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REINO UNIDO
(12 TRIBUS)
120 años duró el Reino Unido
REY SAUL (40 AÑOS) 1 Sam 9
Profetizó Samuel en su tiempo
REY DAVID (40 AÑOS) 2 Sam 5
Profetizó Natan y Gad
REY SALOMON (40 AÑOS) 1 Reyes
(JOEL)
JOACIM, JOAQUIN, SEDEQUIAS (JEREMIAS)
SEDEQUIAS ( EZEQUIEL - ABDIAS)
Las bases bíblicas del derecho divino de los reyes provienen en parte de
la Epístola a los romanos (13:1–2), donde se dice:
Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad
sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo
que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que
resisten, acarrean condenación para sí mismos.
http://www.marcoszuniga.com/2017/12/alguna-autoridad-no-puesta-dios/
Hace unos días algunos amigos en diferentes momentos me han preguntado qué
pienso sobre el pasaje de Óseas 8:4, puesto que pareciera dar a entender que
hay reyes (o autoridades) no puestas por Dios… ¿Será así? ¡Vamos a verlo con
más detalle!
Los pasajes grises u obscuros que parecieran indicar una contradicción se deben
gramatical-histórico-contextual.
No hay autoridad que no haya sido establecida por Dios, y punto. Sí alguien
quisiera discutir esa verdad bíblica tendría que explicar -y superar- al menos los
siguientes planteamientos:
1. Jesús respetó la autoridad civil del Imperio de Roma al punto de enseñar que se
2. Pablo respetó la autoridad del concilio aunque éste lo había acusado y dañado
6. Dios profetizó que el rey Ciro sería como un “pastor” para Su pueblo y que
les mandaron expresamente algo en contra de lo que Jesús les había mandado
(Hechos 4:18-22).
oficial romano; ¿Qué hubiera pasado sí Pedro fuera conocido por ser una persona
enemiga del gobierno de Roma? ¿Lo hubiera recibido en paz Cornelio? (Hechos
10).
Ellos establecieron reyes, pero no escogidos por mí; constituyeron príncipes, mas
yo no lo supe; de su plata y de su oro hicieron ídolos para sí, para ser ellos mismos
destruidos.
Oseas 8:4
Literal
Este pasaje NO puede enseñar literalmente que existieron reyes de Israel no
puestos por Dios, porque entraría en contradicción con toda la Escritura. Un
pasaje se interpreta literalmente hasta donde es posible, este no es el caso.
Gramatical
Para este punto es importante entender que el significado de las palabras está
determinado por el contexto en donde se usan y además nos auxiliaremos de otra
versión del mismo pasaje: “Establecen reyes que yo no apruebo, y escogen
autoridades que no conozco. Con su plata y con su oro se hacen imágenes
para su propia destrucción.” Oseas 8:4 NBD (Nueva Biblia al Día)
El hecho que Dios “no apruebe” se refiere a que Él condena las decisiones que
éstos reyes tomaron en pro de la apostasía del pueblo de Israel, y el “no conozco”
es interesante porque cuando Dios usa la expresión “conocer” a alguien se refiere
a tener una relación íntima con Él. Ningún rey pagano tiene una relación íntima
con Dios.
Histórico
Dios participó activamente en la elección del rey Saúl (1 Samuel 9:17), luego Saúl
por su propia rebeldía fue desechado y Dios escogió al rey David (1 Samuel 16:1).
Incluso cuando Dios decidió que por la apostasía de Salomón sus descendientes
ya no serían reyes de todo Israel sino solamente de Judá, Él escogió a Jeroboam
por rey de Israel (1 Reyes 11:31) y le hizo la misma promesa que a Salomón y
que a Roboam, promesa que ninguno cumplió.
Después, todos los reyes de Israel y de Judá siguieron la línea real; es decir,
fueron descendientes de Roboam y Jeroboam.
Contextual
El gran tema de todo el libro de Oseas es el fiel amor de Dios hacia un pueblo que
le había sido infiel, este es un tema espiritual, no político. Es el dolor de un
cónyuge engañado, incluso cuando habla de los reyes se denota que el gran
reclamo de Dios es que ellos propiciaron que el pueblo se alejara de Él.
Despedida
Amemos a las personas sin distinciones políticas. No podemos amar a todos sí
lanzamos mensajes de odio contra algunos… ¡Y Dios ya nos mandó hacer
discípulos a todos!
¡Que Dios te bendiga querido (a) amigo (a)!
