Вы находитесь на странице: 1из 15

ESTADO DE SALUD DE LA POBLACIÓN

Prevención y control de las enfermedades no transmisibles


Introducción
En la Región de las Américas, las enfermedades no transmisibles causan cada año casi
cuatro de cada cinco defunciones (79%), e inevitablemente esta cifra aumentará en los
próximos decenios como consecuencia del crecimiento y el envejecimiento de la
población, la urbanización y la exposición a los factores de riesgo. Las enfermedades
cardiovasculares (38%), el cáncer (25%), las enfermedades respiratorias (9%) y la
diabetes (6%) son las cuatro principales causas de muerte por enfermedad no
transmisible (1).

A medida que las personas envejecen, presentan una exposición más prolongada a
posibles factores de riesgo, como el consumo de tabaco, el consumo nocivo de alcohol,
la actividad física insuficiente y hábitos alimenticios y alimentación poco saludables.
Como consecuencia, las personas mayores padecen múltiples trastornos crónicos. De
acuerdo con un estudio general sobre las tendencias y proyecciones poblacionales de
la Región por grupo etario que abarcó el período entre 1970 y el 2030, se calcula que
para el 2030 la población en general se duplicará, principalmente debido al crecimiento
de los grupos poblacionales de mayor edad: habrá 4,2 veces más personas de 60 a 79
años y 7,3 veces más personas de 80 años en adelante, lo que representa un aumento
notable.

Los cambios demográficos y epidemiológicos han contribuido al aumento de la carga


de las enfermedades no transmisibles en la Región de las Américas. Además, estas
enfermedades ya no se consideran exclusivamente consecuencia del curso natural de
la vida, puesto que son prevenibles y causan muchas muertes prematuras. De todas
las muertes por enfermedades no transmisibles, 35% ocurren prematuramente en
personas de 30 a 70 años de edad; de esta cifra, las enfermedades cardiovasculares y
el cáncer, en conjunto, representan 65% del total de muertes prematuras (1).

Las cuatro principales enfermedades no transmisibles y


sus factores de riesgo en común
Las cuatro principales enfermedades no transmisibles (las enfermedades
cardiovasculares, el cáncer, las enfermedades respiratorias y la diabetes) tienen cuatro
factores de riesgo en común: el consumo de tabaco, el consumo nocivo de alcohol, una
alimentación poco saludable y la inactividad física. Estos factores de riesgo, a su vez,
producen cambios metabólicos o fisiológicos importantes, como la hipertensión, el
sobrepeso o la obesidad, la hiperglucemia y el aumento del colesterol (2, 3). En las
siguientes secciones se presenta la situación actual de los principales factores de riesgo
biológicos modificables que han contribuido al aumento de la carga de las
enfermedades no transmisibles en la Región.1

Consumo nocivo de alcohol


El consumo nocivo de alcohol es un factor causal en más de 200 trastornos de salud.
La mayor parte de estos trastornos son enfermedades no transmisibles, entre las cuales
se encuentran distintos tipos de cáncer, las enfermedades cardiovasculares y la cirrosis
hepática. En el grueso de las enfermedades y lesiones causadas por el alcohol hay una
relación dosis-efecto: a mayor consumo, mayor riesgo de que haya una consecuencia
negativa (2).

El alcohol constituye un importante problema de salud pública en el continente


americano. La Región de las Américas ocupa el segundo lugar entre las regiones de la
OMS con los niveles más altos de consumo per cápita de alcohol y de episodios de
consumo excesivo de alcohol. En promedio, el consumo per cápita de alcohol en las
personas de 15 años en adelante es de 8,4 litros en la Región, cifra mucho mayor que
el promedio de 6,2 litros registrado a nivel mundial. En el grupo de personas que
consumen bebidas alcohólicas, estas cifras ascienden a 18,0 litros para los hombres y
8,0 litros para las mujeres, lo que implica que los bebedores consumen niveles muy
altos de alcohol (4).

