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Los sentidos especiales

Bajo el control del sistema nervioso somático hay órganos de los sentidos conformados

por una agrupación de receptores en una zona específica del cuerpo: el ojo, el oído y los

sentidos químicos, conformados por el gusto y el olfato. Tienen una mayor presencia de

receptores especializados que transmiten su señal gracias a una sinapsis con fibras

nerviosas aferentes que a su vez llevarán la información a la parte del sistema nervioso a la

que le competa procesarla, esto estaría desencadenando una serie de acciones y procesos de

respuesta conscientes e inconscientes según las particularidades de cada persona,

permitiendo su interacción con el mundo circundante.

Una de estas ventanas hacia el mundo exterior es el sentido de la visión. Los ojos

detectan la luz y el color para luego convertir la imagen visual en señales del nervio óptico.

Su función es comparable a la de una cámara fotográfica debido a su sistema de refracción

que consta de lentes, sus equivalentes son los espacios entre la córnea, el aire, el cristalino y

el humor vítreo; más un sistema de apertura consistente en la pupila, lo que regula la

cantidad de luz que ingresa.

El proceso comienza en la retina, que posee conos que detectan colores, y bastones que

detectan la luz tenue, la visión blanca, negra y la visión nocturna. Al excitarse, sus

impulsos se transmiten por las múltiples capas de neuronas de la retina, pasa por el nervio

óptico, luego el quiasma óptico donde se cruzan al lado contrario de su origen, pasa por la

radiación óptica hasta que llega a la corteza cerebral de la cisura calcarina en el lóbulo

occipital. También se dirige al núcleo geniculado lateral donde se filtra información

importante, y a otras partes más antiguas del encéfalo como el hipotálamo donde se

sincronizan actividades fisiológicas con los ciclos circadianos según el día y la noche.
La corteza visual se divide en corteza visual primaria y áreas visuales secundarias. La

primera se encuentra en la cisura calcarina y la segunda rodea la corteza visual primaria

donde se reciben los impulsos secundarios para analizar sus significados visuales; entre

éstas se encuentra el área 18 de Brodmann que recibe todas las señales del área visual

primaria, las demás áreas diseccionan y analizan progresivamente los diversos aspectos de

la imagen visual. Para analizar esta información se utilizan dos vías, la primera es la de la

posición y el movimiento o vía del “cómo y dónde” que trabaja la tridimensionalidad,

forma global, escena visual y el movimiento de los objetos circundantes, estos impulsos

dejan la corteza para unirse a fibras de asociación somática; y está la vía de la exactitud del

color o vía del “qué” que analiza detalles visuales como la identificación de letras, la

lectura, la textura de los objetos, los colores, y finalmente, descifrar lo que significa un

objeto a través de ésta información.

Los movimientos hacia los lados, de arriba hacia abajo y de rotación de los ojos se

agradecen a la acción de tres músculos cuyo control se origina en las vías nerviosas del

tronco del encéfalo y la corteza. También permiten la fijación en una parte concreta del

campo visual lo que proviene de la acción de campos oculares involuntarios de la corteza

occipital que a la vez se desbloquean por señales voluntarias de la corteza frontal. Los

movimientos sacádicos permiten la fijación también pero pueden saltar en una escena con

desplazamiento mientras el cerebro suprime los momentos de transición.

Durante la lectura se dan múltiples movimientos sacádicos en una escena sin movimiento,

de esta manera es posible extraer información importante; así como también es posible con

objetos en movimiento, todo esto se agradece siempre a áreas corticales, estas señales

visuales se analizan en las áreas 18 y 19 de Brodmann que luego se transmiten al músculo


ciliar de los ojos. El diámetro pupilar en cambio, se encuentra determinado por la

estimulación de nervios parasimpáticos en la contracción y nervios simpáticos en la

dilatación.

