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Funciones del lenguaj

Información y comunicación están íntimamente relacionadas y tienden a confundirse. Información


es el contenido del mensaje enviado o recibido. Comunicación, en cambio, es un acto mediante el
cual se transmite una información. La información puede obtenerse unilateralmente –el individuo
ve que llueve-, en tanto que la comunicación es siempre bilateral o multilateral. La comunicación
es un fenómeno eminentemente social, porque pone en contacto a un individuo con otro u otros
de su especie.

Información es el conjunto de conocimientos nuevos que llegan al receptor, de manera que si un


mensaje no le comunica novedades, podemos afirmar que carece de información, aunque sea
significativo. Por ejemplo, si estoy paseando por la calle con un amigo y le digo “Está lloviendo”,
resulta evidente que mis palabras no aportan ninguna información puesto que el receptor está
conmigo y ve perfectamente que está lloviendo.

El primer estadio de la comunicación humana es un sistema de lenguaje gestual y oral. La emisión


y recepción de signos visuales y orales se da dentro de un campo de comunicación cercano al
cuerpo, y su límite espacial es el del alcance de la voz y la visión. Su otra gran limitación es
temporal; la voz y el gesto tienen una existencia efímera: lo que dura la propia expresión. Para
ampliar el espacio y el tiempo se recurre a un tercer elemento, ajeno al receptor y al emisor: un
medio o canal que recoja y fije la información en un soporte durable y que pueda hacerla llegar a
una distancia superior a la normal en la relación personal entre dos individuos. La tradición oral y
el mensajero son soluciones que aún hoy perduran; pero no cumplen la condición básica de todo
medio: emitir la misma cantidad de información que reciben. Surge, entonces, la técnica del trazo,
una huella material que representa visualmente una información: primero, los pictogramas; luego,
la escritura alfabética. El ser humano es único en el reino animal por su capacidad de
comunicación compleja: puede inventar nuevos signos y dar nuevo significado a los existentes.
Para estabilizar los contenidos en un medio se hace preciso disponer de un código, de una
convención que permita al receptor y al emisor obtener la misma significación de los signos,
asegurando que el contenido de la información no se distorsione.

Los medios son, pues, extensiones del hombre, prolongación de sus sentidos. Y con ellos, la
información se expande en el tiempo y en el espacio.

El sistema de comunicación humano por excelencia, el más completo y complejo, el más perfecto,
es el lenguaje verbal. Todos los demás son intentos más o menos perfectos de reproducirlo.

II. Funciones del lenguaje

En cualquier acto de comunicación intervienen los siguientes factores:

1. Emisor del mensaje

2. Receptor o destinatario del mensaje.

3. Canal o contacto psicofísico entre emisor y receptor.

4. Mensaje o información transmitida.


5. Referente o contexto al que se refiere el mensaje.

6. Código en que está cifrado el mensaje y que es compartido por emisor y receptor.

Siempre que utilizamos el lenguaje, lo hacemos con una intención o función determinada:
informar, persuadir, ordenar, conmover... Según cuál sea nuestra intención en el momento de
comunicarnos, destacará alguno o varios elementos de la comunicación.

No todos los mensajes desempeñan la misma función: algunos se limitan a informar, otros son un
recurso para iniciar el contacto comunicativo, otros mensajes se emiten con el propósito de
provocar una determinada reacción en el receptor, otros con la intención de cautivar la
sensibilidad del destinatario. La función que desempeña un mensaje viene determinada por el
predominio de alguno de los elementos en el proceso comunicativo o porque el mensaje incide de
manera directa sobre dicho elemento; sin embargo, es frecuente que un mismo mensaje
desempeñe varias funciones a la vez. Las funciones, por tanto, no se dan de manera aislada sino
que aparecen combinadas en un mismo texto.

De ningún acto de comunicación puede estar ausente ninguna de las tres funciones básicas
(referencial, expresiva y apelativa). La metalingüística podría explicarse como una más de las
especies de la función referencial, al ser el código uno de los objetos posibles del referente
lingüístico; y la función fática o bien no es propiamente lingüística o bien se reduce a las
fundamentales, con la particularidad de que la referencia sea alguno de los aspectos del acto
mismo de comunicar.