Al mismo tiempo, ciertas pautas de consumo son particularmente significativas en lo


que respecta a muchos de los efectos perjudiciales del alcohol: el volumen de alcohol
que se consume en un mismo episodio guarda relación con consecuencias agudas,
como la intoxicación alcohólica, la violencia y los traumatismos. Se calcula que en la
Región la prevalencia de episodios de consumo excesivo de alcohol (60 gramos de
alcohol puro por lo menos una vez al mes) es de 13,7% en general y 22% en los
bebedores (es decir, 1 de cada 5 personas que consumen bebidas alcohólicas). Cada
episodio está asociado con un alto riesgo de que haya una consecuencia aguda y,
mientras mayor sea la frecuencia de los episodios, mayor será el riesgo de que la
persona sufra alguna enfermedad crónica como cáncer, cirrosis hepática y trastornos
debidos al consumo de alcohol. La prevalencia de episodios de consumo excesivo de
alcohol en la población adulta en general es particularmente alta en Paraguay y
Dominica (figura 1) (4).

Figura 1. Episodios de consumo excesivo de alcohol en las personas de 15 años


o más y las personas de 15 a 19 años de edad, Región de las Américas
Fuente: Población (15 años o más): OMS. Informe sobre la situación mundial de las enfermedades
no transmisibles, 2014.
Población (15 a 19 años): Sistema mundial de información sobre el alcohol y la salud. Puede
consultarse en:http://apps.who.int/gho/data/node.main.A1210?lang=en&showonly=GISAH.
Nota: Porcentaje de la población que consumió al menos 60 g o más de alcohol puro al menos una
vez en los últimos 30 días. Los episodios de consumo excesivo de alcohol se definen como la
proporción de la población que ha consumido al menos 60 g o más de alcohol puro al menos una
vez en los últimos 30 días. Un consumo de 60 g de bebidas alcohólicas puras corresponde
aproximadamente a seis bebidas alcohólicas estándares. Numerador: El número (ponderado de
manera apropiada) de encuestados que dijeron haber tomado 60 g o más de alcohol puro al menos
una vez en los últimos 30 días. Denominador: El número total de participantes que respondieron las
preguntas correspondientes en la encuesta más los abstemios.

La prevalencia de trastornos debidos al consumo de alcohol (indicador que se usa


generalmente como sustituto de las tasas de morbilidad y mortalidad relacionadas con
esta sustancia) refleja el efecto negativo que tiene el consumo de bebidas alcohólicas
en la salud. En la Región, la prevalencia de trastornos debidos al consumo de alcohol
en las mujeres es la más alta del mundo (2, 4). Hay diferencias en la prevalencia de los
episodios de consumo excesivo de alcohol en hombres y mujeres, en todos los grupos
etarios. En este caso, se observa en los hombres un patrón similar al del consumo total:
tienen muchas más probabilidades de presentar episodios de consumo excesivo de
alcohol que las mujeres. Por otra parte, los jóvenes también tienen, en términos
generales, muchas más probabilidades que los adultos de participar en prácticas de
riesgo de consumo de alcohol; en este caso, se observa el mismo patrón con respecto
a los sexos. La Región ocupa la segunda posición, después de Europa, en cuanto a la
prevalencia de episodios de consumo excesivo de alcohol en los adolescentes de 15 a
19 años de edad (29,3% en los hombres y 7,1% en las mujeres); en la Región de las
Américas, los niveles más altos se encuentran en Canadá y Chile (figura 1). Además,
la mayor parte de los adolescentes de ambos sexos de 13 a 15 años refieren que
comenzaron a consumir alcohol antes de los 14 años, lo que aumenta el riesgo de que
consuman un mayor volumen de alcohol cuando sean mayores y padezcan trastornos
debidos a ese consumo en etapas posteriores de la vida (4).

Actividad física insuficiente


En los adultos, la actividad física regular2 reduce el riesgo de sufrir cardiopatías
isquémicas, accidentes cerebrovasculares, diabetes, y cáncer de mama y de colon. La
actividad física habitual es un determinante del gasto de energía y, junto con la
alimentación saludable, puede repercutir en el control del peso y la prevención de la
obesidad (2, 5). La evidencia disponible también indica que existe una relación positiva
entre la actividad física y la salud cardiorrespiratoria y metabólica de la población infantil
y joven. Se estima que la mayor parte de los niños, adolescentes y jóvenes que
acumulan un mínimo de 60 minutos diarios de actividad física moderada o vigorosa
podrán obtener beneficios para su salud (5). Lamentablemente, la obesidad ha
alcanzado proporciones epidémicas en la Región, por lo que las iniciativas que se
centran en una alimentación sana y la promoción de la actividad física son importantes
desde un punto de vista preventivo (2, 6, 7). En el año 2010, las cifras estimativas sobre
la falta de actividad física en los adolescentes y los adultos en la Región de las Américas
eran similares a las notificadas a nivel mundial. En el continente, cerca de 81% de los
adolescentes que asisten a la escuela (entre 11 y 17 años) no practicaba suficiente
actividad física; las mujeres (87,1%) eran menos activas que los varones (75,3%) (2,
8). Además, de acuerdo con los cálculos relativos a la prevalencia normalizada según
la edad en adultos (personas mayores de 18 años), la Región de las Américas tuvo en
el 2010 la prevalencia más alta de actividad física insuficiente (32%) entre las distintas
regiones de la OMS, con una diferencia absoluta de diez puntos porcentuales entre las
mujeres (36,6%) y los hombres (26,3%) (2).

