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El tratado de libre comercio

Mercosur/Union Europea
La agenda de la argentina Macrista para “ volver al mundo”
. Entre el 20 y el 24 marzo, en Buenos Aires, se realizo la XXVII ronda de
negociaciones birregionales Unión Europea-Mercosur de cara a la celebración
de un Tratado de Libre Comercio entre las partes. Entre el 5 y el 7 de abril, el
World Economic Forum que se celebra todos los años en Davos tuvo su
primera cita latinoamericana, justamente en Buenos Aires. En el cierre del
mismo, el día 7, se realizo el primer encuentro entre presidentes de la Alianza
del Pacífico y el Mercosur, en pos de profundizar la integración comercial entre
los dos bloques. En diciembre, del 11 al 14, Buenos Aires será también sede
de la Conferencia Ministerial Bianual de la Organización Mundial del Comercio.
Y mientras tanto el gobierno argentino ya empezó los preparativos de cara a su
semestre en la presidencia del G20, que tendrá su cumbre en Buenos Aires o
Mar del Plata en la segunda parte de 2018.

Todos compromisos vinculados a una agenda marcada por la fe en el libre


comercio, el multilateralismo y la apertura a los flujos financieros, la marca que
el gobierno Macri quiere imprimir a la imagen de la Argentina en el mundo. Sin
embargo, el mundo parece estar perdiendo su enamoramiento por los encantos
librecambistas, y en varias regiones los intentos de acuerdo en ese sentido
fracasaron por la oposición de sus poblaciones

El tratado de libre comercio con la Union Europea


La firma de TLC con la UE no es nueva en América Latina. El bloque europeo
ya ha firmado tratados con México, Perú, Colombia, Chile y Ecuador, además
de varios países centroamericanos. En todos los casos, las negociaciones se
realizaron sin permitir la participación de la sociedad civil y del poder legislativo,
negando cualquier acceso a los borradores de negociación. Una vez firmados
los acuerdos y dados a publicidad, se hace evidente porqué se produce esta
total falta de transparencia: los tratados firmados generaron resultados
negativos considerables, mientras que muchos de los beneficios prometidos
nunca se han materializado. Para los países latinoamericanos, los acuerdos
implicaron dejar de lado cualquier protección de las cadenas productivas
nacionales, de su industria y sus pequeñas y medianas empresas, así como
abandonar la posibilidad de existencia de empresas estatales que garanticen la
provisión de, por ejemplo, servicios públicos como educación y
salud. Asimismo, los efectos sobre las y los trabajadores han sido altamente
negativos, teniendo en cuenta la pérdida de empleos y la ampliación de una
economía de servicios que deja a miles afuera del acceso al empleo. En estos
tratados no se tiene en cuenta las grandes asimetrías que estos países tienen
con respecto a la UE, partiendo de que ésta es considerada a nivel global como
la principal potencia comercial
Mercosur y Unión Europea

Como correlato de tal expansión de las inversiones desde fuera de la región,


así como la Unión Europea avanza por su parte negociaciones para llegar a un
acuerdo de libre comercio con la Comunidad Andina de Naciones, también las
adelanta para concertar otro con el Mercosur, cuyo primer objetivo consiste
evidentemente en disputarle a Estados Unidos el dominio de los mercados
latinoamericanos. Agente clave de estas negociaciones es el Mercosur-
European Bussines Forum (MEBF), que urge a los gobiernos de la región a
profundizar los procesos de privatización, liberalización y desregulación que
tanto dañaron sus economías en la década de los noventa, y los presenta bajo
la etiqueta del Acuerdo de la Asociación Interregional. Para valorar el interés de
la Unión Europea en el Mercosur, se debe tener en cuenta que aquélla es el
actor económico primario en el área de éste, tiene la mayor proporción del
comercio en él y es responsable por 43% de las Inversiones Extranjeras
Directas (FDI) que fluyen al Mercosur (Torrelli, Corporate Europe Observatory
& Transnational Institute, REDES, agosto 2003).

