Вы находитесь на странице: 1из 64

PGI-88/WS/9

Prevención y tratamiento
del m o h o en las colecciones
de bibliotecas, con particular
referencia a las que padecen
climas tropicales:
un estudio del R A M P

Programa General de Información y UNISIST

Organización de las Naciones Unidas


para la Educación, la Ciencia y la Cultura París, 1988
Original: Inglés PGI-88/WS/9
París, junio de 1988

PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO DEL MOHO EN LAS COLECCIONES


DE BIBLIOTECAS, CON PARTICULAR REFERENCIA
A LAS QUE PADECEN CLIMAS TROPICALES:
UN ESTUDIO DEL RAMP

preparado por
Mary Wood Lee

Programa General de Información y UNISIST

Organización de las Naciones Unidas


para la Educación, la Ciencia y la Cultura
El presente documento es reproducción fotográfica
del texto presentado por la autora

Asiento bibliográfico recomendado para el catálogo:

Wood Lee, Mary


Prevención y tratamiento del moho en las colecciones de bibliotecas,
con especial referencia a las que padecen climas tropicales: Estudio
del RAMP / preparado por Mary Wood Lee [por encargo de] Programa General
de Información y UNISIST. - París: Unesco, 1988. - v, 57 págs., 30 cm. -
(PGI-88/WS/9)
I. Título
II. Unesco. Programa General de Información y UNISIST
III. Programa de Gestión de Documentos y Archivos (RAMP)

© Unesco, 1988
PREFACIO

La División del Programa General de Información de la Unesco ha elaborado un


programa a largo plazo, denominado Programa de Gestión de Documentos y Archi-
vos (RAMP), con el objeto de responder mejor a las necesidades de los Estados
Miembros, en particular de los países en desarrollo, en los sectores especia-
lizados de la administración de archivos y la gestión de documentos.

Los elementos básicos del Programa RAMP corresponden a los temas genera-
les del propio Programa General de Información. El RAMP comprende proyectos,
estudios y otras actividades destinadas a:

- elaborar normas, reglas, métodos y otros instrumentos normativos nece-


sarios para el tratamiento y la transferencia de información especiali-
zada y para la creación de sistemas de información compatibles;

- dar a los países en desarrollo la posibilidad de crear sus propias


bases de datos y facilitarles el acceso a las bases internacionales,
con el fin de intensificar los intercambios y la circulación de infor-
mación mediante las técnicas modernas;

- fomentar el desarrollo de redes regionales de información especia-


lizadas;

- contribuir a la expansión armoniosa y compatible de los servicios y


sistemas de información internacionales;

- crear sistemas nacionales de información y fortalecer los diversos


componentes de estos sistemas;

- fomentar la formulación de políticas y planes de información;

- impartir formación a los especialistas y los usuarios de la informa-


ción, y desarrollar las capacidades nacionales y regionales de ense-
ñanza y formación, práctica y teórica, en ciencias de la información,
bibliotecología y archivística.

El presente estudio no versa sólo sobre la estructura del moho y los


factores ambientales y nutricionales sino también sobre sus repercusiones para
los materiales de las bibliotecas. Se pone de relieve la importancia de la
prevención y de los métodos de tratamiento así como las del equipo. Comprende
además ilustraciones y una amplia selección de referencias bibliográficas.

Se agradecerá a los lectores que deseen formular comentarios y sugeren-


cias sobre este estudio, que se dirijan a la División del Programa General de
Información, Unesco, 7 place de Fontenoy, 75007 París. En la misma División se
pueden obtener otros estudios preparados para el Programa RAMP.
- iii -

INDICE

Página

INTRODUCCIÓN 1

El clima 1
Los materiales 3
La modificación del medio ambiente 3

EL MOHO 5

Estructura del moho 5


Factores ambientales y nutricionales que intervienen
en el crecimiento y la supervivencia 9
Temperatura 10
Humedad 10
Nutrientes 10
REPERCUSIONES PARA LOS MATERIALES DE BIBLIOTECAS 12

La vulnerabilidad de los materiales 12

Papel, celulosa, colas, estucados 13


Tela de encuademación 13
Cuero 14
Adhes ivos 14
Películas y materiales afines 15
Factores ambientales 15

La aireación 16
La humedad relativa 16
La temperatura 17

PREVENCIÓN 18

Concepción y modificación de los edificios 18

La ubicación 18
La construcción del edificio
y la modificación ambiental 19

Reformas dentro de los edificios 21

Ubicación de las bibliotecas


y los locales de almacenamiento 21
Disposición de las estanterías 21
Modificación ambiental localizada 22
Vigilancia de las condiciones existentes 22
Climatización 23
Deshumidificación 24
Creación de microclimas en armarios y registros 24
Mantenimiento de las estanterías 25
- iv -

Página

FUNGICIDAS Y FUMIGACIÓN 27

Fungicidas 27
Fumigación 28
Toxicidad de los preparados para fumigación 29

TRATAMIENTO 33

Erupciones pequeñas - Alto porcentaje


de humedad relativa, localizado 34

Libros 35
Materiales sin encuadernar
(documentos, mapas, obras de arte) 36
Fotografías, negativos y microfilmes 38
La totalidad del local 39
Erupciones moderadas - Periodos extensos y prolongados
de humedad relativa o de pequeñas inundaciones 39

Artículos secos enmohecidos 39


Artículos mojados 39
Libros 40
Materiales sin encuadernar 40
Fotografías, negativos y microfilmes 41
El moho en la totalidad del local 42
Erupciones grandes - Grandes inundaciones
y exposición prolongada 42

Prioridades y planificación 42
Prevención del crecimiento de moho
en el propio lugar 44
Congelación 44
Secado 45
EQUIPO Y SUMINISTROS 46

Equipo de vigilancia 46
Prevención 46
Tratamiento 48
Tratamiento de emergencia 51

BIBLIOGRAFÍA ESCOGIDA 53
- V -

LISTA DE ILUSTRACIONES

Página

1. Aspergillus (aproximadamente 200x) 6

2. Aspergillus (aproximadamente 500x) 6

3. Colonia de moho, parcialmente retirada,


en la que se puede ver la coloración 8

4. Detalle de una lámina de botánica


con descoloración parda 9

5. Material y equipo necesario


para quitar el moho 34

6. Plancha de Audubon enmohecida 37

7. Detalle de una pintura al pastel


de la que el moho ha sido parcialmente retirado 37

8. Aspiradora 50

AGRADECIMIENTOS

La autora desea agradecer a Bonnie Jo Cullison, de la Biblioteca de


Newberry, Robert Weinberg del Departamento de Conservación Gráfica y Gary
Frost, cuyas sugerencias y el ánimo que le infundieron, después de haber leído
el manuscrito en sus diversas fases, fueron valiosísimos para ultimar el
presente estudio.

También da las gracias a Lynne Gilliland de la Smithsonian Institution


por las microfotografías que le facilitó y al personal e institucioneá que
forman parte del Centro Regional de Conservación del Pacífico por haber
consentido desde un comienzo su fascinación por los hongos.

Expresa su particular reconocimiento a Merrily Smith, de la Biblioteca


del Congreso por haberle dado la oportunidad de realizar el presente estudio y
por la paciencia con que ha aceptado las numerosas demoras.
PGI-88/WS/9

I. INTRODUCCIÓN

El presente estudio pretende ser ante todo una guía práctica que contri-
buya a la prevención y al tratamiento básico del moho en los climas tropica-
les, donde no siempre es factible el control ambiental de las bibliotecas y
donde el moho es un problema recurrente. Incluso en climas más templados
pueden producirse erupciones de moho como consecuencia de inundaciones o de
problemas ambientales localizados. Ante la creciente preocupación por la toxi-
cidad de muchos de los preparados corrientemente utilizados para la fumiga-
ción, en las bibliotecas y los museos se han comenzado a reexaminar los medios
existentes para luchar contra el moho, de los cuales los más utilizados son
los tratamientos químicos. Cada vez es más patente que para proteger no sólo
las colecciones sino también al personal y a los usuarios de esas institucio-
nes hay que prestar mayor atención a la prevención y a otros tipos de trata-
miento.

Preocuparse por la conservación de los materiales en las regiones de


clima tropical significa ocuparse del estudio de:

• El clima

• Los efectos de ese clima en determinados materiales

• La gama más amplia posible de opciones para modificar


el medio ambiente

EL CLIMA

En función de las precipitaciones fluviales y las temperaturas anuales,


se distinguen cinco grandes grupos climáticos que, a su vez, se dividen en
subgrupos atendiendo a las variaciones de esos parámetros. Se han establecido
fórmulas alfabéticas que constituyen una descripción somera de las principales
características de los distintos climas. Según la definición de Trewartha^)
la A designa a todos los climas tropicales húmedos. En los climas del Tipo Af
las precipitaciones rebasan los 1.524 mm anuales e incluso son por lo general
superiores a 2.540 mm. En ciertos lugares, se registran pluviometrías superio-
res a los 10.160 mm por año. Las temperaturas medias fluctúan entre los 21 y
los 29°C, siendo excepcional que aumenten a más de 32°C o que desciendan por
debajo de 19°C. A los climas del Tipo Ar el mayor de los principales grupos,
corresponde aproximadamente el 36% de la superficie terrestre. La región
tropical húmeda que se extiende en una franja irregular desde el Trópico de
Cáncer, en el hemisferio norte, hasta más allá del Trópico de Capricornio, en
el hemisferio sur, comprende masas terrestres continentales e insulares. En la
mayoría de estas regiones, la humedad relativa es elevada durante todo el año
y las erupciones de moho en las colecciones de bibliotecas y archivos son un
problema que se reitera.

Dentro de la zona tropical húmeda (Tipo A ) , existen varios tipos de


climas diferentes: el de los bosques húmedos tropicales (Af), el de los bos-
ques húmedos de monzón (Am), y el de las sabanas tropicales (As o Aw). En
función de cada tipo de clima es preciso encarar de una manera distinta la
modificación del medio ambiente de las bibliotecas para impedir que el desa-
rrollo del moho deteriore sus colecciones.
PGI-88/WS/9 - pág. 2

En el clima de bosques húmedos tropicales (Af) no existe una estación


seca marcada. Las grandes lluvias se distribuyen regularmente a lo largo de
todo el año. La temperatura media anual oscila entre 25,5 y 27°C. Aunque no es
excesivamente elevada, la temperatura media es bastante constante, registrán-
dose variaciones estacionales de aproximadamente 2,7°C y variaciones diarias
que fluctúan entre 5,5 y 13,8°C. Las temperaturas más bajas que se registran
por la noche bastan para causar una condensación del aire húmedo, de modo que
la niebla y el rocío son frecuentes. En los climas del Tipo Af, los vientos
son ligeros o inexistentes ya que por lo general esas regiones se encuentran
en zonas de calma entre las latitudes donde soplan los alisios. Como resultado
de las corrientes de aire mínimas, de la radiación luminosa intensa y de un
elevado porcentaje de humedad, la refrigeración natural es mínima.

En los climas de bosques húmedos de monzón (Am), aunque la pluviosidad


anual es importante, se distribuye por estaciones, con una estación húmeda y
otra seca bien definidas. Los climas del tipo Am por lo general se encuentran
en las franjas costeras y parte de las precipitaciones se deben a los efectos
térmicos de las montañas del litoral. Lo mismo sucede en muchas islas tropica-
les. Los vientos son más fuertes y más regulares que los prevalecientes en las
regiones de clima Af y la temperatura observa mayores variaciones anuales,
entre 6,6 y 7,7°C.

En la sabana tropical (Af o Aw), se distinguen tres estaciones, de


acuerdo a la temperatura: una estación fría seca (con una media de temperatu-
ras en torno a los 27°C) una estación más cálida y seca, con temperaturas que
a vejes exceden de 37°C, antes de la estación de lluvias y una estación calu-
rosa y húmeda, durante las lluvias. La utilización de una s o una w en la
designación depende del momento en que se produce la estación seca, en el
verano (s) o en invierno (w). Los vientos, la temperatura y la pluviosidad son
transitorios y varían según la estación.

Para saber cuál es el clima de una zona determinada la mejor guía general
es un buen atlas en el que se encontrarán numerosos mapas especializados de
las distintas regiones climáticas del mundo, con gráficos detallados de las
temperaturas y la humedad relativa en las diferentes estaciones. Se podrá
recabar información más pormenorizada en los organismos meteorológicos nacio-
nales o locales.

En los climas tropicales, las normas ambientales tan comúnmente recomen-


dadas en Europa y en los Estados Unidos (esto es, temperaturas de 21 a 23°C y
una humedad relativa del 50% + 5%) resultan difíciles cuando no imposibles, de
alcanzar y mantener. Debido a la concepción de los edificios ya existentes, al
alto costo de la energía, a las dificultades con que se tropieza en la adqui-
sición y el mantenimiento del material y equipo así como a las condiciones
extremas imperantes durante todo el año, la temperatura y la humedad relativa
no pueden conservarse fácilmente dentro de esos límites. En la mayoría de los
casos sólo es posible un control ambiental completo, que supone regular la
temperatura, la humedad, la calidad del aire y la luz, cuando se lo incluye
como parte del proyecto de un nuevo edificio y existe un compromiso de ocu-
parse del mantenimiento de los distintos sistemas.

Garry Thomson, una de las mayores eminencias en materia de control


ambiental en los museos decía en un documento presentado al Seminario sobre la
conservación de la propiedad cultural en Asia y el Pacífico que se celebró en
Nueva Delhi en 1972: "Se nos dice que los museos no pueden permitirse el lujo
del aire acondicionado, afirmación que no tiene validez alguna para los museos
importantes en países donde vemos que proliferan los hoteles y las oficinas
comerciales climatizados a altísimo costo"2). Será cierto, sin duda, si se
piensa en las metas y la planificación de largo alcance -el control absoluto
PGI-88/WS/9 - pág. 3

de las condiciones ambientales debería ser la meta a largo plazo de todo admi-
nistrador de bibliotecas y archivos- pero la aseveración no toma en cuenta la
realidad económica y política a que deben hacer frente los museos y las
bibliotecas de los países en desarrollo. Hasta que no sea posible lograr un
control ambiental completo, habrá que utilizar métodos menos ambiciosos para
modificar el medio ambiente tal cual es.

LOS MATERIALES

No cabe duda de que los materiales orgánicos, que constituyen la mayor


parte de las colecciones de las bibliotecas, son particularmente vulnerables a
los picos que observan la temperatura y la humedad relativa así como al dete-
rioro químico, biológico y microbiológico que tan a menudo los acompaña. Sin
embargo, cuando se entienden cabalmente los factores que provocan la degrada-
ción y se procede a una planificación cuidadosa, puede paliarse en gran medida
el efecto negativo de unas condiciones ambientales adversas. Es imperioso que
los bibliotecarios utilicen todos los recursos de que disponen y que las solu-
ciones a los problemas ambientales se adecúen a las distintas necesidades. Las
elecciones desatinadas o una confianza desmedida en la tecnología únicamente
pueden incluso empeorar una situación ya difícil.

Durante la Segunda Guerra Mundial y en los años posteriores se observó un


gran interés por el efecto de los climas tropicales en una amplia gama de
materiales^). Alarmados por el grave deterioro del papel, el cuero, los
textiles y los metales en los frentes de Asia y el Pacífico, los Estados
Unidos y Gran Bretaña dedicaron cuantiosos recursos financieros estatales y
considerables esfuerzos a estudiar las causas y a impedir la degradación
causada por problemas ambientales. En esa época se invirtieron muchas energías
en el estudio y la elaboración de diversos agentes conservadores que, aplica-
dos a los materiales, podrían reducir los efectos del medio ambiente. Se
dedicó mucha menos atención, en cambio, a los métodos destinados a contro-
larlo. A mediados del decenio de 1950 la mayor parte de esa financiación ofi-
cial ya había acabado y las investigaciones sobre los materiales, la preven-
ción y el tratamiento aminoraron su ritmo. Desgraciadamente hoy es sabido que
la mayoría de los fungicidas y agentes germicidas recomendados en aquella
época son tóxicos para el ser humano así como para el moho y otras plagas.
Además, gran parte de las investigaciones en curso actualmente se orienta
hacia la concepción de sistemas de control ambiental aún más complejos, lo que
limita su campo de aplicación. Para quienes hoy se ocupan de la conservación
de la propiedad cultural, ya se hallen en museos, bibliotecas o archivos, la
modificación del medio ambiente es a menudo la única opción viable.

LA MODIFICACIÓN DEL MEDIO AMBIENTE

Quizás resulte útil definir dos de las expresiones que se emplearán a lo


largo del presente estudio y que no deben considerarse intercambiables.

La expresión control ambiental se utilizará para designar un sistema


destinado a vigilar y regular la temperatura y la humedad relativa, mantenién-
dolas constantemente en equilibrio, dentro de unas normas preestablecidas.

La expresión modificación ambiental se utilizará para designar la altera-


ción de una o más de las variables presentes en el medio ambiente. No se auto-
rregula y exigirá ajustes constantes para mantener el equilibrio deseado. Los
climatizadores que se colocan en las ventanas, los deshumidificadores portáti-
les y los ventiladores son métodos para obtener una modificación ambiental y
no un control ambiental.
PGI-88/WS/9 - pág. 4

Aunque en el presente estudio se examinarán numerosas opciones de con-


trol, modificación y tratamientos de emergencia, se hará hincapié en medidas
que no consisten en sistemas complejos de control ambiental, fumigación exten-
siva ni tratamientos de envergadura para conservar materiales gravemente dete-
riorados. La planificación y los tratamientos para casos de catástrofes sólo
se examinarán en el contexto de la prevención y el tratamiento del moho.

PUBLICACIONES CITADAS:

1) Glen T. Trewartha. An Introduction to Weather and Climate. Nueva York,


McGraw-Hill, 1943.

2) Garri Thomson. "Climate and the Museum in the Tropics", Conservation in


the Tropics: Proceedings of the Asia-Pacific Seminar on Conservation of
Cultural Property. February 7-16f 1972. O.P. Agrawal, ed. Roma, Inter-
national Centre for Conservation, pág. 42.

3) Glenn A. Greathouse and Carl J. Wessel, eds. Deterioration of Materials,


Causes and Preventive Thechniques. Nueva York, Reinhold, 1954.
PGI-88/WS/9 - pág. 5

II. EL MOHO

Podrá parecer que en los siguientes párrafos se dedica una atención


desmesurada a la estructura y la naturaleza del moho. Como durante tanto
tiempo la fumigación ha sido el tratamiento preferido, puede tenerse la impre-
sión de que la información sobre el propio organismo no interesa. Por añadi-
dura, los bibliotecarios se sienten comprensiblemente frustrados por las
publicaciones en las que se los insta a consultar a microbiólogos o entomólo-
gos para identificar la especie que ha atacado al material en cuestión. Si
bien hasta cierto punto es verdad que no hace falta identificar exactamente el
moho de que se trata para tratarlo, el análisis de los problemas vinculados
con el desarrollo del moho y la elección de un tratamiento adecuado deben
fundarse en cierto conocimiento de ese organismo. Como observa Allsopp, no se
precisa un especialista para determinar los peligros que plantea la mayoría de
los organismos. Después de todo, se puede "observar un ratón o un pájaro y
decir exactamente si está vivo o muerto. Esos organismos pueden verse e iden-
tificarse y los signos vitales se reconocen fácilmente. Cuando están vivos es
raro que los ratones permanezcan boca arriba, inmóviles, con las patas tiesas.
Los microorganismos, en cambio, plantean problemas ..."•'-).