Consumo de sodio o sal


La hipertensión y las enfermedades cardiovasculares están asociadas con mayor
consumo de sodio o sal en la alimentación. Un nivel alto de consumo de sodio o sal
contribuye a causar aproximadamente 30% de los casos de hipertensión (9, 10). La
OMS recomienda reducir el consumo de sal a menos de 5 gramos/día (equivalente a 2
gramos/día de sodio) para reducir la presión arterial y el riesgo de padecer cardiopatías
coronarias y accidentes cerebrovasculares (2, 11).

Los cálculos actuales indican que la ingesta media de sal a nivel mundial es de
aproximadamente 10 gramos/día (4 gramos/día de sodio) (11). En los países del
continente americano donde hay datos disponibles, el consumo de sal es variable, pero
muy alto. En Estados Unidos y Canadá, el consumo diario promedio de sal por persona
es de 8,7 y 8,5 gramos, respectivamente, mientras que en América Latina el consumo
diario promedio de sal por persona es de 12 gramos en Argentina, 11 gramos en Brasil
y 9 gramos en Chile (12-14).3

Diversos estudios han indicado que en los países desarrollados el factor que tiene más
peso en el consumo de sal son los productos procesados. En cambio, en algunos
países, como Brasil, la sal añadida en la mesa o al cocinar determina en gran medida
la cantidad de sal que consume la población (2, 15).

Consumo de tabaco
El consumo de tabaco es un factor de riesgo común de las enfermedades
cardiovasculares, el cáncer, las enfermedades respiratorias crónicas y la diabetes.
También tiene una relación de causalidad con muchas otras enfermedades y efectos
nocivos para la salud (2, 16). Por consiguiente, la aplicación de políticas para controlar
el consumo de tabaco tendrá una repercusión positiva en la reducción de la carga de
las enfermedades no transmisibles.

Se calcula que, en el 2013, la prevalencia normalizada según la edad del consumo


actual de tabaco en personas de 15 años en adelante era de 17,5%. 4 El consumo es
mayor en los hombres que en las mujeres (1). Aunque la disparidad entre los dos sexos
varía mucho de un país a otro, hay algunos, como Canadá, Chile y Estados Unidos,
donde esta brecha se reduce y la diferencia absoluta en la prevalencia del consumo
actual de tabaco en hombres y mujeres es de solo 4% a 5% (1) (figura 2).

Figura 2. Prevalencia del consumo actual de tabaco en personas de 15 años o


más y consumo de tabaco actual en adolescentes (de 13 a 15 años de edad),
Región de las Américas
Fuente: Organización Panamericana de la Salud. Informe sobre control del tabaco en la Región de
las Américas, 2016.
Nota: La prevalencia normalizada según la edad del consumo actual de tabaco en personas de 15
años o más (2013) es el porcentaje de la población de 15 años o más que fumaron algún producto
de tabaco en los 30 días anteriores a la encuesta. Esto incluye a fumadores diarios y ocasionales.
Los datos de aquellos países que tenían información disponible se normalizaron según la edad para
el año 2013. Estos datos deben usarse estrictamente para hacer comparaciones entre los países y
no para calcular el número absoluto de fumadores en un país dado. En los siguientes países no hay
datos disponibles o los datos no podían normalizarse: Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice,
Dominica, El Salvador, Granada, Guatemala, Guyana, Nicaragua, Perú, Saint Kitts y Nevis, Santa
Lucía, San Vicente y las Granadinas, Suriname, Trinidad y Tabago, y Venezuela (República
Bolivariana de).

