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CASO 1

PRECISONES SOBRE EL OBJETO

EXP. N.º 3509-2009-PHC/TC


LIMA
WALTER GASPAR
CHACÓN MÁLAGA

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 19 días del mes de octubre de 2009, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional integrada por los Magistrados Mesía Ramírez, Beaumont
Callirgos y Eto Cruz, pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Julio César Espinoza


Goyena, abogado de Walter Segundo Gaspar Chacón Málaga contra la resolución
de la Cuarta Sala Penal para procesos con reos libres de la Corte Superior de Justicia
de Lima, de fojas 815, su fecha 4 de mayo de 2009, que declara infundada la
demanda de hábeas corpus de autos.

II. ANTECEDENTES

§. Demanda

Con fecha 13 de noviembre de 2008, el recurrente interpone demanda


constitucional de hábeas corpus, contra los siguientes magistrados: a) Ricardo Núñez
Espinoza, Juez Penal de turno de la Corte Superior de Justicia de Lima; b) Saúl Peña
Farfán, Juez del Sexto Juzgado Penal Especializado de la Corte Superior de Justicia
de Lima; c) Carlos Carvajal Alvino, Fiscal Adjunto Superior de la Fiscalía
Superior Especializada de Lima; d) Inés Villa Bonilla, Inés Tello de Ñecco y Carlos
Ventura Cueva, Vocales de la Primera Sala Penal Especial de la Corte Superior de
Justicia de Lima, con el objeto de que siendo estimativa la presente demanda se
declare: a) La nulidad e insubsistencia de la denuncia fiscal (N.º 07-2000-FPPE) de
fecha 19 de enero de 2001; b) La nulidad del auto de apertura de instrucción de fecha
19 de enero 2001; c) La nulidad de auto ampliatorio de instrucción de fecha 17 de
septiembre de 2001; d) La nulidad e insubsistencia de la acusación fiscal de fecha 12
de enero de 2004; e) Nulo el auto de enjuiciamiento de fecha 17 de agosto de 2004.

Sostiene el demandante que con fecha 28 de noviembre del año 2000 se le


abre investigación fiscal por la presunta comisión de los delitos de cohecho propio y
encubrimiento real, que concluyó con la formalización de denuncia ante el órgano
jurisdiccional competente, habiéndose producido la apertura de instrucción N.º 293-
2001, de fecha 19 de enero de 2001, la cual se amplió por haberse encontrado
elementos de la presunta comisión del delito de enriquecimiento ilícito. Alega que se
le abrió proceso sin que previamente se lleve a cabo un antejuicio ante el Congreso
de la República, lo que le correspondía por haberse desempeñado como Ministro de
Estado. Asimismo señala que se ha afectado el principio de legalidad en su variante
de irretroactividad de la ley penal, pues no obstante ser claro que el periodo de tiempo
comprendido en la investigación fue el acaecido entre el año 1990 y 2000 el Fiscal
Superior al momento de formular su acusación penal hace referencia a la Ley 27482,
cuya fecha de publicación data del mes de junio de 2001, esto es mucho posterior a la
época en que ocurrieron los hechos que se imputan como delictuosos y peor aún
porque agrava la pena para esta clase delitos.

Adiciona el recurrente como argumento de su demanda que se ha vulnerado el


derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable, señalando como fundamento
que el proceso penal que se le sigue por la presunta comisión del delito de
enriquecimiento ilícito, fue abierto en el año 2001, siendo que a la fecha de
interposición del presente proceso constitucional lleva casi 8 años en tramitación, sin
que ni siquiera se haya emitido resolución en primera instancia, con lo que se habría
vulnerado toda razonabilidad en el plazo de su tramitación.

§. Investigación sumaria

Realizada la investigación sumaria, los demandados argumentan de modo


general y respecto de cada una de las presuntas afectaciones lo siguiente: a) Que el
recurrente no le alcanza la prerrogativa del antejuicio político, toda vez que esta
prerrogativa está referida a aquellos actos que hayan sido consecuencia del ejercicio
del cargo de Ministro; b) Que si bien se ha hecho referencia a la Ley 27482 que
modifica el artículo 401º del Código Penal, la misma no importa una aplicación
retroactiva de la ley penal, más aún si se tiene en cuenta que dicha modificatoria lo
único que hizo fue desarrollar una explicación de la conducta descrita y no ha sido
aplicada al caso del recurrente; c) Que si bien es cierto que el proceso penal se ha
prolongado en el tiempo, esto se encuentra debidamente justificado toda vez que el
mismo es sumamente complejo, con la intervención de más de medio centenar de
personas que obligan a su irremediable prolongación.

§. Resolución de primera instancia

El Décimo Juzgado Penal de la Corte Superior de Lima, mediante resolución


de fecha 02 de marzo de 2009, de fojas 593, declaró INFUNDADA la demanda de
hábeas corpus por considerar que: a) Al recurrente no le alcanzaba la prerrogativa del
antejuicio político en virtud a que los hechos que se le imputan obedecen a su actuar
como miembro del Ejército del Perú y no como Ministro de Estado; b) No se le ha
vulnerado el principio de irretroactividad de la ley penal, pues no ha sido aplicado el
párrafo agregado por dicha ley al tipo penal de enriquecimiento ilícito; c) No existe
afectación al plazo razonable, pues el proceso penal tiene la naturaleza de complejo,
además de haberse iniciado el juicio oral en el año 2004.

§. Resolución de segunda instancia

La Cuarta Sala Penal para procesos con reos libres de la Corte Superior de
Justicia de Lima CONFIRMÓ la resolución materia de alzada que declaraba
INFUNDADA la demanda de autos, sustancialmente bajo idénticos argumentos que el
A-quo.

III. FUNDAMENTOS

§. Delimtación del petitorio.

1. La presente demanda tiene por objeto cuestionar el proceso que se sigue


contra el recurrente por delito de enriquecimiento ilícito. Al respecto, alega
violación a la prerrogativa del antejuicio, aplicación retroactiva de la ley penal
violatoria del principio de legalidad penal y violación del derecho al plazo
razonable del proceso
§. Algunas precisiones respecto al hábeas corpus.

2. Desde antigua data, la libertad (como estado natural de una persona) ha sido
uno de los atributos más valiosos con los que cuenta un ser humano; tal
situación supuso que la libertad sea objeto de protección y tutela frente a las
privaciones. Así, el antecedente más remoto de tutela lo encontramos en el
interdicto[1] de hómine líbero exhibendo el cual constituyó una especie de
“acción popular”, ejercitable por cualquiera y de manera indeterminada, que
estaba encaminada a tutelar la libertad de aquel hombre libre privado
dolosamente de ella. Esta concepción de hábeas corpus ha sido catalogada
como la percepción clásica de este instituto y como el instrumento nom plus
ultra de tutela de la libertad individual, pues, como ya se ha señalado, servía
para tutelar el atributo que los romanos llamaron ius movendi et ambulandi o lo
que los anglosajones denominaron power of locomotion.

3. Esta postura jurídica ha ido desarrollándose con el paso del tiempo y su


afirmación ha venido siendo evolucionada, en la lengua contemporánea de los
derechos fundamentales. Nuestro sistema normativo (teniendo como punto de
partida la norma normarum) no ha sido ajeno a dicha evolución, y ha asumido
lo que en doctrina se conoce como la concepción amplia de hábeas corpus, es
decir, ya no sólo protege a la libertad personal, sino que se ha extendido a
otros derechos consustanciales con ésta (entiéndase libertad personal). A
dicha afirmación es posible arribar a partir de lo establecido en el artículo 200º
inciso 1) de la Constitución Política del Perú que ha previsto: “… La acción de
hábeas corpus… procede ante el hecho u omisión, por parte de cualquier
autoridad, funcionario o persona, que vulnera o amenaza la libertad individual o
los derechos conexos…”. Siguiendo dicha orientación, el Código Procesal
Constitucional en la parte in fine del último párrafo del artículo 25º ha precisado
que: “…También procede el hábeas corpus en defensa de los derechos
constitucionales conexos con la libertad individual, especialmente cuando se
trata del debido proceso y la inviolabilidad de domicilio…”.

4. Como se podrá apreciar, el ámbito de protección del hábeas corpus ha sido


extendido a la tutela del debido proceso, lo que supone el otorgamiento, al
Juez Constitucional, de la facultad de emitir pronunciamiento ante la eventual
vulneración del derecho fundamental antes mencionado; siendo necesario para
ello la verificación, en el caso concreto, de la conexidad entre éste (debido
proceso) y la libertad individual. Así lo ha entendido y establecido el Colegiado
Constitucional en su jurisprudencia, al señalar que: “… si bien el proceso de
hábeas corpus no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido
proceso (...) habida cuenta de que se han establecido judicialmente
restricciones al pleno ejercicio de la libertad locomotora, tras la imposición de la
medida cautelar de detención preventiva, el Tribunal Constitucional tiene
competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad constitucional de los
actos judiciales considerados lesivos…” (STC. 06402-2006-PHC/TC). Es más,
el Colegiado Constitucional ha aseverado que: “… no cualquier reclamo que
alegue a priori afectación de los derechos conexos a la libertad individual
puede franquear la procedibilidad de una demanda de hábeas corpus, pues
para ello se requiere prima facie que se cumpla con el requisito de la
conexidad. Este requisito comporta que el reclamo alegado esté siempre
vinculado a la libertad individual…” (STC. 4052-2007-PHC/TC).

5. Así las cosas, es pertinente, de cara a la correcta resolución del presente


caso, verificar si la alegada vulneración del debido proceso efectuada por el
recurrente lleva aparejada el requisito de conexidad al que se ha hecho
referencia en los fundamentos precedentes. Así analizado el expediente, se
puede concluir de la instrumental obrante de fojas 153 a 161 que el recurrente
tiene la medida coercitiva personal de comparecencia con restricciones, como
por ejemplo la de no ausentarse del lugar de su residencia sin previo aviso del
Juez, comparecer cada 15 días y de manera personal al juzgado a informar y
justificar sus actividades bajo apercibimiento de revocársele la medida
coercitiva impuesta. Todo ello, a juicio de este Colegiado, constituye una
injerencia en la esfera de libertad de la persona del recurrente, con lo que le
está completamente legitimado a este Tribunal analizar el fondo de la
controversia constitucional planteada.

§.Presunta vulneración de la prerrogativa del antejuicio político

6. La Constitución Política del Perú, dentro de su desarrollo normativo, ha previsto


en sus artículos 99º y 100º dos tipos de procedimientos por medio de los
cuales se puede acusar a los altos funcionarios del Estado ante una posible
infracción a la Constitución o por la comisión de un hecho delictivo. Estos
procedimientos de acusación constitucional son de distinta naturaleza y, por
ende, de distintos alcances; nos referimos alantejuicio político y al juicio
político. Por obvias razones, en el presente caso efectuaremos un análisis sólo
del primero de ellos, esto es el antejuicio político.

7. Así, respecto al antejuicio político el artículo 99º de la Constitución Política del


Perú ha señalado que: “Corresponde a la Comisión Permanente acusar ante el
Congreso: al Presidente de la República; a los representantes del Congreso; a
los Ministros de Estado; a los miembros del Tribunal Constitucional; a los
miembros del Consejo Nacional de la Magistratura; a los vocales de la Corte
Suprema; a los fiscales supremos; al Defensor del Pueblo y al Contralor
General por infracción de la Constitución y por todo delito que cometan en
el ejercicio de sus funciones y hasta cinco años después de que hayan
cesado en éstas” (resaltado y subrayado agregados).

8. Por su parte el Tribunal Constitucional desarrollando dicho artículo ha


precisado que: “…es un privilegio jurídico-político al cual tienen derecho ciertos
funcionarios del Estado como: el Presidente de la República, los Congresistas,
los Ministros de Estado, los miembros del Tribunal Constitucional, los
miembros del Consejo Nacional de la Magistratura, los Vocales de la Corte
Suprema, los Fiscales Supremos, el Defensor del Pueblo y el Contralor
General de la República…” (STC. 0006-2003-AI/TC), a mayor abundamiento
ha señalado que: “… El antejuicio político es una prerrogativa funcional de
naturaleza formal consistente en que los altos funcionarios del Estado
señalados en el artículo 99° de la Constitución no sean procesados penalmente
por supuestos delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones, sin haber sido
previamente despojados de la prerrogativa funcional en un procedimiento
seguido con las debidas garantías procesales en el seno del Congreso de la
República…” (STC. 2364-2008-PHC/TC).

9. Como se podrá advertir tanto de su configuración normativa, como el desarrollo


jurisprudencial, existen dos materias por las cuales es posible que los
Congresistas de la República puedan ejercer la atribución constitucional de la
acusación constitucional; nos estamos refiriendo a: a) La infracción a la
Constitución; y, b) Comisión de delito en el ejercicio de sus funciones. El
análisis que se hará en el desarrollo argumentativo de la presente sentencia
recaerá únicamente sobre el segundo de ellos, por ser este uno de los
fundamentos por los que el recurrente esgrime el presente proceso
constitucional de la libertad.

10. En este excurso de razonamiento, este Tribunal considera necesario establecer


que la prerrogativa del antejuicio político o, si se quiere, el procedimiento de
acusación constitucional, es una institución jurídico-política que se instaura por
la comisión de un delito en el ejercicio de sus funciones, mas no está diseñado
o configurado respecto de la comisión de delitos comunes. En otras palabras,
la prerrogativa del antejuicio político no resulta aplicable a los altos funcionarios
del Estado en todos los ámbitos de su vida, incluyendo la privada, sino sólo
para aquellos casos en los que la conducta delictiva sea consecuencia de
actos propios de su cargo (como por ejemplo peculado, cohecho, etc).
Sostener lo contrario, sería afirmar que si uno de los altos funcionarios a los
que hace referencia el artículo 99º de la Constitución atenta contra la vida de
su cónyuge, éste tendría derecho al antejuicio político por el cargo que ostenta,
lo que a juicio de este Colegiado es incongruente con el thelos de la institución
jurídica bajo análisis.

11. El recurrente argumenta en su escrito de apelación de la sentencia emitida por


el A-quo en el presente proceso constitucional que: “La ampliación de
instrucción por el delito de enriquecimiento ilícito alcanzó el periodo de tiempo
comprendido entre el año 1992 y 2000” año éste último en el que se
desempeñó como Ministro de Estado en la Cartera del Interior, pero respecto
de ello no se ha dicho nada, por lo que asegura que le alcanzaba la
prerrogativa del antejuicio político. Dicha afirmación debe estimarse como un
argumento de defensa del recurrente, pero que este Colegiado no comparte,
pues si tenemos en cuenta el auto ampliatorio de instrucción obrante a fojas
38, por medio del cual se resolvió ampliar la instrucción por la presunta
comisión del delito de enriquecimiento ilícito, afirma que el evento fáctico que
permite sostener la imputación formulada, está representada por el desbalance
patrimonial del hoy recurrente cuando éste desempeñaba diversos cargos
estratégicos en su condición de General del Ejército Peruano.

12. Ello evidencia que la instrucción que se le siguió y el juicio oral que a la fecha
de presentación del presente proceso constitucional sigue vigente, no ha sido
consecuencia de su accionar como Ministro de Estado, por lo que no está
comprendido dentro de los alcances de la prerrogativa del antejuicio político.

§. Vigencia en el tiempo de la ley penal: Irretroactividad de la ley penal.

13. En nuestro ordenamiento jurídico, el principio de legalidad es uno de los pilares


fundamentales sobre los cuales se erige el sistema jurídico. Tratándose de una
disposición que forma parte del derecho penal material, la ley aplicable es la
vigente al momento de cometerse el delito. Así se desprende del ordinal “d” del
inciso 24) del artículo 2° de nuestra Constitución, a tenor del cual: “…Nadie
será procesado ni condenado por acto u omisión que al tiempo de cometerse
no esté previamente calificado en la ley, de manera expresa e inequívoca,
como infracción punible; ni sancionado con pena no prevista en la ley…”.

14. De otra lado es también conocido que por mandato expreso de la Carta
Fundamental del Estado una norma no puede ser aplicada de modo
retroactivo, salvo en materia penal cuando favorece al reo. Así, el artículo 103º
ha precisado literalmente que: “…Ninguna ley tiene fuerza ni efecto
retroactivos, salvo en materia penal cuando favorece al reo…”. Esta excepción
es aplicable a las normas del derecho penal material, por ejemplo, en caso de
que, posteriormente a la comisión del delito, entre en vigencia una norma que
establezca una pena más leve. Por su parte el artículo 6° del Código Penal
prescribe que se aplicará la norma vigente al momento de la comisión del delito
y, en caso de conflicto de normas penales en el tiempo, se aplicará la más
favorable.

15. Respecto a la irretroactividad de la ley, este Colegiado Constitucional ha tenido


la oportunidad de afirmar que: “… La aplicación retroactiva de las normas se
produce cuando a un hecho, relación o situación jurídica se les aplica una
norma que entró en vigencia después que éstos se produjeron. Nuestro
ordenamiento prohíbe la aplicación retroactiva de las normas. Como excepción
a la regla se permite la aplicación retroactiva en materia penal, cuando
favorece al reo…” (STC N.º 1300-2002-HC/TC). No obstante esta definición, no
debe ser aplicada de modo literal, sino que debe existir una interpretación
activa, es decir, caso por caso. Así lo ha entendido el Tribunal Constitucional el
cual ha señalado en un proceso constitucional de hábeas corpus que: “…El
alegato del recurrente para cuestionar el proceso penal por el delito de
corrupción de funcionarios en la modalidad cohecho pasivo impropio, se basa
en que al momento de la comisión del mismo no estaba tipificada la conducta
delictiva por la que se le condena y en que recién con la modificatoria del 6 de
octubre de 2004 se amplía el hecho típico. Sin embargo, la conducta delictiva
sí se encontraba tipificada en el artículo 394 del Código Penal, con anterioridad
a dicha modificatoria, lo que era suficiente para la configuración del tipo
penal...” (STC. 1939-2004-PHC/TC).

