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FIchamento​: Assoun, P-L. (1994). ​Introduccion a la metapsicología Freudiana​.

(Agoff, I, Trad.). Buenos Aires: Paidós.

La unión de la «palabra» y la «cosa» (o, para ser más exactos, el objeto,


Objektvorstellung) ​remite​, pues, ​en Freud al encuentro de dos «nebulosas»
complexuales​; de ​ahí una notable consonancia con la concepción expuesta
por Saussure hacia la misma época, en su Curso de lingüística general​.
Siempre y cuando se pongan provisoriamente de lado las definiciones princeps del
signo lingüístico, el significante y el significado, tomaremos nota de ​esa metáfora
que parece dar fe de un paradigma parcialmente común entre Freud y
Saussure​ (Assoun, IMF, p. 99).

Las «representaciones» (palabra/cosa) difieren, pues, absolutamente de las


«esencias psíquicas»​: son conglomerados tan complejizados que ​indican una
«x», como si siempre pudiésemos hallar nuevas determinaciones para estas
nebulosas significantes y significadas​. Queda por ​determinar cómo se opera la
ligazón entre las dos «galaxias»​. (Assoun, IMF, p. 99).

En este punto ​se produce en la teoría freudiana una «derivación» hacia una economía
filosófica de los conceptos​ (y explícitamente de «la filosofía») (Idem).

Freud acude a J.S. Mill, el autor de Lógica y de ​Examen de la filosofía de Sir William
Hamilton​; Lo que toma de él es la idea de que ​la «representación de objeto» agrega
incesantemente posibilidades nuevas​, estando ​constituida por un «aflujo de
impresiones sensoriales» nuevas de «la misma cadena asociativa»​ (ibid., pp. 99-100).

«La representación de objeto se nos aparece, pues, no como una representación cerrada,
apenas capaz de serlo, mientras que la representación de palabra se nos aparece como
algo cerrado, aun si se muestra capaz de extensión» (Freud ​apud​ Assou, ibid., p. 100).

Puede concebirse entonces, en el seno de la relación lógicolingüística, ​el encuentro y


«matrimonio» de la finitud de la palabra (complejo representativo cerrado o limitado)
y la infinitud del objeto (complejo representativo abierto o ilimitado) (Assoun,op. cit., p.
100).

Ahora bien, el punto de intersección de estos dos «conglomerados» es puesto a


contribución por la parte acústica de la WV; Esta es ​«la extremidad sensible» — ​al ser la
palabra esencialmente oída — que en cierto modo hace las veces de «esquema»
(parafraseando el término kantiano): ​la «imagen sonora» «tapa», por así decir, al
significante (verbal) y al significado (objetal)​ (idem).
«Entre las asociaciones de objetos, las visuales son las que representan al objeto de la
misma manera que la imagen sonora representa a la palabra» (Freud ​apud Assou, ibid., p.
100).

Observemos que en esta formulación originaria «acusticidad» y «visualidad» son, menos


que determinaciones de las representaciones como tales, modos de prevalencia de su
funcionamiento asociativo global y diversificado (Assou, op. cit.., p. 100).

la moción psíquica WV está «representada» en la cadena asociativa por sus componentes


acústicos, y la moción psíquica OV lo está por sus componentes visuales (ibid., p. 101).

la originalidad de Freud reside en poner en correlación los diversos tipos de afasias con
perturbaciones que afectan respectivamente a las WV y OV: así, en las afasias puramente
verbales estaría afectada la economía interna de las representaciones de palabra; mientras
que en las «afasias simbólicas» se hallaría perturbada la asociación representaciones
palabra/objeto; debiendo ser consideradas las «afasias agnósicas» como trastornos
puramente funcionales,15 signo del «compromiso» de Freud entre el «funcionalismo» y una
suerte de «localizacionismo» psíquico al que seguirá vinculado en su modo de pensar
tópico (idem).

Es evidente que Freud leyó y trabajó en particular el primer libro de Lógica de J.S. Mill; [...]
Mill, al definir la «lógica», introduce la referencia a la «Nominación». ​La lógica inductiva
supone como acto primero la consideración de los «nombres»; este gesto [...]
contiene en germen la teoría freudiana de la «verbalización»​ (ibid., p. 102).

el primer tiempo de una lógica de la «inferencia» consiste en estudiar los «nombres» y


«proposiciones» (libro I), etapa obligada hacia el «razonamiento» (libro II) y la «inducción»
(libro III). Tenemos aquí, encuadrados en una ​lógica de la experiencia​, los fundamentos
de ​una óntica del lenguaje​: ​Freüd toma los elementos de un ​nominalismo que, por ​la
vía de la nominación​, suministra el linaje de las ​Wortsvorstellungen​, y de un realismo
que suministra, por ​la vía del objeto de la experiencia​, ​el linaje de las
Objektvorstellungen​ ​(idem).

Se comprende por qué Freud concedió una atención especial a este momento de la síntesis
milleana: como lo dice la exposición similar de la Filosofía de Hamilton, se trata de
«cuestiones que representan la transición de la psicología a la lógica, del análisis y leyes de
las operaciones de la mente a la teoría de la constatación de la verdad objetiva» (ibid., p.
103).

concepción, juicio y razonamiento se respaldan en una teoría de la proposición,


apoyada a su vez en una doctrina de la nominación; ​[...] esto permite ​abordar la
«objetividad» por la nominación sin dejar de pensar ​el exceso de objetividad que la
nominación deja fuera de ella misma, ​siendo ella misma selectiva​ (idem).

