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En Quillagüa, a 15 de Julio, 2007

Sr. Wilson Reyes


Director Nacional
Corporación Nacional de Desarrollo Indígena
Presente

Estimado Sr. Reyes

En nombre propio y de la Comunidad Aymara de Quillagüa que represento, de


conformidad a lo dispuesto en los artículos 62, 63, 64 y 3° transitorio de la Ley Indígena
N° 19.253 de 1993, vengo en solicitar la implementación urgente de nuestros derechos
constitucionales a la propiedad individual, comunitaria y patrimonial sobre las tierras y
aguas que ocupamos tradicionalmente desde la antigüedad. Nos urge formular y
registrar formalmente nuestra demanda territorial por las siguientes razones:
1) El informe final del catastro de nuestro patrones de ocupación que contrató la
CONADI con Del Pino Consultores no ha sido entregado todavía, y ya
expresamos nuestra preocupación de que falta mucho para completarlo.
2) Hay presiones crecientes sobre nuestras tierras y aguas cordilleranas de
Chitigua, Quehuita, Choja, Tana, Sama, Capuna, Ramuncho, Tilpa, Pampas
Pitauser y Puno, y muchas otras, propiedades que necesitamos proteger
mediante el correspondiente catastro y registro. Lo mismo corre para la Pampa
del Tamarugal o del Algarrobal que intermedia entre dicha Cordillera del Medio
y el Valle de nuestro Pueblo, que fue aprovechada muchos años por nuestro
padres y abuelos. También queremos regularizar la Quebrada Amarga que
descarga el Salar de Llamara en el bajo Loa y los puquios que alimentan de
forma subterránea nuestra cuenca -declarada agotada. Deseamos también poder
desarrollar, a mediano plazo, un parque arqueológico que pueda servir para
proteger nuestros recursos y darnos un medio para permanecer en nuestro
pueblo. Muchos de nuestros recursos están hoy siendo explotados en forma
ilegal y sin nuestro consentimiento. Aunque podemos demostrar
documentalmente nuestra posesión desde tiempos prehispánico, no hemos
podido hacerla respetar, por carecer de los títulos escritos e inscritos que puedan
darnos seguridad jurídica como propietarios ante terceros. Por lo mismo, muchas
empresas están explotando aguas subterráneas sin nuestro consentimiento,
poniendo en peligro los escasos medios de subsistencia local que nos quedan, y
secando nuestros algarrobos varias veces centenarios.
3) El Ministerio de Bienes Nacionales ha sido reticente a la hora de extender los
títulos escritos que amparen plenamente nuestro derecho de propiedad conforme
lo exige la ley. Algunos funcionarios se han preocupado por las dimensiones del
terreno a titular. Y me han preguntado ¿para qué quieren tanta tierra? La verdad
es que nosotros debemos proteger la totalidad de nuestro hábitat, que se
encuentra hoy muy expuesto a la explotación irracional de sus recursos hídricos.
Nosotros sabemos que hay agua que corre por debajo de la Pampa, que según el
tipo de planta que crece, si soronal o chépica, sabemos si el agua es dulce o
salada, potable o no. Hoty es el ministerio de Bines Nacionales quien otorga los
permisos de exploración y pensamos que no lo hace con el criterio y cuidado
con que notros lo haríamos en tanto dueños trardiconales de la guas y tierras.
Nuestra idea es consolidar nuestra propiedad comunitaria para poder cuidar y
explotar sustentablemente nuestros recursos, con las medidas de protección que
otorga la ley. Estamos hoy a l borde la extinción como pueblo: solo un
reconocimiento y protección formal de los medios indispensables a nuestra
subsistencia, podrá darnos la fuerza para seguir adelante.
4) Habiéndole planteado a la Presidente Bachelet el problema que teníamos con el
Ministerio de Bienes Nacionales, que autoriza proyectos de inversión sobre
nuestro hábitat sin consultarnos. Nosotros no queremos dser parte del desarrollo,
y no que nos sigan apartando. La manera más eficaz,e s reconociendo nuestra
propiedad plenamente e implementar la ley y los tratados. Desgraciadamente,
del ministerio de Bienes Nacionales nos presionan para priorizar, dentro del
paño que ya sido identificado, la presidenta dijo que el Estado no debía ser
obstáculo para nadie. No queremos sentir que el ministerio de Bienes Nacionales
pone obstáculos en reconocernos. Consultores, científicos y profesionales han
demostrado la legitimidad de nuestro reclamo territorial. Aquí no se trata de
recibir unas hectáreas más o menos. Tampoco se trata de fragmentar nuestro
espacio, lo que atentaría contra nuestro derechos humanos como pueblos
indígenas.
5) Tierras y aguas nos pertenecen por derecho propio, con títulos o sin títulos
escritos, pero mientras no inscribamos nuestro expediente, no nos cubrirá la
medida de protección que la comisión técnica regional de tierras indígenas de
Antofagasta, acordó en su reunión del 18 de junio del 2002. Dicho cuerpo
técnico reconoció el deber de protección estatal y el derecho conjunto de otorgar
nuestro consentimiento previo libre e informado a cualquier proyecto que pueda
afectar nuestra propiedad ancestral. Exigió que ‘todos los expedientes de aguas
y otros que recaigan sobre la demanda priorizada por las comunidades
indígenas no procederán a trámite en esta secretaría de estado ya que las
comunidades indígenas de la segunda región han presentado expedientes de
transferencia o concesión referentes a su demanda priorizada. Salvo
pronunciamiento de las comunidades a favor del trámite por medio de
acuerdos’. El acuerdo agrega que: ‘Todos los expedientes de solicitudes y otros
que recaigan solo sobre la demanda de territorios ancestrales deberán
presentar acuerdo marcos celebrados entre la entidad solicitante y la
comunidad indígena afectada antes que podamos proceder con el trámite
específico’.
6) Que la Presidenta haga cumplir al Ministerio de Bienes Nacionales el fondo de
las recomendaciones emanadas del Comité de Derechos Humanos de la ONU,
obligatorias para Chile. El Comité examinó el Quinto Informe Periódico de Chile
sobre su cumplimiento del pacto internacional de derechos civiles y políticos
(CCPR/C/CHL/5) en sus sesiones 2429ª y 2430ª (CCPR/C/SR.2429 y 2430),
celebradas el 14 y 15 de marzo de 2007, y aprobó, en su sesión 2445.ª
(CCPR/C/SR.2445), celebrada el 26 de marzo de 2007, las siguientes
observaciones al mismo, directamente atingentes a nuestro caso:

