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DISCURSO CONSTITUCIONAL:
SOBERANIA EN LAS CONSTITUCIONES ZULIANAS DEL SIGLO XIX (*)
Livio Roberto De Los Ríos Pirela (**) liviodelosrios@gmail.com
Felipe Rafael Araujo Ferrer (***) felipe.araujo1@gmail.com

DISCURSO CONSTITUCIONAL:
SOBERANIA EN LAS CONSTITUCIONES ZULIANAS DEL SIGLO XIX

RESUMEN

Desde el punto de vista normativo constitucional, las Constituciones de una Nación recogen todo
un hecho socio-nacional, que se dirige a la construcción de un ente denominado Estado que van
dar el soporte organizativo de ese espacio geográfico y su relación con quienes lo habitan. Toda
Constitución en su construcción y en su contenido tiene su elemento discursivo, que refleja la
realidad social. En Venezuela, el inicio de la vida Republicana y su dinámica constitucional, bien
provincial y nacional, condujo a la presentación de textos que pugnaban entre sí, en razón de los
intereses locales y republicanos, que llevó a una intensa actividad política y social, tal como
ocurrió en el Estado Zulia durante el siglo XIX. Esta investigación tiene como objetivo analizar
la soberanía como discurso constitucional en las constituciones zulianas del siglo XIX. La
investigación, carácter hermenéutico, permitió la interpretación sobre el hecho en sí que se
abordó como es la soberanía. De la revisión de los diferentes textos, permitió encontrar resultados
que reflejaban la realidad temporal de ese siglo y los hechos acontecidos históricamente,
presentando una intensa discursiva constitucional, que permitió aglutinar intenciones sociales,
conduciendo a la construcción de textos constitucionales provinciales donde el hecho soberanía
fue la constante.

Palabras clave: discurso, constitución, discurso constitucional, constituciones zulianas,


soberanía

(*) Este artículo tiene como propósito presentar parte de los resultados del proyecto de investigación registrado ante
el CONDES y presentado desde el Instituto de Estudios Políticos y Derecho Público intitulado “ Instituciones
Políticas y Derecho Constitucional Provincial: Soberanía en las Constituciones del Zulia ”.

(**) Docente Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Escuela de Ciencia Política. LUZ.

(***) Docente Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Escuela de Ciencia Política. LUZ.
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CONSTITUTIONAL DISCOURSE:
SOVEREIGNTY IN ZULIANAS CONSTITUTIONS OF XIX CENTURY

ABSTRACT

From the constitutional normative point of view, the Constitutions of a Nation include a whole
socio-national fact, which is directed to the construction of an entity called the State that will give
the organizational support of that geographic space and its relationship with those who inhabit it.
Every Constitution in its construction and in its content has its discursive element, which reflects
the social reality. In Venezuela, the beginning of Republican life and its constitutional dynamics,
both provincial and national, led to the presentation of texts that fought each other, due to local
and republican interests, which led to intense political and social activity, such As happened in
the Zulia State during the nineteenth century. This research aims to analyze sovereignty as a
constitutional discourse in the nineteenth century Zulian constitutions. The investigation,
hermeneutical character, allowed the interpretation on the fact in itself that was approached as is
the sovereignty. From the revision of the different texts, it was possible to find results that
reflected the temporal reality of that century and the facts that occurred historically, presenting an
intense constitutional discursive, which allowed to agglutinate social intentions, leading to the
construction of provincial constitutional texts where the sovereignty fact was The constant.

Keywords: discourse, constitution, constitutional discourse, zulianas constitutions, sovereignty.


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INTRODUCCIÓN

El proceso de independencia y posterior consolidación de la República en los diferentes espacios

de América contempló circunstancias particulares, donde el hecho educativo y consecuente

apreciación de la realidad manifestada con un discurso, reflejó y permitió resultados que marco

diferencias entre estos nacientes Estados.

En ese sentido, un discurso es toda una construcción sucesivas de palabras, expresadas de manera

escrita u oral, bien extensas o cortas, que sirven para expresar lo que se piensa o se siente, pero

que debe ser ordenado, acomodado y proporcionado para lo que se quiere lograr, pero de igual

recoge, todo un mundo de conocimientos, sentimientos y cosmovisión (Van Dijk, 1999).

Halliday (1989) sostiene que una diferencia fundamental entre escritura y oralidad consiste en

que, en el medio escrito el texto se presenta como un producto, mientras que en el medio oral, el

texto es un proceso y cada código representa la realidad como un espejo de sí mismo. A

diferencia de lo que proponen otros autores, no puede decirse que el discurso oral sea más

sencillo que el escrito, pero sus complejidades son de distinta naturaleza. Mientras que en el

discurso escrito hay una densidad de sustancia, el discurso oral se caracteriza por la intrincación

de movimiento.