En la siguiente tabla se resumen las características básicas de cada una de las funciones del
lenguaje:

III. Función informativa, referencial o representativa

La función referencial orienta hacia el contexto. Se centra en la relación que los hablantes tienen
con el mundo, las manifestaciones y los objetos a los cuales remite una forma lingüística.
El referente de una palabra corresponde al significado, tal como lo encontraremos en el
diccionario. En este sentido, la referencia de la palabra “pozo” definida en el diccionario no es la
misma que la del “pozo” de un poema, un cuento o una novela, cuyos referentes los pone el
escritor, y después el lector, de acuerdo con su experiencia personal.

Esta función la desempeñan mensajes conceptuales, centrados en el contexto, cuya función


principal es la de informar. Para ello se utilizará un lenguaje claro, concreto y sencillo, compuesto
de términos de significado unívoco. La entonación será lo más neutra posible, sin énfasis que
denote emotividad. Los humanos estamos especializados en la emisión de mensajes conceptuales
que, en mayor o menos grado, cumplen siempre funciones informativas: las señales horarias del
reloj de un campanario, los titulares de un periódico, los anuncios publicitarios, las imágenes y las
palabras de un documental, e incluso la literatura y el arte en general desempeñan, entre otras,
una función informativa.

Los medios de comunicación, con los mensajes informativos, pretenden básicamente -salvo
manipulación- dar cuenta al público receptor de hechos o acontecimientos verdaderos, inéditos y
actuales que sean de interés general, haciéndolo de forma clara y precisa.

Los mensajes informativos pueden presentarse en forma de:

1. Noticia. Es la narración de un suceso puntual de interés, y adopta diferentes formas


estructurales según sea el medio que la difunde.

2. Crónica. Proporciona todos los elementos de la noticia, pero de forma ampliada y con
detalles. Podemos decir que la crónica es una versión ampliada en extensión y
profundidad de la noticia.

3. Reportaje. Es un género informativo que relata una serie de hechos de interés puntual en
torno a un tema determinado. Incluye entrevistas, opiniones, datos y cifras.

Ahora bien, ¿es posible informar con objetividad de los hechos?, ¿es posible hacerlo sin que medie
la interpretación o la valoración subjetiva del narrador? La objetividad informativa no es posible
en un sentido absoluto, pues cualquier aspecto de la realidad, para convertirse en información y
poder ser difundido por los medios de comunicación debe ser previamente interpretado por el
periodista; de lo contrario no pasaría de ser un simple hecho. Aislar los hechos de su contexto y
convertirlos en mensaje constituye ya de por sí una manipulación; ahora bien, esta manipulación
puede quedar reducida al mínimo si al convertir los hechos en información se utiliza un lenguaje
que no perturbe la correcta captación de la realidad.

En conclusión, dado que la objetividad e independencia absoluta de los mass-media no es posible,


al menos debemos exigir de un mensaje informativo que facilite al receptor todos los hechos
importantes, a ser posible sin exclusiones interesadas, para que éste pueda elaborarse un juicio de
valor.

IV. Función expresiva o emotiva


Cuando un mensaje nos informa del estado de ánimo del emisor o, en general, nos descubre
rasgos de su personalidad, decimos que el mensaje cumple una función expresiva o emotiva. En
tales casos el mensaje toma al emisor como punto de referencia. Además de transmitir una
información, el hablante expresa a la vez su actitud ante lo que dice.

El llanto de los humanos o sus gestos y gritos de alegría son también mensajes emotivos. En el
lenguaje verbal, la función expresiva recurre a las interjecciones, a las onomatopeyas o a las
formas exclamativas: “¡Ay!” “¡Qué dolor!” Son mensajes verbales que desempeñan
principalmente una función emotiva. Los gestos, los tics o la intensidad de la voz acompañan y
refuerzan las expresiones verbales propiamente dichas.

En las primeras etapas de su vida, los humanos disponen únicamente del lenguaje afectivo para
expresar sus estados de ánimo (hambre, dolor, alegría...) y, aunque más adelante desarrollarán
otras habilidades comunicativas, nunca lo abandonarán por completo (gestos, inflexiones de voz y
contactos corporales). Sin embargo, los gestos del humano adulto pueden ser intencionales y
tener más de una interpretación. Dicho de otro modo, al emitir un mensaje afectivo, el adulto
puede estar mintiendo (cuando una persona sonríe, ¿nos está mostrando su aprecio o lo finge?,
¿pretende crear un clima de confianza o solamente aparentarlo?).