En estas negociaciones los intereses de las partes son transparentes. Mientras


la Unión Europea se propone competir con Estados Unidos por los mercados
latinoamericanos y los del Mercosur, éste planea acceder a los mercados de
productos agrícolas europeos, hasta el presente resguardados por una red de
tarifas y subsidios proteccionistas. No hay que olvidar sin embargo que, según
indicamos, fueron las transnacionales europeas las que en su gran mayoría se
aprovecharon de los procesos de liberalización económica en el Cono Sur para
adquirir compañías nacionales a precio vil, elevar indiscriminadamente las
tarifas, aprovecharse de exenciones tributarias y manipular a los políticos
mediante sobornos y colaboraciones para las campañas electorales.

Relaciones económicas asimétricas

El patrón de las relaciones comerciales entre la Unión Europea y Mercosur,


comprensiblemente, privilegia la exportación por parte de la primera de bienes
elaborados de alta tecnología y por parte del segundo de productos agrícolas y
materias primas. El acuerdo entre ambos no avanza mediante consultas a la
sociedad civil, sino esencialmente a través de influencias políticas y presiones
de las grandes empresas, las cuales presentan al MEBF sus condiciones como
una agenda conjunta, siguiendo la práctica de coaliciones industriales inter
regionales tales como el Diálogo Comercial Trasatlántico (TABD) o el Foro de
Negocios Asia-Europa (AEBF).

Como en otras instancias, se utiliza ampliamente la negociación bilateral para


intentar concertar acuerdos sobre el modelo del TLC, que van mucho más allá
de los compromisos ya contraídos con la Organización Mundial del Comercio
durante la novena ronda de negociaciones, y que cubren un conjunto de temas
muy amplio, desde los productos industriales hasta la agricultura, pasando por
los derechos de propiedad intelectual, las políticas de competencia, las
inversiones, los servicios, la asistencia del Estado y la resolución de conflictos
mercantiles. Las negociaciones avanzan en un clima de reserva, caracterizado
por la poca transparencia, con los textos de los proyectos de acuerdos bajo un
régimen de secreto y confidencialidad. Así, los miembros alemanes del MEBF
tuvieron un papel decisivo en persuadir a los políticos europeos para que
dejaran de lado sus divergencias sobre la protección a la agricultura y
emprendieran negociaciones conjuntas. Prestaron decisivo apoyo a esta
campaña Jürgen Strübe, antiguo copresidente de TAB y luego presidente de
UNICE, junto con Carlos Bulgheroni, de la Corporación argentina Bridas y
Roberto Texeira del Banco Sul America de Brasil, quienes impulsaron a los
gobiernos de Europa a conceder poderes a la Comisión Europea para
desarrollar negociaciones sobre el libre comercio con Mercosur, hasta que en
julio de 1999 la Unión Europea accedió a sus principales demandas (Torrelli,
Corporate Europe Observatory & Transnational Institute, REDES agosto 2003).