Al escribir, se tienen tiempo de integrar las ideas en un todo organizado, mientras que el rápido

flujo de la oralidad impone la expresión de una idea por vez. Al escribir,se pueden tirar los

borradores, mientras que la oralidad no da tiempo de editar el texto.

Por otra parte, el término constitución es uno de los vocablos o palabras más polifacéticas

utilizadas por la ciencia y el derecho.En sentido amplio y genérico, Constitución “es esencia,

cualidad y calidad de una cosa que la constituyen como tal y la diferencian de las demás”( Je-
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llinek,2012:81). Por lo expuesto, todo objeto tiene su constitución, pudiéndose señalar la

Constitución de un Estado.

La teoría constitucional ha elaborado numerosos conceptos de constitución, pero en definitiva,

todos encaran de alguna manera los límites y las relaciones entre Sociedad y Estado, regulando

las competencias de cada uno.

Así mismo, la Constitución de un Estado determina su sistema político , los poderes y órganos de

gobierno, las instituciones, las atribuciones que tienen y los derechos y garantías de aquellas,

de los grupos intermedios y de los ciudadanos. Es ley suprema que fija límites estructurales e

infranqueables, respecto de aquellos temas, pero que se manifiesta por medio de un discurso que

puede ser escrito u oral o ambos.

La conformación de Venezuela como República, pasó por momentos que la forjaron como tal y el

proceso de la constitucionalidad fue significativamente importante, basado en el hecho de que la

conformación inicial de la Capitanía General de Venezuela, estuvo signada por espacios

distanciados y heterogéneos, que conllevo a mantener diferencias particulares, pero de igual

manera intereses contrapuestos.

La Provincia de Zulia, como claro ejemplo de lo que se sostiene, en su condición geográfica, y

punto intermedio entre el Virreinato de Nueva Granada y la Capitanía General de Venezuela, fue

sustancialmente importante en el comercio, por ser encrucijada entre los dos bloques de poder,

pero a su vez logró consolidar una identidad que llevó a sus pobladores a que una vez logrado el

proceso de independencia, empezaran a forjar un destino propio soberano, autónomo que se

evidencia en la discursiva oral y a su vez escrita, presente ésta última en su Constitución,

esencialmente del siglo XIX.


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La investigación realizada, aborda el proceso llevado adelante en el siglo XIX, sobre la

construcción del discurso constitucional, en la presencia de la figura de soberanía que como

cualidad que tiene el soberano, es decir, aquel que tiene autoridad sobre el resto, es base de la

norma fundamental y a su vez respuesta al paradigma forjado durante siglos en la provincia de

Maracaibo y que después será Estado Zulia.

Por último, resulta importante señalar que el método de investigación empleado fue el

hermenéutico. El proceso hermenéutico trata de “la búsqueda del sentido, de la comprensión, la

interpretación del discurso, entendido éste como unidad de sentido, que materializa el

pensamiento, involucra aspectos lingüísticos, cognitivos, valorativos, sociales y culturales del

texto en el contexto, desde la perspectiva de la crítica social” (Van Dijk, 1999:156).

Lo anterior, conlleva a la necesidad de profundizar en el discurso formalmente establecido de

una sociedad, allí donde el concepto de soberanía ha sido permeado por los intereses políticos,

ideológicos y culturales, por cuanto se entiende que “el proceso de objetivación de la cultura y el

mundo social es el lugar de producción del sentido y los valores” (Giménez, 2006:56).

2. FUNDAMENTOS TEÓRICOS
2.1. Un Paradigma Crítico: Lo Constitucional como Discurso Político de Organización y

Dirección Social.

El ser humano en su condición gregaria y, por tanto social, que ha manifestado desde inicios de

su existencia, ha convivido en comunidad, ensayando diversos y complejos sistemas de

organización política y buscando fórmulas que le permitan desarrollar adecuadas relaciones de

comunicación y cooperación con los diferentes grupos sociales de su entorno.

En ese sentido, uno de los sistemas, quizás el más complejo, es su organización legislativa y

constitucional creado un poco más de dos siglos como consecuencia del avance de las ideas de-

mocráticas liberales, con el propósito de proveer a la sociedad de mecanismos esenciales e in-


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dispensables que le permitiese dar solución a sus naturales conflictos dentro de un clima de paz y

tranquilidad.

