresaron (8:13), tal vez varias veces durante los ocho días
(8:18).
En segundo lugar, manifestaron reverencia ante la Palabra de Dios porque se pusieron de pie
para escucharla (8:5). Esta acción no es tan importante en sí misma; es la actitud del corazón la
que provocó este acto. Fácilmente podemos convertir en rito ésta, o cualquiera otra acción. En
esa ocasión, la reverencia les nació del alma.
Tercero, respondieron espontáneamente, desde lo más profundo del corazón (8:6). Tome nota
de las diversas formas de adoración que emplearon: dijeron “¡Amén, Amén!” como señal de con-
formidad con la Palabra de Dios, alzaban las manos, se postraban y adoraban con el rostro en
tierra.
42
No eran las acciones en sí las que tenían tanto valor, y no [p 84] tenemos por qué imitarlas,
porque con facilidad pueden convertirse en rituales vacíos. Por otro lado, pueden olvidarse y lle-
gar a ser despreciadas. La trascendencia de estas manifestaciones es que eran acciones de ado-
ración genuina que brotaban del corazón del pueblo. Ponerse de pie para escuchar la Palabra,
alzar las manos, postrarse delante del Señor o acostarse con el rostro en tierra, eran evidencia de
reverencia y adoración, una respuesta de alabanza motivada por lo que Dios había hecho en sus
vidas.
Cuarto, permanecieron tranquilos, sin moverse de su lugar y escucharon con atención (8:7).
No se nos da idea de que estuvieran mirando a sus relojes con impaciencia. Sabían que Dios les
estaba hablando y querían escuchar su voz.
Quinto, se entristecieron y lloraron (8:9). La prueba verdadera de quien escucha y comprende
la Palabra de Dios no consiste en la cantidad de lágrimas derramadas. En realidad éstas pueden
servir como escape para no poner en práctica lo que se nos pide. La mejor evidencia es la obe-
diencia. Sin embargo, esta no debe limitarse tan sólo al conocimiento ni a las acciones; la Palabra
de Dios también había tocado sus emociones; se sintieron agobiados por la tristeza y lloraron an-
te el Señor.
En sexto lugar, su respuesta no se limitó a las emociones, también obedecieron (8:10–18).
Todo el pueblo se dedicó a poner en práctica lo que Dios les indicó (8:12, 16, 17).
Séptimo, todos se regocijaron porque comprendieron la voluntad de Dios (8:12). Después de
años de buscar cómo debían glorificar al Señor, por fin lo hacían físicamente porque habían des-
cubierto lo que él quería que hicieran para completar su restauración espiritual. Por eso, se goza-
ban en esta nueva relación con Dios.
Por último, regresaron vez tras vez para recibir más conocimiento. No se cansaban de escu-
char la Palabra de [p 85] Dios. Querían oir más para agradarlo en todo.
EL AVIVAMIENTO ESPIRITUAL PRODUJO
UNA RESPUESTA DE CORAZON
¡PENSEMOS!
9
El Dios Fiel Confronta al
Pueblo Rebelde
Nehemías 9–10
Cuando la necesidad material de la reconstrucción del muro ya se había resuelto, los asuntos
espirituales internos tomaron precedencia. La esencia del problema era renovar el compromiso de
Israel con el pacto.
De suprema importancia era la sumisión a la autoridad de Jehová, quien había establecido el
pacto (Nehemías 8–10). Más tarde, tendrían que iniciar una amplia serie de reformas específicas
para conformar su estilo de vida al que Dios quería ver en medio de ellos (Nehemías 11–13). Pri-
mero tenían que resolver el asunto primordial de la confianza en Jehová y la obediencia a su au-
toridad; después se dedicarían a las condiciones específicas de su vida diaria.
[p 88] En el proceso inicial se dieron tres pasos. Empezaron con la lectura de la ley, según ya
se observó en Nehemías 8. El estudio de ella despertó la conciencia en cuanto a lo que Dios exi-
gía. En base a esta lectura, decidieron hacer lo que el Señor les pidiera.
ARREPENTIMIENTO DEL PUEBLO 9:1–37
El segundo paso era buscar el arrepentimiento del pueblo. Después de haber escuchado las
demandas de Dios, expresadas en su Palabra, respondieron con sinceridad. Este arrepentimiento
nació del reconocimiento del pecado.
A través de la historia de la iglesia, muchos han observado que los avivamientos más notables
en el pueblo de Dios se han originado porque se reconoce el pecado personal. Así empezó el
movimiento galés en el siglo diecinueve, el que se realizó bajo Wesley en el siglo dieciocho, la
Reforma en el siglo dieciseis, y aún el de Nínive en tiempos de Jonás. La primera evidencia de
que el Espíritu Santo se está manifestando entre el pueblo es una conciencia despierta que resul-
ta en tristeza genuina por causa del pecado y la decisión de abandonarlo. El punto de vista de
Israel hasta ese momento era que ellos eran más o menos buenos y que era el Señor quien se
había alejado de ellos. En cambio, la perspectiva verdadera es que sólo él es bueno (Lucas
18:18–19) y que ellos se habían apartado. Dios permanece fiel aunque seamos rebeldes y des-
obedientes. De la misma manera, mientras no cambiemos nuestra opinión en cuanto a quién es
Dios y cómo es y en cuanto a quiénes y cómo somos nosotros, jamás habrá una renovación ver-
dadera en nuestra vida.
