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Voladura del puente ferroviario de Mumao en 1934

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March 6, 2018

6 marzo, 2018 — AF2

La proclamación de la Segunda República española en 1931 permitió la aprobación de una


constitución democrática que reconocía la división de poderes, la soberanía nacional, el
sufragio universal y las libertades individuales. Durante el primer bienio (1931-1933) se
iniciaron importantes reformas en los sectores laboral, educativo, agrario y castrense bajo
un gobierno republicano-socialista que pretendía modernizar el país. Luego sobrevino un
segundo bienio (1933-1936) durante el cual gobernó el Partido Republicano Radical de
Alejandro Lerroux, apoyado desde el parlamento por el partido de la derecha católica (la
Confederación Española de Derechas Autónomas o CEDA).

Durante este bienio se pretendió “rectificar” las reformas del anterior gobierno,
produciéndose además el acontecimiento más grave del período: la revolución de octubre
de 1934, que en Asturias se convirtió en una auténtica revolución social y obrera que
finalmente fue aplastada duramente con el Ejército por orden del gobierno. La tercera
etapa del régimen republicano vino marcada por el triunfo de una coalición de izquierdas
conocida como Frente Popular en las elecciones generales de febrero de 1936, aunque
solo pudo gobernar en paz durante cinco meses a causa del golpe de estado que el 17 de
julio promovió una parte del Ejército, comenzando a continuación la Guerra Civil española.

Hemos dicho que el día 5 de octubre de 1934 tuvo lugar en España una insurrección
armada, la cual fue auspiciada por el sector más revolucionario del Partido Socialista. La
causa fue que el día anterior el jefe de gobierno de la Segunda República, Alejandro
Lerroux, había formado un nuevo gabinete con tres ministros pertenecientes a la CEDA, a
la que el socialismo español comparaba ya con el partido nazi alemán y de la cual
sospechaba que planeaba reprimir a los socialistas usando la maquinaria estatal tal y
como habían hecho Adolf Hitler en Alemania o Engelbert Dolffuss en Austria. Como es
sabido, la revolución tuvo su foco fundamental en Cataluña y sobre todo en Asturias.
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En Asturias, una alianza obrera que agrupaba la Unión General de Trabajadores (sindicato
socialista), la Confederación Nacional del Trabajo (sindicato anarquista) y a los comunistas
propició que en la noche del 5 al 6 de octubre varios miles de militantes armados de las
organizaciones sindicales (sobre todo mineros) atacaran los cuarteles de la Guardia Civil
de la cuenca minera, controlaran Gijón y Avilés, se apoderaran de la fábrica de cañones
de Trubia y ocuparan el centro de Oviedo. Todo ello enmarcado bajo furiosos combates
contra las fuerzas del orden público. El Comité Regional de la Alianza Obrera trató de
coordinar el movimiento, poniendo en marcha un rápido control de los servicios públicos y
del transporte, de abastecimientos de las localidades sitiadas, etc. Incluso se llegó en
algunos sitios a suprimir la monedad oficial. Pronto la violencia anticlerical hizo también
acto de presencia, dejando un triste balance: 58 iglesias, el palacio episcopal, el Seminario
y la Cámara Santa de la catedral de Oviedo fueron incendiados o dinamitados. Asimismo,
34 sacerdotes, seminaristas y hermanos de las Escuelas Cristianas de Turón fueron
asesinados.

También en la provincia leonesa tuvo gran repercusión el movimiento revolucionario de


octubre. Hay que tener en cuenta que en los años 30 el Bierzo era una comarca bastante
industrializada y, por ende, bastante politizada debido a la conflictividad sociolaboral que
ligaba a las cuencas mineras carboneras de Ponferrada, Toreno del Sil, Matarrosa, etc;
con la todopoderosa empresa Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP). En el caso de
Toral de los Vados existía un importante movimiento sindical de ideología socialista y
anarquista nucleado en torno a la fábrica de cementos Cosmos.

Las cuencas mineras de Sabero, Laciana, Matallana y el Bierzo apoyaron de manera


decidida el levantamiento de octubre de 1934. Fue en aquellas poblaciones mineras con
mayor presencia del sindicalismo socialista donde tuvo un mayor impacto. En la noche del
día 5 de octubre, grupos armados de mineros ya tenían controladas algunas localidades
como Toreno o Matarrosa del Sil, pero fue a partir del día 6 cuando comenzaron los
enfrentamientos con las fuerzas de la Guardia Civil y aumentó la zona bajo control de los
revolucionarios. Sería asaltado el cuartel de la Guardia Civil de Páramo del Sil e
incendiadas las iglesias de Toreno, Matarrosa del Sil y Bembibre; proclamándose el día 7
en esta última localidad la República Socialista. “Fue la de Bembibre la República
Socialista de más breve vida: diez horas”, se escribió en la prensa.

