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Imaginería Poética para Toda Ocasión

Humberto Rafael Macías Navarro


Publicado en la revista ​Jesuitas de México​ en 1997
https://web.archive.org/web/20080307040625/http://www.tij.uia.mx:80/~humberto/imaginero.htm

Imaginero por afición


No puedo definirme como fotógrafo, ni videófilo ni cinero, sino todo al mismo intento.
Imaginero me parece más adecuado. Imaginar no sólo es fantasear, crear ficciones o
inventar realidades aparte. Mi concepto se refiere más a recordar, captar, crear, y sobre
todo, disfrutar... ...imágenes. Mi sensibilidad, como hijo de este tiempo, esta
directamente conectada con la música y con la imagen. Las palabras son nuestro código
más preciso, pero para comunicar lo que escapa al pensamiento, es mejor callar (nuestra
boca) y dejar el espacio para el sonido puro y la intensidad del color y la forma.
Los lenguajes visuales, más complicados que mil palabras
Hay muchas escuelas de la comunicación audiovisual, pero hay algo más radical: a leer una
imagen se aprende más por intuición que por sintaxis. Para el arte, es más esencial la
expresión de una experiencia humana, que la ortodoxia del código (hace falta la técnica
pero no puede suplir lo expresado). Aclaro que me refiero a lo artístico, en sentido muy
amplio, en referencia a lo cultural, ideológico, cosmológico, lo que rebasa constantemente
las paredes de las galerías.
Cada formato de expresión de imagen tiene su arte caprichoso y su código único . La
fotografía acumula y aglomera puntos luminosos que el tiempo mantendría separados
(gracias a esta magia captaríamos la noche más oscura y transitada como iluminada y
solitaria). La pintura tiene temperamento de óleo, o transparencia de agua, según los
matices interiores que se desean compartir. Bien podría nombrársele a la pintura el género
mayor de la expresión visual humana pero no está sola. La novedad tecnológica está
obligando a crear nuevos e independientes lenguajes de imaginería. El cine dejó de ser
teatro filmado para convertirse en el séptimo arte, la ópera del siglo XX. El video a su vez se
deslindó del cine, perfilándose como género audiovisual completo y con inusitada
expresividad subjetiva. La computadora permite pintar con los colores de la luz y la
movilidad de los electrones. Todas estas posibilidades siempre me han dejado perplejo.
Desearía manejar fluidamente todos estos lenguajes para compartir la experiencia de la
condición humana con los demás, a profundidades inusitadas. Es difícil ser maestro en todo,
pero no me puedo restringir sólo a un lenguaje, por eso quiero seguir siendo imaginero.

Búsquedas serenas
Comenzó mi voracidad por la imagen en solitarias tardes infantiles. Con la lectura no
necesitaba cinescopio para reconstruir los matices de Oliver Twist o Los Tres Mosqueteros.
Mataba las horas imaginando los detalles de mis fantasías infantiles espontáneas. Recorrí
todo el elenco de los programas que vivió la generación educada en la televisión. Ahora me
siento predispuesto a la imaginería.
Con una cámara fotográfica antigua de mi madre experimenté y ejercité mi manía por
congelar imágenes. El proceso fue suficientemente lento -es un arte muy caro- para digerir
bien y ser autodidacta. Lo mismo ocurrió con las computadoras adicitivas y el consumismo
del software gráfico. No pude, ni quise, aprender solo en otras expresividades. El teatro
preparatoriano me regaló los mejores amigos de mi vida. El vértigo del ambiente artístico
nos sedujo para cambiar telón por bocinas e incursionar en la música ritmo de ​teponastlis ​y
huéhuetls​[1] prehispánicos, en los años que iniciaba el world beat. Aprendí los rudimentos
de cine con Guillermo del Toro, el único personaje que sería reconocible en mi currícula.
Actualmente colecciono imágenes, propias y ajenas, pero sobre todo deseo capturar y
disfrutar la imaginería de las personas con quienes he ido conviviendo en mi apostolado
como religioso: indígenas veracruzanos, refugiados guatemaltecos, campesinos jaliscienses,
damnificados de los temblores del 85 en Ciudad Guzmán y de las explosiones del 92 en
Guadalajara.

