Вы находитесь на странице: 1из 9

Políticas del

reconocimento

Daniel Innerarity*

S
i cambian cosas que surgen nuevos tipos de irritaciones sociales y a
GUREGAIAK

que pensába- partir del cual se articulan los proyectos colectivos.


mos inmutables, Nuevos asuntos irrumpen en la agenda política y se
como el clima, superponen a la tradicional polarización ideológica.
el precio del di- El campo de juego político se ha llenado de voces
nero o las con- diferentes, y nuevos actores aspiran a hacerse va-
vicciones de algunos políticos, ler con los mismos derechos que los protagonistas
ya no hay motivo para asom- acreditados. Entre ellos están las mujeres, las otras
brarse de la transformación culturas, las víctimas, los gobiernos subestatales,
de nuestro paisaje político o las minorías étnicas, las sexualidades diferentes,
seguir aferrándose a esque- las lenguas minorizadas…
mas interpretativos que nos
El panorama se complica, ciertamente, lo
resultan más familiares. Entre
que no pocos lamentarán, pero también es una
nuestros plácidos lugares co-
ocasión para que ajustemos nuestros criterios de
munes está eso que algunos
justicia y representación. Ha surgido un nuevo
llamaron “el consenso social-
espacio de actores y asuntos que viene a poner
democrático” y que encuadra-
en cuestión la coincidencia de la política institu-
ba los antagonismos sociales cionalizada y la sociedad real, ya sea impugnando
en un esquema de izquierda y nuestros sistemas de representación, la supuesta
derecha, con unas determina- coincidencia de la identidad nacional y la autori-
das identificaciones de clase dad política o la insuficiencia de la gobernanza
y sus correspondientes con- mundial en su actual formato.
flictos, que llegaron a ser ges-
tionados con cierta eficacia en
los compromisos que dieron 1. De la redistribución al recono-
lugar al Estado de bienestar. cimiento

Pero desde hace tiempo, Diversos pensadores han sugerido que esta trans-
en todos los ámbitos, desde el formación del panorama político puede ser enten-
doméstico y local hasta el pla- dida recurriendo a la idea de reconocimiento. Axel
no internacional, se abre paso Honneth (1992), Charles Taylor (1995) o Nancy
un nuevo eje que tiene que Fraser (2002) comparten con otros muchos la tesis
ver con la identidad en torno al de que los conflictos se han desplazado desde los

Hermes_30_Jon.indd 4 18/5/09 10:53:29


Catedrático de Filosofía de la Universidad de Zaragoza.
Daniel Innerarity Profesor invitado de la Universidad de la Sorbona (París I)
y del Instituto de Estudios Políticos de Burdeos.

