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CURRÍCULUM VITAE
DATOS PERSONALES:
Apellidos: GUSTAVINO
Nombres: María Cristina
E-mail: mcgustavino@gmail.com
ESTUDIOS CURSADOS:
• Secundarios: En el Colegio "María Auxiliadora" de la ciudad de La Plata. Pcia. de Buenos Aires. Título
obtenido: Maestra Normal Nacional. Promoción 1964.
• Universitarios: En la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica de La Plata, Pcia. de Buenos
Aires. Título obtenido: Licenciado en Sociología. Promoción 1970.
CURSOS REALIZADOS:
• Filosofía Moderna: En la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica de La Plata. Pcia. de Buenos
Aires. Octubre de 1967.
• Sociología Rural: En la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica de La Plata. Pcia. de Buenos
Aires. Octubre de 1968.
• Antropología Rural: En la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica de La Plata. Pcia. de
Buenos Aires. Octubre de 1968.
• Desarrollo Regional: En la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional del Nordeste.
Resistencia. Pcia. de Chaco. Septiembre-Octubre de 1973 (96 hs. cátedra).
• Curso Introductorio de Mediación: (20 hs. Cátedra). Dictado por la Dra. Marta Paillet, abogada mediadora de
INTERMED (Santa Fe), Octubre 1998. Salta.
• Curso de TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación): en la UCS (Universidad Católica de
Salta). Salta. Agosto-Noviembre de 2005.Aprobado en noviembre /05
• Curso de Capacitación Docente: en la UCS (Universidad Católica de Salta). Modalidad a Distancia. Salta.
Anual. Año 2006.Aprobado en diciembre/06
• Curso en Aprendizaje en Construcción y Comprensión del Conocimiento: Convenio UCS con Santillana
Docentes (RR1055/05). Director Juan Ignacio Pozo (España). Modalidad a Distancia. Duración: cuatro
meses. Aprobado en febrero 2007.
HISTORIA LABORAL:
• Profesora de Educación Cívica en 2º Año del Colegio Salesiano Ángel Zerda. Salta capital. Años 1987y 1988.
• Profesora de Sociología General y Argentina en 3º Año de la carrera de Relaciones Internacionales de la
Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Católica de Salta, en las modalidades: presencial y a
distancia (profesora autora de los módulos de enseñanza aprendizaje). Años 2002, 2003, 2004, 2005, 2006,
2007, 2008, 2009, 2010, hasta el presente 2011 (materia anual, adjunta a cargo).
• Profesora de Metodología y Técnicas de Investigación II en 2º Año de la carrera de Relaciones
Internacionales de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Católica de Salta, en la modalidad
presencial. Años 2003 (auxiliar) y 2004(adjunta a cargo suplente), 2005(auxiliar), 2006 (adjunta a cargo
suplente), 2007, 2008, 2009, 2010, hasta el presente 2011 (adjunta a cargo suplente), (materia semestral).
• Profesora de Sociología en 1º Año de la carrera de Licenciatura en Trabajo Social de la Universidad Católica
de Salta, en la modalidad presencial, cargo ganado por concurso (adjunta a cargo), Año 2006, 2007, 2008,
2009, 2010, hasta el presente 2011 (materia anual).
• Profesora de Teoría Social en 2º Año de la carrera de Licenciatura en Trabajo Social de la Universidad
Católica de Salta (UCS), modalidad presencial, como adjunta interina, (materia anual). Año 2007, 2008, 2009,
2010, hasta el presente 2011.
• Asesora de la Diplomatura de Capacitación Docente en Convivencia Educativa. Coautora del 1º Módulo.
En la UCS. Modalidad a Distancia. Año 2007
• Profesora de Sociología Aplicada en 1º año de la Escuela de Cadetes de Policía Martín Miguel de Güemes de
la Provincia de Salta. Materia semestral. Agosto a diciembre 2007, 2008, 2009 y 2010.
• Participante del equipo técnico que elaboró y ejecutó el Plan de Promoción del Cultivo de Mandioca para uso
industrial, en la Pcia. de Chaco. Dirección de Agricultura. Ministerio de Agricultura y Ganadería de la. Pcia. de
Chaco. Año 1972.
• Colaboradora en aspectos sociales del Plan de Promoción de la Soja, en la Pcia. de Chaco. Dirección de
Agricultura Ministerio de Agricultura y Ganadería de la. Pcia. de Chaco. Año 1972.
• Participante en la elaboración de Planes de Fomento Agrícola para Áreas de Frontera en la Pcia. de Chaco.
Dirección de Agricultura Ministerio de Agricultura y Ganadería de la. Pcia. de Chaco. Año 1972.
• Participante en la Investigación Preliminar de la zona sur del Noroeste Chaqueño (Pico del Chaco). Ministerio de
Agricultura y Ganadería de la. Pcia. de Chaco. Diciembre 1972.
• Asesora de la Comisión Honoraria de Braceros del Gobierno de la Pcia. de Chaco. Año 1973.
• Integrante del equipo que elaboró el Plan de Promoción del Hachero y su grupo Familiar. Gobierno de la. Pcia.
de Chaco. Año 1973.
• Participante del equipo que elaboró el Diagnóstico del Sector Primario de la Pcia. de Chaco. A cargo del
Diagnóstico Social. Año 1974.
• Directora de Tesis de Grado en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la UCS, carrera de Licenciatura en
Relaciones Internacionales. Tema de Tesis: "Multiculturalismo y Migración", de la egresada Julieta Fiakosky.
Año 2006.
• Directora de Tesis de Grado en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la UCS, carrera de Licenciatura en
Relaciones Internacionales. Tema de Tesis: "Movimientos Sociales en América Latina", del egresado Lucas
Morales. Año 2009.
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• Integrante del Tribunal Evaluador de los aspirantes a rendir concurso público y abierto de antecedentes y
oposición para la materia Sociología Aplicada, a dictarse en la Escuela de Cadetes "Gral. M.M. de Güemes" de
la ciudad de Salta. 21 y 23 de marzo de 2007.
• Informe sobre "Situación actual del Obrero del Monte y Sugerencias para el cambio". Dirección de Agricultura del
Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Pcia. de Chaco. Octubre de 1972.
• Informe sobre la "Investigación Preliminar a la zona sur del Pico del Chaco". Ministerio de Agricultura y
Ganadería de la Pcia. de Chaco. Diciembre de 1972. (En colaboración).
• Programa de Promoción Humana, del Plan de Promoción del Hachero y su grupo familiar. Gobierno de la Pcia.
de Chaco. Año 1973. (En colaboración).
• "Proyecto de Creación de Unidades de Desarrollo Rural". Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Pcia. de
Chaco. Agosto de 1973. (En colaboración).
• "Diagnóstico Social del Sector Rural de la Pcia. de Chaco". Dirección de Planificación del Ministerio de
Agricultura y Ganadería de la Pcia. de Chaco. Año 1974.
• "Módulos de Sociología General y Argentina" para los estudiantes de la carrera de Relaciones Internacionales
de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Católica de Salta, modalidad a distancia. Año 2003 y
2006
• Videos de clases satelitales para los estudiantes de la carrera de Relaciones Internacionales de la Facultad de
Ciencias Jurídicas de la Universidad Católica de Salta, modalidad a distancia. Año 2004 y 2005 y 2006 y 2011.
• Módulo de Sociología para la Diplomatura en Capacitación Docente en convivencia educativa. UCS. Salta.
Enero 2007.
• Módulo de Sociología para la Carrera de Psicología. UCS. Salta. Octubre 2010.
OTRAS ACTIVIDADES:
• Encuestadora del equipo del Sociólogo José Enrique Miguens. En la ciudad de La Plata, Pcia. de Buenos Aires.
Año 1965.
• Conferencista, en la localidad de Tres Isletas, Pcia. de Chaco, sobre el tema: "La Juventud de Hoy."Jornada
organizada por el obispado de Presidencia Roque Sáenz Peña. Pcia. Del Chaco. Agosto de 1971.
• Conferencista, en la localidad de Presidencia Roque Sáenz Peña., Pcia. de Chaco, sobre el tema: "La Juventud
de Hoy." Jornada organizada por el obispado de Presidencia Roque Sáenz Peña. Pcia. Del Chaco. Septiembre
de 1971.
• Miembro del Equipo de Catequesis Familiar del Obispado de Neuquén. Neuquén Capital. Años 1975 y 1976.
• Miembro de la Junta Diocesana de Pastoral del Obispado de Neuquén. Neuquén Capital. Años 1975 y 1976.
• Catequista de Adultos para el sacramento de la Confirmación en la Parroquia Señor del Milagro de Metán
(Salta). Años 1984 y 1985.
• Coordinadora (como matrimonio) de Grupos de Catequesis Familiar para los sacramentos de Comunión y
Confirmación, en la Parroquia de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. Salta Capital. Años: 1989 a 1996.
• Presidente (como matrimonio) de la Unión de Padres del Instituto Parroquial San Alfonso. Salta Capital. Años
1988 a 1995.
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ÍNDICE
Demografía: elementos de análisis de los cambios en Conformación y transformación de las clases so-
la población ............................................................. 153 ciales en la estructura social Argentina .................. 235
Actividad Nº 5 ......................................................... 163 El modelo justicialista: 1945-1955 .......................... 248
El modelo desarrollista: 1958-1972 ........................ 250
UNIDAD VI: ANÁLISIS DE LA SOCIEDAD El modelo aperturista: 1976-1983 ........................... 252
CONTEMPORÁNEA .............................................. 164 Período 1960-1970 ................................................. 256
La modernidad como fenómeno social................... 164 Período 1970-1980 ................................................. 256
Discusión modernidad vs. postmodernidad............ 167 Volumen y composición de la Población
Sociedades postindustriales y cultura postmoder- Económicamente Activa (PEA) ............................... 257
na ............................................................................ 174 Clases sociales y condiciones de vida .................... 259
Globalización .......................................................... 176 Disparidades regionales .......................................... 260
Pobreza y desigualdad ........................................... 187 Modelos de acumulación y estructura social. Ba-
Cambios en el mundo del trabajo ........................... 189 lances ...................................................................... 262
Teóricos contemporáneos de la sociología crítica . 196 Actividad Nº 7 .......................................................... 264
Charles Wright Mills y la imaginación sociológica .. 196 LECTURA COMPLEMENTARIA............................. 265
Jürgen Habermas, alemán contemporáneo, (naci- CAPÍTULO 3 ........................................................... 265
do en 1929). Autor de la Teoría de la acción LA SINGULAR MODERNIZACIÓN ARGENTINA:.. 265
comunicativa (años 1984 y 1987) ........................... 199 SECULARIZACIÓN DEL ESTADO Y PREDOMI-
Pierre Bourdieu. Teoría de la sociedad como cam- NIO .......................................................................... 265
po de fuerzas .......................................................... 201 DE LA RELIGIOSIDAD DE LA SOCIEDAD ............ 265
Edgar Morin y la teoría de la complejidad .............. 206 La modernidad compleja ......................................... 268
Zygmunt Bauman y la discusión modernidad sóli- La secularización formal ......................................... 269
da y modernidad líquida ......................................... 213 Las asincronías en la modernización agraria ......... 271
Actividad Nº 6 ......................................................... 215 Los sujetos de la modernización ............................. 272
CAPÍTULO 4 ........................................................... 274
UNIDAD VII: ELEMENTOS DE ANÁLISIS SOCIAL LA URBANIZACIÓN PARASITARIA ....................... 274
E HISTÓRICO DE LA SOCIEDAD ARGENTINA .. 216 TERCER PARTE .................................................... 283
José Ingenieros y los antecedentes de la Sociolo- HACIA UNA TEORÍA RELACIONAL ...................... 283
gía Argentina .......................................................... 219 Introducción ............................................................. 283
Germani y el estatuto de ciencia de la sociología Un regreso indeseado ............................................. 284
Argentina ................................................................ 229 CAPÍTULO 5 ........................................................... 288
Una nueva visión para el Siglo XXI ......................... 288
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Referencias de Íconos:
Actividad en el Foro.
Actividad Grupal.
Actividad Individual.
Atención.
Audio
Bibliografía.
Glosario.
Sugerencia.
Video.
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PLANIFICACIÓN
AÑO LECTIVO
2018
PROGRAMA DE CÁTEDRA
MODALIDAD NO PRESENCIAL
UNIDAD ACADÉMICA: FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS
CARRERA: LICENCIATURA EN RELACIONES INTERNACIONALES
CÁTEDRA: Sociología General y Argentina AÑO: 3º Año RÉGIMEN: Anual
EQUIPO DOCENTE
PROFESORA:
Lic. María Cristina Gustavino
FUNDAMENTOS
La Sociología tiene un papel clave entre las ciencias sociales, pues colabora en el conocimiento y
comprensión del mundo que cambia; en el estudio del funcionamiento de las sociedades y en el de la
transformación social. Entiende las estructuras sociales de las que formamos parte, utilizando un
punto de vista más amplio para saber por qué somos como somos y actuamos de la forma en que lo
hacemos, reconociendo la influencia de fuerzas históricas y sociales en las experiencias que refleja
nuestra vida individual.
Nos permite ubicar lo que sucede en un contexto más abarcador, investigando la conexión que existe
entre lo que la sociedad hace de nosotros y lo que hacemos nosotros de nosotros mismos. Nos ayuda
a tomar conciencia de las diferencias socioculturales, a ver el mundo en su complejidad, desde
diversos puntos de vista, para conocerlo mejor. Nos permite también comprender la estructura y el
cambio, la formación y los significados de la sociedad en que nos toca vivir -que no sólo estamos
sujetos a normas, sino que también somos creadores de normas-; y tomar conciencia de las
estructuras socio-históricas y del lugar que ocupamos en ellas.
La Sociología mantiene una relación reflexiva con los seres humanos cuyo comportamiento social
estudia. Es una disciplina que abraza dos campos: el científico y el humanista, utilizando los métodos
de la ciencia para indagar en los problemas y la conducta de la sociedad humana. Por ello es una
herramienta analítica útil que permite la comprensión y entendimiento mayor de la realidad social
regional, nacional e internacional, liberando al estudiante de los propios localismos de tiempo, lugar y
circunstancias y de las constricciones de la cultura natal, abriéndole al conocimiento y comprensión de
un mundo más vasto y diverso.
Contribuye así a la formación del internacionalista brindándole una perspectiva sociológica que le
permite adquirir una nueva mirada sobre la estructura social y los procesos de transformación más
significativos en los distintos órdenes sociales. Y lo hace mediante los aportes conceptuales de los
pensadores de la Sociología, clásicos y contemporáneos, en quienes se pueden encontrar los
principales paradigmas sociales modernos, teniendo en consideración también, los antecedentes del
pensamiento sociológico en la Argentina y su constitución como ciencia en el país.
En esta época de globalización, la educación debe combinar el fortalecimiento de las identidades con
un pensamiento que vaya más allá de las propias realidades culturales y geográficas, para ayudar a
entender la heterogeneidad como un valor, aprendiendo a vivir en una sociedad pluralista y
democrática.
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La imaginación sociológica es la cualidad mental necesaria para encontrar la manera de reducir las
tensiones sociales y ayudar a resolver los conflictos, estimulando el diálogo y las posibilidades de
cooperación entre las sociedades, comprendiendo su interrelación e interdependencia.
OBJETIVOS
Que los estudiantes:
• Accedan a los conocimientos propios de la disciplina con suficiente grado de profundidad, para
contribuir a su formación profesional en curso.
• Comprendan los grandes temas y los diversos marcos teóricos en su sistematicidad y capacidad
explicativa.
• Reconozcan, en los fenómenos sociales, lo sociológicamente relevante del comportamiento social.
• Utilicen conceptos y vocabulario específico de la materia, en el análisis de la realidad social local,
nacional e internacional.
• Se expresen con claridad y síntesis en forma oral y escrita.
• Valoren la complejidad sociocultural en las sociedades del mundo y en la argentina.
• Se entrenen en el pensamiento crítico-reflexivo acerca de la situación social, que les permita operar
en ella.
• Se ejerciten en la formulación de problemas, tarea que requiere mucha más creatividad que
resolverlos, porque implica plantearse cuáles son las condiciones reales que debe cumplir la
solución.
• Aprendan en un proceso activo, teniendo como resultado la apropiación creativa y significativa de
conocimientos.
CONTENIDOS:
Procedimentales:
Actitudinales:
- Comportamiento sociológico
- Persona social - pautas sociales
- Interacción social - roles y status
- Grupos sociales - instituciones
- Sociedad - Cultura
- Integración sociocultural
- Valores sociales
- Tipos de sociedad.
- De la sociedad rural a la urbana. El urbanismo y las influencias internacionales.
- Estratificación social. Movilidad social.
- Marginalidad y conducta desviada.
- Demografía: elementos de análisis de los cambios en la población.
Al examen final se llega después de un camino de aprendizaje que se va construyendo durante todo el
desarrollo de la materia. Es necesario organizar los tiempos disponibles para el estudio y adquirir una
rutina durante el año, a fin de lograr hábitos de lectura y fichaje.
Los apuntes del módulo no son suficientes para preparar la materia, sino sólo un elemento de apoyo
que sirve para organizar las ideas fundamentales.
El programa de la materia sirve de guía para clarificar los objetivos que persiguen el docente y los
conceptos fundamentales de la asignatura, para saber qué leer y con qué profundidad encarar cada
texto.
Al final de cada unidad, hacerse preguntas sirve para aclarar conceptos y ayuda a rescatar los núcleos
principales de cada tema, reflexionando sobre qué es lo que se aprende, cómo se lo aprende y para
qué nos sirve.
EVALUACIÓN
Criterios:
Diagnóstica: Al inicio del período lectivo, a fin de evaluar el nivel de conocimientos previos de los
estudiantes.
IMPORTANTE
Los requisitos para regularizar la materia serán informados por el docente a través
de los canales pertinentes de comunicación:
• Tablón de anuncios
• Foro de la materia
• Cuadros de regularización publicados en la página web
Manténgase atento!!!
BIBLIOGRAFÍA
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA:
LUGAR Y AÑO
AUTOR TÍTULO EDITORIAL
DE EDICIÓN
Giddens, Anthony Sociología. Alianza Editorial (3ª edic.) Madrid. 2000
Estructura social de la Argentina (1955),
Germani, Gino Ediciones Solar Bs. As. 1987
Análisis estadístico.
Estructura social de la Argentina: 1945-
Torrado, S. Ediciones de la Flor 1992
1983.
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA:
Editorial de Belgrano. Buenos Aires.
Agulla, Juan Carlos. La Promesa de la Sociología.
Colección Textos 1982
Fondo de Cultura
Bauman, Zygmunt Modernidad líquida. 2000
Económica
Berger, P. Introducción a la Sociología. Limusa. Noriega Editores México. 2000
Bourdieu, Pierre Sociología y Cultura. Grijalbo México. 1990
Buenos Aires.
Castel, R. La metamorfosis de la cuestión social. Paidós
1997
La crisis en la crisis. Estado, Nación,
Delich, F. Sociedad y Mercados en la Argentina Eudeba. 1ª edición Bs.As. 2002
contemporánea.
Di Tella, Torcuato y Buenos Aires.
(comp.). Fundamentos de sociología. Editorial Biblos.
Lucchini, Cristina 1998
Di Tella, T. Introducción a la Sociología. Eudeba Bs. As. 1988
Buenos Aires.
Durkheim, Emile Las reglas del método sociológico. Editorial La Pléyade.
1967
Fondo de Cultura Buenos Aires.
Ferrer, Aldo Historia de la globalización.
Económica. 1996
Fichter, Joseph Sociología. Herder Barcelona. 1964
14
PROFUNDIZACIÓN:
Unidad I:
Agulla, Juan Carlos La promesa de la Sociología. Belgrano. Textos. Bs. As. 1982
Berger, P. Introducción a la Sociología. Limusa Wiley. México. 1967
Durkheim, E. Las reglas del método sociológico. La Pléyade 1967
Di Tella, T. Introducción a la Sociología. Eudeba Bs. As. 1988
Elías, N. Sociología fundamental. Gedisa Barcelona. 1982
Fichter, J. Sociología. Herder Barcelona. 1964
Alianza Universidad
Giddens, A. Sociología. Madrid. 2000
Textos. 3ª edición.
Sociología de las relaciones Internacio-
Merle, M. Alianza Editorial. Madrid. 1995
nales.
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Lecturas sugeridas para completar los temas del programa de sociología, según el enfoque de la
Doctrina Social de la Iglesia:
Del "Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia" del Pontificio Consejo Justicia y Paz, editado por la
Conferencia Episcopal Argentina en el 2005:
(16) "Los interrogantes radicales que acompañan desde el inicio el camino de los hombres, adquieren en nuestro
tiempo importancia aún mayor por la amplitud de los desafíos, la novedad de los escenarios y las opciones
decisivas que las generaciones actuales están llamadas a realizar.
El primero de los grandes desafíos que la humanidad enfrenta hoy es el de la verdad misma del ser-hombre. El
límite y la relación entre la naturaleza, técnica y moral son cuestiones que interpelan fuertemente la
responsabilidad personal y colectiva en relación a los comportamientos que se deben adoptar respecto a lo que
el hombre es, a lo que puede hacer y a lo que debe ser. Un segundo desafío es el que presenta la comprensión
y la gestión del pluralismo y de las diferencias en todos los ámbitos: de pensamiento, de opción moral, de
cultura, de adhesión religiosa, de filosofía del desarrollo humano y social. El tercer desafío es la globalización,
que tiene un significado más amplio y más profundo que el simplemente económico, porque en la historia se ha
abierto una nueva época, que atañe al destino de la humanidad".
Se recomienda leer la Constitución pastoral "Gaudium es Spes" (1966) del Concilio Vaticano II - (1025-1120),
sobre las expectativas del mundo contemporáneo; y la ampliación sobre la vida económico-social que hace
Pablo VI en su encíclica "Populorum progressio" (1967) - (294-296) y su reflexión sobre la sociedad
postindustrial en la Carta apostólica "Octogésima adveniens"(1971) - (401-441).
Para el tema del trabajo: Juan Pablo II le dedica la encíclica "Laborem exercens" (1981) (577-647).
Sobre la paz en el mundo como fruto de la solidaridad, Juan Pablo II escribió la encíclica "Sollicitudo rei socialis"
(1988) (513-586).
Para el tema de la sociabilidad humana, el ser social del hombre: la "Gaudium et Spes" nº: (12-25-76) y en el
Catecismo de la Iglesia Católica (nº: 1880-1882) y de la "Sollicitudo rei socialis" nº 26.
Del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, sobre los temas de:
• La responsabilidad de todos por el bien común: nº 166.
• Tareas de la comunidad política: nº 168, 169 y 170.
• La participación social: nº 189, 190 y 191.
• Principio de solidaridad: nº 192, 193, 194, 195.
• Valores fundamentales de la vida social: nº 197, 198, 199, 200, 201, 202, 203.
• Importancia de la familia para la sociedad: nº 213, 214.
• Sobre el trabajo: nº 267, 268, 269, 270, 271 al 283, 297, 298, 308 al 322.
• La globalización: nº 361 al 376.
• Comunidad política: nº 384 al 398; 401, 402, 414 al 416.
• Sociedad civil: nº 417 al 419.
• Comunidad internacional: nº 433 al 450, 513 al 515, 575, 581 al 583.
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UNIDAD I
¿QUÉ ES LA SOCIOLOGÍA?
Nos demuestra la necesidad de utilizar un punto de vista más amplio para saber por
qué somos como somos y actuamos de la forma en que lo hacemos y para entender
que las cosas dadas en nuestra vida están influidas por fuerzas históricas y sociales,
que la vida individual refleja las experiencias sociales.
Lo que hacemos en la vida y de qué modo nuestras acciones afectan a otros, puede
entenderse como una combinación de consecuencias deseadas y no deseadas. La
tarea de la Sociología es estudiar el equilibrio existente entre la reproducción social
(cómo las sociedades siguen funcionando a lo largo del tiempo) y la transformación
social (los cambios que experimentan).
19
Una de las características que, como señala Mills, es definitoria de nuestra época es la
existencia, por primera vez en la historia, de una interacción seria, rápida y evidente
entre los diversos mundos sociales existentes. Él sostiene que, en nuestros días, es
indispensable ampliar el punto de vista para que incluya, no sólo lo local y nacional,
sino también una perspectiva mundial o universal.
Según Juan Carlos Agulla, una de las peculiaridades de la Sociología es que, además
de ser una ciencia -un conocimiento racional de la sociedad- es también una
conciencia crítica de la sociedad y un método de conocimiento -una manera de
explicar la génesis social de las ideas sociológicas-(AGULLA, Juan Carlos, La
Promesa de la Sociología.1982).
Marco Histórico
El estudio objetivo y sistemático del comportamiento humano y de la sociedad es un
hecho relativamente reciente, cuyos orígenes se remontan a principios del siglo XIX.
El trasfondo de la primera sociología fue el de los cambios arrolladores que trajeron
consigo la Revolución francesa de 1789 y la Revolución industrial en Europa. La
sacudida que sufrieron los modos de vida tradicionales con estos cambios, produjo
una revisión de la forma de entender tanto el mundo social como el natural.
La aparición de la Sociología:
Hacia fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, se conformó una forma especial de
vida social a la que se denomina sociedad nacional, caracterizada por una estructura
de dominación que consta de una estratificación social clasista, una estructura
burocrática del poder y una ideología liberal de base racional. Su aparición es el
resultado de una serie de procesos sociales que comenzaron en Europa a partir del
Renacimiento, pero que eclosionan -como señalamos antes- con la Revolución
industrial inglesa (hacia 1770) y con la Revolución francesa (1789)
1
Ésta implicó la quiebra del sistema tradicional, de la autoridad de la aristocracia y el clero en el poder monárquico.
21
Se descubre esta nueva forma de vida social en el primer tercio del siglo XIX y el
mérito de encarar su estudio como un “todo” corresponde a Auguste Comte y
anteriormente a Saint-Simón, como resultado de un paulatino proceso de maduración
de los conocimientos de la realidad social, con los aportes de Maquiavelo, Hobbes,
Locke, Vico, Montesquieu, Rousseau, Adam Smith, David Ricardo, Hegel, Turgot,
Condorecet, etc.
La constitución autónoma del conjunto de las hoy llamadas ciencias sociales, se halla
así, en el Renacimiento. El precursor reconocido será Nicolás Maquiavelo (1469-
1527), cuya obra marca la liberación de la reflexión política de sus condicionamientos
teológicos y filosóficos. Lo que podríamos llamar ciencia política (teoría del gobierno y
de las relaciones entre gobierno y sociedad), es el primer campo secularizado del
saber dentro de las ciencias sociales.
La anticipación de la teoría política sobre el resto de las disciplinas, está vinculada con
el surgimiento de las naciones y de los Estados centralizados, que ponía en el núcleo
del debate el tema de la organización del poder. Bajo el modo de producción
capitalista entonces en expansión, ésta no podía ser pensada sino como un contrato
voluntario entre sujetos jurídicamente iguales. Hobbes, Locke, Montesquieu,
Rousseau, son algunos de los jalones en ese camino de constitución de un nuevo
saber sobre el sentido de las relaciones sociales entre los hombres. Nace la idea del
contrato social, de la “soberanía popular” y de las formas de representación de esa
soberanía que recorre el pensamiento político desde el siglo XVI
En el siglo XIX, aparece el tercero de los campos del conocimiento referido a las
relaciones entre los hombres: la sociología. Aunque su origen está ligado a una
situación de crisis, la respuesta que ella propondrá, desde sus fundadores en
adelante, será conservadora o reformadora, tendiente a garantizar el mejor
funcionamiento del orden constituido.
La sociedad puede experimentar procesos de cambio, pero ellos deben estar incluidos
dentro del orden. La tarea a cumplir era desentrañar ese orden, contemplarlo y
corregir las desviaciones que se produjeran en él. Así, todo conflicto que tendiera a
destruir radicalmente ese orden debía ser prevenido y combatido, lo mismo que la
enfermedad en el organismo.
del futuro será gobernado autoritariamente por una élite integrada por científicos y por
productores, en los que Saint-Simón agrupa tanto a los capitalistas como a los
asalariados. Esta élite aseguraría la unidad orgánica de la sociedad, perdida tras la
destrucción del orden medieval, con la ciencia ocupando el lugar de la religión, los
técnicos el de los sacerdotes y los industriales el de los nobles feudales. (SAINT-
SIMON, Catecismo político de los industriales. Madrid. Aguilar. 1960)
2
En 1825, Francia había sido sacudida por una primera crisis general: las consecuencias sociales del sistema industrial
comenzaban a estar a la vista y entre 1830 y 1848 la lucha de clases conmovería al país.
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Ralph Dahrendorf sostiene que: “lo mismo que para la sociedad medieval feudal
significó la Teología, y para la moderna la Filosofía, eso significa la Sociología para la
sociedad industrial” (Citado en MOYA, 1970). La secularización burguesa del mundo
encuentra su máximo cumplimiento teórico en la nueva disciplina, instrumento decisivo
para su progresiva racionalización, según Max Weber.
Así como podemos establecer vínculos entre los problemas de la sociedad francesa y
la teoría de Comte, o la era victoriana en Inglaterra y los principios de Spencer, la
misma relación podría postularse entre la Alemania de la segunda mitad del siglo XIX
y la obra de Ferdinand Toennies (1855-1936), principal precursor de otra vertiente
sociológica que aparece en Alemania.
3
Como veremos más adelante, esta ciencia spenceriana influyó considerablemente sobre élites de sociedades dependientes,
como la argentina de fines de siglo XIX.
25
A fines del siglo XIX se discute en Alemania la legitimidad de construir una ciencia de
lo social equiparable a las ciencias de la naturaleza, rechazando la posibilidad de
aplicar métodos analíticos al mundo del hombre. Surge la distinción entre ciencias de
la naturaleza y ciencias del espíritu. Únicamente lo fenoménico, lo material, puede ser
conocido; lo cultural, lo propio del espíritu sólo puede ser intuido. Los hechos
históricos son únicos e irrepetibles, es inútil buscar en ellos regularidades para
determinar leyes.
La Sociología nació con la pretensión de ser ciencia y por eso ha seguido un proceso
de maduración científica que se manifiesta en el nivel de precisión de sus conceptos,
de integración de su teoría y de cobertura explicativa.
Sus teorías, elaboradas a lo largo del tiempo, tienen distintos grados de cientificidad, a
través de los autores más relevantes de la historia de la Sociología. Según J.C. Agulla,
podemos fijar tres niveles de cientificidad de la Sociología que responden a la relación
existente entre la sociedad nacional y la sociología disponible, y destacan la
particularidad de la Sociología que, además de ser una ciencia (un conocimiento
racional de la sociedad), es también una conciencia crítica de esta sociedad y un
método (cuerpo de ideas y conocimientos), una manera de explicar la génesis social
de las ideas sociológicas, como lo ha destacado Karl Mannheim.
Pertenecen a las teorías analíticas estudios modelos que todavía tienen cobertura
explicativa y validez científica, como el de la burocracia y el de la ética protestante de
Max Weber; el del suicidio de Durkheim, el de las comunidades y sociedades de
Toennies. Todas estas teorías están fundadas en sólidas pruebas, tanto en lo que se
refiere a los datos como a la metodología.
Merton). Intentan dar respuesta a las necesidades que surgieron con la crisis
económica mundial de 1929, y por ello forman parte del programa del “New Deal” del
presidente norteamericano Roosevelt.
Las teorías críticas aparecen en Europa (en Alemania y Francia) primero y después en
los Estados Unidos. Se apoyan en las teorías enciclopédicas, especialmente en las de
Marx y en una nueva filosofía social. Hacen una crítica de la razón sociológica,
entendiendo que las teorías empírico-sistemáticas han traicionado la promesa de
reforma social de la primera Sociología. Incorporan a la Sociología su aspecto crítico,
pero lo hacen fuera de la ciencia, ya que creen que la ciencia es la manera de conocer
de una clase social dominante: la burguesía. Se autodenominan “teorías críticas de la
sociedad” y propugnan “reformas sociales programáticas”, similares a las de las
teorías enciclopédicas. Es clave en ellas el papel que se le asigna a la “praxis” política.
Estas teorías no buscan explicar la sociedad, sino transformarla.
Tres líneas principales se han presentado hasta fines del siglo XX:
Métodos de investigación
Los métodos de la Sociología son más variados que los de la mayoría de las ciencias
humanas. No hay un método sociológico, sino métodos: cuantitativos, cualitativos,
matemáticos, descriptivos, de modelos abstractos.
Cuanto más avanza la Sociología, más evidente resulta que todo intento de unificación
metodológica está condenado al fracaso ya que son diversos los objetivos de estudio
que se propone; diversos métodos para diversidad de objetivos.
En la práctica, los progresos más importantes han sido realizados en el terreno de los
métodos cuantitativos de observación y exploración. (Cfr. Boudon, Raymond. LOS
MÉTODOS EN SOCIOLOGÍA. El Ateneo. 1978. Bs. As.)
Las preguntas que los sociólogos se plantean en sus investigaciones son de carácter:
- Proporciona una información sobre la vida social mucho más viva que la mayoría de
los demás procedimientos de investigación.
- Se alcanza una comprensión más profunda del porqué determinadas personas
actúan de una manera dada.
- Permite adaptarse a circunstancias nuevas o inesperadas y aprovechar las
oportunidades que pueden surgir durante el estudio.
En las investigaciones con ENCUESTAS, en las que los cuestionarios se envían por
correo o se realizan en una entrevista a un grupo de personas seleccionado, se
reduce el problema de la generalización. Suelen dar una información menos detallada
pero que puede aplicarse a un área extensa.
Este tipo de encuestas tiene la ventaja que sus respuestas son fáciles de comparar y
tabular, ya que existe un reducido número de categorías y la información que
proporcionan tiene alcance restringido.
La mayor parte de las encuestas van precedidas de estudios piloto, cuya intención es
dilucidar los problemas no previstos por el investigador. Éstos son ensayos en los que
30
Muestreo:
Los sociólogos se interesan con frecuencia por las características de grandes grupos,
por ejemplo: actitudes políticas de la población de la nación en su conjunto. En dichas
situaciones, el investigador se concentra en una proporción del grupo total, es decir,
en una MUESTRA. Los resultados que se derivan de la encuesta realizada en ella
pueden generalizarse a la población total. Para lograr dicha precisión, una muestra
debe ser representativa: el grupo de individuos seleccionado debe ser típico dentro de
la población. El muestro es complejo y los estadísticos han elaborado reglas para dar
el tamaño y la naturaleza adecuadas a las muestras.
Otros métodos
• El método comparativo:
4
Se puede ver un ejemplo clásico en DURKHEIM, Emile. El suicidio.
Sea cual fuere el problema sociológico que nos planteamos o la hipótesis que deseemos demostrar, nos encontraremos
siempre frente al problema de la construcción de variables, es decir, de la traducción de los conceptos y nociones a
operaciones de investigación definidas: división de conjuntos de objetos según uno o varios criterios específicos: sexo, nivel
de calificación, edad, son ejemplos de variables. Es decir que es un criterio de clasificación. Definir categorías, rangos o
medidas. Se trata de traducir los conceptos a índices.
31
• El método estadístico:
Cada uno de estos métodos tiene sus limitaciones. Por tanto, los investigadores
suelen combinar dos o más métodos en su trabajo y cada uno de éstos se utiliza para
contrastar el material que se ha obtenido con los demás o para completarlo. Los
mejores trabajos sociológicos combinan la perspectiva histórica y la comparativa.
negativamente a los sentimientos o las vidas de los investigados. Por eso, todo
investigador debe ser consciente de tales dilemas.
Para desarrollar un punto de vista sociológico hay que cultivar la imaginación. Estudiar
Sociología no puede ser un proceso rutinario de adquisición de conocimiento. Es
necesario liberarse de lo inmediato de nuestras circunstancias personales y locales,
para poner las cosas en un contexto más amplio.
Sólo el compromiso del sociólogo con los problemas esenciales de su tiempo histórico
asegura realmente el desarrollo teórico metodológico de la Sociología, al vincular ese
específico desarrollo científico a las necesidades personales y colectivas, planteadas
por el propio desarrollo histórico.
Entre el sociólogo y las personas que estudia no hay una diferencia tan grande, ni
siquiera con respecto al interés intelectual por conocer mundos sociales. También los
que están sometidos a estudio son estudiosos ávidos de las relaciones humanas y
tienen sus teorías sociales y llevan a cabo sus investigaciones. Lo que caracteriza al
sociólogo, es la capacidad de distanciarse de ideas preconcebidas sobre las
relaciones sociales.
Entiende las estructuras sociales de las que formamos parte, utilizando un punto de
vista más amplio, para saber por qué somos como somos y actuamos de la forma en
que lo hacemos, reconociendo la influencia de fuerzas históricas y sociales en las
experiencias de la vida individual.
Esta disciplina mantiene una relación reflexiva con los seres humanos cuyo
comportamiento social estudia. Abraza dos campos: científico y humanista. Utiliza los
métodos de la ciencia para indagar en los problemas y la conducta de la sociedad
humana. Es una herramienta analítica útil que permite comprender y entender más la
realidad social regional, nacional e internacional.
Los estudios de las relaciones internacionales necesitan conocer las dos caras de una
misma realidad:
También las relaciones internacionales deben ser observadas desde las relaciones
sociales internas de cada nación. Es evidente la comprobación de la relatividad de los
tipos y sistemas económicos y sociales que coexisten en la sociedad internacional.
No hay que dejar de tener en cuenta las dificultades del análisis sociológico, debido a
tres hechos principales:
ACTIVIDAD Nº 1
3
Costa Pinto, L. A. La Sociología del cambio y el cambio de la Sociología. Eudeba. 4° edición. 1972. Bs. As. Cap. VIII.
4
Morin, Edgar. Teoría de la complejidad.
36
LECTURA COMPLEMENTARIA
MERLE, Marcel.
Sociología de las relaciones internacionales.
Alianza Editorial. 1995
Introducción
El título de esta obra no se corresponde con ninguna de las rúbricas que aparecen en
los programas oficiales de los «diplomas nacionales» franceses. Pese a ello, su
contenido no carece de raíces y de parentesco. La mejor forma de situarla, en relación
con las publicaciones próximas, consiste en recordar el contexto en el que se inscribe.
13
Diploma de Estudios Universitarios Generales, de dos cursos académicos de duración, dispensado por las Universidades
francesas.
14
El titubeo registrado en los títulos de los manuales de Instituciones Internacionales, reeditados a partir de 1975, es muy
significativo: C. A. Colliard, Institutions des relations internationales, París, Precis Dalloz, Paul Reuter y Jean Combacau,
Institutions et relations internationales, París, PUF, 1980; Simone Dreyfus, Droit des relations internationales, París, Masson,
1981.
37
De forma más modesta y más precisa, parece que la sociología aplicada al estudio de
las relaciones internacionales puede prestar algún servicio proyectando una luz
sistemática sobre una masa confusa de acontecimientos y de fenómenos que sólo
pueden ser aprehendidos convenientemente si no se les toma aisladamente los unos
de los otros. En la base de esta posición hay dos postulados.
El primero es que una disciplina sólo progresa mediante un diálogo permanente entre
la investigación empírica y la especulación teórica. Si la primera proporciona los datos
sin los cuales la reflexión gira en el vacío, sólo la segunda puede trazar los límites y
los ejes de las investigaciones pendientes. ¿Existe ya una disciplina que merece
calificarse de «Relaciones internacionales» o es preciso formularla? Es una cuestión
tan vana como la del sexo de los ángeles. En concreto, todo lo que puede decirse es
que las palabras inspiran frecuentemente la fortuna o la desgracia de las cosas: las
«Relaciones internacionales» padecen, con relación a otros sectores de la
investigación mejor dotados por el vocabulario, como la «sociología» o la «ciencia
política», del hecho de designar a la vez un campo de investigación y la disciplina que
sirve para estudiarlo. Pero mientras que la investigación no esté codificada por un
cierto número de directrices comúnmente aceptadas por los investigadores, los
trabajos de estos últimos corren riesgo de entregarse a la improvisación y ser
condenados a la dispersión.
15
Aparte el clásico y apreciado Annuaire francais du droit international, deben señalarse los también publicados en Francia
sobre África del Norte, África Negra, Océano Indico, Países del Tercer Mundo y países del Este.
16
Paix et guerre entre les Nations.
17
El manual de Pierre F. Gonidec (Relations internationales, París, Montchrestien, 3° edic., 1981, en colaboración con R.
