Вы находитесь на странице: 1из 9

CAPITULO 2. ¿UFOs EN PODER DE LOS GOBIERNOS?

Uno de los mayores problemas que los investigadores del fenómeno UFO deben plantearse es el de
la falta de pruebas concretas de la existencia de los OVNIs y de los extraterrestres.

Hasta la fecha la falta de credibilidad que en algunos sectores ha sufrido el investigador UFO es
debida a que basaba todas sus conclusiones en experiencias vividas y relatadas por testigos. Aunque
algunas fotos han venido a apoyar estos testimonios, no se ha contado nunca con pruebas
irrefutables de la existencia de vida en otros planetas y de que sus habitantes hayan podido llegar
hasta la Tierra.

Hace ya algunos años corrió el rumor de que el Gobierno de los EEUU de Norteamérica tenía en su
poder una nave extraterrestre. De ser cierto este rumor, tendríamos ante nosotros la prueba
definitiva de la existencia de estos seres a los que hemos dado en llamar extraterrestres o
alienígenas. Veamos el testimonio aportado por el astronauta Gordon Cooper, uno de los pioneros
de la carrera espacial, que a bordo de una minúscula cápsula espacial llamada Mercurio 7 -la última
del proyecto Mercury- permaneció en órbita alrededor de la Tierra durante 34 horas, probando así
que el hombre podía vivir fuera de la atmósfera por largos períodos de tiempo.

Este respetado pionero de la carrera espacial ha realizado multitud de declaraciones en prensa y


televisión confirmando su creencia en la realidad de los UFO. El fue destinado a principios de los
años 50 a un grupo de jets de combate en Alemania. Allí fue testigo de una formación de objetos
circulares no identificados que pasaban sobre la base aérea prácticamente todos los días. La primera
vez que esto ocurrió fue enviado un grupo de aviones de combate para interceptar e identificar estos
objetos. Cooper era uno de estos hombres y comenta asombrado que cuando consiguieron acercarse
a estos extraños vehículos, los cuales avanzaban a gran velocidad, ellos realizaron un cambio de
dirección de 90º sin el más mínimo esfuerzo.

En días sucesivos ocurrió lo mismo y los jets nunca pudieron acercarse demasiado a estas naves. A
pesar de ello, Cooper, al igual que otros hombres, pudo observar que tenían forma redonda y que al
parecer eran metálicos.

Esta no es la única experiencia que este astronauta americano nos ha contado acerca de naves
extraterrestres. años más tarde fue transferido al Centro de Pruebas de Vuelo de la Base Edwards de
las Fuerzas Aéreas en el desierto de California, cuatro años antes de entrar a formar parte del
programa espacial americano.

Un día Cooper envió un grupo de fotógrafos al lecho de un lago seco cerca de la base. Cuando el
equipo se encontraba realizando su labor, sus miembros observaron un objeto volador de extraño
aspecto sobre el lecho del lago y comenzaron a filmarlo.

Esta nave flotaba por encima de la tierra y lentamente descendió hasta posarse durante unos
minutos. Los numerosos testigos coincidieron en que el tamaño de la nave era lo suficientemente
grande como para transportar a personas completamente normales dentro. Cooper no fue testigo de
este hecho, pero pudo observar las filmaciones tan pronto como estuvieron reveladas. El comentó
también que el objeto tenía una forma circular. También dijo que este tipo de sucesos no era algo
inusual en la Base Edwards, pues habían sido muchos los pilotos que en alguna ocasión y por medio
de la radio comunicaron a la base su encuentro con extraños artilugios voladores.

Cooper después de ver la película la envió a Washington en espera de una pronta respuesta, pero
ésta nunca llegó, así como cualquier referencia a la película.

