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Viejo y nuevo PRI, las mismas raíces: corrupción, autoritarismo,

demagogia
José Luis Sierra V

Una de las características distintivas de lo que se ha llamado el NUEVO PRI es el


uso intensivo de los medios de comunicación y, acompañando a esta estrategia, la
presentación de candidatos o candidatas jóvenes, con “cara bonita” y personalidad
atractiva. ¿Qué elementos políticos vemos detrás de esta decisión, aparentemente
pragmática y tomada con la idea de acercarse a la sociedad y a la gente?

Tras el pragmatismo mercadológico-electoral que proyecta esta medida se esconden


tres elementos, que fueron constitutivos del VIEJO PRI, que ha retomado en una
versión corregida y aumentada el NUEVO PRI y que son: la corrupción, el
verticalismo autoritario y el engaño.

Quienes manejan a los contingentes de CAMISAS ROJAS, saben mejor que nadie
que las elecciones hoy día se ganan con dinero: dinero para los medios, dinero para
la compra de votos y dinero para asegurar que los órganos electorales “no vean, ni
oigan”. Así que las haciendas estatales se han convertido en la principal fuente de
financiamiento de candidatos y campañas del NUEVO PRI.

Si el VIEJO PRI volvió costumbre el desvío de recursos públicos para las actividades
proselitistas y el financiamiento de campañas, el NUEVO PRI ha elevado la
corrupción de manera exponencial, amalgamado que está con esta manera cínica y
onerosa de hacer política.

Con la tesis MARKETING mata POLÍTICA las cabezas y los operadores del NUEVO
PRI han logrado reconstituir una base clientelar tan amplia y efectiva como la que
aglutinaba el pesado aparato de control corporativo. Para los estrategas del NUEVO
PRI y para sus beneficiarios políticos, en la actualidad, una noticia o unas imágenes
“sembradas” en la barra noticiosa de TELEVISA tiene tanto o mayor impacto (político
y electoral) que el que pudo representar el respaldo de Fidel Velázquez o cualquier
decisión de asamblea cenecista.

El NUEVO PRI, es cierto, ya no arrastra el peso descomunal del control presidencial


sobre sus dirigentes, pero a cambio de ese grillete se le han puesto dos: uno, el que
representan los gobernadores de filiación priísta, sea aisladamente en sus
respectivas entidades, sea de manera colectiva, por el dinero y las relaciones
cupulares que concentran. El otro grillete estriba en las relaciones de subordinación
que mantiene el NUEVO PRI con los grupos de poder fáctico, relaciones que en
buena medida acaparan los coordinadores parlamentarios aunque alcanzan a
dirigentes y gobernadores y aún a candidatos en campaña y aspirantes “en busca
de”. En este campo es donde fincan su actividad y su poder los personajes de la
vieja guardia que regentean al NUEVO PRI, como Carlos Salinas, Emilio Gamboa y
Manlio Beltrones, por mencionar sólo a los más influyentes.
Tras el uso excesivo de la imagen física se concreta una suerte de “secuestro
político”, ya que el o la política que presta su imagen y se “deja llevar” se convierte
en pieza cautiva, al servicio de los intereses que le permitieron aparecer como
candidato, primero, y alcanzar el cargo, posteriormente. Si no queremos abundar en
el socorrido ejemplo de Enrique Peña Nieto, se cuenta con otros casos para ilustrar
los altos costos políticos que se pagan por habilitar como gobernantes a personajes
escogidos por casting, sin la consistencia política necesaria y sin la madurez
personal que demanda la tarea gubernamental. Dimensiones ambas que escapan al
poder del photoshop.

Tenemos el caso paradigmático de Rodrigo Medina, el actual gobernador de Nuevo


León, paradigmático por el número y la gravedad de sus incapacidades pero,
también, por el lapso tan breve en que pasó de ser un fenómeno mediático a
convertirse en objeto del escarnio social y la reprobación ciudadana. Otro ejemplo es
el de Ivonne Ortega, una joven de origen popular y escasa formación que, como
candidata, encandiló la escena política pero al apagarse las candilejas resultó ser
frívola, soberbia, torpe y corrupta, profundamente corrupta.

La zona de desgaste acelerado en que se encuentra el NUEVO PRI lleva a pensar


que las estrategias mediáticas irán dando paso a los candidatos con trayectoria
política, confiables por su madurez personal, candidatos que realicen campañas
sobre propuestas atractivas, que tengan capacidad para debatir, para reflexionar,
para dirigir y rendir resultados. Candidatos que serán KRIPTONITA para los
supermanes y las superniñas de telepantalla. Candidatos que habrán de recoger el
reguero que están dejando los políticos de probeta, los funcionarios de laboratorio,
empleados y subordinados de los poderes fácticos.

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