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Nuestros bloqueos afectivos pertenecen al ámbito del inconsciente y es posible que

exista una razón que los justifique, pero ya esté olvidada.

Los bloqueos emocionales suelen nacer como medida de autoprotección contra


experiencias traumáticas del pasado que nos produjeron miedo o confusión;
experiencias que nos produjeron tanto dolor que nuestra frágil psique infantil no fue
capaz de asumir, comprender ni aceptar. Desde un punto de vista adulto, maduro o
incluso intelectual, puede parecer que los bloqueos emocionales no tienen sentido, pero
si nos remitimos a la fragilidad de nuestra mente infantil, es fácil comprender que pudo
haber muchos niveles diferentes de fortaleza emocional a lo largo de nuestros primeros
años.

El largo periodo de la infancia


El ser humano es uno de los seres de la naturaleza cuyo periodo de infancia y
adolescencia es más prolongado. La mayoría de los animales maduran en un periodo
relativamente corto después de su nacimiento. Sin embargo, nosotros, atravesamos una
infancia muy larga y, por tanto, un extenso periodo de fragilidad emocional.

El miedo a que alguna de nuestras necesidades no fueran satisfechas, la vulnerabilidad,


el temor al abandono, la falta de reconocimiento por parte de los adultos o simplemente
la dificultad para relacionarnos con otros niños en la escuela pudieron dar lugar a
bloqueos o traumas de mayor o menor relevancia que hoy, de manera "invisible",
pueden estar en la raíz de nuestras debilidades, nuestras fobias o nuestras manías.

Necesitamos amor
La falta de amor en la infancia tiene consecuencias trágicas. El niño que no recibe amor
en la medida necesaria empieza a perder su capacidad de dar amor. Y en la edad adulta
puede buscar, de modo inconsciente, los estímulos negativos que recibió durante su
infancia, ya que ese fue el legado emocional que recibió de su entorno en su etapa de
crecimiento y aprendizaje vital.

Los mecanismos de supervivencia que utiliza el niño para soportar una infancia sin
amor (llamar la atención, ponerse enfermo...) pueden pasarle factura en la edad adulta,
cuando puede repetirlos de manera neurótica.

Es nuestra responsabilidad y nuestro deber garantizar que los niños que viven con
nosotros reciban amor y sean nutridos emocionalmente. ¿Pero puede una persona que
no recibió los estímulos positivos necesarios para disfrutar de una buena salud
emocional recuperarse y convertirse en alguien sano y feliz?

La importancia de profundizar en el pasado


Como están demostrando las terapias sistémicas y las experiencias de lasconstelaciones
familiares, los esquemas y patrones psicológicos de las familias pueden transmitirse de
generación en generación, al igual que los genes o la cultura. Es muy importante mirar
de frente al pasado. A pesar de que para la mayoría de nosotros puede resultar doloroso,
conocer nuestro pasado y el de nuestra familia puede darnos las claves para
comprendernos mejor a nosotros mismos y corregir aquellos patrones que nos impiden
avanzar en el camino de la felicidad.

Muchas familias ocultan las heridas del pasado para no tener que revivir momentos
dolorosos, o por vergüenza o convencionalismos sociales. Pero para eliminar un
bloqueo emocional debemos empezar por comprender su origen, y esto solo es posible
cuando tenemos la determinación de explorar nuestra historia familiar y nuestra
infancia.

Los recuerdos dolorosos de la infancia no quedan siempre grabados en la memoria


consciente, pero sí en el incosciente, en forma de recuerdo emocional. De este modo,
cuando revivimos una experiencia que en la infancia hirió nuestros sentimientos, en el
momento actual reaccionamos reviviendo esa emoción, pero sin poder comprender
conscientemente el por qué ni el origen de ese sufrimiento.

Recorre las habitaciones de tu infancia


La inteligencia emocional proporciona herramientas para ahondar en esas heridas y
acudir a su origen, ayudándonos a tomar conciencia, comprender, perdonar y, por lo
tanto, sanarlas.

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