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REINER KUNZE

Poeta y Pescador – Once Tesis

1
Poeta y pescador persiguen secretos ocultos; este el
pez, aquel el verso.

2
El pez dispone de veda.

3
Para el pescador existen cursos de agua prohibidos.

4
El pescador que va al embalse no debe pescar un
esturión. El pescador que va a un arroyo puede
pescar una trucha.

5
Poeta y pescador deben madrugar.

6
Poeta y pescador deben saber aguardar.

7
El pescador no debe fijarse únicamente en la boya.
El poeta no debe fijarse únicamente en la poesía.

8
El pescado muere (es la regla). El verso comienza a
vivir (es la excepción).

9
Los peces no desarrollados son devueltos al agua.

10
El pez es mudo. El verso habla. Por eso escribir trae
aparejados más fastidios que pescar.

11
No se puede vivir ni de la poesía ni de la pesca.
(1983)
Variaciones

Pesar en la balanza de oro


y no detener el corazón al hacerlo

Seguir al poeta aun donde el verso


queda oscuro

Mantener alta la cabeza por él.

El padre, muy envejecido

Desde siempre hubieses podido tras su silencio


trazar una línea -una recta

Ahora sin embargo no alcanzas,


adonde
su silencio alcanza
HILDE DOMIN

Con mi sombra

Voy con mi sombra,


sólo por la sombra acompañado,
solitario con ella,
sobre áridos campos.

Yo siempre más pálido,


ella siempre más larga.
Ella me guía y
yo me dejo guiar.

Los desnudos abedules en el camino,


insinuantes blancos dedos,
conocen el destino
mejor que yo.

CARRERA MACABRA

Tú hablabas de quemar los barcos


-los míos ya eran ceniza-,
tú soñabas en levar anclas
-yo ya estaba en alta mar-,
de patria en la Nueva Tierra
yo ya estaba enterrada
en la tierra desconocida,
y un árbol con un nombre extraño,
un árbol como todos los árboles,
creció de mí
como de todos los muertos,
en cualquier parte.

*
Canciones para dar coraje

Esos pájaros
sin dolor
esos pájaros
dorados, los más leves
flotando
sobre los techos.
Ninguno
preguntando
por el otro.

Sin ruego
sin anhelo
mezclándose, separándose.

Nosotros
debajo de los techos
aferrándonos.

Mira
el sol
vuelve
como humo dorado.
Cayéndose sube.
Sube desde los techos de Job.
Amanece
hoy
por segunda vez.
LIGERO DE EQUIPAJE
No te has de acostumbrar
Una rosa es una rosa
Pero un hogar
no es un hogar.
Desiste el perro faldero
que te colea
desde los escaparates.
Él se equivoca. Tú
no hueles a quedarte.

Noche tierna
Entra la noche en la que
amas

no lo hermoso-
lo feo.

No lo que asciende -
lo que ya ha de caer.

No donde puedes ayudar -


donde tú estás desamparada.

Es una noche tierna


la noche porque amas

lo que el amor no
salvará.
Me levanté y regresé a casa, a la palabra

No te acostumbres
no debes acostumbrarte,
una rosa es una rosa
pero un hogar
no es un hogar.

Prefiero un cuchillo a una palabra.


Un cuchillo puede estar romo.
Un cuchillo no acierta muchas veces
con el corazón.
La palabra, sí.
GOTTFRIED BENN

Fragmentos

Fragmentos,
desechos del alma,
coágulos del siglo veinte.

Cicatrices: alterada circulación de la creación temprana;


las religiones históricas de cinco siglos, destruidas;
la ciencia: fisuras en el Partenón.
Planck, de nuevo perturbado, tropezó en su teoría de
los cuantos con Kepler y Kierkegaard.

Pero hubo anocheceres que se perdieron en los colores


del Dios Padre, más sueltos, bullendo largamente,
irrevocables en su silencio,
en su chorreante azul,
color de los introvertidos.
Entonces uno se concentraba,
las manos apoyadas sobre la rodilla,
rústica, sencillamente,
y entregado a un tranquilo trago
mientras sonaban las armónicas de los peones.
PAUL CELAN

Ella peina su pelo

Ella peina su pelo como se lo peinan a los muertos:


ella lleva el fragmento azul bajo la camisa.

Ella lleva el fragmento del mundo de una cuerda,


ella conoce las palabras, pero sólo se sonríe.

Ella mezcla su sonrisa en el vaso de vino:


debes beberlo para estar en el mundo.

Tú eres el retrato que el fragmento le muestra,


cuando se inclina reflexionando acerca de la vida.

Estar, a la sombra

Estar, a la sombra
de la llaga, al aire.

No-responder-de-nadie-ni-de-nada.
Desconocido,
para
ti solamente.

Con todo, lo que allí tiene espacio,


también sin
lenguaje.

Oigo que el hacha ha florecido,


Oigo que el hacha ha florecido,
oigo que el sitio no puede ser nombrado,

oigo que el pan que lo contempla


cura al ahorcado,
el pan que su mujer horneó para él,

oigo que llaman vida


al único refugio.

Todas las figuras del sueño

Todas las figuras del sueño, cristalinas,


que asumes
en las sombras del lenguaje,

aquellas
hacia las que empujo mi sangre,

las líneas de imágenes, a ellas


debo darles refugio
en las venas cortadas
de mi conocimiento:

mi tristeza, puedo verlo,


se derrama sobre ti.
UWE KOLBE

Ningún más allá de aquí

Permanecerán sobre el puente,


uno en brazos del otro,
los ojos bien abiertos, besándose,
los ojos mirarán hacia la luna.

Tienen padre y madre,


pero los han olvidado.
Son tan jóvenes y ya tan responsables
mientras danzan en círculo.

Jurarán a los cielos y a los faroles


amor y estallidos,
mientras las luces y las calles
permanecen mudas, y soplará el viento.