escenarios de clase, igualdad y economía hacia el 1995, 212). Muchos de “La diferencia
espacio de la identidad, la diferencia y la cultura. ellos son conflictos que parece haber
Se ha creado una nueva constelación en la que el no tienen sólo su origen desplazado a
problema de la redistribución —que fue el gran ca- en el poder o en la econo- la desigualdad
ballo de batalla a lo largo de los siglos XIX y XX— mía, sino en experiencias como asunto
ha sido eclipsado por los problemas ligados al re- morales, concretamente
central de la
conocimiento. Todo esto tiene lugar en una época en expectativas de re-
conocimiento profunda- teoría social y
que, como decía Anthony Giddens, se funda más
mente enraizadas en política. Nos
sobre la diferencia que sobre la emancipación; in-
dividuos y culturas buscan primordialmente expre- cada uno de nosotros. El preguntamos
sar su diferencia y verla reconocida en el espacio reconocimiento se deja cómo podemos
público. “La diferencia parece haber desplazado sentir principalmente en lograr la igualdad
a la desigualdad como asunto central de la teoría su ausencia, bajo las reconociendo
social y política. Nos preguntamos cómo podemos modalidades de la humi- la diferencia,
llación, la discriminación,
lograr la igualdad reconociendo la diferencia, más más que cómo
la exclusión, el desprecio,
que cómo podemos eliminar la desigualdad” (Phi- podemos eliminar
la invisibilidad y la imposi-
llips 1997, 143). En consonancia con este conjunto la desigualdad”
ción, que se ejerce sobre
de transformaciones sociales se ha producido un (Phillips 1997, 143).
géneros, razas, sexuali-
“cambio de paradigma” en el seno de las teorías
dades y nacionalidades
de la justicia, que formulan una interpretación no subordinadas. De todo
utilitarista de las luchas sociales (Ricoeur 2004; ello resulta un nuevo escenario político, desestruc-
Renault 2000; Williams 1991; Young 1990). turado y complejo, en el que no resulta fácil mover-
La “lucha por el reconocimiento” se ha se con las viejas categorías. Lamentar esta nueva
convertido en la forma paradigmática del conflicto agenda pública es una queja poco provechosa para
político y social desde finales del siglo XX. Las rei- enfrentarse a los nuevos problemas, pero peor
aún es ofrecer soluciones inapropiadas como, por
vindicaciones que buscan el reconocimiento de una
ejemplo, tratar las cuestiones de reconocimiento
diferencia (de nacionalidad, cultura, género, ten-
como asuntos económicos o interpretar las nuevas
dencia sexual…) están hoy en el origen de muchos
guerras como conflictos territoriales.
conflictos en el mundo, probablemente de los más
difíciles de gestionar, para los que no valen las re- En la discusión acerca de este cambio de
cetas del conocido compromiso social. Algunos han paradigma hay quien insiste en seguir defendiendo
hablado de “conflictos postsocialistas” en los que la centralidad de la redistribución (Rorty 1998; Gitlin
una identidad colectiva reemplaza a los intereses 1995) considerando que la política de la identidad
de clase como lugares de movilización política y en constituye una distracción frente a los verdaderos
los que la injusticia fundamental no es ya la explo- problemas, que conduce a una balcanización de
tación sino la dominación cultural y política (Fraser la sociedad y al rechazo de las normas morales
universalistas. Es cierto que el paradigma del reco-
nocimiento no invalida los problemas de redistribu-
El campo de juego político se ha llenado de ción. De hecho todos los ejes de opresión en la vida
voces diferentes, y nuevos actores aspiran real son mixtos. Suele ocurrir que quien es excluido
a hacerse valer con los mismos derechos culturalmente sea desfavorecido económicamente.
que los protagonistas acreditados. Entre Además, no existen zonas puramente económicas
ellos están las mujeres, las otras culturas, o espacios exclusivamente culturales; cualquier
las víctimas, los gobiernos subestatales, las práctica social es simultáneamente económica y
minorías étnicas, las sexualidades diferentes, cultural, aunque no necesariamente en las mismas
las lenguas minorizadas… proporciones (Fraser 2003, 63). Probablemente

Hermes_30_Jon.indd 5 18/5/09 10:53:29


lo más adecuado sea afirmar que la Como todo lo Suele ocurrir que
justicia requiere hoy ser pensada a la humano, también esta quien es excluido
vez como redistribución y como reco- situación es ambiva-
culturalmente sea
nocimiento. lente. Al introducir la
desfavorecido
cuestión de la identidad
Con todos los matices que de- económicamente.
se amplía el catálogo
bamos tener en cuenta, parece fuera Además, no
de los derechos, se
de toda duda que donde se concentra existen zonas
avanza en la igualdad,
actualmente la mayor conflictividad
se atiende a las vícti- puramente
tiene que ver con algo que podríamos
caracterizar como sentimental, si no fuera porque mas, podemos profun- económicas
este término suele emplearse como sinónimo de dizar en el pluralismo o espacios
irrealidad. La creciente psicologización de los con- y acreditar el respeto exclusivamente
flictos indica que vivimos en un mundo irritable, que nos debemos. Pero culturales;
desde los niveles más domésticos hasta la esce- también se desatan la cualquier
na internacional. Por todas partes se advierte que histeria y el victimismo.
práctica social es
el viejo combate por la redistribución está siendo Uno de los problemas
más importantes a los simultáneamente
sustituido, al menos parcialmente, por un conflicto económica y
en torno al honor y la ofensa, que se libra en el que nos enfrentamos
es precisamente el de cultural, aunque
plano de las representaciones y los símbolos. Mu-
chos acontecimientos actuales se explican más la psicologización de las no necesariamente
desde la ira que desde un antagonismo ideológi- víctimas o las humilla- en las mismas
camente organizado (Sloterdijk 2006). Es lo que ciones poco razonables, proporciones
Ross ha llamado “dramas psicoculturales” (2001, esa “nueva forma de (Fraser 2003, 63).
157). Se equivoca por ello quien crea que el llama- ‘conciencia desdichada’
do terrorismo internacional va de otra cosa, que bajo la especie de un
tiene que ver con el poder o el territorio y no con el sentimiento incurable
resentimiento o el odio del humillado (y empiezo a de victimización o de
creer que buena parte de la “war on terror” ya sólo una infatigable postula-
sirve también para calmar un desequilibrio emo- ción de los ideales inalcanzables” (Ricoeur 2004,
cional… estropeando 316; Fraser / Honneth 2003). Aunque es cierto que
de paso todo lo demás). los conflictos no se abordan correctamente si no
Cuando el espacio des- se tiene en cuenta la autorrepresentación del otro,
limitado se unifica hasta también lo es que si el criterio definitivo fuera cómo
el punto de que todo se siente uno, todo se reduciría a un sentimiento
Se ha globalizado subjetivo desde el que no cabe desarrollar ningu-
se convierte en zona
el poder, el dinero, de frontera, por utilizar na gramática de los bienes comunes. Al mismo
la comunicación la fórmula de Bauman, tiempo, no deberíamos subestimar los peligros de
y el medio entonces el mundo una política de la identidad que en ocasiones tiene
ambiente, sí, entero se convierte en como efecto la imposición una identidad de grupo
pero también el zona irritable. Se ha única, considerablemente simplificada, que niega
agravio: cualquiera globalizado el poder, el la complejidad de las existencias individuales, la
puede ofender dinero, la comunicación multiplicidad de sus identificaciones y la dinámica
y ser ofendido; y el medio ambiente, sí, cruzada de sus diferentes afiliaciones.
pero también el agra-
también el
vio: cualquiera puede Este panorama exige sin duda un nuevo tipo
desprecio se ha ofender y ser ofendido; de liderazgo, más psicológico y sensible a otras
deslocalizado y la también el desprecio se formas de exclusión. No nos va a quedar más re-
verdadera Bolsa ha deslocalizado y la medio que aprender a vivir en esta confusión de los
es la que cotiza verdadera Bolsa es la significados y gestionar los nuevos conflictos con
la estima y el que cotiza la estima y el mayor cuidado y diplomacia, atendiendo más a su
reconocimiento. reconocimiento. dimensión psicológica que a las variables que po-

