Equilibra la leptina para controlar tu reino hormonal
Samuel, un corredor de bolsa de 48 años, su hinchado rostro al instante me dio una pista sobre cuál podía ser el problema. Tenía antecedentes de mala función tiroidea, para lo cual tomaba medicamentos. Tenía una vida muy estresante, pero calificaba como «buena» su salud general. Mencionó que su hijo había sido «intolerante» a los alimentos sólidos durante su infancia y que le habían diagnosticado celiaquía. Tenía una enfermedad autoinmune conocida como tiroiditis de Hashimoto, causada por una activación anormal del sistema inmune que lo hace atacar la glándula tiroidea. Solicité examen de sensibilidad al gluten, el cual arrojó resultados contundentes, era muy intolerante a dicho gluten. Sometí de inmediato a una dieta libre de gluten. Su respuesta a la dieta fue sobresaliente, a los 4 meses de empezarla admitía por escrito cuán mala era su vida en el momento en que había hecho la cita para verme. Había mentido cuando me dijo que su salud era «buena», había padecido insomnio durante algún tiempo. Se veía exhausto y tener un sueño regular y reconstituyente lo ayudó a revertir sus padecimientos y a llevarlo al lugar que tanto anhelaba: el de la salud óptima. La mayoría de las personas no valora lo suficiente los beneficios de una buena noche de sueño, es una de las pocas ventajas de la vida que es del todo gratis, además de ser esencial para el bienestar, es una herramienta fundamental para prevenir el deterioro cerebral.
La ciencia del sueño
Casi cualquier sistema del cuerpo se ve afectado por la calidad y la cantidad de sueño que recibe el cuerpo, sobre todo el cerebro. Entre los beneficios demostrados están que dormir determina cuánto comemos, cuán rápido va nuestro metabolismo, cuánto engordamos o adelgazamos, si podemos enfrentar las infecciones, cuán creativos o sagaces somos, qué tan bien manejamos el estrés, cuán rápido somos capaces de procesar la información y qué tan bien podemos organizarnos y almacenar recuerdos. Tener un sueño adecuado, también influye en nuestros genes. A principios de 2013 un grupo de científicos ingleses descubrió que privarse de sueño durante una semana alteraba la función de 711 genes, incluyendo algunos implicados en el estrés, la inflamación, la inmunidad y el metabolismo. Cualquier cosa que afecte de manera negativa dichas funciones corporales fundamentales tiene un impacto en el cerebro. Dependemos de estos genes para generar una provisión constante de proteínas que remplacen y reparen el tejido dañado. Otros síntomas del insomnio crónico: confusión, pérdida de memoria, niebla cerebral, baja inmunidad, obesidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes y depresión. Son pocas las personas que duermen lo suficiente como para cubrir las verdaderas necesidades del cerebro. Cerca de 10% de los estadounidenses sufre de insomnio crónico, un 25% afirma no dormir lo suficiente en algunas ocasiones. Se publicó una investigación sobre los «sorprendentes efectos del sueño en el hambre»; al parecer, las hormonas influidas por la falta de sueño son distintas en hombres y en mujeres. En el caso de los hombres, la falta de suficiente sueño provoca una elevación de los niveles de ghrelina, una hormona que estimula el apetito. En el caso de las mujeres, los niveles de ghrelina no cambian por la falta de sueño, pero sí se ven afectados los de GLP-1, una hormona que suprime el apetito. Dormir se vuelve un desafío cada vez mayor conforme envejecemos. Hasta 40% de los adultos mayores no logra dormir bien durante la noche debido a problemas crónicos como apnea del sueño e insomnio. Kristine Yaffe estudia a personas con un riesgo elevado de desarrollar trastornos cognitivos y demencia, llevó a cabo una serie de estudios que analizaron a más de 1300 adultos mayores de 75 años de edad, notó que quienes padecían trastornos a la hora de dormir, como apnea del sueño, tenían más del doble de probabilidades de desarrollar demencia años después. Quienes experimentaban interrupciones del ritmo circadiano natural o se despertaban durante la noche también tenían mayores riesgos de desarrollar dicho padecimiento. Los ritmos circadianos son fundamentales para el bienestar. Cuando tenemos como seis semanas de nacidos, todos establecemos este patrón de actividad repetitiva asociada con los ciclos del día y de la noche que conservamos durante el resto de nuestras vidas. El ciclo natural de sueño y vigilia regula casi todo en nuestra vida, si tomamos en cuenta que los patrones de secreciones hormonales se ciñen a él. Un ejemplo primordial es la temperatura corporal, la cual disminuye un poco después de mediodía como consecuencia de una coreografía de ciertas hormonas. Quienes trabajan de noche y, por lo tanto, tienen patrones irregulares de sueño debido a sus responsabilidades laborales, viven por eso mismo con más riesgo de albergar enfermedades potencialmente graves. La próxima vez que te sientas extrañamente cansado, voluble, sediento, hambriento, torpe, olvidadizo o hasta alerta, agresivo y excitado, examina tus hábitos de sueño recientes y es posible que encuentres la respuesta. Necesitamos un patrón regular y confiable de vigilia, así como un sueño refrescante para regular nuestras hormonas. Para explicar el vínculo entre el sueño y la salud mental, nos enfocaremos en una de las hormonas más devaluadas e ignoradas: la leptina, que en esencia coordina las reacciones inflamatorias del cuerpo y ayuda a determinar nuestros antojos de azúcar, la cual se ve muy afectada por los patrones de sueño.