“Aunque observa la intención expresada por el Estado parte, de dar un


reconocimiento constitucional a los pueblos indígenas, el Comité manifiesta su
preocupación ante las varias y concordantes informaciones recibidas en el
sentido de que algunas de las reivindicaciones de los pueblos indígenas,
principalmente del pueblo Mapuche, no han sido atendidas y ante la lentitud de
la demarcación de las tierras indígenas, lo que ha provocado tensiones
sociales. El Comité lamenta la información de que las “tierras antiguas”
continúan el peligro debido a la expansión forestal y megaproyectos de
infraestructura y energía” (Vulnerando los artículos 1 y 27 del Pacto)”

El Comité observó que Chile debería:

a) Realizar todos los esfuerzos posibles para que sus negociaciones con
las comunidades indígenas lleve efectivamente a encontrar una
solución que respete los derechos sobre las tierras de estas
comunidades de conformidad con los artículos 1 (párrafo 2) y 27 del
Pacto. El Estado parte debería agilizar los trámites con el fin de que
queden reconocidas tales tierras ancestrales.
b) Modificar la ley 19.253, ajustándola al artículo 27 del Pacto y revisar la
legislación sectorial cuyo contenido pueda entrar en contradicción
con los derechos enunciados en el Pacto.
c) Consultar con las comunidades indígenas antes de conceder licencias
para la explotación económica de las tierras objeto de controversia y
garantizar que en ningún caso la explotación de que se trate atente
contra los derechos reconocidos en el Pacto.

