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PERUANO
ETAPAS PROCESALES
ETAPAS DEL PROCESO (preclusivas)
2.- En la PROBATORIA, las partes aportan los medios de prueba para sustentar sus
afirmaciones y desvirtuar las del contrario. Es en esta etapa en que se actúan los medios
probatorios encaminados a formar convicción en la mente del juez para impulsarlo a tomar una
decisión en uno u otro sentido.
b) el de su actuación.
3.- LA DECISORIA es aquélla etapa en la que el Juez, compulsando el resultado de las dos
primeras emite su decisión dirimiendo la controversia, sea declarando la demanda fundada o
infundada u optando por alguna otra clase de pronunciamiento que afecte de una u otra
manera la acción. (En ésta se considera tanto el pronunciamiento sobre el fondo como los de
otra naturaleza que afecte la acción).
4.- La IMPUGNATIVA O DE REVISIÓN que resulta una etapa facultativa en tanto que depende
de la voluntad expresa del protagonista procesal que se sienta afectado por la decisión del
Juez. Se abre mediante la presentación de los recursos respectivos y conduce a la
confirmación o revocación de lo decidido por parte de las instancias superiores. Puede también
producirse la invalidación del proceso por razones de naturaleza procesal declarándose la
nulidad de lo actuado y la subsanación de los defectos en que se hubiese incurrido, en la
medida que ello fuera posible.
Introducción
De la Prueba Extemporánea
No obstante, nuestro Código Procesal Civil ha normado excepciones a este principio
en determinados casos, por la necesidad de favorecer la finalidad del proceso que
es resolver las controversias o incertidumbres jurídicas buscando una solución justa,
para cuyo efecto el juzgador necesita estar lo más informado posible a fin de poder
efectuar la labor de inducción que le permita reconstruir de la mejor manera los
hechos que son materia de controversia.
En tal sentido y adoptando la Teoría de los Hechos Nuevos en materia probatoria,
nuestro Código Procesal Civil permite en forma excepcional la presentación de
pruebas extemporáneas, tal como lo regula en sus artículos 429 y 374 [3], exigiendo
entre otros requisitos, que estas pruebas tengan relevancia jurídica, acrediten
hechos nuevos surgidos posteriormente a la etapa en la que debieron ser ofrecidos,
o que quien ofrezca esta prueba no haya podido hacerlo en su debido momento por
haberle sido imposible obtenerla o conocerla.
Ahora bien, de la lectura del artículo 374 del Código Procesal Civil, se determina que
sólo en los Procesos Abreviados y de Conocimiento se permite el ofrecimiento de
nuevas pruebas al momento de interponer Recurso de Apelación o en la formulación
de absolución de agravios, norma de cuyo tenor queda en evidencia, que quedan
excluidos del ejercicio de este derecho las demás clases de procesos, como son por
ejemplo el sumarísimo y el ejecutivo; entendemos que el tratamiento de esta norma
responde a la complejidad de las causas que se ventilan en los procesos de
Conocimiento y Abreviado, y en la necesidad de proteger la naturaleza sumaría y
las propias restricciones en materia probatoria existentes en los demás procesos.
No obstante, consideramos válido preguntarnos, si la aplicación de las disposiciones
del artículo 374 del Código Procesal Civil son absolutas, o sí en determinados casos
cabría ofrecerse en los recursos de apelación de sentencia medios probatorios en
procesos judiciales distintos a los de conocimiento y abreviado, en forma contraria
a lo que aparentemente determina la norma citada.