La construcción de este sistema, hasta dar forma y contenido doctrinario ha sido un largo y

complejo proceso histórico permanente para ser alcanzado. La independencia de las colonias

inglesas, la Revolución Francesa, constituyen hitos importantes en la formación del constitucio-

nalismo, cuyos principios fundamentales rigieron con dificultades durante los siglos XVIII y XIX

muchos de ellos superados, pero que siguen siendo referentes lógicos para el desarrollo de la

doctrina contemporánea que busca hacer realidad la más elevada aspiración humana de vivir en

un mundo en el que lejos del miedo y el terror pueda disfrutar de la libertad y la justicia, dentro

de un ambiente de tolerancia y respeto mutuo.

Es así como, “el Derecho constituye un sistema normativo regulador de las relaciones sociales,

constituyéndose en una unidad de normas distribuidas en instituciones y ramas de acuerdo con el

objeto y el método de regulación jurídica” (Díaz Zegarra, 2010: 64).

Cada rama es una subdivisión independiente dentro del sistema jurídico e incluye normas

organizadas en instituciones jurídicas, reguladoras, mediante un método específico, de relaciones

sociales cualitativamente homogéneas en una determinada esfera de la vida social ( Mouchet y

Zorraquin, 2004). Es decir, dentro del Derecho se diferencian grupos de normas que se refieren a

sectores específicos de la vida social y se basan en principios comunes que le dan unidad y

coherencia interna y los distinguen de otros grupos de normas jurídicas, por lo que se consideran

ramas autónomas.

Por supuesto que esta autonomía de una rama del Derecho y de su correspondiente ciencia es

relativa, pues el objeto del Derecho es uniforme, lo constituyen las relaciones sociales, y si

determinados sectores tienen particularidades, no puede olvidarse que el Derecho es un sistema

único (Pacheco, 1975).


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El Derecho Constitucional responde a estos requisitos para ser una rama autónoma, pues está

integrado por un grupo de normas que regulan, mediante un método concreto, una esfera de la

vida social, aquella vinculada con las bases del régimen económico social, el sistema político y el

ejercicio del poder (Ferrero Rebagliati, 1998).

De igual manera, el Derecho que se aplica a las instituciones políticas es el o Constitucional, con

un claro objetivo como es la organización jurídica del Estado, por lo tanto su contenido atiende la

relación entre el Estado y Constituciones y entre el Estado y los individuos (Díaz Zegarra, 2010).

Se puede señalar que, “La palabra Constitución, y con ella la expresión Derecho Constitucional y

cualquier otra en que el término aparezca como adjetivo, está cargada de significado político,

evoca ideas como libertad, democracia, garantía de los derechos de los ciudadanos, limitación del

poder”(De Otto, 1995:11), entre otras muchas dependiendo de cada caso considerado.

La relevancia política que el término implica está íntimamente vinculada al momento histórico

dentro del cual surja. Por ello se requiere que el estudio de un texto constitucional, en su nivel

estatal o estadal, deba verse desde la perspectiva discursiva que marca su origen y su claro

momento de expresión, diacrónica y sincrónicamente. La forma como ha sido concebido primero,

construido después y redactado finalmente demuestra que “se trata de un discurso producido

dentro de la escena política, en aparatos políticos que pueden delimitarse con suficiente

aproximación, y en cuanto tal puede ser aislado y es susceptible de ser integrado a una tipología

textual”( Giménez, 2006: 55 ).

Así pues, el texto constitucional es la manifestación concreta del discurso (Giménez, 2006:58), en

tanto que éste se asuma como toda práctica enunciativa considerada en función de sus

condiciones sociales de producción, que son fundamentalmente condiciones institucionales,

ideológicas-culturales e histórico-coyunturales ( Robín, citado por: Giménez, 2006: 57) de un

determinado colectivo humano, amplio o reducido, en un momento dado.


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2.2. Gran Herencia Cultural

El término Constitución y cuanto ella implica es para la cultura americana una herencia cultural y

política europeas greco-romana específicamente. Antes de que la Roma antigua eliminara la

monarquía como forma de gobierno para luego asumir la forma republicana y con ello las XII

Tablas y cuanto deriva luego en Derecho Romano entre esto las llamadas Constituciones, los

griegos habían ya concebido y plasmado formas de organización política; ejemplo claro que

ilustra lo sostenido se tiene en la Gran Retra de la ciudad-estado griega de Esparta, Gran Retra o

también denominada Constitución de Licurgo”(Fornis, 2002:39).

