Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
La agresividad es cualquier acción o reacción, sin importar su grado o intensidad, que implica
provocación y ataque. No se limita a actos físicos, sino que puede ser de tipo verbal como los
insultos e incluso no verbal como gestos y ademanes.
La agresividad, al igual que la ansiedad, es una reacción más que se puede tener ante
estímulos y situaciones que nos afectan y es un comportamiento normal y necesario para la
supervivencia.
Estos efectos negativos afectan a la misma persona y a quienes lo rodean. Una persona
agresiva encuentra alivio con el miedo y la sensación de poder que le puede llegar a dar ese
miedo sobre los demás. Una persona agresiva busca imponer su punto de vista, sus razones
(validas o no), sus derechos, y encontrar solo su satisfacción sin importarle los demás.
Y hay que ser claros. La agresividad se ejerce con violencia. No es solo con acciones físicas
como las peleas y los golpes, se puede ejercer con palabras, gestos y cualquier otra acción
que genere miedo, culpa, o vergüenza en los demás. Vaya, hasta el tono de voz puede ser
una expresión de agresividad.
Funcionalmente la agresividad es una reacción a lo que cause ira o tristeza, de tal forma que
dispara las acciones necesarias para superar aquello que la este causando. Es por esto que
se considera que, funcionalmente, es mas sano reaccionar con ira que con miedo. El miedo
paraliza y puede llevar a la inacción, mientras que la ira busca la supervivencia mediante la
acción.
Existen además factores que pueden hacer que la agresividad sea patológica, como es el
consumo de alcohol y drogas, además de en general estimulantes del sistema nervioso
central, o factores emocionales como neurosis, depresión, trastorno bipolar, etc.
Publicado por José Ángel Castro Nogales on Oct, 05 2011 | Last updated Jul, 15 2013 | 0
Causa
La agresividad tiene su origen en una gran variedad de factores, pueden ser tanto
internos como externos, tanto individuales como familiares y sociales. La agresividad,
también conocida como ira, cólera o rabia, es una potente emoción que se dispara de
forma automática en determinadas situaciones. Excepto los casos patológicos como: la
depresión, trastorno bipolar, neurosis y trastorno maniaco depresivo (que pueden
conllevar a casos extremos de agresividad y violencia), existen unos cambios
emocionales en el individuo (no patológico) frente a situaciones que interfieren con
nuestros objetivos. Y como toda emoción tiene una función, la ira prepara nuestro
cuerpo para el esfuerzo necesario para vencer el imprevisto que se ha presentado.
Efecto
Las consecuencias de la agresividad pueden ser muy negativas en la persona. Puede
conllevar a la adicción a las drogas de cualquier tipo, arrastrando además un cambio de
comportamiento en el individuo y de los problemas adicionales que acarrea: problemas
de dinero, pérdida de la autoestima, de la familia y amigos y del enorme problema de
esfuerzo y sufrimiento en la posible rehabilitación de las sustancias adictivas. Inclusive,
de presentarse en niveles muy altos, la agresividad puede llevar a cometer actos
delictivos.
En los casos patológicos, la ira puede llegar a ser muy autodestructiva en nosotros
mismos y con las personas que nos rodean. Además hay que sumarle la connotación
de que no es realista y no resuelve problemas en ningún caso. Por norma general, es
consecuencia de problemas emocionales no resueltos y de problemas sociales diversos.
La cólera en ciertos niveles tiene una parte conductual funcional positiva, pues es un
comportamiento natural, normal y necesario para la supervivencia del ser humano en la
vida cotidiana. Pero a otros niveles no controlados pueden llegar a ser muy perjudiciales,
tanto físicos como psíquicos, hacia nosotros mismos o podemos derivarla hacia los
demás en varias formas, como por ejemplo la manipulación, daño físico y la coacción.
La agresividad, al igual que la ansiedad, puede ser generada por la frustración, que por
norma general sucede cuando no podemos conseguir aquello que tanto deseamos.