3~9. Políticas del reconocimiento. Daniel Innerarity

Hermes_30_Jon.indd 6 18/5/09 10:53:29


GUREGAIAK
dríamos llamar objetivas. La diplomacia, esa forma compartir verdaderamente el prota-
de cortesía política, parece convertirse en el len- gonismo; tiene una idea de igual-
guaje más apropiado para la “sociedad mundial”. dad como paridad de participación
Esta situación parece exigir también un modo de o co-decisión. El reconocimiento
gobernar más sensible a la participación y a la co- consiste fundamentalmente en res-
operación. Y habrá que combatir las causas de las petar la capacidad de cada uno para
que se nutren, con razón o sin ella, esos sentimien- tomar parte en los procesos desde
tos. Hay mucha discriminación, desigualdad y he- los que se determinan las condicio-
gemonía en nuestro mundo como para pensar que nes en las que vive (Taylor 1995).
todo se debe a un exceso de susceptibilidad. Aquí se pone en juego una idea de
libertad que no es sólo protección
frente a las interferencias, sino
2. El “quién” también importa también la oportunidad, legalmente asegurada, de
participar en el proceso público de formación de
Podríamos explicar nuestro la voluntad política (Honneth 1992).
desconcierto ante estos nuevos Reconocer a alguien implica facilitar
conflictos por el hecho de que, ab- su participación en la deliberación
sorbidos por el “qué” de la justicia, Hay mucha democrática. La responsabilidad de
habíamos postergado el debate discriminación, los estados no se limita a garantizar
acerca del “quién” (Nancy Frasser). desigualdad y las libertades personales, sino que
Es como si hubiéramos descubierto hegemonía en nuestro debe proporcionar a sus ciudadanos
que el “quién” también importa y la mundo como para la posibilidad de configurar las leyes
cuestión del sujeto se ha situado en pensar que todo se que protegen su libertad.
el centro de nuestras controversias. debe a un exceso de
No da igual quién lo haga: que los susceptibilidad. Que el “quién” importa signi-
hombres representen a las mujeres, fica, desde otro ángulo, que deter-
que en los Estados compuestos el minadas formas de sublimación de
interés general sea definido por el la titularidad (neutralidad, cosmopo-
centro, que una potencia hegemónica se encargue litismo) no son más que una solución tramposa
de poner orden en el mundo… Los críticos de la para que nada cambie sustancialmente, el “qué”
paridad, los jacobinos y los unilateralistas coinci- siga en primer plano y se reproduzcan las formas
den en considerar que la cuestión del “quién” es de dominación. El “esperanto procedimental” (Tu-
secundaria, incluso innegociable. Chesterton ya lly 1995, 7) oculta relaciones de poder, del mismo
nos advirtió contra esa usurpación cuando afirma- modo que el “patriotismo constitucional” sirve en
ba que hay tres cosas que uno debe hacer por sí ocasiones para colar, junto a un conjunto de prin-
mismo aunque se equivoque: elegir a su propia cipios democráticos, alguna ventaja inconfesable
mujer, limpiarse sus narices y decidir para quien tiene más facilidades de
en política. Que la cuestión del suje- configurar una mayoría. Como ha pues-
to, del “quién”, vuelva al primer plano to de manifiesto Kymlicka, la pretensión
quiere decir que seguramente hemos El reconocimiento de neutralidad es aporética pues las
de ajustar nuestros procedimientos consiste normas comunes no surgen de un vacío
de representación, participación, de- fundamentalmente histórico y cultural, sino que tienen un
legación y decisión a la realidad de en respetar la origen que generalmente se confunde
un pluralismo creciente, a un mundo capacidad de con los atributos culturales de la mayo-
heterárquico y con nuevos actores. cada uno para ría (1995, 108). Cuestiones que tienen
tomar parte en los que ver con los símbolos, las fronteras
Tal vez esté cambiando, si no procesos desde los internas o la lengua suelen decidirse
la noción, sí al menos el acento de que se determinan privilegiando a unos sobre otros. Con
nuestra concepción de la igualdad las condiciones frecuencia se impone una interpretación
y la justicia. El paradigma del reco- en las que vive parcial de la idea de igualdad y no dis-
nocimiento subraya la exigencia de (Taylor 1995). criminación (Requejo 1999).

