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UNIVERSIDAD

NACIONAL MAYOR DE
SAN MARCOS
Universidad del Perú, DECANA DE AMÉRICA

FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS


HUMANAS
Literatura
La representación de la peruana del
juventud en la propuesta siglo XIX
modernizadora en dos Docente:
relatos de “El Chispazo”. Velázquez
Castro, Marcel

ALUMNA : Mamani Copertino, María Ines


CÓDIGO : 10030008
CICLO : VII
Índice

Introducción pág. 2

CAPÍTULO I pág. 5

«El chispazo»: una propuesta modernizadora

1.1. La prensa peruana del siglo XIX


1.2. «El chispazo»: una propuesta modernizadora
1.2.1. Prospecto del diario
1.2.2. Estructura del diario
1.2.3. Contexto histórico – literario
1.3. Sobre su autor: Juan de Arona

CAPÍTULO II pág. 14

La imagen del joven dentro en dos relatos de «El Chispazo»

2.1. “Los hijos de los amigos”

2.2. “El joven decente”

2.3. Conclusiones.

ANEXOS pág. 19

Transcripción del texto

2
Introducción

La prensa peruana del siglo XIX, constituye una fuente trascendente de difusión y revelación
historiográfica acerca de la sociedad de ese entonces, y es en ese mismo plano en el cual la
narrativa encuentra un foco para su propagación. De este modo, este periodo de nuestra
historia no solo se vio afectado por el afán informativo y político de la prensa, sino que
contribuyó a la expansión de formas literarias como el cuento y la novela los mismos que se
aproximaron al ideal de exponer el imaginario social decimonónico con el propósito
fomentar el debate acerca del desarrollo de nuestra nación.

Una noción clave que forma parte de este corpus ideológico es el del afán por la
modernización: nuestra ciudadanía vivió un clima de tensión entre los ideales liberales y los
ideales conservadores. El primero pugnaba por una República de inclusión social mientras
que el otro pretendía un sistema burgués y estratificado, que sigue modelos Europeos. Un
debate que repercutió en los campos social, político, religioso y educativo de aquella
sociedad limeña.

Es en este contexto en que aparece en circulación «El chispazo», Segunda época de «La
Saeta» Periódico semanal de literatura, política y costumbres, dirigido íntegramente por
Pedro Paz Soldán bajo el seudónimo de Juan de Arona. Lanzado en 17 de octubre de 1891:
semanario sabatino cuyo prospecto propone un trabajo unitario e íntegro, esto es, por parte
de un solo autor, no porque no gozara de colaboradores sino que este consideraba que solo
así una empresa podría lograrse. Con ello, al compromiso ético del diario se le suma su
tendencia reformista en pos de una transformación social del país, el respeto por la verdad y
el desapego del escándalo público. Su última publicación data del 17 de junio de 1893 y
alcanzó, en total, las 87 publicaciones, superando a su predecesora, «La Saeta».

3
En nuestro presente estudio, abordaremos a «El chispazo» y centraremos atención en dos de
sus publicaciones: dos relatos titulados “Los hijos de los amigos” y “El joven decente”, los
cuales giran en torno a personajes en edad moza cuyos arrojos terminarían por revelar su
inexperiencia e ineptitud. Bajo este punto, determinaremos en qué medida es trascendente la
imagen del joven dentro de la sociedad del XIX, visto como un ser de oportunidades y
tentativas al fracaso. De la misma manera, dentro del marco de la propuesta modernizadora
de nuestro diario, encontraremos, claramente, aspectos como el factor racial y el esquema
vertical de nuestra sociedad, así como el papel de la mujer dentro de ella.

El primer relato, “Los hijos de los amigos”, nos presenta la historia de Carlos y Enrique
quienes tras fundar un diario traerían abajo la estrecha relación amical existente entre sus
familias, por otro lado, “El joven decente”, nos sumerge en la vida de un muchacho que
busca sobresalir en medio de una sociedad que lo condena avanzar para no caer en la
mediocridad, la tan desdeñada dejadez del periodo.

Es así como confrontaremos el ideal de la sociedad limeña junto a la propuesta social de «El
Chispazo» y a través de la lectura y la interpretación de estos dos textos clave revelaremos
aquellos elementos propios de la propuesta modernizadora con el objetivo de comprender el
pensamiento del hombre decimonónico en su esperanza por el progreso.

4
CAPÍTULO I

La prensa peruana del siglo XIX: una aproximación

El presente trabajo pretende hacer un acercamiento a la prensa decimonónica, capitalmente,


a la prensa de la segunda mitad de dicho siglo. Por ello, en este apartado inicial señalaremos
los aspectos históricos que fueron determinantes para el desarrollo periodístico y nos
concentraremos en el semanario “El chispazo»: su propuesta modernizadora y sus
principales características.

1.1. La prensa peruana del siglo XIX

Reveladores estudios certifican que la labor periodística en nuestro país llega con el
advenimiento de la colonia hispana, por lo tanto la labor informativa no resulta ser un evento
certeramente novedoso, mas hemos de tomar en consideración el momento histórico en que
se desarrolla. Con ello comprenderemos, por ejemplo, aspectos importantes como la
libertad de prensa, de edición, de difusión, ideales enmarcados en la primera mitad del siglo
XIX cuando se vivía un clima de tensión debido a la lucha por lograr la independencia y un
gobierno republicano. Al inicio de este siglo, se manifestaron diversas publicaciones tales

5
como: la «Gazeta de Lima», «Minerva Peruana», «Gaceta del Gobierno de Lima», «El
Pensador del Perú», solo por mencionar algunas. Esta prensa se dedicaría a exponer el
descontento social hacia sus virreyes, el hartazgo por la administración española (prensa
constitucionalista)1 frente a otras publicaciones que favorecieron la senda de la
independencia política del Perú (prensa independista), como «El satélite del Peruano».

