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a) Realizar todos los esfuerzos posibles para que sus negociaciones con
las comunidades indígenas lleve efectivamente a encontrar una
solución que respete los derechos sobre las tierras de estas
comunidades de conformidad con los artículos 1 (párrafo 2) y 27 del
Pacto. El Estado parte debería agilizar los trámites con el fin de que
queden reconocidas tales tierras ancestrales.
b) Modificar la ley 19.253, ajustándola al artículo 27 del Pacto y revisar la
legislación sectorial cuyo contenido pueda entrar en contradicción
con los derechos enunciados en el Pacto.
c) Consultar con las comunidades indígenas antes de conceder licencias
para la explotación económica de las tierras objeto de controversia y
garantizar que en ningún caso la explotación de que se trate atente
contra los derechos reconocidos en el Pacto.
8) Con mayor fuerza vinculante que el Convenio 169 de la OIT -mientras éste no
sea ratificado por Chile-, la Declaración Internacional de los Derechos de los
Pueblos Indígenas aprobada el año pasado por el Comité de Derechos Humanos
de Naciones Unidas, y este año por la Asamblea General de la ONU (con voto
favorable de la Presidenta Bachelet), reconoce explícitamente, tanto nuestro
derecho de propiedad sobre las tierras, territorios y recursos que ocupamos
tradicionalmente (u obtenidas de cualquier otra forma), como el derecho a
poseerlos, utilizarlos, desarrollarlos y controlarlos. Como hemos señalado, sobre
la base del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (del cual Chile es
signatario), en marzó recién pasado, el mismo Comité de Derechos Humanos
recomendó al Estado de Chile no seguir otorgando licencias de explotación
económica sobre nuestros territorios, en contra de nuestro derechos civiles y
políticos, o sin nuestro consentimiento. Respetando a los Derechos Humanos, en
principio bastaría nuestra posesión basada en la costumbre para obtener el
reconocimiento oficial de nuestra propiedad por parte del Estado chileno. En
consecuencia, no solo nos ampara el derecho contra una interferencia no
consentida por parte del Estado en nuestras tierras y recursos, sino que también
el derecho afirmativo a gozar de la efectiva protección y ‘salvaguarda’ estatal en
caso de una interferencia similar por particulares. Apelamos a estos derechos: la
Presidenta Bachelet votó a favor de su aprobación en su calidad de Jefe de
Estado.
La ley dice que ‘se deberá proteger especialmente las aguas de las
comunidades Aimaras y Atacameñas. Serán considerados bienes de
propiedad y uso de la Comunidad Indígena establecida por esta ley, las
aguas que se encuentren en los terrenos de la comunidad, tales como los
ríos, canales, acequias y vertientes, sin perjuicio de los derechos que terceros
hayan inscrito de conformidad al Código General de Aguas’. La norma añade
que ‘no se otorgarán nuevos derechos de aguas sobre lagos, charcos,
vertientes, ríos y otros acuíferos que surten a las aguas de propiedad de
varias Comunidades Indígenas establecidas por esta ley sin garantizar, en
forma previa, el normal abastecimiento de agua a las comunidades
afectadas.’(Art. 64)
No podemos esperar más. Tras el terremoto, los quillaguinos nos hemos desesperado
más de lo que ya estábamos, porque sumamos desgracias, no tranquilidad y prosperidad.
El reconocimiento íntegro y formal de nuestro título ancestral se hace cada vez más
imperativo y urgente. EN NADA PERJUDICA ESTO AL FISCO, porque las tierras
valen más como indígenas que como fiscales; valen más con dueño, que sin. No
entendemos porque se nos dice que debemos primero priorizar y luego recibir por partes
algunos pedazos de nuestro suelo. Nada faculta al fisco para proceder de este modo. Las
tierras ya han sido identificadas. El trabajo topográfico y la demarcación en terreno no
son tan costosos como se nos ha dicho, para justificar la demora en la entrega de
nuestros títulos. De hecho, la CONADI ha identificado claramente las dimensiones de
nuestra propiedad ancestral. Pensamos que el Estado no tiene razones para obstaculizar
u oponerse a nuestra solicitud.
Si las tiene, le pedimos ahora a las autoridades pertinentes, sea del Ministerio de Bienes
Nacionales u otra, que las fundamente por escrito, a efectos de poder nosotros luego
adoptar las medidas pertinentes.
Victor Palape
Presidente
Comunidad Aymara de Quillagua.
cc.
- Sra. Ministra de Bienes Nacionales.
- Subdirección Norte de la CONADI
- SEREMI de Bienes Nacionales de la Región de Antofagasta,
- SEREMI de Bienes Nacionales de la Región de Iquique,
- Oscar Acuña, Consejo de Monumentos Nacionales.