Entonces si no se canaliza bien volvemos a caer en el círculo vicioso de pérdida de
control y se intentará hacernos daño a nosotros mismos o a las personas que tenemos a
nuestro alrededor.
Uno de los errores más comunes en las personas agresivas es intentar manipular a los
demás a través del miedo, ya que la agresividad genera miedo en los demás y el miedo
produce una sensación de poder y liderazgo. Asimismo, una persona rabiosa siempre
intentará imponer su punto de vista, la propia satisfacción de sus necesidades, sus
derechos y su única definición de un problema. Y esto lo reafirmará utilizando estrategias
de manipulación, miedo, violencia verbal, violencia física, vergüenza y culpa. Y si el
agresivo no tiene en esos momentos a nadie alrededor, dirigirá esa cólera hacia sí
mismo o hacia un objeto o cosa.
Neutralización
Para empezar a manejar la agresividad lo primero que hay que hacer es aceptar que
somos unas personas agresivas o frustradas. Tenemos que analizar de donde proviene
nuestra rabia, si es por una carencia de habilidades para obtener aquello que tanto
deseamos, podemos pensar que tenemos recursos para adquirir los conocimientos
correspondientes relacionados a eso que tanto queremos.
Si el problema cae, por otra parte, a que siempre aguantamos más de la cuenta y
tendemos a reprimirlo, lo que se tiene que hacer es reaccionar inmediatamente para no
caer en ese círculo vicioso que se retroalimenta con frustración y culpabilidad. De esa
forma afrontaremos nuestros problemas y reveses con reacciones más adecuadas y
comedidas, ya que las razones que nos lleven a reaccionar serán muchas menos.
Otra estrategia sería aprovechar la ira de forma constructiva en vez de negativa. Sería
como cambiar la frase de: “no puedo hacerlo” por “qué bueno hay dentro de mí o qué se
hacer para conseguirlo”. Otras conductas alternativas serían el manejo racional de los
actos, pensamientos y emociones, en vez de dejarlos que nos dominen. Y si el problema
se hace demasiado grande, antes de que lleguemos a enfadarnos sería conveniente
hacer un parón, irse del lugar, hacer otra cosa diferente y volver relajado al cabo de los
minutos e intentar afrontarlo desde otro punto de vista.
Hay que tener en mente que si nuestro caso no es patológico, con simples consejos
podemos llegar a dominar nuestra agresividad. No obstante, si no somos conscientes de
nuestro problema o no podemos dominar nuestra agresividad, antes de que se llegue a
crear un caso patológico no hay que dudar en acudir a un
profesional: psiquiatra, psicólogo, trabajador social o neurólogo.
…………….-----------
---------………………
Trastornos psicológicos
Los trastornos psicológicos son las causas más comunes del comportamiento agresivo.
Si bien cualquiera de estos trastornos puede causar agresión, los más frecuentes son: la
depresión, el trastorno bipolar, la esquizofrenia, el trastorno por déficit de la atención
con hiperactividad (TDAH), el trastorno límite de la personalidad (TLP) y el trastorno
por estrés pos-traumático (TEPT). Las madres que padecen depresión post-parto son
especialmente susceptibles a los brotes agresivos, algunas veces contra el niño. Los
trastornos no psicológicos o los episodios de agresión extrema se pueden tomar a la
ligera y los síntomas de muchos trastornos psicológicos disminuyen o desaparecen por
completo con el diagnóstico y el tratamiento apropiados recomendados por un
profesional de la salud mental.
Estado físico
Los individuos que tienen antecedentes de migrañas, accidentes
cerebrovasculares, epilepsia y diabetes pueden ser propensos a desarrollar
comportamientos agresivos. Quienes padecen trastornos del sueño o la enfermedad de
Alzheimer también han manifestado agresividad como resultado de sus afecciones. Los
trastornos físicos y las enfermedades que carecen de diagnóstico o tratamiento pueden
provocar agresividad. En la mayoría de los casos, las acciones y los
pensamientos relacionados con la agresividad provocados por trastornos físicos se
reducen con el tratamiento apropiado recomendado por un profesional de la salud.