No pertenecerán más al puente,


no serán para los padres ni para nadie,
tan sólo serán para sí mismos,
no irán a ningún más allá de aquí.
ANDREAS ALTMANN

Predio fabril

el camino pierde su huella bajo los arbustos,


tal vez soy el único que lo recorre todavía.

las ramas sueltas de los árboles azotan el viento,


que las dispersa, la fábrica cercana está vacía.
y todos los secretos quedaron ocultos tras sus muros,
se dice que a las máquinas las hundieron en el lago.
y al llegar el invierno seguramente el hielo se oxidó.
muchos de los que trabajaban aquí ya han muerto.

hay una cerca que perdió su altura y su sentido


y ahora es solamente una palabra del pasado.

sacaron los carteles de advertencia, ya no puedo


reconstruir sus textos, quedan unos pocos tornillos,
que servían para fijarlos, torcidos en su agujero,
aquí el sonido del viento se enrarece.

sólo al ver los restos de la cerca me di cuenta


de que el camino circundaba la fábrica y en realidad

no tenía salida, una vez que uno se encontraba en él.


HANS MAGNUS ENZENSBERGER

Música del porvenir

Que no podemos esperar,


nos lo enseña.

Brilla, es incierta, lejana.

Que dejamos venir hacia nosotros,


no nos espera,
no nos toca,
no nos suena,
está por ver.

No nos pertenece,
no pregunta por nosotros,
no quiere saber nada de nosotros,
no nos dice nada,
es pura música.

No estuvo,
no está ahí para nosotros,
nunca ha estado ahí,
nunca está ahí,
nunca está.

Deriva

El cerebro cae en picado


cada vez más profundo.
Los cables tensores
sacudidos por el viento
descendiente.
El timón cimbrea,
se desvía,
«por sí solo».
También una música;
aire que susurra,
maderas que crujen.
Larguero,
oído, cabeza,
que estallan.
Remolino
sin dolor,
que se olvida
a sí mismo,
solemne,
ligero
deslizarse
hacia
lo oscuro.

Era aquí que

Aquí hubo algo bueno


hace un tiempo,
en otra parte.
Lástima que sea tan difícil
acordarse
de algo bueno.
Saber,
cómo era realmente.
Cómo realmente fue.

Era, creo,
algo por completo habitual,
maravilloso.
Lo he visto,
creo,
u olido,
o tocado.

Pero si era grande


o chico,
nuevo o viejo,
transparente u opaco,
eso ya no lo sé.

Sólo sé que era mejor,


mucho mejor,
de lo que hay aquí,
eso todavía lo sé.
INGEBORG BACHMANN

Estar permanentemente en las palabras

Estar permanentemente en las palabras, quieras o no,


Estar siempre vivo, lleno de palabras por la vida,
como si las palabras estuviesen vivas, como si la vida fuera
palabra.

Tan distinto es, creedme.


Entre una palabra y un objeto
sólo te entremetes tú mismo,
como con un enfermo yaces con los dos
ya que ninguno se arrima jamás al otro
degustas un sonido y un cuerpo,
y te gustan los dos.

Sabe a muerte.

Pero vida y muerte, si existen las dos,


quién sabe,
como hay tanto muerto lejano en mí,
como ya me ha afectado
tanto fallecido
y también los muertos.

una amiga que antes me conocía,


un jarro del que brindé por ti.
BRUNO K. ÔIJER

Soy yo quien decide

convenzo a mi enemigo
de que soy yo quien decide
y que termino cuando quiero
desvía la mirada decepcionado
casi desvalido
el cuarto es grande y expectante
no hay aire
aunque los muebles han sido guardados
mi enemigo está sentado en silencio
perdido en sus pensamientos
me agacho lentamente
y lo toco
intento hacerle comprender que no puedo
ocuparme de él, que debe
alejarse.

Nunca

construyeron
un trono para mí
se quiso que me sentara allí
que recibiera ofrendas y escuchara homenajes
pero primero debería probarse
que yo era yo y ningún otro
y puesto que yo era tan difícil de encontrar
la búsqueda se fue prolongando

algunos afirmaron
que me habían visto recientemente
no era yo aquel niño
que siempre se sentaba solo frente a la ventana del altillo
y que armaba un castillo de naipes de lluvia
mientras afuera el bosque de pinos
se balanceaba en el frío
suspirando largamente a causa de algo duro y penoso

otros no estuvieron de acuerdo


y decían
que yo debía ser decididamente mayor
ellos me habían visto en una gasolinera
yo me había bajado de un Mercedes blanco
con las llaves del auto en la mano
bronceado y vestido con algo que podría interpretarse
como una sonrisa introvertida

eso es incorrecto
dijo alguien
yo lo vi la semana pasada
durante una procesión de Pascua en una aldea griega
él llevaba una corona de espinas y arrastraba
una pesada cruz de madera que marcó un surco sobre la tierra
yo vi cómo él sudaba sangre
pero lo extraño fue
que cuando conduje rápidamente de vuelta
y pasé por el camino de playa de otra aldea
él estaba ya sentado allí
recién afeitado fresco y al parecer imperturbable
había recién prendido un cigarrillo
y parecía hablar consigo mismo
o era quizás con las olas del mar

no entiendo nada
interrumpió una mujer
él ha estado acostado aquí todo el tiempo
conmigo en mi cama
cuando no es que está sentado y bebe tequila
en el Café Vesuvio en San Francisco
ciertas tardes si el ocaso es generoso
y llena su vaso él habla incesantemente
sobre la batalla de Alamo y la de Little Bighorn
o de cómo ha intentado
enderezar el presente
hasta que sus manos se enfriaron

no puede ser él
dijo una pareja de ancianos
a él lo vemos todos los veranos
no dejaría nunca su modesta finca
o su jardín
anda siempre
bien vestido por el bosque con un traje negro
pero él no se trata con nadie
no permite que nadie se le acerque
todo su mundo son sus gatos recién nacidos
y flores silvestres azuladas
no sé
dónde está él en este momento
dijo un hombre
pero yo lo veo frente a mí
nos encontramos cuando yacía en un hospital enfermo de tifus
entre las montañas allá en los Andes
podía contar sus vértebras
y por lo menos una era una varita mágica
yo no sé nada de magos
pero recuerdo por lo menos su voz
cuando dijo que él nunca
se sentaría en un tren
que no pudiera elevarse de las vías
y acercarse al cielo