Mucho comercio, pero muy poco libre

. Pese a las idas y vueltas en estos más de 20 años, la reunión de marzo en


Buenos Aires cuenta ya con una serie de temas acordados, según el reporte
elaborado por las delegaciones en octubre pasado en Bruselas, a excepción de
las ofertas de acceso a los mercados. La Unión Europea presentó allí tres
propuestas de acuerdo sobre el rol de las PyMES, las empresas estatales y las
patentes. En todas se sigue el libreto de los TLC de nueva generación:
preparar el terreno para inversiones extranjeras, eliminar todos los obstáculos
para futuras decisiones de los inversores y proteger sus derechos aún cuando
se deban modificar leyes de un Estado soberano.
En el capítulo dedicado a los servicios públicos, por ejemplo, la UE propone
establecer parámetros basados en el Acuerdo sobre Contratación Pública
(ACP) firmado en el marco de la OMC, del cual ninguno de los países del
Mercosur es miembro. Sólo Argentina participa del Comité de Contratación del
ACP como observador. Es decir, con la firma del TLC se abriría la posibilidad
para que empresas europeas participen de la construcción de carreteras,
aeropuertos, líneas ferroviarias y puertos, en las mismas condiciones que sus
pares locales y bajo reglas que los países de la región han rechazado en otros
foros internacionales. Y que para las empresas europeas ya son más que
conocidas. Algo muy parecido sucede con las propuestas en torno a derechos
de propiedad intelectual. La UE fija sus parámetros en función de acuerdos
internacionales a los que los países del Mercosur no han querido adherir, como
el Tratado de Singapur sobre marcas o el Tratado de la OMPI sobre Derecho
de Autor (WCT) o el Tratado de la OMPI sobre Interpretación o Ejecución y
Fonogramas (WPPT). Estos últimos han sido creados para garantizar el
cumplimiento de los estándares de EEUU en materia de propiedad intelectual,
un requerimiento al cual los países periféricos siempre se han resistido y han
sido inclusive sancionados unilateralmente (en el Mercosur, Brasil en 1985,
1987 y 1993 y Argentina en 1988).

Pero una de las propuestas más llamativas tiene que ver con el pedido de
adhesión a los estándares marcados por el acta de 1991 de la Unión
Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV91), al
que los gobiernos del Mercosur se resisten. Se trata de un convenio que regula
el derecho exclusivo de una persona o empresa de poder multiplicar una
variedad vegetal registrada y protegida por él. Lo que equivale a impedir que
pequeños productores campesinos e indígenas puedan cultivar determinadas
variedades de plantas registradas sin pagar una patente a su obtentor.

El secreto de las negociaciones

Los documentos y propuestas discutidas en las negociaciones son, en su gran


mayoría, secretos. A pesar de la importancia que recubren para millones de
personas, los detalles de los TLC suelen darse a conocer sólo una vez
acordados entre negociadores. Sin embargo, los documentos públicos pueden
darnos indicios del contenido de las charlas. En octubre pasado, las partes
acordaron revisar el capítulo dedicado a los mecanismos de arbitraje y solución
de controversias “a la luz de los TLC firmados más recientemente”.
La trascendencia de las negociaciones en marcha requeriría por lo pronto que
éstas fueran conocidas en forma amplia y puestas en debate público, pero no
es así. . Resulta muy paradójico (¿ o cínico?) que en forma recurrente se
reitera "el compromiso absoluto con la transparencia" y, quienes como
"comprensible" pero que este tema tan trascendente se lleve en forma tan
reservada

Aunque la Comisión Europea ha insistido en que la negociación es


transparente, lo cierto es que el proceso de negociación es prácticamente
secreto. No se conocen detalles concretos de las negociaciones y sólo algunos
documentos filtrados desde las propias instancias europeas han permitido ir
desgranando los pilares del futuro acuerdo. El negociador principal de la parte
europea reconoció en una carta pública que todos los documentos
relacionados con las negociaciones estarían cerrados al público durante al
menos treinta años. Concretamente aseguró que esta negociación sería una
excepción a la Regla 1049/2001 que establece que todos los documentos de
las instituciones europeas han de ser públicos[1]. Asimismo, el comisario De
Gucht aseguró en el Parlamento Europeo que la negociación del TLC debía
tener grado de confidencialidad y negó la función de negociación al
Parlamento[2]. Lo que supone un ataque más a la ya escasa democracia en el
seno de la Unión Europea.

¿Entonces qué principio guía la redacción del documento?


Son los intereses económicos de las multinacionales los que están dictando las
negociaciones. De hecho, la Comisión Europea se embarcó en más de 100
encuentros cerrados con lobistas y multinacionales para negociar los
contenidos del tratado. La Comisión Europea tuvo que reconocer esos
encuentros a posteriori, y más del 90% de los participantes resultaron ser
grandes empresas