Charvin) es de clara inspiración marxista; el de Charles Zorgbibe (Relations internationales, París, PUF, 1978) es muy
descriptivo. La obra de Jacques Huntzinger (Introduction aux relations internationales, París, Seuil, 1986), después de un
desvío por las vías de la teorización, retorna a las perspectivas tradicionales de la Real-Politik.
38
A partir de estos postulados, es posible precisar aquello que este libro no quiere ser y
también aquello que puede ofrecer al lector.
18
Con este nombre, se designan en Estados Unidos las investigaciones confinadas a un campo de observación muy
restringido.
19
Kurt Waldheim, Secretario General de la ONU, a su regreso de un viaje al Cercano Oriente, una semana antes del
desencadenamiento de la «Guerra del Kippur», creía que había alguna «movilidad» en la situación y que no se sorprendería
si se produjesen algunos acuerdos.
39
medida en que funciona como un retro-proyector cuyo haz luminoso sirve para
alumbrar el presente más que para discernir lo que será efectivamente el porvenir.
Quizá sea más importante plantearse buenas preguntas que buscar respuestas a
cuestiones mal formuladas, verificar la solidez o la fragilidad de las estructuras que
fijar la fecha y el lugar de las rupturas venideras.
En resumen, esta obra quiere ser a la vez análisis y síntesis: análisis de la sustancia
de las relaciones internacionales a través de sus múltiples manifestaciones, síntesis
de su disposición como proceso específico de ordenación social. Puesto que si es
cierto que las relaciones internacionales presentan determinadas particularidades -que
son materia de discusión entre los especialistas y sobre las que habrá que volver
detalladamente-, no lo es menos que se han convertido en el marco que engloba hoy
día la casi totalidad de los fenómenos sociales. Aunque irreductibles los unos con los
otros, los «asuntos del interior» y los «asuntos del exterior» se hallan actualmente tan
imbricados que podemos situar en la cara exterior de lo interno y de lo externo el lugar
privilegiado en donde tienen lugar las mutaciones decisivas, ya sea con o sin violencia.
Sólo un enfoque sociológico, que pasa forzosamente por un determinado nivel de
abstracción, permite recapitular el mayor número de fenómenos, identificar los más
significativos de ellos y aprehender las interacciones en donde se juega el futuro de la
sociedad humana.
Los Cientifistas
A comienzos del siglo XIX nace en Europa una escuela de pensamiento que
modificará el eje de las investigaciones y redefinirá el objeto de los estudios que
consideran las relaciones internacionales.
20
«Si comenzamos con la certeza, acabaremos en la duda; si empezamos con la duda, y no tenemos prisa en salir de ella,
concluiremos en la certeza» (Fragments du Chancelier Bacon, Ámsterdam, 1765)
21
La méthode historique appliquée aux sciences sociales, Felix Alcan, 1909.
22
En el siglo XVIII, los filósofos materialistas se servían de la idea de naturaleza para criticar las supersticiones y las creencias
religiosas. Pero no llegaban a franquear el umbral a partir del cual la misma sociedad se convierte en el objeto de una
investigación científica: «El Cuerpo político, tomado individualmente, puede ser considerado como un cuerpo organizado,
viviente y semejante al del hombre. El Poder soberano representa la cabeza: las leyes y las costumbres son el cerebro,
40
¿En qué puede afectar esta mutación metodológica a las relaciones internacionales?
principio de los nervios y sede del entendimiento, de la voluntad y de los sentidos; cuyos órganos son los jueces y los
magistrados; el comercio, la industria y la agricultura son la boca y el estómago que preparan la subsistencia común; la
finanzas públicas son la sangre, cuya funciones hace una sabia economía reenviando y distribuyendo por todo el cuerpo la
alimentación y la vida; los ciudadanos son el cuerpo y los miembros que hacen mover, vivir y trabajar a la máquina y a la que
nadie podría herir en ninguna parte, dolorosa impresión que llegaría inminentemente al cerebro, si el animal se encuentra en
buen estado de salud» (J.J. Rousseau, Discours sur l’économie politique, 1755). Y: «Nunca se entenderá el mecanismo
social, si no se decide analizar una sociedad como una máquina ordinaria, considerando separadamente cada pieza,
juntándolas después, inteligentemente, una tras otra, para captar los acordes y escuchar su resultado, la armonía general»
(Sieyes, Qu’est-ce que le Tiers Etat? 1789, citamos por la edición española, ¿Qué es el Tercer Estado?, traducción de M.
Lorente y L. Vázquez, Madrid, Alianza Editorial, 1989, pág. 141)
23
Mémoire à l’Empereur.
24
Cours de philosophie positive (1830-1842)
25
El origen de las especies (1859)
26
La science sociale (1873), traducción francesa de 1877.
27
Oeuvres complètes, Edit. Dentu, 1868, t. I.
41
Tales afirmaciones, por su tono enfático y su aspecto perentorio, mueven hoy día a
risa. Es cierto que los adeptos del cientificismo y del positivismo más riguroso dieron
ellos mismos un mal ejemplo, puesto que sus trabajos degeneraron frecuentemente en
vagos discursos teñidos de misticismo o de religiosidad. Más que una actitud
rigurosamente científica, su proyecto reflejaba la sensibilidad de una época en la que
incluso los poetas cayeron rápidamente en las sombras ilusorias del progreso 31. Por
un curioso fenómeno, cuyas huellas todavía se encuentran hoy en día, las virtudes o
los vicios prestados a la técnica suscitan en los observadores reacciones más
pasionales que racionales.
Sin embargo, la corriente Saint-simoniana merece algo más que una simple curiosidad
retrospectiva. Una parte de sus discípulos se lanzó a empresas de grandes trabajos
públicos (desarrollo del ferrocarril, construcción del Canal de Suez) o a planes de
colonización (especialmente en Argel) que dan testimonio de una ambiciosa voluntad
de organización del mundo 32. En cuanto a la herencia intelectual, habría que esperar
largos decenios antes de que las pretensiones del cientificismo se traduzcan en la
puesta a punto de un enfoque científico de las relaciones internacionales. Pero es, de
todas formas, la matriz del organicismo de la que saldrán, mediante un rodeo por
Estados Unidos, varios métodos de investigación que todavía son ampliamente
utilizados en la actualidad, en particular el behaviorismo y el organicismo. Tanto en un
caso como en otro, se trata de enfoques que se quieren rigurosamente científicos,
pero que pretenden aplicarse indistintamente al conjunto de los fenómenos sociales,
sean o no «internacionales». El método behaviorista aspira a estudiar de la forma más
rigurosa posible (es decir, habitualmente mediante la cuantificación) el
«comportamiento» de los diferentes actores que están presentes en el campo social
sin preocuparse demasiado por la identidad de estos actores 33; en efecto, sus
28
Conclusión general del Discurso Preliminar, Système de politique positive (1881), t. I. ed. De la Société Positive, 1929,
págs. 384-392.
29
Lettre à Aries, finales de julio de 1840, Oeuvre de Saint-Simón y de Enfantin, Dentu, 1866.
30
«De la philosophie positive», en Le National, 2 y 4 diciembre de 1844.
31
Cf. El extracto del discurso pronunciado por Víctor Hugo en el congreso de la Paz en 1849: «¡Cuánto progreso, cuánta
simplificación! ¡Cómo se deja domar la naturaleza por el hombre! ¡Cómo la materia es cada vez más esclava de la
inteligencia y la servidora de la civilización! ¡Cómo se desvanecen las causas de la guerra ante las causas del sufrimiento!
¡Cómo se aproximan los pueblos lejanos! ¡Cómo se acortan las distancias! Y la aproximación es el comienzo de la
fraternidad. Gracias a los ferrocarriles, dentro de poco Europa no será mayor de lo que era Francia en la Edad Media.
Gracias a los navíos de vapor, hoy se cruza con más facilidad el Océano que antaño el Mediterráneo. Dentro de poco
tiempo, el hombre recorrerá la tierra como los dioses de Homero recorrían el cielo, en dos pasos. Sólo algunos años más y el
hilo eléctrico de la concordia rodeará el globo y abrazará al mundo».
32
Cf. Sébastien, Charlety, Histoire du Saint-simonisme, París, Paul Hartmann, 1931.
33
La definición del behaviorismo es demasiado vaga: «Para algunos, el enfoque científico behaviorista significa el estudio del
comportamiento, al mismo título que el de las instituciones y las estructuras formales, y para otros indica el recurso a datos
42
seguidores tratan según los mismos criterios y según las mismas técnicas el
comportamiento de un Estado, de una empresa, de un sindicato o de un partido
político. La preocupación por el rigor metodológico se impone sobre la cualificación del
objeto de la investigación.
Empero, el cientifismo del siglo XIX no ha abierto tan sólo la vía a investigaciones
rigurosas y sofisticadas. Al bañarse en las aguas del humanitarismo romántico,
también ha caucionado la elaboración de nuevas visiones del mundo en donde la
utopía y lo profético ocupan mayor espacio que la observación metódica. Como en el
caso del «mundialismo», movimiento de ideas, simpático y generoso, que cree en la
instauración a corto plazo de un gobierno mundial, en una cierta medida el
federalismo, cuyo teórico más coherente será Proudhon, también se apoya en una
concepción global y completamente renovada de las relaciones internacionales que
encuentra su inspiración en esa curiosa amalgama de ciencia y de buenos
empíricos e, incluso, para otros, significa principalmente el análisis cuantitativo de los acontecimientos» (Francis W. Hoole,
«The behavioral science orientation», en Robert S. Jordan Multinational Cooperation, Oxford University Press, 1971).
34
Introduction à la science sociale (1873), traducción francesa de 1877, págs. 61-62.
43
Orientación bibliográfica
Por desgracia, para el siglo XIX no existe el equivalente a obras de síntesis como las
que Paul Hazard consagró a la crisis de la conciencia europea en el siglo XVII y al
ascenso de la filosofía de las Luces en el XVIII. En consecuencia, es preciso volver
sobre los autores ya citados y seguir atentamente las dos corrientes, positivista y
romántica, que, pese a la divergencia de sus fuentes de inspiración y de sus
manifestaciones literarias, se encuentran más de una vez en el terreno del
internacionalismo.
El pensamiento de Littré está bien resumido en un folleto que lleva por título:
35
The Managerial Revolution, 1945, traducción francesa, París, Calmann-Lévy, 1947.
44
Sobre la sociología:
- Durkheim. E., Les règles de la méthode sociologique. PUF. París, 1895. (Versión
española, Las reglas del método sociológico, trad. De L. Echevarría, Morata. Madrid,
1986.)
Al final de esta presentación 36, podría caerse en la tentación de afirmar que cada uno
de los «enfoques» estudiados contiene su parte de verdad y que el trabajo de síntesis
deberá tender a una suerte de conciliación, gracias a la dosificación o al compromiso.
Sin embargo, esta postura sincrética no tiene ninguna posibilidad de éxito.
En fundición de los presupuestos que están en la raíz de cada una de las tesis
consideradas, resulta claro que el acuerdo es imposible; tanto sobre la definición del
objeto (naturaleza y campo de investigación de las «relaciones internacionales») y la
identificación de los actores y de los factores como sobre la metodología aplicable a
este estudio. El cuadro adjunto ilustra elocuentemente sobre esta irreductible
diversidad.
Especificidad
Axiología
de las Actor Factor
(valores de Metodología
relaciones privilegiado determinante
referencia)
internacionales
Individuos
Moralistas No Grupos Conciencia Normativa Deductiva
organizados
Arte de
Políticos No Gobernantes Realista Inductiva
maniobrar
Jurista Si Estado Derecho Normativa Deductiva
Filósofos Si Estado Política Realista Inductiva
Producción y
Fuerzas
Economistas No distribución de Distributiva Inductiva
productivas
las riquezas
Progreso
Cientificistas No Organizadores Funcional Inductivo
técnico
36
Presentación que, por lo demás, no pretende ser exhaustiva. Para ello, hubiera sido necesario ocuparse de otros enfoques:
culturista, demográfico, geopolítico. Interpretaciones que serán evocadas en el estudio de los factores (Cf. Segunda parte). Si
hasta ahora no nos hemos detenido en ellas, es porque no tienen ni la amplitud ni las ambiciones de las otras; pero, también,
porque frecuentemente no son más que el subproducto de sistemas de pensamientos tratados en los capítulos anteriores.
45
Por lo tanto, la síntesis entre estos puntos de vista diferentes es ilusoria. Pero la
ventaja de esta confrontación reside en que pone de relieve las posturas del debate
especulativo y ofrece los elementos para una solución distinta. Es evidente que el
problema de la definición del objeto está íntimamente ligado al de la designación de
los actores y que la controversia gira, en fin de cuentas, en torno al papel atribuido al
Estado: hacer del Estado el actor privilegiado, sino exclusivo, de las relaciones
internacionales equivale a poner el acento sobre la naturaleza particular de las
relaciones internacionales frente a los demás fenómenos sociales, pero también a
restringir estrechamente el campo de investigación. Situar al Estado en la lista de los
actores potenciales, sin atribuirle un rol particular, permite ampliar el campo de
investigación hasta el punto en que las relaciones internacionales pierden su identidad
y podría, en una situación límite, desaparecer como objeto de estudio…
Para salir de este atolladero es preciso renunciar a tratar al Estado como actor
privilegiado; pero, al mismo tiempo, es necesario reconocer que el Estado constituye
la estructura elemental e irreductible a partir de la cual se construyen las relaciones
internacionales. La situación del concepto de estructura por el de actor permitirá
resolver las contradicciones precedentes y formular una definición clara y operativa de
las relaciones internacionales.
La observación más banal muestra que las superficies habitables del globo terrestre
están ocupadas por colectividades políticas a las que designamos con el nombre de
Estados. Por lo tanto, el mundo se divide entre Estados y está constituido por
yuxtaposición de estos Estados. Ahora bien, la existencia de los Estados no tiene
efectos solamente sobre la división territorial del espacio; aísla, las unas de las otras, a
poblaciones que viven bajo regímenes (políticos, jurídicos, administrativos,
económicos, sociales, culturales) diferentes entre sí. Si, por una hipótesis, los Estados
desapareciesen, las relaciones que hoy calificamos de «internacionales» cambiarían
de naturaleza. Mientras que el Estado subsista y su existencia se materialice sobre un
terreno, mediante la existencia de la frontera, las relaciones internacionales solamente
pueden concebirse con relación a él.
Se puede simbolizar esta visión de las cosas mediante un esquema muy simple. En la
concepción clásica, basada en la imagen de las «bolas de billar» (Arnold Wolfers,
37
Esta definición se une a la propuesta por Noemí Rosenbaum: «Las relaciones internacionales pueden definirse no en
término de fronteras que las encierran, sino en el de fronteras que atraviesan» (Readings on the international political system,
Englewood Cliffs, Prentice Hall, pág. 4)
46
Discord an Collaboration, John Hopkins, 1962), los Estados eran considerados como
unidades cerradas e independientes las unas de las otras. El juego de sus relaciones
es lo que constituía las «relaciones internacionales», al modo del que evolucionan las
bolas de billar sobre el paño:
Estado A Estado B
Estado A Estado B
Entre estos flujos, figuran lógicamente las relaciones entre los gobiernos de los
Estados, pero también las relaciones entre individuos, grupos públicos o privados,
situados a un lado y a otro de una frontera. En esta concepción, la noción de actor
incluye al Estado y su gobierno, pero no excluye la intervención de otros actores
potenciales, cuya lista por lo demás no puede establecerse por adelantado de forma
limitativa. Igualmente, las relaciones internacionales, fundamentadas en el criterio de
la frontera, engloban las actividades tradicionales de los gobiernos: diplomacia,
negociaciones, guerra, etc…, pero también comprenden los flujos de toda naturaleza
(económica, ideológica, demográfica, deportiva, cultural, turística, etc.) que tejen entre
los países una red de comunicación más o menos densa y acaban superponiendo
sobre el recorte territorial del espacio unas zonas en donde se manifiestan otras
solidaridades u otros antagonismos diferentes de los establecidos entre los Estados.
Mediante esta definición, es de esperar que pueda aprehenderse la extrema
complejidad de las relaciones internacionales, sin prejuzgar acerca de lo que las
distingue de otros fenómenos sociales.
Así, es de esperar que puedan desbaratarse las trampas del determinismo y se supere
la antinomia clásica que enfrenta a los partidarios del realismo con los defensores de
la moral y del derecho.
Pero aún queda en pie el debate puramente metodológico a cuyo examen nos
dedicaremos a continuación.
47
Metodología
Al ser hechos sociales, las relaciones internacionales son merecedoras de unos
métodos de investigación que han sido puestos a punto y que son aplicados
efectivamente en el campo de las ciencias sociales. No obstante, su especificidad
conduce a plantear la cuestión de saber si no es posible introducir, a este respecto,
determinadas precisiones y algunos correctivos.
Cuestión que se plantea, en primer lugar, con referencia a los métodos de observación
en la medida en que el estudio de las relaciones internacionales incide frecuentemente
en temas contemporáneos que se escapan al trabajo paciente y meticuloso del
historiador. Pero también se plantea, y muy especialmente, en el nivel de la
interpretación de los hechos. Ya que es algo ilusorio pensar que basta recoger unos
hechos, incluso rigurosamente observados, para acometer un trabajo científico. Si es
cierto, como ha escrito Raymond Aron, que «la sociología es un intermediario
indispensable entre la teoría y el acontecimiento» 38, la mediación supone el recurso a
un instrumental conceptual apropiado al objeto estudiado. Desde este punto de vista
es como han de efectuarse las opciones entre las varias vías de acceso posibles para
la comprensión de las relaciones internacionales.
MERLE, Marcel.
Sociología de las relaciones internacionales.
Alianza Editorial. 1995
38
Paix et guerre entre les nations, op. Cit pág. 26; edic. española, pág. 40.
48
UNIDAD II
LA TEORÍA SOCIOLÓGICA
Así como la Sociología se desarrolló primero en Francia, dentro del positivismo, en el
primer cuarto del siglo XIX, con Saint-Simón y Comte como exponentes principales, el
segundo período de su desarrollo surge, a mediados del siglo XIX, con el marxismo,
que expresó un intento de trascender la poderosa tradición del idealismo alemán
fundiéndola con corrientes como el socialismo francés y la economía política inglesa.
Marxismo
Esta concepción teórica, el socialismo científico, que surge como respuesta a las
crisis profundas de la sociedad europea del siglo XIX, es desarrollada por Karl Marx
(l818-1883), pensador que ejerció gran influencia en el siglo XX. Su perspectiva
teórica es la del materialismo histórico.
Marx consideraba que la historia está regida por leyes que no pueden ser modificadas
simplemente por la acción de algunos individuos con buenas intenciones, que apelan
a una escala de valores y no a los hechos. Creía que estos valores religiosos o
morales, condicionados por las circunstancias materiales en que nacen, no son una
verdad objetiva, sino entes semejantes a mitos o ilusiones, tanto individuales como
colectivos que representan lo que los hombres desean creer. Por lo tanto, a la luz de
esas falsas verdades, los individuos juzgan erróneamente el mundo en que viven, su
posición dentro del mismo y las consecuencias de sus acciones y las de sus
oponentes.
En lugar de definirse como una sociología “pura”, como declaró Comte a la sociología
positivista, el marxismo afirmó la unidad de teoría y práctica. En ese aspecto, fue
una ruptura básica con toda la teoría social anterior, que se había dirigido a las élites y
había buscado su apoyo. El marxismo optó por la iniciativa y la autodeterminación
proletarias, rechazando la filantropía que ofrecía ayuda desde afuera.
Sin preocuparse por la estabilidad, concibió la realidad social como un proceso; trató
de comprender y de provocar el cambio. No centró su atención en los pequeños
grupos “naturales”, como la familia, sino en las clases sociales, en los partidos
políticos y en los sindicatos que, conducidos por una ciencia social, podían modificar
racionalmente la sociedad.
49
Para denunciar el orden existente Marx recurre a la historia. Considera que la historia
de la sociedad es la historia del hombre que busca el control de la naturaleza y de sí
mismo a través de su trabajo creador. Esta actividad se encuentra reflejada en las
luchas de clases opuestas. El progreso se va conformando con las sucesivas victorias
de una clase sobre otra, y en todas las épocas hay hombres que se identifican con la
clase progresiva de la sociedad en que viven. En algunos casos, los individuos
deberán renunciar a su clase de origen para aliarse con aquélla y, si ya se encuentran
en la misma, deberán tomar conciencia de su situación y actuar en consecuencia.
La crítica marxista a los socialistas utópicos se basa en la insuficiencia del mero deseo
de transformar la sociedad; es necesario encontrar las leyes que la originaron y que
5
Guillermo Federico Hegel (1770- 1831), filósofo alemán cuya filosofía es considerada la expresión más acabada del llamado
método dialéctico. Su obra tuvo notable influencia sobre el ideario del siglo XIX. Estudió la evolución de las nociones
universales que determinan la configuración del pensamiento. El núcleo de su concepción lo constituye la Idea, considerada
como principio único y universal. Toda idea registra tres momentos: el correspondiente a la exposición (tesis), a la oposición
(antítesis) y el que determina la conciliación de los opuestos (síntesis).
50
No sólo era una lucha de un sector de la sociedad, el proletariado, sino que estaba
destinada a terminar con todas las luchas al abolir las clases sociales y disolver el
Estado, instrumento de una clase.
Marx trata entonces de descubrir cuáles son las fuerzas causantes del conflicto social,
y llega a la conclusión de que el mismo es el resultado de un enfrentamiento entre
clases sociales. Una clase es definida como un grupo de individuos que viven dentro
de una sociedad y cuyo estilo de vida está modelado por la posición que ocupan en el
proceso de producción, el cual configura la estructura social. Dicha posición,
determinada por la base económica, es conocida como “clase en sí” y constituye la
condición objetiva de existencia de una clase social. Las formas de conciencia de esta
clase, o sea, la percepción de sus intereses objetivos, es la llamada “clase para sí”,
conformando ésta las condiciones subjetivas de existencia de una clase social. Las
clases sólo se constituyen en la práctica, o sea en la lucha, pues en ella los individuos
toman posiciones y se ubican en relación con las otras clases.
Entre estas formas de organización social figura la división del trabajo, referida en
general “a la distribución de funciones y tareas entre los individuos, grupos y sectores
de la sociedad.” (Marx, K y Engels, F. La Ideología alemana. Montevideo, Pueblos
Unidos. 1968. Cap. 1) Esta forma la encontramos también en la separación de la
ciudad y el campo, entre el trabajo comercial e industrial, así como en la
especialización de sectores profesionales dentro de cada actividad.
Marx distingue:
ocupa dentro de la estructura social, lugar determinado por las relaciones sociales de
producción, es decir, por las relaciones de propiedad de los medios de producción.
Las diversas formas de la propiedad también pueden explicarse en relación con los
diferentes momentos o etapas de la división del trabajo. Marx reconoce cuatro tipos de
propiedad:
- tribal
- comunal y patrimonial de la antigüedad
- feudal o corporativa y
- la propiedad privada moderna.
- La propiedad tribal se corresponde con una división del trabajo muy primitiva y se
encuentra en los pueblos de cazadores, pescadores, ganaderos y agricultores, cuya
estructura social se basa en un sistema patriarcal.
- El segundo tipo de propiedad, dominante en la antigüedad, resulta de la reunión de
varias tribus en ciudades, donde se generaliza la propiedad privada y la esclavitud
como forma de controlar a las masas trabajadoras, que se convierten en el
fundamento de la producción. El desarrollo de la propiedad privada inmobiliaria lleva
a una mayor división del trabajo y profundiza la oposición entre la ciudad y el campo
y entre los Estados. En la sociedad surge un antagonismo de clase entre ciudadanos
libres y esclavos.
- El tercer tipo, la propiedad feudal o corporativa, apareció en la Edad Media y su
forma principal de relación laboral era la servidumbre. La clase productiva, la de los
siervos de la gleba, estaba arraigada a la tierra y enfrentada a la propiedad
terrateniente que era la base del poder de la nobleza. En las ciudades se forma la
propiedad corporativa, a través de la organización del artesanado agrupado por
oficios. La división del trabajo durante el feudalismo no estaba muy avanzada, dado
el bajo nivel de desarrollo productivo.
- Con la civilización urbana nace una nueva forma de propiedad: el capital. Marx
dedica gran atención al análisis de los orígenes de la economía capitalista y a la
transición del feudalismo al capitalismo.
Desde 1650 hasta fines de 1800, las naciones compitieron en el mercado mundial,
ampliado con la incorporación de las colonias. Inglaterra captó casi todos los
mercados coloniales y obtuvo el control de las colonias para el comercio de sus
productos manufacturados. Las fuerzas productivas ya existentes no fueron suficientes
para satisfacer la enorme demanda de productos manufacturados dentro y fuera de
este país, y aparece entonces como respuesta la gran industria.
52
Debido a que las ideas y concepciones morales, políticas y económicas cambian junto
con las condiciones sociales de las cuales emergieron, no se puede considerar a las
mismas como inmutables o eternas. Si esto fuera así, estaríamos diciendo que el
orden en el cual surgieron -el burgués- es eterno. Esta falacia es, para Marx, lo que
sustenta las doctrinas humanitaristas del siglo XVIII en adelante, y las ideas de los
liberales y utilitaristas, al considerar que los intereses de todos los hombres son
finalmente los mismos, por lo tanto, si todos ponen un poco de buena voluntad se
podría llegar a un equilibrio beneficioso para la sociedad en su conjunto. Para Marx
estos intereses son absolutamente incompatibles, de allí la lucha entre clases. Esto
marca una diferencia fundamental y no de matiz, entre su posición y la de los
socialistas utópicos.
Como sociólogo, Marx se ocupa de definir cuáles son los requisitos necesarios para
que la clase obrera, el proletariado, pueda cumplir sus posibilidades históricas
mediante la revolución socialista. Él entrelaza los intereses de la causa obrera con la
causa de la humanidad, otorgándole así una expresión de universalidad a la misma.
Le brinda un enfoque que abarca tanto el nivel teórico como el de la práctica política; y
además, original, pues liga la causa obrera a una concepción científica de la sociedad,
diferenciándose así de las utopías sociales en boga.
En 1848, poco antes de las revueltas de París, se publicó el Manifiesto del Partido
Comunista, preparado por Marx. Éste fue un poderoso instrumento de lucha para la
causa del socialismo, al denunciar el orden existente y pronosticar el futuro de la
sociedad europea.
1) que la existencia de las clases está ligada sólo a fases particulares, históricas, del
desarrollo de la producción,
2) que la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado, y
3) Que la misma dictadura sólo constituye la transición para llegar a la abolición de
todas las clases y a una sociedad sin clases” (Isaiah Berlin. Karl Marx. Su vida y su
contorno .Bs. As. Sur. 1964. pág. 158).
Robert Nisbet (Nisbet, Robert. La formación del pensamiento sociológico. Bs. As.
Amorrortu. 1969) ha señalado que las cinco ideas-elemento esenciales de la
sociología que estarán presentes en todos los teóricos clásicos, se vinculan con el
pensamiento conservador, preocupado por las consecuencias desintegradoras del
conflicto de clases. Ellas son: comunidad, autoridad, sacralidad, status y
alienación.
6
Recordemos que éste se originó principalmente en Francia.
54
7
Joseph de Maistre (1754-1821) -, una serie de proposiciones entrelazadas acerca de
la sociedad.
Conciben la sociedad como un todo orgánico, superior y exterior a los individuos que
lo componen, unificado en sus elementos por valores que le dan cohesión y
estabilidad y que proporcionan sustento a las normas que reglan la conducta de los
individuos y las instituciones en las que esas conductas se desenvuelven. Si esos
valores, esas normas y esas instituciones se alteran, la sociedad entrará en un
proceso de desgarramiento y desintegración.
Esta preocupación aparece nítida desde sus primeras obras. En 1893 publica su tesis
de doctorado, La división del trabajo social, cuyo eje problemático es ya la relación
7
Ambos autores reivindican el orden medieval, su unidad, su armonía.
55
- El suicidio egoísta sería aquel motivado por un aislamiento demasiado grande del
individuo con respecto a la sociedad. Es el suicidio de los marginados, de los
solitarios, de los que no tienen lazos fuertes de solidaridad social.
En los tres casos es la relación del individuo y las normas lo que lleva al suicidio; se
trata de fenómenos individuales que responden a causas sociales. Por ello, ese caso
extremo, de aparente individualismo, que es el suicidio, puede ser tema de la
sociología.
Dos años antes de la aparición de El suicidio (1895), publica un libro (Las reglas del
método sociológico), (Portantiero, Juan Carlos. Introducción a la Sociología clásica.
Bs. As. CEAL 1988), en el que define a la Sociología y a su objeto: es el estudio de los
hechos sociales; el método para estudiarlos es considerarlos como cosas. Sólo a partir
de esto la Sociología puede legítimamente ser considerada - según Durkheim- como
una ciencia similar al resto de las ramas del conocimiento empírico. Un hecho social
consiste en toda forma de obrar, de pensar y de sentir que ejerce sobre el individuo
una presión exterior. Es decir, los hechos sociales son anteriores y externos al
individuo; lo obligan a actuar, lo coaccionan en determinada dirección. Se expresan en
normas, en leyes, en instituciones que aseguran la tendencia a la buena integración
del individuo con la sociedad.
56
El análisis morfológico o estudio descriptivo de las partes que conforman una realidad
“tal como viene dada”, se apoya en una posición empirista. Cuando es tomado como
un fin en sí mismo, se agota en la observación de un orden que es considerado
natural. Por lo tanto, de esta actitud científica sólo surgen proposiciones moderadas en
cuanto a posibles transformaciones del statu quo.
“La división del trabajo no pone en relación individuos, sino funciones sociales... La
naturaleza del hombre es, en gran parte, ser un órgano de la sociedad, y su acto
propio, por consiguiente, el de jugar su papel de órgano” La “acción social” en
Durkheim no es acción de un actor personal, sino siempre “acción de la sociedad” que
eventualmente puede estar “encarnada” o “representada” por un solo individuo
concreto.
Con La división del trabajo social (1893) y Las reglas del método sociológico (1895), la
Sociología alcanza el rango de auténtica ciencia positiva (empírica), liberándose,
separándose del organicismo positivista, del evolucionismo; como sistema autónomo
en la teoría auténticamente sociológica, esto es, en un sistema de razonamiento
lógico-científico en el que “los hechos sociales no pueden ser explicados sino por
hechos sociales” (Durkheim, Emile. Las Reglas del método sociológico).
Durkheim, en La división del trabajo social, ha planteado los problemas del cambio y el
desarrollo social en términos relativamente próximos a Marx. La división del trabajo es
el hecho fundamental a partir del cual se plantea el análisis del acontecer social: los
dos pensadores reconocen su vinculación a la tradición científico-social inaugurada
por Adam Smith. Para ambos el desarrollo histórico social se manifiesta como una
creciente diferenciación de las tareas sociales, una creciente complicación estructural,
una progresiva complejidad de las formaciones de conciencia.
última de la lucha de clases, el sociólogo francés afirma desde un principio que tal
división “es y deviene cada vez más una de las bases fundamentales del orden social”.
Frente a la idea revolucionaria, utópica, del “hombre total real”, liberado de toda
alienación en una sociedad mundial universal, el ideal positivo de la “funcionalidad
social individual” como integración personal dentro de la sociedad nacional.
La “acción social”, según Weber, es una acción en donde el sentido mentado por el o
los sujetos, está referido a la conducta de otros, orientándose por ésta en su
desarrollo. Estas acciones de otros pueden ser pasadas, presentes o esperadas como
futuras. (WEBER, Max. Economía y sociedad. México. Fondo de Cultura Económica.
1979. Cap. I)
La trama del discurso teórico de Weber es, pese a ello, distinta de la de Durkheim:
Weber es tanto un historiador y un científico de lo político como un sociólogo, y esto se
reflejará en sus preocupaciones temáticas y en su método de investigación, distinto de
los de Durkheim.
El método por el cual llega Weber a aislar la causa fundamental del capitalismo es el
histórico-comparativo. Si, comparando sociedades diferentes, logramos igualar las
principales variables -económicas, sociales, políticas, culturales, etc.- que aparecen en
ellas, quedando sólo una cuyas características no son compartidas por la totalidad,
queda claro que es la variable decisiva para explicar la diferencia específica. Sería el
caso del papel que juega la ética protestante en los orígenes del capitalismo como
sistema social.
8
Parsons, Talcott. La estructura de la acción social. Madrid. Guadarrama. 1968.
61
Pero el punto de partida para esta construcción es el actor y la acción social; las
relaciones sociales y los hombres interactuando.
Los dos sistemas teóricos básicos sociológicos que persisten hasta hoy son:
Funcionalismo
La naciente teoría funcionalista, a través de la obra de Durkheim, procuraba demostrar
que la persistencia o el cambio de cualquier institución o costumbre social debían ser
comprendidos en términos de sus actuales consecuencias para las instituciones y las
conductas circundantes y explicados según su ubicación en el conjunto de la sociedad
de la que formaban parte y de sus contribuciones a ella. “Función” era una manera
amplia y sutil de referirse a la utilidad de todas las relaciones, conductas y creencias
sociales (y no solamente las económicas).
De tal modo, Durkheim dio una nueva imagen pública secularizada a la sociología,
presentándola como una disciplina interesada primordialmente en lo que es y lo que
ha sido, pero no en lo que debe ser. En su obra aparecía con mayor nitidez una
concepción de la sociología como disciplina “libre de valores”.
Los sociólogos positivistas del primer período habían dividido el mundo social en dos
órdenes, temporal y espiritual, atribuyéndose autoridad sobre éste último. Los
marxistas develaron el papel social de la religión optando luego por tratar de conseguir
el poder directamente, en la esfera política. Le quedó a la sociología del período
clásico el renunciar a ejercer su influencia, tanto en el orden espiritual como en el
temporal. Pese a que durante este período la sociología se integró en la sociedad
moderna y fue aceptada cada vez más por ella, los sociólogos clásicos presentían que
algo andaba mal en las sociedades industriales modernas. Tanto Durkheim como
Weber, consideraban patologías peligrosas, respectivamente, a la anomia y la
burocratización. (Cfr. GOULDNER, A. Obra citada).
Toda estructura social es una cristalización del acontecer de una totalidad social, que
se configura como un sistema capaz de resolver las necesidades planteadas por la
existencia colectiva (equilibrio social). La perduración estructural supone la
funcionalidad de la organización colectiva: la estabilización de una definición social de
necesidades, tareas y ámbitos de satisfacción. La estabilidad como relativa
autoconservación, como relativa continuidad, constituye la específica temporalidad de
la estructura social.
65
Fue uno de los autores que más contribuyó al desarrollo del funcionalismo, el enfoque
teórico del que habían sido pioneros Comte y Durkheim. Desde esta perspectiva
funcionalista, para estudiar cualquier sociedad hay que analizar de qué modo se
combinan sus diversas partes o instituciones, con el fin de garantizar la continuidad de
esa sociedad en el tiempo. Por ejemplo, según Durkheim, la religión refuerza la
adhesión de las personas a los valores sociales centrales, y por ello contribuye al
mantenimiento de la cohesión social. (Cfr. GIDDENS. 2000).
Con todo, Parsons sigue destacando la importancia de los valores morales, aunque
pasando desde un punto de vista weberiano-que exalta su papel como estimulantes
de la acción- a otro más durkheimiano que destaca su función como fuentes de orden
social.
Esta teoría de Parsons se desarrolló en una época en que las ansiedades de la clase
media de diferentes naciones se generalizaron; dichas ansiedades giraban alrededor
de un peligro internacional común, el surgimiento del poder comunista en la Unión
Soviética, así como de una misma crisis económica internacional, la de la década de
1930. Reflejaba las preocupaciones compartidas por sociedades industriales
desarrolladas, cuyas élites definían su problema primordial en la necesidad de
mantener el orden social.
Para tener relación con los problemas comunes de tales sociedades diversas, la teoría
social debía abordar como central el problema del orden social; además, debía ser
elaborada de una manera relativamente abstracta. (Cfr.GOULDNER.1970)
67
Internacionalización de la sociología
Los grandes pensadores clásicos eran nacionalistas no sólo política sino culturalmente
en su experiencia y orientación. Incluso solían elaborar sus teorías sociales sin
conocer trabajos importantes realizados en otros países. El caso más notable es la
mutua ignorancia en que Weber y Durkheim tenían sus respectivas labores. Parsons,
en cambio, inició la asimilación de las expresiones de la teoría social europea,
sintetizándolas en el marco de una estructura cultural norteamericana. No se limitó a
reproducir la teoría europea, sino que desarmó profundamente su estructura, la
68
Merton distingue entre funciones manifiestas y latentes. Las primeras son las que los
participantes en un tipo específico de actividad social conocen y tienen intención de
realizar. Las funciones latentes son la consecuencia de acciones de las que los
participantes no son conscientes.
Según Merton, gran parte de las explicaciones sociológicas consisten en sacar a la luz
las funciones latentes de las actividades e instituciones sociales.
Este autor, distingue, además, entre funciones y disfunciones. Las pequeñas culturas
que estudian los antropólogos, señala, suelen estar más integradas y ser más
solidarias que las extensas sociedades industrializadas de las que se ocupa
primordialmente la sociología.
Además, muchos críticos comparten la idea que el análisis funcionalista atribuye a las
sociedades cualidades que no poseen. A menudo los funcionalistas hablan como si
éstas tuvieran necesidades y objetivos, aunque estos conceptos sólo tengan sentido
cuando se aplican a los seres humanos individuales. Las sociedades no están dotadas
de voluntad o de objetivos; sólo los individuos humanos poseen estos atributos.
(Cfr.GIDDENS.2000).
69
Estructuralismo
Al igual que el funcionalismo, el estructuralismo se ha visto influido por la obra de
Durkheim, aunque el empuje básico para su desarrollo proviene de la lingüística, con
la obra del lingüista suizo FERDINAND DE SAUSSURE (1857-1913). Según él, en
ningún caso podemos identificar las características básicas o estructuras del lenguaje
fijándonos únicamente en las palabras que emplean las personas cuando hablan. El
lenguaje consiste en una serie de reglas de gramática y significación que están detrás
de las palabras, pero que no se explicitan en ellas.
Para Saussure, analizar las estructuras del lenguaje significa atender a las reglas que
subyacen al habla. La labor de la lingüística es hacer evidente lo que sabemos de
forma implícita, pero sólo en lo que se refiere a ser capaces de emplear la lengua en la
práctica.
Interaccionismo Simbólico
Con el arraigo de la sociología en todo el mundo durante el siglo XX, algunas de las
aportaciones más importantes han venido, como hemos visto antes, de los Estados
Unidos.
Mead prestó más atención a los procesos sociales pequeños que a la sociedad en su
conjunto. Al interaccionismo simbólico le interesa más el individuo activo y creativo
que a cualquier otro enfoque teórico.
símbolo es algo que representa otra cosa. Hemos aprendido a pensar en el objeto de
un modo simbólico. Esta forma de pensamiento, nos libera de estar limitados en
nuestra experiencia a lo que vemos, oímos o sentimos.
Los seres humanos vivimos en un rico universo simbólico. Cada uno es consciente de
sí mismo porque aprende a mirarse desde fuera, a verse como lo ven los demás.
Cuando un niño empieza a utilizar "yo" para referirse a ese objeto (él o ella) que otros
llaman tú, él o ella, está empezando a exhibir el nacimiento de la autoconciencia.
Los sociólogos que han recibido la influencia de esta corriente teórica, se centran en la
interacción cara a cara en el contexto de la vida cotidiana. ERVING GOFFMAN ha
contribuido a este tipo de estudios, dando agudeza y agilidad a la obra de Mead, más
árida y abstracta.
En esta nueva economía terciaria donde los servicios proliferan, los hombres producen
cada vez más desempeños en lugar de cosas. En esta nueva economía la mera
apariencia adquiere especial importancia.
La de Goffman es una teoría social que atrae a quienes actúan dentro de burocracias
enormes o deben tratar con tales organismos, dotados de un tremendo impulso propio
y poco accesible a influencias individuales. Así, Goffman no se refiere a cómo tratan
los hombres de modificar la estructura de esas organizaciones o de otros sistemas
sociales, sino a cómo pueden adaptarse a ellas y dentro de ellas. Esta es una teoría
de los ajustes secundarios que pueden efectuar los hombres sobre las estructuras
sociales que, según creen, deben aceptar tal como son. Su teoría de las instituciones
totales transmite esa sensación del impacto de las organizaciones sobre las personas,
cuya individualidad aparece protegida principalmente por la astucia. En las modernas
organizaciones en gran escala, los individuos se tornan cada vez más fácilmente
intercambiables, lo cual deteriora su sensación de valía y potencia. Como su influencia
sobre la organización total es escasa, se dedican a manejar impresiones, procurando
ser notados y diferenciados entre los demás, y buscando así establecer su valor y
potencia individual.