En una de sus intervenciones en programas de televisión, Gordon Cooper fue preguntado acerca de
la historia que circulaba sobre la supuesta nave que había aterrizado en Centroamérica con sus
ocupantes. La versión que circulaba decía que el Gobierno de los EEUU había conseguido estudiar
a uno de sus tripulantes vivos durante un cierto período de tiempo. Cooper, sin la más leve sonrisa
ante esta pregunta que podría parecer de ciencia ficción contestó: "creo que es perfectamente
creíble". Además añadió que gracias a los contactos que había podido tener con testigos de este
acontecimiento, estaba convencido de que los ocupantes de esta nave probablemente no fueran tan
diferentes a nosotros como se pudiera pensar. De hecho, según afirmó, tenían un aspecto
completamente humanoide, con dos piernas, dos brazos y características faciales normales para
nosotros.

Al ser entrevistado por un periodista del National Enquirer, Cooper confesó que conocía a
miembros de la NASA que habían tenido contacto con criaturas extraterrestres a bordo de una nave
espacial de otro mundo aquí mismo en la Tierra.

Esta declaración fue confirmada por el investigador UFO Robert Barry, quien basándose en la
historia contada por un oficial de la NASA supo que el Gobierno de los EEUU ha tenido varias
ocasiones en las que ha intentado comunicarse con seres de otros mundos que habían sobrevivido a
choques de sus naves con la superficie terrestre. Sin embargo y según las mismas fuentes estos
intentos de comunicación fueron infructuosos por problemas de lenguaje.

Otro investigador del fenómeno UFO que trabaja para el grupo UFO del norte de Ohio mantuvo
contactos con un ingeniero del Centro de Investigación Lewis de la NASA, el cual aseguraba que la
Agencia Espacial Norteamericana tiene al menos un UFO en su posesión y que han podido aprender
mucho acerca de éste y de esos aparatos en general.

No es sin embargo Cooper la primera persona en apuntar que el Gobierno de los EEUU tiene en
poder suyo los restos de una nave extraterrestre estrellada.

El productor de películas Peter Kares, debido a su trabajo, es una persona con grandes contactos en
muy diversas esferas sociales y gracias a los mismos pudo hablar con un ex-piloto de las fuerzas
aéreas que estuvo presente cuando el OVNI al que se refería Cooper fue traslado desde el lugar
donde tomó tierra hasta su destino definitivo. Kares incluso pudo recibir una confirmación de este
hecho de un coronel en activo que aseguraba haber visto con sus propios ojos una nave espacial
extraterrestre que estaba almacenada y resguardada en una dependencia gubernamental.

Kares comenta que en una ocasión, junto a un grupo de investigadores, tuvo acceso a una filmación
en la que se podían observar numerosos UFOS viajando a velocidades superiores a los 16.000 Kms.
por hora.

La película fue tomada en el sudoeste, en una estación de rastreo de misiles y con el equipo más
sofisticado disponible en aquel momento. Los vehículos eran de forma redondeada y se desplazaban
a unos 5 Kms de altura. Análisis realizados en laboratorios especializados descubrieron que los
vehículos debían tener un diámetro de unos 7 metros.

El gobierno negó en todo momento la existencia de esta grabación hasta que se les mostró una copia
del recibo de envío por parte de los laboratorios encargados del análisis. Entonces, el gobierno
comunicó que las filmación había sido enviada a los archivos nacionales. Cuando Kares acudió a
estos en busca de la grabación se le dijo que si semejante película existía debía encontrarse en el
almacén militar que se encuentra en las afueras de Baltimore, que es donde se envían todas las
propiedades a las que no se les encuentra utilidad y donde finalmente son destruidas.

Este hecho no desanimó al productor de Hollywood, el cual consiguió ser invitado a visitar el
edificio para poder buscar por sí mismo la susodicha película. Al llegar allí comprendió que sus
esfuerzos serían en vano, ya que el almacén tenía el tamaño de un hangar de aeropuerto y ninguno
de los objetos que contenía estaba catalogado supuestamente.

La opinión de Kares es que la ocultación de esta película y del objeto volador no identificado
presuntamente en poder del gobierno, es debida a la utilización que de los descubrimientos que
ambos han aportado se está haciendo por parte del programa espacial de los EEUU.

Otro testigo de excepción ha sido el director de la Liga de Investigadores UFO de Ohio, Charles
Wilhelm, el cual tuvo contacto con un experto en electrónica de radar que estaba en la Armada
hacia mediados de los años 50. Este fue llevado a Fort Monmouth en New Jersey para junto a otros
expertos analizar una película muy especial.