Marcos Zúniga
https://www.actualidadevangelica.es/index.php?option=com_content&view=article&id=8278:cuan
do-no-es-dios-quien-establece-autoridades&catid=47:columnas
MARTES, 19 DE MAYO DE 2015 00:00
ESCRITO POR JORGE FERNÁNDEZ
Las once tribus del norte de Israel se encontraban inmersas en un círculo vicioso de
corrupción política, social y religiosa. El haber abandonado su devoción a Dios y
sus mandamientos, trajo como consecuencia la avaricia (que es idolatría-- Col. 3:5),
el materialismo, la desunión, la rebeldía, la desigualdad social, la pobreza, la
violencia, la inmoralidad sexual y todo tipo de males, injusticias y perversiones que
sería largo describir.
Como toda realidad compleja, las causas que están detrás suelen ser múltiples, y el
profeta Oseas enumera muchas de ellas: falta de misericordia, corrupción, rebelión,
hipocresía, falsedad, hurto, prevaricación, opresión, mentira, adulterios, perjurio,
homicidios… (¡la lista es larga y sigue!), teniendo como raíz y telón de fondo un
problema espiritual: la apostasía, como resultado de la ingratitud y la infidelidad a
Dios.
La espiritualidad y los valores son las guías La espiritualidad y los
maestras que dirigen nuestras decisiones, entre ellas, valores son las guías
las decisiones políticas. Así era entonces, y así maestras que dirigen
sucede también hoy en día. Así, en Israel reinaba la nuestras decisiones,
anarquía. Y esa anarquía era el resultado, según entre ellas, las
Oseas, de que el pueblo había estado decisiones políticas.
“estableciendo” reyes, y “constituyendo” Así era entonces, y así
príncipes, a espaldas de Dios. (Oseas 8:4). sucede también hoy en
LA "ELECCIÓN SOBERANA" DE DIOS, EN día.
PERSPECTIVA
Conviene tener en cuenta esta realidad al interpretar las enseñanzas apostólicas en
Romanos 13:1-7 y 1 Pedro 2:13-17, que describen “con carácter general”, el origen
y naturaleza de las autoridades y cómo debe ser la relación de los creyentes en
Jesucristo con tales autoridades (“no hay autoridad sino de parte de Dios, y las
que hay, por Dios han sido establecidas”).
Los principios básicos que se establecen en estos pasajes son básicamente dos: 1)
Qué Dios ha establecido orden y autoridades en el mundo “para castigar a los malos
y proteger y apoyar a los que hacen el bien”; y 2) Que los cristianos debemos
cooperar con las autoridades, “sujetándonos, obedeciéndoles y honrándolas”…
siempre que sea posible (Rom. 12:18).
Este punto de vista arroja una luz interesante sobre otra conocida recomendación
del apóstol Pablo, respecto a la importancia de “orar por las autoridades”.
http://www.misionvida.org/reyes-y-sacerdotes/
SACERDOCIO DE MELQUISEDEC
Abraham es el padre de los hebreos, y de Abraham surgen las doce tribus que
después conformarían el pueblo de Israel. Pero en ese tiempo en el que Abraham era
uno solo y ni siquiera tenía hijos, ocurrió un hecho trascendente. Èl tenía un sobrino
llamado Lot quien se fue extendiendo hasta llegar a la ciudad de Sodoma. Entonces
hubo una guerra en la que cuatro reyes lucharon contra cinco reyes, entre los que
estaba el rey de Sodoma. Éste fue derrotado y les fueron arrebatados los hombres y
mujeres, les robaron el ganado, y se llevaron todo lo que había en la ciudad. El rey de
Sodoma no se pudo defender y cuando huía cayó en un pozo de asfalto. Oyó Abram
que su pariente estaba prisionero, y armó a sus criados, los nacidos en su casa y fue a
recuperar a su sobrino. Dios le dio victoria y un gran botín, y recobró todos los bienes,
y también a Lot su pariente y sus bienes, y a las mujeres y demás gente.
Cuando Abraham volvía con el botín, tuvo un encuentro muy especial con alguien
llamado Melquisedec. Aquí comienza la historia de la que quiero hablarte. Leemos en
Génesis 14: 17 en adelante: “Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de
los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de
Save, que es el Valle del Rey. Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote
del Dios Altísimo, sacó pan y vino…” Abraham se encontró con un sacerdote
llamado Melquisedec que además era rey de Salem. De este término surge la palabra
Shalom y de ahí luego viene la palabra Jerusalém, compuesta por el término ieru o
ciudad y shalem que significa paz, cuidad de paz. Shalom es paz, y en cuanto al rey
de Salem, significa, rey de paz.
