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CURRÍCULUM VITAE

DATOS PERSONALES:

Apellidos: GUSTAVINO
Nombres: María Cristina
E-mail: mcgustavino@gmail.com

ESTUDIOS CURSADOS:

• Secundarios: En el Colegio "María Auxiliadora" de la ciudad de La Plata. Pcia. de Buenos Aires. Título
obtenido: Maestra Normal Nacional. Promoción 1964.
• Universitarios: En la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica de La Plata, Pcia. de Buenos
Aires. Título obtenido: Licenciado en Sociología. Promoción 1970.

CURSOS REALIZADOS:

• Filosofía Moderna: En la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica de La Plata. Pcia. de Buenos
Aires. Octubre de 1967.
• Sociología Rural: En la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica de La Plata. Pcia. de Buenos
Aires. Octubre de 1968.
• Antropología Rural: En la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica de La Plata. Pcia. de
Buenos Aires. Octubre de 1968.
• Desarrollo Regional: En la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional del Nordeste.
Resistencia. Pcia. de Chaco. Septiembre-Octubre de 1973 (96 hs. cátedra).
• Curso Introductorio de Mediación: (20 hs. Cátedra). Dictado por la Dra. Marta Paillet, abogada mediadora de
INTERMED (Santa Fe), Octubre 1998. Salta.
• Curso de TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación): en la UCS (Universidad Católica de
Salta). Salta. Agosto-Noviembre de 2005.Aprobado en noviembre /05
• Curso de Capacitación Docente: en la UCS (Universidad Católica de Salta). Modalidad a Distancia. Salta.
Anual. Año 2006.Aprobado en diciembre/06
• Curso en Aprendizaje en Construcción y Comprensión del Conocimiento: Convenio UCS con Santillana
Docentes (RR1055/05). Director Juan Ignacio Pozo (España). Modalidad a Distancia. Duración: cuatro
meses. Aprobado en febrero 2007.

HISTORIA LABORAL:

• Secretaria Administrativa en el Instituto de Investigaciones Pedagógicas del Ministerio de Educación de la


Provincia de Buenos Aires. La Plata, abril de 1968 a abril de 1971.
• Técnico en Sociología Rural de la Dirección de Agricultura del Ministerio de Agricultura de la Pcia. de Chaco.
Marzo de 1972 a marzo de 1973
• Asesor Técnico del Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Pcia. de Chaco. Marzo de 1973 a Marzo de
1974.
• Asesor Técnico de la Dirección de Planificación del Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Pcia. de Chaco.
Marzo de 1974 hasta Marzo 1975.
• Profesora de Psicología General en 4º Año del Instituto Nuestra Señora del Huerto. Marzo de 1979 a
diciembre de 1980. Orán, Salta.
• Profesora de Psicología Educativa en 5º Año del Instituto Nuestra Señora del Huerto. Marzo de 1979 a
diciembre de 1980. Orán, Salta.
• Profesora de Antropología Cristiana, en el Seminario Catequístico Diocesano de la Diócesis de San Ramón
de la Nueva Orán. Orán, Salta. Agosto a Diciembre de 1979 y 1980.
• Docente en la Escuela Universitaria de Profesorados, Anexo Metán, dependiente de la Facultad de Artes y
Ciencias de la Universidad Católica de Salta. en los siguientes cargos y materias:
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CARGO MATERIA PERIODO


Contratada Sociología y Antropología 16/3/81 a 3/7/81
Adjunta a cargo Sociología y Antropología 15/3/82 a 31/7/82
Adjunta a cargo Ciencias Políticas 18/8/82 a 31/12/82
Adjunta a cargo Sociología y Antropología 14/3/83 a 31/7/83
Adjunta a cargo Ciencias Políticas 1/8/83 a 31/12/83
Adjunta a cargo Doctrina Social de la Iglesia 1/8/83 a 31/12/83
Adjunta a cargo Ciencias Políticas 6/8/84 a 31/12/84
Adjunta a cargo Doctrina Social de la Iglesia 6/8/84 a 31/12/84
Adjunta a cargo Sociología y Antropología 11/3/85 a 31/7/85
Titular Política 1/8/85 a 31/12/85
Titular Doctrina Social de la Iglesia 1/8/85 a 31/12/85

• Profesora de Educación Cívica en 2º Año del Colegio Salesiano Ángel Zerda. Salta capital. Años 1987y 1988.
• Profesora de Sociología General y Argentina en 3º Año de la carrera de Relaciones Internacionales de la
Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Católica de Salta, en las modalidades: presencial y a
distancia (profesora autora de los módulos de enseñanza aprendizaje). Años 2002, 2003, 2004, 2005, 2006,
2007, 2008, 2009, 2010, hasta el presente 2011 (materia anual, adjunta a cargo).
• Profesora de Metodología y Técnicas de Investigación II en 2º Año de la carrera de Relaciones
Internacionales de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Católica de Salta, en la modalidad
presencial. Años 2003 (auxiliar) y 2004(adjunta a cargo suplente), 2005(auxiliar), 2006 (adjunta a cargo
suplente), 2007, 2008, 2009, 2010, hasta el presente 2011 (adjunta a cargo suplente), (materia semestral).
• Profesora de Sociología en 1º Año de la carrera de Licenciatura en Trabajo Social de la Universidad Católica
de Salta, en la modalidad presencial, cargo ganado por concurso (adjunta a cargo), Año 2006, 2007, 2008,
2009, 2010, hasta el presente 2011 (materia anual).
• Profesora de Teoría Social en 2º Año de la carrera de Licenciatura en Trabajo Social de la Universidad
Católica de Salta (UCS), modalidad presencial, como adjunta interina, (materia anual). Año 2007, 2008, 2009,
2010, hasta el presente 2011.
• Asesora de la Diplomatura de Capacitación Docente en Convivencia Educativa. Coautora del 1º Módulo.
En la UCS. Modalidad a Distancia. Año 2007
• Profesora de Sociología Aplicada en 1º año de la Escuela de Cadetes de Policía Martín Miguel de Güemes de
la Provincia de Salta. Materia semestral. Agosto a diciembre 2007, 2008, 2009 y 2010.

ACTIVIDADES DESARROLLADAS EN FUNCIONES PROFESIONALES:

• Participante del equipo técnico que elaboró y ejecutó el Plan de Promoción del Cultivo de Mandioca para uso
industrial, en la Pcia. de Chaco. Dirección de Agricultura. Ministerio de Agricultura y Ganadería de la. Pcia. de
Chaco. Año 1972.
• Colaboradora en aspectos sociales del Plan de Promoción de la Soja, en la Pcia. de Chaco. Dirección de
Agricultura Ministerio de Agricultura y Ganadería de la. Pcia. de Chaco. Año 1972.
• Participante en la elaboración de Planes de Fomento Agrícola para Áreas de Frontera en la Pcia. de Chaco.
Dirección de Agricultura Ministerio de Agricultura y Ganadería de la. Pcia. de Chaco. Año 1972.
• Participante en la Investigación Preliminar de la zona sur del Noroeste Chaqueño (Pico del Chaco). Ministerio de
Agricultura y Ganadería de la. Pcia. de Chaco. Diciembre 1972.
• Asesora de la Comisión Honoraria de Braceros del Gobierno de la Pcia. de Chaco. Año 1973.
• Integrante del equipo que elaboró el Plan de Promoción del Hachero y su grupo Familiar. Gobierno de la. Pcia.
de Chaco. Año 1973.
• Participante del equipo que elaboró el Diagnóstico del Sector Primario de la Pcia. de Chaco. A cargo del
Diagnóstico Social. Año 1974.
• Directora de Tesis de Grado en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la UCS, carrera de Licenciatura en
Relaciones Internacionales. Tema de Tesis: "Multiculturalismo y Migración", de la egresada Julieta Fiakosky.
Año 2006.
• Directora de Tesis de Grado en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la UCS, carrera de Licenciatura en
Relaciones Internacionales. Tema de Tesis: "Movimientos Sociales en América Latina", del egresado Lucas
Morales. Año 2009.
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• Integrante del Tribunal Evaluador de los aspirantes a rendir concurso público y abierto de antecedentes y
oposición para la materia Sociología Aplicada, a dictarse en la Escuela de Cadetes "Gral. M.M. de Güemes" de
la ciudad de Salta. 21 y 23 de marzo de 2007.

TRABAJOS REALIZADOS EN FUNCIONES PROFESIONALES:

• Informe sobre "Situación actual del Obrero del Monte y Sugerencias para el cambio". Dirección de Agricultura del
Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Pcia. de Chaco. Octubre de 1972.
• Informe sobre la "Investigación Preliminar a la zona sur del Pico del Chaco". Ministerio de Agricultura y
Ganadería de la Pcia. de Chaco. Diciembre de 1972. (En colaboración).
• Programa de Promoción Humana, del Plan de Promoción del Hachero y su grupo familiar. Gobierno de la Pcia.
de Chaco. Año 1973. (En colaboración).
• "Proyecto de Creación de Unidades de Desarrollo Rural". Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Pcia. de
Chaco. Agosto de 1973. (En colaboración).
• "Diagnóstico Social del Sector Rural de la Pcia. de Chaco". Dirección de Planificación del Ministerio de
Agricultura y Ganadería de la Pcia. de Chaco. Año 1974.
• "Módulos de Sociología General y Argentina" para los estudiantes de la carrera de Relaciones Internacionales
de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Católica de Salta, modalidad a distancia. Año 2003 y
2006
• Videos de clases satelitales para los estudiantes de la carrera de Relaciones Internacionales de la Facultad de
Ciencias Jurídicas de la Universidad Católica de Salta, modalidad a distancia. Año 2004 y 2005 y 2006 y 2011.
• Módulo de Sociología para la Diplomatura en Capacitación Docente en convivencia educativa. UCS. Salta.
Enero 2007.
• Módulo de Sociología para la Carrera de Psicología. UCS. Salta. Octubre 2010.

OTRAS ACTIVIDADES:

• Encuestadora del equipo del Sociólogo José Enrique Miguens. En la ciudad de La Plata, Pcia. de Buenos Aires.
Año 1965.
• Conferencista, en la localidad de Tres Isletas, Pcia. de Chaco, sobre el tema: "La Juventud de Hoy."Jornada
organizada por el obispado de Presidencia Roque Sáenz Peña. Pcia. Del Chaco. Agosto de 1971.
• Conferencista, en la localidad de Presidencia Roque Sáenz Peña., Pcia. de Chaco, sobre el tema: "La Juventud
de Hoy." Jornada organizada por el obispado de Presidencia Roque Sáenz Peña. Pcia. Del Chaco. Septiembre
de 1971.
• Miembro del Equipo de Catequesis Familiar del Obispado de Neuquén. Neuquén Capital. Años 1975 y 1976.
• Miembro de la Junta Diocesana de Pastoral del Obispado de Neuquén. Neuquén Capital. Años 1975 y 1976.
• Catequista de Adultos para el sacramento de la Confirmación en la Parroquia Señor del Milagro de Metán
(Salta). Años 1984 y 1985.
• Coordinadora (como matrimonio) de Grupos de Catequesis Familiar para los sacramentos de Comunión y
Confirmación, en la Parroquia de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. Salta Capital. Años: 1989 a 1996.
• Presidente (como matrimonio) de la Unión de Padres del Instituto Parroquial San Alfonso. Salta Capital. Años
1988 a 1995.
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ÍNDICE

PLANIFICACIÓN ........................................................ 9 UNIDAD III: CONCEPTOS SOCIOLÓGICOS


PROGRAMA DE CÁTEDRA MODALIDAD NO CLAVES - (MARCO TEÓRICO) ............................... 95
PRESENCIAL ............................................................. 9 Lo social del hombre como segunda naturaleza ...... 95
EQUIPO DOCENTE ................................................... 9 El comportamiento social .......................................... 95
FUNDAMENTOS ........................................................ 9 Marco teórico............................................................. 96
OBJETIVOS .............................................................. 10 El comportamiento sociológico ................................. 98
CONTENIDOS .......................................................... 10 Características del hecho social según Durkheim y
CONTENIDOS DEL PROGRAMA ............................ 10 toda la tradición sociológica ...................................... 98
ESTRATEGIAS Y PRINCIPIOS DE Las relaciones sociales. Roles y estructuras socia-
PROCEDIMIENTO ................................................... 12 les .............................................................................. 99
EVALUACIÓN ........................................................... 12 Expectativas sociales. Status e instituciones socia-
BIBLIOGRAFÍA ......................................................... 13 les ............................................................................ 100
Pautas sociales y hábitos sociales.......................... 101
UNIDAD I: ¿QUÉ ES LA SOCIOLOGÍA?................ 18 Persona sociológica y sociedad .............................. 102
Marco Histórico ......................................................... 19 Los grupos sociales ................................................ 103
El positivismo y los orígenes de la Sociología ......... 20 Integración sociocultura .......................................... 106
La aparición de la Sociología: .................................. 20 Integración de la cultura y de la sociedad ............... 107
Los padres fundadores: ............................................ 22 Valores .................................................................... 108
La Sociología como forma de conocimiento científi- Valores y pautas de comportamiento ..................... 109
co. Métodos de investigación ................................... 25 Valores y papeles o roles sociales: ......................... 109
Métodos de investigación ......................................... 27 Valores como sanciones del comportamiento ........ 109
El Proceso investigador. Fases ................................ 28 Valores y procesos sociales.................................... 110
Otros métodos .......................................................... 30 Funciones de los valores ........................................ 110
Papel del sociólogo en la sociedad .......................... 32 Conflicto de valores ................................................. 111
La Sociología y las Relaciones Internacionales ....... 33 ACTIVIDAD Nº 3 ..................................................... 111
ACTIVIDAD Nº 1 ....................................................... 35
LECTURA COMPLEMENTARIA .............................. 36 UNIDAD IV: MICROSOCIOLOGÍA Y
Introducción .............................................................. 36 MACROSOCIOLOGÍA............................................ 113
El estudio de las relaciones internacionales ............ 39 Conceptos de grupo, colectividades y categorías
Los Cientifistas ......................................................... 39 sociales ................................................................... 116
Orientación bibliográfica ........................................... 43 Socialización y educación ....................................... 116
Conclusión del Título I .............................................. 44 La formación de la persona social .......................... 117
Metodología .............................................................. 47 La formación de la sociedad ................................... 119
Los agrupamientos sociales.................................... 119
UNIDAD II: LA TEORÍA SOCIOLÓGICA ................ 48 Grupos sociales ...................................................... 120
Marxismo .................................................................. 48 Grupos sociales organizados .................................. 121
Sociología Clásica. Teorías Analíticas ..................... 53 Grupos sociales no organizados ............................. 122
E. DURKHEIM: El problema del orden ..................... 54 Instituciones ............................................................ 123
La Teoría de Max Weber .......................................... 59 Universalidad y variabilidad institucional ................ 125
Funcionalismo........................................................... 63 Estructura y función de la sociedad ........................ 127
Análisis Estructural - Funcional ................................ 64 Los controles sociales ............................................. 128
TALCOTT PARSONS y la Teoría sociológica .......... 67 Actividad Nº 4 .......................................................... 130
Internacionalización de la sociología ........................ 67
Estructuralismo ......................................................... 69 UNIDAD V: CAMBIO SOCIAL ............................... 131
Interaccionismo Simbólico ........................................ 69 (Transformación social) ........................................... 131
Nuevas tendencias herederas del marxismo después Influencias sobre el cambio social .......................... 131
de la 2ª Guerra Mundial ............................................ 70 Tipos de sociedad ................................................... 137
Etnometodología de Harold Garfinkel ...................... 72 Sociedades de pastores y agrarias: ........................ 138
Otros autores: Michel Foucault y Jürgen Habermas 73 Sociedades agrarias: .............................................. 138
Jürgen Habermas (n. 1929) ...................................... 74 Civilizaciones no industriales o estados tradiciona-
Dilemas teóricos ....................................................... 75 les: ........................................................................... 138
¿Cómo valorar estos enfoques teóricos? ................. 75 Las sociedades industrializadas: ............................ 139
TEXTOS DE LECTURA............................................ 79 El urbanismo y las influencias internacionales ....... 141
Las reglas del método sociológico ........................... 79 La urbanización en el Tercer Mundo: ..................... 142
Émile Durkheim ........................................................ 79 Estratificación social ................................................ 142
CAPÍTULO 1 ............................................................. 86 Status y estratificación social .................................. 148
¿Qué es el hecho social? ......................................... 86 Movilidad social ....................................................... 149
Las reglas del método sociológico ........................... 91 Desviación social .................................................... 151
ACTIVIDAD Nº 2 ....................................................... 94
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Demografía: elementos de análisis de los cambios en Conformación y transformación de las clases so-
la población ............................................................. 153 ciales en la estructura social Argentina .................. 235
Actividad Nº 5 ......................................................... 163 El modelo justicialista: 1945-1955 .......................... 248
El modelo desarrollista: 1958-1972 ........................ 250
UNIDAD VI: ANÁLISIS DE LA SOCIEDAD El modelo aperturista: 1976-1983 ........................... 252
CONTEMPORÁNEA .............................................. 164 Período 1960-1970 ................................................. 256
La modernidad como fenómeno social................... 164 Período 1970-1980 ................................................. 256
Discusión modernidad vs. postmodernidad............ 167 Volumen y composición de la Población
Sociedades postindustriales y cultura postmoder- Económicamente Activa (PEA) ............................... 257
na ............................................................................ 174 Clases sociales y condiciones de vida .................... 259
Globalización .......................................................... 176 Disparidades regionales .......................................... 260
Pobreza y desigualdad ........................................... 187 Modelos de acumulación y estructura social. Ba-
Cambios en el mundo del trabajo ........................... 189 lances ...................................................................... 262
Teóricos contemporáneos de la sociología crítica . 196 Actividad Nº 7 .......................................................... 264
Charles Wright Mills y la imaginación sociológica .. 196 LECTURA COMPLEMENTARIA............................. 265
Jürgen Habermas, alemán contemporáneo, (naci- CAPÍTULO 3 ........................................................... 265
do en 1929). Autor de la Teoría de la acción LA SINGULAR MODERNIZACIÓN ARGENTINA:.. 265
comunicativa (años 1984 y 1987) ........................... 199 SECULARIZACIÓN DEL ESTADO Y PREDOMI-
Pierre Bourdieu. Teoría de la sociedad como cam- NIO .......................................................................... 265
po de fuerzas .......................................................... 201 DE LA RELIGIOSIDAD DE LA SOCIEDAD ............ 265
Edgar Morin y la teoría de la complejidad .............. 206 La modernidad compleja ......................................... 268
Zygmunt Bauman y la discusión modernidad sóli- La secularización formal ......................................... 269
da y modernidad líquida ......................................... 213 Las asincronías en la modernización agraria ......... 271
Actividad Nº 6 ......................................................... 215 Los sujetos de la modernización ............................. 272
CAPÍTULO 4 ........................................................... 274
UNIDAD VII: ELEMENTOS DE ANÁLISIS SOCIAL LA URBANIZACIÓN PARASITARIA ....................... 274
E HISTÓRICO DE LA SOCIEDAD ARGENTINA .. 216 TERCER PARTE .................................................... 283
José Ingenieros y los antecedentes de la Sociolo- HACIA UNA TEORÍA RELACIONAL ...................... 283
gía Argentina .......................................................... 219 Introducción ............................................................. 283
Germani y el estatuto de ciencia de la sociología Un regreso indeseado ............................................. 284
Argentina ................................................................ 229 CAPÍTULO 5 ........................................................... 288
Una nueva visión para el Siglo XXI ......................... 288
8

Referencias de Íconos:

Actividad en el Foro.

Actividad de Reflexión no obligatoria.

Actividad Grupal.

Actividad Individual.

Actividad Obligatoria. Debe ser enviada para su evaluación.

Atención.

Audio

Bibliografía.

Glosario.

Página web - Internet.

Sugerencia.

Video.
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PLANIFICACIÓN
AÑO LECTIVO
2018

PROGRAMA DE CÁTEDRA
MODALIDAD NO PRESENCIAL
UNIDAD ACADÉMICA: FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS
CARRERA: LICENCIATURA EN RELACIONES INTERNACIONALES
CÁTEDRA: Sociología General y Argentina AÑO: 3º Año RÉGIMEN: Anual

EQUIPO DOCENTE
PROFESORA:
Lic. María Cristina Gustavino

FUNDAMENTOS
La Sociología tiene un papel clave entre las ciencias sociales, pues colabora en el conocimiento y
comprensión del mundo que cambia; en el estudio del funcionamiento de las sociedades y en el de la
transformación social. Entiende las estructuras sociales de las que formamos parte, utilizando un
punto de vista más amplio para saber por qué somos como somos y actuamos de la forma en que lo
hacemos, reconociendo la influencia de fuerzas históricas y sociales en las experiencias que refleja
nuestra vida individual.

Nos permite ubicar lo que sucede en un contexto más abarcador, investigando la conexión que existe
entre lo que la sociedad hace de nosotros y lo que hacemos nosotros de nosotros mismos. Nos ayuda
a tomar conciencia de las diferencias socioculturales, a ver el mundo en su complejidad, desde
diversos puntos de vista, para conocerlo mejor. Nos permite también comprender la estructura y el
cambio, la formación y los significados de la sociedad en que nos toca vivir -que no sólo estamos
sujetos a normas, sino que también somos creadores de normas-; y tomar conciencia de las
estructuras socio-históricas y del lugar que ocupamos en ellas.

La Sociología mantiene una relación reflexiva con los seres humanos cuyo comportamiento social
estudia. Es una disciplina que abraza dos campos: el científico y el humanista, utilizando los métodos
de la ciencia para indagar en los problemas y la conducta de la sociedad humana. Por ello es una
herramienta analítica útil que permite la comprensión y entendimiento mayor de la realidad social
regional, nacional e internacional, liberando al estudiante de los propios localismos de tiempo, lugar y
circunstancias y de las constricciones de la cultura natal, abriéndole al conocimiento y comprensión de
un mundo más vasto y diverso.

Contribuye así a la formación del internacionalista brindándole una perspectiva sociológica que le
permite adquirir una nueva mirada sobre la estructura social y los procesos de transformación más
significativos en los distintos órdenes sociales. Y lo hace mediante los aportes conceptuales de los
pensadores de la Sociología, clásicos y contemporáneos, en quienes se pueden encontrar los
principales paradigmas sociales modernos, teniendo en consideración también, los antecedentes del
pensamiento sociológico en la Argentina y su constitución como ciencia en el país.

En esta época de globalización, la educación debe combinar el fortalecimiento de las identidades con
un pensamiento que vaya más allá de las propias realidades culturales y geográficas, para ayudar a
entender la heterogeneidad como un valor, aprendiendo a vivir en una sociedad pluralista y
democrática.
10

La imaginación sociológica es la cualidad mental necesaria para encontrar la manera de reducir las
tensiones sociales y ayudar a resolver los conflictos, estimulando el diálogo y las posibilidades de
cooperación entre las sociedades, comprendiendo su interrelación e interdependencia.

OBJETIVOS
Que los estudiantes:

• Accedan a los conocimientos propios de la disciplina con suficiente grado de profundidad, para
contribuir a su formación profesional en curso.
• Comprendan los grandes temas y los diversos marcos teóricos en su sistematicidad y capacidad
explicativa.
• Reconozcan, en los fenómenos sociales, lo sociológicamente relevante del comportamiento social.
• Utilicen conceptos y vocabulario específico de la materia, en el análisis de la realidad social local,
nacional e internacional.
• Se expresen con claridad y síntesis en forma oral y escrita.
• Valoren la complejidad sociocultural en las sociedades del mundo y en la argentina.
• Se entrenen en el pensamiento crítico-reflexivo acerca de la situación social, que les permita operar
en ella.
• Se ejerciten en la formulación de problemas, tarea que requiere mucha más creatividad que
resolverlos, porque implica plantearse cuáles son las condiciones reales que debe cumplir la
solución.
• Aprendan en un proceso activo, teniendo como resultado la apropiación creativa y significativa de
conocimientos.

CONTENIDOS:
Procedimentales:

Que los estudiantes desarrollen capacidades vinculadas con:

• Aprender a aprender, analizando información, discutiendo ideas, preguntándose, desarrollando


habilidades mentales para aplicar a nuevas situaciones.
• La lectura comprensiva y análisis de textos;
• La observación sistemática de la realidad social y su vinculación con conceptos y categorías de
análisis;
• La fluidez y precisión en la expresión oral y escrita;
• La búsqueda, clasificación, generalización, interpretación y relación de la información;
• La elaboración de informes, mapas conceptuales y monografía.
• La habilidad de pensar y actuar con flexibilidad a partir de los conocimientos previos
interrelacionados con los nuevos.

Actitudinales:

Que los estudiantes:

• Desarrollen actitudes críticas, reflexivas, argumentativas, colaborativas, para el diálogo constructivo


y para el análisis de lo social, apreciando lo positivo y valorando la complejidad sociocultural.
• Entiendan la heterogeneidad como un valor, para aprender a vivir respetando al otro en una
sociedad pluralista y democrática.
• Fortalezcan la propia identidad, conociendo al mismo tiempo otras realidades sociales.
• Aprecien el rol del sociólogo en el conocimiento del medio social.

CONTENIDOS DEL PROGRAMA


UNIDAD I: ¿Qué es la Sociología?

- Los orígenes de la Sociología. Marco histórico.


- La Sociología como forma de conocimiento científico. Métodos de investigación.
11

- El papel del sociólogo en la sociedad.


- La Sociología y las relaciones internacionales

UNIDAD II: La teoría sociológica

- Marxismo: teoría crítica: Karl Marx.


- Los clásicos: teorías analíticas: Emile Durkheim: funcionalismo. Max Weber: la acción social.
- Estructural funcionalismo: la sociedad como sistema. Talcott Parsons. Robert Merton.
- Interaccionismo simbólico: teoría del individuo activo y creativo. Importancia de los símbolos. George
Mead. Erving Goffman.
- Autores recientes: M. Foucault, J. Habermas.
- Dilemas teóricos: estructura y acción - consenso y conflicto - la configuración del mundo moderno.

UNIDAD III: Conceptos sociológicos clave (Marco teórico)

- Comportamiento sociológico
- Persona social - pautas sociales
- Interacción social - roles y status
- Grupos sociales - instituciones
- Sociedad - Cultura
- Integración sociocultural
- Valores sociales

UNIDAD IV: Microsociología y Macrosociología

- Procesos de reproducción social: socialización y educación.


- Interacción social en grupos primarios.
- Interacción social en grupos secundarios.
- Estructura social. Controles sociales.
- Instituciones: familiar, educativa, religiosa, política, económica, recreativa.

UNIDAD V: Cambio social (Transformación social)

- Tipos de sociedad.
- De la sociedad rural a la urbana. El urbanismo y las influencias internacionales.
- Estratificación social. Movilidad social.
- Marginalidad y conducta desviada.
- Demografía: elementos de análisis de los cambios en la población.

UNIDAD VI: Análisis de la sociedad contemporánea

- La modernidad como fenómeno social.


- Discusión post-modernidad versus modernidad.
- El cambio social hoy: la globalización.
- Pobreza y desigualdad.
- Cambios en el mundo del trabajo.
- Teóricos contemporáneos de la sociología crítica.

UNIDAD VII: Análisis de la sociedad argentina

- Elementos de análisis social e histórico de la sociedad argentina.


- José Ingenieros y los antecedentes de la sociología argentina.
- Gino Germani y el estatuto de ciencia de la sociología argentina.
- Conformación y transformación de las clases sociales en la estructura social argentina.
- La crisis argentina.
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ESTRATEGIAS Y PRINCIPIOS DE PROCEDIMIENTO


Las distintas situaciones de enseñanza y aprendizaje posibles de ser realizadas son: participación en
los foros de discusión e intercambio; consultas a través del correo electrónico; elaboración de trabajos
prácticos, entre otros. Por ello la base de nuestro trabajo será el entorno virtual (e-learning), espacio
de comunicación didáctica donde encontrará todos los recursos y orientaciones necesarios para
construir sus aprendizajes

Los modos de enseñanza-aprendizaje a utilizar serán:

- Expositivo: a través de los textos del módulo y las clases satelitales.


- Socrático: con preguntas recíprocas por medio del correo electrónico y el foro de discusión.
- Estudio independiente: mediante la lectura comprensiva de los textos bibliográficos obligatorios y
complementarios; su fichaje y la redacción de actividades prácticas e informes.
- Realización de: cuadros sinópticos, cuadros comparativos, ejemplificaciones, identificación de
semejanzas y diferencias, mapas conceptuales y respuestas a los cuestionarios de cada unidad,
ejercitando la auto-evaluación.
- Resolución y formulación de problemas, aplicando los contenidos conceptuales al análisis de la
realidad.
- Búsqueda y selección, en la red de Internet, de textos vinculados a los temas del programa.
- Monografía: elaboración de un trabajo de investigación sobre algún tema del programa a elección
del estudiante.

Estrategias para el estudio

Al examen final se llega después de un camino de aprendizaje que se va construyendo durante todo el
desarrollo de la materia. Es necesario organizar los tiempos disponibles para el estudio y adquirir una
rutina durante el año, a fin de lograr hábitos de lectura y fichaje.

Los apuntes del módulo no son suficientes para preparar la materia, sino sólo un elemento de apoyo
que sirve para organizar las ideas fundamentales.

El programa de la materia sirve de guía para clarificar los objetivos que persiguen el docente y los
conceptos fundamentales de la asignatura, para saber qué leer y con qué profundidad encarar cada
texto.

La lectura comprensiva de la bibliografía y el material complementario y la integración de los


conceptos en un mapa conceptual, servirá para encontrarle sentido a la materia.

Al final de cada unidad, hacerse preguntas sirve para aclarar conceptos y ayuda a rescatar los núcleos
principales de cada tema, reflexionando sobre qué es lo que se aprende, cómo se lo aprende y para
qué nos sirve.

EVALUACIÓN
Criterios:

Diagnóstica: Al inicio del período lectivo, a fin de evaluar el nivel de conocimientos previos de los
estudiantes.

De proceso: para verificar cómo se desarrolla el proceso de aprendizaje e interrelación de nuevos


conocimientos con los previos.

Final: a fin de comprobar la aplicación de los conocimientos adquiridos en la realización, presentación


y aprobación de una monografía al término del período lectivo.

- Uso de la terminología y vocabulario pertinente de la asignatura.


- Lectura bibliográfica.
13

- Participación en los foros de discusión.


- Presentación de los Trabajos Prácticos en tiempo y forma.
- Dominio de los contenidos desarrollados a lo largo del programa.

Condiciones para obtener la regularidad

IMPORTANTE

Los requisitos para regularizar la materia serán informados por el docente a través
de los canales pertinentes de comunicación:

• Tablón de anuncios
• Foro de la materia
• Cuadros de regularización publicados en la página web

Manténgase atento!!!

BIBLIOGRAFÍA
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA:
LUGAR Y AÑO
AUTOR TÍTULO EDITORIAL
DE EDICIÓN
Giddens, Anthony Sociología. Alianza Editorial (3ª edic.) Madrid. 2000
Estructura social de la Argentina (1955),
Germani, Gino Ediciones Solar Bs. As. 1987
Análisis estadístico.
Estructura social de la Argentina: 1945-
Torrado, S. Ediciones de la Flor 1992
1983.

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA:
Editorial de Belgrano. Buenos Aires.
Agulla, Juan Carlos. La Promesa de la Sociología.
Colección Textos 1982
Fondo de Cultura
Bauman, Zygmunt Modernidad líquida. 2000
Económica
Berger, P. Introducción a la Sociología. Limusa. Noriega Editores México. 2000
Bourdieu, Pierre Sociología y Cultura. Grijalbo México. 1990
Buenos Aires.
Castel, R. La metamorfosis de la cuestión social. Paidós
1997
La crisis en la crisis. Estado, Nación,
Delich, F. Sociedad y Mercados en la Argentina Eudeba. 1ª edición Bs.As. 2002
contemporánea.
Di Tella, Torcuato y Buenos Aires.
(comp.). Fundamentos de sociología. Editorial Biblos.
Lucchini, Cristina 1998
Di Tella, T. Introducción a la Sociología. Eudeba Bs. As. 1988
Buenos Aires.
Durkheim, Emile Las reglas del método sociológico. Editorial La Pléyade.
1967
Fondo de Cultura Buenos Aires.
Ferrer, Aldo Historia de la globalización.
Económica. 1996
Fichter, Joseph Sociología. Herder Barcelona. 1964
14

Estado-nación y globalización. Fortale-


García Delgado, Daniel zas y debilidades en el umbral del ter- Editorial Ariel. Buenos Aires
cer milenio.
Buenos Aires.
Gouldner, Alvin La crisis de la sociología occidental. Amorrortu editores.
1970
El Posmodernismo o la lógica cultural
Jameson, Frederic Paidós 1992
del capitalismo avanzado.
Manuscrito de economía política y
Marx, Karl Editorial Cartago. 1984
filosofía. 1844..
Fondo de Cultura
Marx, Karl El Capital. México. 1973
Económica.
Sociología de las relaciones
Merle, M. Alianza Editorial. 1995
internacionales.
Fondo de Cultura
Merton, R. Teoría y estructura social. México. 1964
Económica.
Moya, Carlos. Sociólogos y Sociología. Siglo XXI. Madrid. 1970
Red Editorial Buenos Aires.
Lyotard, F. La condición postmoderna.
Iberoamericana. 1987
Otros territorios. Ensayos sobre el Universidad Nacional de Buenos Aires.
Ortíz, Renato
mundo contemporáneo. Quilmes. 1998
Buenos Aires.
Parsons, Talcott Hacia una teoría general de la acción. Kapelusz
1968
Breve historia de la Argentina Contem- Fondo de Cultura
Romero, L. A. 1994
poránea. Económica.
Sociología del sistema global. El
Sklair, L. impacto socio económico y político de Gedisa editorial. 1ª edición. Barcelona. 2003
las corporaciones transnacionales.
Estructura social de la Argentina: 1945- Buenos Aires.
Torrado, Susana Ediciones de la Flor.
1983. 1992
Touraine y Habermas Ensayos de teoría social. UNAM México
Fondo de Cultura
Weber, Max Economía y sociedad. México. 1966
Económica.
Fondo de Cultura
Wright Mills, CH. La imaginación sociológica México. 1969
Económica.

PROFUNDIZACIÓN:
Unidad I:
Agulla, Juan Carlos La promesa de la Sociología. Belgrano. Textos. Bs. As. 1982
Berger, P. Introducción a la Sociología. Limusa Wiley. México. 1967
Durkheim, E. Las reglas del método sociológico. La Pléyade 1967
Di Tella, T. Introducción a la Sociología. Eudeba Bs. As. 1988
Elías, N. Sociología fundamental. Gedisa Barcelona. 1982
Fichter, J. Sociología. Herder Barcelona. 1964
Alianza Universidad
Giddens, A. Sociología. Madrid. 2000
Textos. 3ª edición.
Sociología de las relaciones Internacio-
Merle, M. Alianza Editorial. Madrid. 1995
nales.
15

La formación del pensamiento socioló-


Nisbet, R. Amorrortu Bs. As. 1969
gico.
Touraine y Habermas Ensayos de teoría social. UNAM México
Fondo de Cultura
Wright Mills, C. La imaginación sociológica. México. 1964
Económica.
Zeitlin, I. Ideología y teoría sociológica. Amorrortu Bs. As.
Unidad II:
Las etapas del pensamiento socioló-
Aarón, Raymond Editorial Siglo Veinte. Bs. As. 1978
gico.
Agulla, Juan Carlos La promesa de la Sociología. Belgrano Textos. Bs. As. 1982
Di Tella, T. y Lucchini,
Fundamentos de Sociología. Editorial Biblos Bs. As. 1998
C.
Durkheim, E. Las reglas del método sociológico. De La Pléyade Bs. As. 1987
Durkheim, E. Lecciones de sociología. Schapire Bs. As. 1962
Giddens, A. Sociología. Alianza. 3ª edición Madrid. 2000
Manuscrito de Economía Política y
Marx, K. Cartago 1984
Filosofía. 1844.
Marx, K. y Engels, F. Ideología alemana. Grijalbo Barcelona.1985
Moya, C. Sociólogos y Sociología. Siglo XXI 1970
Parsons, T. Hacia una teoría general de la acción. Kapelusz 1968
Fondo de Cultura
Weber, Max. Economía y Sociedad. 1966
Económica. Cap. 1.
Unidad III:
Agulla, J.C. La promesa de la Sociología. Op. cit. -.-
Durkheim, E. Las reglas del método sociológico. Op. cit. -.-
Fichter, J. Sociología. Op. cit. -.-
Giddens, A. Sociología. Paidós. Bs. As.
Johnson, Harry Sociología. Amorrortu Bs. As. 1968
Merton, R. Teoría y estructura social. Op. cit. -.-
Parsons, T. Hacia una teoría general de la acción. Op. cit. -.-
Weber. M. Economía y sociedad. Op. cit. -.-
Unidad IV:
Agulla, J.C. La promesa de la Sociología Op. cit. -.-
Durkheim, E. Las reglas del método sociológico Op. cit. -.-
Fichter, J. Sociología Op. cit. -.-
Giddens, A. Sociología. Op. cit. -.-
Merton, R. Teoría y estructura social. Op. cit. -.-
Johnson, H. Sociología. Op. cit. -.-
Parsons, T. Hacia una teoría general de la acción. Op. cit. -.-
Unidad V:
Agulla, J.C. La promesa de la Sociología. Op. cit. -.-
La sociología del cambio y el cambio de
Costa Pinto, L. A. Eudeba. 4ª edición. 1972
la sociología.
16

Durkheim, E. El suicidio. Akal Universitaria Madrid


Fichter, J. Sociología. Op. cit. -.-
Giddens, A. Sociología. Op. cit. -.-
Johnson, H. Sociología. Op. cit. -.-
El análisis demográfico. Conceptos,
Pressat, R. Alianza. Textos Madrid. 1983
métodos, resultados.
Vallin, J. La demografía. Alianza Editorial Madrid. 1995
Sociología de la población. Introducción
Weeks, J. Alianza Madrid. 1981
a los conceptos y cuestiones básicas.
Unidad VI:
Baladier, G. El desorden. Editorial Gedisa Madrid. 1991
Fondo de Cultura
Bauman, Z. Modernidad líquida. -.-
Económica.
Regionalización e integración econó- Nuevo hacer. ISEN. 1ª
Bouzas, R. Bs.As. 1997
mica. edición.
Castel, R. La metamorfosis de la cuestión social. Paidós 1997
Fondo de Cultura
Ferrer, A. Historia de la globalización. 1996
Económica
La estructura de clases en las socieda-
Giddens, A. Alianza Editorial 1980
des avanzadas.
Giddens, A. Sociología. Op. cit. -.-
Problemas de legitimación del capitalis-
Habermas, J. Amorrortu 1970
mo tardío.
El Postmodernismo o la lógica cultural
Jameson, F. Paidós 1992
del capitalismo avanzado.
Red Editorial
Lyotard, F. La condición postmoderna. Bs. As. 1987
Iberoamericana
Otros territorios. Ensayos sobre el Universidad Nacional de
Ortíz, R. 1998
mundo contemporáneo. Quilmes
Sociología del sistema global. El
Sklair, L. impacto socioeconómico y político de Gedisa editorial. 1ª edición. Barcelona. 2003
las corporaciones transnacionales.
Stiglitz, J. El malestar en la globalización. Taurus 2001
Fondo de Cultura
Touraine, A. ¿Podremos vivir juntos? Bs. As. 1997
Económica.
Unidad VII:
La crisis en la crisis. Estado, nación,
Delich, F. sociedad y mercados en la Argentina Eudeba. 1ª edición. Bs. As. 2002
contemporánea.
Di Tella, T. y otros. Argentina, sociedad de masas. Eudeba Bs. As. 1965
Germani, G. Estructura social de la Argentina. Raigal Bs. As. 1955
Política y sociedad en una época de
Germani, G. Paidós Bs. As. 1962
transición.
Germani, G. Sociología de la modernización. Paidós Bs. As. 1969
Marsal, J. Argentina conflictiva. Paidós 1972
17

Breve historia de la Argentina Fondo de Cultura


Romero, J. L. 1994
contemporánea. Económica.
Estructura social de la Argentina: 1945-
Torrado, S. Ediciones de la Flor 1992
1983.
Historia de la familia en la Argentina
Torrado, S. -.- -.-
moderna (1879-2000)

Lecturas sugeridas para completar los temas del programa de sociología, según el enfoque de la
Doctrina Social de la Iglesia:
Del "Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia" del Pontificio Consejo Justicia y Paz, editado por la
Conferencia Episcopal Argentina en el 2005:
(16) "Los interrogantes radicales que acompañan desde el inicio el camino de los hombres, adquieren en nuestro
tiempo importancia aún mayor por la amplitud de los desafíos, la novedad de los escenarios y las opciones
decisivas que las generaciones actuales están llamadas a realizar.
El primero de los grandes desafíos que la humanidad enfrenta hoy es el de la verdad misma del ser-hombre. El
límite y la relación entre la naturaleza, técnica y moral son cuestiones que interpelan fuertemente la
responsabilidad personal y colectiva en relación a los comportamientos que se deben adoptar respecto a lo que
el hombre es, a lo que puede hacer y a lo que debe ser. Un segundo desafío es el que presenta la comprensión
y la gestión del pluralismo y de las diferencias en todos los ámbitos: de pensamiento, de opción moral, de
cultura, de adhesión religiosa, de filosofía del desarrollo humano y social. El tercer desafío es la globalización,
que tiene un significado más amplio y más profundo que el simplemente económico, porque en la historia se ha
abierto una nueva época, que atañe al destino de la humanidad".
Se recomienda leer la Constitución pastoral "Gaudium es Spes" (1966) del Concilio Vaticano II - (1025-1120),
sobre las expectativas del mundo contemporáneo; y la ampliación sobre la vida económico-social que hace
Pablo VI en su encíclica "Populorum progressio" (1967) - (294-296) y su reflexión sobre la sociedad
postindustrial en la Carta apostólica "Octogésima adveniens"(1971) - (401-441).
Para el tema del trabajo: Juan Pablo II le dedica la encíclica "Laborem exercens" (1981) (577-647).
Sobre la paz en el mundo como fruto de la solidaridad, Juan Pablo II escribió la encíclica "Sollicitudo rei socialis"
(1988) (513-586).
Para el tema de la sociabilidad humana, el ser social del hombre: la "Gaudium et Spes" nº: (12-25-76) y en el
Catecismo de la Iglesia Católica (nº: 1880-1882) y de la "Sollicitudo rei socialis" nº 26.
Del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, sobre los temas de:
• La responsabilidad de todos por el bien común: nº 166.
• Tareas de la comunidad política: nº 168, 169 y 170.
• La participación social: nº 189, 190 y 191.
• Principio de solidaridad: nº 192, 193, 194, 195.
• Valores fundamentales de la vida social: nº 197, 198, 199, 200, 201, 202, 203.
• Importancia de la familia para la sociedad: nº 213, 214.
• Sobre el trabajo: nº 267, 268, 269, 270, 271 al 283, 297, 298, 308 al 322.
• La globalización: nº 361 al 376.
• Comunidad política: nº 384 al 398; 401, 402, 414 al 416.
• Sociedad civil: nº 417 al 419.
• Comunidad internacional: nº 433 al 450, 513 al 515, 575, 581 al 583.
18

UNIDAD I
¿QUÉ ES LA SOCIOLOGÍA?

Vivimos en un mundo cambiante, conflictivo, con tensiones y diferencias sociales, ante


posibles ataques nucleares y con el ambiente natural deteriorado por los abusos de la
tecnología moderna. A pesar de ello, tenemos medios para mejorar nuestras vidas y
nuestro destino humano.

La Sociología, como disciplina de la cultura intelectual moderna, se preocupa por


estas cuestiones y por la dirección que tomará el cambio en el futuro, ya que investiga
sobre la vida social humana, de los grupos y sociedades. Tiene como objeto de
estudio nuestro propio comportamiento como seres humanos. Su ámbito es amplio:
desde los encuentros interpersonales hasta la investigación de los procesos sociales
globales.

A continuación presentamos algunas definiciones de Sociología:

- Es el estudio de las interacciones significativas de los individuos.


- Es la ciencia de lo social, de los fenómenos de la convivencia humana.
- Es el estudio directo y objetivo de los fenómenos de la vida humana en sociedad.
- Es producto de la sociedad y el producto por el cual la sociedad toma conciencia de
sí misma y de sus problemas.
- Es el estudio científico de la sociedad, de su estructura, funciones y procesos.
- Es el estudio científico de la formación, organización y transformación de la sociedad
humana.
- Es la ciencia de las instituciones, de su génesis y de su funcionamiento.

Nos demuestra la necesidad de utilizar un punto de vista más amplio para saber por
qué somos como somos y actuamos de la forma en que lo hacemos y para entender
que las cosas dadas en nuestra vida están influidas por fuerzas históricas y sociales,
que la vida individual refleja las experiencias sociales.

Diversos acontecimientos que nos preocupan individualmente tienen que ver, en


realidad, con asuntos más generales. Por ejemplo: el divorcio, el desempleo, el sida,
etc. Muchas decisiones que creemos apropiadas tienen que ver con el ambiente social
del que provenimos. Pero, aunque todos estamos influidos por nuestro contexto social,
éste no nos condiciona del todo. Tenemos nuestra propia individualidad y la
desarrollamos.

La labor de la Sociología es investigar la conexión existente entre lo que la sociedad


hace de nosotros y lo que hacemos nosotros de nosotros mismos. Nuestras acciones
estructuran -dan forma- al mundo social que nos rodea y al mismo tiempo, son
estructuradas por él. Este proceso permanente de construcción y reconstrucción de la
vida social, se basa en los significados que las personas atribuyen a sus acciones,
pero éstas pueden tener consecuencias no deseadas. Una cosa es lo que
pretendemos lograr y otra lo que logramos en interrelación con los demás.

Lo que hacemos en la vida y de qué modo nuestras acciones afectan a otros, puede
entenderse como una combinación de consecuencias deseadas y no deseadas. La
tarea de la Sociología es estudiar el equilibrio existente entre la reproducción social
(cómo las sociedades siguen funcionando a lo largo del tiempo) y la transformación
social (los cambios que experimentan).
19

La Sociología también es una forma de conocer lo social con importantes


consecuencias prácticas. Puede contribuir a la crítica y a la reforma práctica de la
sociedad:

1. Al ayudar a comprender mejor las circunstancias sociales, pues da más


posibilidades para controlarlas.
2. Proporcionando los medios para aumentar nuestra sensibilidad humana y cultural,
haciendo que las políticas se basen en la conciencia de las necesidades humanas
de desarrollo económico y social y en la diversidad cultural.
3. Investigando las consecuencias deseadas y no deseadas de la implantación de
políticas concretas.
4. Proporcionando autoconocimiento, ofreciendo a los grupos y a las personas más
oportunidades de cambiar sus condiciones de vida.

Puede alentar el descubrimiento y consideración de alternativas culturales a nivel


internacional, ya que estudia “la diversidad humana en los mundos sociales en que
han vivido, viven y vivirán los hombres” (Wright Mills, La imaginación sociológica. FCE.
1964) en relación con el período histórico en que existe.

Una de las características que, como señala Mills, es definitoria de nuestra época es la
existencia, por primera vez en la historia, de una interacción seria, rápida y evidente
entre los diversos mundos sociales existentes. Él sostiene que, en nuestros días, es
indispensable ampliar el punto de vista para que incluya, no sólo lo local y nacional,
sino también una perspectiva mundial o universal.

En esta encrucijada de la historia, es necesario el compromiso de los científicos


sociales en la causa de la supervivencia del hombre y su empeño en la búsqueda de
un nuevo orden, del desarrollo y de mejores oportunidades de vida para todos.

Según Juan Carlos Agulla, una de las peculiaridades de la Sociología es que, además
de ser una ciencia -un conocimiento racional de la sociedad- es también una
conciencia crítica de la sociedad y un método de conocimiento -una manera de
explicar la génesis social de las ideas sociológicas-(AGULLA, Juan Carlos, La
Promesa de la Sociología.1982).

Marco Histórico
El estudio objetivo y sistemático del comportamiento humano y de la sociedad es un
hecho relativamente reciente, cuyos orígenes se remontan a principios del siglo XIX.
El trasfondo de la primera sociología fue el de los cambios arrolladores que trajeron
consigo la Revolución francesa de 1789 y la Revolución industrial en Europa. La
sacudida que sufrieron los modos de vida tradicionales con estos cambios, produjo
una revisión de la forma de entender tanto el mundo social como el natural.

Una evolución clave fue la utilización de la ciencia, en lugar de la religión, para


comprender el mundo. Las preguntas que los pensadores del siglo XIX querían
contestar -¿Qué es la naturaleza humana?, ¿Por qué está estructurada la sociedad de
una determinada manera?, ¿Cómo y por qué cambian las sociedades?- son las
mismas que se plantean los sociólogos de hoy. El mundo contemporáneo es
completamente diferente al del pasado y la labor de la sociología es ayudarnos a
comprenderlo y a prever un posible futuro.
20

El positivismo y los orígenes de la Sociología

La Revolución Francesa 1 y el positivismo -radical heredero de los ilustrados y


enciclopedistas- son, en mutua conexión, dos de los hechos fundamentales que
posibilitan la fundación de la Sociología.

La primera, con su intento de instaurar la razón en el ámbito de la vida política, es el


momento explosivo que señala el salto de la burguesía al primer plano de la vida
social. Al establecer la “Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano”
(1791), la Asamblea consagra la razón natural burguesa frente a la legitimación
teológica del antiguo régimen.

El triunfo de la razón natural en la vida política francesa es inmediatamente posterior y


complementario al triunfo de la razón empírica en las ciencias naturales, en íntima
relación con el salto tecnológico que significa el desarrollo industrial inglés (Revolución
industrial).

El pensamiento científico preside la historia intelectual del siglo XIX y se transforma en


modelo.

El positivismo -consagración del conocimiento científico frente al metafísico y al


teológico, de la discusión empírica frente a la autoridad dogmática aceptada- sólo es
posible en una sociedad cuyos modelos teóricos tradicionales han sucumbido al
mismo tiempo que su vieja estructura: la crisis del antiguo régimen y la revolución
industrial han hecho posible la aparición de esta nueva forma de la inteligencia que es
el positivismo, cuyo desarrollo estará vinculado al proceso histórico de ese mismo
sistema de contradicciones sociales que producen su génesis. La desaparición del
estado monárquico implica la disolución del orden estamental: a la presunta armonía
cuerpo social unificado orgánicamente como cuerpo político, sucede la abierta lucha
de clases, clave del desarrollo económico capitalista y determinante de la democracia
como nueva forma política (Cfr. Moya, 1970).

La aparición de la Sociología:
Hacia fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, se conformó una forma especial de
vida social a la que se denomina sociedad nacional, caracterizada por una estructura
de dominación que consta de una estratificación social clasista, una estructura
burocrática del poder y una ideología liberal de base racional. Su aparición es el
resultado de una serie de procesos sociales que comenzaron en Europa a partir del
Renacimiento, pero que eclosionan -como señalamos antes- con la Revolución
industrial inglesa (hacia 1770) y con la Revolución francesa (1789)

La sociedad nacional es básicamente histórica. Fue el resultado de ciertos procesos


sociales tales como:

- la constitución del Estado- razón,


- la formación de las clases sociales y especialmente de la burguesía,
- el crecimiento y presencia económica y social de las ciudades,
- el desarrollo de la economía monetaria y del sistema capitalista que culmina con la
Revolución industrial,
- la imposición de la ciencia como manera de conocer y
- la afirmación del individualismo (las libertades civiles) frente al Estado.

1
Ésta implicó la quiebra del sistema tradicional, de la autoridad de la aristocracia y el clero en el poder monárquico.
21

En la conjunción de todos estos procesos, comienza a aparecer una nueva estructura


de dominación que se asienta -como dijimos antes- en una estratificación clasista, en
una estructura burocrática del poder y en una ideología liberal de base racional.
Emerge entonces la sociedad nacional.

Se descubre esta nueva forma de vida social en el primer tercio del siglo XIX y el
mérito de encarar su estudio como un “todo” corresponde a Auguste Comte y
anteriormente a Saint-Simón, como resultado de un paulatino proceso de maduración
de los conocimientos de la realidad social, con los aportes de Maquiavelo, Hobbes,
Locke, Vico, Montesquieu, Rousseau, Adam Smith, David Ricardo, Hegel, Turgot,
Condorecet, etc.

La constitución autónoma del conjunto de las hoy llamadas ciencias sociales, se halla
así, en el Renacimiento. El precursor reconocido será Nicolás Maquiavelo (1469-
1527), cuya obra marca la liberación de la reflexión política de sus condicionamientos
teológicos y filosóficos. Lo que podríamos llamar ciencia política (teoría del gobierno y
de las relaciones entre gobierno y sociedad), es el primer campo secularizado del
saber dentro de las ciencias sociales.

La anticipación de la teoría política sobre el resto de las disciplinas, está vinculada con
el surgimiento de las naciones y de los Estados centralizados, que ponía en el núcleo
del debate el tema de la organización del poder. Bajo el modo de producción
capitalista entonces en expansión, ésta no podía ser pensada sino como un contrato
voluntario entre sujetos jurídicamente iguales. Hobbes, Locke, Montesquieu,
Rousseau, son algunos de los jalones en ese camino de constitución de un nuevo
saber sobre el sentido de las relaciones sociales entre los hombres. Nace la idea del
contrato social, de la “soberanía popular” y de las formas de representación de esa
soberanía que recorre el pensamiento político desde el siglo XVI

Este pensamiento es un producto, en el plano de la teoría, de la generalización de las


relaciones mercantiles: el nacimiento de la ciencia política, la primera de las ciencias
sociales, desde el punto de vista cronológico.

El segundo movimiento corresponde a la economía política: Adam Smith y David


Ricardo significan en este plano del pensamiento económico, lo que Hobbes, Locke o
Montesquieu en el de la reflexión política. A partir del siglo XVIII, la atención se dirigirá
a los problemas de la producción, surgidos a partir de la Revolución industrial.

En el siglo XIX, aparece el tercero de los campos del conocimiento referido a las
relaciones entre los hombres: la sociología. Aunque su origen está ligado a una
situación de crisis, la respuesta que ella propondrá, desde sus fundadores en
adelante, será conservadora o reformadora, tendiente a garantizar el mejor
funcionamiento del orden constituido.

El origen de la Sociología se diferencia nítidamente del desarrollo de la Ciencia


Política y de la Economía. Ambas, girando alrededor de las ideas de contrato y de
mercado, sostenidas sobre el principio de la igualdad jurídica de los hombres,
construían las teorías específicas que generalizaban en el plano del pensamiento, las
relaciones sociales históricamente necesarias para el desenvolvimiento del
capitalismo. Complementaban los avances de las ciencias naturales contribuyendo a
la secularización del mundo, a la proyección del hombre burgués al plano de dueño y
no de esclavo de la naturaleza y de la sociedad.

El nacimiento de la sociología se plantea cuando ese nuevo orden ha empezado a


madurar, y se han generalizado ya las relaciones de mercado y el liberalismo
representativo. En el interior de la flamante sociedad aparecen nuevos conflictos,
radicalmente distintos a los del pasado, producto del industrialismo. Emerge un nuevo
actor social, el proletariado de las fábricas, vindicador de un nuevo orden. Para dar
22

respuesta a las conmociones que esta presencia señala, la sociología arrancará


intentando reconstruir las bases del orden social perdido con el capitalismo, la antigua
armonía sumida ahora en el caos de la lucha de clases. Su función es dar respuestas
conservadoras a la crisis planteada en el siglo XIX. Es una ideología del orden, del
equilibrio, que intenta sistematizar por primera vez, su objeto de conocimiento: la
sociedad. Para quienes serán los fundadores de la sociología, ha llegado la hora de
indagar leyes científicas de la evolución social y de instrumentar técnicas adecuadas
para el ajuste de los conflictos que recorren Europa.

La ciencia social, a imagen de las ciencias de la naturaleza, deberá constituirse


positivamente. La sociedad será comparable al modelo del organismo. Para su estudio
habrá que distinguir un análisis de sus partes -una morfología o anatomía y una
fisiología o funcionamiento-. Como sostenía Saint- Simón, una fisiología e higiene, que
no fuera pura especulación, sino instrumentación de preceptos aplicables para la
corrección de las enfermedades del organismo social.

Este positivismo, que exigía estudiar a la sociedad como se estudia a la naturaleza,


encontraba su método en el de la biología, rama del conocimiento en acelerada
expansión durante el siglo XIX. También significaba reaccionar contra el negativismo
de la filosofía racionalista de la Ilustración, contemporánea de la Revolución francesa.
El punto de vista de la escuela positiva, era distinto. La realidad no debía subordinarse
a ninguna razón trascendental. Los hechos, la experiencia, el reconocimiento de lo
dado, predominaban sobre todo intento crítico.

La sociedad puede experimentar procesos de cambio, pero ellos deben estar incluidos
dentro del orden. La tarea a cumplir era desentrañar ese orden, contemplarlo y
corregir las desviaciones que se produjeran en él. Así, todo conflicto que tendiera a
destruir radicalmente ese orden debía ser prevenido y combatido, lo mismo que la
enfermedad en el organismo.

