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Las enfermedades de transmisión sexual (ETS) son las afecciones

más comunes de cualquier sociedad. Casi la mitad de la población


sexualmente activa está contagiada por una o más de ellas. Algunas
infecciones, aunque se adquieren a veces por contacto sexual, también
en ocasiones lo hacen por otros mecanismos, como ocurre con la
hepatitis. Sin embargo, en ausencia de relaciones sexuales, la infección
por agentes exógenos (de origen externo) ocurre sólo excepcionalmente. Hay que destacar que
muchas de las ETS se transmiten de modo más eficaz del hombre a la mujer, y que ellas son más
proclives a padecer las infecciones de forma asintomática (sin manifestaciones clínicas), por lo que
resulta más difícil su diagnóstico en las mujeres. Esto implica una mayor tasa de complicaciones a
largo plazo, ya que no son tratadas, y tienen mayores secuelas posteriormente, incluyendo
algunas graves como infertilidad, complicaciones del embarazo, transmisión de la enfermedad al
recién nacido, etcétera.

Prevención de las enfermedades de transmisión sexual


Cómo prevenir las ETS en la pareja y el embarazo
El término enfermedades de transmisión sexual (ETS) se utiliza para
identificar por su mecanismo de transmisión, el contacto sexual, a
un grupo de enfermedades infecciosas causadas por un grupo
heterogéneo de microorganismos.
Las ETS pueden afectar a la relación de la pareja, y es especialmente
importante cuidar la salud sexual durante el embarazo, unos meses
en los que es fácil contraer infecciones vaginales.

Las Enfermedades de Transmisión Sexual más frecuentes


Prevención de las ETS

Las ETS figuran entre las infecciones más frecuentes y abarcan unos 30 tipos de infecciones
diferentes. Las más frecuentes son la sífilis, la gonococia, el SIDA y la hepatitis (estas dos últimas
pueden transmitirse por otras vías diferentes a la sexual).

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