Muy importante es tomar en consideración lo que citábamos líneas arriba: la libertad de


prensa. Don José de San Martín se encargaría de adoptar la disposición por eliminar la
censura previa. Probablemente, a él se debe esa libertad de prensa por la que se luchaba. Con
esto, se sumaron un gran número de publicaciones posteriores a la Independencia: «La Abeja
Republicana» (1822), «El Peruano» (1826), «El Registro Oficial» (1826), «El Mercurio
Peruano» (1827), «El Conciliador» (1830), «El Eco del Norte» (1838), solo por mencionar
algunos títulos fundamentados en la relación que en 1867 publicara Manuel Atanasio
Fuentes acerca de periódicos oficiales y particulares tras la Independencia, muchos de los
cuales no gozaron de amplio tiempo en circulación.

Ya habíamos iniciado la etapa que respecta a la prensa republicana y nos acercábamos a un


momento de nuestra historia que si bien implicó un auge, gracias al boom guanero, también
despertó múltiples reacciones: ya en 1879 la Guerra del Pacífico nos traería el sentimiento
derrotista y causaría un gran periodo de depresión nacional, del cual iríamos
sobreponiéndonos y el mismo que impulsó el pensamiento de grandes intelectuales quienes
apostaba por una política de integración social. Sin duda, vivimos en un periodo de
encuentros y desencuentros: la configuración de la sociedad que persigue un anhelo por el
progreso y por alcanzar la participación masiva de la ciudadanía frente a otro sector que
pretende desterrar las costumbres arraigadas, por excluir a sectores raciales instalados en
Lima, todo esto como parte del proceso de modernización de la urbe.

Para este estudio ha sido sumamente importante consultar diversas hemerotecas y fuentes
primarias acerca de prensa peruana de la segunda mitad del siglo XIX, de donde
reconocemos títulos como «El Álbum» (1874 -1875), «La Bolsa» (1884), «El Perú
Ilustrado» (1889 -1891) y «El Chispazo» (1891-1983) del cual nos ocuparemos en el
próximo apartado: su propuesta y su trascendencia político- social.

1 Varillas Montenegro, Alberto. El Periodismo en la historia del Perú: desde sus orígenes hasta 1850. Lima:
Universidad de San Martín de Porres, Fondo Editorial; p.130

6
1.2. «El chispazo»: una propuesta modernizadora

Hemos mencionado, reiteradamente, el ideal de la modernización y el afán por el progreso


por parte de la sociedad limeña del XIX. Sin embargo, ¿qué implica este ideal?

Según Fanni Muñoz, el afán modernizador es impulsado por el Estado, por profesionales e
intelectuales, la denominada “elite modernizadora”. Lima era el centro de ello. Este proceso
no fue sencillo ni lineal, puesto que hubo vallas impuestas por diversos sectores sociales: el
vaivén entre la asimilación y el rechazo por la modificación en las costumbres y el modo de
vivir de la comunidad. Modernización implicaba aplicación de nuevas normas, por lo tanto
este sería un transcurso lento en pos de la adaptación.

La segunda mitad del siglo XIX está representado por el boom guanero (1845 – 1860). El
uso del espacio urbano como sitio de recreo: las plazas eran remodeladas por el Estado y de
ese modo este hacía sentir su presencia e influencia. Se buscaba la integración de la
sociedad, la “promoción de encuentros”, aunque esto signifique un modo de transformación
material. Por otro lado, el cambio no solo se debía dar en lo que se contemplara, obviamente,
este ideal modernizador debía de calar en el imaginario colectivo, para ello era necesaria una
renovación de gustos y de costumbres: desarrollo del ballet, la ópera, el teatro. Lo que
alteraría este proceso del que hablamos, sería la crisis económica por el pago de la deuda
externa, a inicios del siglo, y posteriormente la guerra contra nuestros vecinos del sur.

Dentro de ese marco, surge «El Chispazo», un semanario que surgiría en el año 1891 tras el
fracaso de «La Saeta». Arona señala, claramente, su propósito de reformar las costumbres
del país a través de sus publicaciones. Un ideal propio de quienes pretendían modernizar a
Lima, dejando de lado ciertas tradiciones que en lugar de progreso conllevarían al retroceso.

«El Chispazo» es la continuación de «La Saeta», sin más diferencia que,


aleccionado por los 22 años trascurridos, se ocupará tanto de política, cuando no
lo hizo aquella, pretendiendo introducir una imposible reforma en las costumbres
del país. Esta abstinencia política de «La Saeta» fue la causa de su temprana
muerte, ocurrida a los dos meses de nacida. 2

2 ARONA, Juan de. El chispazo, segunda época de La Saeta. Periódico semanal de literatura, política y
costumbres. Lima, sábado 17 de octubre de 1891. Año I. N° 1. P.1.

7
Fue lanzado el 17 de octubre del 1891, alcanzó un total de 87 publicaciones, y llegó a su
final el 17 de junio de 1893 debido a su política de oposición al gobierno de Remigio
Morales Bermúdez, quien continuara con la política represiva de Cáceres.

Cada sábado por la tarde, un número era lanzado. Bajo un formato de 34 x 24 cm., este
diario oscilaba entre las cuatro u ocho páginas, de acuerdo con la extensión de publicidad,
los avisos, alguna propaganda política y de las novelas de folletín. Su valor era de 10
centavos por número, mientras que la suscripción mensual costaba cincuenta centavos y la
suscripción bimensual por diez números costaba un sol.

Con respecto a los objetivos que presenta, diría Juan de Arona que su propósito es recurrir
solo a la verdad, decirla cuando sea conveniente y que, en la medida de lo posible, no
interceda en asuntos que puedan ocasionar escándalos públicos (puesto que para ello ya
existían otros diarios):

Nuestra misión principal… será decir la verdad cuando convenga. Las hay muy
impertinentes, que producen la aflicción privada y el escándalo público sin
provecho alguno. De estas huiremos. Como decía el otro, hay tiempos de callar y
hay tiempos de hablar. Nuestro segundo objeto, es abrirnos un cauce propio,
crearnos en la prensa un organito de que seamos exclusivos dueños, dejando
descansar al «Comercio», a la «Opinión Nacional», nuestras grandes y antiguas
víctimas y aun al «Perú Ilustrado», la más reciente y pequeña 3.