Drogas ilícitas
El uso de varios tipos de drogas ilícitas pueden inducir a comportamientos agresivos en
muchos individuos. Las intoxicaciones con cocaína, anfetaminas, LSD, éxtasis y
alcohol a menudo hacen que el usuario se torne extremadamente nervioso y violento.
La abstinencia a casi todas las drogas ilícitas, incluida la nicotina, también puede ser
un factor que contribuye al comportamiento agresivo. Según el Dr. Robert Needleman,
Vicepresidente de Pediatría Conductual y Desarrollo de The Dr. Spock Company,
algunos casos de agresividad en niños han estado relacionados con la exposición al
hábito de fumar, el uso de drogas ilícitas y el consumo de alcohol mientras estaban en
el vientre materno.
Fármacos recetados
Los fármacos recetados y las interacciones entre ellos pueden provocar
comportamientos agresivos. Un estudio realizado por el científico Kereshmeh
Taravosh-Lahn en la Universidad de Texas sostiene que, sorprendentemente, las bajas
dosis de antidepresivos que a menudo se prescriben a niños y adolescentes debido a su
tamaño, pueden ser responsables de los brotes de agresividad (ver Recursos). También
se ha demostrado que los esteroides y muchos tranquilizantes provocan agresividad en
ciertos individuos. Aquellos que toman una variedad de medicamentos recetados,
especialmente si están tratando una enfermedad o trastorno mental, pueden
experimentar sentimientos y actos de violencia como una reacción ante la interacción
de estos medicamentos.
…………--------------------
En la infancia, son normales los ataques de agresividad. Las conductas agresivas son conductas
intencionadas que pueden causar daño, ya sea físico o psíquico. Conductas como pegar a otros,
ofenderlos, burlarse de ellos, tener rabietas o usar palabras inadecuadas para llamar a los demás
forman parte de la agresividad infantil. Cuando algunos niños persisten en su conducta agresiva y
son incapaces de controlar su fuerte genio, pueden sentirse frustrados causando sufrimiento y el
rechazo de los demás.
Por qué algunos niños presentan conducta agresiva
Según los expertos, la frustración facilita la agresión y es un excelente caldo de cultivo para que se
desarrollen conductas agresivas en los niños. El comportamiento agresivo del niño es normal, pero
el problema es saber controlarlo. Muchas veces, el niño provoca a un adulto para que él pueda
intervenir en su lugar y controlar sus impulsos agresivos, ya que no puede con todo. Por eso, el
niño necesita de un "no hagas eso" o "para con eso". Los niños, a veces, piden una riña. Es como
si pidiera prestado un control a su padre o a su madre. Del mismo modo que los padres enseñan
a caminar, a hablar o a comer a sus hijos, deben enseñar también a controlar su agresividad.
Controlar la conducta agresiva del niño
Hay que tener cuidado para no devolver su agresividad con otra agresividad. La teoría del
aprendizaje social afirma que las conductas agresivas pueden aprenderse por imitación u
observación de la conducta de modelos agresivos. Es muy importante, por ejemplo, que el niño
tenga y encuentre un buen modelo en sus padres.
Los niños se relacionan con los demás de la misma forma que lo hacen sus padres. Si ellos
mantienen una relación tranquila con los demás, el niño se portará del mismo modo delante de sus
amiguitos. Si la relación es más bien hostil, probablemente el niño seguirá ese modelo
de comportamiento.
Educar a los niños es una tarea difícil, que requiere trabajo. Pero que vale la pena intentar acertar,
mantener el equilibrio y procurar el consenso entre los padres para que en la educación del niño no
ocurran fallos de doble comunicación. Si uno de los padres permite todo y el otro nada, eso
confundirá al niño y probablemente se rebelará.
-----------……………………