Después de leer la Palabra tres horas al día y alabarle tres horas al día durante tres semanas,
estaban listos para [p 89] comprometerse en serio con Dios. En realidad no sabemos exactamen-
te cómo utilizaron esos días porque sólo se nos dan algunas pistas. El primer día lo pasaron le-
yendo la ley y alabando desde la madrugada hasta el mediodía (8:1–3). El segundo, vinieron de
nuevo para escuchar (8:13). Vivían en enramadas, recordando lo que Dios había hecho a favor
de ellos (8:17). Volvieron diariamente a reunirse (8:18).
La fiesta concluyó el día veintidós. No se nos indica cómo pasaron el siguiente día, pero en el
día veinticuatro, se nos explica que pasaron tres horas leyendo la Palabra de Dios y tres horas en
alabanza y confesión de pecado (9:3). Después de pasar más de tres semanas concentrados en
esta clase de actividad, ¿qué supone que estarían pensando? ¿En qué pensamos nosotros?
¿Nos debe sorprender, entonces, que no hayamos llegado a este punto decisivo?
45
Para ellos el proceso empezó con la lectura prolongada de la Palabra Santa. Después, llega-
ron al punto de cambiar su opinión en cuanto a Dios y ellos. Reconocieron que tenían un gran
Dios y que tenían un gran problema.
Su separación y confesión 9:1–4
Al final de este período de celebración, decidieron ayunar y humillarse con cilicio y polvo.
¿Qué quiere decir todo esto? El ayuno era un acto simbólico que mostraba su compromiso serio
en arreglar cuentas con Dios. Dejaron a un lado la comida con el fin de dedicarse a buscar con
intensidad y sin interrupción, sólo lo que él deseaba.
A veces el ayuno tenía que ver con alguna petición que traían delante del Altísimo. En otras
ocasiones se relacionaba con su preocupación o tristeza por causa de una situación seria. Otras
veces estaba asociado con el arrepentimiento y con el deseo de arreglar su relación personal con
Dios. En este caso parece que se reúnen los últimos dos propósitos en [p 90] uno. Su expresión
de tristeza se junta con la expresión de arrepentimiento.
El cilicio era una tela tosca, hecha de pelo de cabra, que indicaba que la persona estaba de lu-
to. Con menos frecuencia se echaba polvo sobre la cabeza con el mismo propósito.
Otra evidencia de su seriedad en cuanto a este compromiso se presenta en que se apartaron
de los extranjeros que se encontraban en medio de ellos. Esto era mucho más que la simple se-
paración de los pueblos de la región. Al estudiar el contexto se observa que esas personas se
habían opuesto al plan de Dios para el progreso del pueblo y muchas veces los habían encami-
nado por caminos contrarios a la fidelidad a Jehová. Por eso, al hacer la convocación para reno-
var su compromiso con Dios, era necesario que abandonaran sus relaciones con quienes repre-
sentaban un obstáculo.
El resto del libro tiene que ver con la necesidad de librarse de la práctica de tener devoción
con Dios a medias. Su compromiso con él había sido relativo. Ahora se les pide una entrega total.
Nehemías 9 prepara el camino para ello al recordar el pasado haciendo una oración de confesión
(9:6–37).
El pueblo reconoció cuán lejos se había extraviado de Dios y querían regresar a él. Afirmaron
una vez más su reconocimiento de la grandeza y fidelidad divinas y su propia infidelidad y rebe-
lión en contra de él. Al finalizar esta su confesión, clamaron al Señor fiel pidiendo su ayuda.
TRES ELEMENTOS CLAVES EN SU ORACION:
1. RECONOCEN LA FIDELIDAD DE DIOS
2. RECONOCEN SU FRACASO
3. RECONOCEN SU DEPENDENCIA DE JEHOVA
[p 91] Este formato, aunque no se presenta como un rito a seguir, se recomienda como un
bosquejo adecuado para la oración cristiana en general, para lograr una renovación personal. Lea
la súplica de los líderes del pueblo y busque estos elementos.
Ya se ha observado que la invocación estaba enlazada con la lectura de la Palabra de Dios.
En segundo lugar, observamos que la confesión fue tanto en grupo como individual. Se dieron
cuenta de que eran pecadores y que formaban parte de una nación pecadora (9:2; Isaías 6:5).
Cuando se da un avivamiento verdadero, la gente deja de presentar excusas en base a lo que
otros, aun sus padres, han hecho y confiesan su pecado abiertamente.
Su alabanza al Señor 9:5–15
La mayoría de Nehemías 9 es una oración formal, dirigida a Dios por parte de los levitas,
quienes se encontraban parados frente al pueblo entero orando en nombre de todos. Este acto
sincero les hizo pensar en la bondad y poder de Dios y los preparó para finalmente pedirle miseri-
cordia (compare Salmos 78, 105, 106). La oración sigue el desarrollo histórico del Antiguo Testa-
46
mento y provee un bosquejo de él. Manifiesta cómo Dios ha sido fiel para cumplir sus promesas y
lo alaban por todo lo que ha hecho a favor de ellos:
Por su creación 9:5–6
Por su pacto 9:7–8
Por su salvación 9:9–12
Por su revelación 9:13–15
Su confesión de fracaso nacional 9:16–37
En contraste con la gracia y fidelidad de Dios, tuvieron que admitir su infidelidad. El contraste
sigue, cambiando veztras [p 92] vez entre el reconocimiento de la bondad, grandeza y fidelidad
de Dios, y la rebelión y desobediencia del pueblo. Cada manifestación del amor del Señor había
sido pagado con un acto desleal de parte de ellos.