Con esta carga ideológica nace la sociología clásica. En el plano de la teoría y de la


práctica social, aparecerán dos vertientes antitéticas: una será la del socialismo
(proyectado del plano de la utopía al de la ciencia por Karl Marx); la otra, la que
configura la tradición sociológica clásica (E. Durkheim y M. Weber).

Los padres fundadores:


Habitualmente se considera a Auguste Comte (1798-1857) como el fundador de la
Sociología. En rigor, él es el inventor de la palabra “sociología”, aunque en un principio
había bautizado a su disciplina como “física social”, ya que aspiraba a asimilar el
estudio de los fenómenos sociales a la perspectiva de las ciencias naturales.

Pero es el Conde Claude Henri de Saint-Simón (1760-1825) quien puede reivindicar


el carácter de padre de la sociología con mejores títulos. Comte no haría más que
darle un sentido más conservador a la teoría saintsimoniana. Ambos autores
estuvieron en estrecha relación: Comte fue secretario de Saint-Simón entre 1817 y
1823 y colaboró con él en la redacción del “Plan de las operaciones científicas
necesarias para la reorganización de la sociedad”, en donde sostenían que la política
debía convertirse en física social, con la finalidad de descubrir las leyes naturales de la
evolución de la sociedad.

En Saint-Simón se fusionan elementos progresistas y conservadores. Por un lado,


admiraba el orden social integrado del medioevo, pero por el otro, ha quedado en la
historia del pensamiento como un teórico del industrialismo y como un profeta de la
sociedad tecnocrática. El conocimiento científico, para él, deberá ocupar en la nueva
sociedad el papel que la fe religiosa tenía en la sociedad antigua. El sistema industrial
23

del futuro será gobernado autoritariamente por una élite integrada por científicos y por
productores, en los que Saint-Simón agrupa tanto a los capitalistas como a los
asalariados. Esta élite aseguraría la unidad orgánica de la sociedad, perdida tras la
destrucción del orden medieval, con la ciencia ocupando el lugar de la religión, los
técnicos el de los sacerdotes y los industriales el de los nobles feudales. (SAINT-
SIMON, Catecismo político de los industriales. Madrid. Aguilar. 1960)

El mérito de su concepción es haber reconocido en las leyes económicas el


fundamento de la sociedad. A partir de 1828, ideas que no aparecían en Saint-Simón,
como la de lucha de clases o críticas a la propiedad privada y a la nueva explotación
capitalista, son comunes en los textos de sus discípulos, que adscriben al socialismo
utópico.

La autonomía de la sociología será fundada por A. Comte. Él resume las ideas de su


tiempo y las integra en un discurso totalizador, depurando al pensamiento de Saint-
Simón de sus tensiones utopistas y enfatizando sus contenidos conservadores. El
objetivo de sus trabajos -Curso de Filosofía positiva (1830-1842) y Sistema de política
positiva (1851-1854)- es contribuir a poner orden en una situación social que definía
como anárquica y caótica 2, mediante la construcción de una ciencia que, en manos de
los gobernantes, pudiera reconstruir la unidad del cuerpo social, pero sin volver a
restaurar el antiguo régimen.

Comte, en la búsqueda de leyes evolutivas de las sociedades humanas, incorpora a


su discurso la idea de la evolución y del progreso, pero suponiendo que los cambios
debían estar contenidos en el orden. La sociedad debía ser considerada como un
organismo y estudiada en dos dimensiones: la de la estática social (análisis de sus
condiciones de existencia: de su orden) y la de la dinámica social (análisis de su
movimiento: de su progreso). Orden y progreso estrechamente relacionados. El
primero es posible sobre la base del consenso, que asegura la solidaridad de los
elementos del sistema. El segundo debe ser conducido de modo que asegure el
mantenimiento de la solidaridad, pues de otra forma la sociedad se desintegraría.

La idea de evolución es la del desarrollo sucesivo de un principio espiritual, de


acuerdo con el cual la humanidad pasaría por tres etapas: la teológica, la metafísica y
la positiva. Esta última sería capaz de sintetizar los polos de orden inmóvil y de
progreso anárquico que caracterizaron a las dos primeras etapas. La etapa positiva,
según Comte, marcaría la llegada al estado definitivo de la inteligencia humana y
colocaría en la cima de las ciencias a la sociología: “la ciencia que tiene por objeto el
estudio de los fenómenos sociales considerados con el mismo espíritu que los
astronómicos, los físicos, los químicos o los fisiológicos, es decir, sujetos a leyes
naturales invariables, cuyo descubrimiento es el objeto especial de investigación”.

Se prepara así la legitimación académica y social de la sociología y del positivismo


que reconciliará la razón con el orden establecido. La razón sociológica implica la
evidencia de la necesidad del orden social y de su evolución progresiva.

La sociología se funda implantando al hombre en la conciencia de ser el único y


absoluto protagonista de la historia. Al romper con la dimensión trascendente de la
temporalidad humana, el tiempo mundanal cobra un sentido absoluto. Es este mundo,
y no el “otro”, el lugar de toda posible perfección humana: desarrollo humano e historia
temporal se identifican en esa secularización radical que rechaza toda ulterior
referencia a una “historia sagrada”.

El dogma del progreso histórico indefinido reemplaza a la fe en la gloria divina.

2
En 1825, Francia había sido sacudida por una primera crisis general: las consecuencias sociales del sistema industrial
comenzaban a estar a la vista y entre 1830 y 1848 la lucha de clases conmovería al país.
24

El evolucionismo constituye la clave que completa la concepción positivista del mundo,


asegurando su enorme éxito intelectual.

La vinculación del positivismo con la sociología inicial es más clara en Herbert


Spencer (1820-1903). Su obra coincide con el esplendor victoriano en Gran Bretaña,
es decir, con la consolidación de su país como potencia hegemónica mundial. Él
intentó aplicar a lo social el método científico-natural. El principio que unificaba ambos
campos era el de la evolución; las leyes de la misma, propuestas por la biología, eran
universalmente válidas. Es notorio que este estudioso fue influido por las teorías de
Darwin, quien publica El origen de las especies en 1859.

La teoría de Spencer consagra el predominio del capitalismo libre-empresista y la


influencia imperialista británica. Toma de Darwin el principio de la supervivencia de los
más aptos y lo traslada al campo social para justificar la conquista de un pueblo por
otro. Para Spencer, la sociología tenía que demostrar que los hombres no debían
intervenir sobre el proceso natural de las sociedades. 3

Sociología, evolucionismo, positivismo, son -de acuerdo con Carlos Moya- la


expresión esquemática de una nueva concepción del mundo, cuyo espíritu motor
radica en una secularización científica de las ideas de divinidad y providencia, en
provecho de un humanismo progresista y mundanal.

El postulado fundamental de esta fe racionalista es la cognoscibilidad empírica de la


realidad total: observable, experimentable, organizable teóricamente.

Ralph Dahrendorf sostiene que: “lo mismo que para la sociedad medieval feudal
significó la Teología, y para la moderna la Filosofía, eso significa la Sociología para la
sociedad industrial” (Citado en MOYA, 1970). La secularización burguesa del mundo
encuentra su máximo cumplimiento teórico en la nueva disciplina, instrumento decisivo
para su progresiva racionalización, según Max Weber.

Siguiendo a Saint-Simón, la Sociología intenta organizar racionalmente la convivencia


humana. Surge como ciencia con destino político, como teoría que trata de encarnarse
inmediatamente conformando la praxis social.

Todos estos autores se inscriben dentro de las teorías enciclopédicas de la Sociología,


que responden a la pregunta por la aparición e integración de las sociedades
nacionales. Sus escritos, realizados entre 1820 y 1870, describen y explican
propiedades de esas sociedades. Fueron reformadores sociales al vincular sus teorías
con la praxis política.

El objeto de la Sociología, en esta primera etapa teórica, es la sociedad nacional como


un todo. Estos autores utilizan la observación conceptual y prueban sus hipótesis
recurriendo a la historia; mediante la comparación extraen leyes históricas. Son teorías
historicistas, pues entienden que la realidad social es histórica y progresiva, en la
búsqueda de un ordenamiento social mejor. (Agulla, La Promesa de la Sociología
1982)

Así como podemos establecer vínculos entre los problemas de la sociedad francesa y
la teoría de Comte, o la era victoriana en Inglaterra y los principios de Spencer, la
misma relación podría postularse entre la Alemania de la segunda mitad del siglo XIX
y la obra de Ferdinand Toennies (1855-1936), principal precursor de otra vertiente
sociológica que aparece en Alemania.

3
Como veremos más adelante, esta ciencia spenceriana influyó considerablemente sobre élites de sociedades dependientes,
como la argentina de fines de siglo XIX.
25

A fines del siglo XIX se discute en Alemania la legitimidad de construir una ciencia de
lo social equiparable a las ciencias de la naturaleza, rechazando la posibilidad de
aplicar métodos analíticos al mundo del hombre. Surge la distinción entre ciencias de
la naturaleza y ciencias del espíritu. Únicamente lo fenoménico, lo material, puede ser
conocido; lo cultural, lo propio del espíritu sólo puede ser intuido. Los hechos
históricos son únicos e irrepetibles, es inútil buscar en ellos regularidades para
determinar leyes.

En ese clima cultural, fuertemente marcado por el historicismo y por el rechazo al


cientificismo positivista y al marxismo, surge Toennies, cuya importancia estriba,
sobre todo, en haberle abierto el camino a una obra como la de Max Weber.

El libro fundamental de Toennies es Comunidad y sociedad, publicado en 1887. La


Sociología aparece allí como conocimiento de las relaciones sociales y éstas, a su
vez, sólo pueden ser concebidas como producto de la voluntad de los hombres. Dos
tipos básicos de relación entre los hombres son los de comunidad y sociedad. Ejemplo
de la primera es la familia, el vecindario, el grupo de amigos. Su característica es estar
fundada sobre lazos naturales, asimilados al modelo de un organismo. Por otro lado,
ejemplo de sociedad sería la ciudad o el Estado, fundados sobre el contrato, la
racionalidad, el cálculo, en donde los lazos que unen a sus elementos se asemejan a
las piezas de una máquina.

Saint-Simón, Comte, Spencer, Toennies y otros, comportan en conjunto una suerte de


prehistoria de la sociología clásica. Las preocupaciones metodológicas que
incorporan, tensionadas entre el naturalismo y el historicismo, la línea general que
promueven, en relación con la sociedad, marcada por un afán conservador y buena
parte de los conceptos aportados, configuran un capítulo relevante para el ingreso de
la Sociología a su etapa de madurez. En ésta, dos figuras desempeñarán un papel
sobresaliente: Emile Durkheim y Max Weber.

La Sociología como forma de conocimiento científico. Métodos


de investigación
Ciencia es la utilización de métodos sistemáticos de investigación empírica, análisis de
datos, elaboración teórica y valoración lógica de argumentos, para desarrollar un
cuerpo de conocimientos acerca de una determinada materia.

La Sociología, como cualquier otra ciencia y por el hecho de serlo, no se constituyó de


una vez y para siempre. Ha sufrido, paulatinamente, modificaciones y
transformaciones, muchas de ellas de fondo, como todo conocimiento humano y
especialmente, como todo conocimiento científico, ha hecho ajustes a su teoría
sistemática en su confrontación con la experiencia y dando mejores respuestas en un
constante proceso de precisión conceptual, de consistencia teórica y de cobertura
explicativa. Es una manera de conocer la forma de vida social, mediante la
observación de los fenómenos sociales. La observación y la experiencia son los
elementos claves del método de la ciencia, son los pasos que definen la acción de
razonar.

La Sociología es una empresa científica que conlleva la aplicación de métodos


sistemáticos de investigación empírica, el análisis de datos y la valoración de teorías
según las pruebas existentes y con un argumento lógico.

El conocimiento que emerge de la ciencia es siempre hipotético y conjetural, por eso,


puede ser rechazado por falso o por insuficiente o por superfluo. De este hecho
surgen sus peculiaridades como manera de conocer. El conocimiento científico es
básicamente relativo, acumulativo, progresivo, y ha dado origen a una cultura científica
26

y tecnológica, empíricamente ecuménica, en todos los ámbitos culturales del mundo.


Con ella se van imponiendo sus valores, se tiende a una planetización de la vida social
(mundialización) y quizás, como parte de un proceso de superación de las sociedades
nacionales.

La Sociología nació con la pretensión de ser ciencia y por eso ha seguido un proceso
de maduración científica que se manifiesta en el nivel de precisión de sus conceptos,
de integración de su teoría y de cobertura explicativa.

Sus teorías, elaboradas a lo largo del tiempo, tienen distintos grados de cientificidad, a
través de los autores más relevantes de la historia de la Sociología. Según J.C. Agulla,
podemos fijar tres niveles de cientificidad de la Sociología que responden a la relación
existente entre la sociedad nacional y la sociología disponible, y destacan la
particularidad de la Sociología que, además de ser una ciencia (un conocimiento
racional de la sociedad), es también una conciencia crítica de esta sociedad y un
método (cuerpo de ideas y conocimientos), una manera de explicar la génesis social
de las ideas sociológicas, como lo ha destacado Karl Mannheim.

El primer nivel es el de los fundadores de la Sociología (Saint-Simón, Comte, Spencer,


Marx), que responden a la pregunta por la aparición e integración de las sociedades
nacionales en Europa (entre1820 y 1870). Es el de las teorías enciclopédicas que
tienen un bajo nivel de cientificidad, que se advierte por ejemplo, en la terminología, en
el aparato conceptual con que se observan los fenómenos sociales. Estos teóricos no
elaboraron conceptos propios sino que recurrieron a conceptos de otras ciencias;
Comte los extraía de la física (estática y dinámica social, física social); Spencer de la
biología (estructura, funciones, circulación); Marx de la economía política (modos de
producción, capital, trabajo). Estas teorías enciclopédicas estaban integradas en
principios filosóficos, como es propio de toda ciencia en sus comienzos.

El segundo nivel corresponde a las teorías analíticas, es el nivel de los “clásicos” de la


Sociología (Toennies, Durkheim, Weber), que dieron respuestas a la etapa de
consolidación de las sociedades nacionales en Europa (entre 1870 y 1929). Estas
teorías tienen un mayor nivel de cientificidad que las anteriores y esto se advierte en la
conceptualización. Incorporan los primeros conceptos estrictamente técnicos y
específicos de la Sociología, separándolos de las ideas de la vida cotidiana. Así
aparecen los conceptos de: comunidad, sociedad, relación social, acción social,
conducta, grupo, instituciones sociales. La Sociología asume una perspectiva analítica
frente al comportamiento social, ya que no toda conducta social es sociológicamente
relevante.

Pertenecen a las teorías analíticas estudios modelos que todavía tienen cobertura
explicativa y validez científica, como el de la burocracia y el de la ética protestante de
Max Weber; el del suicidio de Durkheim, el de las comunidades y sociedades de
Toennies. Todas estas teorías están fundadas en sólidas pruebas, tanto en lo que se
refiere a los datos como a la metodología.

Comienzan las investigaciones empíricas y el uso de las estadísticas, con la búsqueda


de las leyes de probabilidades. Max Weber, Durkheim, Pareto, elaboran la teoría de
los modelos (también llamados tipos ideales), como instrumentos heurísticos para
conocer la realidad, especialmente histórica.

El tercer nivel es el de las teorías empírico-sistemáticas y el de las teorías críticas que,


a partir de 1929, dieron respuesta a la etapa de expansión y/o crisis de las sociedades
nacionales en Europa y en Estados Unidos.

Las teorías empírico-sistemáticas se apoyan en la tradición de las teorías analíticas


(especialmente en Durkheim y Weber) y en investigaciones empíricas realizadas en
este período en los Estados Unidos (Sorokin, Mayo, Lazarsfeld, Adorno, Parsons,
27

Merton). Intentan dar respuesta a las necesidades que surgieron con la crisis
económica mundial de 1929, y por ello forman parte del programa del “New Deal” del
presidente norteamericano Roosevelt.

Las investigaciones empíricas contribuyeron en la maduración científica de la


Sociología al precisar los conceptos, mejorar las técnicas estadísticas y acumular y
sistematizar los conocimientos en torno a una teoría: el funcionalismo,
aprovechándolos para la planificación y el control del comportamiento social. Interesan
los problemas sociales (delincuencia, minorías étnicas, conflictos raciales, divorcios,
suicidios, marginalidad) propios de las naciones en expansión.

Las teorías empíricas se hacen sistemáticas al utilizar los términos de “sistema” y


“subsistemas”, como conceptos claves para percibir lo sociológicamente relevante de
las sociedades nacionales en expansión, sobre todo para observar la “cultura”.

Las teorías críticas aparecen en Europa (en Alemania y Francia) primero y después en
los Estados Unidos. Se apoyan en las teorías enciclopédicas, especialmente en las de
Marx y en una nueva filosofía social. Hacen una crítica de la razón sociológica,
entendiendo que las teorías empírico-sistemáticas han traicionado la promesa de
reforma social de la primera Sociología. Incorporan a la Sociología su aspecto crítico,
pero lo hacen fuera de la ciencia, ya que creen que la ciencia es la manera de conocer
de una clase social dominante: la burguesía. Se autodenominan “teorías críticas de la
sociedad” y propugnan “reformas sociales programáticas”, similares a las de las
teorías enciclopédicas. Es clave en ellas el papel que se le asigna a la “praxis” política.
Estas teorías no buscan explicar la sociedad, sino transformarla.

Tres líneas principales se han presentado hasta fines del siglo XX:

1. la “Escuela de Frankfurt”, que se desarrolla en Alemania, Italia, Estados Unidos y


en América Latina.
2. el Neo-marxismo, surgido en Francia y que se extiende también en América Latina.
3. la Sociología radical en los Estados Unidos.

Métodos de investigación
Los métodos de la Sociología son más variados que los de la mayoría de las ciencias
humanas. No hay un método sociológico, sino métodos: cuantitativos, cualitativos,
matemáticos, descriptivos, de modelos abstractos.

Cuanto más avanza la Sociología, más evidente resulta que todo intento de unificación
metodológica está condenado al fracaso ya que son diversos los objetivos de estudio
que se propone; diversos métodos para diversidad de objetivos.

El origen de la diversidad de los métodos sociológicos no sólo está constituido por


querellas históricas (entre ciencias de la naturaleza -explicativas- y del espíritu -
comprensivas-), proviene también de los problemas que la Sociología se ha planteado
y se plantea, con características lógicas muy diferentes, implicando así métodos
diversos.

Se pueden distinguir categorías de investigaciones sociológicas:

1. Investigaciones de sociedades globales, con dos subdivisiones:


A) análisis de los cambios sociales:
a) análisis de los cambios sociales cualitativos (Weber, M.: La ética protestante.
Durkheim, E.: La división del trabajo).
28

b) análisis de los cambios sociales cuantitativos (Durkheim, E.: El suicidio.


Sorokin, P.: Dinámica social).
B) análisis de los sistemas sociales (Parsons, Talcott: El sistema social,
Montesquieu, El espíritu de las leyes).
2. Investigaciones de segmentos sociales (individuos más medio social), a través de
encuestas por sondeo de opinión, como por ejemplo los sondeos electorales, los de
movilidad profesional, geográfica o social. Ej.: Durkheim, El suicidio.
3. Investigaciones de unidades sociales “naturales” y observables directamente:
grupos, instituciones, comunidades.

En general son descriptivas y utilizan un método etnológico de observación


participante, en el que el sociólogo trata de integrarse a la unidad que observa para
comprenderla desde su interior, registrando toda la información posible.

También se utilizan los procedimientos de la encuesta por sondeo. Ejemplo: Crozier,


M.: El fenómeno burocrático.

En la práctica, los progresos más importantes han sido realizados en el terreno de los
métodos cuantitativos de observación y exploración. (Cfr. Boudon, Raymond. LOS
MÉTODOS EN SOCIOLOGÍA. El Ateneo. 1978. Bs. As.)

Para el logro de un buen trabajo sociológico es necesario plantearse preguntas con la


mayor precisión posible y tratar de encontrar pruebas objetivas antes de llegar a una
conclusión; conocer cuáles son los métodos de investigación más útiles para cada
estudio y cuál es la mejor forma de analizar los resultados.

Las preguntas que los sociólogos se plantean en sus investigaciones son de carácter:

a) empírico: requieren mucha investigación de cómo ocurren las cosas.


b) comparativo: relacionan un contexto social con otro o contrastan ejemplos
tomados en sociedades diferentes.
c) progresivo: comparan presente y pasado de las sociedades.
d) teórico: interpretan lo que significan los hechos.

El Proceso investigador. Fases


1. DEFINIR EL PROBLEMA: Seleccionar un tema de investigación
2. REVISAR LA BIBLIOGRAFÍA: Familiarizarse con los trabajos existentes sobre el
tema.
3. FORMULAR UNA HIPÓTESIS: ¿Qué se intenta comprobar?, ¿Qué relación existe
entre las variables?
4. DISEÑAR LA INVESTIGACIÓN: Elegir uno o más métodos de investigación:
experimento, encuesta, observación, uso de las fuentes existentes.
5. LLEVAR A CABO LA INVESTIGACIÓN: Recoger los datos, recopilación de la
información.
6. INTERPRETAR LOS RESULTADOS: Analizar las implicancias de los datos
recogidos.
7. PRESENTAR LOS RESULTADOS: ¿Cuál es su importancia?, ¿Qué relación tienen
con anteriores conclusiones?

Las conclusiones se registran y discuten en la comunidad académica y tal vez darán


lugar a nuevas investigaciones

Entre las numerosas y diferentes técnicas de investigación que se utilizan en


Sociología, las más habituales son el trabajo de campo u observación participante y
29

las encuestas. La primera corresponde al método cualitativo y las segundas al método


cuantitativo.

En el trabajo de campo u observación participante el investigador vive con un grupo o


comunidad y puede incluso tomar parte en alguna de sus actividades. Debe explicar y
justificar su presencia a los miembros de la misma, ganarse la confianza y
cooperación del grupo y mantenerla durante un cierto período de tiempo, si quiere
obtener resultados óptimos.

Las ventajas de esta técnica son:

- Proporciona una información sobre la vida social mucho más viva que la mayoría de
los demás procedimientos de investigación.
- Se alcanza una comprensión más profunda del porqué determinadas personas
actúan de una manera dada.
- Permite adaptarse a circunstancias nuevas o inesperadas y aprovechar las
oportunidades que pueden surgir durante el estudio.

Sus limitaciones son:

- Sólo pueden estudiarse grupos o comunidades relativamente pequeños.


- Depende, en mayor medida, de la habilidad del investigador para ganarse la
confianza de los individuos y grupos que quiere estudiar.
- Que el investigador se llegue a identificar tanto con el grupo en estudio,
convirtiéndose casi en un miembro del mismo y pierda la perspectiva de observador
externo.
- La imposibilidad de generalización de las conclusiones.

El trabajo de campo es más apropiado para estudiar en profundidad la vida social en


sectores muy concretos.

En las investigaciones con ENCUESTAS, en las que los cuestionarios se envían por
correo o se realizan en una entrevista a un grupo de personas seleccionado, se
reduce el problema de la generalización. Suelen dar una información menos detallada
pero que puede aplicarse a un área extensa.

En las encuestas se emplean dos tipos de cuestionarios: cerrados y abiertos. Unos


constan de series de preguntas cerradas, con un número fijo de respuestas, como por
ejemplo: “sí / no - no sabe / no contesta - muy probable/ poco probable / muy
improbable”.

Este tipo de encuestas tiene la ventaja que sus respuestas son fáciles de comparar y
tabular, ya que existe un reducido número de categorías y la información que
proporcionan tiene alcance restringido.

Los cuestionarios abiertos ofrecen, a los que responden, la oportunidad de expresar


las ideas con sus propias palabras, por lo cual las personas no se ven limitadas a
elegir respuestas predeterminadas. Suelen proporcionar más información que los
cerrados, al profundizar en las respuestas. Pero conllevan una mayor dificultad para
establecer comparaciones mediante métodos estadísticos.

Las preguntas de un cuestionario deben elaborarse según un orden preestablecido y


registrarse con el mismo criterio. Todas las preguntas deben ser fácilmente
comprensibles, tanto para el entrevistador como para el entrevistado.

La mayor parte de las encuestas van precedidas de estudios piloto, cuya intención es
dilucidar los problemas no previstos por el investigador. Éstos son ensayos en los que
30

un reducido número de personas responde a un cuestionario. De este modo, pueden


evitarse algunas dificultades antes de comenzar la encuesta real.

Muestreo:

Los sociólogos se interesan con frecuencia por las características de grandes grupos,
por ejemplo: actitudes políticas de la población de la nación en su conjunto. En dichas
situaciones, el investigador se concentra en una proporción del grupo total, es decir,
en una MUESTRA. Los resultados que se derivan de la encuesta realizada en ella
pueden generalizarse a la población total. Para lograr dicha precisión, una muestra
debe ser representativa: el grupo de individuos seleccionado debe ser típico dentro de
la población. El muestro es complejo y los estadísticos han elaborado reglas para dar
el tamaño y la naturaleza adecuadas a las muestras.

Un procedimiento importante para asegurarse la representación es el muestreo


aleatorio. Consiste en elegir una muestra en la que cada miembro de la población en
cuestión tenga las mismas posibilidades de estar incluido, adjudicando un número a
cada miembro de la población y utilizando un ordenador que genere una lista aleatoria
de la que se deriva la muestra (por ejemplo: eligiendo al azar un número de cada diez,
en una serie).

Ventajas y desventajas de los estudios con encuestas:

- Las respuestas a los cuestionarios pueden cuantificarse y analizarse más fácilmente


que el material generado por otros métodos.
- Se puede estudiar a un mayor número de personas.
- Los investigadores pueden recabar la ayuda de un gabinete especializado en
sondeos para recoger las respuestas, si disponen de medios suficientes.

Sin embargo, se cuestionan:

- La superficialidad de las respuestas en la mayor parte de los cuestionarios, su falta


de precisión.
- La cifra de cuestionarios sin responder, que suele ser elevada, especialmente
cuando éstos se envían y devuelven por correo.
(Cfr. Giddens. SOCIOLOGÍA, 2000).

Otros métodos
• El método comparativo:

Cuando la investigación implica un número de casos demasiado pequeño y la


comparación de grandes y complejos Estados nacionales, se apoya en el método de
ejemplificación comparativa sistemática.

Intenta alcanzar la explicación científica mediante la manipulación sistemática de


parámetros y variables actuantes 4.
• Experimental:

4
Se puede ver un ejemplo clásico en DURKHEIM, Emile. El suicidio.
Sea cual fuere el problema sociológico que nos planteamos o la hipótesis que deseemos demostrar, nos encontraremos
siempre frente al problema de la construcción de variables, es decir, de la traducción de los conceptos y nociones a
operaciones de investigación definidas: división de conjuntos de objetos según uno o varios criterios específicos: sexo, nivel
de calificación, edad, son ejemplos de variables. Es decir que es un criterio de clasificación. Definir categorías, rangos o
medidas. Se trata de traducir los conceptos a índices.
31

Un experimento puede definirse como un intento de comprobar una hipótesis bajo


condiciones supervisadas de cerca por un investigador, que controla directamente las
circunstancias que estudia. Se lleva a cabo estableciendo dos grupos - el experimental
y el de control- que son idénticos en cuanto a edad, sexo, inteligencia, nivel
educacional, medio socioeconómico. Luego se estimula al grupo experimental
respecto de la condición actuante que se investiga y al grupo de control, no. De este
modo, se establece como variable actuante a esta condición no compartida por los dos
grupos.

En comparación con las ciencias naturales, el margen para la experimentación en


Sociología es bastante reducido. Sólo los grupos pequeños resultan manejables en un
laboratorio y, en tales experimentos, las personas saben que están siendo estudiadas
y pueden comportarse de forma poco natural.

• Historias de vida y la investigación documental:

Son métodos propios de las ciencias sociales. Se componen de material bibliográfico


que se recoge sobre ciertas personas y que, normalmente, ellas mismos relatan.
Proporcionan detalles sobre la evolución de las creencias y actitudes de una persona
a lo largo del tiempo. También se emplean cartas, informes de la época, descripciones
de periódicos, para ampliar la información y comprobar su validez.

Este método proporciona una profundidad que pocos pueden igualar.

El análisis histórico es esencial para la investigación sociológica. Permite situar el


material recogido sobre un determinado problema, en una perspectiva temporal que le
da sentido

La historia oral es un tipo de investigación que consiste en entrevistas en las que se


pregunta por acontecimientos presenciados en el pasado. Pero sólo puede utilizarse
para sucesos ocurridos como máximo, unos sesenta o setenta años atrás. Para la
investigación histórica de un período anterior, los sociólogos dependen de otros
documentos escritos, que suelen hallarse en colecciones especiales de bibliotecas o
archivos nacionales.

• El método estadístico:

Se emplea en el análisis de las investigaciones que generan datos cuantitativos.


Aplica técnicas matemáticas al estudio de poblaciones y muestras de acontecimientos
que contienen gran número de casos, y lo hace mediante la manipulación conceptual
(matemática), que mantiene constante o elimina las fuentes de variación, o muestra
que las mismas no inciden realmente. Un ejemplo podría ser el análisis sociológico de
la movilidad intergeneracional (diferencias entre padres e hijos en cuanto al status
ocupacional).

El método de la manipulación estadística de los datos históricos encuentra amplio uso


en la Sociología, tanto cuando los datos son “dados” -censos- , como cuando se los ha
medido específicamente para propósitos de la investigación -encuestas de actitudes-.

Cada uno de estos métodos tiene sus limitaciones. Por tanto, los investigadores
suelen combinar dos o más métodos en su trabajo y cada uno de éstos se utiliza para
contrastar el material que se ha obtenido con los demás o para completarlo. Los
mejores trabajos sociológicos combinan la perspectiva histórica y la comparativa.

La investigación sociológica plantea con frecuencia dilemas éticos al investigador.


Éstos pueden aparecer si las personas que son objeto del estudio son engañadas por
el investigador o cuando la publicación de los resultados de la investigación afecta
32

negativamente a los sentimientos o las vidas de los investigados. Por eso, todo
investigador debe ser consciente de tales dilemas.

Desde el punto de vista de una Sociología reflexiva, toda investigación está


“contaminada”, influenciada por perspectivas limitadas e implica relaciones que
pueden influir sobre el investigador y lo investigado. Por ello, el objetivo del sociólogo
debe ser conocer esa influencia, sus intenciones y sus efectos sobre los otros.

Papel del sociólogo en la sociedad


¿Cuál es la función del sociólogo? Entender y hacer explícitas las estructuras sociales,
descubrir las pautas de conducta existentes en la vida social y las siempre evidentes
regularidades y uniformidades que se pueden observar, describir, analizar e
interpretar.

Para desarrollar un punto de vista sociológico hay que cultivar la imaginación. Estudiar
Sociología no puede ser un proceso rutinario de adquisición de conocimiento. Es
necesario liberarse de lo inmediato de nuestras circunstancias personales y locales,
para poner las cosas en un contexto más amplio.

La imaginación sociológica (Wright Mills,1964) se refiere a la capacidad de pensar


distanciándonos de las rutinas familiares de nuestra vida cotidiana para poder verlas
como si fueran algo nuevo, descubriendo su valor simbólico, su uso, las relaciones
sociales y económicas implicadas, el desarrollo anterior.

El papel público del investigador social (Cfr. WRIGHT MILLS. La imaginación


sociológica. 1964), “en cuanto interesado en la educación liberadora” tiene dos
finalidades:

- Lo que debe hacer para el individuo es convertir las inquietudes e intereses


personales en cuestiones y problemas sociales abiertos a la razón: su finalidad es
ayudar al individuo a convertirse en un hombre que se educa a sí mismo, quien sólo
entonces será razonable y libre.
- Lo que debe hacer por la sociedad es combatir todas las fuerzas que están
destruyendo los verdaderos públicos y creando una sociedad masificada. O dicho en
términos positivos, su finalidad es ayudar a formar y fortalecer públicos que se
cultiven a sí mismos. Sólo entonces puede ser la sociedad razonable y libre”.

Sólo el compromiso del sociólogo con los problemas esenciales de su tiempo histórico
asegura realmente el desarrollo teórico metodológico de la Sociología, al vincular ese
específico desarrollo científico a las necesidades personales y colectivas, planteadas
por el propio desarrollo histórico.

Entre el sociólogo y las personas que estudia no hay una diferencia tan grande, ni
siquiera con respecto al interés intelectual por conocer mundos sociales. También los
que están sometidos a estudio son estudiosos ávidos de las relaciones humanas y
tienen sus teorías sociales y llevan a cabo sus investigaciones. Lo que caracteriza al
sociólogo, es la capacidad de distanciarse de ideas preconcebidas sobre las
relaciones sociales.

Desde el punto de vista de una Sociología reflexiva, toda investigación conlleva


adquirir conciencia de sí mismo, como conocedor y agente de cambio: conocer sus
intenciones y sus efectos sobre los otros, su lugar en el mundo y las fuerzas a que
está sujeto dentro de la sociedad y dentro de sí mismo. (GOULDNER, Alvin, La crisis
de la sociología occidental. Amorrortu, 1970)
33

Los sociólogos están llamados a comprender la interrelación de las políticas internas


nacionales e internacionales, su interdependencia y su relación con las crisis de las
instituciones básicas de la sociedad.

El estudio de la Sociología y el despertar de una conciencia social suelen estar unidos.


Nadie que conozca sociología puede dejar de lado las desigualdades que existen hoy
en el mundo, la falta de justicia social y de solidaridad, en muchas situaciones sociales
o las privaciones y enfermedades que sufren millones de personas en el mundo.

Es preciso -como dijo Juan Pablo II en su alocución a la Pontificia Academia de


Ciencias, en noviembre de 2002- proteger la autonomía legítima de la ciencia frente a
las presiones políticas y económicas, sin flaquear ante las fuerzas del consenso o de
la búsqueda de beneficios, con el compromiso de una búsqueda desinteresada de la
verdad y del bien común. Así la comunidad científica podrá ayudar a los pueblos del
mundo y brindarles un servicio que ninguna otra estructura es capaz de ofrecer.

La Sociología y las Relaciones Internacionales


La Sociología colabora en el conocimiento y la comprensión del mundo que cambia,
estudiando el funcionamiento de las sociedades y la transformación social.

Entiende las estructuras sociales de las que formamos parte, utilizando un punto de
vista más amplio, para saber por qué somos como somos y actuamos de la forma en
que lo hacemos, reconociendo la influencia de fuerzas históricas y sociales en las
experiencias de la vida individual.

Permite ubicar lo que sucede en un contexto más amplio, investigando la conexión


entre lo que la sociedad hace de nosotros y la que hacemos nosotros de nosotros
mismos. Nos ayuda a tomar conciencia de las diferencias socioculturales, de la
complejidad del mundo, de los distintos puntos de vista para conocer la realidad, de
las estructuras socio-históricas y del lugar que ocupamos en ellas. A comprender la
estructura y el cambio, la formación y los significados de la sociedad en que nos toca
vivir. Entender que estamos sujetos a normas y que también somos creadores de
normas.

Esta disciplina mantiene una relación reflexiva con los seres humanos cuyo
comportamiento social estudia. Abraza dos campos: científico y humanista. Utiliza los
métodos de la ciencia para indagar en los problemas y la conducta de la sociedad
humana. Es una herramienta analítica útil que permite comprender y entender más la
realidad social regional, nacional e internacional.

Contribuye a la formación del internacionalista brindándole una perspectiva sociológica


que le permite adquirir una nueva mirada sobre la estructura social y los procesos de
transformación significativos en los distintos órdenes sociales, mediante los aportes
conceptuales de los pensadores de la sociología clásicos y contemporáneos.
34

En esta etapa histórica de globalización, ayuda a combinar la necesidad de fortalecer


las identidades con el pensamiento que va más allá de las propias realidades
culturales y geográficas, para ayudar a entender la heterogeneidad como un valor,
aprendiendo a vivir en una sociedad pluralista y democrática.

La imaginación sociológica es la cualidad mental necesaria para encontrar el modo de


reducir las tensiones sociales, ayudar a resolver los conflictos, estimulando el diálogo,
las posibilidades de cooperación entre sociedades, la comprensión de sus
interrelaciones e interdependencia. 1 "En nuestro tiempo los problemas de las
sociedades son problemas mundiales. Una de las características definitorias de
nuestra época es la existencia, por primera vez en la historia, de una interacción seria,
rápida y evidente entre los diversos mundos sociales que contiene".

Los estudios de las relaciones internacionales necesitan conocer las dos caras de una
misma realidad:

1) la política interior -la estructura social y del Estado- y


2) las relaciones internacionales en su organización política y social.

La vida internacional es política, institucional; un juego de fuerza y de influencias que


se traducen en comportamientos.

Las inquietudes y las esperanzas del hombre moderno se universalizan a partir de la


década del 70 del siglo XX 2. Por consiguiente, los problemas de las relaciones
internacionales son innumerables y no se explican por una causalidad única; exigen
una actitud racional y objetiva, ya que no sólo son jurídicos sino también sociológicos;
se originan y desarrollan en sectores socioculturales diversos. Son de orden moral,
doctrinario, racional, jurídico, político, geográfico, económico, ambiental, de seguridad,
demográfico, etc. Cristalizaciones de la vida sociocultural según el estado y grado de
desarrollo en cada tiempo y lugar. Se hace necesario analizar las estructuras y
situaciones sociales de la vida internacional en cada coyuntura particular, para hallar
luz sobre la teoría y la práctica de la problemática de las instituciones internacionales.

Los problemas del desarrollo nacional se plantean en la perspectiva de la sociedad


internacional y por lo tanto, para comprenderlos ampliamente es necesario insertarse
en los esquemas de la economía y las comunicaciones a nivel mundial que crean una
trama de relaciones que trascienden las barreras locales, regionales y nacionales.

También las relaciones internacionales deben ser observadas desde las relaciones
sociales internas de cada nación. Es evidente la comprobación de la relatividad de los
tipos y sistemas económicos y sociales que coexisten en la sociedad internacional.

El análisis de la organización social interna de cada país, es un medio de comprensión


de los puntos de partida de su comportamiento internacional. Investigar el modo cómo
cada sociedad nacional considera y resuelve sus diferencias internas, ayuda a ver
cómo esto se proyecta, directa o indirectamente, en el modo en que considera y
resuelve las diferencias en el plano internacional. También es necesario estudiar los
preconceptos (prejuicios) ideológicos generados por estructuras sociales (por ejemplo:
racismo, fundamentalismo).

No hay que dejar de tener en cuenta las dificultades del análisis sociológico, debido a
tres hechos principales:

1. la complejidad de las relaciones sociales;


1
Wright Mills, C. La imaginación sociológica. N. Cork. 1959. Pág. 150.
2
Costa Pinto, L. A. La Sociología del cambio y el cambio de la Sociología. Eudeba. 4° edición. 1972. Bs. As. Cap. VIII.
35

2. la actuación de múltiples causalidades en la realidad sociocultural;


3. la variedad e inestabilidad de las soluciones de los problemas sociales. El cambio
social es una constante.

El estudio sociológico ayuda a evitar la causalidad única que obedece a la ignorancia,


el orgullo y los prejuicios y contribuye como ayuda a las personas y a la sociedad para
conseguir mejores relaciones sociales. Contribuye a trascender el localismo y el
nacionalismo en el análisis mundial. A investigar los procesos de interacción grupal en
el plano internacional: competencia, conflicto, cooperación, acomodación, negociación,
mediación, asimilación y las alternativas socioculturales a nivel internacional.

Analizar objetivamente estas experiencias, sus peculiaridades y universalidad, para la


búsqueda de nuevos caminos y perspectivas de participación consciente en el proceso
de desarrollo nacional e internacional, es una tarea de la Sociología aplicada a las
relaciones internacionales 3.

La Sociología de las relaciones internacionales, trata de 4 "preservar la diversidad de


las culturas, desarrollando la unidad cultural de la humanidad"; concebir la relación
solidaria entre la unidad de lo múltiple y la multiplicidad de lo Uno; para ser capaces de
ver y comprender lo Uno en lo otro (y no sólo lo Uno y lo múltiple).

ACTIVIDAD Nº 1

- Leer comprensivamente los textos de esta Unidad, destacando las


ideas principales. Hacer un mapa conceptual.

- Enumerar definiciones de la Sociología de distintos autores


(consignarlos).

- ¿Cuál es el objeto de la Sociología para las distintas corrientes de


pensamiento social?

- Señalar la influencia de acontecimientos históricos-sociales y


filosóficos en el origen de esa disciplina.

- ¿Por qué la Sociología es una ciencia?

- ¿Cuáles son los métodos utilizados en los estudios sociológicos?


Explicar realizando un cuadro comparativo.

- Apreciar el aporte de esta disciplina en los estudios de Relaciones


Internacionales.

- Lecturas sugeridas en relación con los temas de la Unidad:


Dickens, Ch. Tiempos difíciles; Tolstoi, L. Ana Karenina.

- Films sugeridos para ver y comentar: La edad de la inocencia.

3
Costa Pinto, L. A. La Sociología del cambio y el cambio de la Sociología. Eudeba. 4° edición. 1972. Bs. As. Cap. VIII.
4
Morin, Edgar. Teoría de la complejidad.
36

LECTURA COMPLEMENTARIA
MERLE, Marcel.
Sociología de las relaciones internacionales.
Alianza Editorial. 1995

Introducción
El título de esta obra no se corresponde con ninguna de las rúbricas que aparecen en
los programas oficiales de los «diplomas nacionales» franceses. Pese a ello, su
contenido no carece de raíces y de parentesco. La mejor forma de situarla, en relación
con las publicaciones próximas, consiste en recordar el contexto en el que se inscribe.

Si nos remontamos solamente a una veintena de años, la enseñanza de las relaciones


internacionales se ramificaba en varias disciplinas (en particular la historia, el derecho
y la economía) y se reservaba a auditorios más o menos confidenciales. Desde
entonces, la situación ha evolucionado mucho. No sólo los programas oficiales de
algunos DEUG 13incluyen ahora, desde su primer año, un curso titulado «Relaciones
internacionales», sino que las investigaciones y las publicaciones referentes a estos
problemas se han multiplicado, afortunadamente, en Francia.

Por una parte, el cambio es imputable a la importancia tardía de modas extranjeras, de


acuerdo con una especie de mimetismo del cual se había beneficiado la ciencia
política al comienzo de los años cincuenta; pero también se deriva de las
circunstancias: desde el inicio de los años setenta, la estabilización relativa que
parecía haber acaecido en los asuntos del mundo, tras el choque de la segunda
guerra mundial, el traumatismo de la guerra fría y la oleada de la descolonización, no
es más que un recuerdo. La crisis económica que alcanza de lleno a la mayoría de los
países industrializados, la inestabilidad, la inseguridad y el hambre que hacen
estragos en muchos países del Tercer Mundo, las sorprendentes variaciones de las
relaciones Este-Oeste, oscilantes entre la nueva guerra fría y los primeros acuerdos
de desarme nuclear, han sensibilizado a amplias capas de la opinión frente a los
problemas internacionales. De ellos se puede decir que han salido del campo de los
especialistas para caer en el dominio público; lo cual no significa el trabajo de los
investigadores, a los que se les exige cada vez con más frecuencia fórmulas para
hacer frente a situaciones urgentes sobre las que no tienen poder alguno.

Es ese nuevo contexto, ¿cómo se presentan las grandes orientaciones de la


investigación en materia de relaciones internacionales? La materias tradicionales han
«preservado en su ser», como hubiese dicho Spinoza, cada una labrando
pacientemente su surco, pero tratando también de extender su campo y afirmando sus
pretensiones al monopolio, incluso cuando sólo se contentaba habitualmente con
cambiar los rótulos sin modificar la sustancia del producto 14. Han sido más bien las
investigaciones sectoriales o especializadas las que han hecho progresar el stock de
conocimientos: el estudio de las relaciones de fuerza, el del subdesarrollo, los trabajos
sobre la estrategia y las monografías regionales han incrementado el caudal de
informaciones disponibles y han estimulado últimamente la reflexión. El número de
obras y de artículos publicados sobre estos temas aumenta regularmente; aparecen

13
Diploma de Estudios Universitarios Generales, de dos cursos académicos de duración, dispensado por las Universidades
francesas.
14
El titubeo registrado en los títulos de los manuales de Instituciones Internacionales, reeditados a partir de 1975, es muy
significativo: C. A. Colliard, Institutions des relations internationales, París, Precis Dalloz, Paul Reuter y Jean Combacau,
Institutions et relations internationales, París, PUF, 1980; Simone Dreyfus, Droit des relations internationales, París, Masson,
1981.
37

nuevas revistas especializadas, las antiguas se mantienen bien y valiosos Anuarios


cubren varias regiones mundiales 15.

Entonces, ¿por qué una «Sociología» de las relaciones internacionales? Si el autor,


que no es sociólogo de formación, ha tomado este calificativo de otra disciplina es
porque tiene la convicción de que había que llenar una laguna. Desde la síntesis
magistral que Raymond Aron publicó en 1961 16, los sociólogos franceses no hablan
de estos problemas o los abordan únicamente de manera accesoria o accidental. Las
obras de síntesis publicadas por juristas o politólogos son raras y no presentan más
que un punto de vista partidario o parcial de las cosas 17.

La aproximación a las relaciones internacionales a través de la sociología puede


contribuir a situarlas bajo una luz nueva y a destacar algunas de sus características
que habrían escapado a los demás especialistas. No se entiende por qué la ciencia
que trata los problemas de la sociedad debe detenerse en las fronteras de los Estados
y prohibirse franquearlas para aprehender aquellas relaciones sociales que se
inscriben en el campo de la globalidad. En sentido inverso, la exploración de esta
parte de campo social puede contribuir a renovar la temática y la problemática de una
«sociología» que ha permanecido durante largo tiempo y todavía permanece tributaria
de la contemplación del mismo objeto. Frente a la acumulación de trabajos
consagrados al Estado o al poder, uno no puede dejar de sorprenderse ante la
evacuación casi sistemática de la dimensión internacional de los fenómenos
estudiados, como si la construcción y el funcionamiento de una sociedad política
pudiesen percibirse y comprenderse al margen del contexto y del medio en el que han
nacido y en el que se desarrollan. Asimismo, sorprende que una parte de la riqueza de
los trabajos consagrados a sociedades políticas aisladas o a conjuntos regionales se
pierda, debido a la ausencia de una reflexión comparativa: los investigadores
especializados parecen más seguros en su tarea cuando rechazan la teorización.

De forma más modesta y más precisa, parece que la sociología aplicada al estudio de
las relaciones internacionales puede prestar algún servicio proyectando una luz
sistemática sobre una masa confusa de acontecimientos y de fenómenos que sólo
pueden ser aprehendidos convenientemente si no se les toma aisladamente los unos
de los otros. En la base de esta posición hay dos postulados.

El primero es que una disciplina sólo progresa mediante un diálogo permanente entre
la investigación empírica y la especulación teórica. Si la primera proporciona los datos
sin los cuales la reflexión gira en el vacío, sólo la segunda puede trazar los límites y
los ejes de las investigaciones pendientes. ¿Existe ya una disciplina que merece
calificarse de «Relaciones internacionales» o es preciso formularla? Es una cuestión
tan vana como la del sexo de los ángeles. En concreto, todo lo que puede decirse es
que las palabras inspiran frecuentemente la fortuna o la desgracia de las cosas: las
«Relaciones internacionales» padecen, con relación a otros sectores de la
investigación mejor dotados por el vocabulario, como la «sociología» o la «ciencia
política», del hecho de designar a la vez un campo de investigación y la disciplina que
sirve para estudiarlo. Pero mientras que la investigación no esté codificada por un
cierto número de directrices comúnmente aceptadas por los investigadores, los
trabajos de estos últimos corren riesgo de entregarse a la improvisación y ser
condenados a la dispersión.

15
Aparte el clásico y apreciado Annuaire francais du droit international, deben señalarse los también publicados en Francia
sobre África del Norte, África Negra, Océano Indico, Países del Tercer Mundo y países del Este.
16
Paix et guerre entre les Nations.
17
El manual de Pierre F. Gonidec (Relations internationales, París, Montchrestien, 3° edic., 1981, en colaboración con R.
Charvin) es de clara inspiración marxista; el de Charles Zorgbibe (Relations internationales, París, PUF, 1978) es muy
descriptivo. La obra de Jacques Huntzinger (Introduction aux relations internationales, París, Seuil, 1986), después de un
desvío por las vías de la teorización, retorna a las perspectivas tradicionales de la Real-Politik.
38

No se trata acerca de la descentralización o de las competencias del Consejo de


Estado sin tener alguna idea de lo que es el derecho administrativo o el derecho a
secas. Un cardiólogo o un neurólogo serían unos pobres médicos si no tuviesen
alguna idea de la totalidad del cuerpo humano. De la misma forma, ¿es que los
especialistas del desarrollo pueden ignorar los problemas de la seguridad, los del
Islam las tesis del movimiento comunista internacional, etc.? En fin de cuentas, poco
importa la atribución del estatuto académico a una nueva disciplina. Aquello que
necesita el estudio de las relaciones internacionales para progresar es un mínimo de
disciplina intelectual.

El segundo postulado, deriva del precedente, es que ya ha llegado el momento de


tender un puente entre especialistas que se ignoran, cuando no se desprecian. La
palabra mágica, «pluridisciplinariedad», sólo ha servido para enmascarar falsas
querellas y para mantener diálogos de sordos. Pese a todo, la usura de las palabras
no puede ocultar la urgencia de las reformas que hay que aprender más allá de las
fronteras pedagógicas que frecuentemente son tan artificiales como las que separan a
los Estados pero bastante menos permeables.

La recomendación no es válida únicamente para los especialistas, sean historiadores,


juristas, economistas, demógrafos, etc.; también se dirige a los politólogos, demasiado
frecuentemente confinados en el estudio de los «asuntos del interior» o en los
«asuntos del exterior». EL «parroquianismo» 18, con el que habitualmente se contenta
la investigación, es una solución fácil que disculpa el enfrentarse a los problemas
fundamentales del poder y de la sociedad. Todo análisis que alza barreras en lugar de
tender puentes corre el riesgo de caer muy rápidamente en la obsolescencia.

A partir de estos postulados, es posible precisar aquello que este libro no quiere ser y
también aquello que puede ofrecer al lector.

Esta obra no es un relato, ejercicio en el que destacan los historiadores y, en lo


concerniente a la actualidad más cercana, los cronistas bien informados. Gracias a
unos y a otros, el público francés dispone de un stock de informaciones sobradamente
suficiente para alimentar su reflexión. La «sociología» no tendría ningún sentido si no
se apoyase en un conocimiento de los hechos y de las evoluciones históricas; por lo
tanto, tendremos este conocimiento por adquirido.

Esta obra tampoco es una descripción; se trate de los mecanismos institucionales, de


la presentación de la crisis o de panoramas de las relaciones de fuerzas, existen
excelentes obras o artículos a disposición de los lectores. ¿Es preciso recordar que el
conocimiento de los mecanismos y de los engranajes que ordenan, al menos en
principio el curso de las relaciones internacionales es indispensable para su
comprensión? No son menos útiles las monografías consagradas a las crisis o a los
movimientos de integración, así como los balances realizados periódicamente por los
expertos. A partir de estos materiales (relatos y descripciones) puede elaborarse una
sociología.

Finalmente, esta obra no pretende aportar ninguna respuesta inmediata a las


cuestiones que, legítimamente, se plantean nuestros contemporáneos sobre el futuro
del mundo. La previsión del día a día es un ejercicio aventurado si juzgamos los
errores de apreciación cometidos por los observadores mejor informados 19. La
prospectiva a medio plazo presenta menos riesgos y más ventajas, sobre todo en la

18
Con este nombre, se designan en Estados Unidos las investigaciones confinadas a un campo de observación muy
restringido.
19
Kurt Waldheim, Secretario General de la ONU, a su regreso de un viaje al Cercano Oriente, una semana antes del
desencadenamiento de la «Guerra del Kippur», creía que había alguna «movilidad» en la situación y que no se sorprendería
si se produjesen algunos acuerdos.
39

medida en que funciona como un retro-proyector cuyo haz luminoso sirve para
alumbrar el presente más que para discernir lo que será efectivamente el porvenir.

Quizá sea más importante plantearse buenas preguntas que buscar respuestas a
cuestiones mal formuladas, verificar la solidez o la fragilidad de las estructuras que
fijar la fecha y el lugar de las rupturas venideras.

En resumen, esta obra quiere ser a la vez análisis y síntesis: análisis de la sustancia
de las relaciones internacionales a través de sus múltiples manifestaciones, síntesis
de su disposición como proceso específico de ordenación social. Puesto que si es
cierto que las relaciones internacionales presentan determinadas particularidades -que
son materia de discusión entre los especialistas y sobre las que habrá que volver
detalladamente-, no lo es menos que se han convertido en el marco que engloba hoy
día la casi totalidad de los fenómenos sociales. Aunque irreductibles los unos con los
otros, los «asuntos del interior» y los «asuntos del exterior» se hallan actualmente tan
imbricados que podemos situar en la cara exterior de lo interno y de lo externo el lugar
privilegiado en donde tienen lugar las mutaciones decisivas, ya sea con o sin violencia.
Sólo un enfoque sociológico, que pasa forzosamente por un determinado nivel de
abstracción, permite recapitular el mayor número de fenómenos, identificar los más
significativos de ellos y aprehender las interacciones en donde se juega el futuro de la
sociedad humana.

Quizá no falta quien se sorprenda al no descubrir, al término de este prólogo, una


definición de las relaciones internacionales. Si así ocurre, se trata especialmente de
una prudencia de orden metodológico, dictada por el Canciller Bacon 20 antes que por
Descartes, pero también de hacer justicia a la observación fundamental del historiador
Charles Seignobos: «De hecho, en ciencias sociales, no se opera sobre objetos
reales, sino sobre las representaciones que nos hacemos de estos objetos» 21.

En consecuencia, es necesario comenzar explorando el campo de las ideas


heredadas antes de anunciar una definición, y reflexionar sobre el método apropiado
antes de elegir el ángulo desde el que conviene abordar el estudio de las relaciones
internacionales.

El estudio de las relaciones internacionales

Los Cientifistas

A comienzos del siglo XIX nace en Europa una escuela de pensamiento que
modificará el eje de las investigaciones y redefinirá el objeto de los estudios que
consideran las relaciones internacionales.

I. Una visión científica de la sociedad

La innovación procede, en primer lugar, de una ruptura metodológica: en lugar de


tratar los fenómenos sociales como dependientes de la moral, del arte, de la filosofía,
del derecho o incluso de la economía, se les asimilará a los fenómenos naturales y se
intentará someterlos a los métodos de observación y de experimentación que ya se
han acreditado en el orden científico 22. En el punto de partida de este cambio se

20
«Si comenzamos con la certeza, acabaremos en la duda; si empezamos con la duda, y no tenemos prisa en salir de ella,
concluiremos en la certeza» (Fragments du Chancelier Bacon, Ámsterdam, 1765)
21
La méthode historique appliquée aux sciences sociales, Felix Alcan, 1909.
22
En el siglo XVIII, los filósofos materialistas se servían de la idea de naturaleza para criticar las supersticiones y las creencias
religiosas. Pero no llegaban a franquear el umbral a partir del cual la misma sociedad se convierte en el objeto de una
investigación científica: «El Cuerpo político, tomado individualmente, puede ser considerado como un cuerpo organizado,
viviente y semejante al del hombre. El Poder soberano representa la cabeza: las leyes y las costumbres son el cerebro,
40

encuentra un autor a la vez genial y confuso, el conde Henri de Saint-Simón, que


aspira a crear la «física social» y cuyos escritos inspirarán toda una corriente filosófica,
la del positivismo y la del cientifismo, y también a una prole de prácticos que tratan de
aplicar sobre el terreno la doctrina Saint-simoniana. La revolución mental es tan
profunda que sus inicios son forzosamente titubeantes y su herencia controvertida.
Saint-Simón está convencido de que los movimientos de la sociedad obedecen, como
los de los astros, a la ley universal de la gravedad 23. Auguste Comte, relevado por
Emile Littré, creerá que puede establecer, sobre las ruinas de la era teológica y de la
era metafísica, una filosofía positivista cuyos puntos se fundamentarán exclusivamente
en la ciencia 24. De la comparación con los fenómenos de la Naturaleza, los nuevos
pensadores extraerán conclusiones muy diferentes: Darwin hallará en la lucha
despiadada entre las especies un modelo apropiado para explicar la confrontación
universal entre las razas 25. Spencer, por el contrario, creerá que puede establecer en
la aproximación entre la biología y la ciencia social las pruebas del funcionamiento
natural y armónico de los grupos sociales 26.

Pese a estas divergencias, todos los herederos de Saint-Simón están de acuerdo en


considerar que los cuerpos sociales son «organismos» que pueden y que deben ser el
objeto exclusivo de una investigación científica. Por lo tanto, las controversias del
pasado, más o menos inspiradas por los aprioris de las creencias o las falsas
querellas del razonamiento científico, son perfectamente estériles. Las leyes que
permiten explicar el mecanismos social no pueden establecerse más que por métodos
ya experimentados por las ciencias exactas, aunque todavía no haya un acuerdo
sobre la disciplina científica (física, biología, matemáticas) susceptible de proporcionar
el instrumental intelectual apropiado. En consecuencia, la fundación de la «sociología»
(palabra inventada por Auguste Comte para designar la ciencia de las sociedades) se
inscribe en la ola del «cientifismo» que afluirá a todos los compartimentos de la
investigación intelectual hasta finales del siglo XIX.