Hacia la desprotección social


Si se revisan los compromisos que los gobiernos de los países del Mercosur
están asumiendo a nivel internacional en el último año, se podrá ver que la
tendencia general es a asumir a este tipo de orden global. Macri, Temer,
Cartes, e inclusive Tabaré Vázquez, han tomado la vía que los aleja de la
protección de los derechos sociales y soberanos de sus países -caricaturizados
por la derecha en el caos venezolano- para encarar la ancha avenida
neoliberal, la única posible ahora frente al auge de gobiernos “populistas” y
“proteccionistas” como el de Trump. Será el nivel de conflictividad social, como
en la América Latina de principios de los 2000 o la Europa de 2015/2016, el
que podrá definir si estos proyectos prosperan o deberán reformularse
¿qué se está negociando?

el gobierno de Argentina en tándem con el de Brasil apuestan a dar muestras


ortodoxas de su propósito de avanzar rápidamente hacia una mayor apertura
externa del Mercosur con el visto bueno de Paraguay y el probable de Uruguay
(Venezuela no forma parte de las negociaciones). Para el gobierno argentino
brindar un impulso raudo a las negociaciones con la Unión Europea forma parte
central de su estrategia externa, como expresó y reiteró en varios
oportunidades el Presidente Macri días atrás en su visita a España.
"Las negociaciones tienen muchos aspectos técnicos a resolver, pero todo se
resuelve en la medida que haya voluntad política", opinó Raimondi.

De todas formas, el propósito de resolver una negociación por "voluntad política


" supone siempre peligro de aceptar una negociación como hecho consumado,
para luego recién ser puesta a consideración pública y parlamentaria ex-post
. Ello lo han puesto en evidencia numerosas evaluaciones serias y
documentadas de los acuerdos concretados por la UE con otros países
latinoamericanos (Centroamérica, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú),

¿Abrirse a cambio de qué?

En forma engañosa suele afirmarse que las negociaciones Mercosur- UE en


marcha son sobre todo de tipo comercial. No es asi,́ la mayor parte de los
temas en discusión son de carácter estructural y comprometen el conjunto de la
economia ́ en ámbitos crit́ icos tales como servicios, patentes, propiedad
intelectual, compras públicas, inversiones y competencia.

La eventual provisión de ”igualdad en el tratamiento nacional". a los paiś es de


la UE , aun si se incluyeran algunas salvaguardas de excepción marginales ,
impediriá defender y priorizar la diversificación de matrices productivas que hoy
resulta imprescindible encarar ante los cambios de economia ́ mundial.Se
repetiría, la grave crisis que sufre hoy la misma Europa como consecuencia del
ahondamiento de las asimetrías entre los países del norte respecto a los de sur
y del este.

Es necesario destacar que los aspectos comerciales son sólo uno de los
capítulos, y tal vez no el más importante, de las negociaciones en marcha. Aun
sin contar con información detallada imprescindible, pero sí el antecedente de
acuerdos similares negociados por la UE recientemente, es posible anticipar sí
que un acuerdo tendría como punto de partida una masiva eliminación
reciproca inmediata de aranceles al comercio exterior,

En todo caso, es previsible que la UE seguirá sosteniendo las subvenciones y


la protección de su sector agrícola, condición que intentan imponer en la
negociación y que justifican por la existencia las presiones internas
proteccionistas en sus propios países. Sus negociadores seguirán sosteniendo
que los temas agrícolas deben ser tratados en OMC, aunque todos saben que
la Ronda Doha está paralizada desde hace años.

Podrán hacer promesas ambiguas para "salvar la cara" a los gobiernos del
Mercosur dispuestos a firmar como sea, pero no brindando concesiones
significativas para una mayor apertura de sus mercados a los productos
agropecuarios competitivos mercosureños. Se privaría así a los países del
Mercosur el poder alcanzar el que sería el beneficio comercial esperado más
importante a cambio de una apertura inédita masiva de los mercados locales a
una competencia abierta de una economía más desarrollada; sobre todo
evidente para la mayor parte de los productos industriales y servicios

¿Dónde están los análisis costo-beneficio?