De este modo se presenta este diario, con un director que, presumiblemente, ha tomado con
certeza su empresa de llevar el ideal de modernización al público, para que así se sientan
identificados con el mismo y lo apoyen implícitamente. A continuación revelaremos la
orientación del mismo diario, y cómo es que Juan de Arona decide ocuparse íntegramente de
su semanario.

1.2.1. Prospecto del diario

En la edición número uno de nuestro diario, se postula lo siguiente:


3 ARONA, Juan de. El chispazo, segunda época de La Saeta. Periódico semanal de literatura, política y
costumbres. Lima, sábado 17 de octubre de 1891. Año I. N° 1. p. 1

8
El presente semanario como el anterior, será propulsado por una sola mano, único
medio de que una empresa nacional se logre. El espíritu de asociación, con todo
lo que se le decanta y exagera, fracasa aquí como todo lo grande y bueno que se
introduce de fuera. La reunión es aquí la debilidad y el desbarajuste. Un peruano
solo podría realizar los doce trabajos de Hércules, doce peruanos juntos, no hacen
la obra de una pulga.

Con esto, entendemos que Juan de Arona sería el único impulsador de su proyecto.:
aduce que una sola mano puede trabajar mejor que varias, posiblemente esta reacción
se deba a las discordias que puedan surgir en un trabajo conjunto, las discrepancias
ideológicas que puedan conllevar a frustración por un proyecto no concretado.

Parte de esta propuesta, que además de modernizadora es reformista, también juega


un rol sumamente interesante la estrategia editorial del autor: Pedro Paz Soldán se
hace llamar Juan de Arona, aun cuando ese no sea su único seudónimo. Para las
múltiples publicaciones pues eran necesarios los colaboradores; sin embargo, Paz
Soldán jugaría a crear para sí más seudónimos con los cuales hace públicas sus
revelaciones. Según Alberto Tauro, Juan de Arona registra más de veinte
seudónimos, tales como Jenaro Vanda, Ajenor Vanda, Juan Sin Tierra, Críspulo Mor-
Diente, Evandro Jana, Pipus,Un Berufen!, Giovanni Senzo Terra e Iván Radeanof,
solo por citar algunos. Y esto, como hemos visto, se debe a la firme convicción de
que, en nuestro país, las empresas en las que intervienen más de una personas están
condenadas al fracaso.

Sin embargo, Arona es plenamente consciente de que no puede hacerse cargo al cien
por ciento de la distribución de su semanario, por ello manifiesta lo siguiente:

No es pues extraño que yo mono …pólice la redacción de «El Chispazo» en mí


mismo, sin que por eso deje de necesitar de los demás, en la forma de cajistas,
regente, repartidores, vendedores, cobradores y damas auxiliares del país. Allí
será donde encalle mi empresa monopersonal 4.

Finalmente, el autor se reafirma en su postura del ser pionero en cuanto a veracidad


respecte: no ha surgido con objeto de suplir a otro diario, sino de llevar consigo un
mensaje alentador que pretende dejar de lado ideales que signifiquen retroceso y no
progreso.
4 ARONA, Juan de. El chispazo, segunda época de La Saeta. Periódico semanal de literatura, política y
costumbres. Lima, sábado 17 de octubre de 1891. Año I. N° 1. p. 1

9
Ahora, como corolario de lo que decimos al principiar este Prospecto (?)
convenimos, con el otro, en que «El Chispazo» no viene a llenar ningún vacío.

Lejos de eso; denunciaríamos a las comisiones de higiene, si alguna fe


tuviéramos en ellas, con nube de abejorros volantes que con el nombre de
periódicos oscurecen la atmosfera, y que lejos de ser manifestaciones de vida, me
huelen a muerto. Se diría que son los engendros efímeros de algún cuerpo social
que yace por allí cadáver en descomposición. 5

1.2.2. Estructura del diario

«El Chispazo» constituye un diario que, inicialmente presenta pocas secciones.


Mencionemos algunas como “EL CHISPAZO”, que es la parte editorial que aborda
acontecimientos políticos contemporáneos y que ocupa la primera carilla del
semanario; luego otras secciones menores como “chispazos”, el cual destaca por sus
versos breves y certeros, dotados de picardía y sátira. “LA GACETILLA
SEMANAL”, que incluye secciones como “Espinas de tuna”, la cual se ha
mantenido vigente a lo largo de todas las publicaciones y es la más extensa, a esta se
suman “Letreros inortográficos”, los cuales pretenden si no mofarse, aleccionar a la
comunidad encargada de los anuncios y letreros de la ciudad, pues estos faltan a las
normas de ortografía. No en vano Juan de Arona pertenecería a la Academia Peruana
de la Lengua y no lanzaría su “Diccionario de peruanismos”, el cual ya se ve como
parte también de nuestro semanario, en la sección “LITERATURA”. La sección
“VARIEDADES” nos presenta relatos y artículos de costumbres. A partir del
segundo número encontramos más divisiones en la “GACETILLA SEMANAL”,
secciones como “Castillo de celadores”, y “acertijos” en “VARIEDADES”. Esto nos
demuestra que el semanario de Arona no presentaba estructura fija, mas hemos de
saber que “Chispazos”, “EL CHISPAZO” y “Espinas de tuna” son aquellas
fracciones inamovibles. La sección “FOLLETIN” aparecería posteriormente, con
Memorias de un viajero peruano.
Los avisos publicitarios reciben apoyo a partir de la edición Nº16, estos exponen
anuncios sobre seguros de vida, dentistas, agentes de aduana, boticas, entre otros.
Curiosamente, es constante el anuncio sobre la compañía inglesa “Bowes, - Scout, y
Westem. Lima – Londres. Ingenieros, constructores e importadores. Fabricantes de
toda clase de maquinaria para minería y completas instalaciones para azúcar,
5 ARONA, Juan de. El chispazo, segunda época de La Saeta. Periódico semanal de literatura, política y
costumbres. Lima, sábado 17 de octubre de 1891. Año I. N° 1. p. 1

10
algodón, luz eléctrica, ferrocarriles...”., que toma una página entera para cerrar la
publicación semanal.

