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A San Francisco
Limache
Texto 1
VI LAS METAMORFOSIS en El reino de este mundo, Alejo Carpentier
Durante varias semanas, los soldados de la guarnición del Cabo y las patrullas formadas por colonos, contadores y
mayorales, registraron la comarca, arboleda por arboleda, barranca por barranca, junquera por junquera, sin hallar el
rastro de Mackandal. El veneno, por otra parte, sabida su procedencia, había detenido la ofensiva, volviendo a las
tinajas que el manco debía de haber enterrado en alguna parte, haciéndose espuma en la gran noche de la tierra, que
noche de tierra era ya para tantas vidas. Los perros de los hombres volvían del monte al atardecer, sudando el
cansancio y el despecho por todos los poros. Ahora que la muerte había recobrado su ritmo normal, en un tiempo que
sólo aceleraban ciertas destemplanzas de enero, o ciertas fiebres peculiares, levantadas por las lluvias, los colonos se
daban al aguardiente y al juego, maleados por una forzada convivencia con la soldadesca.
Entre canciones obscenas y tramposas martingalas, sobándose de paso los senos de las negras que traían vasos
limpios, se evocaban las hazañas de abuelos que habían tomado parte en el saqueo de Cartagena de Indias o habían
hundido las manos en el tesoro de la corona española cuando Piet Hein, pata de palo, lograra en aguas cubanas la
fabulosa hazaña soñada por los corsarios durante cerca de dos siglos. Sobre mesas manchadas de vinazo, en el ir y
venir de los tiros de dados se proponían brindis a l’Esnambuc, a Bertrand d'Ogeron, a Du Rausset y a los hombres de
pelo en pecho que habían creado la colonia por su cuenta y riesgo, haciendo la ley a bragas, sin dejarse intimidar nunca
por edictos impresos en París ni por las blandas reconvenciones del Código Negro. Dormidos bajo los escabeles, los
perros descansaban de las carlancas.
Llevadas ahora con gran pereza, con siestas y meriendas a la sombra de los árboles, las batidas contra Mackandal se
espaciaban. Varios meses habían transcurrido sin que se supiera nada del manco. Algunos creían que hubiera
refugiado al centro del país, en las alturas nubladas de la Gran Meseta, allá donde los negros bailaban fandangos
de castañuelas. Otros afirmaban que el houngán, llevado en una goleta, estaba operando en la región de Jacmel, donde
muchos hombres que habían muerto trabajaban la tierra, mientras no tuvieran oportunidad de probar la sal.
Sin embargo, los esclavos se mostraban de un desafiante buen humor. Nunca habían golpeado sus tambores con más
ímpetu los encargados de ritmar el apisonamiento del maíz o el corte de las cañas. De noche, en sus barracas y
viviendas, los negros se comunicaban, con gran regocijo, las más raras noticias: una iguana verde se había calentado el
lomo en el techo del secadero de tabaco; alguien había visto volar, a medio día, una mariposa nocturna; un perro
grande, de erizada pelambre, había atravesado la casa, a todo correr, llevándose un pernil de venado; un alcatraz había
largado los piojos —tan lejos del mar— al sacudir sus alas sobre el emparrado del traspatio.
Todos sabían que la iguana verde, la mariposa nocturna, el perro desconocido, el alcatraz inverosímil, no eran sino
simples disfraces. Dotado del poder de transformarse en animal de pezuña, en ave, pez o insecto, Mackandal visitaba
continuamente las haciendas de la Llanura para vigilar a sus fieles y saber si todavía confiaban en su regreso. De
metamorfosis en metamorfosis, el manco estaba en todas partes, habiendo recobrado su integridad corpórea al vestir
trajes de animales. Con alas un día, con agallas al otro, galopando o reptando, se había adueñado del curso de los ríos
subterráneos, de las cavernas de la costa, de las copas de los árboles, y reinaba ya sobre la isla entera. Ahora, sus
poderes eran ilimitados. Lo mismo podía cubrir una yegua que descansar en el frescor de un aljibe, posarse en las
ramas ligeras de un aromo o colarse por el ojo de una cerradura. Los perros no le ladraban; mudaba de sombra según
le conviniera. Por obra suya, una negra parió un niño con cara de jabalí.
De noche solía aparecerse en los caminos bajo el pelo de un chivo negro con ascuas en los cuernos. Un día daría la
señal del gran levantamiento, y los Señores de Allá, encabezados por Damballah, por el Amo de los Caminos y por
Ogun de los Hierros, traerían el rayo y el trueno, para desencadenar el ciclón que completaría la obra de los hombres.
En esa gran hora —decía Ti Noel— la sangre de los blancos correría hasta los arroyos, donde los Loas, ebrios de júbilo,
la beberían de bruces, hasta llenarse los pulmones.
Cuatro años duró la ansiosa espera, sin que los oídos bien abiertos desesperaran de escuchar, en cualquier momento,
la voz de los grandes caracoles que debían de sonar en la montaña para anunciar a todos que Mackandal había cerrado
el ciclo de sus metamorfosis, volviendo a asentarse, nervudo y duro, con testículos como piedras, sobre
sus piernas de hombre.