De forma de poder decidir qué tipo de entendimiento con Europa resulta


imprescindible no dejarse llevar por enunciaciones superficiales y se convoque
inmediatamente al análisis serio tanto general, como regionales y sectoriales,
que incluya la evaluación de los efectos estructurales de corto y largo plazo y
posibles alternativas realistas a un acuerdo liberalizador descompensado.

En lo inmediato, es preciso contraponer ultimatismos ( por ejemplo, afirmar que


se debe negociar ahora o nunca), posibles maniobras (eventuales amenazas
de proponer negociaciones “multiparte” en forma independiente, tal como lo
hizo con la Comunidad Andina, para romper la unidad de Mercosur ) o la lisa y
llana distorsión de la realidad cuando se hace referencia a la segura
expectativa de la llegada de enormes inversiones productivas que generarían
muchísimas fuentes de trabajo (¿lluvia de euros?)

Existen antecedentes internacionales de opciones más equilibradas para la


negociación con la Unión Europea y otros países y regiones más
industrializados para superar asimetrías que debieran ser tenidos en cuenta.
No debe dejarse una negociación crucial con la Unión Europa solo en manos
de un grupo pequeño de “especialistas” y la presión de grupos de interés o
medios de comunicación superficiales o sectorizados por posiciones
ideológicas o intereses económicos particulares, como se ha repetido a lo largo
de años.
¿Cuáles son los puntos más conflictivos?
El ICS y la protección a los inversores. El Sistema de Tribunal de Inversiones
(ICS por sus siglas en inglés) es un mecanismo que establece cortes de
arbitraje especiales para que los inversores extranjeros puedan demandar a los
estados y dirimir los conflictos sin pasar por los tribunales ordinarios de cada
país.

La CE estableció este sistema para sustituir al ISDS previsto en un principio


tras las críticas de ONG y eurodiputados. Mientras en el ISDS los miembros de
estos tribunales eran elegidos por el demandante y el estado, en el ICS los
escogerán la UE y Canadá, estarán sometidos a un código de conducta más
estricto y habrá un segundo tribunal de apelación.

Para Bruselas los cambios refuerzan las garantías de un sistema que


consideran imprescindible. Para los detractores se trata de un “ISDS zombie”.
Se mantienen “los privilegios que permitirán a las grandes empresas reclamar
millones de euros en compensaciones cuando las leyes limiten su capacidad
de ganar dinero” dice Pia Eberhard, del Observatorio Corporativo Europeo
(CEO).

Las empresas podrán frenar reformas que busquen mejorar la protección del
medio ambiente, los estándares laborales o blindar ciertos sectores si alegan
que perjudican sus intereses, explican. Unas 46.000 filiales de compañías
estadounidenses basadas en Canadá podrían demandar a la UE con este
sistema, según sus cálculos.

La participación de la sociedad civil

Denunciamos una vez más la vacuidad y falsedad de la retórica de la


transparencia y la participación de la sociedad civil. No existen instancias de
consulta en relación con estas negociaciones, ni empeño alguno de nuestros
gobiernos por dar cabida a las organizaciones de la sociedad civil en ninguna
de las instancias de negociación, salvo en el caso de iniciativas cuyo único
objetivo es buscar la legitimación de las decisiones que se definen a espaldas
de las mayorías. No existe involucramiento real de dichas organizaciones, no
existe oportunidad de participación efectiva. Incluso, las negociaciones se
realizan en secreto, negándose todo tipo de información. Hemos logrado saber
que existen nuevas ofertas de liberalización por parte de los dos bloques, pero
ignoramos su contenido. Por exigencia expresa de la Unión Europea, -que no
exime de responsabilidad a los gobiernos de MERCOSUR-, se nos ha
impedido el acceso al contenido de esas nuevas ofertas, verdadero núcleo
central de las negociaciones que se desarrollan en Guadalajara. Esta es la
“transparencia” que proclama la UE, que así desnuda su doble discurso. El
ocultamiento de información mínima imprescindible tiene como efecto principal
imposibilitar el control ciudadano y suprimir el debate. Y ello, respecto de una
agenda que no deja fuera prácticamente ningún sector de la actividad humana.
Inversamente, poderosos lobbies empresariales de ambos bloques reunidos en
el MEBF (Foro Empresarial MERCOSUR - Unión Europea) mantienen una
relación fluida con los negociadores e inciden fuertemente en el rumbo y
contenido de las negociaciones desde el inicio de las mismas, 6 años atrás

