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Cita sugerida:
Rivara, L. (2016). Rodolfo Kusch: Tesis para la descolonización. Tesis de grado.
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación. En Memoria Académica. Disponible en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.1297/te.1297.pdf
LICENCIATURA EN SOCIOLOGÍA
TESINA
1
2
RESUMEN
Rodolfo Kusch (1922-1979) es autor de una obra vasta que aún sigue parcialmente
como una de sus cuatro grandes líneas de reflexión-investigación, constituida por una serie
“tesis histórico-sociológicas”. Además de recuperar estas tesis apenas abordadas por sus
campo intelectual y político la producción del autor. Por último, a lo largo de todo el
trabajo también nos abocaremos a tender ciertos puentes entre la obra kuscheana y otras
Latina.
PALABRAS CLAVE
3
ÍNDICE
0. Tabla de referencias
7. Bibliografía
4
0. TABLA DE REFERENCIAS
Para facilitar la lectura, elaboramos una tabla con las abreviaturas de la totalidad de
las obras de Rodolfo Kusch1. Nos guiaremos por la sistematización de la edición de las
los apartados en que fueron organizados, para así facilitar el seguimiento de las referencias.
Consignamos también el volumen en que se ubican y los años de los textos publicados
como libros.
PA - Pozo de América (Tomo IV. Incluye “Las religiones nativas”, editado en 1987)
1 Hemos elaborado esta table de referencias partiendo de: Sada, Osvaldo (1996). Los caminos
americanos de la filosofía en Rodolfo Kusch. Buenos Aires: Fernando García Cambeiro.
5
SADE - Sade (Tomo IV)
TEA - Teatro (Tomo IV. Incluye, entre otros textos, toda la dramaturgia del autor)
6
“Lo que se es, hay que ser”
Fausto Reinaga
7
1. ESTRUCTURACIÓN DE LA TESINA Y PERSPECTIVA TEÓRICO-
METODOLÓGICA
de allí ciertas conclusiones sobre las características, sesgos y limitaciones de la, por el
que ha generado escasa o nula reflexión por parte de sus comentaristas, y por cuanto
disciplina sociológica. Esta sistematización será analítica, aún a riesgo de mutilar una
obra que Kusch elaboró con profundas vinculaciones orgánicas y concibió, pese a la
8
Para terminar, el apartado 6 se propondrá iluminar la producción del autor
Bourdieu2 tematizará como campo, en cuyo marco una obra es afectada por un sistema
de líneas de fuerza que cuenta con una autonomía relativa, lo que habilita un proceso de
buscamos de alguna forma religar la inscripción de Kusch en lo que, en las lecturas más
latinoamericanos que han pensado la relación entre campo intelectual y campo del poder
para analizar más refinadamente las complejas mediaciones que operan entre ambos
escindir estos campos intentaremos pensar su baja autonomía para el caso que nos ocupa,
2 Bourdieu, Pierre (2002). Campo de poder, campo intelectual. Buenos Aires: Montressor.
3 Acha, Omar (2012). “La modernización difícil y el campo intelectual: dos categorías
problemáticas”. En: Un revisionismo histórico de izquierda. Buenos Aires: Ediciones Herramienta.
9
y retomar las salvedades de Martínez4 en relación a las características de los campos en
boliviano.
textual y contextual, y por sus advertencias contra las diversas “mitologías” en las que
suele incurrir la perspectiva de la historia de las ideas. Este marco conceptual revestirá su
vuelve un peligro cierto tales deslizamientos, peligros en los que -creemos constatar-,
4 Martinez, Ana Teresa (2007). “Para estudiar campos periféricos: un ensayo sobre las
condiciones de utilización fecunda de la teoría del campo de Pierre Bourdieu. En: Trabajo y
Sociedad, nº 9, vol. XI. Santiago del Estero.
5 Skinner, Quentin (2000). “Significado y comprensión en la historia de las ideas”. En: Prismas, nº
4, pp. 149-191.
10
2. REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA: LOS LÍMITES DE LA OBRA CRÍTICA
autor, recogida en los cuatro volúmenes de sus obras completas. Se trata una vasta
producción de cerca de 3000 páginas elaborada en el período 1953-1978. Queda por fuera
kuscheana ha cobrado una notoriedad que era inesperada hasta hace unos pocos años.
Algunos hitos de este derrotero son sin dudas la labor de difusión y preservación de la obra
Centro de Estudios Latinoamericanos, la edición de sus obras completas en el año 2007 por
documental alusivo de Jorge Falcone, “Hombre bebiendo luz”, entre tantos otros. Sin
embargo, sigue siendo sumamente escasa la reflexión en torno a sus textos y más aún si
refiriendo. Por otro lado continúa siendo prácticamente nula su inserción en las aulas y las
2
Torres Rogero, Jorge (2014). La seducción de la barbarie, esbozo de una poética geocultural.
Disponible en Internet: https://confusapatria.wordpress.com/2014/07/06/la-seduccion-de-la-
barbarie-esbozo-de-una-poetica-geocultural/
11
Pese a esto, hemos podido relevar alrededor de 50 artículos, ensayos y notas
periodísticas que hemos revisado íntegramente. Por otro lado, también hemos consultado
entre filosofía y antropología), como por la posición polémica, e incluso marginal, que este
autor tiende a ocupar en términos simbólicos en el campo intelectual argentino, los trabajos
creemos, deben ser profundizadas, discutidas y/o puestas en diálogo. En efecto, la mayoría
de los libros y artículos sobre la obra de Kusch abordan líneas de investigación, áreas
sistemático. Podemos constatar esto en el libro reciente compilado por Tasat y Pérez 6, en
los diversos artículos introductorios al primer tomo de las obras completas de Kusch 7, en la
filosofía en Sada9, y en la reflexión ontológica de Borda de Rojas Paz10, entre otras fuentes.
3
Nos referimos a los siguientes textos:
- Pagano Fernández, Carlos María (1999). Un modelo de filosofía intercultural: Rodolfo
Kusch (1922-1979). Aachen: Mainz.
- Bordas de Rojas Paz, Nerva (1997). Filosofía a la intemperie: Kusch, ontología desde
América. Buenos Aires: Editorial Biblos.
- Rubinelli, María Luisa (coord.) (2001). Reflexiones actuales sobre el pensamiento de
Rodolfo Kusch. Buenos Aires: Universidad Nacional de Jujuy
- Tasat, José Alejandro y Pérez, Juan Pablo (coord.) (2013). El hedor de América.
Reflexiones interdisciplinarias a 50 años de América Profunda. Buenos Aires: Centro
Cultural de la Cooperación.
- Sada, Osvaldo (1996). Los caminos americanos de la filosofía en Rodolfo Kusch. Buenos
Aires: Fernando García Cambeiro.
- Azcuy, Eduardo (1989). Kusch y el pensar desde América. Buenos Aires: Fernando García
Cambeiro.
.
6 Tasat, José Alejandro y Pérez, Juan Pablo (2013), ob. cit.
7 Kusch, Rodolfo (2007a), ob. cit.
8 Azcuyy, Eduardo (1989), ob. cit.
9 Sada, Osvaldo (1996), ob. cit.
10 Bordas de Rojas Paz, Nerva (1997), ob. cit.
12
Diversos autores intentan calibrar el peso que el ensayo filosófico, la literatura, la
hacen desde una matriz ensayístico-filosófica, desde donde abordan la crítica integral a los
11
Maturo, Graciela. (2009). Rodolfo Kusch: la búsqueda del sí-mismo a través del encuentro con el
otro. Utopía y Praxis Latinoamericana, vol. 15, n° 38. Maracaibo.
12
Matuschka, Daniel Von. (1985) Exposición y crítica del concepto de “estar” en Rodolfo Kusch.
Anuario de filosofía argentina y americana, Vol. 2
--------------------------------- (1993). Nuevas consideraciones en torno al concepto de “estar” en R.
