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Antecedentes

Después de revisar la literatura, nos encontramos con la existencia de algunos


trabajos de investigación relacionados con el nuestro tema:
Carletti (2007) tuvo como objetivo principal evaluar las prácticas de alimentación
complementarias, mirando el tiempo, el tipo y el cumplimiento de las
recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. Este estudio de cohorte
incluyó como población de estudio a 400 lactantes inscritos en Trieste (Italia), a los
cuales se les hizo un seguimiento durante 3 años. Su resultado fue que el 37% de
las madres devolvieron la "tabla de tiempos" completa hasta que el niño tenía tres
años de edad. El ochenta y seis por ciento de los bebés ya estaban recibiendo
alimentos complementarios a los seis meses. Se concluyó que la mayoría de los
bebés de este estudio comenzaron a recibir alimentos complementarios antes de
los seis meses. Este estudio muestra que las prácticas de alimentación de esta
cohorte siguen el mismo patrón y no cumplen con las recomendaciones de la OMS
sobre lactancia materna y complementaria.

Pearce (2012) tenía como objetivo identificar la asociación entre el tiempo de


introducción de alimentos complementarios y el riesgo de sobrepeso u obesidad
en la niñez. Aplicando criterios de inclusión / exclusión realizó búsquedas en las
bases de datos electrónicos utilizando palabras clave específicas, identificó y
revisó 23 estudios. Se extrajeron los datos y se evaluaron aspectos de la calidad.
La conclusión de este estudio fue que la introducción de alimentos
complementarios antes de los 4 meses de edad (versus la introducción entre los
cuatro y seis o después de los seis meses) puede incrementar el porcentaje de
masa grasa y el riesgo de sobrepeso en la niñez.

Jimenez, Curbelo y Peñalver (2002) realizaron un estudio cuyo objetivo fue


determinar si el patrón de alimentación en las etapas iniciales de la vida postnatal
influye en las características del crecimiento y el desarrollo del lactante durante el
primer año de la vida. Realizaron un estudio descriptivo de cohorte a 77 niños que
fue el total de nacimientos ocurridos en los 14 consultorios del área de atención
del Policlínico Docente de Bejucal de la Provincia de La Habana, Cuba, desde
enero 1 a diciembre 22 de 2002. En todos los controles médicos establecidos
durante el estudio longitudinal se le realizó al lactante: peso (en kg), talla (en cms),
circunferencia cefálica y media del brazo (en cms). El examen físico se realizó con
el propósito de establecer el estado de salud del niño y para ver si cumplía con los
criterios del seguimiento e identificar la morbilidad para algunas enfermedades.
Entre sus conclusiones tenemos que la morbilidad se ve influida por el tipo de
alimentación que se reciba durante el primer año de vida. La forma de
alimentación que se siga durante los cuatro primeros meses de vida es de gran
importancia en el patrón de ganancia de peso y en el desarrollo de la grasa
corporal durante el primer año, además de asociarse con un número menor de
episodios de diarreas y enfermedades respiratorias altas.
Huh S, et al (2011), tuvieron como objetivo principal examinar la asociación entre
el momento de introducción de alimentos sólidos durante la infancia y la obesidad
a los 3 años de edad. Emplearon el método de estudio cohorte prospectivo previo
al nacimiento donde se estudiaron 847 niños cuya exposición principal fue el
momento de la introducción de alimentos sólidos, categorizados como <4, 4 a 5 y
≥6 meses. Los resultados obtenidos de este estudio fueron que en los primeros 4
meses de vida, 568 bebés (67%) fueron amamantados y 279 (32%) fueron
alimentados con fórmula. A la edad de 3 años, 75 niños (9%) eran obesos. Entre
los lactantes amamantados, el momento de la introducción de los alimentos
sólidos no se asoció con las probabilidades de obesidad. Entre los bebés
alimentados con fórmula, la introducción de alimentos sólidos antes de los 4
meses se asoció con un aumento de seis veces en las probabilidades de obesidad
a la edad de 3 años. Se concluyó que los bebés que nunca fueron amamantados o
que dejaron de amamantar antes de los 4 meses de edad, la introducción de
sólidos antes de los 4 meses se asoció con casi el doble de probabilidades de
obesidad a los 3 años de edad.

Navarro E, Araya M (2005), realizaron un estudio evaluando la evidencia


disponible acerca de la enfermedad celiaca y la alergia alimentaria ya que algunos
estudios publicados recientemente han puesto en duda algunos criterios básicos
de la alimentación en pediatría, como el rol protector de la lactancia materna o el
beneficio de retardar la introducción de ciertos alimentos frecuentemente
alergénicos, sugiriendo que la edad de introducción del gluten y otros alimentos
potencialmente alergénicos no modificaría el riesgo de desarrollar la EC ni la AA y
que la lactancia materna no confiere protección para EC ni para AA. Concluyendo,
este estudio revela que a la fecha se desconoce la edad óptima de introducción de
alimentos potencialmente alergénicos, la forma y cantidad más adecuada de
administrarlos, tanto en población general como en niños de riesgo. Mantener la
lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses, por todos los beneficios que
conlleva, e iniciar la introducción de sólidos entre los 4-6 meses, por los aspectos
nutricionales y de desarrollo descritos, parece ser adecuado.

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