La Tercera Ley del Movimiento de Newton dice que para cada acción hay una reacción opues-
ta de igual fuerza. Así era el caso de Israel en su relación con Dios. Cada vez que él intentaba
mostrarles su fidelidad y amor, había una reacción contraria de infidelidad y rebelión.
No les había faltado nada a través de todo su peregrinaje por el desierto (9:21), pero ellos no
se lo habían agradecido (9:17). Sabían que ahora estaban en esta situación tan triste por causa
de su propio fracaso y merecían todo lo que habían recibido. No obstante, durante siglos de pe-
cado y rebelión (9:29), Dios había seguido siendo paciente con ellos exhortándoles por medio de
los profetas (9:30).
La oración de confesión concluye con una petición. Dios ya había comunicado las normas que
debían seguir si querían gozar de su misericordia: “Si se humillare mi pueblo sobre el cual mi
nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro y se convirtieren de sus malos caminos; en-
tonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14).
Si pensamos que no andamos en malos caminos, nunca nos alejaremos de ellos. Nos enga-
ñamos a nosotros mismos (1 Juan 1:8). Si sólo nos fijamos en los pecados del prójimo, nunca
hallaremos el perdón divino por nuestras faltas. Conscientes de dónde habían venido, los israeli-
tas se comprometieron en un acuerdo formal con Dios.
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
1. El problema de los matrimonios mixtos 10:30. Este asunto no tenía nada que ver con prejui-
cios raciales ni con distinciones de clase. Siempre había habido gente de otras razas entre ellos.
Inclusive Rahab y Rut, dos extranjeras, intervinieron en la línea de ascendientes del rey David y
de [p 97] Cristo. La frase “pueblos de la tierra” se refiere a paganos que adoraban dioses ajenos y
que con frecuencia seducían al pueblo de Dios para que les rindieran culto. Los enlaces mixtos
con esa gente los desviaban de su promesa de seguir a Jehová y les impedían mostrar lealtad a
Dios conformándolos a la religión y estilo de vida de los incrédulos.
Por eso se les había dicho con claridad que no debían mezclarse con los que no seguían al
Dios verdadero (Exodo 34:12–16; Deuteronomio 7:3–6; Josué 23:11–13; Esdras 9–10; Nehemías
13:23–27; 2 Corintios 6:14–16). Los paganos marchaban “al son de otro tambor” y por eso no de-
bían unirse con ellos.
En aquel tiempo como hoy, era sumamente fácil rendirse a la presión popular y vivir como to-
do el mundo. Hace algunos años se hizo un experimento entre un grupo de jóvenes universitarios.
Se les dio un examen que contenía preguntas de selección múltiple con el fin de que identificaran
la línea que fuera más larga entre una serie de varias líneas. Dividieron los jóvenes en grupos de
diez. Nueve de cada grupo recibieron la instrucción de que en lugar de elegir la línea más larga,
buscaran siempre la segunda más larga. El examen se planeó de tal manera que los muchachos
podían conocer la selección que hacían sus compañeros. Al evaluar los resultados, se encontró
que en el 75 por ciento de los casos, la única persona que no sabía lo que estaban haciendo los
demás se rindió frente la presión del grupo y eligieron la línea equivocada.
Así funciona el mundo. La verdad no es lo más importante; la gente se rinde ante la presión,
pero el pueblo de Dios no puede funcionar así. Como creyentes en él, tenemos que mantener
nuestra identidad diferente. Sólo familias comprometidas cien por ciento con Dios vivirán y mani-
festarán el estilo de vida que busca honrar al Altísimo ante todo.
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[p 98] 2. Celebración del Sábado 10:31. Andar conforme a las normas establecidas por Dios
también quiere decir administrar los negocios en conformidad a ellas. No se les permitía realizar
transacciones comerciales los sábados. Ellos podrían haber dicho que no lo habían, pero por otro
lado permitían que otros lo hicieran, provocando así la desobediencia a la ley durante su perma-
nencia en la tierra que el Señor les había dado.
Otras disposiciones que recordaron y afirmaron en esa ocasón eran las de dejar que la tierra
decansara cada séptimo año y la de remitir las deudas. En el contexto de las normas relaciona-
das con el sábado y la práctica establecida por Dios para controlar las deudas en Israel, este
mandamiento parece referirse al año de la remisión de deudas que se hacía cada siete años
(Deuteronomio 15:1–2). Una de las razones por las cuales Israel fue juzgado con el cautiverio fue
que no observaban esta norma. Ahora el pueblo se compromete a hacerlo.
Una de las grandes tragedias de la vida de la iglesia en la actualidad es que muchas veces
participamos en todas las actividades de la iglesia el día domingo y aún entre semana, pero no
dejamos que esto nos afecte en la manera en que manejamos nuestros negocios. Sin embargo,
parece que es en el trajín de la vida diaria donde Dios honra más a quienes le honran.
3. Mayordomía 10:32–39. Además de la familia y el negocio, el pueblo se comprometió a ma-
nifestar actitudes correctas en cuanto a la adoración de Dios. Prometieron no descuidar su santo
templo. Nueve veces lo mencionan, lo que indica que era una preocupación para ellos.
Primero, se obligaban a contribuir con lo necesario para el sostén de la adoración pagando
oportunamente los [p 99] impuestos para el templo (10:32–33; Exodo 30:11–16; Mateo 17:24).
Prometieron proveer lo que fuera necesario para la adoración aun lo que no fuera cuestión de
dinero. Traerían la madera para el altar y las primicias de sus cosechas y árboles (Exodo 23:19;
Deuteronomio 26:2).