16. Es conveniente aquí efectuar un análisis, a fin de determinar si es que se ha


afectado la irretroactividad de la ley penal, entre la norma jurídica en la que se
basó la imputación, esto es el artículo 401º que preveía el delito de
enriquecimiento ilícito conforme a la descripción típica efectuada por el Código
Penal de 1991 y la modificatoria que sufrió dicha norma a través de la
Ley 27482 (Ley que regula la publicación de la Declaración Jurada de Ingresos
y de Bienes y Rentas de los funcionarios y servidores públicos del Estado), la
que en su artículo séptimo incorporó un párrafo en el artículo 401º del Código
Penal, de fecha del 15 de junio de 2001, es decir posterior a los hechos materia
de incriminación.

17. La descripción típica original (conforme al Código Penal de 1991) del delito
enriquecimiento ilícito es como sigue: “El funcionario o servidor público que, por
razón de su cargo, se enriquece ilícitamente, será reprimido con pena privativa
de libertad no menor de cinco ni mayor de diez años”. A dicho artículo se le
incorporó, a través de la Ley 27482 el siguiente párrafo: “Se considera que
existe indicio de enriquecimiento ilícito, cuando el aumento del patrimonio y/o
del gasto económico personal del funcionario o servidor público, en
consideración a su declaración jurada de bienes y rentas, es notoriamente
superior al que normalmente haya podido tener en virtud de sus sueldos o
emolumentos percibidos, o de los incrementos de su capital, o de sus ingresos
por cualquier otra causa lícita”.

18. Analizados y comparados las dos descripciones típicas debemos afirmar, de


modo categórico, que la modificatoria introducida por la ley a la que se ha
hecho referencia en las consideraciones precedentes no incluye ningún
elemento típico nuevo pues, en efecto, como bien lo ha precisado el A-quo,
dicha incorporación lo único que hace es delimitar los elementos objetivos del
tipo penal y no modifican la esencia de la imputación formulada contra el hoy
recurrente, ni tampoco una agravación de la conducta que tenga repercusión
con la intensidad de la respuesta punitiva de parte del Estado, por lo que su
aplicación al caso no constituye una aplicación retroactiva de la ley penal. En
tal sentido, este extremo de la demanda debe ser desestimada.

§. El derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable.

19. El derecho a ser juzgado en un plazo razonable constituye una manifestación


implícita del derecho al debido proceso (artículo 139º, inciso 3 de la
Constitución), y goza de reconocimiento expreso en el artículo 14°, inciso 3.c
de Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que establece: “Durante
el proceso, toda persona acusada de un delito tendrá derecho, en plena
igualdad, a las siguientes garantías mínimas… c) A ser juzgado sin dilaciones
indebidas”; y en el artículo 8°, inciso 1 de la Convención Americana de
Derechos Humanos, que prescribe: “ Toda persona tiene derecho a ser oída,
con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal
competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley,
en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para
la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o
de cualquier otro carácter”. Tales disposiciones cobran vigencia efectiva en
nuestro ordenamiento a través del artículo 55 de la Constitución. Asimismo,
conforme a la Cuarta Disposición Final y Transitoria de esta Carta Política, que
exige que las normas relativas a los derechos y las libertades que la
Constitución reconoce se interpreten de conformidad con los tratados sobre
derechos humanos ratificados por el Perú.

§. Criterios para determinar la duración razonable del proceso penal

20. Habiéndose planteado en el presente caso, la eventual violación del derecho al


plazo razonable del proceso o, lo que es lo mismo, que éste no sufra dilaciones
indebidas, la determinación de si se violó o no su contenido
constitucionalmente protegido es un tema que solo puede obtenerse a partir del
análisis de los siguientes criterios: a) la actividad procesal del interesado; b) la
conducta de las autoridades judiciales, y c) la complejidad del asunto; los
cuales fueron establecidos por la Corte Interamericana de Derechos Humanos
en los casos Genie Lacayo y Suárez Rosero al analizar el tema del plazo
razonable del proceso, los mismos que han sido recepcionados por el Tribunal
Constitucional (Cfr. Exp. N.º 618-2005-PHC/TC. Caso Ronald Winston Díaz
Díaz. FJ N.º 11; Exp. N.º 5291-2005-PHC/TC. Caso Heriberto Manuel Benítez
Rivas y otra. FJ N.º 6). Tales elementos permitirán apreciar si el retraso o
dilación es indebido (que es la segunda condición para que opere este
derecho), lo que debe realizarse caso por caso y según las circunstancias.

21. Dicha determinación ha sido acogida por el Tribunal Constitucional quien ha


expresado en la sentencia recaída en el caso Berrocal Prudencio (Expediente
N.°. 2915-2004-HC/TC), que: “…para valorar la complejidad de un caso es
menester tomar en consideración factores tales como la naturaleza y gravedad
del delito, los hechos investigados, los alcances de la actividad probatoria para
el esclarecimiento de los eventos, la pluralidad de agraviados o inculpados, o
algún otro elemento que permita concluir, con un alto grado de objetividad, que
la dilucidación de una determinada causa resulta particularmente complicada y
difícil…”.

22. En lo que respecta a la valoración de la actividad procesal del inculpado, a


efectos de determinar la razonabilidad del plazo, es preciso distinguir el uso
regular de los medios procesales que la ley prevé y la falta de cooperación
mediante la pasividad absoluta del imputado (muestras ambas del ejercicio
legítimo de los derechos que el Estado Constitucional permite), de la
denominada “defensa obstruccionista” (signo inequívoco de la mala fe del
procesado y, consecuentemente, recurso repudiado por el orden
constitucional). En consecuencia, “(...) la demora sólo puede ser imputable al
acusado si éste ha abusado de su derecho a utilizar los resortes procesales
disponibles, con la intención de atrasar el procedimiento” (Informe N.° 64/99,
Caso 11.778, Ruth Del Rosario Garcés Valladares. Ecuador, 13 de abril de
1999. Asimismo, Caso Wemhoff, TEDH, párrafo 2; y Caso Neumeister, TEDH,
párrafo 2).

23. En reiterada jurisprudencia este Colegiado (Expediente N.º 0376-2003-


HC/TC. Caso: Bozzo Rotondo. FJ. 9 ) ha sostenido que “…si bien todo
procesado goza del derecho fundamental a la no autoincriminación, una de
cuyas manifestaciones incluso autoriza al inculpado a guardar un absoluto
silencio y la más imperturbable pasividad durante el proceso, en el correcto
supuesto de que debe ser la parte acusatoria la encargada de desvanecer la
inocencia presunta, ello no le autoriza para que mediante actos positivos se
desvíe el camino del aparato estatal en la búsqueda de la verdad dentro del
proceso…”.

24. En este orden de ideas, podría merituarse como defensa


obstruccionista todas aquellas conductas intencionalmente dirigidas a
obstaculizar la celeridad del proceso, sea la interposición de recursos que,
desde su origen y de manera manifiesta, se encontraban condenados a la
desestimación, sea las constantes y premeditadas faltas a la verdad que
desvíen el adecuado curso de las investigaciones, entre otros. En todo caso,
corresponde al juez penal demostrar la conducta obstruccionista del
procesado.

25. En relación a la actuación de los órganos judiciales, este Tribunal, en reiterada


jurisprudencia (Expediente N.°. 2915-2004-HC/TC. Caso: Berrocal Prudencio),
ha sostenido que será preciso evaluar el grado de celeridad con el que se ha
tramitado el proceso, sin perder de vista en ningún momento el especial celo
que es exigible a todo juez encargado de dilucidar una causa en la que se
encuentra un individuo privado de su libertad. En tal sentido, serían
especialmente censurables, por ejemplo, la demora en la tramitación y
resolución de los recursos contra las decisiones que imponen o mantienen la
detención preventiva; las indebidas e injustificadas acumulaciones o
desacumulaciones de procesos; o, como estableciera el TEDH, los repetidos
cambios de juez instructor, la tardanza en la presentación de un peritaje o en la
realización de una diligencia en general (Caso Clooth, párrafo 45).

§. Dimensiones de la infracción del derecho al plazo razonable del proceso penal

26. Por su parte, las dilaciones procesales atribuibles al propio órgano


jurisdiccional pueden consistir en la omisión de resolver dentro de los plazos
previstos en las leyes procesales, comportamiento que proviene de la
pasividad o inactividad del órgano judicial lo que deviene en una demora o
retardo del proceso (Cfr. Exp. 6390-2006-AA/TC. Caso: Margarita del Campo
Vegas. FJ. Nº 7: Omisión de pronunciamiento del Tribunal de honor; Exp. 549-
2004-HC/TC. Caso: Manuel Rubén Moura García. FJ. Nº 1: Omisión de
expedición de sentencia; Exp. Nº 3771-2004-HC/TC. Caso: Miguel Cornelio
Sánchez Calderón. FJ. Nº 1: Omisión de expedición de sentencia).

27. De otro lado, es posible también generar dilaciones indebidas a través de


actividades procesales que por no ser adecuada para lograr la pronta solución
del proceso genera una demora imputable al juez o al tribunal del caso. Es
decir, se produce una determinada actuación que provoca una dilación
persistente. Este Tribunal ha abordado este tema en la sentencia estimatoria
recaída en el expediente N.º 3485-2005-HC/TC (Caso: Sandro Bustamante
Romaní), en que el demandante hallándose sujeto a un proceso sumario
iniciado en el año 1999, en el cual se emitieron dos sentencias absolutorias, las
mismas fueron declaradas nulas por el tribunal superior fundamentando su
decisión en la no consecución del objeto del proceso, sin tener en
consideración la naturaleza sumaria del proceso (cuyo plazo legal es de 60
días, prorrogable a 30 días), dilató el juzgamiento cinco años, vulnerando así el
derecho al plazo razonable del proceso.

§. Análisis del caso concreto

Inicio del cómputo del plazo razonable del proceso

28. Este Colegiado al tratar sobre el punto de partida para la evaluación del “plazo
razonable”, considera que en materia penal el comienzo del mismo, debe
computarse desde el momento en que la persona conoce de la atribución o
señalamiento que le afecta concretamente, ya sea por un particular en una
denuncia o por acto de autoridad judicial u otra autoridad competente, como
sospechoso de haber participado en un hecho delictivo. El hecho objetivo a
partir del cual debe empezar a computarse el plazo dentro de este proceso es
la apertura de investigación fiscal, por constituir el primer acto de carácter cuasi
jurisdiccional por medio del cual el hoy recurrente tomó conocimiento de que el
Estado había activado al aparato persecutor, es decir el cómputo del plazo de
duración del proceso, data del 28 de noviembre del año 2000.

29. En tal sentido, el presente proceso lleva a la fecha de expedición de la


presente sentencia, un total de ocho años, diez meses y veinte días.
Seguidamente se procederá a analizar dicho plazo, que prima facie se advierte
excesivo, sobre la base de los ya criterios materiales de análisis; a saber:
complejidad del asunto, actuación del órgano jurisdiccional, conducta procesal
de las partes.

Elementos de análisis del plazo razonable del proceso

30. En cuanto a la complejidad del proceso, conforme consta de la copia del auto
de apertura de instrucción, a fojas 24, así como del auto de enjuiciamiento, a
fojas 138, se trata de un proceso con un gran número de imputados, lo que
conforme a lo aseverado en el informe (a fojas 488 y siguientes) elaborado por
la presidenta de la Sala Penal emplazada, doña Inés Villa Bonilla, quien
reconoce que han llegado a sumar 35 imputados. Al respecto, dicha cantidad
de procesados es en definitiva un aspecto que incide en gran medida en la
complejidad del proceso. Sin embargo, resulta pertinente hacer
referencia al hecho de que con la finalidad de darle mayor celeridad a la
tramitación del proceso, mediante resolución de fecha 5 de febrero de 2007, se
dispuso la desacumulación del proceso en dos (el N.º 004-2001 y el 13-2007).
Asimismo, se produjo una segunda desacumulación del proceso Nº 004-2001,
mediante resolución de fecha 15 de septiembre de 2008, en otros tres
procesos distintos: 004-2001, 84-2008 y 85-2008. De modo tal que finalmente
en el proceso N.º 004-2001 habrían quedado comprendidos además del
recurrente, otras cuatros personas, a saber: Aurora Isabel de Vettori Rojas de
Chacón, Cecilia Isabel Chacón de Vetori, Luis Kiguel Portal Barrantes y Juan
Cralos Chacón de Vetori (a fojas 499 de autos).
31. Más allá del loable esfuerzo de la judicatura por desacumular procesos en aras
de la celeridad procesal, de modo tal que actualmente el proceso seguido
contra el recurrente tiene solo cinco procesados, dicha desacumulación pone
de manifiesto que por la naturaleza de las imputaciones ventiladas en el
proceso seguido contra el recurrente era posible seguir varios procesos
distintos con menos imputados, lo que en definitiva haría menos complejo el
proceso penal. Sin embargo, que siendo ello posible, llama la atención que la
referida desacumulación se haya dado recién a partir del alo 2007, cuando el
proceso penal tenía ya seis años de iniciado. De modo tal que es posible
advertir que en el presente caso, la gran cantidad de imputados, elemento que
incidió en gran medida en la complejidad del proceso, en realidad constituye
una imputable al propio órgano jurisdiccional.

32. Finalmente, en cuanto a la actuación procesal del imputado, cabe señalar que
de los actuados no se aprecia ninguna actuación dilatoria por parte del
recurrente, lo que tampoco ha sido indicado en el referido informe expedido por
la presidenta de la Sala Penal emplazada. En este sentido, se advierte que la
excesiva duración del proceso no puede ser imputada al procesado, sino más
bien ha sido consecuencia de una tramitación negligente del proceso por parte
del órgano jurisdiccional, quien de modo innecesario inició un proceso penal
con gran cantidad de imputados, a pesar de existir la posibilidad real de una
desacumulación. Es por ello que la demanda debe ser estimada en este
extremo.

La protección del plazo razonable y sus consecuencias.

33. Habiéndose advertido en el presente caso que se ha producido una


vulneración del derecho al plazo razonable del proceso, corresponde ahora
determinar cuál es la consecuencia que se desprende de dicha estimatoria. Al
respecto, no deberá perderse de vista en ningún momento la finalidad que
inspira a los procesos constitucionales de la libertad, esto es “… proteger los
derechos constitucionales, reponiendo las cosas al estado anterior a la
violación o amenaza de violación de un derecho constitucional…”. En este
sentido, la solución a la que se arribe deberá expresar consecuencias jurídicas
concretas en la situación del recurrente.

34. La doctrina y jurisprudencia internacional nos muestran que la temática que


nos ocupa no ha sido nada pacífica, habiéndose argumentado diversas
posturas, las mismas que aquí resumimos: a) Las compensatoriasque a su vez
pueden ser internacionales, civiles o penales; b) Las Sancionatorias las que
pueden ser de orden administrativo-disciplinaria y penales orientándose a
reprimir la conducta dilatoria de las autoridades judiciales; y, c) Las
procesales que son tanto la nulidad como el sobreseimiento.

35. En cuanto a las medidas de tipo compensatorio, éstas importan la


materialización de un conjunto de mecanismos tendientes a resarcir al
imputado por el “daño” causado como consecuencia de una demora excesiva
en el juzgamiento, las que pueden traducirse en el pago de una suma dineraria
(civil) o en algún tipo de indulto o perdón (penal). Dichas medidas a juicio de
este Colegiado no se condicen con el carácter restitutorio de los procesos
constitucionales de la libertad. Asimismo, una protección que sólo implique
medidas de esta naturaleza podría significar la vigencia de actos emitidos en
violación de derechos fundamentales, lo que no se condice con el deber estatal
de protección de derechos fundamentales derivado del artículo 44º de la
Constitución Política del Perú.
36. Por su parte las soluciones sancionatorias se plasman a través de la
imposición de medidas administrativas de carácter sancionatorio contra los
responsables de la violación del derecho al plazo razonable. Al respecto, este
tipo de consecuencias sólo representan una garantía de carácter secundario,
ya que no reaccionan procesalmente contra la violación del derecho en
cuestión, sino contra los culpables de la infracción representando dichas
posturas únicamente medidas de carácter preventivo general (para todos los
funcionarios que tienen dentro de sus atribuciones materializar la jurisdicción).
Por ello es que este Colegiado llega a la conclusión que esta clase de
soluciones se apartan de la esencia misma de los procesos constitucionales,
consecuentemente no puede ser de recibo como solución del presente
proceso.

37. Habiendo quedado descartadas las posibles medidas de soluciones de tipo


compensatorias y sancionatorias de la presente resolución, es conveniente
aquí efectuar un análisis de la última de las posturas a las que hace referencia
la doctrina y verificar si esta se condice con los fines de los procesos
constitucionales.

38. A juicio de este Colegiado Constitucional, el principio de presunción de


inocencia (artículo 2,24.e de la Constitución) constituye un estado de inocencia
que sólo puede ser desvirtuado a través de una sentencia expedida en un
proceso legítimo en el que se hayan respetado todas las garantías. En efecto,
sólo con el respeto inmaculado de todas las garantías judiciales del imputado
se puede fundar la legitimidad constitucional de una sentencia judicial. Por ello
la ausencia de una de estas garantías constituirían una falta de justificación
para la legitimación persecutoria del Estado o si se quiere la materialización
del ius puniendi estatal.

39. Es por ello que la violación del derecho al plazo razonable, que como ya se ha
dejado dicho es un derecho público subjetivo de los ciudadanos, limitador del
poder penal estatal, provoca el nacimiento de una prohibición para el Estado de
continuar con la persecución penal fundada en la pérdida de la legitimidad
punitiva derivada del quebrantamiento de un derecho individual de naturaleza
fundamental. Sostener lo contrario supondría, además, la violación del principio
del Estado Constitucional de Derecho, en virtud del cual los órganos del Estado
sólo puede actuar en la consecución de sus fines dentro de los límites y
autorizaciones legales y con el respeto absoluto de los derechos básicos de la
persona. Cuando estos límites son superados en un caso concreto, queda
revocada la autorización con que cuenta el Estado para perseguir penalmente.