qué extraño
dijo una voz
yo lo he conocido toda mi vida
y no ha estado nunca enfermo
su teléfono sonaba constantemente durante las noches
eran personas desconocidas
que contaban que estaban quebradas interiormente
yo supongo que querían algo de él
y una vez fue tan pobre que
pudo tirar todo su dinero
estoy convencido de que
si hubiera arrojado un hueso hacia la hierba
hubiera logrado que la vida misma corriera a recogerlo

nunca
me ha gustado
dijo otro más del montón
lo he visto vestido con harapos
puedo jurar
que consume todas las drogas existentes
y no fue él el que escribió
que solamente salimos en libertad un par de semanas por año
para sellar los exteriores
de la prisión que hemos hecho de nuestras vidas
no fue él el que escribió
que las estrellas vigilan la tierra
apuntan sus extremos luminosos sobre las heridas abiertas
que llamamos países y ciudades

ustedes
han malentendido todo
dijo una adolescente
él ha escrito solamente un poema
y se trata de amor perdido
yo sé dónde está
yo sé a quién buscan
él fue el único en que detuve mi mirada un día
en que miré hacia afuera
a través de este rígido paisaje sin vida
él era la rama que todavía se ondulaba
donde el pájaro desaparecido había estado posado
y ustedes pueden seguir construyendo su trono
él nunca va a sentarse allí
nunca

Desaparecidos sin dejar rastros

he arrojado
me he deshecho de la mayoría
y ya no me quedan muchas palabras
pero no las abandono
no se las cedo a nadie
hago lo que todos
deberían hacer por sus hijos
mantengo mis palabras pegadas a mi pecho
y las busco
cuando las noches se hacen largas oscuras y frías
y cuando se duermen
me quedo sentado sin moverme y hago todo lo posible
para no despertarlas
tienen que dormir tranquilas
no durante mil años pero eternamente
y ya no me duele decir
que te entiendo a ti que empiezas
a sentirte más y más extraño
en este mundo
entiendo a las personas
que dicen que ya no quieren vivir más
de pronto ya no existimos
desaparecidos sin dejar rastros
lo he escuchado durante toda mi vida
lo he escuchado hasta el cansancio
y no me ofrezco
no cuenten conmigo
he arrojado
me he deshecho de casi todo
no guardé mucho
me quedé con lo que cae
me quedé con un puñado de copos de nieve
cuando yo lo ordeno
vuelven a caer
cuando yo lo ordeno pulverizan las montañas

La sangre en la nieve

esta tarde está todo silencioso


caluroso y quieto
como si la vida caminase descalza sobre la hierba
los últimos rayos del sol
ya no pelean en las copas de los árboles
sólo se empujan juguetonamente
y cuando el ocaso se acerca
me pone delante una silla
me siento a la mesa
dejo pasar el tiempo
pero después de un rato
y sin motivo
cae un peso sobre mí
y recuerdo lo que dijiste una vez
que estamos al final de un pérfido cuento de hadas
y que deberíamos
volver las páginas hacia atrás
hasta las primeras páginas felices
donde el oro reluce
en el bosque negro de pinos
y donde ese venado herido
se vuelve a levantar y lame su sangre
lame pétalos rojos en la nieve

En el extranjero

cuando te despiertas
eres tierna y cálida
y todavía extranjera en tu cuerpo
vienes de correr sobre páginas de arena
en un paisaje
que era un libro abierto
las olas del mar rodaban como renglones
y rozaban tu pie
largas oraciones luminosas se intercambiaban
se turnaban para perseguirte por una cuesta empinada
de tu mano
resbaló un pequeño sol negro
con un zumbido
fracasando en la tarea de poner
punto final

En el sueño no había nadie

grité mi nombre
en el silencio inmenso
y resonó el eco contra mí
rodó sobre el paisaje agreste solitario y ajeno

y en el sueño
no había nadie
las tribunas estaban vacías
todo era frío y espantoso
como si enterráramos a la vida misma
o al corazón de la vida
o solamente a alguien que hubiera estado lleno de vida
una niña quizás
ella que habría querido hacer tanto
debajo de sus uñas
había restos de hierba y arena
del mundo que habría construido
y aunque todo su cuerpo estaba completamente quemado
y sólo quedaban las cenizas
sus ojos tenían vida y miraban alrededor
todavía tenían esperanza
pedían ayuda

Descubierto

a la mesa puesta
estaban sentados los adultos conversando
jugabas a que la distancia
el mismo vacío entre ellos
semejaba una corona sobre sus cabezas
y entendiste muy temprano en quiénes podías confiar
quiénes apreciaban aquello que crece libre
los demás estaban solamente sentados inmóviles inseguros huecos
y no mostraban sentimientos
no mostraban nada
como si sus vidas y sus almas
fuesen los lugares del delito
lugares que ellos mismos ya no se atrevían a visitar
por miedo a ser sorprendidos
descubiertos

Misterio

los cuartos
se desperezan
como felinos veteados por la luz de la mañana
escucho el ruido de tus pasos
cuando vas por la escalera al piso de abajo
y me quedo tendido en la cama
me doy cuenta de pronto
que hace rato que estoy acostando mirando fijamente a las paredes
mientras las paredes con calma me devuelven la mirada
y no sucede nada
pero parece que transcurriera una eternidad
hasta que decido liberarme
e intento volver a dormir
intento concentrarme y que se me ocurra algo
llegar a un lugar
donde toda la angustia sólo es una lluvia fina
sobre las cosas que olvidé recoger por la noche
un lugar donde ya
no necesite preocuparme acerca
de lo que los seres humanos hacen
los unos contra los otros
un lugar que nunca he mencionado
y que nunca abandono
estuve allí sentado una vez
y refresqué mi mano en la profundidad
vi todo frente a mí
vi mi vida
vi las ondas en el agua negras como la plata

Soy yo quien decide...


convenzo a mi enemigo
de que soy yo quien decide
y que termino cuando quiero
desvía la mirada decepcionado
casi desvalido
el cuarto es grande y expectante
no hay aire
aunque los muebles han sido guardados
mi enemigo está sentado en silencio
perdido en sus pensamientos
me agacho lentamente
y lo toco
intento hacerle comprender que no puedo
ocuparme de él, que debe
alejarse.

