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CONSTITUCIONAL PERUANO
El Tribunal o Corte Constitucional es aquel órgano especializado que tiene a su cargo,
principalmente, hacer efectiva la primacía de la Constitución. Tiene la atribución de
revisar la adecuación de las leyes, y eventualmente de los proyectos de ley y los decretos
del poder ejecutivo, a la Constitución, realizando un examen de constitucionalidad de
tales actos.
Teorías más recientes, sostienen que la tarea del Tribunal Constitucional es ejercer una
función jurisdiccional, resolviendo conflictos de carácter constitucional, que puede incluye
la revisión de la actuación del poder legislativo, la protección de los derechos
fundamentales y la distribución de competencias entre los poderes constituidos.
Si tenemos en cuenta que hace menos de diez años salimos de una situación de caos
político después de la huída de Fujimori de nuestro país, y después de un periodo
signado por la sistemática violación de los derechos de la población.
Sobre todo en relación a la población rural. Si revisamos los fallos del Tribunal
Constitucional de un tiempo a esta parte, advertiremos rápidamente un conjunto de
sentencias que protegen y tutelan derechos constitucionales de la población. Contra el
despido arbitrario, sobre el auxilio judicial para personas de escasos recursos, contra las
ordenanzas municipales que establecen arbitrios públicos, contra las ordenanzas de la
Municipalidad de Huarochirí que autorizaron el ingreso a Lima de combis, buses camión,
acceso a la información pública, medicinas para enfermos del sida, sanción penal por
dilación judicial, cierre de discotecas, ley de medio pasaje, atención de niños y gestantes
por contaminación en la Oroya, secretismo judicial y control ciudadano, Ordenanzas
Regionales que declaran patrimonio cultural a la hoja de coca y otros. También tenemos
otras sentencias que reconocen nuevos derechos fundamentales como la objeción de
conciencia, el derecho a la verdad y más.
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Cuestión de inconstitucionalidad, la idea general, tal como lo indica el artículo 163 de la
Constitución, consiste en que cuando un órgano judicial considere que una norma con
rango de ley, aplicable al caso, de cuya validez dependa el fallo, pueda ser contraria a la
Constitución, planteará esta cuestión ante el Tribunal Constitucional.
Dicho sea de paso, este es un instrumento que forma parte de los medios de
impugnación contra leyes conocidos como recursos de inconstitucionalidad, mismos que
tienen como objeto la constitucionalidad de las leyes en forma abstracta. Por lo tanto, lo
que establece ese artículo 163 es otro procedimiento más de la competencia general
señalada en el artículo 161.1.a de la Constitución, es decir, del recurso de
inconstitucionalidad.
Es pertinente recordar, tal y como lo señalamos líneas arriba, que en el modelo puro
kelseniano para evitar la vinculación directa del juez con la aplicación de la ley cuando
ésta se considere inconstitucional (pues es al legislador a quien está dirigida la
Constitución), se llegó a la conclusión de crear y ubicar al Tribunal Constitucional fuera
del Poder Judicial. Ahora bien, como en el modelo europeo actual el control de
constitucionalidad llega, en determinados casos, a los jueces y tribunales ordinarios,
existe un regreso al problema que acabamos de enunciar. Por ello, el dilema de ley-
Constitución se salva con este instrumento.
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Al margen de todas estas consideraciones es importante concretar en cuanto a nuestro
tema, es decir, el juez ordinario como verdadero juez constitucional en la cuestión de
inconstitucionalidad, desde luego. De manera general podemos indicar que se da este
supuesto en tres momentos.
El primero de ellos se presenta cuando el juez ordinario decide plantear la cuestión. Aquí
debe recordarse el texto del artículo 163 de la Constitución. De esta manera, dicho juez
realiza una valoración constitucional de la ley aplicable al caso y si la misma no sale
airosa, es decir, si considera que está en contradicción con la Constitución, debe plantear
la cuestión de inconstitucionalidad. Y sostenemos que debe porque es idea común el
riesgo que existe de que los órganos judiciales, con mayor posibilidad el Tribunal
Supremo, no planteen la cuestión debido a diversas causas.14 Ante este hecho debe
pensarse en buscar algún medio que si no solucione tal preocupación, si la restrinja
hasta límites que puedan hacer más utilizable tal instrumento.