Como se conoce tan mal la estructura del moho, a menudo las erupciones
provocan alarmas desproporcionadas y expediciones, se pide a gritos que se
fumigue toda la institución, que se formen comités y frecuentemente se observa
un nivel lamentable de inactividad. En gran parte de las publicaciones más
antiguas y en algunas de las actuales se recomienda aislar los objetos en
bolsas de plástico, en espera de la fumigación o de otro tratamiento, o cepi-
llar el moho de la superficie del objeto en cuestión. Una vez que se entiende
claramente cuál es la estructura del moho, y cuando los bibliotecarios y demás
personal tienen una idea acerca de las razones por las que aparece y se desa-
rrolla, pueden evaluarse con mayor precisión las recomendaciones que figuran
en las publicaciones y tomarse decisiones acertadas en cuanto al tratamiento
más apropiado. Por ejemplo, en el caso antes citado si se coloca el artículo
en una bolsa de plástico en cuanto aparece el primer indicio visible de moho,
lo único que se conseguirá será crear un microclima que, en realidad, podrá
acelerar el crecimiento de las colonias, lo que posiblemente provoque serios
perjuicios mientras se aguarda que comience el tratamiento o se delibera sobre
el mismo. Lo único que hará el simple cepillado del moho será suprimir la
parte visible, esparcir las esporas y comprimir la subestructura invisible
hacia la superficie del objeto. Aunque las técnicas de tratamiento se aborda-
rán pormenorizadamente más adelante, se las menciona desde ya para destacar la
importancia de la presente sección y de la que sigue; en efecto, en ellas se
darán los elementos necesarios para tomar decisiones debidamente fundadas.
Debe entenderse claramente cómo es el organismo que produce el moho dado que
su naturaleza, las razones por las que aparece y su fase de desarrollo deter-
minarán el tratamiento específico y el momento en que hay que actuar.

ESTRUCTURA DEL NOHO

"Moho" es la palabra comúnmente empleada para designar a los hongos crip-


tográmicos, esto es, los que se propagan mediante esporas. Prevenir el desa-
rrollo del moho mediante la exclusión de las esporas del medio ambiente no es
una opción valedera. Las esporas del moho siempre están presentes práctica-
mente en todos los ambientes y la distribución de las especies es relativa-
mente uniforme en todo el mundo. El grave deterioro microbiológico que se
produce en los climas tropicales sólo difiere del que tiene lugar en los
climas templados por su intensidad pero no por su naturaleza. Es más bien el
PGI-88/WS/9 - pág. 6

Ilustración n° 1

Aspergillus (aproximadamente 200x).


Aunque para el ojo desnudo el moho
tiene la apariencia de un césped
aterciopelado, cuando se lo observa
ampliado, se ven claramente los
distintos brotes en los que los
conidióforos parecen flotar como
esferas por encima de la superficie
del objeto.

Ilustración n° 2

Aspergillus (aproximadamente 500x). A aproximadamente 500x, pueden verse el


tallo y el ápice de los conidióforos; cada brote comprende miles de fiálides y
de esporas que son los elementos reproductores.
PGI-88/WS/9 - pág. 7

resultado de condiciones óptimas que de una cepa única o particularmente viru-


lenta. El aislamiento y la identificación de grandes números de hongos encon-
trados en las regiones tropicales no han revelado la existencia de ningún
género sobre el que pueda decirse que les sea propio o que esté limitado a
esas regiones^).

La mayoría de los tipos de moho que causan problemas a los bibliotecarios


y archivistas consisten en dos sistemas: el aparato vegetativo y el reproduc-
tor. El primero está constituido por una ramificación de filamentos incoloros
entrelazados llamados hifas. Esas hifas que, reunidas se denominan micelio se
extienden sobre el papel u otro substrato y son casi invisibles para el ojo
desnudo. Forman el talo del vegetal. Su presencia precede la aparición del
moho visible. Una vez que se ha formado el micelio, el moho se reproduce
mediante esporas producidas externamente en las hifas. En la mayoría de los
tipos de moho que causan preocupación a los bibliotecarios, cada hifa pro-
duce apéndices conocidos con el nombre de conidióforos que a su vez forman
fiálides, los componentes coloreados del moho. Estos elementos constituyen el
aparato reproductor.

La naturaleza ha dotado admirablemente al moho para la supervivencia. Hay


dos tipos generales de esporas. Algunas se reproducen rápidamente y en grandes
números pero presentan muy poca resistencia al secado, la luz del sol y otros
factores ambientales adversos. Posibilitan el rápido crecimiento y desarrollo
de las colonias cuando las condiciones son favorables. Otras esporas, mucho
más resistentes a unas condiciones poco propicias, permiten que el organismo
sobreviva a largos periodos de condiciones adversas*).

En muchos tipos de moho, la floración que se manifiesta por fiálides de


color viene precedida por un crecimiento suave, gris y rizado visible para el
ojo desnudo. Si el moho se retira en esa fase, esto es, antes de que comience
la floración y de que el efecto en el substrato sea más grave, rara vez se
producirá la coloración que le es propia, lo cual no quiere decir que el subs-
trato no vaya a sufrir un deterioro sino que éste puede reducirse sensi-
blemente.

Es difícil determinar la causa exacta de las manchas que se observan a


menudo cuando el moho se ha retirado o quedan colonias muertas o latentes y
durante cuánto tiempo se produce la coloración. Aunque por lo general ésta
parece ser concecuencia de colonias que han conocido un crecimiento y un desa-
rrollo prolongados, se sabe que ciertos tipos de moho son cromóforos y pueden
producir grandes modificaciones en el color del substrato, aun cuando su
crecimiento haya sido limitado^). Belyakova ha identificado numerosos géne-
ros que producen manchas en el papel debido a los pigmentos generados por los
hongos o al micelio que penetra en el papel. El color de las manchas no es una
guía exacta sobre el tipo preciso de moho que los ha provocado. Por ejemplo,
en algunos casos el Pénicillium frequentans produce manchas de color amarillo
y en otros, de color rosa^). Aún hace falta seguir investigando mucho para
determinar si lo que produce la coloración es el moho al digerir los nutrien-
tes presentes en el substrato y segregar los productos residuales, como se
indica en algunas fuentes, si son los ácidos resultantes de la hidrólisis de
la celulosa o si son sencillamente los cromóforos contenidos en las células
del propio moho.
PGI-88/WS/9 - pág. 8

Ilustración n° 3

El moho que crece en la


superficie puede producir
una coloración que se
encuentra en el papel.
Se puede ver esa colora-
ción a la derecha de la
colonia donde se ha
retirado el moho. La
coloración sólo puede
suprimirse mediante tra-
tamientos químicos que
deben administrar exclu-
sivamente los conserva-
dores.

Además de los hongos criptográmicos a que se refiere principalmente el


presente estudio, hay otros dos tipos de moho que pueden atacar a los materia-
les ue bibliotecas. La descoloración parda, designación corriente de las
pequeñas manchas marrones que aparecen en papeles antiguos, es un misterio que
aún debe develarse. Su naturaleza y sus causas precisas aún no se conocen.
Dard Hunter señaló que en los papeles de libros que datan de antes de 1501
rara vez se encontraban indicios de este tipo de coloración y atribuyó su
aparición, después de esa fecha, a que, ante la creciente demanda de papel los
fabricantes redujeron la cantidad de agua empleada y el tiempo necesario para
"la debida limpieza de las fibras"6). En el decenio de 1920 Beckwith descu-
brió que en general cuando había descoloración parda era porque el papel
contenía hierro^), a raíz de lo cual se ha pensado que es resultado de resi-
duos metálicos que quedan en el papel durante la fabricación y que su apari-
ción coincidió con la de la pila holandesa o batidora, inventada a finales del
siglo XVII. Aunque los oligoelementos del hierro pueden ser un componente
necesario, la presencia de esta descoloración parda, denominada hoshi (estre-
llas, en japonés) en papeles muy antiguos producidos mediante las técnicas
tradicionales japonesas de refinado de la pasta papelera y de formación de las
hojas parecería indicar que la única causa no sería la presencia de los resi-
duos que quedan en el papel cuando se emplean los procedimientos de fabrica-
ción occidentales. Aunque todavía no ha sido posible producir la descoloración
parda en laboratorio, actualmente muchos especialistas creen que es una forma
de crecimiento microbiológico. En 1984, un investigador japonés aisló e iden-
tificó con la ayuda de un microscopio electrónico, los hongos Aspergillus
Rlaucus y Aspergillus restrictus que, a su juicio, causan la descoloración
parda**). Cualquiera que sea la causa, lo cierto es que las elevadas tempera-
turas, la gran humedad y la proximidad a materiales de mala calidad aumentan
el número de casos. La diferencia de humidificación del papel que presenta
descoloración parda durante los tratamientos de conservación demuestra que, en
efecto, el papel es vulnerable a este fenómeno.
PGI-88/WS/9 - pág. 9

Ilustración n° 4

Detalle de una lámina de botánica afectada por la descoloración parda. Al


igual que la coloración de origen fungal, la descoloración parda se
encuentra en el papel y sólo puede retirarse mediante tratamientos quími-
cos. Los bibliotecarios deben aprender a diferenciar los crecimientos
fúngales activos o latentes, que pueden y deben retirarse, de la descolo-
ración parda.

El moho que aparece en forma de manchas producidas por crecimientos


fúngales de la pasta del papel, relativamente raro en los materiales acabados,
ocurre las más de las veces durante la fabricación del papel. Por lo general
esos organismos se destruyen mediante diversos productos químicos y el calor
del proceso de secado. No obstante, su presencia puede debilitar el papel y
hacerlo más vulnerable al deterioro cuando posteriormente padece condiciones
ambientales adversas.

FACTORES AMBIENTALES Y NUTRICIONALES QUE INTERVIENEN


EN EL CRECIMIENTO Y LA SUPERVIVENCIA

La mayoría de la información disponible sobre el crecimiento y el desa-


rrollo del moho se ha obtenido mediante cultivos en laboratorio y no procede
de estudios sobre el terreno. En consecuencia, esos datos no siempre tendrán
vigencia cuando lo que interese sea el crecimiento y el desarrollo del mismo
organismo en el ambiente de una biblioteca. Sin embargo es exacto afirmar que
hay tres factores esenciales para el crecimiento y la supervivencia del mohos
la temperatura correcta, una humedad suficiente y los nutrientes adecuados.
Saint George^) señala que es un error corriente creer que el moho necesita
luz para crecer. Contrariamente a la mayoría de los vegetales, prácticamente
todos los tipos de moho carecen de clorofila y, por esa razón, la luz no
cumple ninguna función en su desarrollo. Las colonias prosperan en la oscuri-
dad ya que en el caso de algunas variedades, la exposición a los rayos ultra-
violetas es perjudicial o incluso letal^O).
PGI-88/WS/9 - pág. 10

TEMPERATURA

Tratándose del moho nos interesarán tres temperaturas: aquélla por debajo
de la cual no se produce el crecimiento, aquélla por encima de la cual no hay
crecimiento y la temperatura a la que se produce el crecimiento más rápido. La
mayoría de las formas microbianas prosperan en temperaturas que oscilan entre
15 y 35°C aunque hay formas que crecerán casi alcanzando el nivel de congela-
ción y otras que prosperarán a más de 62°C. Por lo general se dice que la tem-
peratura media óptima para el crecimiento del moho está en torno a los 30°C.
Resulta difícil determinar la temperatura óptima para el crecimiento de los
distintos tipos de moho en parte debido a las variables de las demás condicio-
nes ambientales y en parte porque el cultivo de organismos en laboratorio es
muy distinto al crecimiento del mismo organismo en un entorno más natural.

Cabe señalar que la temperatura por debajo de la cual no se produce un


crecimiento no es la misma que la temperatura a la cual se destruye la posi-
bilidad de crecimiento. Muchos tipos de moho pueden sobrevivir a periodos de
varios meses con temperaturas inferiores a 0°C pero soportan menos la sucesión
de temperaturas por debajo y por encima de 0°C^^'.

Refiriéndose a las bacterias, Sykes dice:

Popularmente se considera que la refrigeración a bajas temperaturas ...


es fatal para todas las formas de vida. Aunque esta afirmación puede ser
valedera para las formas superiores de vida organizada, no se aplica
seguramente a las formas de vida vegetal inferiores, incluidos los micro-
organismos ... en algunos casos el coeficiente de mortalidad asciende
al 99% aunque una vez que se los congela a temperaturas suficientemente
bajas las células supervivientes pueden conservarse durante largos
periodos-^),

Indudablemente, dada la existencia de esporas restantes, lo dicho también


se aplica al moho.

HUMEDAD

En las publicaciones de microbiología rara vez se habla de la cantidad de


humedad necesaria para que el moho se desarrolle. En el laboratorio, el moho
se cultiva en un medio con un alto porcentaje de humedad aunque éste rara vez
se menciona con exactitud en los informes. Una cápsula de Petri tapada crea un
microclima donde el moho puede prosperar sin problema alguno. En cuanto al
crecimiento del moho fuera del laboratorio, en las fuentes utilizadas sí se
indica que la naturaleza higroscópica de los materiales afecta el crecimiento
del moho. Los materiales que absorben y conservan la humedad del aire requie-
ren niveles más bajos de humedad relativa ambiente que los materiales menos
higroscópicos. Por esta razón, en un medio ambiente que no sea el de un labo-
ratorio, el moho dispone de dos fuentes de humedad: el aire que rodea el
objeto y la humedad que el propio objeto contiene.

NUTRIENTES

Los elementos necesarios para el crecimiento de los hongos son el car-


bono, el hidrógeno, el oxígeno, el nitrógeno, el azufre, el potasio y el mag-
nesio. También pueden precisar oligoelementos como el hierro, el zinc, el
cobre, el manganeso y, en algunos casos, el calcio. También se precisan algu-
nas de las vitaminas. Los hongos pueden utilizar como fuentes de carbono y
energía la mayoría de los compuestos que se producen naturalmente. La celulosa
suministra muchos de esos elementos, del mismo modo que las grasas de origen
animal y vegetal y los ácidos que las componen y la glicerina^).
PGI-88/WS/9 - pág. 11

PUBLICACIONES CITADAS:

1) Dennis Allsopp. "Biology and Growth Requirements of Mould and Other


Deteriogenic Fungi". Journal of Society of Archivistsf Vol. 7:8, octubre
de 1985, pág. 530.

2) R.A. St. George et al. "Biological Agents of Deterioration". Deteriora-


tion of Materials, Greathouse & Wessel, pág. 179.

3) St. George, pág. 183.

4) T.D. Beckwith et al. "Deterioration of Paper: The Cause and Effect of


Foxing". UCLA Publications in the Biological Sciences. Vol. 1:13, 1940,
pág. 331.

5) L.A. Belyakova. "The Mold Species and Their Injurious Effects on Various
Book Materials". Collection of Materials on the Preservation of Library
Resourcesr Nos. 2 & 3. Traducido del ruso, National Science Foundation
and Council on Library Resources, 1964, págs. 183-184.

6) Dard Hunter. Papermaking. the History and Technique of an Ancient Craft.


Nueva York, Dover, 1978, pág. 154.

7) Beckwith, págs. 299-300.

8) Hideo Asai. "Microbiological Studies on Conservation of Paper and Related


Cultural Property: Parte I". Studies in Conservation N° 23, marzo de
1984, págs. 33-39. En japonés. Resumido en inglés en Art and Archaeology
Technical Abstracts.

9) St. George, pág. 186.

10) Belyakova, pág. 73.

11) St. George, pág. 186.

12) G. Sykes. Disinfection and Sterilization. Londres, Spon., pág. 183.

13) St. George, pág. 186-187.


PGI-88/WS/9 - pág. 12

III. REPERCUSIONES PARA LOS MATERIALES DE BIBLIOTECAS

Prácticamente todos los materiales orgánicos son vulnerables a ciertas


especies de moho y, en consecuencia, a su crecimiento. Entre los materiales
orgánicos que se encuentran en las colecciones de las bibliotecas figuran,
aunque no se limitan a ellos, la fibra celulósica, las colas y los rellenos de
almidón, caseína y gelatina, los adhesivos naturales, incluido el engrudo de
almidón de origen vegetal y las colas hechas con pieles y cueros de animales,
ciertos adhesivos sintéticos, el cuero y la gelatina presente en los negativos
y copias fotográficas. Además, el polvo y la tierra pueden suministrar los
nutrientes suplementarios que necesite el moho. Todos estos materiales son
higroscópicos, esto es, atraen y mantienen la humedad.

Pese a esta vulnerabilidad general, diversos factores afectarán el creci-


miento efectivo del moho dentro de la colección de la biblioteca. Algunos
papeles, cueros, telas de encuademación y adhesivos son más vulnerables que
otros al crecimiento del moho. En la mayoría de los casos el bibliotecario
puede influir en muy poca medida en la composición de los materiales que
forman parte de la colección. Pero es necesario conocer su naturaleza para
determinar a ciencia cierta por qué razones se produjo la erupción y tomar
decisiones acertadas sobre la forma de tratar los artículos obviamente afecta-
dos y evaluar las probabilidades de que la plaga se haga extensiva a toda la
colección.

Así por ejemplo:

• Si el moho aparece solamente en los libros encuadernados en cuero, se


sabrá que las esporas activas necesitan determinados nutrientes. Como
el moho es selectivo, si los libros encuadernados en tela o en papel
que estén inmediatamente próximos no han resultado afectados, el
tratamiento de emergencia se concentrará en los volúmenes encuaderna-
dos en cuero.

• Si el crecimiento sólo aparece alrededor de la cubierta o en los


márgenes del texto cerca del pliego del cartoné, es probable que la
fuente de nutrientes sea el adhesivo utilizado para la encuademación.

• Si el moho sólo afecta unas pocas filas o pocas secciones de las


estanterías del local, lo más probable es que el problema esté ocasio-
nado por un microclima. Los materiales afectados pueden desplazarse y
las medidas destinadas a modificar el ambiente se concentrarán en esa
zona.

Podrían darse innumerables ejemplos; lo importante es que el conocimiento


del material, un análisis de la naturaleza del problema y una comprensión
de la relación existente entre ambos pueden reducir sensiblemente el daño
potencial.

LA VULNERABILIDAD DE LOS MATERIALES

Para impedir la erupción de moho o tratarla eficazmente una vez que éste
se ha desarrollado, no es preciso determinar de cuál de los miles de ejemplos
de moho se trata. En cambio, sí es necesario entender la estructura básica del
organismo y la forma en que aprovecha unas condiciones favorables. Esto signi-
fica que los bibliotecarios deben asimilar diversas nociones relativas al
material existente en sus colecciones así como sobre la naturaleza de la
amenaza para tomar decisiones atinadas sobre los tratamientos adecuados.
PGI-88/WS/9 - pág. 13

Papelf celulosa, colasf estucados

En 1940, Beckwith y sus colaboradores aislaron 55 cultivos diferentes de


moho procedentes de antiguos papeles de libros, que incluían 11 géneros de
los cuales los más corrientes eran el Pénicillium y el Aspergillus^).
Durante el estudio, se retiraron las esporas de los papeles y se trasladaron a
un caldo de cultivo para desarrollarlas en condiciones de laboratorio. Aunque
ello no signifique que todos podrían haber utilizado el papel como medio en el
cual proliferar no cabe duda de que algunas de las cepas de Aspergillus y
Pénicillium probablemente hubieran atacado la celulosa o uno de los numerosos
aditivos como las colas, los rellenos y los estucados. Se sabe que por lo
menos 180 géneros o especies de moho destruyen la celulosa, vale decir, que
utilizan la fibra celulósica como nutriente^).

Otros tipos de moho que en realidad no consumen celulosa pueden ser


perjudiciales para el papel debilitando la unión entre las fibras en la medida
en que se alimentan de otros materiales presentes en el papel. Los rellenos,
colas y revestimientos que se añaden al papel durante la fabricación para
mejorar la capacidad de impresión, la textura, el color o el brillo, son una
fuente potencial de nutrientes y en su composición pueden intervenir el almi-
dón, la gelatina y la caseína. Beckwith descubrió que la cola de colofonia
inhibía el crecimiento fungal^); pero es acida y se ha probado que acelera
la descomposición química del papel, de modo que su presencia no debe ser
causa de alegría. Muy poco se sabe sobre los diversos adhesivos sintéticos ya
que gran parte de las investigaciones sobre el tema han tenido lugar antes de
que se los empezara a utilizar corrientemente.

El papel de los volúmenes encuadernados es menos vulnerable a una elevada


humedad relativa ambiente que el papel sin encuadernar. Los hongos criptográ-
micos que rara vez prosperan en volúmenes cerrados en esas condiciones, proli-
feran más bien en las encuademaciones o en las hojas de papel sin encuadernar
expuestas a prolongados periodos de humedad. Por otra parte, la descoloración
parda se encuentra frecuentemente en los clichés.

El papel de los libros puede considerarse más vulnerable en los casos de


inundación o de otras mojaduras graves ya que por la magnitud del volumen y la
compresión del papel en el lomo, el proceso de secado es sensiblemente más
lento.

