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Capitulo 1 Las técnicas proyectivas: un abordaje epistemo-metodolégico El presente capftulo tiene por objeto reflexionar sobre el estatus epistemo- metodolégico de las técnicas proyecti- vas y de su producto: las conclusiones diagnésticas. Consideramos a estos instrumentos, herramientas privilegiadas al interior de un real proceso de investigacién, que nos otorga la posibilidad de conocer y com- prender a un sujeto en su singularidad (Pérez Lalli & Pozzi, 2011), siendo la per- sonalidad el constructo tedrico que nos permite sistematizar ese conocimiento. Abordajes epistemo-metodolégicos en Psicologia Proyectiva argentina En un recorrido inicial sobre las expre- siones de los referentes nacionales en la disciplina, es posible ver diferentes modos de introducir la pregunta por el esta- tus cientifico y validez de los instrumen- tos proyectivos. Sin embargo es difusa la cuestidn, ya que los autores van oscilando entre respuestas que afirman el protago- nismo del testista y su capacidad inter- pretativa, hasta atravesar por la convic- cién de que solo alcanzarén su cualidad de cientificidad si son sometidos a pau- tas de mediciones matemiticas y estan- darizadas, garantizando, asf, la objetivi- dad de los resultados. Estas dos miradas alternan en los posicionamientos, pero no terminan de explicitarse en los pio- neros representantes de la literatura pro- yectivista en nuestro pais, Avanzado en el tiempo, es posible encontrar posiciones Mariela Pérez Lalli complejas, adhesiones més nitidas a los diferentes enfoques, y nuevas perspecti- vas como, por ejemplo, las que establecen el foco, yano en los instrumentos, sino en el proceso de investigacién-evaluacién al que sirven. Los Pioneros Desde finales de la década del 30 hasta Ja apertura de las primeras carreras de psicologfa, es posible observar publica- ciones en revistas cientificas y capitu- los de libros referentes especificamente al Test de Rorschach (Gothelf, 1969; Rossi, 2007). A su vez, en 1946 se publica el texto Los Test: Manual de Técnicas de Explo- racién Psicolégica con autoria de Béla Székely, en donde se destina un tomo alas ‘Técnicas Proyectivas, contando con cola- boradores como Ricardo Moreno, Pedro Dilfonso y Nuria Cortada de Cohan, en donde se introducen exposiciones refe- rentes a otros test proyectivos como el TAT (Test de Apercepcién Tematica), técnicas gréficas, ademés del Rorschach. También puede apreciarse, en esa época, traduc- ciones e importaciones de libros como Las técnicas proyectivas de Bell (1948) y I Rorschach desde el punto de vista Psi- coanalitico de Baer Bahfa, en 1949, Por su parte, es destacable la fundacién de cier- tas asociaciones cientificas dedicadas al estudio del Test de Rorschach, cercanas ala apertura de la carrera, como la Aso- ciacién Médica de Rorschach, en 1952, y la Asociacién de Rorschach de Rosario a 18] Mariela Pérez Lali mediados de los 50. Iniciando la segunda mitad del siglo es posible vislumbrar la Perspectiva psicodiagnéstica, vinculada {ntimamente a las Técnicas Proyectivas, en contenidos de espacios de formacién que han sido precursores académicos de la carrera-de Psicologia en Tucumédn, Rosario y San Luis (Rossi, 2005, p. 102). Referente a la cuestidn epistemo-meto- dolégica en estos inicios, se pueden apre- ciat, en las distintas ediciones del libro Los Test, de Béla Székely, ya mencionado, afirmaciones brindadas por los autores, sobre los requisitos para que el examina- dor pueda interpretar adecuadamente los resultados. En esa linea se enfatizan atri- butos como el de la “intuicién clinica” (Béla Székely, p. 1627), la “experiencia clt- nica” (Nuria Cortada de Kohan, p. 1339) o “una preparacidn humanistica, cien- tifica y psicoldgica bésica