También la revolución afectó a Toral de los Vados. Como antecedentes debemos destacar
la huelga que durante el verano de 1934 mantuvieron los trabajadores contra la fábrica
cementera Cosmos. A su vez, la represión de una huelga general revolucionaria
anarquista que había tenido lugar en diciembre de 1933 en la Rioja y Aragón (y con ecos
también en Fabero, Vega de Espinareda y Cacabelos) había supuesto la clausura de la
central sindical anarquista de Toral. A raíz de ello, buena parte de los afiliados de este
sindicato pasaron a engrosar las filas del Sindicato de la Construcción de Toral de los
Vados, adscrito al sindicato socialista de la Unión General de Trabajadores.

Esta situación produjo una serie de tensiones entre ambos grupos, pues los socialistas
acusaban a los anarquistas de acudir armados al centro obrero y al trabajo, mientras que,
al contrario, las acusaciones versaban sobre el caciquismo que impedía entrar a trabajar
en la fábrica y en sus canteras a individuos de otras localidades. En un choque entre
ambos grupos el 25 de julio de 1934 tuvo que intervenir la Guardia Civil, lo que se saldó
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con un trabajador muerto (llamado Donato Yebra) y cuatro heridos. El diario alicantino El
Día publicó al día siguiente una noticia que llegaba a señalar literalmente que “Toral de los
Vados se encontraba amotinado y se solicita el envío de fuerzas que ya han salido para
mantener el orden”.

La conflictividad social existente en la localidad era una realidad. Apenas un mes antes
otra noticia del periódico La Libertad publicada el 28 de junio de 1934 informaba de un
ataque con bomba contra la iglesia del pueblo, si bien no se señalaba a los autores. Esta
acción causó graves desperfectos en el edificio, el cual también llegó a ser rociado con
gasolina con intención de ser quemado. La pronta intervención de los vecinos impidió la
propagación del fuego. El 4 de agosto se produjo un nuevo incidente: un sabotaje
consistente en la explosión de un polvorín de la fábrica Cosmos.

Así llegamos a los sucesos revolucionarios de octubre en Toral de los Vados, para cuya
narración seguiremos la documentación consultada en los correspondientes archivos.
Presuntamente varios trabajadores de la fábrica Cosmos vinculados al sindicato socialista
y algunos de los antiguos miembros del anarquista, decidieron la noche del día 7 al 8 de
octubre volar el puente de Mumao de la línea ferroviaria de Palencia-La Coruña, en el
término municipal de Sobrado. Con este sabotaje pretendían evitar el paso de las tropas
que, procedentes de Galicia, acudirían en tren a sofocar la revuelta en Asturias. A pesar de
no derribar el puente al completo, sí consiguieron inutilizar la vía ferroviaria, aunque se
desconoce durante cuánto tiempo permaneció en este estado.

Presuntamente el sabotaje contra el puente decidió llevarse a cabo en una reunión


clandestina celebrada a las 20 horas del día 7 de octubre en Villadepalos a la que asistió
un nutrido grupo de personas. Casi con toda seguridad la dinamita empleada en la
voladura fue robada de la fábrica Cosmos, aunque se desconoce cuándo. Quizás fue en
agosto, instantes antes de la voladura del polvorín a la que anteriormente hemos aludido.

Para coordinar las operaciones militares y la represión de la insurrección de octubre de


1934 el gobierno español decretó el estado de guerra y recurrió al Ejército, que fue puesto
bajo el mando del general Francisco Franco. Además se movilizaron también tropas de la
Legión y Regulares de Marruecos para ser enviadas a Asturias a restablecer el orden a
sangre y fuego. El 18 de octubre los últimos grupos insurrectos se rindieron. El balance
aproximado de víctimas en Asturias arrojó una cifra de 1.100 muertos entre los que
apoyaron la insurrección y unos 300 muertos de las fuerzas de seguridad y del Ejército. A
su vez la represión en toda España provocó la detención de unas 30.000 personas,
muchas de las cuales sufrieron todo tipo de torturas y palizas en prisión. A su vez, miles de
obreros fueron despedidos de sus trabajos por estar afiliados a sindicatos o con el pretexto
de haber participado en la insurrección y huelgas de octubre.