Los medios de comunicación, al transmitir mensajes de opinión sobre alguna cuestión de carácter
relevante en el marco de una comunidad, pretenden que la opinión pública tome postura ante la
realidad y que, en lo posible, modifique su conducta en la dirección que se le propone. Su
contenido, por tanto, es subjetivo. En estos casos, por tanto, nos adentramos también en la
función del lenguaje que denominamos conativa o apelativa.

Los mensajes de opinión pueden adoptar diferentes formas:

1. Entrevista. Consiste en que uno o varios periodistas someten al personaje entrevistado a


una serie de preguntas, cuestiones que suelen girar en torno a un tema monográfico o en
torno a su propia biografía.

2. Colaboraciones. Un personaje de prestigio expone su opinión de manera generalmente


periódica sobre los temas de actualidad del día o de la semana. En ocasiones esta opinión
versa sobre cuestiones muy específicas y especializadas (teatro, economía, etc.); entonces
recibe el nombre de crítica especializada.

3. Debates y coloquios. Éstos son más frecuentes en radio y televisión que en prensa.

4. Editorial. Aparece sin firma y expresa la línea de opinión del periódico.

V. Función conativa o apelativa

El elemento destacado es el receptor de quien el hablante quiere conseguir algo: influirlo,


aconsejarlo, moverlo a actuar en un sentido determinado... En un mensaje predomina la función
conativa cuando el mensaje incita al receptor a responder, aunque no necesariamente en el
mismo código. En el lenguaje verbal, el imperativo y todas las formas de interpelación son
específicas de la función conativa (“¿Qué hora es?” ¡Vete de una vez!”). También es muy frecuente
observar esta función en los mensajes publicitarios, en las señales de tráfico, etc.

VI. Función fática

Se centra en el canal o contacto entre emisor y receptor. Sirve para establecer, prolongar o
interrumpir la comunicación, para verificar el funcionamiento del circuito. Es la primera función
verbal que adquirimos en la niñez. Con ella sólo se pretende que el canal permanezca abierto para
que la comunicación se mantenga. El timbre del teléfono que avisa al receptor de una llamanda
cumple una función fática. Las frases insulsas que emitimos al encontrarnos con un vecino en el
ascensor (“hola”, “hace un buen día”, etc.) desempeñan también una función fática,
precomunicativa: su finalidad no es principalmente la de informar, sino la de facilitar el contacto
social para poder introducir, posteriormente, mensajes de más enjundia.

Los mensajes persuasivos se emiten con el propósito de convencer, crear opiniones o cambiarlas e
incitar a los receptores a realizar determinadas acciones. Estos mensajes ocupan buena parte de la
prensa escrita y del tiempo de emisión en televisión y radio, además de alcanzarnos a través de
otros muchos canales: internet, vallas publicitarias, etc. Existen dos variedades de mensajes
persuasivos: aquellos que intentan modificar la actitud del receptor con fines comerciales y
lucrativos (publicidad) y aquellos otros que lo intentan con fines culturales, políticos, sociales o
religiosos (propaganda).

Entre éstas últimas están las campañas que incitan a practicar deportes, a dejar de fumar, a luchar
contra el hambre en el mundo, a donar órganos para trasplantes, a pagar los impuestos... Son
ejemplos de mensajes persuasivos que pretenden crear estados de opinión favorables a
determinadas propuestas de carácter social o político, pero que en ningún caso buscan el
consumo de bienes y servicios con una finalidad de lucro.

La publicidad pone en contacto a productores y consumidores a través de los anuncios


publicitarios, que deben conseguir en primer lugar atraer la atención del receptor y,
posteriormente, suscitar su interés, despertar su deseo de consumir y provocar la adquisición de
lo deseado.

Todos los anunciantes saben que el éxito de sus ventas depende más de la publicidad que de la
calidad de sus productos. La publicidad crea necesidades y dependencias en el ciudadano, orienta
sus deseos y le convierte en miembro anónimo de un colectivo sin identidad. La estrategia favorita
de los técnicos publicitarios consiste precisamente en tratar a los consumidores como individuos,
sin que éstos adviertan que, en realidad, son masa consumidora. Los consumidores individuales
creemos elegir libremente un determinado producto, pensamos que sus características nos
convencen personalmente, que coinciden con nuestra manera de ser y de pensar; no nos damos
cuenta de que, a la vez, cientos de miles de personas están haciendo lo mismo en otras partes del
mundo: elegir aquellos productos o servicios que les ha impuesto la publicidad.