(Mientras el veneno actúa, Paradiso, Bs.As.,1991 - Ed.no bilingüe)

CONFETIS - selección-

duermes
los zapatos están vacíos
libres para marcharse

fríos aguzanieves
se estiran buscando África
como la mano
hacia el teléfono mudo

atan culpables
al potro del tormento
finalmente confiesan
que ellos no han cometido ningún crimen

tu reino
durará hasta
que se haya consumido la cerilla

*
salí para coger
todo lo bueno
que habían hecho los hombres

no ocupó espacio alguno en mis manos

A los desarmados (sin partido)

Cuando John Black dijo que odiaba toda violencia &


Y que prefería mirar hacia la costa
el consejo militar soltó sus
obedientes oficiales, que destruyeron
cada estatua de afrodita del local & empezaron
a implantar miradas rotas en las
restante manchas verdes...

Los vimos ayer en el premio de la paz


(& todas las minas explosivas exportadas)
& lo único que ellos realmente lamentaron
fue que no existieran más leyes,
para evitar poner el índice en el aire
cada mañana & y sentir
de que lado el dinero sopla.

Cuando la tristeza de los desiertos &


las estadísticas de suicidio del regimiento una vez se silencien,
iremos como aseadores & destruiremos del parlamento
sus columnas dóricas & cosecharemos las parras del mapa del mundo...
imposible despertar al parlamentario correcto
ellos nunca han entendido la palabra conciencia &
duermen muy mal en las noches

Ps. las maestras de escuela


se ha hecho viejas. gritan toda la semana a
los niños: "coloquen la otra mejilla",
pero es una larga caminata a sus departamentos
& cuando el orgasmo llega (mis amigos)
son ellas las primeras en celebrar a los CARNICEROS.

Nada hemos dicho sobre la razón


todos son nubes cúmulos & locos
& seguridad burguesa en sus entrepiernas
MIKHAIL AIZENBERG

DENTRO DE LA BALLENA

Intenté hacerme cargo de mis propios asuntos


pero en algún lugar sobre la línea
algo atrapó mi atención y me
tragaron vivo.

No hubo nada que pensar: es una ballena.


Miras alrededor, y, bueno,
como si hubiera estado encerrado dentro
Bueno, he estado deseando algo de tiempo
para en una carta a la esposa
ordenar mis notas de viaje:

"Dentro de la ballena todo está insoportablemente


encerrado".
Olvida lo anterior. "¡Imagina el tipo de hoyo en que estoy!
Lo que me trajo aquí
fue el miedo a los espacios abiertos".

Un atardecer

Un atardecer de verano. Su impronta dorada


desborda el verde antes de que sea negro.
Todo es igual, mucho requiere explicación.
Mira, ¿por qué fumar más de lo que puedes?
Luego de pasear por el lago, ¿qué oprime el corazón?
Mucho se plantea sutilmente. No se resuelve en realidad.

Mas apóyate contra el abedul.


Abraza al pino.
Una rosa sigue siendo una rosa. Una nube se sumerge en el lago.
Sacaré mi navaja,
rajaré el pino
o el abedul.
ANA AJMATOVA

No sabemos como decirnos adiós

No sabemos cómo decirnos adiós.


Erramos por ahí, juntos, hombro con hombro.
El sol está bajando,
vas pensativo y yo silenciosa.

Entremos en una iglesia para ver


misas de difuntos, bautismos, casamientos
y sin mirarnos, saldremos.
¿Por qué somos tan diferentes del resto?

O sentémonos en el cementerio,
sobre la nieve pisoteada, suspirando frágilmente.
Con esa rama trazarás mansiones
donde estaremos siempre los dos.

¿Nosotros la frescura de las palabras y...?

¿NOSOTROS la frescura de las palabras y el


sentido de la sencillez
no perderemos, como el pintor pierde la vista,
el actor la voz y el movimiento,
y una bella mujer su belleza?

Pero no trates de conservar para ti


los dones del cielo:
estamos condenados —y lo sabemos—
a consumirlos, no a amontonarlos.

Ve, solo, y cura a los ciegos,


para que conozcan en la dura hora de la duda,
los ruines discípulos de la burla
y las muchedumbres indiferentes.
VLADIMIR MAYAKOVSKI

La receta

(Las reglas muy simples:


son nada más que siete.)
1. Se toman los clásicos,
se hace un rollo,
y se las pasa por la máquina de picar.
2. Lo que salió hay que pasar por tamiz.
3. Luego sacarlo al aire libre, para ventilar.
(Cuidado, para que las moscas no ensucien
las "imágenes".)
4. Lo secado se revuelve apenas
(para que algunas letras no se endurezcan)
5. Se seca (para que no se eternice) entero,
y se pasa a un aparato:
el simple pimentero.
6.Luego
se pone debajo del aparato
el papel pegajoso
(para cazar las moscas).
7. Ahora, simplemente,
mueva la manija,
¡y mire, para que las rimas no se acumulen!
(para que "dolor" y el "amor",
la "mía" y el "día"
sigan ordenadamente
una por media.)

Saca el resultado, y...


listo para ser usado:
para leer,
para recitar,
para cantar.