El código moral que moldea las relaciones sociales está ahora menos internalizado en
las personas. Si bien sigue siendo un hecho de la realidad social, tiende a convertirse
en un conjunto de reglas del juego instrumentables, en lugar de obligaciones morales
profundamente arraigadas. Para Goffman, lo que cuenta no es que los hombres sean
morales, sino que lo parezcan ante los demás. (GOFFMAN, E. The Presentation of
Self in Everyday Life. Edimburgo. Universidad de Edimburgo. 1956).
72
Aunque el modelo teatral nos asegure que la actuación es una labor muy seria,
recomendar que se enfoque la vida como una especie de representación teatral,
resulta una invitación a considerarla como escenario de compromisos limitados y
provisorios. Concluida la obra o el juego, vuelve la normalidad.
El modelo teatral nos invita a vivir en situación, a tomar un fragmento del tiempo, la
historia y la sociedad, en lugar de tratar de organizar y hacer manejable el todo. En
este aspecto difiere sobremanera de los enfoques religiosos más tradicionales de la
sociedad occidental, así como de las más clásicas filosofías sociales evolucionistas y
las teorías sobre la sociedad surgidas en Europa occidental durante la primera mitad
del siglo XIX. En lugar de ofrecer un panorama del mundo, el nuevo modelo ofrece un
trozo de la acción.
Es una forma de hostilidad hacia las cosas tal como son. Transmite una lección: la
vulnerabilidad del mundo cotidiano a su desorganización mediante la transgresión de
supuestos tácitos.
Fue una figura sobresaliente del pensamiento social del siglo XX, con sus estudios de
la burocracia - prisiones, hospitales, escuelas, etc.- y de la sexualidad y el yo, que tuvo
influencia en el movimiento feminista. Para él, no siempre ha existido “la sexualidad”,
el amor romántico. Antes del siglo XVIII esta idea apenas existía. Ha sido creada por
los procesos de desarrollo social en la edad moderna, convirtiéndose en algo que
tenemos, en una propiedad del yo; y está vinculada siempre al poder social.
En sus estudios del poder demuestra de qué manera logran los individuos y los grupos
sus fines, en pugna con los de los demás. Sigue las líneas de Marx y de Weber.
Cuestiona la idea que un mayor conocimiento conduzca a una mayor libertad,
sosteniendo que el conocimiento es una forma de etiquetar y controlar a las personas.
También se refirió a las tecnologías sociales que afectan al cuerpo. Con esta
expresión se pretende denominar algo que tenemos que crear y no simplemente
aceptar. Una tecnología social es cualquier tipo de intervención regular sobre el
funcionamiento de nuestro cuerpo, con el fin de alterarlo de una determinada manera,
por ejemplo: ponerse a dieta para adelgazar.
En su teoría de las organizaciones, Michel Foucault trata del control del tiempo y el
espacio. (Cfr: FOUCAULT, M. Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Madrid. Siglo
XXI. 1981). Puso de manifiesto que la arquitectura de una organización está
relacionada directamente con su estructura social y sistema de autoridad. Con
frecuencia, los edificios de las grandes empresas se construyen como si fueran una
jerarquía de autoridad y, por consiguiente, cuanto más elevada es la posición en ella,
más cerca de la cúspide del edificio está: la expresión último piso se emplea, en
ocasiones, para referirse a quienes poseen el poder esencial en la organización.
74
- Una es la supervisión directa del trabajo de los subordinados por parte de los
superiores. Por ejemplo: una clase en una escuela, con alumnos sentados en
pupitres, en fila, a la vista del profesor.
- El 2º tipo de vigilancia es más sutil, pero igualmente importante. Consiste en
mantener archivos, registros e historiales de la vida de las personas, hoy en día
informatizados. Se emplean para controlar la conducta de los empleados y para
evaluar las recomendaciones de ascenso.
Foucault prestó especial atención al estudio de las organizaciones en las que los
individuos están físicamente separados del mundo exterior. En ellas las personas se
encuentran en reclusión, es decir, son hurtadas al medio social externo. Una prisión es
un claro ejemplo de la naturaleza de la vigilancia, porque pretende maximizar el
control sobre la conducta de sus internos. Foucault se pregunta si “¿es acaso
sorprendente que las prisiones se parezcan a fábricas, escuelas, cuarteles, hospitales,
y que todas éstas se parezcan a cárceles?”.
Analiza el desarrollo de los medios de comunicación desde comienzos del siglo XVIII
hasta la actualidad, rastreando la aparición y decadencia de la esfera pública, el área
de debate público en el que se discuten cuestiones de interés general y se forman
opiniones. Las primeras, se formaron en salones y cafés de Londres y París y fueron
vitales, según Habermas, en el comienzo de la democracia.
La esfera pública implica que los individuos se reúnen como iguales en un foro de
debate público. El desarrollo de los medios de comunicación y de entretenimiento
hace que la esfera pública se convierta generalmente en una farsa. En los medios de
masas y en el Parlamento se manipula la política. Los intereses comerciales tienen
más importancia que los de la población. La opinión pública no se configura mediante
debates abiertos y racionales, sino a través de la manipulación y del control, como
sucede en la publicidad.
Dilemas teóricos
Los otros tres enfoques resaltan el carácter condicionante de las influencias sociales
sobre nuestras acciones individuales. Durkheim y los funcionalistas posteriores,
sostenían el hecho de la constricción social sobre las acciones humanas individuales.
La estructura social limita nuestras actividades, marcando los límites de lo que
podemos hacer como individuos.
Esta polémica ha existido desde siempre entre los pensadores sociales y es probable
que no se resuelva. Cada uno debe decidir sobre la posición que considera más
acertada.
Por otro lado, es erróneo suponer que la sociedad es exterior a las personas del
mismo modo que el mundo físico que existe con o sin seres humanos. Aunque la
sociedad sea exterior a cada uno de los individuos, no puede serlo al conjunto de
todos ellos. Y aunque los hechos sociales puedan condicionar nuestras acciones, no
las determinan.
Otros autores, que sostienen el punto de vista del conflicto, consideran con igual
importancia que la lucha de clases a las divisiones entre grupos raciales o facciones
políticas o ideológicas. Cualquiera sea el grupo en el que se haga más hincapié, se
considera que la sociedad está llena de tensiones: incluso el sistema social más
estable presenta un delicado equilibrio de grupos antagónicos.
Tampoco este debate puede agotarse completamente. Giddens considera que las dos
posiciones no son en absoluto incompatibles. Es probable que en todas las
sociedades haya algún tipo de acuerdo general acerca de los valores y que exista en
ellas el conflicto.
En el análisis sociológico hay que examinar las conexiones que existen entre el
consenso y el conflicto dentro de los sistemas sociales. Los valores existentes en cada
grupo y los objetivos de sus miembros suelen reflejar una mezcla de intereses
comunes y opuestos. En tales circunstancias, el conflicto no es continuo, sino que, en
unas ocasiones lo que ambas partes tienen en común supera sus diferencias,
mientras que en otras, ocurre lo contrario.
3º) Dilema de la configuración del mundo moderno, referido a los rasgos del
desarrollo social.
Como se ha señalado antes, para Marx las sociedades modernas son capitalistas. La
fuerza rectora que subyace tras el cambio social en la era moderna es la presión hacia
una transformación económica constante, que es parte clave de la producción
capitalista. Desde el punto de vista económico, este sistema es más dinámico que
cualquiera de los precedentes. Los capitalistas pugnan entre sí para vender bienes a
los consumidores y, para sobrevivir en un mercado competitivo, las empresas deben
producir con menores costos y mayor eficiencia. Este proceso conduce a una
constante innovación tecnológica que hace que las empresas puedan aventajar a sus
competidoras.
Esta interpretación marxista ha tenido seguidores y críticos. Casi todos aceptan que el
capitalismo ha tenido un papel primordial en la gestación del mundo actual. Sin
embargo, hay sociólogos que señalan la exageración de Marx en considerar a los
factores económicos como los únicos generadores de cambios sociales y sostienen
que el capitalismo es menos crucial para el desarrollo moderno de lo que él apuntó, y
son escépticos ante el presupuesto marxista de la sustitución del capitalismo por un
78
sistema socialista. Podría decirse que su escepticismo se ha visto corroborado con los
acontecimientos del año 1989, en Europa del Este.
Uno de los primeros y más agudos críticos de Marx fue Max Weber, como hemos visto
antes. Su posición alternativa mantiene actualmente su importancia. Para él, los
factores no económicos han tenido un papel clave en el desarrollo social moderno.
En su obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo, señala que los valores
religiosos asociados con el puritanismo (calvinismo), tuvieron importancia fundamental
en la creación del capitalismo. Weber trata el por qué el capitalismo se desarrolló en
occidente, a partir del siglo XVII. Según él, existía una actitud hacia la acumulación de
riqueza desconocida en la historia. Es el espíritu del capitalismo: el conjunto de
creencias y valores que poseían los primeros comerciantes e industriales capitalistas,
cuya forma de vida era abnegada y frugal, austera. A diferencia de los grupos
opulentos de épocas anteriores y de otras culturas, los occidentales no disiparon su
riqueza. Por el contrario, la reinvirtieron para favorecer la subsiguiente expansión de
las empresas que dirigían.
El núcleo de la teoría de Weber contiene la idea que las actitudes que se manifestaron
en el espíritu del capitalismo procedían de la religión protestante, en una de sus
versiones: el puritanismo calvinista. Una de sus doctrinas sostenía que los hombres
son el instrumento de Dios en la Tierra, y Él les exige una vocación, una ocupación
que se haga para la mayor gloria divina. También la idea de predestinación, según la
cual sólo los predestinados se encuentran entre los elegidos que llegarán al cielo en la
otra vida, se convirtió, mediante el éxito en la propia ocupación, con la prosperidad
material, en el signo principal de elección de salvación.
Al estudiar a los seres humanos- a nosotros mismos – la diversidad teórica nos libra
del dogmatismo. El comportamiento humano es complejo y polifacético, y sería
imposible que una única perspectiva teórica pudiera cubrir todas sus vertientes.
La diversidad del pensamiento teórico proporciona una rica fuente de ideas que inspira
a la investigación y estimula la capacidad imaginativa que es tan esencial para el
progreso de los trabajos sociológicos.
79
TEXTOS DE LECTURA
Émile Durkheim
Sin embargo, por reales que sean estos progresos, es incontestable que los errores y
confusiones pasados no han desaparecido por completo. Por eso queremos
aprovechar esta segunda edición para añadir algunas explicaciones a las ya dadas,
responder ciertas críticas y aportar sobre algunos puntos hechos nuevos.
Nuestra afirmación de que los hechos sociales deben ser tratados como cosas -
afirmación que constituye la base de nuestro método-, es, quizás, la que ha
encontrado entre todas, la mayor contradicción. Se ha considerado paradójico e
indigno que asimiláramos las realidades de mundo social a las realidades del mundo
exterior. Y, sin embargo, todo esto era una pura equivocación sobre el sentido y
80
alcance de esta asimilación, cuyo objeto no es rebajar las formas superiores del ser a
las formas inferiores, sino por el contrario reivindicar para las primeras un grado de
realidad por lo menos igual a aquél que todo el mundo reconoce a las segundas.
Nosotros no decimos, en efecto, que los hechos sociales son cosas materiales, sino
cosas con el mismo derecho que las cosas materiales aunque de otra manera.
¿Qué es una cosa? La cosa se opone a la idea, como lo que se conoce exteriormente
de lo que se conoce interiormente. Es cosa todo objeto de conocimiento que no es
naturalmente compenetrable a la inteligencia; todo aquello de lo cual no podemos
tener una noción adecuada por un simple procedimiento de análisis mental; todo
aquello que el espíritu sólo puede llegar a comprender a condición de salir de sí
mismo por vía de observaciones y de experimentaciones, pasando progresivamente
de los caracteres más exteriores y más inmediatamente accesibles a los menos
visibles y más profundos. Tratar hechos con un cierto orden como cosas, pues,
calificarlos en tal o cual categoría de lo real, es observar con ellos una determinada
actitud mental. Es abordar su estudio, partiendo del principio de que se ignora
absolutamente lo que son, y que sus propiedades características, al igual que las
causas desconocidas de que dependen, no pueden ser descubiertas ni siquiera por la
introspección más atenta.
Definidos los términos de esta manera, lejos de ser nuestra proposición una paradoja,
podría casi pasar por un verdadero turismo si no fuera todavía tan olvidada por las
ciencias que tratan al hombre, y especialmente por la sociología. En efecto; en este
sentido puede afirmarse que todo objeto de ciencia es una cosa, con excepción,
quizás, de los objetos matemáticos; pues por lo que se refiere a estos últimos, como
somos nosotros mismos quienes los construimos, desde los más sencillos a los más
complejos, para saber lo que son, basta meternos en nuestro yo y analizar
interiormente el proceso mental de donde provienen. Pero desde el momento en que
se trata de hechos propiamente dichos, cuando tratamos de hacer con ellos ciencia,
son necesariamente para nosotros, incógnitas, cosas ignoradas, pues la
representación que se haya podido tener de ellas en la vida, como se han formado sin
método ni crítica, carece de todo valor científico y debe ser tenida en nada. Los
mismos hechos de la psicología individual presentan este carácter y deben
considerarse en el mismo punto de vista. En efecto; aunque sean interiores por
definición, la conciencia que de ellos tenemos no nos revela ni su naturaleza interna,
ni su génesis. La conciencia nos los hace conocer hasta un cierto punto, pero de la
misma manera que las sensaciones nos hacen conocer el calor o la luz, el sonido o la
electricidad; recibimos impresiones confusas, pasajeras, subjetivas, pero no nociones
claras y distintas, conceptos explicativos. Precisamente por esta razón se ha fundado
en el siglo XIX una psicología objetiva, cuya regla fundamental es estudiar los hechos
mentales el exterior, es decir, como cosas. Con mayor razón debe suceder lo mismo
con los hechos sociales, pues la conciencia no puede tener más competencia para
conocer estos hechos que para conocer su vida propia. Se nos objetará que, siendo
obra nuestra, bastará con tener conciencia de nosotros mismos para saberlo que son
y la manera de estar formados. Pero, en primer lugar, observaremos que la mayor
parte de las instituciones sociales provienen, completamente formadas de las
generaciones anteriores; nosotros no hemos tenido la menor parte en su formación y,
por consiguiente, no es interrogándonos como podremos descubrir las causas que las
han engendrado. Además, aun cuando hayamos colaborado en su génesis, apenas
entrevemos -y todavía esto de una manera confusa y casi siempre inexacta- las
verdaderas razones que nos han impulsado a obrar y la naturaleza de nuestra acción.
Hasta cuando se trata de nuestra conducta privada, conocemos muy imperfectamente
los móviles relativamente simples que nos guían; nos creemos desinteresados,
cuando obramos como egoístas; creemos obedecer al odio, cuando cedemos al amor,
a la razón, cuando somos esclavos de prejuicios irracionales, etc. ¿Cómo podríamos,
pues, tener la facultad de discernir con mayor claridad las causas más complejas de
que procede la manera de obrar colectiva? En lo colectivo, cada hombre sólo
81
interviene en una ínfima parte; cada uno de nosotros tiene una multitud de
colaboradores, y lo que pasa en los demás nos es desconocido.
Sin duda, la idea que nos forjamos de las prácticas colectivas, de lo que son o de lo
que deben ser, es un factor de su desarrollo. Pero esta idea misma es un hecho que
para ser convenientemente determinado debe también ser estudiado objetivamente. Y
esto porque lo que importa conocer no es la manera como tal o cual pensador se
representa individualmente una institución, sino la concepción que de ella se ha
formado el grupo: esta concepción es la única socialmente eficaz. Ahora bien, dicha
concepción no puede conocerse por la simple observación interior, pues no se
encuentra toda entera en ninguno de nosotros; es necesario, por tanto, buscar algunos
signos exteriores que la hagan sensible. Además, es evidente que no se ha
engendrado de la nada, sino que es un efecto de causas externas que es preciso
conocer para poder apreciar su papel en el porvenir. Hágase lo que se haga, hay que
volver siempre al mismo método.
II
Casi ningún sociólogo niega a la sociología toda clase de especificidad. Pero del
hecho de estar integrada la sociedad solamente por in dividuos, deduce el sentido
común que la vida social no puede tener otro sustrato que la conciencia individual; de
no ser así, le parece que flota en el vacío.
82
Sin embargo, lo que se cree fácilmente inadmisible cuando se trata de los hechos
sociales, está generalmente admitido en los demás reinos de la naturaleza. Siempre
que al combinarse distintos elementos originen por su misma combinación, fenómenos
nuevos, hay que reconocer que estos fenómenos dimanan, no de los elementos, sino
del todo formado por su unión. La célula viva sólo contiene partículas minerales, de la
misma manera que la sociedad sólo contiene individuos; y, sin embargo, es
evidentemente imposible que los fenómenos característicos de la vida residan en los
átomos de hidrógeno, oxígeno, carbono y nitrógeno.
Apliquemos este principio a la sociología. Si, como se admite, esta síntesis sui géneris
que constituye toda sociedad produce fenómenos nuevos, diferentes de los que se
engendran en las conciencias individuales, hay que admitir que estos hechos
específicos residen en la misma sociedad que los produce y no en sus partes, es
decir, en sus miembros. En este sentido son, pues, exteriores a las conciencias
individuales consideradas como tales, de la misma manera que los caracteres
distintivos de la vida son exteriores a las sustancias minerales que componen al ser
vivo. No se los puede reabsorber en los elementos sin contradecirse pues, por
definición, suponen algo diferente de lo que contienen dichos elementos. De esta
manera, y por una razón nueva, queda justificada la separación que hemos
establecido antes entre la psicología propiamente dicha, o ciencia del individuo mental,
y la sociología. Los hechos sociales y los psíquicos no difieren solamente en calidad,
sino que tienen otro sustrato, no evolucionan en el mismo medio, no dependen de las
mismas condiciones. Esto no quiere decir que no sean en cierto sentido psíquicos,
pues todos consisten en maneras de pensar o de obrar. Pero los estados de la
conciencia colectiva no son de la misma naturaleza que los estados de la conciencia
individual: son representaciones de otra clase. La mentalidad de los grupos no es la de
los particulares sino que tiene sus leyes propias. Ambas ciencias son, pues, tan
netamente distintas como pueden serlo dos ciencias, sean cuales fueren, de otra
parte, las relaciones que pueden sostener entre sí.
Sobre este punto es preciso hacer una distinción que contribuirá, quizá a ilustrar esta
controversia.
Sin embargo, a falta de una certeza absoluta, es por lo menos probable que, si existen
semejanzas entre estas dos clases de leyes, sus diferencias no deben ser menos
marcadas. Parece, en efecto, inadmisible que la materia integrante de las
representaciones no obre sobre sus maneras de combinarse. Es verdad que los
psicólogos hablan muchas veces de las leyes de la asociación de ideas, como si
fueran las mismas para todas las especies de representaciones individuales. Pero esto
no puede admitirse: las imágenes no se combinan entre sí en la misma forma que las
sensaciones, ni los conceptos como las imágenes. Si la psicología estuviera más
adelantada, constataría, sin duda alguna, que cada categoría de estados mentales
84
tiene sus leyes formales propias. Esto supuesto, a fortiori debe suponerse que las
leyes del pensamiento social sean tan específicas como las del pensamiento mismo.
Y, en efecto, por poco habituado que se esté en el estudio de ese orden de hechos, es
difícil no darse cuenta del sentimiento de esta especialidad. ¿No es esta especificidad
la causa de que nos parezca tan extraña la manera especial cómo las concepciones
religiosas (que son ante todo colectivas) se mezclan o se separan, se transforman
unas en otras, originando compuestos contradictorios, que contrastan con los
productos ordinarios de nuestro pensamiento privado? Del hecho de ser presumible
que algunas leyes de la mentalidad social recuerden, efectivamente, otras
establecidas por los psicólogos, no hay que deducir que las primeras sean un simple
caso particular de las segundas, sino que entre unas y otras, al lado de diferencias
ciertamente importantes, existen semejanzas que la abstracción podrá poner en claro,
aunque hoy en día sean desconocidas. Es decir que, en ningún caso, la sociología
podrá tornar pura y simplemente a la psicología ninguna de sus proposiciones para
aplicarla sin modificaciones a los hechos sociales, sino que todo el pensamiento
colectivo, tanto en su forma como en su materia, debe ser estudiado en sí mismo, por
sí mismo, con el sentimiento de lo que tiene de especial, dejando para el porvenir el
dilucidar la medida en que se parece al pensamiento de los particulares. Este
problema pertenece más bien a la filosofía general y a la lógica abstracta que al
estudio científico de los hechos sociales.
III
Réstanos decir algunas palabras sobre la definición que de los hechos sociales hemos
dado en el primer capítulo de esta obra. Afirmamos que son maneras de hacer o de
pensar, reconocibles por la particularidad de que son susceptibles de ejercer una
influencia coercitiva sobre las conciencias particulares. Sobre este punto se ha
producido una confusión, que es preciso hacer resaltar.
Se está de tal manera acostumbrado a aplicar a las cosas sociológicas las formas del
pensamiento filosófico, que no pocas veces se ha visto en esta definición preliminar
una especie de filosofía del hecho social. Se ha dicho que explicábamos los
fenómenos sociales por la coacción, de la misma manera que Tarde los explica por la
imitación. Nunca tuvimos tal ambición, ni soñamos jamás con que nadie podría algún
día atribuírnosla; ¡tan contrario es a todo método! Lo que nos propusimos no fue
anticipar filosóficamente las conclusiones de la ciencia, sino indicar simplemente con
qué signos exteriores es posible reconocer los hechos que debe tratar, a fin de que el
estudioso pueda conocerlos allí donde se encuentren y no los confunda con otros.
Trataba de delimitar lo mejor posible el campo de investigación, no de abarcarlo en
una especie de intuición exhaustiva. De otra parte, aceptamos gustosos el reproche
que se nos ha hecho de no expresar en nuestra definición todos los caracteres del
hecho social y, por consiguiente, de no ser la única posible. No consideramos
inconcebible que pueda ser caracterizado de distintas maneras, pues no existe razón
alguna para que sólo posea una propiedad distintiva. Lo que importa es escoger lo que
parezca mejor, para el fin propuesto. Hasta es muy posible emplear al propio tiempo
muchos criterios, según las circunstancias. Esto es lo que en distintas ocasiones
hemos reconocido ser necesario para la sociología, pues, en algunos casos, el
carácter coactivo no es fácilmente perceptible. Como se trata de una definición inicial,
hay que procurar que las características a emplear sean inmediatamente discernibles,
y puedan ser fijadas antes de la investigación, y esta condición no la llenan las
definiciones que algunos han opuesto a la nuestra. Se ha dicho, por ejemplo, que
hecho social es “todo lo que se produce en y por la sociedad”, o todavía “lo que de
alguna manera interesa y afecta al grupo”. Pero, con todo esto, sólo cuando la ciencia
está bastante adelantada se puede llegar a saber si la sociedad es o no la causa de
un hecho, o si este hecho produce efectos sociales. Con tales definiciones no será
posible determinar el objeto de la investigación que comienza. Para que pueda
utilizarse es necesario que el estudio de los hechos sociales esté bastante adelantado
85
y, por consiguiente, que se haya descubierto antes un medio para reconocerlos allí
donde se encuentren.
Mientras unos han encontrado nuestra definición demasiado estrecha, otros la han
tildado de excesivamente amplia pues, en su opinión, comprende casi todo lo real. En
efecto, se ha dicho: todo medio físico ejerce una coacción sobre los seres que sufren
su acción, pues en cierta medida están obligados a adaptarse a él. Pero entre estas
dos formas de coacción existe la misma diferencia que separa un medio físico de un
medio moral. La presión ejercida por uno o más cuerpos sobre otros o hasta sobre
voluntades no puede confundirse con la que ejerce la conciencia de un grupo sobre la
conciencia de sus miembros. Lo especial de la coacción social consiste en no deberse
a determinadas combinaciones moleculares sino al prestigio de que están investidas
ciertas representaciones. Es verdad que las costumbres, individuales o hereditarias,
presentan desde ciertos puntos de vista esta misma propiedad. Estas costumbres nos
dominan y nos imponen creencias o prácticas. Solamente que nos dominan por
dentro, pues están enteras en cada uno de nosotros. Por el contrario, las creencias y
las prácticas sociales obran sobre nosotros desde el exterior: como se ve, el
ascendiente ejercido por unas y otras es, en el fondo, muy diferente.
De otra parte, no hay para qué admirarse de que los fenómenos de los otros reinos de
la naturaleza presenten, bajo otras formas, el mismo carácter que nos ha servido para
definir los fenómenos sociales. Esta similitud proviene sencillamente de que unos y
otros son cosas reales. Y esto porque todo lo real tiene una naturaleza definida que se
impone, con la cual es preciso contar y que, aun cuando se la llegue a neutralizar,
nunca queda completamente vencida. Y, en es esto lo que de más esencial presenta
la noción de coacción social. Pues todo lo que implica estriba en que las maneras
colectivas de obrar o de pensar tienen una realidad independiente de la de los
individuos, la cual se conforma a aquélla en todos los momentos. Son cosas que
tienen su existencia propia. El individuo las encuentra completamente formadas, y no
puede hacer que no sean o que sean de otra manera de lo que son; está, pues,
obligado a tenerlas en cuenta, y le es tanto más difícil (no decimos imposible)
modificarlas, en cuanto, en grados diversos, participan de la supremacía material y
moral que la sociedad tiene sobre sus miembros. Claro está que el individuo interviene
en su génesis, pero para que exista un hecho social es preciso que muchos individuos
hayan, por lo menos, combinado su acción, y que de esta combinación se haya
engendrado algún producto nuevo. Y como esta síntesis se realiza fuera de nosotros
(pues entran en ella una pluralidad de conciencias), tiene necesariamente por efecto el
fijar, el instituir fuera de nosotros, determinadas maneras de obrar y determinados
juicios, que no dependen de cada voluntad particular tomada separadamente. Como
se ha hecho notar, existe una palabra que, amplificando un poco su sentido ordinario,
expresa bastante bien esta manera de ser muy especial; nos referimos a la palabra
"institución". Sin desnaturalizar el sentido de esta expresión, se puede, en efecto,
llamar institución a todas las creencias y a todas las formas de conducta instituidas por
la colectividad; la sociología podría, por tanto, definirse: la ciencia de las instituciones,
de su génesis y de su funcionamiento.
Respecto de las otras controversias que ha suscitado esta obra, nos parece, inútil
decir nada sobre ellas, pues no hacen referencia a nada esencial. La orientación
general del método no depende de los procedimientos que se prefiera emplear, ya
para clasificar los tipos sociales, ya para distinguir lo normal de lo patológico. Además,
estas discusiones encuentran casi siempre su origen en hecho de no admitir, o de
admitir con reservas, nuestro principio fundamental: la realidad objetiva de los hechos
sociales. Es, pues, sobre este principio, donde todo se fundamenta y reduce. Por esto
nos ha parecido conveniente hacerlo resaltar una vez más, separándolo de toda
cuestión secundaria. Estamos seguros de que atribuyéndole esta preponderancia nos
mantenemos fieles a la tradición sociológica; pues, en el fondo, la sociología ha
emergido toda entera de esta concepción. En efecto, esta ciencia sólo podía nacer el
día en que se presintió que los fenómenos sociales, aun sin ser materiales, no dejan
86
por eso de ser cosas reales que permiten su estudio. Para poder llegar a pensar que
era posible investigar lo que son, era preciso haber comprendido que eran de una
manera definida, que tenían una manera de ser constante, una naturaleza que no
depende del arbitrio individual y de la cual derivan relaciones necesarias. Pues qué
¿acaso la historia de la sociología es algo más que un largo esfuerzo por precisar este
sentimiento, profundizarlo y desarrollar todas las consecuencias que implica? Pero a
pesar de los grandes progresos realizados en este sentido, en el decurso de este libro
se verá que quedan todavía numerosas supervivencias del postulado antropocéntrico,
que aquí, como en otras partes, dificulta el camino de la ciencia. El hombre no puede
conformarse a renunciar a aquel poder ilimitado que desde hace tanto tiempo se había
atribuido sobre el orden social y, de otra parte, le parece que, si existen
verdaderamente fuerzas colectivas, está necesariamente condenado a sufrirlas, sin
poder modificarlas.
Por esto se inclina a negarlas. Es inútil que repetidas experiencias le hayan enseñado
que esta omnipotencia, en cuya ilusión vive complacido, ha sido para él una causa de
debilidad: que su imperio sobre las cosas sólo ha comenzado realmente a partir del
momento en que ha reconocido que tienen una naturaleza propia y se resignó a
buscar en ellas lo que son. Desterrado de las demás ciencias, este lamentable
prejuicio se sostiene obstinadamente en la sociología. No hay, pues, tarea más
urgente que el tratar de arrojarlo definitivamente de nuestra ciencia: tal es el objeto
principal de nuestros esfuerzos.
CAPÍTULO 1
¿Qué es el hecho social?
Antes de indagar el método que conviene al estudio de los hechos sociales, es preciso
saber a qué hechos se da este nombre.
La cuestión es tanto más necesaria, en cuanto se emplea aquel calificativo sin mucha
precisión; se le emplea corrientemente para designar a casi todos los fenómenos que
ocurren en el interior de la sociedad, por poco que a una cierta generalidad unan algún
interés social. Pero, partiendo de esta base, apenas si podríamos encontrar ningún
hecho humano que no pudiera ser calificado de social. Todo individuo bebe, duerme,
come, razona, y la sociedad tiene un gran interés en que estas funciones se cumplan
regularmente. Si estos hechos fueran, pues, sociales, la sociología no tendría objeto
propio, y su dominio se confundiría con el de la biología y el de la psicología.
Y estos tipos de conducta o de pensar no sólo son exteriores al individuo, sino que
están dotados de una fuerza imperativa y coercitiva, por la cual se le imponen, quieran
o no. Sin duda, cuando me conformo con ellos de buen grado, como esta coacción no
existe o pesa poco, es inútil; pero no por esto deja de constituir un carácter intrínseco
de estos hechos y la prueba la tenemos en que se afirma, a partir del momento en que
intentamos resistir. Si yo trato de violar las reglas del derecho, reaccionan contra mí
para impedir mi acto si todavía hay tiempo, o para anularlo y restablecerlo en su forma
normal si se ha realizado y es reparable, o para hacérmelo expiar si no puede ser
reparado de otra manera.
¿Se trata de máximas puramente morales? La conciencia pública impide todo acto
que la ofenda, por la vigilancia que ejerce sobre la conducta de los ciudadanos y las
penas especiales de que dispone. En otros casos la coacción es menos violenta, pero
existe. Si yo no me someto a las convenciones del mundo, si al vestirme no tengo en
cuenta las costumbres seguidas en mi país y en mi clase, la risa que provoco, el
aislamiento en que se me tiene, producen, aunque de una manera más atenuada los
mismos efectos que una pena propiamente tal. Además, no por ser la coacción
indirecta, es menos eficaz. Yo no tengo obligación de hablar en francés con mis
compatriotas, ni de emplear las monedas legales; pero me es imposible hacer otra
cosa. Si intentara escapar a esta necesidad, mi tentativa fracasaría miserablemente.
Industrial, nada me impide trabajar con procedimientos y métodos del siglo pasado;
pero si lo hago me arruinaré sin remedio. Aun cuando pueda liberarme de estas reglas
y violarlas con éxito, no lo haré sin lucha. Aun cuando pueda vencerlas
definitivamente, siempre hacen sentir lo suficiente su fuerza coactiva por la resistencia
que oponen. Ningún innovador, por feliz que haya sido en su empresa, puede
vanagloriarse de no haber encontrado obstáculos de este género.
Sin embargo, como los ejemplos que acabamos de citar (reglas jurídicas, morales,
dogmas religiosos, sistemas financieros, etc.), consisten todos en creencias y en
88
De otra parte, para confirmar con una experiencia característica esta definición del
hecho social, basta observar la manera como son educados los niños. Cuando se
miran los hechos tales como son y como siempre han sido, salta a los ojos que toda
educación consiste en un esfuerzo continuo para imponer a los niños maneras de ver,
de sentir y de obrar, a las cuales no habrían llegado espontáneamente. Desde los
primeros momentos de su vida les obligamos a comer, a beber, a dormir en horas
regulares, a la limpieza, al sosiego, a la obediencia; más tarde les hacemos fuerza
para que tengan en cuenta a los demás, para que respeten los usos, conveniencias;
los coaccionamos para que trabajen, etc. Si con el tiempo dejan de sentir esta
coacción, es que poco a poco origina hábitos y tendencias internas que la hacen inútil,
pero que sólo la reemplazan porque derivan de ella. Es verdad que, según Spencer,
una educación racional debería reprobar tales procedimientos y dejar en completa
libertad al niño; pero como esta teoría pedagógica no ha sido practicada por ningún
pueblo conocido, sólo constituye un desideratum personal, no un hecho que pueda
oponerse a los hechos que preceden. Lo que hace a estos últimos particularmente
instructivos es el tener la educación precisamente por objeto el constituir al ser social;
en ella se puede ver, como en resumen, la manera como en la historia se ha
constituido este ser. Esta presión de todos los momentos que sufre el niño es la
presión misma del medio social que tiende a moldearlo a su imagen y del cual los
padres y los maestros no son más que los representantes y los intermediarios.
He aquí lo que son los fenómenos sociales una vez que se los ha desembarazado de
todo elemento extraño. En cuanto a sus manifestaciones privadas, podemos afirmar
que tienen algo de social, pues reproducen en parte un modelo colectivo; pero cada
una de ellas depende también, y en mucho, de la constitución orgánico-psíquica del
individuo, de las circunstancias particulares en que está colocado. Estas
manifestaciones no son, pues, fenómenos propiamente sociológicos. Pertenecen a la
vez a dos reinos: se las podría llamar socio-psíquicas. Interesan al sociólogo, sin
constituir la materia inmediata de la sociología. En el interior del organismo se
encuentran también fenómenos de naturaleza mixta que estudian las ciencias mixtas,
como la química biológica.
Pero, se dirá: un fenómeno sólo puede ser colectivo a condición de ser común a todos
los miembros de la sociedad o, por lo menos, a la mayoría de ellos y, por consiguiente,
si es general. Sin duda, pero si es general, se debe a que es colectivo (es decir, más o
menos obligatorio), bien lejos de ser colectivo porque es general. Es un estado de
grupo que se repite en los individuos porque se les impone. Existe en cada parte
porque está en todo, lejos de que esté en el todo porque está en las partes. Esto es lo
que es especialmente evidente de estas creencias y de estas prácticas, que las
generaciones anteriores nos han transmitido completamente formadas; las recibimos y
las adoptamos, porque siendo a la vez una obra colectiva y una obra secular están
investidas de una autoridad particular que la educación nos ha enseñado a reconocer
y a respetar. Ahora bien; hay que notar que la inmensa mayoría de los fenómenos
90
sociales llegan a nosotros por este camino. Aun cuando el hecho social sea debido en
parte a nuestra colaboración directa, no por esto cambia de naturaleza. Un sentimiento
colectivo que se manifiesta en una asamblea no expresa solamente lo que había de
común entre todos los sentimientos individuales sino que representa algo
completamente distinto, como ya hemos demostrado. Es una resultante de la vida
común, un producto de las acciones y reacciones que se desarrollan entre las
conciencias individuales; si resuena en cada una de ellas, es en virtud de la energía
especial que debe precisamente, a su origen colectivo. Si todos los corazones vibran
al unísono, no es a consecuencia de una concordancia espontánea y preestablecida,
sino porque una misma fuerza los mueve en el mismo sentido. Cada uno es arrastrado
por todos
Sin embargo, se nos podría argüir: ¿es esta definición completa? En efecto; los
hechos que nos han servido de base son todas maneras de hacer; son de orden
fisiológico. Ahora bien, existen también maneras de ser colectivas; es decir hechos
sociales de orden anatómico y morfológico. La sociología no puede desinteresarse de
lo que concierne al sustrato de la vida colectiva. Y, sin embargo, el número y
naturaleza de las partes elementales de que está compuesta la sociedad, la manera
de estar dispuestas, el grado de coalescencia que han alcanzado, la distribución de la
población por el territorio, el número y naturaleza de las vías de comunicación, la
forma de las habitaciones, etc., no parecen al primer examen poder reducirse a
maneras de obrar, o de sentir, o de pensar.
Pero estos diversos fenómenos presentan, desde luego, la misma característica que
nos ha servido para definir a los demás. Estas maneras de ser se imponen al individuo
de la misma suerte que las maneras de hacer de qué hemos hablado. En efecto;
cuando se quiere conocer el modo como están combinadas estas divisiones, la fusión
más o menos completa que existe entre ellas, no se puede obtener ningún resultado
mediante una inspección material o por inspecciones geográficas; y esto porque
aquellas divisiones son morales, aun cuando tengan alguna base en la naturaleza
física. Esta organización solamente puede estudiarse con el auxilio del derecho
público, pues es este derecho el que la determina, de la misma manera que determina
nuestras relaciones domésticas y cívicas. Ella es pues, igualmente obligatoria. Si la
población se amontona en nuestras ciudades en lugar de distribuirse por el campo, es
señal de que existe una corriente de opinión, un impulso colectivo que impone a los
individuos esta concentración. La libertad que tenemos para elegir nuestros vestidos
no es superior a la que tenemos para escoger las formas de nuestras casas; tan
obligatoria es una cosa como otra. Las vías de comunicación determinan de una
91
Y ni siquiera sería útil, pues estas maneras de ser no son más que maneras de hacer
consolidadas. La estructura política de una sociedad no es más que la manera como
los distintos segmentos que la componen ha tomado la costumbre de vivir entre sí. Si
sus relaciones son tradicionalmente estrechas, los segmentos tienden a confundirse;
en el caso contrario, a distinguirse. El tipo de habitación que se nos impone no es más
que el resultado de la manera como se han acostumbrado a construir las casas los
que viven a nuestro alrededor, y, en parte, las generaciones anteriores. Las vías de
comunicación no son más que el cauce que se ha abierto a sí misma –al marchar en
el mismo sentido– la corriente regular de los cambios y de las emigraciones, etc. Sin
duda, si los fenómenos de orden morfológico fueran los únicos que presentasen esta
fijeza, se podría creer que constituyen una especie aparte. Pero una regla jurídica es
una coordinación tan permanente como un tipo de arquitectura, y sin embargo, es un
hecho fisiológico. Una simple máxima moral es, a buen seguro, más maleable, pero
presenta formas más rígidas que una sencilla costumbre profesional o que una moda.
Existen, pues, toda una gama de matices que sin solución de continuidad enlazan los
hechos de estructura más caracterizada con estas corrientes libres de la vida social
que todavía no se han moldeado definitivamente. Entre ellos no existen más que
diferencias en el grado de consolidación que presentan. Unos y otras no son otra cosa
que la vida más o menos cristalizada. Sin duda, puede existir algún interés para
reservar el nombre de morfológicos a los hechos sociales que hagan referencia al
sustrato social, pero en este caso no se ha de perder de vista que son de la misma
naturaleza que los demás. Nuestra definición comprenderá todo lo definido, si
decimos: hecho social es toda manera de hacer, fijada o no, susceptible de ejercer
sobre el individuo una coacción exterior; o bien: que es general en el conjunto de una
sociedad, conservando una existencia propia, independiente de sus manifestaciones
individuales.