La prevalencia del consumo actual de tabaco en adolescentes (de 13 a 15 años de edad), en las
encuestas más recientes, es el porcentaje de jóvenes de 13 a 15 años de edad que usaron por lo
menos una vez cualquier producto de tabaco, con o sin humo, en los 30 días anteriores a la encuesta.
Siempre que sea posible, los datos corresponden al territorio nacional. En Colombia, Ecuador,
Honduras y Nicaragua, los datos disponibles eran subnacionales. En todos los países, excepto
Brasil, Canadá, Chile y Estados Unidos, los datos provinieron de la Encuesta Mundial sobre el
Tabaco y los Jóvenes. Los datos notificados por Brasil corresponden al noveno grado; los de
Canadá, del séptimo al noveno grado. El indicador presentado por Canadá corresponde al consumo
actual de tabaco, mientras el de los Estados Unidos es el consumo actual de cigarrillos. Debe tenerse
en cuenta que las encuestas se realizaron en diferentes años.
EMTJ (Encuesta Mundial sobre el Tabaco y los Jóvenes), EMSE (Encuesta Mundial sobre la Salud
de los Escolares), ENTJ (Encuesta Nacional sobre el Tabaco y los Jóvenes), PeNSE (sigla en
portugués de Investigación Nacional de Salud Escolar), ETJ (Encuesta sobre el Tabaco y los
Jóvenes).

En los estudiantes de 13 a 15 años de edad, la prevalencia del consumo actual de


tabaco es particularmente preocupante. En la Región de las Américas, 13,5% de esta
cohorte consume tabaco actualmente (14,7% en los hombres y 12,3% en las mujeres).
La prevalencia más alta se encontró en los países del Caribe no latino (23,2%) y en la
mayor parte de los países de la subregión del Cono Sur (21,7%).5 Es importante poner
de relieve una característica que se observa en los hábitos de consumo de los
adolescentes. En la mayoría de los países de la Región, la brecha entre los dos sexos
es reducida en esta población (una diferencia absoluta de 5% o menos), pero en
algunos países, como Chile (19,8% en los hombres y 27,8% en las mujeres) y Uruguay
(12,7% en los hombres y 12,5% en las mujeres), el consumo de tabaco por parte de las
mujeres es mayor o igual al de los hombres (1, 17) (figura 2).

Además, en la Región, donde antes era muy común fumar cigarrillos manufacturados,
hoy en día está creciendo el consumo de novedosos productos de tabaco, como los
sistemas electrónicos de administración de nicotina y los sistemas electrónicos sin
nicotina, así como otros productos de tabaco, como las pipas de agua y el tabaco sin
humo. Por consiguiente, los sistemas de vigilancia deben incluir el seguimiento de los
productos vinculados a los sistemas electrónicos de administración de nicotina y los
sistemas electrónicos sin nicotina, y deben hacerse más investigaciones para
comprender las consecuencias de su uso en el ámbito de la salud pública (17).

Diversos estudios han demostrado que una reducción de 50% en la prevalencia del
consumo de tabaco para el 2025, de conformidad con lo definido en las metas y los
indicadores del marco de vigilancia mundial, podría evitar muchas muertes y, en
consecuencia, mejorar los resultados en materia de salud a nivel regional y mundial (3,
18, 19).

Hipertensión
La tensión arterial alta, que se conoce comúnmente como “hipertensión”, sigue teniendo
una repercusión negativa en la mortalidad y en la aparición de enfermedades
cardiovasculares y otras enfermedades no transmisibles, tanto a nivel mundial como en
la Región de las Américas (2). La hipertensión no controlada puede causar accidentes
cerebrovasculares, infartos de miocardio, insuficiencia cardíaca, demencia,
insuficiencia renal y ceguera (20, 21). De todas las enfermedades relacionadas con la
tensión arterial alta, las enfermedades cardiovasculares generan la mayor carga. Si se
le hace frente, se evitarán muchas enfermedades, discapacidades y muertes.
En el 2014, la prevalencia normalizada según la edad de la hipertensión6 en la Región
de las Américas era menor (18,7%) que la registrada a nivel mundial (22%) (2). En los
países del continente, la prevalencia de la hipertensión en el 2014 fluctuó entre 13,3%
en Canadá y 23,3% en Brasil. En todos los países de la Región, los hombres tienen una
prevalencia mayor que las mujeres, pero hay subregiones,7 como el istmo
centroamericano (23,7% de los hombres, 21,0% de las mujeres), el Caribe latino (25,1%
de los hombres, 22,1% de las mujeres), y el Caribe no latino (24,7% de los hombres,
20,4% de las mujeres) donde la brecha entre hombres y mujeres es menor (1).