VII. Función poética


Tiene lugar cuando el emisor quiere que el receptor centre su atención en la forma del mensaje.
Para ello se sirve de recursos retóricos, siendo el objetivo del mensaje el producir belleza.
Predomina la función poética en cualquier obra de arte, ya sea un poema lírico, una escultura o
una pieza musical.

En el lenguaje habitual las palabras sólo son un medio para entenderse emisor y receptor. En el
lenguaje literario son un fin en sí mismas; su fin es atraer la atención del lector y su función es la
de crear un mundo de belleza que permanezca y perdure en el tiempo.

En el lenguaje literario, a la finalidad práctica (comunicar un mensaje), se une la finalidad estética


(creación de belleza). Esta belleza reside no tanto en el contenido del mensaje mismo como en su
presentación, en las palabras utilizadas, los recursos, etc.; en definitiva, en la forma que reviste el
mensaje. Los escritores se valen de las palabras, pero también lo hacen los jueces, los periodistas,
los científicos... Sin embargo, una fórmula matemática o una sentencia judicial no cumplen la
función poética del lenguaje, porque en la lengua no literaria importa lo que se dice, mientras en
la lengua literaria importa sobre todo cómo se dice.

Los escritores se esfuerzan en encontrar fórmulas que lleven al lector a fijarse en la forma y en el
cómo se dice el mensaje. Para llamar la atención, es decir, para producir extrañeza, el escritor
tiene que usar el código de modo extraño o, por lo menos, diferenciado de su uso normal,
llegando a veces a producir ininteligibilidad.

El artificio extrañador es máximo en el caso del verso; el idioma es sometido en él a


construcciones y exigencias totalmente alejadas del modo de hablar y de escribir (número de
sílabas, pausas, acentos, rimas...).

VIII. Función metalingüística

Cuando el mensaje tiene como objeto fundamental referirse al propio código al que pertenece o a
otros códigos de la misma naturaleza decimos que desempeña una función metalingüística. Por
ejemplo, la oración La palabra “monosabio” significa: “mozo que ayuda al picador en la plaza”,
además de informar, desempeña una función metalingüística en tanto que se refiere al propio
lenguaje. En este caso decimos que la palabra “monosabio” está mencionada y que estamos
usando el lenguaje reflexivamente.

En un libro de inglés escrito en castellano, las expresiones del tipo El verbo “to write” es irregular.
Su pasado es “”wrote” y el participio “written”, son expresiones metalingüísticas. En tales casos
decimos que el inglés es el lenguaje objeto (lenguaje sobre el que estamos hablando) y que el
castellano es el metalenguaje (lenguaje que habla del lenguaje objeto). En dichas frases usamos el
castellano y mencionamos las expresiones inglesas “to write”, “wrote” y “written”.

La pintura y el cine también se permiten expresiones metalingüísticas. Picasso, por ejemplo,


tomando como referente “Las Meninas” de Velázquez y usando la técnica pictórica, recrea y
reinterpreta (menciona) la obra original. El director americano Cameron Crowe reinterpreta con
“Vanilla sky” la película “Abre los ojos” del español Alejandro Amenábar.

[^]
IX. Las funciones del lenguaje en la publicidad

Para mantener el sistema económico, la mayoría de las sociedades humanas invierten en progreso
tecnológico que conlleva un aumento de la producción y una evidente necesidad de un gran
consumo. En este circuito interviene la publicidad como elemento mediador provocando la
necesidad de consumir cada vez más, para así dar salida a los productos que, de otra manera, se
almacenarían, y permitir que la economía funcione.

1. La función apelativa o conativa, centrada en llamar la atención del receptor, es la


predominante en el lenguaje de la publicidad. La publicidad intenta que un producto se
venda. De ahí que sus mensajes intenten convencer o persuadir al receptor del mensaje
para que compre ese producto que se anuncia: “Hacerlo inolvidable es cosa tuya” (eslogan
de un perfume).

2. La función expresiva o emotiva es también casi connatural al lenguaje publicitario, en


tanto éste trate de comunicar la emoción que pueda suponer la consumación del deseo de
poseer un producto o disfrutar de un servicio: “Mmmmmhh Lindt” (anuncio de chocolate).

3. La función poética se cumple al someter el lenguaje publicitario a un tratamiento retórico


y estilístico. Esta utilización no presenta un objetivo literario, sino dotar a sus mensajes de
eficacia y capacidad de penetración en la mente del consumidor potencial. Su finalidad no
es la de crear belleza, sino la de vender productos. Sin embargo, esta práctica revela hasta
qué punto el ser humano puede ser movilizado por los sentimientos y la sensibilidad
propios de la poesía: “En bus ves por donde vas” (campaña para potenciar el uso del
transporte público).