Ante todo, es independiente, de toda filosofía. Por haber nacido la sociología de las
grandes doctrinas filosóficas, guardó la costumbre de apoyarse sobre algún sistema,
haciéndose de esta manera solidaria del mismo. Es así como ha sido sucesivamente
positivista, evolucionista, espiritualista, mientras que debería contentarse con ser
sociología a secas. Hasta vacilaríamos de calificarla de naturalista, a menos que se
quiera indicar con esto solamente que se considera a los hechos sociales como
naturalmente explicables y, en tal caso, este epíteto es bastante útil, ya que significa
simplemente que el sociólogo hace ciencia y no mística. Pero rechazamos la palabra,
si se le otorga un sentido doctrinario acerca de la esencia de las cosas sociales; si, por
ejemplo, se quiere decir que ellas son reductibles a las otras fuerzas cósmicas. La
sociología no tiene por qué, tomar partido entre las grandes hipótesis que dividen a los
metafísicos. No tiene por qué afirmar la libertad, ni tampoco el determinismo. Lo único
que pide se le conceda es que el principio de causalidad se aplica a los fenómenos
sociales. Y aún este principio no lo plantea como necesidad racional, sino solamente
como postulado empírico, producto de una legítima inducción. Puesto que la ley de
causalidad ha sido verificada en otros reinos de la naturaleza, y que, progresivamente,
92
En segundo lugar, nuestro método es objetivo. Está dominado enteramente por la idea
de que los hechos sociales son cosas y deben ser tratan como tales. No cabe duda de
que este principio se encuentra, bajo una forma un poco distinta, en la base de las
doctrinas de Comte y de Spencer. Pero estos grandes pensadores han dado su forma
teórica, sin ponerlo en práctica. Para que no quedara como letra muerta, no bastaba
promulgarlo; había que hacer de él la base de toda una disciplina que tomara al sabio
en el momento mismo en que aborda el objeto de sus investigaciones y que lo
acompañara paso a paso en todos sus movimientos. Nosotros nos hemos dedicado a
instituir esta disciplina. Hemos indicado que el sociólogo debía evitar las nociones
anticipadas que tenía de los hechos para ponerse frente a los hechos mismos; que
debía alcanzarlos a través de sus caracteres más objetivos; que debía requerir de
93
Pero, si bien consideramos a los hechos sociales como cosas, es como cosas
sociales. Es el tercer rasgo característico de nuestro método, el ser exclusivamente
sociológico. A menudo ha parecido que, a causa de su extrema complejidad, estos
fenómenos, o bien eran refractarios a la ciencia, o bien sólo podían penetrar en ella
reducidos a sus condiciones elementales, ya sean físicas u orgánicas, es decir,
despojados de su propia naturaleza. Por el contrario, hemos emprendido la tarea de
establecer que era posible tratarlos científicamente sin quitarles nada de sus
caracteres específicos. Hasta hemos rehusado reducir esta inmaterialidad sui generis
que los caracteriza a la, sin embargo ya bastante compleja, de los fenómenos
psicológicos; con mayor razón nos hemos negado, siguiendo a la escuela italiana, a
reabsorberlos en las propiedades generales de la materia organizada.’ Hemos
demostrado que un hecho social sólo puede explicarse por otro hecho social, Y, al
mismo tiempo, hemos mostrado cómo se hacía posible este tipo de explicación,
señalando en el medio social interno el principal motor de la evolución colectiva. La
sociología no es, pues, el anexo de ninguna otra ciencia; es en sí misma una ciencia
distinta y autónoma, y el sentimiento de lo que tiene de especial la realidad social llega
a ser tan necesario al sociólogo que solamente una cultura especialmente sociológica
puede prepararlo para la inteligencia de los hechos sociales.
Estimamos que este progreso es el más importante de los que le quedan por hacer a
la sociología. Sin duda, cuando está naciendo una ciencia, uno se ve obligado, para
hacerla, a referirse a los únicos modelos que existen, es decir, las ciencias ya
formadas. Hay en ellas un tesoro de experiencias ya hechas que no tendría sentido
desaprovechar. Sin embargo, una ciencia sólo puede considerarse definitivamente
constituida cuando ha llegado a formarse una personalidad independiente. Ya que
sólo tendrá razón de ser si tiene por materia un orden de hechos no estudiado por
otras ciencias. Y es imposible que las mismas nociones puedan convenir
idénticamente a cosas de distinta naturaleza.
ACTIVIDAD Nº 2
UNIDAD III
CONCEPTOS SOCIOLÓGICOS CLAVES
(MARCO TEÓRICO)
Las ciencias (biológicas, psicológica, social) del hombre han destacado la necesidad
biológica, psicológica y social de la convivencia humana para la estabilidad,
mantenimiento y desarrollo de las propias estructuras primarias del hombre. El ser
humano está potenciado para la vida social por una necesidad funcional de la
convivencia que reclama el cerebro interno, según las recientes teorías biológicas.
El comportamiento social
El hombre, como naturaleza abierta, se encuentra entre los hombres y con los
hombres de una manera determinada. Esa forma de estar en el mundo es peculiar a
la naturaleza humana. El hombre no responde siempre igual ante los estímulos de la
situación, como lo hacen los animales. Las cosas y los hombres se le ofrecen no sólo
como datos para que haga, sino como recursos para que se haga. Esa manera de
quedar afectado define las potencialidades sociales del hombre y las posibilidades
96
Marco teórico
Para comprender y analizar el comportamiento social necesitamos conceptos,
términos generales referentes a todos los miembros de una clase particular de
fenómenos. Sin ellos no hay ciencia.
Los conceptos son las semejanzas que tienen entre sí los hechos, en cualquier parte
del mundo. Ayudan a pensar en especies, por ejemplo: sociedad = organización
humana. Consisten en abstraer de los sucesos concretos las esencias generales.
Este marco teórico no consiste en hechos. Está formado por conceptos con los que se
trata de ordenar los hechos. Con dichos conceptos se elaboran y expresan las
afirmaciones sistemáticas y probadas acerca de los grupos sociales, que constituyen
una teoría sociológica: un cuerpo de proposiciones lógicamente conectadas sobre
las relaciones existentes entre variables (conceptos).
En Sociología nos interesamos por los seres humanos sólo como participantes de
sistemas de interacción social.
Las relaciones sociales se constituyen según el grado en que dos o más individuos,
grupos, individuos y grupos interactúan unos con otros, en forma permanente (familia)
o transitoria (saludos).
En la relación social, las partes pueden ser amigas o enemigas, cooperar o destruirse.
Según John Thompson (Cfr. THOMPSON, JOHN. The Media and Modernity. Polity
Press. 1995), podemos distinguir tres tipos de interacciones:
1) interacción cara a cara, que se produce, por ejemplo, entre las personas que
asisten a una reunión, que se comunican de forma directa, dialógica
2) interacción mediada, supone la utilización de tecnologías de la información, ya
sean impresas, conexiones o impulsos electrónicos. Desbordan los contextos de la
interacción ordinaria cara a cara y se extiende en el tiempo y el espacio. Tiene lugar
entre las personas, en forma directa, dialógica, por ejemplo cuando hablamos por
teléfono, pero sin la variedad de pistas de comunicación que hay frente a frente.
3) Semi-interacción mediada: las relaciones sociales que crean los medios de
comunicación. Se extiende en el tiempo y el espacio pero no pone en relación a los
individuos directamente (excepto el “chateo” vía internet). Este tipo es monológico,
va en una sola dirección. Por ejemplo los programas de televisión.
Esta unidad funcional con sus tres elementos no agota ni al hombre ni a la situación.
En ella, es el concepto de interacción social el que capta objetivamente el
comportamiento social, la manera como cada hombre se hace cargo de su situación
98
Los conceptos de: persona social, interacción social y situación social son
descriptivos de una realidad única y se discriminan con fines analíticos. Describen una
sola realidad: el comportamiento social, que puede tener distintos tipos. Por eso,
estas categorías conceptuales son propias de las ciencias sociales y constituyen el
criterio de sistematización de todas ellas. Aquí se trata de ver lo sociológicamente
relevante del comportamiento social porque hay un tipo de comportamiento que es
sociológico: de la persona social, la interacción social y la situación social. La tarea
consiste en sistematizar los conceptos sociológicos.
El comportamiento sociológico
La Sociología, a partir de las contribuciones hechas por las teorías analíticas clásicas
(Töennies, Durkheim, Weber), es una ciencia (analítica) del comportamiento social
sociológicamente relevante, de la sociedad y no de cada individuo.
Esas peculiaridades dan lugar al hecho social (Durkheim), el cual se expresa a partir
de los sociólogos analíticos clásicos, en el comportamiento social o acción social o
conducta social o interacción social.
Es Ëmile Durkheim el que precisó las características del hecho social como objeto
propio de la Sociología, delimitándolo frente al objeto de la Psicología, en su estudio
sobre El Suicidio. El hecho social es de la sociedad y no de los individuos, aunque
éstos lo expresen o asuman como propio.
- pre-existencia
- irracionalidad. Se trata de un comportamiento humano que el hombre ejecuta, pero
que no es de él, ni de nadie en particular, es impersonal.
Se lo ejecuta coactivamente, porque hay que hacerlo sin saber cómo ni por qué. Se
trata de comportamientos sociales que mecánica e irracionalmente se aprenden
(pautas) y que mecánica e inconscientemente se expresan (hábitos).
hijo; ejercer el rol de docente necesariamente implica ejercer el rol de alumno. Si bien
los ejercen los individuos particulares, no son de ellos; son de la sociedad, del grupo.
El concepto de rol significa una función de la relación social; lo que hay que hacer
para satisfacer necesidades comunes y /o lograr fines comunes. Por eso los roles
nunca se ejercen solos; constituyen relaciones sociales.
Una relación social es una relación de roles en los comportamientos sociales reales y
concretos (entre padre e hijo, entre docente y alumno, etc.). Se expresan en pautas
de comportamiento que asumen los participantes como hábitos de comportamiento,
que permiten el trato de cada uno con los otros.
Es importante destacar-como dice Agulla- que los roles, si bien son pautas indicativas
de comportamiento social, porque son de la sociedad, aparecen cuando efectiva y
concretamente se los ejerce; aparecen en los comportamientos sociales reales.
Las instituciones sociales definen las relaciones sociales; son pautas normativas.
Establecen pautas aprobadas de conducta social: las relaciones sociales consideradas
apropiadas, esperadas, legítimas. Son complejos de normas institucionalizadas, como
por ejemplo: el matrimonio, institución que tiene pautas normativas reconocidas.
Los status son expectativas que dependen de posiciones que fijan cada una de las
instituciones sociales. Por eso, una institución social es un complejo de status inter-
relacionados entre sí, que implican expectativas de determinados comportamientos,
fundados en posiciones determinadas en la institución. Esas posiciones se determinan
por derechos y obligaciones. Se espera de cada individuo un determinado
comportamiento social por el status que tiene en una determinada institución social,
según derechos y obligaciones con otro u otros.
Los roles son el aspecto dinámico de los status (Parsons, Merton). Las
relaciones sociales son la efectivización de las expectativas. Las estructuras
sociales son el funcionamiento de las instituciones sociales.
Los roles se ejercen y los status se tienen. Esto implica que se puede tener un
determinado status en una determinada institución social, pero no que se ejerza el rol
correspondiente, o se lo ejerza “mal” socialmente, o directamente que no se lo ejerza.
El status es una expectativa del ejercicio de un rol; y el rol no necesariamente implica
un determinado status (por ejemplo, los roles de amigo). Para que un rol implique un
status:
La persona social siempre estará condicionada por los roles que ha ejercido y los
status que ha adquirido. Y eso depende de la situación social en que los ejerce y los
adquiere, respectivamente. Por eso, la persona social es una arquitectura de hábitos
sociales que es el resultado del ejercicio de los roles y de la adquisición de status en
todas las situaciones sociales en que ha participado. Y esto no es igual para todos. De
allí emerge la diferenciación social y la desigualdad social que, en última instancia,
son potencialidades y posibilidades sociales diferentes.
Utilizamos para caracterizarlos la teoría de los grupos sociales – tal como está en la
tradición clásica de la sociología- como agentes de la formación (conformación y
transformación) de la persona social y, por lo tanto, como factor causal de la
diferenciación social (y la desigualdad social).
Las pautas de comportamiento social son aquellas que se repiten en la misma forma
por muchas personas y actúan como modelo o guía para los miembros de un grupo o
sociedad.
Las normas, las costumbres y los usos sociales constituyen pautas de comportamiento
social. Los modos institucionalizados de hacer cosas conjuntamente, dirigidos hacia
metas reconocidas y valoradas, que son diferentes para cada grupo y / o institución.
Se estructuran en cada uno de los roles o papeles sociales, en los roles equipolentes,
en los procesos sociales, en las instituciones y en la cultura.
En la situación social concreta, ambos – status y rol – van juntos. Una persona hace o
se espera que haga lo que corresponde a su status.
Toda posición social es un status-rol (rol-set). Está ocupada por más de una persona.
Por ejemplo: médico.
También hay una posición social clave: cada persona tiene tantos status como grupos
de los que forma parte, y también tiene un status principal, ligado con el rol que su
sociedad considera más significativo según los valores corrientes. La posición social
se rige por la cambiante forma de vida de cada grupo o sociedad.
El conjunto de las pautas sociales forman el papel social que desempeñan las
personas sociales, los roles. El conjunto de ellos según una función social
determinada, constituye una institución social.
- institución familiar
- institución educativa
- institución económica
- institución política
- institución religiosa
- institución recreativa
Las personas sociales, unidad irreductible de la sociedad, son los individuos en sus
relaciones sociales, interactuando en papeles o roles sociales recíprocos. Estas
105
Todo grupo social es una relación social, pero no toda relación social es un grupo.
El grupo social es una relación social que involucra cierto grado de cooperación entre
sus miembros para la consecución de un objetivo común.
Todo grupo está formado por personas en su calidad de miembros; cada una es
miembro de otros grupos. Cada grupo social es parte de los sistemas de acción de sus
miembros.
Una sociedad es el conjunto de todos los grupos sociales que satisfacen las
necesidades básicas de los individuos.
Ninguna cultura podría existir sin sociedad. Y no puede haber una sociedad carente de
cultura.
Las formas de vida varían de una cultura a otra. Toda cultura tiene sus propias pautas
de conducta; se comprueba la existencia de amplias diferencias culturales de una
sociedad a otra. Conviene estudiarla a partir de los propios significados y valores de
cada una, evitando el etnocentrismo: juzgar otras culturas comparándolas con la
propia.
Integración sociocultura
La sociedad y la cultura están estrechamente entrelazadas. Deben considerarse
como un sistema sociocultural total y único.
Respecto del análisis de la integración social, comprobamos que las personas realizan
pautas de comportamiento; que los grupos se sirven de las instituciones y que la
sociedad tiene su cultura.
Las personas y los grupos se reúnen en una forma que tiene sentido para ellos;
satisfacen sus necesidades sociales en forma ordenada por las pautas
institucionalizadas.
Todos estos factores son inseparables en la situación social concreta. Por lo tanto:
- Las personas se integran entre sí por compartir funciones sociales y valores sociales
comunes.
- Los valores compartidos reúnen a las personas en una misma función social.
- La actividad común aumenta el aprecio mutuo y los valores compartidos.
Para que actúen esta serie de factores auxiliares se requiere cierto grado de
planeamiento racional dirigido a conseguir la integración.
Las personas sociales son sujetos y agentes de movilidad social; los sistemas totales
de cultura y sociedad se hallan en proceso permanente de cambio social; sufren la
influencia de distintas formas de control social. Las normas y valores son violados,
produciéndose desviación social. Pero también existe el indispensable grado de
integración sociocultural que permite el funcionamiento social.
Valores
Mediante el análisis de los valores se estudia el significado de la vida de la sociedad y
la cultura.
Una definición sociológica de los valores señala que son: los criterios conforme a los
cuales el grupo o la sociedad juzga de la importancia de personas, formas, objetivos y
otros objetos socioculturales.
Los valores son determinantes del status social. El juicio de valor o evaluación social
implica una comparación de lo que es mejor o peor, más alto o más bajo en la estima
y en la aprobación social.
No todas las pautas de comportamiento tienen igual importancia: las normas son más
imperativas que los usos. Las pautas que tienen el más alto valor social van
acompañadas de la más extensa conformidad y presión social para producirla.
El mecanismo principal con el que las personas expresan y simbolizan los valores es
el papel social. La realización recíproca de los roles o papeles sociales está regulada y
controlada por los valores de la sociedad.
Los valores no sólo son criterios de comportamiento; se usan como base para la
motivación del comportamiento, para la justificación de la propia conducta. El individuo
se conforma con un sistema de relaciones sociales porque van revestidas de valor.
- Personalidad social
- Sociedad
- Cultura
Las personas los usan como criterios y guías que indican el camino hacia los
objetivos, las metas.
Conflicto de valores
Se produce en dos casos, al menos:
Los valores histórica y sociológicamente significativos son los que justifican las
instituciones y mueven a las personas a representar papeles institucionalizados.
“Hasta donde nos interesen los valores comunes, lo mejor es formar nuestro concepto
de ellos examinando las legitimaciones de cada orden institucional en toda estructura
social dada”. “Podemos hablar de valores comunes cuando una gran proporción de los
individuos de un orden institucional aceptan esas legitimaciones del orden, cuando
tales legitimaciones son las condiciones con que se exige, con buen éxito, obediencia,
o por lo menos se obtiene la anuencia. Esos símbolos se emplean entonces para
definir las situaciones a que hay que hacer frente en diversos papeles y como
patrones para las valuaciones de las autoridades”. (Cfr. Wright Mills, La imaginación
sociológica. FDCE. México.1961).
ACTIVIDAD Nº 3
UNIDAD IV
MICROSOCIOLOGÍA Y MACROSOCIOLOGÍA
(Según Giddens, Anthony; Sociología 3ª edición, Alianza Editorial 2000), la tarea de la
sociología es estudiar el equilibrio que hay entre la reproducción social y la
transformación social. El primer concepto se refiere a cómo las sociedades siguen
funcionando a lo largo del tiempo, mientras que el segundo se ocupa de los cambios
que sufren. La reproducción social tiene lugar porque existe una continuidad entre lo
que las personas hacen día tras día y año tras año, así como en las prácticas sociales
que siguen.
Los cambios se producen, en parte, porque las personas así lo quieren, y en parte, por
las consecuencias que nadie prevé o desea.
A primera vista podría parecer que los análisis micro y macro están alejados uno del
otro. Pero, de hecho, están íntimamente relacionados. El análisis a gran escala es
esencial para comprender la base institucional de la vida cotidiana. Aunque hoy en día
establezcamos muchas relaciones indirectas o por medios electrónicos, incluso en las
sociedades más complejas la presencia de otras personas sigue siendo crucial.
Los estudios a pequeña escala son necesarios para esclarecer cuáles son las pautas
institucionales generales. Es evidente que la interacción cara a cara es la base
principal de todas las formas de organización social, independientemente de sus
dimensiones.
Entonces queda claro que el estudio de la interacción cara a cara se suele denominar
microsociología y que ésta contrasta con la macrosociología, que estudia los grupos
numerosos, instituciones y sistemas sociales. Y que los análisis a pequeña y a gran
escala están en realidad muy relacionados y se complementan.
El concepto de rol social, de las expectativas socialmente definidas que tiene una
persona en una determinada posición social, surgió en un ámbito teatral. A las
personas les preocupa cómo las ven los demás y utilizan muchas formas para manejar
la impresión, con el fin de que los otros respondan como ellos desean. Aunque a
veces hagamos esto a propósito, suele ser una de esas cosas que realizamos sin
prestarle una atención consciente.
115
Goffman señala que gran parte de la vida social se puede dividir en regiones
delanteras y traseras. Las regiones delanteras son las situaciones o encuentros
sociales en los que los individuos asumen papeles formales: son “representaciones
sobre el escenario”. Este tipo de actuación suele conllevar un trabajo en equipo. Las
regiones traseras son aquellas en las que la gente recoge sus útiles y se prepara
para la interacción en situaciones menos formales. Estas regiones son como el
espacio entre bastidores de un teatro o las actividades que se realizan detrás de la
cámara en el cine o TV. Cuando están a salvo detrás del escenario las personas
pueden relajarse y manifestar libremente los sentimientos y estilos de comportamiento
que mantienen bajo control cuando se encuentran en escena.
Toda interacción está localizada, es decir, ocurre en un lugar concreto y tiene una
duración específica. Nuestras acciones en el curso de un día tienden a estar
“zonificadas”, tanto en el espacio como en el tiempo. Cuando analizamos los contextos
de la interacción social con frecuencia resulta de gran utilidad analizar los movimientos
de las personas en la convergencia espacio-temporal. (Tomar como ejemplo las áreas
de una casa y las interacciones que se producen en ellas durante el día.).
(Según Merton, Robert K.; Teoría y estructura sociales; Fondo de Cultura Económica,
México Buenos Aires; 1964.)
pertenencia al grupo por el individuo o por los demás, los cambios en la proporción de
interacción social pueden borrar los límites del grupo. Ésta puede considerarse una de
las propiedades funcionales de los grupos informales: su estabilidad depende en parte
de esta relativa ambigüedad de la pertenencia.
De acuerdo con el uso de Leopold von Wiese y Howard Becker, Florian Znaniecki y
Talcott Parsons, pueden denominarse colectividades a personas que tienen un
sentido de solidaridad por virtud de compartir valores comunes y que adquieren un
sentido concomitante de obligación moral para realizar expectativas de papeles. Todos
los grupos son, naturalmente, colectividades, pero las colectividades que carecen del
criterio de interacción entre los individuos no son grupos. Las colectividades son
potenciales para la formación de grupos: el fondo común de valores puede facilitar una
interacción social prolongada entre partes de la colectividad.
Diferentes de los grupos y las colectividades son las categorías sociales. Son
agregados de situaciones sociales cuyos ocupantes no están en interacción social.
Tienen características sociales idénticas -de sexo, edad, situación matrimonial,
ingreso, etc.-, pero no están orientadas necesariamente hacia un cuerpo de normas
distintivo y común. Con situaciones iguales y en consecuencia con intereses y valores
análogos, las categorías sociales pueden ser movilizadas para ingresar en
colectividades o en grupos. Cuando funcionan como grupos, los individuos de la
misma categoría social pueden considerarse como grupo de pares o compañías de
iguales.
Socialización y educación
Según Agulla, Juan Carlos; (La promesa de la sociología; Editorial de Belgrano,
Colección Textos 1982; Buenos Aires.): Las teorías que han buscado explicar la
formación de la sociedad han sido muy variadas y se han referido a la formación de la
sociedad nacional (industrial, capitalista, burguesa, evolucionada, democrática, etc.).
Son, básicamente, las teorías de los enciclopédicos, de algunos analíticos y de varios
historiadores de la cultura (Spengler, Toynbee, Ortega, etc.). El marco de referencia
de estas teorías siempre ha sido la historia y, por eso, buscaban leyes de desarrollo,
evolución o progreso de la historia. Con posterioridad, y gracias a la contribución de
117
A medida que el hombre madura, la fuerza de la coactividad social es cada vez menor;
por lo tanto, varía en las distintas etapas de maduración o desarrollo del infante. La
importancia de la sociedad es correlativa con la fuerza de formación y con el grado de
dependencia. Lo cual implica que el proceso de maduración, paulatinamente, va
disminuyendo la dependencia de la sociedad y la fuerza de la formación
(conformación); pero también, que va participando en más estructuras sociales. Así se
fortalecen las potencialidades individuales y se amplían las posibilidades sociales; a
mayor formación de la persona sociológica, mayor aprendizaje de roles porque
mayores lados tiene la situación social. Hay una correlación entre maduración
biológica, psicológica y sociológica. El período comprendido entre el nacimiento y los
seis años, aproximadamente, corresponde a la participación en grupos parentales y
domésticos y el aprendizaje de ciertos roles. Entre los seis años y la pubertad
corresponde la participación en otras estructuras sociales (grupos culturales,
educativos, religiosos, etc.) y con ello, el período de aprendizaje de otros roles. Entre
la pubertad y los dieciocho años, se da la participación en grupos económicos,
recreativos, políticos, etc., y el aprendizaje de otros roles. Y entre los dieciocho años y
la madurez social (aproximadamente 25 años), participación en grupos políticos,
económicos, ocupacionales, etc., y el aprendizaje de otros roles. Cuando hablamos de
aprendizaje de roles, nos referimos a los hábitos sociales, que se adquieren por la
mera participación en las estructuras sociales que se imponen coactivamente; pero
también porque las pautas sociales que forman los hábitos sociales siguen siendo de
las estructuras sociales.
personas mayores siguen siendo padres cuando se convierten en abuelos aunque, por
supuesto, establecen una nueva serie de relaciones que conectan a las diferentes
generaciones entre sí. Aunque el proceso de aprendizaje sociocultural es mucho más
intenso durante la infancia y el principio de la niñez que posteriormente, el aprendizaje
y la adaptación continúan durante todo el ciclo vital.
La formación de la sociedad
Los agrupamientos sociales son conjuntos de seres humanos que, ya sea por
necesidades que los unen (biológicas, psicológicas, sociales, culturales, etc.) o ya sea
por intereses (materiales o espirituales), mantienen interacciones estables o
transitorias, pero con una significación para cada uno de sus miembros y o para el
120
conjunto humano, formando así una unidad significativa con características distintas a
las de cada individuo particularmente considerado.
“Por dominación política hay que entender -dice Max Weber- un poder que supera la
autoridad doméstica y que, básicamente, difiere de éste”. Esta dominación política
lleva a una diferenciación social del trabajo que supera la diferenciación familiar del
trabajo propia de los agrupamientos parentales. Y es entonces cuando empiezan a
aparecer nuevas formas de agrupamientos sociales.
Grupos sociales
El elemento que define a los grupos sociales es la solidaridad y /o cooperación de las
relaciones sociales para la satisfacción de necesidades afines y /o para el logro de
fines comunes; en consecuencia, se trata de agrupamientos sociales delimitados por
la funcionalidad y significación de las interacciones sociales en función de un objetivo
manifiesto y específico.
Simmel dice que “...las relaciones de persona a persona constituyen el principio vital
de los círculos pequeños”; y K. Davis dice: “en el grupo primario, el interés de cada
uno está centrado en los otros como personas; es decir, como objeto de valor. La
relación desaparece si desaparece de ella la persona particular”. Las relaciones entre
sus miembros implican un compromiso con toda la persona, más allá de la función que
tienen que cumplir en el grupo social para alcanzar el objetivo del grupo. Por eso sólo
pueden ser pequeños e íntimos, a pesar de su organización.
Instituciones
Para aproximarnos a una definición, tenemos que aclarar que una institución no es
una persona (ésta actúa los comportamientos institucionalizados) ni es un grupo
(pluralidad de personas que realizan instituciones, como por ejemplo un colegio, que
sigue lo normado por la institución educativa). Las personas y los grupos no están
institucionalizados.
Durkheim afirma que “la sociología podría definirse como la ciencia de las
instituciones, de su génesis y de su funcionamiento”. Y señala que una institución es el
conjunto “de creencias y formas de conducta instituidas por la colectividad social” 1.
Las instituciones sociales son parte de la cultura; un sector estandarizado del modo de
vida de un pueblo.
1
Durkheim, Émile. Las reglas del método sociológico.
124
Las pautas y los papeles (roles) sociales forman los elementos principales de las
instituciones y éstas son los instrumentos de que se sirven las personas sociales para
conducir la vida social.
Las actitudes internas y los hábitos externos de un grupo social, están centrados en
satisfacer necesidades sociales básicas y/ o fines comunes. Sus normas, costumbres
y usos, son modos institucionalizados de hacer cosas conjuntamente; están dirigidos
hacia metas reconocidas y valoradas.
Las instituciones cumplen objetivos o metas que son los mismos que los de los grupos
sociales. Las funciones- lo que las personas hacen efectivamente en sus papeles
(roles) y relaciones sociales -constituyen el contenido de la institución.
Las funciones generales que las instituciones realizan para las personas son:
* Las instituciones principales son aquellas que realizan el mayor número de personas
y son esenciales a la sociedad, porque se consideran de la mayor importancia para
el individuo y el bien común:
* Institución familiar: sistema que regula, estabiliza, estandardiza (unifica y uniformiza)
las relaciones sexuales y la procreación de la prole. Sus instituciones subsidiarias
son: el noviazgo, el matrimonio, la crianza de los niños, el parentesco.
* Institución educativa: proceso sistematizado de socialización: informal en el hogar y
en la cultura en general y formalmente en la organización docente. Las instituciones
subsidiarias son: los exámenes, las calificaciones, los grados, los títulos.
* Institución económica: configuración de pautas de comportamiento por la cual se
proporciona a la sociedad los bienes materiales y los servicios: producción,
distribución, cambio, consumo. Las instituciones subsidiarias son: la Banca, el
crédito, la publicidad.
* Institución política: satisface la necesidad de administración general y de orden
público. Las subsidiarias son: legislativa, policial, militar, diplomacia etc.
* Institución religiosa: satisface la necesidad social de relacionarse con Dios por medio
de las creencias y el culto común. Las subsidiarias son: sistemas de oración, liturgia
y pautas de relación entre clero y seglares.
* Institución recreativa: satisface la necesidad social básica de descanso físico y
mental. Las subsidiarias son: juegos, deportes, danzas, música, pintura, teatro, etc.
Las instituciones conforman una red, actúan con interdependencia mutua y esto es
vital para la continuidad de la cultura en la sociedad. Ninguna institución existe por sí
misma; todas se influyen mutuamente. Por ejemplo, los cambios importantes en las
formas de vida familiar y en la institución política, afectan a las demás instituciones.
Ningún grupo social puede realizar pura y exclusivamente las formas de una sola
institución. Así, el grupo religioso también educa, recrea, administra. El Estado,
fomenta el bienestar familiar, económico, educativo, etc.
Así, la configuración total de las instituciones que comparten en común las personas
en una sociedad, constituye la cultura. El pueblo comparte el sistema cultural en
distintos grados y formas. Esta cultura es hereditaria; se transmite por un proceso de
aprendizaje, de socialización: se enseña y se aprende. Es el ambiente cultural en que
se vive, se desarrolla y se deja tras de sí cuando muere la persona. (Aún en la soledad
se actúa de acuerdo a las propias pautas culturales).
Los agentes de socialización son: la sociedad total, los grupos, los medios de
comunicación social, cada persona con la que se interactúa.
La estructura social de la familia nuclear, por ejemplo, está constituida por los roles
equipolentes de padre-hijo, madre-hijo, esposo-esposa.
Siguiendo a Agulla, podemos decir que a fin de que las expectativas sociales, propias
de los status y de las instituciones sociales, tengan un fundamento, las instituciones se
proveen de mecanismos de control social. Con ello se busca que los individuos
cumplan con los derechos y obligaciones propios de los status y de las instituciones
sociales. A los mecanismos de control de los status, los vamos a llamar controles
sociales internos; y a los mecanismos de las instituciones sociales, controles sociales
externos.
Los mecanismos de control social externo más relevantes son los usos, las
costumbres, las convenciones y las leyes. Son mecanismos que se proveen las
instituciones para regular el comportamiento esperado dentro de las mismas; por eso
siempre están provistos de sanciones (o gratificaciones). Los usos y costumbres están
legitimados por la tradición; las convenciones y las leyes por el acuerdo o la
imposición. Todos ellos tienden a cumplir las mismas funciones. Tienden a
homogeneizar socialmente a los hombres en sus comportamientos para la satisfacción
de necesidades y el logro de los fines comunes. Esto se realiza en función de un fin
culturalmente definido, mediante una discriminación entre lo permitido y lo prohibido.
En las sociedades modernas y en los grupos organizados, la presencia de estos
controles está dada por la legalidad.
Los mecanismos de control social dados por el Derecho y por la Educación, buscan
una integración de la sociedad y de la persona social.
Tanto la necesidad internalizada como las sanciones externas son efectivas para
producir la conformidad a las normas.
Las sanciones externas no son igualmente efectivas para todos los infractores; tienen
efecto, pero en distinto grado, según el rango social de aquellos a quienes es
impuesta. Por ejemplo: de un hombre con reputación de incompetente, no se espera
que sea perfectamente competente, por consiguiente, los que interactúan con él, no le
impondrán fuertes penalidades por cada una de sus equivocaciones. El grupo, a la vez
que está esperando conformidad a una pauta normativa, está esperando y
manteniendo respecto de cada miembro del grupo, un grado particular y único de
conformidad.
Por más institucionalizada que esté una pauta, muchas personas que están sujetas a
ella se ven tentadas, a veces, de desviarse de ella. Esto lo demuestra la existencia de
sanciones -que están involucradas en todas las formas de control social- es decir,
mecanismos por los cuales se mantienen en jaque las tendencias a desviarse de las
pautas institucionalizadas.
Actividad Nº 4
UNIDAD V
CAMBIO SOCIAL
(Transformación social)
Todo sistema social está cambiando permanentemente, por el envejecimiento de sus
miembros. En un sentido restringido, el cambio social es cambio en la estructura de un
sistema social (Johnson). Los cambios estructurales más importantes son los que
tienen consecuencias para el funcionamiento de la sociedad.
Las formas de vida y las instituciones sociales que caracterizan el mundo actual son
radicalmente diferentes de las del propio pasado reciente. Durante un período de no
más de dos o tres siglos, la vida social humana, se ha visto arrancada de los tipos de
orden social en los que la gente había vivido durante cientos de años.
Identificar cambios significativos supone poner de manifiesto hasta qué punto se han
producido alteraciones en la estructura subyacente de un objeto o de una situación
durante un período de tiempo. En el caso de las sociedades humanas, para
determinar hasta qué punto y de qué manera un sistema está en proceso de cambio,
tenemos que mostrar en qué medida se han producido modificaciones en las
instituciones fundamentales durante un período dado. En toda explicación de un
cambio también hay que exponer lo que permanece estable, como punto de referencia
con el que podemos calibrar las alteraciones.
Casi todas las transformaciones actuales tienen un carácter global: o bien ocurren
simultáneamente en muchas partes del mundo, o bien influyen en el futuro del
conjunto del planeta.
Sin embargo, la influencia directa del medio ambiente sobre el cambio social no es
muy grande. Las personas desarrollan capacidades productivas incluso en áreas
inhóspitas y casi siempre pretenden dominar las condiciones ambientales que los
rodean.
La tercera gran influencia sobre el cambio social es la de los factores culturales, entre
los que se incluyen la religión, los sistemas de comunicación y el liderazgo. La religión
puede ser una fuerza conservadora o innovadora en la vida social. La invención de la
escritura hizo posible que se mantuvieran archivos, que se incrementara el control de
los recursos materiales y se desarrollaran organizaciones a gran escala. Además,
alteró la percepción que tenían las personas de la relación entre pasado, presente y
futuro. El comprender que se tiene historia puede favorecer el sentimiento de que
existe una línea de desarrollo en el comportamiento de una sociedad, y por lo tanto,
las personas pueden participar activamente en el progreso de ésta.
En la historia del mundo los líderes individuales han tenido una enorme influencia:
Jesús, Julio César, Isaac Newton, como figuras religiosa, dirigente político y militar,
innovador científico o filosófico, respectivamente. Un líder capaz de impulsar políticas
dinámicas, de lograr apoyo masivo o de cambiar radicalmente las formas de pensar
preexistentes puede derribar el poder establecido. Siempre y cuando existan
condiciones sociales favorables para hacerlo.
El poder militar y la guerra han tenido también una importancia decisiva. La fuerza
militar de las naciones occidentales a partir del siglo XVII permitió a éstas influir en
todas partes del globo terrestre y dio un respaldo clave a la difusión internacional de
su forma de vida.
Entre los factores culturales que han influido en los procesos de cambio social
contemporáneos, tanto el desarrollo de la ciencia como la secularización del
133
Hasta hace poco tiempo, no podíamos hablar de formas de asociación que abarcaran
a todo el planeta. En diversos aspectos, el mundo se ha transformado en un sistema
social único, como resultado de los crecientes vínculos de interdependencia que ahora
nos influye prácticamente a todos los seres humanos. Las relaciones sociales,
políticas, económicas, culturales, que traspasan las fronteras nacionales, condicionan
decisivamente el destino de la humanidad. El término que designa esta creciente
interdependencia es el de globalización. Ninguna sociedad del mundo vive ya
completamente separada de las demás; incluso los países más ricos dependen de los
productos que se traen del exterior. Los procesos de globalización han beneficiado a
muchos habitantes de las sociedades industrializadas, pero también han producido
problemas importantes a los que nos enfrentamos como humanidad: el deterioro
ambiental, los enfrentamientos militares a gran escala, tienen un carácter global. Los
procesos de globalización están entre las transformaciones actuales más importantes.
Como afirma Giddens, una de las características más preocupantes de esta sociedad
mundial es que, a pesar de la existencia de las Naciones Unidas, la creciente
globalización no va acompañada de la integración política ni tampoco de la reducción
de las desigualdades de riqueza y poder internacionales.
Una perspectiva sociológica del cambio social, según Agulla, es analizarlo a partir de
la idea del comportamiento social como una unidad funcional de persona social,
interacción social y situación social, destacando lo sociológico del cambio social.
Los cambios sociales implican un cambio en los roles y en las estructuras sociales, en
los status y en las instituciones sociales. Por consiguiente, van a afectar, en la persona
social, a sus hábitos sociales, y en la situación social, a sus pautas sociales. Y sucede
así porque cambian las relaciones sociales y las expectativas sociales (derechos y
obligaciones). Estos cambios de funciones se reconocen cuando el comportamiento
social sociológicamente relevante anterior se presenta como comportamiento
desviado. Cuando los hábitos sociales de las personas (controles internos) y / o las
pautas sociales de la situación (controles externos), que han emergido de los procesos
sociales, se imponen inexorablemente. Esto significa que tienen el poder de
imponerse sin producir reacciones de los controles sociales internos y de los controles
sociales externos. Entonces sí estamos en presencia de un cambio social
sociológicamente relevante.
De esta definición de Agulla, podemos extraer los elementos que hay que considerar
en el análisis del cambio social, los factores (innovaciones) y las condiciones
(incentivaciones y resistencia) y el ritmo, dirección, extensión y costo del cambio
social.
Las élites, los líderes o jefes innovadores, sólo pueden aparecer cuando hay una
adecuada “circulación de las élites” entre los estratos sociales o entre las
generaciones históricas, o bien cuando se produce un recambio violento en la
estructura del poder.
El agente del cambio, sin embargo, puede innovar tanto para mejorar como para
empeorar el agrupamiento social. Eso no depende de su exclusiva voluntad.
Intencionalmente, toda acción política y / o pedagógica siempre es para mejorar; pero
eso no significa que sea ésa la función que se ha cumplido, porque ella depende del
agrupamiento social.
Esta clasificación de Agulla muestra cómo los factores del cambio social,
sociológicamente analizado, son siempre innovaciones dentro del sistema; es decir,
van a afectar a las relaciones sociales y / o a las expectativas sociales, y van a
cambiar tanto los roles y status de la persona social como las estructuras e
instituciones sociales de la situación social. Se trata de innovaciones extrasociológicas
que pueden cambiar el comportamiento social sociológicamente relevante.
Las teorías funcionalistas han presentado especial atención a este tema, pero siempre
han tenido la tendencia -dice Agulla- a mostrar a los conflictos y tensiones como
“fuentes” del cambio social. Las teorías marxistas también han insistido en que los
conflictos (la lucha de clases) son el motor de la historia. Un análisis más detenido del
problema, muestra que los conflictos y tensiones son siempre manipulados por
agentes a los fines de lograr el cambio social que se proponen.
Desde otro punto de vista, las sociedades no son inmóviles. En la antigüedad, según
la observación actual, el cambio es imperceptible; por ejemplo, en el Egipto faraónico,
con su estructura social estática en sus instituciones y grupos. Sin embargo, siempre
ha habido tensiones y movimientos de cambio en su seno, que al final consiguen
transformar los cimientos sociales.
Desde el siglo XVI en adelante, el mundo feudal inició una transformación estructural
que significó su disolución y el surgimiento del capitalismo. Este tema lo desarrolla
136
Las sociedades entran en una dinámica intensa de cambio social, cuando los lazos
tradicionales de las personas que las componen con las instituciones económicas,
religiosas, culturales, se debilitan; de forma que aquellas quedan en disposición de
construir nuevas relaciones con otras instituciones, de modificar sus modos de vida y
sus conductas.
El intenso y acelerado proceso de cambio social a fines del siglo XX, presenta
características positivas y negativas en las actuales sociedades desarrolladas.
Tipos de sociedad
Para comprender la diversidad cultural humana es necesario conocer algo de los
diferentes tipos de sociedades que existieron a lo largo de la historia. Siguiendo a
Giddens, nos ocuparemos primero de las sociedades de cazadores y recolectores: sus
orígenes se remontan a miles de años atrás. Están constituidas por pequeños grupos
o tribus que no suelen tener más de treinta o cuarenta miembros. Se ganan la vida con
la caza, la pesca y la recolección de plantas silvestres comestibles. Estas culturas aún
perviven en algunas partes del mundo, como son ciertas zonas áridas de África y las
selvas de Brasil o Nueva Guinea. Menos de un cuarto de millón de personas en el
mundo subsisten, en la actualidad, mediante estos modos de vida.
Estudiar su cultura nos permite ver con claridad que algunas de nuestras instituciones
están lejos de ser rasgos “naturales” de la vida humana. El énfasis en la cooperación
más que en la competencia nos recuerda y enseñan que el mundo “civilizado”
industrial no es necesariamente sinónimo de “progreso” humano.