La evaluación y el tratamiento de la hipertensión son fundamentales para prevenir y


controlar las enfermedades cardiovasculares (22). No tratar la hipertensión de una
manera oportuna tendrá repercusiones económicas y sociales significativas, pues se
prevé que el número de personas afectadas por la hipertensión se incrementará para
el 2025 (21, 23).

Hiperglucemia y diabetes
La hiperglucemia es un efecto común de la diabetes no controlada; con el transcurso
del tiempo, puede provocar daños graves en los vasos sanguíneos, los ojos, los riñones
y los nervios, y aumentar el riesgo de padecer infarto de miocardio y accidentes
cerebrovasculares (24). Los cálculos indican que en el 2014 había alrededor de 422
millones de personas mayores de 18 años con diabetes en todo el mundo. De ese total,
62 millones (15,0%) vivían en la Región de las Américas,8lo que implica que el número
de personas con diabetes en la Región se había triplicado desde 1980 (24).

En el 2014, 68% de los adultos con diabetes en la Región de las Américas vivía en solo
tres países: Estados Unidos (22,4 millones), Brasil (11,7 millones) y México (8,6
millones). Entre los años 1980 y 2014, el mayor incremento en el número de personas
diabéticas se registró en México (donde en el 2014 había cinco veces más personas
con diabetes) y Brasil (cuatro veces más). En Estados Unidos, en el 2014 había casi
tres veces más personas con diabetes, pero el aumento en ese país fue menor al
registrado en Brasil y México (25). La prevalencia general de la hiperglucemia en el
continente aumentó de 5,0% en 1980 a 8,3% en el 2014 (8,6% en los hombres y 8,4%
en las mujeres) (1, 25).

El aumento en la prevalencia de diabetes puede explicarse como resultado del


crecimiento y el envejecimiento de la población, el aumento de la prevalencia específica
según la edad o una combinación de estas dos tendencias (24). Se cree que los
factores de riesgo relacionados con el sobrepeso y la obesidad, junto con la actividad
física insuficiente, causan una parte importante de la carga de la diabetes (26).

Sobrepeso y obesidad
La obesidad aumenta las probabilidades de presentar diabetes, hipertensión,
cardiopatías coronarias, accidentes cerebrovasculares, ciertos tipos de cáncer, apnea
obstructiva y osteoartritis. También afecta negativamente la función reproductiva. De
hecho, la relación entre obesidad, resultados de salud desalentadores y mortalidad
general está bien establecida (27, 28).
En la Región de las Américas, los cálculos normalizados según la edad
correspondientes al año 2014 sobre la prevalencia del sobrepeso9 (un índice de masa
corporal [IMC] ≥ 25 kg/m2) en las personas de 18 años o más fue de 61,0% (62,8% para
los hombres y 59,8% para las mujeres). La región de la OMS con la prevalencia más
alta de sobrepeso y obesidad es la Región de las Américas (29, 30), donde los países
con la prevalencia más alta son Bahamas (69,0%), Estados Unidos (67,3%), Canadá y
México (64,4%), y Chile (63,1%) (1, 29) (figura 3).

Figura 3. Prevalencia normalizada según la edad del sobrepeso y la obesidad en


personas de 18 años o más, Región de las Américas, 2014
Fuente: Informe sobre la situación mundial de las enfermedades no transmisibles, 2014.
Nota: La prevalencia del sobrepeso y la obesidad en personas de 18 años o más, es decir, aquellas
que tienen un índice de masa corporal (IMC) de ≥ 25 kg/m2. Esta información se basa en los datos
consolidados obtenidos por medio de una revisión de la bibliografía publicada e inédita recogida por
la OMS y el grupo colaborador. Entre los criterios de inclusión para el análisis de las estimaciones
se incluyeron datos provenientes de una muestra aleatoria de la población general, con métodos
claramente indicados para la realización de encuestas (incluido el tamaño de muestra) y las
definiciones usadas para este indicador. Usando técnicas de modelaje regresivo, se hicieron ajustes
para poder presentar informes sobre el mismo indicador para el año 2014 en todos los países. Se
elaboraron cálculos comparables normalizados según la edad ajustando los cálculos brutos
específicos para la edad a la población estándar de la OMS que refleja la estructura mundial de edad
y sexo.
La obesidad (IMC ≥ 30 kg/m2) plantea un problema de salud grave en toda la Región de
las Américas. En el 2014 la prevalencia en el continente alcanzó un nivel más de dos
veces mayor que el promedio mundial (26,8% frente a 12,9%); en las mujeres (29,6%)
la prevalencia es mayor que en los hombres (24,0%). Los países del continente con la
prevalencia más alta son Bahamas (36,2%), Estados Unidos (33,7%), Canadá y México
(28,0%), y Chile (27,8%) (30).

