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TEMA 36

ACCIONES HEREDITARIAS

Petición de herencia (“heridatis petitio”)

Además de las acciones que derivaban de las particulares relaciones de la herencia, como la
reivindicatoria o las procedentes de contratos o créditos, el heredero disponía de una acción de
aplicación general para reclamar la herencia en su conjunto o universitas, que es la petición de
herencia . Podía incluso verse forzado a entablar esta acción con la que se discutiría su condición de
heredero, cuando el demandando con la acción particular le oponía una excepción para que no
prejuzgue la cuestión de la herencia (ne praeiudicium fiat hereditati). Si el demandado se opone a
intervenir en el litigio, el heredero puede ejercitar el interdictum quam hereditatem, por el que se le
ordenaba restituir las cosas hereditarias.

Existen muchas dudas sobre la naturaleza y evolución histórica de esta acción que ha motivado una
abundante y polémica literatura. Desde la época antigua se tramitaba como una vindicatio contra el
poseedor de los bienes hereditarios, presentando en época clásica un evidente paralelismo con la
reivindicatio. En el procedimiento de las acciones de la ley, se tramitaría mediante una legis actio
sacramento in rem. Al carácter real de la acción se opone el hecho de que con ella se demandaría
también al deudor hereditario, pero éste lo sería sólo en cuanto se proclamase heredero y promoviese
controversia sobre la herencia.

Demandante o activamente legitimado, sería el heredero civil, legítimo o testamentario. La acción se


extiende con el carácter de utilis al fideicomisario y al fisco respecto a las partes o cuotas declaradas
caducas. También puede ejercitarse por el heredero pro parte, en relación con la cuota de la herencia
que le corresponde. Sobre los demandados, o pasivamente legitimados, existió una compleja evolución
histórica, que presenta muchas oscuridades y dudas en su reconstrucción. La petición de herencia se
ejercita, primero, contra el que posee la herencia pretendiendo ser heredero (possessor pro herede).
Este sería el caso del instituido en un testamento que después se revoca. Posteriormente, puede ser
demandado el simple poseedor (possessor pro possessore).

El SC. Iuventianum, del año 129 d.C., introduce un nuevo criterio al distinguir entre el poseedor de
buena fe y el de mala fe. El primero sería el que se consideraba heredero y sólo respondería a la
restitución de los bienes hereditarios y del enriquecimiento obtenido con ellos; en cambio, podía
reclamar los gastos necesarios y útiles realizados. El segundo debía restituir, además de las cosas
hereditarias, todas las accesiones y frutos, incluso aquellos que se hubieran producido de no mediar
negligencia por su parte (fructus percipiendi). En caso de pérdida de bienes hereditarios se distingue si
ocurre antes o después de la litis contestatio; si es antes, responde el poseedor de mala fe y el de buena
fe no es responsable, aunque el perecimiento se deba a su culpa; si es después, ambos poseedores son
responsables, aunque el de buena fe responda sólo por la culpa. Pueden ser también demandados los
llamados poseedores fingidos (ficti possessores): el que deja dolosamente de poseer antes de la litis
contestatio y el que se ofreció para litigar maliciosamente. En la época postclásica se puede demandar
a un deudor hereditario considerándolo poseedor de derecho (possesor iuris). Justiniano incluye la
petición de herencia entre las acciones de buena fe, considerándola como una acción mixta que
extiende al poseedor hereditario (hereditatis petitio possessoria).

El interdicto “de cuyos bienes” (“interdictum quorum bonorum”)


El heredero pretorio o bonarum possessor, para reclamar los bienes de la herencia contra el que los
poseía como heredero (possessor pro herede) o como poseedor sin causa (possessor pro possessore),
disponía del interdictum quorum bonorum. Posteriormente, en una evolución paralela a la petición de
herencia, se concedió este interdicto contra los que dejaban dolosamente de poseer. Tenía la finalidad
de conseguir la restitución de la herencia e incluso podía ejercitarse contra el que se había servido de
la usucapio pro heredere. Además de este interdicto de carácter general, el pretor concedía al
poseedor hereditario las acciones especiales que defendían los derechos concretos de la herencia con el
carácter de acciones útiles. Para ello utilizaba una fórmula ficticia en la que el heredero pretorio se
consideraba como si fuera heredero civil. Contra la pretensión del heredero civil, el poseedor
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hereditario cum re estaba protegido mediante una excepti doli o una denegación de la acción por el
pretor.