Por lo general, las sociedades de pastores migran de un área a otra según van
cambiando las estaciones. Al disponer de tracción animal, atraviesan distancias
mayores que los pueblos cazadores y recolectores. En consonancia con sus hábitos
nómadas, los habitantes de las sociedades de pastores no suelen acumular
cuantiosas posesiones materiales, aunque tienen un modo de vida más complejo que
el de los cazadores y recolectores. Como la domesticación de animales proporciona
un aporte regular de alimentos, estas sociedades suelen ser más amplias que las
anteriores; algunas agrupan a un cuarto de millón de personas o más.
Al recorrer grandes territorios, los pastores entran regularmente en contacto con otros
grupos. Con frecuencia comercian, y también hacen la guerra. Muchas culturas
pastoriles han sido pacíficas, con el único deseo de atender a su ganado y participar
en los rituales y ceremonias comunitarias. Otras han sido belicosas y se ganaban la
vida mediante la conquista y el pillaje, y también cuidando animales.
Sociedades agrarias:
La primera práctica utilizada por este tipo de sociedades fue la horticultura, el cultivo
de pequeños huertos mediante el empleo de azadones o instrumentos para cavar.
La mayor parte de los estados tradicionales eran también imperios: sus dimensiones
eran fruto de la conquista y de la incorporación de otros pueblos. Así fue, por ejemplo,
139
En cuanto a los rasgos del estado tradicional, éste ha sido el único tipo de sociedad
histórica, antes de la industrialización moderna, en el que una proporción significativa
de la población no se ocupaba directamente en la producción de alimentos. En las
comunidades cazadoras y recolectoras, así como en las sociedades de pastores y
agrarias, había una división del trabajo bastante simple. La principal separación de
tareas era la existente entre hombres y mujeres. Por el contrario, en los estados
tradicionales, existía un sistema ocupacional más complejo entre los varones: oficios
especializados, como mercader, cortesano, administrador del gobierno, soldado. Las
mujeres se limitaban principalmente al hogar y al campo.
Existía también una división de clases elemental entre los grupos aristocráticos y el
resto de la población. Los miembros de la clase gobernante solían vivir con
comodidades y lujos, mientras que las condiciones de vida de la mayor parte de la
población debían ser muy duras. La posesión de esclavos era un rasgo común en
estas sociedades.
Ya hemos visto antes, que la industrialización comenzó en la Inglaterra del siglo XVIII,
como resultado de la revolución industrial, una compleja serie de cambios tecnológicos
que afectaron a la forma de ganarse la vida de las personas: la invención de nuevas
140
A las sociedades del mundo moderno, a partir del siglo XVIII, podemos -siguiendo a
Giddens- clasificarlas en la siguiente tipología:
estos países vive la mayoría de la población mundial. Aún a principios del siglo XXI,
en el continente negro, el 70% de la población habita áreas rurales y subsiste de lo
que produce.
* Países de reciente industrialización: desde los años setenta hasta hoy. Sociedades
pertenecientes al Tercer Mundo y hoy basadas en la producción industrial y, en
general, en el libre mercado. La mayoría de la población vive en centros urbanos y
pocos trabajan en la agricultura. Existen importantes desigualdades de clase, más
acusadas que en las sociedades del Primer Mundo. Los ingresos per cápita son
considerablemente menores que los de las sociedades del Primer Mundo. Entre
estos países se incluye Hong-Kong, Corea del Sur, Singapur, Taiwán, Brasil y
México.
Al analizar cómo las áreas urbanas están cada vez más vinculadas a un sistema
internacional de relaciones económicas, se pueden distinguir cinco formas de ciudad
que están apareciendo:
* Ciudad cabeza de puente del Tercer Mundo: son centros fronterizos, con importantes
poblaciones de nuevos inmigrantes del Tercer Mundo. Ej.: Marsella, punto de
entrada de los norafricanos que acuden a Francia; Miami, con su gran población
cubana o Los Ángeles, con sus áreas mexicanas cada vez mayores.
142
Las áreas urbanas que se desarrollan rápidamente en los países del Tercer Mundo –
según Giddens-, son en extremo diferentes de las ciudades de los países
industrializados. La gente se ve atraída a ellas porque los sistemas tradicionales de
producción rural se han desintegrado o porque creen que ofrecen mayores
oportunidades de empleo. Puede que su intención sea la de emigrar a las ciudades
sólo durante un tiempo relativamente corto y que pretendan volver a sus pueblos una
vez que hayan ganado suficiente dinero. Algunos regresan realmente, pero la mayoría
se ven obligados a quedarse al perder, por una razón u otra, su posición en sus
antiguas comunidades. Los emigrantes se hacinan en zonas de ocupación
incontroladas que crecen vertiginosamente alrededor de los márgenes de las
ciudades. Muchas personas viven en circunstancias que son casi increíbles para los
acostumbrados a las condiciones de vida occidentales, incluso en los barrios más
pobres. Ejemplos de ello son algunas ciudades de la India y de América Latina, como
Calcuta, Bombay, donde numerosas personas vagan por las calles durante el día y de
noche duermen a la intemperie, ya que no tienen casa. Las condiciones de vida son
paupérrimas.
En cuanto al futuro posible para las ciudades y sus habitantes, parece haberse
estancado la expansión de las ciudades en los países industrializados. Las mejoras en
los sistemas de comunicación permiten que las personas vivan más lejos de sus
lugares de trabajo que antes. Al mismo tiempo, el empleo se acerca a ellas, a medida
que las nuevas industrias se van situando lejos del centro de las ciudades. Algunas
antiguas urbes seguirán perdiendo habitantes a medida que éstos se vayan
desplazando a otras áreas. La expansión de las áreas residenciales periféricas y de
las ciudades dormitorio ha contribuido a la decadencia de las áreas urbanas céntricas.
Los grupos con más medios y las empresas tienden a abandonar estas zonas para
beneficiarse de otras tasas impositivas más bajas. Se inicia así un ciclo de deterioro
en el que cuanto más se expanden las zonas residenciales periféricas, mayores son
los problemas de quienes viven en el centro de la ciudad. El reciclaje urbano -la
renovación de antiguos edificios para darles nuevos usos- se ha hecho habitual en
muchas grandes ciudades, pero actualmente hay pocas perspectivas -según Giddens-
de que se invierta la pauta de decadencia del centro de las ciudades.
Estratificación social
Giddens define la estratificación social como las desigualdades estructurales que
existen entre diferentes grupos de individuos. Las sociedades están compuestas por
estratos jerarquizados, con los más favorecidos en la cima y los menos privilegiados
más cerca de la base. Este autor distingue cuatro sistemas de estratificación básicos:
esclavitud, casta, estamento o estado y clase.
La casta se asocia con las culturas de la India. Este sistema está ligado a la creencia
hindú en la reencarnación, según la cual los individuos que no cumplen los rituales y
deberes de su casta, renacerán en una posición inferior en la reencarnación siguiente.
Este concepto de casta se emplea también cuando prevalecen las ideas de pureza
racial, fuera del ámbito indio, prohibiendo el matrimonio entre grupos afectados, en la
segregación estricta entre negros y blancos.
Según Giddens, las principales clases que existen en las sociedades occidentales son:
* Clase alta: los ricos, empresarios e industriales, altos ejecutivos; los que poseen o
controlan directamente los recursos productivos;
* Clase media: la mayoría de los profesionales y trabajadores de cuello blanco;
* Clase obrera: trabajadores manuales o de cuello azul.
* Campesinos: han sido importantes hasta hace poco tiempo en los países
industrializados, como Francia y Japón, y aún lo son en los países del Tercer Mundo.
Son las personas dedicadas a los tipos tradicionales de producción agrícola.
Para Marx, una clase es un grupo de personas que tienen una relación común con los
medios de producción, con los que se ganan la vida. En las sociedades
preindustriales, las dos clases fundamentales eran: la de los que poseían la tierra
(aristócratas, la nobleza o los dueños de esclavos) y la de los que se dedicaban a
hacerla producir (los siervos, los esclavos y los campesinos). En las sociedades
industriales modernas, las dos clases principales son: la de los industriales o
capitalistas (poseedores de los nuevos medios de producción: fábricas, oficinas,
maquinaria, capital) y la clase obrera, el proletariado, según Marx, de aquellos que se
ganan la vida vendiendo su fuerza de trabajo. Para este autor, la relación entre las
clases se basa en la explotación: los trabajadores producen más de lo que el
empresario necesita para recuperar el salario que les paga. Esta plusvalía es el origen
de la ganancia que los capitalistas pueden utilizar en su propio beneficio.
144
Junto a las dos clases fundamentales, existe lo que Marx denomina a veces clases de
transición. Son grupos residuales, como los campesinos en las sociedades modernas,
que proceden de un sistema de producción anterior.
El concepto de clase marxista apunta hacia las desigualdades económicas que están
estructuradas objetivamente en la sociedad. La clase no tiene que ver con la posición
que las personas creen que tienen, sino con las condiciones objetivas que permiten a
algunos tener un mejor acceso a las compensaciones materiales que a otros.
Para Max Weber, que modifica y reelabora el análisis marxista, las divisiones de clase
se derivan no sólo del control o ausencia de control de los medios de producción, sino
de diferencias económicas que nada tienen que ver, directamente, con la propiedad:
los conocimientos técnicos y las cualificaciones o credenciales que influyen en el tipo
de trabajo que las personas pueden obtener (licenciaturas, diplomas, experiencia de
trabajo). Weber también distingue otros dos aspectos básicos de la estratificación
además del de clase: a uno lo denomina status y a otro partido.
En la teoría weberiana el status se refiere a las diferencias que existen entre dos
grupos en relación a la reputación o al prestigio, positivo o negativo, que les conceden
los demás. Los médicos y los abogados, por ejemplo, tienen un prestigio positivo en
nuestra sociedad. La posesión de riqueza suele otorgar, también, un status elevado.
La mayoría de los sociólogos sostienen que el esquema de Weber ofrece una base
más flexible y compleja para el análisis de la estratificación que el proporcionado por
Marx.
Los estratos sociales son agrupamientos sociales reales e históricos que se dan
siempre en las comunidades y en las sociedades, y que se ordenan en sistemas de
estratificación social porque son parte de la estructura de dominación. Condicionan la
diferenciación, la desigualdad social entre los hombres. No se conoce comunidad ni
sociedad, según Agulla, que no haya estado estratificada; es decir, diferenciada
socialmente en estratos.
Al margen del sistema feudal, existía el tercer estado, el de los hombres libres:
comerciantes urbanos, los burgueses y también, los mendigos y vagos, llamados
villanos.
Las clases sociales son agrupamientos sociales teóricamente abiertos, pero que
tienden a cerrarse por conveniencia de intereses. Las relaciones entre clases son por
intereses económicos: rentas, beneficios, salarios.
La clase capitalista tiene control sobre cada una de estas tres dimensiones dentro del
sistema de producción. La clase obrera no tiene control sobre ninguna de ellas. En
medio de ellas, hay grupos con situaciones contradictorias de clase, porque pueden
influir en algunas facetas de la producción pero se les niega el control de otras, como
los empleados de “cuello blanco” (administrativos) y los profesionales que trabajan al
servicio de empresarios. No son ni capitalistas ni obreros, aunque tienen
características de unos y de otros.
Posiciones sociales:
Toda posición social tiene dos aspectos: las obligaciones (rol) y los derechos (status);
es un status-rol.
La posición social puede ser ocupada por más de una persona; y una misma persona
ocupa muchas posiciones sociales. Por ejemplo, un hombre puede ser marido, padre,
médico, ciudadano, etc. El prestigio de una posición social puede cambiar con el
tiempo. Por ejemplo: maestro, empleado bancario.
Todos los ocupantes de la misma posición social, dejando de lado los grupos
especiales a los que pueden pertenecer, se dice que pertenecen al mismo “grupo de
status”. Evidentemente, un grupo de status, por ejemplo: “servicio doméstico”,
“hombres adultos solteros”, no es lo mismo que un grupo de interacción. No es un
148
sistema social, sino una categoría social, que incluye a todos aquellos de quienes se
afirman ciertas cosas que son objetivamente ciertas.
El status social y las clases sociales, son situaciones generales que derivan de una
evaluación social, extrínseca. El status social es el rango de una persona en relación
con las demás. La clase social es el rango de una categoría de personas en relación
con otras. Por consiguiente, se emplean los mismos criterios para determinarlos a
ambos: abolengo, riqueza, función, instrucción, religión, características biológicas. Las
personas que tienen un status bajo, de acuerdo a todos estos criterios, pertenecen a la
clase baja.
Las clases sociales, según Johnson, son estratos más o menos endógamos,
consistentes en familias de prestigio aproximadamente igual, que son o serían
recíprocamente aceptables para la interacción social que culturalmente se considera
como más o menos simbolizadora de igualdad.
Una clase social es uno de dos o más agrupamientos semejantes, que pueden ser
clasificados en forma recíprocamente relativa en un sistema más o menos integrado
de estratificación del prestigio.
Evidentemente, es muy difícil estudiar las clases sociales por observación directa;
investigar cuáles son los sistemas de valores subyacentes a los distintos grados y
tipos de intimidad social observada. ¿Qué criterios sigue la gente para aceptarse y
rechazarse socialmente?
Es posible, aunque raro,-sostiene Fichter-, que una misma persona goce de un status
elevado en todos los grupos importantes de los que forma parte. Esto depende de la
relación mutua que existe entre las instituciones principales. En una sociedad en la
que predomina la institución económica, tendrá gran importancia el grupo económico y
también el status del individuo dentro de la economía.
Movilidad social
La expresión movilidad social, según Giddens, se refiere al movimiento de los
individuos y grupos entre las distintas posiciones socioeconómicas.
Según la dirección, la movilidad social es: horizontal, dentro del mismo nivel social o
similar. Por ejemplo: matrimonio dentro de la misma clase social.; vertical: de un
status a otro, de un estrato a otro; ascendente o descendente. Es un desplazamiento
hacia arriba o hacia abajo en la escala socioeconómica. En las sociedades modernas
abunda también la movilidad lateral, la traslación geográfica de un barrio a otro o
entre ciudades o regiones. Con frecuencia, la movilidad vertical y la lateral se
combinan. Un individuo puede recibir un ascenso en la empresa en que trabaja y ser
trasladado a una sucursal en otra localidad o en otro país.
1º) pueden examinarse las carreras profesionales de los individuos, es decir, hasta
qué punto se desplazan hacia arriba o hacia abajo en la escala social durante su
vida laboral. Esto suele denominarse movilidad intrageneracional.
2º) se puede analizar en qué medida los hijos tienen el mismo tipo de empleo que sus
padres o abuelos. Este tipo de movilidad se llama movilidad intergeneracional.
Aunque se crean más empleos en los niveles profesionales y de gestión que antes, en
el conjunto de la economía el número total de puestos disponibles está disminuyendo
en relación con el número de personas que buscan trabajo activamente. Una de las
razones es el creciente número de mujeres que compiten con los hombres por una
cantidad de empleos limitada. Otra, es la utilización cada vez más frecuente de
tecnologías de la información en los procesos productivos. Es posible y probable, que
muchos empleos desaparezcan en los próximos años, porque la informática puede
realizar tareas que antes sólo hacían los seres humanos.
151
Desviación social
El estudio de la desviación social, según Giddens, centra la atención sociológica en el
poder social, así como en la influencia de la clase social, es decir, las divisiones entre
ricos y pobres. Cuando analizamos la desviación respecto a las leyes o normas
sociales, o la conformidad con las mismas siempre hay que tener en cuenta quién
manda.
La desviación puede definirse como la falta de conformidad con una serie de normas
dadas, que sí son aceptadas por un número significativo de personas de una
comunidad o sociedad.
Los principales tipos de sanciones formales que se dan en las sociedades modernas
son las que representan los tribunales y las prisiones. La policía es la institución
encargada de conducir a los transgresores ante la ley y a un posible encarcelamiento.
Las leyes son sanciones formales elaboradas como principios que los ciudadanos
deben respetar en un Estado y se utilizan contra aquellos que no se ajustan a ellas,
que cometen delitos. El delito puede definirse como cualquier forma de
comportamiento que vulnera la ley.; la definición del delito depende de las instituciones
sociales de una sociedad. Uno de los aspectos más importantes del pensamiento
sociológico -sostiene Giddens- sobre el delito es el énfasis que pone en las
interconexiones entre conformidad y desviación en diferentes contextos sociales. Las
sociedades modernas contienen subculturas distintas y el comportamiento que respeta
las normas de una de ellas puede considerarse desviado en otra. No resulta
sorprendente que el robo lo realicen personas pertenecientes a los sectores más
pobres de la población, mientras que la malversación de fondos o la evasión de
impuestos estén limitadas a las personas que ocupan posiciones de mayor influencia
social.
Merton modificó el concepto de anomia para dar cabida a la tensión a la que se ven
expuestos los individuos cuando las normas aceptadas entran en conflicto con la
realidad social. En las sociedades industrializadas, los individuos se ven expuestos a
enorme presión para lograr el éxito y no todos lo consiguen a través de medios
legítimos o ilegítimos. Por consiguiente, según Merton, la desviación es una
consecuencia de las desigualdades económicas. Este autor identifica cinco posibles
reacciones a la tensión existente entre los valores socialmente aceptados y los pocos
medios que hay para conseguirlos:
La falta de oportunidades para triunfar con los medios que concibe la sociedad
dominante, es el principal factor diferenciador entre los que desarrollan un
comportamiento criminal y los que no lo hacen, según Giddens.
2º) todas coinciden en señalar que el contexto es importante para las actividades
delictivas. El que alguien realice un acto de este tipo o sea considerado como un
delincuente está condicionado de un modo fundamental por el aprendizaje social y
por el ambiente.
A pesar que, desde fines del siglo XIX, los criminólogos han venido prediciendo que la
igualdad de los géneros reduciría o eliminaría las diferencias en la delincuencia de
hombres y mujeres, hasta ahora las diferencias son pronunciadas, mayores entre el
sexo masculino. El índice de criminalidad entre los hombres jóvenes está muy
relacionado con el desempleo.
Según Giddens, una sociedad que es tolerante, no con el delito, sino con la conducta
desviada, no tiene por qué sufrir el desorden social. Este logro sólo se alcanza allí
donde las libertades individuales se dan junto a la justicia social, es decir, donde existe
153
un orden social en el que las desigualdades no son muy grandes y en el que toda la
población tiene la oportunidad de llevar una vida plena y satisfactoria. Si no hay un
equilibrio entre libertad e igualdad y muchas personas no se sienten realizadas es muy
probable que la conducta desviada se oriente hacia fines socialmente destructivos.
frecuencias de los distintos valores así evaluados: edad, sexo, profesión, lugar de
nacimiento, etc.
Ambos son el meollo del análisis demográfico: ¿cómo crece, disminuye o se estabiliza
una población sometida al movimiento perpetuo de entrada y salida de los individuos
que la componen?
Una población envejecida, presenta una pirámide de base menos ancha y altura más
ancha (el mismo ancho para un mismo porcentaje de la población total), debido a la
natalidad y mortalidad bajas. Como ejemplo, la de Francia en 1989.
Se estima que dos mil años atrás, en los comienzos de la era cristiana, alcanzaba los
300 millones de habitantes. Por un largo período la población mundial no creció
significativamente. Llevó más de 1600 años duplicar la población para alcanzar los
600 millones.
Para ese mismo año, la distribución por sexos de la población mundial, señala que en
general hay más hombres que mujeres, por mayores nacimientos del sexo masculino,
a pesar de la mayor mortalidad del mismo sexo por guerras y emigración masculina.
También se comprueba una proporción creciente de población en las ciudades en
todos los países, en comparación con las zonas rurales.
En 14 años, 1974, se llegó a los 4.000 millones. Y en trece años –1987 – a los 5.000
millones de habitantes en el mundo.
En el año 1999: más de 6000 millones, dos veces y media más que 50 años antes, y
con el 80% de la población mundial en países subdesarrollados. A principios del siglo
XX era el 70%. Se estima que hacia el año 2050 este porcentaje aumentará al 90%.
Esto se debe a que el 95% de los 78 millones en que se incrementa anualmente la
población mundial reside en las regiones de menor desarrollo. En cambio, los países
industrializados de América del Norte, Europa y Oceanía, pasaron de ser el 23% de la
población mundial en los años cincuenta, a participar con el 15% en los años noventa.
Las predicciones demográficas señalan que durante los próximos 50 años del siglo
XXI, seremos testigos del incremento de la población mundial de 6000 a 9000
millones, con casi un 95% de ese crecimiento en el mundo en desarrollo. Por primera
vez más gente vivirá en ciudades que en áreas rurales; el 60% de la población
mundial vivirá en Asia y el 20% en África y el 7% en Europa (la tercera parte de lo que
era en el año 1900) y el resto, en América. La estabilidad de la población mundial se
alcanzará -según las predicciones- en el año 2110, con 10.529 millones de personas.
También se producirá el envejecimiento de la población mundial; los mayores de 65
años pasarán del 10 al 22% de la población, uno de cada tres habitantes será mayor
156
de 65 años. La edad media se ha elevado de 23,5 a 26,4 años entre 1950 y 1999.
Para el año 2050 la edad media está proyectada en 37,8 años.
Las proyecciones para el período 1995-2000 indicaban una esperanza de vida más
larga para ambos sexos, con la salvedad de un deterioro en África oriental y austral.
Se observa una esperanza de vida más larga para las mujeres en todas las regiones.
HABITANTES TASA DE
(en millones) FECUNDIDAD
TOTAL 5,978.4 2.71
Asia 3,634.3 2.60
África 766.6 5.06
Europa 728.9 1.42
América Latina y Caribe 511.3 2.70
América del Norte 307.2 1.94
Oceanía 30.0 2.38
Fuente: Fondo de las Naciones Unidas para Actividades de la Población
(UNFPA)
La dinámica de una población reúne los datos básicos sobre: nacimientos, decesos,
inmigración y emigración. La evolución del conjunto de la población, su movimiento.
Las entradas y salidas dependen de dos procesos vitales diferentes: degeneración y
reproducción. Este último, de carácter sexual: depende de:
La Población (P) crece por dos cantidades: (I-E): saldo migratorio; (N-D): crecimiento
natural.
Estos tres elementos dependen, a su vez, de la edad: entre 15 y 50 años, que son las
edades útiles en las mujeres para la procreación, con una posibilidad máxima
alrededor de los 25 años.
- Reproducción bruta: distribución por sexo de los nacimientos. Es uno de los datos
más constantes en tiempo y espacio. Aproximadamente nacen más o menos 105
niños por cada 100 niñas.
- Reproducción neta: tiene en cuenta la mortalidad. Indica cuántos nacimientos de
niñas sustituirán una generación de nacimientos de madres, para el umbral de
reemplazo de generaciones. Éste es de 2,1 hijos por mujer; es la fecundidad de
reemplazo. Surge de multiplicar 2,05 (número de hijos necesarios para tener una
niña) por la probabilidad de supervivencia a los 27 años (edad media de maternidad)
en los países industrializados, que es de 0,98 más o menos. El resultado es de 2,1.
- Estable: con tasas anuales de fecundidad y mortalidad invariables para cada edad:
siempre la misma proporción de jóvenes y de adultos, etc.
- Estacionaria: con tasa natural de crecimiento anual de la población nula (diferencia
entre nacimientos y defunciones de una población en un año). Conserva la misma
composición por edades; el mismo total.
- Abierta: recibe o pierde elementos por movimientos migratorios: emigración,
inmigración.
La fecundidad, mortalidad y la estructura por edad, son necesarias para conocer a qué
ritmo crece una población. Todo cambio en las tasas de fecundidad y de mortalidad
(por ejemplo, durante la guerra), conlleva modificaciones de la estructura por edad.
La ONU (Organización de las Naciones Unidas) considera que una sociedad envejece,
cuando más del 7% de sus habitantes supera los 60 años. El porcentaje argentino en
el año 1995 era 9% y 16% en Capital Federal y provincia de Buenos Aires.
* censo
* registro civil
Por registros de población, el censo permite seguir los movimientos: las entradas y
salidas de población, que reflejan su estructura.
El Registro Civil del Estado, computa los documentos del movimiento de población: los
cambios de estado: civil, nacimientos, casamientos, divorcios, decesos; para la
medida regular de la fecundidad y mortalidad. Lleva la estadística de nacimientos y
defunciones de cada año
Su origen lo encontramos en los primeros registros de estado civil que hicieron las
parroquias, al igual que los nacimientos y defunciones.
en las zonas de frontera. En general, las entradas se registran mejor que las salidas.
El control se perfecciona con libretas de trabajo, de permanencia (visas): permisos
de estadía en el país que recibe.
- número de hijos: estadística de las familias permite estimar el costo de las medidas
sociales
- zonas geográficas: mide el grado de aglomeración de los habitantes; su distribución
rural y urbana.
En general, tanto el Registro Civil como el Censo, funcionan bien en los países
industrializados desde hace más de un siglo. (En Suecia, desde más de 200 años). En
los países subdesarrollados, el uso del Censo es relativamente nuevo: en África, los
primeros censos se efectuaron entre 1970 y 1980, con errores hasta del 5 al 10%,
causados por: administración insuficiente, dificultades de comunicación, analfabetismo
de la población, inexactitudes en el registro de la edad, ausencia de tradición
estadística. Hacia fines de la década del 50, se enmendaron errores a través del uso
de evaluaciones por sondeo, que permitieron delimitar la amplitud de la explosión
demográfica del Tercer Mundo. Estas evaluaciones se incrementaron con el
financiamiento de los países occidentales a través de las Naciones Unidas, que
publican cada año, por regiones y por países, los principales indicadores de la
evolución de la población mundial, desde fines de la 2ª guerra mundial.
Aún hoy, mucha gente cree que las minorías étnicas son una amenaza contra su
trabajo, su seguridad y su cultura nacional.
Sin embargo, informes sobre migraciones en Europa revelan que, si los niveles de
natalidad siguen como hasta ahora, en el año 2050 habrá sólo dos trabajadores por
cada jubilado, (actualmente hay cinco activos por cada pasivo). Para mantener su
160
fuerza laboral tendrá que acoger inmigrantes, que llenen el vacío del bajón
demográfico.
europeos y norteamericano, que los demás países de América Latina. Otra de las
causas de la reducción poblacional se debe al proceso de urbanización, ya que las
familias numerosas no funcionan con facilidad en las ciudades por las dificultades de
hallar viviendas adecuadas y la modificación en los modos de vida.
Para los demógrafos, una sociedad envejece, cuando los mayores de 65 años
superan el 7% de la población total. Para el año 2010 se calcula un 10% de ancianos y
para el 2025, el 12%, alrededor de 5.800.000 mayores en la Argentina.
Entre los años 1950 y proyectando hasta el 2050, en la Argentina, la población mayor
de 60 años se incrementará en 16,16%. Según el censo del año 2010, los mayores de
60 años son el 14,5% de la población
En los últimos 100 años la población total argentina creció 16 veces, la población
mayor de 60 años creció 49 veces y la población mayor de 75 años creció 53 veces.
Junto con Uruguay y Chile, Argentina es el país de América Latina con la tasa más
alta de envejecimiento, según la Dirección de Estadísticas y Censos de la ciudad de
Buenos Aires, pero aún está lejos de los índices de algunos países europeos, donde el
envejecimiento de la población es tema serio para las políticas de Estado.
Conclusión:
La formidable aceleración de las últimas décadas del siglo XX ha dado lugar a una
desaceleración que anuncia, a largo plazo, la vuelta a cierta estabilidad demográfica.
La población mundial acaba de multiplicarse por dos en poco tiempo y se multiplicará
de nuevo en una decena de años, desafiando a la economía mundial y a los
ecologistas.
Siguiendo con esta encíclica, se observan distintas modalidades según los países:
Actividad Nº 5
UNIDAD VI
ANÁLISIS DE LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA
En el siglo XII, Bernardo de Chartres acuñaba una frase destinada a perdurar: “Los
enanos subidos sobre la espalda de los gigantes logran ver más lejos”; probando el
avance que tiene su causa en la continuidad entre una generación y la que le sigue.
La idea de los tiempos modernos como mejores que los antiguos y el gusto por lo
novedoso, lo diferente y lo desconocido, de los cuales surgirá la noción de progreso,
apareció en Europa a partir del siglo XVI, con los primeros atisbos de capitalismo
mercantil y de economía abierta, y se desarrolló en Europa del siglo XVIII, con el
capitalismo manufacturero.
En 1750, Turgot en el “Discurso acerca del espíritu humano”, sostenía que el género
humano marcha siempre, lentamente, hacia una perfección mayor, en cuatro estadios
sucesivos: 1º- pueblos cazadores y nómadas; 2º- pueblos de pastores, con inicio de
propiedad; 3º- pueblos agrícolas, donde se hace posible la sociedad civil; 4º- aparición
del comercio.
Condorcet, en 1794, formula la Ley del progreso, que surge de la observación de las
sociedades humanas en distintas épocas y que llevará al hombre a asegurarse los
medios para acelerar los nuevos progresos que su naturaleza le permite esperar.
También desde sus orígenes, en el siglo XVIII, la idea de progreso del Iluminismo tuvo
detractores. Herder, da origen a los ataques a la modernidad. Los románticos
alemanes del siglo XIX, como Schelling, consideran al progreso sin sentido.
Schopenhauer, padre de los irracionalismos modernos -según Sebreli-, considera que
la felicidad no es posible. Nietzsche, pensador del siglo XIX influyente en el XX, señala
que” la humanidad no avanza, ni siquiera existe”; “el progreso no es otra cosa que una
idea moderna; esto es, una idea falsa”. Oponía al concepto occidental del tiempo lineal
irreversible, la idea oriental del tiempo circular, del eterno retorno. Baudelaire,
romántico francés, denunciaba el progreso como “ese faro oscuro, invento del
filosofismo actual”. Aconsejaba apagarlo.
Siguiendo a Sebreli, vemos que en las primeras décadas del siglo XX el progreso es
atacado desde las corrientes de pensamiento más diversas y aún opuestas entre sí.
Se elaboran diferentes teorías negadoras del progreso, como las filosofías cíclicas de
la historia de Spengler y Toynbee, el existencialismo cristiano de N. Berdiaeff, Gabriel
Marcel y Miguel de Unamuno.
En Inglaterra, el país que fue la meca misma del progreso en el siglo XIX, en la
segunda posguerra del XX, Toynbee en su Estudio de la historia, afirmaba que
bastaba detectar la aparición de un momento de avance tecnológico para estar
seguros de que, al mismo tiempo, se estaba dando una decadencia desde el punto de
vista moral. Aún un ferviente creyente en la ciencia y progresista político como
Bertrand Russell sostenía que la ciencia se limita a registrar los cambios pero no
puede extraer conclusiones de carácter histórico general, por lo que el concepto de
progreso será siempre arbitrario, subjetivo y tendrá una importancia meramente
propagandística. En la Enciclopedia de Ciencias Sociales, editada en los Estados
Unidos antes de la segunda guerra mundial, Ogburn propone reemplazar el concepto
de desarrollo social por el de cambio social, pero advierte que la ciencia no puede
definir la dirección de ese cambio.
Para este autor, la verificación histórica del progreso gradual está dada por los
fracasos sucesivos de las rebeliones de esclavos de la antigüedad, las rebeliones de
los siervos en la Edad Media, las revoluciones campesinas en los siglos XV y XVI, las
revoluciones proletarias de los siglos XIX y XX. La igualdad que todas ellas se
proponían era utópica en las situaciones históricas en que se dieron. Sólo el avance
tecnológico de la segunda mitad del siglo XX, según él, permite que sea una
posibilidad real. El atraso de la conciencia política con respecto a las condiciones
técnicas ha impedido, hasta ahora, la primera revolución con posibilidades de éxito
para terminar con la explotación del hombre por el hombre. Utilizando la tecnología
más racionalmente y puesta al servicio del hombre y no del lucro. La informática, por
su parte, es un medio fundamental para la organización racional de la sociedad. El
progreso material es condición del progreso espiritual; ambos no se oponen, sino que
interactúan, se interrelacionan, son inseparables. El mejoramiento material de la vida
humana, el aumento del promedio de vida, el desarrollo de la salud, la disminución del
esfuerzo físico en el trabajo, la elevación relativa del nivel social de las masas,
constituyen condiciones indispensables para el enriquecimiento moral. Si para las
sociedades primitivas el progreso material significaba la supervivencia, en las
sociedades avanzadas ya no se trata sólo de vivir sino de vivir mejor.
Hemos visto antes, que el cambio es el denominador común de los últimos tiempos y
en todos los órdenes, cambios rápidos y significativos que han transformado la vida de
gran parte de la humanidad, y que se dan interrelacionados entre sí. Para encontrar
una forma de comprenderlos como procesos, consideraremos (con Guillermo Obiols)
la transición, el corte o el enfrentamiento modernidad / postmodernidad, que atraviesa
las disciplinas científicas, las expresiones estéticas, el mundo de los valores, la
política, la economía, la educación y la vida cotidiana.
La preocupación por el método como camino para descubrir nuevas verdades, como
conjunto de procedimientos sencillos que cualquier persona puede aplicar, implica la
democratización del saber.
Estas ideas iluministas creían posible lograr, en el futuro, una humanidad libre de los
condicionamientos de la naturaleza. Veían al progreso como posibilidad de la
humanidad, no como marcha inexorable hacia algo mejor.
En América, las revoluciones independentistas de fines del siglo XVIII y principios del
XIX, expresan el clima de ideas de la modernidad. Como sostiene Juan José Sebreli
en su obra El asedio a la Modernidad, la independencia americana y las primeras
organizaciones políticas fueron una conjunción de ideas francesas, instituciones
norteamericanas y economía inglesa. Los americanos de la primera década de vida
independiente trataron de recuperar el patrimonio de la ilustración y el Iluminismo y
vivir retrospectivamente un siglo XVIII que les había sido escamoteado por la España
contrarreformista.
El universalismo de los americanos, según Sebreli, que en esa época adoptaban las
formas del europeísmo, enraiza en la tradición de los intelectuales progresistas del
siglo XIX de todos los países atrasados del mundo, para quienes la influencia europea
era el anhelo paradójicamente patriótico, de ponerse a la altura de los países más
avanzados de su tiempo.
* Aumento de la población,
* Aplicación de la ciencia a la industria,
* Empleo del capital en forma extensa e intensa,
* Surgimiento de nuevas clases sociales: burguesía y proletariado o clase obrera,
* Transformación de comunidades rurales en urbanas.
En lo económico-social:
- Se consolidó el desarrollo industrial iniciado a partir de 1750, con el uso del carbón y
la aplicación a gran escala de la máquina a vapor a las comunicaciones (transporte)
y a la producción (maquinarias).
- Con la revolución industrial se produjeron cambios: tecnológicos (invenciones) y
económicos, en el volumen y distribución de la riqueza, orientada a la industria, en
países como los Estados Unidos, Alemania, Canadá y otros. Y surgió un nuevo
sector social: el proletariado o clase obrera, con trabajo en las minas de carbón y en
las fábricas. Este sector libra luchas sociales, que más tarde se transformarán en
luchas políticas.
- También se produjo el ascenso constante, en toda Europa, de la burguesía,
poseedora del capital que invierte en forma productiva; clase heterogénea que teje
alianzas alternativas con la nobleza y / o el proletariado, oponiéndose a los dos.
- Aparecen los bancos para otorgar créditos a los industriales, facilitando la
movilización del capital a corto plazo.
- El capitalismo alcanzó su mayor desarrollo después de 1850, con la aparición del
beneficio como objetivo final.
2
La Revolución Industrial fue una revolución productiva generadora de transformaciones económicas, sociales y políticas, a
partir del siglo XVIII.
171
En lo político:
- Por sus concepciones, es un movimiento literario más que filosófico, con sus
grandes poetas como Byron (inglés) y Leopardi (italiano).
Las críticas más corrosivas a la modernidad, las realiza el filósofo Federico Nietzsche,
en la segunda mitad del siglo XIX. Para él, la filosofía occidental - filosofía del ser, que
busca un fundamento absoluto; del concepto, que ignora la vida y la voluntad de vivir;
de la razón, que se opone al testimonio de los sentidos -, se ha olvidado del devenir.
Critica también Nietzsche a la moral, como antinatural, por oponerse a la vida; por
condenar los instintos, por evadirse del mundo real. Dice que la moral tradicional es
una moral de esclavos, que facilita el ascenso de los valores de los débiles, porque
exalta el dolor, la pequeñez, la humildad, la amabilidad, bondad, objetividad, el amor al
prójimo. Todos valores sostenidos por el liberalismo, la democracia, la revolución
francesa y los movimientos sociales del siglo XIX. Según él, es una moral de esclavos
porque niega una moral de señores, que aprecia la vida, el poder, la grandeza, el
placer, la virilidad. Para él, vivir es arriesgar la vida, vivir peligrosamente.
172
La “muerte de Dios” provoca el nihilismo del hombre moderno, con su falta de metas,
pérdida de la seguridad, falta de respuestas a los por qué (que hasta entonces se
habían respondido desde Dios). El hombre moderno se haya perdido, sin fundamento
sólido. Esta experiencia de vida se acentuará en el siglo XX, con las dos grandes
guerras mundiales y todos sus horrores.
Augusto Comte, funda el positivismo en la primera mitad del siglo. Positivo significa lo
real (lo dado en la experiencia), lo útil (concepción instrumentalista del conocimiento:
para lograr algo), lo preciso, constructivo, organizador, relativo (cambiante), el
conocimiento de fenómenos y no de esencias. El positivismo cree en el progreso.
Cada estado, para Comte, es una superación del anterior, y tiene dos dimensiones:
social e individual, que se corresponden. El hombre, en su desarrollo, cuando es niño
es un teólogo; adolescente, un metafísico; adulto, ya tiene una mentalidad positiva.
Las ciencias se ordenan en una jerarquía. En la base, la ciencia más general y menos
compleja, la matemática, seguida por la astronomía, física, química. La más compleja
y menos general es la sociología –según Comte -, concebida como ciencia natural,
como física social. Su objeto es establecer leyes que rigen el desarrollo social como el
de un organismo vivo. (Esta concepción de la ciencia social como desarrollo de las
ciencias naturales es típica del positivismo). Comte sostiene que cuando la sociología
ingrese al tercer estado, la humanidad ingresará en él. Distingue, en la sociología, la
estática y la dinámica social. La primera, estudia al individuo, la familia y la sociedad
desde la perspectiva del orden, de la estructura, la estabilidad. La dinámica social
estudia el progreso, el cambio, el pasaje de un estado a otro.
Karl Marx, construye su filosofía sobre la base de las doctrinas de la filosofía clásica
alemana (Hegel, Feuerbach (filósofo de la izquierda hegeliana que sostiene que no se
puede volver al pasado en sentido material); de la economía política inglesa, con la
teoría del trabajo como base del valor, enunciada por Adam Smith y David Ricardo y
del socialismo utópico (expresión voluntarista) de Babeuf, Saint-Simon, de la Comuna
de París (1871) (insurrección obrera y popular en Francia), que propugnaba la vuelta
hacia un pasado simple.
Las ideas de Marx inspiraron, en su mayor parte, los procesos revolucionarios del siglo
XX.
Hegel, con su tesis del desarrollo del espíritu, Marx, con la de la lucha de clases y
Comte, con la del pasaje de la ignorancia al conocimiento, expresan, cada uno a su
174
La otra cara de este capitalismo tardío sería, según sus críticos, la ampliación de la
brecha que separa a ricos y pobres y la extensión de la marginalidad social, aún en las
propias sociedades capitalistas desarrolladas. Como ejemplo, los hispanos en los
Estados Unidos; los africanos y asiáticos en Europa occidental.
Para Lyotard, la postmodernidad no sería un proyecto o un ideal más, sino lo que resta
de la crisis de los grandes relatos. De ahí la denominación de condición postmoderna:
un estado de cosas en el que vive el hombre contemporáneo de los países capitalistas
avanzados. Y esta postmodernidad tendría la fuerza de los hechos consumados. En
realidad, son diferentes cosmovisiones postmodernas, a veces contrapuestas entre sí.
MODERNIDAD POSTMODERNIDAD
(siglo XVIII, XIX y 1ª mitad del XX) (2ª mitad del siglo XX y comienzos del XXI)
- Sociedad industrial europea primero, y - Sociedad postindustrial de países
después, EEUU y Japón. desarrollados.