En un estudio sobre los datos poblacionales combinados para determinar las


tendencias que se registraron entre los años 1975 y 2014 se informó sobre los 10 países
con el mayor número de personas obesas a escala mundial. Entre esos 10 países,
Estados Unidos, que se encontraba en el primer lugar en 1975, ocupó la segunda
posición en el 2014, con 87,8 millones de personas obesas (41,7 millones de hombres
y 46,1 millones de mujeres). Brasil se ubicó en la tercera posición (29,9 millones de
personas obesas) y México en la sexta (22,8 millones). En ambos países, el número de
mujeres obesas casi duplica el de hombres (31).

Además, la prevalencia del sobrepeso y la obesidad en la población infantil ha pasado


a ser un problema importante en la Región de las Américas. Las principales razones de
esto son los cambios en el modo de vida y la falta de políticas que promuevan una
alimentación saludable y la actividad física. En consecuencia, la obesidad en la niñez y
la adolescencia ha alcanzado proporciones epidémicas en el continente (32).

De acuerdo con los estimados más recientes disponibles en la Región (2012), la


prevalencia del sobrepeso en menores de 5 años es de 7,2% (1).10 En el caso de los
adolescentes que asisten a la escuela (de 13 a 15 años), la prevalencia de la obesidad
oscila entre 21,0% en Bahamas y 4,1% en Guyana. Los datos presentados sobre
sobrepeso y obesidad indican que este es un importante problema de salud pública que
requiere que se adopten medidas urgentes.

Las enfermedades no transmisibles en cifras


En el 2012, una persona de 30 años de edad que vivía en la Región de las Américas
tenía 15,4% de probabilidades de morir a causa de cualquiera de las cuatro principales
enfermedades no transmisibles (accidentes cerebrovasculares, cáncer, diabetes o
enfermedades respiratorias crónicas) antes de llegar a los 70 años de edad. 11 Este
porcentaje es menor que el cálculo a nivel mundial para ese año, cuando la misma
persona tenía 19,4% de probabilidades de morir antes de llegar a los 70 años. En la
Región de las Américas, la tasa de muerte prematura varía de una subregión a otra, y
fluctúa entre 18,6% en el Caribe no latino y 11,4% en el área andina, lo que implica una
diferencia absoluta de 7,2 puntos porcentuales. La tasa de muerte prematura tiende a
ser mayor en los hombres (18,5%) que en las mujeres (13,0%) en todas las
subregiones (1, 33).

Enfermedades cardiovasculares
Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en la Región. Los
factores de riesgo más importantes son el consumo de tabaco, la obesidad, la
hipertensión y los niveles altos de colesterol. No obstante, la mortalidad por
enfermedades cardiovasculares ha descendido de manera sostenida en la mayoría de
los países del continente: entre los años 2000 y 2010 se ha registrado una reducción
de 19% en la población en general (20% en las mujeres y 18% en los hombres). Una
tercera parte de los 1,8 millones de muertes que se registran cada año por
enfermedades cardiovasculares en la Región ocurren en personas menores de 70
años; sin embargo, esta cifra ha descendido en 21% en el período comprendido entre
el 2000 y el 2010 (34, 35).

Entre los países se observan disparidades asombrosas: las tasas de exceso de


mortalidad en los países de ingresos bajos y medianos y los países de ingresos altos y
medianos se ubica en 56,7% y 20,6%, respectivamente. Canadá y Estados Unidos
registraron el mayor descenso en el cambio porcentual promedio anual en el período
2000-2010. Sin embargo, la tasa de mortalidad prematura por enfermedades
cardiovasculares en Bahamas, Brasil, Guyana, República Dominicana y Trinidad y
Tabago en el 2010 se ubicó en un nivel mayor que el promedio regional (35).

