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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE BAJA CALIFORNIA

Facultad de Humanidades

Licenciatura en Filosofía

Seamanduras Ameca, Jorge Lucas

Turno vespertino

Neopositivismo y Metafísica

Un rescate a través de la lógica.

Filosofía Contemporánea

Impartido por Mtro. Joaquín Aranda

Tijuana, Baja California, 03 de diciembre de 2012

Calificación:
Introducción
Una malinterpretación, bien fundamentada en un aspecto que parece relevante, puede
llevar a errores tan grandes como el fundamento de una nueva corriente de
pensamiento, o un desprecio y desecho general hacia otra. Tales malinterpretaciones
han ocurrido a lo largo de la historia de la filosofía (como ejemplo muy claro, tenemos
a los innumerables marxismos), y por tanto, se han esparcido por todas las ramas del
conocimiento.

Este ensayo versará, pues, sobre la malinterpretación de la metafísica por los


positivistas lógicos, al darle un sentido a la lógica que la priva de sus posibilidades
explicativas. Al ya haberse estipulado cual era la función de la metafísica, por filósofos
como Kant o Heidegger, tal propósito fue versado por condenas a pensamientos
transformados, o más bien, limitados a proposiciones lógicas; y mientras estos mismos
límites lógicos fueron tomados en un sentido meramente técnico, tales pensamientos
se encuentran degradados y privados de su significado e influencia posible.

La limitante proposicional
Según los positivistas lógicos (o neopositivismo), los nuevos resultados de la lógica
(por pensadores como Russell o Whitehead) han logrado mostrar la imposibilidad de
cualquier metafísica que haya de presentarse como ciencia. En palabras de Carnap:

El análisis lógico ha conducido al resultado negativo de que las pretendidas


proposiciones de dicho campo son totalmente carentes de sentido. Con esto se
ha obtenido una eliminación tan radical de la metafísica como no fue posible
lograrla a partir de los antiguos puntos de vista anti-metafísicos. (66)
Esta “lógica” de la que hablan los filósofos del círculo de Vienna se refiere
especialmente a la lógica proposicional. Consiste en descomponer toda proposición,
analizando sus partes para ver si su afirmación o negación es posible en alguna
constatación empírica. Solamente de esta manera, proponen, se puede llegar a un
conocimiento “verdadero”, es decir, constatable tanto racional como empíricamente; un
método restrictivo es establecido para llegar a una rigurosidad epistemológica que no
derive en sinsentidos.
La rigurosidad no es un impedimento, sino una necesidad de cualquier intento
de obtener conocimiento. Solamente así se puede estipular la posibilidad de
conocimiento y no llegar a ilusiones “verdaderas”. Sin embargo, tal rigurosidad no tiene
sentido si sus constituyentes mismos solamente se toman en uno de sus aspectos, y
más aún, solamente en su aspecto pragmático. En el caso de los neopositivistas, la
lógica se limita a una herramienta técnica de verificación de verdad, un método ya
establecido y cuyo progreso solamente va hacia cómo refinar sus aptitudes regulativas.

¿Cuál es el área en que esta lógica se expresa, y por tanto, en la única que
podemos formular conocimiento? El lenguaje y lo que éste puede nombrar. Partiendo
de la tesis 5.6 del Tractatus, “los límites de mi lenguaje significan los límites de mi
mundo” (Wittgenstein 111), este modo de comunicación se establece como el
fundamento donde todo conocimiento puede y debe ser formulado, siguiendo las reglas
la lógica proposicional, tanto de la estructura del enunciado como de los conceptos y su
referencia.

Sin embargo, esto trae un gran problema para la lógica. No un problema en


cuanto su estructura o sus leyes, sino un problema en cuanto su aplicación y el cómo la
pensamos. Su utilización en el lenguaje, aunque práctica y con resultados tangibles, ha
mermado nuestra concepción de esta ciencia formal, a tal punto de argumentar que “la
lógica no trata, de ningún modo, de la totalidad de las cosas, no trata de objetos en
absoluto, sino únicamente de modo en que hablamos acerca de los objetos. La lógica
no surge más que con el lenguaje”. (Hahn 158).

De esta argumentación, que versa sobre la imposibilidad de la lógica para decir


algo más que tautologías, supuestamente lógica, se sigue la conclusión “¡toda
metafísica es imposible! […] porque no tiene sentido, porque todo intento de hacer
metafísica es un intento de hablar de un modo que contraviene a las convenciones
establecidas a propósito de la manera en que queremos hablar” (Hahn 165). La
metafísica queda imposibilitada por una convención preestablecida sobre qué y qué no
tiene sentido.
Ya es posible vislumbrar el problema. La lógica, limitada al lenguaje
proposicional, es tomada como una herramienta ajena nuestras capacidades cognitivas
para entender el mundo. A pesar de su relación intrínseca con nuestra manera de
pensar, esta formalización extrema excluye a la lógica de la manera en que
comprendemos el mundo, para dirigirla a un tosco empirismo del cual va a depender,
según la manera en que sus reglas se adecuen a la experiencia. Se sigue, entonces,
que toda metafísica es imposible, al ser sus investigaciones principalmente lógicas y
queriendo extrapolarse a la experiencia, según los neopositivistas. Al no poder referir
empíricamente sus proposiciones, contraviene las mismas reglas lógicas en que se
basa, quedando eliminada de cualquier conocimiento posible.