II. Una «ciencia de la humanidad»

¿En qué puede afectar esta mutación metodológica a las relaciones internacionales?

Primeramente, en que tiende a sustraer su estudio a aquellas que hasta entonces se


habían reservado o disputado su monopolio. Las relaciones internacionales, en tanto
que fenómenos sociales, tampoco escapan a los métodos científicos de investigación.
A continuación, y sobre todo, porque los Saint-simonianos y sus émulos descubrirán a
través de la noción de organismo la existencia de una sociedad internacional que se
convertirá rápidamente en el objeto privilegiado de sus estudios y de sus trabajos
prácticos. En 1814, Saint-Simón redacta un ambicioso plan de «reorganización de la
sociedad europea» 27, que no es otra cosa que una prefiguración, a la escala de la
época, del futuro gobierno mundial. La religión Saint-simoniana se expone en una
revista de título simbólico (Le Globe) y publica artículos consagrados a la política

principio de los nervios y sede del entendimiento, de la voluntad y de los sentidos; cuyos órganos son los jueces y los
magistrados; el comercio, la industria y la agricultura son la boca y el estómago que preparan la subsistencia común; la
finanzas públicas son la sangre, cuya funciones hace una sabia economía reenviando y distribuyendo por todo el cuerpo la
alimentación y la vida; los ciudadanos son el cuerpo y los miembros que hacen mover, vivir y trabajar a la máquina y a la que
nadie podría herir en ninguna parte, dolorosa impresión que llegaría inminentemente al cerebro, si el animal se encuentra en
buen estado de salud» (J.J. Rousseau, Discours sur l’économie politique, 1755). Y: «Nunca se entenderá el mecanismo
social, si no se decide analizar una sociedad como una máquina ordinaria, considerando separadamente cada pieza,
juntándolas después, inteligentemente, una tras otra, para captar los acordes y escuchar su resultado, la armonía general»
(Sieyes, Qu’est-ce que le Tiers Etat? 1789, citamos por la edición española, ¿Qué es el Tercer Estado?, traducción de M.
Lorente y L. Vázquez, Madrid, Alianza Editorial, 1989, pág. 141)
23
Mémoire à l’Empereur.
24
Cours de philosophie positive (1830-1842)
25
El origen de las especies (1859)
26
La science sociale (1873), traducción francesa de 1877.
27
Oeuvres complètes, Edit. Dentu, 1868, t. I.
41

europea. Auguste Comte, que terminará fundando una «religión de la humanidad»,


tampoco vacila en la elaboración del proyecto de un «Comité positivo occidental» 28.

A primera vista, hay una reminiscencia de la corriente utopista que encontrará en la


atmósfera romántica de la primera mitad del siglo nuevas fuentes de inspiración. Pero
el estudio atento del vocabulario y de las motivaciones demuestra que ya no es la
moral ni la preocupación por el derecho lo que justifica estos proyectos, sino la ciencia.
Saint-Simón quiere reorganizar Europa sobre bases racionales, apoyándose en la
autoridad de los competentes (comerciantes, sabios, magistrados y administradores) y
confiriéndole responsabilidades mundiales. Enfantin, otro discípulo de Saint-Simón,
escribirá que «la obra de política universal que se abre es la del contacto con los
africanos y asiáticos, los cristianos y los musulmanes» 29. En cuanto a Littré, llegará a
demostrar, por una serie de encadenamientos lógicos, que «verdaderamente sólo hay
una ciencia única y grande, la de la humanidad que todo lo comprende y todo lo
resume» 30.

III. ¿Ciencia o utopía?

Tales afirmaciones, por su tono enfático y su aspecto perentorio, mueven hoy día a
risa. Es cierto que los adeptos del cientificismo y del positivismo más riguroso dieron
ellos mismos un mal ejemplo, puesto que sus trabajos degeneraron frecuentemente en
vagos discursos teñidos de misticismo o de religiosidad. Más que una actitud
rigurosamente científica, su proyecto reflejaba la sensibilidad de una época en la que
incluso los poetas cayeron rápidamente en las sombras ilusorias del progreso 31. Por
un curioso fenómeno, cuyas huellas todavía se encuentran hoy en día, las virtudes o
los vicios prestados a la técnica suscitan en los observadores reacciones más
pasionales que racionales.

Sin embargo, la corriente Saint-simoniana merece algo más que una simple curiosidad
retrospectiva. Una parte de sus discípulos se lanzó a empresas de grandes trabajos
públicos (desarrollo del ferrocarril, construcción del Canal de Suez) o a planes de
colonización (especialmente en Argel) que dan testimonio de una ambiciosa voluntad
de organización del mundo 32. En cuanto a la herencia intelectual, habría que esperar
largos decenios antes de que las pretensiones del cientificismo se traduzcan en la
puesta a punto de un enfoque científico de las relaciones internacionales. Pero es, de
todas formas, la matriz del organicismo de la que saldrán, mediante un rodeo por
Estados Unidos, varios métodos de investigación que todavía son ampliamente
utilizados en la actualidad, en particular el behaviorismo y el organicismo. Tanto en un
caso como en otro, se trata de enfoques que se quieren rigurosamente científicos,
pero que pretenden aplicarse indistintamente al conjunto de los fenómenos sociales,
sean o no «internacionales». El método behaviorista aspira a estudiar de la forma más
rigurosa posible (es decir, habitualmente mediante la cuantificación) el
«comportamiento» de los diferentes actores que están presentes en el campo social
sin preocuparse demasiado por la identidad de estos actores 33; en efecto, sus
28
Conclusión general del Discurso Preliminar, Système de politique positive (1881), t. I. ed. De la Société Positive, 1929,
págs. 384-392.
29
Lettre à Aries, finales de julio de 1840, Oeuvre de Saint-Simón y de Enfantin, Dentu, 1866.
30
«De la philosophie positive», en Le National, 2 y 4 diciembre de 1844.
31
Cf. El extracto del discurso pronunciado por Víctor Hugo en el congreso de la Paz en 1849: «¡Cuánto progreso, cuánta
simplificación! ¡Cómo se deja domar la naturaleza por el hombre! ¡Cómo la materia es cada vez más esclava de la
inteligencia y la servidora de la civilización! ¡Cómo se desvanecen las causas de la guerra ante las causas del sufrimiento!
¡Cómo se aproximan los pueblos lejanos! ¡Cómo se acortan las distancias! Y la aproximación es el comienzo de la
fraternidad. Gracias a los ferrocarriles, dentro de poco Europa no será mayor de lo que era Francia en la Edad Media.
Gracias a los navíos de vapor, hoy se cruza con más facilidad el Océano que antaño el Mediterráneo. Dentro de poco
tiempo, el hombre recorrerá la tierra como los dioses de Homero recorrían el cielo, en dos pasos. Sólo algunos años más y el
hilo eléctrico de la concordia rodeará el globo y abrazará al mundo».
32
Cf. Sébastien, Charlety, Histoire du Saint-simonisme, París, Paul Hartmann, 1931.
33
La definición del behaviorismo es demasiado vaga: «Para algunos, el enfoque científico behaviorista significa el estudio del
comportamiento, al mismo título que el de las instituciones y las estructuras formales, y para otros indica el recurso a datos
42

seguidores tratan según los mismos criterios y según las mismas técnicas el
comportamiento de un Estado, de una empresa, de un sindicato o de un partido
político. La preocupación por el rigor metodológico se impone sobre la cualificación del
objeto de la investigación.

En cierta medida, se puede decir otro tanto de la concepción organicista. En lugar de


poner el acento sobre el estudio aislado del comportamiento de los actores, los
teóricos del organicismo insisten en la diversificación de las funciones y en las
relaciones entre estructura y función. Spencer sacó a la luz la inspiración biológica de
esta visión del cuerpo social.

«Existe una analogía real entre el organismo individual y el organismo social…


Naturalmente, no pretendemos que la analogía entre un organismo individual y un
organismo social sea absoluta… Evidentemente, la estructura y las funciones de la
organización social son menos específicas, más modificables, más dependientes de
las condiciones perpetuamente variables. Solamente queremos decir que en los dos
casos, tras los fenómenos cuyo conjunto constituye la conducta y que no proporcionan
materia para una ciencia, se encuentran determinados fenómenos vitales susceptibles
de una coordinación científica. Así como el hombre posee una estructura y unas
funciones que le permiten ejecutar los actos registrados por su biógrafo, igualmente la
nación posee a su vez una estructura y unas funciones que le permiten ejecutar los
actos registrados por el historiador: en ambos casos, la ciencia deberá ocuparse de la
estructura y de las funciones, consideradas en su origen, en su desarrollo y en su
declinar» 34.

Gracias a este enfoque, los organicistas se inclinan a reconocer como Durkheim, la


especificidad del hecho social, mientras que los behavioristas tienden a atomizar la
realidad social y a reducirla a la yuxtaposición de reacciones individuales, más
frecuentemente sometidas a la psicología social que a la sociología. Pero los dos
métodos tienen el rasgo común de no privilegiar ningún nivel de observación y de
tratar de manera idéntica los diferentes objetos que les son sometidos a estudio. Para
un organicista, todo «cuerpo social», sea cual sea su naturaleza o su dimensión,
obedece a las mismas leyes de división del trabajo y de coordinación de tareas. Los
fenómenos internacionales no tienen ninguna especificidad que les permita escapar a
la regla; serán tratados como cualquier otro «organismo».

Si al organicismo se le ha reprochado frecuentemente el ser una teoría estática,


cuando no una justificación camuflada del orden establecido, y si, a causa de este
hecho, son pocos los especialistas que en la actualidad se le reclaman, no es menos
evidente su filiación con teorías utilizadas corrientemente hoy día, tales como el
funcionalismo o el análisis sistémico. Ni el uno ni el otro fueron concebidos
especialmente para el tratamiento de los fenómenos internacionales; pero podrán
aplicarse a este fin con más provecho que el enfoque puramente cuantitativo de los
behavioristas.

Empero, el cientifismo del siglo XIX no ha abierto tan sólo la vía a investigaciones
rigurosas y sofisticadas. Al bañarse en las aguas del humanitarismo romántico,
también ha caucionado la elaboración de nuevas visiones del mundo en donde la
utopía y lo profético ocupan mayor espacio que la observación metódica. Como en el
caso del «mundialismo», movimiento de ideas, simpático y generoso, que cree en la
instauración a corto plazo de un gobierno mundial, en una cierta medida el
federalismo, cuyo teórico más coherente será Proudhon, también se apoya en una
concepción global y completamente renovada de las relaciones internacionales que
encuentra su inspiración en esa curiosa amalgama de ciencia y de buenos

empíricos e, incluso, para otros, significa principalmente el análisis cuantitativo de los acontecimientos» (Francis W. Hoole,
«The behavioral science orientation», en Robert S. Jordan Multinational Cooperation, Oxford University Press, 1971).
34
Introduction à la science sociale (1873), traducción francesa de 1877, págs. 61-62.
43

sentimientos representada por el humanitarismo. A la misma fuente vinieron a beber


los «tecnócratas», que construirán, en los años 70, los «modelos mundiales», y
también teólogos como Teilhard de Chardin, deseoso de reconciliar el plan de la
Providencia con la historia del hombre y de la Naturaleza.

Tal abundancia de proyectos es signo de riqueza, pero también de confusión… Por el


momento, hay demasiados candidatos a la herencia del cientificismo para que éste
pueda erigirse en una doctrina o en un programa de acción coherentes. Esta es la
razón por la cual la era de los organizadores, cuyo advenimiento creyó predecir James
Burnham al final de la segunda guerra mundial, continúa siendo evidentemente una
anticipación 35. Pero no debe excluirse esta percepción de las relaciones
internacionales, al menos como hipótesis de trabajo. A condición de guardarse, muy
mucho, de introducir un nuevo tipo de determinismo o de avalar una visión puramente
mecanicista de la evolución social, el cientificismo también puede abrir perspectivas
fecundas a la investigación.

Orientación bibliográfica

Por desgracia, para el siglo XIX no existe el equivalente a obras de síntesis como las
que Paul Hazard consagró a la crisis de la conciencia europea en el siglo XVII y al
ascenso de la filosofía de las Luces en el XVIII. En consecuencia, es preciso volver
sobre los autores ya citados y seguir atentamente las dos corrientes, positivista y
romántica, que, pese a la divergencia de sus fuentes de inspiración y de sus
manifestaciones literarias, se encuentran más de una vez en el terreno del
internacionalismo.

Para H. de Saint-Simón se hallará una buena presentación de su obra y de las


referencias esenciales en:

- Ionescu, Ghita, Saint-Simón. La pensée politique. París, Aubier-Montaigne, 1979.

Una buena introducción a la obra de Auguste Comte, en:

- Aron, Raymond, Les étapes de la pensée sociologique. Gallimard, París, 1967.


(Versión española, Las etapas del pensamiento sociológico, trad. De A. Leal, dos
vols. Siglo XX. Buenos Aires, 1985)

El pensamiento de Littré está bien resumido en un folleto que lleva por título:

- De la philosophie positive. Librairie Philosophique de Lagrange 1845 (reedición de


artículos aparecidos en Le National durante 1844).

El organicismo no puede comprenderse sin una lectura atenta de:

- Spencer, Herbert, Introduction à la science sociale, 3° ed.

Sucesivamente, el positivismo también dejará su huella en la historia:

- Langlois, Ch. V. y Seignobos, CH., Introduction aux Etudes historiques. Hachette,


París, 1897. (Versión española, Introducción a los estudios históricos. Edit.
Universitaria. La Habana, 1963)
Sobre la moral:

- Levy-Bruhl, L. La morale et la science des moeurs. Alcan, 1903.

35
The Managerial Revolution, 1945, traducción francesa, París, Calmann-Lévy, 1947.
44

Sobre la sociología:

- Durkheim. E., Les règles de la méthode sociologique. PUF. París, 1895. (Versión
española, Las reglas del método sociológico, trad. De L. Echevarría, Morata. Madrid,
1986.)

Una tentativa de síntesis entre el cientificismo y el pensamiento político tradicional


será hecha por Alfred Fouillée, en la science sociale contemporaine. Hachette. París,
1880, bajo la cobertura y para el mayor beneficio de… la humanidad. («El mundo es
un lenguaje universal; es una idea oscura que se realiza y se piensa en sí misma y se
expresa por ella misma mediante las mil voces y los mil estremecimientos de todos los
seres realizados en el ser»)

Conclusión del Título I

Al final de esta presentación 36, podría caerse en la tentación de afirmar que cada uno
de los «enfoques» estudiados contiene su parte de verdad y que el trabajo de síntesis
deberá tender a una suerte de conciliación, gracias a la dosificación o al compromiso.
Sin embargo, esta postura sincrética no tiene ninguna posibilidad de éxito.

En fundición de los presupuestos que están en la raíz de cada una de las tesis
consideradas, resulta claro que el acuerdo es imposible; tanto sobre la definición del
objeto (naturaleza y campo de investigación de las «relaciones internacionales») y la
identificación de los actores y de los factores como sobre la metodología aplicable a
este estudio. El cuadro adjunto ilustra elocuentemente sobre esta irreductible
diversidad.

Especificidad
Axiología
de las Actor Factor
(valores de Metodología
relaciones privilegiado determinante
referencia)
internacionales
Individuos
Moralistas No Grupos Conciencia Normativa Deductiva
organizados
Arte de
Políticos No Gobernantes Realista Inductiva
maniobrar
Jurista Si Estado Derecho Normativa Deductiva
Filósofos Si Estado Política Realista Inductiva
Producción y
Fuerzas
Economistas No distribución de Distributiva Inductiva
productivas
las riquezas
Progreso
Cientificistas No Organizadores Funcional Inductivo
técnico

Al exponer la definición de las relaciones internacionales, se habrá observado que sólo


juristas y filósofos admiten la especificidad radical de las relaciones internacionales,
puesto que ambos estiman que estas relaciones se desarrollan, esencialmente, entre
Estados. Sin embargo, las otras escuelas de pensamiento no niegan tal especificidad

36
Presentación que, por lo demás, no pretende ser exhaustiva. Para ello, hubiera sido necesario ocuparse de otros enfoques:
culturista, demográfico, geopolítico. Interpretaciones que serán evocadas en el estudio de los factores (Cf. Segunda parte). Si
hasta ahora no nos hemos detenido en ellas, es porque no tienen ni la amplitud ni las ambiciones de las otras; pero, también,
porque frecuentemente no son más que el subproducto de sistemas de pensamientos tratados en los capítulos anteriores.
45

de las relaciones internacionales, pero no le atribuyen más que un valor relativo, y,


además, tampoco se ponen de acuerdo entre ellas sobre la delimitación del campo de
investigación ni acerca de los motivos que justifican este recorte introducido en la
complejidad social.

Pero juristas y filósofos se separan cuando se trata de designar el factor determinante


así como de enunciar los valores de referencia o de elegir una metodología. Con los
«políticos», los «filósofos» están dispuestos a aliarse en estos tres terrenos. Los
juristas, con respecto a los mismos criterios, están más cercanos de los moralistas que
de los filósofos. Pero, frente a estas parejas inestables, economistas y cientificistas
forman una especie de banda aparte, ya que la selección de actores y de factores,
como la de los valores de referencia, se inscribe en un registro muy distinto al de las
antinomias precedentes.

Por lo tanto, la síntesis entre estos puntos de vista diferentes es ilusoria. Pero la
ventaja de esta confrontación reside en que pone de relieve las posturas del debate
especulativo y ofrece los elementos para una solución distinta. Es evidente que el
problema de la definición del objeto está íntimamente ligado al de la designación de
los actores y que la controversia gira, en fin de cuentas, en torno al papel atribuido al
Estado: hacer del Estado el actor privilegiado, sino exclusivo, de las relaciones
internacionales equivale a poner el acento sobre la naturaleza particular de las
relaciones internacionales frente a los demás fenómenos sociales, pero también a
restringir estrechamente el campo de investigación. Situar al Estado en la lista de los
actores potenciales, sin atribuirle un rol particular, permite ampliar el campo de
investigación hasta el punto en que las relaciones internacionales pierden su identidad
y podría, en una situación límite, desaparecer como objeto de estudio…

Para salir de este atolladero es preciso renunciar a tratar al Estado como actor
privilegiado; pero, al mismo tiempo, es necesario reconocer que el Estado constituye
la estructura elemental e irreductible a partir de la cual se construyen las relaciones
internacionales. La situación del concepto de estructura por el de actor permitirá
resolver las contradicciones precedentes y formular una definición clara y operativa de
las relaciones internacionales.

La observación más banal muestra que las superficies habitables del globo terrestre
están ocupadas por colectividades políticas a las que designamos con el nombre de
Estados. Por lo tanto, el mundo se divide entre Estados y está constituido por
yuxtaposición de estos Estados. Ahora bien, la existencia de los Estados no tiene
efectos solamente sobre la división territorial del espacio; aísla, las unas de las otras, a
poblaciones que viven bajo regímenes (políticos, jurídicos, administrativos,
económicos, sociales, culturales) diferentes entre sí. Si, por una hipótesis, los Estados
desapareciesen, las relaciones que hoy calificamos de «internacionales» cambiarían
de naturaleza. Mientras que el Estado subsista y su existencia se materialice sobre un
terreno, mediante la existencia de la frontera, las relaciones internacionales solamente
pueden concebirse con relación a él.

Esta es la razón por la que la definición más conveniente de las relaciones


internacionales es aquella que toma el «paso» de la frontera como criterio de
especificidad. Por lo tanto, en lo sucesivo calificaremos como «relaciones
internacionales» todos los flujos que atraviesan las fronteras o que incluso tienden a
atravesarlas 37.

Se puede simbolizar esta visión de las cosas mediante un esquema muy simple. En la
concepción clásica, basada en la imagen de las «bolas de billar» (Arnold Wolfers,

37
Esta definición se une a la propuesta por Noemí Rosenbaum: «Las relaciones internacionales pueden definirse no en
término de fronteras que las encierran, sino en el de fronteras que atraviesan» (Readings on the international political system,
Englewood Cliffs, Prentice Hall, pág. 4)
46

Discord an Collaboration, John Hopkins, 1962), los Estados eran considerados como
unidades cerradas e independientes las unas de las otras. El juego de sus relaciones
es lo que constituía las «relaciones internacionales», al modo del que evolucionan las
bolas de billar sobre el paño:

Estado A Estado B

Las relaciones internacionales, en la concepción propuesta aquí, estarán simbolizadas


por múltiples flechas que atraviesan de una a otra cada frontera y que representan
otros tantos flujos o intercambios.

Estado A Estado B

Entre estos flujos, figuran lógicamente las relaciones entre los gobiernos de los
Estados, pero también las relaciones entre individuos, grupos públicos o privados,
situados a un lado y a otro de una frontera. En esta concepción, la noción de actor
incluye al Estado y su gobierno, pero no excluye la intervención de otros actores
potenciales, cuya lista por lo demás no puede establecerse por adelantado de forma
limitativa. Igualmente, las relaciones internacionales, fundamentadas en el criterio de
la frontera, engloban las actividades tradicionales de los gobiernos: diplomacia,
negociaciones, guerra, etc…, pero también comprenden los flujos de toda naturaleza
(económica, ideológica, demográfica, deportiva, cultural, turística, etc.) que tejen entre
los países una red de comunicación más o menos densa y acaban superponiendo
sobre el recorte territorial del espacio unas zonas en donde se manifiestan otras
solidaridades u otros antagonismos diferentes de los establecidos entre los Estados.
Mediante esta definición, es de esperar que pueda aprehenderse la extrema
complejidad de las relaciones internacionales, sin prejuzgar acerca de lo que las
distingue de otros fenómenos sociales.

La solución de este problema de definición facilita la solución de otras dificultades


suscitadas por el cuadro comparativo. Desde el instante en que se deja privilegiar al
Estado en tanto que actor, el factor político cesa de ser dominante, si no
predominante. Por supuesto, las relaciones internacionales dependen, en una gran
parte, del juego político o, si se prefiere una expresión más directamente apropiada,
del juego diplomático-estratégico; pero los otros factores ya enumerados pueden
encontrar fácilmente su lugar en los flujos: la conciencia moral, las reglas jurídicas, los
movimientos de riquezas, las innovaciones técnicas, deben y pueden también
encontrar su lugar entre los elementos que influyen en el curso de las relaciones
internacionales. También puede respetarse el equilibrio entre las respectivas
axiologías: frente a los imperativos de la Real-Politik, ni la moral ni el derecho tienen
que ceder terreno; como tampoco deben olvidarse las exigencias propias de una mejor
distribución de las riquezas y de una ordenación más funcional de las relaciones
internacionales.

Así, es de esperar que puedan desbaratarse las trampas del determinismo y se supere
la antinomia clásica que enfrenta a los partidarios del realismo con los defensores de
la moral y del derecho.

Pero aún queda en pie el debate puramente metodológico a cuyo examen nos
dedicaremos a continuación.
47

Metodología
Al ser hechos sociales, las relaciones internacionales son merecedoras de unos
métodos de investigación que han sido puestos a punto y que son aplicados
efectivamente en el campo de las ciencias sociales. No obstante, su especificidad
conduce a plantear la cuestión de saber si no es posible introducir, a este respecto,
determinadas precisiones y algunos correctivos.

Cuestión que se plantea, en primer lugar, con referencia a los métodos de observación
en la medida en que el estudio de las relaciones internacionales incide frecuentemente
en temas contemporáneos que se escapan al trabajo paciente y meticuloso del
historiador. Pero también se plantea, y muy especialmente, en el nivel de la
interpretación de los hechos. Ya que es algo ilusorio pensar que basta recoger unos
hechos, incluso rigurosamente observados, para acometer un trabajo científico. Si es
cierto, como ha escrito Raymond Aron, que «la sociología es un intermediario
indispensable entre la teoría y el acontecimiento» 38, la mediación supone el recurso a
un instrumental conceptual apropiado al objeto estudiado. Desde este punto de vista
es como han de efectuarse las opciones entre las varias vías de acceso posibles para
la comprensión de las relaciones internacionales.

MERLE, Marcel.
Sociología de las relaciones internacionales.
Alianza Editorial. 1995

38
Paix et guerre entre les nations, op. Cit pág. 26; edic. española, pág. 40.
48

UNIDAD II
LA TEORÍA SOCIOLÓGICA
Así como la Sociología se desarrolló primero en Francia, dentro del positivismo, en el
primer cuarto del siglo XIX, con Saint-Simón y Comte como exponentes principales, el
segundo período de su desarrollo surge, a mediados del siglo XIX, con el marxismo,
que expresó un intento de trascender la poderosa tradición del idealismo alemán
fundiéndola con corrientes como el socialismo francés y la economía política inglesa.

Marxismo
Esta concepción teórica, el socialismo científico, que surge como respuesta a las
crisis profundas de la sociedad europea del siglo XIX, es desarrollada por Karl Marx
(l818-1883), pensador que ejerció gran influencia en el siglo XX. Su perspectiva
teórica es la del materialismo histórico.

Marx consideraba que la historia está regida por leyes que no pueden ser modificadas
simplemente por la acción de algunos individuos con buenas intenciones, que apelan
a una escala de valores y no a los hechos. Creía que estos valores religiosos o
morales, condicionados por las circunstancias materiales en que nacen, no son una
verdad objetiva, sino entes semejantes a mitos o ilusiones, tanto individuales como
colectivos que representan lo que los hombres desean creer. Por lo tanto, a la luz de
esas falsas verdades, los individuos juzgan erróneamente el mundo en que viven, su
posición dentro del mismo y las consecuencias de sus acciones y las de sus
oponentes.

Es la comprensión de la naturaleza y de las leyes del proceso hist órico la que


permitirá a los hombres darse cuenta de lo que deben hacer para avanzar en el
sentido del proceso histórico. (Cfr. LUCCHINI, Cristina, SIFFREDI, Liliana,
LABIAGUERRE, Juan. Procesos sociales y marco histórico de la sociología. Editorial
Biblos. 1997. Cap. IV. Esbozo de un socialismo científico)

La sociología de Marx era una sociología partidista, de los intelectuales orientados


hacia el proletariado, que logró sus mayores éxitos en Europa oriental.

En lugar de definirse como una sociología “pura”, como declaró Comte a la sociología
positivista, el marxismo afirmó la unidad de teoría y práctica. En ese aspecto, fue
una ruptura básica con toda la teoría social anterior, que se había dirigido a las élites y
había buscado su apoyo. El marxismo optó por la iniciativa y la autodeterminación
proletarias, rechazando la filantropía que ofrecía ayuda desde afuera.

En lugar de atribuir a la sociedad, como Comte, una tendencia natural a la estabilidad


y el orden, consideró que la sociedad moderna contenía “las semillas de su propia
destrucción”. (Marx)

Sin preocuparse por la estabilidad, concibió la realidad social como un proceso; trató
de comprender y de provocar el cambio. No centró su atención en los pequeños
grupos “naturales”, como la familia, sino en las clases sociales, en los partidos
políticos y en los sindicatos que, conducidos por una ciencia social, podían modificar
racionalmente la sociedad.
49

Marx insistió en el aspecto económico e industrial relacionándolo con el poder.


Consideró la sociedad moderna como capitalista, en contraste con Saint-Simón, que la
calificaba como “industrial”. Destacó los conflictos dentro de las nuevas clases
industriales, dividiéndolas en proletarios y capitalistas.

La sociología de Comte y la sociología académica o clásica, llegaron a ser ideología


de estratos y sociedades que llevaron a cabo los primeros y más rápidos avances de
la industrialización. El marxismo fue la sociología adoptada por las regiones
subdesarrolladas o en desarrollo más lento y por las clases que reclamaban los
beneficios industriales pero no los recibían. (Gouldner, Alvin. Obra citada)

Desde Marx se ha multiplicado la crítica al postulado del “orden natural” en las


ciencias empíricas humanas. Adorno, Wright Mills, Homans, Dahrendorf, han criticado
el estatismo implícito en el análisis estructural-funcional.

Marx apelaba a la razón de los seres humanos reconociendo leyes en la historia,


aunque para establecerlas debería encontrarse la evidencia en los hechos empíricos.
Para ello se basaba en la observación y en la experiencia.

Marx creía que la sociedad, en su desenvolvimiento, iba pasando de un estadio al


siguiente y cada uno significaba un desarrollo superador con respecto al anterior.
Tomó de Hegel5 la idea del progreso como resultado de una tensión entre opuestos,
que se desarrollan hasta que finalmente se llega a una crisis cuya forma de resolución
implica un cambio cualitativo, una síntesis en un plano diferente. Allí se da un paso al
estadio siguiente. Estas leyes se cumplen tanto en la naturaleza como en las
sociedades.

Para denunciar el orden existente Marx recurre a la historia. Considera que la historia
de la sociedad es la historia del hombre que busca el control de la naturaleza y de sí
mismo a través de su trabajo creador. Esta actividad se encuentra reflejada en las
luchas de clases opuestas. El progreso se va conformando con las sucesivas victorias
de una clase sobre otra, y en todas las épocas hay hombres que se identifican con la
clase progresiva de la sociedad en que viven. En algunos casos, los individuos
deberán renunciar a su clase de origen para aliarse con aquélla y, si ya se encuentran
en la misma, deberán tomar conciencia de su situación y actuar en consecuencia.

La historia de la humanidad sería un proceso único e irrepetible que obedece a leyes


posibles de descubrir mediante el método de la observación empírica. Los fenómenos
sociales son explicables a través del contexto dentro del cual los hombres viven. Este
desarrollo, como dijimos antes, no es progresivo y pacífico, como lo creían Saint-
Simón y Comte, sino el resultado de una contraposición permanente entre fuerzas
antagónicas que se van desarrollando hasta la victoria de unas sobre las otras, y en
ese devenir, van transformando el acontecer social. El progreso es discontinuo porque
cada fuerza nace y crece hasta producir una eclosión y un cambio cualitativo que
modifica el medio en el cual actúa. Tanto en la naturaleza como en la sociedad, la
transformación concluye con una revolución creadora. La diferencia entre ellas reside
en que para el estudio de la naturaleza nos basamos en leyes de la física o la química,
mientras que para el análisis de la sociedad buscamos leyes económicas y sociales.

La crítica marxista a los socialistas utópicos se basa en la insuficiencia del mero deseo
de transformar la sociedad; es necesario encontrar las leyes que la originaron y que

5
Guillermo Federico Hegel (1770- 1831), filósofo alemán cuya filosofía es considerada la expresión más acabada del llamado
método dialéctico. Su obra tuvo notable influencia sobre el ideario del siglo XIX. Estudió la evolución de las nociones
universales que determinan la configuración del pensamiento. El núcleo de su concepción lo constituye la Idea, considerada
como principio único y universal. Toda idea registra tres momentos: el correspondiente a la exposición (tesis), a la oposición
(antítesis) y el que determina la conciliación de los opuestos (síntesis).
50

rigen su funcionamiento. Sólo así se podrá actuar en consecuencia y brindar una


política eficaz.

El mundo antiguo dio lugar al medieval y éste al capitalista, con el surgimiento de la


burguesía industrial y su contraparte, el proletariado. Estas transiciones no fueron
pacíficas, sino el resultado de confrontaciones, revoluciones y guerras, puesto que
ningún poder establecido entrega el lugar a su sucesor sin luchar. Según Marx, en ese
momento sólo quedaba una clase social sometida: el proletariado. Éste carecía de
bienes y no tenía ninguna clase debajo, de manera que al liberarse emanciparía a la
humanidad.

No sólo era una lucha de un sector de la sociedad, el proletariado, sino que estaba
destinada a terminar con todas las luchas al abolir las clases sociales y disolver el
Estado, instrumento de una clase.

Marx trata entonces de descubrir cuáles son las fuerzas causantes del conflicto social,
y llega a la conclusión de que el mismo es el resultado de un enfrentamiento entre
clases sociales. Una clase es definida como un grupo de individuos que viven dentro
de una sociedad y cuyo estilo de vida está modelado por la posición que ocupan en el
proceso de producción, el cual configura la estructura social. Dicha posición,
determinada por la base económica, es conocida como “clase en sí” y constituye la
condición objetiva de existencia de una clase social. Las formas de conciencia de esta
clase, o sea, la percepción de sus intereses objetivos, es la llamada “clase para sí”,
conformando ésta las condiciones subjetivas de existencia de una clase social. Las
clases sólo se constituyen en la práctica, o sea en la lucha, pues en ella los individuos
toman posiciones y se ubican en relación con las otras clases.

La historia de la sociedad es la trayectoria creadora del hombre que trabaja para


transformar su entorno natural y proveerse de los medios de subsistencia, modificando
al mismo tiempo sus relaciones con los otros hombres.

Entre estas formas de organización social figura la división del trabajo, referida en
general “a la distribución de funciones y tareas entre los individuos, grupos y sectores
de la sociedad.” (Marx, K y Engels, F. La Ideología alemana. Montevideo, Pueblos
Unidos. 1968. Cap. 1) Esta forma la encontramos también en la separación de la
ciudad y el campo, entre el trabajo comercial e industrial, así como en la
especialización de sectores profesionales dentro de cada actividad.

La división del trabajo surge en las sociedades primitivas y aumenta


considerablemente la productividad, lo cual permite disponer de un excedente de
bienes que sobrepasan las necesidades inmediatas de la comunidad. Dicho excedente
-que con el tiempo da lugar a la acumulación- crea la posibilidad del ocio y por lo tanto,
de que ciertos grupos queden eximidos del trabajo cotidiano y se puedan dedicar a
actividades intelectuales, etc. Pero esa acumulación también otorga a algunos
hombres la oportunidad de utilizarla obligando a otros a trabajar para ellos, lo cual
genera la existencia de grupos más favorecidos que otros y la división de la sociedad
en estratos o clases.

Marx distingue:

- la división técnica del trabajo, referida a la distribución de tareas dentro de un mismo


proceso productivo (por ejemplo: la fábrica)
- la división de la producción social (diferentes ramas o sectores: agrícola, industrial,
comercial) y
- la división social del trabajo.

Esta última tiene su origen histórico en la separación entre el trabajo manual e


intelectual y consiste en la distribución de tareas en función del lugar que el individuo
51

ocupa dentro de la estructura social, lugar determinado por las relaciones sociales de
producción, es decir, por las relaciones de propiedad de los medios de producción.

Las diversas formas de la propiedad también pueden explicarse en relación con los
diferentes momentos o etapas de la división del trabajo. Marx reconoce cuatro tipos de
propiedad:

- tribal
- comunal y patrimonial de la antigüedad
- feudal o corporativa y
- la propiedad privada moderna.

- La propiedad tribal se corresponde con una división del trabajo muy primitiva y se
encuentra en los pueblos de cazadores, pescadores, ganaderos y agricultores, cuya
estructura social se basa en un sistema patriarcal.
- El segundo tipo de propiedad, dominante en la antigüedad, resulta de la reunión de
varias tribus en ciudades, donde se generaliza la propiedad privada y la esclavitud
como forma de controlar a las masas trabajadoras, que se convierten en el
fundamento de la producción. El desarrollo de la propiedad privada inmobiliaria lleva
a una mayor división del trabajo y profundiza la oposición entre la ciudad y el campo
y entre los Estados. En la sociedad surge un antagonismo de clase entre ciudadanos
libres y esclavos.
- El tercer tipo, la propiedad feudal o corporativa, apareció en la Edad Media y su
forma principal de relación laboral era la servidumbre. La clase productiva, la de los
siervos de la gleba, estaba arraigada a la tierra y enfrentada a la propiedad
terrateniente que era la base del poder de la nobleza. En las ciudades se forma la
propiedad corporativa, a través de la organización del artesanado agrupado por
oficios. La división del trabajo durante el feudalismo no estaba muy avanzada, dado
el bajo nivel de desarrollo productivo.
- Con la civilización urbana nace una nueva forma de propiedad: el capital. Marx
dedica gran atención al análisis de los orígenes de la economía capitalista y a la
transición del feudalismo al capitalismo.

La división del trabajo propiamente capitalista se va definiendo simultáneamente con


la separación de la producción y el comercio, dando lugar a una clase de comerciantes
que colabora en la generalización de las relaciones interurbanas e interregionales. Las
innovaciones técnicas determinan una nueva división del trabajo; cada ciudad se
especializa en alguna rama industrial y el comercio deja de ser exclusivamente local.
Así va surgiendo una nueva clase social en oposición a la nobleza terrateniente: la
burguesía.

La consecuencia más importante de la división del trabajo entre las ciudades es la


aparición de la manufactura, forma de producción que rebasa las posibilidades
técnicas de las corporaciones de oficios existentes. Esto fue posible por la
concentración de la población y del capital. La acumulación originaria, basada en el
saqueo colonial y la expropiación de artesanos y campesinos, constituyó el origen del
surgimiento del capitalismo. Es una nueva fase en la evolución histórica, donde se
produce una transformación total de las relaciones entre las clases y las naciones. Los
vínculos patriarcales, que habían mantenido hasta ese momento los oficiales con el
maestro en las corporaciones, van desapareciendo y son reemplazados por la relación
que se establece entre el obrero y el capitalista a través del dinero.

Desde 1650 hasta fines de 1800, las naciones compitieron en el mercado mundial,
ampliado con la incorporación de las colonias. Inglaterra captó casi todos los
mercados coloniales y obtuvo el control de las colonias para el comercio de sus
productos manufacturados. Las fuerzas productivas ya existentes no fueron suficientes
para satisfacer la enorme demanda de productos manufacturados dentro y fuera de
este país, y aparece entonces como respuesta la gran industria.
52

La máquina herramienta -conjunto de instrumentos movidos por fuerza motriz-


sustituye al obrero, y da lugar a la aparición de la producción en serie, donde el
producto final es resultado de muchas intervenciones fragmentadas pero encadenadas
entre sí. Con la aplicación de los nuevos desarrollos tecnológicos, la división del
trabajo se va acentuando cada vez más.

El análisis marxista sostiene el avance inexorable de la nueva sociedad, frente a la


cual la vieja estructura social ha comenzado a desintegrarse.

Debido a que las ideas y concepciones morales, políticas y económicas cambian junto
con las condiciones sociales de las cuales emergieron, no se puede considerar a las
mismas como inmutables o eternas. Si esto fuera así, estaríamos diciendo que el
orden en el cual surgieron -el burgués- es eterno. Esta falacia es, para Marx, lo que
sustenta las doctrinas humanitaristas del siglo XVIII en adelante, y las ideas de los
liberales y utilitaristas, al considerar que los intereses de todos los hombres son
finalmente los mismos, por lo tanto, si todos ponen un poco de buena voluntad se
podría llegar a un equilibrio beneficioso para la sociedad en su conjunto. Para Marx
estos intereses son absolutamente incompatibles, de allí la lucha entre clases. Esto
marca una diferencia fundamental y no de matiz, entre su posición y la de los
socialistas utópicos.

Como sociólogo, Marx se ocupa de definir cuáles son los requisitos necesarios para
que la clase obrera, el proletariado, pueda cumplir sus posibilidades históricas
mediante la revolución socialista. Él entrelaza los intereses de la causa obrera con la
causa de la humanidad, otorgándole así una expresión de universalidad a la misma.
Le brinda un enfoque que abarca tanto el nivel teórico como el de la práctica política; y
además, original, pues liga la causa obrera a una concepción científica de la sociedad,
diferenciándose así de las utopías sociales en boga.

La importancia que Marx otorgó a los factores económicos en la determinación de


la conducta humana cambió la historia del pensamiento, y obligó a los científicos
sociales a profundizar el estudio de la historia económica y su método de análisis.

En 1848, poco antes de las revueltas de París, se publicó el Manifiesto del Partido
Comunista, preparado por Marx. Éste fue un poderoso instrumento de lucha para la
causa del socialismo, al denunciar el orden existente y pronosticar el futuro de la
sociedad europea.

En ese documento se pueden encontrar las bases de su doctrina. Los puntos


originales de su trabajo fueron explicados por el mismo Marx: “Lo nuevo fue probar:

1) que la existencia de las clases está ligada sólo a fases particulares, históricas, del
desarrollo de la producción,
2) que la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado, y
3) Que la misma dictadura sólo constituye la transición para llegar a la abolición de
todas las clases y a una sociedad sin clases” (Isaiah Berlin. Karl Marx. Su vida y su
contorno .Bs. As. Sur. 1964. pág. 158).

En su obra más famosa: El capital, publicada en 1867, se propone explicar el ascenso


y desarrollo del sistema capitalista y su futura desaparición, y ofrece una interpretación
de los procesos sociales y las leyes del funcionamiento del capitalismo. Asimismo,
contiene una teoría económica enfocada desde una perspectiva histórica y una teoría
de la historia donde enfatiza la importancia de los determinantes económicos.
Marx concibe a la sociología como “ciencia revolucionaria” y convoca al proletariado a
reunirse en un partido revolucionario universal. Se enfrenta con el acontecer social
53

desde la totalización universal de la historia humana dirigida hacia su cancelación


revolucionaria en una sociedad utópica: el comunismo.

Al estudio de las conexiones funcionales de mantenimiento del sistema prefiere el


análisis de sus contradicciones, asegurando su cambio y la producción de la nueva
sociedad.

La teoría marxista es la explicación clásica del cambio social como transformación


impulsada por las contradicciones estructurales de toda situación por su íntima
negatividad (comprensión negativa de la sociedad establecida) y pretensión de un
futuro utópico y salvador. (MOYA, J.C. Sociólogos y Sociología.1970)

Sociología Clásica. Teorías Analíticas


La Sociología clásica surgió durante el último cuarto del siglo XIX, período en que se
consolidaba la industrialización, la organización a gran escala y un imperialismo
creciente, anterior a la Primera Guerra Mundial.

Tuvo fuentes nacionales más diversificadas que el positivismo 6 -inclusive un vigoroso


desarrollo en Alemania- y nuevas expresiones dentro de la misma tradición francesa.
Fue también cada vez más institucionalizada dentro de los contextos universitarios de
los diferentes países. Si el blanco polémico fundamental de la sociología positivista
habían sido los filósofos y la revolución francesa, el que tuvieron en común los
pensadores clásicos fue el marxismo.

La sociología clásica fue la gran adquisición de la clase media de Europa occidental, a


fines del siglo XIX, cuando el empresario individual y competitivo estaba siendo
suplantado por una organización industrial cada vez más vasta y burocratizada, y
cuando, en general, la clase media se veía amenazada de manera creciente por el
surgimiento del socialismo marxista.

Así surge el tercer período de desarrollo de la Sociología, el clásico, de consolidación


y adaptación de la sociología. Corresponde a la afirmación de las sociedades
nacionales en Europa y en parte, en los Estados Unidos. Estos autores son los
clásicos de la sociología como ciencia de la sociedad, son la conciencia racional de las
sociedades nacionales. Comienzan a incorporar los primeros conceptos técnicos y
específicos de la disciplina: relación social, acción social, hecho social, conducta,
grupo, estructura, instituciones sociales.

Ha cambiado el objeto de conocimiento de la sociología. Ésta ya no se dirige sólo a la


sociedad como un todo, sino sobre todo al comportamiento social (la conducta social,
la acción social, la relación social). Y para asumir esa perspectiva analítica, había que
contar con conceptos propios que percibieran lo sociológicamente relevante del
comportamiento social, en el estudio de los grupos sociales e instituciones sociales.

Robert Nisbet (Nisbet, Robert. La formación del pensamiento sociológico. Bs. As.
Amorrortu. 1969) ha señalado que las cinco ideas-elemento esenciales de la
sociología que estarán presentes en todos los teóricos clásicos, se vinculan con el
pensamiento conservador, preocupado por las consecuencias desintegradoras del
conflicto de clases. Ellas son: comunidad, autoridad, sacralidad, status y
alienación.

La sociología clásica obtiene también, del pensamiento tradicionalista -que se


desarrollará particularmente en Francia, inspirada en Louis de Bonald (1754-1850) y

6
Recordemos que éste se originó principalmente en Francia.
54

7
Joseph de Maistre (1754-1821) -, una serie de proposiciones entrelazadas acerca de
la sociedad.

Conciben la sociedad como un todo orgánico, superior y exterior a los individuos que
lo componen, unificado en sus elementos por valores que le dan cohesión y
estabilidad y que proporcionan sustento a las normas que reglan la conducta de los
individuos y las instituciones en las que esas conductas se desenvuelven. Si esos
valores, esas normas y esas instituciones se alteran, la sociedad entrará en un
proceso de desgarramiento y desintegración.

El tema central es el orden social. El cambio, la transformación, sólo será un caso


especial, controlado, del equilibrio, postulado simultáneamente como punto de
arranque metodológico para el estudio científico de la sociedad y como ideal al que
debe tender la humanidad.

El punto de partida metodológico de la sociología clásica, como señala Lukács, será el


postulado de la independencia de los problemas sociales con respecto a los
económicos.

En la medida en que busca incorporar a la ciencia el estudio de los hechos sociales


por vía del modelo organicista, la sociología desnuda su carácter conservador. Este
rasgo incluye a todos sus portavoces, aunque existan diferencias culturales
importantes como las que separan a la tradición ideológica alemana de la francesa.
Max Weber será la culminación de la primera, y Émile Durkheim de la segunda. Y
aunque ese diferente condicionamiento cultural hace diferir sus puntos de partida, sus
preocupaciones últimas se integrarán, como advierte Talcott Parsons. (Portantiero,
Juan Carlos. Introducción a la Sociología clásica. Bs. As. CEAL 1988)

E. DURKHEIM: El problema del orden


Émile Durkheim, francés, (1858-1917), llegó a su madurez intelectual durante la
consolidación y crisis de la Tercera República Francesa, influido por el laicismo y el
cientificismo de su época. En ese entorno, Durkheim asume una misión: colaborar en
la consolidación de un orden moral que le diera a la nación francesa la estabilidad del
antiguo régimen, pero fundada sobre otras bases.

En uno de sus libros fundamentales, El suicidio, publicado en 1897, Durkheim señala


que, librado a sí mismo, el hombre se plantea fines inaccesibles y así cae en la
decepción. En nombre de su propia felicidad, pues, habrá que conseguir que sus
pasiones sean contenidas hasta detenerse en un límite que sea reconocido como
justo. Este límite debe ser impuesto a los hombres desde afuera por un poder moral
indiscutido que funde una ley de justicia. Pero ella “no podrán dictársela ellos mismos;
deben recibirla de una autoridad que respeten y ante la cual se inclinen
espontáneamente. Únicamente la sociedad, ya directamente y en su totalidad, ya por
mediación de uno de sus órganos, está en condiciones de desempeñar ese papel
moderador, porque ella es el único poder moral superior al individuo y cuya
superioridad es aceptada por éste”.

El orden moral es equivalente al orden social. Éste, a su vez, se expresa como un


sistema de normas que, por su parte, se constituyen en instituciones. La Sociología
es el análisis de las instituciones, de la relación de los individuos con ellas.

Esta preocupación aparece nítida desde sus primeras obras. En 1893 publica su tesis
de doctorado, La división del trabajo social, cuyo eje problemático es ya la relación

7
Ambos autores reivindican el orden medieval, su unidad, su armonía.
55

entre el individuo y la sociedad. El supuesto es que hay una primacía de la sociedad


sobre el individuo y que lo que permite explicar la forma en que los individuos se
asocian entre sí es el análisis de los tipos de solidaridad que se dan entre ellos.
Durkheim reconoce dos: la “solidaridad mecánica” y la “solidaridad orgánica”. En el
primer tipo, vinculado a las formas más primitivas, la conexión entre los individuos -
esto es, el orden que configura la estructura social- se obtiene sobre la base de su
escasa diferenciación. Es una solidaridad construida a partir de semejanzas y, por lo
tanto, de la existencia de pocas posibilidades de conflicto.

La solidaridad orgánica es más compleja. Supone la diferenciación entre los


individuos y, como consecuencia, la recurrencia de conflictos entre ellos, que sólo
pueden ser zanjados si hay alguna autoridad exterior que fije los límites. Es la
solidaridad propia del industrialismo. Esa autoridad, esa fuerza externa moral, social,
normativa, es la “conciencia colectiva”, que no está constituida por la suma de las
conciencias individuales, sino que es algo exterior a cada individuo y resume el
conjunto de creencias y sentimientos comunes al término medio de una sociedad.

Es esta “conciencia colectiva” la que modela al individuo, la que permite finalmente


que la sociedad no se transforme en una guerra de todos contra todos. Estas ideas se
perfilan mejor en otro trabajo ya citado, El Suicidio, que se ha transformado en un
clásico de la investigación empírica. Allí Durkheim analiza minuciosamente los datos
estadísticos de criminalidad, poniendo en evidencia relaciones intemporales entre
variables (como en las ciencias naturales). Tipifica tres tipos de suicidio como hecho
social: el altruista, el egoísta, el anómico.

- El suicidio egoísta sería aquel motivado por un aislamiento demasiado grande del
individuo con respecto a la sociedad. Es el suicidio de los marginados, de los
solitarios, de los que no tienen lazos fuertes de solidaridad social.

- El suicidio altruista correspondería al otro extremo: si el hombre se mata cuando está


desligado de la sociedad, también lo hace cuando está demasiado ligado a ella. (El
medio social en el que el suicidio altruista existe en estado crónico es el orden
militar).

- En realidad, el tipo más significativo de suicidio es el anímico. El suicida por anomia


es aquel que no ha sabido aceptar los límites que la sociedad le impone, aquel que
aspira a más de lo que puede y cae, por lo tanto, en la desesperación.

En los tres casos es la relación del individuo y las normas lo que lleva al suicidio; se
trata de fenómenos individuales que responden a causas sociales. Por ello, ese caso
extremo, de aparente individualismo, que es el suicidio, puede ser tema de la
sociología.

Durkheim construye el objeto de la sociología desde la exterioridad y la coacción de lo


social sobre el individuo. La intencionalidad de los actores es inobservable y, por lo
tanto, no puede ser la base de la ciencia.

Dos años antes de la aparición de El suicidio (1895), publica un libro (Las reglas del
método sociológico), (Portantiero, Juan Carlos. Introducción a la Sociología clásica.
Bs. As. CEAL 1988), en el que define a la Sociología y a su objeto: es el estudio de los
hechos sociales; el método para estudiarlos es considerarlos como cosas. Sólo a partir
de esto la Sociología puede legítimamente ser considerada - según Durkheim- como
una ciencia similar al resto de las ramas del conocimiento empírico. Un hecho social
consiste en toda forma de obrar, de pensar y de sentir que ejerce sobre el individuo
una presión exterior. Es decir, los hechos sociales son anteriores y externos al
individuo; lo obligan a actuar, lo coaccionan en determinada dirección. Se expresan en
normas, en leyes, en instituciones que aseguran la tendencia a la buena integración
del individuo con la sociedad.
56

Sistema normativo, sistema de valores, sociedad, conciencia colectiva, hechos


sociales, son términos distintos que aluden a un mismo concepto y acotan una misma
problemática: la de la objetividad y exterioridad del mundo social, por encima de los
individuos concretos. Un mundo social que al ser aceptado como dato se transforma
en un orden natural, sostenido sobre la normatividad establecida.

La insuficiente integración del individuo con la sociedad es un síntoma patológico de


las sociedades modernas, que no han logrado recuperar, en las nuevas condiciones
del sistema industrial, los valores de equilibrio de la sociedad preindustrial.

¿Cómo lograr esa integración? En el prefacio a la 2ª edición de La división del trabajo


social, Durkheim plantea su solución. Ya no es la familia, ni el grupo religioso, ni el
Estado quienes pueden asegurar esa solidaridad. La principal unidad integrativa es la
profesión, y la institución que agrupa a los hombres por profesiones: el gremio, a la
manera medieval. Allí, en ese texto, el liberal Durkheim se acerca, en tanto
conservador social, al modelo corporativo de organización de la comunidad, como
salida para la inestabilidad del mundo moderno.

Desde el punto de vista metodológico, la propuesta de este autor consiste en la


necesidad de fundamentar las concepciones teóricas sobre una base empírica,
analizando y comparando los datos que ofrece la realidad antes de proceder a las
abstracciones generales. Delimita el objeto de estudio específico de la Sociología: el
“hecho social”, al que considera como un fenómeno coercitivo y exterior a las
conciencias individuales. Es una realidad sui generis, no equivalente a la sumatoria de
las conductas de los individuos considerados aisladamente. Teniendo en cuenta este
objeto de análisis, propone el método experimental indirecto -que consiste en un
modelo comparativo de tipos o especies sociales- como el único viable para la
sociología.

Considerando que el objeto de estudio de esta disciplina no es apto para pruebas de


laboratorio -debido a la naturaleza inconstante de la conducta humana colectiva- la
determinación de leyes “causa-efecto” debería surgir de la contrastación de resultados
estadísticos acerca de comportamientos sociales, indicadores de fenómenos
circunscriptos y que presenten correlatividad en cuanto a la variable a investigar.

El diagnóstico de Durkheim sobre las causas de la crisis social moderna y la salida


que propone para remediarla, se corresponden con el método adoptado. Al privilegiar
los aspectos disciplinarios de las relaciones sociales, deja de lado el estudio de las
raíces profundas de los conflictos de clase en la sociedad industrial. El rechazo de las
“teorizaciones” implica descartar las propuestas de cambios sustanciales del orden
establecido y dedicarse a la aplicación de medidas paliativas del tejido social
desgarrado. (Lucchini, Cristina y otros. Procesos sociales y marco histórico de la
Sociología.Biblos.1997)

El análisis morfológico o estudio descriptivo de las partes que conforman una realidad
“tal como viene dada”, se apoya en una posición empirista. Cuando es tomado como
un fin en sí mismo, se agota en la observación de un orden que es considerado
natural. Por lo tanto, de esta actitud científica sólo surgen proposiciones moderadas en
cuanto a posibles transformaciones del statu quo.

El corporativismo democrático esbozado por Durkheim, constituye una teoría


reformadora desde el punto de vista social, que no cuestiona la división en clases ni la
propiedad privada de los medios de producción del orden capitalista, como lo había
hecho el marxismo. Su objetivo consiste en frenar el estado de guerra entre sectores
sociales poderosos económicamente y la clase trabajadora. Ésta, explotada por el
sistema, siempre era perjudicada en esa lucha desigual. Durkheim pugna por ponerle
57

límites a la arbitrariedad patronal, para controlar los abusos en la explotación de los


grupos desposeídos.

De acuerdo con Carlos Moya, (Sociólogos y Sociología.1970), consideramos a


Durkheim como el fundador del “análisis estructural-funcional”. La vida social,
como todo otro tipo de vida, “es ante todo un sistema de funciones estables y
reguladoras”, aunque también sea “una secuencia ininterrumpida de
transformaciones”.

Durkheim se separa decisivamente del organicismo psicologizante de Comte y


Spencer; las categorías tomadas de la Biología van a servir para fundar la autonomía
de la Sociología.

El acontecer social deviene “vida” y “sistema social” susceptible de un enfoque


morfológico-fisiológico, estructural-funcional. Formas de hacer repetidas y distintas de
las individuales, de orden fisiológico; formas de ser colectivas, que están
consolidadas, hechos sociales de orden anatómico o morfológico: el número y la
naturaleza de las partes elementales que componen la sociedad, la manera en que
están dispuestas... la distribución de la población sobre el territorio... “que se imponen
al individuo de igual modo que las formas de hacer...” “Toda vida social está
constituida por un sistema de hechos que derivan de relaciones positivas y durables
establecidas entre una pluralidad de individuos”. “Las sociedades están compuestas
de partes conjuntadas las unas con las otras. Puesto que la naturaleza del todo
resultante depende necesariamente de la naturaleza, del número de los elementos
componentes y de su modo de combinación, estos caracteres son evidentemente los
que debemos tomar por base; de ellos dependen los hechos generales de la vida
social”. “La estructura social no es sólo una forma de obrar, sino también una forma de
ser que necesita una forma de obrar, una organización”. “Las funciones son formas de
hacer definidas que se repiten idénticas a sí mismas, en circunstancias dadas, puesto
que están vinculadas a las condiciones generales y constantes de la vida social. Las
relaciones que se establecen entre estas funciones no pueden dejar de alcanzar el
mismo grado de fijeza y regularidad”, para llegar a constituir un sistema integrado de
funciones interdependientes entre sí y perfectamente solidarias. (según Durkheim)

La estructura aparece así como estructura funcional: como forma de organización de


los elementos sociales que determinan y exigen ciertos cumplimientos, que implican la
satisfacción de las necesidades planteadas por la supervivencia de la colectividad.
Pero tales relaciones sociales no implican automáticamente el equilibrio funcional; la
anomia como falta de regulación interfuncional (solidaridad orgánica), el conflicto
social, como concurrencia violenta, son hechos posibles dentro del sistema social,
aunque se definan como hechos “anormales”, ya que impiden o perturban el pleno
desarrollo del sistema según su “tipo morfológico”. El equilibrio social es más una
tendencia constitucional de desarrollo que un producto inmediato de mecanismos de
ajustamiento automático. “En el organismo, cada célula tiene su papel definido y no
puede cambiar. En la sociedad las tareas nunca han sido repartidas de un modo tan
inmutable; el individuo puede moverse con una cierta libertad dentro de la
organización que la suerte le ha fijado”.

La génesis social es siempre un proceso de transformación estructural, en el que la


sociedad preexistente da lugar a una sociedad de tipo distinto.