G. Kusch. Anuario de filosofía argentina y americana, Vol. 10.
13
Picotti, Dina (2008). Rodolfo Kusch, aportes de una antropología americana. Disponible en
Internet: http://www.ensayistas.org/critica/generales/C-H/argentina/kusch.htm
14
Garreta, Mariano Juan (1989). “Kusch, la antropología y el sujeto”. En Kusch y el pensar desde
América (Azcuy, E. comp.) Buenos Aires: Fernando García Cambeiro.
15
Pérez, Alberto Julián. (2003). El pensamiento de Rodolfo Kusch: una manera de entender lo
americano. Mitológicas, Vol. 18, nº 1. Buenos Aires: Centro Argentino de Etnología Americana.
--------------------------------- (2010). Rodolfo Kusch y su crítica a la razón occidental. Mitológicas, Vol.
25. Buenos Aires: Centro Argentino de Etnología Americana.
16 Azcuy, Alejandro (1989), ob. cit.
13
Aún menos atención han suscitado sus reflexiones “histórico-sociológicas”, que son
las que en particular atañen a nuestro trabajo, en torno a la constitución de las clases
seno de las clases populares. Apenas si encontramos algunos aportes de Bordas de Rojas
intelectual de la Generación del 80, a través de Corbetta19 y de Guerra20. Por último, han
Bolivia, que plantean a la economía indígena como una alternativa al desarrollo occidental
capitalista. Contamos sin embargo con breves textos de autores que, junto a Kusch, fueron
parte o reflexionaron sobre dicha experiencia, aportes que han sido recogidos en el tomo IV
17
Rovelli, Fernando. (2016). Más allá de las epistemologías: el pensamiento de Rodolfo Kusch
acerca de los límites de la racionalidad instrumental. En: Parar el Mundo, portal de noticias del
Grupo de Reflexión Rural. Disponible en Internet: http://pararelmundo.com/mas-alla-
epistemologias-pensamiento-rodolfo-kusch-limites-racionalidad-instrumental/
18 Bordas de Rojas Paz, Nerva (1997), op. cit.
19
Corbetta, Silvina. (2014). “Kusch y un ‘pensar América’ seducido por la barbarie” en Ferrás, G.
(edit.). Civilización y barbarie: textos, cuerpos y miradas de la “otredad” desde el horizonte
hispanoamericano. Córdoba: Báez Ediciones.
20
Guerra, Federico. (2007). “El mito argentino en Sarmiento, Astrada y Kusch”. Disponible en
Internet: http://www.asofil.org/web/paginas/MONOGRAFIAS/Guerra-2007.pdf
21 Kusch, Rodolfo (2007d). Obras competas Tomo IV. Rosario: Editorial Fundación Ross.
14
continentales propiciado por la más reciente etapa latinoamericana. Los trabajos de Esposto
Pérez24, dan cuenta de este interés, todavía incipiente, por asediar su figura y su obra.
22
Esposto, Roberto y Holas, Sergio. (2009). “Rodolfo Kusch: hacia una condición postcolonial
pensada desde categorías espistemológicas situadas” en Dissidences, Vol. 3. Iss. 5, artículo 6.
23
Benavente, Sol. (2012). Hacia un feminismo popular: los legados de Rodolfo Kusch y Domitila
Barrios. La revista del CCC. Enero/Agosto 2012, nº 12/15.
24 Tasat, José Alejandro y Pérez, Juan Pablo (2013), ob. cit.
25
Mignolo, Walter. (1995). Occidentalización, imperialismo, globalización: herencias coloniales y
teorías postcoloniales. Revista Iberoamericana, Vol. 61, n° 170-171.
26
Reinaga, Fausto. (2014a). El pensamiento amáutico. La Paz: Estado Plurinacional de Bolivia:
Viceministerio de Descolonización.
------------------------- (2014b). La revolución india. La Paz: Estado Plurinacional de Bolivia:
Viceministerio de Descolonización.
27
Rivera Cusincanqui, Silvia. (2010a). Ch’ixinakax utxiwa : una reflexión sobre prácticas y
discursos descolonizadores. Buenos Aires : Tinta Limón.
15
con la obra previa de Kusch y de parte del indigenismo filosófico latinoamericano con el
que el propio Kusch dialoga (así por ejemplo, la noción de “ch´ixi”, a la que apela Rivera
también una calurosa polémica con el enfoque exotizante del pensamiento indígena, por
Algunos pocos autores que parten explícitamente de Kusch han puesto en juego la
productividad de sus conceptos, utilizándolos por fuera del propio marco de referencia
conceptual del autor (algunos ejemplos son la aplicación de Steffen28 del corpus kuscheano
perspectiva del feminismo decolonial que ensaya Benavente29, o los puentes con marxistas
-y con indigenistas como Gamaliel Churata- que propicia Mazzeo30). También el campo
Paulizzi31, la conexión de los aportes de Kusch con el universo conceptual del peronismo
28 Steffen, Guillermo. (1989). “Una psicología válida para los sudamericanos fundamentada sobre
el pensamiento filosófico de Rodolfo Kusch”. En Kusch y el pensar desde América (Azcuy, E.
comp.) Buenos Aires: Fernando García Cambeiro
29 Benavente, Sol (2012), op. cit.
30
Mazzeo, Miguel. (2014). “José Carlos Mariátegui y Rodolfo Kusch. Notas para un estudio
comparativo”. En: Debates Urgentes, año 3, nº 4.
31
Paulizzi, Cora. (2013). “El pueblo presiona y huele a cacerolas. La dimensión política del hedor
en la Argentina actual”. En El hedor de América. Reflexiones interdisciplinarias a 50 años de la
América Profunda de Rodolfo Kusch. Buenos Aires: Ediciones del CCC.
16
de Bolivar, Ríos y Di Lorenzo32, el rescate del autor que opera Argumedo33 o la
kuscheanos que estudia, y/o tiende a sustraer su obra respecto de los debates coyunturales
prolongando así acríticamente una reflexión ensayística laxa, a menudo débil desde el punto
de que “determinado autor clásico no sea del todo consistente e incluso que omita por
completo dar una descripción sistemática de sus creencias”. Por tanto, “será
peligrosamente fácil para el historiador imaginar que su tarea es dar a cada uno de esos
textos o encontrar en ellos la coherencia de la que tal vez parecen carecer” 36. Creemos que
homenaje hacen al autor quiénes reifican la obra de quién defendió una “subjetividad
17
En contraste con la presencia de varias aproximaciones filosóficas y ensayísticas que
durante el siglo XIX, tema por el cual Kusch mostró una profunda preocupación. Desde el
Sarmiento, pasaremos a una primera tesis, que, a contrapelo de la historia oficial mitrista y
segunda tesis, que establece la existencia de una fractura, de tipo cultural-colonial, entre las
clases medias y las clases populares de nuestro país, a través del abordaje del concepto de
hedor y de la tesis, apenas esbozada, del imperialismo cultural de las clases medias. Las
centralmente en SB, IPD, AP, PIPA y GHA, y secundariamente en MVP, NPP, EAFA y
PARDA.
18
La preocupación kuscheana por el ciclo político de la independencia y por los
avatares del siglo XIX, es tributaria de las preocupaciones del autor en tanto filósofo de la
para aprehender las relaciones sociales coloniales tejidas al interior del territorio nacional,
cuestiones que resultarían sesgadas desde una preocupación excluyente por el siglo XX, o
desde un análisis que desde una óptica eurocentrada, cifrara míticamente en el advenimiento
elabora un primer juicio esclarecedor sobre nuestra organización estatal: “Hemos fundado
una nación sin pueblo”37, lo que podría ser traducido como la fundación de una estatalidad
mediante la negación de su único contenido nacional posible, constituido por las clases
Ribeiro, antropólogo crítico brasileño, apunta: “Es uno de los raros casos históricos en que
una clase dominante se vuelve tan profundamente alienada de su propio pueblo y alcanza un
poder de determinación tan opresivo que se propone nada menos que sustituirlo por «gente
organización Argentina de fines del siglo XIX es un tópico recurrente del pensamiento
peculiar, ya que nuestro autor sitúa el origen del problema en el propio proceso
37 MVP, p. 326.
38 Ribeiro, Darcy, citado en Ratier, Hugo (1971). Villeros y villas miseria. Buenos Aires: Centro
Editor de América Latina, p. 20.