Denuncias
Afirmamos que este acuerdo comercial es una expresión renovada y
actualizada de la presión que la UE y EEUU vienen sistemáticamente
realizando en las negociaciones comerciales, desde el inicio de la
Ronda Uruguay del GATT, hace ya 20 años en procura de la apertura
indiscriminada de nuestras economías y de las máximas garantías –
sin la contrapartida de mínimas obligaciones- para sus compañías
transnacionales. En las negociaciones con MERCOSUR la política de la
UE va claramente en dirección de una OMC plus. Al igual que los
Estados Unidos en la negociación del ALCA, la UE intenta arrancar –
en el ámbito de la negociación interregional- las concesiones y los
beneficios que la gran mayoría de los países pobres del planeta (G20
más G90) logró bloquear en Cancún en septiembre de 2003.

3- Reiteramos que continuamos oponiéndonos a la sistemática


imposición de mayores compromisos y nuevas aperturas y
concesiones en las áreas de inversiones, compras gubernamentales,
servicios, propiedad intelectual, en contrapartida a un acceso a sus
mercados agrícolas. Por medio de la prensa nos hemos enterado que
los países del MERCOSUR han ofrecido concesiones en sectores como
servicios financieros, telecomunicaciones, servicios ambientales,
transporte marítimo, servicios profesionales, por nombrar algunos
entre los más relevantes. Lamentamos que se haya acordado que
estas áreas sean parte integral de las negociaciones. Esta postura de
la sociedad civil no es nueva ni desconocida. Ha sido expresada en
múltiples oportunidades, se ha incorporado a declaraciones, ha sido
objeto central de foros y reuniones internacionales. Se ha
comunicado en forma expresa y reiterada a nuestros gobiernos. Esta
es precisamente la razón por la cual ahora se nos niega toda
información.
4- Denunciamos asimismo que la estrategia que despliega la UE
apunta a incluir en la oferta ínfimas migajas de acceso a su mercado
agrícola (“cuotas, en cuotas”), como precio vil y engañoso, a cambio
de jugosas concesiones. De este modo, la UE se asegura la
continuidad inalterada de su política de subsidios agrícolas de diverso
tipo, que le permitirá seguir compitiendo deslealmente y
distorsionando los mercados mundiales por la vía de vender su
productos agrícolas a precios inferiores a los costos de producción y,
al mismo tiempo -y usufructuando los beneficios arrancados en las
negociaciones-, asegurar la libre acción de sus grandes corporaciones
en la región, con el objetivo de aumentar el control sobre las cadenas
agroindustriales en los países del MERCOSUR, amenazando los
medios de vida de sus pequeños productores. Adicionalmente, es
necesario dejar constancia que esta forma de “acceso” al mercado
agrícola europeo sólo beneficiará a los grandes productores y a los
grandes intermediarios comerciales que operan en la región –muchos
de ellos, empresas trasnacionales europeas.

5- Denunciamos que la UE sigue presionando para ni siquiera


reconocer el trato especial y diferenciado a los países del MERCOSUR
en las negociaciones en materia de servicios. Tratamiento que a
pesar de que ha venido siendo vaciado de contenidos significativos a
lo largo de los años por acción de las grandes potencias económicas,
ha obtenido cierto grado de reconocimiento en el seno de la OMC. El
trato especial y diferenciado es un reclamo de mínima equidad que de
los países ‘en desarrollo’ han levantado históricamente, procurando
que los acuerdos comerciales reconozcan y tengan en cuenta las
enormes asimetrías existentes. En Guadalajara, como en toda la
secuencia de negociaciones previas del acuerdo de “libre comercio”,
la UE insiste en una negociación entre pares, pretensión absurda,
ajena a la realidad, que se sustenta en una falsedad evidente: la
equiparación imposible entre economías profundamente asimétricas
en su diversificación, disponibilidad de recursos financieros y
tecnológicos, capacidad productiva y exportadora de bienes y
servicios. Corresponde subrayar nuestra preocupación por el énfasis
europeo en la apertura sectores como pesca, minería, agua
(incluyendo extracción de petróleo y gas), riquezas importantes y de
valor estratégico para el bienestar de nuestros pueblos, así como
para cualquier proyecto de desarrollo independiente.