40. En al sentido, en el caso de autos, en el que se ha mantenido al recurrente en


un estado de sospecha permanente y sin que –como se ha visto a lo largo de
la presente sentencia- las circunstancias del caso justifiquen dicha excesiva
dilación, el acto restitutorio de la violación del derecho al plazo razonable del
proceso consistirá en la exclusión del recurrente del proceso penal.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le


confiere la Constitución Política del Perú

RESUELVE

1. Declarar FUNDADA EN PARTE la demanda de hábeas corpus, por haberse


acreditado la vulneración del derecho al plazo razonable.
2. Disponer que la Sala penal emplazada excluya al recurrente del proceso penal
que se le sigue por la presunta comisión del delito de enriquecimiento ilícito.

3. Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus en lo demás que


contiene.

Publíquese y notifíquese.

CASO 2

EXP. N.º 3509-2009-PHC/TC


LIMA
WALTER GASPAR
CHACÓN MÁLAGA

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 19 días del mes de octubre de 2009, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional integrada por los Magistrados Mesía Ramírez, Beaumont
Callirgos y Eto Cruz, pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Julio César Espinoza


Goyena, abogado de Walter Segundo Gaspar Chacón Málaga contra la resolución
de la Cuarta Sala Penal para procesos con reos libres de la Corte Superior de Justicia
de Lima, de fojas 815, su fecha 4 de mayo de 2009, que declara infundada la
demanda de hábeas corpus de autos.

II. ANTECEDENTES

§. Demanda

Con fecha 13 de noviembre de 2008, el recurrente interpone demanda


constitucional de hábeas corpus, contra los siguientes magistrados: a) Ricardo Núñez
Espinoza, Juez Penal de turno de la Corte Superior de Justicia de Lima; b) Saúl Peña
Farfán, Juez del Sexto Juzgado Penal Especializado de la Corte Superior de Justicia
de Lima; c) Carlos Carvajal Alvino, Fiscal Adjunto Superior de la Fiscalía
Superior Especializada de Lima; d) Inés Villa Bonilla, Inés Tello de Ñecco y Carlos
Ventura Cueva, Vocales de la Primera Sala Penal Especial de la Corte Superior de
Justicia de Lima, con el objeto de que siendo estimativa la presente demanda se
declare: a) La nulidad e insubsistencia de la denuncia fiscal (N.º 07-2000-FPPE) de
fecha 19 de enero de 2001; b) La nulidad del auto de apertura de instrucción de fecha
19 de enero 2001; c) La nulidad de auto ampliatorio de instrucción de fecha 17 de
septiembre de 2001; d) La nulidad e insubsistencia de la acusación fiscal de fecha 12
de enero de 2004; e) Nulo el auto de enjuiciamiento de fecha 17 de agosto de 2004.

Sostiene el demandante que con fecha 28 de noviembre del año 2000 se le


abre investigación fiscal por la presunta comisión de los delitos de cohecho propio y
encubrimiento real, que concluyó con la formalización de denuncia ante el órgano
jurisdiccional competente, habiéndose producido la apertura de instrucción N.º 293-
2001, de fecha 19 de enero de 2001, la cual se amplió por haberse encontrado
elementos de la presunta comisión del delito de enriquecimiento ilícito. Alega que se
le abrió proceso sin que previamente se lleve a cabo un antejuicio ante el Congreso
de la República, lo que le correspondía por haberse desempeñado como Ministro de
Estado. Asimismo señala que se ha afectado el principio de legalidad en su variante
de irretroactividad de la ley penal, pues no obstante ser claro que el periodo de tiempo
comprendido en la investigación fue el acaecido entre el año 1990 y 2000 el Fiscal
Superior al momento de formular su acusación penal hace referencia a la Ley 27482,
cuya fecha de publicación data del mes de junio de 2001, esto es mucho posterior a la
época en que ocurrieron los hechos que se imputan como delictuosos y peor aún
porque agrava la pena para esta clase delitos.

Adiciona el recurrente como argumento de su demanda que se ha vulnerado el


derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable, señalando como fundamento
que el proceso penal que se le sigue por la presunta comisión del delito de
enriquecimiento ilícito, fue abierto en el año 2001, siendo que a la fecha de
interposición del presente proceso constitucional lleva casi 8 años en tramitación, sin
que ni siquiera se haya emitido resolución en primera instancia, con lo que se habría
vulnerado toda razonabilidad en el plazo de su tramitación.

§. Investigación sumaria

Realizada la investigación sumaria, los demandados argumentan de modo


general y respecto de cada una de las presuntas afectaciones lo siguiente: a) Que el
recurrente no le alcanza la prerrogativa del antejuicio político, toda vez que esta
prerrogativa está referida a aquellos actos que hayan sido consecuencia del ejercicio
del cargo de Ministro; b) Que si bien se ha hecho referencia a la Ley 27482 que
modifica el artículo 401º del Código Penal, la misma no importa una aplicación
retroactiva de la ley penal, más aún si se tiene en cuenta que dicha modificatoria lo
único que hizo fue desarrollar una explicación de la conducta descrita y no ha sido
aplicada al caso del recurrente; c) Que si bien es cierto que el proceso penal se ha
prolongado en el tiempo, esto se encuentra debidamente justificado toda vez que el
mismo es sumamente complejo, con la intervención de más de medio centenar de
personas que obligan a su irremediable prolongación.

§. Resolución de primera instancia

El Décimo Juzgado Penal de la Corte Superior de Lima, mediante resolución


de fecha 02 de marzo de 2009, de fojas 593, declaró INFUNDADA la demanda de
hábeas corpus por considerar que: a) Al recurrente no le alcanzaba la prerrogativa del
antejuicio político en virtud a que los hechos que se le imputan obedecen a su actuar
como miembro del Ejército del Perú y no como Ministro de Estado; b) No se le ha
vulnerado el principio de irretroactividad de la ley penal, pues no ha sido aplicado el
párrafo agregado por dicha ley al tipo penal de enriquecimiento ilícito; c) No existe
afectación al plazo razonable, pues el proceso penal tiene la naturaleza de complejo,
además de haberse iniciado el juicio oral en el año 2004.

§. Resolución de segunda instancia

La Cuarta Sala Penal para procesos con reos libres de la Corte Superior de
Justicia de Lima CONFIRMÓ la resolución materia de alzada que declaraba
INFUNDADA la demanda de autos, sustancialmente bajo idénticos argumentos que el
A-quo.

III. FUNDAMENTOS

§. Delimtación del petitorio.


1. La presente demanda tiene por objeto cuestionar el proceso que se sigue
contra el recurrente por delito de enriquecimiento ilícito. Al respecto, alega
violación a la prerrogativa del antejuicio, aplicación retroactiva de la ley penal
violatoria del principio de legalidad penal y violación del derecho al plazo
razonable del proceso

§. Algunas precisiones respecto al hábeas corpus.

2. Desde antigua data, la libertad (como estado natural de una persona) ha sido
uno de los atributos más valiosos con los que cuenta un ser humano; tal
situación supuso que la libertad sea objeto de protección y tutela frente a las
privaciones. Así, el antecedente más remoto de tutela lo encontramos en el
interdicto[1] de hómine líbero exhibendo el cual constituyó una especie de
“acción popular”, ejercitable por cualquiera y de manera indeterminada, que
estaba encaminada a tutelar la libertad de aquel hombre libre privado
dolosamente de ella. Esta concepción de hábeas corpus ha sido catalogada
como la percepción clásica de este instituto y como el instrumento nom plus
ultra de tutela de la libertad individual, pues, como ya se ha señalado, servía
para tutelar el atributo que los romanos llamaron ius movendi et ambulandi o lo
que los anglosajones denominaron power of locomotion.

3. Esta postura jurídica ha ido desarrollándose con el paso del tiempo y su


afirmación ha venido siendo evolucionada, en la lengua contemporánea de los
derechos fundamentales. Nuestro sistema normativo (teniendo como punto de
partida la norma normarum) no ha sido ajeno a dicha evolución, y ha asumido
lo que en doctrina se conoce como la concepción amplia de hábeas corpus, es
decir, ya no sólo protege a la libertad personal, sino que se ha extendido a
otros derechos consustanciales con ésta (entiéndase libertad personal). A
dicha afirmación es posible arribar a partir de lo establecido en el artículo 200º
inciso 1) de la Constitución Política del Perú que ha previsto: “… La acción de
hábeas corpus… procede ante el hecho u omisión, por parte de cualquier
autoridad, funcionario o persona, que vulnera o amenaza la libertad individual o
los derechos conexos…”. Siguiendo dicha orientación, el Código Procesal
Constitucional en la parte in fine del último párrafo del artículo 25º ha precisado
que: “…También procede el hábeas corpus en defensa de los derechos
constitucionales conexos con la libertad individual, especialmente cuando se
trata del debido proceso y la inviolabilidad de domicilio…”.

4. Como se podrá apreciar, el ámbito de protección del hábeas corpus ha sido


extendido a la tutela del debido proceso, lo que supone el otorgamiento, al
Juez Constitucional, de la facultad de emitir pronunciamiento ante la eventual
vulneración del derecho fundamental antes mencionado; siendo necesario para
ello la verificación, en el caso concreto, de la conexidad entre éste (debido
proceso) y la libertad individual. Así lo ha entendido y establecido el Colegiado
Constitucional en su jurisprudencia, al señalar que: “… si bien el proceso de
hábeas corpus no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido
proceso (...) habida cuenta de que se han establecido judicialmente
restricciones al pleno ejercicio de la libertad locomotora, tras la imposición de la
medida cautelar de detención preventiva, el Tribunal Constitucional tiene
competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad constitucional de los
actos judiciales considerados lesivos…” (STC. 06402-2006-PHC/TC). Es más,
el Colegiado Constitucional ha aseverado que: “… no cualquier reclamo que
alegue a priori afectación de los derechos conexos a la libertad individual
puede franquear la procedibilidad de una demanda de hábeas corpus, pues
para ello se requiere prima facie que se cumpla con el requisito de la
conexidad. Este requisito comporta que el reclamo alegado esté siempre
vinculado a la libertad individual…” (STC. 4052-2007-PHC/TC).

5. Así las cosas, es pertinente, de cara a la correcta resolución del presente


caso, verificar si la alegada vulneración del debido proceso efectuada por el
recurrente lleva aparejada el requisito de conexidad al que se ha hecho
referencia en los fundamentos precedentes. Así analizado el expediente, se
puede concluir de la instrumental obrante de fojas 153 a 161 que el recurrente
tiene la medida coercitiva personal de comparecencia con restricciones, como
por ejemplo la de no ausentarse del lugar de su residencia sin previo aviso del
Juez, comparecer cada 15 días y de manera personal al juzgado a informar y
justificar sus actividades bajo apercibimiento de revocársele la medida
coercitiva impuesta. Todo ello, a juicio de este Colegiado, constituye una
injerencia en la esfera de libertad de la persona del recurrente, con lo que le
está completamente legitimado a este Tribunal analizar el fondo de la
controversia constitucional planteada.

§.Presunta vulneración de la prerrogativa del antejuicio político

6. La Constitución Política del Perú, dentro de su desarrollo normativo, ha previsto


en sus artículos 99º y 100º dos tipos de procedimientos por medio de los
cuales se puede acusar a los altos funcionarios del Estado ante una posible
infracción a la Constitución o por la comisión de un hecho delictivo. Estos
procedimientos de acusación constitucional son de distinta naturaleza y, por
ende, de distintos alcances; nos referimos alantejuicio político y al juicio
político. Por obvias razones, en el presente caso efectuaremos un análisis sólo
del primero de ellos, esto es el antejuicio político.

7. Así, respecto al antejuicio político el artículo 99º de la Constitución Política del


Perú ha señalado que: “Corresponde a la Comisión Permanente acusar ante el
Congreso: al Presidente de la República; a los representantes del Congreso; a
los Ministros de Estado; a los miembros del Tribunal Constitucional; a los
miembros del Consejo Nacional de la Magistratura; a los vocales de la Corte
Suprema; a los fiscales supremos; al Defensor del Pueblo y al Contralor
General por infracción de la Constitución y por todo delito que cometan en
el ejercicio de sus funciones y hasta cinco años después de que hayan
cesado en éstas” (resaltado y subrayado agregados).

8. Por su parte el Tribunal Constitucional desarrollando dicho artículo ha


precisado que: “…es un privilegio jurídico-político al cual tienen derecho ciertos
funcionarios del Estado como: el Presidente de la República, los Congresistas,
los Ministros de Estado, los miembros del Tribunal Constitucional, los
miembros del Consejo Nacional de la Magistratura, los Vocales de la Corte
Suprema, los Fiscales Supremos, el Defensor del Pueblo y el Contralor
General de la República…” (STC. 0006-2003-AI/TC), a mayor abundamiento
ha señalado que: “… El antejuicio político es una prerrogativa funcional de
naturaleza formal consistente en que los altos funcionarios del Estado
señalados en el artículo 99° de la Constitución no sean procesados penalmente
por supuestos delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones, sin haber sido
previamente despojados de la prerrogativa funcional en un procedimiento
seguido con las debidas garantías procesales en el seno del Congreso de la
República…” (STC. 2364-2008-PHC/TC).

9. Como se podrá advertir tanto de su configuración normativa, como el desarrollo


jurisprudencial, existen dos materias por las cuales es posible que los
Congresistas de la República puedan ejercer la atribución constitucional de la
acusación constitucional; nos estamos refiriendo a: a) La infracción a la
Constitución; y, b) Comisión de delito en el ejercicio de sus funciones. El
análisis que se hará en el desarrollo argumentativo de la presente sentencia
recaerá únicamente sobre el segundo de ellos, por ser este uno de los
fundamentos por los que el recurrente esgrime el presente proceso
constitucional de la libertad.

10. En este excurso de razonamiento, este Tribunal considera necesario establecer


que la prerrogativa del antejuicio político o, si se quiere, el procedimiento de
acusación constitucional, es una institución jurídico-política que se instaura por
la comisión de un delito en el ejercicio de sus funciones, mas no está diseñado
o configurado respecto de la comisión de delitos comunes. En otras palabras,
la prerrogativa del antejuicio político no resulta aplicable a los altos funcionarios
del Estado en todos los ámbitos de su vida, incluyendo la privada, sino sólo
para aquellos casos en los que la conducta delictiva sea consecuencia de
actos propios de su cargo (como por ejemplo peculado, cohecho, etc).
Sostener lo contrario, sería afirmar que si uno de los altos funcionarios a los
que hace referencia el artículo 99º de la Constitución atenta contra la vida de
su cónyuge, éste tendría derecho al antejuicio político por el cargo que ostenta,
lo que a juicio de este Colegiado es incongruente con el thelos de la institución
jurídica bajo análisis.

11. El recurrente argumenta en su escrito de apelación de la sentencia emitida por


el A-quo en el presente proceso constitucional que: “La ampliación de
instrucción por el delito de enriquecimiento ilícito alcanzó el periodo de tiempo
comprendido entre el año 1992 y 2000” año éste último en el que se
desempeñó como Ministro de Estado en la Cartera del Interior, pero respecto
de ello no se ha dicho nada, por lo que asegura que le alcanzaba la
prerrogativa del antejuicio político. Dicha afirmación debe estimarse como un
argumento de defensa del recurrente, pero que este Colegiado no comparte,
pues si tenemos en cuenta el auto ampliatorio de instrucción obrante a fojas
38, por medio del cual se resolvió ampliar la instrucción por la presunta
comisión del delito de enriquecimiento ilícito, afirma que el evento fáctico que
permite sostener la imputación formulada, está representada por el desbalance
patrimonial del hoy recurrente cuando éste desempeñaba diversos cargos
estratégicos en su condición de General del Ejército Peruano.

12. Ello evidencia que la instrucción que se le siguió y el juicio oral que a la fecha
de presentación del presente proceso constitucional sigue vigente, no ha sido
consecuencia de su accionar como Ministro de Estado, por lo que no está
comprendido dentro de los alcances de la prerrogativa del antejuicio político.

§. Vigencia en el tiempo de la ley penal: Irretroactividad de la ley penal.

13. En nuestro ordenamiento jurídico, el principio de legalidad es uno de los pilares


fundamentales sobre los cuales se erige el sistema jurídico. Tratándose de una
disposición que forma parte del derecho penal material, la ley aplicable es la
vigente al momento de cometerse el delito. Así se desprende del ordinal “d” del
inciso 24) del artículo 2° de nuestra Constitución, a tenor del cual: “…Nadie
será procesado ni condenado por acto u omisión que al tiempo de cometerse
no esté previamente calificado en la ley, de manera expresa e inequívoca,
como infracción punible; ni sancionado con pena no prevista en la ley…”.
14. De otra lado es también conocido que por mandato expreso de la Carta
Fundamental del Estado una norma no puede ser aplicada de modo
retroactivo, salvo en materia penal cuando favorece al reo. Así, el artículo 103º
ha precisado literalmente que: “…Ninguna ley tiene fuerza ni efecto
retroactivos, salvo en materia penal cuando favorece al reo…”. Esta excepción
es aplicable a las normas del derecho penal material, por ejemplo, en caso de
que, posteriormente a la comisión del delito, entre en vigencia una norma que
establezca una pena más leve. Por su parte el artículo 6° del Código Penal
prescribe que se aplicará la norma vigente al momento de la comisión del delito
y, en caso de conflicto de normas penales en el tiempo, se aplicará la más
favorable.