19
comprender este sinsentido, juzga a los hacedores de nuestro independencia como
a la tesis, el indio y la geografía de América”. “Él era representante de una pequeña élite de
lo que llamamos sintéticamente como ser (…) “Él era de los creadores de grandes ciudades,
del plano del ser. Entendía las cosas a la manera de la burguesía europea, como voluntad y
acción39”.
europeas, pero carecería de las condiciones socioculturales del viejo continente para erigir
una institucionalidad propia. En una afirmación tajante, nos dice: “Ninguno de los patriotas
tenía otra concepción del mundo que la de cualquier ciudadano francés del siglo”40.
Opinamos, sin embargo, que el autor opera una reducción al subsumir toda relación con lo
proceso. De este modo se obvian las diferencias sustanciales al interior de los bloques
quién, entre otros, influenciado por la experiencia de las reducciones jesuíticas y por el
39 AP, p. 136.
40 Ibid., p. 138.
20
omnicomprensiva en sus experiencias gubernamentales41. Creemos que es este mismo
(pero también políticamente operante) proclama de Juan José Castelli en las Ruinas de
de Tupac Amaru, que sacudió irreversiblemente los cimientos del orden hispánico42, como
Más allá de estas digresiones, queremos destacar otro juicio central para comprender
la perspectiva del autor, según el cual la Revolución de Mayo habría utilizado, sin liberar,
las fuerzas autóctonas, con el fin de concretar la independencia (hecho que se repetiría
episódicamente en nuestra historia). Esta es sin duda una clave interpretativa de una enorme
productividad historiográfica, ya que señala la paradoja de que las clases populares que
41 Argumedo, Alcira (2009). Los silencios y las voces en América Latina: notas sobre el
pensamiento nacional y popular. Buenos Aires: Colihue, pp. 37-41.
42 Para dos interpretaciones sobre esta rebelión o revolucón panandina, remitirse a: Lewin,
Boleslao (2015). La insurrección de Tupac Amaru. Buenos Aires: EDICOL. Y a: Ticona Alejo,
Esteban (comp.) (2011). Bolivia en el inicio del Pachakuti. Madrid: Ediciones Akal, cap. 3.
43 James, C.R.L. (2003). Los jacobinos negros. México: Fondo de Cultura Económica y Gruner, E.
21
colonialidad44, producido tras las guerras de independencia con la constitución de estados
formalmente soberanos:
angustioso de dar la espalda al país y de sistematizar la huida de la verdad del suelo afirma
la ficción. Ahora el coloniaje se amplía; se trata de imitar todo lo europeo o sea también el
mundo anglosajón en el terreno del espíritu y en el del comercio (…)”. “Lo que había sido
“coloniaje de espíritu”. En esa línea, Anibal Quijano, exponente peruano del Grupo
sociedades coloniales”. En sus palabras, “ese nuevo Estado era independiente del poder
colonial, pero, simultáneamente, en su carácter de centro de control del poder, era una
Estados no eran nacionales respecto a ellas ni que eran, en sentido alguno, democráticos, al
44 Quijano, Anibal (2009). “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”. En: La
colonialidad del saber (Edgardo Lander Comp.) Caracas: Fundación Editorial El perro y la rana, pp.
267-327.
45 SB, pp. 84-85.
46 Quijano, Anibal (2005). “El movimiento indígena y las cuestiones pendientes en América Latina”.
22
no representar ninguna ciudadanía efectiva. La vigencia de esta colonialidad, entraña, por
dominación/explotación47.
importancia, dado que las clases populares, como rasgo distintivo hasta la actualidad, se
separación entre las capas raciales y crea una distancia provechosa entre la ciudad y el
interior”49. Autores como Abelardo Ramos suscribirán a esta idea, al considerar a las
ciudades-puerto que trafican mercancías e ideas como factores centrípetos que ponen en
tensión la frágil cohesión nacional50, y que se edifican, como también lo sostendrá Kusch,
nacional como Ezequiel Martinez Estrada, con el que Kusch mantiene a posteriori un
diálogo explícito, y al cual debemos tomar como una fuente insoslayable de inspiración para
su obra, también arremete, con cierta parafernalia, contra la “macrocefalia” de nuestro país
47 Quijano, Anibal (2009), op. cit., p. 273.
48 Aunque también las clases pudientes operarán en la actualidad una autosegregación voluntaria.
Cfr. Svampa, Maristella (2001). Los que ganaron. La vida en los countries. Buenos Aires: Biblos.
49 SB, op. cit., p. 86.
50 Ramos, Abelardo (2012). Historia de la nación latinoamericana. Buenos Aires: Peña Lillo y
23
y por extensión contra la figura colonial de la gran ciudad-puerto. También, con Kusch,
supimos construir una gran nación construimos una gran ciudad”51. Su prototipo es la
lo que aquí nos interesa dejar asentado, es que la contradicción insoluble abierta por
neocoloniales52.
“Si cualquiera de las ciudades existentes, y otra artificialmente fundada ad hoc para el
tráfico mercantil, reemplazara a Buenos Aires, ¿no habría corrido la misma suerte de
devenir un órgano hipertrofiado con respecto al desarrollo lento (…) del interior del país?”.
“Por lo tanto, su gran poderío no deriva de lo que tiene de consignatario del interior cuanto
de lo que tiene de agente crematístico del exterior (…) Fue fundada, refundada y mantenida
51 Cfr. Martinez Estrada, Ezequiel (2001). La cabeza de Goliath. Microscopía de Buenos Aires.
Barcelona: Editorial Sol 90, p. 132.
52 Esto llevará, según Mariano Juan Garreta, a que el interior asuma un “resentimiento folklórico, el
24
Otro foco interpretativo, en Kusch, estriba en el hecho de que la ciudad oficia como
cápsula, como conjuración del miedo, como muralla que recluye la europeidad
químicamente pura de la urbe, como frontera invisible frente a la barbarie del interior
aniquilación de la “América parda”. Esta idea da una pauta de interpretación del eterno
del autor con las inquietudes de Martinez Estrada: “Sentimos miedo porque estamos solos.
miedo a los campos que yacen bajo el pavimento, como si de pronto pudieran surgir hordas
que nos pasaran a cuchillo; como si lo que tenemos y amamos nos pudiera ser arrancado en
o dramatismo en los distintos países de nuestro continente, según presenten una importante
demografía originaria o hayan sido marcados por el aluvión inmigratorio. Sin duda, serán
54 Citaremos tan solo un ejemplo conocido y otro desconocido. El primero es, por supuesto, el
cuento “Casa tomada” de Julio Cortázar, quién, como vimos en los apuntes sobre la biografía de
Kusch, mencionó en cierta entrevista su espanto al no lograr escuchar los cuartetos de Béla Bártok
por el ruido incesante de los bombos peronistas. No parece casual entonces el pasaje de nuestro
autor, cuando habla del problema de que “no podamos escuchar sino como simple ruido al prójimo
que se da a través de la pared de mi departamento”. MVP, op. cit., p. 463. El segundo ejemplo
literario es la invasión alegórica de una multitud de leprosos o a una fiesta pueblerina, acontecida
en “Hijo de hombre”, del escritor paraguayo Augusto Roa Bastos.
