Voces y Opiniones
DE LA CASA
“ Ponte en los zapatos del otro”. Parece
Management
sencillo, pero no lo es, en lo más mí-
nimo. El verdadero significado de esta
frase —que podría considerarse trillada,
contra la
aunque pocos la apliquen— me lo en-
señó el chileno Juan Sebastián Montes,
intolerancia
doctor en management y profesor de la
Adolfo Ibáñez School of Management,
con la sabiduría que le confiere haber
escalado el Everest (y haberlo sobrevi-
vido). Desde entonces, cada vez tengo
alguna discordancia con un jefe, un par
Darle un valor constructivo a nuestras o un subordinado, aplico esta sencilla
diferencias es el punto de partida para lección, porque sé —me lo ha ratificado
lograr cualquier objetivo, incluso uno tan la experiencia— que es el mejor camino
grande como la reconciliación nacional hacia el éxito en equipo.
Cuando, más adelante, me hice la
evaluación MBTI —como parte del auto-
conocimiento de rigor del MBA—, di un
paso más allá y empecé a catalogar a las
David personas de la oficina por su personali-
Reyes Zamora dad. La premisa era sencilla: para enten-
der al otro primero había que ponerse
Gerente de estrategia digital en su lugar y, para ello, había que saber
e innovación de SE Semana Económica antes quién es o —mejor aún— qué per-
sonalidad tiene. El MBTI (Briggs-Myers
Type Indicator),
una herramienta
Facebook es un usada por las es-
campo minado cuelas de negocios
donde nadie es que data de 1942,
capaz de reconocer permite distinguir
la mínima validez en 16 personalidades
la posición del otro y, en su versión
simplificada, cuatro
marcadamente
definidas y reconocidas por colores.
Mi jefe, entonces, pasó a ser amarillo:
un hombre de ideales, marcado por el
deber ser y cuyo fin —en la vida y en
el trabajo— es contribuir al mundo (e
incluso mejorarlo). Una de mis colegas
era roja —y no en el sentido político—:
nunca iba a dejar de pensar en los
demás, en cómo se siente cada uno y
en cómo ayudarlo a sacar lo mejor de
sí. Otro era verde: vivía preocupado en
el proceso, en los vericuetos del camino
COLUMNISTAS
que íbamos a recorrer para realizar la
Se turnan para escribir esta columna Felipe Ortiz de tarea. Yo me sentía azul —y así me lo
Zevallos, fundador; Gonzalo Zegarra Mulanovich, director; y ratificó el MBTI—: con la mirada tan
Cristóbal Samardzich, editor de SEMANAeconómica. Otros
miembros de esta redacción son ocasionalmente invitados
puesta en el objetivo que, a veces, podía
a opinar sobre temas de su especialidad. dejar al margen los ideales, lo que sen-
Ilustración: Augusto Mestanza
12 Opinión
tían los demás o el camino ‘correcto’.
Todas estas descripciones, por supues-
to, son hipérboles. Nadie es perfec-
tamente azul, rojo, amarillo o verde.
Somos predominantemente de un color,
sí, y mezcla de muchos, pero ninguno
—léalo bien— es mejor que el otro. El
éxito de un equipo está justamente en
el enriquecimiento de los puntos de vis-
ta derivados de las distintas personalida-
des, y en la admisión necesaria y previa
de que nadie es dueño de la verdad. El
principio es que el acuerdo de todos
siempre será mejor que la posición
absolutista de una de las partes.
En estos días de ‘reconciliación’
se evidencia la poca capacidad que
tenemos los peruanos —incluso (o sobre
todo) los más educados— de ponernos
en los zapatos del otro. Nuestra versión
más nefasta está en las redes sociales.
Facebook es un campo minado dividido
en dos bandos de condenas mutuas,
ninguno capaz de reconocer la mínima
validez en la posición del otro: o piensas
como yo o eres un insensible, si es que
no un imbécil. Twitter salpica sangre:
mientras unos consideran amoral acep-
tar un puesto en un Gobierno “traidor”
y aliado de los “asesinos”, otros conde-
nan salir a la calle a protestar contra el
indulto cuando un ex condenado por
terrorismo veranea en una playa donde
nadie marcha ni lava banderas. Los
extremos son infranqueables.
Yo veo colores. Más azules quienes
optan por el pragmatismo de una
gobernabilidad consensuada con tirios
y troyanos. Más amarillos, quienes ante-
ponen a ello el respeto por las víctimas
y el ‘ni olvido ni perdón’, o incluso —
desde otro lado— lo que dice la ley. Más
verdes, los procesales, que destacan y
priorizan —desde distintos flancos— el
debido proceso, el Estado de derecho y
las prerrogativas presidenciales. Más ro-
jos, los que llaman a la calma o guardan
silencio en medio de la guerra verbal
que —lo saben— nos daña a todos.
Salvo veredicto divino, ninguno tiene
toda la razón. Pero, aunque es evidente
a la luz, cuesta reconocer que el mundo
es una suma de colores. ■
28 DE ENERO DEL 2018 / SEMANA ECONÓMICA