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LECTURAS DE FILOSOFÍA: EL ESCEPTICISMO

“Timón, que es discípulo de Pirrón, dice que quien desea ser feliz debe tener en
cuenta tres cosas: 1ª) cuál es la naturaleza de las cosas; 2ª) qué actitud
debemos adoptar respecto a ellas; 3ª) y finalmente qué resultará de tal
actitud.” (Aristocles, en Eusebio, Praeparatio evangelica, XIV, 18)

“Pues él dice que las cosas se manifiestan igualmente indiferentes, inciertas e


indiscernibles: por ello ni nuestras sensaciones ni las opiniones nos dicen lo
verdadero o lo falso (ibid.).” “En efecto, las cosas no son por naturaleza tal
como aparecen, sino solamente que parecen (Diógenes Laercio, IX, 77).
Convenimos, dicen los escépticos, en torno a aquello que, como hombres,
estamos sujetos, porque reconocemos que es de día, que vivimos y muchas
otras cosas que aparecen en la vida. Pero… sólo conocemos lo que sentimos.”
(Ibid., 103-107)

“No existe un bien ni un mal por naturaleza, sino que estas cosas son juzgadas
por la inteligencia en relación al hombre, de acuerdo a lo que afirma Timón
(Sixto Empírico, Adversus mathematicus, XI, 140) Pues si algo fuese bien o
mal por naturaleza, debía ser para todos bien o mal, como la nieve es fría para
todos; pero contrariamente a eso, no existe bien o mal que sea común para
todos; luego no existe bien o mal por naturaleza… Pues la misma cosa es
estimada un bien por uno (como el placer por Epicuro), un mal por otro (como
por Antístenes): de ahí se derivará, pues, que la misma cosa es bien y mal.”
(Diógenes, IX, 101)

“En efecto, Pirrón afirmaba que nada es bello ni feo, justo ni injusto, y,
análogamente, en cada cosa no existe nada en la realidad, sino que en virtud
de la convención y del hábito de los hombres se producen todas (estas
determinaciones), pues cada cosa no posee tal carácter más que tal otro.”
(Diógenes Laercio, IX, 61)

“Por otra parte, no consideremos al escéptico absolutamente libre de


turbaciones, sino que decimos que sólo es turbado por los hechos derivados de
la necesidad. Y convenimos en que a veces siente frío, hambre y otras
afecciones del mismo género, pero en estos casos también los hombres
comunes sufren doblemente los efectos: por las afecciones mismas, y no en
menor grado porque opinan que estas circunstancias son malas por naturaleza.
En cambio el escéptico, con dejar de lado las opiniones añadidas, de que cada
una de estas cosas sea un mal por naturaleza, logra también liberarse a sí
mismo con moderación mucho mayor. Por eso decimos que la finalidad del
escepticismo es la imperturbabilidad en las cosas que derivan de la opinión, y

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la moderación de las afecciones en las derivadas de la necesidad.” (Sexto
Empírico, Hypotiposys pirronicas, I, 25,-30)

“La orientación indagativa (escéptica) se llama también investigadora por la


acción de investigar y de indagar. Y suspensiva por el estado de ánimo que
nace después de la investigación sobre el objeto de la indagación. Y dubitativa,
sea por el dudar de todo e investigar, como dicen algunos, sea por la
hesitación a dar o negar asentimiento. Y pirroniana por haber llegado Pirrón a
la escepsis de modo más pleno y manifiesto que los antecesores.” (Ibid., I, 3)

“Aquel que afirma que los escépticos suprimen los fenómenos, me parece que
no ha logrado entender lo que nosotros decimos: pues no destruimos las
afecciones que se derivan de las representaciones que nos conducen
involuntariamente al asentimiento, como ya hemos dicho, y éstos son los
fenómenos. Pero cuando investigamos si el objeto es tal como aparece,
admitimos que aparece, pero indagamos no sobre el fenómeno, sino sobre
aquello que se dice sobre el fenómeno mismo, lo cual es distinto a la
indagación sobre el propio fenómeno. Así, por ejemplo, admitimos que la miel
parece darnos la sensación de lo dulce, porque tenemos la sensación de lo
dulce. Pero si también es dulce, he aquí lo que investigamos por medio del
razonamiento, lo cual no constituye el fenómeno, sino lo que se dice en torno
al fenómeno.” (Ibid., 19-20)

“Con la expresión nada definimos, se manifiesta el estado de ánimo de la


neutralidad; y de manera semejante con las expresiones nada más y a cada
discurso se le opone otro, y otras análogas… Como dice Timón en el Pitón,
pues, la expresión nada más significa no definir nada, antes bien no sentirse
impulsado a adherirse a una opinión. También la expresión a todo discurso,
etc., lleva a la suspensión del asentimiento.” (Diógenes Laercio, IX, 74-76)

“Por lo cual, cuando digo: a todo discurso se le opone otro igual, afirmo algo
equivalente a lo siguiente: a todo razonamiento examinado por mí en tanto
intenta fundamentar una aserción dogmática, me parece que se le opone otro
discurso, que también pretende fundamentar una proposición dogmática, y
posee igual valor para su credibilidad o no credibilidad: de manera que ésta no
es la expresión dogmática de un discurso, sino la enunciación de un estado de
ánimo del sujeto humano, es decir, aquel que se presenta en quien es afectado
por él.” (Sexto Empírico, H. p., I, 203)

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