Abraham pues, se encontró con este rey Melquisedec, pero que además de ser rey era
sacerdote del Dios Altísimo. Según el orden sacerdotal de Aarón, estas cosas no eran
posibles, porque el sacerdocio estaba designado solo para el linaje de Aarón. Ningún
descendiente suyo podía ser rey. Ningún levita podía ser rey porque Dios los escogió
para las tareas del templo y las celebraciones religiosas. Un rey no podía ser sacerdote
y ningún sacerdote podía ser rey. Era la tribu de Judá la que poseía el cetro de poder.
El rey David era de la tribu de Judá; y de esa tribu fueron la mayoría de los reyes de
Israel: David, Salomón, Jeroboam, Roboam, etc., todos ellos descendientes de Judá.
El rey que quiso usurpar el sacerdocio, murió. El rey Saúl, que era de la tribu de
Benjamín quiso oficiar de sacerdote y Dios lo desechó, luego murió en una guerra.
Entonces Dios levantó después de él, a David como rey.
Pero esto nos hace cortocircuito en nuestra cabeza porque Abraham se encuentra con
uno que es rey y además es sacerdote del Dios Altísimo. Otro evento significativo fue
que este rey de Salem sacó pan y vino. ¿No te llama la atención? Pan y vino, rey y
sacerdote: esto no cuadra con lo que Dios había estipulado para la tribu de Leví ni
para Aarón. Tampoco cuadra con la religión judía. Pero antes de que existiera el
pueblo de Israel, había un sacerdote del Dios Altísimo, lo que significa que había gente
que adoraba al Dios Altísimo creador del cielo y de la tierra, por lo que Dios no sólo es
el Dios de Israel, sino que también es el Dios de las naciones. ¡Es el Dios de todos los
que le aman y los que le invocan!
Abraham que fue el elegido de Dios, y de cuyos lomos salió el pueblo escogido, el
pueblo de Israel, se encuentra con un sacerdote que no es de su linaje. La Biblia
señala que no se le conoce linaje a ese sacerdote; no se conoce quienes fueron sus
padres ni de dónde venía, pero era sacerdote del Dios Altísimo. Éste sacerdote sacó
pan y vino.
En uno de los viajes que hicimos a Israel, una guía, nos llevó a un lugar llamado, la
ciudad de David, lugar en el que David se estableció cuando conquisto Jebùs, hace
tres mil años atrás. Allí puso su palacio. En Jerusalén hay una zona que se llama, la
ciudad de David, donde se hicieron excavaciones arqueológicas que muestran distintas
capas ya que en tres mil años han pasado varias civilizaciones que destruían el lugar y
edificaron encima. Cada capa que se puede apreciar son las distintas civilizaciones que
se establecieron en ese lugar. Cada diez metros más o menos se encuentran vestigios
de tres o cuatro civilizaciones. La guía nos hizo descender por unas excavaciones de la
ciudad de David unos treinta metros. Y nos dijo que está demostrado
arqueológicamente que ese era el lugar donde acontecieron determinados hechos.
Cuando te dicen que la tradición señala que en algún lugar sucedió tal y tal cosa,
sugieren que si lo dice la tradición no está científicamente comprobado. De otro modo,
los guías nos dicen que está demostrado científica y arqueológicamente, por ejemplo,
que ese fue el lugar donde Abraham tuvo un encuentro con Melquisedec. ¡Nosotros
quedamos maravillados! La guía, que no era cristiana, y ninguno de los guías son
cristianos, son judíos o agnósticos, nos dijo: “Aquí Melquisedec le dio a Abraham pan y
vino. Y aquí en la vertical, unos treinta metros hacia arriba se encuentra el cenáculo,
el lugar donde Jesús compartió la ultima cena con sus discípulos y les dio pan y
vino”. Dos mil años después de ese encuentro entre Abraham y Melquisedec, Jesús
estaba impartiendo la cena que era su pacto en su sangre, con pan y vino. ¿Esto te
llama la atención? Llama la atención lo que hizo Melquisedec a continuación. Dice la
palabra de Dios en Génesis 14: “y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del
Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios
Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano…” Abraham es el padre de
Israel, es el padre de la fe, el escogido por Dios para formar un pueblo llamado Israel.