Resulta importante señalar que “rhétra, palabra que procede de la raíz del verbo eíro (decir),

viene a significar literalmente lo dicho”(Gómez Espelosin, 2011:71), tanto en un sentido oracular

como jurídico. Por extensión,“rhétra expresa algún tipo de acuerdo entre individuos o Estados, o

bien una decisión comunitaria, aceptación esta última, en tanto que acuerdo político en el seno de

la comunidad, daría sentido a la traducción de Constitución” (Fornis, 2002:39). Siendo así un

contrato, convenio, acuerdo, oráculo o acto de la Asamblea, fuera cual fuese su naturaleza

original, en el texto aparecen ya los pilares del edificio institucional lacedemonio y constituirá un

factor decisivo para el futuro desarrollo de Esparta, siendo el producto del intento de dotar de

estabilidad a un Estado que precisaba de una gran cohesión interna como única forma de afrontar

los numerosos desafíos internos y externos a los que se enfrenta.

La Retra se hallaba bajo la invocación de las divinidades de Zeus y Atenea y sus dos

disposiciones esenciales eran un reparto de los miembros de la comunidad cívica y un reparto de

los poderes entre la Gerusia, como órgano de gobierno, y la asamblea de demos que detentaban la

soberanía y el derecho de discusión (Gómez Espelosin, 2011:82).

Siglos más tarde de creada la Gran Retra o constitución de Esparta o de Licurgo, Aristóteles se

dedica al estudio de las constituciones griegas de su momento; este es un proyecto de


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investigación adelantado por un grupo de trabajo -dirigido por él- que procura recopilar más de

centena y media de constituciones del mundo griego, todo ello con el propósito de presentar

ampliamente a la cultura política y legislativa de su tiempo (Gimenez, 2006), es decir, ofrecer una

visión realista de los diversos motivos y variadas maneras de ver y regular el actuar político, y en

ello simultáneamente sus similitudes; dicho de otra forma, hacer ciencia política.

Desde esta perspectiva, existe una identificación griega con la esencia creativa, fundadora y

reguladora de cuanto implica la palabra Constitución vista por los romanos, donde se dice que:

“El término latino constituítio significa arreglo disposición,orden, organización y también,


en sentido jurídico, ley, estatuto, edicto, decreto. Desde el punto de vista filosófico, es
importante advertir que constituitio ha sido utilizado para traducir del griego, en
tanto que significa fundación, principio o comienzo, acción de echar los cimientos de
algo. En el romano, la creación tiene, ante todo, una significación jurídica, pero ello se
debe a que la constituitiono es, a su vez, una mera norma, sino la forma concreta de
engendrar la realidad por excelencia: la sociedad ( Ferrater Mora,1994: 669 ).

Se puede afirmar que la Constitución implica una manera de presentar y organizar a un colectivo

humano y su realidad, ello plasmado por medio de un discurso político que “instaura objetivos o

proyectos considerados valiosos para la organización de la convivencia social”(Giménez,

2006,60), comenzando por la organización y ejercicio del poder para conseguir el orden, la paz y

armonía social plena y en sí una acción soberana.

2.3. Edad Moderna. Florecimiento de la Constitucionalidad.

Con la desaparición del antiguo mundo político griego y posteriormente del imperio romano de

occidente, la existencia de las constituciones así entendidas también desaparecen hasta ver de

nuevo luz una vez llegada la Edad Moderna. Durante ese largo tiempo el legado greco-romano no

desaparece, su sistema jurídico y cuanto le fundamente de alguna manera perdura y para aún hoy

reaparece en los órdenes jurídicos vigentes del siglo XXI.

Es menester comprender que el resurgir de la Constitución en tiempo de la modernidad proviene

de la necesidad social y en mucho burguesa de mayor vivir con justicia y en ello con mayor
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apertura, de consolidada participación en la toma de decisiones, de garantizar derechos, costosa y

dolorosamente adquiridos, así como de suprimir y/o limitar poderes, para fundar o establecer

nuevas formas de convivencia social más democráticas, en esto libertarias e igualitarias.

A este respecto, cabe advertir que la Constitución toma diversas formas –escritas o no– y

consagra también formas diversas de gobiernos y organización política, todas ellas ajustadas al

proceso histórico y particular manera de ver, vivir y aspirar cambiar la realidad por cada conglo-

merado humano; de allí que,“La constitución política de los pueblos que expresa o tácita, existe

en todos ellos, es variable por consiguiente, como variables son las condiciones de existencia en

que el hombre se encuentra, cuyo desarrollo siempre tiende, no a la perfección” ( De Soria,

1867:6).

Tal nivel de variación o cambio se dan en el hombre desde sí mismo y su realidad, esto implica

que al hombre no se le puede considerar como un ser inmutable, sino “que se le ve en todos los

tiempos y en todas épocas variar sus ideas, costumbres, civilización, conocimientos,

necesariamente a la misma ley de variedad deben estar sometidos el conjunto de seres semejantes

que constituyen la ciudad o la nación.” (De Soria, 1867:7).