15. Respecto a la irretroactividad de la ley, este Colegiado Constitucional ha tenido


la oportunidad de afirmar que: “… La aplicación retroactiva de las normas se
produce cuando a un hecho, relación o situación jurídica se les aplica una
norma que entró en vigencia después que éstos se produjeron. Nuestro
ordenamiento prohíbe la aplicación retroactiva de las normas. Como excepción
a la regla se permite la aplicación retroactiva en materia penal, cuando
favorece al reo…” (STC N.º 1300-2002-HC/TC). No obstante esta definición, no
debe ser aplicada de modo literal, sino que debe existir una interpretación
activa, es decir, caso por caso. Así lo ha entendido el Tribunal Constitucional el
cual ha señalado en un proceso constitucional de hábeas corpus que: “…El
alegato del recurrente para cuestionar el proceso penal por el delito de
corrupción de funcionarios en la modalidad cohecho pasivo impropio, se basa
en que al momento de la comisión del mismo no estaba tipificada la conducta
delictiva por la que se le condena y en que recién con la modificatoria del 6 de
octubre de 2004 se amplía el hecho típico. Sin embargo, la conducta delictiva
sí se encontraba tipificada en el artículo 394 del Código Penal, con anterioridad
a dicha modificatoria, lo que era suficiente para la configuración del tipo
penal...” (STC. 1939-2004-PHC/TC).

16. Es conveniente aquí efectuar un análisis, a fin de determinar si es que se ha


afectado la irretroactividad de la ley penal, entre la norma jurídica en la que se
basó la imputación, esto es el artículo 401º que preveía el delito de
enriquecimiento ilícito conforme a la descripción típica efectuada por el Código
Penal de 1991 y la modificatoria que sufrió dicha norma a través de la
Ley 27482 (Ley que regula la publicación de la Declaración Jurada de Ingresos
y de Bienes y Rentas de los funcionarios y servidores públicos del Estado), la
que en su artículo séptimo incorporó un párrafo en el artículo 401º del Código
Penal, de fecha del 15 de junio de 2001, es decir posterior a los hechos materia
de incriminación.

17. La descripción típica original (conforme al Código Penal de 1991) del delito
enriquecimiento ilícito es como sigue: “El funcionario o servidor público que, por
razón de su cargo, se enriquece ilícitamente, será reprimido con pena privativa
de libertad no menor de cinco ni mayor de diez años”. A dicho artículo se le
incorporó, a través de la Ley 27482 el siguiente párrafo: “Se considera que
existe indicio de enriquecimiento ilícito, cuando el aumento del patrimonio y/o
del gasto económico personal del funcionario o servidor público, en
consideración a su declaración jurada de bienes y rentas, es notoriamente
superior al que normalmente haya podido tener en virtud de sus sueldos o
emolumentos percibidos, o de los incrementos de su capital, o de sus ingresos
por cualquier otra causa lícita”.
18. Analizados y comparados las dos descripciones típicas debemos afirmar, de
modo categórico, que la modificatoria introducida por la ley a la que se ha
hecho referencia en las consideraciones precedentes no incluye ningún
elemento típico nuevo pues, en efecto, como bien lo ha precisado el A-quo,
dicha incorporación lo único que hace es delimitar los elementos objetivos del
tipo penal y no modifican la esencia de la imputación formulada contra el hoy
recurrente, ni tampoco una agravación de la conducta que tenga repercusión
con la intensidad de la respuesta punitiva de parte del Estado, por lo que su
aplicación al caso no constituye una aplicación retroactiva de la ley penal. En
tal sentido, este extremo de la demanda debe ser desestimada.

§. El derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable.

19. El derecho a ser juzgado en un plazo razonable constituye una manifestación


implícita del derecho al debido proceso (artículo 139º, inciso 3 de la
Constitución), y goza de reconocimiento expreso en el artículo 14°, inciso 3.c
de Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que establece: “Durante
el proceso, toda persona acusada de un delito tendrá derecho, en plena
igualdad, a las siguientes garantías mínimas… c) A ser juzgado sin dilaciones
indebidas”; y en el artículo 8°, inciso 1 de la Convención Americana de
Derechos Humanos, que prescribe: “ Toda persona tiene derecho a ser oída,
con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal
competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley,
en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para
la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o
de cualquier otro carácter”. Tales disposiciones cobran vigencia efectiva en
nuestro ordenamiento a través del artículo 55 de la Constitución. Asimismo,
conforme a la Cuarta Disposición Final y Transitoria de esta Carta Política, que
exige que las normas relativas a los derechos y las libertades que la
Constitución reconoce se interpreten de conformidad con los tratados sobre
derechos humanos ratificados por el Perú.

§. Criterios para determinar la duración razonable del proceso penal

20. Habiéndose planteado en el presente caso, la eventual violación del derecho al


plazo razonable del proceso o, lo que es lo mismo, que éste no sufra dilaciones
indebidas, la determinación de si se violó o no su contenido
constitucionalmente protegido es un tema que solo puede obtenerse a partir del
análisis de los siguientes criterios: a) la actividad procesal del interesado; b) la
conducta de las autoridades judiciales, y c) la complejidad del asunto; los
cuales fueron establecidos por la Corte Interamericana de Derechos Humanos
en los casos Genie Lacayo y Suárez Rosero al analizar el tema del plazo
razonable del proceso, los mismos que han sido recepcionados por el Tribunal
Constitucional (Cfr. Exp. N.º 618-2005-PHC/TC. Caso Ronald Winston Díaz
Díaz. FJ N.º 11; Exp. N.º 5291-2005-PHC/TC. Caso Heriberto Manuel Benítez
Rivas y otra. FJ N.º 6). Tales elementos permitirán apreciar si el retraso o
dilación es indebido (que es la segunda condición para que opere este
derecho), lo que debe realizarse caso por caso y según las circunstancias.

21. Dicha determinación ha sido acogida por el Tribunal Constitucional quien ha


expresado en la sentencia recaída en el caso Berrocal Prudencio (Expediente
N.°. 2915-2004-HC/TC), que: “…para valorar la complejidad de un caso es
menester tomar en consideración factores tales como la naturaleza y gravedad
del delito, los hechos investigados, los alcances de la actividad probatoria para
el esclarecimiento de los eventos, la pluralidad de agraviados o inculpados, o
algún otro elemento que permita concluir, con un alto grado de objetividad, que
la dilucidación de una determinada causa resulta particularmente complicada y
difícil…”.

22. En lo que respecta a la valoración de la actividad procesal del inculpado, a


efectos de determinar la razonabilidad del plazo, es preciso distinguir el uso
regular de los medios procesales que la ley prevé y la falta de cooperación
mediante la pasividad absoluta del imputado (muestras ambas del ejercicio
legítimo de los derechos que el Estado Constitucional permite), de la
denominada “defensa obstruccionista” (signo inequívoco de la mala fe del
procesado y, consecuentemente, recurso repudiado por el orden
constitucional). En consecuencia, “(...) la demora sólo puede ser imputable al
acusado si éste ha abusado de su derecho a utilizar los resortes procesales
disponibles, con la intención de atrasar el procedimiento” (Informe N.° 64/99,
Caso 11.778, Ruth Del Rosario Garcés Valladares. Ecuador, 13 de abril de
1999. Asimismo, Caso Wemhoff, TEDH, párrafo 2; y Caso Neumeister, TEDH,
párrafo 2).

23. En reiterada jurisprudencia este Colegiado (Expediente N.º 0376-2003-


HC/TC. Caso: Bozzo Rotondo. FJ. 9 ) ha sostenido que “…si bien todo
procesado goza del derecho fundamental a la no autoincriminación, una de
cuyas manifestaciones incluso autoriza al inculpado a guardar un absoluto
silencio y la más imperturbable pasividad durante el proceso, en el correcto
supuesto de que debe ser la parte acusatoria la encargada de desvanecer la
inocencia presunta, ello no le autoriza para que mediante actos positivos se
desvíe el camino del aparato estatal en la búsqueda de la verdad dentro del
proceso…”.

24. En este orden de ideas, podría merituarse como defensa


obstruccionista todas aquellas conductas intencionalmente dirigidas a
obstaculizar la celeridad del proceso, sea la interposición de recursos que,
desde su origen y de manera manifiesta, se encontraban condenados a la
desestimación, sea las constantes y premeditadas faltas a la verdad que
desvíen el adecuado curso de las investigaciones, entre otros. En todo caso,
corresponde al juez penal demostrar la conducta obstruccionista del
procesado.

25. En relación a la actuación de los órganos judiciales, este Tribunal, en reiterada


jurisprudencia (Expediente N.°. 2915-2004-HC/TC. Caso: Berrocal Prudencio),
ha sostenido que será preciso evaluar el grado de celeridad con el que se ha
tramitado el proceso, sin perder de vista en ningún momento el especial celo
que es exigible a todo juez encargado de dilucidar una causa en la que se
encuentra un individuo privado de su libertad. En tal sentido, serían
especialmente censurables, por ejemplo, la demora en la tramitación y
resolución de los recursos contra las decisiones que imponen o mantienen la
detención preventiva; las indebidas e injustificadas acumulaciones o
desacumulaciones de procesos; o, como estableciera el TEDH, los repetidos
cambios de juez instructor, la tardanza en la presentación de un peritaje o en la
realización de una diligencia en general (Caso Clooth, párrafo 45).

§. Dimensiones de la infracción del derecho al plazo razonable del proceso penal

26. Por su parte, las dilaciones procesales atribuibles al propio órgano


jurisdiccional pueden consistir en la omisión de resolver dentro de los plazos
previstos en las leyes procesales, comportamiento que proviene de la
pasividad o inactividad del órgano judicial lo que deviene en una demora o
retardo del proceso (Cfr. Exp. 6390-2006-AA/TC. Caso: Margarita del Campo
Vegas. FJ. Nº 7: Omisión de pronunciamiento del Tribunal de honor; Exp. 549-
2004-HC/TC. Caso: Manuel Rubén Moura García. FJ. Nº 1: Omisión de
expedición de sentencia; Exp. Nº 3771-2004-HC/TC. Caso: Miguel Cornelio
Sánchez Calderón. FJ. Nº 1: Omisión de expedición de sentencia).

27. De otro lado, es posible también generar dilaciones indebidas a través de


actividades procesales que por no ser adecuada para lograr la pronta solución
del proceso genera una demora imputable al juez o al tribunal del caso. Es
decir, se produce una determinada actuación que provoca una dilación
persistente. Este Tribunal ha abordado este tema en la sentencia estimatoria
recaída en el expediente N.º 3485-2005-HC/TC (Caso: Sandro Bustamante
Romaní), en que el demandante hallándose sujeto a un proceso sumario
iniciado en el año 1999, en el cual se emitieron dos sentencias absolutorias, las
mismas fueron declaradas nulas por el tribunal superior fundamentando su
decisión en la no consecución del objeto del proceso, sin tener en
consideración la naturaleza sumaria del proceso (cuyo plazo legal es de 60
días, prorrogable a 30 días), dilató el juzgamiento cinco años, vulnerando así el
derecho al plazo razonable del proceso.

§. Análisis del caso concreto

Inicio del cómputo del plazo razonable del proceso

28. Este Colegiado al tratar sobre el punto de partida para la evaluación del “plazo
razonable”, considera que en materia penal el comienzo del mismo, debe
computarse desde el momento en que la persona conoce de la atribución o
señalamiento que le afecta concretamente, ya sea por un particular en una
denuncia o por acto de autoridad judicial u otra autoridad competente, como
sospechoso de haber participado en un hecho delictivo. El hecho objetivo a
partir del cual debe empezar a computarse el plazo dentro de este proceso es
la apertura de investigación fiscal, por constituir el primer acto de carácter cuasi
jurisdiccional por medio del cual el hoy recurrente tomó conocimiento de que el
Estado había activado al aparato persecutor, es decir el cómputo del plazo de
duración del proceso, data del 28 de noviembre del año 2000.

29. En tal sentido, el presente proceso lleva a la fecha de expedición de la


presente sentencia, un total de ocho años, diez meses y veinte días.
Seguidamente se procederá a analizar dicho plazo, que prima facie se advierte
excesivo, sobre la base de los ya criterios materiales de análisis; a saber:
complejidad del asunto, actuación del órgano jurisdiccional, conducta procesal
de las partes.

Elementos de análisis del plazo razonable del proceso

30. En cuanto a la complejidad del proceso, conforme consta de la copia del auto
de apertura de instrucción, a fojas 24, así como del auto de enjuiciamiento, a
fojas 138, se trata de un proceso con un gran número de imputados, lo que
conforme a lo aseverado en el informe (a fojas 488 y siguientes) elaborado por
la presidenta de la Sala Penal emplazada, doña Inés Villa Bonilla, quien
reconoce que han llegado a sumar 35 imputados. Al respecto, dicha cantidad
de procesados es en definitiva un aspecto que incide en gran medida en la
complejidad del proceso. Sin embargo, resulta pertinente hacer
referencia al hecho de que con la finalidad de darle mayor celeridad a la
tramitación del proceso, mediante resolución de fecha 5 de febrero de 2007, se
dispuso la desacumulación del proceso en dos (el N.º 004-2001 y el 13-2007).
Asimismo, se produjo una segunda desacumulación del proceso Nº 004-2001,
mediante resolución de fecha 15 de septiembre de 2008, en otros tres
procesos distintos: 004-2001, 84-2008 y 85-2008. De modo tal que finalmente
en el proceso N.º 004-2001 habrían quedado comprendidos además del
recurrente, otras cuatros personas, a saber: Aurora Isabel de Vettori Rojas de
Chacón, Cecilia Isabel Chacón de Vetori, Luis Kiguel Portal Barrantes y Juan
Cralos Chacón de Vetori (a fojas 499 de autos).

31. Más allá del loable esfuerzo de la judicatura por desacumular procesos en aras
de la celeridad procesal, de modo tal que actualmente el proceso seguido
contra el recurrente tiene solo cinco procesados, dicha desacumulación pone
de manifiesto que por la naturaleza de las imputaciones ventiladas en el
proceso seguido contra el recurrente era posible seguir varios procesos
distintos con menos imputados, lo que en definitiva haría menos complejo el
proceso penal. Sin embargo, que siendo ello posible, llama la atención que la
referida desacumulación se haya dado recién a partir del alo 2007, cuando el
proceso penal tenía ya seis años de iniciado. De modo tal que es posible
advertir que en el presente caso, la gran cantidad de imputados, elemento que
incidió en gran medida en la complejidad del proceso, en realidad constituye
una imputable al propio órgano jurisdiccional.

32. Finalmente, en cuanto a la actuación procesal del imputado, cabe señalar que
de los actuados no se aprecia ninguna actuación dilatoria por parte del
recurrente, lo que tampoco ha sido indicado en el referido informe expedido por
la presidenta de la Sala Penal emplazada. En este sentido, se advierte que la
excesiva duración del proceso no puede ser imputada al procesado, sino más
bien ha sido consecuencia de una tramitación negligente del proceso por parte
del órgano jurisdiccional, quien de modo innecesario inició un proceso penal
con gran cantidad de imputados, a pesar de existir la posibilidad real de una
desacumulación. Es por ello que la demanda debe ser estimada en este
extremo.

La protección del plazo razonable y sus consecuencias.

33. Habiéndose advertido en el presente caso que se ha producido una


vulneración del derecho al plazo razonable del proceso, corresponde ahora
determinar cuál es la consecuencia que se desprende de dicha estimatoria. Al
respecto, no deberá perderse de vista en ningún momento la finalidad que
inspira a los procesos constitucionales de la libertad, esto es “… proteger los
derechos constitucionales, reponiendo las cosas al estado anterior a la
violación o amenaza de violación de un derecho constitucional…”. En este
sentido, la solución a la que se arribe deberá expresar consecuencias jurídicas
concretas en la situación del recurrente.

34. La doctrina y jurisprudencia internacional nos muestran que la temática que


nos ocupa no ha sido nada pacífica, habiéndose argumentado diversas
posturas, las mismas que aquí resumimos: a) Las compensatoriasque a su vez
pueden ser internacionales, civiles o penales; b) Las Sancionatorias las que
pueden ser de orden administrativo-disciplinaria y penales orientándose a
reprimir la conducta dilatoria de las autoridades judiciales; y, c) Las
procesales que son tanto la nulidad como el sobreseimiento.

35. En cuanto a las medidas de tipo compensatorio, éstas importan la


materialización de un conjunto de mecanismos tendientes a resarcir al
imputado por el “daño” causado como consecuencia de una demora excesiva
en el juzgamiento, las que pueden traducirse en el pago de una suma dineraria
(civil) o en algún tipo de indulto o perdón (penal). Dichas medidas a juicio de
este Colegiado no se condicen con el carácter restitutorio de los procesos
constitucionales de la libertad. Asimismo, una protección que sólo implique
medidas de esta naturaleza podría significar la vigencia de actos emitidos en
violación de derechos fundamentales, lo que no se condice con el deber estatal
de protección de derechos fundamentales derivado del artículo 44º de la
Constitución Política del Perú.

36. Por su parte las soluciones sancionatorias se plasman a través de la


imposición de medidas administrativas de carácter sancionatorio contra los
responsables de la violación del derecho al plazo razonable. Al respecto, este
tipo de consecuencias sólo representan una garantía de carácter secundario,
ya que no reaccionan procesalmente contra la violación del derecho en
cuestión, sino contra los culpables de la infracción representando dichas
posturas únicamente medidas de carácter preventivo general (para todos los
funcionarios que tienen dentro de sus atribuciones materializar la jurisdicción).
Por ello es que este Colegiado llega a la conclusión que esta clase de
soluciones se apartan de la esencia misma de los procesos constitucionales,
consecuentemente no puede ser de recibo como solución del presente
proceso.

37. Habiendo quedado descartadas las posibles medidas de soluciones de tipo


compensatorias y sancionatorias de la presente resolución, es conveniente
aquí efectuar un análisis de la última de las posturas a las que hace referencia
la doctrina y verificar si esta se condice con los fines de los procesos
constitucionales.