Ralph Dahrendorf ha señalado lo próximo que está Durkheim, en muchos de sus


enunciados a la categoría de papel o rol social, esencial en el análisis estructural-
funcional y, en general, en la teoría sociológica actual. Durkheim, que identifica las
categorías papel (rol) y función, refiere siempre su cumplimiento a “órganos sociales”-
unidades formales de acción colectiva constituidas por individuos- o a relaciones
dinámicas entre tales órganos o entre otros elementos estructurales.
58

“La división del trabajo no pone en relación individuos, sino funciones sociales... La
naturaleza del hombre es, en gran parte, ser un órgano de la sociedad, y su acto
propio, por consiguiente, el de jugar su papel de órgano” La “acción social” en
Durkheim no es acción de un actor personal, sino siempre “acción de la sociedad” que
eventualmente puede estar “encarnada” o “representada” por un solo individuo
concreto.

El hombre está destinado a cumplir una función especial en el organismo social y es


preciso que aprenda de antemano a jugar su papel de órgano. Este proceso de
aprendizaje, de ajuste del comportamiento individual a sus cometidos sociales, es un
proceso de conformación moral, a través del cual el sujeto incorpora a su conciencia, a
su conducta, las normas de la colectividad. “La moral consiste en ser solidario de un
grupo y varía de igual modo que esta sociedad”.

Las normas fundamentales que definen el consensus social general constituyen la


conciencia colectiva, “el conjunto de las creencias y sentimientos comunes a la media
de los miembros de una misma sociedad, forman un sistema determinado que tiene su
vida propia”.

La regulación de las distintas funciones y papeles sociales, la socialización del


individuo y su desarrollo como persona social se plantea desde la teoría de las
representaciones colectivas que aquí resulta complementaria del enfoque estructural-
funcional.

Con La división del trabajo social (1893) y Las reglas del método sociológico (1895), la
Sociología alcanza el rango de auténtica ciencia positiva (empírica), liberándose,
separándose del organicismo positivista, del evolucionismo; como sistema autónomo
en la teoría auténticamente sociológica, esto es, en un sistema de razonamiento
lógico-científico en el que “los hechos sociales no pueden ser explicados sino por
hechos sociales” (Durkheim, Emile. Las Reglas del método sociológico).

Todo acontecer social supone un sistema social de referencia, cuya estructura


constituye la última referencia analítica para su explicación. “Esta concepción del
medio social como factor determinante de la evolución colectiva es de la mayor
importancia. Pues si se la rechaza, la sociología se encuentra en la imposibilidad de
establecer ninguna relación de causalidad”.

Durkheim, en La división del trabajo social, ha planteado los problemas del cambio y el
desarrollo social en términos relativamente próximos a Marx. La división del trabajo es
el hecho fundamental a partir del cual se plantea el análisis del acontecer social: los
dos pensadores reconocen su vinculación a la tradición científico-social inaugurada
por Adam Smith. Para ambos el desarrollo histórico social se manifiesta como una
creciente diferenciación de las tareas sociales, una creciente complicación estructural,
una progresiva complejidad de las formaciones de conciencia.

La discrepancia radical entre Marx y Durkheim se plantea al establecer el sentido de la


división del trabajo y de su desarrollo histórico social; la dialéctica y el análisis
estructural-funcional se oponen absolutamente.

Marx sitúa, en aquel hecho fundamental, el origen de todas las contradicciones


sociales, la raíz de la enajenación humana. Para Durkheim, el creciente desarrollo de
la división del trabajo da lugar a tipos de estructuras sociales que presentan la más
alta forma de integración social, la solidaridad orgánica, en cuyo horizonte los
individuos alcanzan su máximo desarrollo personal. “El hombre está destinado a
cumplir una función especial en el organismo social” sostiene Durkheim. Una
concepción distinta del marxismo que postula la del “hombre real”. Mientras el
fundador del “socialismo científico” (Marx) encuentra en la división del trabajo la razón
59

última de la lucha de clases, el sociólogo francés afirma desde un principio que tal
división “es y deviene cada vez más una de las bases fundamentales del orden social”.

Durkheim sostiene que la lucha de clases es expresión de una situación anímica, a


superar por el propio desarrollo de la solidaridad orgánica, basada en aquella división.
El mismo sistema en su evolución autorreguladora elimina sus conflictos produciendo
las normas que configuran su justo equilibrio.

Frente al análisis dialéctico, revolucionario, de la negatividad de todo el acontecer


histórico social anterior a la revolución final (“prehistoria”), la sociología de Durkheim
se presenta “positiva”, científica e ideológicamente. Para las sociedades como para los
individuos, la salud es buena y deseable; la enfermedad, por el contrario, es la cosa
mala y lo que hay que evitar. Esta pretensión pragmática es la que decide el análisis
estructural-funcional como diagnóstico científico de la situación social, con la misión de
informar para una posible y ulterior terapéutica política.

No hay un patrón universal único para el desarrollo de la humanidad, meta final de la


historia universal (como sostiene el marxismo), sino una serie de tipos y fases de
desarrollo correspondientes a las diversas especies de sociedad históricamente
dadas. La utopía socialista consideraba inminente el advenimiento de la revolución
internacional, redimiendo la historia total de la humanidad mediante la instauración
mundial del socialismo. Frente a esto, los positivistas proclaman la inmediatez
concreta de una terapéutica colectiva limitada a las necesidades típicas de cada
sociedad, en tanto específica “sociedad nacional”.

Frente a la idea revolucionaria, utópica, del “hombre total real”, liberado de toda
alienación en una sociedad mundial universal, el ideal positivo de la “funcionalidad
social individual” como integración personal dentro de la sociedad nacional.

La Teoría de Max Weber


La obra de Max Weber (alemán, 1864-1920) es de tal vastedad y erudición, que
abarcó la historia, el derecho, la economía, la sociología y la politología. Destacó las
cualidades del conocimiento que puede obtenerse de manera empírica. Consideraba
la sociología como una ciencia empírica que interpreta el significado de la acción
social; es, por lo tanto, una disciplina que intenta la explicación causal del curso y las
consecuencias de dicha acción.

La “acción social”, según Weber, es una acción en donde el sentido mentado por el o
los sujetos, está referido a la conducta de otros, orientándose por ésta en su
desarrollo. Estas acciones de otros pueden ser pasadas, presentes o esperadas como
futuras. (WEBER, Max. Economía y sociedad. México. Fondo de Cultura Económica.
1979. Cap. I)

Contemporáneo de Durkheim, Max Weber considerará como unidad de análisis a los


individuos, precisamente porque son los únicos que pueden albergar fines,
intenciones, en sus actos.

Su camino metodológico es inverso al de Durkheim, producto de una tradición cultural


opuesta -el historicismo en Weber, el naturalismo positivista en Durkheim-. Sin
embargo se reencuentran en la consideración sobre el papel que el sistema de valores
y el orden normativo juegan en el comportamiento humano, (PORTANTIERO, Juan
Carlos. Introducción a la Sociología clásica). Esto lo señala lúcidamente Talcott
Parsons, quien con su teoría de la acción intentó construir la síntesis de los temas de
la sociología clásica: “A pesar de sus diferencias -la absorción de Weber en los
problemas de la dinámica social y la casi completa indiferencia de Durkheim hacia
60

ellos; la preocupación de Weber por la acción y la de Durkheim por el conocimiento de


la realidad- sus resultados son casi idénticos en el esquema conceptual básico al que
llegan. La identidad se aplica a, cuando menos, dos puntos estratégicos: la distinción
entre los motivos morales y no morales de la acción en relación con las normas y la
distinción entre la calidad de las normas como tales (Weber, legitimidad; Durkheim,
autoridad moral) y el elemento más amplio del que ésta es una manifestación: Weber,
carisma; Durkheim, sacralidad” 8.

La trama del discurso teórico de Weber es, pese a ello, distinta de la de Durkheim:
Weber es tanto un historiador y un científico de lo político como un sociólogo, y esto se
reflejará en sus preocupaciones temáticas y en su método de investigación, distinto de
los de Durkheim.

Weber intentará superar la polémica entre “ciencias de la naturaleza” y “ciencias del


espíritu”, diseñando un método de tipo histórico-comparativo que le permita recuperar
a la vez la particularidad y la universalidad del hecho social. Su “sociología
comprensiva” es de tal capacidad analítica que trasciende el preciso momento
histórico social de su génesis y tiene validez en la sociología actual. Estuvo influido por
Marx pero fue también muy crítico con algunas de sus principales ideas. Rechazaba la
concepción materialista de la historia y consideraba que los conflictos de clase eran
menos relevantes de lo que suponía Marx. Para Weber, los factores económicos eran
importantes, pero el impacto de las ideas y los valores sobre el cambio social era
igualmente significativo.

Su tema central de estudio es el origen y el carácter del capitalismo y aparece tanto en


La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1904-1905), como en la Historia
económica general (1924). Su obra fundamental, también póstuma como la anterior,
Economía y sociedad (1922), es una monumental síntesis conceptual en la que su
teoría sustantiva aparece enriquecida por una abrumadora erudición histórica.

El análisis de los orígenes y las características del capitalismo le permite a Weber


desplegar sus críticas al marxismo economicista. Según su punto de vista, las
condiciones históricas para el capitalismo, entendido como “sistema de empresas
lucrativas unidas por relaciones de mercado”, han existido en numerosas
oportunidades. Sin embargo, tal sistema sólo se desarrolla en plenitud en la Europa de
los siglos XV y XVI. La razón de ello es que en ese momento se sumó la aparición de
una ética (sistema de valores y de normas de conducta), la protestante, que favorecía
en el nivel individual el desarrollo de comportamientos acordes con el espíritu de lucro
y las relaciones de mercado. Y aparece así como el factor principal para explicar el
origen del capitalismo.

El método por el cual llega Weber a aislar la causa fundamental del capitalismo es el
histórico-comparativo. Si, comparando sociedades diferentes, logramos igualar las
principales variables -económicas, sociales, políticas, culturales, etc.- que aparecen en
ellas, quedando sólo una cuyas características no son compartidas por la totalidad,
queda claro que es la variable decisiva para explicar la diferencia específica. Sería el
caso del papel que juega la ética protestante en los orígenes del capitalismo como
sistema social.

El análisis histórico pasa a ser sociológico cuando el científico construye, a partir de la


realidad, conceptos-tipo o tipos-ideales. “Se obtiene un tipo ideal”, explica Weber, “al
acentuar unilateralmente uno o varios puntos de vista y encadenar una multitud de
fenómenos aislados, difusos y discretos, que se encuentran en gran o pequeño
número y que se ordenan según los precedentes puntos de vista elegidos
unilateralmente para formar un cuadro de pensamiento homogéneo”

8
Parsons, Talcott. La estructura de la acción social. Madrid. Guadarrama. 1968.
61

Pero el punto de partida para esta construcción es el actor y la acción social; las
relaciones sociales y los hombres interactuando.

La Sociología es “una ciencia que pretende entender, interpretándola, la acción


social, para de esa manera explicarla causalmente en su desarrollo y efectos”
(WEBER, Max. Economía y sociedad. México. FCE. 1966).

La característica básica de la vida social es la orientación de las acciones humanas


hacia la consecución de determinados fines, a través de la utilización de medios
adecuados racionalmente para conseguirlos. Éste sería el caso extremo de la acción
racional de acuerdo a fines, pero Weber reconocía otros tres tipos de
comportamientos probables: la acción tradicional, la acción afectiva y la acción con
arreglo a valores. Weber sostuvo que ninguna dominación se conformaba con persistir
sobre la base de motivos exclusivamente materiales, afectivos o racionales, sino que
buscaba suscitar su legitimidad. De acuerdo con la legitimidad pretendida se
diferencian los tipos de dominación. Weber planteó la existencia de tres formas puras
de dominio legítimo: el tradicional, el carismático y el racional.

- La dominación tradicional se asienta en las costumbres y tradiciones que tenían


vigencia desde tiempos remotos y la legitimidad del ejercicio de la autoridad se basa
en ellas. La obediencia se dirige a la persona del “señor”. Esta forma de dominación
es estable porque se apoya en lo cotidiano.
- La carismática, por el contrario, se apoya en lo extraordinario, surge en momentos
de crisis. La autoridad es ejercida por un caudillo dotado de características
superiores a lo cotidiano, al que se obedece por la confianza personal, por
revelación, por heroicidad, etc., en un ámbito donde la fe en su carisma es válida.

El liderazgo carismático es inestable porque surge en una situación fuera de lo


habitual, en la que las masas depositan su confianza absoluta en un jefe, en quien
delegan incondicionalmente la representación en defensa de sus intereses y bienestar.
Ese mandato subsiste en la medida en que el líder cumple con las expectativas de sus
seguidores. Es una forma de dominación originada en factores psicosociales nacidos
de la peculiar conjunción líder-masa y no de determinadas características personales
del jefe.

- La dominación racional se basa en la creencia en la legalidad de ordenaciones


establecidas, y en el derecho del mando que éstas le dan a los que ejercen la
autoridad. En esta forma de dominación las órdenes son impersonales y objetivas.
Weber pensaba que la dominación burocrática era el tipo más puro de dominio legal,
típico de la sociedad moderna, y distinto del tradicional y del carismático.

La obra de Weber se centra en el estudio del crecimiento del proceso de


burocratización, que ve como un reflejo de las características estructurales del
capitalismo, y observa cómo el mismo se reproduce en los partidos políticos.

La burocratización, para Weber, es el resultado de la racionalización económica en


Occidente, que transformó el “beneficio ocasional” en un “sistema económico” basado
en el lucro capitalista. Para que exista racionalidad es necesaria la presencia del
cuadro administrativo formado por funcionarios especializados, dada la complejidad de
dicho sistema.

Toda la “sociología comprensiva” de Max Weber, en cuanto sociología histórica, es un


intento de analizar científicamente, en términos de tipos-ideales, la historia universal
como un proceso de progresiva racionalización de la actividad social y de sus
contextos estructurales.
62

La ciencia es la máxima forma teórica de la razón en cuanto órgano de dominación:


sobre su desarrollo tecnológico se monta la economía industrial capitalista. La
sociedad capitalista aparece así como culminación de ese proceso histórico universal
de racionalización progresiva: como encarnación histórico social de la razón.

En realidad, resumir un pensamiento tan sistemático como el de Weber es una tarea


inabordable. Su discurso tiene una textura perfecta y cada concepto supone al anterior
en un escalonamiento lógico que opera por adición. El capítulo primero de Economía y
sociedad actúa en ese sentido como un largo prólogo imprescindible para comprender
luego el derrotero total del texto. (PORTANTIERO, J.C. La sociología clásica .Bs.
As.CEAL.1988).

Tanto como una sociología, en el pensamiento weberiano hay una filosofía de la


historia, recorrida por una idea-fuerza, la de la racionalidad. El desarrollo del hombre
es el de una creciente racionalidad en su relación con el mundo.

Las regularidades en la conducta humana se deben principalmente al reconocimiento


por los actores de la existencia de un “orden legítimo” que les otorga validez. Esa
legitimidad puede estar garantizada por la tradición, por la entrega afectiva, por el
acatamiento a valores absolutos o por la adhesión a la legalidad estatuida
positivamente. Esta última es la legitimidad contemporánea, sobre la que se construye
el moderno tipo de dominación, legal y burocrática, racional.

Racionalidad y dominación burocrática, impersonal, son dos temas conexos. Weber


describió el conjunto constituido por los avances científicos, la tecnología moderna y la
burocracia como racionalización, es decir, la organización de la vida social y
económica según principios de eficacia y basándose en conocimientos técnicos. El
capitalismo realiza ambos supuestos y los lleva a su grado máximo. Es así el punto de
llegada de la historia actual, y el socialismo propuesto por los marxistas -interlocutores
de Weber especialmente a través de la poderosa socialdemocracia alemana- no
significaría ningún cambio sustancial.

Weber también rechaza el funcionalismo. La sociología alemana se caracterizó por


una polémica radical contra el utilitarismo. En lugar de explicar la acción social según
sus funciones o consecuencias útiles, subrayó que los resultados sociales eran el
producto de los esfuerzos de los hombres por adecuarse a ideas e ideales. Al igual
que el romanticismo, Weber puso de relieve la autonomía e importancia de las ideas a
las que los hombres adherían internamente y la manera en que estas ideas
moldeaban la historia.

En gran medida, Weber se enfrentaba polémicamente a la concepción marxista según


la cual las ideologías eran una adaptación “superestructural” a la “infraestructura”
económica. Weber sostenía, por el contrario, que el sistema económico de Europa
occidental, el capitalismo, era la consecuencia no prevista de la conformidad con la
ética protestante.

En cuanto a su enfoque sobre los valores, en una cultura utilitaria, su temor no se


refería al desorden social, sino a la entropía, a la falta de vitalidad, dinamismo, de
apasionada participación.

Aunque admitía la eficiencia y productividad de la sociedad burocrática moderna,


temía que ésta acarreara una rutinización de la vida, en la cual los hombres se
acomodaran a la maquinaria social convirtiéndose en grises engranajes sin vida. Lo
que más temía Weber era la creación de un orden social tan poderoso que resultara
autónomo con respecto a los hombres. Le preocupaba el problema de la alienación
humana en una sociedad utilitaria.
63

Max Weber y Ëmile Durkheim coronan el edificio de la sociología clásica. Después de


ellos poco se avanzará teóricamente, salvo en el esquema de Talcott Parsons, quien
realiza una síntesis de los grandes autores que lo antecedieron. El único avance
logrado ha sido en el campo de las técnicas específicas de investigación, no en las
grandes líneas teóricas.

Los dos sistemas teóricos básicos sociológicos que persisten hasta hoy son:

1) el marxismo, renovado actualmente con Georg Lukács, Antonio Gramsci y en la


escuela alemana de “sociología crítica” de Frankfurt, en la que participan Herbert
Marcuse, Theodor Adorno, Max Horkheimer, y Jürgen Habermas, cuyo tema
persistente ha sido la crítica de la sociedad moderna en nombre de las
potencialidades humanas y su realización.

2) La sociología académica o clásica, que a partir de Comte, a través de Durkheim y


Weber, se convirtió en una de las fuentes fundamentales a las que recurrió T.
Parsons para su síntesis teórica. Esta tradición tiene como tema permanente la
necesidad del orden social y del consenso moral.

La sociología clásica, académica, se diferenció de la positivista por el abandono del


evolucionismo social, tanto en la obra de Durkheim como en la de Weber, y su
reemplazo por el estudio “comparativo”. La declinación del evolucionismo y el
surgimiento del funcionalismo fueron complementarios, modelando el desarrollo de la
sociología.

Durkheim comenzó a tronchar la orientación de la sociología positivista hacia el futuro,


durante su polémica contra ese futuro concebido por el marxismo y el socialismo.
Inició de este modo la consolidación de la sociología como ciencia social del presente
sincrónico, que llegó a su culminación en el funcionalismo contemporáneo.

El hecho de que Durkheim abandonara el evolucionismo por los estudios comparativos


tuvo una importante ventaja intelectual. Al perder toda importancia el que una
sociedad pasada tuviera o no algún vínculo histórico conocido con el presente, se
amplió el ámbito de las sociedades que podían ser consideradas de interés. Esto
significó que la sociología ya no tenía que limitarse a la experiencia europea, ni
siquiera a las grandes civilizaciones; ahora podía incluir en sus datos comparativos
hasta las sociedades tribales. Este aumento del interés por las sociedades tribales se
produjo coincidentemente con la creciente actividad de las potencias europeas en
África y otras partes del mundo y con la intensificación de la colonialización durante el
siglo XIX. (Cfr Gouldner, obra citada).

Funcionalismo
La naciente teoría funcionalista, a través de la obra de Durkheim, procuraba demostrar
que la persistencia o el cambio de cualquier institución o costumbre social debían ser
comprendidos en términos de sus actuales consecuencias para las instituciones y las
conductas circundantes y explicados según su ubicación en el conjunto de la sociedad
de la que formaban parte y de sus contribuciones a ella. “Función” era una manera
amplia y sutil de referirse a la utilidad de todas las relaciones, conductas y creencias
sociales (y no solamente las económicas).

El funcionalismo procuraba demostrar que las costumbres, relaciones e instituciones


sociales persistían sólo por el hecho de que cumplían alguna función útil, porque
facilitaban intercambios que beneficiaban a todas las partes interesadas.
64

Eludía el problema de la “explotación”, o sea, de dar menos que lo que se recibe,


limitándose en cambio a sostener que los ordenamientos sociales que perduran deben
estar contribuyendo, en alguna medida y de algún modo, al bienestar de la sociedad.

Los funcionalistas procuraban también demostrar que, aunque determinados


ordenamientos no fueran económicamente útiles, podían serlo en otros planos no
económicos; en suma que podían ser socialmente funcionales.

Por ello, desde el positivismo hasta el funcionalismo, la sociología incorporó la norma


del utilitarismo social: utilidad para la sociedad.

Una de las características importantes y novedosas de la sociología académica clásica


fue su secularización. De la “religión de la humanidad”, que fue la sociología aplicada
del positivismo de Comte, se pasó a la sociología de la religión. La creación de una
nueva religión fue sustituida por el estudio de las religiones establecidas o históricas,
que eran encaradas en términos y con normas propias de la función académica como
tal. Las preocupaciones religiosas de la sociología fueron sublimadas y secularizadas,
pero no desaparecieron.

De tal modo, Durkheim dio una nueva imagen pública secularizada a la sociología,
presentándola como una disciplina interesada primordialmente en lo que es y lo que
ha sido, pero no en lo que debe ser. En su obra aparecía con mayor nitidez una
concepción de la sociología como disciplina “libre de valores”.

Los sociólogos positivistas del primer período habían dividido el mundo social en dos
órdenes, temporal y espiritual, atribuyéndose autoridad sobre éste último. Los
marxistas develaron el papel social de la religión optando luego por tratar de conseguir
el poder directamente, en la esfera política. Le quedó a la sociología del período
clásico el renunciar a ejercer su influencia, tanto en el orden espiritual como en el
temporal. Pese a que durante este período la sociología se integró en la sociedad
moderna y fue aceptada cada vez más por ella, los sociólogos clásicos presentían que
algo andaba mal en las sociedades industriales modernas. Tanto Durkheim como
Weber, consideraban patologías peligrosas, respectivamente, a la anomia y la
burocratización. (Cfr. GOULDNER, A. Obra citada).

Análisis Estructural - Funcional


El análisis estructural funcional intenta posibilitar el diagnóstico social como posibilidad
de un reformismo conservador: no es la estructura social lo que hay que poner en
cuestión -como hace la dialéctica revolucionaria-, sino que desde ella se ha de definir
el carácter normal o patológico de ciertos hechos sociales. En lugar de una salvación
total, precedida por la última y definitiva catástrofe social en que se liquidan las
estructuras sociales (comunismo), la terapéutica social estructural-funcionalista,
esencialmente conservadora, es una tecnología social que intenta la readaptación
para corregir o mejorar parcialmente. El diagnóstico sociológico se limitará a
establecer la funcionalidad o disfuncionalidad de una determinada institución con
respecto a la estructura dada. La normalidad o anormalidad se establece por la
situación social actual, patente al sociólogo en cuanto cristalización del pasado.

Toda estructura social es una cristalización del acontecer de una totalidad social, que
se configura como un sistema capaz de resolver las necesidades planteadas por la
existencia colectiva (equilibrio social). La perduración estructural supone la
funcionalidad de la organización colectiva: la estabilización de una definición social de
necesidades, tareas y ámbitos de satisfacción. La estabilidad como relativa
autoconservación, como relativa continuidad, constituye la específica temporalidad de
la estructura social.
65

La fórmula estructural es la última referencia explicativa del análisis estructural-


funcional. Una "estructura social" es entonces un sistema cerrado de causación social,
y la causalidad social es siempre estructural. La funcionalidad o disfuncionalidad es la
aportación positiva o negativa de los fenómenos del funcionamiento social a la
estabilidad estructural.

La estabilidad, la duración como relativa autoconservación, como relativa continuidad,


es la perspectiva positiva en que el análisis estructural-funcional entiende la
temporalidad del acontecer social. El tiempo es entendido como el ámbito en el que se
definen los distintos sistemas de equilibrio que son los tipos sociales normales. El
acontecer social es fundamentalmente acontecer de sistemas de consenso, de formas
de integración social. La solidaridad, y no el conflicto, es el ángulo en el que las
relaciones sociales cobran relevancia estructural-funcional.

Pero la estabilidad no equivale a pura conservación. El sociólogo estructural-funcional


es un conservador reformista, de ningún modo un tradicionalista. El equilibrio social no
es estático, sino dinámico: la constitución y desarrollo de una fórmula de equilibrio. De
ahí que la teoría del cambio social sea planteada temáticamente por Durkheim como
consecuencia del crecimiento social (en volumen y densidad) y que anomia y conflicto
social sean entendidos como coyunturas patológicas en el desarrollo social progresivo.

El concepto de equilibrio explica la interdependencia de los distintos factores


configurando una totalidad dinámica, organizándose en una estructura estable.

El conflicto y el cambio social se definen como quiebra anómica del consenso


producido por las viejas condiciones de equilibrio y paso a un equilibrio nuevo. Las
relaciones intrasociales son entendidas en la perspectiva de la solidaridad, de la
integración social, de ningún modo a partir del enfrentamiento de intereses y del
conflicto social. (cfr. Moya, Carlos. SOCIÓLOGOS Y SOCIOLOGÍA. Siglo XXI de
España editores S.A. 1970).

TALCOTT PARSONS (1902- 1979) fue el teórico más sobresaliente de la sociología


estadounidense del período de postguerra. Escribió sobre numerosas áreas de la
sociología empírica y teórica: estudios de la familia, la burocracia, las profesiones, la
política, entre otras.

Fue uno de los autores que más contribuyó al desarrollo del funcionalismo, el enfoque
teórico del que habían sido pioneros Comte y Durkheim. Desde esta perspectiva
funcionalista, para estudiar cualquier sociedad hay que analizar de qué modo se
combinan sus diversas partes o instituciones, con el fin de garantizar la continuidad de
esa sociedad en el tiempo. Por ejemplo, según Durkheim, la religión refuerza la
adhesión de las personas a los valores sociales centrales, y por ello contribuye al
mantenimiento de la cohesión social. (Cfr. GIDDENS. 2000).

Parsons comenzó su tarea con la síntesis del componente “espiritual” del


romanticismo alemán, enfocado sobre la orientación interna del agente, y la teoría
funcionalista de tradición francesa. De tal modo, su teoría contenía dos actitudes
histórica y culturalmente distintas que coexistían en una tensa relación. Una de ellas
era el utilitarismo social revisionista francés, en el cual los ordenamientos sociales son
explicados de acuerdo con la utilidad o función que se les atribuya en el grupo social
mayor o sociedad, al que se ve como un sistema de elementos interactuantes. Otra
era la importancia adjudicada a los elementos morales o de valor por el pensamiento
romántico, donde la conducta era explicada por los intentos de ajustarse a un código
moral internalizado y donde los hombres no necesitan tener en cuenta las
consecuencias, sino que tratan de adecuarse al código por sí mismo.
66

Combinando funcionalismo y voluntarismo, Parsons reflejaba, en el lenguaje de la


teoría social técnica, el permanente conflicto cultural entre utilidad y ética y procuraba
enfrentarlo y resolverlo en el plano teórico. Parsons rechazaba el pesimismo del
romanticismo alemán, materializando una formulación norteamericana más optimista y
activista de la sociología romántica alemana.

Después de la 2ª guerra mundial, en la sociología norteamericana, surgió una


tendencia a volver a un utilitarismo más social, tanto en la obra de Parsons como en la
teoría funcionalista. En su obra El sistema social (1951), Parsons hizo hincapié en la
gratificación producida por la conformidad del individuo con los valores, así como en
las contribuciones de diversas estructuras o procesos sociales a la integración de los
sistemas sociales.

Con todo, Parsons sigue destacando la importancia de los valores morales, aunque
pasando desde un punto de vista weberiano-que exalta su papel como estimulantes
de la acción- a otro más durkheimiano que destaca su función como fuentes de orden
social.

La teoría estructural-funcionalista se gestó en el contexto de la gran depresión de la


década de 1930, cuando el sistema económico entró en colapso. Para que la sociedad
siguiera unida y pudiera mantener sus pautas culturales, como deseaba Parsons, era
necesario buscar fuentes no económicas de integración social. Parsons procuró
apuntalar la sociedad mediante el compromiso moral individual.

Durante y después de la guerra retornó la prosperidad, al menos para la clase media.


La sociedad norteamericana fue reunificada por la opulencia y la solidaridad
ocasionadas por la guerra. La clase obrera y sus sindicatos se integraron cada vez
más a la sociedad; desapareció la sensación de una inminente amenaza al orden
público

Recobrada la prosperidad y con un Estado benefactor en crecimiento, ya no era


necesario, en la posguerra, basarse exclusivamente en los incentivos morales para
mantener el orden social. Así, la segunda etapa de la obra de Parsons, fue la
búsqueda del orden intelectual por medio de la conceptualización. Destaca el carácter
de la sociedad como sistema social compuesto de instituciones y otros elementos
interactuantes. En el primer período, anterior a la guerra, había subrayado la función
que cumplían los valores como estimulantes de la acción social: fue la dimensión
voluntarista. Durante el período posbélico, elaboró plenamente la tesis de que la
sociedad es un sistema homeostático que se mantiene a sí mismo. Parsons juzgó que
la seguridad del sistema social dependía, más de sus propios dispositivos especiales,
del funcionamiento de diversos mecanismos autónomos de integración y adaptación
de sistemas, y menos de la voluntad, el impulso o los compromisos de las personas.
En lugar de insistir en el compromiso individual voluntario, se recurre a la socialización
de los individuos para dar lugar a las elecciones que el sistema requiere.

Esta teoría de Parsons se desarrolló en una época en que las ansiedades de la clase
media de diferentes naciones se generalizaron; dichas ansiedades giraban alrededor
de un peligro internacional común, el surgimiento del poder comunista en la Unión
Soviética, así como de una misma crisis económica internacional, la de la década de
1930. Reflejaba las preocupaciones compartidas por sociedades industriales
desarrolladas, cuyas élites definían su problema primordial en la necesidad de
mantener el orden social.

Para tener relación con los problemas comunes de tales sociedades diversas, la teoría
social debía abordar como central el problema del orden social; además, debía ser
elaborada de una manera relativamente abstracta. (Cfr.GOULDNER.1970)
67

TALCOTT PARSONS y la Teoría sociológica

Este autor, con su obra fundamental, El sistema social (1951), es un clásico en el


ámbito de la sociología occidental de la 2ª mitad del siglo XX. En ella, ofrece un cuadro
teórico sistemático que sirve de marco general de referencia a las investigaciones
sociológicas de carácter empírico.

Es una construcción teórica que resulta de la convergencia doctrinal de las ciencias


humanas hacia una teoría general de la acción. Sobre ella se establece el desarrollo
independiente de la Sociología (sistema social), la Psicología (sistema personal) y la
Antropología cultural (sistema cultural).

La Sociología alcanza máxima formalización teórica al disponer de un aparato de


categorías y postulados que permitirán unificar, en un sistema lógicamente coherente,
la totalidad de variables necesarias para explicar los acontecimientos empíricos
observables como hechos, dentro de un determinado sistema social.

“Acción es un proceso en el sistema actor-situación, que tiene significación


motivacional para el actor individual o, en el caso de una colectividad, para sus
componentes individuales”. Actor, situación y orientación son los tres términos
fundamentales en que resulta analizable la acción. “Es inherente a todo sistema de
acción el que la acción... sea “orientada normativamente”. (PARSONS, TALCOTT. El
sistema social. 5ª edición. 1965).

Un sistema social consiste en una pluralidad de actores individuales en interacción, en


cuanto sus situaciones se implican recíprocamente y sus orientaciones más generales
son comunes a todos ellos como integrantes del sistema. Esos criterios de orientación
forman una totalidad coherente de principios normativos o sistema de valores
específicos para cada sistema social.

En la teoría general de Parsons no tienen lugar las estructuras de dominación. El


concepto de poder resulta una consecuencia del concepto de valor. Los fenómenos
del poder político y económico serán campo exclusivo de la Política y la Economía.

La obra de Parsons tiene un valor indiscutible en el desenvolvimiento de las ciencias


sociales. Han sido decisivos sus esfuerzos por codificar la teoría sociológica en un
todo lógicamente coherente, por unificar dentro del marco de la teoría de la acción la
totalidad de las ciencias humanas, estimulando así una cierta colaboración
interdisciplinaria.

Su horizonte categorial es el del formalismo de la razón analítica. Un horizonte que


excluye constitutivamente la posibilidad de una teoría del cambio social.

Con Talcott Parsons el formalismo sociológico llega a su plena madurez en términos


de teoría general, al reconocer su impotencia para alcanzar una explicación de la
historicidad del acontecer social. (Cfr. MOYA, Carlos. 1970)

Internacionalización de la sociología
Los grandes pensadores clásicos eran nacionalistas no sólo política sino culturalmente
en su experiencia y orientación. Incluso solían elaborar sus teorías sociales sin
conocer trabajos importantes realizados en otros países. El caso más notable es la
mutua ignorancia en que Weber y Durkheim tenían sus respectivas labores. Parsons,
en cambio, inició la asimilación de las expresiones de la teoría social europea,
sintetizándolas en el marco de una estructura cultural norteamericana. No se limitó a
reproducir la teoría europea, sino que desarmó profundamente su estructura, la
68

asimiló y volvió a sintetizarla en términos de la diferente experiencia norteamericana.


Su síntesis se concretó en la vida académica, a la par que mantuvo su importancia
para la cultura europea. Pudo servir de puente entre la vida intelectual europea y la
norteamericana y también fue una etapa importante en la internacionalización de la
sociología académica. Esta se inició sobre una base políticamente conservadora y
antimarxista. (Cfr. GOULDNER, A.1970).

ROBERT K. MERTON, también sociólogo estadounidense, hizo una interpretación


más elaborada del análisis funcionalista adaptándolo al estudio de las sociedades
industrializadas, las cuales difieren en aspectos básicos de las culturas simples
estudiadas por los antropólogos funcionalistas (R: Radcliffe-Brown y Bronislaw
Malinowski, ingleses, estudiaron comunidades de las islas Trobriand, en el Pacífico y
en las islas Andaman próximas a Birmania, respectivamente).

Merton distingue entre funciones manifiestas y latentes. Las primeras son las que los
participantes en un tipo específico de actividad social conocen y tienen intención de
realizar. Las funciones latentes son la consecuencia de acciones de las que los
participantes no son conscientes.

Según Merton, gran parte de las explicaciones sociológicas consisten en sacar a la luz
las funciones latentes de las actividades e instituciones sociales.

Este autor, distingue, además, entre funciones y disfunciones. Las pequeñas culturas
que estudian los antropólogos, señala, suelen estar más integradas y ser más
solidarias que las extensas sociedades industrializadas de las que se ocupa
primordialmente la sociología.

Al estudiar el mundo actual tenemos que ser conscientes de las tendencias


desintegradoras. El término disfunción se refiere a ciertos aspectos de la actividad en
la sociedad que tienden a producir cambios porque suponen una amenaza para la
cohesión social.

Buscar los aspectos disfuncionales del comportamiento en sociedad significa


centrarse en aquellos rasgos de la vida social que suponen un desafío para el orden
existente.

El pensamiento funcionalista fue la tradición teórica más relevante en sociología,


particularmente en los Estados Unidos. En los últimos años del siglo XX, su
popularidad se ha visto mermada y sus limitaciones se han hecho evidentes, aunque
sigue teniendo importantes defensores. Si bien no es el caso de Merton, muchos
pensadores funcionalistas, como Talcott Parsons, subrayan en exceso determinados
factores que favorecen la cohesión social, a costa de los que originan división y
conflicto.

Además, muchos críticos comparten la idea que el análisis funcionalista atribuye a las
sociedades cualidades que no poseen. A menudo los funcionalistas hablan como si
éstas tuvieran necesidades y objetivos, aunque estos conceptos sólo tengan sentido
cuando se aplican a los seres humanos individuales. Las sociedades no están dotadas
de voluntad o de objetivos; sólo los individuos humanos poseen estos atributos.
(Cfr.GIDDENS.2000).
69

Estructuralismo
Al igual que el funcionalismo, el estructuralismo se ha visto influido por la obra de
Durkheim, aunque el empuje básico para su desarrollo proviene de la lingüística, con
la obra del lingüista suizo FERDINAND DE SAUSSURE (1857-1913). Según él, en
ningún caso podemos identificar las características básicas o estructuras del lenguaje
fijándonos únicamente en las palabras que emplean las personas cuando hablan. El
lenguaje consiste en una serie de reglas de gramática y significación que están detrás
de las palabras, pero que no se explicitan en ellas.

Para Saussure, analizar las estructuras del lenguaje significa atender a las reglas que
subyacen al habla. La labor de la lingüística es hacer evidente lo que sabemos de
forma implícita, pero sólo en lo que se refiere a ser capaces de emplear la lengua en la
práctica.

El significado de las palabras, según Saussure, se deriva de las estructuras del


lenguaje, no de los objetos a los que se refieren dichas palabras. El significado se crea
por las diferencias que existen entre conceptos relacionados que las reglas del
lenguaje reconocen. Los significados se crean dentro del lenguaje y no por alusión a
los objetos del mundo real a los que nos referimos por medio de ellos.

El enfoque estructuralista se ha utilizado más en antropología que en sociología,


particularmente en los Estados Unidos. Siguiendo la línea de Lévi-Strauss, que
popularizó el término estructuralismo, este tipo de análisis se ha aplicado al estudio del
parentesco, el mito, la religión y a otras áreas. Teóricos de la sociología, como Michel
Foucault, se han visto influidos por diversos conceptos procedentes de esta corriente,
aplicándolos al estudio de los medios de comunicación (periódicos, revistas,
televisión), de las ideologías y de la cultura en general.

El pensamiento estructuralista presenta una seria debilidad: ha demostrado que su


aplicación es menor para aspectos prácticos de la vida social, como la actividad
económica y política. Mientras que resulta útil para estudiar la comunicación y la
cultura. (Cfr. GIDDENS .Sociología. 2000)

Interaccionismo Simbólico
Con el arraigo de la sociología en todo el mundo durante el siglo XX, algunas de las
aportaciones más importantes han venido, como hemos visto antes, de los Estados
Unidos.

La obra del filósofo GEORGE HERBERT MEAD (1863-1931), profesor en la


Universidad de Chicago, ha tenido una influencia decisiva en el desarrollo de la teoría
sociológica. Mead subrayó la centralidad del lenguaje y de los símbolos en general
para la vida social humana y, posteriormente, la perspectiva que elaboró pasó a
llamarse Interaccionismo simbólico.

Mead prestó más atención a los procesos sociales pequeños que a la sociedad en su
conjunto. Al interaccionismo simbólico le interesa más el individuo activo y creativo
que a cualquier otro enfoque teórico.

En los Estados Unidos éste ha sido el principal rival de la perspectiva funcionalista.


Como en el caso del estructuralismo, el interaccionismo simbólico surge de una
preocupación por el lenguaje, pero Mead lo desarrolla en una dirección diferente.

Sostiene que el lenguaje es lo que nos hace seres autoconscientes, conocedores de


nuestra propia individualidad, y el elemento clave en este proceso es el símbolo. Un
70

símbolo es algo que representa otra cosa. Hemos aprendido a pensar en el objeto de
un modo simbólico. Esta forma de pensamiento, nos libera de estar limitados en
nuestra experiencia a lo que vemos, oímos o sentimos.

Los seres humanos vivimos en un rico universo simbólico. Cada uno es consciente de
sí mismo porque aprende a mirarse desde fuera, a verse como lo ven los demás.
Cuando un niño empieza a utilizar "yo" para referirse a ese objeto (él o ella) que otros
llaman tú, él o ella, está empezando a exhibir el nacimiento de la autoconciencia.

Para los interaccionistas simbólicos, prácticamente toda interacción entre personas


conlleva un intercambio de símbolos. Buscamos constantemente claves que nos
indiquen cuál es el tipo de comportamiento más apropiado en ese contexto, así como
sobre el modo de interpretar las intenciones de los demás. El interaccionismo
simbólico dirige nuestra atención hacia los detalles de la relación interpersonal y
a cómo se utilizan para dar sentido a lo que dicen y hacen los demás.

Los sociólogos que han recibido la influencia de esta corriente teórica, se centran en la
interacción cara a cara en el contexto de la vida cotidiana. ERVING GOFFMAN ha
contribuido a este tipo de estudios, dando agudeza y agilidad a la obra de Mead, más
árida y abstracta.

Este enfoque se ha criticado por concentrarse excesivamente en fenómenos a


pequeña escala. A los interaccionistas simbólicos siempre les ha resultado difícil tratar
con las grandes estructuras y procesos, precisamente con los fenómenos en los que
más insisten las otras dos tradiciones: marxista y funcionalista. (Cfr.GIDDENS.2000).

Nuevas tendencias herederas del marxismo después de la 2ª


Guerra Mundial
El diálogo público entre las tradiciones marxista y de la sociología académica o clásica
se hizo más abierto. En la Unión Soviética apareció la sociología concreta como
disciplina académica, mientras que en los Estados Unidos el marxismo influía de
manera creciente en la crítica a la teoría de T. Parsons; eran los comienzos de una
sociología más dialéctica.

Como consecuencia del nuevo expansionismo norteamericano, la división entre el


marxismo y la sociología académica se complicó con el surgimiento de una tercera
fuerza más o menos autónoma en Europa (Lucien Goldmann y Tom Burns) y en
Estados Unidos (George Homans, Erving Goffman y Harold Garfinkel) que diferían
profundamente de las formulaciones predominantes y competían con ellas.

Así, a partir de 1960, va disminuyendo la importancia del parsonsismo como síntesis


teórica predominante, y se ponen de manifiesto polémicas y críticas contra el modelo
funcionalista. Estas fueron expresadas en especial por Ralph Dahrendorf, Peter Blau,
David Lockwood, Denis Wrong, Alvin Gouldner y otros, como C.Wright Mills.

Otra señal de la crisis del funcionalismo es la aparición de modelos teóricos


radicalmente diferentes y globales que difieren del modelo de T. Parsons en particular
y del funcionalismo en general. Uno de los más importantes es la psicología social de
ERVING GOFFMAN, como dijimos antes.

En su doctrina, que es una dramaturgia social, exalta las apariencias. No tiene -a


diferencia del funcionalismo- ninguna metafísica de las jerarquías. En la teoría de
Goffman quedan destruidas las jerarquías culturales convencionales. El escenario del
teatro es un modelo para comprender la vida. No existe lo superior ni lo inferior.
71

La teoría de Goffman es una sociología de la co-presencia, de lo que sucede cuando


las personas están unas en presencia de otras. Como teoría social, se detiene en lo
episódico y contempla la vida como si solamente tuviera lugar en un ámbito
interpersonal estrecho, ahistórico y no institucional; una existencia más allá de la
historia y la sociedad que sólo adquiere vida en el encuentro fluido y efímero. A las
personas se las ve no tanto como producto del sistema cuanto individuos que lo
manipulan para su propio realce. Aunque desprendidos del sistema no se rebelan, sin
embargo, contra él.

Lo que da cohesión al mundo social de Goffman no es el código moral (o respeto) sino


el tacto (o sociabilidad prudente), las pequeñas bondades que los hombres tienen
unos con otros cada día. En este mundo concebido como un inmenso escenario, lo
que se considera real no es la labor que los hombres cumplen ni las funciones
sociales que desempeñan. En la conducta humana se ve, en cambio, una
preocupación esencial por promover y mantener una concepción específica de sí
mismo ante los demás. Lo que en este mundo valga un hombre depende de sus
apariencias y no de sus talentos, capacidades o logros.

El modelo teatral refleja un nuevo mundo donde un estrato de la clase media ha


dejado de creer que trabajar con ahínco sirve de algo, o que el éxito depende de la
aplicación diligente. Hay un agudo sentido de la irracionalidad existente en la relación
entre el logro individual y la magnitud de la recompensa, entre la contribución real y la
reputación social.

La dramaturgia marca la transición de una anterior economía que gira alrededor de la


producción a otra nueva que lo hace en torno de la comercialización y promoción
masivas, inclusive la comercialización de sí mismo.

En esta nueva economía terciaria donde los servicios proliferan, los hombres producen
cada vez más desempeños en lugar de cosas. En esta nueva economía la mera
apariencia adquiere especial importancia.

Cuando los hombres no disponen de opciones reales no sólo en el mercado


económico sino tampoco en el político, las apariencias pasan a tener un peso decisivo.

La de Goffman es una teoría social que atrae a quienes actúan dentro de burocracias
enormes o deben tratar con tales organismos, dotados de un tremendo impulso propio
y poco accesible a influencias individuales. Así, Goffman no se refiere a cómo tratan
los hombres de modificar la estructura de esas organizaciones o de otros sistemas
sociales, sino a cómo pueden adaptarse a ellas y dentro de ellas. Esta es una teoría
de los ajustes secundarios que pueden efectuar los hombres sobre las estructuras
sociales que, según creen, deben aceptar tal como son. Su teoría de las instituciones
totales transmite esa sensación del impacto de las organizaciones sobre las personas,
cuya individualidad aparece protegida principalmente por la astucia. En las modernas
organizaciones en gran escala, los individuos se tornan cada vez más fácilmente
intercambiables, lo cual deteriora su sensación de valía y potencia. Como su influencia
sobre la organización total es escasa, se dedican a manejar impresiones, procurando
ser notados y diferenciados entre los demás, y buscando así establecer su valor y
potencia individual.

El código moral que moldea las relaciones sociales está ahora menos internalizado en
las personas. Si bien sigue siendo un hecho de la realidad social, tiende a convertirse
en un conjunto de reglas del juego instrumentables, en lugar de obligaciones morales
profundamente arraigadas. Para Goffman, lo que cuenta no es que los hombres sean
morales, sino que lo parezcan ante los demás. (GOFFMAN, E. The Presentation of
Self in Everyday Life. Edimburgo. Universidad de Edimburgo. 1956).
72

Podríamos decir, con A. Gouldner, que el funcionalismo se basó en una concepción de


los hombres y sus actividades como valores de uso, mientras que la dramaturgia los
concibe exclusivamente como valores de cambio.

Aunque el modelo teatral nos asegure que la actuación es una labor muy seria,
recomendar que se enfoque la vida como una especie de representación teatral,
resulta una invitación a considerarla como escenario de compromisos limitados y
provisorios. Concluida la obra o el juego, vuelve la normalidad.

La dramaturgia resulta una solución al problema de cómo dotar a la vida de un


estímulo renovable, aun cuando no haya ninguna esperanza real de un futuro mejor;
es una manera de extraer placer del presente. Nos permite conservar la serenidad;
soportar derrotas y pérdidas. Tanto el triunfo como el fracaso pierden importancia. Lo
único que importa es el juego.

El modelo teatral nos invita a vivir en situación, a tomar un fragmento del tiempo, la
historia y la sociedad, en lugar de tratar de organizar y hacer manejable el todo. En
este aspecto difiere sobremanera de los enfoques religiosos más tradicionales de la
sociedad occidental, así como de las más clásicas filosofías sociales evolucionistas y
las teorías sobre la sociedad surgidas en Europa occidental durante la primera mitad
del siglo XIX. En lugar de ofrecer un panorama del mundo, el nuevo modelo ofrece un
trozo de la acción.

Etnometodología de Harold Garfinkel


Es el estudio de las maneras que tenemos de interpretar activamente-aunque
normalmente dándolo por supuesto- lo que los demás quieren expresar con lo que
dicen o hacen.

Como Goffman, Garfinkel concentra su enfoque en las actividades cotidianas y la vida


habitual, en vez de hacerlo en los sucesos críticos o en espectaculares incidentes
públicos. Considera a todas las personas como teóricos prácticos, que en
colaboración crean significados y entendimientos de sus mutuas actividades.

Considera que la realidad social es creada y se desarrolla en las actividades


mundanas de los hombres comunes. Procura comprender la situación social desde
adentro, tal como aparece a los hombres que la viven. Trata de transmitir el sentido
que tienen ellos de las cosas, rechazando la conceptualización y abstracción de la
sociología normal.

Garfinkel es ahistórico, como Goffman. No limita sus generalizaciones a una época


dada o a una cultura específica. Expresa la sensación de un mundo no tanto en
conflicto como en disolución; de una difusa multiformidad de valores en lugar de un
conflicto estructurado entre grupos políticos e ideológicos.

Según una tradicional distinción conceptual, Garfinkel es un etnógrafo de los usos


populares (folkways), más que de las costumbres sancionadas moralmente (mores). A
diferencia de Parsons, no parece creer que la estabilidad social necesite una profunda
internalización de las reglas o valores en las personas o en su estructura de carácter.
En realidad, con sus ingeniosos y perturbadores experimentos, trata de explicar cómo
los hombres –y en especial los estudiantes- pueden ser fácilmente inducidos a actuar
de manera discrepante con los valores. A diferencia de Parsons, Garfinkel no
transmite ninguna sensación que los cimientos sociales posean una estabilidad
inconmovible. Su enfoque conduce a concebir las reglas sociales como convenciones;
a considerar la sociedad como algo dependiente de lo convencional, o sea, de lo que
son las reglas del juego. Garfinkel suele explicar dichas reglas mediante
73

demostraciones, (Ver en GIDDENS. Sociología. Pág. 112, los experimentos de


Garfinkel) similares a juegos, de lo que sucede cuando algunas personas , sin
enunciar a otros sus propósitos, proceden a violar deliberadamente esos
entendimientos tácitos. Y atribuye a todas las partes de la sociedad, incluyendo la
ciencia, una dependencia respecto de esas reglas y procedimientos arbitrarios
basados en el sentido común. Garfinkel aspira, sobre todo, a desnudar y
desenmascarar el lugar común invisible, violándolo de alguna manera hasta que
traicione su presencia. Confirma que existen ciertas reglas tácitas que gobiernan la
interacción social y son importantes para las personas implicadas.

En la demostración etnometodológica reside un impulso a interrumpir las rutinas,


detener el mundo y el tiempo. Reposa en una percepción del carácter convencional de
las reglas subyacentes, que aparecen como arbitrarias, aunque esenciales para
continuar con la rutina.

Es una forma de hostilidad hacia las cosas tal como son. Transmite una lección: la
vulnerabilidad del mundo cotidiano a su desorganización mediante la transgresión de
supuestos tácitos.

La demostración etnometodológica es una rebelión sustitutiva y simbólica contra una


estructura global que la juventud no puede, y a menudo no desea, modificar. Sustituye
la imposible revolución por la rebelión posible.

Otros autores: Michel Foucault y Jürgen Habermas


MICHEL FOUCAULT (1926- 1984), pensador francés con enfoque sociológico
estructuralista, analizó conceptos y códigos que rigen el comportamiento de las
sociedades.

Fue una figura sobresaliente del pensamiento social del siglo XX, con sus estudios de
la burocracia - prisiones, hospitales, escuelas, etc.- y de la sexualidad y el yo, que tuvo
influencia en el movimiento feminista. Para él, no siempre ha existido “la sexualidad”,
el amor romántico. Antes del siglo XVIII esta idea apenas existía. Ha sido creada por
los procesos de desarrollo social en la edad moderna, convirtiéndose en algo que
tenemos, en una propiedad del yo; y está vinculada siempre al poder social.

En sus estudios del poder demuestra de qué manera logran los individuos y los grupos
sus fines, en pugna con los de los demás. Sigue las líneas de Marx y de Weber.
Cuestiona la idea que un mayor conocimiento conduzca a una mayor libertad,
sosteniendo que el conocimiento es una forma de etiquetar y controlar a las personas.

También se refirió a las tecnologías sociales que afectan al cuerpo. Con esta
expresión se pretende denominar algo que tenemos que crear y no simplemente
aceptar. Una tecnología social es cualquier tipo de intervención regular sobre el
funcionamiento de nuestro cuerpo, con el fin de alterarlo de una determinada manera,
por ejemplo: ponerse a dieta para adelgazar.

En su teoría de las organizaciones, Michel Foucault trata del control del tiempo y el
espacio. (Cfr: FOUCAULT, M. Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Madrid. Siglo
XXI. 1981). Puso de manifiesto que la arquitectura de una organización está
relacionada directamente con su estructura social y sistema de autoridad. Con
frecuencia, los edificios de las grandes empresas se construyen como si fueran una
jerarquía de autoridad y, por consiguiente, cuanto más elevada es la posición en ella,
más cerca de la cúspide del edificio está: la expresión último piso se emplea, en
ocasiones, para referirse a quienes poseen el poder esencial en la organización.
74

La geografía de una organización influye en su funcionamiento de muchas otras


maneras, especialmente en los casos en los que los sistemas descansan en gran
medida sobre relaciones informales. La proximidad física permite la formación de
grupos primarios, mientras que la distancia puede realzar una polarización de los
grupos, que produzca una actitud entre departamentos que diferencie entre ellos y
nosotros.

Foucault hizo especial hincapié en cómo la visibilidad, o la falta de ella, en los


emplazamientos arquitectónicos de las organizaciones modernas, expresa las pautas
de autoridad e influye en ellas. La visibilidad determina en qué medida resulta fácil que
los subordinados estén sujetos a lo que Foucault denomina vigilancia, es decir, a la
supervisión. En las organizaciones modernas, todo el mundo, incluso los que ocupan
posiciones de autoridad, está sujeto a vigilancia, pero cuanto más baja es la categoría,
más estrecho suele ser el control.

La vigilancia adopta dos formas:

- Una es la supervisión directa del trabajo de los subordinados por parte de los
superiores. Por ejemplo: una clase en una escuela, con alumnos sentados en
pupitres, en fila, a la vista del profesor.
- El 2º tipo de vigilancia es más sutil, pero igualmente importante. Consiste en
mantener archivos, registros e historiales de la vida de las personas, hoy en día
informatizados. Se emplean para controlar la conducta de los empleados y para
evaluar las recomendaciones de ascenso.

Las organizaciones no pueden funcionar con eficacia si el trabajo de sus empleados


no tiene carácter regular. Como dice Foucault, al regularizar las actividades en el
tiempo y en el espacio, éstos “distribuyen a los cuerpos eficazmente” en la
organización. Un horario hace posible la utilización intensiva del tiempo y del espacio:
a cada uno de sus elementos se le pueden adjudicar muchas personas y actividades.

Foucault prestó especial atención al estudio de las organizaciones en las que los
individuos están físicamente separados del mundo exterior. En ellas las personas se
encuentran en reclusión, es decir, son hurtadas al medio social externo. Una prisión es
un claro ejemplo de la naturaleza de la vigilancia, porque pretende maximizar el
control sobre la conducta de sus internos. Foucault se pregunta si “¿es acaso
sorprendente que las prisiones se parezcan a fábricas, escuelas, cuarteles, hospitales,
y que todas éstas se parezcan a cárceles?”.

Tenía razón respecto de las prisiones y también en cuanto al papel crucial de la


vigilancia en las sociedades modernas, una cuestión que ahora es aún más importante
por el impacto creciente de las tecnologías de la información y la comunicación.
Vivimos en lo que algunos han denominado la sociedad de la vigilancia. (LYON, David.
The Electronic Eye: The Rise of Surveillance Society. Cambridge. Polity Press. 1994),
aquella en la que todo tipo de organizaciones recoge información sobre nuestras
vidas.

Jürgen Habermas (n. 1929)


- Es Alemán, sociólogo, filósofo, historiador. Su pensamiento está influido por Marx y
Weber.
- Sostiene que las sociedades capitalistas, en las que siempre está presente el
cambio, tienden a destruir el orden moral del que dependen.
- En la sociedad actual el crecimiento económico suele ser lo más importante, pero
esta situación hace que la vida cotidiana no tenga sentido.
- Habermas retoma el concepto de anomia de Durkheim.
75

Está vinculado a la escuela de pensamiento social, Escuela de Frankfurt, basada en la


doctrina de Marx, pero actualizando sus ideas radicalmente. Sobre todo, atendiendo a
la influencia de la cultura en la moderna sociedad capitalista. La influencia de los
medios de comunicación y entretenimiento, como el cine, la televisión, la música
popular, la radio, los periódicos, las revistas, fueron el foco de su atención, señalando
la desaparición del arte anegado por la comercialización de productos poco exigentes
e iguales para todos. La influencia de los medios de comunicación socava la
capacidad de pensar crítica e independientemente.

Analiza el desarrollo de los medios de comunicación desde comienzos del siglo XVIII
hasta la actualidad, rastreando la aparición y decadencia de la esfera pública, el área
de debate público en el que se discuten cuestiones de interés general y se forman
opiniones. Las primeras, se formaron en salones y cafés de Londres y París y fueron
vitales, según Habermas, en el comienzo de la democracia.

La esfera pública implica que los individuos se reúnen como iguales en un foro de
debate público. El desarrollo de los medios de comunicación y de entretenimiento
hace que la esfera pública se convierta generalmente en una farsa. En los medios de
masas y en el Parlamento se manipula la política. Los intereses comerciales tienen
más importancia que los de la población. La opinión pública no se configura mediante
debates abiertos y racionales, sino a través de la manipulación y del control, como
sucede en la publicidad.

Al igual que la Escuela de Frankfurt, Habermas considera a las personas receptoras


demasiado pasivas de los mensajes de los medios de comunicación. (GIDDENS,
2000).

Dilemas teóricos

¿Cómo valorar estos enfoques teóricos?