suficiente”. (DiAlfonso, p. 1490). Por su parte, Mira y L6pez (citado en Béla Székely), al hablar de su PMK (Psicodiagnéstico Miokiné- tico) indica “..Ja prueba también aporta datos cualitativos, para los que no existe, por ahora, técnica de medicion directa y han de ser apreciados globalmente, en funcidn de la experiencia personal” (p. 1428), Moreno a su vez acepta una. mirada superficial dada por una “primera impre~ sidn general” al referirse al andlisis de TAT aunque luego dictamina “lo més valioso surge ante un estudio normatizado del andlisis’ (p. 1312). Cortada de Kohan, al referirse al Test de Rotter, valoriza las pro- piedades psicométricas y la interpreta- ci6n derivada en funcién de normatiza- cin, Asimismo indica: “A pesar de que el Test de Rotter puede clasificarse objeti- vamente por un sistema de puntaje [.. la interpretacién requiere alguna experien- cia en psicologfa clinica” (p. 1339). ‘A pesar de la relevancia de estos apor- tes al realizar una mirada retrospectiva al momento de pensar cémo estos apor- tes evolucionaron en la literatura espect- fica, los enunciados sefialados no dejan de ser simples comentarios de los autores eneldevenir discursivo de su exposicién. Las reflexiones epistemo-metodolégicas explicitas ‘Yaen el marco de las Técnicas Proyecti- vas como contenidos especificos de asig- naturas de la carrera de Psicologia, es posible encontrar la primera referencia nacional a la reflexién epistemo-metodo- Jdgica en esta temética. En un texto lla- mado “Dos Psicologfas” (1964), Bernstein marca posicién frente al cuestionamiento de la cientificidad de las Técnicas Proyec- tivas “na metodologia rigurosa pero poco fecunda es una amenaza contra la creatividad psicolégica” (p. 59). Mas ade- lante afirma: ‘este espiritu de los test psicométri- cos se ha constituido para muchos, a sui vez, en un modelo para el test proyectivo [...] Ahora, de los diversos atributos de los test psicométricos, este tipo de objetividad es, precisa- mente, el que menos puede exigirse a estos instrumentos. Los test pro- yectivos requieren interpretacion y su eficacia depende, en grado deci- sivo, de la competencia del intérpre- te’ (p. 70-71) Insiste en que “el test proyectivo requiere su propia metodologia para adecuarse a su objeto” (Bersntein, 1964, publicado en la Revista de ADEIP, 1993). Frank de Verthelyi reconoce a Siquier de Ocampo ya Garcfa Arzeno como dos ineludibles referentes en la disciplina, quienes realizaron “...un pasaje de la preocupaci6n por las técnicas en tanto instrumentos, hacia el diagndstico como proceso” (1989, p. 5). Es destaca~ ble el papel que le brindan las autoras al encuadre en tanto aspecto esencial que se establece como fondo sobre el cual emerge la dindmica procesual, enfati- zando también la importancia del vin- culo que tiene lugar en el encuentro con el paciente (atin denominado asf por la vertiente clinica en que se enmarca- ban estos desarrollos). Esta perspectiva rr Las técnicas proyectivas: un abordaje epistemoretodolégico | 19. tendré enormes consecuencias en los posteriores abordajes metodolégicos, fundamentalmente cuando el encua- dre comience a ser definido, articulado ala definicién dada por Bleger en tanto “control de variables y estandarizacion de la situacién estimulo” (1964, p. 5). En el aifo 93, Garcia Arzeno profundi- zaré atin més estas nociones en Nuevas aportaciones al psicodiagnéstico clinico. Continuando con abordajes explicitos de la cuestién epistemolégica y metodo- I6gica en la disciplina, son relevantes los trabajos realizados por la misma Frank de Verthelyi (1972) y Caride de Mizes (1981). La primera de ellas reflexiona acerca de la validez y confiabilidad de las técnicas proyectivas y se pregunta si muchas de las falencias que los detrac- tores atribuian a