Y para curar a los poetas de la melancólica desocupación,


para que no tengan ganas de manchar el papel,
con el buenísimo Anatoli Vasielevich cortar toda relación (1)
y pasarlos al camarada Semashko, para que traten con él.
EVGUENI EVTUCHENKO

Mi peruano

En la hora en que mueren los periódicos


y se convierten en basura nocturna,
en la hora en que un perro con su galleta entre los dientes
se detiene y vigila suspicaz cada uno de mis pasos,
en la hora en que resucitan todos los instintos bajos,
los instintos que se esconden hipócritamente durante el día,
en la hora en que los taxistas
me gritan: "Eh gringo,
¿quieres una peruanita? Es chocolate caliente",
en la hora en que el correo duerme
y sólo el corazón del telégrafo palpita,
en la hora en que un campesino envuelto en su poncho
cabecea apoyado en la estatua del héroe,
desconocido para él,
en la hora en que las prostitutas y las musas
se quitan el maquillaje de sus rostros,
en la hora en que pudieran estar casi listos los titulares de mañana:

"Ha estallado la Tercera Guerra Mundial",


en la hora en que todo está visible e invisible,
no vengo de casa de alguien, ni voy a casa de nadie,
paseo cansado, solitario como un perro vagabundo,
por las calles parecidas a cementerios de noticias.
La calle está cubierta de salivazos y cáscaras de naranjas,
la calle huele a orines como el baño de un estadio.
Pero párate y mira:
algo vivo conserva su forma humana
bajo la manta hecha de los periódicos muertos,
por aquí frente a una tienda de suvenires,
sin culpar a nadie por nada,
una vieja indígena ha hecho para si misma un poncho,
poncho de las sensaciones del día anterior.
La india se vio envuelta en los escándalos e intrigas,
en los sobornos, partidos de fútbol, las lágrimas de Beirut
bajo las famosas piernas de las modelos inglesas
aparecen sus pies descalzos
autos de lujo, submarinos, cohetes,
la aplastaron contra el asfalto,
carreras de caballos, yates, stip-teases, banquetes,
todo eso agobió la espalda de la campesina.
Y la llama blanca desde la vitrina
está viendo con dolor mudo
cómo en el pecho de esta vieja
aparece la sangre humeante
de El Salvador.
En medio de este mercado mundial sin vergüenza,
ella misma se ve como una llama perseguida,
esta inca anciana, la madre sufrida de la humanidad,
está doblada por las falsedades,
está aplastada por el tatuaje de los titulares,
pero parece una escultura,
la escultura de la verdad bajo un montón de mentiras.
¡Oh, llama blanca de la vitrina!
Apriétate a su pecho cansado,
libérala de esta basura dorada,
y llévatela a su Sierra Negra natal.
Yo, representante de un Estado tan poderoso,
inclino Silencioso mi cabeza como un niño perdido
frente a este rostro sufrido,
este rostro cobrizo con trincheras de arrugas.
Dentro de esta vieja se esconde salvajemente
respirando en secreto,
el Estado más poderoso del mundo:
el alma humana.
"¿Quieres una peruanita, gringo?".
Los taxistas me silban de nuevo,
pero yo me quedo inmóvil, casi petrificado,
yo no puedo explicar a los taxistas
que ya he encontrado a mi peruana.

La tercera memoria

Todos tenemos un instante en que


nos entra una tristeza pegajosa,
y la vida, quedándose al desnudo,
se nos muestra como algo sin sentido.

Frío de muerte llena las entrañas.


Pero, para vencerlo, golpeamos
sin fuerza apenas a las puertas de la memoria,
como quien va a una hermana de la caridad.

A veces, sin embargo, hay dentro de nosotros


tanta noche y es tanta la ruina,
que ayudarnos no puede la memoria,
ni la del corazón, ni la de la razón.

Se nos apaga el brillo de los ojos.


Y la conversación, los movimientos...
todo se apaga. Pero existe aún
la tercera memoria: la del cuerpo.

Que recuerden los pies


el polvo y el calor de la carretera,
la hierba fresca
cuando descalzos caminaban.

Que recuerde la mejilla con ternura


cómo, tras una riña, la consolaba
la agradable aspereza de la lengua
del perro, que todo lo comprende.

Que recuerde la frente, avergonzada,


cómo, bendiciéndola,
un beso la rozaba, apenas la rozaba,
descubriéndole toda la ternura de madre.

Que los dedos recuerden los pinos, el trigo,


y la lluvia casi imperceptible,
y el temblor del gorrión,
y las crines nerviosas del caballo.

Que los labios recuerden otros labios.


Hay hielo y fuego en ellos. Hay tinieblas y hay luz
Todo el mundo contienen, impregnado
de aroma de naranjas y de nieve.

Y entonces pedirás a la vida perdón.


y le dirás: «A ciegas te acusaba.
Absuélveme del grave pecado
de mi absurda irritación».

Y si la maravilla de este mundo


es preciso pagarla
con un precio cruel,
no importa, yo lo acepto.

Pero ¿acaso el capricho del destino,


los golpes y las pérdidas,
son un precio tan alto por gozar
las maravillas que la vida ofrece?
Tadeusz Rózewicz

Mi poesía

(Nada traduce
nada explica
nada expresa
no abarca ninguna totalidad
no llena ninguna esperanza

no crea nuevas reglas


no toma parte en ninguna diversión
tiene un lugar definido que debe llenar

si no es esotérica
si no es original
si no asombra
entonces supuestamente así debe ser

obedece a sus propias necesidades


a sus propias posibilidades
y limitaciones
es superada por sí misma

a nadie reemplaza
por nadie puede ser reemplazada
está abierta a todo
sin secretos

tiene muchas tareas


para las que no está preparada)
Czeslaw Milosz

Encuentro

Atravesábamos campos helados


en un carro, al amanecer.

Un ala roja remontó entre Las sombras.

Y, de pronto, una liebre cruzó, veloz, el camino.


Uno de nosotros la señaló con su mano.

Eso pasó hace mucho tiempo.


Hoy ninguno de los dos vive.
Ni la liebre, ni el hombre que hizo el gesto.

Oh, amor mío, dónde están, hacia dónde van.


El relámpago de una mano, trazo
de movimiento, crujir de guijarros.

No lo pregunto afligido, sino intrigado.

Dádiva

Un día muy feliz.