Cualquier lesión en áreas de la corteza visual son evidentes dependiendo de qué

capacidades ha perdido y mantenido la persona afectada, por ejemplo si hubiera una lesión

en la vía de la exactitud del color o vía del “Qué”, la persona no podría identificar el objeto

que observa pero si podría hacerlo después de que se le enumeren sus características o se le

deje palparlo.

La audición es otro de los sentidos especiales, éste detecta ondas sonoras que luego serán

enviadas al cerebro para su procesamiento. La forma en que estas se detectan es

principalmente mecánica, depende de la interacción de estructuras pequeñas: el músculo

tensor acciona sobre la membrana timpánica y los huesecillos, éstos conducen la vibración

hasta la cóclea. El sistema nervioso central regula su acción para proteger estas partes de

los sonidos fuertes por medio de un reflejo que contrae el músculo tensor, también en

casos de sonidos de baja frecuencia o para disminuir el ruido de fondo permitiendo destacar

las voces humanas.

Una de las estructuras más importantes es el órgano de Corti que se encuentra en la

cóclea, éste posee células ciliadas sensibles a estímulos electromecánicos producidos por

vibraciones sonoras que se trasladan a la parte superior del bulbo por medio del nervio

coclear. Para llegar a la corteza auditiva se atraviesa la parte superior del bulbo raquídeo, el

tronco del encéfalo (mayoría de fibras se dirige al lado contrario de su origen) y por medio

de la radiación auditiva se extiende al lóbulo temporal, parte de la corteza de la ínsula y el

opérculo parietal.
Para determinar las propiedades del sonido, como su frecuencia (que dependiendo de sus

valores activaría neuronas concretas en el encéfalo), procedencia, distinción de patrones

de sonidos tonales o secuenciales; u otros rasgos específicos, se procesan en distintas áreas

y vías de la corteza bajo una constante afinación, permitiendo distinguir las frecuencias

propias y etiquetar con una sensación psíquica a las significativas. Existe una vía que

genera representaciones nítidas de imágenes somatestésicas, visuales y otras sensaciones,

otra está conectada al área somato sensitiva II. Existe un área auditiva de asociación que

permite entender el significado del sonido, una de estas partes es el área de Wernicke que

interpreta el significado de las palabras. En cuanto a la dirección del sonido, este análisis se

realiza a nivel de los núcleos olivares superiores del tronco del encéfalo que posteriormente

se integrará con la corteza para interpretar sus señales.

Las alucinaciones auditivas son un síntoma importante en algunos casos de esquizofrenia,

se ha comprobado una disminución del tamaño de la corteza temporoparietal izquierda en

personas que la padecen; además, la corteza auditiva suele disminuir su actividad en el

momento que la persona está hablando, sin embargo, en personas con esquizofrenia esto no

sucede. Según un estudio realizado en Sevilla, España, se confirmó un aumento de

alucinaciones auditivas en situaciones de estrés y una disminución de éstas cuando se leía

en voz alta o se mantenía una conversación con otra persona.

Los sentidos químicos permiten identificar alimentos indeseables o hasta mortales, los que

son agradables de comer y los nutritivos. El olfato, reconoce la proximidad de otras

personas también. Ambos sentidos están profundamente ligados a funciones emocionales y

conductuales del sistema nervioso. Para el sentido del gusto, sus yemas gustativas son

fundamentales y en ocasiones funcionan mejor con el sentido del olfato ya que se


complementan. El gusto detecta la textura de los alimentos gracias a sus terminaciones para

el dolor que afectan la experiencia gustativa y futuras elecciones de alimento, aunque estas

pueden variar por los deseos de la persona o sus necesidades metabólicas.

La lengua posee receptores que reconocen el sodio, el potasio, cloruro, adenosina,

inosina, lo dulce, lo amargo, el glutamato y el ión hidrógeno; para otras sustancias existe

una ceguera gustativa. Las células gustativas tienen micro vellosidades entretejidas en una

red ramificada de terminaciones nerviosas, debajo de ellas existen vesículas que secretan un

neurotransmisor en respuesta a la estimulación. Todas estas señales se dirigen al tracto

solitario del tronco del encéfalo, llegan a la cisura de Silvio, parte anterior de la ínsula, al

área opercular, muy cerca del trayecto de señales táctiles de la lengua en el área somática

cerebral I. Del tracto solitario algunas fibras se dirigen a los núcleos salivales que controlan

la secreción de la saliva durante la ingestión y la digestión.