Tela de encuademación

Muchas telas de encuademación como las de algodón y lino son celulósicas


y vulnerables al mismo tipo de especies de moho que afectan al papel. Al igual
que en el caso del papel los rellenos y revestimientos añadidos durante la
fabricación constituyen una fuente más de nutrientes. Las telas no encoladas
que a menudo se utilizan en las encuademaciones procedentes de la India y del
Asia Sudoriental son particularmente vulnerables. Como a menudo esa tela es
bastante fina, el adhesivo utilizado para unirla al cartoné suele penetrar en
la trama de la tela y el moho puede crecer en su superficie. El bucarán o
bocacé almidonado utilizado corrientemente en climas más templados también es
una excelente fuente de nutrientes. Las fibras artificiales o naturales reves-
tidas con resinas sintéticas, como por ejemplo la tela con peroxilina y el
bocacé con acrílico son más resistentes al moho, aunque no completamente inmu-
nes. No se han encontrado publicaciones sobre el efecto de las tinturas en el
crecimiento del moho aunque se ha llegado a la conclusión de que éstas reper-
cuten considerablemente en la resistencia de los textiles a la acción fotoquí-
mica, provocando algunas una aceleración del deterioro y otras, un efecto
protector^).
PGI-88/WS/9 - pág. 14

Cuero

El cuero curtido es más resistente al crecimiento del moho que el cuero


en bruto. Los cueros curtidos al cromo son relativamente impenetrables, los
curtidos con productos vegetales bastante menos. Desgraciadamente para la
encuademación se utilizan cueron curtidos con productos vegetales ya que los
curtidos al cromo se utilizan fundamentalmente para la confección de calzado,
maletas y otros artículos de marroquinería.

Según los estudios, el crecimiento del moho no afecta al cuero del mismo
modo que la celulosa. Aparentemente el moho no ataca la propia estructura
cuero-tanino.

Barghoorn ha demostrado que no se produce una penetración y destrucción


de los agregados colagénicos de la sustancia del cuero; por su parte,
Hyde, Musgrave y Mitton han probado que los cueros curtidos con productos
vegetales sufren un deterioro sorprendentemente leve incluso cuando el
crecimiento del moho es bastante agudo y prolongado. Los datos experimen-
tales revelan que la principal causa del deterioro del cuero en los
trópicos es la crisis hidrolítica que producen una humedad atmosférica y
una temperatura elevadas y su efecto en la lubricación entre las fibras,
dado que la magnitud de la hidrólisis depende del PH del cuero^).

Aparentemente los componentes del cuero que sustentan el crecimiento del


moho son los lubricantes, los materiales de acondicionamiento y el acabado. De
las publicaciones antes citadas parece desprenderse que, más que el moho, la
causa fundamental del deterioro del cuero en los climas tropicales es la
elevada humedad relativa ambiente.

El barnizado de los cueros que muchos bibliotecarios consideraban funda-


mentalmente como un tratamiento estético puede ser en realidad la forma más
práctica para protegerlo en un ambiente tropical. En algunas bibliotecas de
esas regiones se ha evitado la utilización de pomadas para cueros por temor de
que la utilización de sustancias aceitosas y lubricantes promoviera el creci-
miento del moho. No obstante, puesto que éste será superficial y no causará
ningún deterioro estructural del cuero y teniendo en cuenta además que la
aplicación de una pomada para cueros impide que se produzca el daño por la
hidrólisis, principal causa del deterioro, debe considerarse benéfica la
utilización de pomadas con una composición adecuada.

En cuanto a la elección de la crema para cueros, la experiencia adquirida


en las regiones tropicales indica que se obtienen resultados satisfactorios
aplicando una capa muy fina de aceite de patas vacunas y de lanolina que se
deja secar durante 24 horas y luego se lustra con un paño suave. En cambio, en
los climas cálidos húmedos, las cremas para cueros que contienen cera, inclu-
sive una puesta a punto por el British Museum, no llegan a endurecerse debida-
mente y cuando los objetos se vuelven a colocar en las estanterías, sus super-
ficies tienden a pegarse unas con otras.

Adhesivos

Los engrudos fabricados con almidones vegetales, los pegamentos (fabrica-


dos con productos de origen animal) y las gomas (hechas con resinas vegetales)
facilitan en diversos grados el crecimiento del moho. En el caso de la aplica-
ción de los adhesivos, más no es necesariamente sinónimo de mejor.
PGI-88/WS/9 - pág. 15

Los adhesivos sintéticos, incluidas las emulsiones de acetatos de polivi-


nilo (denominadas "pegamentos blancos", cuya composición y propiedades varían
considerablemente), los adhesivos de silicona piezosensible que se encuentran
en las cintas y etiquetas, los adhesivos termoendurecibles como los que se
utilizan en los papeles montados en seco y los adhesivos en aerosol son más
resistentes al moho pero no completamente inmunes. Como están constituidos por
disolventes secan rápidamente pero debido a sus escasas propiedades de enveje-
cimiento y a que se necesitan disolventes para retirarlos, no conviene utili-
zarlos para reparar papeles desgarrados o deteriorados.

Pese a la posibilidad de que sirvan como substrato para el moho, se reco-


mienda utilizar engrudos y gomas para reparar el papel debido a su reversibi-
lidad. La mejor protección se obtiene aplicando debidamente la película adhe-
siva y logrando un secado completo. Quizás la mejor forma de reparar las
encuademaciones sea utilizar un adhesivo de acetato de polivinilo de buena
calidad.

Películas y materiales afines

Todos los materiales fotográficos tienen en común un substrato de gela-


tina en el que se encuentra la emulsión de partículas de haluro de plata que
producen la imagen. Esté constituido a base de nitrato, acetato, poliéster,
vidrio o papel y se presente en forma de negativo, fotografía o carrete de
microfilm, en todos hay una capa de gelatina. Como en el caso de las colas de
gelatina utilizadas para el papel, esa gelatina es un nutriente para el creci-
miento del moho que puede penetrar en la capa de la emulsión y alterar la
imagen. Mientras que los polímeros más corrientemente utilizados para almace-
nar actualmente las películas son por lo general muy resistentes a los ataques
fúngales**), los soportes de papel y vidrio son vulnerables. Los negativos en
placas de vidrio pueden quedar literalmente perforados por los hongos, lo que,
combinado con el deterioro de la capa de haluro de plata, puede inutilizarlos
totalmente.

La gelatina es relativamente estable mientras se mantiene seca. Pero


sometida a una humedad alta, comienza a dilatarse y, si se prolonga la exposi-
ción adquiere una textura viscosa, lo que puede producirse con una humedad
relativa de sólo 60% 7 ).

FACTORES AMBIENTALES

Los cinco factores ambientales críticos para el crecimiento y el desarro-


llo del moho en las colecciones de bibliotecas son los siguientes:

• la presencia de esporas de moho


• una fuente de nutrientes
• una humedad suficiente
• una temperatura adecuada para una variedad determinada de moho
• una circulación de aire limitada.

Naturalmente, los dos primeros factores escapan absolutamente al control


de los bibliotecarios. La presencia de esporas y la fuente de nutrientes son
elementos altamente probables en las colecciones de bibliotecas. Para impedir
que se produzca una erupción de moho sólo pueden manejarse o controlarse los
últimos tres factores.
PGI-88/WS/9 - pág. 16

La aireación

De esos tres factores, la aireación es el más grave y el que más a menudo


se descuida. En las publicaciones se suele mencionar al pasar la importancia
de una buena aireación. Desgraciadamente, las más de las veces se ha subesti-
mado la importancia de este factor, particularmente en zonas donde la tempera-
tura y la humedad no están controladas. Cuando el aire circula, se evapora la
humedad y se reduce la temperatura superficial, lo que parece evidente para
cualquiera que haya sentido el efecto refrescante de una brisa imprevista en
un día caluroso. Cuando una biblioteca está bien aireada, se evapora la hume-
dad, se reduce la temperatura superficial y se modifican dos de los factores
ambientales de los que depende el crecimiento del moho.

Por lo general, resulta mucho menos oneroso lograr que el aire natural
circule, modificando así la temperatura y la humedad, que introducir una
fuente artificial de aire con características radicalmente opuestas a las del
entorno. Una buena circulación del aire puede contribuir en gran medida a
reducir los problemas vinculados con la ausencia del control de los facto-
res 3 y 4.

La humedad relativa

El papel, la tela y el cuero son higroscópicos, esto es, absorben la


humedad del aire y la conservan. En consecuencia, en los climas húmedos, la
mayor parte de los materiales de las bibliotecas contienen un porcentaje de
agua relativamente elevado. En esas condiciones, incluso un pequeño aumento de
la humedad relativa ambiente basta para que, si están reunidas las demás
condiciones, los materiales sustenten el crecimiento del moho.

Existen varias formas distintas de medir la humedad. La humedad absoluta


es el peso de vapor de agua en un volumen dado de aire (g/m^). El contenido
de humedad es el peso del agua en un material dado (kg/kg). Ambas mediciones
son variables; vale decir que el aire caliente puede contener más humedad que
el aire frío y que el contenido de humedad de los materiales varía con la
humedad absoluta del aire circundante. Como en el ambiente de una biblioteca
no pueden determinarse eficazmente ni la humedad absoluta ni el contenido de
humedad, la única medición útil desde el punto de vista de la conservación de
las colecciones es la de la humedad relativa (HR), entendiéndose por ella la
razón del verdadero contenido de vapor de agua en un volumen dado de aire a la
cantidad máxima de vapor de agua que la atmósfera podría contener si se encon-
trase saturada a la misma temperatura, y expresada como un porcentaje.

Cuando el aire caliente se enfría, puede contener menos humedad. Esta se


condensa en la superficie de los objetos o, si son higroscópicos, éstos la
absorben. Por ejemplo, si, a 22°C de temperatura, la HR es de 50%, basta con
que la temperatura baje poco más de tres grados para que la RH pase a 70%. En
la publicación de Plenderleith y Werner**) figura un gráfico con las curvas
que ponen en relación una reducción de la temperatura con el aumento de la
humedad relativa. En los climas tropicales húmedos, reducir la temperatura sin
disminuir al mismo tiempo la humedad relativa puede provocar crecimientos de
moho desenfrenados como muchas instituciones han descubierto con gran conster-
nación después de haber instalado una serie de acondicionadores de aire en las
ventanas para tratar de mejorar su medio ambiente. Si bien es cierto que la
climatización efectivamente reduce en cierta medida la humedad de la atmósfera
y que por lo general ello basta en ambientes más templados donde la HR ambien-
tal es más baja, en los climas tropicales con una HR anual de 80 a 90%, un
acondicionador de aire para ventanas no puede suprimir la humedad necesaria
como para impedir que el aire refrigerado alcance el punto de condensación.
PGI-88/WS/9 - pág. 17

Las publicaciones contienen diversas recomendaciones en cuanto a los


niveles de HR que impedirán el crecimiento del moho. Oscilan entre una máxima
del 60% y una mínima del 45% y parecen haber disminuido sistemáticamente a lo
largo de los años. En 1940, Beckwith llegó a la conclusión de que de los tipos
de moho objeto de sus experimentos, ninguno crecería con una humedad relativa
inferior al 75% incluso de añadirse al cultivo nutrientes suplementarios9).
Aunque no sea una afirmación definitiva, esto ayudaría a entender por qué las
bibliotecas y museos de las zonas tropicales (cuya HR es rara vez de sólo 60%
y mucho menos de 45%) no están constantemente cubiertas de moho. Aunque segu-
ramente una humedad relativa inferior es más segura, los casos de erupción de
moho pueden minimizarse a todas luces con niveles de humedad considerablemente
superiores.

Dado que la humedad relativa depende tanto de la temperatura, todas las


cifras deben manejarse con cautela y tenerse presente que están sujetas a una
serie de variables. Como ya se ha visto, al modificar una de ellas se modifi-
can las demás y lo importante es lograr un equilibrio adecuado.

La temperatura

Se observa una fuerte tendencia a tratar de modificar el ambiente cam-


biando exclusivamente la temperatura, en parte porque éste es el factor al que
el ser humano es más sensible. Si bien las temperaturas elevadas tienen efec-
tivamente un efecto perjudicial para el material de las bibliotecas, ello se
ha recalcado tanto en las publicaciones que a menudo se han pasado por alto
los efectos obtenidos al reducir la temperatura sin tomar en cuenta la humedad
relativa. Como en la mayoría de los demás problemas ambientales, las respues-
tas fáciles y los arreglos rápidos tienden a crear problemas que, a largo
plazo, resultan más graves que el problema inicial.

PUBLICACIONES CITADAS:

1) St. George, págs. 179.

2) Belyakova, pág. 184.

3) Beckwith, pág. 307.

4) Cari J. Wessel. "Textiles and Cordage". Deterioration of Materials,


Greathouse & Wessel, págs. 474-479.

5) Robert M. Lollar. "Leather". Deterioration of Materials, Greathouse &


Wessel, págs. 152-153.

6) Charleston C. Baird and David F. Kopperl. "Treating Insect and Micro-


organism Infestation of Photographic Collections". Second International
Symposium: The Stability and Preservation of Photographic Images, August
15-28, 1985. Springfield, VA., Society of Photographic Scientists and
Engineers, pág. 53.

7) Fleming, pág. 363.

8) H.J. Plenderleith and A.E.A. Werner. The Conservation of Antiquities and


Works of Art. 2a. éd., Londres, Oxford University Press, 1971, pág. 6.

9) Beckwith, pág. 331.


PGI-88/WS/9 - pág. 18

IV. PREVENCIÓN

No hay duda que la prevención del crecimiento del moho es mucho más fácil
cuando la biblioteca está sujeta a un control ambiental pero los medios técni-
cos necesarios resultan onerosos de instalar y de mantener. Aunque menos
gravosa, la modificación del medio ambiente tampoco se hace sin costos. El
cuidado de las colecciones es tan importante como su adquisición y la organi-
zación, y debería formar parte del presupuesto de todas las bibliotecas y los
archivos. Aunque no hay panaceas, sí existen ciertas posibilidades de modifi-
cación ambiental gracias a las cuales las instituciones podrían reducir las
posibilidades de que las colecciones padecieran los efectos del moho.

CONCEPCIÓN Y MODIFICACIÓN DE LOS EDIFICIOS

Si se tiene la enorme suerte de participar en el diseño de un nuevo


edificio que esté provisto de mecanismos modernos de control ambiental, cabe
señalar que el tema se aborda ampliamente en las publicaciones sobre las
bibliotecas y los museos, empezando por el excelente libro de Garry Thomson
"The Museum Environment"1) que será de una invalorable ayuda para los
bibliotecarios. En el presente estudio no se pretende tratarlo con todos sus
detalles. En cambio, se centrará en las reformas de los edificios existentes y
en la concepción de nuevos edificios que no estén provistos de dispositivos de
control ambiental.

Construir un edificio con la idea de que los mecanismos de control


ambiental se añadirán en algún momento no es una buena solución. Es muy proba-
ble que mientras no puedan instalarse eficazmente y aprovecharse económica-
mente esos dispositivos, previstos para un futuro, el edificio así proyectado
resulte insoportable para los usuarios y para las colecciones. Los techos
bajos y los ambientes cerrados que posibiliten el control ambiental crean el
peor medio ambiente posible en el trópico. Al mismo tiempo, un edificio dise-
ñado para aprovechar la aireación natural torna prácticamente imposible la
instalación de un sistema completo de control ambiental o cuando menos, lo
hace extraordinariamente caro. Las decisiones relativas al medio ambiente
deben tomarse ya desde la fase de planificación.

Incluso sin mecanismos de control ambiental, un buen proyecto puede


contribuir en gran medida a reducir el efecto negativo del clima local. Asom-
brosamente, existen pocas publicaciones sobre la concepción de edificios en el
trópico. En la bibliografía de Vanee2) sólo constan unas 15 páginas de refe-
rencias, muchas de hace 20 ó 30 años. Aunque el tema no se aborde a menudo en
las publicaciones, si el bibliotecario y el arquitecto colaboran, pueden
proyectar un edificio que sea seguro para la colección. Es importante que en
el proyecto del edificio se tome en consideración el tipo de clima tropical
particular de la zona ya que, aunque existen denominadores comunes, los requi-
sitos serán diferentes en cada una de las regiones.

La ubicación

Las diversas zonas climáticas mencionadas en la introducción son impor-


tantes para determinar los requisitos que debe cumplir un nuevo edificio o los
mejores métodos para modificar el medio ambiente en las construcciones exis-
tentes. En la obra de Fry y Drew^) constan informaciones suplementarias
sobre las características particulares de los medios continental e insular que
resultarán útiles para modificar el medio ambiente. A continuación sólo se
consignarán unas directrices generales.
PGI-88/WS/9 - pág. 19

En el clima de bosque tropical húmedo (Af) donde las condiciones son


relativamente uniformes durante todo el año, y en general las temperaturas no
son sumamente altas (por lo general inferiores a 32°C) y los vientos, débiles
o inexistentes, lo que se deberá procurar principalmente es mejorar la airea-
ción y reducir la humedad relativa.

En los climas de monzón (Am), pueden aprovecharse los vientos más fuertes
para mejorar la ventilación y 3a circulación y dedicar más recursos a reducir
la humedad relativa, especialmente durante los meses de lluvia.

En las sabanas tropicales (As o Aw), con tres estaciones diferenciadas,


podrán ser necesarios sistemas más complejos. Durante las estaciones seca y
calurosa, el polvo y la tierra constituirán un problema particular. Debe ser
posible cerrar el edificio para protegerlo del polvo durante esa época y
mantener al mismo tiempo una aireación suficiente para impedir que la tempera-
tura aumente en el interior. Debido a los problemas que representan las tempe-
raturas extremadamente altas, el polvo y la desecación, quizás la climatiza-
ción sea el factor más importante para el mantenimiento de las colecciones en
esas condiciones. Como hay dos estaciones secas y una estación de lluvias
relativamente breve, el moho puede ser un problema sólo durante una reducida
parte del año o ni siquiera plantearse. No deben escatimarse esfuerzos en
impedir las fluctuaciones extremas de la HR entre las estaciones. La utiliza-
ción de la ventilación natural en los climas de sabana se distingue de la de
los climas de los tipos Af y Am. En la obra de Oakley^) se encontrarán
varios diagramas útiles en los que se sugieren posibilidades de aireación
natural en los climas As y Aw.

La construcción del edificio v la modificación ambiental

La temperatura y la aireación pueden modificarse directamente reformando


los edificios. En cambio, la humedad relativa sólo puede modificarse indirec-
tamente mediante la utilización eficaz de la ventilación natural o un control
tecnológico a que se aludirá ulteriormente.

La temperatura

Las paredes que dan al este y al oeste y reciben con toda su fuerza el
sol de la mañana y de las primeras horas de la tarde deben protegerse y ais-
larse para que ese calor no se transmita dentro del edificio. El tejado, muy
expuesto al sol del mediodía, debe reflejar el calor y además debe haber un
ático o espacio de ventilación directamente debajo del tejado para aislarlo
del interior del edificio.

La doble pared es un medio excelente de aislación de los edificios en el


trópico. El aire es un aislante eficaz e impide que el calor pase desde la
pared externa hacia el interior del edificio. En muchos lugares del trópico,
los bloques de cemento huecos son un elemento básico de la construcción. Cons-
tituyen un material económico, aunque no siempre muy estético, que aisla
eficazmente el interior del edificio. Una construcción con doble pared es más
eficaz aunque considerablemente más cara. Ese tipo de construcción también se
utiliza eficazmente en los climas templados donde, debido a los niveles extre-
mos de calor y frío, el costo a largo plazo de los mecanismos de control
ambiental es una consideración de primer orden.

El brise-soleil es una variación de la doble pared. Puede formar parte


del edificio o anexarse a la fachada de edificios ya existentes. Aunque no es
tan eficaz como la doble pared, amortigua el resol exterior al absorberlo.
También reduce el nivel de luminosidad dentro del edificio al proteger las
ventanas de modo que éstas puedan permanecer abiertas incluso durante la esta-
ción de lluvias. Este panel calado exterior al plano de la fachada puede
PGI-88/WS/9 - pág. 20

cubrir toda la pared, parte de ella, o en algunos casos sólo las ventanas,
aunque los de este último tipo son mucho menos eficaces para evitar el calen-
tamiento por irradiación.

