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E maíz está vinculado con los pueblos indígenas de México (62 etnias con 38 lenguas vivas y 364

variantes linguisticas), de tal manera que atentar contra el maíz es atentar contra sus derechos
culturales y de alimentación. De hecho el maíz es, como expresara Guillermo Bonfil, fundamento
de la cultura popular mexicana. En torno al ciclo agrícola se gestan conocimientos, ceremonias,
fiestas que congregan a las comunidades, propician la música y la danza, las artesanías, platillos
especiales, y una organización comunitaria que fortalece el tejido social.

A continuación compartimos a nuestros lectores algunos de los puntos más importantes para
entender el fenómeno alrededor de la alteración genética del maíz en México. ¿Qué son los
transgénicos y por qué el milenario linaje del maíz corre graves peligros frente a su adulteración
genética? Quiénes son los responsables de que esta amenaza este por convertirse en una
realidad? Agradecemos mucho la contribución de la maestra Cristina Barros para la elaboración de
este valiosos documento:

¿Qué son los transgénicos?

Organismos a los que se les inserta material genético de especies distintas a la que pertenece
mediante técnicas de ingeniería genética. Con estas técnicas, se trascienden las barreras
reproductivas que existen entre las diferentes especies, haciendo posible que, por ejemplo, se le
inserte un gen de bacteria a una planta.

¿Qué es el maíz transgénico?

Maíz modificado genéticamente mediante técnicas de ingeniería genética, con las que le han
agregado genes de organismos lejanos a él. Las dos características más comunes en los maíces
transgénicos actuales son: la tolerancia a herbicidas y la resistencia a insectos.

¿Qué daño le hace al campo?

Los posibles daños al campo, que han sido comprobados, es que al introducirse transgenes a
variedades nativas de maíz, éstas sufran una descompensación genética y fisiológica. Estas
secuencias pueden llegar fácilmente al campo mexicano ya que el maíz es una planta que se
poliniza fácilmente y por ello los maíces nativos o criollos pueden contaminarse con polen de maíz
transgénico.
Además, las prácticas campesinas implican el intercambio de semillas de sus parcelas. Se considera
que parte de la contaminación que ya ha ocurrido en algunos estados de México se debe a que
Diconsa importa maíz de Estados Unidos que al llegar aquí se mezcla con el local. Científicos
mexicanos opinan que si se llega a la siembra comercial, la contaminación con maíz transgénico
nos llevaría a perder las razas y variedades de maíces nativos, desarrolladas a lo largo de miles de
años de cultivo.

Por si fuera poco, las secuencias transgénicas están patentadas por lo que si un agricultor presenta
estas secuencias en su maíz, las que pueden llegar por polinización (cruza entre un maíz
transgénico con uno no transgénico), las compañías que detentan la patente pueden demandarlo.
De hecho, hay ya varias demandas de compañías como Monsanto contra agricultores locales, que
pasan de víctimas de la contaminación, a acusados de plagio. Los juicios son costosos y muy
lejanos a la lógica y los recursos de los campesinos mexicanos. Nuestra cultura tradicional es
comunitaria; la otra es mercantil e individualista.

¿En qué consiste la autorización?

Como no ha habido transparencia lo único que sabemos es que de las 35 solicitudes para siembra
experimental de maíz transgénico en México, se han aprobado ya quince, pero no se ha dicho
cuales. Suponemos que algunas tendrán lugar en Tamaulipas. La experimentación es un primer
paso obligatorio dentro de la ley de bioseguridad (después viene cultivo a nivel piloto y luego
comercial). Sin embargo, dada la corrupción y la suma de intereses económicos que están detrás
de estas maniobras, darán lugar a la siembra comercial de maíz transgénico en México pronto.

¿Es legal la autorización?

Es legal en lo formal, pero la Ley de Bioseguridad que ha dado pie a la autorización es una ley a
modo; tan es así que se le conoce como “ley Monsanto”. En Argentina ocurrió lo mismo, había
párrafos casi calcados de los argumentos de Monsanto.