Además de sus posesiones, dedicarían sus primogénitos. Los de sus animales, los darían di-
rectamente para la obra de Dios y sus siervos. Normalmente acostumbraban redimir a los hijos
pagando una cantidad estipulada que se utilizaba para sostener el ministerio de los levitas. Estas
normas sirvieron para recordarles que todo lo que poseían pertenecía a Dios (Exodo 13:2; Núme-
ros 3:13; 8:14–19).
Finalmente, prometieron dar sus diezmos regularmente para apoyar el ministerio sacerdotal.
Las generaciones posteriores descuidaron cumplir con los diezmos y permitieron que el servicio
en el templo degenerara.
El énfasis repetido que se hace aquí en el templo, no es porque fuera muy importante en sí,
sino porque se había descuidado cuando el pueblo regresó a la tierra. Esta negligencia era sín-
toma de la falta de importancia que tenía Dios en la vida diaria del pueblo. Ahora se comprometen
a cambiar esto y dar al Señor el lugar debido en sus vidas. La adoración los uniría como nación
pero también los traería cerca de él.
Debido a que ellos habían logrado vivir en la cautividad sin asistir al templo, podrían creer que
no les era necesario ahora tampoco. Esta misma actitud sigue entre la mayoría de los judíos has-
ta el día de hoy. Dicen que su religión no es de ritos y sacrificios; deben amar a Dios y hacer bien
a la humanidad. Pero la realidad es que no aman al Señor lo suficiente como para regresar a su
Palabra y obedecerla como lo hicieron en los días de Nehemías. Necesitan renovar este mismo
compromiso hoy en día.
[p 100] ¡PENSEMOS!
10
Desconocidos, pero no Olvidados
Nehemías 11–12:26
En las afueras de la ciudad de San Francisco, California, E.U.A. se encuentra un cementerio
militar en una loma verde e impresionante. De inmediato se observan fila tras fila de cruces idén-
ticas. Aunque cada una tiene apuntado el nombre de algún soldado caído, la mayoría en batalla,
desde lejos no se pueden leer y es imposible distinguir uno de otro.
No sabemos los nombres de quienes están sepultados en ese cementerio. Aun si hubiéramos
conocido a alguno de ellos personalmente, no podríamos identificarlo al pasar por la autopista
cercana porque todas las tumbas parecen iguales. Estas personas, desconocidas por nosotros
hoy, han sacrificado su vida para que podamos gozar de libertad.
[p 102] En el campo de batalla espiritual también muchos varones y mujeres de Dios han
hecho en silencio lo que el Señor los ha llamado a hacer. Permanecen ignorados, desconocidos y
olvidados por nosotros, mientras la historia sigue corriendo hacia su fin. Sin embargo, sin su ser-
vicio fiel y obediencia al Altísimo, no estaríamos aquí gozando de los beneficios espirituales que
hemos recibido. Muchas de esas personas han servido al Creador de buena voluntad, para que
nosotros pudiéramos recibir la herencia que gozamos hoy, y sobre la cual edificamos.
PRUEBA BIBLICA:
IDENTIFIQUE A LA PERSONA
1. El encargado de supervisar la construcción del tabernáculo (Exodo 35:20–
36:2).
2. El encargado de la construcción del templo. Cuántas otras personas que
colaboraron en él puede identificar por nombre?
3. El líder del primer coro en el templo.
4. ¿Puede identificar por nombre a cualquiera de los que se trasladaron a vivir
a la ciudad de Jerusalén en el tiempo de Nehemías?
Tal como muchas de las personas que hicieron una obra importante en la historia bíblica nos
son desconocidos, muchas de las que trabajaron en nuestras iglesias nos son desconocidos hoy
también. Colaboro ahora como pastor de una iglesia que tiene más de 110 años de historia. La
obra aquí en Salt Lake City siempre ha sido muy misionera y bastante difícil. Muchas personas se
han sacrificado dedicando [p 103] años de ministerio duro y algunos han sufrido grandes afliccio-
nes por servir al Señor en esta iglesia.
Sin embargo, a excepción de pocos nombres, la mayoría de los grandes varones y mujeres
que la forjaron han pasado al olvido. Pocos miembros actuales podrían recordar el nombre de 10
personas que colaboraron con nuestra iglesia veinticinco años atrás. Se nos han ido y se han ol-
vidado. Pero Dios no los ha desechado porque fue él quien los envió a trabajar aquí. Nosotros
podemos adorarlo en este lugar gracias a la obra dedicada de quienes nos precedieron.
¿Cómo está la iglesia en cuanto a esta capacidad de recordar a quienes colaboraron para es-
tablecerla y edificarla? A excepción de las que se fundaron hace pocos años o las de los pueblos
donde siempre han participado algunas pocas familias, es probable que los hermanos que se
congregan en la que usted asiste hoy no puedan identificar a los pioneros y trabajadores principa-
les de su historia. Pero, ¡podemos estar seguros de que Dios no los ha olvidado!
52
Cuando hayan pasado otros treinta años más, nadie sabrá que nosotros hemos estado aquí
tampoco, y tal vez no puedan identificarnos por nombre. Sin embargo, ¡el Padre Celestial todavía
lo sabrá! ¿Qué diferencia visible permanente se podrá observar por causa de nuestro paso por el
lugar donde el Señor nos ha puesto hoy?