El sombreado de las paredes expuestas puede revestir muchas otras formas


como el enjardinado con árboles y arbustos, la prolongación de los aleros o la
instalación de toldos exteriores. La utilización de persianas interiores,
cortinas o celosías también puede reducir la transmisión del calor a través de
los cristales. Kukreja^) evalúa en un cuadro la eficacia de los distintos
dispositivos de sombreado en función de sus efectos para reducir el calenta-
miento total, la eficiencia de la aireación y el porcentaje de luz natural de
cada uno de esos dispositivos.

El vidrio transmite e intensifica el calor. En los climas tropicales los


grandes ventanales pueden provocar aumentos considerables de temperatura inte-
rior aunque, por razones estéticas, se ha optado por ellos en muchos edifi-
cios. Los paneles ultravioletas y termoabsorbentes son eficaces para reducir
el calor y los rayos ultravioletas sin dificultar la visibilidad ni reducir
excesivamente la luminosidad.

Los techos altos son una característica común en los edificios más anti-
guos del trópico y un medio eficaz para que el calor se distribuya dentro del
edificio. Como el aire caliente sube, puede impulsárselo hacia el exterior
mediante ventiladores suspendidos al techo o ventanas abiertas directamente
debajo del alero.

La ventilación

En general, en los climas tropicales los edificios deben orientarse de


forma que aprovechen todos los vientos y estar concebidos de manera que haya
ventilación en ambos sentidos en todas las partes del edificio.

Incluso en los edificios diseñados para utilizar la ventilación natural


será preciso contar con sistemas auxiliares de ventilación mecánica en previ-
sión de las épocas en que los vientos no soplen o se modifiquen.

La ubicación de las ventanas es uno de los principales medios para lograr


una circulación adecuada del aire, una vez determinada la orientación del
edificio. La publicación de Kukreja^) contiene excelentes diagramas sobre la
circulación interior del aire según distintas ubicaciones de las ventanas, que
resultan útiles no sólo para proyectar y reformar los edificios sino para
prever los problemas y determinar la disposición de las estanterías. Señala,
entre otras cosas, que una sola ventana no sirve para nada desde el punto de
vista de la ventilación interior y que si hay que hacer reformas, cuando mejo-
res resultados se obtienen es abriendo ventanas en paredes opuestas para
lograr una aireación en ambos sentidos. Si se amplía la apertura de la ventana
de salida la circulación del aire dentro del edificio aumenta sensiblemente
incluso cuando la ventana de entrada no se reforma. También se puede aumentar
la aireación en gran medida ensanchando las aperturas de entrada y de salida
si éstas son estrechas. También compara la circulación del aire que se obtiene
mediante ventanas de distintas superficies, en relación con la superficie del
piso y demuestra que se obtiene una mayor circulación de aire cuando la aper-
tura de las ventanas equivale al 25% de la superficie del piso.

Aunque permiten lograr una excelente aireación y son corrientes en el


trópico, las ventanas con antiparas o apersianadas plantean dificultades
cuando se trata de hacerlas invulnerables a la lluvia y los insectos; puede
aprovechárselas mejor combinándolas con otros tratamientos. Todas las ventanas
PGI-88/WS/9 - pág. 21

abiertas deben protegerse con paneles de fibra de vidrio bien ajustadas, de


trama fina. Si esos paneles se colocan en la parte interior de las ventanas
será más fácil retirarlas para limpiarlas, particularmente si en la pared
exterior hay un brise-soleil.

Si en el edificio ya existente los techos son altos, la instalación de


ventiladores suspendidos es una inversión excelente. Utilizados conjuntamente
con ventiladores de pie o extractores de aire puede lograrse una circulación
del aire adecuada a un costo relativamente bajo, incluso en los climas del
tipo Af donde la aireación natural es mínima.

REFORMAS DEHTRO DE LOS EDIFICIOS

Además de las reformas de la estructura de los edificios que reducirán la


transmisión y retención del calor y la humedad, pueden modificarse los locales
donde se encuentran las estanterías así como los destinados al almacenamiento,
en beneficio de las colecciones.

Ubicación de las bibliotecas v los locales de almacenamiento

Dado que en los climas tropicales normalmente el nivel de la capa freá-


tica es elevado, por lo general los edificios no están provistos de los sóta-
nos y subsótanos corrientes en los climas templados. En el caso de que el
edificio en cuestión tenga uno o más sótanos, debe evitarse a toda costa
utilizar esas zonas para colocar las estanterías o depositar las colecciones
que no se utilicen. Como es difícil, cuando no imposible, cerrar hermética-
mente las zonas subterráneas, la humedad del terreno se filtrará a través de
las paredes. Incluso si éstas están revestidas con aislantes impermeables, la
humedad y las sales tenderán a desarrollarse por debajo de la superficie del
revestimiento hasta que la superficie de la pared y la capa protectora comien-
cen a desprenderse o descantillarse de forma que la cara interna de la pared
quedará expuesta y la humedad podrá penetrar dentro del edificio. También es
difícil mantener una aireación suficiente. Debido a esos factores cuyo resul-
tado es un aire cálido, húmedo, que no circula, el crecimiento del moho está
prácticamente garantizado.

Incluso si no se utilizan las zonas subterráneas para almacenar los mate-


riales, deben aislarse las paredes y los pisos lo más herméticamente posible
para impedir que la humedad relativa se eleve al resto del edificio. Debe
procederse a inspecciones frecuentes para supervisar esos locales; los funcio-
narios deben saber cuáles son los posibles focos de problemas existentes en
los locales.

También hay que evitar las habitaciones interiores cerradas, a no ser que
puedan instalarse sistemas mecánicos de control de la temperatura y de la
humedad relativa. Esas zonas también deben vigilarse periódicamente. En los
edificios en que existan, debe mejorarse la ventilación reemplazando las pare-
des interiores enteras por una media pared con ventanas apersianadas que
faciliten la aireación en ambos sentidos, ya sea naturalmente o mediante
ventiladores.

Disposición de las estanterías

Las estanterías no deben colocarse directamente contra las paredes exte-


riores puesto que es el punto donde habrá mayor transferencia de calor y hume-
dad, lo que limitará gravemente la circulación del aire. Esta será mejor y se
evitará que la condensación de la humedad en la pared cree un microclima,
dejando aunque sea unos 30 cm de espacio entre la pared y la estantería.
PGI-88/WS/9 - pág. 22

Las estanterías deben disponerse paralelamente a la corriente de aire


para que ésta dé en los lomos de los libros cuando están colocados en sentido
vertical en los anaqueles. Las estanterías nunca deberán interponerse a la
corriente de aire procedente de las ventanas o de los ventiladores.

Las estanterías deberán ser de las que no tienen fondo y preferentemente,


de las móviles, que se pueden colocar a gusto y se unen por la parte trasera,
lo que favorecerá la ventilación de todas las caras de los volúmenes. Si se
duda sobre la firmeza o la estabilidad de las estanterías, es mejor recurrir a
travesanos más que a los paneles enteros como los que tienen muchas estante-
rías disponibles en el comercio. Por muy convenientes que sean desde el punto
de vista del ahorro de espacio, en el trópico deberán evitarse las estanterías
compactas, principalmente porque puede crearse un microclima cuando estén
cerradas. Además el mecanismo para correr las estanterías por lo general deja
de funcionar cuando la humedad es muy elevada.

Siempre que sea posible deberán evitarse los armarios cerrados. Si son
necesarios para guardar microfilmes o registros cerrados deben ventilarse
tanto la cara anterior como la posterior; de lo contrario habrá que crear
dentro del armario un microclima favorable para contrarrestar el elevado
porcentaje de humedad relativa.

Modificación ambiental localizada

Además de aprovechar las condiciones naturales para modificar el medio


ambiente de todo el edificio, existen diversos medios técnicos para modificar
el ambiente en determinados puntos de la biblioteca. En la mayoría de las
colecciones hay materiales que merecen una protección especial. A menudo
pertenecen a esta categoría las obras raras y valiosas y los objetos que
tengan una importancia histórica particular. Por esta razón, en general se
prevé dentro de la biblioteca una zona especial en la que esos materiales se
puedan guardar con toda seguridad en un medio más próximo al ambiente ideal.
Además de las medidas antes citadas se puede recurrir a una modificación
ambiental localizada aunque no habrá de considerarse que sustituya la modifi-
cación del ambiente de todo el edificio.

Vigilancia de las condiciones existentes

Antes de tratar de modificar el medio ambiente en un lugar determinado es


imperioso entender las condiciones existentes, lo que supone una vigilancia
global del medio ambiente. Debe contarse con información sobre las condiciones
en lugares dados a toda hora del día y en todas las estaciones del año. Si van
a instalarse acondicionadores de aire, es importante cerciorarse de que la
reducción de la temperatura no provocará un incremento inaceptable del porcen-
taje de humedad relativa, inmediatamente o durante determinadas estaciones.

El método más eficiente para vigilar la temperatura y la RH es el higro-


termógrafo registrador que, como su nombre indica, registra esos datos durante
las 24 horas de los siete días de la semana en un lugar dado. Se precisarán
varios higrotermógrafos y deberá fijarse un programa para trasladarlos a los
distintos puntos con el fin de contar con informaciones durante todas las
estaciones y en todas las partes de la biblioteca. Estos instrumentos son
relativamente baratos (entre 300 y 500 dólares) y, a largo plazo, rentables.
Otra posibilidad son los monitores fijos y portátiles no registradores. Los
termómetros, los higrómetros y los higrotermógrafos permiten leer la tempera-
tura, la humedad y la temperatura y la humedad respectivamente, pero como no
los consignan en gráficos, los empleados deben supervisarlos periódicamente
para obtener un panorama general, lo que supone que se les dedique bastante
PGI-88/WS/9 - pág. 23

tiempo. Los datos deben tomarse en diversos lugares, a horas especificadas a


lo largo del día y de la noche y consignarse para contar con un gráfico exacto
de la situación en cada uno de esos lugares.

Se necesitan psicrómetros de honda o a motor para calibrar el resto del


equipo de vigilancia; pueden utilizarse para leer los datos momentáneamente en
las zonas que presenten problemas.

En los climas verdaderamente tropicales, las bandas de papel higroindica-


doras son de poca utilidad. Casi siempre señalan la franja rosa (húmeda) y la
mayoría sólo consignan las variaciones muy grandes de la humedad relativa.
Donde más útiles pueden ser es en los registros cerrados en los que se haya
creado un microclima más seco pero para que sean útiles, debe supervisárselas
periódicamente.

El equipo antes recomendado para vigilar las condiciones antes de modifi-


car el medio ambiente local también es esencial para mantener el ambiente
deseado, evitar las fluctuaciones y determinar las causas de las plagas de
moho, en caso de que ocurran. La adquisición y el mantenimiento de estos meca-
nismos de vigilancia debe considerarse como una inversión a largo plazo para
el cuidado de las colecciones.

Climatización

Las palabras "climatización" o "aire acondicionado", que se emplean en el


presente estudio, designan la utilización de unidades mecánicas para refrige-
rar y filtrar el aire dentro de una zona de un edificio. Las unidades centra-
les utilizadas para controlar el ambiente en todo un edificio escapan al
ámbito del presente estudio. Existen climatizadores de dos tipos: los de
enfriamiento por formación de vapor y los de enfriamiento por agua helada.

El enfriamiento por formación de vapor es el sistema más sencillo y


barato aunque en general no se adecúa a las zonas donde la temperatura y la
humedad relativas son elevadas durante todo el año.

Las unidades de refrigeración por agua helada comprenden un mecanismo de


refrigeración que reduce la temperatura del aire y una unidad de calefacción
que lo entibia antes de que entre en la habitación. En los climas tropicales
húmedos, este procedimiento plantea problemas ya que el aire que se introduzca
debe estar por debajo del punto de rocío para impedir un aumento desmesurado
del porcentaje de humedad relativa. Un cambio de temperatura de 0,33°C provo-
cará un cambio del 3% de la humedad relativa. Los monitores que supervisan
este proceso tienen una importancia capital. Existen de diferentes tipos: el
control mediante termómetro húmedo y termómetro seco, análogo al de un psicró-
metro, y los higrógrafos de cabello, similares a los empleados en los higro-
termógrafos^). Una unidad de refrigeración puede costar el doble que un
sistema de enfriamiento por formación de vapor y resulta considerablemente más
caro debido al costo de la energía. A menudo se tiende a reducir los costos de
funcionamiento apagando el mecanismo de calefacción, lo que inevitablemente
produce graves problemas ambientales. Si ha de comprarse e instalarse ese tipo
de unidad, es imperativo utilizarla adecuadamente.

El tipo de sistema de filtro escogido y el grado de recirculación más


conveniente depende en gran medida de las condiciones locales. Los filtros
deben limpiarse y reemplazarse regularmente, lo que no sólo mejorará el fil-
trado del aire sino que además abaratará el costo de utilización del sistema.
Deben evitarse los sistemas electrostáticos porque producen ozono que a su vez
puede ser nocivo para los materiales orgánicos**).
PGI-88/WS/9 - pág. 24

Ha de mencionarse otro aspecto en cuanto a la utilización de las unidades


de climatización. Como el agua, el aire que se introduzca en determinado local
debe llegar a su propio nivel. El aire frío que entre al nivel del suelo o
apenas por encima del mismo se quedará allí mientras que el aire caliente se
elevará. Los climatizadores deberán instalarse a la mayor altura posible, ya
sea en una pared o en una ventana, para lograr la máxima circulación. Las
estanterías y los armarios deben disponerse de tal manera que no interfieran
con la circulación del aire.

Deshumidificación

En los climas tropicales húmedos, la deshumidificación será el factor más


importante para impedir el crecimiento del moho. Su principal contrincante
será una buena aireación y no la climatización. Como ya se ha señalado, ésta
podrá hacer que la deshumidificación sea aún más necesaria. Debe disponerse de
deshumidificadores portátiles en todas las bibliotecas aunque en algunas de
ellas será necesario instalar un sistema permanente de deshumidificación.

Los métodos de deshumidificación más comunes son los desecantes mecánicos


y las unidades mecánicas de refrigeración y calefacción^). Las unidades
desecantes mecánicas que, por lo general, se usan exclusivamente en sistemas
mayores, de instalación fija, son muy eficientes, relativamente fáciles de
mantener y apropiados para las instituciones que tengan problemas graves de
humedad durante todo el año. El sistema descrito por Gates secará y hará cir-
cular 424 m^ por minuto y eliminará hasta 15 litros de agua por hora^-O).
En general, la deshumidificación que utiliza el aire caliente no se adecúa a
los climas tropicales y es la más costosa de los tres tipos citados.

El sistema más eficaz y económico para los climas cálidos es el de las


unidades de refrigeración. La humedad se va eliminando de la atmósfera a
medida que se condensa en un serpentín refrigerado. Las unidades portátiles
funcionan según el mismo principio y requieren muy poco mantenimiento y ener-
gía. La mayoría de ellas cuenta con sistemas de regulación interna muy elemen-
tales y pueden regularse para mantener un porcentaje dado de humedad relativa.

Una de las principales ventajas de los sistemas de deshumidificación es


que no necesitan las grandes obras de instalación de conductos que suponen los
sistemas de climatización. Según Gates, el vapor del agua se desplazará hasta
el punto que menor contenido de humedad tengan). Por lo tanto, incluso los
aparatos portátiles pueden dejarse en el lugar y deshumidificar correctamente
una habitación. Huelga decir que en locales más amplios se necesitarán varios
aparatos.

Creación de microclimas en armarios y registros

Se entiende por microclima toda variación respecto de la temperatura y la


humedad relativa existentes en el medio ambiente circundante. Puede tener
efectos negativos o positivos y producirse y mantenerse natural o artifi-
cialmente.

En ciertos casos, podría ser necesario crear un microclima dentro del


ambiente de un edificio mayor, ya sea por la naturaleza de los materiales, por
la necesidad de proteger artículos valiosos o por el deseo de sacarlos de un
ambiente controlado y exponerlos en otro donde no existen tales dispositivos.
Evidentemente, los microfilmes, los mapas y los documentos guardados en arma-
rios con archivadores se prestan a la instalación de microclimas en los
ambientes muy húmedos. Aunque los casos de crecimiento de moho puedan redu-
cirse en toda la colección mediante una mejor aireación, los armarios metáli-
cos cerrados destinados a guardar microfilmes, mapas y documentos tienden a
PGI-88/WS/9 - pág. 25

conservar la humedad, especialmente si no se los utiliza a menudo. Puede


mantenerse un microclima favorable reduciendo artificialmente la humedad rela-
tiva dentro de ellos.

Puede crearse un microclima con poca humedad en un armario cerrado,


utilizando desecantes que absorberán la humedad de la atmósfera. Con ese fin
pueden utilizarse diversos productos: dos de los más comunes son el gel de
sílice (que existe con diversos grados) y se utiliza corrientemente en los
Estados Unidos y Europa, y las bolitas Nikka (también llamadas Kaken Gel),
utilizadas en el Japón y en el Lejano Oriente. Se ha llegado a la conclusión
de que estas últimas son más eficaces que el gel de sílice en humedades supe-
riores al 60%1 2 ). A menudo en el gel de sílice hay un indicador de color que
pasa del azul al rosa a medida que se absorbe la humedad e indica cuándo el
material ha llegado a su absorción máxima y debe ser acondicionado nuevamente.

Antes de utilizarlo, hay que regular el desecante para que baje a 0% de


humedad relativa, lo cual se logra calentando el material en un horno para
eliminar la humedad. Las bolitas o los cristales pueden volver a regularse y
utilizarse muchas veces sin que pierdan su capacidad de absorción. Una vez
regulado, el desecante puede colocarse en los armarios, ya sea en una bandeja,
en la parte inferior, o en pequeñas bolsitas de tela, en los distintos cajo-
nes. Si el desecante utilizado no tiene indicación del color, habrán de colo-
carse un higrómetro o bandas indicadoras en el armario para saber cuándo es
preciso cambiarlos. Una vez que el armario llega a la humedad deseada y se
logra un equilibrio, será necesario regular el desecante menos a menudo. Ahora
bien, si los armarios se utilizan con frecuencia, será preciso hacerlo a
intervalos periódicos. Cuanto mayor es la cantidad de desecante empleada,
durante más tiempo se podrá mantener el microclima antes de tener que reacon-
dicionarlo.

Existen numerosas publicaciones sobre la creación de microclimas, gran


parte de las cuales versan sobre la instalación de vitrinas de exposición y el
embalaje del transporte de obras de arte pero prácticamente todo lo que allí
se dice puede aplicarse al control de las condiciones ambientales en cajas
herméticas de almacenamiento u otros lugares fijos. La reciente publicación de
Stolovr-3) contiene información sobre los microclimas obtenidos por medios
modernos.

MANTENIMIENTO DE LAS ESTANTERÍAS

Si bien la limpieza y el mantenimiento de rutina no presentan ningún


encanto en ninguna biblioteca, son particularmente importantes cuando ésta
carece de un sistema de control ambiental. Cuando se utiliza la aireación
natural para mantener una circulación adecuada del aire, el polvo y la tierra
son un problema constante. Como sus partículas son higroscópicas -vale decir
que atraen y mantienen la humedad de la atmósfera- y a menudo contienen los
nutrientes que necesita el moho, en los climas tropicales es esencial limpiar
constantemente las zonas donde están las estanterías. La limpieza con aspira-
dora también reducirá, aunque no sea más que temporalmente, el número de espo-
ras presentes en los materiales. En los climas de sabana, una limpieza completa
efectuada inmediatamente antes de que comience la estación de las lluvias
puede eliminar por completo los brotes de moho.

Debe fijarse y respetarse la norma de limpiar con aspiradora todos los


libros de las estanterías de una biblioteca una vez al año. También es impor-
tante una inspección frecuente de esas zonas y más particularmente de las
secciones que se utilizan poco y de los locales dedicados al almacenamiento.
PGI-88/WS/9 - pág. 26

PUBLICACIONES CITADAS:

1) Garry Thomson. The Museum Environment. Londres, Butterworths, 1978.

2) Mary Vance. "Tropical Architecture: A Bibliography". Vance Bibliographies


Architectural Series #A 738. 1982.

3) Maxwell Fry and Jane Drew. Tropical Architecture in the Humid Zone. Nueva
York, Reinhold, 1956, págs. 34-36.

4) David Oakley. Tropical Houses; A Guide to their Design. Londres, Batsfor,


1961, pág. 119.

5) C.P. Kukreja. Tropical Architecture. Nueva Delhi, Tata McGraw-Hill, 1978,


pág. 74.