La niebla se levantó pronto, trabajé en el jardín.
Los colibrís se demoraban sobre las madreselvas.
No había cosa en la tierra que yo deseara poseer.
Sabía que no merecía la pena que envidiase a nadie.
Cualquier mal que hubiera sufrido, lo olvidé.
Pensar que una vez fui el mismo hombre no me molestaba.
En el cuerpo no sentía dolor.
Cuando me estiré, vi el mar azul y velas.
Kristina Rodowska

Exilio

La ciudad donde nací


ya no existe
pero seguirás encontrándola
en el mapa de Europa del Este

Exiliada de la realidad
de varios siglos de su historia
no es más sino un montón de muros
y fachadas sin alma

Sus actuales habitantes no están conscientes


de la carga de nostalgias que miran sus ojos
sin admiración sin horror
Para ellos la ciudad no hizo
sino cambiar de piel

Sus leones míticos ya no protegen la memoria


de tantos pueblos e idiomas
Aún les sangra la espalda
bajo el látigo del Domador

La casa de la que me arrancaron


aún sobrevive según me cuentan
visitada por sus fieles muertos
Zbigniew Herber

Dos gotas

Los bosques ardían-


y ellos
en sus cuellos enredaban los brazos
como ramos de rosas

la gente corría a los refugios


él decía que su esposa tenía cabellos
en los que uno podía esconderse

cubiertos con una sola manta


musitaban impúdicas palabras
la letanía de los amantes

Si la cosa se ponía fea


saltaban en los ojos del otro
y los cerraban con fuerza

con tanta fuerza que no sintieron el fuego


que alcanzaba sus pestañas

hasta el final fueron audaces


hasta el final fueron fieles
hasta el final fueron parecidos
como dos gotas
detenidas al borde de la cara
Antonio Cisneros

Un puerto en el pacífico

Aquí es donde ella deja la habitación


con esa pintura de unos niños genoveses
perdidos en el bosque.
No hay fuego en el fogón
porque hace más calor que de costumbre.
Y aunque es de noche
la ventana que da al patio se halla abierta
casi de par en par
sobre un paisaje del siglo XIX.
Ese traje de seda verde
es el mismo del verano pasado
pero la enagua es nueva
o por lo menos está recién lavada.
Ella mira hacia el fondo del espejo
como quien busca un amante
oculto en la arboleda.
Se coloca el sombrero de paja
y apaga la lámpara de gas.
Aquí es donde cierra la puerta
con doble vuelta de llave
y baja las escaleras
como un gato siamés.
En la calle hay un resplandor
de bronce viejo.
Aquí es donde aparece un coche de alquiler
con dos caballos amarillos.
Pero también pueden aparecer
las barcazas que llevan los costales de carbón
hasta el atracadero de La Punta.
Las casas del malecón
tienen las luces encendidas
y un macizo de petunias en la entrada.
El coche de alquiler se detiene
con sus dos caballos amarillos
en la noche calurosa de verano.
Aunque no tan calurosa
como las noches del verano anterior.
Aquí ella se recuerda desnuda y triste
en la noche de Paita.
Aquí aparece Paita a medianoche.
Los caballos están cansados.
Abrevan a la sombra de esa tienda
donde venden tabaco
y tiene la cabeza de un león
pintada en la vidriera.
Una sombra desciende del coche.
Ella la sigue,
con su vestido verde y su enagua
recién lavada.
Aquí aparece otra vez
ese resplandor de bronce viejo.
Hay un barco amarrado en el muelle,
lleva un nombre en italiano
y una bandera azul.
Está algo inclinado a estribor,
de modo que la corriente lo bambolea
cada seis horas.
Aquí los amantes pueden subir al barco,
acomodarse en el camarote más fresco
y beber un gran vaso de ginebra
antes de apagar la linterna
y hacer el amor.
O pueden también
permanecer en el muelle contemplando
cómo esa niebla tan caliente
ocupa todo el espacio
y los envuelve
igual que la saliva al gusano de seda.
Aquí ella regresa a la habitación
donde está el cuadro de los niños perdidos
y se recuesta en un diván
pegado a la ventana.
Desde ahí puede ver
el gran barco italiano iluminado
por una luna roja.
Aquí aparece su rostro en la ventana
y el barco reclinándose a estribor.
Entonces cepilla sus cabellos
y recoge su falda arriba de los muslos
poco antes de morir.

Aniversario de bodas

Voy a lucir mi camisa azul marino


(casi negro) que compré
en un remate de Navidad y mis zapatos
de lona recién lavados.
Tu llevarás esa falda de cuero
que te traje de Chile,
una blusa de seda
y los labios pintados de rojo.
Tenemos que estar orgullosos
de nuestro matrimonio.
Como de los cubiertos
que guardamos en el armario verde
de la cocina.
3 cuchillos para comer pescado,
7 tenedores para carne,
5 cucharas soperas,
14 cucharitas de café
sin contar las de Iberia
y American Airlines. También podemos
(ya que estamos en verano)
considerar al sol
como una pertenencia. Su luz
contra los muros
del patio principal
y las hojas de vid.
Aunque sobre todo
debemos alabar las luces de tu pelo
amarrado hacia atrás y recogido
con una cinta azul.
Ahora el mar se bambolea
en una ventana de la sala.
También nos pertenece.

Esta noche ordenaremos


nuestra ropa de fiesta
con sumo cuidado y dignidad.
Esa falda de cuero
que yo traje de Chile
y la blusa de seda
y mi camisa azul.
Nos cubriremos apenas
con unas túnicas de algodón sin cardar
como los japoneses
en las noches más rojas del verano.
Luis Hernández (Perú)

Mientras llamas

Mientras llamas por teléfono


Y otros te contemplan.

Mientras tocas con la mano derecha


El concierto en Sol para la mano izquierda.

Mientras observas el film


Con indiferencia no estudiada.

Mientras paseas la playa


Con las joyas de este Invierno.

Mientras la mitad de tu nombre


Basta para alejar el mal

Mientras vives sin preguntarte,


Mientras oyes tus canciones,
Yo escribo, extrañado.
Juan Gonzalo Rose (Perú)

Primera canción

No he inventado ninguna melodía.