Se complementan entre sí. El funcionalismo y la mayor parte de las versiones del


marxismo, se centran en las propiedades a gran escala de los grandes grupos
sociales o sociedades. Ambos se interesan en las preguntas importantes:

- ¿de qué forma se mantiene la unidad de las sociedades?


- ¿cuáles son los factores principales que provocan el cambio social?

El interaccionismo simbólico, por el contrario, se centra en las situaciones cara a cara


de la vida social. El estructuralismo difiere de los demás enfoques en su interés
dominante por los rasgos culturales de la actividad social.

Para el análisis de determinados problemas sociológicos, podemos utilizar


selectivamente todas estas teorías, pero, en ciertos aspectos, unas y otras chocan
claramente. Existen dilemas teóricos básicos- puntos de controversia o disputa
constante- Expondremos, siguiendo a Giddens, tres:

1º) En relación a la acción humana y a la estructura social: ¿somos actores


creativos que controlan activamente las condiciones de sus vidas? o ¿lo que hacemos
es el resultado de fuerzas sociales generales que escapan a nuestro control?

Estas preguntas producen división entre los sociólogos, antes y ahora.


El interaccionismo simbólico enfatiza los componentes activos y creativos del
comportamiento humano. Sostiene que la sociedad es la suma de múltiples acciones
individuales reguladas entre sí. Los fenómenos sociales no son cosas, sino que
76

dependen de los significados simbólicos que asignamos a los hechos. No somos


criaturas de la sociedad, sino que somos sus creadores.

Los otros tres enfoques resaltan el carácter condicionante de las influencias sociales
sobre nuestras acciones individuales. Durkheim y los funcionalistas posteriores,
sostenían el hecho de la constricción social sobre las acciones humanas individuales.
La estructura social limita nuestras actividades, marcando los límites de lo que
podemos hacer como individuos.

Esta polémica ha existido desde siempre entre los pensadores sociales y es probable
que no se resuelva. Cada uno debe decidir sobre la posición que considera más
acertada.

Ninguna de las dos es absolutamente correcta, sostiene Giddens, y además existen


conexiones entre ellas. Las instituciones sociales preceden, de hecho, a cada
individuo; también resulta evidente que nos imponen restricciones.

Por otro lado, es erróneo suponer que la sociedad es exterior a las personas del
mismo modo que el mundo físico que existe con o sin seres humanos. Aunque la
sociedad sea exterior a cada uno de los individuos, no puede serlo al conjunto de
todos ellos. Y aunque los hechos sociales puedan condicionar nuestras acciones, no
las determinan.

El modo más satisfactorio, según Giddens, de establecer un puente de unión entre el


enfoque estructural y el de la acción consiste en admitir que todos participamos
activamente en la construcción y reconstrucción de la estructura social en el curso de
nuestras actividades cotidianas.

2º) Dilema sobre el consenso y el conflicto:

Las posturas funcionalistas subrayan el orden y la armonía inherentes a las


sociedades humanas. Talcott Parsons, concibe la continuidad y el consenso como las
características más evidentes de las sociedades, a pesar de los cambios que puedan
experimentar en el tiempo.

Para muchos autores funcionalistas, la sociedad es un todo integrado que se compone


de estructuras que forman un cuerpo con partes especializadas, que participan en el
mantenimiento de la vida del organismo. Todas ellas trabajan necesariamente en
armonía unas con otras; si no lo hacen, la vida del organismo está en peligro. Así
ocurre, según Durkheim y Parsons, con las instituciones políticas, religiosas,
familiares, educativas que deben trabajar armónicamente para que la sociedad tenga
una existencia prolongada en el tiempo. Por lo tanto, la supervivencia de una sociedad
depende de la cooperación, para la cual se requiere acuerdo o consenso general entre
los miembros sobre una serie de valores básicos.

Otros sociólogos, influenciados por Marx o Weber, acentúan la omnipresencia del


conflicto social. Para ellos, las sociedades están llenas de divisiones, tensiones y
luchas, y resulta ilusoria la idea que las personas tienden a vivir amigablemente unas
con otras la mayor parte del tiempo, ya que siguen existiendo profundas divisiones de
intereses que en un determinado momento pueden estallar y dar lugar a conflictos
activos.

Este punto de vista, centrado en el conflicto, está claramente expresado en la


explicación marxista de la lucha de clases. Para Marx, las sociedades se dividen en
clases cuyos recursos son desiguales. Por consiguiente, también hay divisiones de
intereses, que son inherentes al sistema social. Los conflictos de intereses se
convierten, en un momento dado, en luchas entre las clases, que pueden generar
procesos de cambio radical.
77

Otros autores, que sostienen el punto de vista del conflicto, consideran con igual
importancia que la lucha de clases a las divisiones entre grupos raciales o facciones
políticas o ideológicas. Cualquiera sea el grupo en el que se haga más hincapié, se
considera que la sociedad está llena de tensiones: incluso el sistema social más
estable presenta un delicado equilibrio de grupos antagónicos.

Tampoco este debate puede agotarse completamente. Giddens considera que las dos
posiciones no son en absoluto incompatibles. Es probable que en todas las
sociedades haya algún tipo de acuerdo general acerca de los valores y que exista en
ellas el conflicto.

En el análisis sociológico hay que examinar las conexiones que existen entre el
consenso y el conflicto dentro de los sistemas sociales. Los valores existentes en cada
grupo y los objetivos de sus miembros suelen reflejar una mezcla de intereses
comunes y opuestos. En tales circunstancias, el conflicto no es continuo, sino que, en
unas ocasiones lo que ambas partes tienen en común supera sus diferencias,
mientras que en otras, ocurre lo contrario.

El poder, la ideología y el conflicto están estructuralmente vinculados. Muchos


conflictos tienen que ver con el poder, por las compensaciones que éste brinda. Los
que tienen más poder quizá dependan principalmente de la influencia de la ideología
para mantener su dominio, pero generalmente también pueden utilizar la fuerza, si es
necesario.

3º) Dilema de la configuración del mundo moderno, referido a los rasgos del
desarrollo social.

Concierne a las influencias decisivas que afectan a los orígenes y a la naturaleza de


las sociedades modernas y surge de las diferencias entre los enfoques no marxistas y
los marxistas.

Se resume en la siguiente pregunta: ¿hasta qué punto el mundo moderno es producto


de los factores económicos que señaló Marx, los mecanismos del sistema económico
capitalista? o ¿en qué medida otras influencias sociales, políticas, culturales han
contribuido a configurar el desarrollo social en la época moderna?

Como se ha señalado antes, para Marx las sociedades modernas son capitalistas. La
fuerza rectora que subyace tras el cambio social en la era moderna es la presión hacia
una transformación económica constante, que es parte clave de la producción
capitalista. Desde el punto de vista económico, este sistema es más dinámico que
cualquiera de los precedentes. Los capitalistas pugnan entre sí para vender bienes a
los consumidores y, para sobrevivir en un mercado competitivo, las empresas deben
producir con menores costos y mayor eficiencia. Este proceso conduce a una
constante innovación tecnológica que hace que las empresas puedan aventajar a sus
competidoras.

También se incentiva la búsqueda de nuevos mercados para vender los bienes,


adquirir materias primas baratas y utilizar una fuerza laboral a bajo costo. Por lo tanto,
el capitalismo, según Marx, es un sistema que se extiende incansablemente por todo
el mundo.

Esta interpretación marxista ha tenido seguidores y críticos. Casi todos aceptan que el
capitalismo ha tenido un papel primordial en la gestación del mundo actual. Sin
embargo, hay sociólogos que señalan la exageración de Marx en considerar a los
factores económicos como los únicos generadores de cambios sociales y sostienen
que el capitalismo es menos crucial para el desarrollo moderno de lo que él apuntó, y
son escépticos ante el presupuesto marxista de la sustitución del capitalismo por un
78

sistema socialista. Podría decirse que su escepticismo se ha visto corroborado con los
acontecimientos del año 1989, en Europa del Este.

Uno de los primeros y más agudos críticos de Marx fue Max Weber, como hemos visto
antes. Su posición alternativa mantiene actualmente su importancia. Para él, los
factores no económicos han tenido un papel clave en el desarrollo social moderno.

En su obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo, señala que los valores
religiosos asociados con el puritanismo (calvinismo), tuvieron importancia fundamental
en la creación del capitalismo. Weber trata el por qué el capitalismo se desarrolló en
occidente, a partir del siglo XVII. Según él, existía una actitud hacia la acumulación de
riqueza desconocida en la historia. Es el espíritu del capitalismo: el conjunto de
creencias y valores que poseían los primeros comerciantes e industriales capitalistas,
cuya forma de vida era abnegada y frugal, austera. A diferencia de los grupos
opulentos de épocas anteriores y de otras culturas, los occidentales no disiparon su
riqueza. Por el contrario, la reinvirtieron para favorecer la subsiguiente expansión de
las empresas que dirigían.

El núcleo de la teoría de Weber contiene la idea que las actitudes que se manifestaron
en el espíritu del capitalismo procedían de la religión protestante, en una de sus
versiones: el puritanismo calvinista. Una de sus doctrinas sostenía que los hombres
son el instrumento de Dios en la Tierra, y Él les exige una vocación, una ocupación
que se haga para la mayor gloria divina. También la idea de predestinación, según la
cual sólo los predestinados se encuentran entre los elegidos que llegarán al cielo en la
otra vida, se convirtió, mediante el éxito en la propia ocupación, con la prosperidad
material, en el signo principal de elección de salvación.

Según Weber, el capitalismo como forma determinada de organizar la iniciativa


económica, es sólo uno de los factores principales en la articulación del desarrollo
social en el período moderno. El impacto de la ciencia y de la burocracia subyace en
los mecanismos económicos capitalistas y en muchos aspectos es crucial para él. La
ciencia ha configurado la tecnología moderna y, probablemente, seguiría haciéndolo
en una posible sociedad socialista. La burocracia es la única forma de organizar a
grandes grupos de personas de modo eficiente y, por lo tanto, es inevitable que se
expanda con el crecimiento económico y político. Weber relaciona el desarrollo de la
ciencia, la tecnología moderna y la burocracia con la racionalización, que consiste en
organizar la vida social y económica según principios de eficiencia basados en
conocimientos técnicos.

El hecho que en la Sociología no haya un enfoque teórico predominante expresa la


vitalidad de esta disciplina.

Al estudiar a los seres humanos- a nosotros mismos – la diversidad teórica nos libra
del dogmatismo. El comportamiento humano es complejo y polifacético, y sería
imposible que una única perspectiva teórica pudiera cubrir todas sus vertientes.

La diversidad del pensamiento teórico proporciona una rica fuente de ideas que inspira
a la investigación y estimula la capacidad imaginativa que es tan esencial para el
progreso de los trabajos sociológicos.
79

TEXTOS DE LECTURA

Las reglas del método sociológico


(Prefacio de la segunda edición)

Émile Durkheim

La primera edición de este libro promovió controversias bastante vivas. Como


desconcertadas, las ideas corrientes resistieron en un principio de una manera tan
enérgica, que casi nos fue imposible, hacernos entender. Sobre aquellos mismos
puntos en que nos habíamos explicado de la manera más explícita, se nos achacó
gratuitamente opiniones que nada tenían de común con las nuestras, y se creyó
refutarnos al recitarlas. Aun cuando afirmábamos varias veces que la conciencia, tanto
individual como social, no era para nosotros nada sustancial, sino únicamente un
conjunto, más o menos sistematizado, de fenómenos sui géneris, se nos tachó de
realismo y de ontologismo. Cuando sostuvimos expresamente y repetido a cada paso
que la vida social estaba completamente constituida por representaciones, se nos
acusó de eliminar de la sociología el elemento mental. Se llegó hasta el extremo de
restaurar en contra nuestra procedimientos de discusión que se podían creer
definitivamente desaparecidos. Se nos imputó, en efecto, ciertas opiniones por
nosotros nunca sostenidas, con el pretexto de que estaban “conformes con nuestros
principios”. La experiencia, sin embargo, había evidenciado todos los peligros de aquel
método que, permitiendo construir arbitrariamente los sistemas que se discuten,
permite también triunfar de ellos sin mucha pena.

No creemos pecar de exagerados si afirmamos que las resistencias han disminuido


progresivamente. Sin duda, no se admiten aún todas nuestras proposiciones. Pero no
nos admiramos ni quejamos de estas saludables disputas; es evidente, en efecto, que
nuestras fórmulas están destinadas a ser reformadas en el porvenir. Resumen de una
práctica personal y forzosamente limitada deberán evolucionar necesariamente a
medida que se vaya adquiriendo una experiencia más extensa y profunda de la
realidad social. Además el método sólo puede ser provisional, pues los métodos
cambian a medida que la ciencia adelanta. Es evidente que en estos últimos años, a
pesar de la oposición encontrada, la causa de la sociología objetiva, específica y
metódica, ha ido ganando terreno sin interrupción. La fundación de L’Année
Sociologique ha contribuido mucho a este resultado. Por abrazar todo el dominio de la
ciencia, L’Année, mejor que ninguna obra especial, ha podido dar el sentimiento de lo
que la sociología, condenada a ser una rama de la filosofía general, podía entrar en
contacto con el detalle de los hechos sin degenerar en pura erudición. Aprovechemos
esta ocasión para rendir nuestro homenaje –homenaje siempre pálido– a la actividad y
desinterés de nuestros colaboradores; gracias a ellos se ha podido intentar y continuar
esta demostración por el hecho.

Sin embargo, por reales que sean estos progresos, es incontestable que los errores y
confusiones pasados no han desaparecido por completo. Por eso queremos
aprovechar esta segunda edición para añadir algunas explicaciones a las ya dadas,
responder ciertas críticas y aportar sobre algunos puntos hechos nuevos.

Nuestra afirmación de que los hechos sociales deben ser tratados como cosas -
afirmación que constituye la base de nuestro método-, es, quizás, la que ha
encontrado entre todas, la mayor contradicción. Se ha considerado paradójico e
indigno que asimiláramos las realidades de mundo social a las realidades del mundo
exterior. Y, sin embargo, todo esto era una pura equivocación sobre el sentido y
80

alcance de esta asimilación, cuyo objeto no es rebajar las formas superiores del ser a
las formas inferiores, sino por el contrario reivindicar para las primeras un grado de
realidad por lo menos igual a aquél que todo el mundo reconoce a las segundas.
Nosotros no decimos, en efecto, que los hechos sociales son cosas materiales, sino
cosas con el mismo derecho que las cosas materiales aunque de otra manera.

¿Qué es una cosa? La cosa se opone a la idea, como lo que se conoce exteriormente
de lo que se conoce interiormente. Es cosa todo objeto de conocimiento que no es
naturalmente compenetrable a la inteligencia; todo aquello de lo cual no podemos
tener una noción adecuada por un simple procedimiento de análisis mental; todo
aquello que el espíritu sólo puede llegar a comprender a condición de salir de sí
mismo por vía de observaciones y de experimentaciones, pasando progresivamente
de los caracteres más exteriores y más inmediatamente accesibles a los menos
visibles y más profundos. Tratar hechos con un cierto orden como cosas, pues,
calificarlos en tal o cual categoría de lo real, es observar con ellos una determinada
actitud mental. Es abordar su estudio, partiendo del principio de que se ignora
absolutamente lo que son, y que sus propiedades características, al igual que las
causas desconocidas de que dependen, no pueden ser descubiertas ni siquiera por la
introspección más atenta.

Definidos los términos de esta manera, lejos de ser nuestra proposición una paradoja,
podría casi pasar por un verdadero turismo si no fuera todavía tan olvidada por las
ciencias que tratan al hombre, y especialmente por la sociología. En efecto; en este
sentido puede afirmarse que todo objeto de ciencia es una cosa, con excepción,
quizás, de los objetos matemáticos; pues por lo que se refiere a estos últimos, como
somos nosotros mismos quienes los construimos, desde los más sencillos a los más
complejos, para saber lo que son, basta meternos en nuestro yo y analizar
interiormente el proceso mental de donde provienen. Pero desde el momento en que
se trata de hechos propiamente dichos, cuando tratamos de hacer con ellos ciencia,
son necesariamente para nosotros, incógnitas, cosas ignoradas, pues la
representación que se haya podido tener de ellas en la vida, como se han formado sin
método ni crítica, carece de todo valor científico y debe ser tenida en nada. Los
mismos hechos de la psicología individual presentan este carácter y deben
considerarse en el mismo punto de vista. En efecto; aunque sean interiores por
definición, la conciencia que de ellos tenemos no nos revela ni su naturaleza interna,
ni su génesis. La conciencia nos los hace conocer hasta un cierto punto, pero de la
misma manera que las sensaciones nos hacen conocer el calor o la luz, el sonido o la
electricidad; recibimos impresiones confusas, pasajeras, subjetivas, pero no nociones
claras y distintas, conceptos explicativos. Precisamente por esta razón se ha fundado
en el siglo XIX una psicología objetiva, cuya regla fundamental es estudiar los hechos
mentales el exterior, es decir, como cosas. Con mayor razón debe suceder lo mismo
con los hechos sociales, pues la conciencia no puede tener más competencia para
conocer estos hechos que para conocer su vida propia. Se nos objetará que, siendo
obra nuestra, bastará con tener conciencia de nosotros mismos para saberlo que son
y la manera de estar formados. Pero, en primer lugar, observaremos que la mayor
parte de las instituciones sociales provienen, completamente formadas de las
generaciones anteriores; nosotros no hemos tenido la menor parte en su formación y,
por consiguiente, no es interrogándonos como podremos descubrir las causas que las
han engendrado. Además, aun cuando hayamos colaborado en su génesis, apenas
entrevemos -y todavía esto de una manera confusa y casi siempre inexacta- las
verdaderas razones que nos han impulsado a obrar y la naturaleza de nuestra acción.
Hasta cuando se trata de nuestra conducta privada, conocemos muy imperfectamente
los móviles relativamente simples que nos guían; nos creemos desinteresados,
cuando obramos como egoístas; creemos obedecer al odio, cuando cedemos al amor,
a la razón, cuando somos esclavos de prejuicios irracionales, etc. ¿Cómo podríamos,
pues, tener la facultad de discernir con mayor claridad las causas más complejas de
que procede la manera de obrar colectiva? En lo colectivo, cada hombre sólo
81

interviene en una ínfima parte; cada uno de nosotros tiene una multitud de
colaboradores, y lo que pasa en los demás nos es desconocido.

Nuestra regla no implica, pues, ninguna concepción metafísica, ninguna especulación


sobre el fondo de los seres. Lo que sí exige es que el sociólogo ponga su espíritu al
nivel del físico, del químico, del fisiólogo, cuando se aventuran en una región, todavía
inexplorada, de su dominio científico. Es preciso que al penetrar en el mundo social se
haga cargo de que penetra en lo desconocido; es necesario que se sienta en
presencia de hechos cuyas leyes son tan poco sospechadas como podían ser las de
la vida, cuando la biología no estaba todavía constituida; es preciso que se prepare a
hacer descubrimientos que le sorprenderán y le desconcertarán. Y es necesario que la
sociología alcance este grado de madurez intelectual. Mientras que el sabio que
estudia la naturaleza física tiene el sentimiento de la resistencia que ésta le opone, y
se hace cargo de lo que le costará el triunfo, no parece sino que el sociólogo se
mueve en medio de cosas inmediatamente transparentes para el espíritu; a esta
conclusión llegamos después de observar la facilidad con que resuelve las cuestiones
más oscuras. En el estado actual de la ciencia, ni siquiera sabemos lo que, realmente,
son las principales instituciones sociales, como el Estado, la familia, el derecho de
propiedad, el contrato, la pena, la responsabilidad, etc.; ignoramos casi
completamente las causas de que dependen, las funciones que cumplen, las leyes de
su evolución; apenas si sobre determinadas materias comenzamos a vislumbrar
algunos puntos luminosos. Y, sin embargo basta echar una ojeada sobre las obras de
sociología para ver lo raro que es el sentimiento de esta ignorancia y de estas
dificultades. No solamente el sociólogo se considera como obligado a dogmatizar a la
vez sobre todos los problemas, sino que, con algunas páginas o con algunas frases,
cree haber penetrado en la misma esencia de los fenómenos más complejos. La
consecuencia es que tales teorías no expresan los hechos, imposibles de agotar con
tanta rapidez, sino la prevención que de ellos tenía el autor antes de comenzar la
investigación.

Sin duda, la idea que nos forjamos de las prácticas colectivas, de lo que son o de lo
que deben ser, es un factor de su desarrollo. Pero esta idea misma es un hecho que
para ser convenientemente determinado debe también ser estudiado objetivamente. Y
esto porque lo que importa conocer no es la manera como tal o cual pensador se
representa individualmente una institución, sino la concepción que de ella se ha
formado el grupo: esta concepción es la única socialmente eficaz. Ahora bien, dicha
concepción no puede conocerse por la simple observación interior, pues no se
encuentra toda entera en ninguno de nosotros; es necesario, por tanto, buscar algunos
signos exteriores que la hagan sensible. Además, es evidente que no se ha
engendrado de la nada, sino que es un efecto de causas externas que es preciso
conocer para poder apreciar su papel en el porvenir. Hágase lo que se haga, hay que
volver siempre al mismo método.

II

Otra proposición no menos vivamente discutida que la precedente es la que presenta


los fenómenos sociales como exteriores a los individuos. Se nos concede hoy día -y
esto todavía casi por la fuerza- que los hechos de la vida colectiva y de la vida
individual son, en cierta manera, heterogéneos; y hasta podemos afirmar que, sobre
este punto, las opiniones están en camino de armonizarse, si no de una manera
unánime, por lo menos, en su mayor parte.

Casi ningún sociólogo niega a la sociología toda clase de especificidad. Pero del
hecho de estar integrada la sociedad solamente por in dividuos, deduce el sentido
común que la vida social no puede tener otro sustrato que la conciencia individual; de
no ser así, le parece que flota en el vacío.
82

Sin embargo, lo que se cree fácilmente inadmisible cuando se trata de los hechos
sociales, está generalmente admitido en los demás reinos de la naturaleza. Siempre
que al combinarse distintos elementos originen por su misma combinación, fenómenos
nuevos, hay que reconocer que estos fenómenos dimanan, no de los elementos, sino
del todo formado por su unión. La célula viva sólo contiene partículas minerales, de la
misma manera que la sociedad sólo contiene individuos; y, sin embargo, es
evidentemente imposible que los fenómenos característicos de la vida residan en los
átomos de hidrógeno, oxígeno, carbono y nitrógeno.

¿Cómo podrían producirse los movimientos vitales en el seno de elementos no


vivientes? Además, ¿cómo se repartirían entre ellos las propiedades biológicas? Estas
propiedades no podrían encontrarse igualmente en todos, pues no son de la misma
naturaleza: el carbono no es el nitrógeno y, por consiguiente, no puede tener las
mismas propiedades ni desempeñar el mismo papel. No es menos inadmisible que
cada aspecto de la vida, cada uno de sus principales caracteres, se encarama en un
grupo diferente de átomos. La vida no puede descomponerse de tal guisa: la vida es
una y, por consiguiente, sólo puede tener por asiento la sustancia viviente en su
totalidad. La vida está en el todo, no en las partes. No son las partículas no vivientes
de la célula las que se nutren, se reproducen, en una palabra, las que viven: es la
célula misma y ella sola. Y lo que decimos de la vida podríamos repetirlo de todas las
síntesis posibles. La dureza del bronce no reside en el cobre, ni en el estaño, ni en el
plomo que han servido para formarlo y que son en sí mismos cuerpos blandos y
flexibles, sino en su mezcla. La fluidez del agua, sus propiedades alimenticias y las
demás que posee, no residen en los dos gases que la integran, sino en la sustancia
compleja que forman al asociarse.

Apliquemos este principio a la sociología. Si, como se admite, esta síntesis sui géneris
que constituye toda sociedad produce fenómenos nuevos, diferentes de los que se
engendran en las conciencias individuales, hay que admitir que estos hechos
específicos residen en la misma sociedad que los produce y no en sus partes, es
decir, en sus miembros. En este sentido son, pues, exteriores a las conciencias
individuales consideradas como tales, de la misma manera que los caracteres
distintivos de la vida son exteriores a las sustancias minerales que componen al ser
vivo. No se los puede reabsorber en los elementos sin contradecirse pues, por
definición, suponen algo diferente de lo que contienen dichos elementos. De esta
manera, y por una razón nueva, queda justificada la separación que hemos
establecido antes entre la psicología propiamente dicha, o ciencia del individuo mental,
y la sociología. Los hechos sociales y los psíquicos no difieren solamente en calidad,
sino que tienen otro sustrato, no evolucionan en el mismo medio, no dependen de las
mismas condiciones. Esto no quiere decir que no sean en cierto sentido psíquicos,
pues todos consisten en maneras de pensar o de obrar. Pero los estados de la
conciencia colectiva no son de la misma naturaleza que los estados de la conciencia
individual: son representaciones de otra clase. La mentalidad de los grupos no es la de
los particulares sino que tiene sus leyes propias. Ambas ciencias son, pues, tan
netamente distintas como pueden serlo dos ciencias, sean cuales fueren, de otra
parte, las relaciones que pueden sostener entre sí.

Sobre este punto es preciso hacer una distinción que contribuirá, quizá a ilustrar esta
controversia.

Que la materia de la vida social no pueda explicarse por factores puramente


psicológicos, es decir, por estados de la conciencia individual, es para nosotros de
toda evidencia. En efecto; las representaciones colectivas manifiestan cómo se
reflexiona el grupo en sus relaciones con los objetos que lo afectan. Ahora bien: el
grupo está constituido de otra suerte que el individuo y las cosas que lo afectan son de
otra naturaleza. Representaciones que no expresan los mismos sujetos, ni los mismos
objetos, no pueden depender de las mismas causas. Para comprender la manera
cómo la sociedad se representa a sí misma y al mundo que la rodea, es preciso
83

considerar la naturaleza de esta sociedad, no la de los particulares. Los símbolos bajo


los cuales se autopiensa cambian a tenor de lo que es. Por ejemplo: si se considera
como engendrada por un animal epónimo, es señal de que integra uno de estos
grupos especiales que se llaman clanes. Allí donde el animal es reemplazado por un
antepasado humano, pero igualmente mítico, es que el clan ha cambiado de
naturaleza. Si por encima de las divinidades locales o familiares, imagina otras de las
cuales cree depender, es que los grupos locales y familiares de que está compuesta
tienden a concentrarse y a unificarse; y el grado de unidad que presenta un panteón
religioso corresponde al grado de unidad que en aquellos momentos tiene la sociedad.
Si condena determinadas formas de conducta, es que hieren algunos de sus
sentimientos fundamentales; y estos sentimientos dependen de su constitución, de la
misma manera que los del individuo de su temperamento físico y de su organización
mental. Y de esta manera, aunque la psicología individual no tuviera secretos para
nosotros, no podría darnos la solución ninguno de estos problemas, pues hacen
referencia a órdenes de hechos que ignora.

Pero una vez reconocida esta heterogeneidad, cabe preguntarse si las


representaciones individuales y las representaciones colectivas no se asemejan, sin
embargo, en el hecho de ser unas y otras igualmente representaciones; y si, a
consecuencia de estas semejanzas, no tendrán ambos reinos algunas leyes
abstractas comunes. Los mitos, las leyendas populares, las concepciones religiosas
de toda clase, las creencias morales, etc., expresan una realidad distinta de la
individual; pero podría suceder que las maneras de atraerse o repelerse, de agregarse
o separarse, fueran independientes de su contenido, y se basaran únicamente en su
cualidad general de representaciones. Y estando en todo constituidas de una manera
diferente, en sus relaciones mutuas se comportarían como las sensaciones, las
imágenes o las ideas en el individuo. ¿No podría ser, en efecto, que la contigüidad y la
semejanza, los contrastes y los antagonismos lógicos obraran de la misma manera,
fueren cuales fueren las cosas representadas? De esta manera, se llega a concebir la
posibilidad de una psicología completamente formal, que sería algo así como un
terreno común de la psicología individual y de la sociología, y en esto estriba, quizá, la
causa del escrúpulo que sienten algunos espíritus para distinguir demasiado
netamente ambas ciencias.

Hablando con rigor, en el estado actual de nuestros conocimientos, planteada la


cuestión de esta manera, es imposible ser resuelta categóricamente. En efecto; de
una parte, cuanto sabemos relativamente a la manera de combinarse las ideas
individuales se reduce a algunas proposiciones, muy generales y vagas, que se llaman
generalmente leyes de la asociación de las ideas. Todavía conocemos menos las
leyes relativas a la ideación colectiva. La psicología social, que debería tener por
misión determinarlas, casi no es más que una palabra que designa toda suerte de
generalidades, variadas e imprecisas, y sin objeto definido. Lo oportuno sería
investigar, mediante la comparación de los mitos, de las leyendas y de las tradiciones
populares, de las lenguas, la manera cómo las representaciones sociales se atraen y
se excluyen, se fusionan o distinguen entre sí, etc. Si el problema es digno de tentar la
curiosidad de los estudiosos, puédese afirmar que casi no ha sido abordado; y en
tanto no se hayan encontrado algunas de estas leyes, será evidentemente imposible
saber con certeza si repiten o no las de la psicología individual.

Sin embargo, a falta de una certeza absoluta, es por lo menos probable que, si existen
semejanzas entre estas dos clases de leyes, sus diferencias no deben ser menos
marcadas. Parece, en efecto, inadmisible que la materia integrante de las
representaciones no obre sobre sus maneras de combinarse. Es verdad que los
psicólogos hablan muchas veces de las leyes de la asociación de ideas, como si
fueran las mismas para todas las especies de representaciones individuales. Pero esto
no puede admitirse: las imágenes no se combinan entre sí en la misma forma que las
sensaciones, ni los conceptos como las imágenes. Si la psicología estuviera más
adelantada, constataría, sin duda alguna, que cada categoría de estados mentales
84

tiene sus leyes formales propias. Esto supuesto, a fortiori debe suponerse que las
leyes del pensamiento social sean tan específicas como las del pensamiento mismo.
Y, en efecto, por poco habituado que se esté en el estudio de ese orden de hechos, es
difícil no darse cuenta del sentimiento de esta especialidad. ¿No es esta especificidad
la causa de que nos parezca tan extraña la manera especial cómo las concepciones
religiosas (que son ante todo colectivas) se mezclan o se separan, se transforman
unas en otras, originando compuestos contradictorios, que contrastan con los
productos ordinarios de nuestro pensamiento privado? Del hecho de ser presumible
que algunas leyes de la mentalidad social recuerden, efectivamente, otras
establecidas por los psicólogos, no hay que deducir que las primeras sean un simple
caso particular de las segundas, sino que entre unas y otras, al lado de diferencias
ciertamente importantes, existen semejanzas que la abstracción podrá poner en claro,
aunque hoy en día sean desconocidas. Es decir que, en ningún caso, la sociología
podrá tornar pura y simplemente a la psicología ninguna de sus proposiciones para
aplicarla sin modificaciones a los hechos sociales, sino que todo el pensamiento
colectivo, tanto en su forma como en su materia, debe ser estudiado en sí mismo, por
sí mismo, con el sentimiento de lo que tiene de especial, dejando para el porvenir el
dilucidar la medida en que se parece al pensamiento de los particulares. Este
problema pertenece más bien a la filosofía general y a la lógica abstracta que al
estudio científico de los hechos sociales.

III

Réstanos decir algunas palabras sobre la definición que de los hechos sociales hemos
dado en el primer capítulo de esta obra. Afirmamos que son maneras de hacer o de
pensar, reconocibles por la particularidad de que son susceptibles de ejercer una
influencia coercitiva sobre las conciencias particulares. Sobre este punto se ha
producido una confusión, que es preciso hacer resaltar.

Se está de tal manera acostumbrado a aplicar a las cosas sociológicas las formas del
pensamiento filosófico, que no pocas veces se ha visto en esta definición preliminar
una especie de filosofía del hecho social. Se ha dicho que explicábamos los
fenómenos sociales por la coacción, de la misma manera que Tarde los explica por la
imitación. Nunca tuvimos tal ambición, ni soñamos jamás con que nadie podría algún
día atribuírnosla; ¡tan contrario es a todo método! Lo que nos propusimos no fue
anticipar filosóficamente las conclusiones de la ciencia, sino indicar simplemente con
qué signos exteriores es posible reconocer los hechos que debe tratar, a fin de que el
estudioso pueda conocerlos allí donde se encuentren y no los confunda con otros.
Trataba de delimitar lo mejor posible el campo de investigación, no de abarcarlo en
una especie de intuición exhaustiva. De otra parte, aceptamos gustosos el reproche
que se nos ha hecho de no expresar en nuestra definición todos los caracteres del
hecho social y, por consiguiente, de no ser la única posible. No consideramos
inconcebible que pueda ser caracterizado de distintas maneras, pues no existe razón
alguna para que sólo posea una propiedad distintiva. Lo que importa es escoger lo que
parezca mejor, para el fin propuesto. Hasta es muy posible emplear al propio tiempo
muchos criterios, según las circunstancias. Esto es lo que en distintas ocasiones
hemos reconocido ser necesario para la sociología, pues, en algunos casos, el
carácter coactivo no es fácilmente perceptible. Como se trata de una definición inicial,
hay que procurar que las características a emplear sean inmediatamente discernibles,
y puedan ser fijadas antes de la investigación, y esta condición no la llenan las
definiciones que algunos han opuesto a la nuestra. Se ha dicho, por ejemplo, que
hecho social es “todo lo que se produce en y por la sociedad”, o todavía “lo que de
alguna manera interesa y afecta al grupo”. Pero, con todo esto, sólo cuando la ciencia
está bastante adelantada se puede llegar a saber si la sociedad es o no la causa de
un hecho, o si este hecho produce efectos sociales. Con tales definiciones no será
posible determinar el objeto de la investigación que comienza. Para que pueda
utilizarse es necesario que el estudio de los hechos sociales esté bastante adelantado
85

y, por consiguiente, que se haya descubierto antes un medio para reconocerlos allí
donde se encuentren.

Mientras unos han encontrado nuestra definición demasiado estrecha, otros la han
tildado de excesivamente amplia pues, en su opinión, comprende casi todo lo real. En
efecto, se ha dicho: todo medio físico ejerce una coacción sobre los seres que sufren
su acción, pues en cierta medida están obligados a adaptarse a él. Pero entre estas
dos formas de coacción existe la misma diferencia que separa un medio físico de un
medio moral. La presión ejercida por uno o más cuerpos sobre otros o hasta sobre
voluntades no puede confundirse con la que ejerce la conciencia de un grupo sobre la
conciencia de sus miembros. Lo especial de la coacción social consiste en no deberse
a determinadas combinaciones moleculares sino al prestigio de que están investidas
ciertas representaciones. Es verdad que las costumbres, individuales o hereditarias,
presentan desde ciertos puntos de vista esta misma propiedad. Estas costumbres nos
dominan y nos imponen creencias o prácticas. Solamente que nos dominan por
dentro, pues están enteras en cada uno de nosotros. Por el contrario, las creencias y
las prácticas sociales obran sobre nosotros desde el exterior: como se ve, el
ascendiente ejercido por unas y otras es, en el fondo, muy diferente.

De otra parte, no hay para qué admirarse de que los fenómenos de los otros reinos de
la naturaleza presenten, bajo otras formas, el mismo carácter que nos ha servido para
definir los fenómenos sociales. Esta similitud proviene sencillamente de que unos y
otros son cosas reales. Y esto porque todo lo real tiene una naturaleza definida que se
impone, con la cual es preciso contar y que, aun cuando se la llegue a neutralizar,
nunca queda completamente vencida. Y, en es esto lo que de más esencial presenta
la noción de coacción social. Pues todo lo que implica estriba en que las maneras
colectivas de obrar o de pensar tienen una realidad independiente de la de los
individuos, la cual se conforma a aquélla en todos los momentos. Son cosas que
tienen su existencia propia. El individuo las encuentra completamente formadas, y no
puede hacer que no sean o que sean de otra manera de lo que son; está, pues,
obligado a tenerlas en cuenta, y le es tanto más difícil (no decimos imposible)
modificarlas, en cuanto, en grados diversos, participan de la supremacía material y
moral que la sociedad tiene sobre sus miembros. Claro está que el individuo interviene
en su génesis, pero para que exista un hecho social es preciso que muchos individuos
hayan, por lo menos, combinado su acción, y que de esta combinación se haya
engendrado algún producto nuevo. Y como esta síntesis se realiza fuera de nosotros
(pues entran en ella una pluralidad de conciencias), tiene necesariamente por efecto el
fijar, el instituir fuera de nosotros, determinadas maneras de obrar y determinados
juicios, que no dependen de cada voluntad particular tomada separadamente. Como
se ha hecho notar, existe una palabra que, amplificando un poco su sentido ordinario,
expresa bastante bien esta manera de ser muy especial; nos referimos a la palabra
"institución". Sin desnaturalizar el sentido de esta expresión, se puede, en efecto,
llamar institución a todas las creencias y a todas las formas de conducta instituidas por
la colectividad; la sociología podría, por tanto, definirse: la ciencia de las instituciones,
de su génesis y de su funcionamiento.

Respecto de las otras controversias que ha suscitado esta obra, nos parece, inútil
decir nada sobre ellas, pues no hacen referencia a nada esencial. La orientación
general del método no depende de los procedimientos que se prefiera emplear, ya
para clasificar los tipos sociales, ya para distinguir lo normal de lo patológico. Además,
estas discusiones encuentran casi siempre su origen en hecho de no admitir, o de
admitir con reservas, nuestro principio fundamental: la realidad objetiva de los hechos
sociales. Es, pues, sobre este principio, donde todo se fundamenta y reduce. Por esto
nos ha parecido conveniente hacerlo resaltar una vez más, separándolo de toda
cuestión secundaria. Estamos seguros de que atribuyéndole esta preponderancia nos
mantenemos fieles a la tradición sociológica; pues, en el fondo, la sociología ha
emergido toda entera de esta concepción. En efecto, esta ciencia sólo podía nacer el
día en que se presintió que los fenómenos sociales, aun sin ser materiales, no dejan
86

por eso de ser cosas reales que permiten su estudio. Para poder llegar a pensar que
era posible investigar lo que son, era preciso haber comprendido que eran de una
manera definida, que tenían una manera de ser constante, una naturaleza que no
depende del arbitrio individual y de la cual derivan relaciones necesarias. Pues qué
¿acaso la historia de la sociología es algo más que un largo esfuerzo por precisar este
sentimiento, profundizarlo y desarrollar todas las consecuencias que implica? Pero a
pesar de los grandes progresos realizados en este sentido, en el decurso de este libro
se verá que quedan todavía numerosas supervivencias del postulado antropocéntrico,
que aquí, como en otras partes, dificulta el camino de la ciencia. El hombre no puede
conformarse a renunciar a aquel poder ilimitado que desde hace tanto tiempo se había
atribuido sobre el orden social y, de otra parte, le parece que, si existen
verdaderamente fuerzas colectivas, está necesariamente condenado a sufrirlas, sin
poder modificarlas.

Por esto se inclina a negarlas. Es inútil que repetidas experiencias le hayan enseñado
que esta omnipotencia, en cuya ilusión vive complacido, ha sido para él una causa de
debilidad: que su imperio sobre las cosas sólo ha comenzado realmente a partir del
momento en que ha reconocido que tienen una naturaleza propia y se resignó a
buscar en ellas lo que son. Desterrado de las demás ciencias, este lamentable
prejuicio se sostiene obstinadamente en la sociología. No hay, pues, tarea más
urgente que el tratar de arrojarlo definitivamente de nuestra ciencia: tal es el objeto
principal de nuestros esfuerzos.

CAPÍTULO 1
¿Qué es el hecho social?
Antes de indagar el método que conviene al estudio de los hechos sociales, es preciso
saber a qué hechos se da este nombre.

La cuestión es tanto más necesaria, en cuanto se emplea aquel calificativo sin mucha
precisión; se le emplea corrientemente para designar a casi todos los fenómenos que
ocurren en el interior de la sociedad, por poco que a una cierta generalidad unan algún
interés social. Pero, partiendo de esta base, apenas si podríamos encontrar ningún
hecho humano que no pudiera ser calificado de social. Todo individuo bebe, duerme,
come, razona, y la sociedad tiene un gran interés en que estas funciones se cumplan
regularmente. Si estos hechos fueran, pues, sociales, la sociología no tendría objeto
propio, y su dominio se confundiría con el de la biología y el de la psicología.

Pero, en realidad, en toda sociedad existe un grupo determinado de fenómenos que


se distinguen por caracteres bien definidos de aquellos que estudian las demás
ciencias de la naturaleza.

Cuando yo cumplo mi deber de hermano, de esposo o de ciudadano, cuando ejecuto


las obligaciones a que me he comprometido, cumplo deberes bien definidos, con
independencia de mí mismo y de mis actos, en el derecho y en las costumbres. Aun
en los casos en que están acordes con mis sentimientos propios, y sienta
interiormente su realidad, ésta no deja de ser objetiva, pues no soy yo quien los ha
inventado, sino que los he recibido por la educación. ¡Cuántas veces sucede que
ignoramos el detalle de las obligaciones que nos incumben, y para conocerlas
tenemos necesidad de consultar el Código y sus intérpretes autorizados! De la misma
manera, al nacer el creyente ha encontrado completamente formadas sus creencias y
prácticas; si existían antes que él, es que tienen vida independiente. El sistema de
signos de que me sirvo para expresar mi pensamiento, el sistema de monedas que
uso para pagar mis deudas, los instrumentos de crédito que utilizo en mis relaciones
87

comerciales, las prácticas seguidas en mi profesión, etc., funcionan con independencia


del empleo que hago de ellos. Que se tomen uno tras otro los miembros que integran
la sociedad, y lo que precede podría afirmarse de todos ellos. He aquí, pues, maneras
de obrar, de pensar y de sentir, que presentan la importante propiedad de existir con
independencia de las conciencias individuales.

Y estos tipos de conducta o de pensar no sólo son exteriores al individuo, sino que
están dotados de una fuerza imperativa y coercitiva, por la cual se le imponen, quieran
o no. Sin duda, cuando me conformo con ellos de buen grado, como esta coacción no
existe o pesa poco, es inútil; pero no por esto deja de constituir un carácter intrínseco
de estos hechos y la prueba la tenemos en que se afirma, a partir del momento en que
intentamos resistir. Si yo trato de violar las reglas del derecho, reaccionan contra mí
para impedir mi acto si todavía hay tiempo, o para anularlo y restablecerlo en su forma
normal si se ha realizado y es reparable, o para hacérmelo expiar si no puede ser
reparado de otra manera.

¿Se trata de máximas puramente morales? La conciencia pública impide todo acto
que la ofenda, por la vigilancia que ejerce sobre la conducta de los ciudadanos y las
penas especiales de que dispone. En otros casos la coacción es menos violenta, pero
existe. Si yo no me someto a las convenciones del mundo, si al vestirme no tengo en
cuenta las costumbres seguidas en mi país y en mi clase, la risa que provoco, el
aislamiento en que se me tiene, producen, aunque de una manera más atenuada los
mismos efectos que una pena propiamente tal. Además, no por ser la coacción
indirecta, es menos eficaz. Yo no tengo obligación de hablar en francés con mis
compatriotas, ni de emplear las monedas legales; pero me es imposible hacer otra
cosa. Si intentara escapar a esta necesidad, mi tentativa fracasaría miserablemente.
Industrial, nada me impide trabajar con procedimientos y métodos del siglo pasado;
pero si lo hago me arruinaré sin remedio. Aun cuando pueda liberarme de estas reglas
y violarlas con éxito, no lo haré sin lucha. Aun cuando pueda vencerlas
definitivamente, siempre hacen sentir lo suficiente su fuerza coactiva por la resistencia
que oponen. Ningún innovador, por feliz que haya sido en su empresa, puede
vanagloriarse de no haber encontrado obstáculos de este género.

He aquí, pues, un orden de hechos que presentan caracteres muy especiales:


consisten en maneras de obrar, de pensar y de sentir, exteriores al individuo, y que
están dotadas de un poder coactivo, por el cual se le imponen. Por consiguiente, no
pueden confundirse con los fenómenos orgánicos, pues consisten en
representaciones y en acciones; ni con los fenómenos psíquicos que sólo tienen vida
en la conciencia individual y por ella. Constituyen, pues una especie nueva, a que se
ha de dar y reservar la calificación de sociales. Esta calificación les conviene pues no
teniendo al individuo por sustrato, es evidente que no pueden tener otro que la
sociedad, ya a la política en su integridad, ya a alguno de los grupos parciales que
contiene, confesiones religiosas, escuelas políticas, literarias, corporaciones
profesionales, etc. Además, podemos afirmar que sólo conviene a ellos, pues la
palabra social sólo tiene un sentido definido a condición de designar únicamente
fenómenos que no entran en ninguna de las categorías de hechos constituidos y
calificados. Constituyen, pues, el dominio propio de la sociología. Es verdad que la
palabra coacción, con la cual los definimos, corre riesgo de asustar a los partidarios
entusiastas de un individualismo absoluto. Como éstos creen que el individuo es
perfectamente autónomo, consideran que se aminora su valor siempre que se intenta
hacerlo depender de algo que no sea él mismo. Más siendo hoy ya incontestable que
la mayoría de nuestras ideas y tendencias no son elaboradas por nosotros sino que
provienen del exterior, es evidente que sólo pueden penetrar en nosotros por medio de
la imposición: esto es cuanto significa nuestra definición. Además es cosa sabida que
toda coacción social no es necesariamente exclusiva de la personalidad individual.

Sin embargo, como los ejemplos que acabamos de citar (reglas jurídicas, morales,
dogmas religiosos, sistemas financieros, etc.), consisten todos en creencias y en
88

prácticas constituidas, de lo que antecede podría deducirse que el hecho social ha de


ir acompañado forzosamente de una organización definida. Pero existen otros hechos
que, sin presentar estas formas cristalizadas, tienen la misma objetividad y el mismo
ascendiente sobre el individuo. Nos referimos a lo que se ha llamado corrientes
sociales. Por ejemplo: en una asamblea, los grandes movimientos de entusiasmo, de
indignación, de piedad que se producen no se originan en una conciencia particular.
Vienen a cada uno de nosotros del exterior, y son capaces de arrastrarnos aun contra
nuestro deseo. Sin duda, puede suceder que si me abandono a ellos sin reserva yo no
sienta la presión que ejercen sobre mí. Pero aparece desde el momento en que
intente resistirlos. Que un individuo trate de oponerse a una de estas manifestaciones
colectivas y los sentimientos que niega se vuelven en su contra. Ahora bien, si esta
fuerza de coerción externa se afirma con tal claridad en los casos de resistencia es
que existe, aunque inconsciente en los casos contrarios. Entonces somos víctimas de
una ilusión que nos hace creer que hemos elaborado por nosotros mismos lo que se
nos impone desde afuera. Pero si la complacencia con que creemos esto desfigura el
impulso sufrido, no lo suprime. El aire tampoco deja de ser pesado porque no
sintamos su peso. Aun cuando hayamos, por nuestra parte, colaborado a la emoción
común, la impresión que hemos sentido es muy diferente de la que hubiéramos
experimentado de estar solos. Una vez terminada la reunión y cesado de obrar sobre
nosotros aquellas influencias sociales, al encontrarnos solos con nosotros mismos, los
sentimientos por los que hemos pasado nos hacen el efecto de algo extraño en lo cual
no nos reconocemos. Entonces comprendemos que los hemos sufrido mucho más de
lo que en ellos hemos colaborado. Hasta pueden inspirarnos horror, por lo contrarios
que son a nuestra naturaleza. Y de esta manera, individuos generalmente inofensivos,
reunidos en manada, pueden dejarse arrastrar por actos de verdadera atrocidad.
Ahora bien, cuanto hemos dicho de estas explosiones pasajeras se aplica igualmente
a estos movimientos de opinión, más duraderos, que se producen sin cesar a nuestro
alrededor, ya en el conjunto de la sociedad, ya en círculos más limitados, sobre
materias religiosas, políticas, literarias, artísticas, etcétera.

De otra parte, para confirmar con una experiencia característica esta definición del
hecho social, basta observar la manera como son educados los niños. Cuando se
miran los hechos tales como son y como siempre han sido, salta a los ojos que toda
educación consiste en un esfuerzo continuo para imponer a los niños maneras de ver,
de sentir y de obrar, a las cuales no habrían llegado espontáneamente. Desde los
primeros momentos de su vida les obligamos a comer, a beber, a dormir en horas
regulares, a la limpieza, al sosiego, a la obediencia; más tarde les hacemos fuerza
para que tengan en cuenta a los demás, para que respeten los usos, conveniencias;
los coaccionamos para que trabajen, etc. Si con el tiempo dejan de sentir esta
coacción, es que poco a poco origina hábitos y tendencias internas que la hacen inútil,
pero que sólo la reemplazan porque derivan de ella. Es verdad que, según Spencer,
una educación racional debería reprobar tales procedimientos y dejar en completa
libertad al niño; pero como esta teoría pedagógica no ha sido practicada por ningún
pueblo conocido, sólo constituye un desideratum personal, no un hecho que pueda
oponerse a los hechos que preceden. Lo que hace a estos últimos particularmente
instructivos es el tener la educación precisamente por objeto el constituir al ser social;
en ella se puede ver, como en resumen, la manera como en la historia se ha
constituido este ser. Esta presión de todos los momentos que sufre el niño es la
presión misma del medio social que tiende a moldearlo a su imagen y del cual los
padres y los maestros no son más que los representantes y los intermediarios.

No es su generalidad lo que puede servirnos para caracterizar los fenómenos sociales.


Un pensamiento que se encuentre en todas las conciencias particulares, un
movimiento que repitan todos los individuos, no son, por esto hechos sociales. Si para
definirlos se contenta el sociólogo con este carácter, es que, equivocadamente, los
confunde con lo que podríamos llamar sus encarnaciones individuales. Lo que los
constituye son las creencias, las tendencias, las prácticas del grupo tomado
colectivamente; en cuanto a las formas que revisten los estados colectivos al
89

refractarse en los individuos, son cosas de otra especie. Lo que demuestra


categóricamente esta dualidad de naturaleza es que estos dos órdenes de hechos se
presentan muchas veces disociados. En efecto: algunas de estas maneras de obrar y
de pensar adquieren, por la repetición, una especie de consistencia que, por decirlo
así, los precipita y los aísla de los hechos particulares que reflejan. De esta manera
afectan un cuerpo y una forma sensible que les es propio, y constituyen una realidad
sui generis muy distinta de los hechos individuales que las manifiestan. El hábito
colectivo no existe sólo en estado de inmanencia en los actos sucesivos que
determinan, sino que, por un privilegio sin par en el reino biológico, se expresa una
vez para siempre en una fórmula que se repite de boca en boca, se transmite por la
educación y hasta se fija por escrito. Tal es el origen de las reglas jurídicas, morales,
de los aforismos y dichos populares, de los artículos de fe, en donde las sectas
religiosas y políticas condensan sus creencias, de los códigos de lo bello que erigen
las escuelas literarias. Ninguna de ellas se encuentra por completo en las aplicaciones
que hacen las particulares, pues hasta pueden existir sin ser realmente aplicadas. Sin
duda esta disociación no se presenta siempre con la misma claridad. Pero basta con
que exista de una manera incontestable en los importantes y numerosos casos que
acabamos de recordar, para demostrar que el hecho social es distinto de sus
repercusiones individuales. Además, aun cuando no se presente inmediatamente a la
observación, puede ésta realizar mediante ciertos artificios de método; hasta es
necesario proceder a esta operación si se quiere separar el hecho social de toda
mescolanza, para observarlo de esta manera en estado de pureza. Y, de esta manera,
existen ciertas corrientes de opinión que nos empujan con una desigual intensidad,
según los tiempos y los países; una, por ejemplo, hacia el matrimonio; otra, al suicidio
o a una natalidad más o menos fuerte. Y todos estos son evidentemente hechos
sociales. A la primera impresión parecen inseparables de las formas que tornan en los
casos particulares; pero la estadística nos proporciona medios para aislarlo. En efecto;
no sin exactitud están figurados por el tanto por ciento de la natalidad, de los
matrimonios, de los suicidios, es decir, por el número que se obtiene dividiendo el total
medio anual de los matrimonios, de los nacimientos, de las muertes voluntarias por los
hombres en edad de casarse, de procrear, de suicidarse. Y esto porque, cada una de
estas cifras comprende todos los casos particulares indistintamente, las circunstancias
individuales que pueden tener cierta influencia en la producción del fenómeno se
neutralizan mutuamente y, por consiguiente, no contribuyen a su determinación. Lo
que expresan es un determinado estado del alma colectiva.

He aquí lo que son los fenómenos sociales una vez que se los ha desembarazado de
todo elemento extraño. En cuanto a sus manifestaciones privadas, podemos afirmar
que tienen algo de social, pues reproducen en parte un modelo colectivo; pero cada
una de ellas depende también, y en mucho, de la constitución orgánico-psíquica del
individuo, de las circunstancias particulares en que está colocado. Estas
manifestaciones no son, pues, fenómenos propiamente sociológicos. Pertenecen a la
vez a dos reinos: se las podría llamar socio-psíquicas. Interesan al sociólogo, sin
constituir la materia inmediata de la sociología. En el interior del organismo se
encuentran también fenómenos de naturaleza mixta que estudian las ciencias mixtas,
como la química biológica.

Pero, se dirá: un fenómeno sólo puede ser colectivo a condición de ser común a todos
los miembros de la sociedad o, por lo menos, a la mayoría de ellos y, por consiguiente,
si es general. Sin duda, pero si es general, se debe a que es colectivo (es decir, más o
menos obligatorio), bien lejos de ser colectivo porque es general. Es un estado de
grupo que se repite en los individuos porque se les impone. Existe en cada parte
porque está en todo, lejos de que esté en el todo porque está en las partes. Esto es lo
que es especialmente evidente de estas creencias y de estas prácticas, que las
generaciones anteriores nos han transmitido completamente formadas; las recibimos y
las adoptamos, porque siendo a la vez una obra colectiva y una obra secular están
investidas de una autoridad particular que la educación nos ha enseñado a reconocer
y a respetar. Ahora bien; hay que notar que la inmensa mayoría de los fenómenos
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sociales llegan a nosotros por este camino. Aun cuando el hecho social sea debido en
parte a nuestra colaboración directa, no por esto cambia de naturaleza. Un sentimiento
colectivo que se manifiesta en una asamblea no expresa solamente lo que había de
común entre todos los sentimientos individuales sino que representa algo
completamente distinto, como ya hemos demostrado. Es una resultante de la vida
común, un producto de las acciones y reacciones que se desarrollan entre las
conciencias individuales; si resuena en cada una de ellas, es en virtud de la energía
especial que debe precisamente, a su origen colectivo. Si todos los corazones vibran
al unísono, no es a consecuencia de una concordancia espontánea y preestablecida,
sino porque una misma fuerza los mueve en el mismo sentido. Cada uno es arrastrado
por todos

Llegamos, pues, a representarnos de una manera precisa el dominio de la sociología.


Este dominio comprende solamente un grupo determinado de fenómenos. Un hecho
social se reconoce en el poder de coerción externa que ejerce o es susceptible de
ejercer sobre los individuos; y la presencia de este poder se reconoce a su vez, ya por
la existencia de alguna sanción determinada, ya por la resistencia que el hecho opone
a toda empresa individual que tienda a violarla. Sin embargo, también se lo puede
definir por la difusión que presenta en el interior del grupo, con tal que teniendo en
cuenta las precedentes observaciones, se tenga cuidado de añadir, como segunda
especial característica, que existe con independencia de las formas individuales que
toma al confundirse. En algunos casos, este último criterio hasta es de una aplicación
más sencilla que el anterior. En efecto; la coacción es fácil de constatar cuando se
traduce al exterior por alguna reacción directa de la sociedad, corno sucede, por
ejemplo con el derecho, con la moral, con las creencias, con los usos y hasta con las
modas. Pero cuando esta coacción es indirecta, como, por ejemplo, la que ejerce una
organización económica, no se percibe siempre con la necesaria claridad. La
generalidad, combinada con la objetividad, puede entonces ser más fácil de
establecer. De otra parte, esta segunda definición no es más que la primera en una
forma distinta; pues si una manera de obrar, que tiene vida fuera de las conciencias
individuales se generaliza, sólo puede hacerlo imponiéndose.

Sin embargo, se nos podría argüir: ¿es esta definición completa? En efecto; los
hechos que nos han servido de base son todas maneras de hacer; son de orden
fisiológico. Ahora bien, existen también maneras de ser colectivas; es decir hechos
sociales de orden anatómico y morfológico. La sociología no puede desinteresarse de
lo que concierne al sustrato de la vida colectiva. Y, sin embargo, el número y
naturaleza de las partes elementales de que está compuesta la sociedad, la manera
de estar dispuestas, el grado de coalescencia que han alcanzado, la distribución de la
población por el territorio, el número y naturaleza de las vías de comunicación, la
forma de las habitaciones, etc., no parecen al primer examen poder reducirse a
maneras de obrar, o de sentir, o de pensar.