6) Kukreja, págs. 96-98.

7) F. Hugh Howarth. "An approach to air-conditioning". Contributions to the


London Conference on Museum Climatologi. Garry Thomson, éd. Londres,
International Institute for Conservation, 1968, págs. 173-180.

8) N.S. Brommell. "Conservation of Museum Objects in the Tropics". Con-


ference on Museum Climatology. Garry Thomson, ed. Londres, International
Institute for Conservation, 1986, pág. 145.

9) The Dehumidification Handbook. Amesbury, Mass. Cargocaire Engineering


Corp. 6th ed., 1987.

10) Albert S. Gates, et al. "Dehumidification". Deterioration of Materials.


Greathouse & Wessel, pág. 726.

11) Gates, pág. 728.

12) May Cassar. "Checklist for the Establishment of a Microclimate". Canadian


Conservation Institute, 1984.

13) Nathan Stolow. Conservation and Exhibitions. Londres, Butterworths, 1987.

)
PGI-88/WS/9 - pág. 27

V. FUNGICIDAS Y FUMIGACIÓN

La mayoría de los bibliotecarios, archivistas y funcionarios de museos


están convencidos de que hay que matar el moho. Quizá sea más adecuado y
eficaz concentrarse en la prevención, la inhibición y la eliminación. Como ya
se ha señalado, el moho está admirablemente equipado para la supervivencia.
Incluso si se logra matar el 99%, ello significa "una pérdida casi insignifi-
cante para un hongo que puede producir cientos de miles de esporas en una
pequeña colonia iniciada con una sola"l). Actualmente se sabe que los fungi-
cidas y preparados para la fumigación con un espectro y una potencia capaces
de lograr una mortalidad del 99% también son tóxicos para el ser humano.
Cuando se contemple la posibilidad de utilizar fungicidas o preparados para la
fumigación para prevenir o tratar el crecimiento del moho, deben tenerse
presentes dos hechos fundamentales:

• todos los agentes germicidas son químicamente reactivos, es decir que


son capaces de reaccionar ante los materiales a los que se aplican y
de alterarlos;

• todos los agentes germicidas se caracterizan por cierta toxicidad para


los mamíferos^).

Tradicionalmente, cuando se emplean productos químicos para hacer frente


a la degradación biológica, se utilizan dos métodos. El primero, la fumiga-
ción, interfiere con las actividades vitales del organismo. La otra, esto es,
la aplicación local de fungicidas a un objeto, interfiere con sus consecuen-
cias, vale decir, con las reacciones químicas del organismo y su sustrato. El
número de compuestos actualmente utilizado es muy limitado: ciertos derivados
metálicos, productos químicos orgánicos (los más comunes de los cuales son los
fenoles) y ciertas aleaciones metalorgánicas-^). Aunque existe cierto interés
por aplicar y poner a prueba técnicas más exóticas, como la radiación y la
utilización del ozono "no hay que confiar demasiado en la esperanza de que
nuevos agentes germicidas sean la solución al problema"^). Se ha descubierto
que tanto las radiaciones como el ozono son perjudiciales para ciertos
materiales.

Cabe señalar que el primer método, el que interfiere con las actividades
vitales del organismo, puede aplicarse sin recurrir a los tratamientos quími-
cos. La modificación de los factores ambientales necesarios para el creci-
miento del moho es por lo menos tan eficaz como los tratamientos químicos y
seguramente mucho más inocua para las personas y los materiales.

FUNGICIDAS

En el presente estudio el término "fungicida" designará exclusivamente a


los agentes germicidas que se encuentren en un medio líquido y se apliquen
directamente a la superficie de un objeto afectado. Dicha aplicación puede
estar destinada a impedir el crecimiento del moho o a matarlo, una vez que el
crecimiento haya comenzado. Se ha demostrado que la mayoría de los fungicidas
recomendados en las publicaciones pertinentes no son eficaces desde el punto
de vista de la protección a largo plazo o que incluso son nocivos para los
propios materiales. Ya es sabido que los que sí parecen tener cierto nivel de
toxicidad residual son peligrosos para los empleados y los usuarios que puedan
manipular los materiales ulteriormente. Las formas de exposición pueden ser la
inhalación, la ingestión o la absorción cutánea. Deben respetarse estricta-
mente las advertencias sobre la utilización de este tipo de agentes tanto en
lo que hace a la aplicación efectiva como a los posibles efectos residuales.
PGI-88/WS/9 - pág. 28

Beckwith, Swanson e Illiams sometieron a una serie completa de pruebas


ciertos agentes germicidas utilizados para proteger el papel y llegaron a la
conclusión de que 28 fungicidas, corrientemente recomendados, eran ineficaces
para matar el moho o perjudiciales para el papel. Entre ellos figuraban el
cloruro de mercurio, el cloroformo y el formaldehído^). En 1971 en un
folleto publicado por el British Museum sobre los agentes germicidas para el
material de archivos y de bibliotecas se recomendaban los dos últimos^).

A menudo se recomiendan como fungicidas de aplicación local el timol y


los cristales de ortofenil fenol. Ambos han sido ampliamente utilizados para
la conservación de materiales pero su empleo se ha interrumpido radicalmente
ya que en estudios recientes se ha demostrado que ambos pueden ser perniciosos
para los ojos y para el aparato respiratorio superior. Se cree que el timol es
el más tóxico ya que afecta el hígado, los ríñones, el sistema nervioso
central y el sistema circulatorio?).

De los fungicidas recomendados en las publicaciones, sólo se recomienda


para la aplicación local, aunque su utilización debe ser limitada, el alcohol
y el ortofenil fenol, en la proporción corrientemente empleada en los produc-
tos de limpieza para el hogar, como el Lysol. Hasta que no se conozca mejor la
toxicidad del ortofenil fenol, habrá que evitar su empleo en forma de crista-
les disueltos en alcohol. Deben tomarse con pinzas todas las recomendaciones
que figuren en publicaciones que no sean recientes ya que hace muy poco tiempo
que la toxicidad de varios agentes germicidas es motivo de preocupación. Aún
están en curso investigaciones para determinar con precisión qué niveles de
exposición puede aceptarse.

La medicina aplica desde hace tiempos inmemoriales el principio de que se


debe tratar la enfermedad y no el síntoma. La aplicación local de fungicidas a
objetos en los que haya crecimientos de moho es un ejemplo clásico de lo
contrario, ya que se trata el síntoma y no la causa más profunda de la enfer-
medad. Cuando se somete a los objetos a ese tratamiento y se los vuelve a
colocar en el mismo ambiente donde se produjo la erupción es muy probable que
vuelvan a aparecer los mismos síntomas.

FUMIGACIÓN

En el presente estudio, por "fumigación" se entenderá todo tratamiento


que consista en la exposición al vapor de un compuesto destinado a matar el
moho. La idea de la fumigación resulta atractiva para la mayoría de los
bibliotecarios y archivistas; no supone el tratamiento de los distintos obje-
tos y, en consecuencia, no es costosa desde el punto de vista del tiempo que
tienen que dedicarle los funcionarios. Pueden tratarse grandes números de
objetos al mismo tiempo, ya sea en cámaras de fumigación o cerrando partes del
edificio y fumigando colecciones enteras. La realidad de la fumigación es
mucho menos atractiva cuando se tienen en cuenta su eficacia incierta, la
falta de protección de los residuos, la posible alteración o el perjuicio de
los materiales y la toxicidad para los empleados y los usuarios.

Métodos de fumigación

La fumigación puede realizarse de varias maneras, utilizando diversos


preparados, algunos mejores que otros, pero todos peligrosos. De ser necesaria,
siempre que sea posible debería ser efectuada por profesionales autorizados.
PGI-88/WS/9 - pág. 29

Entré las cámaras de fumigación corrientemente utilizadas, las que son al


vacío son más eficaces para eliminar el moho. En efecto, se logra una mayor
penetración del preparado para fumigación y existe la posibilidad de que
también tenga efectos adversos para la estructura del moho al suprimir el
oxígeno necesario para el crecimiento y quizás, destruyendo las propias espo-
ras. Pero es sumamente caro adquirir e instalar cámaras al vacío. El óxido de
etileno es el preparado que más se emplea en este tipo de cámaras; hay que
prever una cámara suplementaria para airear los materiales después de la fumi-
gación de modo que los materiales orgánicos puedan eliminar las toxinas resi-
duales. Aunque en las cámaras de vacío también se utiliza el fluoruro de
azufre para erradicar las plagas e insectos, no es eficaz como fungicida y se
ha hecho muy poca experimentación sobre su toxicidad y efecto en los materia-
les orgánicos.

Las más de las veces, en las cámaras de fumigación que no son al vacío,
se utilizan vapores de timol y ortofenil fenol. En muchas instituciones hay
pequeños armarios para fumigar un número limitado de objetos. A menudo se
improvisan con refrigeradores viejos o con armarios metálicos destinados a
fines completamente distintos. Estos armarios improvisados son particularmente
peligrosos para los empleados que deben utilizarlos regularmente. A veces, en
las publicaciones se recomienda efectuar la fumigación en bolsas de plástico.
Las bolsas de plástico estándar utilizadas para recoger la basura no son
herméticas al vapor y por lo tanto, no pueden contener eficazmente los utili-
zados para la fumigación.

En general la fumigación de zonas completas está a cargo de empresas


profesionales especializadas; nunca deben intentar hacerla empleados no cali-
ficados ni autorizados. De ser necesaria la fumigación, los bibliotecarios
deben saber exactamente qué preparado se ha utilizado y observar estrictamente
todas las restricciones en cuanto al acceso a la zona y la evacuación del gas
al término de la operación. Los materiales orgánicos pueden retener los vapo-
res tóxicos; ha de pedirse a la empresa que haya hecho la fumigación, informa-
ción sobre los riesgos para los empleados y usuarios.

TOXICIDAD DE LOS PREPARADOS PARA FUMIGACIÓN

Para que los bibliotecarios y archivistas puedan evaluar con mayor exac-
titud los riesgos relativos de los preparados que puedan utilizarse en su
institución, a continuación se dan ciertas informaciones de carácter general.

Oxido de etileno

El óxido de etileno fue inventado en 1859. A finales del decenio de 1920


era un preparado corrientemente utilizado para la fumigación de los cereales y
en el decenio de 1950 se lo empleaba frecuentemente en museos, bibliotecas y
archivos. Ballard y Baer han hecho un excelente estudio de la historia, la
utilización, la eficacia y los riesgos que entraña el empleo del óxido de
etileno8).

En 1984, la Occupational Safety and Health Administration OSHA (Adminis-


tración de Seguridad en el Empleo y Salud Pública) publicó una nueva norma
sobre la exposición al óxido de etileno a 1 ppm. Sobre la base de datos obte-
nidos mediante experimentación en animales y en el ser humano, esa institución
llegó a la conclusión de que la exposición al óxido de etileno "puede tener
efectos carcinogénicos, mutagénicos, genotóxicos, reproductores, neurológicos
PGI-88/WS/9 - pág. 30

y de sensibilización"^). Entre los imperativos de seguridad para utilizar


ese gas figuran métodos de control a la exposición, equipo de protección
personal, medición de la exposición de los empleados, capacitación sobre la
utilización del gas (a menudo se requiere una licencia), vigilancia médica,
signos y etiquetas, zonas reglamentadas, procedimientos de emergencia y regis-
tro en fichas de antecedentes. La presencia del EtO no puede ser detectada por
el ser humano sin la ayuda de mecanismos de vigilancia, hasta que llega a una
concentración de 300 ppm, superior con mucho a la norma de 0SHA.10).

El óxido de etileno se conoce con varios otros nombres como: óxido de


dimetilo, Carboxide, 1-2 Epoxythane, Oxyfume, Pennagas y Oxirane. Es altamente
inflamable y por lo general se utiliza en una concentración del 10% junto con
un gas portador.

Bromuro de metilo

El bromuro de metilo se utiliza sobre todo para la fumigación de plagas


de insectos, y más particularmente de los de cascara dura, como los escaraba-
jos. Aunque no es particularmente eficaz como preparado para la fumigación de
los crecimientos de moho, a veces se lo utiliza como tal. Es un gas incoloro,
transparente, fácilmente licuable. Se lo detecta fácilmente ya que tiene un
olor fuerte semejante al del cloroformo. Es altamente tóxico por ingestión,
inhalación o absorción cutánea. El nivel de tolerancia fijado por OSHA es de
5 ppm. El bromuro de metilo afecta el sistema central nervioso, el aparato
respiratorio, la piel y los ojos. Por lo general, los efectos agudos se produ-
cen entre 30 minutos y 6 horas después de la exposición y pueden consistir en
convulsiones seguidas por un deceso debido a una deficiencia pulmonar y/o
circulatoria. Por lo general, los efectos crónicos se limitan al sistema
nervioso central; entre ellos figuran los dolores musculares, perturbaciones
visuales, del habla y sensoriales y un estado de confusión mental.

No debe utilizarse el bromuro de metilo para fumigar materiales altamente


proteicos ya que altera gravemente la estructura de las proteínas. Así, por
ejemplo, cuando el cuero se fumiga con esta sustancia queda negro y quebradizo.

El bromuro de metilo también se conoce con las siguientes designaciones


patentadas: Brom-0-Gas, Brozone, MeBr, Meth-0-Gas y Terr-0-Gas.

Fluoruro de azufre

Corrientemente se lo utiliza en el trópico para fumigar las termitas en


los edificios. Incluso sin un dispositivo de vacío, su coeficiente de penetra-
ción es muy elevado. Del mismo modo que el bromuro de metilo, no se lo conoce
por su eficacia para eliminar el moho aunque a veces se lo utiliza con tal
fin. Es un gas inodoro, incoloro e insípido que por lo general sólo pueden
adquirir los fumigadores patentados. La norma de OSHA es de 5 ppm. No se lo ha
sometido a una experimentación muy amplia y no se conocen sus efectos carcino-
génicos ni reproductores. Puede ser ingerido por inhalación o absorción cutá-
nea. Entre los efectos agudos figuran las náuseas, los vómitos y los dolores
abdominales. Entre los efectos crónicos que produce figuran perturbaciones
óseas y dentales; la experimentación con animales ha revelado enfermedades
pulmonares y renales.

El fluoruro de azufre se designa corrientemente con la marca patentada


Vikane.
PGI-88/WS/9 - pág. 31

Timol

El timol es un cristal blanco con un olor y un gusto característicos. Se


lo obtiene a partir del aceite de semilla de mastranzo y puede mezclarse con
alcanfor en su forma cristalina. Es moderadamente tóxico por ingestión e inha-
lación. Los estudios indican que la exposición a los vapores de timol pueden
afectar el sistema nervioso central y el aparato circulatorio. No se ha fijado
un nivel preciso de exposición mínima.

A veces el timol se utiliza en su forma gaseosa (obtenida mediante calen-


tamiento de la forma cristalina para que libere vapor de timol) para la fumi-
gación de pequeñas cantidades de materiales. Para poder manipularlos con segu-
ridad después de la fumigación, los materiales deben airearse, preferentemente
en una campana. Aunque así se elimina la protección residual del crecimiento
del moho, los empleados y usuarios pueden utilizar los materiales con seguri-
dad. Los empleados que deban manipular esos materiales inmediatamente después
de la fumigación o en la zona de la cámara de fumigación deberán utilizar
máscaras aprobadas para los productos químicos orgánicos. Para sacar los obje-
tos de la cámara hay que llevar gafas y guantes pesados, impermeables al vapor.

Ortofenil fenol

El ortofenil fenol se considera apenas menos tóxico que el timol. En el


índice Merck se lo describe como un "irritante levemente tóxico" cuando se
inhala. En cambio, es moderadamente tóxico por ingestión. En su forma crista-
lina es de color blanco o crema, soluble en alcohol. En varias publicaciones
se recomienda reemplazar el timol por OPP para los usos normalmente dados al
timol. Se han hecho relativamente pocas pruebas sobre la toxicidad del OPP y
no se ha fijado una norma sobre el nivel de exposición.

Al término de sus experimentos, Haines y Kohler llegaron a la conclusión


de que el ortofenil fenol no es un preparado demasiado eficaz. De los siete
hongos sometidos a experimentación, la fumigación con OPP no detuvo completa-
mente el crecimiento del moho, incluso al cabo de diez días de exposición
constante al vapor, en condiciones controladas!!).

PUBLICACIONES CITADAS:

1) John H. Haines and Stuart A. Kohler. "An Evaluation of Ortho-phenyl


phenol as a fungicidal fumigant for Archives and Libraries". Journal of
the American Institute for Conservation. 25:1, Spring, 1986, pág. 54.

2) A. Baines-Cope. "The Choice of Biocides for Library and Archival


Material". Biodeterioration of Materials. Walters and Hueck-Van der Plas,
eds., pág. 392.

3) G.J.M. Van der Kerk. "The Chemical Approach to Diodeterioration Preven-


tion: Retrospects and Prospects". Biodeterioration of Materials, Walters
and Hueck-Van der Pías, eds., págs. 3-4.

4) Van der Kerk, pág. 10.

5) Carl J. Wessel. "Paper". Deterioration of Materials. Greathouse and


Wessel, pág. 375.
PGI-88/WS/9 - pág. 32

6) Baines-Cope, pág. 383.

7) John P. Barton and Johanna G. Wellheiser, eds. An Ounce of Prevention.


Ontario, Toronto Area Archives Group Education Foundation, 1985, pág. 63.

8) Mary W. Ballard and Norbert S. Baer. "Ethylene Oxide Fumigation: Results


and Risk Assessment". Restaurator. Vol. 7, 1986, págs. 143-168.

9) OSHA. Federal Register, Occupational Exposure to Ethylene Oxide. Final


Standard 29CFR Part 1910 (June 22f 1984). Washington, D.C., EE.UU.,
Departamento de Trabajo, 1984.

10) Robert F. McGriffin. "A Current Status Report on Fumigation in Museums


and Historical Agencies" Technical Report 4. Nashville, Term., American
Association for State and Local History, 1985.

11) Haines and Kohler, págs. 49-55.


PGI-88/WS/9 - pág. 33

VI. TRATAMIENTO

El tratamiento más eficaz en todos los casos, salvo en los más extremos,
es modificar el medio ambiente y retirar el crecimiento de moho del objeto
afectado. Si se las trata con la debida prontitud, la mayoría de las plagas de
moho pueden controlarse sin recurrir a agentes para erradicarlas. Se necesita-
rán preparados para fumigación sólo en los casos más extremos, por ejemplo,
cuando se haya demorado mucho en iniciar el tratamiento al término de una gran
catástrofe. Incluso en este caso, de disponerse de opciones como la congela-
ción, puede suprimirse totalmente la necesidad de emplear ese tipo de prepa-
rados.

La elección del tratamiento adecuado debe hacerse en función de un análi-


sis previo del problema y de la naturaleza del material. Se emplearán métodos
distintos en función de los diferentes medios y también se necesitarán distin-
tos grados de tratamiento en función de la magnitud de la plaga.

A continuación se examinarán diversos tratamientos, muchos de los cuales


incorporan de una manera u otra el procedimiento al vacío. Quizás éste sea uno
de los medios más importantes para impedir y tratar el crecimiento del moho en
los climas tropicales. La utilización de aspiradoras para retirar el creci-
miento del moho de la superficie de los objetos es, en opinión de la autora,
preferible a los demás tratamientos existentes actualmente. El vacío retira
todos los elementos de la colonia (esporas, conidióforos y micelio) y los deja
acondicionados pulcramente para su evacuación. No es un procedimiento tóxico y
si se lo utiliza debidamente, no provoca deterioros estructurales ni químicos
del objeto sometido al tratamiento. En todas partes hay aspiradoras y su
utilización es económica. Incluso cuando no hay corriente eléctrica, pueden
utilizarse con pilas. El principal inconveniente de la limpieza al vacío es
que hay que manejar cada uno de los libros y que, por lo tanto, el tratamiento
requiere mucho tiempo de los empleados.

El material y equipo necesario para eliminar el crecimiento del moho,


según lo recomendado en el presente estudio, es bastante sencillo y debería
encontrarse fácilmente en la mayoría de las regiones. Comprende lo siguiente:

En la presente sección se presentarán los tratamientos indicados para


erupciones pequeñas, medianas y grandes y se incluirán sugerencias sobre el
tratamiento de determinadas categorías de materiales como los libros, el papel
sin encuadernar, el material fotográfico y la totalidad del local. Si desea
familiarizarse con los procedimientos para tratar los casos de grandes catás-
trofes, el lector podrá completar esta información con las publicaciones reco-
mendadas .
PGI-88/WS/9 - pág. 34

Ilustración n° 5

Material y herramientas de base para retirar el crecimiento de moho.