En el caso del Bierzo, la misma noche del día 8 de octubre llegaron a Ponferrada refuerzos
militares consistentes en dos compañías del Regimiento de Infantería número 12, un
batallón del Regimiento número 26 y una compañía y una sección de ametralladoras del
Regimiento número 36, que consiguieron controlar las zonas en poder de los
revolucionarios entre los días 8 y 10. El día 10 entraron las tropas en Toreno y en el
subsiguiente combate murieron dos insurrectos. En todas estas operaciones los soldados
fueron también auxiliados por fuerzas de la Guardia Civil. Precisamente como
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consecuencia de los sucesos revolucionarios en el Bierzo perderían la vida cuatro
guardias civiles (dos murieron a raíz del asalto de los mineros al cuartel de Páramo del Sil
y otros dos en la explosión de un camión-bomba en Santa Marina del Sil). En cuanto a las
bajas militares, murieron un sargento y tres soldados que fallecieron al ser atacado y
precipitarse al río Noceda un camión del Ejército en el puente de San Román de Bembibre
que pasaba de manera casual por la zona.

Tras el aplastamiento de la revolución sobrevino el castigo de los implicados en la misma.


Al haberse decretado el estado de guerra fue la justicia militar la que se ocupó del
procesamiento de los detenidos bajo la acusación de rebelión militar, aumentando con ello
las posibles condenas a las que se enfrentaban quienes se vieron incluidos dentro de esos
procedimientos. En el ámbito territorial del Bierzo y de la provincia de León las fuerzas del
orden público arrestaron a cientos de personas para ser juzgadas en consejos de guerra.
A su vez tenemos constancia de que fueron aprehendidas diversas cantidades de armas
de fuego en el Bierzo. Una noticia publicada el 23 de febrero de 1935 en el periódico La
Libertad indicaba por ejemplo que en Toral de los Vados se habían hallado enterradas dos
cajas con 450 cartuchos de dinamita y cinco rollos de mecha.

Centrándonos en el caso de Toral de los Vados, la Guardia Civil arrestó el 2 de noviembre


de 1934 a los toralenses Abel Ares Pérez, Miguel López Fernández y Rufino Guerrero
Vidal. Todos ellos estaban adscritos ideológicamente al socialismo. Horas después del
sabotaje contra el puente de Mumao algunos testigos afirmaban que Abel, Miguel y Rufino
habían sido vistos presuntamente en el pueblo de Cabeza de Campo con otros cuatro o
cinco desconocidos (dos de ellos armados con escopetas) dando vivas al comunismo para
luego dirigirse al pueblo de Hornija.

Asimismo, hubo más presuntos implicados en los hechos que serían detenidos y
acusados. Por ejemplo los también toralenses Demetrio Delgado Fernández, Serafín Pérez
García y Francisco Fernández Amigo, presidente, tesorero y vocal, respectivamente, del
sindicato de la Construcción de la empresa Cosmos. A su vez, otros dos individuos que
también acabaron detenidos fueron los vecinos de Villafranca del Bierzo Mariano Blanco
Fernández (socialista) y Gaspar Quiroga López (anarquista).

Las actuaciones judiciales siguieron su curso hasta el punto de que se produjeron muchos
más arrestos, si bien todos los individuos manifestaron no haber participado ni en la
reunión en la que se acordó sabotear el puente ni en la voladura del mismo. La mayoría de
los arrestados estaban afiliados al sindicato socialista y varios trabajaban en la fábrica
Cosmos. Incluso muchos habían secundado la huelga general revolucionaria y no
acudieron a trabajar a la cementera a partir del día 6 de octubre, tal y como notificó dicha
empresa.

Por lo tanto, en marzo de 1945 fueron arrestados y enviados a prisión provisional a la


cárcel de Astorga (al igual que se había hecho con los detenidos que hemos citado
anteriormente) más individuos para ser juzgados. Así se detuvo en total a un número de
personas que casi llegaba al medio centenar: Gabino Santín Santín, Victorino Parada
Pérez, Timoteo Álvarez Castelo (los tres con domicilio en Penedelo), Gabino Voces Bello y
Melquíades Voces Oleu (ambos con domicilio en Valiña), Ramiro Arias Aller (con domicilio
en Parandones), Juan González Fernández (con domicilio en Villadepalos), Mariano
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González Alba, Leopoldo Escuredo (o Escudero) Núñez, Víctor Delgado Gómez, Ángel
Álvarez Gómez, Herminio González Díez, Claudio Alonso Macías, Julio Brañas Arias, José
y Miguel Corredera Real (todos ellos con domicilio en Paradela del Río), Evaristo Santín
(con domicilio en Villamayor), José Lombao Gabelas (con domicilio en Corullón), Maximino
y Aureliano Sánchez Gómez (ambos con domicilio en Requejo), Manuel Castro Díez (con
domicilio en Carracedelo), Máximo y Benito Vidal García (ambos con domicilio en
Villanueva), Felipe Fernández, José Fernández Fernández, José Barra Voces, José
Fernández Amigo, Lisardo Gómez Vidal, Pedro Vidal Teijelo, Jesús Franco Santín, José
María Valle Pérez, Eduardo García Castañón, Jerónimo Fernández, Agustín Guerrero
Vidal, Juan Manuel Franco Llanes, Manuel Amigo Pisalbarro, Elías Díaz Álvarez, Camilo
Amigo García, Arsenio Álvarez Quiroga, Juan García García, Serafín Álvarez García (todos
ellos con domicilio en Toral de los Vados excepto los cuatro últimos, que lo tenían en
Otero), etc.