estos instrumentos no podrfan considerarse virtudes de las mismas. Enuncia: “para algunos autores, encontrar des- acuerdos en estudios de [validez de criterio en afirmaciones nosolégicas) més bien hablarfa de la riqueza de las Técnicas Proyectivas, cuya informa- cién compleja no puede ser reducida a simples categorfas diagnésticas, siem- pre empobrecedoras” (1972, p. 13). Introduce cuestiones como la impor- tancia del juicio clinico, nocién que seré conceptualizada y hondamente traba- jada por Leibovich de Duarte (1980), quien afirmaré: “Las Técnicas Proyectivas son ins- trumentos que, por sf solos, no brin- dan més que datos, y estos datos sdlo cobran sentido cuando son analiza- dos e interpretados por el psicélogo. El manejo interpretative de mate- riales clinicos no se basa en la apli- cacién de ninguna regla mecanica, sino que descansa, fundamental- mente, en la habilidad del psicélo- go para encontrar e integrar indicios significativos” (p. 1). Siguiendo con la publicacién de Frank de Verthelyi, la autora establece una dis- tincién en el abordaje evaluativo “por signo 0 por configuracién’, aspecto al cual el pionero Moreno habfa ya aludido en un articulo sobre el TAT: “..ningdn dato es significativo por sf mismo sino en relacién con todos los demés” (Béla Székely, 1966, p. 1320). También afirma: “el logro de una adecuada validacién en técnicas proyectivas requiere de una operacionalizacién del concepto tedrico que no desvirtie su originali- dad y riqueza, una manipulacién co- rrecta que no sea tan artificiosa como para crear situaciones que finalmente reflejen més la manipulacién que las variables que se desea medir...” (Frank de Verthelyi, 1972, p. 15). Por su parte, Caride de Mizes sefiala: “.ambosmétodos, nomotético eideo- gréfico, no son excluyentes sino que se complementan y se prestan mu- tuo apoyo. De alguna manera el mé- todo proyectivo favoreceria esta inte- gracion [..] si de hecho el objetivo de Jos métodos proyectivos es dar cuenta dela personalidad, entendida esta co- ‘mo unidad e integracién |...) no pue- de de ninguna manera prestarse al ti- po de verificacién matematica que, en aras del conocimiento cientifico, pro- pician sus detractores” (1988, p. 3-5). Se adentra a su vez en la cuesti6n de la transferencia-contratransferencia_indi- cando que la misma siempre est4 en la “situacién de prueba” como una varia- ble més que puede sér tomada en cuenta y trabajar con ella, siguiendo a Bleger, 0 “ponerla entre paréntesis” como indica Rappaport (p. 5). En ese escrito afirma categoricamente: “cualquier instrumento de indaga- cién psicolégica, desde los test psico- Iégicos hasta la entrevista, pueden ser 20| Mariels Pérez Lalli utilizados como recursos proyectivos. Lo dicho anteriormente es la base de la creacién de las técnicas y los test proyectivos. Con la finalidad de que Jos datos que nos brinda la conducta de un sujeto no sean recolectados en forma azarosa0 casual, sino de mane- rasistemética e intencional, dentro de un marco que nos permita un mejor control de las variables para lograr un ‘mejor y mayor acercamiento al cono- cimiento cientifico, es que justamen- te fueron creadas las Técnicas y Tests Proyectivos” (p. 14). ‘A partir de los afios 90, las Técnicas Proyectivas en las producciones cien- tffico-académicas empiezan a ser pen- sadas desde un lugar operativo privi legiado en la construccién de hipotesis diagnéstico-evaluativas. Se incorpora una revisién de los instrumentos y se trabaja en la adaptacién y baremizacién para la contribucién a las pautas inter: pretativas, las cuales son reconsideradas ‘ala luz de los enfoques ecoculturales. Se ‘acentiia la mirada epistemoldgica traba- jada con limitaciones en los 80, debido a las situaciones politicas del pais, y se estudia enfaticamente