3. Vocabulario contextual sobre el texto: “VI LAS METAMORFOSIS en El reino de este mundo”, Alejo Carpentier
Obscenas Fabulosa
a. sexuales a. temerosa
b. sórdidas b. ficticia
c. viciosas c. gran
d. sucias d. honrada
e. rezongonas e. imbécil
Meriendas Ímpetu
a. ensaladas a. valor
b. entradas b. desgano
c. menúes c. ansias
d. comidas d. ganas
e. venenos e. esmero
Disfraces Ansiosa
a. vestidos a. triste
b. formas b. alegre
c. máscaras c. anhelada
d. maneras d. inextricable
e. caretas e. inexpugnable
Texto 2
La niña que inspiró Alicia en el país de las maravillas.
Era el 4 de julio de 1862. Un bello día de verano, Charles Dodgson, un joven promesa matemático, abordó un bote
desde la ciudad de Oxford junto con un pequeño grupo de personas hacia el pueblo cercano de Godstow para tomar el
té a la orilla del río.
Dodgson, mejor conocido como Lewis Carroll, iba acompañado de su amigo el Reverendo Robinson Ducksworth y las
tres pequeñas hijas de su buen amigo Harry Liddell, Edith (8 años), Alicia (10 años) y Lorina (13 años).
El manuscrito también llegó a las manos de George MacDonald quien no desperdició la oportunidad y le leyó la
historia a sus hijos. Les encantó. Entusiasmado por la gran oportunidad que se vislumbraba ante sus ojos, revisó la
historia para su publicación, la cambió el nombre por el de Alicia en el País de las Maravillas y agregó la famosa escena
de la fiesta del té del Sombrerero y el personaje del Gato de Cheshire. El resultado fue un manuscrito del doble del
tamaño que Dodgeson le había enviado.
Para 1865, John Tenniel ilustró la historia y ésta vio la luz por primera vez. Sin embargo, el personaje de Alicia no fue
inspirado en la niña de 10 años que cautivó a Dodgeson sino que éste le envió a Tenniel una fotografía de Mary Hilton
Badcok para que se inspirará en ella, aunque si lo hizo o no, aún está en disputa.
Texto3
¡Dios vehemente de una raza de acero, automóvil ebrio de espacio, que piafas de angustia, con el freno en los dientes
estridentes! ¡Oh formidable monstruo japonés de ojos de fragua, nutrido de llamas y aceites minerales, hambriento de
horizontes y presas siderales, tu corazón se expande en su taf-taf diabólico y tus recios neumáticos se hinchen para las
danzas que bailen por las blancas carreteras del mundo. (Marinetti)
1. ¿Con qué vanguardia podemos asociar el texto en cuestión? Justifique mencionando aquellas pistas verbales que le
permitieron hacerlo.
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2. ¿Cuál es el tema central?
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Texto 4
“Habrá”
De dónde llega ese ruido de fuente
Sin embargo la llave no se quedó en la puerta
Qué hacer para desplazar estas enormes piedras
Ese día temblaré por perder un rastro
En uno de los enredados barrios de Lyon
Fue una bocanada de menta cuando iba a cumplir veinte años
Ante mí la senda hipnótica con una mujer sombríamente dichosa
Por otra parte los hábitos van a cambiar mucho
La gran prohibición será levantada
Una libélula correrán para oírme en 1950
En esta encrucijada
El vértigo es lo más hermoso que he conocido
Y cada 25 de mayo al terminar la tarde el viejo Delescluze
Con augusta máscara desciende hacia el Château-d'Eau
Se diría que barajan unas cartas de espejos entre la sombra. Los estados generales (Breton)
1. ¿Con qué vanguardia podemos asociar el texto en cuestión? Justifique mencionando aquellas pistas verbales que le
permitieron hacerlo.
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2. ¿Cuál es el tema central?
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Texto 5
Caligrama del vestido
El vestido rojo de la doctora Ina irradiaba destellos
de alegría y elegancia.
Era largo, desmangado y a su cuerpo quedaba ajustado.
Entró en un salón sonrojada de la emoción, oh pobre
doctora, pues por atrás se veía su calzón. La veo
caminando por cada calle y callejón, con su vestido rojo y sus zapatos
de tacón. Pisa fuerte en el asfalto, con el poder
del corazón, olvidando en cada paso
la vergüenza del calzón…poema para
niños, adolescentes y quienes quieran reír.
II. Conectores: complete con las alternativas que corresponda los siguientes enunciados.
1. ____________de las precipitaciones, las capas de tierra de los cerros cedieron ________ la presión del agua _________
el aluvión se desató.
2. Siempre lo quise, ____________ me hacía sentir rara, ___________ pasó el tiempo y me di cuenta que no era tanto
amor, ____________ dependencia.
III. Plan de redacción: ordene los párrafos según las alternativas que se ofrecen
a. 1-2-3-4-5
b. 5-4-3-2-1
c. 3-1-2-4-5
d. 5-3-1-2-4
e. 4-3-1-2-5
Vanguardias europeas
1. Vanguardias, vocablo del francés avant garde
2. Cubismo, futurismo, dadaísmo, surrealismo, creacionismo y ultraísmo
3. Rabia, enojo, frustración y sentimientos revueltos
4. Guerras mundiales
5. Tristan Tzara, uno de los destacados del grupo de Zúrich
a. 1-5-2-3-4
b. 2-3-1-5-4
c. 1-4-3-2-5
d. 1-3-4-2-5
e. 1-2-3-5-4