7) Aunque no tengamos un expediente propiamente iniciado ante el Ministerio de


Bienes Nacionales, aclaro desde ya que Quillagüa no aceptará un cambio de
política de saneamiento que se traduzca en concesiones de 25 años sobre nuestra
tierras, como nos lo han ofrecido algunos funcionartios de dicha secretaría de
Estado. Semejante política de entregar concesiones sobre las mismas tierras que
reclamamos como dueños atentaría gravemente contra nuestros derechos
humanos fundamentales. Por el contrario, esperamos que de conformidad a los
Arts. 1°, 63, 64 y 3° Transitorio de la Ley Indígena, la CONADI salvaguarde y
regularice nuestra propiedad, mediante títulos escritos que podamos oponer a
terceros. El trámite es sencillo, pero requerimos de estudios antropológicos,
históricos y topográficos más acabados.

8) Con mayor fuerza vinculante que el Convenio 169 de la OIT -mientras éste no
sea ratificado por Chile-, la Declaración Internacional de los Derechos de los
Pueblos Indígenas aprobada el año pasado por el Comité de Derechos Humanos
de Naciones Unidas, y este año por la Asamblea General de la ONU (con voto
favorable de la Presidenta Bachelet), reconoce explícitamente, tanto nuestro
derecho de propiedad sobre las tierras, territorios y recursos que ocupamos
tradicionalmente (u obtenidas de cualquier otra forma), como el derecho a
poseerlos, utilizarlos, desarrollarlos y controlarlos. Como hemos señalado, sobre
la base del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (del cual Chile es
signatario), en marzó recién pasado, el mismo Comité de Derechos Humanos
recomendó al Estado de Chile no seguir otorgando licencias de explotación
económica sobre nuestros territorios, en contra de nuestro derechos civiles y
políticos, o sin nuestro consentimiento. Respetando a los Derechos Humanos, en
principio bastaría nuestra posesión basada en la costumbre para obtener el
reconocimiento oficial de nuestra propiedad por parte del Estado chileno. En
consecuencia, no solo nos ampara el derecho contra una interferencia no
consentida por parte del Estado en nuestras tierras y recursos, sino que también
el derecho afirmativo a gozar de la efectiva protección y ‘salvaguarda’ estatal en
caso de una interferencia similar por particulares. Apelamos a estos derechos: la
Presidenta Bachelet votó a favor de su aprobación en su calidad de Jefe de
Estado.
La ley dice que ‘se deberá proteger especialmente las aguas de las
comunidades Aimaras y Atacameñas. Serán considerados bienes de
propiedad y uso de la Comunidad Indígena establecida por esta ley, las
aguas que se encuentren en los terrenos de la comunidad, tales como los
ríos, canales, acequias y vertientes, sin perjuicio de los derechos que terceros
hayan inscrito de conformidad al Código General de Aguas’. La norma añade
que ‘no se otorgarán nuevos derechos de aguas sobre lagos, charcos,
vertientes, ríos y otros acuíferos que surten a las aguas de propiedad de
varias Comunidades Indígenas establecidas por esta ley sin garantizar, en
forma previa, el normal abastecimiento de agua a las comunidades
afectadas.’(Art. 64)

En la zona del proyecto, existen “acuíferos que alimentan vegas y bofedales”


cuya propiedad ancestral nos está explicitamente “salvaguardada” por la Ley
Indígena y que han sido identificados. Al contrario de lo que afirma el EIA, las
vegas y bofedales SON recursos (tierras, aguas, vegas) especialmente
protegidos por la ley, “por exigirlo el interés nacional”. (Arts. 63, 12 y 13 de la
Ley 19.253).