6- Condenamos la presión que viene ejerciendo la Unión Europea


para obtener acceso en condiciones de igualdad con las empresas
nacionales, a las compras de nuestros gobiernos en los diferentes
niveles, instrumentos fundamentales para el impulso del desarrollo en
nuestros países, el ejercicio de la selectividad y la promoción del
interés nacional. En el ámbito de la OMC no se ha aceptado aún
siquiera la discusión acerca de los mecanismos de discusión sobre
este tema, fuertemente resistido por los países en desarrollo. Una vez
más, la UE empuja y presiona acuerdos –es decir aperturas,
concesiones- en puntos clave en que las negociaciones globales en el
marco de la OMC se encuentran estancadas.
7- Condenamos este nuevo acuerdo comercial, cuyo contenido real
consistirá en continuar ampliando el control y poder que las grandes
corporaciones trasnacionales ya ejercen sobre nuestros territorios,
sobre nuestros recursos vitales -como el agua y la tierra-, sobre
nuestras estructuras productivas, incluyendo los servicios públicos y
aún la biodiversidad. El efecto inevitable será, una vez más, la
afectación de los derechos de los trabajadores y las trabajadoras, de
los pequeños productores agrícolas y las comunidades indígenas,
profundizando las políticas de liberalización, desregulación y
privatizaciones, que ya padecemos y son inequívocamente las causas
eficientes del aumento de la pobreza y la exclusión, del deterioro del
medio ambiente y de la creciente dependencia de nuestros
economías.

8- En consecuencia, convocamos a nuestros pueblos a resistir la


concreción del acuerdo comercial con la UE, en las condiciones que
hemos denunciado, y pedimos a los parlamentos de nuestros países
que asuman sus fueros y su papel con la mayor dignidad, negando la
ratificación a un tratado tramposo, perjudicial y negociados en las
condiciones antidemocráticas que hemos referido. Autoconvocatoria
No al ALCA / Argentina REBRIP / Brasil Campaña Uruguaya contra el
ALCA/ Uruguay Secretaria ASC

Los servicios públicos.

Quienes se oponen al CETA aseguran que el acuerdo limita el poder de los


gobiernos para introducir criterios sociales, medioambientales o de género a la
hora de diseñar los servicios públicos y adjudicar su prestación. Las normas
que permiten el acceso mutuo a los mercados de servicios exigen que no se
discrimine a las empresas extranjeras con lo que no se podría favorecer la
producción local

El tratado y sus consecuencias

En primer lugar informó que sobre este tratado se “carece de toda información
pública, se está negociando en secreto, en confidencialidad”. Sin embargo se
sabe que el acuerdo está en tratativas y se puede hacer un análisis en base a
“otras propuestas de libre comercio, incluso los que la Unión Europea ha
firmado con otros países de América Latina (Colombia, Perú, México)”.

Los cuatro puntos negativos

Al respecto, Seoane sostuvo que se pueden pensar cuatro aspectos en los que
el tratado modificaría las condiciones actuales de los países del Mercosur. “Por
un lado un tratado de este tipo va a profundizar el proceso de reprimarización
de la estructura productiva” ya que “va a favorecer, en términos de
liberalización arancelaria, la llegada de productos industriales y de alta
tecnología de Europa y la exportación del Mercosur hacia Europa se va a
concentrar en los productos primarios”, explicó el sociólogo. Además agregó
contundente: “Esto es desindustrialización, aumento del desempleo,
precarización y caída del salario”.