Pero estos diversos fenómenos presentan, desde luego, la misma característica que
nos ha servido para definir a los demás. Estas maneras de ser se imponen al individuo
de la misma suerte que las maneras de hacer de qué hemos hablado. En efecto;
cuando se quiere conocer el modo como están combinadas estas divisiones, la fusión
más o menos completa que existe entre ellas, no se puede obtener ningún resultado
mediante una inspección material o por inspecciones geográficas; y esto porque
aquellas divisiones son morales, aun cuando tengan alguna base en la naturaleza
física. Esta organización solamente puede estudiarse con el auxilio del derecho
público, pues es este derecho el que la determina, de la misma manera que determina
nuestras relaciones domésticas y cívicas. Ella es pues, igualmente obligatoria. Si la
población se amontona en nuestras ciudades en lugar de distribuirse por el campo, es
señal de que existe una corriente de opinión, un impulso colectivo que impone a los
individuos esta concentración. La libertad que tenemos para elegir nuestros vestidos
no es superior a la que tenemos para escoger las formas de nuestras casas; tan
obligatoria es una cosa como otra. Las vías de comunicación determinan de una
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manera imperiosa el sentido de las emigraciones interiores y de los cambios, y hasta


la intensidad de estos cambios y emigraciones, etc. Por consiguiente, todo lo más, a la
lista de los fenómenos que hemos enumerado como presentando el signo distintivo del
hecho social, podríamos añadir una categoría más; pero como esta enumeración no
podría ser rigurosamente exhaustiva, la adición no será indispensable.

Y ni siquiera sería útil, pues estas maneras de ser no son más que maneras de hacer
consolidadas. La estructura política de una sociedad no es más que la manera como
los distintos segmentos que la componen ha tomado la costumbre de vivir entre sí. Si
sus relaciones son tradicionalmente estrechas, los segmentos tienden a confundirse;
en el caso contrario, a distinguirse. El tipo de habitación que se nos impone no es más
que el resultado de la manera como se han acostumbrado a construir las casas los
que viven a nuestro alrededor, y, en parte, las generaciones anteriores. Las vías de
comunicación no son más que el cauce que se ha abierto a sí misma –al marchar en
el mismo sentido– la corriente regular de los cambios y de las emigraciones, etc. Sin
duda, si los fenómenos de orden morfológico fueran los únicos que presentasen esta
fijeza, se podría creer que constituyen una especie aparte. Pero una regla jurídica es
una coordinación tan permanente como un tipo de arquitectura, y sin embargo, es un
hecho fisiológico. Una simple máxima moral es, a buen seguro, más maleable, pero
presenta formas más rígidas que una sencilla costumbre profesional o que una moda.
Existen, pues, toda una gama de matices que sin solución de continuidad enlazan los
hechos de estructura más caracterizada con estas corrientes libres de la vida social
que todavía no se han moldeado definitivamente. Entre ellos no existen más que
diferencias en el grado de consolidación que presentan. Unos y otras no son otra cosa
que la vida más o menos cristalizada. Sin duda, puede existir algún interés para
reservar el nombre de morfológicos a los hechos sociales que hagan referencia al
sustrato social, pero en este caso no se ha de perder de vista que son de la misma
naturaleza que los demás. Nuestra definición comprenderá todo lo definido, si
decimos: hecho social es toda manera de hacer, fijada o no, susceptible de ejercer
sobre el individuo una coacción exterior; o bien: que es general en el conjunto de una
sociedad, conservando una existencia propia, independiente de sus manifestaciones
individuales.

Las reglas del método sociológico


(Conclusiones)
Émile, Durkheim

En resumen, los caracteres de este método son, los siguientes.

Ante todo, es independiente, de toda filosofía. Por haber nacido la sociología de las
grandes doctrinas filosóficas, guardó la costumbre de apoyarse sobre algún sistema,
haciéndose de esta manera solidaria del mismo. Es así como ha sido sucesivamente
positivista, evolucionista, espiritualista, mientras que debería contentarse con ser
sociología a secas. Hasta vacilaríamos de calificarla de naturalista, a menos que se
quiera indicar con esto solamente que se considera a los hechos sociales como
naturalmente explicables y, en tal caso, este epíteto es bastante útil, ya que significa
simplemente que el sociólogo hace ciencia y no mística. Pero rechazamos la palabra,
si se le otorga un sentido doctrinario acerca de la esencia de las cosas sociales; si, por
ejemplo, se quiere decir que ellas son reductibles a las otras fuerzas cósmicas. La
sociología no tiene por qué, tomar partido entre las grandes hipótesis que dividen a los
metafísicos. No tiene por qué afirmar la libertad, ni tampoco el determinismo. Lo único
que pide se le conceda es que el principio de causalidad se aplica a los fenómenos
sociales. Y aún este principio no lo plantea como necesidad racional, sino solamente
como postulado empírico, producto de una legítima inducción. Puesto que la ley de
causalidad ha sido verificada en otros reinos de la naturaleza, y que, progresivamente,
92

extendió su imperio del mundo físico-químico al biológico, y de este al psicológico, hay


derecho a creer que es igualmente verdadera para el mundo social; y hoy es posible
agregar que las investigaciones emprendidas sobre la base de este postulado tienden
a confirmarlo. Pero esto no resuelve el problema de saber si la naturaleza del nexo
causal excluye toda contingencia.

Además, la filosofía misma tiene también el mayor interés en que se emancipe la


sociología. Ya que en tanto el sociólogo no se haya despojado de su capa de filósofo,
sólo considera las cosas sociales en su aspecto más general, por el que más se
parecen a las otras cosas del universo. Ahora, si bien, la sociología así concebida
puede servir para ilustrar una filosofía con hechos curiosos, no podría enriquecerla con
nuevos puntos de vista ya que no señala nada nuevo en el objeto que estudia. Pero,
en realidad, si los hechos fundamentales, de los otros reinos se encuentran también
en el hecho social, es bajo formas especiales que permiten comprender mejor a la
naturaleza, en cuanto son su expresión más elevada. Sólo que para percibirlas en este
aspecto hay que salir de las generalidades y entrar en el detalle de los hechos. De
esta manera, a medida que la sociología se especialice, proveerá materiales más
interesantes a la reflexión filosófica. Lo que precede ya pudo dejar entrever cómo
nociones esenciales, tales como las de especie, órgano, función, salud y enfermedad,
causa y fin, se iluminan en aspectos nuevos. Por otra parte, ¿no es acaso la
sociología la destinada a dar todo su relieve a una idea que bien podría ser la base no
sólo de una psicología, sino de toda una filosofía, como la idea de asociación?

Frente a las doctrinas prácticas, nuestro método permite y exige la misma


independencia. La sociología entendida de esta manera no será individualista, ni
comunista, ni socialista, en el sentido que habitualmente se da a estas palabras. Por
principio, ignorará a estas teorías, a las que no puede reconocer valor científico, ya
que tienden directamente, no a expresar los hechos, sino a reformarlos. Por lo menos,
si se interesa en ellos, es en la medida en que los percibe como hechos sociales que
pueden ayudarla a comprender la realidad social, manifestando las necesidades que
están activas en la sociedad. De todas maneras, esto no significa que deba
desinteresarse de los problemas prácticos. Por el contrario, ya se ha visto que nuestra
constante preocupación consiste en orientarla de manera que pueda llegar a la
práctica. La sociología encuentra necesariamente estos problemas al término de sus
investigaciones. Pero por lo mismo que se presentan sólo en ese momento, y que por
lo tanto se desprenden de los hechos y no de las pasiones, puede preverse que deben
plantearse para el sociólogo en otros términos que para el vulgo, y que las soluciones,
por otra parte parciales, que pueda aportar, no coincidirán exactamente con ninguna
de aquéllas que sostienen los partidos. Pero, desde este punto de vista, el papel de la
sociología debe consistir justamente en liberarnos de todos los partidos, no tanto
oponiendo una doctrina a las doctrinas, sino haciendo asumir a los espíritus, frente a
estos problemas una actitud especial que sólo la ciencia puede por su contacto directo
con las cosas. En efecto, sólo ella puede enseñar a tratar con respeto, pero sin
fetichismo, a las instituciones históricas, sean cuales fueren, haciéndonos sentir a la
vez lo que tienen de necesario y de provisorio, su fuerza de resistencia y su infinita
variabilidad.

En segundo lugar, nuestro método es objetivo. Está dominado enteramente por la idea
de que los hechos sociales son cosas y deben ser tratan como tales. No cabe duda de
que este principio se encuentra, bajo una forma un poco distinta, en la base de las
doctrinas de Comte y de Spencer. Pero estos grandes pensadores han dado su forma
teórica, sin ponerlo en práctica. Para que no quedara como letra muerta, no bastaba
promulgarlo; había que hacer de él la base de toda una disciplina que tomara al sabio
en el momento mismo en que aborda el objeto de sus investigaciones y que lo
acompañara paso a paso en todos sus movimientos. Nosotros nos hemos dedicado a
instituir esta disciplina. Hemos indicado que el sociólogo debía evitar las nociones
anticipadas que tenía de los hechos para ponerse frente a los hechos mismos; que
debía alcanzarlos a través de sus caracteres más objetivos; que debía requerir de
93

ellos mismos la manera de clasificarlos en sanos y morbosos; que, finalmente debía


inspirarse en el mismo principio tanto en las explicaciones que intentara como en la
manera de probar esas explicaciones. Ya que un vez que se tiene el sentimiento de
encontrarse en presencia de cosas, ya ni se sueña en explicarlas mediante cálculos
utilitarios ni razonamientos de ninguna clase. Entonces se comprende demasiado bien
la distancia que existe entre tales causas y tales efectos. Una cosa es una fuerza que
sólo puede ser engendrada por otra fuerza. Para dar cuenta de los hechos sociales se
buscan, pues, energías capaces de producirlos. No sólo las explicaciones son
distintas, sino que se demuestran de otra manera, o bien hasta entonces se
experimenta la necesidad de demostrarlas. Si los fenómenos sociológicos no son más
que sistemas de ideas objetivas, explicarlos es repensarlos en su orden lógico, y esta
explicación es en sí misma su propia prueba; a lo sumo puede ser pertinente
confirmarla a través de algunos ejemplos. Por el contrario, sólo las experiencias
metódicas pueden arrancar su secreto a las cosas.

Pero, si bien consideramos a los hechos sociales como cosas, es como cosas
sociales. Es el tercer rasgo característico de nuestro método, el ser exclusivamente
sociológico. A menudo ha parecido que, a causa de su extrema complejidad, estos
fenómenos, o bien eran refractarios a la ciencia, o bien sólo podían penetrar en ella
reducidos a sus condiciones elementales, ya sean físicas u orgánicas, es decir,
despojados de su propia naturaleza. Por el contrario, hemos emprendido la tarea de
establecer que era posible tratarlos científicamente sin quitarles nada de sus
caracteres específicos. Hasta hemos rehusado reducir esta inmaterialidad sui generis
que los caracteriza a la, sin embargo ya bastante compleja, de los fenómenos
psicológicos; con mayor razón nos hemos negado, siguiendo a la escuela italiana, a
reabsorberlos en las propiedades generales de la materia organizada.’ Hemos
demostrado que un hecho social sólo puede explicarse por otro hecho social, Y, al
mismo tiempo, hemos mostrado cómo se hacía posible este tipo de explicación,
señalando en el medio social interno el principal motor de la evolución colectiva. La
sociología no es, pues, el anexo de ninguna otra ciencia; es en sí misma una ciencia
distinta y autónoma, y el sentimiento de lo que tiene de especial la realidad social llega
a ser tan necesario al sociólogo que solamente una cultura especialmente sociológica
puede prepararlo para la inteligencia de los hechos sociales.

Estimamos que este progreso es el más importante de los que le quedan por hacer a
la sociología. Sin duda, cuando está naciendo una ciencia, uno se ve obligado, para
hacerla, a referirse a los únicos modelos que existen, es decir, las ciencias ya
formadas. Hay en ellas un tesoro de experiencias ya hechas que no tendría sentido
desaprovechar. Sin embargo, una ciencia sólo puede considerarse definitivamente
constituida cuando ha llegado a formarse una personalidad independiente. Ya que
sólo tendrá razón de ser si tiene por materia un orden de hechos no estudiado por
otras ciencias. Y es imposible que las mismas nociones puedan convenir
idénticamente a cosas de distinta naturaleza.

Tales nos parecen ser los principios del método sociológico.

Este conjunto de reglas parecerá quizá inútilmente complicado si se lo compara con


los procedimientos que se utilizan corrientemente. Todo este aparato de precauciones
puede parecer muy laborioso para una ciencia que hasta ahora, sólo reclamaba de los
que se consagraban a ella una cultura general y filosófica, y, en efecto, es cierto que la
puesta en práctica de tal método no podría dar por efecto la vulgarización de la
curiosidad de las cosas sociológicas. Cuando se le pide a la gente, como condición
previa de iniciación, deshacerse de los conceptos que acostumbran aplicar a un orden
de cosas, para repensarlas, haciendo un nuevo esfuerzo, uno no puede esperar
reclutar numerosos partidarios. Pero no tendemos a esta finalidad. Por el contrario,
creemos que para la sociología ha llegado el momento de renunciar a los éxitos
mundanos, digámoslo así, y de tomar el carácter esotérico que conviene a toda
ciencia. De esta manera, ganará en dignidad y en autoridad lo que quizá pierda en
94

popularidad. Ya que en tanto siga mezclada a las luchas partidarias, en tanto se


contente con elaborar -con mayor lógica que el vulgo- las ideas comunes, y que, por lo
tanto, no suponga especial competencia, no tendrá el derecho de elevar la voz lo
suficiente como para acallar las pasiones v los prejuicios. Seguramente todavía está
lejos el tiempo en que podrá cumplir eficazmente este papel; sin embargo, lo que nos
debe alentar en nuestro trabajo, desde ahora, es el pensar en ponerla en condiciones
de cumplirlo un día.

ACTIVIDAD Nº 2

- Comparar el punto de partida para construir el objeto de la


Sociología en: Durkheim, Marx y Weber.

- En un cuadro comparativo, señalar las diferencias y semejanzas


entre la sociología marxista y la positivista inicial. ¿Cómo
concebían la sociedad Saint-Simón, Comte y Marx?

- ¿Cómo explica Marx el surgimiento del capitalismo? Comparar con


la explicación de Max Weber.

- Indicar cuáles fueron las polémicas entre el marxismo y la


sociología clásica.

- ¿Cuáles son los métodos de estudio empleados por Marx,


Durkheim y Weber?

- En un cuadro comparativo, señalar cómo resuelven los dilemas


teóricos, los sociólogos del funcionalismo, marxismo,
interaccionismo simbólico del estructuralismo y la teoría de la
estructura social de Giddens.

- Films sugeridos: Novecento I y II.


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UNIDAD III
CONCEPTOS SOCIOLÓGICOS CLAVES
(MARCO TEÓRICO)

La búsqueda de precisión conceptual y de apoyatura teórica es una necesidad y una


obligación que impone la madurez y el desarrollo de la Sociología. Por lo tanto, con
ese criterio será tratado el tema en esta Unidad.

Lo social del hombre como segunda naturaleza


Las características básicas de la condición social del hombre definen lo social del
hombre y pueden actuar como postulados para el análisis del comportamiento social.

• El primer postulado: lo social del hombre es algo adquirido en la convivencia,


implica que el hombre no nace social sino que se hace social o antisocial. Las
conclusiones de las ciencias del hombre demuestran el carácter adquirido de lo
social.
• El segundo postulado: lo social afecta las estructuras del hombre, implica que la
convivencia con los otros seres humanos condiciona las potencialidades biológicas,
psicológicas, sociales del hombre.
• El tercer postulado: lo social no define al hombre, implica que la convivencia con
los otros hombres es insuficiente para definir, por sí misma, a la condición humana;
en consecuencia, lo social no define la hominidad, sólo la puede con-formar y
trans-formar.

Estas características definen lo social del hombre como segunda naturaleza, en la


medida en que lo social es adquirido, afecta a las estructuras originarias del hombre y
no define lo humano. Se trata de algo que lo conforma y lo transforma; es decir, que
define una forma o manera de ser hombre. Y, además sirve para destacar que el
estudio de lo social del ser humano puede ser objeto de conocimiento de las ciencias
positivas, ya que se presenta como una variable.

Ëmile Durkheim distinguió, en 1903, entre el ser individual y el ser social,


destacando el carácter adquirido de éste último. Karl Marx, por el contrario, advirtiendo
el carácter adquirido de lo social, lo absolutizó.

Las ciencias (biológicas, psicológica, social) del hombre han destacado la necesidad
biológica, psicológica y social de la convivencia humana para la estabilidad,
mantenimiento y desarrollo de las propias estructuras primarias del hombre. El ser
humano está potenciado para la vida social por una necesidad funcional de la
convivencia que reclama el cerebro interno, según las recientes teorías biológicas.

El comportamiento social
El hombre, como naturaleza abierta, se encuentra entre los hombres y con los
hombres de una manera determinada. Esa forma de estar en el mundo es peculiar a
la naturaleza humana. El hombre no responde siempre igual ante los estímulos de la
situación, como lo hacen los animales. Las cosas y los hombres se le ofrecen no sólo
como datos para que haga, sino como recursos para que se haga. Esa manera de
quedar afectado define las potencialidades sociales del hombre y las posibilidades
96

sociales de la situación que, a su vez, dependen de la herencia genética y de la


tradición social.

Podemos definir lo social como la manera en que quedan afectadas y dispuestas


las potencialidades sociales del hombre y las posibilidades sociales de la
situación por la convivencia con los otros hombres. (Cfr. AGULLA, JUAN
CARLOS. La Promesa de la Sociología. Editorial de Belgrano. 1982).

En consecuencia, el hombre por un imperativo biológico y existencial tiene que hacer


algo con otros. Así la vida se transforma en un quehacer con otros, ubicado en una
situación, circunstancia o medioambiente del que se hace cargo.

A la unidad funcional de las potencialidades sociales y de las posibilidades sociales


que se expresan en el hacer-con y el hacer-se-con, la denominamos
comportamiento social o conducta social o interacción social según los distintos
autores. (AGULLA, Obra citada).

El concepto de comportamiento social es el más comprehensivo ya que abarca tanto


al hombre como a la situación social.

Marco teórico
Para comprender y analizar el comportamiento social necesitamos conceptos,
términos generales referentes a todos los miembros de una clase particular de
fenómenos. Sin ellos no hay ciencia.

Los conceptos son las semejanzas que tienen entre sí los hechos, en cualquier parte
del mundo. Ayudan a pensar en especies, por ejemplo: sociedad = organización
humana. Consisten en abstraer de los sucesos concretos las esencias generales.

La Sociología, como toda ciencia, abstrae a partir del mundo concreto de la


experiencia y utiliza los conceptos como herramientas de trabajo científico, como
recursos intelectuales que nos ayudan a definir los fenómenos y a distinguir a la
Sociología de las otras ciencias.

Los conceptos sociológicos claves son útiles, están interrelacionados y en conjunto


forman el marco de referencia para la Sociología.

Este marco teórico no consiste en hechos. Está formado por conceptos con los que se
trata de ordenar los hechos. Con dichos conceptos se elaboran y expresan las
afirmaciones sistemáticas y probadas acerca de los grupos sociales, que constituyen
una teoría sociológica: un cuerpo de proposiciones lógicamente conectadas sobre
las relaciones existentes entre variables (conceptos).

Este marco de referencia es selectivo, destaca algunos aspectos sociológicamente


relevantes del comportamiento social. Los conceptos se refieren a tipos o clases de
acontecimientos, personas y relaciones.

El sociólogo abstrae aspectos seleccionados del comportamiento social del complejo


total de la realidad.

La Sociología se ocupa de la interacción en sí misma. Cuando dos personas


interactúan, cada una tiene en cuenta a la otra; la acción de cada una se basa, hasta
cierto punto, en:
97

- Sus actitudes respecto del otro


- Sus expectativas respecto de la probable reacción del otro hacia él /ella.

Es el proceso mediante el cual actuamos y reaccionamos ante lo que nos rodea, a


través de: miradas (contacto visual); expresiones faciales (reflejo de emociones); la
proximidad física (cercana, con contactos íntimos) o más alejada (con contactos
formales).

El estudio de la interacción social esclarece aspectos de la vida social, nos ayuda a


reconocer cómo la interacción en contextos pequeños influye en los grandes procesos
sociales y, a la vez, cómo los sistemas de gran tamaño influyen en ámbitos íntimos de
la vida social.

En Sociología nos interesamos por los seres humanos sólo como participantes de
sistemas de interacción social.

Las relaciones sociales se constituyen según el grado en que dos o más individuos,
grupos, individuos y grupos interactúan unos con otros, en forma permanente (familia)
o transitoria (saludos).

Llamamos interacción social no focalizada a la conciencia que tienen las personas de


la presencia de otros en grandes aglomeraciones (en calles, teatros, fiestas); y
focalizada a los distintos encuentros o interacciones cuando dos o más individuos
atienden directamente a lo que el otro u otros dicen y / o hacen, (familia, amigos,
compañeros de trabajo, de estudio, etc.).

En la relación social, las partes pueden ser amigas o enemigas, cooperar o destruirse.

Según John Thompson (Cfr. THOMPSON, JOHN. The Media and Modernity. Polity
Press. 1995), podemos distinguir tres tipos de interacciones:

1) interacción cara a cara, que se produce, por ejemplo, entre las personas que
asisten a una reunión, que se comunican de forma directa, dialógica
2) interacción mediada, supone la utilización de tecnologías de la información, ya
sean impresas, conexiones o impulsos electrónicos. Desbordan los contextos de la
interacción ordinaria cara a cara y se extiende en el tiempo y el espacio. Tiene lugar
entre las personas, en forma directa, dialógica, por ejemplo cuando hablamos por
teléfono, pero sin la variedad de pistas de comunicación que hay frente a frente.
3) Semi-interacción mediada: las relaciones sociales que crean los medios de
comunicación. Se extiende en el tiempo y el espacio pero no pone en relación a los
individuos directamente (excepto el “chateo” vía internet). Este tipo es monológico,
va en una sola dirección. Por ejemplo los programas de televisión.

Los tres tipos se mezclan en la vida actual.

Las categorías del comportamiento social

Tomar al comportamiento social como una unidad funcional permite distinguir


analíticamente tres elementos funcionales del mismo acto:

1) la persona social: el complejo de potencialidades sociales.


2) La interacción social: el hacer-con y el hacer-se-con.
3) La situación social: el complejo de posibilidades sociales.

Esta unidad funcional con sus tres elementos no agota ni al hombre ni a la situación.
En ella, es el concepto de interacción social el que capta objetivamente el
comportamiento social, la manera como cada hombre se hace cargo de su situación
98

social. En consecuencia, la interacción social constituye el mecanismo por el cual se


actualiza (conformando y transformando) lo social de la persona y de la situación.

Así, cada ciencia del comportamiento social debe observar lo psicológicamente


(Psicología social), lo antropológicamente (Antropología social o cultural), o lo
sociológicamente (Sociología) relevante de ese comportamiento.

Los conceptos de: persona social, interacción social y situación social son
descriptivos de una realidad única y se discriminan con fines analíticos. Describen una
sola realidad: el comportamiento social, que puede tener distintos tipos. Por eso,
estas categorías conceptuales son propias de las ciencias sociales y constituyen el
criterio de sistematización de todas ellas. Aquí se trata de ver lo sociológicamente
relevante del comportamiento social porque hay un tipo de comportamiento que es
sociológico: de la persona social, la interacción social y la situación social. La tarea
consiste en sistematizar los conceptos sociológicos.

El comportamiento sociológico
La Sociología, a partir de las contribuciones hechas por las teorías analíticas clásicas
(Töennies, Durkheim, Weber), es una ciencia (analítica) del comportamiento social
sociológicamente relevante, de la sociedad y no de cada individuo.

El pensamiento sociológico, desde su nacimiento como ciencia (Saint-Simón, Comte,


Marx, Spencer), siempre ha destacado ciertos caracteres propios de lo
sociológicamente relevante: los de la sociedad (como forma de vida social) o los de los
grupos sociales o las instituciones sociales.

Esas peculiaridades dan lugar al hecho social (Durkheim), el cual se expresa a partir
de los sociólogos analíticos clásicos, en el comportamiento social o acción social o
conducta social o interacción social.

Es Ëmile Durkheim el que precisó las características del hecho social como objeto
propio de la Sociología, delimitándolo frente al objeto de la Psicología, en su estudio
sobre El Suicidio. El hecho social es de la sociedad y no de los individuos, aunque
éstos lo expresen o asuman como propio.

El hombre dejó de estar en la sociedad, el hombre es social: a la sociedad el hombre


la lleva dentro.

Características del hecho social según Durkheim y toda la


tradición sociológica
1º) Supra-individualidad: Lo sociológico es concebido como algo que supera al
individuo, que está por encima de él y que es asumido por el individuo aunque no es
de él. Los tipos de acción social que elaboró Max Weber así lo ponen de manifiesto.

El comportamiento sociológico, si bien lo ejecuta el individuo, no es de él, es de la


sociedad, del grupo. Eso es lo que tienen en común las expresiones:

- solidaridad mecánica y orgánica de Durkheim


- voluntad esencial o arbitraria de Töennies
- acción tradicional, emotiva o racional de Weber.
99

El desarrollo posterior de la teoría sociológica, especialmente la funcionalista


sistemática (Parsons, Merton) hizo más evidente esta característica del
comportamiento social sociológicamente relevante.

2ª) Coactividad: Lo sociológico es concebido como algo que se impone


necesariamente al individuo, quien puede ser consciente o no de esto. El individuo lo
tiene que aceptar, si quiere convivir con otros. Cuando cierto tipo de comportamiento
social es el resultado de esta coactividad, se entiende que es sociológicamente
relevante.

La presencia de ese poder de imposición se reconoce-según Durkheim- “...ya sea en


la existencia de una sanción determinada, o en la resistencia que ese hecho opone a
toda empresa individual que tienda a violarlo”.

Y son tipos de comportamientos sociales (pautas) que están ahí, en la situación


social, que son de ella y con los que hay que contar inexorablemente y que se
imponen.

Otras características que son consecuencia de las dos anteriores son:

- pre-existencia
- irracionalidad. Se trata de un comportamiento humano que el hombre ejecuta, pero
que no es de él, ni de nadie en particular, es impersonal.

Se lo ejecuta coactivamente, porque hay que hacerlo sin saber cómo ni por qué. Se
trata de comportamientos sociales que mecánica e irracionalmente se aprenden
(pautas) y que mecánica e inconscientemente se expresan (hábitos).

En consecuencia, cuando nos encontramos con comportamientos que reúnen estas


características, son comportamientos sociales sociológicamente relevantes.
Constituyen el objeto de estudio de la sociología, que los explica como ciencia, según
la situación social y las formas de agrupamientos sociales que se dan en la historia y
en las culturas. (Agulla, La Promesa de la Sociología.1982)

Las relaciones sociales. Roles y estructuras sociales


Las teorías sociológicas del siglo XX, especialmente las desarrolladas por los
empíricos sistemáticos, captan los comportamientos sociales sociológicamente
relevantes con el concepto de relación social. Este concepto, claramente definido por
Max Weber y utilizado por Sorokin, Parsons, Merton, representa lo mismo que los
conceptos de: solidaridad de Durkheim, de interacción social. Es un concepto
propio de la sociología. Son comportamientos sociales interrelacionados entre sí,
equipolentes entre sí: uno reclama al otro necesariamente.

La relación social es un tipo de vinculación de comportamientos que es


supraindividual, coactivo, preexistente e irracional. En ella no está comprometida la
intencionalidad particular de los individuos; sólo cumple la función de satisfacer
necesidades afines y /o buscar fines comunes. La relación social es una
vinculación equipolente de funciones dentro de una determinada situación
social.

La sociología funcionalista ha captado esos comportamientos sociales que implican la


relación social con el nombre de rol (papel). Por eso, la relación social (la
interacción social) es una equipolencia de roles. Son comportamientos sociales
funcionales entre sí. Ejercer el rol de padre necesariamente implica ejercer el rol de
100

hijo; ejercer el rol de docente necesariamente implica ejercer el rol de alumno. Si bien
los ejercen los individuos particulares, no son de ellos; son de la sociedad, del grupo.

La manera de ejercer los roles es lo que varía históricamente y espacialmente,


culturalmente. En cada momento histórico y en cada situación social, hay una
definición de lo que significa el rol de padre, de hijo, de docente o de alumno. Y esta
definición la da la sociedad, el grupo, porque es del colectivo, aunque cada uno de los
participantes la ejerza a su modo. Cuando no responde a esta definición, normalmente
comienzan a actuar los mecanismos que definen la coactividad y la
supraindividualidad.

El concepto de rol significa una función de la relación social; lo que hay que hacer
para satisfacer necesidades comunes y /o lograr fines comunes. Por eso los roles
nunca se ejercen solos; constituyen relaciones sociales.

Una relación social es una relación de roles en los comportamientos sociales reales y
concretos (entre padre e hijo, entre docente y alumno, etc.). Se expresan en pautas
de comportamiento que asumen los participantes como hábitos de comportamiento,
que permiten el trato de cada uno con los otros.

El conjunto de relaciones sociales en una situación social dada, da lugar a una


estructura social: es decir, la forma que adquiere la situación social por el ejercicio de
los roles equipolentes, de las relaciones sociales.

El conjunto de relaciones sociales en una situación familiar (padre-hijo, padre-hija,


madre-hijo, madre-hija, esposo-esposa), da origen a la estructura social de la familia
nuclear.

Por consiguiente, una estructura social es un sistema de relaciones sociales


concretas y efectivas, unidas para satisfacer necesidades afines y/o para lograr fines
comunes.

Es importante destacar-como dice Agulla- que los roles, si bien son pautas indicativas
de comportamiento social, porque son de la sociedad, aparecen cuando efectiva y
concretamente se los ejerce; aparecen en los comportamientos sociales reales.

La Sociología, en tanto ciencia, debe observar los roles en los comportamientos


reales y efectivos, tal como se ejercen en la realidad histórica concreta. En tanto pauta
indicativa de comportamiento social, implica un deber ser fijado por la sociedad. Para
que eso ocurra, tanto las relaciones sociales, como los roles y las estructuras sociales,
tienen que tener un reconocimiento social de su valor.

Expectativas sociales. Status e instituciones sociales


Las instituciones sociales no son personas. Las personas actúan los
comportamientos institucionalizados; tampoco son grupos sociales. Los grupos
constituyen una pluralidad de personas que realizan instituciones. Las instituciones
son parte de la cultura; el sector estandardizado (unificado, uniformizado) del modo de
vida de un pueblo.

Las instituciones sociales son un complejo de expectativas sociales; es decir, de


pautas de comportamiento social indicativas de carácter solidario o cooperativo
que se espera que se cumplan en una determinada situación social a fin de
satisfacer necesidades comunes y / o lograr fines comunes. Para que ello ocurra,
la sociedad le tiene que reconocer a determinadas situaciones sociales un valor social.
101

Y lo hace mediante la legitimación. (Weber habla de la legitimación tradicional,


carismática y legal).

Las instituciones sociales definen las relaciones sociales; son pautas normativas.
Establecen pautas aprobadas de conducta social: las relaciones sociales consideradas
apropiadas, esperadas, legítimas. Son complejos de normas institucionalizadas, como
por ejemplo: el matrimonio, institución que tiene pautas normativas reconocidas.

Los status son expectativas que dependen de posiciones que fijan cada una de las
instituciones sociales. Por eso, una institución social es un complejo de status inter-
relacionados entre sí, que implican expectativas de determinados comportamientos,
fundados en posiciones determinadas en la institución. Esas posiciones se determinan
por derechos y obligaciones. Se espera de cada individuo un determinado
comportamiento social por el status que tiene en una determinada institución social,
según derechos y obligaciones con otro u otros.

Las instituciones sociales son un complejo de status; un conjunto organizado de


posiciones (status) y es organizado porque implica una estructura de dominación y
una división del trabajo. Por eso, cada status implica siempre una relación de mayor o
menor status dado por derechos y obligaciones; cada persona en una institución tiene
igual, menor o mayor status que otra u otras.

Los roles son el aspecto dinámico de los status (Parsons, Merton). Las
relaciones sociales son la efectivización de las expectativas. Las estructuras
sociales son el funcionamiento de las instituciones sociales.

Los roles se ejercen y los status se tienen. Esto implica que se puede tener un
determinado status en una determinada institución social, pero no que se ejerza el rol
correspondiente, o se lo ejerza “mal” socialmente, o directamente que no se lo ejerza.
El status es una expectativa del ejercicio de un rol; y el rol no necesariamente implica
un determinado status (por ejemplo, los roles de amigo). Para que un rol implique un
status:

- del que se espera un determinado comportamiento social- tiene que estar


legitimizado; es decir, se le tiene que reconocer socialmente un valor. Lo mismo
ocurre con las estructuras sociales. Si bien toda institución
- que efectivamente funcione- tiene una estructura social, no toda estructura social es
una institución social (por ejemplo, un grupo de amigos o una pandilla de
delincuentes). Por eso, las instituciones sociales aparecen sólo en los
agrupamientos sociales organizados (grupos sociales).

La diferenciación analítica clara entre roles sociales, relaciones sociales y


estructuras sociales, con respecto a los status, las expectativas sociales y las
instituciones sociales, es fundamental para el análisis sociológico.

Pautas sociales y hábitos sociales


El ejercicio de los roles (las relaciones sociales) afecta y dispone las potencialidades
sociales del hombre; y el funcionamiento de las estructuras sociales afecta y dispone
las posibilidades sociales de la situación social. A la manera como queda afectado el
hombre por las relaciones sociales la llamamos hábitos sociales; y a la manera como
queda afectada la situación social por las relaciones sociales la llamamos pautas
sociales. Los hábitos sociales y las pautas sociales son realidades empíricas
unidas funcionalmente entre sí. El hábito implica una pauta y la pauta implica un
hábito. Así es como la sociedad se integra en el hombre y constituye lo
sociológicamente relevante.
102

Persona sociológica y sociedad


El hombre tiene una naturaleza sociológica. A esa naturaleza sociológica del hombre
se la denomina persona sociológica o social. Es una manera de ser social que
depende de la sociedad.

- La persona sociológica o social es un complejo de roles y de status; es decir, de


roles que ha ejercido y de status que ha adquirido, en su vida en sociedad.
- La persona social es el sujeto que ha aprendido roles y ha adquirido status.
- Lo importante de destacar en esta definición es que los roles y los status que el
hombre ha aprendido y ha adquirido afectan sus estructuras (biológicas,
psicológicas, sociales, culturales, etc.), permitiendo que sea social de alguna
manera.

La persona social siempre estará condicionada por los roles que ha ejercido y los
status que ha adquirido. Y eso depende de la situación social en que los ejerce y los
adquiere, respectivamente. Por eso, la persona social es una arquitectura de hábitos
sociales que es el resultado del ejercicio de los roles y de la adquisición de status en
todas las situaciones sociales en que ha participado. Y esto no es igual para todos. De
allí emerge la diferenciación social y la desigualdad social que, en última instancia,
son potencialidades y posibilidades sociales diferentes.

Lo sociológico del comportamiento social se manifiesta en la situación social bajo la


forma de estructuras sociales y de instituciones sociales; la sociedad, en
consecuencia, es un complejo de estructuras sociales e instituciones sociales que los
hombres integran y organizan en su convivencia mediante los comportamientos
sociales sociológicamente relevantes. Estas estructuras sociales e instituciones
sociales son funcionales entre sí; no son contradictorias y cuando alguna de ellas
queda afectada, lentamente, tienden a afectar a las otras. Pero para que eso ocurra,
tiene que darse una estructura de dominación; un ordenamiento de las estructuras y
de las instituciones sociales en base a una relación de poder que fijan y determinan
las necesidades afines y / o los fines comunes que tienen los hombres.

La sociedad se presenta en la medida en que depende de comportamientos sociales


sociológicamente relevantes, bajo la forma de pautas sociales que definen a las
estructuras e instituciones sociales. Las pautas sociales son el resultado del ejercicio
de los roles y de la distribución de los status en las distintas situaciones sociales que
se han presentado y se presentan. Y éstas no son iguales para todos. De allí emerge
la diferenciación social y la desigualdad social.

Y si la persona social es un complejo de roles y status y la sociedad es un complejo de


estructuras e instituciones sociales, el mecanismo que une estos elementos
funcionales entre sí es la participación social. Ella aúna todas las relaciones sociales y
todas las expectativas sociales que eran las maneras en que se vinculaban los roles
sociales y las estructuras sociales y en que se vinculan los status y las instituciones
sociales. El concepto de participación social es el concepto genérico que define el
comportamiento sociológico. Tiene la ventaja de implicar:

1º) El tomar parte en algo mayor,


2º) ser función de otra parte, y
3º) ser sociológico, es decir, supraindividual y coactivo (además de preexistente e
irracional).
103

Los grupos sociales


Características de los grupos sociales: (AGULLA, JUAN CARLOS. La Promesa de
la Sociología. Editorial de Belgrano.1982).

Utilizamos para caracterizarlos la teoría de los grupos sociales – tal como está en la
tradición clásica de la sociología- como agentes de la formación (conformación y
transformación) de la persona social y, por lo tanto, como factor causal de la
diferenciación social (y la desigualdad social).

Los grupos sociales son agrupamientos sociales que tienen determinadas


características distintivas, pero que conforman y transforman el comportamiento social
sociológicamente relevante.

El elemento que define a los grupos sociales es la solidaridad y / o cooperación de


las relaciones sociales para la satisfacción de necesidades afines y / o para el logro de
fines comunes; en consecuencia, se trata de agrupamientos sociales delimitados por
la funcionalidad y significación de las interacciones sociales en función de un objetivo
manifiesto y específico.

La organización / no organización de los grupos sociales define expresamente el


objetivo manifiesto y los medios para alcanzarlo alrededor de los cuales se agrupan
las personas. (AGULLA, l982).

Todo sistema social es un sistema de interacción social entre personas sociales y / o


grupos sociales.

La sociología estudia las personas sociales en cuanto se ajustan a las pautas


sociales (normas). Éstas son las unidades a que reducimos el comportamiento
regulado; las relaciones sociales en cuanto se desarrollan en un orden constante.

Las pautas de comportamiento social son aquellas que se repiten en la misma forma
por muchas personas y actúan como modelo o guía para los miembros de un grupo o
sociedad.

Se caracterizan por ser:

- irreflexivas (respuestas internalizadas ya preparadas en la sociedad);


- reales (externas, porque se observan efectivamente en el ejercicio de los roles, son
formas de comportamiento real);
- ideales (conceptuales, son las que se esperan de las personas, son expectativas
(status), son los modos comunes de pensar y de creer en una cultura, la conformidad
y / o consenso: compartir las mismas ideas y valores.

Las normas, las costumbres y los usos sociales constituyen pautas de comportamiento
social. Los modos institucionalizados de hacer cosas conjuntamente, dirigidos hacia
metas reconocidas y valoradas, que son diferentes para cada grupo y / o institución.

Se estructuran en cada uno de los roles o papeles sociales, en los roles equipolentes,
en los procesos sociales, en las instituciones y en la cultura.

Todo rol se compone de pautas de comportamiento social centradas en una función


social específica y dirigida a una meta social. Su formación es creación de la cultura;
son producto de la experiencia y la colaboración de muchas personas a través de un
largo período de tiempo. Su número, contenido y género son productos desarrollados
por cada sociedad.
104

La persona desempeña roles ya existentes; pero los debe internalizar, interiorizar; en


esto se diferencia de los demás, en la realización de los papeles sociales.

La evaluación, la estimación social interviene en el concepto de:

- status: lo que la gente piensa que uno vale


- rol: lo que la gente piensa que uno hace

En la situación social concreta, ambos – status y rol – van juntos. Una persona hace o
se espera que haga lo que corresponde a su status.

Otro concepto sociológico es el de posición social, con su contenido de derechos y


obligaciones que es normativo. Es el honor o prestigio social, positivo o negativo, que
concede la sociedad a una persona o grupo miembros de esa sociedad. La identidad
social que posee una persona en un determinado grupo o sociedad.

Tiene dos aspectos:

- rol (obligaciones, papel social)


- status (derechos, puesto social)

Toda posición social es un status-rol (rol-set). Está ocupada por más de una persona.
Por ejemplo: médico.

Una misma persona ocupa muchas posiciones sociales.

Su prestigio puede cambiar con el tiempo. Por ejemplo: maestro.

Las posiciones sociales están interrelacionadas en la estructura social.

También hay una posición social clave: cada persona tiene tantos status como grupos
de los que forma parte, y también tiene un status principal, ligado con el rol que su
sociedad considera más significativo según los valores corrientes. La posición social
se rige por la cambiante forma de vida de cada grupo o sociedad.

El conjunto de las pautas sociales forman el papel social que desempeñan las
personas sociales, los roles. El conjunto de ellos según una función social
determinada, constituye una institución social.

Los roles sociales agrupados en torno a funciones sociales primordiales constituyen


las instituciones sociales. Son redes de pautas de pensamiento y conducta
diferentes pero coordinadas, que van dirigidas a fines sociales y están regidas por
valores sociales.

Las instituciones sociales según sus funciones sociales se clasifican en:

- institución familiar
- institución educativa
- institución económica
- institución política
- institución religiosa
- institución recreativa

El conjunto de las instituciones sociales combinadas constituye la cultura

Las personas sociales, unidad irreductible de la sociedad, son los individuos en sus
relaciones sociales, interactuando en papeles o roles sociales recíprocos. Estas
105

relaciones se efectivizan en grupos sociales, cooperando para satisfacer necesidades


sociales de índole familiar, educativa, económica, política, religiosa, recreativa.

Todo grupo social es una relación social, pero no toda relación social es un grupo.

El grupo social es una relación social que involucra cierto grado de cooperación entre
sus miembros para la consecución de un objetivo común.

Las características de un grupo social son:

a) el sentido de pertenencia: los miembros tienen deberes y derechos que no


comprometen a los no miembros; son pautas de conducta que orientan a sus
miembros.
b) la cooperación para un objetivo común.

Todo grupo está formado por personas en su calidad de miembros; cada una es
miembro de otros grupos. Cada grupo social es parte de los sistemas de acción de sus
miembros.

Cuando varios grupos sociales se reúnen en una totalidad coherente y funcionante se


constituye una sociedad.

Una sociedad es el conjunto de todos los grupos sociales que satisfacen las
necesidades básicas de los individuos.

Es un complejo de estructuras y de instituciones sociales, funcionales entre sí, que los


hombres integran y organizan en su convivencia, mediante los comportamientos
sociales sociológicamente relevantes.

Se afectan entre sí, mediante una estructura de dominación, un ordenamiento de las


estructuras y de las instituciones en base a una relación de poder que fijan y
determinan las necesidades y los fines comunes que tienen los hombres.

El concepto de sociedad es uno de los más importantes en sociología. Es una


colectividad organizada de personas que viven juntas en un territorio común, cooperan
en grupos para satisfacer sus necesidades sociales básicas, adoptan una cultura
común y funcionan como una unidad social distinta.

Toda sociedad es un gran grupo de personas (una unidad demográfica), que:

- Vive en un territorio determinado. La sociedad existe dentro de una zona geográfica


definida. Es un grupo territorial (nación no es sinónimo de sociedad; dentro de una
nación pueden existir diversas sociedades).
- Está constituida por grandes grupos sociales que cumplimentan funciones sociales
básicas.
- Tiene reproducción sexual (fundamental fuente de miembros).
- Está sometido a un sistema común de autoridad política.
- Es consciente de poseer una identidad que lo distingue de los otros grupos que lo
rodean.
- Posee una cultura semejante, un consentimiento general sobre valores. La sociedad
es autosuficiente.

La sociedad se compone de personas por medio de las cuales “ayuda” a otras a


nacer, criarse, educarse. Sin ella, la persona no encontraría el adecuado apoyo
material, educativo, político, religioso, recreativo para vivir. Es aquél grupo inclusivo en
el cual los individuos pueden compartir una vida común total.
106

La sociedad es la completa estructura de instituciones relacionadas e influyentes entre


sí, que distinguen a un grupo de otro y facilita los medios por los cuales los individuos
organizan sus actividades comunes para la vida.

La persona social es un complejo de roles y status. La sociedad es un complejo de


estructuras e instituciones sociales. Ambas están unidas en la participación social,
concepto genérico que aúna todas las relaciones sociales y las expectativas sociales.

Uno de los conceptos básicos de la sociología es el de la unidad del proceso


social y de la interdependencia dinámica de todas las partes de la estructura
social.

A cada sociedad le corresponde su propia cultura.

Conceptualmente, la cultura se distingue de la sociedad, pero existe estrecha


relación entre ambos conceptos.

Ninguna cultura podría existir sin sociedad. Y no puede haber una sociedad carente de
cultura.

La cultura incluye los valores, normas y bienes materiales característicos de una


determinada sociedad o grupo social. Son las formas de vida de los miembros de una
sociedad o de sus grupos: la lengua, los modos de vestir, las costumbres
matrimoniales y de vida familiar, las pautas laborales, las ceremonias religiosas, los
pasatiempos, etc.

Las formas de vida varían de una cultura a otra. Toda cultura tiene sus propias pautas
de conducta; se comprueba la existencia de amplias diferencias culturales de una
sociedad a otra. Conviene estudiarla a partir de los propios significados y valores de
cada una, evitando el etnocentrismo: juzgar otras culturas comparándolas con la
propia.

E. Tylor define la cultura como la totalidad compleja que incluye conocimientos,


creencias, artes, moral, leyes, costumbres y otras aptitudes adquiridas por el hombre
como miembro de una sociedad.

Integración sociocultura
La sociedad y la cultura están estrechamente entrelazadas. Deben considerarse
como un sistema sociocultural total y único.

Esta integración es estática y dinámica. Implica orden y estructura (estática), acción y


función (dinámica). No significa:

- estrecha homogeneidad en la sociedad y en la cultura


- una sociedad altamente formalizada
- un pueblo rigurosamente obediente

La integración sociocultural significa:

• Un proceso social como el de asimilación, amalgama, socialización, que debe


continuar siempre.
• Un producto social, algo que hay que lograr, que no puede ser nunca
cumplimentado.
107

Cierto grado de integración sociocultural es condición necesaria para el


funcionamiento de la sociedad.

Los requisitos fundamentales de todo sistema sociocultural son:

• El mantenimiento de la cooperación: las personas son capaces de obrar en forma


conjunta en procesos sociales conjuntivos.
• La satisfacción de las necesidades: a través de las instituciones y los grupos sociales
familiares, educativos, económicos, religiosos, políticos y recreativos.

En cuanto a la integración cultural propiamente dicha, la cultura integrada funciona


como un sistema total al que contribuyen diferentes pautas, papeles o roles e
instituciones, conformando una integración horizontal.

La integración cultural vertical se produce porque las instituciones contienen las


pautas, y la cultura contiene las instituciones.

En la práctica, la integración cultural no es perfecta; hay inconsecuencias, desniveles y


diversos ritmos.

Respecto del análisis de la integración social, comprobamos que las personas realizan
pautas de comportamiento; que los grupos se sirven de las instituciones y que la
sociedad tiene su cultura.

La integración social no es fruto de la semejanza completa de todas las personas. Es


una cuestión de estructura y función, más bien que de identidad o semejanza.

Las personas y los grupos se reúnen en una forma que tiene sentido para ellos;
satisfacen sus necesidades sociales en forma ordenada por las pautas
institucionalizadas.

La integración social no elimina las diferencias. Las coordina y encauza.

Integración de la cultura y de la sociedad


El examen analítico separado sólo es viable en el plano de la abstracción. En el orden
real y concreto, ninguna de ellas puede existir sin la otra. Cultura y sociedad son
entidades inseparables.

Desde el punto de vista de la integración total, la cultura es un factor más influyente


que la sociedad. La cultura es la que pone en acción a la sociedad, a través del
accionar externo y conceptual de las personas en la sociedad; eso es lo que
constituye la cultura.

La falta de integración cultural, siembra la confusión en la sociedad total:

- Las personas sociales no pueden realizar sus pautas y papeles o roles.


- Los grupos sociales no pueden servirse debidamente de las instituciones.

Como vemos, la integración sociocultural es un fenómeno relativo; no es rígida, ni


permanente, ni menos, completa. Si fuera completa, no habría cambio ni progreso.

¿Cómo se efectúa y mantiene esta integración sociocultural?

Los factores esenciales para lograrlo son:


108

• El consentimiento acerca de los valores, que si bien no implica una conformidad


total, suministra las ideas generales en que convienen las personas.
• La participación en las funciones comunes, compartidas. Las personas que realizan
conjuntamente las cosas que consideran valiosas, se ponen en estrecho contacto.
• La múltiple participación de las personas en distintos grupos sociales. El elemento
integrante es la personalidad social que se expresa en múltiples papeles o roles.

Todos estos factores son inseparables en la situación social concreta. Por lo tanto:

- Las personas se integran entre sí por compartir funciones sociales y valores sociales
comunes.
- Los valores compartidos reúnen a las personas en una misma función social.
- La actividad común aumenta el aprecio mutuo y los valores compartidos.

También existen factores auxiliares de integración sociocultural:

• La presión exterior. Por ejemplo, la presencia de peligros inminentes, las amenazas


de enemigos de la sociedad.
• Las técnicas deliberadas de control. Como son: la autoridad, la represión colectiva,
las leyes formales.
• Los intereses interdependientes. Las motivaciones e intereses de los distintos
grupos sociales son diferentes, pero en la sociedad muchos están en mutua
dependencia.

Para que actúen esta serie de factores auxiliares se requiere cierto grado de
planeamiento racional dirigido a conseguir la integración.

Las personas sociales son sujetos y agentes de movilidad social; los sistemas totales
de cultura y sociedad se hallan en proceso permanente de cambio social; sufren la
influencia de distintas formas de control social. Las normas y valores son violados,
produciéndose desviación social. Pero también existe el indispensable grado de
integración sociocultural que permite el funcionamiento social.

Valores
Mediante el análisis de los valores se estudia el significado de la vida de la sociedad y
la cultura.

Los valores son hechos sociales importantes, susceptibles de estudio y análisis


científico. Tres elementos deben considerarse:

• El objeto de estudio que es un valor


• La capacidad que tiene el objeto de satisfacer las necesidades sociales
• La apreciación de las personas del objeto y su capacidad.

Una definición sociológica de los valores señala que son: los criterios conforme a los
cuales el grupo o la sociedad juzga de la importancia de personas, formas, objetivos y
otros objetos socioculturales.

Los criterios de valoración dan sentido y significado a la cultura y a la sociedad.

Estas son las características de los valores:

• Son algo que se comparte, reconocidos por una pluralidad.


• Se toman en serio: están asociados al bien común, a satisfacer necesidades
sociales.
109

• Implican emociones: se está dispuesto a sacrificarse y morir por ellos.


• Se pueden abstraer de los distintos objetos valorados.

Los valores son determinantes del status social. El juicio de valor o evaluación social
implica una comparación de lo que es mejor o peor, más alto o más bajo en la estima
y en la aprobación social.

Los determinantes de status: la familia, ascendencia, riqueza, utilidad funcional,


instrucción, religión, características biológicas, constituyen la estima o desestima, la
aprobación o desaprobación objetivas que se le otorgan a un individuo o grupo.

Fuentes de los valores: Se pueden analizar en dos niveles:

• Externa a la persona social: evaluación social. El status social por atribución o


consecución, basado en la posesión que tiene el individuo de los elementos que se
valoran altamente en la cultura.
• Interior a la persona: la dignidad humana que merece respeto, la responsabilidad
que es la base de la evaluación social, la inviolabilidad personal.

Valores y pautas de comportamiento


Para el estudio provechoso de las pautas sociales es imprescindible la comprensión
de los valores corrientes en una sociedad. Una de las razones por las cuales no
podemos “dar sentido” a las pautas observadas en culturas extranjeras, es el no
conocer ni comprender sus valores.

El sociólogo, mediante el conocimiento de las valoraciones sociales, juzga si una


pauta es insignificante o esencial para las personas en la sociedad.

No todas las pautas de comportamiento tienen igual importancia: las normas son más
imperativas que los usos. Las pautas que tienen el más alto valor social van
acompañadas de la más extensa conformidad y presión social para producirla.

Valores y papeles o roles sociales:


La persona en acción es el componente irreducible de la sociedad, el último centro de
valores.

El mecanismo principal con el que las personas expresan y simbolizan los valores es
el papel social. La realización recíproca de los roles o papeles sociales está regulada y
controlada por los valores de la sociedad.

Dentro de un papel social, las pautas reciben distintos grados de valoración. En la


sociedad total tienen también diferente valor los múltiples roles sociales de la persona.
Esto depende de la institución dominante, de la edad, sexo, etc. Las formas de
comportamiento de los individuos deben estar en consonancia con estas valoraciones.

Valores como sanciones del comportamiento


Actúan como criterios y tipos de las pautas de comportamiento, cuando la sociedad
aprueba o desaprueba cierta línea de conducta; dice que es buena, correcta o mala,
incorrecta.
110

Las sanciones sociales -recompensas y castigos-, impuestas por la sociedad están


ligadas con la evaluación social del comportamiento. Su gravedad es proporcional al
valor atribuido al comportamiento. Los valores determinan lo que se les exige, se les
prohíbe, se les elogia o censura a las personas.

Valores y procesos sociales


Los procesos sociales conjuntivos - cooperación, acomodación, asimilación - suelen
ser altamente valorados porque fomentan la armonía, el orden y la paz social.

Los disyuntivos - conflicto, oposición, competencia - se sitúan más abajo en la escala


de valores. La participación en ellos es motivada y justificada por valores sociales
superiores: patriotismo, heroísmo, justicia.

Los valores no sólo son criterios de comportamiento; se usan como base para la
motivación del comportamiento, para la justificación de la propia conducta. El individuo
se conforma con un sistema de relaciones sociales porque van revestidas de valor.

Clasificación de los valores según la:

- Personalidad social
- Sociedad
- Cultura

Los valores se combinan en cada uno de estos tres planos anteriores:

• El grado de obligatoriedad da lugar a una serie continua conforme al grado en que


afectan a la personalidad. En un extremo, los valores moralmente más fuertes,
aceptados como asunto de conciencia: preceptos (monoteísmo, patriotismo,
monogamia); deberes. Suelen ser el núcleo de la ética personal del individuo. En el
otro extremo, los valores menos importantes: las personas se conforman por
conveniencia o por hábito. Por ejemplo: etiqueta, gusto estético, lo que es
conveniente, eficaz.
• La serie continua según el funcionamiento asociativo. Lo que contribuye a la
cooperación, acomodación y asimilación, es un valor asociativo. Valores negativos o
antisociales, pueden ser estimados individualmente o por un grupo.
• Según su función institucional en la cultura: religiosos, políticos, etc. Responden al
uso corriente. Los valores sociales se institucionalizan: cuando durante largo tiempo
han ido asociados a cierto comportamiento cultural, se identifican con dicho
comportamiento en tal o cual institución.

Funciones de los valores


No son las cosas que se buscan, sino las que dan importancia a las cosas que se
buscan.

Las personas los usan como criterios y guías que indican el camino hacia los
objetivos, las metas.

Sus funciones son:

- Hacer posible el sistema de estratificación social. (Ayudan a juzgar en qué punto se


halla la persona y el grupo dentro de la sociedad).
- Centrar la atención de las personas en objetos culturales materiales que se
consideran como deseables, útiles, esenciales.
111

- Indicar los modos ideales de pensar y comportarse socialmente.


- Guiar en la elección y cumplimiento de los papeles sociales.
- Actuar como medios de solidaridad. Los valores compartidos están entre los factores
más importantes que crean y mantienen la solidaridad social.

Conflicto de valores
Se produce en dos casos, al menos:

1. Cuando discrepan los valores culturales y el comportamiento efectivo de la


sociedad: existencia de problemas sociales.
2. Cuando están en conflicto los valores de los distintos subgrupos de la sociedad. Por
ejemplo: conflicto entre valores familiares y económicos; familiares y educacionales;
religiosos y políticos (Cfr. el tema de los valores con FICHTER, JOSEPH,
Sociología. Editorial. Herder. 1964).

Los valores histórica y sociológicamente significativos son los que justifican las
instituciones y mueven a las personas a representar papeles institucionalizados.

“Hasta donde nos interesen los valores comunes, lo mejor es formar nuestro concepto
de ellos examinando las legitimaciones de cada orden institucional en toda estructura
social dada”. “Podemos hablar de valores comunes cuando una gran proporción de los
individuos de un orden institucional aceptan esas legitimaciones del orden, cuando
tales legitimaciones son las condiciones con que se exige, con buen éxito, obediencia,
o por lo menos se obtiene la anuencia. Esos símbolos se emplean entonces para
definir las situaciones a que hay que hacer frente en diversos papeles y como
patrones para las valuaciones de las autoridades”. (Cfr. Wright Mills, La imaginación
sociológica. FDCE. México.1961).

ACTIVIDAD Nº 3

- ¿Qué se entiende en Sociología por comportamiento social?

- ¿Cuáles son los caracteres del comportamiento sociológicamente


relevante, según los aportes de Durkheim, Toënnies, Weber y
Parsons?

- Explicar el significado de la expresión: “todo grupo es una relación


social pero no toda relación social es un grupo”.

- Ejemplificar posiciones sociales (Status-rol)

- ¿Qué son y cómo se adquieren las pautas de conducta social? Dar


ejemplos de pautas sociales.

- Explicar la relación entre personas, grupos e instituciones sociales.


- ¿Qué es y cómo se institucionaliza una estructura social?
112

- Diferenciar, analizando comparativamente: roles, relaciones y


estructuras sociales, con respecto a status, expectativas sociales e
instituciones sociales.

- Definir cuál es el mecanismo de unión entre persona y sociedad.