Los gráficos que figuran son caricaturas de carácter político, en los que se hace
mención de desigualdad social y el régimen autoritario ejercido por las fuerzas
militares de Cáceres. Entre los responsables de los gráficos figuran “B. Garay”, quien
es el autor del retrato de Arona que aparece en la tapa del primer tomo y “Chambon”,
autor de la caricatura “Legación de Chile” (N° 9). De hecho, aquellos ejemplares que
traían consigo la caricatura tenían un costo mayor, que era de veinte centavos.

Esto nos manifiesta la manera en que Lima está sumida en un clima de comercio, en
el afán por la industria; frente a esa Lima que vive con amargura y frustración por los
años infaustos que le ha tocado sobrellevar. Todo esto genialmente retratado por
Arona en su semanario.

1.2.3. Contexto histórico – literario


«El chispazo» se situaría en el periodo de nuestra literatura, la cual García –Bedoya
denominaría la época de los “Románticos, naturalistas, ideólogos y modernistas”, la
misma que dataría desde 1850 hasta el 1910; y está caracterizada «por no presentar
homogeneidad en cuanto a un sistema de normas literarias dominante». Ese periodo
engarza históricamente, con las épocas de la prosperidad falaz, la guerra con Chile, la
reconstrucción nacional y la denominada República Aristocrática.

1.3. Sobre su autor: Juan de Arona

Pedro Paz Soldán y Unanue nació en Lima el 21 de mayo de 1839. Sus padres fueron Pedro
Paz Soldán y Francisca Unanue, hija de Hipólito Unanue.

Fu alumno del Convictorio Carolino que era dirigido por Bartolomé Herrera. Cuando joven,
a los 20 años, ya estaba en Europa. Las impresiones de estos viajes se retratan en su
Memorias de un viajero peruano, en el que destaca por su minuciosidad, por sus
impresiones sobre la naturaleza y los legados artísticos. Logra relacionarse activamente con
diversas personalidades durante sus viajes dentro de España. En París, seguiría cursos de
Humanidades en la Sorbona y de Derecho en el Colegio de Francia. Acudiría, asimismo, al
Jardín de las Plantas para estudiar Historia Natural.

11
Gran viajero, Paz Soldán llegaría a Alemania, Italia, Austria, Egipto incluso Grecia. En 1863
publica en París su primer libro de poesía titulado Ruinas, es ahí cuando decide retornar al
Perú.

Como diplomático, el Oficial Primero de la Sección de Ultramar den el Ministerio de


Relaciones Exteriores, y es enviado a Chile como encargado de negocios y tiene el complejo
papel de participar en alternancias diplomáticas previas a la guerra que estallaría en 1879.

En 1887, sería invitado a formar parte de la primera Academia Peruana de la Lengua, junto
con Ricardo Palma Francisco García Calderón, Luis Benjamín Cisneros, entre otras
personalidades. En esos años decide instalarse en Lima y dejar su hacienda “Arona” en
Cañete. Escribe en «El Nacional » y en «El Comercio». En agosto de 1869, lanza «La
Saeta», un semanario que redacta íntegramente y que solo circula por dos meses. En ese
mismo año, publica Los Médanos, su libro de poesía más logrado y representativo.

Se dedicó a realizar críticas y artículos sobre teatro. Se emplea como profesor de Literatura
en el Colegio Guadalupe y como docente de latín y griego en la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos.

En 1891, publica La inmigración en el Perú y Páginas diplomática, así mismo comienza


con su gran proyecto modernizador: su semanario «El Chispazo».

Correspondiente a nuestro periodo romántico, Pedro Paz Soldán y Unanue, quien se hiciera
literariamente conocido como Juan de Arona, por su hacienda en Cañete, destaca como un
gran escritor polifacético, el cual resulta un tanto complicado de encasillar puesto que realiza
poesía lírica y la sátira, así como traducciones de clásicos latinos. Según Washington
Delgado, Arona no es propiamente un costumbrista a la manera de Pardo y de Segura, sin
que eso omita que su obra contenga notas populares. 6 No es un poeta lírico puro, pero sí el
único romántico que logra plasmar vivas descripciones del paisaje peruano o, más
propiamente, costeño (…) prefiere las descripciones largas y sostenidas, visiones rápidas
del ambiente (…).

Sin embargo, el propio Arona se mostraba a menudo desconfiado de su propio valer, pues ya
en 1869 confiesa ser “mal poeta”. Y en el prólogo de sus Páginas diplomáticas (1891)
deplora:

6 DELGADO, Washington. Historia de la literatura republicana: nuevo carácter de la literatura en el Perú


independiente. Lima: Rikchay Perú, p.65

12
Las Geórgicas se quedaron en el libro primero, el Diccionario y la Inmigración no
han pasado ni pasarán de la primera edición y la proyectada historia diplomática fue
reducida a cuadros o páginas.7

Arona se sentía un autor mediocre al punto que culpa al público por su fracaso. Para Alberto
Tauro, aquel es un escritor leal a la verdad, quien sobresale por su profundo nacionalismo.
Este afán por lo fehaciente quedará expuesto en el prospecto de su semanario «El
Chispazo», en donde explota su vena satírica y alcanza descollar puesto que ha alcanzado
madurez.

Sin duda su obra más importante, además de sus aportes historiográficos, es su Diccionario
de peruanismos, no solo por recoger un interesante y vasto vocabulario, sino por haber
esbozado un primer análisis metalexicográfico en el ámbito del español de tierra americana.