la dimension his- térica ideoldgica que atraviesa al psic6- logo como al sujeto que intenta conocer y comprender. Los dilemas éticos no son Teflexiones externas a la préctica, sino que son indisociables de las teorizacio- nes metodolégicas. Precisando los acontecimientos rele- vantes en las teorizaciones relatives @ Ja perspectiva epistemo-metodolégicas sobre las técnicas Proyectivas en Argen- tina, no podemos dejar de nombrar el trabajo de Liliana Schwartz de Scafati (1988). Desde su tesis doctoral sistema- tiza aspectos ontoldgicos, epistemoldgi- cos y metodolégicos en el abordaje de las ‘Técnicas Proyectivas Verbales, aunque, ‘como la misma autora lo indica, los mis- mos trascienden este tipo particular de instrumentos realizando contribuciones de magnitud a “la interpretaci6n de lo verbal” (p. 11). Con precisién ha estable- cido supuestos, hipstesis y procedimien- tos para acceder al discurso de quien brinda su decir en “situacién psicodiag- néstica” (p. 9). Alli mismo problematiza la distincidn entre contexto de descubri- miento y justificacién (p. 64), ademés de posicionarse en una visi6n critica ante la “epistemologfa oficial” (p. 1D) Sibien esté especialmente enfocada en el Test de Apercepci6n Temética de Murray, escla- rece el proceso de elaboracisn de inter- pretaciones discursivas, desde una lec- tura que toma sus fundamentos de la hermenéutica estructuralista, la lingitis- tica sassureana y sus tesis derivadas en antropologfa filos6fica. ‘Continuando en la linea temporal, es determinante la publicacién de Lec- tura del Psicodiagndstico (Lunazzi, 1992). Con un enfoque klimovskiano, la autora se adentra en definir al psicodiagnés- tico como un “proceso de investigacion’, que debe ejecutarse con los parémetros del método hipotético-deductivo, a los fines de asegurar “la rigurosidad de un trabajo cientifico” (p. 37), Enfatiza: “de lo que necesitamos ocuparnos es de cémo construir juicios clinicos confiables en el arte cientifico del psicodiagnéstico” y a continuacién plantea los requerimien- tos para cumplir este desiderato (1992, p. 39). Retoma la nocién trabajada por Lei- povich de Duarte (1980) reforzando el estatus conceptual del ejercicio cogni- tivo-inferencial del evaluador, ‘En el afio 1997, estableciendo un hito desde esta perspectiva, Celener publica su texto “Las Técnicas Proyectivas. Su estatus epistemol6gico actual’. Allf intro- duce nociones de gran impacto en la dis- ciplina. Realiza una tipificacién de las Técnicas Proyectivas, segiin sea el estf- mulo en el que se basan y la respuesta que promueven, y enumera las hip6tesis interpretativas que se realizan cuando se utilizan estos instrumentos (p. 119- 147). También sistematiza las “hip6tesis que subyacen al uso de los Método Pro- yectivos” (p. 111), en tanto presupuestos Las técnicas proyectives: un abordaje episternometodolégico [21 mentan, a partir de las teorizaciones de Freud, Rappaport y Bellak: determinismo psiquico, proyeccién y apercepcién son los nombres de estas tres concepciones de base, y corresponden respectivamente a Jos autores ya mencionados. Por su parte distingue los niveles de inferencia llama- dos observacional, de interpretacién de la empiria y especulativo, enfatizando que el simple recorte descriptivo de observa- bles “lleva implicita una interpretaci6n” (149). A su vez, acentiia la importancia de las “recurrencias y convergencias” de los datos para garantizar la confiabilidad de las técnicas, y valoriza la administra- cién, conforme a la estandarizacién, lo cual permite “descubrir lo ideogrétfico y, también, efectuar comparaciones inter- sujeto” (p. 153). En 1997 Teresa Veccia publica El método psicodiagndstico y el ejercicio profesional del psicdlogo. Rescata la importanciade formular juicios clinicos