38. A juicio de este Colegiado Constitucional, el principio de presunción de


inocencia (artículo 2,24.e de la Constitución) constituye un estado de inocencia
que sólo puede ser desvirtuado a través de una sentencia expedida en un
proceso legítimo en el que se hayan respetado todas las garantías. En efecto,
sólo con el respeto inmaculado de todas las garantías judiciales del imputado
se puede fundar la legitimidad constitucional de una sentencia judicial. Por ello
la ausencia de una de estas garantías constituirían una falta de justificación
para la legitimación persecutoria del Estado o si se quiere la materialización
del ius puniendi estatal.

39. Es por ello que la violación del derecho al plazo razonable, que como ya se ha
dejado dicho es un derecho público subjetivo de los ciudadanos, limitador del
poder penal estatal, provoca el nacimiento de una prohibición para el Estado de
continuar con la persecución penal fundada en la pérdida de la legitimidad
punitiva derivada del quebrantamiento de un derecho individual de naturaleza
fundamental. Sostener lo contrario supondría, además, la violación del principio
del Estado Constitucional de Derecho, en virtud del cual los órganos del Estado
sólo puede actuar en la consecución de sus fines dentro de los límites y
autorizaciones legales y con el respeto absoluto de los derechos básicos de la
persona. Cuando estos límites son superados en un caso concreto, queda
revocada la autorización con que cuenta el Estado para perseguir penalmente.

40. En al sentido, en el caso de autos, en el que se ha mantenido al recurrente en


un estado de sospecha permanente y sin que –como se ha visto a lo largo de
la presente sentencia- las circunstancias del caso justifiquen dicha excesiva
dilación, el acto restitutorio de la violación del derecho al plazo razonable del
proceso consistirá en la exclusión del recurrente del proceso penal.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le


confiere la Constitución Política del Perú
RESUELVE

1. Declarar FUNDADA EN PARTE la demanda de hábeas corpus, por haberse


acreditado la vulneración del derecho al plazo razonable.

2. Disponer que la Sala penal emplazada excluya al recurrente del proceso penal
que se le sigue por la presunta comisión del delito de enriquecimiento ilícito.

3. Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus en lo demás que


contiene.

Publíquese y notifíquese.

SS.

CASO 3

ADECUACION PROCESAL

XP. N° 1052-2006-PHD/TC

LIMA

ANDRÉS ASTUVILCA

FLORES

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 14 días del mes de marzo de 2006, la Sala Segunda del Tribunal
Constitucional, integrada por los magistrados Gonzáles Ojeda, Bardelli Lartirigoyen y
Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Andrés Astuvilca Flores contra
la sentencia emitida por la Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima,
de fojas 100, su fecha 24 de junio de 2005 que declara improcedente la demanda de
hábeas data.

ANTECEDENTES

Con fecha 8 de mayo de 2003, el recurrente interpone demanda de hábeas data


contra don Luis Gastelumendi Angeles, en su condición de vicepresidente de la
Compañía Constructora e Inmobiliaria Argos S.A. (ARCOIMSA), solicitando la entrega
del estado de cuentas correspondiente a los pagos efectuados a la citada empresa
con motivo de la compra-venta del Local Comercial N° 318, ubicado en el Centro
ComercialFiori, Primera Etapa, del Mercado Productores de San Martín de Porres.
Sostiene que tras haber realizado la compra-venta del local referido ha
venido cumpliendo con sus pagos de acuerdo a lo dispuesto en contrato; que, sin
embargo, a raíz de haber sufrido el extravío de las letras y recibos de pago efectuados
con anterioridad, ha venido solicitando a la demandada el respectivo estado de
cuentas a fin de determinar con exactitud lo que realmente viene adeudando; y que,
pese a haber requerido la citada información en reiteradas ocasiones, incluso por vía
notarial, la emplazada no ha dado cumplimiento a su solicitud.

La emplazada no contesta la demanda, aún cuando acompaña al proceso un escrito


en el que deja constancia de la liquidación de la deuda que mantiene el demandante
con dicha empresa.

El Décimo Juzgado Especializado en lo Civil de Lima con fecha 15 de julio de 2004,


declara improcedente la demanda por considerar que el objeto del proceso de hábeas
data es garantizar el derecho de información de las personas respecto de cuestiones
que sean de su interés, lo que ha sido cumplido con el escrito donde la demandada
pone en conocimiento del demandante el estado del saldo deudor requerido.

La recurrida confirma la apelada, fundamentalmente por considerar que el pedido del


demandante no puede ser ventilado vía proceso de hábeas data, por no ser dicho
mecanismo el idóneo para recabar información que tienen las entidades privadas.

FUNDAMENTOS

Petitorio

El objeto del presente proceso constitucional es que la Compañía Constructora e


Inmobiliaria Argos S.A. (ARCOIMSA) entregue al demandante el estado de cuentas de
los pagos efectuados por este en favor de dicha corporación privada y que son
consecuencia de la compra-venta del Local Comercial N° 318, ubicado en el Centro
Comercial Fiori, Primera Etapa, del Mercado Productores de San Martín de Porres.
Según alega el mismo recurrente dicho estado de cuentas le resulta necesario por
haber extraviado las letras de cambio y recibos de pago efectuados con anterioridad y
que requiere de dicha información a fin de determinar con exactitud lo que realmente
vienen adeudando.

La información requerida en el presente caso y el proceso de hábeas data.


Inviabilidad procesal

2. Lo que se reclama en el presente caso es la entrega de información vinculada


al recurrente y que obra en poder de una entidad privada. Desde la perspectiva
descrita y aun cuando lo que se invoca en el presente supuesto tiene que ver
con determinados datos de interés del demandante, resulta
necesario merituar si tal tipo de pretensión puede o no ser ventilada a través
del proceso de hábeas data. A este respecto, es importante recordar que dicho
proceso tiene por propósito inmediato tutelar los derechos de acceso a la
información pública y el derecho a la autodeterminación informativa. Siendo
tales los objetivos la pretensión demandada carece de virtualidad, por lo menos
en lo que respecta al proceso de hábeas data. En efecto, vista la citada
pretensión desde la perspectiva del derecho de acceso a la información, no
existe posibilidad de invocar protección mediante el presente proceso ya que ni
se trata de un asunto de información pública (de interés para cualquier
ciudadano en abstracto) ni tampoco ni mucho menos de información obrante
en poder del Estado o de alguna de sus dependencias. Por otra parte y vista la
pretensión desde la óptica del derecho a la autodeterminación informativa,
tampoco resulta viable la demanda pues dicho atributo sólo se circunscribe a
garantizar que la información o los datos de la persona no puedan ser
utilizados en detrimento de su intimidad. Naturalmente es muy pertinente
precisar que aun cuando la autodeterminación informativa suponga, prima
facie, conocer los datos referidos a la persona con el fin de actualizar, incluir,
suprimir o rectificar la información existente en todo tipo de archivos, sean
estos públicos o privados, no existe forma de separar el simple acceso (o
conocimiento de los datos requeridos) de los propósitos o finalidades
perseguidas. En el caso de autos es esto especialmente sintomático ya que no
existe acreditación que la información requerida por el recurrente pueda ser
utilizada por terceros en perjuicio de sus derechos a la intimidad personal y
familiar, que es precisamente el objetivo del hábeas data (conforme lo previsto
en la Constitución y el propio Código Procesal Constitucional)
El derecho de acceso a la información particular como componente de la
protección al consumidor y al usuario. Protección por vía de amparo

3. Aún cuando la pretensión demandada no pueda ser objeto de tutela mediante


el proceso constitucional planteado, este Colegiado, sin embargo, repara en un
hecho muy importante. Lo que persigue en el fondo el demandante es acceder
a una información que si bien le pertenece, no es con fines de protección
inmediata de otros atributos (como ocurre sobre todo con la autodeterminación
informativa) sino por el simple hecho de tener relevancia para sus propios
intereses. Siendo esta la perspectiva cabe precisar que al tratarse de
informaciones derivadas de una relación económica entablada entre la
empresa constructora (en sucondicicón de ofertante) y el recurrente (en
su condicicón de comprador), con motivo de un contrato de compra-venta de
un bien inmueble, lo que se plantea en rigor es otra variante de reclamación.
Se trata específicamente de un reclamo que tiene que ver con el derecho a
la infomación de los bienes que se adquiere o de los servicios de los que se
sirve toda persona, sea en su condición de consumidora o de usuaria. Al ser
esta la orientación del petitorio no cabe duda que lo que se encuentra en
discusión tiene relación directa con el derecho fundamental a la protección del
consumidor y del usuario, reconocido en el Artículo 65o de la Constitución
Política del Perú, atributo que aunque no es objeto de protección por vía de
hábeas data, sí lo es por vía del proceso constitucional de amparo, como este
Colegiado lo ha puesto de manifiesto en anteriores pronunciamientos.
Reconversión del proceso de hábeas data en un proceso de amparo

4. Tras constatarse que la reclamación planteada ha sido erróneamente


tramitada como hábeas data, cuando lo debió ser por vía del amparo, bien
podría este Colegiado disponer la nulidad de los actuados y
elreencausamiento de la demanda. Sin embargo, tomando en consideración
que el juzgador competente es exactamente el mismo en ambos casos y que
resultaría inoficioso rehacer un procedimiento cuando existen suficientes
elementos paa merituar su legitimidad, este Tribunal estima pertinente proceder
a la inmediata reconversión del proceso planteado en uno de amparo. Por lo
demás, esta alternativa se encuentra sustentada en el principio iura novit curia,
reconocido en el artículo VIII del Código Procesal Constitucional, y ha sido
utilizada en otras oportunidades como sucedió, por ejemplo, con la sentencia
recaída en el Expediente No2763-2003-AC/TC, en que una demanda de
cumplimiento fue reconvertida y resuelta como una de amparo.

La no existencia de sustracción de materia en el presente caso

5.- De manera preliminar a la dilucidación de la controversia conviene reparar en


un último detalle. a fojas 57 y 58 de los autos obra un documento
acompañado por la demandada con el que presuntamente se estaría dando
cumplimiento a la información requerida por el demandante y con ello
configurando un supuesto estado de sustracción de materia, tal como al
parecer lo ha interpretado la resolución de primera instancia. Sobre este
particular este Colegiado considera que si bien el citado documento otorga una
respuesta al recurrente, no atiende lo que este ha venido solicitando de
manera específica. En efecto, lo que pide el recurrente no es una
respuesta o información genérica respecto del monto que adeuda a la
Compañía Constructora e Inmobiliaria Argos S.A. (ARCOIMSA), sino que
dicha corporación privada expida al demandante un estado de cuentas
respecto de los diversos pagos efectuados por este en favor de tal entidad. No
se configura por consiguiente un estado de sustracción de materia sino que,
por el contrario, se encuentra pendiente lo que ha sido solicitado y que en rigor
no ha sido cumplido.
Dilucidación de la controversia planteada

6. Merituados los argumentos de la demanda así como las instrumentales obrantes


en el expediente, este Colegiado considera legítima la demanda constitucional
interpuesta, habida cuenta que a) con la instrumental de fojas 2 a 7 de los autos queda
acreditado que don Andrés Astuvilca Flores realizó un contrato de compra-venta con la
Compañía Constructora e Inmobiliaria Argos S.A. (ARCOIMSA), mediante el cual le
fue transferido el Local Comercial N° 318, ubicado en el Centro Comercial Fiori,
Primera Etapa, del Mercado Productores de San Martín de Porres, adquiriéndose el
compromiso por parte del comprador de realizar los pagos en los plazos y forma
establecidos por dicho contrato; b) el demandante, por su sola condición de
comprador, tiene todo el derecho de recibir los documentos que acrediten los pagos
que ha venido realizando en favor de la empresa vendedora. Aun cuando tal
obligación no suponga el que se le tenga que entregar copias o duplicados de tales
documentos en caso de un eventual extravio, ello no significa tampoco el que no tenga
derecho a una información elemental proporcionada en su condición de persona que
ha sido pasible de un servicio o que, como en el caso de autos, ha adquirido un
producto, independientemente de la configuración del mismo (bien inmueble en el
presente supuesto); c) el derecho a la información, cuando se ocupa el papel de un
consumidor, no sólo supone el que se le brinde a la persona interesada los elementos
informativos suficientes durante la etapa en que se le ofrece el producto, sino incluso a
que tales elementos le sean proporcionados a posteriori a fin de verificar las
condiciones y aprovechamiento del mismo. Esto último es especialmente vital cuando
se trata de bienes o productos que por sus características amplias y prolongables, esto
es, no consumibles con un sólo uso, requieren de mayores elementos informativos que
los correspondientes a productos o bienes inmediatamente consumibles; d) La
información de un bien o producto no consumible mediante un sólo uso no sólo se
limita, por otra parte, al bien o producto en cuanto tal, sino que también comprende a
las condiciones en las que tal producto ha sido transferido. Dentro de dicho contexto,
si la forma como esta transferencia se ha producido supone un pago
o contraprestacion secuencial o prolongable en el tiempo, es derecho de toda persona
que adquiere el producto el de recabar la información referida a dicha transferencia.
Negar dichos datos o informaciones constituye una forma de neutralizar el derecho a
la protección adecuada del consumidor que, como se ha señalado en otras
oportunidades, ocupa un papel preferente en el marco de las relaciones económicas
reconocidas por el Estado Social de Derecho; e) en el presente caso, lo que el
demandante reclama, es una información perfectamente justificada por el tipo de
relación económica contraída como consecuencia directa de la adquisición de un bien.
Naturalmente, no se trata de premiarlo si ha sido negligente en la seguridad o
protección de los documentos que demostraban la forma como ha venido amortizando
sus obligaciones, pero tampoco de negarle arbitrariamente una información elemental
de las mismas. Si lo que solicita se limita a un estado de cuentas a fin de verificar el
abono de sus compromisos económicos, no existe razón válida para negarle la misma,
tanto más cuando dicha información le resulta vital para el cumplimiento adecuado de
tales responsabilidades; f) este Colegiado enfatiza nuevamente que al ponderar la
presente controversia en favor de los intereses del consumidor, lo hace en la lógica de
lo que representa su posición central en el Estado Social de Derecho, y que, como ha
sucedido en otras oportunidades, merece ser relievada a traves de la jurisprudencia.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere


la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1.Declarar FUNDADA la demanda interpuesta, la que debe entenderse como una de


amparo.

2.Ordenar a la Compañía Constructora e Inmobiliaria Argos S.A. (ARCOIMSA) que


entregue al demandante el estado de cuentas de los pagos efectuados por este en
favor de dicha corporación privada y que son consecuencia de la compra-venta del
Local Comercial N° 318, ubicado en el Centro Comercial Fiori, Primera Etapa, del
Mercado Productores de San Martín de Porres.

Publíquese y notifíquese.

SS

GONZALES OJEDA

BARDELLI LARTIRIGOYEN
CASO 4 DETERMIANCION INFORMATIVA
EXP. N° 1797-2002-HD/TC
LIMA
WILO RODRÍGUEZ GUTIÉRREZ

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 29 días del mes de enero de 2003, la Sala Primera del Tribunal
Constitucional, con la asistencia de los magistrados Alva Orlandini, Presidente; Bardelli
Lartirigoyen y Gonzales Ojeda, pronuncia la siguiente sentencia
ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por don Wilo Rodríguez Gutiérrez contra la
resolución de la Sexta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 94,
su fecha 6 de mayo del 2002, que declaró que carece de objeto pronunciarse sobre el
asunto controvertido, por haberse producido la sustracción de la materia.

ANTECEDENTES
Con fecha 9 de febrero de 2001, el recurrente interpone acción hábeas data
contra el ex presidente de la República, Dr. Valentin Paniagua Corazao, con objeto de
que se le proporcione la información denegada mediante la carta notarial de fecha 12
de diciembre del 2000, manifestando que no se le ha brindado la información solicitada
respecto de los gastos efectuados por el ex presidente Alberto Fujimori Fujimori y su
comitiva durante los más de 515 días en que estuvo fuera del país, debido a los 120
viajes que realizó al exterior, en el transcurso de su mandato presidencial. En
consecuencia, solicita que la información requerida se especifique como sigue: a)
monto asignado por concepto de viáticos; b) monto asignado por concepto de gastos
de representación; c) costos de los pasajes aéreos, por cada uno de los viajes
realizados; d) gastos de combustible y operación del avión presidencial, y e) monto
asignado para gastos de la comitiva presidencial, entre otros. Alega que se vulnera su
derecho de acceso a la información, ya que la información requerida no atenta contra
la seguridad nacional, ni afecta la intimidad personal, ni está exceptuada por ley.

El Procurador Público a cargo de la defensa judicial de la Presidencia del


Consejo de Ministros señala que la pretensión del recurrente ya ha sido incoada en
reiteradas oportunidades; que la información requerida se encuentra, casi en su
totalidad, publicada en el diario oficial “El Peruano”, la que, además ha sido
suministrada por la Directora General de Administración del Despacho Presidencial, en
la cual se da cuenta de los viajes realizados por el ex presidente Alberto Fujimori
Fujimori entre los años 1990 y 2000, la cantidad de viajes por cada año realizado, así
como el costo.

El Primer Juzgado Especializado en Derecho Público de Lima declara que


carece de objeto pronunciarse sobre el fondo, por haberse producido la sustracción de
la materia, toda vez que la información requerida fue proporcionada mediante el
Informe N°. 001-2001-CMPR/DGADM; añadiendo que las discrepancias del actor en
cuanto a la información suministrada no constituyen datos que objetivamente existan,
por lo que no pueden exigirse a través del hábeas data, puesto que se trata de materia
sujeta a controversia que requiere de estación probatoria.
La recurrida confirmó la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

Petitorio
1. El recurrente pretende que la emplazada le proporcione información respecto de
los gastos efectuados por el ex presidente de la República Alberto Fujimori Fujimori y
su comitiva, durante los más de 515 días en que estuvo fuera del país debido a los
120 viajes que realizó al exterior en el transcurso de su mandato presidencial; y solicita
que se precise el monto asignado por concepto de viáticos y gastos de representación,
los costos de los pasajes aéreos por cada uno de los viajes realizados, los gastos de
combustible y de operación del avión presidencial, los montos asignados para gastos
de la comitiva presidencial, entre otros.