La labor que este técnico tenía que llevar a cabo era la de observar en la película cualquier cosa que
le resultara familiar como técnico de radar. El edificio donde iba a ser proyectada la película estaba
altamente custodiado. El técnico fue llevado a la sala de proyección, donde pudo ver a otras
personas que nunca antes había conocido. No intercambiaron ni una sola palabra entre ellos. El
Mayor encargado de proyectar la película comenzó a mostrarla. Lo primero que estos diez hombres
pudieron ver fue un extraño objeto en forma de disco custodiado por dos guardas. La superficie del
aparato parecía suave y lisa, excepto por las marcas de algunas herramientas alrededor de la entrada.
De esta última salía un rampa que llegaba hasta el suelo. Su color era gris plateado. A continuación
y para sorpresa de todos los presentes se mostró el interior del aparato. En el mismo no habían
ventanas de ningún tipo, así como tampoco botones o pantallas de radar. Lo único que se podía
observar eran unos mandos de forma alargada a modo de palancas. El técnico de radar pudo
observar que en el interior del aparato dominaban los colores pastel.

A continuación y gracias a un movimiento de cámara pudieron observar sobre una mesa tres
pequeños cuerpos tumbados. La cámara se aproximó a los mismos mostrando que sus cabezas eran
proporcionalmente más largas que las nuestras. Sus narices eran más pequeñas y sus ojos aunque
cerrados parecían orientales. Las orejas eran más largas de lo normal, mientras que los dedos de las
manos eran perfectamente normales. El color de la piel era pálido y ésta presentaba un aspecto
rugoso, como si fuera de una persona vieja. Todos iban vestidos con un uniforme amarillo y negro.

Al terminar la proyección los invitados discutieron algunos detalles de la misma, llegando a la


conclusión de que el aparato debía tener unos seis metros de diámetro y de que la tecnología que
había permitido crear semejante artefacto se encontraba a unos mil años por delante de la nuestra.

El Mayor no proporcionó más detalles, excepto que el aparato fue encontrado en Nuevo México,
uno de los estados de norteamérica fronterizos a México.

Otro interesantísimo documento es el relatado por el ya retirado profesor de la Universidad del sur
de Florida, el Dr. Robert Carr. Cuando este personaje se encontraba viviendo en Nuevo México un
OVNI se estrelló cerca de Aztec, en el mencionado estado. Según él mantiene, doce cuerpos fueron
rescatados del aparato estrellado.

El profesor Carr no tuvo acceso directo a los cuerpos ni al aparato, pero debido a sus contactos
académicos consiguió tener en su poder los documentos de la autopsia realizada a los
extraterrestres.

Según estos papeles, la causa de la muerte fue la descompresión que sufrió el aparato al estrellarse.
También según la misma fuente, los seres rescatados tenían aspecto humano, con una altura
aproximada de un metro y cuarenta centímetros de altura. La piel era pálida, el pelo corto y de color
amarillo blanquecino, siendo los ojos de color azul. A pesar de que el Dr. Carr tuvo en sus manos un
informe completo sobre las características del aparato y de los humanoides encontrados en su
interior, se quedó tan solo con la sección fisiológica y biológica, ya que era la única que
verdaderamente despertaba su interés. Según este mismo informe los cuerpos en un primer
momento fueron trasladados a la que más tarde sería llamada Base Edwards de las Fuerzas Aéreas y
desde allí a Wright-Patterson, donde fueron congelados y almacenados en el Hangar 18.

Algunos de los descubrimientos que constaban en el informe de la autopsia son tremendamente


clarificadores.

Por ejemplo, se comprobó que la sangre de estos seres era del tipo 0, completamente normal. Sus
órganos internos eran perfectamente humanos y colocados en la misma posición que los de
cualquier persona.

Lo que resultó sorprendente fue el estudio de su cerebro, que era proporcionalmente algo más
grande de lo normal en los humanos, sin llegar a serlo demasiado. De hecho, los cuerpos podían
pasar perfectamente por niños.