Así, variación en el hombre, sociedad y texto constitucional no sólo es conveniente sino por

demás necesaria, pues en ello va su aspiración de materializar nuevos discursos políticos,

concretar estadios de organización y dirección política, entre otras, para la convivencia social, por

lo que cabe resaltar que“Las Constituciones, asegura Sartori, no realizan milagros, pero difícil

será tener un buen gobierno, sin un buen instrumento de gobierno. Para alcanzar este objetivo es

muy probable que las Constituciones deban ser reformadas; entonces, el problema estriba en

saber qué es lo que se necesita cambiar y cómo cambiarlo”(Carpizo, 2002:11).

2.5. Bosquejo Crítico del Derecho Constitucional Provincial en el Zulia.


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Se establece que el concepto de soberanía no fue planteado por griegos ni romanos, sino que se

idealiza durante la Edad Media, en la lucha entre los tres poderes, la Iglesia, el Imperio Romano y

los grandes señores feudales (Jellinek,2012). Sin embargo, “el término soberano deriva de la raíz

súpera, forma arcaica de supra, que significa encima o arriba y que dado este adverbio, el verbo

superare y el adjetivo súperurus súpera súperum, surgiendo la forma superarus, que es aquel que

ejercita los oficios de estar o ponerse encima” (González Uribe, 1999:44 ).

Modernamente se define la soberanía como la “cualidad de soberano, autoridad suprema del

poder político, alteza o excelencia no superada en cualquier orden inmaterial; la que reside en el

pueblo y se ejerce por medio de sus órganos constitucionales representativos”(Diccionario de la

Real Academia de la Lengua Española, 2001:735).

En razón de lo anterior se puede señalar que, hay que establecer una marcada diferencia entre la

soberanía y el soberano; igualmente que la soberanía viene a ser la potestad en ejercicio de

detentar un poder político único y excluyente puesto en práctica en un determinado territorio,

sobre sus habitantes y en diversos campos de actuación. Esa condición de poder único y

excluyente pudiera admitir formas combinadas reservándose la condición de soberanía a ciertas

áreas o ámbitos, bien territoriales, competencias, de ejercicio y acción.

Vistas las cosas en estos términos, el concepto de soberanía se refiere al uso del poder de

mando(Matteucci,1982:1534) o del control político que se ejerce en distintas formas de

asociación humana y que implica la existencia de algún tipo de gobierno independiente que se

apoya en la racionalización jurídica del poder.” (Robertson, 1993:440).

Igual referencia se hace para cuando dicha soberanía es compartida, bien sea desde la forma de

organización federal o bien de la confederada del Estado. Es en este sentido, cuando se puede

hablar de una coexistencia de soberanía en un mismo Estado, a saber una soberanía estatal y una

soberanía estadal, que coexisten cada cual con competencias y posibilidad de acción concreta y
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delimitada (Laski, 2004). Es el caso de Venezuela y sus constituciones provinciales de 1864, una

vez terminada la Guerra Larga o Federal e instaurado de ella el nuevo régimen.

Se señala al respecto de esta soberanía dual que“el pueblo divide en dos partes el ejercicio de su

soberanía; ejerce una de ellas solidariamente con las demás provincias, por medio de las

autoridades comunes que gobiernan en los objetos esencialmente nacionales y desempeña la otra

aislada y separadamente por medio de autoridades locales que gobiernan en los objetos peculiares

de la provincia” (Alberdi y González, 1920: 82).

Esta apreciación va en consonancia con el sistema de gobierno federal que en Venezuela surge a

partir de 1811, primero con la creación entre ese año y el siguiente de las llamadas constituciones

provinciales, texto de alta relevancia que precede en su existencia al texto constitucional; más

tarde se mantiene en las constituciones nacionales hasta llegar a su punto cumbre con la

constitución de 1864 y el surgimiento generalizado de nuevas constituciones provinciales, del

derecho constitucional provincial venezolano. Es así como se aprecia la marca federal en las

propias denominaciones que desde un principio se dieron los que en 1811 han de ser o son ya en

1812 miembros de la Confederación Americana de Venezuela, como son:

1) Plan de Gobierno de la Provincia de Barinas (26-03- 1811),

2) La Constitución Provisional de la Provincia de Mérida de Venezuela (31- 07-1811),

3) El Plan de Constitución Provisional Gubernativo de la Provincia de Trujillo ( 2-09-1811).

4) La Constitución Fundamental de la República de Barcelona Colombiana (12-01-1812).

5) Constitución para el gobierno, administración interior de Provincia de Caracas (31-01-1812).