sdlidos, validos y bien fundamentados, basados en evi dencia suficiente” (p. 32). Expresa su des- aprobacién al hecho de que “se pretende dignificar la totalidad de los instrumen- tos psicolégicos con la varita magica de laestadistica..” (p. 36). A su vez la misma autora en otra de sus publicaciones desa- rrolla aportes invaluables al momento de pensar la validez y confiabilidad de la entrevista semidirigida, en tanto técnica privilegiada y fundamental en el proceso psicodiagnéstico (2002). Etel Kacero ha trabajado abordando el psicodiagnéstico desde el paradigma de la complejidad. Se manifiesta en contra de la categorizacién y la implicita con- cepcién de un sujeto normativo. Trabaja las diferentes técnicas, transgrediendo los par4metros clasicos de interpreta- cin, utilizéndolos como una instancia més dentro de un abordaje que indague desde diferentes perspectivas la produc- cién delsujeto. Desarrollaunamodalidad de andlisis basada en ejes, para construir hipstesis a partir de una aproximacién cualitativa y semistica del material, lo cual culmina en la publicacién de dos libros en los cuales aplica este desarrollo al Test Guestaltico Visomotor de Bender, desde una mirada proyectiva (2005) y al Test de Rorschach (2009) Hacia una nueva propuesta Acontinuacién, intentaremos presentar algunas conceptualizaciones realizadas con el equipo de cétedra de la asignatura Instrumentos de Exploracién Psicolégica I, en la Facultad de Psicologia de la Uni- versidad Nacional de Mar del Plata. Dirigi- dos por la profesora Raquel Pozzi, hemos estado repensando nociones tradiciona- les relativas a los instrumentos proyecti- vos, demandada por cuestionamientos inherentes a la prdctica de la ensefianza de estas herramientas diagnésticas. Se trata de poder compartir algunas Ifneas para pensar la cuestién. Quere- mos enfatizar que estamos hablando de estudios en desarrollo, en apertura cons- tante, que pretenden integrar y articular posicionamientos. El esfuerzo de siste- matizaci6n que realizaremos a continua- cign tiene fines comunicativos, pero de ninguna manera pretende concluir ni cerrar teorizaciones; al contrario, el ejer- cicio es problematizar. Consideramos que el mayor atributo de esta propuesta es su propésito de nombrar aquello que, si bien difuso y de distintas manera, insiste en los abordajes que se han realizado en la tematica. Pretender ser un enfoque descriptivo- reflexivo, no prescriptivo; no decir cémo se debe realizar sino tratar de mostrar e6mo se realiza. Existe un saber eficaz en la comunidad de-psicdlogos; décadas de trabajo con técnicas proyectivas lo demuestran, tanto asf como su vigencia en nuestra disciplina y profesién. Trataremos de reflejar procesos y pro- cedimientos, usando como recursos con- ceptuales los aportes de la légica ylaepis- temologia dialéctica, tal como el doctor Samaja nos supo ensefiar. 22| Mariela Pérez Lall Insistimos en que es una propuesta, la mejor que hemos encontrado para poder ensefiar y transmitir nuestra préctica. Lejos de ser la tinica, esperamos poder difundir y enriquecernos de los aportes, comentarios y criticas de nuestros cole- gas y estudiantes. Los fundamentos epistemolégicos Inevitablemente, al realizar reflexiones de tipo epistemolégicas, se hace indispen- sable precisar qué entendemos por cono- cimiento. Sin duda es un a priori, una base filoséfica dela cual se parte y quetifie toda teorizacién que sea posible plasmar. ‘Las conceptualizaciones que a conti- nuaci6n se presentarén, se enmarcan en la Tesis Ternarista que desarrolla Juan Samaja (1993), superadora, a nuestro entender, de reduccionismos atin vigen- tes. Los aportes ldgicos y metodol6gicos posteriores son consecuentes y coheren- tes con estos presupuestos, por lo cual se hace indispensable su explicitacién. La