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EL UNIVERSO SONORO DE ARGUEDAS: EL ZUMBAYLLU

VERA HUAMÁN, ISAMAR

José María Arguedas (1911-1969), escritor, etnólogo, antropólogo y difusor de


la cultura quechua publicó en 1958 Los ríos profundos, nadie como él
conocía la cosmología andina reflejada en cada capítulo de este libro. Hablar
hoy de Arguedas es una invitación para repensar la necesidad de tender
puentes interculturales donde los códigos lingüísticos y los no lingüísticos,
como los del arte en sus diversas manifestaciones, propicien el acercamiento
entre todos los mundos que conviven en el país, el elemento sonoro-musical
está propagada en cada una de sus páginas, en especial se concreta en el
capítulo VI de la obra y que lleva por título: El Zumbayllu.

En este cuento, el protagonista Ernesto relata como uno de los alumnos, el


Ántero o Markask’a, trae un trompo muy peculiar al cual llaman zumbayllu, lo
que se convierte en la sensación de la clase. Para los mayores solo se trata de
un juguete infantil pero los más chicos ven en ello un objeto mágico.

“¡zumbayllu ¡en el mes de mayo trajo Antero el primer zumbayllu al colegio los
pequeños alumnos lo rodearon.
-¡vamos al patio,Antero !
-¡al patio, hermanos !
Palacios corrió entre los primeros. Saltaron el terraplén y subieron al campo de
polvo iban gritando
¡zumbayllu,zumbayllu !
Y los seguí ansiosamente ¿Que podía ser el zumbayllu?” (pág.65)

[Escribir texto]
El Zumbayllu se convertirá en un instrumento mágico, síntesis de movimiento-
luz y movimiento-sonido, que de alguna manera participa a partir del sexto
capítulo hasta el final de la novela. JMA presenta al Zumbayllu, explicando las
palabras quechuas Illa e Yllu.

“La terminación quechua yllu es una onomatopeya. Yllu representa, en una de


sus formas, la música que producen las pequeñas alas en
vuelo; música que surge del movimiento de objetos leves. Esta voz tiene
semejanza con otra más vasta illa. Illa nombra a cierta especie de luz y a los
monstruos que nacieron heridos por los rayos de la luna. Illa es un niño de dos
cabezas o un becerro que nace decapitado; o un peñasco gigante, todo negro
y lúcido, cuya superficie apareciera cruzada por una vena ancha de roca
blanca, de opaca luz; es también illa una mazorca cuyas hileras de maíz se
entrecruzan o forman remolinos; son illas los toros míticos que habitan el fondo
de los lagos solitarios, de las altas lagunas rodeadas de totora, pobladas de
patos negros. Tocar un illa y morir o alcanzar la resurrección es posible. Esta
voz illa tiene parentesco fonético y una cierta comunidad de sentido con la
terminación yllu.” ( )

Como las voces del río, las aves, los árboles, que vibran en diversos paisajes
externos, el canto del zumbayllu en el internado es el vínculo con un cosmos
distinto al oficial, eclesiástico, del colegio. Para mantener su poder mágico,
debía conservar la libertad primigenia, no ser bendito por ningún gesto ritual
católico, debería permanecer “maldito”, con todo su poder.
Ernesto aprende a ser Layk´a1 también. El primer mensaje, enviado en el canto
del Zumbayllu, fue para su padre.

“- Si lo hago bailar, y soplo su canto hacia la dirección de Chalhuanca,


¿llegaría hasta los oídos de mi padre? – pregunté al Mark´aska.

- Llega , hermano! Para él no hay distancia. Enantes subió al sol. Es


mentira que en el sol florezca el pisonay. ¡Creencias de indios! El sol

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es un astro candente, ¿no es cierto? ¿Qué flor puede haber? Pero el
canto no se quema ni se hiela.¡Un Layka

winku con púa de naranjo, bien encordelado! Tú le hablas primero en uno de


sus ojos, le das tu encargo, le orientas al camino, y después, cuadndo está
cantando, soplas despacio hacia la dirección que quieres; y sigues dándole tu
encargo. Y el zumbayllu canta al oído de quien te espera. ¡Haz la prueba,
ahora, al instante!

- ¿Yo mismo tengo que hacerlo bailar? ¿Yo mismo?


- Sí. El que quiere el encargo.
- Aquí en el empedrado?
- ¿Ya no lo viste? No lo engañes, no lo desanimes
Lo encordelé más cuidadosamente que otras veces. Y miré a Antero.
Háblale bajito – me advirtió.
Puse los labios sobre uno de sus ojos.
Dile a mi padre que estoy resistiendo bien – dije – aunque mi corazón se
asusta, estoy resistiendo. Y le darás tu aire en la frente. Le cantarás para su
alma.
Tiré la cuerda.
¡Corriente arriba del Pachachaca, corriente arriba! Grité.
El zumbayllu cantó fuerte en el aire. Se paró en una de las gradas de
madera que subían al corredor; saltó sobre las fibras de la madera vieja y
se detuvo sobre una vena lúcida del piso.
¡Sopla! ¡Sopla un poco! Exclamó Antero.
Yo soplé hacia Chalhuanca, en dirección de la cuenca alta del gran río.
Cantó dulcemente.” ( )

Según continúa el relato, el zumbayllu hace posible que todas las discusiones
queden de lado y surja la unión. Antero le regala su zumbayllu a Ernesto y se
vuelven desde entonces muy amigos y así surge una bonita amistad.