Estas reacciones provinciales, con fundamentos y discursos de apelación soberana, son

plenamente comprendidas, cuando se afirma que “La soberanía, suprimidas las autoridades

peninsulares, revirtió a los Cabildos; la unión de los Cabildos dio a esa soberanía un carácter

nacional. La soberanía provincial o soberanía de los Cabildos en la constitución de las


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nacionalidades de América tiene su comprobación y fue acatada por los libertadores San Martín

y Bolívar.” (Belaunde, 2003: 34).

Se plantea para algunos un reconocimiento de una soberanía en doble instancia, de doble

soberanía en un mismo Estado federal o confederado, en todo caso dependiendo de cualquiera de

los casos, una soberanía provincial y una soberanía nacional, que más tarde – a partir de 1864- se

diferenciará como estadal y estatal, al otorgárseles el nombre de Estado a las antes provinciales.

Frente a esta concepción de doble soberanía, hay quienes sostienen una opinión contraria,

cuando se afirma que “Hemos visto también desarrollarse una teoría, la de la soberanía popular

en contraposición a la soberanía provincial. Se ha dicho que no existen dos soberanías, que no

hay más que una: la nacional, que se pone en práctica por los órganos, por los instrumentos, el

nacional; hay una ley fundamental llamada Constitución que se hizo en nombre del pueblo y no

de los Estados” (Alberdi y González, 1920: 432).

En medio de ese legado con espíritu autonomista-soberano se crece la idea en la provincia

de Maracaibo (Zulia) la idea de un gobierno que sólo está en unión y no en unidad de enajenada

subordinación perpetua a los gobernantes de Venezuela desde 1821. Es desde aquel 28 de enero

de 1821 –en la lógica autonomista-soberana– cuando por acto libérrimo del Cabildo de

Maracaibo este decidió pasar a formar parte de la nueva República. Razonamiento que puede ser

debatido y dejado en poca argumentación, cuando en la práctica, el territorio de esta provincia

pasa alternativamente de manos patriotas a realistas sin mayor consentimiento del Cabildo y sus

habitantes en medio del humo de la guerra de la independencia.

Todo inicia, con el hecho de que “pertenecer a la República de Venezuela y depender de Caracas

no era realmente atractiva para las élites locales (Maracaibo, Mérida y Trujillo)”( Urda-

neta,1998:89). Pero los hechos y los actos sucesivos de soberanía y autonomía de la que fuera

Departamento Zulia(1824), provincia de Maracaibo (1830-1856) y finalmente estado Zulia


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(1864) tienen “base en los actos de José Domingo Rus, diputado zuliano ante las Cortes de Cádiz,

en 1818 quien autorizado y apoyado por la élite de la ciudad, plantea la creación de la Capitanía

General de Maracaibo independiente de Caracas (Ocando Yamarte, citado por: Morales,

2007:53).

Este intento de separación avanzó al punto que mientras se estudiaba el documento acerca de la

erección de Maracaibo, en Capitanía General, “ésta provincia quedaba separada de la Capitanía

General de las Provincias de Venezuela, sin dependencia de ella y sujeta a la Real

Audiencia”(Ocando Yamarte, citado por: Morales, 2007:53) pero se vio frustrada cuando con “el

regreso de Fernando VII al trono español, éste desconoce los acuerdos de Cádiz obviando lo

acordado para la provincia de Maracaibo. En 1814, Rus va a otro cargo en México y la idea de

separación no se cristalizó; de haber triunfado en sus propuestas, quizás un nuevo Estado

Soberano hubiera surgido en el occidente venezolano y parte de Colombia” (Morales, 2007:53).

Se señala, pero sin confirmación de la fuente histórica documental sobre la veracidad de los

hechos que se narran, que años más tarde, bajo condiciones distintas a las planteadas por José

Domingo Rus, la Provincia de Maracaibo logra proclamarse República Democrática, eso al

menos en el texto que declara la Independencia de la Provincia de Maracaibo, cuando en Cabildo

abierto,el Ayuntamiento de la ciudad de Maracaibo y en la intención de restituir al pueblo en uso

y goce de su libertad soberana hace su proclama haciendo unión por los vínculos del pacto social

a todos los pueblos vecinos y continentales que bajo la denominación de República de Colombia

defienden su libertad en independencia bajo las leyes imprescriptibles de la naturaleza ( Morales,

2007 ).