Además, se ha actuado con absoluta falta de transparencia; ignoramos cuáles son los permisos
que se han otorgado. No se ha informado ni consultado con los habitantes de los estados que
serían afectados con la siembra de maíz modificado de las consecuencias que esto traería.

Por otra parte México es signatario del Protocolo de Cartagena; ahí se especifica que los países
que sean centro de origen y diversificación de alguna planta, deben prohibir la siembra de
variedades transgénicas de ella con base en lo que se conoce como principio precautorio.
Cuando se detectó la presencia de maíz transgénico en Oaxaca en 2002, organizaciones
campesinas de ese estado solicitaron la presencia de una comisión tripartita: Canadá, México,
Estados Unidos, con base en los acuerdos del TLC. Esa comisión planteó, entre otras
recomendaciones, lo siguiente:

“Debe aplicarse una moratoria a las importaciones de maíz transgénico en México, hasta en tanto
se disponga de un mejor conocimiento respecto de los riesgos para la salud humana, la integridad
cultural de los productores de maíz en México y el medio ambiente en general…”

¿Cuáles serán las consecuencias?

La más grave es que las grandes compañías transnacionales se están apoderando del patrimonio
genético de los mexicanos, vía la introducción de transgenes patentados, con el propósito de
privatizarlo. Si los empresarios agrícolas caen en la trampa de creer que aumentarán sus
rendimientos/ingresos, pronto se enfrentarán con algunos de estos escenarios:

Baja de precio del grano si hay por sobreproducción.

De acuerdo con datos de ANEC, México es el principal productor de maíz blanco en el mundo. La
coexistencia del maíz blanco y el transgénico no es compatible, ya que el blanco que se produce es
para consumo humano y al contaminarse con transgénico se deprecia a maíz forrajero, teniendo
pérdidas de hasta 8 mil millones de pesos por año.

Que, como es factible, el maíz no se considere la mejor opción para generar agrocombustibles y se
queden “colgados” los empresarios agrícolas que reconvirtieron sus sembradíos ante la falsa
expectativa de ganar más y tener el mercado asegurado.

Que se desquicie el campo y los mercados de alimentos, como ha ocurrido en Argentina, por
volcar todos los recursos a la siembra de una sola planta. Esto traería más hambre, aumento de
precios, mayor dependencia económica, perdida de soberanía, una mayor concentración de la
riqueza, y la imposibilidad de autonomía alimenticia de las comunidades campesinas e indígenas.

En el caso de contaminación por transgénicos las consecuencias serían:

Pérdida de los maíces nativos que por milenios han sido adaptados a diversos suelos, climas y
humedades. Recordemos que tanto las variedades híbridas como las transgénicas dependen del
material genético nativo para ser posibles. Un maíz híbrido pierde sus características de una
cosecha a otra, se debilita y necesita de nuevo material que proviene de los maíces nativos.

Imprecisión tecnológica: la imprecisión de la tecnología transgénica es tal, que pueden producirse


daños genéticos que deriven en plantas y mazorcas deformes. Hay evidencia de que el polen de
plantas transgénicas produce alergias o ciertos daños fisiológicos. La acumulación en el cuerpo
humano podría provocar este tipo de efectos.
El problema de la alimentación es particularmente grave, pues si los productores se inclinan por
sembrar maíz para su venta y conversión a agrocombustible continuará la escasez de maíz blanco
y se repetirán crisis como las de la tortilla de 2007. Esto sin considerar los daños a la salud
humana.

Por último, uno de los mayores riesgos actuales para México y el mundo, es que se contaminen los
maíces nativos y la cadena productiva del maíz con transgénicos que producen sustancias no
alimenticias y/o tóxicas como plásticos biodegradables, solventes, proteínas de uso terapéutico,
antidepresivos, etc. A estos transgénicos se les conoce como biorreactores. Estos transgénicos ya
existen en Estados Unidos y otros países, donde se está utilizando mucho al maíz para generar
estas sustancias.