Un estudio ligero nos muestra que nos encontramos frente a otro capítulo lleno de nombres
largos y difíciles de pronunciar, la mayoría de ellos desconocidos. Sentimos la tentación de pasar-
lo por alto.
Esos nombres representan a muchas otras personas que ni siquiera se mencionan específi-
camente y que también participaron en este proceso. Ninguno de ellos vienen a nuestra mente
cuando pasamos por la lista mental de nombres sobresalientes de la Palabra de Dios.
[p 104] Esta parte del libro nos presenta una historia misionera al revés porque habla de per-
sonas que regresaron a la patria de los campos misioneros del mundo en que vivían para esta-
blecerla de nuevo. Dios todavía busca a quienes están dispuestos a ir adonde él quiera, y a ser lo
que él quiere que sean, y a quienes no les importa no recibir la honra, con tal que Dios sea glorifi-
cado.
ESTABLECIMIENTO DE LAS CIUDADES 11:1–36
La historia de quienes pasaron a vivir en las ciudades principia con los habitantes de Jerusa-
lén. Por causa de la condición arruinada en que se encontraba esa ciudad, la mayoría del pueblo
vivía fuera de ella, en los pueblos vecinos. Antes ya se describió este problema y las condiciones
que lo provocaron (7:4).
Era difícil motivarles para que se trasladaran a Jerusalén para poblarla. Existían tres proble-
mas mayores como estorbo. El primero era la ruina y escombro que había por todos lados. Si fue
difícil reconstruir los muros ¿cómo sería rehacer el interior de la ciudad?
¿Ha visto alguna vez una casa que ha estado totalmente abandonada durante varios años?
¿La ha mirado de cerca desde adentro? Normalmente se llenan de hierbas, animales, arañas,
polvo, basura, etc. ¿no es cierto? Entonces, trate de imaginarse ¡cómo habría quedado una ciu-
dad entera, abandonada por más de 140 años! Estaba peor que un barrio pobre de una ciudad
grande que ha sido totalmente descuidado.
La reconstrucción no sería una obra agradable. Era más fácil poblar otros lugares o construir
casas en el campo abierto, que limpiar todo y empezar de nuevo allí. Lo mismo sucede cuando
una ciudad es afectada por un terremoto o una guerra. Pensamos que es más fácil abandonarla,
colocar [p 105] una valla alrededor y empezar de nuevo en las afueras.
El segundo estorbo para la repoblación de la ciudad era la falta de trabajo. Si no había tiendas
o almacenes, y si no había gente, ¿en qué podrían trabajar? La reconstrucción de los negocios en
la ciudad y otras fuentes de trabajo costaría tiempo.
El tercer problema eran los enemigos vecinos, que permanecían a su alrededor. Mientras todo
el pueblo vivía regado en el campo, los enemigos no tenían mucha motivación para atacarlos, ni
un blanco específico qué atacar. Si establecían la ciudad de nuevo y se hacía fuerte, sería el cen-
tro de atención y sus enemigos tendrían mayor motivación y un blanco digno de atacar. Por esto,
la gente prefería quedarse afuera, donde había estado antes.
TRES BARRERAS PARA LA RECONSTRUCCION
1. RUINAS Y ESCOMBROS
2. FALTA DE TRABAJO
3. ENEMIGOS ALREDEDOR
Base de la selección 11:1–4a
53
Para empezar la restauración de la ciudad, los líderes habían puesto el ejemplo y ya vivían
dentro de ella. Entonces decidieron echar suertes para asignar a uno de cada diez personas la
responsabilidad de trasladarse a Jerusalén. Quienes se presentaran voluntariamente serían felici-
tados por su acto valioso.
El proceso de la selección fue semejante al reclutamiento obligatorio por lotería. En el Antiguo
Testamento acostumbraban echar suertes para averiguar la voluntad de Dios. [p 106] Jehová les
habló por medio de las suertes. Al observar que les había asignado para poblar la ciudad, esta-
ban dispuestos a obedecerle e ir adonde los había enviado. Así que fueron voluntariamente; na-
die los obligó a ir contra de su voluntad.
El pueblo bendijo a los que respondieron positivamente al llamado divino. Los bendijeron por
estar dispuestos a hacer lo que Dios les había dicho. Su respuesta fue más que obediencia; fue
del corazón.
En una manera semejante, existen regiones del mundo hoy día que no tienen ningún testimo-
nio para Jesucristo entre ellos. Existe la necesidad urgente de personas que lleven el mensaje del
evangelio, sean ciudades grandes o pueblos y tribus pequeñas y aisladas. ¿Cómo decidimos hoy
quiénes deben ir para presentar la Palabra de Dios?
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
[p 110]
56
[p 111]
11
Tiempo para Celebrar
Nehemías 12:27–13:3
No recuerdo nunca haber escuchado un sermón navideño basado en Nehemías. Es probable
que al estudiar este pasaje, usted tampoco este pensando en ella. Sin embargo, esta porción bí-
blica tiene relación con la celebración del nacimiento de Cristo y vale la pena considerarla.
La ciudad de Jerusalén está tomando vida una vez más. La renovación urbana está manifes-
tándose por medio de casas reconstruidas y negocios empezando a establecerse de nuevo. La
gente se ha comprometido a obedecer la ley de Dios y se ha obligado a cumplir su promesa.
Al llegar al final de la reconstrucción, el pueblo fue convocado para festejar un culto de dedi-
cación. Querían [p 112] poner su ciudad en manos de Dios para que él la usara como quisiera.