- Utopías: ideales universalistas - época del desencanto porque los ideales de
Grandes proyectos filosóficos hegemónicos la modernidad no se cumplieron. Fin de las
(iluminismo, positivismo, marxismo) utopías por las conmociones sociales y
fundados en la idea de progreso. . culturales. – ausencia de los grandes
- Expresiones políticas: conservadorismo proyectos.
democrático, liberalismo, socialismo - Según Lyotard, los grandes relatos han
populismo, comunismo. entrado en crisis en los últimos cincuenta
- Creencias: la ciencia avanza hacia la años del siglo XX por las guerras mundiales,
verdad. El arte como forma de vida. Ética los campos de concentración, los
universalizada en normas racionales. Un totalitarismos, la brecha creciente entre ricos
mañana mejor. y pobres, crisis del marxismo.
- Lyotard denomina “grandes relatos” a los - No todo lo real es racional. – Muerte de las
proyectos o utopías que legitimaban las ideologías en la opinión pública de los
instituciones, prácticas sociales y políticas, países desarrollados. Sólo el lenguaje de la
legislaciones, ética, modos de pensar. En el política, con sus promesas, exhortaciones
siglo XIX y el XX, el pensamiento y la por un mundo mejor, seguiría siendo
acción están dominados por la idea de la moderno, aunque sectores políticos justifican
emancipación de la humanidad. una conducta pragmática.
- sujeto moderno: emancipación del individuo - Desvanecimiento de la antigua frontera entre
del sometimiento al medio familiar o social. la cultura de élite y la cultura comercial o de
Respeto por sus derechos Inscripto en los masas.
grandes proyectos colectivos. - individuo postmoderno: se acentúa el
- Palabras acuñadas alrededor del término individualismo hasta el nivel del egoísmo.
futuro: ideal, proyecto, progreso. Narcisismo.
- Ausencia de trascendencia por desacrali- - Expresiones vigentes: reciclaje, relax,
zación. Trascendencia laica: vida consagra- imagen, consumo, final de la historia
da a un ideal. . - Ausencia de trascendencia religiosa y laica.
- Exaltación del ahorro - La consigna es mantenerse joven. –
176
Globalización
Hemos visto que en las sociedades humanas siempre podemos determinar procesos
de cambios y que en la actualidad el cambio social es rápido, profundo y global. Es
decir, ocurre simultáneamente en distintas partes del mundo o influye en el futuro del
conjunto del planeta. A este tipo de cambio se lo ha denominado globalización. Es el
nuevo objeto de la sociología, según lo señala Renato Ortiz. Por los cambios
177
2) Como sociedad global, como una totalidad que penetra y atraviesa las distintas
formaciones sociales existentes. Una megasociedad, un conjunto articulado de
relaciones sociales planetarias. Las relaciones sociales dejan de ser vistas como
“inter” para constituirse como “intra” estructurales al movimiento de globalización. Se
produce una cierta dilución de las fronteras que hace que las especificidades
nacionales y culturales, sean atravesadas por la modernidad-mundo: una realidad
mundializada – según Ortiz – de aeropuertos, shoppings, publicidad global, etc., sitios
que revelan la desterritorialización del espacio.
La conciencia actual de que vivimos en “un mundo”, se debe en gran parte al alcance
internacional de los medios de comunicación. Los programas de televisión y las
películas se venden a grandes mercados internacionales y los ven cientos de millones
de personas simultáneamente. Todos estos procesos ponen de manifiesto la aparición
de un orden mundial de la información, de forma que ésta se produce, distribuye y
consume dentro de un sistema internacional. Como muchos otros aspectos de la
sociedad global -dice Giddens- el nuevo orden informativo se ha desarrollado de forma
179
desigual y refleja la distancia que existe entre las sociedades desarrolladas y los
países del Tercer Mundo.
El flujo de noticias está dominado por un pequeño número de agencias de noticias que
proporcionan información puesta al día a periódicos y emisoras de radio y televisión de
todo el mundo. La información reunida por estas agencias, antes enviada por código
morse o línea telefónica, se manda hoy en día a través de redes informáticas y
satélites. A través de los medios de comunicación electrónicos, los productos
culturales occidentales se han difundido por todo el planeta. Se ha señalado que el
control de las noticias del mundo por parte de las principales agencias occidentales
supone un predominio del “punto de vista” del Primer Mundo en la información que se
transmite.
Los bienes físicos no son más el centro del intercambio mundial. Los bienes
intangibles, especialmente el intercambio de información, cumplen una función crucial
en el nuevo escenario global.
Los más afectados, son los sectores asalariados y populares, con el crecimiento de la
desocupación por la flexibilización laboral implementada con la extensión de la jornada
laboral, reducción de indemnizaciones por despido, y la reducción de aportes
patronales.
Vencida la guerra fría, fue decisión de los gobiernos de todo el mundo la liberación del
comercio y de los mercados de capital, por medio de las privatizaciones, la
desregulación de las actividades económicas y los adelantos de la información y las
comunicaciones. Pero, según advierte la Organización de las Naciones Unidas (ONU),
18 de cada 100 personas padecen hambre en el mundo. No todos comparten los
beneficios de la globalización. La tercera parte de la población mundial depende de la
combustión de leña o de biomasa para cocinar y para calefacción y luz. Muchos
pobres no saben que existe la era de la información y la comunicación movida por la
180
tecnología. Es decir, que las mismas políticas no han dado el mismo resultado en
escenarios distintos.
Por lo tanto, nada de lo que ocurra en el planeta podría ser un suceso localmente
delimitado; todo está relacionado a lo largo del eje local-global.
Según el Banco Mundial, más globalización es lo que necesitan los países pobres.
Más ayuda exterior, alivio de la deuda externa, mejor acceso a la salud y a la
educación para todos, mayor protección social a los trabajadores, protección
ambiental (por calentamiento global y gases de efecto invernadero) y un clima de
mejora para inversiones en esos países.
global sólo consume el 11% del total (entre esos bienes están el consumo de energía,
de agua potable y saneamiento adecuado).
En La era de las aldeas: la pequeña aldea vs. La aldea global (agosto 2002), Alfredo
Toro Hardy (venezolano) señala que la mayoría de los países latinoamericanos no
están preparados para la globalización. La globalización implica que el poder de los
Estados fluye en diversas direcciones hacia: organizaciones civiles (ONG),
organismos multilaterales y poderes regionales y que el derecho internacional apunta
hacia el derecho de injerencia y el desconocimiento de la soberanía. ¿Cómo la aldea
global da paso a la era de las aldeas? se pregunta Hardy. Y responde que el mundo
es, por un lado, crecientemente interdependiente -una sociedad global- y uniforme,
constituido por los que van a la vanguardia; y por el otro, particularista, con exigencia
de que se respeten distintos ritmos y maneras de hacer las cosas que tienen millones
de personas que no quieren o no pueden vivir a la velocidad que se impone. Es una
contra-sociedad, la de los rezagados que reaccionan. La globalización, más que una
ideología que sustenta que es la etapa superior de la economía de mercado, es un
hecho que se da por la aproximación entre los seres humanos, facilitada por la
tecnología y que obliga a procesos de adaptación que van en contra de modelos
tradicionales de vida. Que privilegia a países y sectores y que acelera la multiplicación
de los excluidos resentidos. Podemos estar viviendo no en una aldea global, sino
dentro de una casa de vecindad global. No hay que negar el valor de lo cultural y
pretender que la homogeneización planetaria nos igualará a todos. Más allá de la
superficie de valores universales, como los derechos humanos, la protección del
ecosistema, que son compartidos por todos, el mercado o la democracia, encontramos
diferencias culturales fundamentales.
También Francis Fukuyama evolucionó desde su posición del fin de la historia, hasta
reconocer que es en las identidades y la presencia de las culturas diferentes, donde se
encuentra el meollo de los retos de la civilización humana. Él es optimista con
respecto a la globalización. Según él este proceso significa la globalización de las
instituciones que él defendió en su obra El fin de la historia: las economías de
mercado y las democracias liberales. En La gran ruptura, ve los indicios de redención
al final del vertiginoso e inevitable salto de una sociedad posindustrial a la era de la
información. Señala que la sociedad occidental, en los últimos treinta años del siglo
XX, se ha hecho más tolerante en el sentido racial y más abierto hacia las mujeres. Y
para él estas cosas son extremadamente positivas. Sostiene que la sociedad civil, de
forma paulatina, se convertirá en una alternativa al Estado como medio de conexión
social, como facilitador de servicios sociales e incluso como poder paralelo. Los países
capaces de asimilar socialmente a los extranjeros y de superar problemas culturales
asociados con la inmigración, serán -según él-, los que mejor encaren el siglo XXI. Y
ve la necesidad del “capital social” (la tercera forma de capital, luego del capital físico,
y del capital humano). Es la habilidad de la gente para trabajar en grupos, juntarse en
torno de valores y normas compartidos. Nace de la capacidad de relacionarse
socialmente, confiando en otras personas o teniendo normas comunes de honestidad
y reciprocidad.
El éxito americano de la última década del siglo XX no es sólo debido a las nuevas
tecnologías -sostiene Robert Solow (premio Nobel de economía norteamericano)-,
sino a la nueva economía de vinculación completa entre nuevas tecnologías. La
ciencia y el conocimiento son fundamentales, pero también son determinados a veces
por la tecnología. Hay nuevas formas de organización de la empresa. Desapareció el
modelo tecnocrático. La empresa disminuyó de volumen y se abrió al mercado.
Pero hay voluntad de ruptura, de resistencia, (el mundo global y el local se oponen).
Movimientos que no tienen representatividad institucionalizada por ahora, pero que
son globales, se oponen a una visión puramente económica o financiera de la
economía y esgrimen la defensa de los derechos culturales: de la igualdad y diferencia
entre hombres y mujeres (de género); de las minorías étnicas, lingüísticas, nacionales
(en EEUU); de los homosexuales; de los discapacitados; de los indígenas (Rigoberta
Menchú en Guatemala, “queremos ser a la vez ciudadanos y mayas”).
mientras centenares de millones de seres humanos sólo disponen de un dólar por día
para sobrevivir, cada bovino que nace entre Finlandia y el sur de Italia tenga derecho a
un dólar diario de subsidio por parte de la Unión Europea. Los dirigentes europeos y
norteamericanos predican la expansión de la globalización y a la vez, con su
proteccionismo, continúan estrangulando a sectores claves de la economía del sur del
mundo. El sustancial fracaso de cuatro décadas de políticas de desarrollo que han
sido hasta ahora incapaces de rescatar a los países del subdesarrollo, es una realidad
que hipoteca el futuro de la ayuda para el desarrollo, según esta autora. Hoy la forma
más eficaz de lucha contra la miseria es la que practican unos 150 millones de
emigrantes provenientes de unos treinta países del sur, que se fueron a trabajar a los
países industrializados y envían remesas de dinero a sus familias, convirtiéndose en la
principal fuente de divisas para muchos países. Pero ni siquiera esas remesas logran
dinamizar las economías que las reciben, cuando en los países receptores no existe
un mínimo de democracia y no rige el Estado de Derecho. La globalización podrá
multiplicar sus efectos benéficos sólo si consigue derrotar la resistencia de los
dirigentes políticos a aceptar la eliminación de las barreras contra la libre circulación
de productos y personas, en el norte del planeta; y en el sur, la resistencia de
dirigentes políticos a conceder a sus ciudadanos las libertades políticas y económicas
fundamentales que constituyen una condición necesaria para el desarrollo. La meta
sería incluir entre las prioridades de la globalización -y por lo tanto de las relaciones
internacionales tanto en el norte como en el sur- la promoción a escala mundial de las
reglas y los principios de la democracia, el menos malo de los sistemas conocidos,
como decía Churchill, y del Estado de Derecho. 3
Por su parte, James D. Wolfesohn, presidente del Banco Mundial, declaró que los
primeros del siglo XXI, no han sido fáciles para el mundo: el terrorismo, la recesión
económica y la falta de respeto a los derechos humanos instalaron temor e
incertidumbre en los ciudadanos de los países ricos y pobres, por igual. Los continuos
conflictos, las sequías e inundaciones, la inestabilidad en los mercados y el
agravamiento de la pobreza, han provocado numerosas víctimas. La resolución de
estos problemas sólo se logrará forjando una nueva senda de desarrollo que vincule el
crecimiento con la responsabilidad social.
Pobreza y desigualdad
El concepto de pobreza tiene dos rasgos esenciales: uno referido a las regiones no
desarrolladas y otro a su presencia dentro de las sociedades desarrolladas. Los
pobres son aquellos que quedan al margen del proceso de modernización, con élites
cada vez más integradas en el contexto internacional y una masa social cada vez más
dependiente de la tutela del Estado-nación. En el mundo actual se advierte un
crecimiento acelerado de la pobreza, en particular debido a la migración del campo a
las ciudades; miles de personas huyen de la pobreza rural para encontrar otra pobreza
diferente en las zonas urbanas. Según una estimación a escala mundial, un 28% de
las poblaciones urbanas del mundo en desarrollo vive por debajo del límite oficial de
pobreza. (A finales del siglo XX, dos mil millones de pobres).
¿Cómo puede definirse la pobreza? Según Giddens, suele distinguirse entre pobreza
absoluta o de subsistencia y pobreza relativa. La pobreza de subsistencia implica la
carencia de los requisitos básicos para mantener una existencia física saludable, es
decir, alimento y cobijo suficientes para hacer posible que el cuerpo funcione de forma
eficaz. Este concepto es el más utilizado en el análisis mundial de la pobreza. La
pobreza relativa valora el desfasaje entre las condiciones de vida de algunos grupos
sociales y las que disfrutan la mayoría de la población. Para este autor, sin embargo,
sería más realista ajustar las ideas sobre los niveles de pobreza, a las normas y
expectativas cambiantes de una sociedad a medida que se produce crecimiento
económico.
La mayoría de los pobres viven en algún tipo de vivienda o cobijo. Los que carecen de
esto, los indigentes o sin techo, se han hecho muy visibles en las calles de las
ciudades en los últimos veinte años. Hace dos generaciones, la mayoría de la gente
todavía pensaba que su “casa” era el hogar familiar. Los indigentes eran individuos
que vivían en albergues para pobres de los barrios bajos y se les llamaba así (los sin
hogar) porque vivían solos y apenas veían a su familia más directa o a sus parientes.
Como en las últimas dos o tres décadas muchas personas han elegido vivir solas, el
indigente, el que no tiene casa, es ahora el que carece de un lugar donde dormir y se
aloja temporalmente en refugios gratuitos o duerme en lugares no destinados a este
fin, como portales, bancos de las plazas, estaciones de tren o edificios ruinosos o
abandonados.
La mayoría de los sociólogos que han estudiado este tema, están de acuerdo en que,
aunque proporcionar una vivienda adecuada no solucione del todo el problema, esta
medida es crucial para enfrentarse a la indigencia, independientemente de que sea o
no el Estado el que financie el alojamiento.
188
Sin embargo, señala este autor, se observa que en América Latina y en el África, no
sólo no han podido reducir sus niveles de pobreza y exclusión social durante los años
de la globalización, sino que han retrocedido en los últimos años. (En África, aumentó
la extrema pobreza en más del 30% en la última década).
En el Asia, la región más poblada del planeta, se ha sabido afrontar con sabiduría los
desafíos de la globalización. En China, donde vive más de un quinto de la humanidad,
el rápido crecimiento económico y el avance social no tienen parangón en la historia.
El resto de los grandes países asiáticos, encabezados por la India (1100 millones de
habitantes) también progresan, aunque de manera menos espectacular que China.
1) el dinero (sueldo o salario), como recurso para cubrir las necesidades de la mayoría
de las personas;
2) el nivel de actividad, el empleo que proporciona los medios para adquirir y ejercitar
conocimientos y capacidades;
3) la variedad, el hacer algo diferente a las tareas de la casa,
4) la estructura temporal, organiza el tiempo. Con un empleo regular, el día se
organiza en torno al ritmo de trabajo. Los sin trabajo tienen el problema de
aburrimiento, apatía, ansiedad;
5) el contacto social. El entorno laboral suministra oportunidades de participar en
actividades compartidas con otros y entablar amistades. Se amplía el círculo de
posibles amigos y conocidos;
6) la identidad personal, el aumento de la autoestima vinculada a la contribución
económica para el mantenimiento del hogar. Por consiguiente, la desocupación
puede socavar la confianza de los individuos en su valor social.
190
Desde 1970, en Europa occidental, EEUU y Japón, han surgido alternativas a los
sistemas de baja confianza:
También a fines del siglo XX, mayor cantidad de mujeres entraron en el mercado
laboral en los países occidentales. En Europa occidental, entre el 35 y el 60% de
mujeres en edad activa (16 a 60 años) ejerce trabajos remunerados fuera del hogar;
pero en general, son empleos mal pagados y rutinarios (oficinistas, secretarias) que
han sufrido alteraciones de su anterior prestigio.
La naturaleza del trabajo de la mujer se ha visto muy afectada por la separación entre
lugar de trabajo y hogar. Muchas mujeres casadas se convierten en “amas de casa” y
se considera que “no trabajan”, aunque las horas que dedican a las tareas domésticas
puedan ser muchas más que las horas de trabajo de sus maridos. Hay ahora mayor
cantidad de mujeres con empleos remunerados de las que había hace algunas
décadas, pero están desproporcionadamente concentradas en empleos mal pagados.
Aunque las mujeres han conseguido en gran medida superar los estereotipos de
género, también se enfrentan a la suposición de que la mujer antepone las cuestiones
familiares a su carrera profesional. Al mismo tiempo, independientemente del
porcentaje de mujeres que hay en la población activa remunerada, ellas siguen
realizando el grueso de las labores domésticas, es decir, del trabajo que supone el
aseo de una casa y criar a los hijos.
El desempleo no es fácil de definir. Significa estar sin trabajo, sin empleo remunerado
en una ocupación reconocida. En los países desarrollados, los desocupados tienen
cobertura social por parte del Estado.
La incidencia del desempleo en los distintos grupos de edad pone de manifiesto que
los jóvenes (personas menores de 25 años), han resultado particularmente
perjudicados. Esto se debe a varios factores, de los cuales el más evidente es la
profunda crisis económica por la cual se abren menos puestos de trabajo. La
Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que en 1995 la fuerza de trabajo
de todo el mundo ascendía a unos 2700 millones de personas, de las cuales el 78%
residía en los países en desarrollo. Para el año 2010 representa al 81% del total (2800
millones de trabajadores).
En el año 2009 el 20,7% de los trabajadores del mundo vivían con 1,25 dólares
diarios.
Con respecto a nuestro país, Argentina, según datos oficiales del INDEC (Instituto
Nacional de Estadísticas y Censos), de julio de 2002, la desocupación llegó al 21,5%
de la población activa, siendo más de tres millones de personas sin trabajo; es el
desempleo récord de nuestra historia. Mientras que casi cinco millones de argentinos
buscan empleo y no lo consiguen. Al índice de desempleo se suma la existencia de
una subocupación demandante (gente que tiene trabajos precarios u ocasionales) del
12,7%, lo que significa que 1.794.000 personas trabajan menos de 35 horas
semanales y buscan tener una ocupación de mayor tiempo, que les permita mejorar
sus ingresos. El índice de subempleo, que llegó al 18,6%: entre quienes demandan
(12,7%) y quienes no demandan (5,9%) otro trabajo, también alcanzó un récord. Es un
fenómeno que está directamente relacionado con la baja de la calidad del empleo.
Entre los ocupados considerados como tales por el INDEC, 1.758.000 hacen tareas en
193
Según Roberto Cachanosky6, entre las causas del impresionante salto que pegó la
tasa de desocupación al 21,5% a mediados del 2002, se pueden señalar:
- que la devaluación de la moneda comprimió el salario real de tal modo que hizo
desplomar el consumo interno;
- en este contexto de menor consumo, la sustitución de importaciones funciona
pobremente porque la gente no tiene ingresos suficientes para consumir.
- el menor consumo obliga a las empresas a producir permanentes ajustes en los
costos fijos para reducir la pérdida y buena parte de ese ajuste en los costos fijos
viene por la cantidad de gente ocupada.
- De los tres puntos adicionales de desocupados que tiene la Argentina en el 2002,
ninguno pertenece al sector público. Esta es una desocupación generada
fundamentalmente por un sector privado agobiado por la carga tributaria, la
incertidumbre económica y la destrucción de los derechos de propiedad. En
Argentina, año 2010, según el INDEC, el porcentaje de empleados era de 42,4%; de
desempleados el 8% y subempleados del 9%.
Silicón Valley, uno de los polos tecnológicos más importantes de los Estados Unidos,
perdió 127.000 puestos de trabajo -alrededor del 9% de su dotación total- desde el
primer trimestre de 2001 hasta el mismo período de 2002, según un informe publicado
por Joint Venture Silicón Valley, asociación sin fines de lucro creada para fomentar el
área.
Los trabajadores del sector de los servicios públicos de urgencia (bomberos, policías,
personal paramédico y otros) también sufren modificaciones en sus tareas por los
problemas derivados del deterioro de sus condiciones de trabajo. Según un informe de
la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el incremento de los delitos,
accidentes y ataques terroristas, sumado a factores demográficos, está generando
demandas nuevas y más numerosas para los trabajadores de ese sector. También
este organismo señala que han desaparecido millones de empleos en el sector del
6
Cachanosky; Roberto, artículo para LA NACIÓN, del 26 de julio de 2002.
194
Sin embargo, el trabajo remunerado sigue siendo para mucha gente la forma clave de
generar los recursos materiales necesarios para vivir.
Según el análisis que hace Renato Ortiz en Otro Territorio, en la sociedad global
contemporánea ha cambiado el valor del trabajo.
La presencia del “tiempo libre” se extiende al conjunto social, por ejemplo con la
disminución de la jornada de trabajo como reivindicación de las clases bajas.
En cuanto a las previsiones para el siglo XXI, según Thurow y R. Reich (1993), los
recursos naturales, el capital y las nuevas tecnologías se desplazarán rápidamente
alrededor del mundo. Las personas especializadas serán la única ventaja competitiva
durable. Los bienes fundamentales de una nación serán la capacidad y destreza de
sus ciudadanos.
Entre los optimistas, Alvin Tofler, La guerra del siglo XXI (1992), sostiene que el
conocimiento es la fuente de poder más democrática, al alcance de todos.
Las principales alternativas integradoras que señalan para disminuir las desigualdades
entre naciones son: el avance científico tecnológico en todas las naciones; el mayor
conocimiento y la capacitación de la población. Ambas requieren el aporte público y
privado.
“La pregunta que se impone es dramática: ¿sobre cuáles fundamentos hay que
construir la nueva época histórica que emerge de las grandes transformaciones del
siglo XX? ¿Será suficiente apostar a la revolución tecnológica en curso, que parece
ser regulada únicamente por criterios de productividad y eficiencia, sin referencia a la
dimensión religiosa del hombre y sin un discernimiento ético universalmente
compartido?” “Construir la ciudad del hombre sin Dios, termina edificándola contra el
hombre. La belleza del encuentro con Dios le da sentido a la propia vida, en la
búsqueda de la justicia, la promoción de la paz, el compromiso en la hermandad y la
solidaridad”.
Nacido en Texas (EEUU), en el año 1916 y fallecido en Nueva York (EEUU), en 1962,
en el mundo académico norteamericano fue un sociólogo marginal, pero su teoría
social crítica radical, influyó perdurablemente.
Sostenía que la lectura de los teóricos clásicos debe ser un ejercicio permanente en
ciencias sociales.
Por eso es necesario el método crítico en la sociología, que propone una orientación
crítica como método de investigación social.
Su objetivo fue crear una nueva sociología en Estados Unidos, que posibilitara el
análisis social crítico no marxista, a partir de la segunda mitad del siglo XX, un
tiempo de inflexión sociopolítica y económica mundial, con acontecimientos como:
Para él, los hombres del mundo actual necesitan no sólo información y destrezas
intelectuales, sino una cualidad mental para usar la información y desarrollar la razón
para recapitular con lucidez lo que ocurre en el mundo y dentro de sí mismos. La vida
individual y la historia social no pueden entenderse, sin entender ambas cosas 7. Los
hombres, en su vida cotidiana, no definen las inquietudes y las amenazas que sufren,
relacionándolas con cambios históricos y las contradicciones institucionales; no son
conscientes de la intrincada conexión entre sus propias vidas y el curso de la historia
del mundo; no poseen esa cualidad mental esencial para percibir la interrelación
del hombre y la sociedad, de la biografía y la historia, del yo y el mundo, de los
problemas personales y las transformaciones estructurales que es la
imaginación sociológica. Ésta permite comprender las posiciones sociales
dentro del escenario socio-histórico más amplio y su significado para la vida
interior y exterior de los diferentes individuos. La historia y la biografía se
relacionan y la sociología debe estudiar cómo es esa relación. Ésta es su tarea y
su promesa.
7
Wright Mills, Charles. La imaginación sociológica. Cap. I.
198
Para comprender los cambios personales hay que mirar más allá de ellos, a los
cambios estructurales mayores, por las interrelaciones institucionales crecientes de
esta época. Y preguntarnos:
La tarea del científico social es, para él, clarificar los elementos del malestar y la
indiferencia contemporánea.
Las ciencias sociales tienen significado para las tareas culturales contemporáneas, en
su esfuerzo para desarrollar la imaginación sociológica y sus implicancias para la vida
política y cultural y qué se necesita para poseerla. Tienen tareas a realizar y deben
contar con medios disponibles.
199
1. hacia una teoría de la historia, con Comte, Marx, Spencer, Weber; relativa a la
totalidad de la vida social del hombre; histórica, porque emplea materiales del
pasado y sistemática, porque distingue etapas en el curso de la historia.
2. hacia una teoría sistemática de la naturaleza del hombre y de la sociedad, con
los formalistas Simmel, Von Wiese, que elaboran conceptos para clasificar las
relaciones sociales desde una visión estática y abstracta de los componentes de la
estructura social, en un nivel de generalidad. Es un claro ejemplo la obra teórica de
Talcott Parsons.
3. hacia el estudio empírico de los hechos y de los problemas sociales
contemporáneos.
Fundamental en EEUU con los sociólogos especialistas en técnicas de
investigación, que cultivan el método por el método, como G. Lundberg, S. Stouffer,
S. Dodd y P. Lazarsfeld.
Charles Wright Mills, sin embargo, destaca la importancia de los clásicos.
Para él, la Sociología (desde Durkheim hasta Parsons) estaba basada en la teoría del
conocimiento que asume la separación entre sujeto y objeto de estudio, sobre un
modelo instrumental de la acción social (Weber y Parsons) de acuerdo a fines y desde
esta relación se construye el mundo. Por consiguiente para Habermas, tiene la
deficiencia de no contemplar la dimensión intersubjetiva de las relaciones entre los
sujetos, que originan acciones de las que dependen la cultura y la personalidad.
Sostiene que las sociedades capitalistas, en las que siempre está presente el cambio,
tienden a destruir el orden moral del que dependen. En la sociedad actual el
crecimiento económico suele ser lo más importante, pero esta situación hace que la
200
Analiza el desarrollo de los medios de comunicación desde comienzos del siglo XVIII
hasta la actualidad, rastreando la aparición y decadencia de la esfera pública, el área
de debate público en el que se discuten cuestiones de interés general y se
forman opiniones. Las primeras se formaron en salones y cafés de Londres y París y
fueron vitales, según Habermas, en el comienzo de la democracia. 8
La esfera pública implica que los individuos se reúnen como iguales en un foro
de debate público. El desarrollo de los medios de comunicación y de entretenimiento
hace que la esfera pública se convierta generalmente en una farsa. En los medios de
masas y en el Parlamento se manipula la política. Los intereses comerciales tienen
más importancia que los de la población. La opinión pública no se configura mediante
debates abiertos y racionales, sino a través de la manipulación y del control, como
sucede en la publicidad. Al igual que la Escuela de Frankfurt, Habermas considera a
las personas receptoras demasiado pasivas de los mensajes de los medios de
comunicación. 9
8
Habermas, J. Historia y crítica de la opinión pública 1964.
9
Giddens, 2000.
201
Este sociólogo francés (1930-2003) de la segunda mitad del siglo XX, cuyos temas
de estudio y reflexión filosófica, sociológica y antropológica han sido variados (arte,
ciencia, política, filosofía, educación, clases sociales, literatura, deporte, parentesco,
religión, campesinado, moda), por lo cual se lo considera cuasi enciclopédico, tuvo
influencias teóricas del estructuralismo, el marxismo, el psicoanálisis y el simbolismo.
- objetivismo/subjetivismo;
- análisis simbólico/material;
- teoría/metodología de investigación científica;
- estructura/agente.
10
Habermas, J. Teoría de la acción comunicativa 1981.
202
Está orientado a buscar una ciencia social total, superadora del metodologismo de la
investigación empírica y de la teoría teoricista.
Los sujetos agentes son socialmente producidos en estados anteriores del sistema de
relaciones sociales. No actúan libremente; están condicionados por la historia anterior,
incorporada como habitus, en función de las diferentes condiciones sociales.
203
2º orden, que son esquemas mentales que sustentan las conductas, pensamientos,
sentimientos y juicios de los agentes sociales. (Se reintroduce la experiencia inmediata
de los agentes para explicitar las categorías perceptivas que estructuran sus acciones
y representaciones).
Este autor recomienda a los investigadores poner en práctica los siguientes hábitos
científicos:
204
Giddens sostiene que los que trabajan en teoría social se deben aplicar a reelaborar
concepciones del ser y del hacer del hombre, sobre la reproducción y transformación
social y sobre la finalidad crítica de la ciencia social.
11
Giddens, A. El capitalismo y la moderna teoría social.1971.
Giddens, A. Las nuevas reglas del método sociológico.1976.
12
Giddens, A. Problemas centrales en Teoría social.1979.
Giddens, A. La constitución de la sociedad. 1984.
13
Giddens, A. Consecuencia de la modernidad. 1990.
Giddens, A. Modernidad e identidad. 1991.
Giddens, A. La tercera vía: la renovación de la socialdemocracia. 1998.
205
Para él, es necesario el enfoque dialéctico entre agencia (acciones de los sujetos) y
estructura (patrones -pautas- de organización e instituciones colectivas)
El conocimiento tiene, para Giddens, una función crítica, ayuda a los individuos a
aprehender mejor las condiciones involucradas en la producción de sus acciones y a
contribuir al mantenimiento social.
La segunda mitad del siglo XX y, más concretamente desde los años 50 a los 70, nos
legó a través de la Teoría General de Sistemas de L. Von Bertalanffy, herramientas
conceptuales y metodológicas apropiadas para generar un conocimiento fidedigno –lo
que no quiere decir "exacto"– de la Realidad, como un todo organizado en
funcionamiento compuesto de múltiples dimensiones y elementos interrelacionados,
un pensamiento sistémico compacto que en términos paradigmáticos se rotula bajo el
nombre de Paradigma de la Complejidad. Los valores epistémicos que motivan esta
reforma del pensamiento son, entre otros, los siguientes:
(a) conocer para hacer; es decir, combinar los conocimientos teóricos con los de
acción;
(b) conocer para innovar; para crear nuevos conocimientos, más allá del saber
técnico-aplicado;
(c) conocer para repensar lo conocido o pensado; es decir, poner a prueba las
categorías conceptuales con las que el científico o el tecnólogo trabajan para hacer
14
Morin, Edgar. 1984, "Ciencia y conciencia de la complejidad", edit. Aixen-Provence. 1990, «Introducción al
Pensamiento Complejo», edit. ESF.
15
http://educador_13.espacioblog.com/post/2007/07/20/que-es-teoria-la-complejidad.
207
Uno de los representantes más conspicuos de este nuevo paradigma es Edgar Morin,
quien nació en París (Francia) en 1921, en una familia de origen judío y en su juventud
fue un activo luchador social, combatiente voluntario durante la Resistencia, siguiendo
la ideología comunista, pero su espíritu crítico, su conciencia reflexiva y
profundamente liberal lo hicieron discrepar sobre cuestiones esenciales que lo llevaron
a denunciar las desviaciones y los excesos del estalinismo soviético, sus diferencias
en relación a Tito y la Revolución China, de tal manera que en 1951 fue expulsado del
Partido Comunista Francés.
"Nunca pude, a lo largo de toda mi vida, resignarme al saber parcializado, nunca pude
aislar un objeto de estudio de su contexto, de sus antecedentes, de su devenir. He
aspirado siempre a un pensamiento multidimensional, nunca he podido eliminar la
contradicción interior. Siempre he sentido que las verdades profundas, antagonistas las
unas de las otras, eran para mí complementarias, sin dejar de ser antagonistas. Nunca
17
he querido reducir a la fuerza la incertidumbre y la ambigüedad."
El significado que tiene la obra de Edgar Morin debería decirse que es uno de los
intentos más consistentes de este siglo de pensar y describir la complejidad humana;
una complejidad multidimensional y al mismo tiempo interrelacionada: la
complejidad antropológica, sociológica, ética, política, histórica. Diferentes y
complementarias caras de un mismo fenómeno: lo humano. Una complejidad que por
ello mismo requiere un titánico esfuerzo epistemológico de revisión y articulación de
los conocimientos heredados. En su libro Introducción al pensamiento complejo
afirma: "Hay una nueva ignorancia ligada al desarrollo mismo de la ciencia, hay una
nueva ceguera ligada al uso degradado de la razón, las amenazas más graves que
enfrenta la humanidad están ligadas al progreso ciego e incontrolado del
conocimiento. Es necesario tomar conciencia de la naturaleza y de las consecuencias
de los paradigmas que mutilan el conocimiento y desfiguran la realidad" 18.
Para Edgar Morin, el gran problema de la ciencia actual es la cada vez mayor
compartimentación del conocimiento. Mientras que la cultura general busca la
posibilidad de poner en contexto toda la información y las ideas, la cultura científica o
técnica, debido a su carácter disciplinario especializado, enfrenta cada vez mayores
dificultades para su puesta en contexto.
1. el principio de no reducción;
2. la lógica del tercero incluido (principio de inclusión)
3. y el análisis sistémico que se interesa por dicha complejidad dinámica.
17
Profesor Edgar Morin. Bahía Kino, Sonora, otoño 2004.
18
Morin, Edgar. Introducción al pensamiento complejo. Editorial Gedisa.
19
Morin, E. (2001): La mente bien ordenada. Barcelona. Seix Barral.
209
Según Edgar Morin, los principios para una reforma del pensamiento generarán un
pensamiento del contexto y de lo complejo. Un pensamiento que vincule y afronte
la falta de certeza, reemplazando la causalidad lineal por una causalidad
multirreferencial.
El siglo XX representó, según Morin, una era de antagonismos que dejó una
mundialización unificadora y global pero conflictiva y desigual. El siglo XXI enfrenta
retos descomunales, dando cuenta de las nuevas incertidumbres en la ciencia para
demostrar las debilidades del paradigma de la simplicidad. Así mismo, se incluye
la incertidumbre como variable en nuestro pensamiento, para pensar
estratégicamente y no programáticamente.
La ética del género humano es promover una educación que mire a una antropoética,
la cual reconozca y forme conciencia de la trinidad individuo-sociedad-especie; que
muestre a la humanidad como comunidad planetaria; que fomente una educación
para la toma de conciencia de nuestra tierra-patria y traducirla a una ciudadanía
terrenal; y que consiga una reforma del pensamiento, una política del hombre y una
política de civilización 20.
Morin busca favorecer la autonomía del pensamiento. Por esta razón, un pensamiento
capaz de no estar encerrado en lo local y lo particular, que pueda concebir los
conjuntos sería capaz de favorecer el sentido de la responsabilidad y de la ciudadanía.
La reforma del pensamiento tendrá consecuencias existenciales y éticas.
Por su naturaleza, el ser humano es a la vez físico, biológico, psíquico, cultural, social
e histórico, de tal manera que cada uno -desde donde esté- tome conciencia al mismo
tiempo de su identidad compleja y de su identidad común a todos los demás
humanos. 21
La historia del pensamiento moderno estuvo signada por este esfuerzo de comprender
la naturaleza de las cosas y los sucesos simplificando permanentemente los
fenómenos para su mejor comprensión. Y fue, precisamente, bajo el manto de este
pensamiento mecanicista, que se produjo la reducción de lo complejo a lo simple y la
hiperespecialización, fragmentando profundamente el entramado complejo de la
realidad hasta llegar a la ilusión de admitir que una mirada reducida sobre lo real,
puede llegar a tomarse por la realidad misma.
Para Morin uno de los grandes problemas de nuestro tiempo es volver a relacionar
las dos culturas: la humanística y la científica. En nuestros días, ambas se
encuentran empobrecidas.
Al definir al homo complexus, Morin nos dice que somos criaturas sensibles,
neuróticas y delirantes, al mismo tiempo que racionales, y todo ello constituye el tejido
propiamente humano. Este ser humano es a la vez un ser racional e irracional, capaz
de mesura y desmesura. Como sujeto de un afecto intenso e inestable, sonríe, ríe,
llora, pero también sabe conocer objetivamente. Es un ser serio y calculador, pero
también ansioso, angustiado, gozador, ebrio, extático. Es un ser de violencia y de
ternura, de amor y de odio. Puede ser invadido por lo imaginario e igualmente
reconocer lo real; sabe que existe la muerte pero que no puede creer en ella. Segrega
el mito y la magia, pero también la ciencia y la filosofía. Está poseído por los Dioses y
por las Ideas, pero duda de los Dioses y critica las Ideas. Lo nutren conocimientos
comprobados, pero también las ilusiones y las quimeras.
"No soy de quienes tienen una carrera, sino de quienes tienen una vida... El
conocimiento complejo no tiene término, y no sólo porque es inacabado e inacabable
sino también porque llega por sí solo al desconocimiento. Tras la complejidad está lo
inexpresable y lo inconcebible".
Nacido en Polonia en 1925, en una familia judía de escasos recursos, escapó del
nazismo en su país a los 14 años a Rusia y regresó a Polonia en 1946. Fue profesor
en la Facultad de Ciencias Sociales de Varsovia durante 15 años. En 1968 abandonó
Polonia por persecución antisemita comunista y se instaló en Inglaterra como
catedrático de sociología desde 1971 hasta 1990 en que se jubiló. Escribió sus obras
para el gran público, comparando el mundo actual con el de la modernidad.
Distingue entre:
24
Bauman, Zygmunt. Modernidad líquida. FCE2002; La ambivalencia de la modernidad y otras conversaciones. Paidós. 2002;
Ética posmoderna. Siglo XXI. 2004; Vida líquida. Paidós. 2006; Vida de consumo. FCE. 2007; La sociedad sitiada. FCE.
2004.
214
8. la única expectativa de vida creciente es la del propio cuerpo que perdura, mientras
alrededor las cosas cambian. "Lo único durable parece ser el cuerpo viviente que
soy".
9. los hombres son consumidores y objetos en venta: se cotizan, prolongan su fecha
de vencimiento y siguen consumiendo. La sociedad y la cultura son consumistas.
10. se ganó libertad a costa de seguridad. (Es difícil alcanzar el equilibrio entre ambas;
las dos son indispensables, ya que no se puede ser realmente libre a no ser que se
tenga seguridad y la verdadera seguridad implica libertad).
11. las comunidades actuales son frágiles, no es posible cerrar las fronteras. Se
mantienen por la dedicación de sus miembros por conservarlas en existencia.
12. las relaciones familiares, laborales, pedagógicas, amorosas son flexibles, se
desplazan, se licúan.
13. la sociedad es inalámbrica; se borraron los límites entre lo privado y lo público; las
redes sociales de Internet posibilitan el intercambio de información personal como
confesión pública. Cambiaron los hábitos sociales.
• Los sujetos tienen una identidad indefinida, por construirse, mediante el acierto/error,
en una acción de autoestablecimiento no lineal, ininterrumpida, sin plan previo. El
"hágalo usted mismo" reemplaza al adiestramiento de la modernidad sólida
(educación autoritaria) y son mayores las influencias del ambiente. Se da culto al
cuerpo y se adoptan "prendas simbólicas" visibles y de presencia material inmediata.
La posibilidad de acceder a ellas depende del control de recursos y del
conocimiento, que desempeña un papel estratégico en la vida social.
Para él, no hay razones sólidas para ser optimista. Pero, es un hombre esperanzado y
confía en la humanidad que ha estado en crisis muchas veces y siempre ha sabido
resolver los problemas.
215
Actividad Nº 6
UNIDAD VII
ELEMENTOS DE ANÁLISIS SOCIAL E HISTÓRICO DE LA
SOCIEDAD ARGENTINA
1ª) forma arcaica de sociología: el sociólogo se compromete con la realidad social del
país y con una sociología,
2ª) forma residual de sociología: el sociólogo no se compromete con la realidad social
argentina y sí se compromete con una sociología,
3ª) forma incipiente de sociología: el sociólogo se compromete con la realidad social
argentina y no se compromete con una sola teoría sociológica.