4~9. Políticas del reconocimiento. Daniel Innerarity

Hermes_30_Jon.indd 7 18/5/09 10:53:29


Y es que, de he- Cuestiones que la representación, no para que ésta
cho, la representación tienen que ver con los refleje como un espejo a la sociedad,
de la humanidad en tér- símbolos, las fronteras sino para evitar la dominación históri-
minos de identidad indi- ca de ciertos grupos por otros cuando
internas o la lengua
ferenciada no es real y la teórica igualdad de condiciones
suelen decidirse
suele esconder no pocas no es suficiente para que haya una
hegemonías, discrimina- privilegiando a unos participación efectiva de todos.
ciones y relaciones de sobre otros. Con
poder. Existe la diferencia frecuencia se impone El mejor modo de defender
y existe el poder. Y quien una interpretación lo universal es rechazando que sea
tiene el poder decide el significado de parcial de la idea monopolizado por nadie, desconfiar
la diferencia (Jordan 1994, 197). Hay de igualdad y no profundamente de quien cree tener
una identidad velada en el centro discriminación una relación privilegiada con los va-
de la política liberal, en el que otras (Requejo 1999). lores universales o se considera en
identidades sólo pueden comparecer condiciones de dispensar la acredi-
en tanto que otras. Sólo hay espacio tación de lo verdaderamente público
para dos entidades: el ciudadano y común. No hay peor particularista
normal y el otro (Hekman 2004, 58). que el que es incapaz de reconocer
La tolerancia, así entendida, también su propia particularidad: los varones
es una forma de poder. El “ciudadano normal”, ese sin género, los Estados que disfrutan el monopolio
que no es nacionalista ni tiene identidad, género o de las buenas intenciones, las religiones que admi-
color, vive en una jerarquía en la que algunos son nistran la ley natural, los vigilantes del mundo sin
más ciudadanos que otros, donde muchas veces necesidades petrolíferas. El universalismo es una
la imparcialidad no es más que la parcialidad del aspiración de todos, no una propiedad de algunos,
grupo hegemónico. El orden constitucional su- un horizonte que hemos de construir entre todos y
puestamente neutral esconde no pocas veces una que nadie administra privilegiadamente.
“indiferencia cultural fingida” (Tully 1995, 191) que
refuerza la cultura dominante frente a las demás. No hay otro procedimiento para la configu-
ración de lo común que tomarse en serio el plu-
En el fondo, lo que debe reprocharse al libe- ralismo de nuestras sociedades, más diversas de
ralismo clásico es que no ha sido fiel al principio de lo que solemos suponer, y el pluralismo de la so-
igualdad entre los individuos; no haber comprendido ciedad mundial, donde nuevos actores discuten
que la fidelidad a este principio exigía completarlo viejas hegemonías, con una creciente aspiración
con un principio de igualación entre los grupos, las de multilateralidad, donde el destino común de la
culturas y los territorios. Si no se defiende más que humanidad no puede diseñarse sin las sociedades
la igualdad entre los individuos, entonces se pone que reivindican otras trayectorias distintas de la
entre paréntesis el hecho de que ciertos individuos occidental. La unidad de combates aparentemente
son penalizados en razón de su pertenencia a un tan distintos como los del género, la plurinacionali-
grupo. Son los mismos principios de neutralidad dad o el multilateralismo reside precisamente en el
y universalidad los que obligan a revisar el modo ideal de reconocimiento, es decir, en la exigencia
como hemos pensado hasta ahora el espacio de ser respetados como sujetos de decisión y veri-
público. Dicho de otra manera, en una analogía ficar en consecuencia nuestros procedimientos de
propuesta por Michael Walzer: que el estado o el representación y participación.
orden constitucional se separe de la nacionalidad,
del mismo modo que consiguió separarse de
la religión, tras los conflictos interreligiosos que 3. Una nueva equidad
marcaron el comienzo de la modernidad, y corrija
así los perjuicios causados por el privilegio conce- Muchas son las cosas que parecen dar la
dido a una identidad que se suponía homogénea razón a quienes sostienen que la política ya no es
(Walzer 1982). Éste es uno de los motivos por los lo que era. Entre ellas, las más provocadoras, las
que en ocasiones puede ser necesario corregir que más reclaman otra forma de pensar y hacer la