Los cálculos regionales sobre la probabilidad incondicional de morir por alguna


enfermedad cardiovascular entre los 30 y los 70 años de edad son mayores para los
hombres que para las mujeres; los hombres tienen más del doble de probabilidades de
morir por enfermedades cardiovasculares que las mujeres (8,6% y 4,6%,
respectivamente) (1).

Cáncer
En la Región de las Américas, el cáncer afecta cada año a casi 3 millones de personas;
en el 2012, 1,3 millones de personas murieron a causa del cáncer (1, 36).
Aproximadamente 45% de estas muertes debidas al cáncer son prematuras (es decir,
ocurren en personas de menos de 70 años de edad); esta cifra incluye a casi 9 000
menores de 14 años (36). En América Latina y el Caribe, las principales causas de
muerte por cáncer son el cáncer de próstata, el de pulmón, el de estómago y el
colorrectal en los hombres, y el cáncer de mama, el de estómago, el de pulmón, el
cervical y el colorrectal en las mujeres. En cambio, en Canadá y Estados Unidos el
cáncer de pulmón es la principal causa de muerte por cáncer en ambos sexos (37).

La tasa de mortalidad por cáncer normalmente es mayor en los hombres debido a las
tasas altas de cáncer de pulmón y próstata. Las excepciones son El Salvador y
Nicaragua, donde las tasas de cáncer en las mujeres son mayores debido a las tasas
altas de mortalidad del cáncer cervicouterino y del estómago. Si bien la mortalidad por
cáncer se mantiene relativamente estable en la Región, en ambos sexos la mortalidad
general por cáncer está disminuyendo en nueve países (Argentina, Brasil, Canadá,
Chile, Estados Unidos, México, Nicaragua, Paraguay y Venezuela) y solo ha aumentado
levemente en Cuba (37). Aunque la incidencia del cáncer en América Latina es, en
general, inferior que la incidencia de cáncer en regiones más desarrolladas del mundo,
la tasa de mortalidad es mayor en América Latina y el Caribe. Es posible que esto se
deba, en parte, a que el diagnóstico se hace en las fases más avanzadas del cáncer y
una reducción del acceso a los servicios de diagnóstico, tamizaje y a tratamiento del
cáncer (38).
Diabetes
La diabetes es una enfermedad metabólica crónica y una de las enfermedades crónicas
más prevalentes en todo el mundo (24, 39). Se calcula que en el 2012 hubo 305 000
defunciones causadas directamente por la diabetes, lo que representa 5% de las
defunciones por enfermedades no transmisibles en la Región de las Américas (40).

Un análisis de la tasa de mortalidad prematura por diabetes reveló que una persona de
30 años de edad que vive en la Región de las Américas tiene 1,7% de probabilidades
de morir por diabetes antes de llegar a los 70 años de edad. En 61% de los países, la
tasa de mortalidad prematura es mayor que los cálculos regionales (1,7%). Guyana,
Belice, Trinidad y Tabago, México y Honduras son los cinco primeros países de esta
categoría, con una tasa de muerte prematura superior al 5,4%. En cambio, Canadá, las
Islas Caimán, Martinica, Uruguay y Cuba tienen las menores tasas de muerte
prematura, por debajo de 0,8% (41).

En el 2014, la tasa de mortalidad normalizada según la edad a causa de la diabetes de


tipo 2 en la Región de las Américas mostraba una leve diferencia entre hombres y
mujeres, al ubicarse en 35,6 y 31,6 por 100 000 habitantes, respectivamente (1). La
ejecución de intervenciones basadas en la población que giren en torno a la prevención,
la detección temprana, los cambios del modo de vida que se reflejen en la salud, así
como las intervenciones farmacológicas, puede prevenir o retardar las complicaciones
causadas por la diabetes.

Enfermedades respiratorias crónicas


Las enfermedades respiratorias crónicas son trastornos crónicos de las vías
respiratorias y otras estructuras pulmonares. Las más comunes son el asma, la
enfermedad pulmonar obstructiva crónica, las enfermedades pulmonares
ocupacionales y la hipertensión pulmonar (42). Los principales factores de riesgo son
el consumo de tabaco, la contaminación del aire (en espacios abiertos y cerrados), los
alérgenos, los riesgos ocupacionales, como la exposición a productos químicos y
polvos, y las infecciones frecuentes de las vías respiratorias inferiores (43).