Mentiras y verdades sobre el maíz transgénico

Zoom

En esta sección rebatimos una por una las mentiras que las corporaciones agrobiotecnológicas
esparcen por todo el mundo para justificar la siembra y consumo de maíces transgénicos... ¡No te
dejes engañar!

Mito: Es seguro para el medio ambiente.

Realidad: Gran parte del maíz transgénico es del tipo Bt que fue manipulado para producir un
insecticida que ataca al gusano barrenador europeo, pero también perjudica a otros insectos que
ayudan a controlar plagas, entre ellos la mariposa monarca. Esta toxina se acumula en los suelos
de cultivo y por lo mismo podría afectar su fertilidad a largo plazo.

Mito: Es seguro para la alimentación humana.

Realidad: La industria biotecnológica se ha negado a hacer pública la información vital que


demuestra los problemas para la salud humana por el consumo de alimentos transgénicos.
Científicos han revelado que Monsanto omitió reportar efectos negativos serios, como los signos
de toxicidad en los órganos internos de las ratas.

Mito: Se necesita para combatir al cambio climático.

Realidad: Estudios independientes confirman que el etanol de maíz es no sustentable como


método de bioenergía. El uso de maíz para este uso eleva los precios de los alimentos y amenaza
la seguridad alimentaria. La reducción de CO2 es mínima debido a la energía que se usa para
fabricarlo.
Mito: Brinda beneficios económicos

Realidad:Por el contrario,compañías como Monsanto ofrecen préstamos a campesinos pobres


para que compren sus caras semillas transgénicas. Al final los campesinos terminan con deudas y
se ven forzados a adquirir más préstamos. Ya sea por comprar semillas o por contaminación
"accidental" cientos de productores estadounidenses se han visto forzados a pagar millones de
dólares. Y dado que las semillas transgénica no tienen los altos rendimientos que prometían, lo
único que hacen es enganchar a los productores a paquetes tecnológicos más caros y dañinos para
la biodiversidad.

Mito: Ayudará a reducir el hambre

Realidad: El hambre es un problema de distribución y de falta de recursos. Son demasiadas las


personas que no pueden tener acceso a los alimentos básicos, no porque haya escasez de éstos,
sino porque no tienen suficientes ingresos para ello. Las semillas transgénicas no están diseñadas
para resolver el hambre del mundo sino para producir ganancias para las corporaciones.

Mito: Es posible la coexistencia entre cultivos transgénicos y convencionales

Realidad: Los cultivos transgénicos contaminan los cultivos convencionales, los orgánicos, los
alimentos y la miel. Cuando se cultivan fuera del laboratorio es imposible parar el curso normal de
la naturaleza: de los insectos, de la polinización o las corrientes de aire. Por ello la contaminación
se expande de manera natural e inevitable. Si el maíz transgénico contamina las plantas nativas de
maíz, estamos en peligro de perder estas plantas madre que son el origen de todas las variedades
de este grano, lo que sería un desastre mayúsculo.

Mito: Es imposible detener la tecnología transgénica

Realidad: Hasta ahora la mayoría de los transgénicos se cultivan sólo en cuatro países: Estados
Unidos, Argentina, Canadá y Brasil. Otros países se han opuesto a su cultivo. A más de una década
de sus inicios, la industria biotecnológica no ha logrado imponerse, debido a todos los riesgos
ambientales, económicos y de salud que conlleva y a que no resuelve ningún problema del campo.
En México, a pesar de que en 2009 se aprobaron las siembras experimentales de maíz transgénico,
el rechazo a esta tecnología entre campesinos, consumidores y científicos independientes es
creciente.

http://www.greenpeace.org/mexico/es/Campanas/Agricultura--sustentable--y-
transgenicos/Transgenicos-ni-maiz/Mitos-y-verdades-del-maiz-transgenico/

http://ecoosfera.com/2010/07/el-maiz-transgenico-%C2%BFque-es-%C2%BFcuales-son-sus-
consecuencias/

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