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¿CÓMO LOGRAR CONVERTIR UNA EXPERIENCIA PEDAGÓGICA EN UN

RELATO PEDAGÓGICO?

El ser humano en su condición de aprendiz en el mundo que le rodea, es un individuo


establecido socialmente y subordinado por las condiciones de su cultura, por tanto, las
experiencias, costumbres o hábitos que posee son propias de las vivencias que experimenta a
diario y por tal razón son pertenecientes a cada ser humano, es por esto que el hombre siempre
va a registrar narrativamente sus vivencias, ya que de este modo se inscribe su legado, y siendo
el ámbito educativo uno de los primeros sistemas sociales, que hace parte de la construcción
tanto social como personal, es entendible que los hechos pedagógicos representados por el
docente y los estudiantes, también sean sucesos inmersos de relaciones políticas, culturales y
de aprendizaje, motivo por el cual también forman parte de la formación de su personalidad,
pues bien ¿de qué manera las experiencias pedagógicas forman parte del legado del ser
humano y pueden llegar a considerarse como un relato pedagógico?

El vivir, crecer y madurar en la vida de cualquier persona, está llena sin lugar a dudas de un sin
fin de experiencias, experiencias que marcan y reescriben el pensamiento del hombre, incluso
cuando estas no hacen parte de la existencia misma de un individuo, este se puede ver afectado
a partir del relato y la narración; la comunicación con el otro y los significados que estos
pueden crear en el sistema y las personas inmersas en este, concibiendolo como un tipo de
enseñanza o instrumento pedagógico. De esta forma, y tal como lo expresa McEwan (1998)
“las prácticas humanas tienen lugar en el tiempo y a lo largo del tiempo. Tienen historias”, es
así como el autor recuerda que al querer expresar las vivencias, para que estas tengan un
denotación significativa, necesitan ser entendidas desde sus cimientos y cómo fueron
desarrolladas.

La docencia, el campo profesional que guía el discurso pedagógico y que por tener tan
importante labor en la sociedad es en muchas oportunidades criticado por los filósofos,
(quienes se han preocupado por siempre cuestionar el conocimiento) se encuentra
constantemente en la lupa de lo que es correcto en su campo. Se ve como la narrativa en la
docencia se encuentra entre una dicotomía, como la llama McEwan “la práctica docente” y la
“práctica de estudiar la docencia”. Donde en esta última amerita el estudio de las teorías que
luego serán llevadas a la práctica, en cambio en la “práctica docente” se presentan distintas
prácticas sociales llenas de historias que se convierten en relatos.
Es este mismo autor quien, en pasajes como: “argumentar acerca de la docencia, es inevitable
que aspectos de mi argumentación asuman las características de una historia” o ante la
constante lucha de la filosofía con el concepto de enseñanza y su deseo por la mentalidad
conductista, el autor dice “y esto ayuda a explicar por qué son tan importantes las historias y
cómo desempeñan un papel tan vital en nuestra comprensión de la naturaleza de la docencia y
en su estudio”. (McEwan, 1998).

Pero a pesar de que la docencia tenga una práctica “natural” y dicha vivencia deba ser
expresada de igual manera, estos discursos son rechazados ya que no cumplen con un requisito
académico, que recaiga en las teorías y la objetividad. Sin embargo McEwan recalca que en
muchos trabajos académicos hay vestigios de relatos, y es que son estos los que fortalecen la
reflexión de la labor misma y apoya la comprensión de la docencia.