Al observar sus cerebros con detalle, se pudo comprobar que estos pequeños seres eran varias veces
centenarios, a pesar de que su cuerpo era el de un atleta olímpico entre 20 y 30 años, pero de tamaño
menor.

Otra característica de sus cerebros era la enorme cantidad de circunvoluciones que poseían, en un
número muy superior a la de los seres humanos.

Este relato abre la posibilidad para numerosas especulaciones. Una de ellas sería la explicación de
que puedan realizar viajes tan largos hasta llegar a la Tierra, gracias a su enorme longevidad.

Estas investigaciones también apoyan la hipótesis ya apuntada en el primer tema de Ufología de que
comunidades extraterrestres también podrían estar viviendo entre nosotros sin ser descubiertos, pues
si los viéramos llamarían tanto la atención como Mickey Rooney.

Pero existen referencias acerca de un científico que estuvo en contacto directo con los cuerpos de
los ocupantes del platillo, pero su nombre no se ha desvelado. Así lo cita el autor del libro Behind
the Flying Saucers, Frank Scully, gran amigo del multimillonario petrolero Silas Newton, quien
para sus prospecciones petroleras utilizaba microondas magnéticas con aparatos de alta tecnología,
que eran considerados como secreto por el Gobierno de los EEUU.

Este millonario contrató los servicios de un ingeniero magnético. Gracias a este hecho fortuito se
pusieron en contacto Scully y el mencionado ingeniero, cuyo nombre se mantuvo en secreto para
proteger su identidad.

En sucesivas conversaciones el ingeniero comentó a Scully que en una ocasión se solicitó de él que
examinara un OVNI estrellado cerca de Aztec, Nuevo México en la primavera de 1.948. Según
pudo saber él, éste no era el primer OVNI que se había encontrado estrellado en la Tierra, ya que
había ocurrido otro accidente similar en el desierto del Sáhara, pero en este caso el aparato había
quedado completamente destrozado, mientras que el platillo de Nuevo México se encontraba en un
estado perfecto.

El aparato fue detectado nada más penetrar en la atmósfera y por la trayectoria seguida se calculó el
punto aproximado donde habría tenido lugar el accidente.

En Alamogordo, los Alamos y otras partes del país se encuentran radiotelescopios y telescopios
funcionando las 24 horas del día en busca de cualquier objeto de procedencia no terrestre que se
encuentre en el exterior. Cualquier objeto que pase por su campo de acción es detectado y si toma
tierra las fuerzas aéreas se dirigen inmediatamente al lugar del impacto. En caso de encontrarse con
problemas científicos, se consulta a grupos como los del ingeniero mencionado.

Cuando las autoridades militares llegaron al lugar del choque se ordenó rodear el aparato por una
guardia militar y se fue en busca del ya mencionado ingeniero y su equipo magnético, el cual había
deducido que el magnetismo estaba relacionado o envuelto en el poder motriz del aparato.

Durante dos días se observó el aparato con contadores Geiger y otros sistemas para comprobar que
no había peligro de radiación o contaminación. Al comprobarse que no había riesgo de ese tipo,
decidieron intentar entrar.

El OVNI era de forma circular y tenía unos treinta metros de diámetro.

Al observar el OVNI por fuera se comprobó que no había ninguna entrada aparente, pero en la parte
baja del platillo se descubrió un saliente en forma de taza que se pensó podía ser una cabina. Tenía
dos metros de alto y seis de diámetro, siendo totalmente circular. Poseía a su alrededor seis
portezuelas redondas con sus correspondientes ventanas transparentes. Una grieta producida en una
de las portezuelas, tal vez por el choque con algún objeto en nuestra atmósfera, fue utilizada para
con una palanca forzar esa entrada. No la consiguieron abrir del todo, pero dejaron una abertura
suficiente para con una vara poder presionar en una protuberancia de la pared interior, momento en
el cual se abrió la puerta.