Finalmente, Juan de Arona fallece en Chorrillos, en 5 de enero de 1895 a los 56 años.


Hasta este punto hemos revisado lo que respecta a los aspectos formales del diario: su
propuesta, estructura, contextualización y el autor detrás del proyecto. A continuación,
nuestro último capítulo abordará puntualmente dos relatos propios del diario estudiado y
contrastaremos el prospecto del mismo con la configuración de diversos elementos
narrativos que nos revelan la situación social de nuestra Lima del XIX.

7 ARONA, Juan de. Páginas diplomáticas del Perú. Lima: Imp. de la Escuela de ingenieros. 18p.

13
CAPÍTULO II

La imagen del joven dentro del proyecto modernizador de «El Chispazo»

En esta parte del trabajo, nos enfocaremos en el análisis de los dos relatos presentes en dos
distintas ediciones de «El Chispazo», los mismos que ayudarán a sostener nuestro objetivo:
bosquejar la representación del joven dentro del marco social de la segunda mitad del siglo
XIX, durante el proceso de modernización. La visión del mismo como un sujeto de
expectativas y fracasos.

2.1. “Los hijos de los amigos”

Perteneciente a la edición número 58, publicado el sábado 19 de noviembre, “Jenaro


Vanda” nos cuenta lo siguiente:

Esta es la historia de Fernando y Valerio, dos entrañables e inseparables amigos que logran
una relación cuasi filial al punto de que la gente los confundía: por la ropa, por los
ademanes, etc. Nadie podría atentar contra la hermandad de estos dos hombres, ni aun
después de casarse: sus esposas contribuirían aun más a esta alianza. Sin embargo, como
todo hombre que desea consolidar una familia, cada quien decide tener un hijo, a los que
llamaron Carlos y Enrique. Se esperaba, lógicamente, que estos últimos mantuvieran el
estrecho lazo familiar entre estas dos familias, entre aquellos, sus padres; no obstante, el
afán por lanzar un diario titulado “El adelante”, por parte de los jóvenes, termina no solo
siendo un fiasco, sino que amenaza gravemente la amistad de los padres. Finalmente, tras
la gresca, los jóvenes logran amistarse, mas Fernando y Valerio no. Pasado el tiempo,
aquellos mismos jóvenes terminan por alejarse.

En este cuento tenemos detalles interesantes, como el hecho de presentarnos a la familia, la


que representa la educación a los hijos, y por ende el progreso como consecuencia de las
futuras generaciones. Sin embargo las familias de esta historia parecen haber instruido mal a
sus hijos, puesto que estos acaban con la relación activa entre ambas como consecuencia de
haber decidido trabajar en conjunto: recordemos lo que decía Arona acerca de una empresa

14
en la que intervienen más de una mano, pues que esta está destinada al fracaso, es un hecho
que esta historia quiere demostrar aquello, y qué mejor manera de representar la pésima
decisión de una alianza laboral que emplear jóvenes, quienes si bien simbolizan la esperanza
del desarrollo, contradictoriamente, también connotan impulsividad, agresividad,
inexperiencia y facilidad dentro de una sociedad que pretende alcanzar el progreso. Por lo
tanto, estos jóvenes están conminados a llevar consigo este avance. Arona nos recrea a dos
muchachos, Carlos y Enrique, como modelos a no seguir: no solo son ineptos por haber sido
mal educados, sino que lo son por su condición racial y física. No en vano enfatiza en estos
detalles:

Porque en muchas familias, la diversidad de castas que tal vez ocurrió por arriba,
muy por arriba, viene a operar en fatal confluencia en el nieto, biznieto o tataranieto.
Este último tipejo en cuyo pellejo se dan de coces veinte castas, es la muestra más
abominable que puede producir la especie humana, y forzosamente un mozo
tumultuoso y rebelde.8

Por lo tanto, la incapacidad de estos dos jóvenes también se debe a que, para su “mala
suerte”, han nacido con caracteres raciales propios de una cultura iletrada.

Otro aspecto interesante es la figura de la madre: Juan de Arona retrata a esta mujer como”
un elemento infernal de discordia y de desunión. Su ignorancia, acompañada de una
malicia primitiva, y su codicia o avaricia, llenan de dudas el ánimo del hombre confiado y
sencillo que cae en sus garras”9. Siendo, esta historia, una excepción a esto. Sin duda, aun
contemplamos la representación de una mujer como un ente perjudicante, que no se ciñe a
las normas que sí manejaría la comuna masculina de entonces. Ella connota ignorancia e
imprudencia, aun más tratándose de una madre de familia, posiblemente, entregada a su
vanidad y a los placeres superficiales.

Hasta aquí vemos, en breves líneas, el reflejo de la desigualdad social a través de un relato.
Obviamente, encontramos dos puntos discrepantes: el progreso a través del trabajo, de la
familia como gran maestra, los lazos sociales, frente a la incapacidad de la juventud y la
raza como determinante .En este sentido, podemos entender que, el proyecto modernizador

8 ARONA, Juan de. El chispazo, segunda época de La Saeta. Periódico semanal de literatura, política y
costumbres. Lima, sábado 19 de noviembre. Año II. N° 58. p. 275

9 ARONA, Juan de. El chispazo, segunda época de La Saeta. Periódico semanal de literatura, política y
costumbres. Lima, sábado 19 de noviembre. Año II. N° p 275.

15
que se postula no alcanza plenitud puesto que el discurso que se refleja en esas líneas del
relato no resultan alentadoras. Es necesario todo un sistema de cambios.

2.2. “El joven decente”

Publicado en la edición número 17 del semanario, con fecha 6 de febrero.

Más que una historia, es una reflexión acerca de un muchacho, aparentemente de recursos
limitados, que ha comprendido que no basta haber nacido en Lima para ser considerado
decente, y que es necesario que se busque la vida.

Solo entonces por la primera vez comprendió el joven decente que no bastaba ser
limeño de nacimiento, ni haber nacido bajo la raída bandera de una
misericordiosa democracia, para ser decente.