55 Martinez Estrada, Ezequiel, op. cit., p. 23.
25
Adentrémonos ahora en la peculiar interpretación kuscheana de la obra de Domingo
Faustino Sarmiento y de las categorías con que éste enfocará, juzgará y enfrentará la
realidad argentina y latinoamericana. Contra lo que podría pronosticarse, Kusch ensaya una
un acierto epistemológico más allá de la labor de corrección política que suscita dicha
célebre automutilación territorial que aconteció con los territorios altoperuanos58. “Cuando
Sarmiento nos habla de civilización o barbarie roza en este sentido uno de los problemas
mas hondos del desarraigo americano, porque marca precisamente una época decisiva en el
conocimiento de lo americano, máxime si incluimos en uno y otro complejo algo más que
su significado directo, hasta darles esa categoría antinómica que existe entre la nada y el
ser”. Y aún mas: “Sarmiento ocupa en nuestro país aquel pasaje de una actitud absolutista
56 Y no será el único en reivindicar cierta ambivalencia en Sarmiento. Cfr. con varios ensayos de:
Fernández Retamar, Roberto (2013). Fervor de Buenos Aires. Buenos Aires: Casa Editora Abril.
57 Gustavo González Gazqués, en un artìculo dedicado a Rodolfo Kusch, inscribirá entra
ambivalencia en una genealogía más amplia de América: “La idea de una América dual o bifronte
ha alimentado de hecho innumerables modelos interpretativos del pasado americano. Desde la
dualidad fides-infides que introduce el discurso teológico de la Conquista (…) retraducida como
oposición entre lo “racional y lo irracional”, “lo moderno y lo primitivo”, hasta como disyunción entre
“la libertad y la naturaleza”. Los pares antinómicos como los de Sarmiento, no constituyen por
tando novedad sino que implican sucesivas traducciones. Lo mismo sucede con los conceptos
kuscheanos: su novedad radica, no obstante, en la originalidad con que propone superarlos.
Azcuy, Eduardo (1989). Kusch y el pensar desde América. Fernando García Cambeiro: Buenos
Aires, p. 12-14.
58 Ramos, Abelardo, op. cit., pp. 196-197.
59 SB, op. cit., p. 118ss.
26
Siguiendo a Martinez Estrada, Kusch dice que Sarmiento juega “el doble papel de creer y
reconoce íntimamente que la verdad del país yace en Facundo Quiroga60. La barbarie,
importancia decisiva: el gran civilizador, el gran humanista que llamará a no ahorrar sangre
que visibiliza la barbarie (el mestizo, el gaucho, el indio) y le otorga una onticidad propia y
Aquí, en respuesta a las preguntas de Miguel Manuel Padilla, comenta que el esquema
“(…) Hubo momentos en los que paulatinamente se iba logrando la síntesis”62. Más allá del
relevancia histórica, mítica, inaugural, más que una actualidad epistémica. En relación a
esta relevancia mítica, Kusch hace un contrapunto entre el Popol Vuh como mito pleno en
27
trunco del Facundo, en donde uno de los polos, lo americano, lo originario, intenta ser
suprimido. Éste furor etnocida no se descarga exclusivamente contra los indígenas, sino
también, como afirma el poeta y ensayista cubano Roberto Fernández Retamar, hacia “los
populares, como Artigas; y desde luego a los gobernantes latinoamericanos que osaron
defender los intereses nacionales y entraron por en ello en contradicción con los
promoción inmigratoria europea, de preferencia sajona, será calificado por algunos autores
Para terminar, queríamos señalar la propia posición del autor frente al dilema
sarmientino: esta estriba no en eliminar el otro polo del maridaje conceptual, la civilización,
sino en imaginar una América que, al decir de Carlos Cullen66, brote desde la barbarie y no
las clases populares argentinas, como veremos en los apartados siguientes. En suma, todas
estas inquietudes kuscheanas pueden resumirse en una sola y pertinente pregunta: “¿es
28
4. LA PERSISTENCIA DE LO INDÍGENA EN LA CONSTITUCIÓN DEL MUNDO
POPULAR
Antes de seguir, es oportuna una aclaración que tendrá vigencia a lo largo de todo el
por la formulación de la teoría de las “siete migraciones” que busca explicar el poblamiento
primigenio de América), y los indigenistas Luis Valcárcel, Uriel García, Miguel León-
Portilla y José María Arguedas68; en su lectura de cronistas como Guaman Poma de Ayala
ocasionales a las civilizaciones maya, azteca y tiahuanaca). Por lo tanto, debemos señalar
que nuestro autor instrumenta una cierta extrapolación de lo indígena andino a lo originario
americano, dando validez general a reflexiones surgidas de un análisis más bien peculiar de
nuestro continente, ni tan ni siquiera de aquellos que alberga nuestra geografía nacional69.
Pero esto que puede parecer una operación metodológica en cierta manera gratuita e
injustificada (en tanto nada presupone que algunas constantes del mundo quechua-aymara
68 Ibid., p. 20.
69 Para un mapeo exhaustivo de los pueblos originarios que alberga el territorio nacional argentino,
v. Hirsch, S. y Gordillo, G. (2010). Movilizaciones indígenas e identidades en disputa en Argentina.
Buenos Aires: FLACSO, pp. 18-19.
29
se expresan necesariamente en otras culturas indoamericanas), cobra sentido si
mexicano define a lo indio en América como una categoría de la situación colonial70. ¿Qué
quiere decir esto? Pues que lo indio nace como tal en el instante preciso en que los
que diversos investigadores sitúan, en 1492, entre los 20 y los 100 millones de habitantes.
Por tanto, antes del arribo de Colón a las Antillas Mayores, ningún concepto englobaba de
forma uniforme a la población continental. Bonfil Batalla llega a esta descripción mínima y
relacional de lo indio tras constatar el fracaso de las definiciones unilaterales que han
hacia la liberación72. Dice Bonfil Batalla: “De una sola vez, al mismo tiempo, todos los
mismo sitio y designados con un mismo término: nace el indio, y su gran madre y
70 Bonfil Batalla, Guillermo (1972). El concepto de indio en América: una categoría de la situación
colonial. En: Anales de antropología, Vol. IX, pp. 110.
71 Ibid., pp. 106-110.
72 Reinaga, Fausto (2014ª), op cit., p. 132.
73 Bonfil Batalla, op. cit., p. 112.
30
trastoca hasta cierto punto en uniformidad colonial como resultante de los procesos de
una mera prolongación o supervivencia del período precolonial. Pero tampoco, desde un
extremo opuesto, “puede concluirse de esto que el proceso colonial hiciera tabla rasa de
las diferencias preexistentes entre las sociedades sojuzgadas”74. Por eso, creemos que la
equivalencia con que Kusch utiliza los términos mencionados, se orienta en esta doble
solo son resistidos activamente, sino que conllevan incluso posibles procesos de
reetnificación75 como los que se evidencian en Bolivia en los albores del siglo XXI. En
experiencia con las culturas andinas: el estar, pese a ser el más importante, será tan solo
uno de ellos. Durante todo el recorrido de las principales tesis de Kusch sobrevolarán
entonces las siguientes incógnitas: ¿nuestro autor está describiendo formas originarias y
supervivientes de lo indígena americano, o más bien está reseñando las modalidades que lo
originario, en tanto indio, asume en su colonialidad? Y, ¿hasta que punto las reflexiones
conclusivas sobre las especificidades de los pueblos originarios son extrapolables desde el
74 Ibid., p. 115.
75 v. Bengoa, José (2009). ¿Una segunda etapa de la Emergencia Indígena en América Latina?.
En: Cuadernos de antropología social. Nº 29. FFyL - UBA. Pp. 7-22.
76 Bonfil Batalla hará una necesaria distinción entre lo indio como categoría colonial y la etnia
como categoría descriptiva, analìtica: distinción que no habría sido capaz de realizar la corriente
indigenista. La supresión de la relación colonial entrañará así la desaparición de lo indio como tal,
pero implicará el resurgir de las características étnicas específicas, reprimidas por la subalternidad
y la homologación forzada. Creemos intuir que el rico y abigarrado proceso boliviano en el presente
siglo constituye una sólida confirmación de estas hipótesis.