Derechos protegidos por el hábeas data

2. El hábeas data es un proceso constitucional que tiene por objeto la protección de


los derechos reconocidos en los incisos 5) y 6) del artículo 2° de la Constitución.,
según los cuales establecen que “toda persona tiene derecho a solicitar sin
expresión de causa la información que requiera y a recibirla de cualquier entidad
pública, en el plazo legal, con el costo que suponga el pedido. Se exceptúan las
informaciones que afectan la intimidad personal y las que expresamente se
excluyan por ley o por razones de seguridad nacional”; y “que los servicios
informáticos, computarizados o no, públicos o privados, no suministren
informaciones que afecten la intimidad personal y familiar”, respectivamente.

Derecho a la autodeterminación informativa


3. El derecho reconocido en el inciso 6) del artículo 2° de la Constitución es
denominado por la doctrina derecho a la autodeterminación informativa y tiene por
objeto proteger la intimidad, personal o familiar, la imagen y la identidad frente al
peligro que representa el uso y la eventual manipulación de los datos a través de
los ordenadores electrónicos. Por otro lado, aunque su objeto sea la protección de
la intimidad, el derecho a la autodeterminación informativa no puede identificarse
con el derecho a la intimidad, personal o familiar, reconocido, a su vez, por el
inciso 7) del mismo artículo 2° de la Constitución. Ello se debe a que mientras que
este protege el derecho a la vida privada, esto es, el poder jurídico de rechazar
intromisiones ilegítimas en la vida íntima o familiar de las personas, aquel
garantiza la facultad de todo individuo de poder preservarla controlando el registro,
uso y revelación de los datos que les conciernen.

Tampoco el derecho a la autodeterminación informativa debe confundirse con el


derecho a la imagen, reconocido en el inciso 7) del artículo 2° de la Constitución,
que protege, básicamente la imagen del ser humano, derivada de la dignidad de la
que se encuentra investido; mientras que el derecho a la autodeterminación
informativa, en este extremo, garantiza que el individuo sea capaz de disponer y
controlar el tipo de datos que sobre él se hayan registrado, a efectos de preservar
su imagen derivada de su inserción en la vida en sociedad.
Finalmente, también se diferencia del derecho a la identidad personal, esto es, del
derecho a que la proyección social de la propia personalidad no sufra
interferencias o distorsiones a causa de la atribución de ideas, opiniones, o
comportamientos diferentes de aquellos que el individuo manifiesta en su vida en
sociedad.

En ese sentido, por su propia naturaleza, el derecho a la autodeterminación


informativa, siendo un derecho subjetivo tiene la característica de ser, prima facie y
de modo general, un derecho de naturaleza relacional, pues las exigencias que
demandan su respeto, se encuentran muchas veces vinculadas a la protección de
otros derechos constitucionales.

Hábeas data y derecho a la autodeterminación informativa

4. Este Tribunal ha expresado en la sentencia recaída en el Exp. N°. 666-1996-


HD/TC que la protección del derecho a la autodeterminación informativa a través del
hábeas data comprende, en primer lugar, la capacidad de exigir jurisdiccionalmente la
posibilidad de acceder a los registros de información, computarizados o no, cualquiera
que sea su naturaleza, en los que se encuentren almacenados los datos de una
persona. Tal acceso puede tener por objeto que se permita conocer qué es lo que se
encuentra registrado, para qué y para quién se realizó el registro de información así
como la (o las) persona(s) que recabaron dicha información. En segundo lugar, el
hábeas data puede tener la finalidad de agregar datos al registro que se tenga, ya sea
por la necesidad de que se actualicen los que se encuentran registrados, o bien con el
fin de que se incluyan aquellos no registrados, pero que son necesarios para que se
tenga una cabal referencia sobre la imagen e identidad de la persona afectada.
Asimismo, con el derecho en referencia, y en defecto de él, mediante el hábeas data,
un individuo puede rectificar la información, personal o familiar, que se haya
registrado; impedir que esta se difunda para fines distintos de aquellos que justificaron
su registro o, incluso, tiene la potestad de cancelar aquellos que razonablemente no
debieran encontrarse almacenados.

Derecho de acceso a la información pública y derecho de petición

5. A diferencia del derecho a la autodeterminación informativa, el inciso 5) del


artículo 2° de la Constitución reconoce el derecho de acceso a la información pública.
Este derecho, a su vez, no es idéntico al derecho de petición, reconocido en el inciso
20) del artículo 2° de la Constitución, ni tampoco al derecho a la libertad de
información, reconocido en el inciso 4) del mismo artículo 2° de la Ley Fundamental.

En la sentencia recaída en el Exp. N°. 1042-2002-AA/TC, este Tribunal subrayó que


tanto el derecho de petición “como aquellos otros derechos fundamentales
reconocidos en nuestra Constitución, constituyen componentes estructurales básicos
del conjunto del orden jurídico objetivo, ello en razón de ser la expresión jurídica de un
sistema de valores que por decisión del constituyente informan todo el conjunto de la
organización política y jurídica”. Se sostuvo que “el derecho de petición ha sido
configurado como una facultad constitucional que se ejerce individual o
colectivamente y que no se encuentra vinculado con la existencia en sí de un
derecho subjetivo o de un interés legítimo que necesariamente origina la
petición”. “[...] Desde una perspectiva histórico-doctrinaria se acredita que el derecho
constitucional comparado percibe conceptualmente al derecho de petición como una
solicitud de obtención de una decisión graciable; por consiguiente, sujeta a la
consideración discrecional dentro de un ámbito competencial de cualquier órgano
investido de autoridad pública. En esa perspectiva, dicho derecho se agota con su sólo
ejercicio, estando la autoridad estatal competente obligada únicamente a acusar recibo
y dar respuesta de las solicitudes”.

6. Tal derecho ha sido regulado por la Ley N.° 27444 (Ley del Procedimiento
Administrativo General), la que establece que es posible “encontrar hasta cinco
ámbitos de operatividad del derecho de petición; a saber: a) La petición gracial; b)
La petición subjetiva; c) La petición cívica; d) La petición consultiva, y e) La
petición informativa”.

La petición informativa es “aquella que se encuentra referida a la obtención de


documentación oficial contenida en los bancos informativos o registros manuales de la
institución requerida. En ese sentido, la petición prevista en el artículo 110° de la Ley
N.° 27444 está destinada a obtener el suministro de datos estadísticos, dictámenes,
resoluciones, etc. que pudieran obrar en poder de un ente administrativo. Dicha
modalidad debe ser concordada con lo dispuesto en los incisos 5) y 6) del artículo 2°
de la Constitución y las leyes N°. 27806 y 27927, respectivamente”.

En suma, el derecho de petición puede ser de dos clases: a) el derecho de petición


simple, el cual se manifiesta como un instrumento de participación ciudadana, y
que incluye a la petición cívica, informativa y consultiva, y b) el derecho de petición
calificado, que se manifiesta como adopción de un acto o decisión concreta y
precisa por parte de la autoridad recurrida. Tales son los casos de la petición
gracial y subjetiva.

Por su estructura y función, el Tribunal ha señalado que el derecho de petición es


“un derecho de naturaleza mixta, toda vez que la petición puede ser de naturaleza
pública o privada, según sea utilizada en caso de la defensa de los derechos o
intereses del peticionario, o para la presentación de puntos de vista de interés
general. Por ende, en atención al primer caso, la referida atribución puede ser
considerada dentro del conjunto de los derechos civiles que pertenecen al ser
humano; y, respecto al segundo, pertenece al plexo de los derechos políticos
que le corresponden a una persona en su condición de ciudadano; de ahí que
aparezca como manifestación de la comunicación, participación y control en
relación al poder político”.

“El derecho de petición se constituye así en un instrumento o mecanismo que permite


a los ciudadanos relacionarse con los poderes públicos y, como tal, deviene en un
instituto característico y esencial del Estado democrático de derecho. Así, todo cuerpo
político que se precie de ser democrático, deberá establecer la posibilidad de la
participación y decisión de los ciudadanos en la cosa pública, así como la defensa de
sus intereses o la sustentación de sus expectativas, ya sean estos particulares o
colectivos en su relación con la Administración Pública. De este modo, en
determinados ámbitos, como los referidos a las peticiones individuales o colectivas
que buscan el reconocimiento por parte de la Administración Pública de un
derecho subjetivo, o en las cuales se solicite información o se formulen consultas, o
en las cuales se solicite un acto graciable de la autoridad competente, el derecho en
mención se constituirá en un medio ordinario para su efectiva realización, pero, en
aquel ámbito en el cual existan mecanismos o recursos establecidos por una
normativa específica para el ejercicio o tutela de un derecho subjetivo, tales como la
acción penal privada o la acción civil ante órgano jurisdiccional, entre otros, se
constituirá en un medio residual, que podrá cubrir ámbitos no tomados en
consideración”.

7. En la medida en que el derecho de acceso a la información pública garantiza que


cualquier persona, sin expresión de causa, pueda solicitar la información que
requiera y a recibirla de cualquier entidad pública, en el plazo legal, con el costo
que suponga el pedido, éste termina constituyéndose en una modalidad o
concreción del derecho de petición. Como sostuviera este Tribunal Constitucional
en la sentencia recaída en el Exp. N°. 1071-1998-HD/TC, “del hecho de que su
reconocimiento constitucional (del derecho de acceso a la información pública) se
haya precisado independientemente del genérico derecho de petición, hay que
comprender que la Constitución le ha querido brindar un tratamiento
particularizado y también un medio de tutela distinto, como en efecto se ha previsto
al incorporar como uno de los derechos protegidos mediante el hábeas data”.

Derecho de acceso a la información pública y libertad de información

8. En relación con la libertad de información reconocida en el inciso 4) del artículo


2° de la Constitución, este Tribunal ha señalado, en su sentencia recaída en el Exp.
N.° 0905-2001-AA/TC, que “[...] se garantiza un complejo haz de libertades, que,
conforme enuncia el artículo 13º de la Convención Americana de Derechos Humanos,
comprende las libertades de buscar, recibir y difundir informaciones de toda índole
verazmente. [...] La libertad de información garantiza el acceso, la búsqueda y la
difusión de hechos noticiosos o, en otros términos, la información veraz. Por su propia
naturaleza, los juicios de valor, las opiniones, los pensamientos o las ideas que cada
persona pueda tener son de naturaleza estrictamente subjetivas y, por tanto, no
pueden ser sometidos a un test de veracidad; a diferencia de lo que sucede con los
hechos noticiosos, que, por su misma naturaleza de datos objetivos y contrastables, sí
lo pueden ser”.

9. Asimismo, en la misma sentencia se sostuvo que “Las dimensiones de la


libertad de información son: a) el derecho de buscar o acceder a la información, que
no sólo protege el derecho subjetivo de ser informado o de acceder a las fuentes de
información, sino, al mismo tiempo, garantiza el derecho colectivo de ser informados,
en forma veraz e imparcial, protegiéndose de ese modo el proceso de formación de la
opinión pública y, en consecuencia, no sólo al informante, sino también a todo el
proceso de elaboración, búsqueda, selección y confección de la información; b) la
garantía de que el sujeto portador de los hechos noticiosos pueda difundirla
libremente. La titularidad del derecho corresponde a todas las personas y, de manera
especial, a los profesionales de la comunicación. El objeto protegido, en tal caso, es la
comunicación libre, tanto la de los hechos como la de las opiniones. Por ello,
tratándose de hechos difundidos, para merecer protección constitucional, requieren ser
veraces, lo que supone la asunción de ciertos deberes y responsabilidades
delicadísimas por quienes tienen la condición de sujetos informantes, forjadores de la
opinión pública”.

En esa medida, como ha señalado la Corte Interamericana de Derechos Humanos,


tiene una doble vertiente. En primer lugar, una dimensión individual, pues se trata
de un derecho que protege de que "[...] nadie sea arbitrariamente menoscabado o
impedido de [...] difundir hechos informativos”; pero, al mismo tiempo, ambas
presentan una inevitable dimensión colectiva, ya que garantiza el derecho
de todas las personas de "recibir cualquier información y conocer la expresión del
pensamiento ajeno", a fin de formarse una opinión propia. No obstante esto, ellas
no sólo constituyen una concreción del principio de dignidad del hombre y un
complemento inescindible del derecho al libre desenvolvimiento de la personalidad,
sino también se encuentran estrechamente vinculadas al principio democrático, en
razón de que, mediante su ejercicio, se posibilita la formación, mantenimiento y
garantía de una sociedad democrática, pues se permite la formación libre y
racional de la opinión pública. Desde esa perspectiva, ambas libertades "tienen el
carácter de derechos constitutivos por antonomasia para la democracia.
Constituyen el fundamento jurídico de un proceso abierto de formación de la
opinión y de la voluntad políticas, que hace posible la participación de todos y que
es imprescindible para la referencia de la democracia a la libertad" (Erns Wolfgang
Böckenforde, Estudios sobre el Estado de Derecho y la democracia, Edit. Trotta,
Madrid 2000, pág. 67); o, como lo ha expresado la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, constituyen "una piedra angular en la existencia misma de
una sociedad democrática. Es indispensable para la formación de la opinión
pública. Es también conditio sine qua non para que los partidos políticos, los
sindicatos, las sociedades científicas y culturales y, en general, quienes deseen
influir sobre la colectividad puedan desarrollarse plenamente. Es, en fin, condición
para que la comunidad, a la hora de ejercer sus opciones, esté suficientemente
informada. (OC 5/85, de 13 de noviembre de 1985, Caso La Colegiación
Obligatoria de Periodistas, párrafo 70)”.

“Por ello, tales libertades informativas son, al tiempo que derechos subjetivos,
garantías institucionales del sistema democrático constitucional. Además, en tanto
permiten la plena realización del sistema democrático, tienen la condición de libertades
preferidas y, en particular, cuando su ejercicio permite el debate sobre la cosa
pública.”

“Esta condición de las libertades informativas requiere que, cada vez que con su
ejercicio se contribuya con el debate sobre las cosas que interesan a todos, deban
contar con un margen de optimización más intenso, aun cuando con ello se
pudiera afectar otros derechos constitucionales”.

Derecho de acceso a la información pública

10. El derecho de acceso a la información pública evidentemente se encuentra


estrechamente vinculado a uno de los contenidos protegidos por la libertad de
información. Y al igual de lo que sucede con esta última, debe indicarse que el
derecho de acceso a la información pública tiene una doble dimensión. Por un lado, se
trata de un derecho individual, en el sentido de que garantiza que nadie sea
arbitrariamente impedido de acceder a la información que guarden, mantengan o
elaboren las diversas instancias y organismos que pertenezcan al Estado, sin más
limitaciones que aquellas que se han previsto como constitucionalmente legítimas. A
través de este derecho se posibilita que los individuos, aisladamente considerados,
puedan trazar, de manera libre, su proyecto de vida, pero también el pleno ejercicio y
disfrute de otros derechos fundamentales. Desde esta perspectiva, en su dimensión
individual, el derecho de acceso a la información se presenta como un presupuesto o
medio para el ejercicio de otras libertades fundamentales, como puede ser la libertad
de investigación, de opinión o de expresión, por mencionar alguna.

Tal condición instrumental del derecho de acceso a la información pública se puede


apreciar en el caso de autos. En efecto, conforme se expresa en la carta notarial
dirigida al entonces segundo vicepresidente de la República, no encontrándose
obligado a dar las razones de la información requerida, el recurrente alega que la
información requerida es importante para poder ejercer su libertad de investigación
sobre la diplomacia presidencial en el Perú.

11. En segundo lugar, el derecho de acceso a la información tiene una dimensión


colectiva, ya que garantiza el derecho de todas las personas de recibir la
información necesaria y oportuna, a fin de que pueda formarse una opinión
pública, libre e informada, presupuesto de una sociedad auténticamente
democrática.

Desde este punto de vista, la información sobre la manera como se maneja


la res pública termina convirtiéndose en un auténtico bien público o colectivo, que
ha de estar al alcance de cualquier individuo, no sólo con el fin de posibilitar la
plena eficacia de los principios de publicidad y transparencia de la Administración
pública, en los que se funda el régimen republicano, sino también como un medio
de control institucional sobre los representantes de la sociedad; y también, desde
luego, para instar el control sobre aquellos particulares que se encuentran en la
capacidad de poder inducir o determinar las conductas de otros particulares o, lo
que es más grave en una sociedad como la que nos toca vivir, su misma
subordinación.

En ese sentido, el Tribunal Constitucional no puede sino destacar que el derecho


de acceso a la información pública es consustancial a un régimen democrático. En
efecto, el derecho en referencia no sólo constituye una concretización del principio
de dignidad de la persona humana (art. 1° de la Constitución), sino también un
componente esencial de las exigencias propias de una sociedad democrática, ya
que su ejercicio posibilita la formación libre y racional de la opinión pública. La
democracia, se ha dicho y con razón, es por definición el “gobierno del público en
público” (Norberto Bobbio). De ahí que disposiciones como la del artículo 109° o
139°, inciso 4), de la Constitución (por citar sólo algunas), no son sino
concretizaciones, a su vez, de un principio constitucional más general, como es, en
efecto, el principio de publicidad de la actuación estatal.
Por ello, con carácter general, debe destacarse que la publicidad en la actuación
de los poderes públicos constituye la regla general, y el secreto, cuando cuente
con cobertura constitucional, la excepción. Y es que si el Estado democrático de
derecho presupone la división de poderes, el respeto de los derechos
fundamentales y la elección periódica de los gobernantes, ciertamente éste no
podría asegurarse si es que no se permitiera a las personas poder ejercer un
control sobre las actividades de los representantes del pueblo. Uno de los modos
posibles de cumplir dicho principio y, con ello, las demandas de una auténtica
sociedad democrática, es precisamente reconociendo el derecho de los individuos
de informarse sobre la actuación de los órganos estatales y sus representantes.