En conformidad con lo planteado, la Comisión Interamericana de Derechos


Humanos sostiene que deben aplicarse los siguientes principios legales
internacionales a nuestro caso:
a) El derecho al reconocimiento legal de nuestras variadas formas y
modalidades específicas de control, dominio, uso y goce de territorios y
propiedades;
b) El reconocimiento de nuestros derechos de dominio y propietarios
respecto de las tierras, territorios y recursos que hemos ocupado, y
c) donde nuestros derechos de propiedad y uso hayan surgido con
anterioridad a la instauración de la soberanía de un Estado (como en nuestro
caso), el reconocimiento de ese Estado de la propiedad del título permanente
e inalienable indígena, debe ser realizado de modo tal, que cualquier cambio
en el título solo puede ser efectuado por consentimiento mutuo, debiendo
nosotros tener pleno conocimiento y apreciación de la naturaleza y atributos
de tal propiedad modificada.

Resumiendo: El Ministerio de Bienes Nacionales debe evitar formas más sutiles de


discriminación respecto a Quillagua tales como realizar, a) catastros territoriales no-
participativos; b) división y fragmentación de tierras comunitarias y patrimoniales; c)
demoras en la demarcación; d) restricciones de uso de la propiedad no consentidas; e)
titulaciones con grados menores de resguardo a los acordados o legislados inicialmente
(concesiones, traspasos condicionados a proyectos productivos); f) otorgamiento de
derechos territoriales a terceros en desmedro de tierras indígenas pendientes de
adjudicación; g) mantención de conflictos de límites entre individuos y entre
corporaciones indígenas, y de unos con otros, lo que configura una situación de
precariedad que redunda en una falta de cohesión social que perjudica gravemente los
derechos indígenas
Recordando lo planteado por la Presidenta Bachelet en su discurso a la nación del 21 de
Mayo de 2007, en el sentido de reconocer el deber del Estado de proteger nuestras
tierras y aguas, y atendido el voto de apoyo que dio a la declaración internacional de
derechos de los pueblos indígenas en la Asamblea General de la ONU, y por todo lo
planteado anteriormente, solicitamos, como eficaz medida de protección a nuestro
patrimonio material e inmaterial (especialmente nuestra tierras y aguas), que se dote a
Quillagua de los recursos necesarios para que obtener que el ministerio de Bienes
Nacionales otorgue íntegramente los títulos escritos sobre nuestros territorios
ancestrales, todo de conformidad a la ley, los tratados internacionales y los Derechos
Humanos reconocidos universalmente.

No podemos esperar más. Tras el terremoto, los quillaguinos nos hemos desesperado
más de lo que ya estábamos, porque sumamos desgracias, no tranquilidad y prosperidad.
El reconocimiento íntegro y formal de nuestro título ancestral se hace cada vez más
imperativo y urgente. EN NADA PERJUDICA ESTO AL FISCO, porque las tierras
valen más como indígenas que como fiscales; valen más con dueño, que sin. No
entendemos porque se nos dice que debemos primero priorizar y luego recibir por partes
algunos pedazos de nuestro suelo. Nada faculta al fisco para proceder de este modo. Las
tierras ya han sido identificadas. El trabajo topográfico y la demarcación en terreno no
son tan costosos como se nos ha dicho, para justificar la demora en la entrega de
nuestros títulos. De hecho, la CONADI ha identificado claramente las dimensiones de
nuestra propiedad ancestral. Pensamos que el Estado no tiene razones para obstaculizar
u oponerse a nuestra solicitud.

Si las tiene, le pedimos ahora a las autoridades pertinentes, sea del Ministerio de Bienes
Nacionales u otra, que las fundamente por escrito, a efectos de poder nosotros luego
adoptar las medidas pertinentes.

Agradeciendo desde ya su respuesta favorable, quedo a su disposición cordialmente

Victor Palape
Presidente
Comunidad Aymara de Quillagua.

cc.
- Sra. Ministra de Bienes Nacionales.
- Subdirección Norte de la CONADI
- SEREMI de Bienes Nacionales de la Región de Antofagasta,
- SEREMI de Bienes Nacionales de la Región de Iquique,
- Oscar Acuña, Consejo de Monumentos Nacionales.

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