31
universo incásico hacia otros conglomerados étnicos de importante presencia nacional,
adelante, pero para finalizar esta digresión, queremos señalar que, paralelamente,
indígena y campesino, que si bien hacen parte de una real identidad popular que combina
foráneo invade gradualmente las estructuras raciales, las capas de autoctonía creciente, pero
sin tocar mayormente la última que es la india”79. O, en otras palabras: “La autoctonía de
América va más allá de la Conquista, subyace a ésta y persiste aún hoy en la forma más
77
Svampa, Maristella (2016). Debates latinoamericanos. Indianismo, desarrollo, dependencia y
populismo. Buenos Aires: Edhasa.
78 Fernández Fernández, José M. (2009). Indigenismo. En: Diccionario Crítico de Ciencias
32
inesperada, por cuanto perdió, después de la invasión europea, todo expresión que la
el propio autor.
anteriormente, la tara histórica de “utilizar sin liberar” las fuerzas autóctonas. Es posible
trazar un paralelismo (entre tantos) entre la obra de Kusch y la de José Carlos Mariátegui
(tarea que ya abordó parcialmente Miguel Mazzeo)83 en función de una búsqueda común de
actualidad de las prácticas de sociabilidad comunitaria de los indígenas peruanos (lo que lo
lleva a la categoría nodal de elementos de socialismo práctico), contra aquellos que desde
Creemos, sin embargo, que la apuesta del filósofo argentino es aún más audaz y meritoria,
heideggerianas.
83
Mazzeo, Miguel. (2014), op. cit.
33
estructuró sobre un genocidio84, en dónde la invisibilización activa de lo indígena fue más
eficaz, y por su ubicación en una tradición política nacional-popular que fue refractaria a
decurso del llamado “Malón de la Paz”85, y la masacre del pueblo pilagá acontecida en
ciudadanía de los pueblos originarios, mientras que la sanción del “Estatuto del peón”
genocidio, refuerzan esta idea de lo indio como algo pretérito y eficazmente aniquilado89
por las campañas a la Pampa, a la Patagonia nororiental y al Chaco central y austral. Según
84 Aranda, Darío (2011). “El Estado se construyó sobre un genocidio”: entrevista a Diana Lenton.
En: Página/12. Disponible en Internet: http://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-178560-
2011-10-10.html
85 v. Valko, Marcelo (2012). Los indios invisibles del Malón de la Paz. Ediciones Continente y Peña
Internet: https://www.youtube.com/watch?v=_-RrW15G2kI
87 Hirsch, Silvia y Gordillo, Gastón (2010), op. cit., pp. 23-25.
88 Ibid., p. 15.
89 Como se han encargado de señalar distintos autores, la invisibilización de lo indigena en
Argentina contrasta con la incorporación mitico-folfklorica que los organizadores del estado dieron
a los paises que recogen una fuerte herencia indígena, como el caso del Perú con el Incanato y de
México con la civilización Azteca. No sucedió lo mismo con la herencia maya en la balcanizada
región de Centroamerica y el Caribe.
34
discurso, anudado al discurso mítico del crisol de razas90, termina de condenar al olvido a
los pueblos indígenas, hasta que nuevos desplazamientos de la frontera de valorización del
y jurídicamente vacíos, los arroje de nuevo al escenario político. Es evidente, entonces, tal
como lo señala la antropología crítica argentina contemporánea, el doble filo de las tesis
sobre el genocidio, ya que por un lado arrojan luz sobre la expropiación, el despojo y el
exterminio sobre el que se funda nuestra organización estatal, pero por otro lado pueden
reforzar una invisibilización que establece complicidades con la negación de toda influencia
Según Hirsch y Gordillo: “Lo que éste proyecto nacional no podía ver o admitir
públicamente, sin embargo, es que éste no podía sino seguir entrelazado con el sustrato
una suerte de ausencia que no dejó de estar en las subjetividades nacionales en múltiples
niveles”92. La obra de Rodolfo Kusch traza entonces, de forma temprana, a través de las
90 Adamovsky, Ezequiel (2012). Historia de las clases populares en la Argentina: desde 1880
hasta 2003. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, pp. 30-34.
91 Nos permitimos aquí una digresión. Resulta llamativo que un autor como Kusch, quién escribe
desde una firme decisión americana, no haya abordado, siquiera superficial o hipotéticamente la
cuestión de la negritud y la afrodescendencia, central para reformular una identidad americana en
clave popular. No encontramos en todas sus obras completas ni una sola referencia a esta
temática, lo que implica una negación implícita de la matriz tricontinental que sin dudas concurre en
nuestro continente en gradaciones diversas.
92 Hirsch y Gordillo (2010), op. cit. p. 15.
35
Sarmiento quién funda, desde la tradición ensayística, esta clave de interpretación que se
cuenta de la comunicación habida entre géneros diversos, en tanto la intuición del ensayo
puede aventurar hipótesis que más tarde serán verificadas y sistematizadas desde disciplinas
científicas.“Ello no implica que no haya más barbarie, se trata, más bien, de un repliegue de
nacional. Y, aunque «la tiranía de Rosas», haya sido reemplaza por la Constitución Federal,
sino más bien encubierto, replegado, confinado a los márgenes geográficos y sociales de la
recién inaugurada nacionalidad. Cabe destacar que este genocidio inconcluso no fue sólo
físico, sino que desde los albores de la Conquista identificamos una saña particular en
yacen en los salones de los grandes museos europeos, o en la destrucción de los quipus
Utilizamos esta palabra en tanto enfatiza que la presencia se da en el fondo social (en
nuestra opinión anudado a una materialidad económica de la que el autor prescinde) y en los
adquiere en Kusch connotaciones psicológicas, en función del diálogo que mantiene su obra
93 Prologo a: Sarmiento, Domingo Faustino (2011). Conflicto y armonía de las razas en América.
Buenos Aires: Terramar, p. 12.
94 Jesus Lara Soto, citado en: Reinaga, Fausto (2014b). El pensamiento amautico. Ministerio de
Culturas y Turismo (Estado Plurinacional de Bolivia): La Paz, pp. 76-77. “Durante el tiempo de
violencia persecutoria contra las “herejías”, los curas se ufanaban de haber quemado los kipus,
destruido huacas y demolido ceramios, al punto, que la destrucciòn y quema de libros tanto en
Alejandrìa como en tiempos del Tercer Reich resultaban pequeña cosa…”
36
con la psicología profunda de Carl Jung, a la que le reconoce aportes relevantes 95. “El
Así, identifica en un texto como IPD la continuidad ciudadana de una concepción mítica del
MVP, la existencia de una robusta religiosidad entre las capas populares. Esto lo hace
siguiendo las huellas del lunfardo argentino mediante una exégesis que arroja, a nuestro
modo de ver, resultados por lo menos arbitrarios97. De aquí deriva la preocupación por un
pensamiento que el autor cataloga como pensamiento indígena y popular: ”La búsqueda de
que mantiene cierta vigencia en las poblaciones criollas”98. Lo indio, entonces, desaparece
(parcialmente) como cosa, pero sobrevive como estructura. Kusch es implacable aquí al
De concurrir con esta tesis kuscheana, lo indígena deja de ser objeto exclusivo de
antropólogos y arqueológica pieza de museo, y cobra a su vez una vigencia, una actualidad,
que lo vuelve políticamente operatorio, más allá de si la presencia indígena es más o menos
demográficamente relevante en nuestro país. Según el censo 2010 del INDEC, el número de
Internet: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-197566-2012-06-30.html.