Tesis Ternarista y el Objeto Modelo “Toda labor cientifiea comienza siem- pre con una tarea: la construccién de un Objeto Modelo que reduce la complejidad del universo de covariaciones posibles, sin perder demasiada informacion rele~ vante sobre las interacciones” (Apostel, 1986, citado en Samaja, 2000). “Ninguna investigacién se inicia con la inteleccin vacfa, ni con la intuicién sensorial ciega’ (Samaja, 2000). De este modo, el episte- ‘mélogo expresa la insuficiencia del empi- rismo o apriorismo, induccidn o deduc- cin, para dar cuenta, por sf mismos, del complejo proceso de conocimiento que tiene lugar dentro de la ciencia. No es objeto de este escrito realizar disquisiciones sobre la existencia aut6- noma de aquello que puede denominarse empiriao teorfa. Lo que se pretende esta- blecer es que, alli cuando se conoce, se da una interacci6n dialéctica entre ambos términos, siendo el sujeto cognoscente el protagonista de este proceso. Se trate de operacionalizaciones, se trate de esque- mas de pensamientos, ambos dan cuenta de la intima vinculacién entre aquello captable por los sentidos y lo elaborado por el pensamiento. No seria admisible concebir un proceso de conocimiento sin uno de estos componentes. La accion de conocer se nutre de ambos pero no como elementos secuenciales, sino como dos caras de una praxis en la cual estos aspectos solo pueden distiguirse por una abstraccidn posterior, porque en la reali- dad su entrelazamiento es esencial. De este modo, ni la observacién pura ni el teorema ideal: conocer implica la modelizacién de la experiencia y la ope- racionalizacién del concepto, en tanto acciones de un sujeto que intenta com- prender su mundo. ‘Asi, podemos comenzar a pensar el psico- diagnéstico como un proceso de investiga- cin que tiene por objetivo la construccién ide conocimientos acerca del consultante. Serd nuestro caudal experiencial y tedrico el que dard estatus de operacionalizaciones @ Ia evidencia empirica. Lo captado por nues- trossentidos serdasimismo loqueatraerd los constructos tedricos que se requieran para trascender su expresion particular y reflejar un modo de funcionamiento psiquico. Las ‘Técnicas Proyectivas serdn aquellos media~ tizadores en este proceso: su valor es justa- mente catalizar esta articulacién empirico- teorica y permitir acciones deliberadas, por parte del profesional, de acuerdo a sus obje- tivos diagndsticos. Logicas del conocimiento Ha sido de innegable envergadura la propuesta de pensar los procesos l6gicos inherentes al psicodiagnéstico. Lunazzi (1992) explicita formalmente las opera- ciones que permiten la contrastacién de las hipotesis generadas a través del uso de las Técnicas Proyectivas, en el marco > R|————— Las técnicas proyectives: un abordeje episternometodologico |23 de un real proceso de investigacién. La autora brinda protagonismo al método hipotético-deductivo a través del cual “quedan refutadas 0 confirmadas total © parcialmente las hipétesis formula- das [...] una determinada expresi6n [. ‘oscura’, [.] se verd asf ‘develada’ o exp! cada a través de ciertas afirmaciones que asu vez implican estrategias y prediccio- nes operacionales” (p. 37-38). El planteo se basa en mostrar que las conclusiones diagnésticas derivadas del proceso han sido hipétesis que se han sos- tenido frente a los intentos de refutaci6n, contrastando con la evidencia empifrica sus afirmaciones. El mecanismo de esta logica implica la derivacién de conse- cuencias observacionales, predicciones esperables (en funcidn de cierta teoria manejada por el psicodiagnosticador), que serdn buscadas en la produccién del sujeto para poner a prueba un enunciado establecido por el psicdlogo. Esquematicamente: Consecuencia Teorla + Hipotesis —» verlag + EIPOESS ——* hservacional Ilustrando