- ¿Qué se entiende, en Sociología, por sociedad y cultura?

- En un cuadro, interrelacionar los conceptos de: persona social,


interacción social, pautas, roles, grupos, instituciones, sociedad,
cultura.

- Explicar por qué es necesario cierto grado de integración


sociocultural.

- ¿Cuál es el papel de los valores en la sociedad?


113

UNIDAD IV
MICROSOCIOLOGÍA Y MACROSOCIOLOGÍA
(Según Giddens, Anthony; Sociología 3ª edición, Alianza Editorial 2000), la tarea de la
sociología es estudiar el equilibrio que hay entre la reproducción social y la
transformación social. El primer concepto se refiere a cómo las sociedades siguen
funcionando a lo largo del tiempo, mientras que el segundo se ocupa de los cambios
que sufren. La reproducción social tiene lugar porque existe una continuidad entre lo
que las personas hacen día tras día y año tras año, así como en las prácticas sociales
que siguen.

Los cambios se producen, en parte, porque las personas así lo quieren, y en parte, por
las consecuencias que nadie prevé o desea.

El estudio del comportamiento cotidiano en situaciones de interacción cara a cara


suele denominarse microsociología, mientras que la macrosociología es el análisis
de las estructuras sociales de gran tamaño, como el sistema político o el orden
económico. La macrosociología incluye también el análisis de los procesos de cambio
a largo plazo, como por ejemplo, el desarrollo de la industrialización, de la
globalización.

A primera vista podría parecer que los análisis micro y macro están alejados uno del
otro. Pero, de hecho, están íntimamente relacionados. El análisis a gran escala es
esencial para comprender la base institucional de la vida cotidiana. Aunque hoy en día
establezcamos muchas relaciones indirectas o por medios electrónicos, incluso en las
sociedades más complejas la presencia de otras personas sigue siendo crucial.

Los estudios a pequeña escala son necesarios para esclarecer cuáles son las pautas
institucionales generales. Es evidente que la interacción cara a cara es la base
principal de todas las formas de organización social, independientemente de sus
dimensiones.

La interacción en contextos pequeños influye en los grandes procesos sociales y los


sistemas de gran tamaño influyen a su vez en los ámbitos más recónditos de la vida
social.

Entonces queda claro que el estudio de la interacción cara a cara se suele denominar
microsociología y que ésta contrasta con la macrosociología, que estudia los grupos
numerosos, instituciones y sistemas sociales. Y que los análisis a pequeña y a gran
escala están en realidad muy relacionados y se complementan.

El estudio de las formas de interacción social de la vida cotidiana, aparentemente


insignificantes, es de enorme importancia para la sociología, por dos razones: 1º, las
rutinas cotidianas, con sus constantes interacciones con los demás, estructuran y
conforman lo que hacemos. Al estudiarlas podemos aprender mucho de nosotros
como seres sociales y de la misma vida social. Nuestras vidas están organizadas en
torno a la repetición de pautas de comportamiento parecidas, día tras día y año tras
año. También es cierto, que las rutinas de cada día no son siempre idénticas y
nuestras pautas de actividad durante los fines de semana y vacaciones, suelen
contrastar con las de los días laborables. Además, cuando se producen cambios
importantes en nuestras vidas, suele ser necesario alterar las rutinas, pero entonces,
establecemos una nueva serie de hábitos bastante regulares. 2º el estudio de la
interacción social en la vida cotidiana arroja luz sobre instituciones y sistemas sociales
más amplios que, de hecho, dependen de las pautas de interacción social que
seguimos en el día a día. En las sociedades modernas la mayoría de la gente vive en
centros urbanos, interactuando constantemente con gente a la que no conoce
114

personalmente. La “desatención cortés” es uno de los muchos mecanismos que dan a


la vida en la ciudad, con sus multitudes que van y vienen y sus contactos
impersonales y efímeros, el carácter que tiene.

La interacción social requiere numerosas formas de comunicación no verbal: el


intercambio de información y significados mediante expresiones faciales, gestos y
movimientos del cuerpo. Este tipo de comunicación se denomina a veces “lenguaje
corporal”, como la expresión facial de la emoción. Aunque ellas parecen ser en parte
innatas, existen factores individuales y culturales que influyen en la forma exacta que
adoptan los movimientos faciales y en los contextos en los que dichas expresiones se
consideran apropiadas. Cómo sonríe la gente, así como los movimientos precisos de
los labios y de otros músculos faciales, y también la duración de la sonrisa, son cosas
que varían considerablemente de una cultura a otra.

Aunque hay muchos signos no verbales que usamos rutinariamente en nuestro


comportamiento y para comprender a los demás, la mayor parte de las interacciones
se realizan mediante el habla -intercambio verbal accidental- y la conversación con
otros. Los sociólogos siempre han aceptado que el lenguaje es fundamental para la
vida social. Los estudios de Goffman y Garfinkel, de etnometodología, son importantes
sobre el tema de encontrar el sentido de lo que se dice y hace en las relaciones
sociales. La estabilidad y el significado de nuestra vida social cotidiana dependen del
hecho que compartimos presupuestos culturales implícitos sobre lo que se dice y su
por qué. Si no pudiéramos darlos por supuestos una comunicación coherente
resultaría imposible.

En las situaciones de interacción no se espera de nosotros que estemos simplemente


presentes en la escena. Lo que los demás esperan, y nosotros también, es que
pongamos en funcionamiento lo que Goffman llama el “alerta controlado”. Una parte
fundamental del ser humano consiste en demostrar continuamente a los demás
nuestra competencia en las rutinas de la vida cotidiana.

La interacción cotidiana depende de las sutiles relaciones que se establecen entre lo


que expresamos con el rostro y el cuerpo y lo que decimos con palabras. Por lo tanto,
la cara, el manejo del cuerpo y el discurso se utilizan para expresar ciertos significados
y para ocultar otros. También organizamos nuestras actividades en los contextos de la
vida social para lograr los mismos fines.

En muchas situaciones sociales nos encontramos en lo que Goffman llama


interacción no focalizada, que ocurre siempre que los individuos acusan de alguna
manera la presencia de los demás: en un grupo grande de personas, en una calle
concurrida, en un teatro o una fiesta. Cuando los individuos se encuentran en
presencia de otros, entablando comunicaciones no verbales, a través de sus posturas
y gestos.

La interacción focalizada tiene lugar cuando los individuos atienden directamente a


lo que los otros dicen o hacen. Es un encuentro. Gran parte de nuestra vida cotidiana
consiste en encuentros con otros individuos -familia, amigos, compañeros de trabajo-
que frecuentemente tienen lugar sobre un fondo de interacción no focalizada que se
establece con otros que están presentes en la misma escena. En la interacción
focalizada los individuos se comunican tanto a través de sus expresiones y gestos
faciales como por las palabras que intercambian.

El concepto de rol social, de las expectativas socialmente definidas que tiene una
persona en una determinada posición social, surgió en un ámbito teatral. A las
personas les preocupa cómo las ven los demás y utilizan muchas formas para manejar
la impresión, con el fin de que los otros respondan como ellos desean. Aunque a
veces hagamos esto a propósito, suele ser una de esas cosas que realizamos sin
prestarle una atención consciente.
115

Goffman señala que gran parte de la vida social se puede dividir en regiones
delanteras y traseras. Las regiones delanteras son las situaciones o encuentros
sociales en los que los individuos asumen papeles formales: son “representaciones
sobre el escenario”. Este tipo de actuación suele conllevar un trabajo en equipo. Las
regiones traseras son aquellas en las que la gente recoge sus útiles y se prepara
para la interacción en situaciones menos formales. Estas regiones son como el
espacio entre bastidores de un teatro o las actividades que se realizan detrás de la
cámara en el cine o TV. Cuando están a salvo detrás del escenario las personas
pueden relajarse y manifestar libremente los sentimientos y estilos de comportamiento
que mantienen bajo control cuando se encuentran en escena.

Toda interacción está localizada, es decir, ocurre en un lugar concreto y tiene una
duración específica. Nuestras acciones en el curso de un día tienden a estar
“zonificadas”, tanto en el espacio como en el tiempo. Cuando analizamos los contextos
de la interacción social con frecuencia resulta de gran utilidad analizar los movimientos
de las personas en la convergencia espacio-temporal. (Tomar como ejemplo las áreas
de una casa y las interacciones que se producen en ellas durante el día.).

En las sociedades modernas interactuamos constantemente con personas a las que


puede que no volvamos a ver o conocer. Casi todas las transacciones cotidianas nos
ponen en contacto -aunque sea indirecto- con personas que quizá vivan a miles de
kilómetros de distancia, como el sistema bancario.

También existe lo que se denomina compulsión de la proximidad: la necesidad que


tienen los individuos de encontrarse personalmente o en interacciones cara a cara, ya
que aportan una información más rica sobre cómo piensan y sienten los demás, y
sobre su sinceridad, que cualquier sistema de comunicación electrónico. El encuentro
personal, según Boden y Molotch, da acceso a esa parte del cuerpo que “nunca
miente”: los ojos, las “ventanas del alma”. El mero contacto visual señala un grado de
intimidad y de confianza.

(Según Merton, Robert K.; Teoría y estructura sociales; Fondo de Cultura Económica,
México Buenos Aires; 1964.)

1º El concepto sociológico de grupo se refiere a un número de personas que actúan


entre sí de acuerdo con normas establecidas. A veces se dice que es un grupo de
personas que tienen relaciones sociales consagradas y características. Los dos
enunciados son equivalentes, ya que las relaciones sociales son formas
normadas de interacción social que duran lo bastante para convertirse en partes
identificables de una estructura social.
2º Las personas que actúan entre sí se definen como miembros, tienen expectativas
normadas de formas de interacción que son moralmente obligatorias para ellas y
para los demás miembros del grupo, pero no para los que son vistos como extraños
al grupo. “Se consideran miembros de grupos”.
3º Las personas en interacción son definidas por otras como “pertenecientes al grupo”,
comprendiendo eso otros compañeros de grupo y no compañeros.

En la medida en que esos tres criterios -formas duraderas y moralmente consagradas


de interacción social, la autodefinición como miembro y la misma definición por otros-
se cumplen plenamente, los implicados en la interacción duradera pueden identificarse
con toda claridad como grupos que los abarcan. El criterio objetivo de interacción y los
criterios subjetivos de definiciones sociales se combinan para trazar fronteras
relativamente claras de pertenencia y de no pertenencia. Cuando se borran las
definiciones subjetivas, la forma de la interacción social observada pierde su carácter
distintivo y se produce el tipo familiar de caso en que el sociólogo descubre
“formaciones de grupo” que no experimentan como tales los comprendidos en ellas.
En particular en los grupos informales que carecen de definiciones explícitas de
116

pertenencia al grupo por el individuo o por los demás, los cambios en la proporción de
interacción social pueden borrar los límites del grupo. Ésta puede considerarse una de
las propiedades funcionales de los grupos informales: su estabilidad depende en parte
de esta relativa ambigüedad de la pertenencia.

Cualquier acontecimiento constante que aumente la interacción entre algunos


miembros de un grupo y reduce la interacción entre otros tenderá a producir
formaciones de subgrupo. Como implica la palabra, los subgrupos están constituidos
estructuralmente por los que establecen relaciones sociales distintivas entre sí que no
son compartidas con otros individuos del grupo general. Todos los grupos son en
potencia vulnerables a las formaciones de subgrupos. Intereses especiales, peculiares
a ciertas posiciones o estratos del grupo grande, la estrecha proximidad, pueden
producir formaciones de subgrupo.

Mientras el lenguaje conceptual usado para describir la estructura de grupo exprese


una circunstancia estática de pertenencia a un grupo, parecerá paradójico que los
mismos individuos puedan describirse a veces como pertenecientes al mismo grupo y
otras veces como pertenecientes a grupos diferentes (y quizás mutuamente hostiles).
Pero si se reconoce que la pertenencia a un grupo y la estructura del grupo son
dinámicas, que no son sino las resultantes conceptualizadas de fuerzas que operan
dentro de un grupo, resulta claro que las fronteras de los grupos están en constante
proceso de cambio objetivo, registrado por las proporciones de interacción social y de
redefinición social registradas por las definiciones de pertenencia que dan el yo y los
demás.

Conceptos de grupo, colectividades y categorías sociales

De acuerdo con el uso de Leopold von Wiese y Howard Becker, Florian Znaniecki y
Talcott Parsons, pueden denominarse colectividades a personas que tienen un
sentido de solidaridad por virtud de compartir valores comunes y que adquieren un
sentido concomitante de obligación moral para realizar expectativas de papeles. Todos
los grupos son, naturalmente, colectividades, pero las colectividades que carecen del
criterio de interacción entre los individuos no son grupos. Las colectividades son
potenciales para la formación de grupos: el fondo común de valores puede facilitar una
interacción social prolongada entre partes de la colectividad.

Diferentes de los grupos y las colectividades son las categorías sociales. Son
agregados de situaciones sociales cuyos ocupantes no están en interacción social.
Tienen características sociales idénticas -de sexo, edad, situación matrimonial,
ingreso, etc.-, pero no están orientadas necesariamente hacia un cuerpo de normas
distintivo y común. Con situaciones iguales y en consecuencia con intereses y valores
análogos, las categorías sociales pueden ser movilizadas para ingresar en
colectividades o en grupos. Cuando funcionan como grupos, los individuos de la
misma categoría social pueden considerarse como grupo de pares o compañías de
iguales.

Socialización y educación
Según Agulla, Juan Carlos; (La promesa de la sociología; Editorial de Belgrano,
Colección Textos 1982; Buenos Aires.): Las teorías que han buscado explicar la
formación de la sociedad han sido muy variadas y se han referido a la formación de la
sociedad nacional (industrial, capitalista, burguesa, evolucionada, democrática, etc.).
Son, básicamente, las teorías de los enciclopédicos, de algunos analíticos y de varios
historiadores de la cultura (Spengler, Toynbee, Ortega, etc.). El marco de referencia
de estas teorías siempre ha sido la historia y, por eso, buscaban leyes de desarrollo,
evolución o progreso de la historia. Con posterioridad, y gracias a la contribución de
117

las teorías analíticas, se explicaba la formación de las sociedades por tendencias


“peculiares” de los agrupamientos sociales (Max Weber y Durkheim). Estas teorías
partieron de resultados para explicar los procesos. Estos resultados estaban definidos
por la estructura de dominación de los agrupamientos sociales y de la división del
trabajo. Con ello dejaron sentados algunos principios que orientan los procesos
sociales, especialmente el de formación de la sociedad.

Con la incorporación de la sociedad a la naturaleza humana que hacen algunos


analíticos, la observación de los procesos sociales se concentró en el comportamiento
social, y con ello, el proceso de formación de la sociedad quedó incluido dentro del
proceso de formación de la persona social. Se abandonaron las teorías sociológicas
dadas por leyes de la historia. Actualmente es válida la idea de tratar los procesos
sociales conjunta y superpuestamente, sin abandonar la significación sociológica de la
diferenciación y desigualdad social que plantearon los primeros analíticos (Durkheim y
Weber).

Si alguna temática goza de cierta preferencia en la bibliografía sociológica,


especialmente en las teorías empírico-sistemáticas, es la que se refiere al proceso de
socialización. Un autor clave es Emile Durkheim, cuyo punto de partida es la distinción
que hace entre el “ser individual” y el “ser social”. El primero se refiere a los procesos
síquicos que afectan únicamente “... a nosotros mismos y a los sucesos de nuestra
vida personal”; el segundo se refiere “... al sistema de ideas, sentimientos y de hábitos
que expresan en nosotros el grupo o grupos diferentes, de los cuales formamos parte;
tales son las creencias religiosas, las prácticas morales, las tradiciones nacionales o
profesionales y las opiniones colectivas de todo género”. Al ser individual Durkheim lo
deja de lado; al ser social, lo toma como objetivo de la “socialización metódica”; es
decir, de la educación.

Para Durkheim, es evidente que el “ser social” es un resultado de la humana


convivencia; es el resultado de las “representaciones colectivas” que tienen las
características del hecho social: supraindividualidad y coactividad. Estas
características actúan como mecanismo de formación del ser social; y cuando las
mismas son utilizadas metódicamente, se obtiene un proceso de educación; es decir,
un proceso de formación del ser social intencional y sistemático, que ejecuta la
generación adulta sobre la generación inmadura, con el fin de adaptarla a una
situación social específica. La socialización metódica de la que habla Durkheim, tiene
la función de igualar el proceso de diferenciación social que implica la mera
socialización, ya que éste se realiza en la situación social en la que se encuentra cada
individuo; y ésta puede ser múltiple y variada.

La formación de la persona social

El imperativo existencial y biológico de la convivencia se apoya, por un lado en una


necesidad de las estructuras humanas (el cerebro interno) de satisfacer necesidades
afines y /o buscar fines comunes y, por el otro, en el estado de inmadurez e
impotencia biológica en que nace el hombre y que tiene larga duración (entre 20 y 25
años). Desde una perspectiva sociológica esta mutua interrelación de necesidades
funcionales implica una dependencia del recién nacido de otro u otros, e implica una
formación del mismo con otro u otros. Partimos del siguiente hecho: el estado de
inmadurez biológica del recién nacido implica un estado de impotencia vital para
subsistir por sí mismo. De este hecho surge la función biológica de la convivencia;
pero también la función social de la dependencia. Todavía más: el largo período que
dura la maduración biológica del hombre lo obliga a hacerse cargo de “su” situación
con los hombres con que toma contacto; con los próximos. Al hacerse cargo de su
situación, hace y se hace con ellos, y así se forma y se conforma, inexorablemente,
durante un largo período; pero, en especial, durante los primeros años que suelen ser
118

decisivos. De allí que dependencia y formación (conformación) son fenómenos


inevitables e inexorables (adnativitatem).

A medida que el hombre madura, la fuerza de la coactividad social es cada vez menor;
por lo tanto, varía en las distintas etapas de maduración o desarrollo del infante. La
importancia de la sociedad es correlativa con la fuerza de formación y con el grado de
dependencia. Lo cual implica que el proceso de maduración, paulatinamente, va
disminuyendo la dependencia de la sociedad y la fuerza de la formación
(conformación); pero también, que va participando en más estructuras sociales. Así se
fortalecen las potencialidades individuales y se amplían las posibilidades sociales; a
mayor formación de la persona sociológica, mayor aprendizaje de roles porque
mayores lados tiene la situación social. Hay una correlación entre maduración
biológica, psicológica y sociológica. El período comprendido entre el nacimiento y los
seis años, aproximadamente, corresponde a la participación en grupos parentales y
domésticos y el aprendizaje de ciertos roles. Entre los seis años y la pubertad
corresponde la participación en otras estructuras sociales (grupos culturales,
educativos, religiosos, etc.) y con ello, el período de aprendizaje de otros roles. Entre
la pubertad y los dieciocho años, se da la participación en grupos económicos,
recreativos, políticos, etc., y el aprendizaje de otros roles. Y entre los dieciocho años y
la madurez social (aproximadamente 25 años), participación en grupos políticos,
económicos, ocupacionales, etc., y el aprendizaje de otros roles. Cuando hablamos de
aprendizaje de roles, nos referimos a los hábitos sociales, que se adquieren por la
mera participación en las estructuras sociales que se imponen coactivamente; pero
también porque las pautas sociales que forman los hábitos sociales siguen siendo de
las estructuras sociales.

Este proceso de formación de la persona sociológica se logra por dos mecanismos: la


participación y la comunicación. Este hecho permite distinguir entre: proceso de
socialización y proceso de educación. El primero es el proceso de aprendizaje de
roles y de adquisición de status por la mera participación en las estructuras sociales
de los grupos sociales. El segundo, es el proceso de aprendizaje de roles y
adquisición de status que se da por la comunicación de determinados contenidos
culturales que da un educador a un educando en vista de un fin. Si el grupo social
cumple una función docente, se transforma en una situación de aprendizaje.

La diferencia de ambos procesos resulta clara, ya que no sólo depende del


mecanismo de formación (participación o comunicación) sino también de la
intencionalidad que se da en el segundo; de allí surge la necesidad de contar con un
fin y con sujetos docentes específicos, ya que de lo contrario no se da la relación
educativa. El proceso de educación siempre implica un proceso de socialización, pero
el proceso de socialización no implica un proceso de educación. Para que se dé el
proceso de educación tienen que presentarse cinco variables: el educador, el
educando, el contenido educativo, la situación educativa y el fin educativo. En el
proceso de socialización no se dan esas variables, solo cuenta con un educando y una
situación educativa.

Según Giddens, la socialización es el proceso por el cual la criatura indefensa se va


convirtiendo gradualmente en una persona consciente de sí misma, con conocimientos
y diestra en las manifestaciones de la cultura en la que ha nacido. La socialización no
es un tipo de “programación cultural” por la cual el niño absorbe, de un modo pasivo,
las influencias con las que entra en contacto. Desde el momento en que nace, el niño
tiene necesidades o exigencias que afectan al comportamiento de los responsables de
su cuidado: el bebé es un ser activo desde el principio.

La socialización pone en contacto a las diferentes generaciones. El nacimiento de un


niño altera las vidas de aquellos que son responsables de su crianza, los cuales, a su
vez, experimentan un nuevo aprendizaje. La paternidad liga normalmente las
actividades de los adultos a las de los niños para el resto de las vidas de ambos. Las
119

personas mayores siguen siendo padres cuando se convierten en abuelos aunque, por
supuesto, establecen una nueva serie de relaciones que conectan a las diferentes
generaciones entre sí. Aunque el proceso de aprendizaje sociocultural es mucho más
intenso durante la infancia y el principio de la niñez que posteriormente, el aprendizaje
y la adaptación continúan durante todo el ciclo vital.

El proceso de socialización es un proceso de conformación; es decir de formación


con otro dado por la participación en las estructuras sociales. El proceso de educación
es un proceso de transformación; es decir, de cambio dado por la comunicación de
contenidos culturales dados por un educador a un educando, con un fin o meta
educativa.

La formación de la sociedad

Este proceso es una distinción analítica porque en la realidad se da conjunta y


superpuestamente con el proceso de formación de la persona social.

Vamos a hablar de un proceso de integración y de un proceso de organización.

Ambos son los procesos básicos de formación de la sociedad. El proceso de


integración se correlaciona con el proceso de socialización y el proceso de
organización con el proceso de educación. El proceso de integración es el proceso por
el cual se estructura una situación social por la mera participación de sus miembros; y
el proceso de organización es el proceso por el cual se institucionaliza una situación
social por la legitimación (tradicional, carismática o legal, según Max Weber) de una
estructura de dominación y una división del trabajo. La dominación va a ser: doméstica
o política; y la división de trabajo: familiar o social. Estos procesos también se han
denominado: proceso de estructuración y proceso de institucionalización. En el
primero no hay una intencionalidad; en el segundo tiene que haber una meta
consciente o inconsciente. El proceso de organización es siempre un proceso de
transformación de la situación social, y el proceso de integración es siempre un
proceso de conformación (ajuste funcional).

La experiencia histórica ha mostrado que estos procesos de formación de la sociedad


reclaman su tiempo, el que supera normalmente la vida de cada individuo. Este hecho
hace que a estos procesos se los pueda ordenar en etapas: 1ª de integración, 2ª de
consolidación, 3ª abierta a dos posibilidades: a) expansión y b) crisis .Cada una de
estas etapas lleva en sí varias generaciones.

Los agrupamientos sociales

La denominación de agrupamientos sociales define todas las formas sociales de


convivencia humana; todas las formas de interacciones movidas por necesidades
afines y o fines comunes.

La identificación con el agrupamiento social a través de los hábitos sociales y de las


pautas sociales, crea paulatinamente, una conciencia de “nosotros” que se diferencia
de la de “otros”. Entonces, y sólo entonces los agrupamientos sociales empiezan a
tener significación sociológica, porque las interacciones sociales conforman una
realidad que unifica a los hombres y a la situación, es decir, a sus comportamientos.
Eso es la vida social.

Los agrupamientos sociales son conjuntos de seres humanos que, ya sea por
necesidades que los unen (biológicas, psicológicas, sociales, culturales, etc.) o ya sea
por intereses (materiales o espirituales), mantienen interacciones estables o
transitorias, pero con una significación para cada uno de sus miembros y o para el
120

conjunto humano, formando así una unidad significativa con características distintas a
las de cada individuo particularmente considerado.

Podemos distinguir entre los agrupamientos sociales que diferencian desde el


nacimiento (diferenciación adscripta) y los que diferencian después del nacimiento
(diferenciación adquirida). Los primeros son aquellos en los que cada individuo, en el
momento de nacer queda “ubicado” socialmente; los segundos son en los que cada
individuo se ubica socialmente con posterioridad al nacimiento, en el curso de su vida.
Entre los primeros se encuentran: los agrupamientos parentales, las comunidades, las
sociedades, los estratos sociales. Entre los segundos se encuentran los grupos
sociales en todas sus variedades.

Los agrupamientos parentales son situaciones sociales, sociológicamente relevantes,


nacidos del ejercicio de las funciones básicas de las unidades familiares sobre la base
del reclutamiento de los cónyuges. Se trata de una división familiar del trabajo que
diferencia socialmente dentro del agrupamiento social en base a la edad y el sexo.

“Por dominación política hay que entender -dice Max Weber- un poder que supera la
autoridad doméstica y que, básicamente, difiere de éste”. Esta dominación política
lleva a una diferenciación social del trabajo que supera la diferenciación familiar del
trabajo propia de los agrupamientos parentales. Y es entonces cuando empiezan a
aparecer nuevas formas de agrupamientos sociales.

La primera que aparece históricamente es la comunidad territorial: son pueblos


distribuidos espacial o territorialmente, con una distribución social del trabajo en base
a estratos sociales. Pueden tener un sistema de castas o estamentos. A estas
comunidades territoriales se las ha denominado “comunidades culturales”.

La segunda que aparece históricamente es la sociedad nacional. Son comunidades


territoriales urbanas y rurales unificadas regionalmente por el Estado nacional; con
una distribución social del trabajo en base a estratos sociales. Pueden tener un
sistema de clases o un sistema de status ocupacionales (son propias de occidente).

La secuencia biográfica ordena los grupos sociales en función del desarrollo de la


edad en que comienzan a participar sus miembros. Así se puede hablar de grupos
domésticos, recreativos, religiosos, culturales, económicos y políticos; hasta cierta
edad se da un aumento en la participación en más grupos sociales a medida que el
hombre madura (biológica, psicológica y socialmente).

Grupos sociales
El elemento que define a los grupos sociales es la solidaridad y /o cooperación de las
relaciones sociales para la satisfacción de necesidades afines y /o para el logro de
fines comunes; en consecuencia, se trata de agrupamientos sociales delimitados por
la funcionalidad y significación de las interacciones sociales en función de un objetivo
manifiesto y específico.

Vamos a considerar dos tipos básicos de grupos sociales: organizados y no


organizados.
121

Grupos sociales organizados

Un grupo social -como totalidad de individuos que interactúan- está organizado


cuando las necesidades afines y /o los fines comunes que los movilizan a agruparse
están regladas por normas que definen exactamente las relaciones de solidaridad y /o
cooperación entre sus miembros, con los extraños y con el medio en general. Esas
normas son “efectivas, obligatorias y en caso necesario, impuestas” (Sorokin). Por
todo ello, un grupo social organizado “constituye una realidad estructural, funcional y
significativa” (Sorokin).

Es una realidad estructural porque está ordenada en una jerarquización de status.

El grupo social organizado cuenta con:

* Una unidad de metas (necesidades afines y /o fines comunes)


* Un cuerpo de normas obligatorias y una organización de la cooperación y /o la
solidaridad (roles).
* Una forma de gobierno.
* Una diferenciación de derechos y obligaciones (status).
* Un sustento económico (normalmente).
* Un nombre o signo de individualidad.

En resumen: un grupo organizado se caracteriza por tener una distribución de status


conforme a las funciones (roles) que desempeñan los miembros, las cuales están
regladas por normas expresas (controles sociales externos), que orientan las
interacciones (relaciones sociales de cooperación y /o solidaridad) en función de las
necesidades afines y /o fines comunes.

Los grupos sociales organizados pueden clasificarse en: comunitarios y societarios.


Los grupos sociales comunitarios se caracterizan porque sus miembros tienen
relaciones sociales primarias; y los grupos sociales societarios, por tener relaciones
sociales secundarias. “La acción comunitaria -según Max Weber- se refiere a aquella
acción orientada hacia el sentimiento de solidaridad de los actores. Por otra parte, la
acción societaria se halla orientada hacia una regulación de intereses racionalmente
motivada”. Esto implica que las relaciones primarias se orientan por la solidaridad
(necesidades afines) y las secundarias por la cooperación (fines comunes). Estas
expresiones weberianas retraducen los conceptos de Durkheim de solidaridad
mecánica y de solidaridad orgánica, respectivamente.

Las relaciones primarias se caracterizan por la:

* Intimidad de las relaciones;


* Identificación vital de las relaciones;
* Libertad y espontaneidad de las relaciones;
* Conformación de grupos pequeños y
* Fuerte cohesión de grupo.

Simmel dice que “...las relaciones de persona a persona constituyen el principio vital
de los círculos pequeños”; y K. Davis dice: “en el grupo primario, el interés de cada
uno está centrado en los otros como personas; es decir, como objeto de valor. La
relación desaparece si desaparece de ella la persona particular”. Las relaciones entre
sus miembros implican un compromiso con toda la persona, más allá de la función que
tienen que cumplir en el grupo social para alcanzar el objetivo del grupo. Por eso sólo
pueden ser pequeños e íntimos, a pesar de su organización.

Estos grupos tienen especial significación en las primeras etapas de formación de la


persona social (infancia y adolescencia) y, con ello, el primer contacto con las normas
122

institucionalizadas de la situación social (comunidad, sociedad). Típicos grupos


sociales organizados comunitarios son la familia (nuclear), el aula (escuelas y
colegios) y las “pandillas” (de juego o delincuencia); pero también pueden ser
“secciones” especiales de grandes grupos organizados societarios, sociedades
secretas, algunos equipos de trabajo o de deportistas “amateurs”, sectas
revolucionarias o religiosas.

Las relaciones sociales secundarias, propias de los grupos sociales organizados


societarios, se caracterizan por la:

* Impersonalidad de las relaciones;


* Distancia vital de las relaciones;
* Compulsividad de las relaciones;
* Conformación de grupos grandes y
* Generalización de las relaciones.

El interés de los miembros de estos grupos no está concentrado en sus miembros en


tanto personas, sino en el logro de los fines comunes. Las relaciones, así, son
meramente funcionales y están organizadas cooperativamente para el logro del
objetivo que los indujo a crear o a participar en el grupo (división del trabajo). Lo
importante en este sistema de relaciones sociales es que cada miembro del grupo
cumpla estrictamente con sus funciones, ya que con ello se logra la meta deseada o
buscada por todos y por cada uno. De esta manera se valoran tanto las metas
sociales institucionalizadas como los medios institucionalizados para alcanzarlas; por
eso funcionan los controles sociales externos. Estos grupos tienen especial
significación en los años de madurez de la persona social y afirman la capacidad de
adaptación y respeto a las instituciones para el logro de metas socialmente admitidas
(políticas, económicas, ocupacionales o profesionales, culturales, religiosas,
recreativas, etc.). Se da la creación de hábitos sociales que se encuadran dentro de
las pautas sociales admitidas y legitimadas.

Dentro de estos grupos organizados societarios se suelen presentar y formar “grupos


informales” que, de alguna manera, compensan la frialdad funcional de los
comportamientos sociales sociológicamente relevantes de estos grupos. Típicos
grupos sociales organizados societarios son las asociaciones, las que pueden
clasificarse según los objetivos variados y heterogéneos. Pueden ser políticos (Estado,
municipio, partidos políticos), económico-ocupacionales (sindicatos, asociaciones
profesionales, empresariales, etc.), religiosos (iglesias, sectas), culturales (academias,
sociedades científicas o artísticas, fundaciones), recreativos (clubes, etc.).

Grupos sociales no organizados

Los grupos sociales no organizados se caracterizan por la mera interacción social


(solidaria y /o cooperativa) para satisfacer necesidades afines y /o fines comunes sin
que la sociedad o comunidad, a través de los mecanismos de legitimación, les
reconozca una significación social a estos agrupamientos sociales. Estos grupos se
mantienen fundamentalmente gracias a los mecanismos de control social interno, no
teniendo normas expresas que regulen esas relaciones sociales, salvo las
establecidas por los propios miembros mediante un consenso tácito.

No están organizados porque no existe una jerarquización social de status y una


delimitación expresa y clara de las funciones (roles). Suelen contar con líderes, jefes o
conductores espontáneos, naturales (función basada en calidades personales:
personalidad, carisma, experiencia, claridad de metas, etc.). Normalmente no son
duraderos, se conforman casualmente y siempre motivados por una circunstancia
especial que permite encontrar “pares”.
123

Teniendo en cuenta la duración de las relaciones de solidaridad y /o cooperación, los


grupos no organizados pueden clasificarse en: grupos duraderos y grupos efímeros.

Los grupos no organizados se caracterizan porque la satisfacción de las necesidades


afines se hace en base a relaciones primarias de carácter personal (simpatía, gusto,
ideales). Se mantiene por la fidelidad. Son típicos grupos no organizados duraderos
los grupos de amigos íntimos, grupos de niños y adolescentes, ciertos grupos de
vecinos, ciertos grupos de artistas, etc. (los así llamados grupos informales).

El grupo no organizado duradero, con sus relaciones primarias, se estructura en base


a relaciones personales; por eso, son grupos de gran trascendencia sicológica, como
ámbitos de expansión emotiva, consciente e inconsciente, o de comunión de ideales.
Por eso estos grupos dan origen a experiencias vitales muy profundas que afectan
fuertemente al proceso de formación de la persona social; suelen ser experiencias que
definen profundamente la personalidad del individuo. Estos grupos son siempre
pequeños e informales y actúan como sostén de la persona. La homogeneidad es algo
fundamental, y puede ser la edad, el sexo, el gusto, la simpatía o los ideales.

Los grupos no organizados efímeros, si bien tienen relaciones primarias, la


heterogeneidad de sus miembros sólo permite la unidad a través de un objetivo
específico, también fundado en la simpatía, el gusto o el ideal. Por eso son grupos
circunstanciales; se agotan en la expresión de esos objetivos. La meta u objetivo suele
surgir casualmente o puede ser inducida por alguien. La participación en estos grupos
afloja los controles sociales internos de las personas involucradas. Así aparece un
comportamiento social amparado en la cantidad, el anonimato y la impersonalidad;
que incentiva frustraciones preexistentes y moviliza acciones irracionales. Estos
grupos desaparecen con la obtención de la meta u objetivo, o por un desvío de la meta
o por una disuasión externa, o por agotamiento físico de sus miembros en esa
actividad intensa y agotadora.

Estos grupos no organizados suelen aparecer para afirmar un ideal (concentraciones


políticas o religiosas, procesiones, asambleas, hinchadas deportivas, manifestaciones)
o para negar una situación (motín, turba, linchamiento). Se componen de personas
socialmente heterogéneas que se unen por relaciones primarias y se sostienen en el
número o cantidad. Por eso son siempre expresiones de “fuerza” que pueden ser
manipulables con cierta facilidad por activistas hábiles.

Instituciones
Para aproximarnos a una definición, tenemos que aclarar que una institución no es
una persona (ésta actúa los comportamientos institucionalizados) ni es un grupo
(pluralidad de personas que realizan instituciones, como por ejemplo un colegio, que
sigue lo normado por la institución educativa). Las personas y los grupos no están
institucionalizados.

Durkheim afirma que “la sociología podría definirse como la ciencia de las
instituciones, de su génesis y de su funcionamiento”. Y señala que una institución es el
conjunto “de creencias y formas de conducta instituidas por la colectividad social” 1.

Las instituciones sociales son parte de la cultura; un sector estandarizado del modo de
vida de un pueblo.

1
Durkheim, Émile. Las reglas del método sociológico.
124

Las pautas y los papeles (roles) sociales forman los elementos principales de las
instituciones y éstas son los instrumentos de que se sirven las personas sociales para
conducir la vida social.

Una institución es una configuración o combinación de pautas de comportamiento


compartidas por una colectividad y centradas en la satisfacción de alguna necesidad
social básica.

* Las características esenciales de toda institución son:


* Tienen un fin: satisfacer una necesidad social,
* Un contenido relativamente permanente: pautas, papeles,
* Está estructurada: conformada de partes cohesionadas que se refuerzan
mutuamente,
* Es una estructura unificada: funciona como unidad, como una serie identificable de
comportamientos humanos.
* Está cargada de valor: estos valores vienen a ser códigos de conducta.

Una definición más completa de institución sería: Es una estructura relativamente


permanente de pautas, papeles que las personas realizan según unas determinadas
formas sancionadas y unificadas, con objeto de satisfacer necesidades sociales
básicas.

Las instituciones definen las relaciones sociales; establecen pautas aprobadas de


conducta (modos de comportamiento). Son pautas normativas que definen los modos
de relación social que se consideran apropiados, legítimos y esperados.

Son complejos de normas institucionalizadas, como por ejemplo, el matrimonio. En


todos los tiempos, antes y ahora, y en todos los pueblos, civilizados o primitivos,
encontramos que la vida social está moldeada en gran medida por las instituciones
sociales. Por pautas normativas reconocidas que se aplican a una determinada
categoría de relaciones, como por ejemplo la institución del matrimonio: pauta
normativa compleja que se aplica a todos los matrimonios de una determinada
sociedad. Éstos se adecuan a la norma en distintos grados; todos conocen la pauta y
la consideran válida y obligatoria.

Las actitudes internas y los hábitos externos de un grupo social, están centrados en
satisfacer necesidades sociales básicas y/ o fines comunes. Sus normas, costumbres
y usos, son modos institucionalizados de hacer cosas conjuntamente; están dirigidos
hacia metas reconocidas y valoradas.

Las instituciones cumplen objetivos o metas que son los mismos que los de los grupos
sociales. Las funciones- lo que las personas hacen efectivamente en sus papeles
(roles) y relaciones sociales -constituyen el contenido de la institución.

Las funciones generales que las instituciones realizan para las personas son:

* Simplifican el comportamiento social: son modos de pensar y obrar regularizados;


por consiguiente, gran parte de la conducta social es casi automática.
* Proporcionan al individuo formas ya preparadas de relaciones y papeles sociales
* Actúan como agentes de coordinación y estabilidad de la cultura total. Los modos
institucionalizados de pensar y obrar tienen “sentido” para las personas; les
proporcionan seguridad.
* Tienden a regular el comportamiento: contienen las exigencias sistemáticas de la
sociedad. Por ellas, la persona sabe lo que debe pensar y obrar socialmente.
Presionan también sobre grupos desviados a través del control social.

Los aspectos negativos de las instituciones son:


125

* A veces ponen obstáculos al progreso social: porque conservan y estabilizan el


comportamiento social. Ofrecen resistencia al cambio, son los “guardianes de la
tradición”.
* Contribuyen, algunas veces, a frustrar la personalidad social de los individuos: una
persona que no “encaja” en la cultura se considera “rara”.
* Dispersan la responsabilidad social: las personas acostumbran “quejarse del
sistema”; justificarse, alegando la costumbre establecida.

Universalidad y variabilidad institucional

Las necesidades sociales básicas se satisfacen en toda sociedad en forma sistemática


y culturalmente aprobada, a través de las instituciones fundamentales: familiar,
educativa, económica, política, religiosa, recreativa. Son esenciales a toda cultura.
Pero, hay una enorme variedad en los modos como se satisfacen las necesidades.
Los factores de variabilidad son:

1. ingenio y adaptabilidad de los hombres para satisfacer las necesidades.


2. opción y decisión en los modos de hacerlo.
3. el marco geográfico.

Las instituciones también pueden ser clasificadas en principales y subsidiarias según


la universalidad, necesidad e importancia de las mismas.

* Las instituciones principales son aquellas que realizan el mayor número de personas
y son esenciales a la sociedad, porque se consideran de la mayor importancia para
el individuo y el bien común:
* Institución familiar: sistema que regula, estabiliza, estandardiza (unifica y uniformiza)
las relaciones sexuales y la procreación de la prole. Sus instituciones subsidiarias
son: el noviazgo, el matrimonio, la crianza de los niños, el parentesco.
* Institución educativa: proceso sistematizado de socialización: informal en el hogar y
en la cultura en general y formalmente en la organización docente. Las instituciones
subsidiarias son: los exámenes, las calificaciones, los grados, los títulos.
* Institución económica: configuración de pautas de comportamiento por la cual se
proporciona a la sociedad los bienes materiales y los servicios: producción,
distribución, cambio, consumo. Las instituciones subsidiarias son: la Banca, el
crédito, la publicidad.
* Institución política: satisface la necesidad de administración general y de orden
público. Las subsidiarias son: legislativa, policial, militar, diplomacia etc.
* Institución religiosa: satisface la necesidad social de relacionarse con Dios por medio
de las creencias y el culto común. Las subsidiarias son: sistemas de oración, liturgia
y pautas de relación entre clero y seglares.
* Institución recreativa: satisface la necesidad social básica de descanso físico y
mental. Las subsidiarias son: juegos, deportes, danzas, música, pintura, teatro, etc.

Las instituciones conforman una red, actúan con interdependencia mutua y esto es
vital para la continuidad de la cultura en la sociedad. Ninguna institución existe por sí
misma; todas se influyen mutuamente. Por ejemplo, los cambios importantes en las
formas de vida familiar y en la institución política, afectan a las demás instituciones.

Ningún grupo social puede realizar pura y exclusivamente las formas de una sola
institución. Así, el grupo religioso también educa, recrea, administra. El Estado,
fomenta el bienestar familiar, económico, educativo, etc.

Otra aclaración a tener en cuenta, es que las instituciones no siempre están en


armonía, sino que tienen contradicciones, como por ejemplo la institución económica y
la religiosa.
126

El sistema institucional como cultura total comprende a las instituciones relacionadas y


coordinadas entre sí actuando en un sistema total. Las instituciones principales se
conciben como una red completa y continua en la que el conjunto y los distintos
sectores forman un sistema en acción. El sistema institucional actúa para y por las
personas. Las instituciones no existen a menos que sean utilizadas por asociaciones
de personas; necesitan de las personas, así como las personas necesitan de las
instituciones. El sistema institucional no es estático. Se forma y modifica con el
comportamiento humano efectivo.

Así, la configuración total de las instituciones que comparten en común las personas
en una sociedad, constituye la cultura. El pueblo comparte el sistema cultural en
distintos grados y formas. Esta cultura es hereditaria; se transmite por un proceso de
aprendizaje, de socialización: se enseña y se aprende. Es el ambiente cultural en que
se vive, se desarrolla y se deja tras de sí cuando muere la persona. (Aún en la soledad
se actúa de acuerdo a las propias pautas culturales).

Las personas son creadoras y criaturas de su propia cultura. Responden y reaccionan,


son flexibles. La sociedad las modela conforme a sus objetivos, pero como agentes
dotados de discernimiento y decisión, pueden modificar su propio comportamiento e
influir en la sociedad en que viven.

Es verdad, que en muchos aspectos, las personas son producto y hechura de su


cultura y de su sociedad. La mayor parte de los individuos sufre la influencia de su
ambiente sociocultural más de lo que ellos mismos influyen en él. No sólo estamos
socializados, sino que lo estamos de una manera particular.

La socialización es el aprendizaje que capacita a un individuo a realizar roles sociales.


Lo que se aprende es la cultura. Socialización es el proceso por el cual los individuos
adquieren la cultura ya existente en los grupos a los que llegan. Es el proceso de
influjo mutuo entre una persona y sus semejantes; resulta de aceptar las pautas de
comportamiento social y de adaptarse a ellas.

La socialización tiene una función conservadora, de transmisión de valores y modos


de conducta de la sociedad. Se puede describir desde dos puntos de vista: 1)
objetivamente y 2) subjetivamente.

1) La descripción objetiva de la socialización es a partir del influjo que la sociedad


ejerce en el individuo. Es el proceso por el que la sociedad transmite su cultura de
generación en generación y adapta al individuo a las formas aceptadas y aprobadas
de la vida social organizada.

La función de la socialización es desarrollar habilidades y disciplinas de las que tiene


necesidad el individuo para la vida social; e infundir las aspiraciones, valoraciones y el
“plan de vida” que posee esa sociedad particular a sus miembros y enseñarles las
funciones sociales que deben desempeñar en la sociedad.

2) La descripción subjetiva, es a partir de la respuesta o reacción del individuo a la


sociedad.

Es un proceso que se desarrolla en el individuo mientras éste se va adaptando a la


gente que le rodea; la persona adopta los hábitos de la sociedad en que vive.

El proceso de socialización está continuamente en acción “fuera del individuo”.


Afecta a todas las personas dentro de la misma sociedad y a todo lo largo de su vida.
En su mayor parte es una especie de conformación subconsciente. Es un proceso que
siempre está individualizado en un tiempo, un lugar, una cultura y una sociedad.
127

Las experiencias acumuladas por el individuo en su sociedad forman el trasfondo a


partir del cual queda sujeto a nuevas experiencias.

La cultura se “interioriza”, se internaliza. El individuo se “empapa” de ella de modo que


“desde dentro” su conducta sigue siendo influida por ella. Así la cultura no es algo
meramente exterior al individuo. Este cuadro social de referencia tiene como contenido
las experiencias sociales del individuo. Éstas son los puntos estratégicos desde los
cuales mira el mundo.

El aprendizaje social que se realiza en el proceso de socialización, se desenvuelve


con la gente y entre la gente e implica siempre relaciones sociales. Por consiguiente,
los prerrequisitos esenciales son el contacto y la comunicación.

Los agentes de socialización son: la sociedad total, los grupos, los medios de
comunicación social, cada persona con la que se interactúa.

Los grupos y asociaciones de adultos, en los negocios, profesiones, recreación,


política, religión, influyen en el cambio y desarrollo de la persona social.

Todo individuo interioriza, personaliza su experiencia social. La cultura se


individualiza.

La personalidad social no es nunca el reflejo perfecto de la cultura y de la sociedad en


que se ha desarrollado. Cada persona es a la vez única y social.

El sociólogo estudia lo que es compartido por muchas personas. Los agentes de


socialización producen efectos semejantes en gran número de personas y estas
semejanzas compartidas son las que hacen posible el estudio sociológico.

Estructura y función de la sociedad


Analíticamente, podemos distinguir entre los aspectos estáticos y dinámicos de la
sociedad: la estructura y las funciones. La estructura está siempre en movimiento y
las funciones tienen una estructura, organización, un orden. De hecho, estructura y
funciones van siempre juntas.

La estructura social es la organización de sus partes o unidades; resulta de las


variadas agrupaciones relacionadas entre sí, interrelacionadas, interdependientes.
Responde a la pregunta: ¿cómo está dispuesta la sociedad?

Los aspectos dinámicos, funcionales, responden a la pregunta: ¿qué hace la


sociedad?: operaciones, procesos, actividades sociales.

El concepto de estructura social, según Roger Bastide, se refiere al conjunto de


elementos articulados en un todo.

Podemos definir la estructura social como:

* El conjunto de relaciones sociales en una situación social dada;


* La forma que adquiere la situación social por el ejercicio de los roles equipolentes
(relaciones sociales);
* El sistema de relaciones sociales (rol-set) concretas y efectivas unidas para
satisfacer necesidades afines y /o lograr fines comunes.
* Las pautas de interacción entre individuos y entre grupos; las actividades
organizadas de forma regular y repetitiva que se dan en ellos.
128

La estructura social de la familia nuclear, por ejemplo, está constituida por los roles
equipolentes de padre-hijo, madre-hijo, esposo-esposa.

Según la define Gino Germani en Estructura social de la Argentina (1955), el estudio


de la estructura social -de todos aquellos atributos de los grupos sociales gracias a los
que pueden captarse como todos compuestos o como complejos constituidos por
partes interdependientes- se refiere particularmente a los grupos, al elemento humano,
personal. Se trata de captar la realidad del mundo sociocultural, el mundo de la
historia y de la vida concreta, en la que observamos individuos reales, su conducta y
las condiciones materiales de su actuar. Por consiguiente, investigar la estructura
social, es decir, la formación, composición e interdependencia de los grupos sociales,
presupone un conocimiento de la estructura cultural (el elemento impersonal, el
conjunto de las formas de obrar, pensar y sentir socialmente adquiridas por los
hombres: valores o significados y la base física o material de los mismos). Porque un
grupo social no es una categoría aislada sino un conjunto de individuos que se
distinguen por ciertas formas de obrar y de pensar que les son propias, o sea, por una
cultura. De esas diferencias resultarán distintos grupos sociales. Podemos referirnos a
una sociedad nacional, en función de los rasgos específicos de su cultura nacional”,
que la singulariza dentro de una cultura más amplia, como por ejemplo la cultura
occidental; a una sociedad regional, a una comunidad local. Aunque todo grupo social
concreto posee una dimensión geográfica y temporal, también podemos percibir otras
dimensiones diferenciales: no sólo una sociedad se compone de numerosos grupos,
sino que un mismo individuo pertenece a diferentes grupos a la vez y esta múltiple
pertenencia se manifiesta en rasgos observables empíricamente en su conducta
manifiesta y encubierta o psicológica. Aún las sociedades más “sencillas” revelan
cierto grado de diferenciación. Y en las sociedades actuales este grado de
diferenciación, de entrecruzamiento, de complicación social, alcanza una intensidad
extrema. Dimensiones biológicas como el sexo y la edad originan una serie de grupos
diferenciados, cuya importancia puede variar de una sociedad a otra, pero que ejercen
influencia, directa o indirecta, en su organización y funcionamiento. No sólo en la
composición ocupacional de la población, sino en la determinación de una serie de
roles específicos y sus correlativas actitudes psicosociales, como son los de la
estructura familiar. Otra dimensión es la económica: grupos de ocupaciones y clases
sociales constituyen el eje central de la organización y el funcionamiento de las
sociedades actuales, hasta el punto que frecuentemente el término estructura social
se refiere sólo a la estructura de clases, excluyendo otras formas de diferenciación, ya
que la influencia que ella ejerce se extiende a la sociedad total y condiciona directa o
indirectamente los restantes aspectos de su estructura. Sin embargo, como dice
Germani, aun cuando la estructura económico-social pueda ser tomada como variable
independiente en el estudio de la mayoría de todas las demás diferenciaciones, el
concepto de estructura social se refiere a la composición e interrelación de todos los
grupos sociales, y no solamente algunos de ellos.

Los controles sociales


El ejercicio de los roles (la forma que tiene el hombre de hacerse cargo de una
estructura social), al decir de Agulla, no siempre se presenta en la realidad en la forma
como lo requieren la estructura social y los status. Se da el comportamiento desviado,
que se refiere no sólo a los casos de criminología, alcoholismo, sino a todo
comportamiento que no se ajuste al patrón establecido y reconocido socialmente.

La necesidad funcional de la persona social y de la sociedad para mantenerse y


conservarse, ha llevado a crear mecanismos de defensa que hacen posible la
integración de la sociedad y la persona social; que actúan sobre la interrelación con el
fin de que se ejerza el rol en la forma adecuada. Estos mecanismos son los controles
129

sociales: externos, para la conservación de la sociedad o estructuras sociales; e


internos, para la conservación de la persona social o los status sociales.

Siguiendo a Agulla, podemos decir que a fin de que las expectativas sociales, propias
de los status y de las instituciones sociales, tengan un fundamento, las instituciones se
proveen de mecanismos de control social. Con ello se busca que los individuos
cumplan con los derechos y obligaciones propios de los status y de las instituciones
sociales. A los mecanismos de control de los status, los vamos a llamar controles
sociales internos; y a los mecanismos de las instituciones sociales, controles sociales
externos.

El mecanismo de control social interno más relevante es el “sentido de


responsabilidad”. Este mecanismo es de la sociedad, y no tiene nada que ver con los
así llamados controles psicológicos internos (sentimiento de culpa o sentimiento de
vergüenza). Es el que hace que se cumpla el rol (solidario y / o cooperativo) en la
forma fijada por la institución, para satisfacer necesidades afines y / o lograr fines
comunes. Es el que hace que se ejerzan los roles en la forma esperada.

Los mecanismos de control social externo más relevantes son los usos, las
costumbres, las convenciones y las leyes. Son mecanismos que se proveen las
instituciones para regular el comportamiento esperado dentro de las mismas; por eso
siempre están provistos de sanciones (o gratificaciones). Los usos y costumbres están
legitimados por la tradición; las convenciones y las leyes por el acuerdo o la
imposición. Todos ellos tienden a cumplir las mismas funciones. Tienden a
homogeneizar socialmente a los hombres en sus comportamientos para la satisfacción
de necesidades y el logro de los fines comunes. Esto se realiza en función de un fin
culturalmente definido, mediante una discriminación entre lo permitido y lo prohibido.
En las sociedades modernas y en los grupos organizados, la presencia de estos
controles está dada por la legalidad.

Los mecanismos de control social dados por el Derecho y por la Educación, buscan
una integración de la sociedad y de la persona social.

Conformidad y control social (Johnson, pág. 45): La conformidad a las normas


institucionales es “normal”. El individuo que ha internalizado las normas siente como
una necesidad de adecuarse a ellas. Si no lo hiciera, su conciencia lo acusaría y otras
personas están dispuestas a desaprobarlo si viola la norma establecida.

Tanto la necesidad internalizada como las sanciones externas son efectivas para
producir la conformidad a las normas.

Las sanciones externas no son igualmente efectivas para todos los infractores; tienen
efecto, pero en distinto grado, según el rango social de aquellos a quienes es
impuesta. Por ejemplo: de un hombre con reputación de incompetente, no se espera
que sea perfectamente competente, por consiguiente, los que interactúan con él, no le
impondrán fuertes penalidades por cada una de sus equivocaciones. El grupo, a la vez
que está esperando conformidad a una pauta normativa, está esperando y
manteniendo respecto de cada miembro del grupo, un grado particular y único de
conformidad.

Por más institucionalizada que esté una pauta, muchas personas que están sujetas a
ella se ven tentadas, a veces, de desviarse de ella. Esto lo demuestra la existencia de
sanciones -que están involucradas en todas las formas de control social- es decir,
mecanismos por los cuales se mantienen en jaque las tendencias a desviarse de las
pautas institucionalizadas.

Sin embargo, no debemos suponer que la efectividad de las sanciones deriva


principalmente de ser aplicadas. Uno de los más importantes aspectos de la acción
130

social es que cada sujeto es capaz de prever en su imaginación las probables


respuestas de los otros a los cursos de acción que emprende. Podemos inferir que por
ello, muchas personas que están tentadas de desviarse de las pautas de conducta
esperadas, se autocontrolan. No tratan de comprobar experimentalmente cómo
reaccionarían los otros a su infracción; lo pueden imaginar muy vívidamente. Este
control interno no deja de ser una forma de control social semejante a la aplicación
directa de sanciones.

Actividad Nº 4

- Definir y ejemplificar los estudios microsociológicos y


macrosociológicos. ¿Se relacionan?

- ¿En qué consisten el proceso de socialización y el de educación?


Señalar semejanzas y diferencias.

- Explicar cuándo una relación social es un grupo social.

- ¿Cuáles son las características del grupo social? Diferencias entre


grupos organizados y no organizados, grupo primario y secundario,
comparando características en un cuadro.

- ¿Qué relaciones hay entre grupo e institución social?

- Explicar el concepto de estructura social y sus principales


características.

- ¿Por qué y cuáles son las instituciones principales de una


sociedad?

- Ejemplificar controles sociales externos e internos.

- Lecturas sugeridas: Bradbury, R: Fahrenheit 451.

- Films sugeridos: La naranja mecánica; La Familia; Estación


Central.
131

UNIDAD V
CAMBIO SOCIAL
(Transformación social)
Todo sistema social está cambiando permanentemente, por el envejecimiento de sus
miembros. En un sentido restringido, el cambio social es cambio en la estructura de un
sistema social (Johnson). Los cambios estructurales más importantes son los que
tienen consecuencias para el funcionamiento de la sociedad.

El cambio social es la alteración de las estructuras básicas de un grupo social o


sociedad. Este tipo de cambio, según Giddens, es un fenómeno omnipresente en la
vida social, pero se ha hecho especialmente intenso en la época actual.

Los orígenes de la sociología moderna pueden entenderse como intentos de


comprender los cambios radicales que destruyeron el mundo tradicional y generaron
nuevas formas de orden social.

El ritmo del cambio en la época moderna se demuestra fácilmente si observamos el


grado de desarrollo tecnológico, que ha creado cosas que eran casi inconcebibles en
la era premoderna: la cámara fotográfica, el automóvil, el avión, todos los mecanismos
electrónicos que van desde la radio hasta el ordenador de gran potencia o la central
de energía nuclear. Se ha incrementado enormemente la producción y la variedad de
bienes y servicios.

Las formas de vida y las instituciones sociales que caracterizan el mundo actual son
radicalmente diferentes de las del propio pasado reciente. Durante un período de no
más de dos o tres siglos, la vida social humana, se ha visto arrancada de los tipos de
orden social en los que la gente había vivido durante cientos de años.

Identificar cambios significativos supone poner de manifiesto hasta qué punto se han
producido alteraciones en la estructura subyacente de un objeto o de una situación
durante un período de tiempo. En el caso de las sociedades humanas, para
determinar hasta qué punto y de qué manera un sistema está en proceso de cambio,
tenemos que mostrar en qué medida se han producido modificaciones en las
instituciones fundamentales durante un período dado. En toda explicación de un
cambio también hay que exponer lo que permanece estable, como punto de referencia
con el que podemos calibrar las alteraciones.