Alternativa de Soluciòn
Para resolver esta encrucijada, consideramos que antes debemos entender y
distinguir dos conceptos básicos, que a su vez tienen carácter de derechos
fundamentales, como son el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva y el derecho
al debido proceso, regulados en los artículos 139, inciso 3 de nuestra Constitución
y los artículos I del Título Preliminar y 2 del Código Procesal Civil.[4]
No es nuestra intención crear una definición o hacer un análisis exhaustivo de estas
instituciones, razón por la para mejor explicar el sentido de las mismas acudimos al
Dr. Reynaldo Bustamante Alarcón, quien de forma muy clara explica estos
conceptos de la siguiente forma:
“En ese sentido, definimos al proceso justo o debido proceso como aquel derecho
fundamental a la justicia a través del proceso y también del procedimiento; es decir, como
el derecho de todo sujeto de derecho a un proceso o procedimiento en donde su inicio,
desarrollo y conclusión, así como las decisiones que en ellos se emitan, sean justos. Se trata
de un derecho fundamental de carácter instrumental que se encuentra conformado por un
conjunto de derechos esenciales (como el derecho de defensa, el derecho a probar, entre
otros) que impiden que la libertad y los derechos de los individuos sucumban ante la ausencia
o insuficiencia de un proceso o procedimiento, o se vean afectados por cualquier sujeto de
derecho (incluyendo el Estado) que pretenda hacer uso abusivo de estos.
La tutela jurisdiccional efectiva, en cambio, es el derecho de todo sujeto de derecho que le
permite exigir a los órganos jurisdiccionales del Estado o de la comunidad internacional (en
los temas que son de su competencia) que hagan eficaz su función jurisdiccional; es decir,
que ejerzan jurisdicción eficaz y oportuna a través de un proceso, más no de un
procedimiento, pues sólo en el primero se puede hablar propiamente del ejercicio de la
jurisdicción o, si se prefiere, de la función jurisdiccional.”[5]
Para complementar estos conceptos consideramos pertinente agregar, que tal como
lo establece el artículo III del Titulo Preliminar del Código Procesal Civil[6], el fin de
todo proceso es resolver una controversia o eliminar una incertidumbre con
relevancia jurídica, mediante una decisión justa que busque la verdad jurídica,
debiendo respetarse durante el proceso el derecho de las partes a un debido
proceso y a la tutela jurisdiccional efectiva. Es justamente esta finalidad la que
justifica que nuestro ordenamiento le otorgue al magistrado la facultad de actuar con
un criterio que le de prioridad a la búsqueda de la verdad jurídica sobre los
formalismos de nuestro ordenamiento, adecuando sus exigencias a lograr los fines
del proceso.
Tomando en consideración lo expuesto anteriormente, consideramos que
correspondería al Tribunal evaluar los medios probatorios ofrecidos por “A” en su
recurso de apelación, y para ese efecto la Sala tendría, en nuestro concepto, dos
alternativas, 1) Inaplicar las restricciones del artículo 374 del Código Procesal Civil,
en cuanto su interpretación restrictiva transgrede el derecho al debido proceso o
proceso justo respecto de “A”, además que su acatamiento implicaría que el Tribunal
emita un fallo que apañaría la comisión de un ilícito penal y 2) admitir de oficio las
pruebas en mención conforme la facultad contenida en el artículo 194 del Código
Procesal Civil. Incluso, consideramos que el Tribunal tendría en teoría una tercera
opción, que es la de suspender el proceso en atención a lo establecido por el
artículo 3 del Código de Procedimientos Penales, al comprobarse de las pruebas
ofrecidas por “A” que existen indicios razonables de la comisión de uno o varios
delitos, los mismos que tienen conexidad con la materia controvertida en el proceso
y podrían afectar el resultado final del mismo.
Que, en cuanto al punto 2 referido a la actuación de oficio de los medios probatorios mencionados, debemos
acotar que el artículo 194 del Código Procesal Civil establece que el juez de oficio “puede ordenar la
actuación de los medios probatorios adicionales que considere convenientes”. Esta opción sería en
principio viable, pues la norma adjetiva es clara al establecer la facultad referida, a efectos de crear
convicción en el juez para resolver conforme a derecho, esto es, dentro de los parámetros de la verdad
PREPARACIÓN
3. ETAPA CONCLUSIVA Ó DE
ALEGATOS;COMPRENDE LOS
ALEGATOS Y CONCLUSIONES,
SE INDUCE EL SENTIDO DE LA
SENTENCIA, CON BASE EN LO
QUE SE ACEPTÓ, NEGÓ O NO
SE PROBÓ.
EJECUTIVA