37
Según las propias organizaciones indígenas, el número podría llegar al millón y medio, en
aculturación y occidentalización. Este porcentaje, si bien nos sitúa muy por debajo de países
indígenas que el que indican las cifras oficiales de Colombia, Venezuela, Paraguay y
está atento a señalar las particularidades de cada nación latinoamericana: “En algunas
autoctonía y por tanto también mayor el coloniaje”. “En cada país, en cada ciudad, en cada
de sí una situación diversa. El equilibrio entre ambos o la primacía de uno sobre otro se
reparten de forma desigual en América”101. Por otro lado, se vuelve de alguna manera
“el continente ilusionado” que supuso recoger cabalmente la herencia de Europa, pese a ya
haber transcurrido más de cinco largos siglos de que Cristóbal Colón partiera del Puerto de
“Es claro que algo debe ocurrir cuando España no logra españolizar completamente a
100 Aranda, Darío (2010). Argentina originaria: genocidios, saqueos y resistencias. Buenos Aires:
La Vaca Editora, p. 22.
101 EAFA, op. cit, pp. 251-263.
38
marxistas o fascistas pudieron encontrar campo propicio, y por tanto tampoco la tecnología,
por más bien intencionada que sea, podrá imponerse totalmente, si no con violencia, sin la
euforia de la coincidencia102”.
Rojas106, por citar solo algunas resoluciones emblemáticas. Kusch, con Mariátegui y José
Martí (quién hablará de buscar “nuestra Grecia”), entre tantos otros, se inscribe en una larga
“El pasado aborigen se quiebra con la invasión española y la falta de nexo cultural
entre ésta y aquél, dieron como resultado precisamente una escisión en grande, mestiza, de
39
antecedente para este aquí y ahora en una ciudad americana, no es la búsqueda de una
infundadas las críticas que sitúan a su obra como un vano ejercicio de nostalgia. Diremos,
con Mariátegui, que lo indígena oficia en su pensamiento como raíz y no como programa.
La búsqueda de una tradición no aparece entonces como una prolongación histórica, sino
más bien como una refundación mítica, como la que subyace a cualquier organización
y Guillermo Carnero Hoke, conciben por su parte la construcción de una nacionalidad pan-
india sobre bases exclusivamente incaicas, mediante la actualización del sistema del
Tawantinsuyo. Más allá de la polémica con estas posiciones, sin duda expresan grados de
India en primer lugar es la conquista del Poder por el indio. ¿Para qué? Para la
nuestro espíritu; saldrá -como el hijo del vientre de su madre- de nuestro ancestro, de
40
nuestra tradición y de nuestra historia”.109 Sin embargo, este indianismo radical asume
queremos meter en la economía del país, la técnica de nuestro tiempo”110. Distinto sería el
caso con la Argentina, que participó solo parcial y liminarmente de la territorialidad del
Tawantinsuyo a través de su franja noroeste (que Kusch identificar como un eje geocultural
poblaciones indígenas que se mantuvieron autónomas del régimen incaico, a la par que
del resto de las clases populares mestizadas111. Sin duda esto adquiere una relevancia
“La población así llamada criolla (…) llega, por lo tanto al centro mismo de la gran
ciudad. Lo que se ha dado en llamar cabecita negra en Argentina, roto en Chile o cholo en
Bolivia y Perú, no tiene una vinculación directa con el mundo indígena, pero sobrelleva de
alguna manera características que vienen arrastrando de un lejano pasado, las cuales, en
momentos dados, le sirven a esa masa de cohesión política, social y cultural en oposición
fragmento kuscheano: “no es el hombre creado por la burguesía europea, sino ese otro, asediado
por la policía y el ejército, susceptible de ser computado estadísticamente, obligado a emitir votos,
al cual se le atribuyen opiniones que nadie toma en cuenta, y al cual se le asigna siempre un
sueldo mensual, todo ello para certificar convincentemente su heroica humanidad, de la cual, en el
fondo, todo el mundo duda” . PIPA, op. cit., p. 269.
112 Ibid., pp. 201-202.
41
Creemos que la obra de nuestro autor se queda trunca a la hora de indagar
boliviano o la puna argentina, en estas importantísimas tesis. Más aún si consideramos que
rituales y religiosas o en sus prácticas económicas. Será pues, una tarea pendiente para las
nuestro autor: “Investigar en el campo popular e indígena no implica buscar algo ajeno a
uno, algo que se pueda considerar como superado, sino que se trata de algo que encierra una
faz importante de uno mismo, que, a su vez, podría generar un pensamiento nuevo”113.
fundar una actitud nacional, pero se bifurcan con algunas de sus vertientes en tanto buscan
un fundamento no estatal, ni tan solo popular, sino también pluricultural para dicha
nacionalidad, ya que ésta entraña “El escándalo filosófico de suponer que lo humano se da
la capital del imperio”114. Abordemos ahora la relación entre esta persistencia de lo indígena
42
está puesto mucho más en la dimensión colonial/cultural de la estratificación social, que en
productivo. En este sentido, diremos que si bien para Kusch las clases “tienen color”, por
categorías del autor al prescindir de esta poderosa herramienta conceptual (la clase social
tematizada por el marxismo) para comprender las múltiples dimensiones que adopta la
Sin llegar a ese extremo, creemos que su concepto de clase está más cercano al de
de su obra, entre las clases populares (mestizos e indígenas) y lo que podríamos llamar las
“clases coloniales”, con un énfasis en el dilema de las llamadas clases medias y con un
precisos en esto: no creemos, bajo ningún aspecto, que Kusch no comparta la preocupación
punto previo a este esquema relacional, en un momento que podríamos llamar ontológico o
populares. Su desvelo pasar por franquear la fractura que impide que las clases populares en
su sentido amplio (es decir, incorporando a las clases medias) se constituyan como tales, en
material y cultural que les permita enfrentar la alteridad de las clases dominantes. Su
43
preocupación es entonces previa aunque no descarta la necesaria transformación estructural.
En sus palabras, América “exige ante todo una doctrina que no sólo contemple la necesidad
de una transformación de las estructuras sociales y políticas, sino que también incluya la
peculiar manera de ver y de sentir al hombre que alienta en el indio y en el mestizo, eso que
para elaborar un concepto de sociedad más denso y preciso para pensar las particularidades
de América Latina: “la necesidad de jerarquizar los interrogantes acercar del papel de las
debate con las perspectivas más ortodoxas del marxismo, que operan un reduccionismo
en América Latina para tejer las relaciones de alteridad y subalternidad. Desde estos
44
sujetos populares en las relaciones de producción capitalistas117. Al respecto, dice Darcy
Ribeiro:
único motor de la historia. Este enfoque desconocía el hecho de que las etnias y los
conflictos interétnicos son muy anteriores a las clases, ya que las sociedades estratificadas
tendrían, cuando mucho, seis mil años de existencia, mientras que las etnias vienen de
tiempos inmemoriales. No sólo eso, además de lo anterior no es imposible que las etnias
sobrevivan a las clases (…) Todo esto significa que los conflictos interétnicos y las luchas
de emancipación nacional merecen más atención de lo que hasta ahora les han dado los
culturalista, que al enfatizar las contradicciones coloniales entre las clases medias y las
subalternidad de los sujetos populares de nuestro país, más allá de su distinta inscripción en
las tramas racializadas del poder. En ese sentido, creemos que la elaboración conceptual de
Hernández Arregui de un “ser nacional”, de una “comunidad de cultura” que aparece como
117 v. García Linera, Álvaro (2007). “El desencuentro de dos razones revolucionarias. Indianismo y
Marxismo”. En: Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano nº 3. CLACSO: Buenos Aires.
118 Ribeiro, Darcy, citado en: Argumedo, Alcira (2009). Los silencios y las voces en América
Latina: notas sobre el pensamiento nacional y popular. Colihue: Buenos Aires, p. 185.