Una vez dentro pudieron observar 16 pequeños cuerpos sin vida. Tenían algo más de un metro de
altura y su aspecto era perfectamente humano. La piel parecía haberse quemado como resultado del
rozamiento de la nave contra la atmósfera a gran velocidad. El calor había penetrado probablemente
en la nave a través del agujero que sirvió de entrada a los científicos. Los estudios médicos
comprobaron que los cuerpos eran perfectamente normales excepto por sus dientes, que eran
perfectos al cien por cien.

La ropa que llevaban era un uniforme de color azul obscuro con botones metálicos y cascos simples
con un visor plano.

El examen del aparato mostró que el mismo era en apariencia similar al aluminio. Se encontró un
panel de instrumentos lleno de botones, los cuales prefirieron no tocar por miedo a poner en
funcionamiento algún mecanismo del aparato y no saber dar marcha atrás después.

Los asientos eran como un cubo de agua cortado a la mitad de arriba abajo.

En posteriores exámenes se encontraron unos pequeños libros que según se pensó debían ser cartas
de navegación. La escritura era similar a la de los jeroglíficos egipcios, lo que hacía su
interpretación poco menos que imposible sin más referencias. Estos libros fueron enviados a los
oficiales pertinentes de las fuerzas aéreas, quienes los pusieron en manos de expertos criptógrafos,
pero no progresaron en la interpretación de este lenguaje.

No se encontraron armas de ningún tipo. Según apuntó el ingeniero al que nos estamos refiriendo, el
aparato debía moverse magnéticamente. El explicó que existen 1.257 líneas magnéticas de fuerza
por cada centímetro cuadrado y apuntó que cruzando dos o más líneas de fuerza se podría mover un
objeto de una manera desconocida hasta el momento. La forma de platillo sería la más idónea para
este tipo de movimiento. Según el ingeniero los platillos se mueven girando sobre sí mismos y
avanzando al mismo tiempo hacia delante según "caminan" de una línea magnética a la siguiente.
Este movimiento de giro lo que ayuda es a mantener el equilibrio y a pasar a la siguiente línea de
fuerza.

En otras palabras, la nave está en cada momento alejándose de sí misma o de la posición en que se
encuentra en cada momento. Es así como se crea la propulsión al cruzar las líneas magnéticas de
fuerza.

Para trasladar el aparato se decidió desmantelarlo debido a su enorme tamaño. En un primer estudio
no se encontró ningún tipo de soldadura, unión o ensamblaje, pero un estudio más cuidadoso mostró
que el aparato estaba ensamblado en segmentos definidos y encajados por surcos internos alrededor
de la base. Se consiguió sacar la cabina a través del fondo de la nave y se descubrió que la
maquinaria rodeaba completamente la parte baja de la nave.

Esta maquinaria encajaba sobre un engranaje que rodeaba a la cabina. Tras su desmantelamiento fue
llevado a un laboratorio de pruebas del Gobierno Federal.

A pesar de que la estructura del aparato parecía ser de aluminio, en las pruebas realizadas en el
laboratorio se comprobó que su estructura no coincidía con ningún tipo de los aluminios que existen
sobre la Tierra. Era de una ligereza increíble, al tiempo que con una dureza fuera de lo normal. Todo
el panel de instrumentos fue desmontado, lo que impidió estudios posteriores sobre el sistema de
propulsión magnética de la nave en vivo.

Algunos de los pequeños cuerpos de los tripulantes había sufrido una autopsia por parte de la
división médica de las Fuerzas Aéreas, comprobando que eran completamente humanos en todos los
aspectos, excepto en el tamaño. En los cuerpos extraterrestres se encontraron lo que más tarde se
descubrió que debían ser relojes de algún tipo, que poseían cuatro marcas coincidiendo con lo que
para nosotros serían las 3, las 6, las 9 y las 12. Asimismo se comprobó que marcaban el tiempo
teniendo en cuenta el mes magnético.

Un día magnético consta de 23 horas y 58 minutos, y el reloj marcaba una vuelta completa en 29
días. Esto apoyaba la idea de que el OVNI estaba propulsado por energía magnética.