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Ser imaginero es esencial para mí, y aunque no ha exigido todo mi tiempo y atención -ni
cuando era estudiante, ni ahora como jesuita en formación-si han sido una serie de
búsquedas serenas de la vida y la imagen. Por ahora me es más importante vivir la
experiencia de la condición humana, propia y ajena, que la forma de comunicarla.

Imágenes frescas
Fotografiar la vida de las personas a quienes servimos apostólicamente va siendo una
excelente forma de hacer amigos. Principalmente las imágenes que produzco son para ellos:
ilustraciones para el catecismo de los enanos traviesos, santos patronos para la pared de
Doña Zenaida o la cartera de Primitivo el mojado, la sonrisa quinceañera de Lupita, el gesto
severo de los abuelos de Domingo o la boda tan esperada de Soledad. Imágenes que se
quedarán siempre frescas en su historia, y la mía.
El ángulo importante
Es imposible ser neutral o imparcial en una imagen. La psicología le juega tretas al
imaginero, además de que la realidad no se deja reproducir en sólo dos dimensiones [2].
Todos nuestros pre-juicios toman color, aún en la foto en blanco y negro. Es mejor hacerlo
consciente y tomar postura.
Me da vergüenza, pero no podría lograr una foto que tuviera posibilidades de un premio
periodístico. La voracidad de información ha hecho que sean más codiciadas las fotos que
ponen acento en las miserias humanas. Los niños de biafra o los asesinatos políticos atraen
más atención (y aplausos de la crítica) que los detalles cotidianos de un pueblo y su cultura.
Da gusto ver que para algunos todavía la persona es lo importante, como decía Lola Alvarez
Bravo acerca de la fotografía mexicana. Alguna vez compartía con un jesuita fotógrafo, Dan
Cardinalli de Nueva York, nuestra mutua impotencia para robar una imagen que pudiera
resultar denigrante a las personas con que trabajamos. De esta forma me parece que siendo
religiosos estamos desechos como fotógrafos comunes, porque necesitamos pedir permiso
para sacar la cámara; pero es preferible imaginar algo que les guste a ellos y puedan mostrar
en su sala. Un fotógrafo de nota roja hace sus fotos de despojos humanos, en picada (de
arriba hacia abajo, creando ilusión de superioridad). Los ojotes de Anita brillan mejor
tomándolos a 83.5 cm de altura.

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Temas en el congelador
Actualmente busco imágenes para incluir en diversas publicaciones de nuestra provincia (de
mis fotos publicadas en esta revista destaca más la portada de Jesuitas de México número
tres). Algunos grupos de jesuitas en formación colaboramos con la edición de folletos y
revistas de filosofía, pastoral juvenil, vocaciones etc., Todos desde su especialidad: foto,
dibujo y pintura, letras, diseño, edición electrónica etc.
Por lo mismo atesoro las imágenes logradas como si fueran mis hijas. Siempre puede ser
necesaria cualquiera de ellas.
Con fotos bajo pedido empiezo a sudar, cosa que no pasaría si tuviera que hacer un diseño
en computadora. Generalmente no fabrico imágenes fotográficas. Prefiero cazarlas al vuelo
y al “primer disparo” (es decir sin retoque o trucaje de laboratorio, empezando por el costo
de éste). La improvisación me ha regalado mejores fotos que los equipos caros. Disfruto
jugando con superficies, colores, perspectivas, buscando temas abstractos (algo así como
pintar con foto). Las flores gozan de mucha preferencia y no son tímidas. El cielo ofrece de
vez en cuando algunos conceptos filosóficos atrapables en todos los colores posibles. Los
bosques y lagos son difíciles, hay que esperar el momento en que desean estar
“presentables”. Pero lo más atrayente son los retratos personales por su dificultad y la
relación amistosa que puede nacer de esa ocasión. Los niños y niñas son los más
espontáneos, desinhibidos y fotogénicos según mi punto de vista.
Debo admitir que en cuanto fotógrafo no puedo renunciar al color, está demasiado ligado

con mi sensibilidad (igual que la música). Admiro la escuela mexicana de fotografía, que

prefiere y es maestra en B/N, pero en esto no la puedo seguir.