Para la población, la carga de estas enfermedades debido a la discapacidad y la


mortalidad es muy elevada: en el 2012, causaron alrededor de 413 000 defunciones, lo
que representa 6,4% del total de muertes por enfermedades no transmisibles (40). La
muerte prematura de enfermedades respiratorias crónicas en la Región de las Américas
se redujo levemente entre 1999 y el 2013, y se ha estancado en los últimos años. En el
2013, una persona de 30 años que vivía en la Región tenía 1,4% de probabilidades de
morir por enfermedades respiratorias crónicas antes de llegar a los 70 años de edad.
La probabilidad de morir prematuramente por este tipo de enfermedades es mayor en
los hombres que en las mujeres. De 44 países y territorios de la Región con datos
disponibles, solo ocho (18%) tienen una tasa de mortalidad prematura mayor que el
cálculo regional (1,4%): Guayana Francesa (2,8%), Argentina (2,1%), Belice (1,96%),
República Dominicana (1,93%), Honduras (1,7%), Brasil (1,49%), Uruguay (1,46%) y
los Estados Unidos (1,45%) (41).
Las enfermedades respiratorias crónicas constituyen un grupo importante de
enfermedades no transmisibles,; el menor nivel de muertes prematuras se registra en
la Región de las Américas. Sin embargo, es necesario vigilar y controlar la urbanización,
el consumo de tabaco y la contaminación del aire en espacios interiores y exteriores,
principalmente en zonas urbanas, al ser desencadenantes de enfermedades no
transmisibles, para así prevenir un aumento de la morbilidad y la mortalidad por
enfermedades respiratorias crónicas (40, 43).

Enfermedad renal crónica


Se ha determinado que la enfermedad renal crónica es un problema de salud pública
cada vez mayor en todo el mundo, que merece especial atención en la Región (44, 45).
Durante las últimas dos décadas, los países del istmo centroamericano han notificado
un número en aumento de casos de personas que sufren esta enfermedad o mueren
por esta causa. Entre estos casos, un número bastante elevado tiene un tipo de
enfermedad renal crónica cuya etiología no está relacionada con las causas más
frecuentes de esta enfermedad, como son la diabetes y la hipertensión. Este tipo de
enfermedad renal crónica es sumamente frecuente en los trabajadores agrícolas
jóvenes de sexo masculino que viven en comunidades agrícolas tradicionalmente de
escasos recursos socioeconómicos. Ha estado asociada principalmente con diversos
factores, entre los que se encuentran determinantes ambientales, como el uso indebido
de productos agroquímicos, y riesgos ocupacionales, como la inadecuada higiene
laboral e insuficiente ingesta de agua (44). En el 2013, se reconoció que esta forma de
enfermedad renal crónica es un grave problema de salud pública que afecta a las
comunidades agrícolas de Centroamérica (45).

De acuerdo con un análisis sobre la tasa de mortalidad de la enfermedad renal crónica


de causa no tradicional, en El Salvador la tasa de mortalidad en el 2012 fue 2,5 veces
mayor que la registrada en 1997 (18,7 frente a 47,4 muertes por 100 000 habitantes),
mientras que la cifra registrada en Nicaragua en el 2013 fue 1,5 veces mayor que la de
1997 (23,9 frente a 36,7 muertes por 100 000 habitantes). Estos dos países tienen las
tasas de mortalidad más altas y una tendencia exponencial ascendente en comparación
con el resto de la Región. La tasa de mortalidad es alta en los hombres y las mujeres,
pero desproporcionadamente alta en los hombres. Urge emprender esfuerzos
multisectoriales para mejorar las condiciones sociales, ambientales, ocupacionales y
económicas de las comunidades afectadas (46).

Las enfermedades no transmisibles afectan a todos


La carga de mortalidad, enfermedades y discapacidades relacionada con las
enfermedades no transmisibles afecta a todos, pero se concentra de manera
significativa en los países de ingresos bajos y medianos. Las enfermedades no
transmisibles representan un obstáculo clave para el desarrollo y el alivio de la pobreza,
por lo que forman parte de la agenda de desarrollo sostenible (2, 47).

Los países de la Región de las Américas han adquirido el compromiso de abordar y


vigilar eficazmente las enfermedades no transmisibles (48, 49). El costo de la falta de
acción tendrá efectos negativos en los sectores socioeconómicos y de la salud. En la
Región se ha logrado cierto grado de avance, como se señala en el capítulo 2, pero los
datos presentados en esta sección muestran que aún falta mucho camino por recorrer.

Вам также может понравиться