La ciudad ofrece posibilidades, pero es menester de cada quien buscarlas. Pues este joven labora con
un conductor, al que pretende sobrepasar, de por sí, hallamos la figura del joven reticente, que se
niega a aceptar mandatos, es decir, es un muchacho insolente. Una cualidad propia de la edad,
podrías considerarse. Por otro lado, está la figura del conductor:

El conductor es el único miembro del pueblo bajo para quien hay aquí sanción
social: el único de su clase en quien el extremo rigor de la existencia se cumple,
el único peruano que nunca tiene razón10.

A quien Arona también retrata como un personaje de bajo fondo, puesto que señala que nunca tiene
razón por ende su voz nunca será escuchada. Este pertenece a aquel sector de la sociedad que existe,
pero que no apoya al proceso de la modernidad por sus costumbres populares.

De este modo somero, hemos revisado ambos textos y hemos hallado que la figura del
joven, dentro de estos, nos trae una idea de que si bien el progreso es lo anhelado por una
sociedad que aún conserva su verticalidad, no será posible si es que no se logra un proceso
de inclusión social en donde sea mayor la participación de los distintos sectores sociales del
país, aun cuando esto no agrade a la parte conservadora limeña y sí sea impulsado por el
grupo liberal. El progreso se alcanza con la anexión, mas no con la separación.

10 ARONA, Juan de. El chispazo, segunda época de La Saeta. Periódico semanal de literatura, política y
costumbres. Lima, sábado 6 de febrero Año II. p.1

16
2.3. Conclusiones.

- La prensa del siglo XIX, constituye una fuente valiosísima acerca del conocimiento
de nuestra sociedad de entonces. No hay duda de que más allá de la finalidad
política, lucrativa que puedan presentar estas múltiples publicaciones, queda la
satisfacción de las mismas por ser parte del proceso de cambios sociales, puesto que
tienen una activa participación dentro de él, voluntaria o involuntariamente. Es
posible aproximarnos al pensamiento del hombre decimonónico gracias a estos
diarios y semanarios, los cuales tampoco tuvieron momentos de pleno adelanto,
dadas las ataduras a su libertad de expresión.

- La modernidad se presenta como la posibilidad de dejar de lado las costumbres y


tradiciones que no favorecen el progreso; sin embargo, caemos en cuenta de que este
ideal es difícil por no llamarlo imposible, debido a que la cultura popular está
sumamente arraigada en su gente: el pretender cambiar el sistema implicaría la

17
renovación no solo de normas sociales, de parámetros, sino de la penetración en la
conciencia social.
-
- Juan de Arona, en sus cuentos, nos entrega modelos y él mismo propone en su diario
que busca hacer una reforma en las costumbres del país. Aunque parezca un tanto
ambivalente su trabajo, pues podríamos decir que la estrategia de Arona es de
representar una sociedad con malos hábitos, es decir, un antiparadigma: aquello que
no deberíamos de aceptar, sino que, contrariamente, hay que rebatir. Aun cuando esto
parezca algo atroz, el ideal de la modernidad para el burgués está ligado a la poca
participación de los otros de su sociedad, mientras que aquellos sectores distantes
pugnan por acercarse y formar parte de un sistema más inclusivo, con mayores
oportunidades.

ANEXOS

«LOS HIJOS DE LOS AMIGOS»

Fernando y Valerio eran amigos inseparables desde el colegio.

Parecían hermanos gemelos.

Estudiaban, andaba, comían, bebían, y hasta dormían juntos, pues las familias de ambos
enternecidas al verlos tan fraternalmente unidos, tenían siempre una cama lista para recibir
al otro.

Su pasito cuando iban en compañía, su aire, sus efusivas conversaciones, en las que
prescindían por completo del público que pasaba junto a 11 ellos, eran tan cómicos y tan

11 En el texto original, la preposición “a” aparece tildada.

18
novelescos y desplegaban alto tan aéreo12 que parecía que iban a trasportarse al firmamento
y a convertirse en constelación13 como Cástor y Pólux.

Una mañana en que bajaban el malecón de Chorrillos llamando la atención como de


costumbre de los grupos circunstantes, hubo alguien que dijo:

- Este par de mozos parecen dos tipos de novela, de una novela que se titulara,
supongamos:
Fernando y Valerio

Era en plena temporada.

El dicho cayó tan en gracia, que desde ese momento todo Chorrillos, y más tarde todo Lima,
ya no hablaban sino de Fernando y Valerio.
Llegaron casi a perder su nombre propio, como los famosos hermanos crucíferos que se
hicieron célebres con su nombre de pila: el padre Panchito y el padre Toribio.
Ninguno de los dos reconocía propiedad particular ni en su ropa, ni en su calzado ni en su
sombrero.

Fernando, sin darse cuenta, se encasquetaba lo de Valerio, y viceversa.

Su bolsillo era común.14

A fuerza de andar juntos y de vivir lo mismo, se identificaron tanto, que acabaron por
parecerse.
Y hubo más de uno que al encontrar excepcionalmente suelto a Fernando o a Valerio, le
dijera:
- ¿Es Ud. o15 su amigo?
Esta tierna y edificante amistad resistió a todo: al crecimiento, que desfigura de cuerpo y
alma a los muchachos; a los intereses materiales, a los políticos, a los del amor.

Y por último, a los del matrimonio.


La esposa casi siempre mata al amigo, aun al más antiguo.
La mujer es un elemento infernal de discordia y de desunión.
Su ignorancia, acompañada de una malicia primitiva, y su codicia o avaricia, llenan de dudas
el ánimo del hombre confiado y sencillo que cae en sus garras.
Pues aquí no.

12 En el texto original, “aéreo” figura sin tilde.


13 En el texto original, la preposición “constelación” figura sin tilde
14 En el texto original, la preposición “común” no aparece tildada.
15 En el texto original, la conjunción “o” aparece tildada.

