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El período durante el cual Guayasamín recibió su formación estética fue el de mayor auge
de la Escuela Indigenista, y la influencia de esta corriente en el pintor es evidente desde
sus obras iniciales. En 1942 realizó su primera exposición en Quito, que causó gran
escándalo por su marcado carácter de denuncia social. Poco después se trasladó a
México, donde trabajó algunos meses con el gran muralista Orozco, quien ejerció una
importante influencia en la definición del lenguaje estético del joven pintor ecuatoriano.
En 1943 pasó siete meses en los Estados Unidos recorriendo distintos museos a fin de
estudiar las obras de Goya y El Greco, entre otros maestros. A comienzos de la década de
1940 trabó amistad con Pablo Neruda y realizó un largo viaje por Chile, Perú, Argentina,
Bolivia y Uruguay, durante el cual tomó apuntes para su gran serie Huacayñán ("El camino
del llanto"), compuesta por más de cien telas que giran en torno a la temática del
indígena, el negro y el mestizo en América.
La realización de este trascendental trabajo fue posible gracias al apoyo que le brindó
Benjamín Carrión desde la recién creada Casa de la Cultura. Las telas que integran la
serie Huacayñán fueron expuestas por primera vez en 1952, en el Museo de Arte Colonial
de Quito y, a lo largo del mismo año, en la Unión Panamericana de Washington y en la III
Bienal Hispanoamericana de Arte, realizada en Barcelona (España), que le concedió el
Gran Premio de Pintura.
Guayasamín ha aunado la fuerza de la temática indígena con los logros de las
vanguardias de principios de siglo, especialmente el cubismo y el expresionismo,
elementos que se advierten en el mural en mosaico de cristal veneciano
denominado Homenaje al Hombre Americano, que realizó en 1954 para el Centro Simón Bolívar
de la ciudad de Caracas, Venezuela. En 1957 recibió el Premio Mejor Pintor de
Sudamérica, concedido por la Bienal de São Paulo, Brasil.
Durante 1958 realizó dos importantes murales en el Ecuador: El descubrimiento del Río
Amazonas, realizado en mosaico veneciano, que se encuentra en el Palacio de Gobierno de
Quito, y el mural Historia del Hombre y la Cultura, para la Facultad de Jurisprudencia de la
Universidad Central del Ecuador. En 1960 recibió el Gran Premio del Salón de Honor de la
II Bienal de Pintura, Escultura y Grabado de México, un galardón que significó el
comienzo de su proyección internacional.
Tras varios años de intenso trabajo, en 1968 presentó en el Museo de Bellas Artes de la
Ciudad de México su segunda serie de envergadura, titulada La edad de la ira y compuesta
por 260 obras que se agrupan por series (Las manos, Cabezas, El rostro del hombre, Los campos de
concentración, Mujeres llorando), en las que el pintor recoge diversos elementos de su
experiencia vital para plasmar en una deslumbrante sucesión de telas el drama y la
tragedia del hombre de nuestro tiempo.
La realización de este trascendental trabajo fue posible gracias al apoyo que me brindó Benjamín Carrión
desde la recién creada Casa de la Cultura.