1ª) etapa corriente arcaica: los sociólogos están intelectualmente vinculados a los
primeros padres de la sociología: Saint-Simón, Comte, Marx, Spencer, entre los años
1820 y 1870.
El papel del sociólogo es el de un ideólogo o reformador social que da las bases para
la reforma social. El conocimiento sociológico se hace en función de una política que
busca superar males sociales: la cuestión social.
La sociología en esta primera etapa queda reducida a filosofía social, a historia social,
a pura ideología. La realidad social es sólo dato de verificación de una teoría social o
una ideología, no es punto de partida para elaborar una teoría. Es praxis política para
217
Los temas que se analizan son el cambio social o dinámica social, fijando leyes
inmutables del desarrollo de la sociedad.
2ª) etapa corriente residual: Los sociólogos están intelectualmente vinculados a los
clásicos de la sociología de las primeras décadas del siglo XX (entre 1870 y 1929):
Töennies, Durkheim, Max Weber. Es un saber analítico, una teoría de la sociedad de
raigambre filosófica. Hacen sociología analítica.
3ª) etapa corriente incipiente: Los sociólogos están intelectualmente vinculados con la
sociología estadounidense moderna (a partir de 1930): la de las teorías críticas de
Lukács, Mannheim, Marcuse, Wrigth Mills; la de los empírico sistemáticos: Sorokin,
Parsons, Merton. Es de raigambre empírica. Hacen sociología científica. Esta
sociología empírica es un saber concreto, específico, apoyado en una determinada
metodología de investigación social.
Los sociólogos son investigadores sociales, dan las bases para una planificación
social.
Antes, desde la época del virrey Cisneros, se dicen cosas sobre el país, pero sin
cuantificar; son ensayos sociales, que corresponden a la 1ª etapa de desarrollo de la
sociología. Autores representativos de ella son Alejandro Bunge, Ricardo Ortiz,
Scalabrini Ortiz, Martínez Estrada.
219
Como profesional positivista, Ingenieros dejó producción escrita y entre sus libros
destacamos La sociología argentina y La evolución de las ideas argentinas, por ser de
especial interés para la sociología. En esta producción sociológica, desprecia los
“prejuicios democráticos “convencido de que la ciencia implica tareas de élite
necesariamente impopulares. Se autodenomina “sociólogo socialista”, en 1903.
Simpatizaba con la teoría de Nietzsche del superhombre, justificatoria del ascenso a
las élites por la capacidad personal. Fue exitoso y uno de los intelectuales argentinos
más conocidos y consagrados en círculos europeos de su época.
la subsistencia. Es apta para transformar y utilizar las energías naturales del medio y
evoluciona según leyes económicas, que son manifestaciones evolucionadas de
fenómenos biológicos. Concibe a la humanidad como una especie animal que lucha
por la vida y procura adaptarse, en grupos, a un medio físico limitado y heterogéneo y
por consiguiente, también son variados estos grupos sociales de acuerdo a sus
diferentes condiciones de selección natural y de adaptación reflejadas en: instituciones
(organización social), creencias colectivas, costumbres (funciones). Las causas
naturales determinan las diferencias raciales. Las distintas razas evolucionan y
constituyen nacionalidades. (Ingenieros las define como agregados sociales
transitorios en el tiempo infinito).
Este autor hace una crítica a las concepciones sociológicas corrientes en su época -
organicismo y economicismo histórico -. Él sostiene que la sociedad es un agregado
biológico, pero no es un organismo. Define a la sociedad como agregado organizado
de individuos capaces de división del trabajo: con un desempeño especializado de
funciones útiles a todo el grupo social. En el proceso de adaptación, la variación de
costumbres y de instituciones es el resultado natural de la experiencia social. Los
hábitos colectivos (ética y costumbres) gestados en la experiencia social, se traducen
en una organización variada (derecho e instituciones) que conforman la estructura
social. El principio biológico de la lucha por la vida se manifiesta por la heterogeneidad
de intereses. Son causas de antagonismo social: las desigualdades étnicas, las luchas
entre naciones por diferencias políticas, económicas; la lucha entre los sexos; entre
las clases sociales, por la división del trabajo, (que estudian los sociólogos marxistas),
que produce la solidaridad de intereses de los capitalistas entre sí y los proletarios
entre sí y en contra del resto. Se repite así, según él, el principio de Darwin en el
mundo social. En las sociedades nacionales, las formas de lucha por la vida tienen
dos manifestaciones:
Según él, radicado en la ciencia y en nuestra historia, busca en la vida del país la
manifestación de la ley del progreso humanitario, según la cual todas las sociedades
están destinadas a desarrollarse y perfeccionarse en el tiempo, según determinadas
condiciones. Hace un paralelismo histórico entre la revolución francesa y la revolución
americana. Adhiere al internacionalismo de Leroux, al concepto de unidad de la
civilización humana. Estudia las ideas de la “nueva Francia” pero adaptándolas a
nuestro ambiente social.
En Segunda Lectura (1846), elabora un plan económico donde define con más
precisión el sentido argentino que él anhela imprimir a los estudios de política social.
Para procurar que las industrias propias se incrementaran, por medio de legislación
acertada; a fin de mejorar la condición del productor agrícola, con mayor cantidad de
producción y mejores precios.
Los elementos de una civilización humanitaria son para Echeverría las industrias, las
ciencias, la religión, la política, las artes y la filosofía; que se desarrollan en la vida de
la humanidad en el espacio y en el tiempo. Para él, el elemento más importante es el
industrial, fuente de riqueza y poder de las naciones. Transforma la naturaleza para
satisfacer las necesidades humanas. Para el logro del progreso industrial se requieren
mano de obra, capitales y espíritu de asociación. Sin industrias, sólo podemos
fomentar la riqueza existente (agricultura y pastoreo, debida más a la naturaleza que
al trabajo), que se ha valorizado con la libertad de comercio, ya que son exportables al
extranjero que los aprecia.
J.B. Alberdi, en Las Bases, no fue original, ni se lo propuso; amalgamó las ideas
anteriores con claridad y exactitud, ya que creía útil, pero insuficiente, acudir a la
experiencia europea para resolver problemas argentinos. Era necesario organizar el
país conociendo sus necesidades y sus vicios característicos.
1º) concepto de una sociología nacional: Alberdi señala los inconvenientes de que
América tomara por modelo las revoluciones americana y francesa, porque ocurrieron
en sociedades distintas de las hispanoamericanas. Los Estados Unidos se
constituyeron como país administrativamente, durante la colonia, cuando convenía
proteger sus intereses económicos contra Europa. En Francia, la revolución tuvo una
finalidad política e ideológica visible y causas económicas subterráneas. Los
sudamericanos tenían que crear los intereses económicos al revés que los Estados
Unidos y no podían hacerlo sin el concurso de Europa. Al revés que Francia, no
224
Estas propuestas no son originales, pero no han sido practicadas de modo completo -
según Ingenieros-.
Este postulado significa para Alberdi, instruir, educar, moralizar, mejorar la raza,
civilizar, enriquecer, fortalecer y afirmar la libertad del país, dándole la inteligencia y la
costumbre de su propio gobierno y los medios de ejercerlo.
Para civilizar por medio de la población, es preciso que ella sea civilizada; poblarla con
contingentes de Europa adelantada en libertad y en industria. Seleccionar las masas
inmigratorias, prefiriendo las razas blancas europeas anglosajonas y no permitir que
las sociedades nuevas de América reciban el aporte de indígenas, africanos o
asiáticos. Para él, era necesario ocuparse de la “calidad” de la población a fin de
225
corregir los defectos de la primitiva mezcla árabe, hispana e indígena. Preveía que las
poblaciones europeas inmigradas a nuestro territorio se adaptarían inmediatamente,
en una sola generación; los hijos de europeos serían los más fervientes argentinos.
5º) educación adaptada al medio: para usar mejor el capital humano propio y aclimatar
al inmigrado. No el latín y la poesía; Sí la formación para vencer al desierto, al atraso
material, a la naturaleza bruta, grande y agobiante enemiga de nuestro progreso.
Alberdi sostenía que lo real antecede a lo ideal y que el verdadero idealista es el que
se propone perfeccionar la realidad. Así como antes colocábamos la independencia,
libertad y el culto como principios rectores, hoy debemos poner, decía, la inmigración,
la libertad de comercio, los “caminos de hierro”, la industria sin trabas, no en lugar de
aquellos principios, sino como medios esenciales para que aquellos dejen de ser
palabras y se vuelvan realidades.” Los estados, como los hombres, deben empezar
por su desarrollo y robustecimiento corporal”.
6º) concepción de una política económica: Este fue el tema favorito de toda su vida,
inspirado en Bentham y en Saint-Simón, y reforzado por influencia de economistas
liberales.
Toda renovación económica implica una nueva moral. Sostiene que un hombre que
vive de su trabajo es más moral que uno que vive de limosna, peticiones, privilegios,
coimas o empleos burocráticos. La libertad, dignidad, personalidad, en lo individual y
colectivo, son sólo posibles en los hombres y grupos que saben bastarse a sí mismos,
por su trabajo.
Ingenieros señala que se pueden distinguir en toda la obra de Alberdi, dos clases de
ideas:
Entre las permanentes, los siete postulados forman un sistema; son orientaciones
sociológicas con sentido nacional, con valor ético. Se explican unas por otras y no
podría rechazarse una sin renegar de las demás.
En la primera década del siglo XX, el Litoral, reunía más de la mitad de la población
del país y más de las dos terceras partes del potencial económico. Se tenía la
convicción generalizada que no existían límites al progreso en esta tierra dotada de
enormes recursos. Con el tiempo, esta idea se convirtió en mito, incorporado al
folklore nacional: el de un país tan prodigioso y rico que, inclusive, soporta los
desastres de sus sucesivos malos gobiernos. Nadie pensaba que llegaría el día en
que se interrumpiera la demanda de los productos que posibilitaron esa riqueza y la
corriente de capitales que contribuyeron a su expansión.
El censo de 1914 registra en la población del litoral, un extranjero cada dos nativos; en
Santa Fe, el 35,5% de extranjeros y en Capital Federal el 50,5%. En treinta años casi
se cuadruplicó la población.
Según estos autores (Di Tella y Halperín Donghi), los factores del auge de la Argentina
de fines del siglo XIX y principios del siglo XX (de integración del Río de la Plata en
Europa) fueron:
• La expansión territorial
• Las corrientes inmigratorias que poblaron los espacios vacíos
• La demanda externa que desarrolló nuevos rubros productivos en esas áreas
• El comercio exterior por adelantos de la navegación y el transporte.
Este aumento de las rentas del sector agropecuario no determinó la expansión de las
manufacturas (como ocurrió en los países donde la revolución agrícola fue el elemento
decisivo de la futura revolución industrial, por tratarse de una economía cerrada).
Las dificultades de acceso a la tierra, hicieron que a partir de 1890, los inmigrantes
fueran a trabajar en obras de infraestructura (ferrocarriles, puertos) y construcción
urbana y a vivir a las ciudades. Se produjo la urbanización creciente y la evolución
industrial. El 84,2% de propietarios industriales eran extranjeros y el 63,3% de los
empleados en la industria y el comercio, también lo eran.
a) las tierras para incorporar eran limitadas. Al trabajar en tierras menos fértiles,
aumentaban los costos y se reducían los beneficios y la inversión se desplazaba a
sectores más retributivos.
229
La falta de capital en el sector industrial sólo tuvo dos excepciones: las industrias
vinculadas a la exportación y las productoras de azúcar en Tucumán (sostenida por el
Estado).
Germani tenía conciencia que por la naturaleza misma del tema -la necesidad de
actualización y ahondamiento de la interpretación rigurosa de nuestra realidad social-,
nunca se alcanzaría su definitiva conclusión. Pero su aporte es insoslayable para
231
Allub señala que Germani había observado en sus estudios la enorme incidencia de la
población inmigrante en la composición demográfica del país, especialmente en las
regiones centrales de la llamada pampa húmeda, así como la escasa influencia
europea en las provincias del noroeste. Y marca su rechazo de la concepción
evolucionista unilineal del tránsito necesario de todas las sociedades por idénticas
etapas, y sostiene que la modernización de las sociedades que emprendieron primero
este proceso afecta las condiciones de la modernización de las sociedades que lo
hicieron después. Germani acuña el concepto de asincronía (retraso), para
caracterizar la coexistencia -social y espacial- de formas “tradicionales” y “modernas”
en el proceso de cambio social (transformación de la estructura social) que implica un
cierto grado de desintegración y tensiones entre las varias partes de la estructura.
Pueden coexistir situaciones muy distintas en la familia, el trabajo, la actividad política,
la recreación, etc.:
Germani explica que las tasas de movilización social en las sociedades que se
modernizaron primero fueron más lentas que en aquellas que lo hicieron después, lo
cual posibilitó para las primeras mayor desarrollo de las instituciones políticas
233
Sus trabajos sobre la estratificación social en Argentina fueron los primeros análisis
sistemáticos de la estructura de clases del país. En ellos combina la perspectiva
histórica con el análisis sincrónico, utilizando todos los censos nacionales de población
disponibles en su tiempo y una encuesta por muestreo tomada en el Gran Buenos
Aires. Sus resultados se materializaron en publicaciones de calidad intelectual entre
las que se destacan La movilidad social en Argentina (1963) y La estratificación social
en Argentina y su evolución histórica (1972).
En sus últimos años fue un exponente de la sociología del conflicto, que consideraba
como un hecho social endémico que debía ser institucionalizado para asegurar la
continuidad de las organizaciones sociales.
25
Allub, Leopoldo, bibliografía y teoría social: El paradigma socio-histórico de Gino Germani.1997. Hemeroteca Virtual
ANUIES. http://www.hemerodigital.unam.mx/ANUIES.
234
El paradigma socio-histórico afirma que cada época histórica tiene una fuerza
específica que crea el cambio fundamental, el cual, a su turno, pone en movimiento
otros cambios. La tarea del científico social es, entonces, determinar la naturaleza y
especificidad de esa fuerza. Cada etapa histórica puede abarcar largos períodos con
cierta estabilidad de sus estructuras, es decir, cierto tipo de integración económica,
política y social que permite explicarlas mediante leyes funcionales. Dentro de cada
una de ellas, los grupos sociales dominantes han tomado decisiones que condicionan
el rango de probabilidades de acción futura. A su turno, ciertas características de una
etapa pueden continuar en las subsecuentes produciendo asincronías.
Allub sostiene que no podemos conocer de antemano en qué consisten estas nuevas
fuerzas, debido a la especificidad histórica de los fenómenos, ya que la historia no se
repite. Cada época enfrenta condiciones únicas establecidas por las tendencias
históricas anteriores y por los contextos externos.
En sus análisis, Germani tomó como modelo a las sociedades capitalistas avanzadas,
concretamente a los Estados Unidos y otorgó gran importancia a la tecnología
altamente intensiva en el uso de energía como factor de creciente homogeneización
de las sociedades. Sin embargo, para él, la universalización del capitalismo, fenómeno
conceptualizado hoy como globalización, no implica que con este “punto de llegada”
se cierre la historia del desarrollo de las sociedades. Germani 26 afirmaba que uno de
los aspectos notables de las sociedades avanzadas es la inclusión de por lo menos un
conjunto de instituciones o sectores de la estructura social, en los que el cambio es
altamente antagónico, en algunos casos hasta el punto de causar importantes rupturas
en el orden social y un elevado grado de desintegración.
27
Lucchini, Cristina, Siffredi, Liliana; Labiaguerre, Juan. Procesos sociales y marco histórico de la sociología. Editorial Biblos.
Fundación Simón Rodríguez. Bs. As. 1997. Capítulo VII págs. 77 a 89.
236
Una clase social determinada constituye un objeto con existencia sociológica real,
dada por un conjunto de individuos con elementos comunes que se expresan en sus
formas de obrar y pensar de modo específico.
Desde fines de 1947 y hasta 1954 hubo una nueva corriente inmigratoria de personas
jóvenes (más de 700.000 personas) que colaboró en retardar el proceso de
envejecimiento de la población extranjera residente en la Argentina.
Otro factor incide en la estructura de las edades: la emigración a las ciudades. Los
grandes movimientos internos de población característicos de mediados del siglo XX
en la Argentina, han gravitado preferentemente sobre las edades activas.
En cuanto a las diferencias por edades según los grupos socio-ocupacionales, en los
niveles más altos, la composición por edades se acerca mucho más a la de una
población “envejecida”: menos niños y mayor número de ancianos. Las tasas de
natalidad son más bajas en las clases media y alta.
Las diferencias de orden sociocultural existentes entre las distintas zonas del país
repercuten sobre la composición de la familia. El número de miembros que la integran
varía de un mínimo de 3,8 en la Capital Federal a un máximo de 5,8 en Santiago del
Estero. El tamaño de la familia disminuye paulatinamente a medida que se pasa a
zonas más urbanizadas. También se producen diferencias en el tamaño de las familias
situadas en diferentes niveles socioeconómicos. En términos generales, se observa el
fenómeno de la limitación de la familia en las capas medias y superiores de la
sociedad argentina. El fenómeno de la “persona sola”, típicamente urbano, se observa
en la Capital Federal y en el área metropolitana del Gran Buenos Aires (entre 1936 y
1947 se mantuvo en 5%). En las clases media y alta casi la mitad de las familias se
componen de una o dos personas, una tercera parte tiene de tres a cuatro miembros y
las familias de cinco o más personas no alcanzan a una quinta parte del total. La
familia obrera, en cambio, casi el 40% es de cinco o más personas, otra tercera parte
cuenta con tres o cuatro miembros y sólo una quinta parte se reduce a una o dos
personas. Las familias de la clase alta y media cuentan con menos hijos que las de
clase obrera.
El centro demográfico del país se fue desplazando desde las regiones del centro oeste
y noroeste hacia la zona del litoral y Gran Buenos Aires. Este gran centro urbano es el
que ha crecido a expensas de todas las demás regiones del país: del 13% que
concentraba en 1869, llega a casi el 29% en 1947. A casi una tercera parte de su
importancia relativa se ven reducidas las provincias del Noroeste, que del 28,6%
pasan al 11,6% de la población (solamente Santiago del Estero y Salta mantienen su
posición de 1914). Y una reducción relativa menor se observa en las tres provincias
del Centro y Oeste, que pudieron sostenerse al nivel de 1914. En cifras relativas, la
única región que registra un avance notable es la del Nordeste y también en el sur se
registra un pequeño aumento. Con las dos excepciones relativas de los extremos
nordeste y sur del país, la orientación general asumida por la población ha sido
creciente y marcadamente centrípeta, según el análisis de Germani. Resultado de las
migraciones internas y externas. La región Litoral y la Capital Federal han recibido el
mayor número de inmigrantes extranjeros y han atraído a considerable número de
argentinos nacidos en otras regiones, en un proceso a partir de la década de 1930.
240
Este desequilibrio demográfico significa uno de los rasgos más inquietantes de nuestra
estructura social, para Germani. Y se encuentra condicionado por causas históricas y
políticas, por una estrecha vinculación con la estructura económica, de la que
constituye una ajustada expresión. La estructura del sistema de transportes y sus
métodos de explotación, la forma y distribución asumida por el desenvolvimiento
agrícologanadero en sus sucesivas etapas, en lo técnico y en cuanto a su régimen; el
surgimiento de la industria y la característica concentración geográfica por ella
asumida, todos estos elementos han actuado con efectos recíprocos y acumulativos
sobre la población. El hecho demográfico, a su vez, ha repercutido sobre los otros
órdenes reforzando la misma tendencia centrípeta.
Los censos nacionales definen como población urbana a la que vive en centros de
2.000 o más habitantes. Mientras que en 1869, la población de estos centros
representaba poco más que una cuarta parte del total, en 1947, casi alcanzaba a los
dos tercios.
El proceso de urbanización no ha sido el mismo en todas las regiones del país: Los
prevalentemente urbanos corresponden a la región Litoral y el Gran Buenos Aires. Las
dos únicas regiones fuera de éstas con predominio urbano son Mendoza (50,4%) y
Tucumán (50,5%); en todas las demás provincias predomina la población rural, en
diferentes grados: desde el 81,4% en Misiones hasta el 54% en San Juan. El Gran
Buenos Aires y el Litoral encierran casi el 85% de los habitantes urbanos del país,
mientras que todo el resto del territorio apenas incluye el 15%. Éste es otro aspecto
del desequilibrio demográfico que caracteriza a la población argentina.
241
Germani sostiene que es en esta época en la que se configura con mayor claridad y
fuerza el predominio del tipo de sociedad “masificada” en nuestro país y el posterior
impulso de la corriente inmigratoria a partir de esa época fue el que lo intensificó. Las
condiciones para los cambios políticosociales estaban dadas desde fines de la década
del treinta.
Para 1947 se estima que las dos terceras partes de los habitantes nacidos en el país
tenían ambos padres también argentinos, lo que indica la creciente homogeneización
del país desde el punto de vista del origen nacional de sus habitantes. La población
extranjera (15%) se ha concentrado en las zonas más urbanizadas del país y de más
baja natalidad y sus saldos vegetativos son proporcionalmente inferiores a los de las
provincias más rurales. Está compuesta por personas adultas o ancianas , con largos
años de residencia en el país y ya casi completamente asimilados, lo que pone de
relieve el estado de relativa homogeneidad demográfica y cultural que ha alcanzado el
país a mediados del siglo XX. La gran mayoría de los extranjeros residentes en el país
es de origen europeo (italianos, españoles, polacos, rusos, alemanes), si bien hay
núcleos originarios de países sudamericanos (paraguayos, chilenos, uruguayos,
brasileños).
Así como son las naciones con más alto nivel de vida las que ostentan la natalidad
más reducida, del mismo modo, son las familias de más elevado nivel social las que
tienen menos hijos.
A partir de 1947, es fuerte la disminución del trabajo femenino en la rama del servicio
doméstico y fuerte el aumento en las actividades generales de la industria, comercio y
servicios y de las mujeres que se hallaban estudiando.
Se estimaba -alrededor de 1950- que los ingresos y el nivel de vida del campesino en
una chacra media podía considerarse muy inferior al que gozaban los obreros en un
centro urbano.
- producción,
- obreros y
- forma legal de la empresa.
243
1ª.- Con el 3% de los establecimientos, cuya producción alcanzaba a las dos terceras
partes del total y que reunían más del 50/60% de los obreros y su forma legal más
frecuente era la Sociedad Anónima.
2ª.- El grupo medio de establecimientos con el 30% de la producción y el 40% de
obreros, sociedades de responsabilidad limitada y colectiva.
3ª.- Las pequeñas empresas, un 50/ 60% de los establecimientos, con un promedio de
uno o dos obreros.
Los obreros de la gran industria representan poco menos que una tercera parte del
total de trabajadores, pero su importancia dinámica es aún mayor por el hecho de su
concentración en la zona del Gran Buenos Aires.
La estructura económica social del sector secundario se revela con una proporción de
propietarios reducida, si bien la existencia de numerosas sociedades anónimas podría
ocultar una difusión muy extensa de la propiedad. De todos modos, el control de la
mayoría de la industria está reunido en los pocos miles de personas que se hallan
ubicadas en la clase alta.
La clase media del sector secundario resulta más reducida que en el sector rural; sin
embargo el nivel de vida resulta más elevado en la ciudad, tanto para la clase media
como para las populares.
Antes de la actual época de democracia de masas (mediados del siglo XX), esta
burguesía media sintetizaba toda la opinión pública, contribuyendo a formar la
orientación política y social de su país. En la actualidad su influencia en este sentido
ha disminuido o ha llegado a ser compartida con las masas (grandes núcleos de la
clase media inferior y las clases populares).
La burguesía media está compuesta, en nuestro país, en sus cinco sextas partes por
industriales, comerciantes, profesionales, funcionarios y altos técnicos, y tan sólo en
un sexto por patronos agropecuarios, que en cambio son el núcleo más poderoso de
la alta burguesía.
d) Las clases populares: Representan el 60% de la PEA o con recursos propios y son,
por lo tanto, la categoría social más poderosa desde el punto de vista numérico. De los
tres grandes sectores, el industrial proporciona la mayor cantidad de obreros, y es
también el que posee el núcleo con más alto grado de concentración (más de 100
obreros por empresa), que sólo comparte con una pequeña proporción de obreros del
sector secundario (ferroviarios, comunicaciones y dependencias nacionales en
general). A los trabajadores del agro les corresponde un grado bajo de densidad
dinámica, por la considerable proporción de personal transitorio y su dispersión
geográfica.
El aumento de las clases medias que se registra a medida que se pasa de las zonas
más rurales a las más urbanas e industrializadas, se debe a esta categoría de
dependientes, cuya posición ambigua dentro de la estructura social hemos destacado.
Es opuesta la composición de las clases medias según sean zonas rurales o urbanas:
en éstas últimas, el núcleo más numeroso está compuesto por dependientes y en las
rurales por patronos. En la Capital Federal, se observa una proporción mínima de
patronos (10% de la PEA) y la más alta proporción de pequeña y media burguesía.
Concluye Germani, que durante el período de más intensa movilidad social (1880-
1925), el tránsito de las clases populares a las clases medias se realizaba para el
argentino, a través de las categorías de los sectores dependientes o las profesiones
liberales. Para el inmigrante, en cambio, el camino de ascenso social era el de las
actividades autónomas en el campo del comercio, la industria o, en menor medida, la
agricultura. Ciertos núcleos de la clase alta se caracterizan por una mayor rigidez y
aislamiento y por su carácter hereditario (especialmente la alta burguesía
terrateniente). Las más importantes transformaciones en la estructura social del país
en los años más próximos a la mitad del siglo XX deben buscarse en la modificación
de la composición y estructura de las clases mismas, sobre todo en la formación de
una alta burguesía industrial y un nuevo proletariado urbano industrial.
La obra Estructura social de la Argentina, 1945-1983, escrita por Susana Torrado 28,
actualiza el análisis realizado por Germani, aprovechando el mayor caudal informativo
que ofrecen las mediciones del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) y
lo hace desde otra perspectiva teórica. Las diferencias significativas están dadas en
los cambios de las situaciones históricas respectivas. El trabajo de Germani abarca el
análisis de una sociedad con clases relativamente poco fragmentadas internamente, y
sin la presencia notoria de fenómenos como la pobreza extrema y la marginalidad.
Cuatro décadas después, el panorama argentino varió totalmente con la
heterogeneización social que se desarrolló durante dicho período.
Torrado estudia los cambios operados en la estructura social de nuestro país, a través
de distintas etapas históricas, determinadas por la vigencia de diversos modelos de
acumulación. Éstos reflejan las estrategias de acción seguida por la alianza de clases
dominante en los distintos períodos, tendiente a asegurar los mecanismos de
acumulación capitalista en beneficio de dicho bloque hegemónico. Se analizan
sucesivamente los modelos de acumulación basados en las “estrategias”: justicialista,
(1945-1955), desarrollista (1958-1972) y aperturista (1976-1983).
En 1945 se inicia el movimiento que lidera el general J.D. Perón como expresión de
una nueva alianza de clases: la de la clase obrera y los pequeños y medianos
empresarios industriales. El nuevo bloque, apoyado en una línea nacionalista de las
fuerzas armadas, es portador de un proyecto de desarrollo industrial radicalmente
distinto al propugnado hasta ese momento por las diversas fracciones de la antigua
clase dominante.
En lo que respecta al PBI, pierde el agro (de 20,0% a 16,5%) lo que gana la industria
(de 30,3% a 33,6%), mientras que el peso de los otros dos sectores permanece
inalterado.
En 1970 se produjo el reemplazo de los titulares en el poder desde 1966, por otro
equipo militar con orientaciones políticas diferentes. Se inicia un período (1970-1973)
con los lineamientos del modelo desarrollista pero con un progresivo deterioro de las
variables económicas. El gobierno se ocupa de buscar una salida institucional para
resolver el problema de la participación del peronismo en la vida política nacional. Esta
crisis se resuelve con el llamado a elecciones generales y con la asunción del tercer
gobierno justicialista, en mayo de 1973.
El aumento intercensal de la oferta de mano de obra urbana debió ser absorbido casi
en su totalidad por la construcción y el sector terciario. La tasa anual de crecimiento de
la mano de obra ocupada en la construcción (5,0%) casi triplica la correspondiente a la
PEA total. Durante este período, la construcción da cuenta del 21,7% del aumento
total intercensal del empleo no agropecuario, pero su ritmo de incremento de la
productividad alcanza apenas el 38% del nivel de conjunto.
Hay que destacar que este período constituye el de más rápido crecimiento de la
ocupación terciaria. Este sector absorbe el 72,6% del aumento intercensal de la oferta
de mano de obra no agropecuaria. El desempeño de su producto es muy diferente, ya
que evoluciona a una tasa inferior a la del conjunto de la economía: 3,5% contra 4,3%
respectivamente.
La ocupación manifiesta los siguientes cambios: la pérdida relativa del agro (del 19,5%
en 1960 desciende al 15,9% en 1970); el retroceso relativo de la ocupación en la
industria (del 26,9% al 23,7% durante la década); un salto importante en la ocupación
del terciario, que pasa del 47,5% al 51,7% en igual lapso.
El nuevo bloque dominante se caracteriza como una alianza entre el estamento militar
y el segmento más concentrado de la burguesía nacional y de las empresas
transnacionales. Las fuerzas armadas llegan al poder con intereses más allá de lo
económico, apuntando a lograr un disciplinamiento social generalizado mediante un
cambio drástico de la antigua estructura de relaciones económicas, sociales y
políticas.
Las medidas implementadas para el logro de estas metas fueron, entre otras: la
reducción de los aranceles a la importación; subvaluación de la paridad cambiaria;
reforma financiera inductora de un sustancial crecimiento en las tasas de interés real
(fin del crédito subsidiado); supresión de los antiguos subsidios y créditos
preferenciales a la industria. Supresión de las principales conquistas laborales de los
asalariados; intervención de las organizaciones sindicales y represión de los
movimientos de protesta social.
El resultado principal del modelo aperturista fue la pérdida del liderazgo que la
industrialización sustitutiva había ostentado anteriormente, en el desarrollo económico
global; sin que la misma fuera reemplazada por ningún otro factor dinamizador del
crecimiento. Por eso, se produjo el empobrecimiento del conjunto y el constante reflujo
de fuerza de trabajo hacia sectores de menor productividad, especialmente la
construcción.
A fines de los años de la década de 1950, comienza un fenómeno inédito en el país -la
emigración neta de argentinos- , el que se intensifica en la década de 1960 y, sobre
todo, en la de 1970 y primeros años de los 80 (1980-84). Se ha estimado que, entre
1955 y 1985, emigraron hacia el exterior unos 650.000 argentinos, entre los que
predominaba el personal técnico-profesional.
Los avatares políticos de los últimos años y el sistema económico que condujo a la
precariedad del empleo y a la progresiva degradación de la clase media, han
provocado la intensificación de la decisión de emigrar de numerosos argentinos,
realizando el camino inverso de sus abuelos españoles, italianos y de otras
nacionalidades, expulsado de sus países por la pobreza. Pero el escenario histórico
ha cambiado, la Europa pobre de entonces es hoy una región rica, autosuficiente,
abrumada por el flujo humano de otros países y donde es difícil ingresar.
El peso relativo de los ancianos pasó de 3,9% en 1947 a 8,2% en 1980, con
crecimiento parejo e ininterrumpido en cada período intercensal; hasta 1980, dicho
incremento se hizo casi sólo en detrimento de la proporción de población de 15 a 64
años, la que pasa de 65,2% a 61,5% entre 1947 y 1980, estando esta disminución
concentrada en el primer y tercer períodos intercensales. Este fenómeno influye sobre
la oferta de mano de obra, ya que la franja etaria de 15-64 años delimita la “población
potencialmente activa” (la oferta demográfica de mano de obra), en la que se recluta la
“población económicamente activa”. Por lo tanto, la disminución de la primera tendría
un efecto negativo sobre el volumen de la segunda.
Período 1947-1960: En 1947 el 17% de la población total del país había emigrado de
su provincia de nacimiento, y en 1960 era el 19%. La población rural disminuye en
términos absolutos (menos 404.000 personas y tasa negativa de crecimiento igual al -
5,6% o anual), significando que traslada hacia las zonas urbanas todo su crecimiento
vegetativo y algo más (Antes de 1947, la población rural había tenido siempre
crecimiento positivo aunque en desaceleración). En valores absolutos, estos flujos
rural-urbano son muy considerables.
Desde el punto de vista regional, los principales flujos migratorios se originan en las
áreas rurales de la Región pampeana y, en menor medida, en las regiones noroeste y
nordeste.
29
En Torrado, Susana, Estructura social de la Argentina 1945-1983.Ediciones de la flor. 1992 pág.81.
256
Período 1960-1970
Se acelera el ritmo de transferencia de población desde las áreas rurales hacia las
urbanas: el número absoluto de residentes rurales disminuye en 698.000 personas
entre los dos censos y la tasa anual de crecimiento es negativa e igual a –13,6% o. En
este período aumentó el número de desplazamientos rural-urbano en términos
absolutos.
Período 1970-1980
Este lapso tiene una dinámica diferente. Han disminuido los movimientos internos
interprovinciales con respecto a los períodos anteriores. Para 1980 es de 23% la
población que vive fuera de su provincia natal.
En los tres períodos intercensales analizados, se opera una reducción significativa del
porcentaje de la fuerza de trabajo sobre la población total, entre los límites del período
(del 39,4% en 1947 al 35,7% en 1980), correspondiendo enteramente esta
disminución al primer y tercer lapso intercensal.
- la nupcialidad (medida por la edad promedio de las mujeres a la primera unión entre
los 19 y 25 años), es comparativamente más precoz en la clase obrera.
- la fecundidad (medida por la tasa global de fecundidad – por el número medio de
hijos nacidos vivos por mujer, al término de la vida fértil-) de la clase obrera es entre
1,5 y 2 veces superior a la de la clase media (excepto en la Capital Federal, área
homogénea en ciertos comportamientos demográficos).
258
Tanto dentro de la clase media como de la clase obrera, sus respectivos estratos
autónomos (pequeños productores autónomos y trabajadores especializados
autónomos, respectivamente), crecen demográficamente en forma más lenta que los
estratos asalariados
PEA total: distribución rural y urbana y por clases y estratos sociales. Total del país,
1947-1980.
Clases y
estratos 1947 1960 1970 1980
sociales
PEA Total Rural Urbana Total Rural Urbana Total Rural Urbana Total Rural Urbana
TOTAL 100 26,3 73,7 100 19,4 80,6 100 15,9 84,1 100 13,1 86,9
CLASE ALTA 1,6 0,0 1,6 2,2 0,0 2,2 2,0 0,3 1,7 1,1 0,1 1,0
CLASE
MEDIA 13,4 3,6 9,8 13,6 2,5 11,1 11,1 1,6 9,5 11,5 1,0 10,5
AUTÓNOMA
CLASE
MEDIA 18,7 0,2 18,5 22,1 0,2 21,9 26,9 0,2 26,7 30,0 0,5 29,5
ASALARIADA
CLASE
OBRERA 16,3 6,6 9,7 16,9 6,6 10,3 18,0 5,4 12,6 20,1 4,9 15,2
AUTÓNOMA
CLASE
OBRERA 45,8 14,4 31,4 42,5 9,1 33,4 39,1 7,8 31,3 34,4 6,0 28,4
ASALARIADA
SESP 4,2 1,5 2,7 2,7 1,0 1,7 2,9 0,6 2,3 2,9 0,6 2,3
Fuente: Anexo Estadístico, Cuadro TEB-V de Estructura Social Argentina de Susana Torrado.
Cuadro 6.3
Estimación Germani Estimación Torrado
Clases y estratos sociales
Total Rural Urbana Total Rural Urbana
- Clase Alta 0,7 0,3 0,4 1,7 0,0 1,7
- CLASE MEDIA 39,5 9,4 30,1 33,5 4,0 29,5
- Autónoma 20,7 8,9 11,8 14,0 3,8 10,2
- Asalariada o dependiente 18,8 0,5 18,3 19,5 0,2 19,3
- CLASE OBRERA 59,8 16,0 43,8 64,8 21,9 42,9
- Autónoma 4,9 1,0 3,9 17,0 6,9 10,1
- Asalariada o dependiente 54,9 15,0 39,9 47,8 15.0 32,8
Fuente: Germani (1955, 196-197) y Cuadro 6.2
Vivienda: El por ciento de hogares con más de dos personas por cuarto
(hacinamiento), para el total del país, dentro de la clase media: es nulo entre los
profesionales, 6% entre pequeños propietarios autónomos y de 8% a 10% entre
260
técnicos y empleados. En la clase obrera, los valores se duplican o triplican: 22% entre
obreros autónomos; 30% entre obreros calificados asalariados; 40% entre obreros no
calificados asalariados.
Disparidades regionales
Siguiendo a Torrado, la estructura social para el total del país en 1980, difiere
profundamente en sus diversas regiones. Según el análisis de la información, se
identifican ocho tipos de estructura, según el grado de modernización de la misma y
de los correspondientes niveles de bienestar:
1º- Capital Federal: separada de los 19 partidos del Gran Buenos Aires, con los que
conforma el área metropolitana, ya que permite destacar las diferencias de la ciudad
de Buenos Aires respecto de todo el país. La estructura de la fuerza de trabajo de la
Capital Federal se caracteriza por un alto nivel de tercerización privada (bajo
componente de empleo público) y un elevado volumen del sector empresarial (39,7%).
En la composición social predomina la clase media asalariada (29,9%) y es bajo el
volumen de clase obrera asalariada (15,2%), testimoniando la alta concentración en
esa jurisdicción, de las modernas empresas terciarias. Sus indicadores de bienestar
261
son los más favorables del conjunto del país, (según las condiciones de vivienda,
salud, educación, pobreza).
2º- Conurbano bonaerense (19 partidos del Gran Buenos Aires). En su estructura
sectorial es bajo el volumen del sector terciario y del sector público del empleo y
predomina el sector empresarial (45,1% de la mano de obra urbana). El volumen
relativo de la clase media asalariada es alto (18,8%) y también es elevado (35%) el
porcentaje de clase obrera asalariada, (el más alto del país). Allí se concentran las
industrias más modernas de país. Sus indicadores de bienestar son inferiores (excepto
en el nivel de educación) a los de la Capital y a los del tercer tipo regional, (que
contiene las otras grandes aglomeraciones urbanas del país). Existe asimetría entre la
estructura social moderna del conurbano bonaerense y sus niveles de bienestar.
5º- Región Patagónica: Con un bajo nivel de PEA agropecuaria y con estructura
urbana en la que el sector terciario es comparativamente pequeño, es alto el
componente público y el sector empresarial es de tamaño intermedio (34,2%). Es bajo
el porcentaje de clase media asalariada (13%) y alto el componente de clase obrera
asalariada (36%). Sus indicadores de bienestar son superiores al resto de las regiones
extrapampeanas, destacándose la mejor posición relativa de Tierra del Fuego, por el
sector productivo creado por regímenes de promoción industrial.
6º- Región Comahue: Tiene un sector terciario más voluminoso, una leve
superioridad en el volumen de la clase media asalariada (14%) y una clase obrera
asalariada más pequeña (25%), que la región anterior. Sus indicadores de bienestar
son menos favorables también.
8º- Región Nordeste (NEA): Se diferencia del NOA por el mayor peso del sector
agropecuario. La PEA urbana tiene una composición similar. Los indicadores de
bienestar son menos favorables que los del NOA.
262
El balance final del desarrollismo es una estructura social urbana en la que la clase
media representa alrededor del 45% y la clase obrera cerca del 54%, con un
predominio más neto del estrato asalariado dentro de la primera y con un incipiente
crecimiento del estrato autónomo dentro de la segunda.
Con respecto a la movilidad social, la migración rural-urbana es mucho más lenta que
en el pasado, lo que elimina una fuente crucial de movilidad ascendente. Predomina la
movilidad estructural descendente, tanto en las ocupaciones como en los ingresos,
implicando un proceso de pauperización. El empeoramiento de las condiciones
laborales y de bienestar en esta estrategia concentradora y excluyente, sin
modernización social ni crecimiento económico global, califican el balance de este
modelo sin contabilizar bondades.
Para 1983, los cambios estructurales manifiestan un proceso caracterizado por una
clase alta numéricamente ínfima en curso de enriquecimiento absoluto, una clase
media numéricamente creciente en curso de pauperización relativa y una clase obrera
numéricamente decreciente en curso de pauperización absoluta. A principios de la
década de 1980, la suma de estos procesos se cristalizaba en una estructura social
profundamente segmentada con signos agudos y exacerbados de inequidad social y
regional.