Se puede observar que la renovación era parte de la misma tarea de reconstrucción. Aunque los
muros se habían terminado con antelación, la celebración se pospuso hasta que se obtuvo la res-
tauracón espiritual. Hasta no haber completado este aspecto de la obra, no estuvieron listos para
una celebración completa.
LA CONVOCACION Y PURIFICACION DEL PUEBLO 12:27–30
Nehemí fue un administrador eficaz, pero también fue un varón dedicado a la verdadera ado-
ración a Dios. Quería que el pueblo adorara a su Creador tanto con la música como con sus
ofrendas. Por eso, el gobernador convocó a un culto de acción de gracias y adoración al Señor
que los había capacitado para la realización de esta magna obra.
El pueblo tenía muchas razones para regocijarse. Así que los cantores y músicos se unieron
para alabarlo por su gracia y misericordia mostradas hacia ellos. Los “hijos de los cantores” parti-
ciparon también. Esta descripción no se refiere a los hijos de las familias de los cantores, sino que
era una designación técnica semejante a los “hijos de los profetas”. Se refiere a quienes estaban
estudiando música con el fin de entrar en ese ministerio más adelante, cuando terminara su pre-
paración. Sería como un grupo de estudiantes de un instituto bíblico que se prepara para colabo-
rar en la música y adoración en la iglesia. Estos fueron los que se reunieron también para partici-
par en esta ocasión tan importante en la historia de Israel.
Antes de comenzar la celebración en sí y la reunión del pueblo, los sacerdotes y levitas se pu-
rificaron a sí mismos y a todos los congregantes. Su corazón tenía que estar limpio [p 113] y pre-
parado para entrar en la comunión con Dios. La santidad tenía que anteceder a la felicidad.
LA SANTIDAD DEL PUEBLO DE DIOS ES MAS
IMPORTANTE QUE LA FELICIDAD
LA CELEBRACION DE LOS DOS COROS 12:31–43
Se integraron dos grandes coros para dirigir al pueblo en su expresión de gozo y para cantar
alabanzas a Dios. El nombre usado para describir a estos dos grandes grupos significa literalmen-
te “acciones de gracias”. Casi da la idea de que ellos mismos eran la personificación de lo que
cantaban y se crearon exclusivamente para dar gracias al Altísimo. La primera procesión de ac-
ción de gracias siguió el muro del lado derecho; por el lado izquierdo la siguiente hizo lo mismo.
Al fin los dos grupos se reunieron en la casa de Dios, el templo (12:31, 38, 40).
El gran autor inglés Rudyard Kipling fue tan popular que llegó al punto de que recibía media li-
bra esterlina por cada palabra que escribía. En una ocasión algunos de sus alumnos de la univer-
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sidad, le enviaron una carta con media libra esterlina y sus escritos con la petición de que les en-
viara “su mejor palabra”. El escritor contestó diciendo: “Gracias”.
El señor Guillermo Law escribió: “¿Quisiera saber quién es el mayor santo en todo el mundo?
No es quien ora más o ayuna más.
No es quien da mayores limosnas a los pobres.
Tampoco es quien se destaca más en templanza, pureza moral, o justicia.
Más bien, es quien siempre le da gracias a Dios, quien desea todo lo que Dios quiere, [p 114]
quien recibe todo como muestra de la bondad de Dios, y quien tiene el corazón dispuesto siempre
a alabar a Dios por todo”.
Siguiendo la ceremonia de dedicación, la gente se distribuyó, la mitad a la derecha y la otra a
la izquierda del muro. Esdras estaba entre los de la derecha y Nehemías entre los de la izquierda.
La ocasión no era ni triste ni excesivamente solemne. El pueblo estaba lleno de gran gozo y lo
querían expresar abiertamente. Toda la región de alrededor de Jerusalén se llenó con el ruido de
la celebración pública. Se había reunido una gran multitud de gente bullanguera y alegre y se oi-
ría algo parecido a lo que sucede en un estadio de fútbol cuando el equipo favorito anota un punto
y los gritos se escuchan a varios kilómetros a la redonda. Gozaron por largo rato de la alabanza a
Dios que exaltaba las bendiciones que les había dado.
¡PENSEMOS!
La alegría de ese momento tan especial se destaca al recordar la frecuencia con que los Is-
raelitas se reunían para lamentar la tristeza provocada por su pecado y fracaso. [p 115] Ahora
Dios los había restaurado y tenían razón de sobra para regocijarse. En el idioma original se utiliza
la raíz gozo cinco veces en 12:43. Las mujeres y los niños también participaron en la celebración
alegre. ¿Sería por eso que se oía el estruendo que hacían desde lejos?
DIOS ES LA FUENTE DEL GOZO
LA PREPARACION PARA LAS OFRENDAS 12:44–47
Después asignaron a hombres de confianza como responsables de las bodegas del templo en
que se guardarían las ofrendas que la gente traería. Estaban emocionados por tener de nuevo a
los sacerdotes y levitas presentes dirigiendo la obra de Dios entre ellos y estaban felices de que
al fin podrían presentar sus ofrendas para sostener este ministerio. Después de tantos años de no
tener a dónde traerlas, lo consideraban como un verdadero privilegio.
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¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
[p 120]
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[p 121]
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¡Sigue Caminando!
Nehemías 13:4–14
En la televisión ha aparecido recientemente una serie de anuncios para cierta clase de pilas
eléctricas. Un conejito rosado de peluche pasa frente a nuestros ojos tocando su tambor vez tras
vez, con el aviso: “¡Sigue caminando!”