5~9. Políticas del reconocimiento. Daniel Innerarity

Hermes_30_Jon.indd 8 18/5/09 10:53:30


GUREGAIAK
política, suelen figurar las asignaturas que saber identificar
El mejor modo de
que se creían aprobadas y que rea- correctamente como
defender lo universal
parecen desafiando nuestra cómoda expresión de una cri-
es rechazando que
normalidad. Nada hay que cause sis que afecta a los
sea monopolizado
más perplejidad que la persistencia procedimientos de
de las cuestiones que se refieren a la
por nadie, desconfiar
integración propios del
identidad y que aparecen vinculadas
profundamente Estado nacional clá-
con nuevas exigencias de reconoci- de quien cree sico y los instrumen-
miento y equidad. Al irritado por esta tener una relación tos de gobernanza
reaparición, a quien desearía que la privilegiada con los mundial. Responden
agenda política fuera otra distinta, valores universales al agotamiento de un
le vendría bien saber que las cosas o se considera modelo de integración
han sido siempre así y que no hay en condiciones que se configuró de acuerdo con los
motivos para pensar que algún día de dispensar la principios de neutralidad, homoge-
dejaremos definitivamente de discutir acreditación de lo neidad e igualdad abstracta, cuando
sobre asuntos como quiénes somos verdaderamente no se limitan a consagrar situaciones
nosotros, quiénes y cómo decidimos, público y común. de hegemonía. Y nos exigen reabrir
a quién hemos dejado fuera, o si es el dossier del pluralismo cultural y
aún válida la idea de igualdad con la político.
que funcionamos. De esto se trataba, a lo largo de
los siglos XIX y XX, en la lucha contra la discrimina- Lo que se ha acabado es el proyecto de igua-
ción racial, en el combate por los derechos sociales lar las condiciones poniendo sistemáticamente entre
o cuando surgieron las exigencias de igualdad de paréntesis todo tipo de diferencias. La tradicional dis-
género en una sociedad que no percibía esas ex- tinción entre lo público y lo privado pretendía configu-
clusiones, en la que se creía, por la ceguera de la rar un espacio público que funciona por renuncia de
costumbre o por interés en mantener la dominación, los individuos a su identidad, mediante la abstracción
que todos votaban o tenían las mismas oportunida- pública de la identidad. Era éste un modelo basado
des. Cada uno de estos descubrimientos, ya fueran en el prejuicio de pensar que para constituir al otro
el resultado de pacíficos debates o de costosas como igual debíamos necesariamente hacer tabla
conquistas, derribaba otros modelos de identidad, rasa de lo que nos distingue de aquel que conside-
decisión e integración social, y los reformulaba de ramos como semejante. Hay quien ha denominado
acuerdo con una idea de igualdad más compleja y a este modelo una “política de la indiferencia” (Ku-
equilibrada. kathas 1998, 691). El modelo liberal o
republicano funciona con la expectati-
Todavía hay quien juzga ac- va de trascender las diferencias más
tualmente superflua la paridad de que para proveer de ocasiones para su
género o la extensión de derechos, Todavía hay quien reconocimiento, expresión y entrelaza-
del mismo modo que los liberales juzga actualmente miento. Como afirma Taylor, se trata
del XIX consideraron innecesaria la superflua la de un modelo que no es hospitalario
formulación expresa de derechos paridad de género respecto de la diferencia (1995, 248).
sociales. Las nuevas demandas de o la extensión de El procedimiento de supresión de las
autogobierno, los problemas plantea- derechos, diferencias ha sido indudablemente un
dos por la inmigración, las exigencias del mismo modo factor de progreso en la ruptura con la
de reformar los organismos interna- que los liberales sociedad del antiguo régimen, estruc-
cionales en orden a hacer efectiva del XIX consideraron turada a base de ordenamientos de je-
la multilateralidad son asuntos que, innecesaria la rarquía y privilegios. Hay un momento
con toda su heterogeneidad, vuelven formulación expresa de abstracción de las diferencias que
a formular aquella vieja pregunta de derechos sociales. resulta indispensable para pensarnos
acerca de si somos todos los que como semejantes, por encima y al
estamos. Son cuestiones que pode- margen de todo contexto. Pero el pro-
mos resolver bien o mal pero que hay blema es saber si este procedimiento