Abraham es el poseedor de las promesas que Dios le dio cuando le dijo: “Te juro que
te bendeciré. Y te daré una descendencia que no podrás contar. Si se pueden contar
las estrellas del cielo, entonces tu generación podrá ser contada. Y serán benditas en
ti todas las naciones de la tierra”. ¡Era grande Abraham! En las entrañas de Abraham
estaba Isaac y Jacob; de las entrañas de Jacob salieron doce hijos, que formaron doce
tribus. Adentro de Abraham había ya una nación. Por decirlo en términos bíblicos,
Aarón, el sumo sacerdote, ya estaba en los lomos de Abraham, aunque en ese
momento no era visible, pasarían muchos años antes de que apareciera, pero allí
estaba Abraham ante otro sumo sacerdote, sacerdote del Dios Altísimo, quien lo
bendice. ¿Quién es más grande? ¿Melquisedec o Abraham? Es más grande
Melquisedec porque el mayor bendice al menor. Son los padres que bendicen a los
hijos; los pastores bendicen a la iglesia. Son los gobernantes los que bendicen o
maldicen una nación.
Cuando Israel fue pueblo, varios siglos después, aparece el sacerdocio aarónico o de
Aarón, y los levitas eran los responsables de recibir las ofrendas y los diezmos. Mucha
gente, entre ellos algunos predicadores cristianos, dice que si tu pastor levanta
diezmo es un hereje porque según ellos no estamos bajo la ley sino bajo la gracia así
que no se pueden levantar diezmos porque Dios nos libró de las cargas de la ley. Y yo
te digo hoy que nosotros no estamos bajo el yugo del sacerdocio de Aarón, sino que
estamos bajo el yugo del sacerdocio de Melquisedec. Abraham le dio a los diezmos a
Melquisedec mucho antes de que existieran los diezmos de la ley. O sea que hay un
diezmo que pertenece a la ley, y hay un diezmo que pertenece al sacerdocio de
Melquisedec.
El rey David es el autor del Salmo 110, y él nació unos seiscientos años después de
Abraham. No todos los Salmos son de David, sí lo es el Salmo 110, y dice en el
versículo 1: “Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a
tus enemigos por estrado de tus pies”. ¿A quién se refiere aquí? ¿A quién David le
llama mi Señor? ¡A Jesús! Este es Jesús quien está sentado a la diestra del Padre y
que intercede por nosotros. En una discusión teológica que tuvo Jesús con unos
fariseos dice la Biblia en Mateo 22:42 en adelante: “Jesús les preguntó, diciendo:
¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo? Le dijeron: De David. Él les dijo:
¿Pues cómo David en el Espíritu le llama Señor, diciendo: Dijo el Señor a mi
Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de
tus pies? Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo? Y nadie le podía
responder palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más”. Jesús está
haciendo alusión al hecho de que la Biblia señala que Èl es el Cordero de Dios
inmolado desde antes de la fundación del mundo; hace referencia al hecho de que Èl
es la misma raíz de Isaí, padre de David. Antes que Abraham fuese, yo soy, dijo
Jesús. Según el linaje de sangre es hijo de David, pero según la Biblia es Hijo de Dios,
eterno, sin principio y sin fin.
El Salmo 110 está hablando de Cristo el Mesías, y dice del Él: “Juró Jehová, y no se
arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre según el orden de
Melquisedec”. Se salteó toda la historia del sacerdocio aarónico, y el Antiguo
Testamento dice que Jesús el Mesías es sacerdote según el orden de Melquisedec.
Jesús era de la tribu de Judá y no podía ser sacerdote porque para ello debía ser
descendiente de Aaròn y pertenecer a la tribu de Levi. Y Melquisedec no tenía linaje,
no se le conoce madre ni padre, pero se sabe que es sacerdote del Dios Altísimo
creador del cielo y de la tierra. Y el salmo 110 declara: “Jehová juro”. No hay ningún
juramento para levantar sacerdotes según el orden de Aaròn, mas aquí, dicen las
escrituras: “Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre
según el orden de Melquisedec”. Realmente Melquisedec era más importante.
Jesús podía ser rey porque era de la tribu de Judá, pero no sacerdote porque no
pertenecía a la tribu de Levi. Sin embargo, Melquisedec era rey y sacerdote, y
Jesucristo es Rey de reyes y es sacerdote, y está sentado a la diestra del Padre
intercediendo por nosotros. La Biblia señala que en el antiguo orden de Aaròn, el sumo
sacerdote entraba con sangre de machos cabríos y de toros, y se presentaba delante
de Dios en el lugar santísimo. El sumo sacerdote entraba en el lugar santísimo con
una cuerda atada en su pie porque a la hora de presentarse delante de Dios, si no
estaba limpio y santificado, moría fulminado en ese lugar y nadie podía entrar a
sacarlo, así que, los que estaban afuera tiraban de la cuerda y lo sacaban a rastra.