la estructura: + AFIRMACION TEORICA “En la fobia las tendencias hostiles se desplazan a objetos externos proyectando en ellos cualidades siniestras” * HIPOTESIS | “Juan es fobico” * CONSECUENCIA OBSERVACIONAL (Siambas premisas son verdaderas) debo encontrar contenidos siniestros en aproduccién del sujeto Teniendo una hipétesis ya elaborada, lateorfa me dice qué observables debo esperar encontrarme para ratificar la misma. Esta l6gica garantiza la fortaleza de las hipstesis, abona su validez y contribuye a la rigurosidad de este tan particular proceso de investigaci6n. Sin embargo, concibiéndolo con caréc- ter de exclusividad, la inferencia deduc- tiva es insuficiente para pensar los pro- cedimientos cognitivo-inferenciales que tienen lugar al momento del andlisis e interpretacién de los resultados del psi- codiagnéstico mediatizado por técnicas proyectivas. En primer lugar, plantear prediccio- nes empfricas que corroboren o falseen Jas hipétesis nos enfrenta con el primer gran inconveniente, cuando los observa- bles no pueden ser decisivos. Las reglas tedricas de nuestra disciplina son multivariadas, complejas y, funda- mentalmente, admiten la contradiccion propia del confficto. De este modo: 1. Una misma tendencia psicolégica pue- de expresarse en observables diferentes y hasta opuestos. Por ejemplo: La for- macién reactiva es un mecanismo de de- {fensa que se expresa por una actitud 0 habito psicolégico de sentido opuesto a un deseo reprimido y que se ha constitui- do como reaccién contra este. 2, Idénticos observables pueden remitir a diferentes variables psicolégicas. Ejem- plificando: Dentro de las pautas formales de las Técnicas Gréficas, el tamafo inusual- mente grande remite a: + Agresividad y tendencias al acting out (Hammer; Koppitz; Machover; Urban). + Tendencias expansivas, euféricas (Bell; Koppitz; Machover; Urban). * Sentimientos de constriccién ambiental (sentimientos de frustracién y amenaza del ambiente) con fantasias sobrecom- pensatorias concomitantes (Hammer). * Posible organicidad y/o retardo mental (Machover; Urban). En segundo lugar, y el més relevante: antes de contrastar la hipotesis debemos construirla. 24| Mariela Pérez Lall Si observamos nuevamente la estruc- tura formal de la deduccién, veremos que la hip6tesis es premisa dentro de la inferencia, En tanto tal, es un apriori del proceso de justificacién. La pregunta necesaria es cémo obtiene el psicdlogo las afirmaciones que deberé someter al escrutinio de la evidencia. ‘Asf, una de las tesis centrales que defenderemos es: no cualquier afirma- cién.es una hipétesis. Dicho de otro modo, la operatoria de la generacién de conjetu- ras no refiere a una enunciacién al azar primero, para luego valorar su consisten- cia, Tampoco se producen hipétesis por ensayo y error. Existe un complejo proceso cognitivo-inferencial que tiene lugar para Hegar a enunciar una hipétesis. Se trata de una légica propia de este proceso constructive de conocimien- tos, inherente ala instancia de descubri- miento, que complementa, articula y da sentido a la mecdnica deductiva-argu- mentativa: la abduccién. Formalmente: “™ Teoria Observables —» Hipétesis NZ Esta operatoria refleja en su légica lo expresado en la posicién epistemolégica: es la interaccién dialéctica entre lo te rico y lo empfrico lo que permite la cons- truccién cognoscitiva. El salto a lo nove- doso, a aquello que en si mismo no esta contenido en ninguna premisa como tal, pero que se origina de la interac- cin entre ellas, implica un sacrificio: la conclusién no es necesaria sino proba- ble (Samaja, 2004, p. 18). Esto no implica que el grado de verdad de la hipstesis sea indeterminado, sino que es, probable- mente, verdadera. Para potenciarse a sf misma, la hip6tesis requiere no solo atra- vesar