4. La función referencial está siempre presente en el mensaje publicitario, pues éste alude
continuamente al producto, marca, servicio o idea que quieren ser promocionados. Pero
esta función informativa es parcial porque destaca sólo lo más llamativo, innovador o
positivo del producto: “Airtel. Llevamos la voz” (anuncio de teléfonos móviles).

5. La función fática, que trata de iniciar, mantener y asegurar el contacto entre emisor y
receptor, se realiza mediante la repetición de unos mensajes redundantes que no
informan de nada nuevo, en la mayoría de las ocasiones, sino que insisten en reiterar lo ya
enunciado: “¿De qué? ... De Gin MG.” (anuncio de ginebra).

6. La función metalingüística se emplea ocasionalmente para aclarar palabras o expresiones


que se usan por su valor efectista: “Quodque avellanorum provatum, no resistere placere
potatum” = “Si lo pruebas, estás perdido”.

DEFINICIÓN DE

FALACIA

Del latín fallacia, una falacia es una mentira o engaño con el que se pretende dañar a una persona
sin que ésta se dé cuenta. Una persona que descubre que ha sido víctima de una falacia puede
expresar, por ejemplo: “La falacia de su empleo me hizo vivir engañada durante muchos años”,
“Pablo está siempre con sus falacias, tratando de estafar a la gente”. Una persona utiliza una
falacia para obtener algo que sabe no podría conseguir de otro modo que no sea a través de la
apelación a la falsedad, generalmente su intención no es precisamente dañar, sino obtener un
beneficio, pero no le preocupa herir a otros para conseguir lo que desea.

Qué es Falacia:

Se conoce como falacia al error, engaño, y falsedad para dañar a una persona, y conseguir algo. El
término falacia es de origen latín “fallacia”.

Como tal, la falacia argumentativa es la característica o propiedad de algo que es falaz, es decir,
que tiene la habilidad y la voluntad de engañar o mentir con el fin de inducir en el error a otra
persona.

En el ámbito de la lógica, la falacia se refiere a los argumentos que intentan defender algo que no
es válido. En ocasiones, las falacias se cometen con la intención de persuadir a otros para lograr un
fin, como otras veces se cometen sin intención, por ignorancia.

Con base a lo anterior, la falacia puede estar ligada a la falta de honestidad o lealtad con el
objetivo de obtener ventajas sobre otra persona, a través de engaños o mentiras.

En economía, la falacia de composición consiste en inferir que un todo es verdadero a partir de la


veracidad de alguna de sus partes, por ejemplo: “las piezas del celular no pueden romperse al caer
al suelo, y por lo tanto, el equipo electrónico no se puede romper al caer al suelo”, esto es una
falacia ya que existe siempre la probabilidad de que pueda romperse sus partes constitutivas.

Los sinónimos de falacia son falsedad, mentira, embuste, disfraz. No obstante, en el ámbito de la
filosofía, Aristóteles aborda la falacia como sinónimo de sofismo, un raciocinio errado que intenta
pasar como verdadero para engañar a otras personas.

Para más información, consulte sofisma.

En inglés, falacia es “fallacy”.


Tipos de falacia

Falacia ad hominem, específicamente este tipo de falacia viene dada por la falsedad o
cuestionabilidad de la persona quien expresa sus argumentos, y no de estos propiamente. Este
tipo de falacia intenta desacreditar a la persona que emite la afirmación ya que esta es expresada
por quien sufre de la no credibilidad al emitir cualquier juicio de valor u opinión.

Falacia ad baculum, se caracteriza por el uso de la fuerza, amenaza o abuso de posición. Por
ejemplo: “A- los adolescentes no deberían de salir en la noche debido a la inseguridad. B- yo tengo
un hijo adolescente, y no me importa tu opinión él seguirá saliendo de noche y disfrutar de su
juventud". Se observa como B hace uso de su abuso como padre de un adolescente

Falacia populum, las premisas son consideradas verdaderas debido al apoyo de una gran cantidad
de personas que coinciden en la opinión de alguna cosa en particular. Por ejemplo: “un negocio
que venda comida rápida es considerada por una masa de personas como la mejor cadena de
comida”

Falacia ad verecundiam, consiste en defender algo que es verdadero porque es expresado por
alguien que posee conocimiento en la materia.

