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La Educación y el Proyecto
de Nación
La Coyuntura de Ayotzinapa
López García Carla Miranda
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Introducción.
Todo lo anterior siendo enmarcado en una visión holística que nos permita
comprender a lo que le hace frente, es decir, la construcción hegemónica de la
educación, así como el proyecto que la respalda (no solo nacional, sino mundial,
desde la configuración del sistema capitalista neoliberal) y todo lo que ello implica.
Esto nos lleva a tener que definir la base crucial que forja lo que ha de
sociabilizarse, lo que moldea el concepto de hombre y, a su vez, el de sociedad, lo
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que nos permite visualizar los límites de nuestra acción: la ideología. Ideología en
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el sentido que plantea Marx (1846), donde más allá de una diversidad de
pensamiento, se implementa el régimen de una superestructura que moldea y
dirige los actos y las consciencias de las comunidades.
Sin embargo, la ideología, entendida en este modo no es una especie de ente sin
historia y sin devenir, sino que hemos de enmarcarla como una obra humana y
como tal dentro de un contexto específico. Por tanto, no será la misma ideología la
que se erija en una época temprana del capitalismo a la de la era actual, aunque
ambas pertenezcan, al parecer, al mismo sistema. Lo cual nos lleva a delimitar
brevemente algunas características primordiales del neoliberalismo.
Lo cual al mirar las cifras oficiales podemos observar que no está siendo cumplido,
ni siquiera en el acceso a este derecho, mucho menos a la óptima calidad del
mismo (sobre todo cuando ponemos como condición de calidad la relevancia y
pertinencia de los contenido educativos).
El Proyecto de Nación.
como instrumentos que permitan alcanzar una meta más estrecha, la que se
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Las ENR tienen su primer vínculo histórico con la formación de las Escuelas
Normales. Esto nos remonta a la fundación de la Escuela Nacional para Maestros,
la cual se presenta en 1887, teniendo el antecedente de 1885, con la creación de
la escuela Normal para profesores de Instrucción Primaria. Fue Ignacio Manuel
Altamirano quien contempló la posibilidad de crear esta escuela, por encargo
gubernamental. Así, en 1886 fue discutido y reformado por los pedagogos más
reconocidos de esa época. Empero, la Escuela Normar Superior se funda en
1881, llamada en ese entonces Escuela Normal y de Altos Estudios, la cual fue
desarrollada por Justo Sierra y Altamirano contemplando la importancia de la
buena formación de los docentes, pues en aquel entonces ya se encontraba en
marcha el proyecto que desembocaría en la fundación de la Universidad Nacional.
Por otra parte, las Escuelas Normales Rurales se desarrollan ligadas a estas
instituciones, contemplando la idea de una formación de docentes especializada y
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pertinente a las condiciones rurales. Así, alrededor de 1918 surge más bien como
una educación regional y posteriormente como una extensión de la formación
normalista, en vez de una educación formal para maestros que cubriera las
necesidades de estas zonas.
En 1921 surge la iniciativa de crear escuelas normales regionales, por parte del
profesor Jesús Romero Flores, con el apoyo del gobierno de Michoacán y la
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo; así se creó la Escuela de
Tacámbaro el 7 de enero de 1921., sin embargo dicho proyecto no se consolidó
por falta de recursos (Civera, 2008).
Para 1922 Isidro Castillo, retomó el proyecto de Tacámbaro tras egresar de sus
estudios de normal y con el respaldo de José Guadalupe Nájera, y el 22 de mayo
de 1922 Tacámbaro abrió sus puertas bajo la dirección de Leobardo Parra y
Marquina. Así, inició la primera normal rural sin embargo sin un plan preciso a
seguir, por lo cual las acciones se fueron llevando según las circunstancias. La
sede fue inicialmente en la casa de verano de Ignacio Chávez, donde asistieron
inicialmente 25 estudiantes. El primer semestre consistió en clases, pero
posteriormente comenzaron a realizar prácticas agrícolas. En 1925 la normal se
separó de la SEP, pero lo Universidad Michoacana lo apoyó hasta finales de 1927.
Posteriormente se reincorporó a la Secretaria peor a manera de internado y
cambió de Tacámbaro a Eronganícuaro, cambios 3 veces más de lugar hasta la
ciudad de Huetamo que es donde se encuentra actualmente ; cambios debidos a
las condiciones desfavorables existentes hacia las escuelas de gobierno a causa
de la guerra cristera (Civera, 2008).