Por consiguiente, al igual que lo afirmado respecto de las libertades de información


y expresión, a juicio del Tribunal, cuando el ejercicio del derecho de acceso a la
información pública contribuye a la formación de una opinión pública, libre e
informada, éste tiene la condición de libertad preferida. Esta condición del derecho
de acceso a la información no quiere decir que al interior de la Constitución exista
un orden jerárquico entre los derechos fundamentales que ella reconoce, en la
cúspide del cual se encuentre o pueda encontrarse el derecho de acceso a la
información u otros derechos que cuentan igualmente con idéntica condición. Y, en
ese sentido, que una colisión de éste con otros derechos fundamentales se
resuelva en abstracto, haciendo prevalecer al que tiene la condición de libertad
preferida. Evidentemente ello no es así. Todos los derechos constitucionales
tienen, formalmente, la misma jerarquía, por ser derechos constitucionales. De ahí
que ante una colisión entre ellos, la solución del problema no consiste en hacer
prevalecer unos sobre otros, sino en resolverlos mediante la técnica de la
ponderación y el principio de concordancia práctica.

No obstante, tratándose de una intervención legislativa sobre una libertad


preferida, esta condición impone que el control sobre las normas y actos que
incidan sobre ella no sólo se encuentren sujetos a un control jurisdiccional más
intenso, a la luz de los principios de razonabilidad y proporcionalidad, sino,
además, que en ese control tenga que considerarse que tales actos o normas que
sobre él inciden carecen, prima facie, de la presunción de constitucionalidad.

Esta presunción de inconstitucionalidad de la ley que lo restringe se traduce en


exigir del Estado y sus órganos la obligación de probar que existe un apremiante
interés público por mantener en reserva o secreto la información pública solicitada
y, a su vez, que sólo manteniendo tal reserva se puede servir efectivamente al
interés constitucional que la justifica. De manera que si el Estado no justifica la
existencia del apremiante interés público para negar el acceso a la información, la
presunción que recae sobre la norma o acto debe efectivizarse y, en esa medida,
confirmarse su inconstitucionalidad; pero también significa que la carga de la
prueba acerca de la necesidad de mantener en reserva el acceso a la información
ha de estar, exclusivamente, en manos del Estado.

12. Como se ha expuesto en los antecedentes de esta sentencia, en el caso de


autos, el recurrente solicitó a la demandada información sobre los viajes efectuados
por el ex presidente de la República durante los años 1990 y 2000 y, en particular,
detallar los siguientes rubros: a) monto asignado por el concepto de viáticos; b) monto
asignado por concepto de gastos de representación; c) costos de los pasajes aéreos
por cada uno de los viajes; d) gastos de combustible y operación del avión
presidencial; e) monto asignado para gastos de la comitiva presidencial; y f) otros
gastos.

Al contestar la demanda, la emplazada adjuntó el Informe N° 001-2001-


CMPR/DGADM, mediante el cual se da cuenta de la cantidad de viajes que por cada
año realizó el ex presidente de la República Alberto Fujimori Fujimori, así como el
costo anual de dichos viajes, durante los años de 1990 y 2000. Con fecha 30 de mayo
de 2001, el recurrente advirtió al a quo que la información, en muchos de sus
extremos, era “incompleta, inexacta e imprecisa”. Así, por ejemplo, mientras en el
punto C del informe se hacía referencia a que en el año 1998 el ex presidente viajó 28
veces, en el cuadro de detalles de costos figuraba que, en ese mismo año, había
viajado 47 veces. Con relación al año 1999, se indicaba que viajó 14 veces, en tanto
que en el detalle de costos se especificaba que se realizaron 24 viajes. Asimismo, con
copias de diversos medios de comunicación social, el recurrente acreditó que entre los
días 3 y 4 de enero de 1999, el ex mandatario estuvo en la República Federal del
Brasil, subrayando que dicho viaje no aparecía en ninguno de los cuadros del referido
informe, entre otros cuestionamientos a los que hace referencia en su escrito de fecha
30 de mayo de 2001, sobre el informe emitido.

Las recurridas, en mérito al citado Informe, adjuntado a la contestación de la


demanda, sostuvieron que, en el caso de autos, se habría producido la sustracción
de la materia, toda vez que la emplazada había absuelto el pedido de información
requerido en la demanda. Y, respecto a que la información suministrada era
imprecisa, incompleta e inexacta, argumentaron que ese tema debía ser objeto de
un proceso donde existiese estación probatoria.

13. El Tribunal Constitucional no comparte ninguno de los argumentos esgrimidos


por las resoluciones recurridas. En primer lugar, advierte que es una contradicción
afirmar, por un lado, que la eventual lesión de un derecho constitucional cesó y
que, en virtud de ello, se produjo la sustracción de la materia; y, de otro, que la
controversia acerca de la información proporcionada deba ventilarse en un proceso
judicial que tenga estación probatoria. En su opinión, se considera que la eventual
violación de un derecho constitucional ha cesado cuando, por medios ajenos al
proceso, se restablece completamente el ejercicio del derecho. La única forma
como podría salvarse tal contradicción, sería admitiendo que el derecho de acceso
a la información sólo garantiza que se informe sobre lo requerido, no importando el
contenido y la calidad de esa información que se proporcione. Evidentemente una
estipulación del contenido constitucionalmente protegido del derecho de acceso a
la información pública en esos términos, terminaría haciendo de éste una fórmula
vacía sin contenido alguno. Sin embargo, antes de afrontar este extremo del
contradictorio, es preciso determinar los alcances de un proceso constitucional
como el hábeas data, que carece de una estación de pruebas.

14. Sobre este aspecto, ya el Tribunal Constitucional ha tenido la oportunidad de


precisar sus alcances y límites. Así, por ejemplo, en la sentencia recaída en el Exp. N.°
0976-2001-AA/TC (Fund. Jur. N° 3), sostuvo que la inexistencia de una estación de
pruebas se debe al hecho de que mediante esta clase de procesos “[...] no se dilucida
la titularidad de un derecho [...], sino sólo se restablece su ejercicio. Ello supone, como
es obvio, que quien solicita tutela en esta vía mínimamente tenga que acreditar la
titularidad del derecho constitucional cuyo restablecimiento invoca, en tanto que este
requisito constituye un presupuesto procesal, a lo que se suma la exigencia de tener
que demostrar la existencia del acto cuestionado. De ahí que este remedio procesal,
en buena cuenta, constituya un proceso al acto, en el que el juez no tiene tanto que
actuar pruebas, sino juzgar en esencia sobre su legitimidad o ilegitimidad
constitucional. Como dice Juventino Castro [El sistema del derecho de
amparo, Editorial Porrúa, México 1992, pág. 169] "en el [...] amparo hay dos hechos a
probar esencialmente: la existencia del acto reclamado, que en ocasiones es una
cuestión de hecho, y su constitucionalidad o inconstitucionalidad, que generalmente es
una cuestión de derecho, valorable finalmente por el juzgador".

Por ello, si en el amparo no hay conflicto de derechos e intereses "subjetivos"


contrapuestos entre las partes, ello es porque los términos de la controversia giran
fundamentalmente en torno a una cuestión de interpretación constitucional. Y, como
ha declarado el Tribunal Constitucional Federal Alemán, dicha interpretación "tiene la
naturaleza de un disenso en el que se mencionan los argumentos a favor y en contra y
finalmente se llega a una resolución de acuerdo con las mejores" [BverfGE, 82, 30 (38-
39)]. La inexistencia de la estación de pruebas, por tanto, no se deriva de la naturaleza
sumaria y breve del amparo (o del hábeas data), sino de la finalidad y el objeto del
proceso”.

Asimismo, en la sentencia recaída en el Exp. N°. 410-2002-AA/TC (Fun. Jur. N°. 5),
remarcó que “es correcto afirmar que en el amparo (como en el hábeas data) no existe
estación probatoria. Pero con ello, en realidad, no se está haciendo otra cosa que
expresar aquello que señala el artículo 13.° de la Ley N.° 25398. No es ese, desde
luego, el problema, sino, esencialmente, determinar cuándo la inexistencia de la
susodicha estación probatoria impide que el juez constitucional pueda expedir una
sentencia sobre el fondo del asunto”.

“A juicio del Tribunal, no existe estación probatoria en el amparo (y en el hábeas


data), porque en él no se declaran ni constituyen a favor de ninguna de las partes
derechos constitucionales, lo que sí sucede en otra clase de procesos ordinarios,
para cuyo caso, precisamente, se ha previsto la estación probatoria. El amparo, y
con él todos los procesos constitucionales de la libertad, como expresa el artículo
1° de la Ley N.° 23506, sólo tiene por finalidad restablecer el ejercicio de un
derecho constitucional, esto es, tiene(n) una finalidad eminentemente restitutoria.
Lo que significa que, teniendo el recurrente la calidad de titular del derecho
constitucional, el amparo (o el hábeas data) se dirige básicamente a analizar si el
acto reclamado es o no lesivo de aquel atributo subjetivo reconocido por la Norma
Suprema del Estado. En efecto, a través de estos procesos no se puede solicitar la
declaración de un derecho o, quizá, que se constituya uno. El artículo 1° de la Ley
N.° 23506 señala que su objeto "es el de reponer las cosas al estado anterior a la
violación o amenaza de violación de un derecho constitucional", lo que significa
que el recurrente sea o haya sido, hasta antes de la lesión, titular del derecho,
pues de otro modo no se podrían restablecer las cosas al estado anterior. En el
amparo, así como, mutatis mutandis, en el hábeas data no se discuten cuestiones
concernientes a la titularidad de un derecho –así sea este constitucional–, sino el
modo de restablecer su ejercicio, si acaso éste resultó lesionado. De ahí que en la
jurisprudencia de este Tribunal se haya sostenido que para que esa tarea pueda
llevarse a cabo es preciso que el acto cuestionado sea manifiestamente arbitrario.
Pero la arbitrariedad o no del acto no es un asunto que, por lo general, pueda
determinarse en una estación de pruebas, sino, esencialmente, un problema que
se atiene a su valoración judicial de cara al contenido constitucionalmente
protegido del derecho.”

15. En mérito de ello, el Tribunal Constitucional considera que todo lo que queda de
controversia en el presente caso, luego de constatarse en el informe los problemas
que ha hecho notar el recurrente en su escrito del 30 de mayo de 2001, es si la
información proporcionada en esos términos, imprecisa, incompleta e inexacta,
viola o no el derecho invocado.

Evaluando dicho extremo, en primer lugar, se observa que la emplazada no ha


alegado que la información solicitada esté sujeta a reserva o secreto alguno. En esa
medida, el problema no ha de escrutarse bajo los alcances del test de razonabilidad o
proporcionalidad, sino, básicamente, determinando si el contenido constitucionalmente
protegido del derecho incluye también que la información que una entidad pública
proporcione deba ser cierta, actual, precisa y completa.

16. Como ya se ha dejado entrever, a juicio del Tribunal Constitucional, el


contenido constitucionalmente garantizado por el derecho de acceso a la
información pública no sólo comprende la mera posibilidad de acceder a la
información solicitada y, correlativamente, la obligación de dispensarla de parte de
los organismos públicos. Si tal fuese sólo su contenido protegido
constitucionalmente, se correría el riesgo de que este derecho y los fines que con
su reconocimiento se persiguen, resultaran burlados cuando, p.ej. los organismos
públicos entregasen cualquier tipo de información, independientemente de su
veracidad o no. A criterio del Tribunal, no sólo se afecta el derecho de acceso a la
información cuando se niega su suministro, sin existir razones constitucionalmente
legítimas para ello, sino también cuando la información que se proporciona es
fragmentaria, desactualizada, incompleta, imprecisa, falsa, no oportuna o errada.
De ahí que si en su faz positiva el derecho de acceso a la información impone a los
órganos de la Administración pública el deber de informar, en su faz negativa,
exige que la información que se proporcione no sea falsa, incompleta,
fragmentaria, indiciaria o confusa.

Y es que si mediante el derecho en referencia se garantiza el acceso, conocimiento y


control de la información pública, a fin de favorecer la mayor y mejor participación de
los ciudadanos en los asuntos públicos, así como la transparencia de la actuación y
gestión de las entidades gubernamentales, entonces, un mínimo de exigencia que
imponen que esos fines se puedan cumplir, es que la información sea veraz, actual y
clara.

El Tribunal no considera que tales exigencias hayan sido satisfechas por la


demandada. Como ha alegado el recurrente, y este Colegiado ha tenido oportunidad
de apreciar en el Informe N.° 001-2001-CMPR/DGADM, la información proporcionada
no es completa, actualizada y exacta. Por consiguiente, al estimarse la pretensión, por
haberse violado los derechos constitucionales de acceso a la información pública y,
relacionalmente, la libertad de investigación del recurrente, debe ordenarse que se
brinde la información solicitada en los términos descritos en el fundamento precedente,
sobre los datos e información en torno a los viajes públicos realizados al exterior, así
como los gastos efectuados por el ex presidente de la República Alberto Fujimori
Fujimori y su comitiva, tal y conforme se han requerido en la carta notarial y en la
demanda.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las atribuciones que le


confieren la Constitución Política del Perú y su Ley Orgánica,

FALLA

REVOCANDO la recurrida, que, confirmando la apelada, declaró que carece de


objeto pronunciarse sobre el asunto controvertido, por haberse producido la
sustracción de la materia y, reformándola, declaraFUNDADA la acción de hábeas
data. Ordena que el Poder Ejecutivo proporcione información detallada respecto de los
gastos efectuados por el ingeniero Alberto Fujimori Fujimori, como ex presidente de la
República, y su comitiva, durante sus viajes al exterior, conforme a los siguientes
rubros: viáticos, gastos de representación, gastos de combustibles y operación del
avión presidencial, costos de pasajes, según sea el caso, y otros gastos. Dispone la
notificación a las partes, su publicación en el diario oficial El Peruano y la devolución
de los actuados.

CASO 5 PROPORCIONALIDAD Y RAZONABILIDAD

EXP. N.° 0395-2005-PHD

TUMBES

EDUARDO PANTA ECHE

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Bagua Chica, a los 4 días del mes de marzo de 2005, la Sala Primera del Tribunal
Constitucional, con asistencia de los magistrados Alva Orlandini, Vergara Gotelli y
Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Eduardo Panta Eche contra la
sentencia de la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Tumbes, de fojas 70, su
fecha 6 de diciembre de 2004, que declara improcedente la acción de hábeas data de
autos.

ANTECENDENTES

Con fecha 9 de marzo de 2004, el recurrente interpone demanda de hábeas data


contra la Municipalidad Provincial Contralmirante Villar – Zorritos, solicitando que
cumpla con exhibir y entregar la siguiente información: a) relación de las
adjudicaciones directas o indirectas (selectiva menor cuantía), adjuntando los
contratos de obra y anexos desde 1999 hasta el 2003; b) obras adjudicadas y
ejecutadas desde 1999 hasta el 2004, con sus respectivos contratos de obra y
documentación anexa; c) anexos de la documentación sustentatoria de los inventarios
y balances desde 1999 hasta el 2003. Manifiesta que la demandada, en forma
arbitraria y negligente, ha venido haciendo caso omiso a las solicitudes de
requerimiento de información sobre supuestas obras donde, aparentemente, se estaría
dilapidando el dinero del Estado y de la municipalidad, siendo conocido que se vienen
sobrevalorando las obras, no siendo ejecutadas; se ejecutan a medias, o se realizan
contraviniendo el contrato respectivo.

La emplazada contesta la demanda manifestando que mediante Carta N° 001-2003-


GDU-MPCVZ se ha remitido la información sobre el estado de las obras construidas
en el periodo especificado y que los costos para la entrega de las copias solicitadas
deben ser cubiertas por el solicitante, según lo establece la Ley N° 27806. Refiere que
la información solicitada asciende a 46.397 fotocopias, cuyo valor debe ser depositado
como derecho municipal a tenor de lo establecido en el TUPA de la municipalidad.

El Primer Juzgado Civil de Tumbes, con fecha 8 de junio de 2004, declarar fundada la
demanda argumentando que no existe prueba alguna que acredite que la emplazada
ha cumplido con remitir la información solicitada por el demandante, y que no ha
precisado el costo que demandaría la expedición de las copias certificadas. De otro
lado, estima que la información solicitada, por su naturaleza, se encuentra en poder de
la emplazada, la que no ha expresado excusas razonables para no remitirla.

La recurrida, revocando la apelada, declara improcedente la demanda aduciendo que


la información solicitada por el demandante no ha sido, en ningún momento, prohibida
o denegada, sino que más bien la demandada ha precisado que el recurrente debe
abonar el costo de las 46.397 fotocopias (10 céntimos por hoja), suma que el
recurrente considera excesiva ya que su situación económica no le permite sufragar
dicho gasto, razón por la cual no se le hace entrega de la información requerida.

FUNDAMENTOS

1 El inciso 5) del artículo 2° de la Constitución declara que toda persona tiene


derecho “A solicitar, sin expresión de causa, la información que requiera y a recibirla
de cualquier entidad pública, en el plazo legal, con el costo que suponga el pedido”. La
Constitución ha consagrado en estos términos el derecho fundamental de acceso a la
información, cuyo contenido esencial reside en el reconocimiento del derecho que le
asiste a toda persona de solicitar y recibir información de cualquier entidad pública, no
existiendo, por tanto, entidad del Estado o persona de derecho público, excluida de la
obligación respectiva.