Falacia ad logicam, consiste en afirmar la falsedad de algo porque va en contra del razonamiento
lógico.

Falacia naturalista

La falacia naturalista es planteada por el filósofo inglés Henry Sidgwick, y conocida por el también
filósofo George Edward Moore.

Se comete una falacia naturalista al considerar que algo es bueno porque es natural, con su origen
en la física u otros criterios como hedonistas, metafísicos, nacionalistas, entre otros.

Qué es la Lógica:

Lógica es una ciencia formal que estudia la estructura o formas del pensamiento humano (como
proposiciones, conceptos y razonamientos) para establecer leyes y principios válidos para obtener
criterios de verdad. Como adjetivo, 'lógico' o 'lógica' significa que algo sigue las reglas de la lógica y
de la razón. Indica también una consecuencia esperable natural o normal. Se utilizar también para
referirse al llamado 'sentido común'. Procede del latín logĭca, y a su vez del griego λογική (logike,
'que posee razón, 'intelectual', 'dialéctico', 'argumentativo'), que a su vez deriva de la palabra
λόγος (logos, 'palabra', 'pensamiento', 'razón', 'idea','argumento').

Lógica proposicional, matemática o simbólica

La lógica proposicional es la rama de la lógica que estudia las variables proposicionales, las
conectivas lógicas (neg ,andorto ,leftrightarrowdownarrow ,nleftrightarrow). Algunos autores
también la identifican con la lógica matematica o la lógica simbólica, ya que utiliza una serie de
símbolos especiales que la acercan al lenguaje matemático. Las proposiciones pueden ser
verdaderas o falsas.

Lógica filosófica

Se suele considerar que la lógica forma parte de la Filosofía, aunque la lógica, como tal, se aplica
en diversas áreas y actividades del ser humano. La lógica filosófica utiliza cuatro principios
fundamentales que establecen los procesos de pensamiento correcto. Estos principios son el
principio de identidad, el principio de no contradicción, el principio de tercero excluído y el
principio de razón suficiente.

Vea también Positivismo.

Lógica formal y lógica informal

La lógica formal es aquella cuyo objeto de estudio son las inferencias de forma técnica mediante la
utilización de sistemas deductivos y lenguajes y semánticas formales. La lógica informal, por su
parte, estudia sistemas de razonamiento y argumentación naturales a través del lenguaje y el
pensamiento cotidiano.

Lógica aristotélica

Es la lógica que se basa en los estudios de Aristóteles, filósofo griego del siglo IV a.C. La lógica
aristotélica utiliza los llamados silogismos, que se trata de una deducción o forma de
razonamiento en el que se establecen unas premisas de las que se infiere una conclusión. Se trata,
por lo tanto, de un concepto semejante a argumentos deductivamente válidos. Un ejemplo clásico
de la lógica aristotélica es: 'Todos los hombres son mortales. Todos los griegos son hombres. Por lo
tanto, todos los griegos son mortales'. Las dos primeras frases serían las premisas y la tercera la
conclusión.

Lógica difusa

El concepto de lógica difusa procede del inglés ('fuzzy logic'). Es un tipo de lógica que utiliza
valores aleatorios pero contextualizados y relacionados entre sí estableciendo lo relativo de lo
observado como posición diferencial. La lógica difusa se aplica en diversas áreas como la
informática y la industria.

Una inferencia inmediata es una inferencia que puede ser hecha a partir de una
única afirmación o proposición.1 Por ejemplo, partiendo de la afirmación "Todos los sapos son
verdes" podemos obtener la inferencia inmediata "Ningún sapo es no verde". Hay
varias inferencias inmediatas que se pueden utilizar de forma válida en las operaciones
lógicas, el resultado de estas es la forma de afirmación lógicamente equivalente a la
afirmación dada. También existen inferencias inmediatas no válidas que son falacias
silogísticas.

Dada una declaración de tipo E, a partir del orden tradicional de oposición, "Ningún S es P" se
puede obtener la inferencia inmediata "Ningún P es S", que es la conversión de la declaración
dada.

Dada una declaración del tipo I, "Algún S es P", se puede obtener la inferencia inmediata "Algún P
es S", que es la conversión de la afirmación dada.

Oposición

Dada una afirmación de tipo A, "Todo S es P", se puede obtener la inferencia inmediata "Ningún S
es no P", que es la oposición de la afirmación dada.