Entonces, ¿qué le queda a la metafísica? ¿Puede restituir su posición como


ciencia fundante? Solamente si lograr restituir el lugar de la lógica; no como una
herramienta que permite conocer la realidad, sino cómo esa misma forma de pensar
que subyace todo conocimiento posible. Si se limita a la lógica y sus principio a meras
técnicas de constatación empírica, sin duda la metafísica no llega sus objetivos; pero si
se le piensa como esas reglas ya instaladas en nuestra forma de conocer, sigue más
viva que nunca

La lógica es trascendental
“Llamo trascendental todo conocimiento que se ocupa, no tanto de los objetos, cuanto
de nuestro modo de conocerlos, en cuanto que tal modo ha de ser posible a priori”
(Kant 58). Este concepto de “trascendental” es valioso por qué explica la
malinterpretación de la metafísica por parte de los neopositivistas. Estos la limitan a la
búsqueda de aquellas “ideas trascendentales” que el mismo Kant ya había condenado
(alma, mundo y Dios). Sin embargo, debemos pensar a la metafísica no como el
estudio de lo que va más allá de la experiencia y debe existir según la lógica, sino
como aquello que subyace a toda realidad, y por tanto, a todo conocimiento posible que
podamos obtener de ella. El meta no debe verse sólo como más allá, sino como un
más acá; la metafísica es el estudio de todo aquello que subyace, y por tanto, hace
posible a la realidad y nuestro conocimiento de ella.
Visto de esta manera, la lógica toma toda una nueva posición. En los Principios
metafísicos de la lógica, Heidegger plantea a la lógica formal (de la cual se derivan el
resto de las lógicas) de manera muy diferente.

La lógica es la ciencia del pensar […] la predicación [del enunciado] está por sí
misma referida a un ente sobre el que se da, mediante determinaciones, una
determinación […] Pensar es pensar sobre algo […] En la lógica general, que
tiene como tema el pensar sobre… ¿sobre qué, entonces? […] el pensar en
general, entonces es indiferente al qué. Sin embargo, que el objeto sea
indiferente no significa: ningún objeto; sino: precisamente en cada caso uno,
pero es indiferente cual, todo algo pensable. (Heidegger 12-13)

Cómo el título de su obra, esta es una manera metafísica de plantear a la lógica.


Sin embargo, es un aspecto fundamental que constituye a esta ciencia como
subyacente a nuestra realidad. Como Kant argumenta en toda la analítica
trascendental, el juzgar es la manera en que podemos conocer el mundo, en que
nuestro entendimiento se refiere a los objetos y el cómo estos nos afectan. La mera
intuición no es suficiente, ya que requerimos poder juzgar los objetos dados para poder
llegar a un conocimiento; este conocimiento no es solamente de los objetos, sino de
todo aquello que se nos presenta, de nuestra realidad. Tal juzgar se define por las
reglas de la lógica.

Entonces, ¿por qué la limitante de los neopositivistas? La lógica como técnica


ajena a nuestro equipamiento mental, que entiende las leyes de la naturaleza
solamente mediante la experiencia y su descripción lógica, es subestimar a aquello
mismo que hace posible el entendimiento de la realidad. No se dice que la realidad sea
lógica, o que debe de ser de tal o cual manera. Pero resulta necesario remarcar el
hecho de que es la manera en que pensamos, y por tanto, la manera en que
conocemos y nos aceramos a la realidad. Depender de la experiencia y de ahí utilizar
las proposiciones lingüísticas solamente nos guiará a conocimiento fragmentado, inútil
e ininteligible.

La metafísica, entonces, sobrevive a pesar de las condenas de los positivistas


lógicos, con uno de sus constituyentes principales, la lógica, como factor fundamental
de todo aquello que subyace a la realidad. La negación de explicar todo aquello que
hace posible nuestro conocimiento deriva en un pseudoconocimiento totalmente
particular, que no guía a leyes universales o un acercamiento acertado sobre el
entendimiento de lo que nos rodea.

Conclusión
La tarea de los positivistas lógicos no queda negada o relegada a un malentendido.
Pero resulta necesario remarcar su interpretación desafortunada de la lógica y la
metafísica para guiar cualquier estudio futuro hacia esas formas en que sí nos es
posible el conocimiento. Es preciso lograr entender las problemáticas en su
complejidad antes de condenar corrientes y ciencias enteras a una imposibilidad
erróneamente fundada, basada dogmáticamente en métodos que, al igual que
cualquier otra forma de conocer, tiene condiciones que le subyacen.

La búsqueda de estas condiciones subyacentes, trascendentales, es la tarea de


la metafísica. Una tarea necesaria a todo conocimiento que vaya a presentarse como
ciencia, es decir, como una visión acertada del mundo de acuerdo a aquello que
podemos percibir y que podemos entender. El subestimar la importancia de tales
condiciones resultará en intentos dispersos de atrapar la realidad, que guiarán al
establecimiento de un método que es posible seguir, pero inútil para su objetivo
epistemológico final: llegar a un conocimiento verdadero.

Bibliografía
Carnap, Rudolf. "La superación de la metafísica mediante el análisis lógico del
lenguaje." Ayer, A.J. El Positivismo Lógico. México, D.F.: Fondo de Cultura
Económica, 1986.

Hahn, Hans. "Lógica, Matemática y Conocimiento de la naturaleza." Ayer, A.J. El


Positivismo Lógico. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1986.

Heidegger, Martin. Principios metafísicos de la lógica. Madrid: Editorial Síntesis, 2009.

Kant, Immanuel. Crítica de la Razón Pura. México, D.F.: Santillana Ediciones., 2006.

Wittgenstein, Ludwig. Tractatus Logico-philosophicus. Madrid: Alianza Editorial, 2003.

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