1) Aspiradora portátil con tubo flexible y accesorio para hendijas; se
utilizará para retirar el moho de las tapas de libros. 2) Miniaspiradora
para retirar el moho de superficies de papel. 3) Goma de borrar en polvo
para limpiar la superficie de papel que sea demasiado quebradizo como
para utilizar una aspiradora. 4) Pinceles blandos para retirar la goma en
polvo de la superficie del papel. 5) Pinceles de acuarela de punta fina
para retirar el moho de pinturas al pastel y otras superficies frágiles.
6) Pinzas de cirugía, de punta fina, que también pueden utilizarse para
retirar el moho de la superficie de materiales delicados.

ERUPCIONES PEQUEÑAS - ALTO PORCENTAJE


DE HUMEDAD RELATIVA, LOCALIZADO

A los efectos de la presente sección, se entenderá por pequeña erupción


la que afecte, como máximo, a unos centenares de objetos. En una erupción
pequeña, el moho ataca sólo a determinados objetos o a una parte determinada
del edificio, los materiales no están realmente mojados y el crecimiento de
moho es consecuencia de cambios del medio ambiente (por lo general, un aumento
de la humedad relativa).

El tratamiento y la modificación del medio ambiente deben comenzar en


cuanto se descubre el moho. Si se demora sólo unos pocos días, puede dejar de
ser una erupción pequeña que afecte sólo a unos centenares de artículos y
transformarse en una erupción moderada que altere a algunos miles de objetos.
PGI-88/WS/9 - pág. 35

Libros

Por lo general las pequeñas erupciones de moho en materiales encuaderna-


dos se producen exclusivamente en las tapas de los libros. Las más de las
veces comienzan en el lomo del libro y menos a menudo en el cartoné o cerca
del pliego de las hojas. Para tratar el moho que brota en la superficie de las
hojas del libro se seguirán las recomendaciones que figuran más adelante sobre
el material no encuadernado.

El crecimiento de moho debe retirarse de las tapas de los libros limpián-


dolas con aspiradora que pueden ser de lo más pequeñas, de porte manual o de
las de cápsula, con un tubo flexible. Ha de utilizarse el accesorio largo y
fino destinado a limpiar hendijas y ranuras y no el corto y redondo provisto
de un cepillo ya que, como atraparía y retendría las esporas, los conidióforos
y el micelio, no pasarían a la bolsa-filtro. En cambio, el accesorio para las
ranuras retirará el moho con mayor eficacia al concentrarse la mayor fuerza en
una superficie relativamente pequeña. Lo mejor es una aspiradora de poca
potencia. Las de un caballo y medio de fuerza serán más que suficientes. Las
grandes aspiradoras comerciales o las que absorben materias secas y líquidas
no deben utilizarse para limpiar uno a uno los objetos.

Como guía general, se recomienda lo siguiente:

• Deben examinarse los libros afectados y la zona circundante para


determinar qué materiales han sido afectados y por qué.

• Han de apuntarse la temperatura y la humedad relativa en la proximidad


inmediata y compararse con los datos correspondientes a esa zona para
señalar cualquier cambio. De no existir esos datos, también deberán
tomarse en las zonas cercanas que no están afectadas por la erupción.
Las medidas correctivas deben comenzar en cuanto se haya determinado
la naturaleza del problema.

• Los libros afectados deben manipularse lo menos posible al sacarlos de


las estanterías. Si toca el moho, las esporas pasarán a las manos del
empleado y el micelio penetrará en la superficie del libro. Los libros
deben colocarse en una mesita rodante, parados, tal como estaban en
los estantes. No hay que apilarlos ni llevarlos en la mano ya que de
esa manera se dispersarían las esporas y las colonias de moho serían
más compactas.

• El tratamiento de los libros afectados debe llevarse a cabo en una


zona de trabajo donde exista bastante luz para examinarlos de cerca.
El moho debe aspirarse de la superficie a medida que se vayan sacando
los libros de la mesita rodante. Hay que limpiar todo el libro, por
completo, ya que el micelio puede encontrarse incluso fuera de la zona
obviamente afectada sin que se vea.

• Si el lomo del libro es hueco, hay que examinar su parte posterior


para determinar si dentro del lomo se ha producido un crecimiento de
moho. Para observar la zona media interior del lomo puede utilizarse
una linterna. Si hay trazas de moho en el forro del lomo o en el adhe-
sivo, se utilizará alcohol o un fungicida suave como el Lysol (que
contiene ortofenil fenol) para limpiar el interior del lomo y la parte
posterior del cuerpo del libro. Podrá utilizarse un hisopo de algodón
en una varilla larga (para ello resultan útiles los pinchos para
barbacoa, de madera o de bambú) para aplicar el fungicida. A continua-
ción el libro deberá colocarse en sentido vertical, abierto, para que
se seque completamente antes de cerrarlo y volverlo a poner en los
estantes.
PGI-88/WS/9 - pág. 36

No se aconseja utilizar alcohol ni Lysol en las tapas externas del


libro ya que pueden causar manchas, modificar el color de la tela o
afectar el brillo. Es preferible recurrir a la aspiración para sacar
el moho de las partes externas del volumen.

• Hay que seguir vigilando las condiciones en la zona afectada con un


psicrómetro o un higrotermógrafo registrador hasta que se haya
resuelto el problema y las condiciones hayan vuelto a la normalidad.
No habrá que volver a colocar en las estanterías los materiales que se
hayan sometido a tratamiento hasta que no se hayan corregido las
condiciones ambientales.

Materiales sin encuadernar (documentosf mapas, obras de arte)

Puede haber erupciones de moho en hojas de papel sin encuadernar expues-


tas a una humedad relativa elevada o en materiales que se encuentren en espa-
cios cerrados como armarios o marcos con vidrio, en los que se haya desarro-
llado un microclima. Es menos probable que el moho se produzca en páginas de
materiales encuadernados, siempre que no estén o no hayan estado mojados.

Ya que las hojas de papel sueltas no son bastante fuertes para soportar
la potencia de una aspiradora normal sin sufrir perjuicios, hay que modificar
los procedimientos antes descritos. Pueden utilizarse las miniaspiradoras
destinadas a limpiar material fotográfico, electrónico u otros artefactos
delicados para retirar el moho de la superficie de los documentos sin dañar el
papel. De no contarse con miniaspiradoras, podrá improvisarse una (véase la
Sección VII, Material y suministros).

Se recomienda seguir los siguientes pasos:

• Conviene trasladar los objetos afectados a una habitación de trabajo.


De haber archivadores, durante el traslado éstos deben colocarse de
pie, en cajas abiertas.

• Se actuará de la manera ya indicada para sypervisar las condiciones


ambientales.

• Los objetos encuadrados deberán retirarse del cuadro y desechar los


marcos de cartón y demás soportes, apuntando previamente toda informa-
ción que figure en ellos. Debe limpiarse minuciosamente el vidrio con
un producto destinado a ese fin o una solución diluida de amoníaco
para uso doméstico y agua. Antes de volver a enmarcar el objeto, hay
que limpiar minuciosamente el marco con la aspiradora.

• Las dos caras de las obras de arte, los documentos y mapas se limpia-
rán con la miniaspiradora o aspiradora. Después de pasar la aspira-
dora, hay que limpiar la superficie del objeto con goma de borrar en
polvo, retirar los residuos que queden en la superficie después de
utilizarla y limpiarse con una aspiradora pequeña de porte manual o de
las de cápsula.

• Si un objeto es muy quebradizo, su superficie no debe limpiarse con


aspiradora. En cambio, se invertirá el procedimiento antes descrito y
se utilizará goma de borrar en polvo para limpiar la superficie, empe-
zando por el centro y siguiendo hacia los márgenes en las cuatro
direcciones. Los residuos se cepillarán y luego se pasará la aspira-
dora; de esta manera el moho no se retirará tan profundamente como con
una aspiradora pero sí se recogerá la mayor parte de las esporas y de
micelio.
PGI-88/WS/9 - pág. 37

Ilustración n° 6

Lámina de Audubon completa-


mente enmohecida. Como puede
producirse una erupción en
la superficie de objetos
enmarcados, se podrá retirar
el moho utilizando una aspi-
radora o miniaspiradora si
la superficie del papel es
fuerte y se sabe que las
tintas y pigmentos son esta-
bles. Retirando el moho a
tiempo se reducirán las
posibilidades de coloración.

^ • • m

Las obras de arte al pastel, tiza u otros pigmentos friables no deben


limpiarse con aspiradora. En esos casos, el moho debe levantarse de la
superficie del objeto utilizando un pincel de punta fina y de cerda
dura. Se utilizará una lupa incorporada a una vincha o un cristal de
aumento para cerciorarse de que el moho se ha retirado e impedir que
se altere la superficie. El moho recogido con el pincel tiene que
retirarse de la cerda una vez que se haya limpiado cada parte con la
aspiradora o miniaspiradora. Para los materiales delicados también
pueden utilizarse pinzas de cirugía de punta muy fina.

Ilustración n° 7

Detalle de retrato al pas-


tel en el que se ha reti-
rado parcialmente el moho.
El moho es selectivo y en
este caso sólo ha habido
una erupción en el pigmento
negro utilizado para el
cabello, las cejas y los
ojos. Se retiró con un pin-
cel de punta fina, sin
alterar la superficie de la
imagen.
PGI-88/WS/9 - pág. 38

• Si el moho sólo ha afectado los bordes de material de archivos, pueden


limpiarse utilizando la aspiradora provista del accesorio para ranuras
que ya se ha mencionado. Si el crecimiento está muy difundido, habrá
que deshacerse de los archivadores, tomando la precaución de copiar la
información que figure en ellos y de conservarla junto con los artícu-
los. Esos archivadores que no se volverán a utilizar tendrán que colo-
carse en bolsas de plástico para basura y retirarse de la zona. Hay
que cerciorarse de que el moho se ha eliminado completamente. Si exis-
ten dudas sobre el alcance del crecimiento, habrá que limpiar cada
hoja por separado con la miniaspiradora, como ya se ha indicado.

• Si ha crecido moho en cajones, armarios u otros espacios limitados,


antes de volver a colocar los objetos en esos espacios hay que reducir
la humedad relativa. Puede hacerse abriendo los cajones y armarios y
utilizando ventiladores para secar la parte interna. A tales efectos
también pueden emplearse desecantes, colocados en bandejas en la parte
inferior de los armarios. En tal caso, deben supervisarse y volverse a
regular cuando sea preciso. Si el problema parece ser recurrente,
habrá que seguir aplicando las medidas destinadas a corregir las
condiciones ambientales para mantenerlas. Los desecantes son el medio
más efectivo para mantener en armarios y cajones una HR aceptable, una
vez que se ha alcanzado.

Fotografías, negativos y microfilmes

Debido a la delicadeza de la emulsión que constituye la superficie del


material fotográfico, el moho es más difícil de retirar y los riesgos de alte-
rar la imagen durante la limpieza son mayores. La prevención es particular-
mente importante en este caso. Como las más de las veces el desarrollo del
moho en el material fotográfico es consecuencia de un microclima, habrá que
ocuparse de las condiciones ambientales como ya se ha dicho. Al someter los
distintos objetos a un tratamiento, habrá que distinguir entre las fotogra-
fías, negativos o microfilmes contemporáneos y los antiguos. En este último
caso, no habrán de utilizarse los preparados comerciales para suprimir o
prevenir el crecimiento del moho de uso profesional.

• Habrá que supervisar y modificar las condiciones ambientales desde un


comienzo.

• Hay que limpiar profundamente con la aspiradora las cajas o sobres


donde se guardan estos materiales o, si el crecimiento de moho es
grande, reemplazarlos.

• En primer lugar habrá que limpiar la cara del soporte que no está
cubierta por la emulsión, vale decir, el papel, plástico o vidrio. Los
soportes de papel de las fotografías se limpiarán con aspiradora según
las instrucciones que ya se han dado para las obras de arte. Las pelí-
culas plásticas contemporáneas, incluidos los microfilmes, deben
limpiarse con un hisopo de algodón embebido en alcohol o con un pro-
ducto para limpieza de películas, según las instrucciones del fabri-
cante. Los negativos se limpiarán con alcohol o con hidróxido amónico
diluido, teniendo cuidado de que la solución no esté en contacto con
la superficie cubierta por la emulsión.

• La limpieza de la cara de los negativos cubierta por la emulsión debe


llevarse a cabo en una mesa luminosa. El moho se separará de la super-
ficie con un pincel de punta fina, como ya se ha dicho en la parte
dedicada a las obras de arte al pastel o tiza. De existir algún riesgo
de deteriorar aún más la emulsión mediante la limpieza, deberá dejarse
el moho en la superficie y desactivarlo utilizando ventiladores para
secar el aire y la superficie del material.
PGI-88/WS/9 - pág. 39

• Eii las fotografías contemporáneas, la cara de la emulsión puede


limpiarse con los productos comerciales para películas. En cambio,
para las fotografías antiguas se seguirán las instrucciones relativas
a las obras de arte de papel. Nunca habrán de utilizarse soluciones a
base de agua sobre la emulsión de las fotografías deterioradas ya que
si el hongo ha ablandado la emulsión, el agua la separará del soporte.

La totalidad del local

En una erupción relativamente menor, por lo general basta con mejorar la


aireación para reducir la humedad relativa y la temperatura en la zona circun-
dante, lo que podrá lograrse utilizando sólo ventiladores o ventiladores y
deshumidificadores. Si los problemas se reiteran, habrá que cambiar la dispo-
sición del local para mejorar la circulación del aire. Las medidas exactas que
deban tomarse para corregir un problema de microclima dependen del análisis de
la situación en el momento en que se produce la erupción.

ERUPCIOHES MODERADAS - PERIODOS EXTENSOS Y PROLONGADOS


DE HUMEDAD RELATIVA 0 DE PEQUEÑAS INUNDACIONES

En el presente contexto se define una erupción moderada como la que


afecta a pocos cientos de artículos mojados o varios miles de artículos secos
pero enmohecidos que se encuentren en todo el edificio. Según lo que suceda
sea una u otra cosa, se recomiendan dos tipos de medidas.

Artículos secos enmohecidos

La opción más viable para tratar el crecimiento de moho resultante de


periodos prolongados de humedad relativa que afecte a una proporción conside-
rable de la colección de la biblioteca es reducir la temperatura y la humedad
relativa mejorando la aireación. Si los libros afectados son demasiado numero-
sos como para trasladarlos a un local de trabajo, se los limpiará con aspira-
dora en las propias estanterías. Se abrirán los armarios y cajones y su conte-
nido se limpiará con aspiradora. Tendrán que dejarse abiertos hasta que se
haya alcanzado un nivel aceptable de HR y se controle la situación. Deben
vigilarse las condiciones climáticas en todas las zonas afectadas de la
biblioteca. Todos los objetos que, según se estime, merezcan una atención
especial, deberán manipularse según las instrucciones referidas en la sección
sobre las erupciones pequeñas.

Artículos mojados

En una serie de publicaciones se han tratado pormenorizadamente los


procedimientos para recuperar grandes números de artículos mojados. Se reco-
miendan especialmente Procedures for Salvage of Water-Damaged Materials-*-) y
An Ounce of Prevention^). Para manipular y tratar los materiales mojados han
de seguirse esas recomendaciones. En cambio, las que figuran a continuación se
centran en la prevención del crecimiento del moho durante el tratamiento y el
secado de los artículos mojados, como resultado de una inundación localizada.

La inundación localizada puede ser producto del estallido de tuberías,


pérdidas de los techos, paredes o ventanas o de desagües tapados o de una
inundación en las zonas más bajas del edificio. Si se trata de una inundación
de aguas fluviales o de cualquier forma de obstrucción de desagües se tomarán
precauciones para proteger a los obreros de los posibles riesgos de infección
y enfermedad.
PGI-88/WS/9 - pág. 40

Libros

A continuación figuran ciertas recomendaciones de carácter general.

• La primera prioridad y lo que debe hacerse lo antes posible, es reti-


rar los objetos mojados de la zona inundada. A continuación debe achi-
carse el agua estancada. Si se la deja en ese lugar, seguirá habiendo
una humedad relativa elevada en toda la zona y podrá haber una erup-
ción de moho en artículos que no habían estado directamente afectados
por la inundación. Podrá vaciarse el agua mediante bombas, aspiradoras
para sólidos y líquidos o cubos y fregonas. Habrá que instalar venti-
ladores para reducir la humedad relativa y provocar una aireación
suficiente.

• Los objetos mojados deberán trasladarse a una vasta zona seca donde
los ventiladores puedan funcionar durante las 24 horas del día para
acelerar el secado y reducir las posibilidades de que el moho crezca.

• Los artículos deberán ponerse a secar sobre mesas. Habrá que evitar el
secado de los libros en el piso porque a esa altura la circulación del
aire será menor. Si el proceso de secado lleva varios días, el mate-
rial que se encuentra en el piso será más vulnerable a los insectos y
se dificultará la manipulación de los materiales y los desplazamientos
por la habitación.

• Durante el proceso de secado, habrá que ocuparse constantemente de los


materiales: se deberán volver las páginas y reemplazar frecuentemente
el material de interpaginación para lograr un secado relativamente
uniforme. Si hay que volver a utilizar esas páginas intercaladas,
habrá que colgarlas para que se sequen. De lo contrario, se las colo-
cará en bolsas de plástico y se lad retirará de esa zona.

• A medida que los artículos se sequen, se los irá sacando de la habita-


ción de trabajo. Habrá de inspeccionarse minuciosamente cada artículo
para cerciorarse de que está completamente seco antes de trasladarlo a
un local de almacenamiento.

• Si ha habido un desarrollo de moho, los artículos deberán limpiarse


con aspiradora cuando estén bastante secos. Ni deberá intentarse
limpiar con aspiradora materiales muy mojados.

• Si hay demasiados artículos en relación con el personal disponible o


si se demora el inicio del proceso de secado de algunos artículos
podrá ser necesario recurrir a la refrigeración.

Materiales sin encuadernar

• Los artículos mojados deben trasladarse a las zonas de secado tan


pronto como sea posible. Las hojas sin encuadernar se someterán a
tratamiento en una zona aparte, lejos de los materiales encuadernados,
lo que permitirá un mejor aprovechamiento del espacio y un secado más
rápido.

• El material de enmarcado debe retirarse y desecharse, si es posible,


sin dañar el objeto^). La información pertinente podrá copiarse y
conservarse junto con el mismo. Si éste está enteramente montado en
cartón, ni siquiera habrá que intentar separarlo del soporte, a no ser
que sea evidente que el adhesivo es soluble en agua y que el artículo
ya esté parcialmente despegado. De ser así, se retirará el soporte
PGI-88/WS/9 - pág. 41

capa por capa. No se intentará despegar el objeto de su soporte. Si


los materiales tienen que secarse en su soporte de cartón, deberá
dedicárseles especial atención durante todo el proceso de secado ya
que éste será más lento y la presencia del adhesivo podrá aumentar las
posibilidades de erupción.

• Las distintas hojas se distribuirán en distintas mesas para que se


sequen y se darán vuelta frecuentemente en cuanto estén bastante secas
como para que se las pueda manipular con seguridad. Si hay problemas
de espacio, pueden construirse bandejas con planchas de fibra de
vidrio y marcos de madera, y apilarse, siempre que quede bastante
espacio entre ellas como para que el aire pueda circular.

• Los objetos enrollados deben desenrollarse cuidadosamente una vez que


estén en la zona de secado. Si hay varios objetos enrollados juntos
habrá que separarlos cuidadosamente para el secado.

• Debe tenerse cuidado al ubicar los ventiladores: deberá lograrse una


buena circulación del aire pero éste no tendrá que dar directamente en
los objetos que se estén secando ya que los papeles que estén parcial-
mente secos podrán volarse y desgarrarse si reciben el aire de un
ventilador mal colocado. El aire deberá dar constantemente por encima
y por debajo de los materiales pero no directamente sobre ellos.

• Los documentos que se encuentren en archivadores podrán secarse verti-


calmente en los archivadores, si sólo están mojados los bordes supe-
riores. Si al contrario, todo el archivador o la parte inferior está
mojada, hay que abrirlos y separar su contenido para que se seque.