Dada una afirmación de tipo E, "Ningún S es P", se puede obtener la inferencia inmediata "Todo S
es no P", que es la oposición de la afirmación dada.

Dada una afirmación de tipo I, "Algún S es P", se puede obtener la inferencia inmediata "Algún S
no es no P", que es la oposición de la afirmación dada.

Dada una afirmación de tipo O, "Algún S no es P", se puede obtener la inferencia inmediata "Algún
S es no P", que es la oposición de la afirmación dada.

Contra positiva

Dada una afirmación de tipo A, "Todo S es P.", se puede obtener la inferencia inmediata "Todo no
P es no S", que es la contra positiva de la afirmación dada.

Dada una afirmación de tipo O, "Algún S no es P.", se puede obtener la inferencia inmediata
"Algún no P es no S", que es la contra positiva de la afirmación dada.

Inferencias inmediatas inválidas

Los casos de aplicación incorrecta de las relaciones contrarias, subcontrarias y subalternación son
falacias silogísticas llamadas contrario ilícito, subcontrario ilícito y subalternación ilícita. Los casos
de aplicación incorrecta de la relación contraria son tan poco comunes, que generalmente no se
reconoce una falacia "ilícita contradictoria".

Ilícito contrario

Es falso que todo A es B, por lo tanto, ningún A es B.

Es falso que ningún A es B, por lo tanto, todo A es B.

Ilícito sub contrario

Algún A es B, por lo tanto, es falso que algún A es no B.


Algún A es no B, por lo tanto, algún A es B.

Sub alternación ilícita (Super Campeones)

Algún A es no B, por lo tanto, ningún A es B.

Es falso que todo A es B, por lo tanto, es falso que algún A es B.

Se llama cuadrado o cuadro de oposición1 al esquema mediante el que se estudian las relaciones
formales entre los diversos tipos de juicios aristotélicos, A, E, I, O, considerando cada juicio con
términos idénticos. En su día fue considerado por el mismo Aristóteles en su obra «Sobre la
interpretación».2

El principio del tercero excluido, propuesto y formalizado por Aristóteles, también llamado
principio del tercero excluso o en latín principium tertii exclusi (también conocido como tertium
non datur o una tercera (cosa) no se da), es un principio de lógica clásica según el cual la
disyunción de una proposición y de su negación es siempre verdadera.12 Por ejemplo, es verdad
que "es de día o no es de día", y que "el Sol está ardiendo o no está ardiendo". El principio del
tercero excluido frecuentemente se confunde con el principio de bivalencia, según el cual toda
proposición o bien es verdadera o bien es falsa.12 El principio del tercero excluido es, junto con el
principio de no contradicción y el principio de identidad, una de las leyes clásicas del
pensamiento.3

En la lógica proposicional, el principio del tercero excluido se expresa:

{\displaystyle (A\lor \neg A)} {\displaystyle (A\lor \neg A)}

donde A no es una fórmula del lenguaje, sino una metavariable que representa a cualquier
fórmula del lenguaje.

En la lógica aristotélica, se distingue entre juicios contradictorios y juicios contrarios. Dados dos
juicios contradictorios, no puede darse un juicio intermedio, pero sí en cambio entre dos juicios
contrarios. Por ejemplo, si se afirma "Juan es bueno" y "esta proposición es verdadera", entonces
los juicios contradictorios son "Juan no es bueno" y "esta proposición no es verdadera", y no hay
posibilidad de un juicio intermedio. Pero en cambio, los juicios contrarios son Juan es malo y esta
proposición es falsa, y entonces sí cabe la posibilidad de otros juicios intermedios, como "Juan es
más o menos bueno" y "esta proposición es probablemente falsa".4

Según Stuart Mill, la frase "abracadabra es una segunda intención" no es ni verdadera ni falsa, sino
que carece de sentido.5
La negación del principio del tercero excluido de un sistema lógico da lugar a las llamadas lógicas
polivalentes.

tampoco puede darse un término intermedio entre los contradictorios, sino que necesariamente
se ha de afirmar o negar uno de ellos, sea el que sea, de una

En lógica, una premisa es cada una de las proposiciones anteriores a la conclusión de argumento.1
En un argumento válido, las premisas implican la conclusión, pero esto no es necesario para que
una proposición sea una premisa: lo único relevante es su lugar en el argumento, no su rol.2 Al ser
proposiciones, las premisas siempre afirman o niegan algo que puede ser verdadero o falso.

