REALIDAD VENEZONALA A LA LUZ DE LA VERDAD LATINOAMERICANA

-“La desideologización como aporte de la psicología social al desarrollo de la

democracia en Latinoamérica” Ignacio Martin-Baró–

Los países latinoamericanos gozan de riqueza natural y cultural, llenos de alegría,

de gente trabajadora soñando que su país va a ser mejor día a día; uno de estos
países es Venezuela. Un país azotado por la llamada revolución bolivariana, una
ideología del fallecido expresidente Hugo Chávez Frías que lo único que le ha traído
al país es pobreza, hambre, delincuencia y el éxodo masivo de venezolanos hacia
los países vecinos en busca de mejores oportunidades, de alimentos, huyendo del
totalitarismo y absurdez del actual presidente Nicolás Maduro.

“Y Venezuela de Venecia viene, Que tal nombre le dio por excelencia, El

alemán, diciendo le conviene” Juan de Castellanos Elegias, Madrid, 1589

Es así, algo estamos haciendo mal. Podemos examinar el paradigma que hace el
autor con respecto a la problemática teniendo presente una estructura económica
subdesarrollada, dependiente, desigual, injusta y colapsada, que hace que
mientras una élite minoritaria acapare la mayoría de los recursos nacionales, las
grandes mayorías, el pueblo, se encuentren en situaciones de miseria y
marginalidad, niños en estado crítico de desnutrición, mujeres que tienen la
necesidad de vender su cuerpo por comida y como dije antes el éxodo masivo, la
división de familias, el abandono de lo que se ha luchado por mantener.

Este régimen político autoritario el cual no toma la responsabilidad de su país, de

su pueblo, sino que mediante un discurso errado, mayormente ridículo y represivo
acusa a los líderes de estado de los demás países latinoamericanos y a Estados
Unidos como culpables de su actual condición.

Venezuela, un país rico que, por fachadas civiles, formalmente elegidas en

votaciones más o menos representativas conllevan al país a una situación de
miseria, al daño psicológico del pueblo oprimido y a la caída exorbitante de una
economía anteriormente fuerte pero ahora débil, tan débil como las piernas de
cualquier hombre que deja su familia para aventurarse a un mundo desconocido y
sin perdón, juez, por aquellos que no tienen la culpa.