El hecho de que el ser humano este inmerso en el ámbito educativo, y de que sus experiencias
pedagógicas sean vistas desde lo cualitativo y cuantitativo como objetivos de un currículo,
hacen que este sea considerado solo para la utilidad de sus capacidades y habilidades, dejando
de lado el valor pedagógico a través de lo empírico, lo cognitivo y las relaciones interculturales
que se desarrollan en el aula de clase, ya que esto le permite abrirse a nuevos campos de
aprendizaje, de modo que estas experiencias pedagógicas traen su legado en las discusiones,
pensamientos y relaciones que los estudiantes imparten en el aula de clase, los cuales son las
bases principales para convertirse en relatos pedagógicos,

Las historias producen estados de conciencia alterados, nuevas perspectivas, opiniones


diferentes etc. Ayudan a crear nuevos apetitos e intereses, alegran y entristecen,
inspiran e instruyen. Los relatos nos ponen en contacto con aspectos de la vida que no
conocíamos. En resumen, los relatos pueden transformarnos, alterarnos como
individuos. (Jackson. P.9)

Dado que los relatos pedagógicos se sientan sobre las bases de las vivencias de los estudiantes,
ya que estos pueden llegar a ser formadores y transformadores tanto de las acciones morales y
de la personalidad de los mismos, como también llegar a ser parte de la tradición de una
comunidad en general, por el hecho de que en el ámbito educativo se aprecian textos como las
fábulas y los textos religiosos, debido a que en estos textos los estudiantes se pueden
identificar con las formas de ver, pensar y representar el mundo, por consiguiente se considera
que los relatos pedagógicos están fundamentados sobre las vivencias de los estudiantes,
quienes se ven reflejados en los textos utilizados en clase y por los cuales asimilan nuevos
cambios para su vida.

En cuanto a las relaciones interculturales, también es de interés identificar las distintas lenguas
presentes en las acciones comunicativas, pues de igual forma estas acciones vienen asociadas a
las culturas y a su perspectiva del mundo, sin embargo, al identificarlas y estudiarlas se puede
llegar a percibir que todas son distintas, tanto en sus raíces como en la lectura que cada persona
hace de ellas, pues las culturas al dejar su legado, hacen escritos, los cuales son traducidos en
todas las lenguas existentes y al estar sumido en los centros educativos, las experiencias
pedagógicas van encaminadas por una parte a reconocer que la lectura es algo singular
(subjetivo) y los textos están expuestos a ser polisémicos de tal modo, “Se trata de pensar la
lectura sabiendo que la palabra humana se da como confusa, como dispersa, como inestable y,
por tanto, como infinita. Se trata de babel” (Larrosa, p. 22) de este modo, es que los textos o
relatos se vuelven pedagógicos, ya que al ser traducidos o leídos son interpretados y
comprendidos a partir de las condiciones subjetivas de cada persona y en este caso las
interpretaciones pueden ser infinitas.

Para concluir, se puede ver cómo los distintos tipos de relatos en la docencia humanizan las
prácticas pedagógicas, brindando la oportunidad de que el docente innove y salga de la norma
creada por lo establecido en la teoría, dando paso a la reflexión pedagógica, la cual da lugar a
aprender a enseñar mejor y transformar las vivencias en relatos pedagógicos, que unen la
individualidad del profesor con su labor discursiva, ya que los métodos de enseñar no son
estáticos ni inmutables.

De tal modo, se puede reiterar que las experiencias pedagógicas se dan entorno a las relaciones
interculturales de los estudiantes, estas se encuentran influidas por las condiciones de
formación integral en cada uno y dependiendo de estas condiciones es que tanto los relatos, las
palabras, la lectura, la experiencia, lo cognitivo, las maneras de pensar y ver el mundo se ven
transformados, de esta manera se vuelven pedagógicos, ya que contienen y transmiten
subjetividades de forma ilimitada.
BIBLIOGRAFÍA

- Larrosa, Jorge. (2003), “Entre las lenguas. Lenguaje y educación después de Babel”
Editorial La Entes.

- McEwan, Hunter (1998), “Las narrativas en el estudio de la docencia”, en McEwan, H.


y Egan, kieran (comp.), La narrativa en la enseñanza, el aprendizaje y la investigación.
Buenos Aires: Amorrortu editores.

- McEwan, Hunter (1998), “Las narrativas en la enseñanza”, en McEwan, H. y Egan,


kieran (comp.), La narrativa en la enseñanza, el aprendizaje y la investigación. Buenos
Aires: Amorrortu editores.

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