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Mercosur/Union Europea
La agenda de la argentina Macrista para “ volver al mundo”
. Entre el 20 y el 24 marzo, en Buenos Aires, se realizo la XXVII ronda de
negociaciones birregionales Unión Europea-Mercosur de cara a la celebración
de un Tratado de Libre Comercio entre las partes. Entre el 5 y el 7 de abril, el
World Economic Forum que se celebra todos los años en Davos tuvo su
primera cita latinoamericana, justamente en Buenos Aires. En el cierre del
mismo, el día 7, se realizo el primer encuentro entre presidentes de la Alianza
del Pacífico y el Mercosur, en pos de profundizar la integración comercial entre
los dos bloques. En diciembre, del 11 al 14, Buenos Aires será también sede
de la Conferencia Ministerial Bianual de la Organización Mundial del Comercio.
Y mientras tanto el gobierno argentino ya empezó los preparativos de cara a su
semestre en la presidencia del G20, que tendrá su cumbre en Buenos Aires o
Mar del Plata en la segunda parte de 2018.
Pero una de las propuestas más llamativas tiene que ver con el pedido de
adhesión a los estándares marcados por el acta de 1991 de la Unión
Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV91), al
que los gobiernos del Mercosur se resisten. Se trata de un convenio que regula
el derecho exclusivo de una persona o empresa de poder multiplicar una
variedad vegetal registrada y protegida por él. Lo que equivale a impedir que
pequeños productores campesinos e indígenas puedan cultivar determinadas
variedades de plantas registradas sin pagar una patente a su obtentor.
Es necesario destacar que los aspectos comerciales son sólo uno de los
capítulos, y tal vez no el más importante, de las negociaciones en marcha. Aun
sin contar con información detallada imprescindible, pero sí el antecedente de
acuerdos similares negociados por la UE recientemente, es posible anticipar sí
que un acuerdo tendría como punto de partida una masiva eliminación
reciproca inmediata de aranceles al comercio exterior,
Podrán hacer promesas ambiguas para "salvar la cara" a los gobiernos del
Mercosur dispuestos a firmar como sea, pero no brindando concesiones
significativas para una mayor apertura de sus mercados a los productos
agropecuarios competitivos mercosureños. Se privaría así a los países del
Mercosur el poder alcanzar el que sería el beneficio comercial esperado más
importante a cambio de una apertura inédita masiva de los mercados locales a
una competencia abierta de una economía más desarrollada; sobre todo
evidente para la mayor parte de los productos industriales y servicios
Las empresas podrán frenar reformas que busquen mejorar la protección del
medio ambiente, los estándares laborales o blindar ciertos sectores si alegan
que perjudican sus intereses, explican. Unas 46.000 filiales de compañías
estadounidenses basadas en Canadá podrían demandar a la UE con este
sistema, según sus cálculos.
Denuncias
Afirmamos que este acuerdo comercial es una expresión renovada y
actualizada de la presión que la UE y EEUU vienen sistemáticamente
realizando en las negociaciones comerciales, desde el inicio de la
Ronda Uruguay del GATT, hace ya 20 años en procura de la apertura
indiscriminada de nuestras economías y de las máximas garantías –
sin la contrapartida de mínimas obligaciones- para sus compañías
transnacionales. En las negociaciones con MERCOSUR la política de la
UE va claramente en dirección de una OMC plus. Al igual que los
Estados Unidos en la negociación del ALCA, la UE intenta arrancar –
en el ámbito de la negociación interregional- las concesiones y los
beneficios que la gran mayoría de los países pobres del planeta (G20
más G90) logró bloquear en Cancún en septiembre de 2003.
En primer lugar informó que sobre este tratado se “carece de toda información
pública, se está negociando en secreto, en confidencialidad”. Sin embargo se
sabe que el acuerdo está en tratativas y se puede hacer un análisis en base a
“otras propuestas de libre comercio, incluso los que la Unión Europea ha
firmado con otros países de América Latina (Colombia, Perú, México)”.
Al respecto, Seoane sostuvo que se pueden pensar cuatro aspectos en los que
el tratado modificaría las condiciones actuales de los países del Mercosur. “Por
un lado un tratado de este tipo va a profundizar el proceso de reprimarización
de la estructura productiva” ya que “va a favorecer, en términos de
liberalización arancelaria, la llegada de productos industriales y de alta
tecnología de Europa y la exportación del Mercosur hacia Europa se va a
concentrar en los productos primarios”, explicó el sociólogo. Además agregó
contundente: “Esto es desindustrialización, aumento del desempleo,
precarización y caída del salario”.
Para el integrante del GEAL sería “un retroceso de todas las luchas que se
dieron en la región y particularmente de la derrota del ALCA en 2005”,
refiriéndose a la Cumbre de las Américas de Mar del Plata donde los países
sudamericanos rechazaron la propuesta estadounidense de constituir un Área
de Libre Comercio para las Américas (ALCA).
Gran parte de estas multinacionales gozan del trato nacional gracias a tratados
bilaterales de comercio, tratados de promoción y protección de las inversiones
y diversas normas internas, y la desregulación aduanera opera entonces,
esencialmente, como una facilidad para que grandes conglomerados
transnacionales distribuyan sus mercancías y recauden sus ganancias dentro
de una enorme zona exenta de aranceles y de normas restrictivas de la
repatriación de ganancias y capitales. Ello hace pertinente la advertencia de
Domingo Alberto Rangel en el sentido de que Las transnacionales pueden
realizar, ellas sin el concurso de otro factor, la integración del continente si
nosotros no tuviéramos la lucidez y la determinación necesarias para
emprender y coronar esa obra (Rangel, cit. en Estévez1998). Todo proyecto de
integración ha de ser evaluado en función de aquello que verdaderamente
integra.
Propuestas
Los TLC en general se basan en la premisa de que el libre comercio por sí solo
es motor de desarrollo económico y social. Pero así como hace 10 años
denunciamos el significado del ALCA, también hoy debemos hacerlo con otras
variantes de libre comercio, como los TLC impulsados por la Unión
Europea. Por ello, exigimos el retiro del gobierno argentino de la mesa de
negociaciones para este acuerdo.
En ese sentido, Taiana explicó que es una cuestión muy sensible en Argentina
y Brasil el tema autopartes, porque hoy el Mercosur tiene alrededor de un 30%
de producción nacional en la composición de los vehículos terminados. Abrir el
sector tendría un fuerte impacto en el área metalmecánica, de alta incidencia
en los niveles de empleo industrial.
“En una situación como la que vive la economía mundial hoy, con una Europa
apenas saliendo del proceso recesivo iniciado en 2008, con un sistema
multilateral de negociaciones como la OMC y la Ronda de Doha estancados,
las condiciones que está ofreciendo UE son muy magras y muy poco
satisfactorias para las necesidades o las posibilidades de desarrollo del
Mercosur. La Argentina tiene una necesidad de desarrollo, de proteger su
entramado productivo, de buscar un desarrollo genuino. Eso no puede ser
puesto en juego o arriesgado por lograr una foto donde se cierre una
negociación”, concluyó el ex Canciller.