El comercial principia con la escena de una famosa arpista que está tocando en la pantalla. Al
empezar a sentir que algo no va bien en el anuncio, de repente entra el conejito rosado a inte-
rrumpir con su aviso: “¡Sigue caminando!” Este anuncio que más parece un insulto a la inteligen-
cia se repite constantemente todo el día. ¿Cuándo dejarán de recordarnos al famoso conejito?
[p 122] Al llegar a la iglesia, parece que los predicadores también siempre están insistiendo,
vez tras vez, en recordarnos los mismos sermones. Esta repetición continua del mismo mensaje
no nació en el siglo veinte. Esdras predicó acerca de la separación de las naciones paganas y la
necesidad de ser fieles a Jehová por lo menos dos veces. Nehemías lo repitió dos veces. Des-
pués de ellos, Malaquías regresó con el mismo sermón. Estos siervos de Dios no lo inventaron.
Los otros profetas ya lo predicaban mucho antes.
Nehemías llega de su viaje a Persia con los mismo temas que el pueblo ya se había compro-
metido a cumplir según el capítulo 10: mantenerse apartado de las demás naciones, guardar el
día de reposo, ofrendar a Dios parte de sus ingresos, y no permitir los matrimonios mixtos con los
incrédulos. Tal vez los predicadores repetían estos asuntos porque el Padre Celestial insistía en
ellos. Parece que son importantes para el Señor. El pueblo tenía que arrepentirse una vez más de
su negligencia en cuanto a la ley divina. A Jehová no le gustaba repetirlo una vez más, ni a ellos
les agradaba escucharlo de nuevo, pero era muy necesario hacerlo.
El gobernador había ido a su casa en Susa donde pasó varios años. En esta época se cumplió
el refrán que dice: “Mientras el gato anda afuera, los ratones juegan en casa”. Al regresar algunos
años más tarde, Nehemías descubrió que los judíos estaban en las mismas condiciones de antes.
Era necesario volver a poner en vigor las mismas reformas. Una vez más los dirigió a reconsa-
grarse.
Las tres reformas principales se presentan teniendo como base tres elementos:
• Se describe la falta cometida
• Se define la reforma indicada
• Se dirige una súplica a Dios
[p 123] REFORMA EN CUANTO AL TEMPLO 13:4–14
Eliminación de la cámara de Tobías 13:4–9
Tobías había participado en el complot militar para atacar a Israel y suspender la reconstruc-
ción del muro. También había participado en el plan para distraer y destruir al varón de Dios que
guiaba al pueblo en su regreso a la ciudad de Jerusalén y a la comunión con Jehová.
Ahora el antiguo enemigo se ha vuelto a sentar cómodamente dentro del templo y es respeta-
do por el pueblo. ¡El sacerdote Eliasib le había preparado una cámara de invitado de honor dentro
de la casa de Dios! Era triste que las ofrendas no fueran suficientes para llenar el espacio desti-
nado a ellas. No obstante, era peor todavía que el almacén se destinara para apoyar intereses
comerciales privados. Pero lo más grave de todo era que se le había asignado una porción de la
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casa de Jehová a un pagano que no había escondido sus intenciones contra el Todopoderoso y
su pueblo. Era como meter una zorra en el gallinero.
HABIAN DEJADO DE ADORAR A DIOS
POR SUS ASOCIACIONES COOPERATIVAS
Al darse cuenta de este arreglo, Nehemías lanzó todas las pertenencias de Tobías fuera del
lugar, ordenó que se purificaran las cámaras y las restauró al uso correcto.
Al Señor le importa mucho con quiénes estamos unidos en yugo comprometedor, ya sea en
matrimonio o en los negocios, pero aún más importante, en el servicio que le damos a él (2 Corin-
tios 6:14–18). Esta verdad bíblica no [p 124] quiere decir que debamos aislarnos de los incrédu-
los y no tener nada que ver con ellos porque así jamás podríamos presentarles a Jesucristo (1
Corintios 5:9–10). Pero sí nos enseña que debemos separarnos de quienes creen en otros men-
sajes (Gálatas 1:6–9).
Los líderes del pueblo de Dios habían decidido trabajar en unión con quienes habían estado
en contra de la obra divina. Decidieron que era tiempo de hacer concesiones, construir puentes, y
unirse para realizar grandes obras en nombre del Altísimo. Sólo existía un problema: El Señor les
había dicho que no lo hicieran.
Hoy día también hay muchos que dicen que debemos colaborar con el mundo para realizar
grandes cosas en el nombre del Creador, para restablecer la justicia, para salvar a nuestro plane-
ta, para edificar el reino de Dios, etc. Sin embargo, él quiere que su pueblo sea distinto, y se apar-
te de quienes siguen otros sistemas religiosos y sirven a otros dioses. Ser religioso no es suficien-
te. Muchos religiosos trabajan en el nombre Santo pero no lo honran y se niegan a acercarse a él
conforme a lo que ha establecido en su Palabra.
No debemos vivir aislados de todo el mundo que no sea “de los nuestros”, pero debemos ser
distintos de quienes no siguen a nuestro Señor. Amós pregunta: “¿Andarán dos juntos, si no es-
tuvieren de acuerdo (3:3)?” Pablo pregunta: “¿Qué comunión tiene la luz con las tinieblas (2 Co-
rintios 6:14)?”