Una persona determinada elegirá cierta comida sobre otra según sus necesidades y

rechazará alimentos que le produzcan una sensación afectiva desagradable por protección.

Esto sucede gracias a un mecanismo del sistema nervioso central, principalmente asociado

a la ínsula, que funciona a base de experiencias afectivas con sabores. En caso de que una

persona sufriera de un ictus que provocara una lesión en el lóbulo de la ínsula, podrían

darse casos de disgeusia o incluso ageusia. Entre las distintas posibilidades, se ha registrado

un sabor amargo persistente o ceguera gustativa para ciertos sabores o para todos.

En cuanto al olfato, este es un sentido poco desarrollado en los seres humanos. La

membrana olfatoria tiene células olfatorias para la recepción de olores. Estas células

nerviosas derivan del mismísimo sistema nervioso central. Tiene una parte mucosa con

cilios enmarañados que reaccionan a partículas en el aire, transmiten los impulsos por
medio del nervio olfatorio; tiene un mecanismo de adaptación psicológica al olor gracias a

células inhibidoras del bulbo olfatorio que es mucho más potente que el de los propios

receptores. Estudios psicológicos han intentado clasificar las sensaciones olfatorias:

alcanforado, almizcleño, floral, mentolado, etéreo, acre y pútrido; aunque se sabe que

existen miles de tipos de receptores diferentes, para algunas sustancias, sin embargo, hay

una ceguera olfativa.

El olfato por sobre el gusto, tiene una cualidad afectiva agradable o desagradable

durante la selección de alimentos; un alimento que en un principio provoca malestar, en una

segunda ocasión estaría produciendo náuseas y de manera contraria con olores de

cualidades correctas puede ser altamente estimulante, incluso del impulso sexual. El bulbo

olfatorio recibe fibras nerviosas olfatorias desde la membrana olfatoria, ya en el bulbo

puede transmitirse a niveles superiores por medio de tres sistemas olfatorios: uno arcaico,

otro antiguo y uno moderno.

El primero está por delante del hipotálamo y otras partes primitivas del sistema límbico,

durante la evolución, el cerebro se fue desarrollando alrededor de sus primeras estructuras,

como las porciones olfatorias, por lo que en animales primitivos, lo que hoy pertenece al

sistema límbico, solía ser parte del olfato. Esta asociación hoy en día regula el

comportamiento básico como lamerse los labios, salivar o impulsos emocionales

primitivos. La segunda vía, antigua, forma parte de los núcleos amigdalinos que se dirigen

al sistema límbico, especialmente al hipocampo donde interviene en el disfrute de

alimentos o de aborrecerlos en relación a experiencias vividas con ellos. La vía moderna

atraviesa el hipotálamo y llega al a corteza orbito frontal donde interviene en el análisis

consciente de olores.
Estudios sobre el Alzheimer han dejado en evidencia que al menos en sus etapas iniciales,

cuando ocurre una degeneración en el hipotálamo, esto se evidencia más en una pérdida de

la capacidad olfativa que en la pérdida de la memoria; esto puede ser un importante

indicador de Alzheimer para un tratamiento oportuno.

Los sentidos especiales son una sofisticación del ser humano, además de permitirle

interactuar con su ambiente según es percibido, combina funciones básicas y primitivas con

aspectos psicológicos de gran importancia en el desarrollo de la personalidad de las

personas, en la generación de motivaciones y experiencias afectivas que determinan la

conducta; es precisamente este aspecto el que hace considerar como las diferentes partes

del encéfalo se conectan para crear asociaciones que crean una percepción integrada y de la

mayor utilidad posible.

Bibliografía

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disease

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