CONCLUSIÓN
Los que somos de Cristo no pertenecemos al orden sacerdotal de Aaròn; los que
somos de Cristo, pertenecemos al orden sacerdotal de Jesús. Y el Señor, no
perteneciendo a la tribu de Levi es sumo sacerdote, es Rey de reyes y Señor de
señores. Pero la historia no termina aquí. Dice la Biblia que Dios nos escogió a
nosotros como un pueblo de reyes y sacerdotes, y el Nuevo Testamento dice que
nosotros somos real sacerdocio. Dios te ha llamado para pertenecer al linaje de Cristo
y formar parte de su sacerdocio. En el Nuevo Testamento los creyentes no estamos
divididos en el clero y los laicos; no existen los laicos. Todos somos clero, sacerdotes
del Dios Altísimo; todos intercedemos ante Dios por el resto de la humanidad y todos
intercedemos ante la humanidad en nombre de Dios. Eso es ser sacerdote; alguien
que intercede delante de Dios por los pecadores, y que intercede a los pecadores por
Dios.
Tal vez hasta hoy no sabías a qué linaje perteneces y no entendías lo tremendo del
llamado que tienes. ¡Formas parte de una tribu apartada para llevar a cabo los planes
de Dios! Jesús les dijo a sus discípulos y te dice a ti: “Vayan y prediquen el evangelio,
hagan las obras que yo hago. Sanen a los enfermos, liberen a los endemoniados,
resuciten muertos. Yo les he dado mi Espíritu para que Èl haga la obra que yo hago.
Ustedes harán las obras que yo hago y aún mayores las harán porque yo voy al Padre.
Les enviare al Espíritu Santo a ustedes para que hagan las obras que yo hago”.
Quizás no tenías claro cuál es el llamado de Dios sobre tu vida. Creías que Dios te
llamó para complacer tus deseos, pero Dios tiene sus planes. No es la virtud que
tienes, no son tus dones ni la capacidad que tienes; la virtud es de Dios, de haberte
escogido a pesar de tus pecados. La virtud es del Señor por haber pasado por alto tus
pecados y perdonar tu vida pasada. La virtud es de Dios por haber enviado a su Hijo
Unigénito a morir en la cruz derramando su sangre para que pudiera entrar al lugar
santísimo y así interceder por nosotros. Tal vez no entendías que formas parte de ese
pueblo de reyes y sacerdotes para Dios. El Señor te quiere reinando, por cuanto eres
rey, e intercediendo, suplicando y trabajando por la humanidad por cuanto formas
parte del sacerdocio. ¡Dios no quiere menos para ti! Él ha escogido un pueblo para sí.
¡No te avergüences de Jesús! ¡No te avergüences del llamado que tienes!
Para algunos ser cristiano es lindo, es sano, pero ser cristiano es mucho más que eso;
es ser llamado y ungido por Dios para hacer su obra. A los reyes y sacerdotes se les
ungía con aceite, y el aceite representa el Espíritu de Dios. Tú eres llamado a ser
ungido rey y sacerdote. Bendigo a Dios que me llamó, que me arrancó de mis planes y
me puso en los suyos. Bendigo a Dios que se acordó de mí cuando yo no era nada;
cuando yo no lo buscaba, se acordó de mí. Yo tenía mis propios planes. ¡Bendito sea
Dios que los arruinó!
El Señor quiere involucrarte en las actividades del reino por eso quiere sacarte de tus
planes. Bendito sea Dios que hasta hoy fue paciente con nosotros. El Señor te ha
llamado una y otra vez y has hecho oídos sordos, pero bendito sea Dios que hoy una
vez más golpea a la puerta de tu corazón. El Señor te está llamando para que formes
parte del pueblo que tiene el llamado del sacerdocio de Melquisedec.
Tú sabes que no le has dado tu vida por completo a Jesús, que le has puesto muchas
excusas; has cambiado a Dios por tu familia, por tu trabajo, tu casa, tus estudios. El
joven rico quería seguir a Jesús, pero amaba más sus posesiones. Si tú amas otras
cosas más que a Dios no eres apto para el reino de Dios. Pon delante el Señor todo lo
que eres, todo lo que tienes y deja que Dios destruya lo que tenga que destruir.
Reconoce que le has fallado y pídele que tome tu vida.