El enorme incremento de la parte del excedente social que benefició a los empresarios
capitalistas, o sea, que aumentó su capacidad de acumulación durante las últimas
décadas del período estudiado, no se tradujo en el acrecentamiento de las inversiones
productivas, sino que -cuando no se giró masivamente al exterior- el capital adoptó
formas de valoración predominantemente especulativas. La clase capitalista argentina
-sostiene Torrado- no asume riesgos (confiando en la renta fundiaria, en los mercados
cautivos o en las prebendas estatales) para asegurar su ganancia; y tampoco cuida al
país (sino que lo utiliza, como a su empresa, para maximizar sus beneficios
particulares). Concluye Torrado su análisis sosteniendo que pocos se quedaron con
mucho y que a muchos les dejaron poco.
Actividad Nº 7
http://www.indec.mecon.ar/default.htm
265
LECTURA COMPLEMENTARIA
DELICH, Francisco
La crisis en la crisis
Eudeba, Bs. As. 1ra. Edición 2002.
CAPÍTULO 3
LA SINGULAR MODERNIZACIÓN ARGENTINA:
SECULARIZACIÓN DEL ESTADO Y PREDOMINIO
DE LA RELIGIOSIDAD DE LA SOCIEDAD
En general, puede decirse que la alta tasa de movilidad que caracterizó la sociedad
argentina desde la segunda mitad del siglo XX influyó poderosamente sobre la
mentalidad de la población, sus expectativas, sus aspiraciones, su manera de encarar
el futuro y sus orientaciones políticas. Solamente aquellos que no conocen el clima
social y moral que acompaña a las sociedades verdaderamente cerradas, como la
mayoría de los países europeos- por lo menos, hasta la segunda posguerra-, o
muchos de los demás países latinoamericanos, pueden llegar a desconocer la fuerza
de este impacto. La Argentina que emergió del proceso de inmigración masiva, de
movilidad social no menos masiva, es una sociedad esencialmente igualitaria,
cualesquiera que sean las diferencias en el orden de los ingresos, la educación y otras
dimensiones de la estratificación. Una sociedad en la que las actitudes están
fuertemente influidas por una experiencia, cristalizadas en muchas décadas, de que
"todo es posible" y que el camino del éxito está abierto para cualquiera. Los últimos
tiempos por cierto han abierto una nueva fase, en que estas expectativas del éxito fácil
se han visto bloqueadas por dificultades cada vez más crecientes. De allí al
desencanto, el escepticismo y la crisis del pesimismo que gravita sobre la gran
mayoría de la población del país. Este pesimismo no se justifica en relación con la
situación efectiva de otros países -incluso más desarrollados- ni en relación con las
potencialidades futuras del país, sino que halla su explicación en la larga experiencia
por la que pasaron tres o cuatro generaciones de argentinos, en una sociedad en
continua expansión. El descubrimiento de que la base de esa expansión no era
duradera y de que había que reconstruir una nueva base sobre principios distintos y
266
más sólidos, produjo un impacto muy profundo en los argentinos de hoy. Para muchos
se llegó a una especie de inversión de la imagen que tenían del país: desde la imagen
de un país progresista, avanzado y lleno de futuro -tal como se lo vio hasta los
primeros años de la década del cincuenta- hasta la visión pesimista de un país
"subdesarrollado" o incluso en decadencia, estancado y vencido. Ninguna de las dos
visiones son exactas. Y la recuperación que el país puede lograr, si tenemos en
cuenta sus inmensos recursos materiales y humanos, sólo podrá producirse en la
medida en que surja una clara conciencia de este proceso y de las causas que lo han
generado".
Gino Germani, el mayor sociólogo argentino del siglo XX, escribió el texto precedente,
una síntesis excepcional de razón y pasión, en los sesenta, cuando apenas
comenzaba a apoderarse del país la desesperanza que ahora, a comienzos del siglo
XXI es una percepción nacional. Era un análisis y un testimonio. Fue una convicción
generalizada.
Fue un tiempo (entre 1957 y 1966) donde se enfrentaron el pasado y el futuro: con el
golpe cívico militar de 1966 ganó el pasado que se prolongó hasta bien entrada la
década del ochenta. Allí terminó el pasado pero no amaneció el futuro.
Mucho antes que M. Berman se apropiara de la bella metáfora de Marx ("todo lo sólido
se desvanece en el aire"), Germani anotó como al pasar: "no existen dos
modernizaciones iguales en el mundo". Y extrajo la necesaria conclusión: la
modernización es asincrónica en el tiempo y el espacio, entre los Estados y las
naciones, como en el interior de los Estados-nación; entre los grupos sociales, entre
las regiones, entre las ideas arcaicas y sus cuestionamientos.
Como Germani indicó (1976:11): "La sociedad moderna par excellence es una
sociedad urbana y la ciudad ha desempeñado un papel esencial en el surgimiento de
la modernidad".
"El concepto de secularización que Germani derivó de Howard Becker, un autor poco
conocido en Italia y menos como historiador de la sociología, recibió de Germani una
elaboración original. La "secularización" es, para Germani, un trend plurisecular en la
historia de las sociedades occidentales, en el que se resume con particular
susceptibilidad al cambio social, a la especialización, a la acción colectiva. Se trataba
de un ethos que, ejerciéndose en la esfera del conocimiento científico de la tecnología
y de la economía, ha originado la sociedad moderna" (Vitelli, 1992:61).
La modernización, por otra parte, de nuestras sociedades no era tan occidental como
europea. Pizzorno lo señala explícitamente: "Esto demuestra que hasta la época
actual el proceso de urbanización en el mundo fue un proceso de europeización"
(1976:141).
La modernidad compleja
La sociedad argentina es una sociedad moderna (con la salvedad señalada) y
crecientemente compleja. Su modernidad es reconocible -y reconocida- en la mayor
parte de los estudios histórico-sociales y propiamente sociológicos, aunque sin advertir
sus limitaciones.
Cuando decimos Argentina compleja, queremos decir la Argentina movida por lógicas
múltiples, ajenas a todo reduccionismo.
El orden, por definición, es un sistema cerrado, porque cada fuga del sistema, cada
entropía es una opción para el desorden. ¿Es imposible entonces el cambio o la
evolución dentro del orden? No, no es imposible, en el límite se puede considerar
improbable, pero no imposible. El orden muta.
¿Por qué me detengo en esta reflexión? Porque la sociedad moderna compleja, tiene
que asumir el problema de la transformación perpetua de un orden social que
aparenta el caos, pero sigue siendo un orden pero no el mismo orden. A ese proceso
de transformación lo llamaremos mutación.
Lo contrario del orden, su ruptura, su destrucción, se rotuló desde fines del siglo XVIII
hasta nuestros días como revolución. La subversión del orden no significaba, sin
embargo, un desorden, sino otro orden entre un orden viejo, un momento histórico de
ruptura y la construcción de otro orden. La lógica de la historia fue, durante estos dos
siglos pasados, signada por esta dialéctica del orden-cambio-ruptura-orden en el cual
la idea de desorden está ausente, con entidad propia. El mayor de los desórdenes, el
caos, no era considerado sino como un momento inicial (cuando Dios crea al mundo)
o final (el Apocalipsis), pero ni el desorden ni el caos tenían entidad propia. Algunos
científicos y comentadores de la ciencia están descubriendo que tanto el caos como el
desorden tienen entidad y deberían tener legalidad, porque no son manifestaciones
patológicas sino fenómenos de igual entidad, del mismo nivel epistemológico que el
propio orden. El concepto de ruptura violenta e inmediata prevaleció durante el siglo
XIX por encima del concepto de mutación.
Pero fue en cambio obviada para medir transformaciones sociales a escala espacial y
temporal más pequeñas.
Vivimos atrapados por la opción cambio / estabilidad, orden / revolución, sin advertir
que las sociedades modernas y complejas como las nuestras están transformándose
sin pedir permiso. Mutan, se desprenden de prejuicios, ideas, costumbres,
sensaciones sin previo aviso. ¿Cómo podemos imaginar explicaciones simplificadas
para sociedades complejas? ¿Cómo podemos leer la mutación con paradigmas
ajustados a sociedades inmutables? ¿Cómo podemos asimilar la confusión al caos
(que se parecen), y al orden con el cementerio?
La secularización formal
La secularización del Estado comenzó con la propia organización nacional, pero se
consolidó en los ochenta del siglo XIX. Es de hecho, el triunfo del republicanismo a la
francesa, del laicismo y de la democracia limitada. El Estado se modernizó, se
desprendió de toda metagarantía de legitimidad religiosa o de otro tipo para asentarse
sobre su propia legitimidad en la razón. Asumió la soberanía externa e interna como
un atributo constructivo, inherente a su propia razón de ser.
Pero como lo demuestra con claridad el debate parlamentario por la ley 1.420, el
Estado no se corresponde exactamente con una sociedad de acendrada religiosidad
(Delich, 1993) particularmente en el período de la protourbanización. La secularización
se concentró en las ciudades pero no se difundió en el campo.
Es cierto que entre principios del siglo y los años treinta la brecha de la modernización
entre el Estado emergente y la sociedad se amplió, en parte por razones políticas, en
partes por razones económicas. La irrupción de la ciudadanía en el sistema político
que legitima el radicalismo consolida la representatividad del sistema para asegurar su
funcionamiento. Pero el sistema político tiende a la concentración del poder central en
relación a las provincias. El Estado es solo nominalmente federal porque la brecha
entre niveles de desarrollo es creciente.
El Estado comienza a construirse en Europa en los años veinte, tanto como una
fortaleza de contención de las masas para los conservadores, como una fortaleza a
conquistar por los revolucionarios. En ambos casos, la sociedad civil, incapaz de
asegurar su propio orden, es contenida autoritariamente por el Estado. Salvo en los
Estados Unidos y en Inglaterra donde la integración social se encuentra consolidada
(en un caso por extrema movilidad y en otro por extrema inmovilidad), los años treinta
presentan a los Estados ampliando sus medios de acción, más cerca de la razón de
Estado que de las demandas sociales. La crisis de 1929 desafió las instituciones del
Estado. El nuestro sucumbirá excluyendo la democracia política para sostener
intereses de sectores productivos o simbólicos: las juntas reguladoras limitaron el
mercado y los fraudes a la sociedad civil. Eran medidas económicas de gobiernos
conservadores nada liberales, asentados en prácticas políticas únicas. Llamar
patriótico al fraude, con una sonrisa, era adelantar el colapso de las instituciones.
Fue evidente que las transiciones a la democracia en países como España, Chile,
Brasil o Paraguay, podían comprenderse mejor si se advertía el gap entre la
modernización de las sociedades (y los aparatos corporativos) y el Estado. La
bibliografía es nutrida y consistente en este punto (Catarelo, 1992; para Chile: Drake y
Jackins, 1993).
271
Pero sobre todo conviene tener presente el formidable estudio de Barrington Moore
(1976) que abrió el ancho camino de la sociología histórica, al que volveremos en el
próximo capítulo.
Un doble fenómeno se consolida. Por una parte, el Estado se despojó de sus atributos
públicos y aparentemente se identificó con la sociedad. A su vez, la sociedad se
incluyó en el Estado despojándose también de uno de sus mayores atributos, su
autonomía. Es como si ambos renunciaran simultáneamente a su identidad: un Estado
"socialista" y una sociedad "estatista". El colapso de Estado que tratamos en el
capítulo siguiente, remite a esta involución.
Las ciudades que conforman el primer cinturón industrial de Buenos Aires como
Avellaneda, Lanús, Quilmes, Berazategui o Lomas se convirtieron en los sesenta en
asentamiento de pequeñas clases medias o trabajadores bien instalados en la
pirámide social con hijos potencialmente universitarios.
A fines del siglo XIX, las dos universidades existentes en el país (Córdoba y Buenos
Aires) organizan la enseñanza profesional como parte de un gran esfuerzo
modernizador; el predominio de lo científico-técnico por sobre la idoneidad /
experiencia en la medicina, la ingeniería o el derecho, era tanto como el predominio de
la razón científica sobre la irracionalidad o la magia de curanderos y leguleyos.
La Argentina fue (es aún) un caso muy exitoso de melting pot. Junto con los Estados
Unidos, es la sociedad que mejor integró a los inmigrantes, que mantienen un grado
de xenofobia relativamente pequeño y alta plasticidad para la asimilación de
costumbres ajenas, incluyendo las catorce etnias y los 450.000 aborígenes
registrados; se supone que 15 millones de argentinos tienen antepasados indígenas,
dato frecuentemente pasado por alto.
José Nun sugirió a propósito de esta tesis una posibilidad opuesta: el apoyo a
experiencias autoritarias que prometían el desarrollo económico y estabilidad social.
Hacia 1966 las clases medias, que habían sido innovadoras hacia 1920, se habían
replegado a posiciones muy conservadoras. Pronto se arrepentirían y lo demostrarían
sin ninguna duda (Delich, 1970).
274
Las actitudes hacia el sexo, el matrimonio, la familia, la formación, como se verá en los
capítulos siguientes, avanzan en la misma dirección pero no incluye ni a toda la
sociedad (especialmente considerada), ni a toda la pirámide social, ni siquiera a todos
los sectores medios.
CAPÍTULO 4
LA URBANIZACIÓN PARASITARIA
Si, la Argentina fue la sociedad urbana más precoz de América Latina. ¿La Argentina
es una sociedad moderna a fines del siglo XX?
"A fines del siglo XIX la Argentina era ya uno de los países más urbanizados del
mundo y, entre 1850-1890, Buenos Aires había experimentado un crecimiento anual
de 11,5%, sólo inferior a los de Minneapolis, Chicago, Melbourne, ciudades fundadas
durante el siglo XIX que no tenían antes ninguna gravitación de importancia" (Hardoy,
1972:174).
Todo esto es cierto. Pero de allí no se sigue una modernización acorde sino más bien
imaginaria, carente de relación con el aparato productivo y con los valores de
racionalidad, como trataremos de mostrar.
Cada vez menos gente vive en el propio campo o chacra o granja; viven en pueblos
más o menos próximos. El peón rural ha sido reemplazado por el servidor terciario.
Por esta razón el corte analítico urbano/rural que se correspondía con sociedades
modernas/tradicionales tiene cada vez menos importancia. La cuestión es ¿qué clase
de urbanización tuvimos? ¿Cómo interpretarla ahora en relación a la modernización?
Y más impactante todavía: la ciudad supera al fenómeno urbano.
Se trate de un doble fenómeno. Por una parte la ciudad avanzó sobre el campo, no
solamente como forma cultural, difundiendo tecnología y espíritu emprendedor, sino
literalmente, instalando guetos urbanos en el espacio rural.
El campo había irrumpido antes, en los años cincuenta, en las ciudades, instalando en
su periferia los asentamientos marginales que trasladaban también una forma de vida,
de organización familiar, de patrones culturales que se perpetuaban en un espacio
infranqueable para los viejos residentes urbanos.
El gueto urbano anticipó el gueto rural: la inmigración del campo a la ciudad cambió de
signo. La Capital Federal es el mayor exponente, la vanguardia del nuevo fenómeno.
En el período intercesal 91/01 perdió más de 200.000 habitantes, el 7% de su
población estable. Se fueron a ciudades como Pilar y se expandieron en cientos de
countries y barrios privados en los alrededores de la capital. La ciudad, por su parte,
comienza a convertirse a sí misma en una sucesión de espacios privatizados y
colonizados, con escaso contacto entre sí, como si se tratara de extranjeros que
intercambian modas culturales.
El fenómeno urbano es una precondición cumplida; lo urbano como tal, como nueva
agregación de habitantes en un espacio físico, es un arcaísmo.
Es en este punto donde cobra sentido revisar el fenómeno urbano, tanto en relación a
la asignación de sentido a la modernización del siglo XX como los límites que la
urbanización traza para las ciudades actuales.
En la década de los 50 del siglo pasado florecieron los estudios sobre urbanización en
América Latina. Colapsaban por entonces las viejas estructuras agrarias, en algunos
casos por reformas agrarias, y en otras por la propia expansión del capitalismo. La
urbanización vino acompañada (en pocos caso precedida) por industrializaciones y
seguida (siempre) por la aparición de villas miserias, favelas, barriadas y otras formas
de marginalidad urbana.
276
La Capital Federal cesó de succionar población; el gran Buenos Aires, era el primer
cordón, anteriormente industrial, también. En ambos casos por deslocalización
industrial.
"Las estructuras tradicionales se dislocan sin ser reemplazadas por las nuevas…
conflictos entre diversos actores por incompatibilidad de las normas de referencias…
La velocidad del cambio (de ambiente) hace que no funcionen los mecanismos de
adaptación" (Hauser, 1960: 56) y finalmente una observación que luego sería -
lamentablemente- frecuente entre nosotros: " el desajuste se manifiesta al nivel
individual como falta de normas, como anomía" (ibídem). El diagnóstico era
aproximadamente correcto. Y las soluciones también: sorprende que a mediados del
siglo XX se anticipasen propuestas aún hoy válidas: autonomía política para los
gobiernos locales y elección popular de sus autoridades, administración y recursos
financieros propios, poder constituyente para dictarse su propia carta orgánica (la
reforma constitucional argentina de 1994 recogió todas y cada una de estas
recomendaciones). Una experiencia piloto en esa dirección de gran envergadura fue el
gigantesco asentamiento urbano de Villa el Salvador en Lima (Perú), convertido luego
en una ciudad autogestionada.
Coexisten por lo menos dos lógicas en la conformación de los núcleos urbanos: una
lógica impulsa desde el mercado en formación y otra impulsa desde el Estado
emergente. Estas lógicas ni se implican ni son consistentes entre sí. La lógica del
1
Es ese mismo seminario Germani presentó un informe acerca de una investigación que realizó en los años 57 y 58 en la isla
Maciel. Rescato de aquel estudio la comprobación empírica relativa a las uniones no legales: era claramente visible la
diferencia entre los migrantes en su mayoría en uniones libres y con más hijos que los locales (nativos) con menos hijos y
parejas legales (Germani, 1960: 241). Aquella anomalía, aquello que imaginaban entonces como patología, ahora es usual
en toda la sociedad.
La expansión metropolitana actual de las uniones no legales tiene antecedentes en la marginalidad. Su adopción mayoritaria
en la metrópolis implica legitimidad social. El irrespeto por la legalidad se asienta –por supuesto- en la indiferencia legal hacia
sus efectos. No hay consecuencias ni castigo legales significativos. No hay tampoco sanciones sociales.
Si el recuerdo ahora, es solamente para señalar que la urbanización no implica necesariamente imposición de partes de la
ciudad sobre el campo. También los inmigrantes imponen no pocas veces su propia cultura.
278
La lógica del mercado impulsó la demanda de mano de obra desde mediados del siglo
XIX. Las políticas estatales de inmigración y colonización fueron la respuesta a las
demandas del mercado agroganadero, pero simultáneamente creció la demanda de
servicios urbanos-administrativos. La lógica del crecimiento y consolidación del Estado
-paralelo todavía a la lógica del mercado- derivó parte de la inmigración hacia las
proximidades del puerto-centro político-comercial-administrativo. Ambas lógicas eran
parte de un mismo proceso de modernización y crecimiento del país, sin duda, pero no
marchaban al mismo ritmo ni producían efectos concurrentes.
El tendido de las líneas del ferrocarril siguió la lógica del mercado (internacional) con
vértice en el puerto de Buenos Aires y radios hacia el interior. Como es sabido, el
ferrocarril urbaniza a partir de sus estaciones el territorio. En cierto modo, esta
urbanización era tan artificial como el propio ferrocarril y la lógica exterior (del mercado
internacional), pero se ajustaba a las necesidades de la producción local. Los núcleos
conformados por las estaciones fueron -por lo demás, durante décadas- (y en algunos
casos lo siguen siendo) parte del tejido rural más que enclaves urbanos, o puntos de
encuentro entre la cultura externa y la cultura propiamente rural.
Para ilustrar tanto su peso (la variable político estatal) como las consecuencias del
extremado centralismo, se ofrecen algunas consideraciones sobre el paisaje actual de
la distribución espacial de la población.
Cuadro Nº 1
Provincias con más Provincias con más Balanceados población
población urbana que rural población rural que urbana rural y urbana
1.729.000 urb.
Gran Bs. As. 9.970.000 Chaco 380.000 Bs. As.
1.750.000 rur.
461.000 urb.
Cptal. Federal 3.800.000 Misiones 350.000 Entre Rios
440.000 rur.
427.000 urb.
Santa Fe 2.034.000 Sgo. del Estero 330.000 Tucumán
400.000 rur.
273.000 urb.
Córdoba 1.488.000 San Juan 290.000 Salta
285.000 rur.
293.000 urb.
Mendoza 663.000 Jujuy 200.000 Corrientes
307.000 rur.
105.000 urb.
Chubut 130.000 Formosa 180.000 San Luis
102.000 rur.
87.000 urb.
T. del Fuego 12.000 Rio Negro 170.000 Neuquén
88.000 rur.
48.000 urb.
La Pampa 125.000 Santa Cruz
52.000 rur.
Catamarca 120.000
La Rioja 100.000
Fuente: Elaboración propia en base a datos del Censo Nacional 1980.
San Juan y Catamarca sobreviven con otros distritos muy pobres, gracias a la
coparticipación federal, es decir, el porcentaje de impuestos variables que
corresponden a cada unidad federal por éste sólo carácter e independientemente
de la naturaleza de su aparato productivo.
280
Cuadro Nº 2
100 % Más del 70 % Más del 60 % Más del 50 %
Catamarca Tucumán (77 %) Ushuaia (66 %) Sgo. del Estero (55 %)
San Juan Posadas (77 %) Río Gallegos (66 %) San Luis (57 %)
Cptal. Federal Formosa (80 %) Com. Rivadavia 65 %) Neuquén (54 %)
La Rioja (71 %) Sta. Rosa (60 %) Rosario (58 %)
Mendoza (78 %) Resistencia (60 %) Jujuy (56 %)
Salta (70 %) Córdoba (67 %) Corriente (49 %)
Menos del 40 % Estas se complementan con:
Paraná) (32,5 % La Plata (67 %) Paraná (50 %) Viedma (33 %)
La Plata (13 %) M. del Plata (67 %) Concordia (50 %) Gral. Roca (33 %)
Viedma (11 %) B. Blanca (67 %)
Fuente: elaboración propia en base a los datos del Censo Nacional 1980.
Cuadro Nº 3
Provincia Primera Ciudad Segunda Ciudad Tercera ciudad
Bs. As. La Plata 11,3% Mar del Palta 17,4% B. Blanca 10,4%
Catamarca Catamarca 100%
Córdoba Córdoba 67% Río Cuarto 6,7% Villa María 4%
Corrientes Corrientes 29,4% Soya 15% Curuzú Cuatiá 8,1%
Chaco Resistencia 59,9% R. Sáez Peña 18% Barranqueras 11,5%
Chubut Com. Rivadavia 65% Trelew 23% Esquel 11,5%
Entre Río Paraná 32,5% Concordia 17,3% Gualeguaychú 9,5%
Formosa Formosa 80% Clorinda 19,5%
Jujuy Jujuy 56% Sal Pedro 20% Palpalá 13,5%
La Pampa Sta. Rosa 60% Gral. Pico 39,6%
La Rioja La Rioja 71% Chilecito 25%
Mendoza Mendoza 78% San Rafael 9,8% San Martín 3,7%
Misiones Posadas 77% Oberá 13,4% El Dorado 9,3%
Neuquén Neuquén 54% Cutral-Co 28,7% Zapala 17,2%
Río Negro Viedma 11,1% Gral. Roca 25,7% Bariloche 22%
Salta Salta 69,5% Tartagal 9,8% Orán 9,1%
San Juan San Juan 100%
San Luis San Luis 57,1% Villa Mercedes 42,8%
Sta. Cruz Río Gallegos 66% Caleta Olivia 33,3%
Sta. Fe Rosario 59,9% Sta. Fe 13% Rafaela 2,4%
Sgo. del Estero Sgo. del Estero 55% La Banda 20,8% Río Hondo 8,9%
T. del Fuego Ushuaia 66% Río Grande 33,3%
Tucumán Tucumán 77% Tafi Vieja 5,8% Concepción 5,6%
Fuente: Elaboración propia en base a datos del Censo Nacional 1980.
281
El Estado Argentino, en este punto, evolucionó más rápido que la sociedad; fue una
precondición de proyecto nacional que aspiraba a poblar rápidamente el país. La
sociedad en cambio, resistió la secularización urbana: siguió siendo una sociedad
cristiana y fundamentalmente católica. Un millón de personas se reúne cada año para
pedir trabajo a San Cayetano. El índice de religiosidad tiende a aumentar como
veremos, entre los jóvenes.
282
El poder local reclamado -y necesario- va más allá de los servicios vecinales: reclama
transformar el espacio pasivo de tránsito en espacio interactivo.
TERCER PARTE
HACIA UNA TEORÍA RELACIONAL
Introducción
El Estado argentino ha contraído una deuda que supera los 150.000 millones de
pesos. El año 1999 cerró con un déficit de gestión de alrededor 10.000 millones de
pesos. El 2001 alcanzó los 11.000 millones por la caída de recaudación ligada a la
recesión. Para pagar los intereses de aquella deuda y reducir el déficit se contrae las
inversiones, gastos y sueldos a los empleados públicos, se reduce la calidad de los
servicios sociales y la sociedad registra un descenso en su nivel y su calidad de vida.
El Estado no puede autofinanciarse ¿Qué Estado tenemos? Es un Estado de derecho
pero insolvente e ineficaz.
¿La sociedad no tributa lo suficiente? El sistema tributario es muy regresivo por una
parte y por otra existe una baja o nula consciencia social acerca de su cumplimiento.
Una complicidad generalizada encubre el incumplimiento. ¿La sociedad civil es
irresponsable?
La inflación se ha detenido. Sin embargo se cobra paga las tasas de interés más altas
del mundo. Los servicios son más caros y los productos industriales locales también.
Los consumidores están atrapados. ¿Fracasa el mercado?
Estas cuestiones son herencias del siglo XX como los escenarios que ilustran. Sin
embargo, con el mismo rótulo bajo el mismo concepto estamos enunciando realidades
diferentes. No podemos ni debemos prescindir de la realidad pero podemos cambiar la
mirada e intentar otras vías para comprenderla para transformarla.
Un regreso indeseado
Daniel Bell escribió su artículo tan afortunado – "El fin de las ideologías" hacia 1960.
Esa fortuna lo impulsó probablemente a titular así un libro que incluye otros ensayos
no siempre pertinentes con el tema.
No era una metáfora, más bien una convicción la suya un cierto deseo de concluir un
debate interminable. Un libro del mal obrado Wright Mills la elites del poder, era la
excusa ideal para ajustar las cuentas a una sociología tan comprometida como
apasionada.
Daniel Bell era un sociólogo de sólida formación marxista aunque por ese tiempo
había abandonado toda referencia; y sin embargo están las resonancias del Marx
cientificista, interventor de una ciencia social despojada de toda connotación
ideológica. O tal vez Mannheim de "Ideología y utopía". Es que ambos, Marx del –
siglo XIX y Mannheim del siglo XX, apuntaban a construir un tipo de conocimiento
inmunizado de ideologías. El conocimiento científico era revolucionario en sí mismo
para Marx, para Mannheim la ideología era – por definición- conservadora y Bell se
incluía en la misma tradición intelectual; el desprecio por las ideologías no era sino la
contrapartida, el contrapunto de la exaltación de la vía científica al conocimiento.
A lo lejos, dos siglos atrás resuena la ilustración francesa, las ideologías como
presencias o construcciones falsas del mundo (o más bello -como falsa conciencia-
para descubrirlo, Lukács). La lucha contra las ideologías tiene por supuesto otra
variante la propia sociología científica que se quiere así misma como método
verdadero de conocimiento de lo social pero tiene raíces en la ilustración y marchó
durante el siglo XX paralelo al marxismo en cualquiera de sus variedades.
Pero el desprecio por las ideologías devino desprecio por las ideas exaltando el peor
sentido común, el más chabacano o ignorante aquí se denominó pragmatismo.
Nadie debe predicar el retorno de las ideologías, ellas están sin embargo entre
nosotros, debemos retornar a las ideas, superar una instancia en la cual el
pragmatismo vulgar y el pensamiento único se apoderan de los medios y a través de
ellos de las sociedades.
Una nueva visión teórica que reúne al Estado, la nación, la sociedad civil y al mercado
identidad nacional? ¿La emergencia del mercado no señala el triunfo de los intereses
particulares? La ruptura de antiguos lazos sociales, la indiferencia hacia el bien
común, el egoísmo, ¿implican la fractura de la sociedad civil?
¿El Welfare State se aposentó en América Latina, en el Río de la Plata? ¿O tal vez
conocimos una de sus caricaturas, el Estado populista? Y si tuvimos, ¿cuál es su
futuro, después de una década de cambios endógenos producidos por la
desregulación y apertura económicas y exógenos, como exigencias del fortalecimiento
de las relaciones internacionales?
Conviene observar, para pensar respuestas, el paso de los Estados llamados "del
socialismo real" al capitalismo, luego de la caída del muro de Berlín en 1989. También
allí se alteró la relación entre el Estado y la sociedad civil, también allí se expandió el
mercado, también allí reapareció con fuerza el sentimiento de identidad nacional.
Como señala con razón la socióloga húngara, Zsursa Ferge (1997), aun los Welgfare
State más sólidamente anclados, como los de Alemania y Suecia, parecen
encaminarse al desmantelamiento del sistema (sistemas jubilatorios, de salud y
regulaciones laborales); pero sobre todo, un nuevo lenguaje se expande en la
sociedad, una retórica que recupera la preocupación por el bienestar social, la
integración o la solidaridad pero apartándolas del Estado. Seligman (1992), investigó
éste hecho en los países centroeuropeos, el rol de Solidaridad en Polonia, la Carta 77
en Checoslovaquia, el Foro Nacional en Hungría, para establecer no solamente la
instauración de la sociedad civil frente a un Estado totalitario, sino la redefinición de la
relación público/privada.
La sociedad mutó en parte por acción del Estado, en parte como reacción, pero en
cualquier caso cambió en direcciones imprevistas por y para las teorías conocidas,
para las miradas habituales; y desconcertó aún más a quienes se proponen y
reclaman explicaciones. Como señalan Jean-Paul Fitoussi y Pierre Rosanvallon
(1996): "Fuerza es reconocerlo: la sociedad aparece ahora como menos legible, más
difícil de decodificar. Hace más de veinte años todavía los puntos de referencia eran
relativamente claros: recortaban categorías sociales, oficios, territorios. La política se
apoyaba sobre datos sociológicos o geográficos. Ahora, estas diferencias se han
deslucido. El sentimiento de identidad social ha retrocedido. Se puede decir que, de un
cierto modo, la política se ha desociologizado a partir de los años setenta". La
observación vale para Francia, pero también para sociedades como la nuestra. La
sociedad es más compleja y también más opaca. Más difícil de aprehender o
comprender. A la "mutación" de la sociedad no le sigue ni una mutación de las teorías
sociales ni una explosión de nuevas teorías políticas. Todavía somos deudores del
pensamiento del siglo XIX, con raíces profundas en el siglo XVIII y no pocas ideas del
siglo XVI. Conceptos usuales como Estado y sociedad civil corresponden al siglo
XVIII. Soberanía al siglo XVI, nación al siglo XVIII. Clases sociales al siglo XIX. Y así
sucesivamente.
Esta dificultad para registrar la novedad en la sociedad, cuestiona las ideologías que
ya no sirven para interpelar al mundo, para desentrañar los signos sociales, en fin,
para ofrecernos cursos de acción, metas alcanzables, caminos transitables.
286
¿Nos servirán tal vez las dos formas clásicas de organizar nuestra visión del mundo
social, las ciencias sociales u otros paradigmas más antiguos como la religión y las
filosofías?
También nosotros tenemos un objeto móvil. Las ciencias sociales, nuestra herramienta
del siglo XXI, deben redefinirse a sí mismas: los objetos devienen sujeto y lo sujetos
objetos.
Lentamente emerge un nuevo paradigma para las ciencias sociales, dos de cuyos
componentes parecen fuera de discusión: la complejidad de los objetos/sujetos y la
transversalidad del análisis (en relación a las disciplinas) para la comprensión de los
sujetos/objetos. De allí partiremos.
Me irritó la frase como fastidian las provocaciones sutiles, intensamente: "El Estado no
existe en estos países", decía Alain Touraine con esa mezcla de curiosidad, desdén y
fraternidad que lo hacen admirable, intolerable y querible al mismo tiempo. O tal vez
irritado porque se trata de una hipótesis parcialmente verdadera, aun en el sentido
menos importante -literal- del término. Parcialmente falsa también, en cualquier
sentido, referida a cualquier teoría desde Weber a Barringtan Moore, pasando por el
joven Touraine, lui même, para permanecer entre los autores del siglo.
y aparecerían primero un proto Estado, luedo un orden social inequitativo pero con
luces de modernización y, finalmente, un Estado emergente.
¿Y Chile que desarrolló tenazmente un Estado en el estricto sentido del término desde
los años treinta del siglo XX con razonable fortuna, si se excluye el período en que
desapareció, absorbido por el régimen de Pinochet?
Sería fatal. Una trampa, no por evidente, menos peligrosa. Ésta es una trampa
seductora, porque se construye alentando la inocencia. Inexorablemente nos
deslizaríamos hacia un curioso debate entre abstracciones con formas de teorías
que se oponen dialécticamente sin otras referencias que las mismas referencias.
Así por ejemplo, se interrogaba Henri Lefebvre al comienzo de su "De l’État"
publicado en dos volúmenes por la colección 10/18 hacia 1980 en París: "…el
misterio del Estado. ¿Cómo definirlo? ¿Cómo responder a las pregunta qué es el
Estado y lo Estatal? ¿Es una conciencia? ¿Conciencia de la Nación? ¿Una moral
jurídica? ¿Unida o un conjunto de relaciones? ¿Una realidad? ¿Una forma? ¿Un
sujeto? ¿Un objeto? ¿O el nombre de una ausencia, de una simulación del ser o de
la presencia colectiva? Un misterio en cualquier caso, preferible a los muchos que
lo imaginaban un mero reflejo social".
3) ¿Aquella separación radical (de Hegel) debería ser revisada? Si se tiene en cuenta
que subjetivamente tampoco se mantuvo netamente, porque aparecieron conductas
estatales en la sociedad, y conductas sociales en el Estado. Una zona gris se
instaló entre el Estado y la sociedad. ¿Consecuencia de la práctica?
¿Consecuencia de la opacidad de la historia en relación a la claridad de la lógica y
de la teoría?
Admitamos, con Max Weber, una concepción del Estado que incluye el monopolio de
la coerción legítima (¿o solamente legal?) y de la legitimidad histórica (¿o sólo legal?).
CAPÍTULO 5
En América Latina la lenta y difícil construcción del Estado-nación durante los siglos
XVIII y XIX, llega a su fin cuando aparecen intensamente consolidados Los Estado-
nación latinoamericanos que se independizaron a comienzos del siglo XIX y lograron
constitucionalizar Estados-nación entre mediados y fines de aquel siglo, que
avanzaron en su consolidación y funcionamiento democrático recién a fines del siglo
XX, se encuentran ahora en una encrucijada. Deben comenzar a repensar los límites
de su soberanía y en algunos casos de la nación penosamente elaborados. En
algunos casos, compromete la relación con la propia sociedad civil.
No le falta razón a Lucien Febvre (1970), uno de los grandes historiadores franceses
del siglo XX, cuando señala: "Hablar de problemas de los orígenes del Estado cuando
se trata de imaginar aquello que en la más remota historia humana, puede
considerarse como poder, que no se puede llamar, todavía, político… es una
confusión de ideas intolerable. Los orígenes del Estado solamente comienzan a existir
como un organismo que los hombres del siglo XVI fueron lo suficientemente
novedosos como para darle un nombre: un nombre que por la misma época los
pueblos se transfirieron de unos a otros".
¿Quién puede explicar el mal funcionamiento de los mercados laborales sin prestar
atención a la nacionalidad de quienes esperan trabajar o de quienes ofrecen trabajo o
del Estado que premia a un ciudadano discriminando a los extranjeros?
Repasemos estos cuatro fenómenos de fin de siglo: la crisis de una forma de Estado
(el Estado-nación de bienestar), la interpelación de la nación por la globalización, la
expansión de los mercados y la mutación de los valores tradicionales en la sociedad
civil, reclaman un replanteo de la relación entre el Estado-nación, la sociedad civil y el
mercado. Fenómenos reconocidos a partir de innumerables y a veces contradictorios
signos: el brusco cambio de organización de los servicios de salud y educación, o el
colapso del sistema jubilatorio de reparto, auténticas y dramáticas guerras nacionales
en el planeta y nostalgias por la idea de nación; mercados cerrados fundados en la
idea de autarquía nacional, de empresas protegidas por su carácter nacional, de
pronto abandonadas a la competencia internacional, sin banderas; una sociedad civil
asentada en una división del trabajo que no conoció, a lo largo del siglo, el desempleo,
el subempleo, el trabajo precario como una constante, despierta asombrada de un año
para otro ante una coyuntura interminable, una pesadilla sin fin.
Nadie debería en este fin de siglo confundir los espacios de acción ni identificar los
principios que respaldan lógicas diferenciadas.
Nuestras vidas son vidas atravesadas por las corrientes que impulsan estos sujetos
anónimos, abstractos, cuya apelación es mítica y práctica a la vez. En el uso cotidiano,
están más cerca de la convicción o de la intuición que dé la razón, aunque todas
provengan de grados diferentes de razón o razones.
Nuestros cuatro actores de fin de siglo son entonces distintos pero no indiferentes: se
incluyen, se superponen, su enfrentan y siempre, en todos los casos, se suponen
recíprocamente. Por esa misma razón, es más importante la relación que su
especificidad. Más aún, su especificidad depende de su relación. Sólo una teoría que
los relacione puede apreciar sus comportamientos antagónicos. Sólo una técnica que
las relacione puede apreciar cómo cada una es definida por una lógica propia y sin
embargo se apropian de un espacio social que convierten en conflictos perpetuos de
fines (valores) y medios (instrumentos).
Ningún tema superó en importancia al Estado, durante la década del setenta; las
dictaduras que asolaban la región pusieron en evidencia, sin embargo, que no se
trataba de regímenes autoritarios sino de Estados autoritarios.
292
Finalmente, agrego otra perspectiva al debate: al tamaño, las funciones y el costo del
Estado. Una pertinaz miopía ideológica no hizo sino confundir aún más un problema
intrínsecamente complejo.
Como también era previsible, hubo un relanzamiento de las teorías del Estado.
Jurídicas, filosóficas, sociológicas, mezcladas en diversas proporciones, no hicieron
sino mostrar los límites de teorías y proposiciones más o menos incontrolables. La
confusión aumentó. Una nueva demanda nos perturba: la calidad de la democracia, la
calidad de la política, la calidad de la sociedad.
Deberíamos admitirlo sí, el mayor especialista francés en Hegel, Eric Weil (1970) lo
sostiene con claridad cartesiana:
En otros términos, hubo una teoría universal del Estado que nos alcanza hoy para
explicarlo; sin embargo, separó nítidamente el Estado de la sociedad, inauguró el
debate contemporáneo. El siglo XIX lo propuso en el centro del debate, pero descuidó
la relación Estado/sociedad, o simplemente, fuera de su negación por los anarquistas,
su disolución. El siglo XX reaccionó liberalmente: aseguró preeminencia de la
sociedad sobre el Estado.
Aquella proposición fue también mostrada como la tensión (la contradicción) entre el
reino de la libertad (política) y el reino de la necesidad (social), entre la razón de
Estado, carente de toda referencia rural y la subjetividad de la sociedad civil, orientada
por valores.
2. Una teoría relacional del Estado parte de la naturaleza de la relación entre cuatro
sujetos institucionales: el Estado, la nación, la sociedad civil y el mercado.
Examinaremos algunas de las relaciones posibles, articulación/desarticulación,
293
En una conferencia reciente (1999), Natalio Botana señala tres tipos de corrupción que
comprometían la legitimidad (corrupción oculta, propia de los regímenes autoritarios,
corrupción revelada, en las democracias, investigada y sancionada en la democracia
avanzada, y corrupción difusa, cuando las denuncias de corrupción permanecen sin
sanción).
DELICH, Francisco.
La crisis en la crisis.
Eudeba. Bs. As. 1° edición. 2002
295
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