19
El matrimonio apretó más todavía los vínculos entre Fernando y Valerio.

Raro era el día en que el uno no recibía una esquelita del otro, invitándolo a comer en
nombre de Merceditas o Manuelita, ya con pretexto de santo, ya con el de una sorpresa
culinaria que una de las dos preparaba al amigo de su marido.

Ambos matrimonios tuvieron un hijo.

Nada más que uno.

Hombrecito.

Estos dos muchachos crecieron en medio del mimo más demente de sus padres.

Y como al mismo16 tiempo nacieron muy degenerados, todo hacía presentir que la amistad
paterna que ambos heredaron, no fructificaría en tan buen terreno.

El uno tenía las patas metidas para adentro como loro.

El otro era gago.

Y entrambos17, a medida que crecían, iban echando síntomas de encastados.

Encastados ¿por qué? Me dirán Uds.

Porque en muchas familias, la diversidad de castas que tal vez ocurrió por arriba, muy por
arriba, viene a operar en fatal confluencia en el nieto, biznieto o tataranieto.
Este último tipejo en cuyo pellejo se dan de coces veinte castas, es la muestra más
abominable que puede producir la especie humana, y forzosamente un mozo tumultuoso y
rebelde.

Pero los padres estaban ciegos y no veían sino unos portentos en sus dos menguados hijos.

Al pronunciar el nombre de cada uno de ellos el padre es afervoraba y apasionaba de tal


manera, que lo desfiguraba, y en vez de Carlos18 pronunciaba Carlús.
El otro caía en un éxtasis demente, y con una expresión de gélida tontería que ya se puede
suponer19, murmuraba:
Anrique.

16 En el texto original, la preposición “mismo” aparece tildada.


17 En el texto original, la preposición “entrambos” aparece tildada.
18 En el texto original, “Carlos” aparece tildada.
19 En el texto original, “supones” figura con “s” en lugar de “r”.

20
No se les podía preguntar ni por el día de la semana sin que contestaran:

- No he hablado con Anrique.


- No sé la opinión de Carlús.

Anrique y Carlús creyeron que todo el mundo era Popayán20.

Que todo el mundo tenía de ellos21 el elevado concepto de sus progenitores,

Y, por último, que tenían una misión que cumplir.


¿Cuál podría ser esta misión?
Ilustrar a las masas.
Al efecto fundaron un semanario que colmó la demencia de ambos 22 padres, los cuales
proporcionaron cuanto recurso se les pidió.

El periódiquete se llamaba El Adelante.

Y era naturalmente el órg… asno de la jumentú, y de las ideas progresistas y liberales, Casi
todo él se reducía a la primera cara, estereotipada, en donde ambos mozos habían vaciado
toda su vanidad, que era el único caudal que poseían.

A la cabeza, encima de toda línea se leía «PERÚ», sabia 23 previsión pues pudiera suceder
que al circular el “Adelante” por el universo se le confundiese con la «Época» 24 de Madrid o
con algún periódico de Emilio Castelar, lo que lastimaría la dignidad nacional.

Y Anrique y Carlús se habían25 propuesto poner muy alto el nombre de esta patria tan
quereda.

Venía en seguida todo el arsenal de la vanidad de ambos mozos, que en realidad no tenían
más programa que el verse en letras de molde periódicamente:

«Casilla del correo N…. Apartado del correo, N… Teléfono N…. Administración: Siete
Jeringas, hoy Ayacucho 215, letra A, ventana de reja, a la derecha entrando – Oficina de
Redacción, calle de Borricos hoy Cajamarca, 19, letra B, altos, pasada la reja. (Cuidado con
el perro). Horas de despacho: de 2 a 4 p.m.»

20 En el texto original, “Popayan” aparece sin tilde.


21 En el texto original, “ellas” figura en lugar de “ellos”.
22 En el texto original, “ámbos” lleva tilde.
23 En el texto original, “sábia” lleva tilde.
24 En el texto original, “Época” no está tildada.
25 En el texto original, “habían” figura sin tilde.

21
Y por último, el renglón mágico: «Editores fundadores propietarios redactores y directores
en jefe: Enrique de la Chocomelli y Godines - Carlos del Catarral y Moquillo, -
Omitiremos26 la lista de Agentes y Corresponsales del «Adelante”.»

Uno de los primeros objetos con que hacía tiempo chocaba sordamente la vanidad de ambos
mozos, era con el amigo de su pae.

- Ese viejo imbécil está arruinando a mi pae, le decía cada uno de ellos a su mamá.
Mi pae es muy débil – yo quisiera darle un poco de mi caca, caca……rácter, agregaba el
gaguito.
- Calla, niño, no hables así del amigo de tu papá; contestaba ella.

Y arrastrada insensiblemente – en la manía del hijo, cada madre comenzó a desempeñar su


papel de serpiente.

¡Ya habían tardado!

Y a inocular en infiltrar la duda en el corazón27 de su generoso marido.

La mina se hallaba perfectamente atacada el día en que Anrique y Carlús, más borrachos que
de costumbre y creyendo cada cual que el otro cerraba con el producto de la venta del
«Adelante», que no tenía la menor salida, vinieron a28 las manos.

Los dos imbéciles rodaron abrazados por el suelo. Se mordieron, se arañaron, se escupieron,
se arrancaron los pelos de la cara y los botones de la ropa. Y cuando fueron regocijados y
llevados a sus casas, chorreaban sangre, sudor, polvo, lágrimas, babas y mocos, pues se
había ido por todas sus vías.

Andando el tiempo, ellos llegaron a reconciliarse.

Los que no volvieron a juntarse jamás en la vida fueron Fernando y Valerio. La firme, la
santa amistad de una vida entera, no pudo resistir a la cuña raquítica de los hijos.

¡Y qué hijos!

Un par de monos degenerados, encastados, patizambos y gagos.