45
expresan según las clases sociales como concepciones divergentes de la cuestión
obra alusiva de Osvaldo Sada, señalamos que de los cuatro lugares de enunciación del
discurso filosófico de Kusch, sin duda hay una preeminencia de un hablar desde su
situación como exponente de una clase media criolla120, estableciendo una cierta
pensé, es como un estado patológico, una forma de incapacidad congénita. Nos sentimos
mi papel de técnico y de intelectual que estudia leyendas y religiones, pero que no logra
identitaria.
europea, a la par que señala su integración a la vida política nacional con el primer gobierno
de Hipólito Irigoyen123. También acusa en ellas una crisis profunda: “Al fin y al cabo qué
sabemos de lo que realmente somos”. Pero avancemos hacia el punto medular de este
dilema y entenderemos la obsesión de Kusch: “(…) esta distancia entre nosotros, como
46
clase media (…) por una parte, y el pueblo, por la otra, ¿es real o ficticia? ¿Nada en
absoluto nos une a él? He aquí un problema clave. Se trata de saber de dónde proviene esta
adscripción colonial de una clase media que participa de la experiencia falsamente universal
del ser europeo, pero nunca plenamente, mientras se distancia hasta llegar a la fractura
respecto de unas clases populares mucho más cercanas a la experiencia del estar americano,
pero tampoco plenamente identificadas con lo originario, que se le aparece como remoto e
Kusch menciona “la profunda identificación de la clase media con la así llamada cultura
occidental, en tanto ésta proclama a aquélla como una forma universal de vida”125.
conceptual en la pulcritud. El hedor es la modalidad con que las clases coloniales vivencian
la otredad de las clases populares americanas. Es una reacción arquetípica de rechazo frente
a la presión de lo popular. El hedor, en palabras del autor: “Se refiere a una prejuicio propio
de nuestras minorías y nuestra clase media, que suelen ver lo americano, tomado desde sus
raíces, como lo nauseabundo”. “Diríamos que el hedor entra como categoría en todos
nuestros juicios sobre América, de tal modo que siempre vemos a América con un rostro
sucio que debe ser lavado”.126 Y aquí ésta modalidad de lo colonial se encuadra en la larga
genealogía de nuestra independencia: “(…) lo mismo pasaba con nuestros próceres, también
ellos levantaban el mito de la pulcritud y del hedor de América, cuando creaban políticas
47
espaciosas y blancas y ese mosaico de republiquetas prósperas que cubren el continente” 127.
El concepto de hedor aparece como una interesante categoría con la que abordar este
desfasaje entre las formas políticas tomadas de Europa y las condiciones económicas y
naciones abstractas sin proponer un contenido social para la revolución que viabilice la
Este hiato colonial entre clases, tanto pretérito como presente, se expresa no
occidentalidad como es el del olfato: aunque las clases populares se hayan segregadas en los
nuestra vista y oído, éstas son percibidas a través del olfato. Por eso la repulsión colonial
resulta ejemplar a la hora de analizar buena parte del arsenal teórico kuscheano, en tanto
funda y condensa buena parte de la mitología política argentina amasada por las clases
dominantes desde la organización estatal. Veamos una reacción típicamente hedienta frente
a la experiencia de lo popular:
o escosesa del Sur de Buenos Aires y la villa que se forma en el interior; en la primera, las
casitas son pintadas, el frente de la casa siempre aseado, adornado de flores y arbustillos
48
graciosos; el amueblado sencillo, pero completo; la vajilla, de cobre o estaño, reluciente
continuos. La villa nacional es el reverso indigno de esta medalla: niños sucios y cubiertos
de harapos viven con una jauría de perros; hombres tendidos por el suelo en la más
completa inacción; el desaseo y la pobreza por todas partes; una mesita y petacas por todo
Resultaría difícil encontrar más acabado ejemplo de la repulsión colonial que busca
aprehender el concepto de hedor, que capta y sintetiza la alteridad que condensan diferentes
de una fecha tan densamente simbolizada y resimbolizada que cuesta identificar sus más
elementales trazos históricos: nos referimos, por supuesto, al 17 de Octubre de 1945. Frente
a los ojos de Scalabrini Ortiz desfilaban, por ejemplo, “rostros atezados, brazos membrudos,
torsos tornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas de pringues, de
restos de brea, de grasas y de aceites. Llegaban cantando y vociferando unidos en una sola
fe. Era la muchedumbre más heteróclita que la imaginación pueda concebir, en cuya
de expresar la pulcritud de la multitud “un poco envarada que los domingos invade los
49
parques de diversiones con hábitos de burgués barato”130. Es también suficientemente
conocida la reacción de una izquierda de inspiración racista que supo ver en las masivas
zoológico”.131
la más amplia trama de la colonialidad del poder, en su espesor étnico, señalado por el
propio Quijano. Aventuremos una hipótesis: en nuestra opinión hay otro concepto dentro
del universo kuscheano que podemos situar, como equivalente, en el par conceptual del
la barbarie que titula el libro homónimo. Como sostiene Roig132, desde el ensayismo
políticas forjadas en el seno del peronismo. Para Kusch, retomando esta tradición, lo
popular hiede, si, pero también seduce, como una tensión irresoluble en la que se debaten el
los estratos más bajos de nuestra estructura social americana. Sin embargo, hay elementos
de ligazón entre las clases populares y las clases medias ya que el hiato parece estar fincado
en un fenómeno de “falsa conciencia”. Así, Kusch identifica al ser y el estar como “dos
raíces profundas de las que participaría nuestra mente mestiza, de la que formamos parte
130 Scalabrini Ortiz, Raúl (2009). Tierra sin nada. Tierra de profetas. Lancelot: Buenos Aires, p. 29.
131 Dubin, Mariano (2016). Parte de guerra. Indios, gauchos y villeros: ficciones del origen.
Estructura Mental a las Estrellas: La Plata, pp. 24-25.
132
50
blancos y pardos133, mientras señala que “somos humanamente la misma versión del pueblo,
Ahora veamos como las tesis del autor, que se desplazan hasta ahora en un alto
Este concepto, como el de subimperialismo de Ruy Mauro Marini, operan como categorías
subalternidad. Creemos que Kusch podría ser situado como un importante eslabón en la
interno. También Rivera Cusicanqui136, en un texto reriente, utiliza esta noción para analizar
136 Rivera Cusicanqui, Silvia (2010b). “Pachakuti: los horizontes simbólicos del colonialismo
interno”. En: Violencias (re) encubiertas en Bolivia. La Paz: Editorial Piedra Rota.
51
Veamos el origen de esta colonialidad interna según un texto del semiólogo
argentino Walter Mignolo137: “La conciencia criolla en su relación con Europa se forjó
como conciencia geo-política más que como conciencia racial. Y la conciencia criolla,
insivilizando la participación de las etnias colonizadas en las penurias y luchas del pueblo
trabajador.139
inscribe con su propio ritmo y originalidad, en el largo ciclo histórico que va desde los años
inaugurales del fenómeno justicialista hasta la clausura histórica operada por la última
52
apartado anterior que Kusch ensaya una vindicación del peronismo en tanto expresión
fenómeno que subvierte a la historia en tanto opera una ruptura epistemológica con los
“Pensemos que la ventaja del peronismo, que lo convierte en una expresión profundamente
americana, estriba en que (…) sigue siendo un partido sin doctrina, aglutinado en torno a
cuya extraordinaria coherencia sólo se explica porque todo él está alentado por un
en tanto específico campo de intervención política, notamos que éste ha sido motivo de
controversias para la crítica. Por un lado, Pérez143 sitúa a Kusch como parte orgánica del
Cultural Hugo Arrieta y en el Instituto de Cultura Americana, a la par que Bolívar, Ríos y
53
Di Lorenzo144 inscribirán directamente a Kusch en un pretendido canon filosófico
justicialista, principalmente a través de los desarrollos de una obra como GHA, del
temprano magisterio ejercido sobre él por Carlos Astrada y Juan Luis Guerrero y por su
colaboración con Mario Casalla, Carlos Cullen, Enrique Dussel, Julio de Zan, Arturo Roig
Ruvituso145, por el contrario, destaca una cierta afinidad con los intelectuales de la
antiperonismo, una perspectiva diacrónica nos permite historizar una relación móvil con el
campo del peronismo que no debemos presuponer como idéntica a si mísma en todo el
los sectores medios intelectuales tras el derrocamiento de Juan Domingo Perón en 1955
(como lo atestigua Gilman146), llevando a nuestro autor desde la mera afinidad intelectual
en tópicos comunes hasta una inscripción más cabal y militante en el seno del peronismo.
