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DE COMUNICACIÓN
Área: Comunicación
Competencia comunicativa
Producción de textos
Luego plantea las siguientes interrogantes: ¿Qué tipo de textos hemos narrado? ¿Conocen
otro texto similar al que hemos narrado? ¿Alguna vez han escrito un texto narrativo?
Por ejemplo: Aparece el presente texto, en el cual debe realizar una lectura.
Una vez leído el texto, se solicita a los estudiantes que elaboren un organizador visual
utilizando el Xmind de la laptop educativa, siguiendo los siguientes pasos:
1. Activar el Xmind:
5. Seleccionar el
formato IMAGEN
6. Seleccionar
FINALIZAR
A través del método expositivo y haciendo uso del proyector multimedia, los estudiantes
exponen sus producciones.
Produciendo
Se agrupa a los estudiantes con la técnica del rompecabezas, solicitándoles que redacten
un cuento narrativo, tomando referente al entorno donde viven. Para ello deberán utilizar
el Procesador de textos de la laptop educativa.
Linkografia
http://www.eldiariointernacional.com/spip.php?article2521
El cangrejo ermitaño
Un día, hace ya muchos años, nació en nuestras playas un cangre jito que no tenía caparazón y los
demás seres que habitaban junto a él se burlaban de su aspecto. Las jaibas y otros cangrejos, que
eran más robustos y bravos, le daban fuertes horquetazos en su cuerpo desnudo y le decían: "
¡Quita de aquí pelao! ... ¡Fuera de aquí, cabeza de mate! ... y le hacían miles de mofas.
Pero a quienes más les temía nuestro cangrejito, era a las gaviotas y a las garzas, ya que ellas le
tenían una gran apetencia, porque al verlo sin caparazón les parecía más delicioso. Por esta razó n el
animalito sufría mucho y casi no podía salir a pasear libremente por la playa o jugar con las olas,
como si lo hacían las jaibas, caracoles y demás seres del mar.
Cierto día decidió refundirse en lo más apartado del mar y no conversar con nadie, por l o que los
demás vecinos empezaron a llamarle cangrejo ermitaño; más siempre sentía el deseo de dar una
vuelta por la playa, para lo cual esperaba que ésta estuviera solitaria. Un dia, mientras estaba
correteando alegremente, lo divisó una gaviota. Nuestro cangrejito se vio perdido y corrió sin saber
dónde ocultarse. Felizmente chocó con la concha vacía de un caracol y allí se refugió; el ave no
pudo comérselo. Estuvo largo tiempo oculto en dicho lugar y, una vez que la vio alejarse volando
hasta perderse en el horizonte, hizo el intentó de trasladarse hacia el agua siempre con la concha a
cuestas, por temor a que volviera su enemiga; al principio sus movimientos fueron torpes y lentos,
más poco a poco se fue acostumbrando y decidió que ese escondite le servi ría, a partir de ese día,
de carapacho o casa.
-¡Creo que esta concha de caracol puede protegerme de mis enemigos! -se dijo feliz nuestro
querido cangrejito. Pero pasó el tiempo y su cuerpo creció. La concha le quedaba muy estrecha y se
dijo: - ¡Oh! ¿y ahora qué hago? ... ¡Mi hogar cada día me resulta más estrecho! ... ¡No puedo
moverme! ... -Así estuvo con el problema hasta que se encontró con otra más grande, y decidió
trasladarse hacia ese nuevo hogar, más amplio.
-¡Ahora ya puedo salir a pasear! ¡Creo que estoy algo protegido! -se dijo dignamente el cangrejito.
Más aun así, no se sentía muy seguro, y como ya había aprendido a pensar, dijo: -Si no estoy muy
seguro puedo buscar algo que me proteja aún más, y así como encontré por casualidad esta concha,
también puedo encontrar otra cosa que me sirva para defenderme mejor.
Un buen día, mientras paseaba por unas rocas marinas, se encontró con una anémona que estaba
comiendo unos trozos de pescado:
¿Por qué está usted molesta -preguntó sorprendido nuestro cangrejo-; Si la veo que está usted
almorzando, debería estar más bien alegre.
- Pero usted tiene suerte, señora anémona -replicó el cangrejo, luego de meditar un momento-
Nadie puede hacerle daño, ni las gaviotas ni los peces más grandes, tampoco las jaibas. A mi varias
veces me han ofendido. Existe el temor de chocarse con su veneno.
-Bueno, en eso tiene razón, señor cangrejo... pero lamentablemente, de aquí no puedo moverme.
-Yo en cambio puedo moverme y trasladarme de un lugar a otro, pero ando con temor hacia mis
enemigos. Si yo tuviera sus defensas, ¡otro sería el destino de mi vida! Exclamó co n tristeza el
cangrejo.
-¿Qué tal, mi estimado cangrejo, si con sus tenazas me coloca encima de su casa y me traslada por
diferentes lugares?. De esta manera puedo conseguir mejor mis alimento s y a usted lo defiendo de
sus enemigos. Así nadie se atreverá a molestarlo.
Sin pensarlo dos veces, el cangrejo aceptó la propuesta y acto seguido, levantó a la anémona con
sus fuertes tenazas y la colocó en la parte superior de su concha.
Desde aquel día, estos dos seres -antes infelices- vivieron ayudándose mutuamente. Nuestro
cangrejo jamás tuvo miedo de pasear por los fondos marinos y nuestra anémona jamás tuvo que
sufrir para conseguir sus alimentos.