A pesar de que Tacámbaro no fue la primera escuela normal rural que se fundó sí
fue la primera que tuvo éxito y que prevaleció, aunque múltiples escuelas se
fueron consolidando poco a poco ero a manera de experimento, cuyo objetivo fue
“preparar maestros para las comunidades rurales y centros indígenas” y
“incorporar el progreso general del país los núcleos de población rural de las
zonas donde se establecieran las escuelas”,, pero dejando de lado la forma en
que estas debían de organizarse, así se trabajó con diferentes planes de estudios
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directores quienes los elaboraban, otorgando así los grados según la preparación
que tuvieran, esto justificado, supuestamente, por las circunstancias educativas y
la necesidad de que los profesores comenzaran a trabajar en el Magisterio cuanto
antes. De esta forma, las normales rurales surgieron como respuesta a las
necesidades de formar maestros rurales en el estricto sentido de la palabra, por lo
que adquirieron un carácter experimental completamente, estableciéndose así
los primeros plantes por vía del ensayo (Civera, 2008).
Los programas de estudio eran elaborados en las propias escuelas y sólo hasta
1927 la SEP emitió un reglamento de carácter nacional sin trastocar del todo la
autonomía académica ni el autogobierno democrático en el que participaban los
estudiantes, y desde luego sin resolver la carencia de recursos económicos.
Durante los 30 las Normales Rurales sufrieron cambios importantes. Primero, se
consolidaron y normaron los mecanismos de autogobierno y se impusieron nuevos
requisitos de ingreso a los aspirantes. Entre ellos llaman la atención dos: se pedía
un certificado de pobreza y otro de “pureza” ideológica. Estos se sumaban a los
certificados de primaria superior, buena salud y conducta, entre otros. Para el
egreso, además de haber aprobado todos los cursos de forma satisfactoria y de
presentar un examen profesional, se debía realizar un informe de actividades de
organización social avalado por autoridades o líderes sociales. De esta forma,
desde las propias estructuras gubernamentales se alentó la práctica de formar
líderes sociales en las aulas normalistas.
La política educativa cardenista surge del Plan Sexenal de 1934 propuesto por el
Partido Nacional Revolucionario. En ella se planteaba una educación socialista,
nomenclatura que el presidente Plutarco Elías Calles había contemplado solo en
parte, como catalizadora del proceso que limitara la acción clerical en las
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vez más, los jóvenes normalistas rurales fueron vistos como enemigos. El cierre
de escuelas Normales Rurales en ese periodo todavía se recuerda, en el seno del
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Otra reforma realizada fue la de 1992 conocida como El Acuerdo Nacional Para la
Modernización de la Educación, así como la Ley General de Educación de 1993.
El Presidente Carlos Salinas de Gortari realizó estos cambios estructurales en
materia de educación, siendo el Acuerdo Nacional dirigido específicamente a la
educación básica, la cual centro la formación de los normalistas en este campo,
aunque se tenga una amplia gama de temáticas a las que puedan dedicarse los
docentes (educación preescolar, secundaria, media-superior, superior,
intercultural, etc.). Además, a fin de corregir el centralismo y burocratismo del
sistema educativo, con fundamento en lo dispuesto por la Constitución General de
la República y por la Ley Federal de Educación, el Gobierno Federal y los
gobiernos de las entidades federativas de la República celebran en esta misma
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En los años recientes (Plan Nacional de Desarrollo de 2013, así como la Reforma
Educativa del mismo año) se implementaron una serie de políticas que pretendían
acercar a las Normales al resto de las instituciones de educación superior, ante la
insistencia del Estado de homogeneizar la formación de docentes (y ahora su
evaluación mediante exámenes estandarizados).
Otro punto a tomar en cuenta cuando hablamos de las ENR son los datos duros,
los cuales nos dicen que existen 464 Escuelas Normales en México, siendo los
estados de México, Guanajuato y Puebla los que cuentan con una mayor cantidad
de escuelas normales. Del total de escuelas del país existen 18 son Escuelas
Normales Rurales, donde sólo 17 Estados cuentan con educación normal de este
tipo (SIBEN, 2013). Cabe mencionar que estos estados han sido marcados por
condiciones de pobreza inmensa, así como de inseguridad, perteneciendo a la
larga lista de invisibilizados del Estado.
las Escuelas Normales Públicas fue de 11 millones 244 mil pesos, para 2013 los
recursos para el mismo rubro alcanzó apenas 6 millones 348 mil 676 pesos. Para
las 262 normales, con 128 mil 600 estudiantes, el presupuesto de 2014 fue de 364
millones de pesos, es decir, 2 mil 830 pesos por alumno. Es importante
mencionar, que las ENR se manejan hoy en día como instituciones educativas tipo
internado, en las que se ha de velar por la completa manutención de los futuros
docentes que a ellas asisten.
Como podemos observar la distribución de los recursos, así como la forma en que
se ignora a todo un sector poblacional (el rural) es un fenómeno evidentemente
inequitativo, que no prima los derechos de las personas sobre los interese
particulares de la minoría empresarial, que no solo ha monopolizado los
comercios, sino que ha incidido en la propia formación y deformación de la
Nación.
Conclusiones.
Referencias.
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