En cuanto al texto, la declaración de 1821 no deja a un lado la palabra soberana, referencia

contextual directa a soberanía, ahora asociada a libertad y a República Democrática, donde se

deja plenamente y en claro la visión de autonomía, soberanía, adhesión a la unidad colombiana


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y de independencia que privaba en el discurso, no se sabe si en la intención y permite afirmar,

que “el 28 de enero de 1821, demuestra que en el ánimo de la mayoría de los pobladores de la

provincia de Maracaibo ya anidaba el deseo de romper con la Corona, asumir la soberanía, según

los principios del pensamiento moderno, producto del acto de pedagogía ” (Cabrera y Berbesí

2006: 52 ).

Fuera el propósito o no, algo más de diez años transcurren hasta que el espíritu soberano,

autonómico y luego independentista aparece de nuevo con discursos y acciones. La secuencia

histórica señala que el inicio de la República, presenta en Venezuela una fractura política

motivada en los descontentos por la ruptura del sueño bolivariano de la Gran Colombia, posición

defendida por los reformistas cuyo líder fue Santiago Mariño y los constitucionales que apoyaban

el sostenimiento del nuevo orden político. “Maracaibo se plegó a los reformistas quienes se agru-

paron bajo la figura del Coronel Francisco Faría. Los constitucionales, tomaron el poder en

Caracas y Faría tomó el poder en la región”(Morales, 2007:62).Éste es el único momento en que

Maracaibo se libró por la fuerza, del dominio centralista caraqueño, lo cual fue materializado a

finales del año 1835.

Es así como, Faría suplantó el vacío de poder dejado por la violencia política desatada en

Maracaibo en 1835 e impuso la autonomía política aludida por los maracaiberos en el

pronunciamiento del 28 de enero de 1821. La historiografía oficial considera que este hecho tuvo

hondas raíces en el desapego del gobierno de Caracas de respetar la forma federalista como la

conveniente a los efectos de las provincias (Ocando Yamarte, citado por: Morales, 2007:195).

Pero, a los efectos “Faría finaliza esa lucha sangrienta y termina su aventura autonomista, par-

tiendo al exilio y regresando el año de 1838 con la invasión al Zulia, siendo vencido, apresado y

fusilado, terminando la iniciativa de soberanía que emprendiera años antes”. (Morales, 2007: 62).
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En medio de este transitar, las manifestaciones de actos de reivindicación soberana continúan,

primero por epístola no pública creada por el Gobernador Jorge Sutherland y el Jefe de

Operaciones de la Provincia Venancio Pulgar, en su Cuartel General en Perijá quienes “entre los

días 20 y 21 de febrero de 1863 firman un documento, mediante el cual ambos caudillos

independizan la provincia de la unidad venezolana” (Morales, 2007:67).

Un lustro ha de esperar la provincia -en ese momento por obra del triunfo de los federalistas,

ahora Estado Soberano del Zulia- para un nuevo pronunciamiento, con una vigencia de algo más

de dos meses y protagonizado por Sutherland (23 de julio / 5 de octubre de 1868) declarando, en

su artículo primero del decreto proclamado, que: “El Estado (Maracaibo) reasume la soberanía

delegada en los poderes nacionales, mientras que los pueblos de la unión establecen un gobierno

general de conformidad con la Constitución de los Estados Unidos de Venezuela” (González

Ortega, 1991:42).

Casi al año, el 21 de Junio de 1869 un nuevo suceso de intención más que autonomista, soberana,

será escenificado en Maracaibo, esta vez toca el turno a otro firmante de la epístola de1863,

Venancio Pulgar, quien alega sobre su decisión separatista que , tomando en cuenta que el Poder

Ejecutivo Nacional con su decreto 8 de ese año cerró el puerto de Maracaibo y que se había

ofendido al pueblo y magistrado del Estado Zulia, quienes han defendido la revolución

regeneradora y a la Constitución de 1864, acordó “ que el pueblo del Zulia reasume su soberanía

en toda su plenitud, protestando y que se reincorporará a la Unión Venezolana cuando rija los

destinos de ésta, un gobierno que le ofrezca la más plena seguridad de leal respeto a su

autonomía” (González Ortega, 1991:74).

Pero el ánimo de los pobladores zulianos en su aspiración autonomistas -de unos-,

independentistas -de otros-, soberana -de todos-, sufrirá mayores afectaciones con el paso del

tiempo. La peor y mayor ofensa recibida será en primer lugar su desaparición como Estado al
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fusionársele con el Estado Falcón en 1881 por disposición de Antonio Guzmán Blanco,con la

Constitución del Estado Falcón Zulia, en Casígua del 14 de noviembre de 1881; Constitución del

Estado Falcón Zulia en Coro, del 13 de enero de 1883 y finalmente hasta perder su existencia

combinada al constituirse el Estado Falcón teniendo a Zulia como una sección más, subsumida,

ignorada hacia fuera, carente de perfil propio con la Constitución del Estado Falcón en Villa de

Capatárida del 7 de mayo de 1883. Han de esperar casi una década para ver recuperado su

nombre y estatus provincial/estadal con la Constitución del Estado Zulia, en Maracaibo de fecha

16 de enero de 1891.