26 En el texto original, “omitiremos” carece de tilde.


27 En el texto original, “corazón” aparece sin tilde.
28 En el texto original, la preposición “a” no lleva tilde.

22
Después de haber desunido a sus padres, Anrique y Carlús, siguiendo la centrífuga ley
natural, se fueron alejando cada día más y más del seno de su familia.

Fernando y Valerio habían llegado a la época en que el hombre no hace más que morir
incesantemente.

En que no le queda más refugio que los brazos de su mujer.

Los parientes, que tan gratos le han hecho los primeros años de la vida, mintiéndole la
eternidad de los afectos, se han evaporado, más que por la muerte, por los desengaños.

El hombre muere y muere sin poderlo evitar.

Y cuando verdaderamente la llega la hora final, ya no tiene que29 morir porque todo lo ha
muerto.

AJENOR VANDA

El joven decente

En Lima lo era todo el que nacía de padre y madre, pobres, pero… ladrones.

O aunque brotara como un hongo en una noche en la Casa de Huérfanos, sin padre ni madre,
no importaba.

Naciendo en Lima, nacía decente.

Este y otros mil sofismas de nuestro falso modo de ser social, duró impunemente hasta
que…

Tiró el diablo de la manta


Y se descubrió el pastel.
Vino el infortunio, que fue30 la piedra de toque de nuestra nulidad, y el joven31 decente y
demás falsas entidades comenzaron a32 sentir que les faltaba la tierra en que pisaba, y que se
iban quedando en seco.
29 En el texto original, “que” figura con tilde aun sin referirse a énfasis.
30 En el texto original, el monosílabo “fue” está tildado.
31 En el texto original, “joven” figura en su primera aparición.
32 En el texto original, la preposición “a” está tildada.

23
Solo entonces por la primera vez comprendió el joven decente que no bastaba ser limeño de
nacimiento, ni haber nacido bajo la raída bandera de una misericordiosa democracia, para
ser decente.

Como Adán33 puesto a las puertas del Paraíso, comprendió nuestro hombre lleno de atónito
dolor que la decencia hay que conquistarla, hay que buscarla, hay que merecerla.

Por la primera vez supo que para vivir hay que buscarse la vida.

Y con la ceguedad de un topo se echó a dar topetones como un moscón por los alrededores
del Palacio de Justicia.

Donde, como nadie ignora, se va a dejar y no a sacar. Después con menos desacierto, rodaba
por los al rededores del la Caja Fiscal, como las sombras del Leteo, sin poder entrar.
Finalmente, se alquiló en el tranvía de conductor. Pero con la pretensión de imponerle su
decencia a los pasajeros, y de que el joven decente es se sobrepusiese al conductor.

Consideren Uds. Si sería insoportable la situación, mayormente allí donde nos hemos
acostumbrado a que el conductor, alternativamente oprimido por la Empresa, por la
Autoridad y por el público, sea un ente sufrido y pasivo, un pobre chino cristiano.

El conductor es el único miembro del pueblo bajo para quien hay aquí sanción social: el
único de su clase en quien el extremo rigor de la existencia se cumple, el único peruano que
nunca tiene razón.

Los ojos del mozo decente relampagueaban de ira al cobrar, al obedecer algún mandato: no
tenía más34 que un pensamiento: hacernos ver que era joven decente. Por supuesto no duró ni
tres días. Al fin halló su media naranja.

¡Cobrador!

Aquí ha durado y durará, porque la mayor insolencia le es permitida a un cobrador de Lima.

El modo de anunciarse en las casas de este joven decente cobrador, es romper el cordón de la
campanilla de un enérgico tirón. Él35 no puede ni esperar ni volver.

A la criada que sale a abrir despavorida, la apostrofa:

33 En el texto original, “Adán” no figura con tilde.


34 En el texto original, el adverbio de cantidad “mas” no está tildado.
35 En el texto original, el pronombre “él” no se halla tildado.

24
Oye, negra, de mí no te burlas; soy una persona decente.

Al perrillo faldero que salió ladrando, le arruma un puntapié, por el mismo delito: haberlo
tomado por un cobrador.

A una niña del frente que desde la ventana gritaba ¡suertero!36 A uno que pasada, la increpó
con dignidad dándose por aludido:

¡Suertero será su madre!

Y viendo entornada la mampara del principal, se precipitó a la sala y tomó posesión del
asiento más dominante, en la testera de la pieza, con el aplomo de un joven decente.

Montó una pierna sobre otra, alzándose un poco el pantalón para que se viera el principio de
la caña de tafilete verde de una bota de charol. Pasó suavemente los dedos por sus favoritas,
y por último, sacó el pañuelo, y apuñuscándolo37 en forma de muñeca, comenzó a darse
golpecitos secos en la frente, como un dibujante al estarcir. Era un modo digno de enjugarse
el sudor.

El dueño de casa que salía38 airado, y que a guisa de garrote había arrancado un pie 39 del
catre de su bisabuelo, se reprimió al callarse con un joven decente.

Pero al ver la flema con que este sacaba un mazo de recibos mugrientos y se ponía a
hojearlos, pasándose antes40 por la lengua y la yema del índice y el pulgar, comprendió la
burla; y lleno de indignación le gritó:

- ¡Fuera de aquí!41 ¡A esperar al zaguán!


- Advierta Ud. que habla con un joven decente.
- Por lo mismo, yo no quiero cobradores sino indecentes.

El mozo raspó, y habría salvado sin daño mayor, si el perrillo, que deseaba venganza del
puntapié, no le42 hubiera pegado un tarascón en la panza de la pierna.

36 En el texto original, figura con un solo signo de exclamación.


37 En el texto original, está escrito “apañuscándolo”, con “a” y no con “u”.
38 En el texto original, “salía” no figura con tilde.
39 En el texto original, “pie” figura con tilde.
40 En el texto original, “antes” presenta tilde.
41 En el texto original, la expresión solo emplea signo de exclamación final.
42 En el texto original, el pronombre “le” está tildado.

25
26
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2009 Literatura y Modernidad en la prensa peruana del siglo XIX. En Boletín del
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