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Kant
Según Kant, el hombre es la única criatura que debe ser educada. Entendiendo por
educación, los cuidados, la disciplina y la instrucción, junto con la educación. Por lo
cual el hombre es niño pequeño, educando y estudiante. Los animales, en cambio, no
necesitan ningún cuidado, pues lo son ya todo debido a su instinto. Como el hombre
carece de instinto, son los demás quienes deben construir el plan de su conducta.
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La disciplina convierte la animalidad en humanidad e impide al hombre apartarse de su
destino. Así, es considerada negativa, en la medida en que es la acción por la cual se
borra al hombre de la animalidad; mientras que la instrucción es, en cambio, la parte
positiva de la educación (la falta de disciplina será peor que la falta de instrucción, ya
que esta puede adquirirse mas tarde, mientras que la barbarie no se corrige nunca).
Finalmente, Kant sostiene que la educación publica que la privada, puesto que es
frecuente que la educación domestica no corrija o aumente las faltas de la familia. Y
también que la educación debe durar hasta que se desarrolle en el hombre el instinto
sexual, el mismo pueda ser padre y deba educar (aproximadamente hasta los dieciséis
años).
El pequeño humano llega al mundo provisto de potencialidades mentales que están muy
poco estabilizadas. Por lo tanto, tendrá que aprender todo lo necesario para vivir con sus
semejantes (debe familiarizarse con multitud de signos, acceder a su lengua materna,
inscribirse en una determinada colectividad, aprender a identificar y respetar los ritos,
costumbres y valores de su entorno).
Eso diferencia al hombre del animal: No hay abejas demócratas. Genéticamente, son
monárquicas, pues su sistema político va inscrito en ss genes y no se cuestiona. En
cambio, el hombre elige sus valores, ya sea tanto en el ámbito moral como en el social o
político. Todo hombre llega al mundo totalmente despojado, y por eso ha de ser
educado (se entiende así por educar el introducir a un universo cultural).
Pigmalión, o la fortuna pedagógica de una curiosa historia de amor:
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simple producto pasivo de sus esfuerzos, sino que exista por si mismo (no hay casi
satisfacción a alguien que no sea mas que un resultado de nuestros actos). El educador
quiere que el otro escape a su poder para que se puede adherir a ese mismo poder
libremente, es decir, quiere el poder sobre el otro y quiere la libertad del otro de
adherirse a su poder.
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quien la emplea. La conexión no trabaja con signos lingüísticos que se articulan sino
con rasgos que no entran en el comercio de la lógica formal.
Aquí aparece lo humano, que consiste en una capacidad de promover cambios desde
adentro, de autogenerar cambios en contacto con la inconsistencia, de cambiar por si
mismo. La máquina, la planta o el animal cambian, pero desde fuera, no pueden
acomodarse a lo contingente, a lo inconsistente: el ser humano es capaz de cambiar por
si mismo y en esto estriba lo humano del humano, que tiene la suerte y la desgracia de
tomar contacto con aquello que está más allá de lo que su lógica asociativa puede
comprender.