Los que amaron dirán:


«Conozco esta canción...
y me había olvidado de lo hermosa que era...»

Y habrá de parecerles
la primera
canción con que soñaron.

Los malos poemas

No los destruyas.
No los eches
al pozo de los cielos.

Tal vez ellos retornen


después que la belleza
se haya ido.

Cuando la soledad
camine libremente
de la cama hasta el patio
y mi casa parezca
-al ojo del infante-
algún enorme erizo.

Entonces,
quizás entre sus líneas
descubras un instante
inadvertido;
la palabra extraviada
en domingos zoológicos;
algo más verdadero que lo hermoso.

Nadie sabe.
Consérvalos.

Cambia tu piel. También


la piel del mundo.
pero el poema queda
guardando su misterio.
Tal vez no hay en tu cuerpo
-todavía-
esa única lámpara
con la que puedes verlo.
Julio Ortega (Perú)

Al hablar materno

Por qué no estamos todos


en la total diversidad
donde somos esta parte
bajo la noche nubosa
como la partición de lo igual
en lo distante separado
y sumado a la hora
de la cena de a dos.
De los padres restados
los ojos que se vieron
en otra idea del todo
que nos esperaba para cumplir
esta frase que reverbera
con el fuego de la voz.
Luz que nos hace
los hijos/ desposados/
cuando bebemos y comemos
lo cedido, entre nos, esa
nadería del todo hambriento
donde nos faltan
los que somos de lejos.
Deudos que se deben
al pan del desierto.
Tulio Mora

Imitación de Robert Frost

Ves encima del agua


que los peces se detienen
evitando que ninguna corriente se los lleve
río arriba —simpatizantes como son
de las caídas libres.
Pero si supones que lo que los fuerza
a detenerse es un querer mirar el cielo
para informarse acerca del tiempo
estás equivocado. Ocurre que más bien
desean coincidir puntos de vista
mirando la orilla, las cañas que crecen
como velas encima de una torta,
una que otra meseta verde de billar,
Luego saltan en picada y se meten a su mundo
también poco perfecto, pero en todo caso, el de ellos
sonriendo como si recordaran algún chiste familiar.
Carmen Ollé

Tener 30 años

Tener 30 años no cambia nada salvo aproximarse al ataque


cardíaco o al vaciado uterino. Dolencias al margen
nuestros intestinos fluyen y cambian del ser a la nada.

He vuelto a despertar en Lima a ser una mujer que va


midiendo su talle en las vitrinas como muchas preocupada
por el vaivén de su culo transparente.
Lima es una ciudad como yo una utopía de mujer.
Son millas las que me separan de Lima reducidas a sólo
24 horas de avión como una vida se reduce a una sola
crema o a una sola visión del paraíso.
¿Por qué describo este placer agrio al amanecer?
Tengo 30 años (la edad del stress).
Mi vagina se llena de hongos como consecuencia del
primer parto.
Este verano se repleta de espaldas tostadas en el
Mediterráneo.
El color del mar es tan verde como mi lírica
verde de bella subdesarrollada.

¿Por qué el psicoanálisis olvida el problema de ser o no


ser
gorda / pequeña / imberbe / velluda / transparente
raquítica / potona / ojerosa...

Del botín que es la cultura me pregunto por el destino


¿Por qué Genet y no Sarrazine?
o Cohn Bendit / Dutschke / Ulrike
y no las pequeñas militantes que iluminaban mis aburridas
clases en la U
ELSA MARGARITA SIRA

Marx aromaba en sus carteras como retamas frescas


qué bellas están ahora calladas y marchitas.

No conozco la teoría del reflejo. Fui masoquista


a solas gozadora del llanto en el espejo del WC
antes que La muerte de la Familia nos diera el alcance.

Amor me mueve y me hace responder


Dejarme arrastrar por un flujo de sensaciones: realidad y fantasía combinan
malévolamente hoy en mí.
Todo nuevo amor refleja una carga eléctrica de un viejo y conocido circuito:
felicidad, frustración.
La imagen más bella sería tu desnudo obtenido sin ofrecer mi cuerpo desnudo, de
la misma manera como observo mi serenidad en Safo o en San Juan el deseo,
pero al menos que te hable de Baudelaire no podría hablarte de la poesía.
¿Sabes que es la poesía? Un muchacho que va en busca de la felicidad, o la
imagen perfecta del peligro es atraer como lo hace la poesía a la belleza sin
riesgo de caer en la retórica.
Y toda retórica es ridícula.
Amar sólo el fruto de este instante llamado escritura es el resultado fatal
conocido como poesía. Se es más infiel hablando el mismo idioma. Puesto que la
imagen perfecta ha de amar el peligro no existe la perfección sino en la
arbitrariedad, entonces combinación de serenidad y deseo en ausencia del
poema: tu desnudo cuerpo con mi cuerpo desnudo, sin serenidad. Caída en este
juego sólo para atraerte al fin.
Tania Favela (México)

Abandonó su instrumento

abandonó
su instrumento
por la muerte
de Scott Lafaro

Bill Evans
abandonó su instrumento

15 años
guardó silencio
como Rublev
guardó silencio
decepcionado de los hombres
decepcionado de la vida
y la muerte
sus manos dejaron de hablar
su boca
detuvo
la palabra

hasta que el golpe


de la campana
la resonancia
de la campana
inundó el corazón de Rublev
despertó
su corazón

la campana de Bill Evans


fue un hombre
Eddy Gómez

logró resonar
más allá de la muerte
y avivar
la música callada

el piano volvió a sonar


las manos
despertaron de nuevo
su voz
resonó
con amor

campana
también
para romper
el silencio
de otros
José Emilio Pacheco

Carta a George B. Moore para negarle una entrevista

No sé por qué escribimos, querido George,


y a veces me pregunto por qué más tarde
publicamos lo escrito.
Es decir, lanzamos
una botella al mar que está repleto
de basura y botellas con mensajes.
Nunca sabremos
a quién ni adónde la arrojarán las mareas.
Lo más probable
es que sucumba en la tempestad y el abismo,
en la arena del fondo que es la muerte.