En septiembre de 1935 la fiscalía sustanció las investigaciones hasta entonces practicadas


y dirigió exclusivamente las acusaciones sobre la participación en la reunión clandestina
de Villadepalos y el sabotaje del puente de Mumao contra Demetrio Delgado Fernández,
Gaspar Quiroga López, Rufino Guerrero Vidal, Francisco Fernández Amigo, Serafín Pérez
García y Miguel López Fernández. Todos ellos de Toral de los Vados, excepto Gaspar,
que era de Villafranca del Bierzo.

Finalmente, el 5 de diciembre de 1935, el consejo de guerra reunido en León dictaminó


que fueran condenados a diez años de prisión por un delito de conspiración para cometer
el de auxilio a la rebelión militar Demetrio Delgado Fernández, Gaspar Quiroga López y
Rufino Guerrero Vidal. Por el mismo delito, pero a seis años y un día de prisión fueron
condenados Francisco Fernández Amigo, Serafín Pérez García y Miguel López
Fernández. Para el resto de los acusados se determinó el sobreseimiento de las
actuaciones judiciales y su liberación, al no quedar lo suficientemente probada su
participación en los hechos juzgados. A pesar de las severas penas de prisión a las que
fueron condenados, los encarcelados serían liberados en 1936 al beneficiarse de la
amnistía decretada por el gobierno izquierdista del Frente Popular en febrero de dicho año
tras su triunfo electoral frente a los partidos de derechas en ese mes. La amnistía
decretada por el gobierno del Frente Popular beneficiaría a miles de presos que habían
sido condenados en toda España a raíz de la revolución de octubre de 1934, lo que facilitó
su excarcelación.

No obstante, los antecedentes con los que contaban los detenidos a raíz de este suceso,
así como su integración en el movimiento sindical de Toral de los Vados serían factores
que influirían negativamente en muchos de ellos cuando estalló la Guerra Civil española
en julio de 1936. De hecho, Jesús Franco Santín, Eduardo García Castañón, Juan
González Fernández y Juan García García serían arrestados, sometidos a un nuevo
consejo de guerra bajo la acusación de adhesión a la rebelión y ejecutados junto a otros
trece vecinos el 17 de noviembre de 1936 en Montearenas (Ponferrada), en el marco de la
represión franquista que se produjo en la comarca berciana. Con la sangrienta represión
que llevó a cabo el bando franquista durante la guerra civil fue liquidado el activo
movimiento obrero existente en el Bierzo.

Asimismo, comentar que en el contexto de la guerra civil el puente ferroviario de Mumao


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fue dinamitado de nuevo en el kilómetro 271,395 la noche del 16 al 17 de agosto de 1936,
derrumbándose parte de la segunda pila. Su reconstrucción duró varios meses, ya que
primeramente se apoyó el tramo con un caballete de madera para poder permitir el paso
de los vagones por el puente y de este modo no se interrumpió el tráfico. En mayo de 1937
quedó terminada la reconstrucción de la pila. Finalmente, en los años 50 se construyó un
nuevo puente de bóvedas de hormigón que es el que puede contemplarse en la
actualidad.

Otros hombres como Abel Ares Pérez, que había resultado absuelto en el juicio contra los
responsables de la voladura del puente de Mumao, combatiría durante la guerra civil en el
ejército republicano en el frente de Asturias y luego se integraría en la Federación de
Guerrillas de León-Galicia tras la creación de dicha organización en 1942. Desempeñó un
destacado papel en la guerrilla antifranquista de la comarca berciana y participó en
numerosas acciones hasta que finalmente huyó a Francia en 1948.

BIBLIOGRAFÍA

– Álvarez Oblanca, W. y Serrano, S. (2009), La guerra civil en León. Ed.


Edilesa.
– Álvarez Oblanca, W. y Reguero, V. del (coord.), (2017), Los sucesos de
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1936. León. Ed. Biblioteca CEHOPU y Colegio de Ingenieros de Caminos,
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– García González, M. J. et al. (1994), Historia de El Bierzo. Ed. Diario de León
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– Ruiz, D. (2008), Octubre de 1934. Revolución en la República española. Ed.
Síntesis.
– Serrano, S. (1988), La guerrilla antifranquista en León (1936-1951). Ed. Siglo
Veintiuno de España.

Diego Castro Franco

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