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24 de marzo de 1976

Libertad de expresión, represión y censura

El título quizá parezca ambicioso; las temáticas que enuncia constituyen, no obstante,
problemáticas de interés sobre el significado que la última dictadura cívico-militar adopta
en nuestro país en un ámbito como el Centro de Documentación.
Es sabido que por aquellos años la producción escrituraria de varios escritores y
escritoras, nacionales y extranjeros, sufrió los efectos de la censura. Incluso en la historia
de nuestra literatura merecen un capítulo destacado los escritores y escritoras exiliados,
desaparecidos y víctimas del terrorismo de Estado. Un texto interesante al respecto, aunque
no el único, lo constituye la publicación de la Sociedad de Escritoras y Escritores de la
Argentina (SEA) de Palabra viva, edición que recopila textos y biografías de escritoras y
escritores desaparecidos, tanto por la Triple A, que comenzó a operar desde 1973, como por
la dictadura que las Fuerzas Armadas instauraron a partir del 24 de marzo de 1976.
Poco frecuente, sin embargo, es el hallazgo de reflexiones acerca de la censura
como problemática social. ¿Qué significa, por ejemplo, el acto de la quema de libros? ¿Qué
ocurre allí donde un libro es ingresado en una lista negra? ¿Qué es, vista bien de cerca, la
censura?
“Aunque [las listas negras] aparentemente motivan a risa y uno piensa que al fin y al
cabo han sido bastante ineficaces, sin embargo sabemos que la censura […] fue bastante
eficaz. No se basó únicamente en las listas, se basó en una acción psicológica bastante bien
organizada”, expresa Luis Gregorich en un documento de la Asamblea Permanente por los
Derechos Humanos (APDH) titulado Libertad de expresión, cuya publicación data de abril
de 1983. La censura suma así a su aspecto social, el aspecto psíquico: la censura política se
nos aparece, así, como proyección de la censura intrapsíquica.

“Siempre hay un libro que no ha sido escrito, que la autocensura borra antes de que se
escriba, que el censor espera en caso de que esta primera barrera falle”, leemos en un
artículo de los números 2/3 de la revista Literal, publicada en el año 1975. La autocensura,
sin embargo, no era cosa con la que se anduvieran ni Rodolfo Walsh, ni Haroldo Conti, ni
Manuel Puig, por nombrar tres casos emblemáticos de escritores que sufrieron los efectos
de la censura. A Walsh y a Conti, sus ideas, sus textos les valieron la desaparición física;
Manuel Puig, exiliado, manifiesta en aquellos años haber perdido, a causa de la censura de
su obra, gran parte de su ‘lectorado’, como él mismo lo denomina.
La “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar” (1977), de Rodolfo Walsh;
Mascaró, el cazador americano (1975) de Haroldo Conti; The Buenos Aires affair (1973) y
El beso de la mujer araña (1976) de Manuel Puig, fueron objetos efectivamente sustraídos
de circulación: “el objeto censurado sirve para que se manifieste su poder”, leemos en el
artículo ya mencionado. Incluso textos pertenecientes a la denominada literatura infantil,
por caso, Un elefante ocupa mucho espacio, de Elsa Bornemann y La torre de cubos, de
Laura Devetach, fueron alcanzados por la censura. El decreto N° 3155, que prohibió el
texto de Bornemann, explicitaba que los quince cuentos que lo integran se encuentran
“destinados al público infantil con la finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria
para la tarea de captación ideológica de accionar subversivo”. Si “la censura provee una
máscara a la verdad” (Literal, p. 184), será interesante entonces indagar qué verdades esos
textos contienen; pero “cuando la cosa que se discute es la censura, ya se ha convenido en
callar la otra cosa” (Literal, p. 182).
En nuestra Biblioteca pueden consultarse varios de los textos mencionados
anteriormente y también otros. Algunos de los ejemplares de Los cuentos del Chiribitil, del
Centro Editor de América Latina, novelas de Osvaldo Soriano, y también textos de
escritores extranjeros que “emergen sobre un fondo de angustia, allí donde la palabra ha
sido herida de muerte por la represión” (Literal, 182).

Referencias bibliográficas

Sin autor, “Para comprender la censura”, en Literal: edición facsimilar, Buenos Aires,
Biblioteca Nacional, 2011, pp. 177-184.

AA. VV., Libertad de expresión en la educación, en la ciencia, en la literatura, en el


periodismo, libertad de conciencia, publicación de la Asamblea Permanente por los
Derechos Humanos, Abril de 1983.

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