Freud se instala de algún modo espontáneamente en un marco de pensamiento


«representational»; Instala, en efecto, una ​«piedra de toque»​: ​la «pulsión» (​Trieb)​ ​, empuje
psíquico de origen somático que tiende a satisfacerse por medio de un objeto. ​La pulsión
se hace representar en el psiquismo por dos «representantes», la representación
propiamente dicha y el afecto​. Así pues, ​la representación es uno de los dos modos de
«representancia» pulsional​, lo que conduce a forjar el interesante término de
«representante-representación»​ (ibid., p. 104).

la ​Vorstellung así concebida se diferencia del afecto —el otro «diputado» de la pulsión— en
que realiza una operación económica de «investidura», mientras que el afecto pertenece al
orden de la descarga. ​Freud asocia, pues, la idea de representación a la de investidura,
modo de «creación» psíquica ​(mientras que en el afecto algo se pierde en el gasto)​.
Volveremos a hallar, pues, en cierta forma, la materia verbal y la materia cosal como modos
de la investidura representacional (ibid., pp. 104-105).

la «representación de objeto» queda especificada en «representación de cosa»


(​Sachevorstellung​), frente a la «representación de palabra»​. El término ​Objekt denotaba
el polo objetivo, correlato de la idea y de la palabra; ​el término ​Sache enfatiza la
«coseidad» del proceso representacional​, conversión que, como veremos, es exigida por
la promoción del «inconsciente» al estatuto de «cosa interna» (ibid., p. 105).

La definición más completa de la SV por Freud se encuentra en la sección VII del artículo
«Lo inconsciente»: consiste «en la investidura, no exactamente de las imágenes mnémicas
de cosas directas, pero al menos de huellas mnémicas más distantes y derivadas de ellas»
(idem).

La oposición WV/SV se cruza, pues, con la oposición consciente/inconsciente (​Bw/Ubw​) en


un empalme descrito por la fórmula crucial: «​La representación consciente abarca, pues,
la representación de cosa más la representación de palabra aferente; la inconsciente
es solamente representación de cosa​.» (ibid., pp. 105-106).

Esta definición ​presenta al «sistema inconsciente» como continuidad de


representaciones brutas, secuela de las investiduras de objeto originarias, ocultación
de las «investiduras de objeto» {Objektbesetzungen)​. El proceso psicológico de
devenir-consciente se corresponde, pues, con la reviviscencia de los concomitantes
verbales de la representación-de-cosa. Freud no postula la ecuación brutal Inconsciente =
Cosa, que nos enviaría a las metafísicas de lo Inconsciente y que él recusa de manera
definitiva con la ruptura epistemológica que la metapsicología hace posible. Pero ​designa
un punto irreductible, previo a la verbalización, sede de lo inconsciente: como
memoria o stock de huellas mnémicas ​(ibid., p. 106).

el destino de las SV es acceder, a la verbalización y, por lo tanto, a la «consciencialización»:


en conformidad con la línea abierta desde la ​Traumdeutung​, «procesos desprovistos de
cualidad» acaban «provistos de cualidades» (idem).

como contrapunto, se perfila cierta instancia de ​la Cosa como «punto de fuga» de la
dinámica representacional​, lo cual nos acerca a lo que podría ser el meollo del enigma
metapsicológico, Jano bifronte que «da a» la Palabra y la Cosa (ibid., p. 107).
Psicose e razão lógica

en el régimen representacional esquizofrénico se produjera ​un «cortocircuito» de la


palabra y la cosa​ (ibid., p. 107).

Si el esquizofrénico mantiene una relación tan «realista» con la palabra​, a la que ​toma
tan al pie de la letra que le atribuye una sustancia material — ​como si la palabra fuera
una cosa​, para decirlo sumariamente—, es porque la parte de representación de objeto
que pertenece al sistema preconsciente sufre una investidura «anormalmente»
intensa​, lo que se traduce en ​una sobreinvestidura de la representación verbal misma
(idem).

Tras la catástrofe de pérdida total primitiva ​se dibuja un intento de retorno al «objeto
perdido»: en este camino de retorno, el sujeto tropieza con la «parte-palabra
('Wortanteil) de aquél». Es como si el resto verbal del objeto «rechazado» se ofreciera a la
tentativa de reparación. Por eso, en el trabajo del delirio el sujeto debe ​«contentarse con
palabras en lugar de las cosas»​. En otros términos, ​los esquizofrénicos tratan «las
cosas concretas como si fueran abstractas» (ibid., pp. 107-108 - ​op. cit.​_Cf. Freud, ​O
inconsciente;​).

Nos hallamos ante una especie de nominalismo invertido: el nombre vendría a ocupar
virtualmente el lugar de la cosa. En última instancia, cesaría de representarla y se pondría a
hacer sus veces (ibid., p. 108).

En el propio centro de la actividad onírica se descubre una tendencia a tratar las


representaciones de palabras como representaciones de cosa: en este sentido Freud las
designa, en su «Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños» (1916), como
Dinguorstellung​ (ibid., p 109).

Freud aclara que, en realidad, «las representaciones de palabras son tratadas como
representaciones de cosa solamente cuando tales representaciones en los restos del día
son restos de percepciones recientes y actuales y no expresión de pensamientos» (idem).

Diferencia decisiva con la esquizofrenia, pues en ésta «las palabras mismas, en las que se
expresaba el pensamiento preconsciente, se vuelven objeto de elaboración por el proceso
primario.» (idem).

Así pues, del esquizofrénico al soñante, pasando por… el filósofo, vemos trazarse una
dinámica representacional que enlaza estrechamente lógica y clínica, destinos del
pensamiento y destinos del síntoma; lo cual, según mostrábamos en otro lugar, hace
posible ​una metapsicología del «trastorno del pensar» ​(ibid., pp. 109-110).

Sobre a natureza do saber do clínico/a racionalidade psicanalítica

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