Justiniano, al confundirse la herencia civil con la pretoria, funde este interdicto con la petición de la
herencia, de forma que el interdicto pueda ser utilizado por el heredero civil y la petición de herencia
por el heredero pretorio con el carácter de posesoria.

El interdicto lo que por legado (“interdictum quod legatorum”)


“Este interdicto es de adquirir la posesión y consiste en que lo que se ocupa a causa de legado sin el
consentimiento del heredero debe restituirse al heredero. En efecto ha parecido muy justo al pretor
que no se adjudique uno por si y ante sí los legados por ocupación de los mismos, sino que los pida al
heredero: el pretor devuelve, pues, a los herederos por medio de este interdicto, lo que alguien posee
en concepto de legado, para que luego puedan demandarle los legatarios·”. Ulpiano.

Originariamente se concedía al bonorum possessor, instituido en un testamento válido según el pretor,


si el legatario o el poseedor como legatario (possessor pro legato) se había apoderado de las cosas
legadas sin el consentimiento del poseedor hereditario. Este debía prestar la caución o garantía de
devolver el legado al legatario (cautio legatorum servandorum causa). El interdicto sólo se daba en
aquellos legados en los que era procedente la caución. Así, ocurría en los legados con efectos
obligatorios, legado damnatorio y asimilados, en los sometidos a condición o término y en los legados
dudosos. El interdicto tendría como especial finalidad el impedir que el que poseía como legatoria se
convirtiese por usucapión en propietario.

En la época clásica avanzada, en la que se han fundido ya los distintos tipos de legado, el interdicto
“lo que por legado”, era un remedio general, semejante a la acción civil, del que puede servirse el
poseedor hereditario, protegido ya por el pretor, incluso contra tabulas. La posibilidad de ejercitar el
interdicto se extiende también al heredero, con tal de que no hubiese consentido a la toma de posesión
de los bienes por el legatario.

Justiniano, al borrar las diferencias entre acciones civiles y pretorias, extiende definitivamente al
heredero el ejercicio del interdicto. Está legitimado pasivamente, o puede ser demandado no sólo el
poseedor como legatario, sino todo el que tiene la facultad de restituir (facultas restituendi). Conforme
a esta extensión, el interdicto puede entablarse también contra el poseedor de un derecho, como en los
supuestos de legado de usufructo o de servidumbre. El interdicto se encuentra especialmente aplicado
en el nuevo derecho con la finalidad de la reducción de los legados en la cuarta Faldicia.

Acción de partición de herencia


Cuando varios herederos son llamados a la herencia, mientras ésta no se divide, existe entre ellos una
comunidad de bienes, donde cada uno tiene un derecho proporcional a su cuota, como en el
condominio. Esta comunidad podía cesar por pacto entre los coherederos o por el ejercicio de la
acción de división de herencia. Pueden demandar con esta acción los herederos que han aceptado la
herencia y que se reconozcan mutuamente como herederos. La acción de división es doble en el sentido
de que cada uno de los herederos es al mismo tiempo demandante y demandado. En la fórmula se
contiene la adiudicatio y la condemnatio. En el derecho justinianeo se considera como una acción
mixta, tanto real como personal, y se incluye dentro de las acciones de buena fe.

El objeto del juicio divisorio es toda la herencia con todos sus aumentos o disminuciones. El caudal
hereditario se incrementa con los bienes que los herederos deben aportar en la colación. El juez en la
asignación de las respectivas cuotas debe tener en cuenta la partición hecha por el testador. Si se trata
de cosas no divisibles el juez puede asignar a uno la cosa y a otro una parte de su valor o proceder a la
venta para después dividir el precio. Si se trata de la división de cosas concretas, se demanda con la
acción de división de cosa común (actio communi dividundo). Las acciones divisorias sirven también
para la disolución de la comunidad hereditaria: se computan los frutos o rentas percibidos por los
herederos; gastos necesarios no distribuidos o daños causados a la herencia.

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