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momento cambió al carácter alternativo de dicho planteamiento: o se interpreta de
acuerdo con la Constitución la ley aplicable al caso (y si no es compatible se plantea la
cuestión) o, bien, se plantea la cuestión inmediatamente.
Por todo ello también hay que concluir que el Tribunal Constitucional no tiene el
monopolio de la interpretación de la Constitución y, como consecuencia, el artículo 1º de
la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (LOTC) lo considera como su intérprete
supremo, no único.
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Inconstitucionalidad de leyes anteriores a la Constitución
Sin embargo, hay que distinguir entre inconstitucionalidad y por consiguiente, aunque no
siempre, anulación) que sólo se refiere a la validez, y la derogación que hace referencia a
una cuestión de vigencia. Es más, la inconstitucionalidad requiere una norma inválida,
mientras la derogación, en cambio, requiere una norma válida.
Pues bien, de la Constitución artículo 163 y de la LOTC artículo 30 se pueden extraer las
anteriores diferencias, es decir, dichos textos distinguen la validez y la vigencia.
Por su parte, el Código Civil artículo 2.2 prohíbe que los poderes públicos apliquen
normas derogadas; además, la Constitución española, que impone su observancia a
todos los poderes públicos, contiene una cláusula derogatoria; por lo tanto, los jueces y
tribunales ordinarios han de aplicar la cláusula derogatoria e inaplicar las leyes anteriores
que se le opongan.
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Así pues, si la ley habilitante es inconstitucional, se impugna la misma ante el Tribunal
Constitucional mediante la cuestión o el recurso de inconstitucionalidad. Si lo que sucede
es que el reglamento sobrepasa los límites de la ley habilitante e incurre en algún vicio
de ilegalidad, se impugnará ese reglamento por la vía contencioso-administrativa.
Por otro lado, en materias no reservadas a la ley y a este respecto no seguimos la teoría
de que en este ámbito cabe la deslegalización, ni tampoco la que no admite los
reglamentos independientes caben los reglamentos independientes, siguiendo las
consideraciones de Ignacio de Otto en el sentido de fundamentar lo anterior en las
concepciones de la supremacía de la Constitución y la legitimidad democrática del
Ejecutivo.
En este supuesto, los reglamentos pueden contrariar la Constitución sin tener vicios de
ilegalidad, lo cual también puede suceder en las materias reservadas a la ley (aunque de
manera sumamente improbable).
Si bien es cierto dentro del marco previo para tener presente como una perspectiva
teniendo en cuenta una interpretación de la ley ordinaria, siendo utilizada por los jueces
por tanto esta interpretación de nuestra Carta Fundamental siendo potestad del Tribunal
Constitucional. Asimismo debemos tener en cuenta que solo es de manera generales,
tanto la interpretación de la ley ordinaria como de la Constitución contenida una variedad
de derechos contemplados, pueden estar a cargo sea del Tribunal Constitucional como
de la vez a manos del Poder Judicial, siendo de acuerdo a la controversia en concreto.
No se tiende a excluir el orden material sino en el caso particular, los jueces del Poder
Judicial también podrán interpretar la Constitución de manera así como las leyes
ordinarias, en tanto que el Tribunal tiene la facultad de efectuar cuyas interpretaciones
de rigor y carácter. La diferencia se encuentra en el nivel de vinculación y el de
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propiedad, así como vincula la interpretación que se hace el Tribunal Constitucional de la
Carta Fundamental y esta a su vez obliga la interpretación que hace el Poder Judicial de
la ley ordinaria. Pero sin embargo, si esta última interpretación es sometida a control
constitucional, debe primar la interpretación que hace el Tribunal.
Sin embargo, lo lógico se debe admitir algunos matices de una manera que antes que
esbozar una zona exenta de control constitucional y en lo respecto a la interpretación
que hace el juez de la ley ordinaria, sí hay un rango inatacable y diferenciado lo cual es
la restricción al Tribunal Constitucional respecto, si se tiene por ejemplo cuyos aspectos
como la valoración formal de las pruebas en el proceso civil o quizás la imposición de una
condena en el marco de un proceso regular son Tales aspectos son en principio
irrevisables se acogen a la fórmula Heck de prohibición de cuarta instancia los procesos
regulares, no son revisables en sede de derechos fundamentales, salvo que exista una
vulneración ostensible a un derecho fundamental.