144 Bolívar, Jorge; Ríos, Rubén; y Di Lorenzo, José Luis (2014), op. cit., pp. 40-44.
145
Ruvituso, Clara (2015). Diálogos existenciales. La filosofía alemana en la Argentina peronista
(1946-1955). Buenos Aires: Iberoamericana, pp. 142-146.
146
Gilman, Claudia. (2012). Entre la pluma y el fusil. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.
54
En esta reconstrucción diacrónica, hay, pues, un primer eslabón signado por su
herencia familiar, sus comienzos como ensayista, sus lecturas de formación filosófica
Juan Luis Guerrero. La formación filosófica clásica en la UBA dota a Kusch, entonces, de
una serie de conceptos matrices de raíz germana. Esa matriz va perdiendo ascendencia
sobre su producción desde sus ensayos más tempranos hasta sus textos ulteriores, a medida
ver las notorias diferencias entre obras tempranas que se deslizan entre el ensayo filosófico
y la literatura (SB, IPD, MVP), y las obras tardías que expresan características lindantes
legitimado como una “filosofía” alternativa respecto del pensamiento europeo, convergen
eleva esa interdisciplinariedad a una necesidad sine qua non para la fundación de una
especialización disciplinar).
Para comprender un segundo momento de este itinerario, creemos que los elementos
55
equidistante Contorno, hasta la participación en Dimensión147, revista que aglutinó tanto a
autores del campo peronista como del campo indoamericanista y de izquierda. En suma,
gran parte de las tesis “histórico-sociológicas” reseñadas en los apartados anteriores, solo
pueden ser comprendidas cabalmente como una forma de intervención en los debates más
su biografía intelectual. En primer lugar, creemos necesario señalar una paradoja: nos
América como tópico se produjera tras un viaje iniciático por la vieja Europa. Así, podemos
señalar el vuelco operado en la obra del inicialmente europeista José Carlos Mariátegui que
escribe las “Cartas desde Italia” y que luego terminará produciendo los muy situados “Siete
147
Gómez, César Daniel (2011). “El contenido Indoamericanista de la Revista Dimensión (1956-
1962) y sus posibles nexos temáticos con el contenido ideológico del FRIP. En: Primeras Jornadas
Interdisciplinarias Cultura y Sociedad. FFHCSyS-UNE, Santiago del Estero. Y Tillet, Agustin
(2012). “La revista Dimensión en el campo de la batalla de la cultura: 1956-1962”. Ponencia en: VII
Jornadas de Sociología de la Universidad Nacional de La Plata, La Plata.
56
ensayos de interpretación de la realidad peruana”. También es oportuno mencionar el caso
de Julio Cortázar que, encandilado por las promesas universales de la cultura europea, se
auto exilia y se marcha hacia la “Ciudad Luz”, para convertirse luego en un promotor
Oswald de Andrade, autor del Manifiesto Antropófago, o del forjista Raúl Scalabrini Ortiz.
situada en plena Quebrada de Humahuaca, en Jujuy, como hacia el altiplano del antiguo
Altoperú, aquel territorio que la oligarquía argentina decidiera automutilar de los territorios
sociedad nacional149. Es esta trayectoria diaspórica, en nuestra opinión, una de las variables
intelectuales metropolitanos.
Por otro lado, será este desplazamiento el que lo llevará a participar en un circuito
sus textos una serie de lecturas y vínculos de sociabilidad establecidos con autores
Valcárcel y Uriel García) y de México (Miguel León Portilla), que tendrán una importante
148 v. Cortázar, Julio (2008). Nicaragua tan violentamente dulce. Buenos Aires: Editorial Tierras del
Sur.
149 v. Ramos, Abelardo (2011), op. cit.
57
gravitación a la hora de dar contornos nítidos y sustento metodológico a sus obsesiones
trayectoria intelectual de Kusch, tanto durante su estadía en Buenos Aires como luego de la
Acha150, que la noción de “campo” de Bourdieu nos es útil para alejarnos de los estudios
marco, sostenemos con el sociólogo francés que “la relación que un creador sostiene con su
obra y, por ello, la obra misma, se encuentran afectadas por el sistema de relaciones sociales
en las cuales se realiza la creación como acto de comunicación, o, con más precisión, por la
posición del creador en la estructura del campo intelectual.” “(...) el campo intelectual, a la
manera de un campo magnético, constituye un sistema de líneas de fuerza” 151. Ahora bien,
autonomía relativa que habilite (para el caso que nos ocupa) una práctica de autonomización
metodológica, es decir, un tratamiento en tanto sistema regido por sus propias leyes. En ese
58
caso, es preciso retomar la sistematización que hace Martínez152 sobre las utilizaciones
pioneras de la teoría de los campos en el medio argentino por parte de Beatriz Sarlo y
Carlos Altamirano, y sobre las limitaciones que entrañó su utilización, aún creativa, en
campos periféricos. Reseñamos con la autora una serie de obstáculos que creemos son
demasiado homogéneos; el carácter dependiente de los campos periféricos (por cuanto, por
Bourdieu para analizar la constitucion del campo literario francés en el siglo XIX.
politización del medio intelectual argentino volviera artificiosa la noción de campo durante
las décadas del 60 y el 70, con motivo por ejemplo del antiintelectualismo de la
producción de nuestro autor. Nuevamente, con Acha, creemos que “para todo el siglo
veinte argentino y latinoamericano (...) política, raza, clase y religión fueron constitutivos
concepto de habitus, tantas veces desechado por utilizaciones empiristas) para estudiar los
años iniciales de su formación y producción intelectual, pero que se deberán generar otras
entretejidas con indigenistas de países como México y Perú y para comprender las
59
características y particularidades del circuito intelectual regional constituido en el Noroeste
(que hemos constatado en casi todos sus comentaristas), y la subvaloración del legado de
Liberación.
buscó romper con la escisión entre saber culto y saber popular (escición que, intuimos,
subyace a la teoría del campo) formulando todo un andamiaje conceptual no solo a través de
que este esfuerzo por incorporar las voces de los “otros” sociales (a través de las fuentes
también de una experiencia más amplia de radicalización del compromiso político del
155
Lander, Edgardo. (comp.) (2009), op. cit.
60
intelectual, que sesga todo el campo cultural argentino (y el latinoamericano), tal como
¿Hasta que punto, entonces, una teoría como la de Bourdieu, aún con una aplicación
creativa y tomada como formulación general, nos podría ayudar a comprender la traducción
filosófica que emprende Kusch de de modos de habitar y concebir el mundo propio de las
comunidades indígenas? Creemos que desde este enfoque, y recuperando algunas de las
tesis y conceptos kuscheanos que hemos desarrollados en los apartados anteriores, será
menos dificultoso llegar a comprender la genealogía de una categoría tan novedosa como la
del hedor, por mencionar un concepto emblemático que hemos trabajado en la presente
tesina.
Para finalizar este trabajo, y a modo de hipótesis tentativa, creemos que es posible
cual establece un implícito diálogo con la irresuelta cuestión federal que estimamos
buena parte de sus referentes del campo del ensayismo y la filosofía (recordemos que
como blanco, de clase media y de filiación europea. Es desde aquí que hipotetizamos que el
61
distanciamiento, en sus diferentes versiones, es una pieza clave para comprender la obra de
62
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