6~9. Políticas del reconocimiento. Daniel Innerarity

Hermes_30_Jon.indd 9 18/5/09 10:53:30


está en condiciones de que exige radicalizar la igualdad
gestionar el pluralismo es la que nos conduce a entender
de las sociedades con- la identidad como política y cultu-
temporáneas. Hoy no ralmente diferenciada. De lo que
se puede exigir asimilación y conformi- se trataría es de buscar un modelo de igualdad
dad para reconocer la condición de plena que se realice en medio de la diferencia reconoci-
ciudadanía. En mi opinión este modelo da. No podemos poner entre paréntesis las dife-
tiene que ser completado o transforma- rencias reales si queremos reconocerlas en pie de
do para hacer frente los desafíos que, en igualdad, por ejemplo, entre hombres y mujeres o
materia de integración social y política, entre miembros de grupos culturales que afirman
de reconocimiento y articulación de los equilibrios sus identidades respectivas o entre comunidades
territoriales y mundiales, plantea el nuevo pluralismo. con distintas aspiraciones de autogobierno o entre
El gran desafío del mundo actual consiste en cómo los estados que aspiran legítimamente a tener un
articular la convivencia en sociedades profundamen- mayor protagonismo en la gobernanza mundial.
te plurales evitando a la vez el modelo comunitarista Son diferencias que han de ser reconocidas en
y el modelo de la privatización de las identidades. igualdad, ciertamente, pero en
tanto que diferencias. Los emi-
Que la idea de igualdad abs- grantes, las mujeres, las diversas
tracta no da más de sí es algo que minorías, las comunidades que
se percibe en su escasa capacidad reclaman un mayor autogobierno
de integración, cada vez más pa- El procedimiento no demandan privilegios sino que
tente. La adhesión a principios jurí- de supresión de las el Estado mantenga efectivamen-
dicos y políticos no basta para ase- diferencias ha sido te sus promesas de neutralidad.
gurar la cohesión del vínculo social indudablemente un Dicho de otra manera, en una
y crear las condiciones de una factor de progreso en la analogía propuesta por Michael
pertenencia común o de una ciuda- ruptura con la sociedad Walzer (1982): que se separe de
danía compartida. La experiencia del antiguo régimen, la nacionalidad, del mismo modo
histórica nos enseña tercamente estructurada a base de que consiguió separarse de la re-
que cuando la construcción del ordenamientos ligión, tras los conflictos interreli-
Estado se lleva a cabo pensando de jerarquía y privilegios. giosos que marcaron el comienzo
que para avanzar hacia lo común de la modernidad, y corrija así los
es necesario situarse radicalmente perjuicios causados por el privi-
más allá de las diferencias, el re- legio concedido a una identidad
sultado es que las diferencias son que se suponía homogénea.
expulsadas de la esfera pública y
lo propio se afirma frente a lo común. Tarde o tem- Como señalaba Alain Touraine, hablar hoy
prano la negación pública de aquello que nos dife- de una oposición entre derechos individuales y
rencia termina siendo percibida como una forma de derechos colectivos de las comunidades resul-
exclusión, especialmente por aquellos que sienten tará dentro de poco tiempo tan absurdo como la
como una desigualdad el lugar que se les adjudica oposición que hace un siglo establecían algunos
en la circulación de las oportunidades sociales o en entre derechos sociales y democracia burguesa
el reparto del poder. (Renaut / Touraine 2005, 48). Nos encontramos
en una situación que puede entenderse por ana-
Las demandas de equidad han dado última- logía con la exigencia socialista de completar las
mente un giro imprevisto y nos exigen una nueva libertades formales con derechos materiales para
formulación de la igualdad que podría sintetizarse hacerlas verdaderamente operativas. No se puede
así: hay que volver a valorar las diferencias para asegurar las libertades individuales sin respetar la
avanzar en la lógica de la igual- pluralidad cultural. Los derechos
dad (Alain Renaut). La misma individuales son insuficientes
dinámica de la democratización para representar equitativamente