“El segundo rubro es que estos tratados involucran, en general, ítems de


protección a las inversiones extranjeras”, explicó. Esto supone, al menos, una
igualación de derechos entre los inversores europeos y los nacionales pero
“sobre todo, aceptar los tribunales internacionales cuando haya litigios. Sería
volver a poner a esos organismos internacionales como reguladores de la vida
económica y social de los países de América del Sur”.

Para el integrante del GEAL sería “un retroceso de todas las luchas que se
dieron en la región y particularmente de la derrota del ALCA en 2005”,
refiriéndose a la Cumbre de las Américas de Mar del Plata donde los países
sudamericanos rechazaron la propuesta estadounidense de constituir un Área
de Libre Comercio para las Américas (ALCA).

El tercer punto que desprende de un tratado de este tipo supone “la


profundización de las actividades extractivas y el desplazamiento de las
industrias contaminantes de Europa (que por legislación están prohibidas) al
Mercosur”. Finalmente, el Tratado de Libre Comercio (TLC) “también tendría un
impacto en la capacidad estatal de intervenir en la economía porque
generalmente estos tratados limitan la intervención estatal, la posibilidad de
favorecer a ciertos sectores o sujetos sociales, o desarrollas ciertas políticas
sociales u orientar las compras estatales hacia ciertas áreas de la actividad
local”.

Trato nacional para transnacionales

Gran parte de estas multinacionales gozan del trato nacional gracias a tratados
bilaterales de comercio, tratados de promoción y protección de las inversiones
y diversas normas internas, y la desregulación aduanera opera entonces,
esencialmente, como una facilidad para que grandes conglomerados
transnacionales distribuyan sus mercancías y recauden sus ganancias dentro
de una enorme zona exenta de aranceles y de normas restrictivas de la
repatriación de ganancias y capitales. Ello hace pertinente la advertencia de
Domingo Alberto Rangel en el sentido de que Las transnacionales pueden
realizar, ellas sin el concurso de otro factor, la integración del continente si
nosotros no tuviéramos la lucidez y la determinación necesarias para
emprender y coronar esa obra (Rangel, cit. en Estévez1998). Todo proyecto de
integración ha de ser evaluado en función de aquello que verdaderamente
integra.
Propuestas
Los TLC en general se basan en la premisa de que el libre comercio por sí solo
es motor de desarrollo económico y social. Pero así como hace 10 años
denunciamos el significado del ALCA, también hoy debemos hacerlo con otras
variantes de libre comercio, como los TLC impulsados por la Unión
Europea. Por ello, exigimos el retiro del gobierno argentino de la mesa de
negociaciones para este acuerdo.

En ese sentido, Taiana explicó que es una cuestión muy sensible en Argentina
y Brasil el tema autopartes, porque hoy el Mercosur tiene alrededor de un 30%
de producción nacional en la composición de los vehículos terminados. Abrir el
sector tendría un fuerte impacto en el área metalmecánica, de alta incidencia
en los niveles de empleo industrial.

Asimismo el ex Canciller argentino informó que Europa ofrece cuotas de


mercado y demanda rebaja de aranceles. Esto implica que mientras la UE
ofrece incrementar el volumen de compras a exportaciones Mercosur de
escaso valor agregado, de determinados productos y a determinados niveles,
exige rebajar aranceles en una amplia gama de bienes industriales cuya
importación estaría en condiciones de incrementarse sin límite preestablecido.

“En una situación como la que vive la economía mundial hoy, con una Europa
apenas saliendo del proceso recesivo iniciado en 2008, con un sistema
multilateral de negociaciones como la OMC y la Ronda de Doha estancados,
las condiciones que está ofreciendo UE son muy magras y muy poco
satisfactorias para las necesidades o las posibilidades de desarrollo del
Mercosur. La Argentina tiene una necesidad de desarrollo, de proteger su
entramado productivo, de buscar un desarrollo genuino. Eso no puede ser
puesto en juego o arriesgado por lograr una foto donde se cierre una
negociación”, concluyó el ex Canciller.

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