Para el futuro, como imaginero, soy como niño en dulcería, pero ¿Se necesita un imaginero
entre los jesuitas? ¿Con qué especial enfoque? ¿En qué lenguaje y medio? ¿En más de uno?
Todo un mundo por explorar
¿Cómo podría nombrarse un método de investigación de la estructura profunda de la
realidad humana, que toma en cuenta la introspección analítica, la búsqueda de nuevos
paradigmas, sondea los últimos alcances de la condición humana en su respectividad con el
universo y se preocupa, hasta perder el sueño, por una divulgación comprensible al resto de
los investigadores participantes? ¿Psicología? puede ser. ¿Filosofía? sin duda se acerca a lo

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definido arriba, pero está restringido a sólo los iniciados. El método democrático de
investigación aludido es: Poesía. El Poeta es un creador cualquiera que sea su lenguaje:
literario, musical, imaginario, científico, etc. El se toma el esfuerzo racional de marchar a lo
más radical de la experiencia humana, sondear sus raíces profundas, identificar sus
elementos constitutivos, tomar distancia de tal realidad para rearreglar esas notas
esenciales y lograr una mejor comprensión, para todos, de la condición humana real. El
producto del poeta, un símbolo, es estrictamente una ficción, que no implica mentira sino
que tiene muchísimo de real. ¿Está incluida la realidad del hombre latinoamericano en la
veraz irrealidad de los Cien Años de Soledad, de García Marquez? ¿Aparece realmente la
personalidad de obispo en proceso de conversión a los pobres, en las escenas
re-compuestas de la película Romero? ¿Desmereció la imagen del celo apostólico y avances
misioneros logrados en las reducciones paraguayas con el poco ortodoxo resumen histórico
de La Misión? ¿No es el modelo atómico cuántico de Scröedinger un esquema, un símbolo
irreal (en cuanto re-presentación matemática en ecuaciones diferenciales abstractas), una
metáfora incompleta que intenta explicar sólo una parte de la inacabable realidad? ¿No es
eso una ficción? El hombre no puede huir de la ficción para comprender su mundo,
caminando en la realidad, hacia mayor profundidad en la misma. No es que viva de
ficciones, se ayuda de ellas.
La expresión poética a la que me refiero es de hecho un método racional muy empleado por
la humanidad para investigar y comunicar la realidad​[3]​, y que no se limita a lo que el
mercado y los críticos colocan en las galerías. La comunicación y el arte, en el sentido amplio
al que me he referido, no son mero pasatiempo, es un quehacer humano sumamente
importante en el camino del hombre por conocer su realidad.
Hay muchos cráteres lunares que llevan orgullosamente nombres de los grandes
astrónomos jesuitas del pasado. La Compañía de Jesús puede seguir aportando a la
búsqueda humana a través de la comunicación, la expresión artística, la representación e
interpretación simbólica, con los valores y el estilo de Jesús en el evangelio. Jesuitas
astrónomos, biólogos, sociólogos, lingüistas, literatos, cineastas, músicos, pintores -al fin
poetas todos- tienen una palabra en la búsqueda del hombre de su realidad última. La luna
no sólo es de los astrónomos, también de los poetas.