7~9. Políticas del reconocimiento. Daniel Innerarity

10

Hermes_30_Jon.indd 10 18/5/09 10:53:30


GUREGAIAK
las diferencias (Kymlicka 1995, da, tanto desde
132). Un ejemplo claro de ello el punto de vista
es el reconocimiento de los de- Son diferencias que han del género, como
rechos civiles que consiguió la de ser reconocidas en desde su dimen-
comunidad afroamericana que igualdad, ciertamente, pero sión cultural o
resulta insuficiente sin políticas en tanto que diferencias. su identificación
públicas orientadas a corregir Los emigrantes, las mujeres, con una determi-
efectivamente la desigualdad. las diversas minorías, las nada comunidad
Al mismo tiempo, las doctrinas comunidades que reclaman política. Éste es
tradicionales de los derechos un mayor autogobierno no el gran dilema al
humanos no dan ninguna res- demandan privilegios sino que nos enfrenta-
puesta a determinados proble- que el Estado mantenga mos, la cuestión
mas. Por ejemplo, el derecho a efectivamente sus que mayores esfuerzos de ima-
la libre expresión no dice nada promesas de neutralidad. ginación y creatividad política
en cuanto a qué política lingüís- nos va a exigir en los años veni-
tica se adapta a una situación deros: avanzar en la extensión
de coexistencia entre diversas de los derechos completando
lenguas en un mismo espacio el paso del universalismo abs-
social; el derecho de voto no Como señalaba Alain tracto de los derechos políticos
nos aclara la cuestión de cuá- Touraine, hablar hoy al universalismo concreto de los
les deben ser, por ejemplo, las de una oposición entre derechos sociales y culturales.
circunscripciones electorales. derechos individuales y
La libertad de movimiento no derechos colectivos de A quien siga prefirien-
nos ofrece ningún criterio para las comunidades resultará do, por ejemplo, un mundo
determinar qué política de in- gobernado por los hombres o
dentro de poco tiempo
migración debe aplicarse. Para le pareciera más sensato que
tan absurdo como la
esto hace falta otro criterio y estuviéramos formateados por
oposición que hace un
otro modelo, o una corrección las culturas “más universales”
siglo establecían algunos o que encargáramos a una su-
del anterior.
entre derechos sociales y perpotencia la vigilancia sobre
Estamos ante una trans- democracia burguesa el mundo, al que prefiriera po-
formación de la política exigi- (Renaut / Touraine 2005, 48). nerse las cosas más fáciles que
da por la profundización en el sacar todas las incómodas con-
pluralismo social. En el mundo secuencias del creciente plura-
contemporáneo se ha produci- lismo social, cultural y político,
do un gran desplazamiento que habría que recordarle aquel
es preciso tomar en cuenta para Nuestro mayor desafío viejo chiste inglés en el que una
configurar realidades tan valio- consiste en integrar al persona pregunta “¿Cómo se
sas como el mundo común, lo individuo no ya por la va a Biddicombe?” y otro le res-
público o la laicidad con el fin de privatización de sus ponde: “Yo que usted no saldría
integrar en ellas las diferencias pertenencias sino por el desde aquí”. Quien se sienta
y no simplemente neutralizar- reconocimiento público de desbordado por la tarea puede,
las; no se trata de erradicarlas su identidad diferenciada, si le consuela, echar la culpa de
sino de reconocerlas bajo un tanto desde el punto de tan incómoda agenda a los emi-
régimen de igualdad. Nuestro vista del género, como grantes, a las mujeres o a los
mayor desafío consiste en inte- desde su dimensión cultural Estados no alineados, puede
grar al individuo no ya por la pri- o su identificación con una recitar el formulario tradicional
vatización de sus pertenencias determinada comunidad de la soberanía, que la tarea le
sino por el reconocimiento pú- política. seguirá aguardando con toda
blico de su identidad diferencia- su complejidad.