Y sin embargo
no es inútil esta mueca de náufrago.
Porque un domingo
me llama usted de Estes Park, Colorado.
Me dice que ha leído lo que está en la botella
(a través de los mares: nuestras dos lenguas)
y quiere hacerme una entrevista.
¿Cómo explicarle que jamás he dado
una entrevista,
que mi ambición es ser leído y no "célebre",
que importa el texto y no el autor del texto,
que descreo del circo literario?

Luego recibo un telegrama inmenso


(cuánto se habrá gastado usted, querido amigo, al enviarlo).
No puedo contestarle ni dejarlo en silencio.
Y se me ocurren estos versos. No es un poema.
No aspira al privilegio de la poesía (no es voluntaria).
Y voy a usar, como lo hacían los antiguos,
el verso como instrumento de todo aquello
(relato, carta, tratado, drama, historia, manual agrícola)
que hoy decimos en prosa.

Para empezar a no responderle diré:


no tengo nada que añadir a lo que está en mis poemas,
no me interesa comentarlos, no me preocupa
(si alguno tengo) mi lugar en la "historia".
Escribo y eso es todo. Escribo: doy la mitad del poema.
Poesía no es signos negros en la página blanca.
Llamo poesía a ese lugar del encuentro
con la experiencia ajena. El lector, la lectora
harán (o no) el poema que tan sólo he esbozado.

No leemos a otros: nos leemos en ellos.


Me parece un milagro
que alguien que desconozco pueda verse en mi espejo.
Si hay un mérito en esto —dijo Pessoa—
corresponde a los versos, no al autor de los versos.

Si de casualidad es un gran poeta


dejará tres o cuatro poemas válidos,
rodeados de fracasos y borradores.
Sus opiniones personales
son de verdad muy poco interesantes.

Extraño mundo el nuestro: cada vez


le interesan más los poetas,
la poesía cada vez menos.
El poeta dejó de ser la voz de su tribu,
aquel que habla por quienes no hablan.
Se ha vuelto nada más otro entertainer.
Sus borracheras, sus fornicaciones, su historia clínica,
sus alianzas y pleitos con los demás payasos del circo,
o el trapecista o el domador de elefantes,
tienen asegurado el amplio público
a quien ya no hace falta leer poemas.

Sigo pensando
que es otra cosa la poesía:
una forma de amor que sólo existe en silencio,
en un pacto secreto de dos personas,
de dos desconocidos casi siempre.
Acaso leyó usted que Juan Ramón Jiménez
pensó hace medio siglo en editar una revista poética
que iba a llamarse Anonimato.
Anonimato publicaría poemas, no firmas;
estaría hecha de textos y no de autores.
Y yo quisiera como el poeta español
que la poesía fuese anónima ya que es colectiva
(a eso tienden mis versos y mis versiones).
Posiblemente usted me dará la razón.
Usted que me ha leído y no me conoce.
No nos veremos nunca pero somos amigos.

Encuentro
Yo me encontré a mí mismo en una esquina del tiempo.
No quise dirigirme la palabra,
en venganza por todo lo que me he hecho con saña.
Y me seguí de largo y me dejé hablando solo
-con gran resentimiento por supuesto.

Épocas

Uno siente que el mundo ya se acaba porque cuanto termina


es su vida,
su pobre vida tan independiente de él:
empezó cuando ella misma quiso
y concluirá nadie sabe dónde ni cuándo ni de qué manera.

Morimos con las épocas que se extinguen,


inventamos edenes que no existieron,
tratamos de explicarnos el gran enigma
dé estar aquí un solo largo instante entre el porvenir y el pasado.

La primera canción de Agustín Lara

La noche engendra música. A su imán


acuden las canciones memoriosas, el piano
desafinado, la guitarra ya casi polvo, el violín
comido por los años, las maracas
que suenan como huesos. Y los ancianos
vamos a congregarnos en este círculo mágico.
Nos verá la espalda
el presente que nos asfixia, el agobio
de estar vivos aquí y ahora.
Sonará como entonces la blanda música.
Que nos recubra esa vida que fue la nuestra
y mantenga a raya al sepulcro abierto.
Muchacha que hoy serás como fue mi abuela,
en esta noche tienes veinte años todavía.
Cómo impedir una lágrima cursi o dar las gracias
pues me quedé con tu rostro del 29.
Y ahora, de pronto, casi en mi tumba, vuelves
en la canción tristísima. Por un momento
somos de nuevo los hermosos amantes.

La flecha

No importa que la flecha no alcance el blanco.


Mejor así.
No capturar ninguna presa.
No hacerle daño a nadie
pues lo importante
es el vuelo, la trayectoria, el impulso,
el tramo de aire recorrido en su ascenso,
la oscuridad que desaloja al clavarse
vibrante
en la extensión de la nada.
Philippe Jaccottet

El poeta tardío

El poeta tardío escribe:

"Mi espíritu se deshilacha poco a poco.

Incluso la malva rosa y el pinzón me parecen lejanos


y lejanos cada vez con menor seguridad.

Llegaré incluso a solicitar


que me descarguen de este saco de luz:
¡gloria extravagante!"

¿Quién entre estas bellezas responderá?

¿No habrá alguien entre ustedes,


incluso sin decir nada, para venir en pos de él?

Vaya, como se dispersa, la manada de fuentes


que creímos haber conducido alguna vez por estas praderas...

He aquí que a partir de entonces


cualquier música de antaño se le sube a los ojos
convertida en gruesas lágrimas:

"Vuelven los alhelíes y las peonías,


la hierba y el mirlo también,
pero la que esperamos ¿dónde? ¿dónde las esperadas?
¿Acaso nunca más volveremos a tener sed?
¿Ya no habrá más cascadas
para que aprieten en sus manos la fresca cintura?

Cualquier música te aflige desde entonces


con el peso de las lágrimas."

El hombre sigue hablando,


y su rumor avanza como un arroyo de enero
con ese temblor de hojas cada vez que un pájaro
asustado huye gritando donde la lluvia cesa.

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