• El material debe retirarse de la habitación en cuanto esté completa-


mente seco. De quedar restos de fango o trazas de moho, habrá que
limpiarlos con la miniaspiradora y con goma de borrar en polvo, como
ya se ha descrito.

En el caso de los objetos de papel sin encuadernar afectados por la inun-


dación, por lo general no es preciso someterlos a refrigeración. Como secarán
con mayor rapidez, habrá que ocuparse inmediatamente de las hojas de papel no
encuadernadas, escogiéndose los materiales cuyo secado necesite varios días o
semanas, con objeto de refrigerarlos. Esos artículos refrigerados pueden
secarse a continuación aumentando su número, en la medida en que vayan aumen-
tando el espacio y el tiempo de los empleados.

Fotografías, negativos y microfilmes

La emulsión de gelatina presente en el material fotográfico es particu-


larmente vulnerable al agua. La emulsión de las copias en blanco y negro y los
negativos pueden tolerar aproximadamente tres días de inmersión antes de
comenzar a despegarse del soporte. En cambio, las fotografías y los negativos
de color empiezan a separarse al cabo de sólo 48 horas^). Del mismo modo que
los materiales de papel sin encuadernar, estos objetos deben recibir un trata-
miento prioritario, particularmente en lo que se refiere a su desplazamiento
de las zonas inundadas.

• El material fotográfico mojado debe sacarse de las cajas o sobres en


los que se guarda lo antes posible. Esos embalajes tendrán que secarse
por separado o desecharse después de haber copiado la información que
contengan.
PGI-88/WS/9 - pág. 42

• Antes de sacar las fotos, habrá que enjuagarlas con agua limpia para
retirar las trazas de lodo o de escombros. No habrá que tratar de
limpiar ni cepillar los residuos de la emulsión del material fotográ-
fico mojado.

e En el caso de los microfilmes, que no habrá que desenrollar de sus


' carretes, habrá que sujetarlos a una cuerda para que se sequen por la
tira de la película que no tiene imágenes. Los negativos flexibles
podrán manipularse del mismo modo.

• Las fotografías y los negativos en placas de vidrio deben secarse al


aire, de plano, con la cara de la emulsión hacia arriba. No habrá que
ponerlos boca abajo ni volverlos hasta que la cara de la emulsión esté
completamente seca.

El moho en la totalidad del local

En la mayoría de los casos de inundación localizada, bastará con retirar


el agua estancada y utilizar ventiladores para que el local pueda volver a la
normalidad. Deben supervisarse detenidamente las condiciones ambientales para
cerciorarse de que la humedad relativa ha vuelto a un nivel adecuado, antes de
instalar los objetos nuevamente. Habrá que verificar frecuentemente el mate-
rial en las semanas siguientes para detectar cualquier erupción de moho en
artículos que no hayan estado completamente secos.

De haber trazas de crecimiento de moho en sus superficies, los estantes y


armarios podrán frotarse con alcohol o Lysol. Sólo se necesitará esterilizar
la zona si se sospecha que el agua ha sido contaminada por aguas servidas.
Esta operación debe estar a cargo de fumigadores profesionales y patentados;
los empleados y usuarios no deberán volver a los locales hasta que hayan sido
perfectamente aireados.

ERUPCIONES GRANDES - GRANDES INUNDACIONES


Y EXPOSICIÓN PROLONGADA

Por lo general, incluso » en el trópico, las grandes erupciones de moho


están relacionadas con catástrofes naturales de algún tipo. A menudo se produ-
cen averías en el edificio y se cortan servicios auxiliares básicos como la
electricidad y el agua, demorando durante días e incluso semanas el comienzo
de las operaciones de recuperación. Lo mejor que se puede hacer para facili-
tarlas en la mayor medida posible es fijar un plan debidamente formulado para
casos de grandes perjuicios a los edificios y colecciones. Deben establecerse
contactos con particulares y empresas que puedan prestar el material y los
servicios necesarios antes de que se produzca la catástrofe; de lo contrario,
prácticamente no se podrá contar con ellos. En esa lista figurarán los números
y direcciones a los que se pueda recurrir durante la noche y los fines de
semana ya que las catástrofes no suelen producirse durante el horario de
oficina. No hay nada que pueda reemplazar un plan para catástrofes debidamente
formulado.

Prioridades y planificación

Las decisiones sobre las partes de la colección que deben considerarse


prioritarias en las operaciones de rescate deben tomarse con antelación. Habrá
que sacrificar el material que pueda reemplazarse y prestar atención, en
cambio, al material insustituible. Por lo general, se concede la prioridad a
los manuscritos inéditos, objetos particularmente valiosos desde el punto de
PGI-88/WS/9 - pág. 43

vista financiero e histórico así como a los materiales que tengan una impor-
tancia local o regional. Los periódicos recientes, los objetos que existan en
muchas otras instituciones y las colecciones de importancia periférica para la
función de la institución deben considerarse sustituibles o prescindibles. La
experiencia ha demostrado que esas decisiones no se pueden tomar en el momento
de la catástrofe, cuando la sorpresa y el abatimiento tienden a trastornar a
empleados y administradores. Un plan para catástrofes en el que se mencione
detalladamente la prioridad asignada a las distintas partes de la colección
puede garantizar el rescate de los objetos más importantes, incluso en las
peores circunstancias.

En ese plan deberán constar los siguientes elementos:

• Las partes de la colección que deben considerarse prioritarias para el


rescate y el tratamiento y el orden en que deben retirarse.

• La forma en que se recuperará cada uno de ellos, esto es, secado al


aire, congelación o secado por congelación.

• Quién se encargará de supervisar la recuperación de cada una de las


partes de la colección.

Se impartirá a todos los funcionarios una capacitación que les permita


supervisar a los voluntarios en las operaciones de rescate y se organizarán
cadenas de mando y comunicación, claramente establecidas. Siempre que sea
posible, la biblioteca deberá tener el equipo y los suministros necesarios,
uno o más generadores, aspiradoras, ventiladores, recipientes plásticos para
leche y bandejas para retirar el material mojado y una reserva de plástico
duro, planchas de fibra de vidrio y papel absorbente del empleado para toallas
o una reserva de papel de prensa sin imprimir.

También deben formar parte del plan para catástrofes las fuentes de otros
materiales e instalaciones, a los que deben tener acceso varios funcionarios
de rango superior. Habrá de tomarse la precaución de dejar ejemplares del plan
para catástrofes en locales que estén fuera de la institución.

Siempre que sea factible, los procedimientos elementales de recuperación


como el secado al aire y el tratamiento preliminar tendrán que llevarse a cabo
en el propio lugar. En efecto, dadas las dificultades que supone trasladar
grandes cantidades de material mojado son mayores los riesgos de que éste
sufra daños y menor el número de empleados que podrá hacer frente en el lugar
a cualquier problema imprevisto. Sólo habrá de utilizarse otro local si el
edificio ha quedado tan dañado por la catástrofe que ya no queda ningún lugar
cubierto, relativamente seco. Resulta útil contar con un plan auxiliar en el
que se consiguen las posibilidades de acceso a otro local aunque sólo habrá
que usarlo si es absolutamente imprescindible.

En cuanto pueda tenerse acceso al edificio, habrá que retirar los objetos
por orden de prioridad. Los que se trasladen al local de secado al aire o a
los refrigeradores deberán someterse a los procedimientos indicados en las
publicaciones sobre la recuperación del material. Las recomendaciones que se
hacen a continuación se centran en las medidas que pueden ayudar a impedir el
crecimiento del moho en los objetos que habrán de ser retirados y tratados
posteriormente.
PGI-88/WS/9 - pág. 44

Prevención del crecimiento de moho en el propio lugar

• Siempre que sea posible deberá retirarse el material seco que perma-
nezca en el local por encima de la línea de la inundación. Habrá que
empaquetarlo holgadamente en recipientes plásticos para leche y
apilarse en una zona seca, suficientemente ventilada. Como habrán
absorbido la humedad del aire no habrá que colocarlos en contenedores
cerrados porque podrían aparecer cubiertos de moho.

• Habrá que retirar lo antes posible el agua estancada en todas las


zonas del edificio.

• En cuanto los locales estén bastante secos como para que se puedan
conectar con toda seguridad artefactos eléctricos se instalarán los
ventiladores; se los mantendrá encendidos continuamente durante las
operaciones de rescate. De contarse con deshumidificadores, se utili-
zarán conjuntamente con los ventiladores.

• Si el material seco debe permanecer en las zonas donde estén colocadas


las estanterías, en cuanto se instalen los ventiladores, habrá que
separarlos, en los propios estantes, para aumentar la aireación y
acelerar el proceso de secado.

• Deben retirarse las alfombras y cortinados que retienen el agua y


contribuyen a mantener una elevada humedad relativa en la zona.

• Si el edificio está concebido de tal manera que se aprovecha la venti-


lación natural, hay que abrir las ventanas lo antes posible para
aumentar la circulación del aire en todo el edificio.

• Hay que inspeccionar frecuentemente el edificio y los materiales para


detectar todo indicio de crecimiento de moho lo antes posible. De
descubrirse éste, no habrá que escatimar esfuerzos para aumentar la
aireación de la zona y reducir la temperatura y la humedad relativa.

Sólo deberá fumigarse el local con un preparado especial como último


recurso. No hay garantías de que la fumigación impida el -crecimiento de moho
en la colección y confiar sólo en ese procedimiento puede dar una falsa noción
de seguridad. También puede resultar peligrosa para los que manipulan los
materiales posteriormente durante las operaciones de recuperación.

Congelación

En las catástrofes importantes, no será posible someter al secado al aire


a todo el material afectado debido a limitaciones de tiempo, espacio y perso-
nal. La congelación constituye la mejor protección para el material mojado que
no puede secarse en un plazo razonable. De ser necesario, los objetos pueden
permanecer congelados durante meses mientras se toman decisiones sobre el
secado y el tratamiento. Si están embalados por separado, pueden descongelarse
y secarse al aire en la medida en que lo permitan los funcionarios y los loca-
les. Los contenedores refrigerados del tipo utilizado para el transporte al
extranjero pueden instalarse en el local y mantenerse, durante todo el tiempo
necesario, con generadores de corriente externos. La utilización de locales
comerciales de refrigeración de la zona también puede ser un recurso; no
obstante, cabe señalar que en virtud de los reglamentos sanitarios no siempre
será posible utilizar a esos efectos un espacio normalmente destinado a la
conservación de alimentos.
PGI-88/WS/9 - pág. 45

Secado

Actualmente sólo existen tres métodos viables para secar grandes cantida-
des de material mojado. En efecto, el secado al aire, la vacuocongelación y el
secado al vacío son los únicos métodos de eficacia probada. Cada uno de ellos
presenta ventajas e inconvenientes y, por lo general, hay que recurrir a una
combinación de los métodos para tratar los distintos materiales que resultan
dañados en una catástrofe de gran envergadura. Los resultados de los experi-
mentos con hornos de microondas y otros métodos exóticos de secado son menos
que satisfactorios y a menudo han causado aun más perjuicios al material.

El secado al aire es eficaz, si se cuenta con el debido espacio, las


condiciones ambientales y el personal, pero es relativamente lento y requiere
mucho tiempo de trabajo. Hay que vigilar constantemente el material mojado y
dedicarle atención para cerciorarse de que los artículos se sequen completa-
mente en el menor tiempo posible. La humedad relativa ambiente debe ser infe-
rior a la de los materiales y tiene que haber una buena aireación para que el
secado al aire sea eficaz. Cuando es posible utilizar este método, se lo reco-
mienda para los objetos que merezcan la mayor prioridad. En general no es
posible tratar de esta manera a todos los objetos deteriorados por una gran
catástrofe y la mayoría de ellos tendrá que ser congelada en espera de que se
los someta al secado ulteriormente.

La vacuocongelación es costosa y requiere un equipo especializado pero


tiene la ventaja de que se puede suprimir el agua de los objetos refrigerados
previamente sin descongelarlos, reduce las distorsiones y las posibilidades de
que haya una erupción de moho. El agua pasa directamente del estado sólido al
gaseoso y es aspirada al vacío. Este es el método más eficaz para secar gran-
des cantidades de material mojado. Las bibliotecas y archivos que preparen
planes para catástrofes deben verificar si esos servicios existen en la zona
y, de ser posible, tomar disposiciones para utilizarlos en casos de emergen-
cia. En general, las fábricas de alimentos disponen de instalaciones de vacuo-
congelación; se precisará una autorización especial de los ministerios de
salud pública para poder utilizarlas.

El secado al vacío elimina el agua en su estado líquido; durante el


proceso de secado al vacío el material previamente congelado se descongela
parcialmente. Se vierte aire caliente y seco en la cámara y el agua se aspira.
Este procedimiento es sensiblemente más lento que la vacuocongelación y
presenta ciertos riesgos de que se produzcan erupciones de moho y mayores
daños a los materiales solubles en agua. También es bastante más perjudicial
para los materiales que la vacuocongelación.

PUBLICACIONES CITADAS:

1) Peter Water. Procedures for the Salvage of Water-Damaged Library Mate-


rials. 2nd ed. Washington, Library of Congress, 1979.

2) John P. Barton and Johanna G. Wellheiser, eds. An Ounce of Prevention.


Ontario, Toronto Area Archivists Group Education Foundation, 1985.

3) Marilyn Kemp Weidner. Instructions on How to Unframe Wet Prints.


Cooperstown, N.Y., New York State Historial Association Library, 1973.

4) Barton and Wellheiser, pág. 69.


PGI-88/WS/9 - pág. 46

VII. EQUIPO Y SUMINISTROS

La siguiente lista de equipo y suministros pretende ser una guía general.


Gran parte de esos implementos se necesitan para conservar la colección y para
hacer frente a situaciones de emergencia. Las bibliotecas deberían adquirir
ese material y guardarlo en sus locales. Otros, en cambio, sólo se precisan en
situaciones de emergencia y pueden ser alquilados o arrendados. Las institu-
ciones tienen que determinar las fuentes locales de equipo y suministros como
parte del plan para catástrofes. La sección de clasificados de la guía telefó-
nica es una excelente fuente de información sobre las posibles fuentes de
material, equipo y servicios.

EQUIPO DE VIGILANCIA

Toda biblioteca debe contar con un equipo destinado a vigilar la tempera-


tura y la humedad relativa. El número y tipo de mecanismos de vigilancia nece-
sarios dependerá del tamaño y de las necesidades singulares de cada institu-
ción. Si sólo puede adquirirse un número limitado de aparatos de este tipo,
deberán ser portátiles y habrá que establecer un calendario para supervisar
todos los locales del edificio. Se necesita un psicrómetro para calibrar los
demás mecanismos que siempre deben formar parte del equipo de vigilancia nece-
sario.

Psicrómetros

Los psicrómetros miden la temperatura y la humedad relativa mediante un


sistema de termómetro seco y termómetro húmedo. El primero indicará la tempe-
ratura ambiente; la humedad relativa se determinará por la diferencia entre
ambos termómetros. Existen modelos manuales y.otros provistos de motor.

Higrómetros

Los higrómetros miden exclusivamente el porcentaje de humedad relativa;


no registran los datos obtenidos y deben ser controlados periódicamente por
los empleados. Hay modelos de pared y otros portátiles.

Higrotermógrafos

Los higrotermógrafos, que miden la temperatura y la humedad relativa, no


registran los datos y deben ser supervisados por los empleados. Existen mode-
los de pared y otros portátiles, con base.

Higrotermógrafos registradores

Este tipo de higrotermógrafos mide la temperatura y la humedad relativa y


las registra en un gráfico de papel amovible. Pueden consignar los datos
durante 24 horas, siete días o un mes. Existen modelos de pared y portátiles.

Véase la sección de Clasificados, bajo el epígrafe:

Material y suministros de laboratorio

Aparatos e instrumentos científicos

PREVENCIÓN

La mayor parte del equipo necesario para impedir las erupciones de moho
puede conseguirse fácilmente en distintos tipos de proveedores.
PGI-88/WS/9 - pág. 47

Ventiladores

Puede ser necesario contar con diversos ventiladores para modificar


eficazmente las condiciones ambientales y lograr una aireación y ventilación
adecuadas. Habrá que completar la instalación de ventiladores fijos en las
paredes, techos y ventanas con ventiladores portátiles que puedan trasladarse,
según proceda, a las partes del edificio en que se planteen problemas. También
se necesitan ventiladores durante las emergencias, tanto para mantener la
aireación en los locales destinados al secado y al tratamiento como para
aumentarla en los locales inundados, mientras se retira el material dañado por
el agua. En las bibliotecas de las zonas tropicales los ventiladores nunca
estarán de más.

Véase la sección de Clasificados, bajo las rúbricas:

Ventiladores eléctricos

Ventiladores, ventilación y evacuación

Equipo de ventilación

Aspiradoras

Para la limpieza y el matenimiento habitual de las colecciones, se reco-


miendan las aspiradoras portátiles, de cápsula o de porte manual. Tienen que
estar provistas de un tubo flexible y de diversos accesorios. Para la limpieza
general puede utilizarse el accesorio con cepillo. En cambio, para retirar el
moho, se recomienda utilizar el accesorio especial para ranuras. Las aspirado-
ras utilizadas para limpiar los objetos de las colecciones no deben tener una
potencia superior a un caballo y medio de fuerza.

Deshumidificadores

Los deshumidificadores podrán ser portátiles o fijos. En general, los


sistemas permanentes serán más eficaces y rentables pero su instalación es
cara. Los sistemas portátiles son útiles para corregir problemas localizados
así como en las situaciones de emergencia. El tipo de sistema escogido depen-
derá de las condiciones ambientales imperantes, según se hayan determinado en
un programa de vigilancia, previo a la compra.

Véase la sección de Clasificados, bajo las rúbricas:

Equipo de deshumidificación

Productos químicos para la deshumidificación

Desecantes

En los climas tropicales húmedos los desecantes son útiles para mantener
microclimas dentro de los registros y armarios. Los hay de diversos tipos y
capacidades de absorción tanto en los proveedores de artículos científicos
como en los de productos químicos. El gel de sílice se utiliza corrientemente
en los Estados Unidos y en Europa mientras que las bolitas Nikka son más comu-
nes en Asia. Los desecantes no deben colocarse en contacto directo con los
libros o papeles; habrá que encerrarlos en bandejas o bolsitas de tela de
trama fina.
PGI-88/WS/9 - pág. 48

Véase la sección de Clasificados, bajo las rúbricas:

Productos químicos de deshidratación

Compuestos para el secado

Gel de sílice

Climatizadores

La reducción de la temperatura a la que se alamacenan las colecciones es


benéfica porque prolonga la vida del papel y de los demás materiales presentes
en los libros pero puede causar problemas en las zonas en las que la humedad
relativa es elevada. Antes de instalar climatizadores, hay que vigilar minu-
ciosamente las condiciones ambientales para cerciorarse de que la humedad
relativa no alcance niveles peligrosos. Habrá que consultar a los especialis-
tas del lugar en materia de calefacción y refrigeración para determinar cuál
es, dentro del equipo disponible, el que modificará con mejores resultados la
temperatura y la humedad relativa.

Véase la sección de Clasificados, bajo las rúbricas:

Equipo y sistemas de climatización

Cámaras de climatización

Contratistas de sistemas de ventilación

Calidad del aire

Aunque el filtrado del aire para suprimir determinadas partículas puede


reducir los casos de crecimiento de moho, no basta para eliminarlo totalmente.
Habrá que consultar a especialistas locales en ventilación para lograr el
mayor grado de filtración posible sin interferir con la aireación.

Si se procede a la fumigación en el local se necesitarán monitores que


proporcionen datos exactos sobre el nivel de los vapores tóxicos que permanez-
can en el lugar o en los materiales.

Véase la sección de Clasificados, bajo las rúbricas:

Equipo para la limpieza y la purificación del aire

Sistemas de control bacteriológico

Filtros - aire

TRATAMIENTO

El equipo necesario para retirar el crecimiento de moho se adquirirá y


mantendrá en condiciones de funcionamiento en todas las instituciones de las
zonas tropicales. Por lo menos habrá de capacitarse a un funcionario y encar-
gársele el tratamiento y la supervisión de los demás empleados en caso de que
se produzca una erupción moderada o grande.
PGI-88/WS/9 - pág. 49

Aspiradoras

Para retirar el moho de la tapa de los libros habrá que utilizar aspira-
doras de porte manual o de cápsula, de poca potencia. Se empleará el accesorio
para la limpieza de las ranuras y no el que termina en un cepillo. Las aspira-
doras que se elijan deberán ser de las que están provistas de sacos desecha-
bles de papel y no de tela. Véase la sección sobre la prevención, supra.