8~9. Políticas del reconocimiento. Daniel Innerarity

11

Hermes_30_Jon.indd 11 18/5/09 10:53:30


NOTAS

*
Este trabajo ha sido realizado en buena parte durante una estancia de investigación en la Universidad de Laval
(Québec) en agosto de 2008 realizada gracias a una ayuda del Gobierno de Canadá. Agradezco especialmente las
indicaciones y sugerencias del profesor Guy Laforest.

BIBLIOGRAFIA Kukathas, Chandran (1998), “Liberalism Contry: Leftist Thought in Twentieth-Century Ame-
and Multiculturalism”, en Political Theory 26/5, rica, Cambridge: Harvard University Press.
Fraser, Nancy (1995), “From Redistri- 686-699. Ross, M. H. (2001), “Psicocultural Inter-
bution to Recognition? Dilemas of Justice in a Kymlicka, Hill (1995), Multicultural Citi- pretations and Dramas: Identity Dynamics in Ethnic
“Postsocialist” Age”, en New Left Review, 212, zenship: a Liberal Theory of Minority Rights, Oxford Conflcit”, en Political Psychology 22 (1), 157-178.
68-93. University Press. Sloterdijk, Peter (2006), Zorn und Zeit,
— (2002), Toleration as Recognition, Phillips, Anne (1997), “From Inequality to Frankfurt: Suhrkamp.
Cambridge University Press. Difference: A Severe Case of Displacement?”, en Taylor, Charles (1995), “The Politics of
Fraser, Nancy / Honneth, Axel (2003), New Left Review 224, 142-153. Recognition”, en Philosophical Arguments, Cam-
Umverteilung oder Anerkenung? Eine politisch- Renaut, Alain / Toraine, Alain (2005), Un
bridge, Mass.: Harvard University Press.
philosophische Kontroverse, Frankfurt: Suhrkamp. débat sur la laicité, Paris: Stock.
Tully, James (1995), Strange multiplicity.
Gitlin, Todd (1995), The Twilight of Com- Renault, Emmanuel (2000), Le mépris
Constitucionalism in an age of diversity, Cambridge
mon Dreams: Why America is Wracked by Culture social. Éthique et politique de la reconnaisance,
Wars, New York: Metropolitan Books. Bègles: Passant. University Press.
Honneth, Axel (1992), Kampf um Aner- Requejo, Ferrán (1999), “Cultural Plu- Walzer, Michael (1982) (ed.), The Politics
kennung. Zur moraliscjen Grammatik sozialer Kon- ralism, Nationalism and Federalism: a Revision of of Ethnicity, Cambridge: Harvard University Press.
flikte, Frankfurt: Suhrkamp. Democratic Citizenship in Plurinacional States”, Williams, Patricia J. (1991), The Alchemy
Jordan, June (1994), Technical Difficul- en European Journal of Political Research 35/2 of Race and Rights, Harvard University Press,
ties, Boston: Beacon Press. (1999), 255-286. Cambridge.
Hekman, Susan J. (2004), Private Selves, Ricoeur, Paul (2004), Parcours de la Young, Iris Marion (1990), Justice and the
Public Identities: Reconsidering Identity Politics, reconnaissance, Paris: Stock. Politics of Difference, Pinceton University Press.
Pennsylvania State University Press. Rorty, Richard (1998), Achieving Our

Alain M. Urrutia

Bilbao, 1981
Licenciado en Bellas Artes.

Cursos de doctorado Departamento


Pintura, UPV-EHU.

Realizando trabajo de investigación.


Departamento de Escultura, UPV-EHU.

Proyecto Closing Time de Iñigo Cabo


(Biennale de París).

Próximas exposiciones:
Fundación BilbaoArte - individual
(Bilbao - septiembre 2009).

Next - Centro Cultural Montehermoso


(proyecto expositivo
junto con Zuhar Iruretagoiena)
(Vitoria-Gasteiz - junio 2009)

9~9. Políticas del reconocimiento. Daniel Innerarity

12

Hermes_30_Jon.indd 12 18/5/09 10:53:32

Вам также может понравиться