2 Este Tribunal se ha pronunciado respecto a los alcances del derecho en


cuestión en la STC 1797-2002-HD/TC, señalando que “ [...] el derecho de acceso a
la información pública tiene una doble dimensión. Por un lado, se trata de un
derecho individual, en el sentido de que garantiza que nadie sea arbitrariamente
impedido de acceder a la información que guarden, mantengan o elaboren las
diversas instancias y organismos que pertenezcan al Estado, sin más limitaciones
que aquellas que se han previsto como constitucionalmente legítimas. [...] En
segundo lugar, el derecho de acceso a la información tiene una dimensión
colectiva, ya que garantiza el derecho de todas las personas de recibir la
información necesaria y oportuna [...]. Desde este punto de vista, la información
sobe la manera como se maneja la res pública termina convirtiéndose en un
autentico bien público o colectivo que ha de estar al alcance de cualquier
individuo”. Como se observa, desde ambas perspectivas, el derecho de acceso a
la información pública se sustenta en una cotitularidad inherente a todos los
ciudadanos sobre el manejo de la información que se encuentre en poder o se
origine en el Estado.

3 Es cierto que el ejercicio de este derecho tiene límites, ya que “se exceptúan las
informaciones que afectan la intimidad personal y las que expresamente se excluyan
por ley o por razones de seguridad nacional”. Sin embargo, no teniendo la información
solicitada relación alguna con la seguridad nacional, y al no existir ley que prohíba la
entrega de información, resulta aceptable el pedido del recurrente.

4 Cabe señalar que si bien es cierto que la municipalidad emplazada, mediante


carta obrante a fojas 22 de autos, ha remitido una información parcial al recurrente
sobre la cantidad y el estado de las obras que ha realizado la administración edil en el
periodo comprendido de 1999 al 2003, ésta resulta una información parcial.

5 Asimismo, debe precisarse que el artículo 17 de la Ley N° 27806 (Ley de


transparencia y acceso a la información pública) estipula, con respecto al
procedimiento para la solicitud de información, que “ El solicitante deberá abonar el
importe correspondiente a los costos de reproducción de la información requerida, en
concordancia con el segundo párrafo del citado artículo que establece que “ El monto
de la tasa debe figurar en el Texto Único de Procedimientos Administrativos (TUPA) de
cada entidad de la Administración Pública”.

6 De acuerdo con lo dicho, este Colegiado considera que la demanda debe


estimarse, en tanto no existe impedimento alguno para que el emplazado brinde el
acceso a la información pública generada en el ejercicio de sus funciones, siempre y
cuando se trate de información que no esté prohibida expresamente en la ley y que se
cumpla con el abono del costo que suponga el pedido.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar FUNDADA la demanda; en consecuencia, ordena que la emplazada proceda


a la exhibición de la documentación solicitada, y que se la entregue al demandante
previo cumplimiento del pago de las copias fotostáticas y la correspondiente
certificación solicitada, derechos que se abonarán conforme a lo establecido en el
TUPA de la municipalidad emplazada.
CASO 6 CASO ESPECILA HABEAS DATA CONTRA ESCRITURA PUBLICA

XP. N.º 0301-2004-HD/TC

CONO NORTE DE LIMA


JUAN FEDERICO PALIAN CANCHAYA

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


En Lima, a los 5 días del mes de marzo del 2004, la Sala Primera del Tribunal
Constitucional, con asistencia de los magistrados Alva Orlandini, Presidente; Gonzales
Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Juan Federico Palian Canchaya contra la
sentencia de la Primera Sala Sexta Especializada en lo Civil de la Corte Superior de
Justicia del Cono Norte de Lima, de fojas 80, su fecha 10 de octubre del 2003, que
declara infundada la acción de hábeas data de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 20 de marzo del 2003, el recurrente interpone acción de hábeas data
contra doña Gertrudes Julia Sotero Villar, a fin de que se cumpla con expedirle copia
fotostática certificada de la escritura pública de compraventa, del 14 de octubre del
2002, y de la minuta que sirvió de sustento a la escritura pública que solicita. Alega
que ante la posibilidad de que solamente los empleados le estuvieran denegando el
pedido y que el notario desconociera tal hecho, solicitó mediante carta notarial, del 24
de enero del 2003, la expedición de la indicada documentación.

La emplazada contesta la demanda señalando que la violación de los derechos


protegidos por el hábeas data se configura en el caso de las entidades públicas,
mientras que el notario es un profesional del derecho que ejerce en forma privada una
función pública en beneficio de la colectividad.

El Primer Juzgado Mixto de Carabayllo, con fecha 19 de junio del 2003, declaró
improcedente la acción, argumentando que, aun cuando la función notarial es de
naturaleza pública por la forma misma en que el notario ejerce su labor, resulta
evidente que ni las notarías constituyen entidades públicas ni los notarios son
funcionarios públicos, por lo que éstos no pueden ser sujetos pasivos de la acción de
hábeas data.

La recurrida revocó la apelada, declarando improcedente la demanda, por considerar


que la información o los datos pueden ser requeridos no solo a entidades públicas,
sino también a privadas, no encontrándose el supuesto dentro de las prohibiciones del
artículo 15° de la Ley N.° 27806, por lo que es razonable y atendible el derecho a la
información de la documentación solicitada siempre que se sufrague el costo de la
misma.

FUNDAMENTOS
1. El derecho fundamental de acceso a la información pública ha sido consagrado
en el inciso 5 del artículo 2 de la Constitución, en los siguientes términos: a) “Toda
persona tiene derecho a solicitar sin expresión de causa la información que
requiera y a recibirla de cualquier entidad pública, en el plazo legal, con el costo
que suponga el pedido”.

2. Este Tribunal se ha pronunciado respecto a los alcances del derecho en


cuestión en la sentencia recaída en el Exp. N.° 1797-2002-HD/TC, señalando que “[...]
el derecho de acceso a la información pública tiene una doble dimensión. Por un lado,
se trata de un derecho individual, en el sentido de que garantiza que nadie sea
arbitrariamente impedido de acceder a la información que guarden, mantengan o
elaboren las diversas instancias y organismos que pertenezcan al Estado, sin más
limitaciones que aquellas que se han previsto como constitucionalmente legítimas.
[...]En segundo lugar, el derecho de acceso a la información tiene una dimensión
colectiva, ya que garantiza el derecho de todas las personas de recibir la información
necesaria y oportuna [...]. Desde este punto de vista, la información sobre la manera
como se maneja la res pública termina convirtiéndose en un autentico bien público o
colectivo que ha de estar al alcance de cualquier individuo”. Como se observa, desde
ambas perspectivas, el derecho de acceso a la información pública se sustenta en una
cotitularidad inherente a todos los ciudadanos sobre el manejo de la información que
se encuentre en poder o se origine en el Estado.

3. Debe advertirse que, si bien la materialización del derecho en cuestión se


configura en la posibilidad de solicitar y recibir de una entidad pública la información,
ello obedece a que solamente los entes estatales constituyen los canales adecuados
para que se efectúe el flujo de información, y que es el propio Estado el que responde
por ésta frente a la colectividad. Esto implica que la información en sí misma es
generada, elaborada o mantenida por los propios funcionarios públicos en la ejecución
de las funciones que le han sido encargadas por el Estado, de manera que la
información que se origine en el ejercicio de una función pública, también compartirá
las dos dimensiones del derecho de acceso a la información, debiéndose recurrir a los
conductos idóneos para su logro.

4. De autos se verifica que es un notario quien ha sido denunciado como sujeto


pasivo de la vulneración constitucional, por lo que se debe tener en cuenta que éste,
en su calidad de profesional del derecho autorizado por el Estado para brindar un
servicio público en el ejercicio de su función pública, comparte la naturaleza de
cualquier funcionario público en cuanto a la información que genera. En esa medida,
toda la información que el notario origine en el ejercicio de la función notarial y que se
encuentre en los registros que debe llevar conforme a la ley sobre la materia,
constituye información pública, encontrándose la misma dentro de los alcances del
derecho fundamental del acceso a la información, sobre todo si se tiene en cuenta que
en el servicio notarial es el notario el único responsable de las irregularidades que se
cometan en el ejercicio de tal función.

5. De acuerdo con lo dicho, este Colegiado considera que la demanda debe


estimarse, en tanto no existe impedimento alguno para que el notario brinde el acceso
a la información pública generada en el ejercicio de las funciones notariales, siempre y
cuando ésta se trate de información que forme parte de su protocolo y archivo notarial,
y que se cumpla con el abono del costo que suponga el pedido.

FALLO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las atribuciones que le


confieren la Constitución Política del Perú y su Ley Orgánica,

Ha resuelto

Declarar FUNDADA la acción de hábeas data.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ALVA ORLANDINI

CASO 7 PROPORCIONALIDAD Y JUSTIFICACION

P. N.º 05952-2006-HD/TC

LAMBAYEQUE

MANUEL QUINTO
CUMPA MOZO
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 2 días del mes de abril de 2007, la Sala Segunda del Tribunal
Constitucional, integrada por los magistrados Landa Arroyo, Bardelli Lartirigoyen y
Mesía Ramírez, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Manuel Quinto Cumpa Mozo
contra la Resolución de la Sala Especializada en Derecho Constitucional de la Corte
Superior de Justicia de Lambayeque, de fojas 65, su fecha 22 de mayo de 2006, que
declara infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES
El recurrente, con fecha 21 de noviembre de 2005, interpone demanda de
hábeas data contra la Municipalidad Distrital de Pueblo Nuevo, en la persona de su
Alcalde, don Diego Sernaqué Paiva, solicitando que se le entregue la información
requerida mediante cartas de fechas 14 de setiembre de 2005 y 14 de octubre del
mismo año, relacionada a la motoniveladora “Komatsu” GD511A1, de propiedad de la
entidad demandada. Argumenta que la información proporcionada por el funcionario
demandado, mediante Oficio N.° 030-2005-GM-MDPN-F, de fecha 22 de setiembre de
2005, está incompleta.
La emplazada contesta la demanda y solicita que se la declare infundada,
aduciendo que la información requerida fue otorgada al accionante mediante el
referido Oficio N.° 030-2005-GM-MDPN-F, y que no existe ninguna negativa a entregar
la información solicitada.

El Juzgado Mixto de Ferreñafe, con fecha 25 de enero de 2006, declara


infundada la demanda, por considerar que la demandada cumplió con proporcionar
parte de la solicitud de información y documentación solicitada por el recurrente,
disponiendo, asimismo, que la Secretaría de la Municipalidad y el encargado de la
motoniveladora le entregaran la documentación restante, y que, incluso, la información
solicitada, como lo señala el propio demandante, está publicada en la página web de
la Municipalidad de Pueblo Nuevo.

La recurrida confirma la apelada por el mismo fundamento.

FUNDAMENTOS
1. La demanda tiene por objeto que la entidad emplazada entregue, de manera
completa, exacta y documentada, al recurrente, la siguiente información y
documentación requerida en las cartas de fecha 14 de setiembre y 14 de octubre de
2005, relacionadas con la Motoniveladora “Komatsu” GD511A1:

Información detallada de las horas trabajadas por la referida motoniveladora


durante el tiempo que fue operada por don William Santisteban Radahely, es
decir, desde el 14 de abril de 2003 hasta el 14 de octubre de 2005, fecha en
que se presentó la solicitud de información.

Copia fedateada de los partes diarios de trabajo realizado por la


mencionada maquinaria, clasificados por frente de trabajo, es decir, por cada
persona natural o jurídica que haya alquilado los servicios de dicha máquina.

Información, sustentada por documentos, respecto a gastos de combustible,


lubricantes, repuestos y otros, que se hayan utilizado por la referida unidad
durante el trabajo realizado.

Copia fedeatada de los contratos de alquiler de la motoniveladora, con cada


una de las personas naturales o jurídicas, durante el mismo período.

Información, sustentada con documentos, de los ingresos por concepto de


alquiler de dicha motoniveladora.

2. Sobre el particular, cabe mencionar, en primer término, que el hábeas data se


constituye en un proceso constitucional que tiene por objeto la protección de los
derechos reconocidos en los incisos 5) y 6) del artículo 2.° de la Constitución, los
cuales establecen que “toda persona tiene derecho a solicitar sin expresión de causa
la información que requiera y a recibirla de cualquier entidad pública, en el plazo legal,
con el costo que suponga el pedido. Se exceptúan las informaciones que afectan la
intimidad personal y las que expresamente se excluyan por ley o por razones de
seguridad nacional”; y “que los servicios informáticos, computarizados o no, públicos o
privados, no suministren informaciones que afecten la intimidad personal y familiar,
respectivamente”.
3. Queda claro, entonces, que la Constitución protege a través del proceso de
hábeas data prima facie tanto el derecho de todo ciudadano al acceso a la información
pública, como el derecho a mantener en reserva la información que pueda afectar su
intimidad personal y familiar (autodeterminación informativa). En cuanto al derecho de
acceso a la información pública, el Tribunal Constitucional, en constante y uniforme
jurisprudencia, ha establecido la virtualidad de su contenido, precisando que “(...) no
sólo comprende la mera posibilidad de acceder a la información solicitada y,
correlativamente, la obligación de dispensarla de parte de los organismos públicos (...),
sino también cuando la información que se proporciona es fragmentaria,
desactualizada, incompleta, imprecisa, falsa, no oportuna o errada. De ahí que si en su
faz positiva el derecho de acceso a la información impone a los órganos de la
Administración pública el deber de informar, en su faz negativa, exige que la
información que se proporcione no sea falsa, incompleta, fragmentaria, indiciaria o
confusa”. (Expediente N.º 1997-2002-HD/TC, fundamento 16).

4. En el presente caso, el accionante, mediante carta de fecha 14 de setiembre de


2005, solicitó a la municipalidad demandada información y documentación relacionada
con la Motoniveladora “Komatsu” GD511A1, de propiedad de dicha entidad. Ante dicho
pedido, la emplazada respondió, mediante Oficio N.° 030-2005-GM-MDPN-F, de fecha
22 de setiembre de 2005, y Carta N.º 061-05-MDPN-F, de fecha 21 de octubre de
2005 –que, incluso, el accionante niega haber recibido–, razón por la cual considera
que ha cumplido con lo solicitado por el recurrente.

5. Al respecto, mediante el referido Oficio N.° 030-2005-GM-MDPN-F la


Municipalidad demandada informa al recurrente, entre otros temas, que todavía no
cuenta con la liquidación de la obra “Construcción de pozos Artesianos”, toda vez que
ésta aún no ha culminado; que ha solicitado a la Jefatura (e) de Maquinaria y al
Operador de la Motoniveladora los partes diarios del trabajo efectuado, y que se le
informará oportunamente; que se efectuó la compra de 4 llantas; que se paró la
máquina por la rotura de la faja del ventilador y el trompo del aceite, lo que generó el
viaje del operador a Pueblo Nuevo; que antes de adquirirse las llantas se tuvo que
perder un día de trabajo para poder repararlas, “ya que las distancias en la serranía
son largas y dificultosas”; que la motoniveladora, además de los trabajos realizados en
“La Paccha”, ha realizado 25 horas a la Municipalidad de Catache a un costo de S/.
120.00 la hora; que se han realizado 50 horas de trabajo de la referida máquina al
Núcleo Ejecutor “Construcción Trocha Carrozable Las Palmas – TAYAL – BID III-A,
Convenio 0320040209” del distrito de Miracosta, provincia de Chota, departamento de
Cajamarca, a un costo de S/. 125.00 la hora; que la motoniveladora se encuentra
internada desde el 23 de setiembre de 2005 en el Estadio Municipal “Luciano Díaz
Burga [sin considerar que el Oficio en cuestión es de fecha 22 de setiembre del mismo
año]; y que la motoniveladora fue adquirida en convenio con PREBAN, razón por la
que se viene pagando la suma de S/. 8,156.65, hasta agosto de 2008, fecha en que se
terminará de cancelar la deuda.

6. Por otro lado, mediante la Carta N.º 061-05-MDPN-F se puso en conocimiento


del accionante los nombres de las personas que operaron la máquina en cuestión
durante el período solicitado; que se dispuso que el encargado de la maquinaria de la
Municipalidad le otorgue las copias solicitadas debidamente fedateadas, así como la
información referente a combustible, lubricantes, repuestos y otros; y que la
Secretaría de la Municipalidad le otorgue copias debidamente fedateadas de los
contratos por alquiler de la Motoniveladora, así como de los ingresos.

7. Al respecto, si bien en el Oficio N.° 030-2005-GM-MDPN-F y en la Carta N.º 061-


05-MDPN-F la demandada señala que ha dispuesto que se recopile la información
solicitada y se entreguen los documentos requeridos, lo cierto es que, hasta la
fecha, ellos no han sido proporcionados al demandante; incluso la emplazada, en
su escrito de contestación a la demanda, afirma que con dichos documentos ha
cumplido con lo requerido por el recurrente.

8. Sobre ello, de la revisión de los citados documentos, dirigidos por la


municipalidad emplazada al demandante, se aprecia que ésta no entregó de manera
detallada la información sobre las horas trabajadas por la referida máquina cuando era
operada por don William Santisteban Radahely; tampoco entregó copia fedateada de
los partes diarios de trabajo de dicha maquinaria, clasificada por frente de trabajo, ni
de los contratos de alquiler; asimismo, no cumplió con sustentar, de manera
documentada, los ingresos por concepto de alquiler de la unidad ni los gastos de
combustible, lubricantes, repuestos y otros en que incurrió durante el período
solicitado. Es decir, la entidad emplazada no entregó la información solicitada de
manera precisa y completa, ni adjuntó documentación sustentatoria de la información
parcial entregada.

9. En consecuencia, no habiendo en rigor cumplido la municipalidad emplazada


con proporcionar la información y documentación en los términos solicitados por el
recurrente, la demanda debe ser estimada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda.

2. Ordena a la municipalidad demandada que cumpla, en el plazo de 10 días


hábiles, con la entrega completa, clara y precisa de la información y documentación
solicitada por el recurrente, señalada en el fundamento N.º 1, supra.

Publíquese y notifíquese.

SS.

LANDA ARROYO

BARDELLI LARTIRIGOYEN

MESÍA RAMÍREZ

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