Miniaspiradoras

Las miniaspiradoras se utilizarán para retirar el moho de la superficie


del papel. Resultan más útiles cuando el moho no es un problema recurrente. La
mayoría de los modelos puede funcionar con corriente eléctrica o con pilas. Se
encuentran en los proveedores de material fotográfico y electrónico.

Aspiradoras de vacío

Del mismo modo que las miniaspiradoras, las aspiradoras de vacío se


utilizan para eliminar las colonias de moho de la superficie de libros y de
papel. Son más eficaces que las miniaspiradoras y se amortizan fácilmente
cuando el moho es un problema recurrente.

Las aspiradoras de vacío son relativamente fáciles de fabricar. Se nece-


sitan los siguientes elementos:

1. Una pequeña bomba neumática con un regulador.


2. Un tubo de plástico claro de unos 92 centímetros de longitud con un
diámetro apropiado para que entre en la toma de la bomba neumática.
3. Dos secciones de tubo de vidrio de un diámetro interior de 6 milí-
metros, uno de aproximadamente 20 mm de largo y el otro de aproxima-
damente 10 mm.
4. Una botella Erlenmeyer de 1.000 mi.
5. Un tapón de goma con dos agujeros, para la boca de la botella.
6. Un tubo claro de un diámetro interior adecuado para conectarlo al
tubo de vidrio, de 1,52 m de largo.
7. Un cuentagotas al que se habrá retirado la válvula de aspiración.

Es preferible utilizar un tubo de plástico claro o transparente ya que


podrá controlarse si las esporas crecen en la pared interna del tubo y, de ser
necesario, cambiarlo. Obviamente, de no disponerse de un tubo transparente,
podrá utilizarse uno de caucho o de plástico opaco. Si el diámetro de la toma
de aire y la del tubo de vidrio no coinciden podrán utilizarse las juntas
apropiadas.

La aspiradora se monta conectando el tubo de plástico de unos 92 centíme-


tros de largo a la válvula de aire del regulador de la bomba neumática. El
otro extremo del tubo se conecta con el tubo de vidrio de 10 mm que a su vez
se inserta en uno de los agujeros del tapón de goma. El tubo de plástico de
20 mm de largo se conecta con el tubo de vidrio de 1,52 m de largo que a su
vez se embute en el otro agujero del tapón de caucho. A continuación ese tapón
se coloca en la boca de la botella. El extremo más ancho del cuentagotas se
inserta en el extremo libre del tubo de 1,52 m de largo. El cuentagotas y el
tubo formarán un diminuto aspirador al vacío. El moho se recogerá en la bote-
lla. La boca del cuentagotas deberá estar pulida, de ser preciso con papel de
lija, si presenta irregularidades. Cuando se conecta la bomba neumática, podrá
regularse la fuerza ajustando la toma de aire.
PGI-88/WS/9 - pág. 50

Ilustración n° 8

Aspirador de vacío. A la izquierda, bomba neumática, en el centro el


regulador y a la derecha, la botella, los tubos y el cuentagotas.

Durante una urgencia, cuando la corriente eléctrica puede faltar durante


días o semanas, podrá improvisarse una aspiradora neumática utilizando un
grifo. Se necesita un accesorio especial para el grifo, denominado trompa de
vacío, que puede obtenerse en los proveedores de productos químicos. Se crea
un vacío mediante la circulación del agua a través del grifo y su fuerza puede
regularse aumentando o disminuyendo el volumen de agua. El tubo flexible de
92 centímetros de largo habrá de conectarse con la apertura de la trompa de
vacío, en un extremo y con la botella de Erlenmeyer del otro, como ya se ha
descrito. El departamento de química de toda universidad o colegio local podrá
prestar asistencia para fabricar una aspiradora neumática. Son sencillísimas
de fabricar y utilizar pero más bien difíciles de describir:

Véase la sección de Clasificados, bajo las rúbricas:

Equipo y material de laboratorio

Aparatos e instrumentos científicos

Lupas

La utilización de una lupa ayudará a retirar completamente el crecimiento


de moho. Lo ideal sería un microscopio para disección provisto de una base
ajustable, de brazo largo que no existirá en la mayoría de las bibliotecas. La
ventaja que presenta una lupa provista de una vincha es que el nivel de
ampliación es aceptable y deja ambas manos libres. Si no se dispone de ningún
otro aparato, podrán utilizarse lupas manuales.

Véase la sección de Clasificados, bajo las rúbricas:

Microscopios

Lentes de aumento

Material y suministros para artistas


PGI-88/WS/9 - pág. 51

Pinceles

Se necesitará un juego de pinceles. Se utilizarán pinceles para acuarela


de punta fina para retirar el crecimiento de moho de la superficie de cuadros
al pastel y otros materiales frágiles. En cambio se utilizarán pinceles
anchos, de pelo de conejo, para la limpieza habitual y para retirar los restos
de goma de borrar en polvo. Esos pinceles para polvo no se utilizarán para
retirar el crecimiento de moho.

Véase la sección de Clasificados, bajo la rúbrica:

Material y suministros para artistas

Goma de borrar en polvo

Se recomienda utilizar la goma de borrar en polvo para retirar el creci-


miento de moho de los papeles frágiles. Puede encontrarse en la mayoría de los
almacenes que venden artículos para artistas y dibujantes. Si no se la encuen-
tra en polvo, podrán cortarse las gomas de dibujo en pequeños cuadrados y
reducirse en un molinillo, obteniéndose diferentes grados o tamaños, desde las
relativamente gruesas hasta las muy finas. Las más gruesas se utilizarán antes
para recoger el micelio del papel y luego se emplearán las más finas para
suprimir las esporas restantes.

Véase la sección de Clasificados, bajo las rúbricas:

Material y suministros para artistas

Equipo y suministros para dibujantes

Pinzas

Podrán utilizarse pinzas de disección o quirúrgicas de punta muy fina


para despegar el moho de las superficies frágiles y de los dibujos al pastel.

Véase la sección de Clasificados, bajo las rúbricas:

Equipo y suministros de laboratorio

Aparatos e instrumentos científicos

Equipo y material para médicos y cirujanos

TRATAMIENTO DE EMERGENCIA

Antes de que se produzca una emergencia habrá que hacer una lista de los
proveedores y de las personas con las que se puede entrar en contacto para
procurarse equipo de emergencia; las listas y los números de teléfono deberán
colocarse en varios lugares, dentro y fuera de la institución.

Bombas y otros equipos para vaciar el agua

Hay que contar con bombas y aspiradoras capaces de retirar productos


sólidos y líquidos para vaciar el agua después de una inundación. A veces ese
material puede alquilarse; la lista de los eventuales proveedores se debe
hacer cuando se prepare el plan para catástrofes.
PGI-88/WS/9 - pág. 52

Véase la sección de Clasificados, bajo las rúbricas:

Alquiler de equipo y herramientas

Almacenes de alquiler

Distintos artículos - Alquiler

Instalaciones de congelación y almacenamiento en frío

Las instalaciones de almacenamiento en frío pueden utilizarse en casos de


emergencia aunque por lo general es necesario haber establecido contactos
previamente y a menudo no es posible obtener un acceso inmediato a ellas. La
utilización de contenedores para transporte refrigerados para congelar y alma-
cenar material dañado por el agua puede ser más viable.

Véase la sección de Clasificados, bajo las rúbricas:

Almacenes - Almacenamiento en frío

Contenedores para el flete

Camiones

Alquiler v arriendo de camiones

Equipo para la refrigeración de camiones

Equipo para la vacuocongelación y el secado por congelación

Los proveedores habituales de estos equipos y servicios son los fabrican-


tes de alimentos aunque no existirán en todas las regiones. Para números rela-
tivamente pequeños de objetos (menos de 1.000) podrán utilizarse los congela-
dores domésticos sin escarcha. También podrá recurrirse a congeladores sin
escarcha más grandes, de uso comercial.

Véase la sección de Clasificados, bajo las rúbricas:

Alimentos - Alimentos deshidratados - Mayoristas v fabricantes

Equipo de refrigeración - Refrigeradores y congeladores comerciales -


Vendedores
PGI-88/WS/9 - pág. 53

VIII. BIBLIOGRAFÍA ESCOGIDA

Agrawal, O.P. éd. Conservation in the Tropics: Proceedings of the Asia-Pacific


Seminar on Conservation of Cultural Property Feb. 7-16, 1972. Roma,
International Centre for Conservation, n.d.

Allsopp, Dennis. "Biology and Growth Requirements of Mould and Other Deterio-
genic Fungi". Journal of Society of Archivistsf Vol. 7:8. Octubre de
1985.

Amdur, E.J. "Humidity Control-An Isolated Area Plan". Museum News, Part II,
Technical Supplement 6, 43:4. Diciembre de 1964.

Asai, Hideo. "Microbiological Studies on Conservation of Paper and Related


Cultural Property: Part I". Studies in Conservation, N° 23. Marzo de
1984. En japonés. Resumido en Art and Archaeology Technical Abstracts.

Ballard, Mary W. and Norbert S. Baer. "Ethylene Oxide Fumigation: Results and
Risk Assessment". Restaurator 7: 143-168.

Beckwith, T.D., W.H. Swanson, and T.M. Iiams. "Deterioration of Paper: The
Cause and Effect of Foxing". University of California Publications in
Biological Sciences. Vol. 1:13, 1940.

Belyakova, L.A., and O.V. Kozulima, eds. Collection of Materials on the


Preservation of Library Resources N° 3. Moskva, 1958. Traducido por el
Israel Program for Scientific Translations. Jerusalén, National Science
Foundation and the Council on Library Resources, 964.

Block, S.S. "Humidity Requirements for Mold Growth". Applied Microbiology.


N° 1, 1953.

Brandt, Charles. "Planning an Environmentally Benign Fumigator/Freeze Dryer for


the Provincial Archives of Manitoba". Preprints of the Ninth Annual
Meeting of the American Institute for Conservation, Baltimore, 1984.

Buland-Darwaza. "Planning of Libraries in the Tropics". The Indian Architect,


6:13. Septiembre de 1964.

Burge, H.P., et al. "Fungi in Libraries: An Aerometric Survey". Mvcopathologia.


64:2, 1980.

Byers, Barry. "A Simple and Practical Fumigation System". Abbey newsletter.
7:4. Suplemento. Septiembre de 1983.

Cassar, May. "Checklist for the Establishment of a Microclimate". Canadian


Conservation Institute, 1984.

Clapp, Anne F. Curatorial Care of Works of Art on Paper. 4th rev. ed. Nueva
York, Nick Lyons Books, 1987.

Clark, Nancy, Thomas Cutter and Jean Ann McGrane. Ventilation: A Practical
Guide. Nueva York, Center for Occupation Hazards, 1984.

Clayton, C.N. "The Germination of Fungous Spores in Relation to Controlled


Relative Humidity". Phytopathology. 32, 1942.

Craddock, Ann B. "Control of Temperature and Humidity in Small Institutions".


Bulletin N° 7. Cooper-Hewitt Museum, New York State Conservation
Consultancy. Nueva York, 1985.
PGI-88/WS/9 - pág. 54

Cunha, George M. "An Evaluation of Recent Developments for the Mass Drying of
Books". Preservation of Paper and Textiles of Historic and Artistic
Value, John C. Williams, ed. Advances in Chemistry Series, American
Chemical Society, Washington, D.C., 1977.

Daniels, V.D. and S.E. Wilthew. "An Investigation into the Use of Cobalt Salt
Impregnated Papers for the Measurement of Relative Humidity". Studies in
Conservation. 28:2. Mayo de 1983.

Davis, Mary. "Preservation Using Pesticides: Some Words of Caution". Wilson


Library Bulletin. Febrero de 1985.

Dehumldification Handbook. Amesbury, Mass., Cargocaire Engineering Corp. 1982.

Dersarkissan, M., and M. Goodberry. "Experiments with non-toxic anti-fungal


agents". Studies in Conservation. 25:1, 1980.

"Disaster Prevention/Disaster Recovery Roundup: Guide to Manufacturers &


Suppliers of Products and Services for Fire, Flood and Water Damage
Control". Technology and Conservationf N° 2. 1983.

Entwistle, R. "Of floods, fans and freeze driers". Library and Archives
Security. 5:35-39. Primavera de 1983.

"Ethylene Oxide: A Potential Carcinogen". Paper Conservation News, N° 2, 1982.

"Ethylene Oxide Fumigation". International Institute for Conservation Canadian


Group Newsletter, 7:2, 1981.

Evans, B. "In-Between Tech (Building Technology Appropriate to the Third


World)". Architectural Review. Mayo de 1985.

Evans, Martin. "Designing in the Tropics". Architects' Journal, 166:46. Noviem-


bre de 1977.

Fischer, D.J. "Conservation Research: Fumigation and Sterilization of Flood


Contaminated Library, Office, Photographic, and Archival Materials". The
Preservation of Paper and Textiles of Historic and Artistic Valuef John
C. Williams, ed. 1977.

Florian, Mary-Lou. "The Thymol Cabinet-Fungicidal Efficiency". Research Report,


Canadian Conservation Institute, 1975.

Fry, Maxwell and Jane Drew. Tropical Architecture in the Humid Zone. Nueva
York, Reinhold, 1956.

Greathouse, Glenn A. and Carl J. Wessel, eds. Deterioration of Materials,


Causes and Preventive Techniques. Nueva York, Reinhold, 1954.

Gillet, M., C. Gainier, and F. Flieder. "Glass Plate Negatives". Restaurator,


7:2. 1986.

Haines, John H. and Stuart A. Kohler. "An Evaluation of Ortho-Phenyl Phenol as


a Fungicidal Fumigant for Archives and Libraries". Journal of the
American Institute for Conservation. 25:1. Primavera de 1986.

Heim, Roger; Françoise Flieder and Jacqueline Nicot. "Combatting Moulds Which
Develop on Cultural Properties in Tropical Climates". Conservation of
Cultural Properties with Special Reference to Tropical Climates. Lausana,
Suiza. Unesco, 1968.
PGI-88/WS/9 - pág. 55

Horton, Carolyn. Cleaning and Preserving Bindings and Related Materials.


Conservation of Library Materials series. Chicago, American Library
Association, 1967.

"Hotel Made for the Tropics. Honeycombed El Panama is Air-Conditioned by the


Trade Winds". Architectural Forum, 94:138-145. Abril de 1951.

Hunter, Dard. Papermaking. the History and Technique of an Ancient Craft. Nueva
York, Dover, 1978.

Jones, Barclay G. Protecting Historic Architecture and Museum Collections from


Natural Disasters. Boston, Butterworths, 1986.

Kodak. "Prevention and Removal of Fungus on Prints and Films". #AE-22, 1974.

. "Treating Water Damage, Preservation of Photographs". #F-30, 1979.

Kowalik, R. "Biodeterioration of Library Material". Restaurator. 4:2-4, 1980


y 6:1-2, 1984.

Kukreja, C.P. Tropical Architecture. Nueva Delhi, Tata McGraw-Hill, 1978.

Lollar, Robert M. "Leather". Deterioration of Materials, Greathouse and


Wessell, 1954.

McGiffin, Robert F. "A Current Status Report on Fumigation in Museums and


Historical Agencies". American Association for State and Local History,
Technical Report 4, 1985.

MacLeod, K.J. Relative Humidity; Its Importance. Measurement and Control in


Museums. Canadian Conservation Institute Technical Bulletin N° 1 Ottawa:
National Museums of Canada, 1978.

Merck and Company. The Merck Chemical Index of Chemicals and Drugs. 10th ed.
Rahway, N.J., Merck and Co., 1983.

Meynell, G.G., and R.J. Newsam. "Foxing in Paper". Nature, 274:3, 1978.

Nagin, Deborah, and Michael McCann. "Thymol and 0-Phenyl Phenol: Safe Work
Practices". Nueva York, Center for Occupational Hazards, 1982.

Nyuksaha, U.P. "Some Special cases of Biodeterioration of Books". Restaurator.


5:3-4, 1982.

Oakley, David. Tropical Houses; A Guide to their Design. Londres. Batsford,


1961.

Padfield, Tim. "The Control of Relative Humidity and Air Pollution in Show-
cases and Picture Frames". Studies in Conservation. 11:1. Febrero de
1966.

Parker, Thomas A. "Integrated Pest Management for Libraries". Integrated Pest


Management. Philadelphia, Pa., documento inédito, 1986.

Plenderleith, H.J. and A.E.A. Werner. The Conservation of Antiquities and Works
of Art. 2a. edición. Londres. Oxford University Press, 1971.

Press, R.E. "Observations on Foxing of Paper". International Biodeterioration


Bulletin. 2:1, Birmingham, Inglaterra, 1976.
PGI-88/WS/9 - pág. 56

St. George, R.A.; Snyder, T.E.; Dykstra, W.W.; Henderson, L.S. and others.
"Biological Agents of Deterioration". Deterioration of Materials,
Greathouse and Wessell. Nueva York, Reinhold, 1954.

Shoulberg, Richard. "Stabilization Using Freeze-Drying". Conservation Adminis-


tration, New England Document Conservation Center, North Andover, Mass.,
1975.

Smith, Richard D. "Fumigation Dilemma: More Overkill or Common Sense?" New


Library Scene, 3:6. Diciembre de 1984.

. "The Use of Redesigned and Mechanically Modified Commercial


Freezers to Dry Water-wetted Books and Exterminate Insects" Restaurator,
6:3-4, Copenhague, 1984.

Solechnik, N.Y. ed. New Methods for the Restoration and Preservation of Docu-
ments and Books. Academia de Ciencias de la URSS. Traducido por el
Israel Program for Scientific Translations. Jerusalem, National Science
Foundation and Council on Library Resources, 1964.

Strassburg, Richard. "The Use of Fumigants in Archival Repositories". American


Archivist, Vol. 41. Enero de 1978.

: . "Further Information on the Use of Ethylene Oxide as a


Library and Archival Fumigant". Society of American Archivists Leaflet,
1983.

Sykes, G. Disinfection and Sterilization. Londres, Spon.

Thomson, Garry. "Climate and the Museum in the Tropics". Conservation in the
Tropics. Roma, International Centre for Conservation, 1972.

, ed. London Conference on Museum Climatology. 18-23 Sept. 1967.


London, International Institute for Conservation of Historic and
Artistic Works, 1968.

. The Museum Environment. Londres y Toronto, Butterworths, 1978.

Trewartha, Glen T. An Introduction to Weather and Climate. Nueva York, McGraw-


Hill, 1943.

Vance, Mary. "Tropical Architecture: A Bibliography". Vance Bibliographies


Architectural Series #A 738. 1982.

Walters, A. Harry and E.H. Hueck-Van der Plas, eds. Biodeterioration of


Materials Vol. II. Nueva York, Halsted Press, Wiley & Sons, 1971.

Waterer, John W. "Leather Objects". Textile Conservation, J.E. Leene, ed.


Washington, Smithsonian Institution Press, 1972.

Waters, Peter. Procedures for Salvage of Water-Damaged Library Materials.


2a. ed. Washington, Library of Congress, 1979.

Weidner, Marilyn Kemp. Instructions on How to Unframe Wet Prints. Cooperstown,


N.Y., New York State Historical Association Library, 1973.

Wessel, Carl J. "Environmental Factors Affecting the Permanence of Library


Materials". Deterioration and Preservation of Library Materials. Winger
and Smith, eds. Chicago, University of Chicago Press, 1970.
PGI-88/WS/9 - pág. 57

Wessel, Carl J. "Paper". Deterioration of Materials, Greathouse and Wessel,


1954.

. "Textiles and Cordage". Deterioration of Materials. Greathouse


and Wessel, 1954.

Williams, John C. ed. The Preservation of Paper and Textiles of Historic and
Artistic Value, Symposium Sponsored by the Cellulose Paper and Textiles
Division, 172nd Meeting of the American Chemical Society, San Francisco,
California, 30-31 de agosto de 1976. Anticipos en Chemistry Series,
American Chemical Society, Washington, D.C. 1977.

Вам также может понравиться