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Las relaciones de complementariedad, que busquen tender puentes antes que a
materializar los choques de trenes que describe el maestro Pérez Tremps en el
ordenamiento español, a propósito de las diferencias entre el Tribunal Supremo y el
Tribunal Constitucional, esa exigencia de complementariedad demanda que se sigan
construyendo adecuados estándares jurisprudenciales cuya vocación sea la de una
adecuada delimitación de potestades así como de equilibrio intra instituciones. Ni el
Poder Judicial ni el Tribunal Constitucional pueden asumir roles invasivos ni
irrazonablemente activistas uno respecto de otro y en ello los jueces asumimos una gran
responsabilidad.
Por su parte, los jueces y tribunales ordinarios conocerán, además del control ordinario
de legalidad, de la inconstitucionalidad de los reglamentos cuando éstos, sin vulnerar la
ley, transgredan la Constitución.
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Los órganos constitucionales del país son:
En atención al objeto de protección de cada uno de ellos, existen tres clases de procesos
constitucionales:
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Procesos de tutela de derechos. - Tienen por objeto la tutela jurisdiccional de los
derechos constitucionales y son los siguientes: proceso de habeas corpus, amparo,
habeas data y proceso de cumplimiento como acción de cumplimiento.
3) FUNCIONAMIENTO Y COMPETENCIA
Los colegiados del tribunal deben cumplir ciertos requisitos. Al igual que los jueces de la
Corte Suprema, deben haber nacido en Perú, ciudadanos en ejercicio y tener más de 45
años.
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La última condición es la que coloca el peso en el cargo: debe haber sido magistrado del
Poder Judicial o Fiscalía por 10 años o haber ejercido como abogado o catedátrico
universitario (en materia jurídica) por 15 años.
Si algún letrado es elegido como miembro gozará de inmunidad. Es decir, no podrán ser
sometidos a juicio mientras ejerzan.
Incluso si cometen un delito en funciones o hasta cinco años después de dejar el TC,
solo el Congreso puede iniciarles un antejuicio político.
La primera limitación del cargo corre por cuenta de la reelección. Como se lee en
párrafos anteriores, un magistrado no puede ser electo por dos períodos consecutivos.
Además, si aquel juez o fiscal ha sido destituido por alguna medida disciplinaria no puede
integrar el TC. Y tampoco los abogados inhabilitados por sentencia judicial, y los
procesados o condenados por delito doloso.
Dentro del marco de la justicia constitucional peruana, planteando para ello un análisis
en torno a la doctrina nacional y comparada, abordando con especial inquietud el origen
de creación e implementación de las instituciones jurídicas aludidas, con la finalidad de
determinar, prima facie, si han sido debidamente aplicadas en nuestro Estado, tanto a
partir de sus presupuestos de aplicación, sus elementos estructurales y sus efectos
interpretativos, para luego establecer si de su aplicación actual –conforme se halle en el
sistema peruano- han vulnerado derechos fundamentales, dada su incidencia directa
vigente en lo que implica constituir el criterio dominante de interpretación jurídica
vinculante en cuanto a Derecho Constitucional compete.
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En el “Capítulo 5. Resultados”, se consignarán los resultados obtenidos de la aplicación
de los instrumentos consistentes en: i) Guía de juicio de expertos; ii) Guía de análisis
documental, y iii) Guía de Análisis jurisprudencial, para, posteriormente,
interrelacionarlas en el “Capítulo 6. Discusión de Resultados”. Finalmente, se
establecerán las conclusiones, tanto generales como específicas, en relación a los
objetivos propuestos en la presente investigación, para luego fijar las recomendaciones
pertinentes, desde la perspectiva jurídica; acompañando las referencias bibliográficas
utilizadas en la investigación, así como los anexos correspondientes.
Al hacerlo, el Tribunal Constitucional ha cumplido con los tres requisitos para proceder a
Overruling:
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