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La cultura de la imagen
Como atestigua la CG 43 [D. 15 nn. 1-3 ], la comunicación social ha pasado de ser una
técnica y se ha convertido en un fenómeno social: la cultura de la sensibilidad y de la
imagen. El mundo occidental ha profesionalizado y sofisticado la representación, en
imágenes y sensaciones, de los valores y expectativas humanas, muchas veces sin ética y
sólo con la lógica del lucro. Los jesuitas no podemos ser meros aficionados en las disciplinas
de la expresión humana. La comunicación y la expresión artística (la poética en el sentido
amplio) tienen carta de ciudadanía en la misión de la compañía de Jesús en el mundo de
Hoy.
En la atomización informativa, cada pared tiene sus oídos abiertos
La cultura occidental actual se ha inundado de información. Al mismo tiempo los canales de
comunicación se han atomizado, y privatizado. El programa musical de radio que aglutinaba
a la familia en antaño, ha cedido su puesto al cerro de albumes que se pueden adquirir y
tocar en el walkman personal. Las salas cinematográficas pelean por su existencia ante las
videocaseteras caseras. Los periódicos, alguna vez expresión o vehículo para la opinión
pública, ahora compiten con sistemas que ofrecen un infinito de temas, bajo pedido, en las
redes internacionales de computadoras. Se vive culturalmente una paradoja: se ha
masificado la individualización de la información. Este es un signo tecnológico-cultural
ambiguo. Por un lado surgen nuevos emporios que controlan los nuevos canales de
comunicación, y por otro lado se multiplican los foros de discusión pública y personal libres.
Ahora es posible adquirir cualquier información o satisfactor del mercado, a través de una
terminal casera de computadora, pero también es posible comunicarse personal o
grupalmente con personas en los cinco continentes, casi sin ninguna restricción. Se han
multiplicado foros de discusión en cada tópico humano, desde cocina hasta investigación
fisico-nuclear, pasando por política, derechos humanos, ecología, filosofía, arte y, por
supuesto computación. La imaginería, y el resto de lenguajes expresivos, tiene mucho que
aportar en estos nuevos medios de comunicación.
En cada espacio que abre posibilidades a la expresión y comunicación, los jesuitas, y en
general los cristianos, podemos participar, aportando a los diversos grupos humanos el
mensaje inculturado del evangelio. Luchar porque se siga mejorando la calidad y la amplitud
de los espacios públicos y democráticos de comunicación, tecnologizada o no, es un

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vehículo eficiente, no el único, para la promoción de la justicia que exige nuestra fe [CG. 34,
D.15, nn. 4 y 5]. La educación crítica de quien elabora y recibe los mensajes
contemporáneos también se ve muy necesario [CG. 34, D.15, nn. 6 y 7], por lo que la
capacitación y desempeño profesional de los jesuitas en todo tipo de comunicación y
expresión humana es imprescindible. Las paredes que oyen son cada día más, aprendamos a
hablarle a cada una en su idioma.

Por eso yo quiero ser imaginero poético para cualquier ocasión.

[1]
Tipos de tambores que usaban las culturas mesoamericanas, hechos con troncos de madera, algunos
con cueros de anilmal tensado.
[2]
Aún los instrumentos científicos reducen la realidad a dimensiones que sean reconocibles por los hombres,
de tal forma que lo que arrojan son meros símbolos de la realidad.
[3]
Racional, no implica mera teorización cerebral. El método científico y el poético son racionales, como
afirma el filósofo español Xavier Zubiri. De hecho los más avanzados científicos se refieren a sus teorías
actuales como sólo metáforas, para tratar de comprender la realidad en la que se mueve el hombre:
desde el átomo hasta el cosmos. De esta manera un tarahumar contemplando la barranca del cobre
durante horas, y un físico nuclear midiendo la masa del antiprotón , investigan a fondo la realidad y
aportan lo suyo a la humanidad. Ambos son sabios, ambos tienen una palabra para el mundo: de
respeto a las culturas humanas y a la naturaleza, o de precisión y eficiencia en la técnica.

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