“te lo vendo, forastero te lo regalo, te lo regalo exclamo a antero cuando aun la


mirada de lleres chocaba contra la mía abrasé a markask´a, mientras los otros

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hacían bulla, como si aplaudieran –deja a los que hechas, campeón –habló el
añuco con cierta dulzura.

-¡regalo estos también dijo ,antero” (pág. 68)

El zumbayllu es una especie de trompo que representa en la novela la


identidad profunda de la memoria, la naturaleza y la música. Se trata de un
objeto integrador que sirve para hacer funcionar los recuerdos más recónditos,
casi podríamos decir que posibilita la recuperación de la memoria genética.

“El canto del zumbayllu se internaba en el oído, avivaba en la memoria la


imagen de los ríos” (pág. 77)

El zumbayllu es el elemento mágico por excelencia de la novela y, por


supuesto, el instrumento ideal para Ernesto, al ser capaz de captar la
interrelación existente entre los objetos. Para Luis Harss (Harss: 1983) “es la
encarnación de la rotación terrestre y por ello simboliza en la novela una
cultura arcádica que sigue viva en el orden natural”.

Las funciones del zumbayllu en la historia narrada son variadas. En primer


lugar tiene la utilidad de servir para comunicar mensajes a lugares lejanos,
evocando la Naturaleza.

“Estaba solo contemplando y oyendo mi zumbayllu [...] que parecía traer al


patio el canto de todos los insectos alados que zumban musicalemente entre
los arbustos floridos” (pág. 97)

El Zumbayllu en funcionamiento contiene movimiento, luz-color y sonido,


convirtiéndose en una Illa, un ser que sintetiza, refleja o que es réplica de otro
¿pero de cuál, de qué? Para comprender las cualidades del Zumbayllu, JMA
incluye largos párrafos explicando las características de otros seres,
especialmente lo que causan asombro en el mundo andino como el Tankayllu,
(tábano zumbador) al que se le considera un ser especial.

Su color es raro, tabaco oscuro; en el vientre lleva unas rayas brillantes; y


como el ruido de sus alas es intenso, demasiado fuerte para su pequeña figura,

1 esta
los indios creen que el tankayllu tiene en su cuerpo algo más que su sola vida.
( )
También es objeto purificador del amor, Antero le pide a Ernesto que le escriba
una carta de amor a su adorada Silvana

“Oye Ernesto, me han dicho que escribes como poeta .Quiero que hagas una
carta –me dijo el markask´a a algunos días después del extremo de los
zumballus fue a buscarme a la sala de clases.

Todos salieron al recreo y nos quedamos solos –salí no mas yo no pediría a los
de aquí un favor como este. Tú eres de otro modo.

¡Claro!!Muy bien hermanito !te escribiré la carta más linda “ (pág. 69)

También es objeto pacificador, símbolo del restablecimiento del orden, como


sucede en el episodio en que Ernesto regala su zumbayllu al Añuco. Pero,
sobre todo, es un elemento purificador de los espacios negativos. En la cita
anterior hemos visto como devuelve la alegría a los internos al evocar la
Naturaleza, sin embargo, el verdadero hecho purificador se produce en las
páginas finales de la novela cuando Ernesto entierra su zumbayllu en los
excusados, en el mismo sitio donde los alumnos del internado violaban a la opa
Marcelina. El zumbayllu, al entrar en contacto con la tierra, purifica el ambiente
e incluso permite que germinen las flores; flores que el muchacho llevará como
ofrenda al cementerio en el que está enterrada la opa, como último vestigio de
la depravación y como símbolo del perdón natural a Marcelina.

El zumbayllu impulsa las palabras a que bailen con los vientos, con esos
cantos que alguna vez se pronunciaron y que ahora, en las ciudades, sólo
quedan en la memoria de aquellos que se conciben como portadores de una
parte de ese origen indígena.

La poética arguediana incorpora al texto las referencias de luz y sonido de una


manera imprescindible, no accidental, logrando que dichos elementos sean
asumidos plenamente por el lector, aunque éste no hubiera sido partícipe de
tales ambientes sonoros. Cada lector tiene a su vez, en su propia memoria

[Escribir texto]
auditiva, su propio mundo sonoro que le sirve como referencia para la
interpretación.

Con la aparición de los ríos profundos José María Arguedas demostró que su
importancia era otra, menos obvia: no solo la de habernos descubierto un
mundo nativo sino también de revelarnos en su nueva literatura el canto del
alma andina, considera que solo logrando la interacción de los diversos
componentes étnicos y las diversas manifestaciones del arte como la música,
la literatura cumplirá el rol liberador para hacer posible alcanzar la
integración e identidad de nuestra patria.

Este año, que celebramos el centenario del natalicio de José María Arguedas y
que coincide con el centenario del descubrimiento de Macchu Picchu, es
momento de consagrarlo como uno de los novelistas más profundos y
originales de nuestro país, un país multicultural, multiétnico y plurilingüísta que
aún nos falta descubrir y redescubrir.

BIBLIOGRAFÍA:

EL UNIVERSO SONORO EN LOS RÍOS PROFUNDOS, Chalena Vásquez,


Universidad de Lima, 2002

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