Considérese el siguiente argumento:

O es martes o es miércoles.

Si es martes, entonces tengo que ir a trabajar.

Si es miércoles, tengo que ir a trabajar.

Por lo tanto, tengo que ir a trabajar.

En este argumento, las proposiciones 1, 2 y 3 son las premisas, y la proposición 4 es la conclusión.


Un argumento puede tener cualquier número (en general finito) de premisas, incluso 0 (en cuyo
caso la conclusión suele ser un teorema y una verdad lógica).3

Todos los hombres tienen cabello.

David es hombre.

Por lo tanto, David tiene cabello.

Hay razonamientos de una premisa (hubo al menos un testigo o Juan lo vio todo), y razonamientos
con más de una premisa. Así sucede con los silogismos ordinarios de dos premisas: una «premisa
mayor» (que contiene el término mayor, predicado de la conclusión) y una «premisa menor» (que
contiene el término menor, que hace de sujeto en la conclusión). Por ejemplo:

Todos los mamíferos son animales de sangre caliente. (Premisa mayor)

Todos los humanos son mamíferos. (Premisa menor)

Por tanto, todos los humanos son animales de sangre caliente. (Conclusión)

En los razonamientos inductivos, la conclusión se obtiene por generalización, a partir de varias


premisas particulares. Por ejemplo, a partir de una serie de observaciones (el cobre es un metal y
es buen conductor de la electricidad; el hierro es un metal y es buen conductor de la electricidad,
etc.) se concluye, por inducción, que todos los metales son buenos conductores de la electricidad.

En ocasiones, para alcanzar la conclusión de un razonamiento es necesario utilizar premisas


subsidiarias, esto es, suponer más información de la que el razonamiento contempla. Por ejemplo,
partir de lo contrario de lo que se desea demostrar. Si de dicho supuesto se deduce un absurdo,
entonces se puede afirmar la conclusión sin problemas. la premisa es la que toma en cuenta una
decisión y la vuelve más clara y superficial así se podrá tomar una decisión adecuada.

El silogismo es una forma de razonamiento deductivo que consta de dos proposiciones como
premisas y otra como conclusión, siendo la última una inferencia necesariamente deductiva de las
otras dos. Fue formulado por primera vez por Aristóteles, ampliamente reconocido como padre
fundador de la lógica. El silogismo es la noción central de la lógica aristotélica, pilar fundamental
del pensamiento científico y filosófico desde su invención hace más de dos milenios.

Aristóteles consideró los silogismos en su obra lógica recopilada1 Órganon, en los libros conocidos
como Primeros Analíticos (en griego Proto Analytika, en latín Analytica Priora - idioma con el que
se conoció la obra en Europa Occidental).

Estructura del silogismo

De esta forma, el silogismo tiene la siguiente estructura:

Premisa mayor, juicio en el que se encuentra el término mayor o predicado de la conclusión, P,


comparado con el término medio M.

Premisa menor, juicio en el que se encuentra el término menor o sujeto de la conclusión, S,


comparado con el término medio M.

Consecuente, un juicio de conclusión al que se llega, el cual afirma (une) o niega (separa) la
relación entre S y P.

Los juicios, que dan origen a las premisas mayor y menor, relacionan los términos unos con otros
para constituir el argumento. De esta manera, el silogismo argumenta estableciendo la conclusión
como una relación entre dos términos, derivada de la comparación de ambos términos con un
tercer término.

Cantidad, o extensión de los términos

La extensión de los términos se refiere a un criterio de cantidad. Los términos S, P y M pueden ser
tomados en su extensión universal, abarcando a todos los posibles individuos - el dominio de
discurso - a los cuales pueda referirse el concepto,23 o en su extensión particular, cuando se
refiere sólo a algunos.4 Por ejemplo, la relación entre S y P de acuerdo a su extensión puede ser:
Universal: donde todo S es P.5 Los nombres propios tienen extensión universal; pues el uno, como
único, equivale a un individuo que siendo único es, por eso, todos los posibles.6

Particular: donde algunos S son P7

Cualidad, o relación entre términos

Específicamente, la cualidad o relación entre términos puede ser:

Afirmativa o de unión: S es P.

Negativa o de separación: S no es P.8

El predicado de una afirmación siempre tiene extensión particular, y el predicado de una negación
está tomado en su extensión universal. Cuando un concepto, sujeto o predicado, está tomado en
toda su extensión se dice que está distribuido; cuando no, se dice que está no distribuido.

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