Se encontró también lo que parecía ser un tipo de comida en forma de pequeñas galletas. Al
introducir una de estas galletas en un recipiente con agua hirviendo, ésta rebosó rápidamente del
contenedor.

También se hallaron a bordo del aparato contenedores de agua, que era perfectamente normal
excepto por su peso, que era el doble del de nuestra agua.

Tiempo después el ingeniero pudo saber que habían más aparatos en manos del gobierno. El afirmó
que el número de aparatos capturados eran tres en total.

El segundo de ellos fue encontrado en Arizona, en las mismas condiciones que el primero, con la
diferencia de que la puerta estaba abierta y de que los 16 cuerpos no estaban quemados. Según las
conclusiones de los médicos, ellos habían muerto al respirar nuestra atmósfera.

Este nuevo aparato medía unos 25 metros de diámetro.


El tercer UFO había aterrizado cerca de Fénix. Cuando el ingeniero llegó al lugar del accidente
comprobó que uno de los tripulantes tenía el cuerpo en una postura que indicaba que había intentado
salir del aparato por su puerta.

En este aparato habían sólo dos cuerpos. El segundo estaba también sin vida en el panel de control.

Las medidas del aparato eran de 12 metros de diámetro y era proporcional a los otros dos aparatos
encontrados.

Según comentó el ingeniero, el aparato de 20 metros de diámetro tenía una especie de camastros que
se encontraban completamente pegados a la pared y que se extendían circularmente en forma de
acordeón.

Se observaron también lo que se supone eran cuartos de baño, aunque curiosamente en el más
pequeño de los aparatos no habían estas comodidades, por lo que se supuso que esta nave era para
viajes cortos.

Al ingeniero se le permitió llevarse consigo algunos pequeños instrumentos para su estudio, los
cuales pudo ver personalmente Scully. Su tamaño era muy pequeño y eran aparentemente una
pequeña radio, algunos engranajes, pequeños discos y otros objetos similares.

Más de ciento cincuenta veces se intentó romper el metal de los engranajes, sin conseguirlo. Estos
eran diferentes a los que se utilizan en la Tierra, pues carecían de lubricación y tenían unas
proporciones diferentes.

La radio tenía el tamaño de un paquete de cigarrillos. Sólo poseía un dial.

El ingeniero construyó una antena que adaptó a la radio y pudo captar una señal sonora a las y
cuarto pasadas de cada hora en punto. Se pudo comprobar así que su utilidad era la de comunicarse
con algún lugar desconocido.

Una duda importante que ha surgido entre los investigadores del fenómeno OVNI es la de encontrar
una explicación lógica a los accidentes que las naves extraterrestres han sufrido sobre nuestro
planeta, ya que como demuestra la mayoría de los testigos al respecto, la maniobrabilidad de las
mismas llega a desafiar todos los conocimientos que se tienen sobre aeronáutica.

En cualquier caso, su avanzada tecnología no significa que no puedan tener accidentes debidos a
factores técnicos o por causa de elementos exteriores, tales como el impacto de meteoritos.

El piloto retirado de la línea comercial Pan American, William Nash, fue testigo junto con su
copiloto William Fortenberry de las evoluciones de una flotilla de 6 naves extraterrestres. Se
encontraban sobrevolando Norfolk, en Virginia, en lo que parecía un vuelo rutinario, cuando
repentinamente aparecieron a 700 metros de altura sobre ellos seis objetos en forma de disco de un
color rojo-anaranjado y de unos 30 metros de diámetro. Las naves realizaban acrobacias aéreas
incluyendo imposibles cambios de dirección con ángulos de noventa grados, así como paradas en
seco.

Lo más sorprendente de todo ello es que ningún cuerpo humano podría soportar semejantes
maniobras en un aparato volador como los que conocemos en la Tierra si ellos fueran capaces de
realizar semejantes maniobras.

Tras aterrizar su avión, ambos pilotos fueron entrevistados por hombres de las fuerzas aéreas por
separado. Nash al final de la entrevista preguntó a uno de los agentes si las Fuerzas Aéreas tenían en
su posesión algún platillo estrellado y éste contestó: "sí, es verdad".

Вам также может понравиться