y resistir mecanismos de contras- tacién que demuestren su validez, sino de operaciones de articulacién con otras hipstesis a través de las cuales profun- dizasu sentido, enriquece y se resignifica as{misma ya otras hipétesis. Este tipo inferencial expresa una l6gica organismica (Samaja, 2004, p. 21). Se mueve de una parte a un todo. El cono- cimiento de partes complementarias que refieren a una totalidad aporta al propio proceso de construccién de hipétesis. No se trata de una inferencia aditiva, tam- poco de “a mayor cantidad, mayor vali- dez”, propia de logicas conjuntistas como la induccién, Se trata de un trazado de relaciones de diferentes rasgos, cuya sin- gular constelacién resignifica, de manera tinica, a cada una de las hipétesis que han emergido de los diferentes observa- bles (Pérez. Lalli, 2010). Asi el todo emer- giendo por las partes que lo constituyen y reguldndolas a su vez, a partir del sentido nuevo que puede conferirles. De un modo ilustrativo, es posible afir- mar el particular modo en que las hip6- tesis derivadas de la presencia de M (movimiento humano) en un protocolo Rorschach quedan absolutamente resig- nificadas a la luz del nivel formal de las respuestas, la cantidad de las mismas, la relacién cuantitativa con el resto de los determinantes, la cualidad de los movi- mientos que se han proyectado, la edad del consultante, etc., derivando hipte- sis presuntivas diferentes, en funcidn de los datos que acompafien la presencia de este indicador. Se ampliaré este punto al desarrollar el concepto de Constelacion de datos. El proceso psicodiagnéstico: un dispositivo para conocer Denominar el psicodiagnéstico como proceso de investigacién ha sido la puerta de acceso a pensar y sistematizar los aspectos metodolégicos de los cuales Las técnices proyectivas: un abordaje epistemometodolégico |25 depende la validez de las afirmaciones derivadas: las conclusiones diagnésticas. Acontinuacién se intentaré contribuir ala conceptualizacién de este enfoque. 3Qué es un proceso? Se denomina como tal “al conjunto de fases sucesivas de un fenémeno natural o de una opera- cién artificial” (Samaja, 1993). La nocién de historicidad y de mutua afectacién es esencial para definir una dinémica en la cual diferentes fases que se contimian inciden en el estado de las posteriores y en la captaci6n de las ante- riores. “Bs un término que remite a dinémi- co, cambiante y continuo. Todo pro- ceso est4 compuesto por una serie de fases, las cuales se derivan unas de otras, se influyen mutuamente y se correlacionan. La nocién de dicho tér- mino implica la idea de historicidad, de evolucién, ya que se lo considera como una continuidad, que se opone a la nocién de sustancia (elemento en El proceso de investigacion Estado inicial Operaciones de > Asunto y condiciones de realizacién Cursos de accién s{ mismo). Implica elementos separa- dos, que, vistos en su conjunto, toman una nueva significacién, posee una hilacién Iégica, una concatenacién de hechos que se afectan mutuamente. A ‘su vez, esta relacionado con el térmi- no de procedimiento que remite a un conjunto de acciones preestablecidas para arribar a un objetivo. En general, todo proceso de investigacién impli- ca.una serie de transformaciones, que comienzan a ocurrir a cierta cosa en un cierto estado inicial, hasta que, fi- nalmente, se alcanza un cierto estado en que aquella cosa se ha cambiado” (Samaja, citado en Pozzi y cols., 2009). Los componentes de todo proceso implican un estado inicial de las cosas junto a ciertas condiciones de realiza- cidn. Los cursos de accién, que con- tienen operaciones de transformacién sobre la cosa inicial, tienden a la extin- cin del proceso al alcanzar un pro- ducto. Resultado

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