Aquella soberania, autonomía perdida, declaraba inicialmente en el primer texto constitucional

zuliano de 1864 que “Los Diputados á la Cámara Legislativa Constituyente del Estado Zulia, en

ejercicio del imprescriptible derecho de Soberanía establecieron en su Título I , Del Estado Zulia

y su Territorio en su artículo 1º “El Estado Zulia es Soberano, y se compone de todos los

Zulianos bajo un mismo pacto de asociación política: la Soberanía reside esencialmente en el

Pueblo i no se ejercerá sino por los Poderes que establece la siguiente Constitución” (González

Ortega, 1991:77).Estos hechos históricos demuestran que las ideas primigenias de la creación de

un Estado Soberano o República del Zulia datan de la segunda década del siglo XIX y Pulgar y

Sutherland sólo serán los herederos de una tradición soberana, autonomista y con firme matiz

separatista.
Pero es de reseñar que esta condición constitucional del año 1864, se pierde seis meses

después, por reforma impuesta, al hacerse la adaptación del texto provincial, al texto nacional de

conformidad con el artículo 121 del nuevo orden nacional.


3. CONSIDERACIONES FINALES

La tarea de revisar el hecho histórico fundacional de la Provincia de Maracaibo y más tarde

Estado Zulia, por intermedio del abordaje de su cuerpo constitucional del siglo XIX, encuentra su

trascendencia en la presencia de la evolución de las ideas del Iluminismo y la Modernidad en este


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territorio. La sociedad educada de la provincia, durante ese momento trascendente del proceso

de independencia de la Corona de España, encuentra oportunidad fértil para hacer manifiesto su

deseo de hacer propia su organización social.

El impulso en la estructuración de la sociedad, por medio del dominio de las ideas del momento,

el buen uso y aplicación de la evolución de la constitucionalidad permitió a ilustres miembros de

la región plantearse la vía de nuevo destino, destino propio sin ataduras, ni sujeciones a un orden

normativo no deseado.

Así mismo, el deseo de conformar un territorio que descansando en el discurso de la

soberanía conllevaba niveles de autonomía, fortalecimiento de su condición de provincia primero

para unos y proximidad a una independencia plena mucho después, para otros.

La soberanía como figura discursiva en el hecho constitucional del Zulia, encuentra y se sostiene

en el tiempo y salvo los esfuerzos de opresión guzmancista, que haciendo uso de la fuerza,

dominó el espíritu de libertad y manejo propio de los zulianos.

Ese discurso soberano, autónomo, de libertad, que se manifiesta en los cuerpos constitucionales

del siglo XIX, pero que se inicia durante los albores del movimiento independentistas de las

Provincias que de manera artificial, conformaban la Capitanía General de Venezuela y sostenida

por una débil unión jurídica colonial, más que social, intenta gestarse como una nueva Capitanía

General, la de Maracaibo.

El discurso liberal del iluminismo, presente en la sociedad maracaibera, con el espíritu de libertad

reaccionó siempre ante cualquier acto que fuera lesivo a su desenvolvimiento pleno político y a

elegir el destino que desease y que se manifiesta de manera explícita en la Constitución del año

1864.
19

Nunca el pueblo, ni autoridades del Zulia, convinieron en cualquier tipo de agrupaciones de

manera voluntaria, siempre mantuvieron su espíritu soberano y contrario a someterse por la

fuerza.

Pero los esfuerzos durante el siglo XIX, de lograr una situación de autonomía, por

intermedio de actos soberanos y de apropiarse del destino, son disminuidos a medida que la

intención nacional de unificación de lo que eran las Provincias de la Capitanía General de

Venezuela, se impusiese con su discurso, con el discurso de la Constitución Nacional del año

1864. Se conserva la soberanía provincial de manera menguada y se impone otro nuevo discurso

constitucional, el de la soberanía nacional.

En cuanto a la soberanía referida al pueblo como su titular y a la manera como este la ejerce,

sigue Venezuela y en ello el Zulia a la idea de las fuentes iluministas para su inspiración

independentista primero y luego federal, dentro de ellas su mayor concreción histórica, cual fue

la Revolución Francesa.

Por último, observar los modelos constitucionales que florecen en el territorio nos da una idea

muy precisa de como planteaban las clases dirigentes de cada provincia su modelo político, su

imagen ideal de gobierno.

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