Hace unos días un amigo mío estaba hablando con una mujer que decía que ella podía ver en
la oscuridad. Mi amigo, que es un perfeccionista y siempre está dispuesto a discutir las cosas
cuando se le presenta la oportunidad, respondió: “Discúlpeme, señora, siento llevarle la contraria,
pero ni usted ni ninguna otra persona puede ver en las [p 125] tinieblas”. No dijo más, pero quería
indicar que la vista se basa en el reflejo de la luz, aunque se tenga sólo una cantidad mínima de
ella. Si estamos en un lugar de completa oscuridad, no podemos ver absolutamente nada. La luz
es lo contrario de lo que es la oscuridad. Las dos cosas no pueden existir juntas; la una elimina la
otra.
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
Para Israel este paso de obediencia requirió que alejaran a los enemigos de Dios y sus perte-
nencias del templo, que ofrendaran lo necesario para sostener el ministerio en su casa, que con-
sagraran el sábado, y que eliminaran los matrimonios mixtos de modo que fueran distintos a las
naciones paganas. Es probable que Dios no nos hable de estos mismos problemas en el día de
hoy. Sin emargo, él quiere que nuestra vida sea distinta. Debemos identificar el [p 133] área que
a él le interesa cambiar en nuestra vida y comprometernos a hacer lo que él quiera.
Nehemías fue tenaz. Como líder tuvo que insistir continuamente en las cosas que eran de su-
prema importancia delante de Jehová. Tenía que confrontar con amor a los que se desviaban. No
podía quedarse quieto y pasar por alto los problemas del pueblo. Tampoco nosotros podemos.
Nehemías siguió insistiendo en los temas viejos porque Dios todavía estaba interesado en ellos.
Tal como el conejito rosado, él tuvo que seguir caminando.
Esto es perseverancia espiritual. Nehemías la tenía de sobra. Dios quiere que nosotros sea-
mos firmes en obedecerle, que sigamos caminando, aunque sea necesario insistir en lo mismo de
siempre, hasta cumplir la carrera que nos ha asignado.
Nehemías hizo un compromiso con Dios. No podía aceptar menos que las normas divinas es-
tablecidas. Aunque otros no lo acompañaran en su deseo, él se mantendría fiel. La gente recibió
sus advertencias porque su propio ejemplo como varón que andaba con Dios se manifestó abier-
tamente ante ellos. Si nuestros actos están en duda, la gente no nos seguirá aunque les empuje-
mos con toda nuestra fuerza.
Como pueblo de Dios tenemos que analizar nuestra propia vida y asegurarnos de que todas
las áreas de ella están entregadas y comprometidas a hacer la voluntad divina a toda costa. De-
bemos dedicarnos a hacer lo que honra al Señor, sea
• en nuestra asociación comercial con otros,
• en el uso de nuestra posesiones,
• en el uso de nuestro tiempo,
• en seguir su plan para el matrimonio.
¿Acabaremos nuestra carrera fielmente? ¿Podremos decir: “Acuérdate de mí, Dios mío, para
bien”?
[p 134] REPASO DEL LIBRO
El relato de Nehemías empezó aproximadamente trece años después del regreso de Esdras a
Jerusalén. El pueblo había estado en la tierra por noventa y dos años. El templo se había recons-
truido y el pueblo había pasado por un período de avivamiento espiritual bajo la dirección de Es-
dras.
Aunque habían estado en la tierra varios años ya, los muros estaban deshechos y casi nadie
vivía en la ciudad. El estado espiritual del pueblo dejaba mucho que desear. Por eso Nehemías
quería ver la reconstrucción de los muros, la repoblación de Jerusalén, y la restauración espiritual
del pueblo.
Nehemías era copero del rey de Persia. Como tal, compartía la suerte del rey y tenía una rela-
ción de alta confianza con el que reinaba sobre el imperio persa. Artajerjes estuvo dispuesto a
permitir la reconstrucción de la ciudad a sabiendas de que Nehemías estaría allí encargado del
proyecto y lo nombró gobernador con autoridad para dirigir la reconstrucción física y espiritual.
Por eso, Nehemías asumió la responsabilidad y dirigió el tercer regreso a la tierra de Israel en 444
a.C.
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El libro de Nehemías tiene como su propósito más obvio describir las circunstancias históricas
relacionadas con el tercer regreso a Jerusalén. También intenta demostrar que Dios estaba invo-
lucrado personalmente en la restauración de su pueblo. Jehová controla la historia y aún puede
utilizar a los reyes paganos para realizar sus propósitos. El se encargó de traer al pueblo a la tie-
rra de nuevo y los estableció allí.
Antes de que el plan del Señor se lograra en su totalidad, el pueblo tenía que reconocer su
santidad y siguiendo su ejemplo, dedicarse a un estilo de vida santo, apartado de sus vecinos
paganos. La bendición divina llegaría en base a [p 135] su fe y obediencia a la Palabra revelada
de Dios. Si desobedecían, serían juzgados una vez más.
La primera parte del libro describe la reconstrucción física de los muros que rodeaban la ciu-
dad (Nehemías 1–7). A través de este aspecto, se observan las características más notables de
este gran administrador utilizado por Dios para realizar esa obra tan importante. Se aprende de su
ejemplo la clase de líder que Dios utiliza para lograr sus propósitos en su pueblo.
La segunda parte del libro presenta la reconstrucción espiritual para que los escogidos sirvie-
ran sólo a su Señor y recibieran su bendición (Nehemías 8–13). Las normas que Dios estableció
para que su pueblo lo honrara y revelara su naturaleza en medio de los pueblos paganos del
mundo se destacan a través de este relato.
¡PENSEMOS!