Casi todas las transformaciones actuales tienen un carácter global: o bien ocurren
simultáneamente en muchas partes del mundo, o bien influyen en el futuro del
conjunto del planeta.

Influencias sobre el cambio social

Ningún planteamiento teórico monocausal puede explicar la diversidad del desarrollo


social humano, que va desde las sociedades de cazadores y recolectores hasta los
complejísimos sistemas actuales, pasando por las sociedades de pastores y las
civilizaciones tradicionales. Sin embargo, sí podemos identificar los factores que han
influido de forma persistente en el cambio social: el medio físico, la organización
política y los factores culturales.

El medio físico suele influir en el desarrollo de las organizaciones sociales humanas.


Donde mejor se aprecia este factor es en las circunstancias medioambientales más
extremas, donde las personas deben organizar su forma de vida en función de las
132

condiciones climatológicas. La mayoría de las civilizaciones primigenias se desarrolló


en zonas en las que había mucha tierra fértil, como por ejemplo, en los deltas de los
ríos. También son importantes, factores como la facilidad de las comunicaciones y la
disponibilidad de rutas marítimas. Las sociedades aisladas por cadenas montañosas o
selvas o desiertos, suelen mantenerse relativamente inalteradas durante largos
períodos de tiempo.

Sin embargo, la influencia directa del medio ambiente sobre el cambio social no es
muy grande. Las personas desarrollan capacidades productivas incluso en áreas
inhóspitas y casi siempre pretenden dominar las condiciones ambientales que los
rodean.

La organización política es el segundo factor que influye en el cambio social. El poder


militar tuvo un papel fundamental en el establecimiento de la mayoría de los estados
tradicionales, y determinó igualmente su pervivencia o expansión.

La tercera gran influencia sobre el cambio social es la de los factores culturales, entre
los que se incluyen la religión, los sistemas de comunicación y el liderazgo. La religión
puede ser una fuerza conservadora o innovadora en la vida social. La invención de la
escritura hizo posible que se mantuvieran archivos, que se incrementara el control de
los recursos materiales y se desarrollaran organizaciones a gran escala. Además,
alteró la percepción que tenían las personas de la relación entre pasado, presente y
futuro. El comprender que se tiene historia puede favorecer el sentimiento de que
existe una línea de desarrollo en el comportamiento de una sociedad, y por lo tanto,
las personas pueden participar activamente en el progreso de ésta.

En la historia del mundo los líderes individuales han tenido una enorme influencia:
Jesús, Julio César, Isaac Newton, como figuras religiosa, dirigente político y militar,
innovador científico o filosófico, respectivamente. Un líder capaz de impulsar políticas
dinámicas, de lograr apoyo masivo o de cambiar radicalmente las formas de pensar
preexistentes puede derribar el poder establecido. Siempre y cuando existan
condiciones sociales favorables para hacerlo.

En cuanto al cambio en la época contemporánea, los factores que han intervenido


pueden categorizarse en influencias económicas, políticas y culturales.

En el ámbito económico, la influencia de más largo alcance es la del capitalismo


industrial, que se diferencia de manera fundamental de los sistemas productivos
anteriores, porque supone una constante expansión de la producción y una
acumulación de la riqueza siempre creciente. El capitalismo impulsa constantemente
la revisión de la tecnología productiva, proceso hacia el que se va atrayendo a la
ciencia. El ritmo de innovación tecnológica que ha fomentado la industria moderna es
muchísimo mayor que el de cualquier orden económico previo.

El segundo tipo de influencia sobre el cambio en la época contemporánea es la


evolución política. La lucha entre las naciones para extender su poder, incrementar su
riqueza y triunfar militarmente sobre sus competidores, ha sido una vigorosa fuente de
transformaciones durante los dos o tres últimos siglos. Tanto interna como
externamente, la toma de decisiones políticas promueve y dirige el cambio social en
mayor medida que en épocas anteriores.

El poder militar y la guerra han tenido también una importancia decisiva. La fuerza
militar de las naciones occidentales a partir del siglo XVII permitió a éstas influir en
todas partes del globo terrestre y dio un respaldo clave a la difusión internacional de
su forma de vida.

Entre los factores culturales que han influido en los procesos de cambio social
contemporáneos, tanto el desarrollo de la ciencia como la secularización del
133

pensamiento han contribuido a su carácter crítico e innovador. Ya no se da por hecho


que las costumbres o los hábitos sean aceptables por tener la autoridad de la
tradición; por el contrario, nuestra forma de vida se fundamenta, cada vez más, en lo
“racional”. También ha cambiado el contenido de las ideas. En general, los ideales de
mejora personal, libertad, igualdad y participación democrática son creaciones de los
dos o tres últimos siglos y han servido de catalizadores en procesos de cambio político
y social de largo alcance, entre los que se incluyen las revoluciones francesa e
industrial.

Hasta hace poco tiempo, no podíamos hablar de formas de asociación que abarcaran
a todo el planeta. En diversos aspectos, el mundo se ha transformado en un sistema
social único, como resultado de los crecientes vínculos de interdependencia que ahora
nos influye prácticamente a todos los seres humanos. Las relaciones sociales,
políticas, económicas, culturales, que traspasan las fronteras nacionales, condicionan
decisivamente el destino de la humanidad. El término que designa esta creciente
interdependencia es el de globalización. Ninguna sociedad del mundo vive ya
completamente separada de las demás; incluso los países más ricos dependen de los
productos que se traen del exterior. Los procesos de globalización han beneficiado a
muchos habitantes de las sociedades industrializadas, pero también han producido
problemas importantes a los que nos enfrentamos como humanidad: el deterioro
ambiental, los enfrentamientos militares a gran escala, tienen un carácter global. Los
procesos de globalización están entre las transformaciones actuales más importantes.

Como afirma Giddens, una de las características más preocupantes de esta sociedad
mundial es que, a pesar de la existencia de las Naciones Unidas, la creciente
globalización no va acompañada de la integración política ni tampoco de la reducción
de las desigualdades de riqueza y poder internacionales.

Análisis sociológico del cambio social:

Una perspectiva sociológica del cambio social, según Agulla, es analizarlo a partir de
la idea del comportamiento social como una unidad funcional de persona social,
interacción social y situación social, destacando lo sociológico del cambio social.

Agulla sostiene que el cambio social no es un proceso, sino el resultado de un


proceso o de unos procesos y que es necesario distinguir claramente entre los
procesos sociales y los cambios sociales. El cambio social resulta de ciertos procesos
básicos (socialización e integración, organización y educación). Al cambio que resulta
de los procesos de socialización y / o integración lo denomina cambio funcional y al
que resulta de los procesos de educación y/u organización lo denomina cambio
inducido o impuesto.

Los cambios sociales implican un cambio en los roles y en las estructuras sociales, en
los status y en las instituciones sociales. Por consiguiente, van a afectar, en la persona
social, a sus hábitos sociales, y en la situación social, a sus pautas sociales. Y sucede
así porque cambian las relaciones sociales y las expectativas sociales (derechos y
obligaciones). Estos cambios de funciones se reconocen cuando el comportamiento
social sociológicamente relevante anterior se presenta como comportamiento
desviado. Cuando los hábitos sociales de las personas (controles internos) y / o las
pautas sociales de la situación (controles externos), que han emergido de los procesos
sociales, se imponen inexorablemente. Esto significa que tienen el poder de
imponerse sin producir reacciones de los controles sociales internos y de los controles
sociales externos. Entonces sí estamos en presencia de un cambio social
sociológicamente relevante.

El cambio social se entiende como toda transformación observable en el tiempo, de


carácter permanente, en la estructura o funcionamiento del comportamiento social
sociológicamente relevante, que define el curso de la historia.
134

De esta definición de Agulla, podemos extraer los elementos que hay que considerar
en el análisis del cambio social, los factores (innovaciones) y las condiciones
(incentivaciones y resistencia) y el ritmo, dirección, extensión y costo del cambio
social.

a) los agentes del cambio social

Dentro de los agrupamientos sociales o de las instituciones sociales, pueden darse


élites dirigentes, líderes o jefes que sean “innovadores” y en ese caso, son agentes del
cambio social. Y lo son porque detentan el poder, porque obtienen la obediencia de un
grupo dado de personas (autoridad) o porque están capacitados para conseguir lo que
quieren contra toda resistencia (poder).

Las élites, los líderes o jefes innovadores, sólo pueden aparecer cuando hay una
adecuada “circulación de las élites” entre los estratos sociales o entre las
generaciones históricas, o bien cuando se produce un recambio violento en la
estructura del poder.

El agente del cambio, sin embargo, puede innovar tanto para mejorar como para
empeorar el agrupamiento social. Eso no depende de su exclusiva voluntad.
Intencionalmente, toda acción política y / o pedagógica siempre es para mejorar; pero
eso no significa que sea ésa la función que se ha cumplido, porque ella depende del
agrupamiento social.

b) Los factores del cambio social

Siempre provienen de la persona y / o de la situación social. Existen pluralidad de


factores, ya que la interdependencia dentro y entre los agrupamientos sociales es algo
demostrado y admitido. No se pueden determinar regularidades absolutas de factores
dominantes. Sólo se puede ponderar a los factores en cada caso concreto.

Una clasificación de los factores (innovaciones) sería:

* Factores coyunturales, normalmente provienen de un hecho físico (una catástrofe) y


no son calculables ni previsibles, en la mayor parte de los casos;
* Factores estructurales: demográficos (aumento o disminución marcado de la
población, inmigraciones o emigraciones); tecnológicos (inventos, descubrimientos,
nuevas técnicas); económicos (inversiones, industrias, depresiones económicas,
crisis); políticos (revoluciones, guerras, violencias, terrorismo);
* Factores ideacionales: valorativos (religiosos o morales); cognitivos (ciencia,
conocimientos en general); idealistas (ideologías, utopías sociales).

Los factores coyunturales y estructurales provienen de la situación (física o social o


cultural) y los ideacionales provienen de la persona (psicológica, social, cultural).

Esta clasificación de Agulla muestra cómo los factores del cambio social,
sociológicamente analizado, son siempre innovaciones dentro del sistema; es decir,
van a afectar a las relaciones sociales y / o a las expectativas sociales, y van a
cambiar tanto los roles y status de la persona social como las estructuras e
instituciones sociales de la situación social. Se trata de innovaciones extrasociológicas
que pueden cambiar el comportamiento social sociológicamente relevante.

c) Las condiciones del cambio social

Emergen de dos características fundamentales e inevitables de la vida social de


interés sociológico: la diferenciación social y la desigualdad social. Como
135

consecuencia de ellas, surgen tensiones y / o conflictos que incentivan o resisten los


procesos sociales que movilizan las innovaciones y que llevan a los cambios sociales.
Estos conflictos y tensiones pueden ser aminorados, orientados y conducidos, con el
fin de disminuir la diferenciación y la desigualdad social. En este ámbito es donde se
juega la habilidad de los agentes del cambio; por eso, tanto la política como la
educación, son también un “arte de lo posible”.

Las teorías funcionalistas han presentado especial atención a este tema, pero siempre
han tenido la tendencia -dice Agulla- a mostrar a los conflictos y tensiones como
“fuentes” del cambio social. Las teorías marxistas también han insistido en que los
conflictos (la lucha de clases) son el motor de la historia. Un análisis más detenido del
problema, muestra que los conflictos y tensiones son siempre manipulados por
agentes a los fines de lograr el cambio social que se proponen.

d) Ritmo, dirección, extensión y costo del cambio social

Estos dependen del agrupamiento social y de la fuerza de la innovación para


imponerse a las condiciones y a la capacidad de imponerla de las élites dirigentes.
Esto es un problema de política y de estrategia. Por eso, tanto el ritmo como la
dirección, la extensión y el costo del cambio social son desigual en los distintos
agrupamientos sociales y en los distintos momentos históricos.

Podemos, siguiendo a H. Johnson, señalar tipos de cambio social, según orden de


importancia:

- 1º en los valores sociales: afectan el contenido de los roles y de la interacción


social. Por ejemplo: la transición de la sociedad feudal a la sociedad industrial-
comercial. Estos cambios tardan en producirse, pueden llevar generaciones.

- 2º institucional: es el cambio en las formas de organización, en los roles y en su


contenido. Por ejemplo: el paso de un sistema poligámico a uno monogámico; el
cambio de la monarquía a la democracia. Este tipo de cambio se produce
gradualmente.

- 3º en la distribución de posesiones y recompensas: salario, prestigio, reputación,


cariño, resentimiento, redistribución del poder.

- 4º en el elenco: cambios en las personas que desempeñan los roles de un sistema


social. Por ejemplo: por envejecimiento, retiro, muerte, incompetencia. Cambios en
las condiciones de selección.

- 5º en las capacidades o actitudes del elenco: éstos, no constituyen cambios


estructurales, pero pueden causarlos. Pueden ser cambios en la personalidad,
constitución física del ocupante de un rol.

El cambio social es cualitativo, cuando se agrega al sistema social algo


estructuralmente nuevo; y es cuantitativo, cuando ciertos elementos nuevos producen
mayor adaptación estructural que otros, cuando una nueva pauta puede reemplazar a
una antigua.

Desde otro punto de vista, las sociedades no son inmóviles. En la antigüedad, según
la observación actual, el cambio es imperceptible; por ejemplo, en el Egipto faraónico,
con su estructura social estática en sus instituciones y grupos. Sin embargo, siempre
ha habido tensiones y movimientos de cambio en su seno, que al final consiguen
transformar los cimientos sociales.

Desde el siglo XVI en adelante, el mundo feudal inició una transformación estructural
que significó su disolución y el surgimiento del capitalismo. Este tema lo desarrolla
136

Marx cuando se refiere a la acumulación originaria, en donde analiza la transición del


feudalismo al capitalismo y sus consecuencias (en su obra El Capital). Esta
transformación tuvo dos ejes complementarios: el campo y las ciudades. En líneas
generales implicó el cambio de una sociedad rural a una de tipo urbana.

En las sociedades contemporáneas, por el desarrollo tecnológico, el ritmo de


transformación, aparición y desencadenamiento de problemas internos, genera
tensiones que refuerzan los factores de cambio social intensos. Estas sociedades
están en crisis desde finales del siglo XX; más abiertas a las transformaciones, con
fuerzas de cambio más fuertes que en otras épocas históricas.

El progreso tecnológico influyó en el cambio social a nivel mundial, con consecuencias


diferentes en las distintas sociedades y con procesos diversos en intensidad. Por
ejemplo, la aparición de los antibióticos, en los países:

- industrializados: elevó la duración media y la calidad de vida de sus habitantes.


- Subdesarrollados: contribuyó, al disminuir la mortalidad, a la explosión demográfica y
los consiguientes problemas alimentarios de la población.

En cuanto al desarrollo económico, enraizado en los países industrializados, tiene un


avance casi continuo, a pesar de ocasionales crisis económicas. En cambio, es difícil
de lograr en las sociedades del Tercer Mundo.

Las sociedades entran en una dinámica intensa de cambio social, cuando los lazos
tradicionales de las personas que las componen con las instituciones económicas,
religiosas, culturales, se debilitan; de forma que aquellas quedan en disposición de
construir nuevas relaciones con otras instituciones, de modificar sus modos de vida y
sus conductas.

Ejemplos de fenómenos de transformación social en todos los países modernos, en la


actualidad, son: la aculturación, alfabetización, liberación del colonialismo, el comercio
internacional, la comunicación planetaria, el crecimiento económico, la
industrialización, el mestizaje, las migraciones, la expansión del turismo. Y de
problemáticas candentes: demográficas, pobreza, ecológicas, empleo y desempleo,
seguridad social, mercadotecnia y telemática.

El intenso y acelerado proceso de cambio social a fines del siglo XX, presenta
características positivas y negativas en las actuales sociedades desarrolladas.

Entre las positivas, podemos señalar:

la extensión generalizada de: la alfabetización, la seguridad social, la elevación del


promedio de duración de vida, la estabilidad social y económica, el bienestar material
de extensas capas sociales, la participación femenina en el trabajo y otras actividades
sociales.

Entre las negativas: ostentan casi la exclusividad de la explotación de los recursos


naturales del planeta, en detrimento de las sociedades que poseen tales recursos y
carecen de medios para beneficiarse de ellos, a pesar de englobar a una minoría de la
población mundial. Y presentan problemas de delincuencia, drogadicción, narcotráfico,
especulación incontrolada e insolidaridad social.

El modelo económico y social de los países capitalistas más desarrollados, busca


soluciones a las problemáticas surgidas, de la:

- limitación de los recursos en el planeta: materias primas, energía, agua potable,


alimentos, atmósfera, etc.
137

- Escasez en el empleo, por la creciente automatización y robotización que provoca


menor necesidad de mano de obra humana. Se está en búsqueda del equilibrio
entre la necesidad de ocio y de trabajo.
- Terrorismo internacional.

En los países en vías de desarrollo, el sistema productivo es ineficiente y las


estructuras sociales están aún por modernizar. Los problemas de violencia civil y
desigualdades sociales, provocan gran inestabilidad interna, dificultades en el
funcionamiento democrático de las instituciones políticas y escisiones sociales: una
minoría modernizada y una mayoría de la población con actitudes y modos de vida
tradicionales, padeciendo hambre y desocupación. El empobrecimiento, la incapacidad
de conseguir el despegue económico, la explosión demográfica, el proceso de
modernización incompleto, provocan grandes problemas sociales y de superpoblación
urbana marginal. Aunque, desde fines de los años ochenta, ha comenzado a
producirse el descenso de la tasa de crecimiento poblacional en buena parte del
mundo y hay superación creciente del hambre en la India y la China.

Tipos de sociedad
Para comprender la diversidad cultural humana es necesario conocer algo de los
diferentes tipos de sociedades que existieron a lo largo de la historia. Siguiendo a
Giddens, nos ocuparemos primero de las sociedades de cazadores y recolectores: sus
orígenes se remontan a miles de años atrás. Están constituidas por pequeños grupos
o tribus que no suelen tener más de treinta o cuarenta miembros. Se ganan la vida con
la caza, la pesca y la recolección de plantas silvestres comestibles. Estas culturas aún
perviven en algunas partes del mundo, como son ciertas zonas áridas de África y las
selvas de Brasil o Nueva Guinea. Menos de un cuarto de millón de personas en el
mundo subsisten, en la actualidad, mediante estos modos de vida.

En estos grupos de cazadores y recolectores existen pocas desigualdades. Los bienes


materiales que precisan se limitan a armas de caza, herramientas para cavar y
construir, así como trampas y útiles de cocina. No hay división entre ricos y pobres.
Las diferencias de posición o rango suelen limitarse a las de edad y sexo; los hombres
son casi siempre los cazadores, mientras que las mujeres se dedican a la recolección
de semillas silvestres, a cocinar y a criar a los hijos. Esta división entre tareas de
hombres y mujeres es importante, ya que los hombres suelen dominar las actividades
públicas y ceremoniales.

Los “ancianos”-los de más edad y experimentados de la comunidad- tienen, por lo


general, influencia en las principales decisiones que afectan al grupo. Estas
sociedades de cazadores y recolectores son normalmente “participativas”, ya que los
adultos varones suelen reunirse cuando se deben tomar decisiones importantes o
afrontar una crisis.

Los cazadores y recolectores no se desplazan de un modo completamente errático. La


mayoría poseen territorios fijos, dentro de los cuales migran cada año. Numerosas
comunidades de este tipo carecen de miembros estables; a menudo las personas se
cambian de campamento o bien los grupos se dividen y se unen a otros del mismo
territorio. Sólo tienen interés en crear una riqueza material estrictamente necesaria
para cubrir sus necesidades básicas. Sus principales preocupaciones son
normalmente los valores religiosos y las actividades ceremoniales y rituales.
La guerra, en el sentido moderno del término, es completamente desconocida entre
los cazadores y recolectores, que carecen de guerreros especialistas. La caza es, en
sí misma, una actividad cooperativa.
138

Estudiar su cultura nos permite ver con claridad que algunas de nuestras instituciones
están lejos de ser rasgos “naturales” de la vida humana. El énfasis en la cooperación
más que en la competencia nos recuerda y enseñan que el mundo “civilizado”
industrial no es necesariamente sinónimo de “progreso” humano.

Sociedades de pastores y agrarias:

Las sociedades de pastores son aquellas que dependen principalmente de la


ganadería doméstica, mientras que las sociedades agrarias cultivan, practican la
agricultura. Numerosas sociedades han combinado la economía de pastoreo con la
agraria. Este tipo de sociedades se iniciaron hace unos veinte mil años.

Por lo general, las sociedades de pastores migran de un área a otra según van
cambiando las estaciones. Al disponer de tracción animal, atraviesan distancias
mayores que los pueblos cazadores y recolectores. En consonancia con sus hábitos
nómadas, los habitantes de las sociedades de pastores no suelen acumular
cuantiosas posesiones materiales, aunque tienen un modo de vida más complejo que
el de los cazadores y recolectores. Como la domesticación de animales proporciona
un aporte regular de alimentos, estas sociedades suelen ser más amplias que las
anteriores; algunas agrupan a un cuarto de millón de personas o más.

Al recorrer grandes territorios, los pastores entran regularmente en contacto con otros
grupos. Con frecuencia comercian, y también hacen la guerra. Muchas culturas
pastoriles han sido pacíficas, con el único deseo de atender a su ganado y participar
en los rituales y ceremonias comunitarias. Otras han sido belicosas y se ganaban la
vida mediante la conquista y el pillaje, y también cuidando animales.

Las sociedades de pastores presentan mayores desigualdades de riqueza y poder que


las comunidades cazadoras y recolectoras. Los jefes tribales o señores de la guerra a
menudo ejercen un considerable poder personal.

Sociedades agrarias:

La primera práctica utilizada por este tipo de sociedades fue la horticultura, el cultivo
de pequeños huertos mediante el empleo de azadones o instrumentos para cavar.

Al igual que el pastoreo, la horticultura proporciona un suministro de alimentos más


seguro que la caza o la recolección y permite abastecer a comunidades más amplias.
Al no ser nómadas, pueden acumular una mayor cantidad de posesiones materiales.
Una vez que se han asentado en un determinado territorio, pueden establecer
comercio regular y vínculos políticos con otros poblados distantes.

El comportamiento guerrero es común entre las sociedades hortícolas, aunque el nivel


de violencia tiende a ser menos pronunciado que entre algunos grupos de pastores.

Civilizaciones no industriales o estados tradicionales:

Desde el año 6000 a. C., aproximadamente, hay pruebas de la existencia de


sociedades de mayores dimensiones y en cierto sentido contrastantes con los tipos
anteriores. Estas sociedades se basaban en el desarrollo urbano, presentaban
desigualdades pronunciadas de riqueza y poder y estaban relacionadas con el dominio
de reyes o emperadores. Por el hecho de que conocieron la escritura y un
florecimiento de la ciencia y el arte, se las suele llamar civilizaciones. Sin embargo,
dado que desarrollaron una forma de gobierno más estructurada que otras
sociedades, el término estados tradicionales también se emplea para referirse a ellas.

La mayor parte de los estados tradicionales eran también imperios: sus dimensiones
eran fruto de la conquista y de la incorporación de otros pueblos. Así fue, por ejemplo,
139

en la antigua China y en Roma. Actualmente, no existe ningún estado tradicional en el


mundo. Aunque algunos, como China y Japón, permanecieron intactos hasta
principios del siglo XX, todos han sido destruidos o absorbidos por sistemas más
modernos.

Los primeros estados tradicionales se desarrollaron en Oriente medio. El imperio chino


data del año 2000 a.C. Existió un cierto número de estados tradicionales también en
Latinoamérica, como los aztecas de México y los incas del Perú, que se remontan a
un siglo antes de la llegada de los conquistadores españoles a América y que
desaparecieron en el siglo XVI. Otro ejemplo americano de estado tradicional es la
civilización maya, en México, que floreció entre el año 300 y el 800 d.C. Estaba
gobernada por una clase aristocrática de sacerdotes guerreros y constituidos por una
población mayoritaria de campesinos. A la llegada de los españoles a América, hacía
ya tiempo que el estado maya había desaparecido.

En cuanto a los rasgos del estado tradicional, éste ha sido el único tipo de sociedad
histórica, antes de la industrialización moderna, en el que una proporción significativa
de la población no se ocupaba directamente en la producción de alimentos. En las
comunidades cazadoras y recolectoras, así como en las sociedades de pastores y
agrarias, había una división del trabajo bastante simple. La principal separación de
tareas era la existente entre hombres y mujeres. Por el contrario, en los estados
tradicionales, existía un sistema ocupacional más complejo entre los varones: oficios
especializados, como mercader, cortesano, administrador del gobierno, soldado. Las
mujeres se limitaban principalmente al hogar y al campo.

La mayoría de la población se dedicaba al trabajo de la tierra. El bajo nivel de


desarrollo tecnológico sólo permitía a una pequeña minoría quedar libre de las tareas
de la producción agrícola.

Existía también una división de clases elemental entre los grupos aristocráticos y el
resto de la población. Los miembros de la clase gobernante solían vivir con
comodidades y lujos, mientras que las condiciones de vida de la mayor parte de la
población debían ser muy duras. La posesión de esclavos era un rasgo común en
estas sociedades.

Un número reducido de estados tradicionales surgieron mediante el comercio, en cuyo


caso estaban gobernados por mercaderes, pero la mayoría se establecieron por medio
de conquista militar o conllevaron un aumento sustancial de sus fuerzas armadas. Los
estados tradicionales asistieron a la aparición de ejércitos profesionales, anticipándose
así a los modernos tipos de organización militar. También en ellos encontramos el
comienzo de la mecanización de la guerra: espadas, lanzas, escudos y equipo para el
asedio fueron manufacturados por artesanos especializados para el ejército romano,
por ejemplo.

Las sociedades industrializadas:

La desaparición de las formas anteriores de sociedad que dominaron la historia hasta


hace dos siglos se debe al surgimiento de la industrialización, la producción
mecanizada, basada en el uso de fuentes de energía inanimada, como el vapor o la
electricidad.

Las sociedades industrializadas, a veces denominadas sociedades modernas, son


completamente diferentes de cualquier tipo de orden social previo y su desarrollo ha
tenido consecuencias que van mucho más allá de sus orígenes europeos.

Ya hemos visto antes, que la industrialización comenzó en la Inglaterra del siglo XVIII,
como resultado de la revolución industrial, una compleja serie de cambios tecnológicos
que afectaron a la forma de ganarse la vida de las personas: la invención de nuevas
140

máquinas (como la de hilar de varios ejes), el aprovechamiento de fuentes de energía


(especialmente el agua y el vapor) para la producción y la aplicación del conocimiento
científico a la mejora de la producción. Dado que los descubrimientos y las
invenciones en un campo originan más en otros, el ritmo de innovación tecnológica en
las sociedades industrializadas es extremadamente rápido, comparado con el de los
sistemas sociales tradicionales.

Una de las características principales de estas sociedades es que la gran mayoría de


la población activa trabaja en fábricas, oficinas o tiendas, en vez de hacerlo en la
agricultura. Además, más del 90% de las personas vive en centros urbanos en los que
se encuentran casi todos los trabajos y se crean nuevas oportunidades de empleo. El
tamaño de las grandes ciudades es mucho mayor que el de los asentamientos
urbanos de las civilizaciones tradicionales. En estas ciudades la vida social es más
impersonal y anónima que antes y muchos de nuestros encuentros cotidianos se
producen con extraños y no con personas que conozcamos. Grandes organizaciones,
como las corporaciones empresariales o los organismos gubernamentales, llegan a
influir en la vida de casi todos. Los sistemas políticos son mucho más desarrollados y
concentrados que las formas de gobierno de los estados tradicionales. Con la
industrialización se aceleraron el transporte y las comunicaciones, favoreciéndose así
la creación de una comunidad “nacional “más integrada.

Las sociedades industrializadas fueron los primeros estados-nación: comunidades


políticas separadas por fronteras claramente delimitadas y no por las vagas áreas de
demarcación que solían mediar entre los estados tradicionales. Los gobiernos de los
estados-nación disfrutan de amplios poderes sobre numerosos aspectos de la vida de
los ciudadanos y desarrollan leyes que se aplican a todos los que viven dentro de sus
fronteras.

La aplicación de la tecnología industrial también se ha dado en lo militar, alterando


radicalmente la forma de librar las guerras, creando armamento y formas de
organización militar más avanzadas que las que poseían las culturas no industriales.
La combinación entre mayor fuerza económica, cohesión política y poder militar,
subyacen en la expansión de las formas de vida occidentales por todo el mundo
durante los dos últimos siglos.

A las sociedades del mundo moderno, a partir del siglo XVIII, podemos -siguiendo a
Giddens- clasificarlas en la siguiente tipología:

* Sociedades del primer mundo: se basan en la producción industrial y generalmente


en el sistema económico de libre mercado. La mayoría de la población vive en
centros urbanos, pocos realizan actividades agrícolas. Existen importantes
desigualdades de clase, aunque menos acusadas que en los estados tradicionales.
Son estados-nación diferenciados, entre ellos los países occidentales, Japón,
Australia y Nueva Zelanda.
* Sociedades del segundo mundo: desde principios del siglo XX (después de la
revolución rusa de 1917) hasta principios de los años noventa. Se basan en la
industria, pero el sistema económico es de planificación centralizada. Una pequeña
parte de la población trabaja en la agricultura; la mayoría vive en centros urbanos.
Subsisten diferencias de clase importantes. Son estados-nación diferenciados. Hasta
1989, este grupo se componía de la Unión Soviética y de Europa del Este, pero
importantes cambios políticos y sociales comenzaron a transformar estos países en
sistemas de economía de mercado, entrando a formar parte del primer mundo.
* Sociedades del tercer mundo: desde el siglo XVIII (generalmente como áreas
colonizadas) hasta el presente. La mayoría de la población trabaja en la agricultura,
utilizando métodos tradicionales. Parte de la producción se vende en los mercados
mundiales. Algunos tienen economías de mercado, otros, planificación centralizada.
Son comunidades políticas o estados-nación diferenciados, entre ellos, la India, la
mayoría de los países africanos y sudamericanos y hasta no hace mucho, China. En
141

estos países vive la mayoría de la población mundial. Aún a principios del siglo XXI,
en el continente negro, el 70% de la población habita áreas rurales y subsiste de lo
que produce.
* Países de reciente industrialización: desde los años setenta hasta hoy. Sociedades
pertenecientes al Tercer Mundo y hoy basadas en la producción industrial y, en
general, en el libre mercado. La mayoría de la población vive en centros urbanos y
pocos trabajan en la agricultura. Existen importantes desigualdades de clase, más
acusadas que en las sociedades del Primer Mundo. Los ingresos per cápita son
considerablemente menores que los de las sociedades del Primer Mundo. Entre
estos países se incluye Hong-Kong, Corea del Sur, Singapur, Taiwán, Brasil y
México.

En las sociedades tradicionales, sólo una pequeña minoría de la población habitaba


en áreas urbanas, mientras que en los países industrializados de la actualidad vive en
ellas entre el 60 y el 90% de las personas. La forma de vida urbana también se está
desarrollando muy rápidamente en las sociedades del Tercer Mundo.

El urbanismo y las influencias internacionales

En el análisis urbano actual -sostiene Giddens- como en muchas áreas de la


sociología, tenemos que ser capaces de relacionar los problemas mundiales y los
locales. Algunos de los factores que influyen en el centro urbano, se originan en
cambios que suceden muy lejos de las fronteras nacionales.

Al analizar cómo las áreas urbanas están cada vez más vinculadas a un sistema
internacional de relaciones económicas, se pueden distinguir cinco formas de ciudad
que están apareciendo:

* Ciudad sede central: en la que las grandes corporaciones multinacionales instalan


sus actividades clave, orientándose a problemas de carácter global. Ej. Londres.
También llamadas ciudad global por Saskia Sassen (l991). Además de la antes
citada, incluye como ejemplos a Nueva York y Tokio. Y sostiene que presentan
cuatro nuevos rasgos:
1. se han convertido en “puestos de mando”, desde los que se dirige la economía
mundial y donde se deciden las políticas.
2. constituyen los emplazamientos clave de las empresas financieras y de servicios
especializados, que han pasado a tener más influencia en el desarrollo
económico que las manufacturas.
3. son los puntos de producción e innovación de estas nuevas industrias en
expansión.
4. son mercados en los que se compran, venden o utilizan de una forma u otra, los
productos de las industrias financieras y de servicios.

* Ciudad centro de innovación: en la que se concentran industrias de investigación y


desarrollo, que llevan a cabo procesos técnicos y científicos que se emplean para
fabricar bienes en otras partes. Ej.: Silicon Valley, en el norte de California (EEUU).

* Ciudad módulo de producción: centros que fabrican componentes de los productos,


mientras que el montaje final se lleva a cabo en otras zonas o países. En la compleja
división del trabajo internacional que existe actualmente, los productos se fabrican y
montan en zonas del mundo muy distantes entre sí.

* Ciudad cabeza de puente del Tercer Mundo: son centros fronterizos, con importantes
poblaciones de nuevos inmigrantes del Tercer Mundo. Ej.: Marsella, punto de
entrada de los norafricanos que acuden a Francia; Miami, con su gran población
cubana o Los Ángeles, con sus áreas mexicanas cada vez mayores.
142

* Ciudades centros de retiro: a las que se trasladan los jubilados en número


considerable, debido al buen clima. Por ejemplo, los británicos compran casas de
vacaciones en España para mudarse a ellas cuando se jubilan.

La urbanización en el Tercer Mundo:

Las áreas urbanas que se desarrollan rápidamente en los países del Tercer Mundo –
según Giddens-, son en extremo diferentes de las ciudades de los países
industrializados. La gente se ve atraída a ellas porque los sistemas tradicionales de
producción rural se han desintegrado o porque creen que ofrecen mayores
oportunidades de empleo. Puede que su intención sea la de emigrar a las ciudades
sólo durante un tiempo relativamente corto y que pretendan volver a sus pueblos una
vez que hayan ganado suficiente dinero. Algunos regresan realmente, pero la mayoría
se ven obligados a quedarse al perder, por una razón u otra, su posición en sus
antiguas comunidades. Los emigrantes se hacinan en zonas de ocupación
incontroladas que crecen vertiginosamente alrededor de los márgenes de las
ciudades. Muchas personas viven en circunstancias que son casi increíbles para los
acostumbrados a las condiciones de vida occidentales, incluso en los barrios más
pobres. Ejemplos de ello son algunas ciudades de la India y de América Latina, como
Calcuta, Bombay, donde numerosas personas vagan por las calles durante el día y de
noche duermen a la intemperie, ya que no tienen casa. Las condiciones de vida son
paupérrimas.

En cuanto al futuro posible para las ciudades y sus habitantes, parece haberse
estancado la expansión de las ciudades en los países industrializados. Las mejoras en
los sistemas de comunicación permiten que las personas vivan más lejos de sus
lugares de trabajo que antes. Al mismo tiempo, el empleo se acerca a ellas, a medida
que las nuevas industrias se van situando lejos del centro de las ciudades. Algunas
antiguas urbes seguirán perdiendo habitantes a medida que éstos se vayan
desplazando a otras áreas. La expansión de las áreas residenciales periféricas y de
las ciudades dormitorio ha contribuido a la decadencia de las áreas urbanas céntricas.
Los grupos con más medios y las empresas tienden a abandonar estas zonas para
beneficiarse de otras tasas impositivas más bajas. Se inicia así un ciclo de deterioro
en el que cuanto más se expanden las zonas residenciales periféricas, mayores son
los problemas de quienes viven en el centro de la ciudad. El reciclaje urbano -la
renovación de antiguos edificios para darles nuevos usos- se ha hecho habitual en
muchas grandes ciudades, pero actualmente hay pocas perspectivas -según Giddens-
de que se invierta la pauta de decadencia del centro de las ciudades.

Mientras que la población urbana del mundo industrializado se estabiliza o disminuye,


la de los países en vías de desarrollo seguirá aumentando. Parece probable que las
condiciones de vida en las ciudades del Tercer Mundo empeoren aún más, al menos
para los pobres.

Estratificación social
Giddens define la estratificación social como las desigualdades estructurales que
existen entre diferentes grupos de individuos. Las sociedades están compuestas por
estratos jerarquizados, con los más favorecidos en la cima y los menos privilegiados
más cerca de la base. Este autor distingue cuatro sistemas de estratificación básicos:
esclavitud, casta, estamento o estado y clase.

La esclavitud es una forma extrema de desigualdad en la que unos individuos son


propietarios de otros. Las condiciones legales de la posesión de esclavos variaban
considerablemente en cada sociedad. En algunas, los esclavos eran privados de casi
todos sus derechos legales, como en el sur de Estados Unidos, mientras que en otras,
143

su posición era semejante a la de sirvientes, como en la Atenas clásica. La esclavitud,


como institución, se ha ido erradicando gradualmente y en la actualidad ha
desaparecido casi por completo en todo el mundo.

La casta se asocia con las culturas de la India. Este sistema está ligado a la creencia
hindú en la reencarnación, según la cual los individuos que no cumplen los rituales y
deberes de su casta, renacerán en una posición inferior en la reencarnación siguiente.
Este concepto de casta se emplea también cuando prevalecen las ideas de pureza
racial, fuera del ámbito indio, prohibiendo el matrimonio entre grupos afectados, en la
segregación estricta entre negros y blancos.

Los estamentos o estados feudales europeos y los restos de este sistema, se


mantiene en Gran Bretaña, con los títulos hereditarios que todavía se reconocen y se
obtienen o reciben en reconocimiento a servicios.

Los sistemas de clase se definen como un agrupamiento a gran escala de personas


que comparten ciertos recursos económicos, los cuales tienen una gran influencia en
la forma de vida que pueden llevar. La propiedad de la riqueza y la ocupación son las
bases más importantes de las diferencias de clase.

Según Giddens, las principales clases que existen en las sociedades occidentales son:

* Clase alta: los ricos, empresarios e industriales, altos ejecutivos; los que poseen o
controlan directamente los recursos productivos;
* Clase media: la mayoría de los profesionales y trabajadores de cuello blanco;
* Clase obrera: trabajadores manuales o de cuello azul.
* Campesinos: han sido importantes hasta hace poco tiempo en los países
industrializados, como Francia y Japón, y aún lo son en los países del Tercer Mundo.
Son las personas dedicadas a los tipos tradicionales de producción agrícola.

El tema de la estratificación social -según el enfoque de Agulla-, es un tema de


discusión teórica de la sociología. Para muchos autores norteamericanos se trata de
un tema “ficticio” que se mantiene en la teoría sociológica por razones no-sociológicas.
Y se sostiene que los estratos sociales son sólo ordenamientos de la población en
base a algún criterio del analista y sólo válido para esos fines: la estratificación social
es una distribución de población, por ejemplo, por el ingreso, o por la propiedad o por
la ocupación, como por la nacionalidad, por la edad, por el sexo. Por otra parte, la
tradición sociológica europea mantiene la idea que la estratificación social es el
elemento estructural básico de la vida social. Los estratos sociales no sólo existen
como “realidades”, sino que han cumplido y cumplen funciones históricas decisivas,
como las de ser motor de la historia. Esta posición es la sostenida por Marx y sus
seguidores y por autores anteriores y posteriores a él: Rousseau, Saint-Simón, Comte,
Max Weber, Toennies y otros. Para esta posición, los estratos sociales son realidades
concretas que diferencian socialmente.

Para Marx, una clase es un grupo de personas que tienen una relación común con los
medios de producción, con los que se ganan la vida. En las sociedades
preindustriales, las dos clases fundamentales eran: la de los que poseían la tierra
(aristócratas, la nobleza o los dueños de esclavos) y la de los que se dedicaban a
hacerla producir (los siervos, los esclavos y los campesinos). En las sociedades
industriales modernas, las dos clases principales son: la de los industriales o
capitalistas (poseedores de los nuevos medios de producción: fábricas, oficinas,
maquinaria, capital) y la clase obrera, el proletariado, según Marx, de aquellos que se
ganan la vida vendiendo su fuerza de trabajo. Para este autor, la relación entre las
clases se basa en la explotación: los trabajadores producen más de lo que el
empresario necesita para recuperar el salario que les paga. Esta plusvalía es el origen
de la ganancia que los capitalistas pueden utilizar en su propio beneficio.
144

Junto a las dos clases fundamentales, existe lo que Marx denomina a veces clases de
transición. Son grupos residuales, como los campesinos en las sociedades modernas,
que proceden de un sistema de producción anterior.

El concepto de clase marxista apunta hacia las desigualdades económicas que están
estructuradas objetivamente en la sociedad. La clase no tiene que ver con la posición
que las personas creen que tienen, sino con las condiciones objetivas que permiten a
algunos tener un mejor acceso a las compensaciones materiales que a otros.

Para Max Weber, que modifica y reelabora el análisis marxista, las divisiones de clase
se derivan no sólo del control o ausencia de control de los medios de producción, sino
de diferencias económicas que nada tienen que ver, directamente, con la propiedad:
los conocimientos técnicos y las cualificaciones o credenciales que influyen en el tipo
de trabajo que las personas pueden obtener (licenciaturas, diplomas, experiencia de
trabajo). Weber también distingue otros dos aspectos básicos de la estratificación
además del de clase: a uno lo denomina status y a otro partido.

En la teoría weberiana el status se refiere a las diferencias que existen entre dos
grupos en relación a la reputación o al prestigio, positivo o negativo, que les conceden
los demás. Los médicos y los abogados, por ejemplo, tienen un prestigio positivo en
nuestra sociedad. La posesión de riqueza suele otorgar, también, un status elevado.

Aunque la clase venga dada de forma objetiva, la posición depende de la evaluación


subjetiva que tengan las personas sobre las diferencias sociales. Las clases se
derivan de los factores económicos que están relacionados con la propiedad y las
ganancias; la posición social se rige por la cambiante forma de vida de cada grupo.

El partido, subraya Weber, define a un grupo de individuos que trabajan


conjuntamente porque tienen orígenes, aspiraciones o intereses comunes. Los
partidos pueden apelar a preocupaciones que atraviesan las diferencias de clase: por
ejemplo, pueden basarse en la filiación religiosa o en los ideales nacionalistas, como
el conflicto entre católicos y protestantes en el norte de Irlanda.

La mayoría de los sociólogos sostienen que el esquema de Weber ofrece una base
más flexible y compleja para el análisis de la estratificación que el proporcionado por
Marx.

Agulla asigna a los sistemas de estratificación social una función decisiva en la


estructuración de la dominación política, ya que la estratificación social, junto a la
estructura de poder y a la ideología, es parte fundamental de la estructura de las
comunidades y de las sociedades. Cada sistema de estratificación social implica un
tipo determinado de sistema familiar. Así, en las comunidades hablamos de
estratificación de casta y de estamentos, con sus respectivos sistemas familiares:
ancestrales y patriarcales. Y en las sociedades hablamos de estratificación de clases y
de status ocupacionales, con sus respectivos sistemas familiares: patrimoniales y
generacionales.

Es importante destacar que los estratos sociales se presentan integrados en sistemas,


interrelacionados entre sí por las funciones que cumplen dentro de la estructura de
dominación política (comunidades y sociedades).

La estratificación social es un sistema de estratos sociales; un ordenamiento de la


población en estratos conforme a la función que cumplen en la división social del
trabajo determinada por la estructura de dominación política. Es un ordenamiento
vertical, jerárquico, en el que aparecen caracteres propios diferenciales entre ellos,
pero homogéneos internamente que definen agrupamientos sociales diferentes.
145

Los estratos sociales son agrupamientos sociales reales e históricos que se dan
siempre en las comunidades y en las sociedades, y que se ordenan en sistemas de
estratificación social porque son parte de la estructura de dominación. Condicionan la
diferenciación, la desigualdad social entre los hombres. No se conoce comunidad ni
sociedad, según Agulla, que no haya estado estratificada; es decir, diferenciada
socialmente en estratos.

Los sistemas de estratificación social:

Agulla establece cuatro sistemas de estratificación social que se han presentado en el


curso de la historia como tipos puros: sistema de castas, de estamentos, de clases, de
niveles de status ocupacionales. Cada uno de ellos se basa en una relación de poder
diferente: el sistema de castas se basa en un principio religioso (hierocrático): en la
India (brahamanismo), en el Tibet (budismo), los mayas del Yucatán, los incas del
Perú.

El sistema de estamentos, en un principio familiar (aristocrático), en la Grecia clásica,


Roma pre-imperial y en la Edad Media europea, del siglo IX al XIII.

El sistema de clases, en un principio económico (burocrático), en las principales


sociedades europeas de fines del siglo XIX y XX (Francia, Alemania, Inglaterra) y en
Estados Unidos hasta 1930.

y el sistema de status ocupacionales, en un principio ocupacional (tecnocrático), en


Estados Unidos y en la URSS (hasta su desaparición), en el siglo XX.

Los estratos sociales implican diferenciación y desigualdad de ocupaciones y de


posiciones sociales, de condiciones económicas, de derechos y obligaciones

En el sistema de castas, las características son:

* Asignación taxativa de ocupaciones y de posiciones


* Diferente asignación de condiciones económicas
* Diferente asignación de derechos y obligaciones sociales.
* Las asignaciones son sacralizadas, inamovibles, según designio de los dioses.
* Por consiguiente, los estratos son cerrados. Cada casta es una subcultura especial.
* Las normas tienen carácter religioso, sacro.

Por ejemplo, en la India, cuatro castas:

* Brahamanes (casta superior): hierocracia dedicada al cuidado de la tradición


religiosa, controla todo el poder.
* Chiatrias (intermedia superior): dedicada a los negocios políticos y a la guerra.
* Vaisias (intermedia inferior): ocupada en los negocios económicos y el comercio.
* Sudras (inferior): ocupada en trabajos manuales y la labranza de la tierra.
* Parias (descastados): en los trabajos impuros y denigrantes, serviles, esclavos.

En el sistema de estamentos, las características son:

* Exclusiva asignación de ocupaciones y posiciones


* Diferente asignación de condiciones económicas
* Diferente asignación de derechos y obligaciones
* Las asignaciones son designio de la historia, por actos heroicos o hazañas,
expresados en un estilo de vida que se mantiene por “fueros” especiales:
hereditarios, para el monopolio de ciertos bienes y servicios (privilegios).
146

Por ejemplo, en la Europa medieval, el feudalismo: estratificación estamental de


base rural, con los siguientes estamentos:

* Nobleza (superior): estilo de vida fundado en el honor familiar. Dedicado a la


administración del dominio del feudo; a sostener a su señor.
* Clero (paralelo al anterior): evangelización de herejes, mantenimiento de la unidad
de la fe, a través del culto y la educación.
* Artesanado (inferior): independiente, al servicio de los otros estamentos. Dedicado a
tareas manuales de manufactura.
* Servidumbre (estamento no privilegiado): ocupado en la explotación de la tierra de
su señor y en sus servicios personales.

Al margen del sistema feudal, existía el tercer estado, el de los hombres libres:
comerciantes urbanos, los burgueses y también, los mendigos y vagos, llamados
villanos.

En el sistema de clases, las características son:

* Libre adquisición de ocupaciones y posiciones sociales


* Desigual adquisición de condiciones económicas
* Diferente adquisición de derechos y obligaciones sociales
* Las adquisiciones se dan por designio del mercado (situación económica).

Este sistema se justifica en el esfuerzo personal y en el éxito económico, expresado


en la propiedad, sustentado por la ideología del liberalismo.

Las clases sociales son agrupamientos sociales teóricamente abiertos, pero que
tienden a cerrarse por conveniencia de intereses. Las relaciones entre clases son por
intereses económicos: rentas, beneficios, salarios.

El sistema de clases (de base urbana), consta de las siguientes:

* Burguesía: comercial, industrial, financiera. Es la clase dominante. Facilita el capital


para movilizar el aparato productivo. Regula el funcionamiento del mercado de
productos, bienes y servicios.
* Clase media superior: independiente, dedicada a los servicios profesionales.
* Clase media inferior: dependiente. Realiza la mediatización burocrática del Estado y
de las fuentes de producción.
* Proletariado: clase inferior y dependiente. Ocupada en trabajos manuales en las
fuentes de producción de la burguesía.

Sistema de niveles de status (ocupacionales): se da en sociedades altamente


desarrolladas. Sus características son:

* Libre adquisición de ocupaciones y posiciones sociales


* Desigual adquisición de condiciones económicas
* Diferente adquisición de derechos y obligaciones
* Las características son designadas por la tecnología y el consumo. Las relaciones se
dan entre ocupaciones interrelacionadas, que se manifiestan en prestigio.

Este sistema se justifica en el principio de operatividad, de eficiencia. Se llega a él con


un aparato tecnológico adecuado y un mercado de consumo masivo; aumentando y
actualizando la capacitación propia del nivel de status, el prestigio.

Los estratos ocupacionales están organizados en:

* Dirigencia: nivel de status alto. Dedicado a la organización de las funciones y el


control social de la sociedad.
147

* Nivel medio superior: desarrollo de la tecnología y la capacitación


* Nivel medio inferior: manipulación técnica de la organización y el control.
* Operancia: nivel de status inferior. Operarios encargados de la ejecución de tareas
de servicios y frente a máquinas.

El sociólogo estadounidense Eric Olin Wright, sostiene que en la producción capitalista


moderna de fines del siglo XX, el control sobre los recursos económicos tiene tres
dimensiones que nos permiten identificar las principales clases existentes:

1. control sobre las inversiones o el capital monetario


2. control sobre los medios físicos de producción (tierra o fábricas y oficinas)
3. control sobre la fuerza de trabajo.

La clase capitalista tiene control sobre cada una de estas tres dimensiones dentro del
sistema de producción. La clase obrera no tiene control sobre ninguna de ellas. En
medio de ellas, hay grupos con situaciones contradictorias de clase, porque pueden
influir en algunas facetas de la producción pero se les niega el control de otras, como
los empleados de “cuello blanco” (administrativos) y los profesionales que trabajan al
servicio de empresarios. No son ni capitalistas ni obreros, aunque tienen
características de unos y de otros.

Posiciones sociales:

Uno de los más importantes aspectos de la organización o estructura de cualquier


sociedad, es el hecho que sus miembros se diferencian según la posición social que
ocupan.

El contenido de una posición social -derechos y obligaciones- es enteramente


normativo, pautado.

Toda posición social tiene dos aspectos: las obligaciones (rol) y los derechos (status);
es un status-rol.

La estructura de rol de un grupo es lo mismo que su estructura de status, porque lo


que es rol desde el punto de vista de uno de sus miembros es status para los otros.

La posición social puede ser ocupada por más de una persona; y una misma persona
ocupa muchas posiciones sociales. Por ejemplo, un hombre puede ser marido, padre,
médico, ciudadano, etc. El prestigio de una posición social puede cambiar con el
tiempo. Por ejemplo: maestro, empleado bancario.

Un aspecto importante de la estructura social es que las posiciones sociales están


interrelacionadas.

Un status incluye a menudo (pero no siempre):

1. cierta clase y grado de autoridad sobre otros.


2. el derecho de una remuneración o recompensa por la ejecución del rol.
3. determinados privilegios e inmunidades.
4. un grado de prestigio: el respeto y la deferencia ganados en virtud de las
cualidades y desempeños atribuidos.

Todos los ocupantes de la misma posición social, dejando de lado los grupos
especiales a los que pueden pertenecer, se dice que pertenecen al mismo “grupo de
status”. Evidentemente, un grupo de status, por ejemplo: “servicio doméstico”,
“hombres adultos solteros”, no es lo mismo que un grupo de interacción. No es un
148

sistema social, sino una categoría social, que incluye a todos aquellos de quienes se
afirman ciertas cosas que son objetivamente ciertas.

Status se utiliza, a veces, para referirse a la ubicación total de un individuo en una


sociedad. En este sentido, abarca todos sus status particulares y todo el prestigio que
puede tener por sus cualidades y logros personales.

Status y estratificación social

El status social y las clases sociales, son situaciones generales que derivan de una
evaluación social, extrínseca. El status social es el rango de una persona en relación
con las demás. La clase social es el rango de una categoría de personas en relación
con otras. Por consiguiente, se emplean los mismos criterios para determinarlos a
ambos: abolengo, riqueza, función, instrucción, religión, características biológicas. Las
personas que tienen un status bajo, de acuerdo a todos estos criterios, pertenecen a la
clase baja.

La estratificación social, entonces, se refiere a las capas o estratos horizontales en


que están dispuestas las personas de una sociedad. Un estrato social es un gran
número de personas que tienen una situación social análoga: semejanzas universales
que permiten la agrupación en categorías estratificadas.

La estratificación social en los grupos sociales se da según el status de cada miembro.


La estratificación social en la sociedad se da, actualmente, según las clases sociales o
los niveles ocupacionales.

Las clases sociales, según Johnson, son estratos más o menos endógamos,
consistentes en familias de prestigio aproximadamente igual, que son o serían
recíprocamente aceptables para la interacción social que culturalmente se considera
como más o menos simbolizadora de igualdad.

Una clase social es uno de dos o más agrupamientos semejantes, que pueden ser
clasificados en forma recíprocamente relativa en un sistema más o menos integrado
de estratificación del prestigio.

Evidentemente, es muy difícil estudiar las clases sociales por observación directa;
investigar cuáles son los sistemas de valores subyacentes a los distintos grados y
tipos de intimidad social observada. ¿Qué criterios sigue la gente para aceptarse y
rechazarse socialmente?

Una combinación de indicadores e índices, tiene el propósito de posibilitarnos predecir


algo con cierto grado de probabilidad y en poco tiempo. Para ser de utilidad, éstos
deben ser: simples, confiables (que distintas personas que lo usen lleguen a iguales
resultados) y válidos (que reflejen la realidad, que sea clara la definición de
conceptos).
Los indicadores de clase social se describen como:

Subjetivos: autoclasificación. Dan un indicio de la conciencia de clase. Son


clasificaciones hechas por miembros de la comunidad de otras familias. Los criterios
usados por los clasificadores no son explícitos.

Objetivos: nivel de educación, nivel de ingresos, valor de la vivienda, categoría


ocupacional.

En el estudio de las clases sociales, tres cosas son importantes:


149

1. jerarquías de valores por las que se juzga a individuos y familias y puede


agrupárselos aproximadamente de acuerdo con su posición social.
2. estilo de vida más o menos inclusivo e integrado por cada clase, con algunos
valores básicos y otros secundarios.
3. interacción social íntima, real y/o potencial, que simboliza la recíproca aceptabilidad
como iguales o casi iguales desde el punto de vista social.

El concepto de clases sociales y el de estratificación social hacen referencia al status


de cada uno en relación con el status de los otros.

Es posible, aunque raro,-sostiene Fichter-, que una misma persona goce de un status
elevado en todos los grupos importantes de los que forma parte. Esto depende de la
relación mutua que existe entre las instituciones principales. En una sociedad en la
que predomina la institución económica, tendrá gran importancia el grupo económico y
también el status del individuo dentro de la economía.

El status principal o “clave” de una persona depende de los valores corrientes en la


sociedad. Está ligado con el rol o papel que su sociedad considera como más
significativo. En la situación social concreta, ambos van de la mano: una persona hace
o se espera que haga lo que corresponde a su status.

El “puesto en la vida” es el status de clase. Una clase social es una categoría de


personas cuyo puesto en la vida es vagamente análogo; se hallan en un nivel
semejante de status social; socialmente tienen más fácil acceso entre sí que con las
personas de otros niveles.

Movilidad social
La expresión movilidad social, según Giddens, se refiere al movimiento de los
individuos y grupos entre las distintas posiciones socioeconómicas.

Es el desplazamiento de una persona de un status a otro, de un estrato social a otro.

La movilidad social vertical es elevarse o descender en la estima de la sociedad. Es


pronunciada cuando se eleva o desciende de un estrato a otro. Su cuantía y
proporción varía de una sociedad a otra. Es mayor en una sociedad de “clases
abiertas”, dinámica, competitiva, donde se aplaude el valor individual.

La movilidad social se produce en un tiempo y lugar, es espacio-temporal.

También es necesario distinguir la diferencia entre la movilidad física: migración: el


movimiento de las personas de un punto geográfico a otro, con sus efectos de difusión
cultural; y la movilidad social: el cambio de posición social de una persona o grupo
dentro de la estructura social.

Según la dirección, la movilidad social es: horizontal, dentro del mismo nivel social o
similar. Por ejemplo: matrimonio dentro de la misma clase social.; vertical: de un
status a otro, de un estrato a otro; ascendente o descendente. Es un desplazamiento
hacia arriba o hacia abajo en la escala socioeconómica. En las sociedades modernas
abunda también la movilidad lateral, la traslación geográfica de un barrio a otro o
entre ciudades o regiones. Con frecuencia, la movilidad vertical y la lateral se
combinan. Un individuo puede recibir un ascenso en la empresa en que trabaja y ser
trasladado a una sucursal en otra localidad o en otro país.

Hay dos maneras, según Giddens, de estudiar la movilidad:


150

1º) pueden examinarse las carreras profesionales de los individuos, es decir, hasta
qué punto se desplazan hacia arriba o hacia abajo en la escala social durante su
vida laboral. Esto suele denominarse movilidad intrageneracional.
2º) se puede analizar en qué medida los hijos tienen el mismo tipo de empleo que sus
padres o abuelos. Este tipo de movilidad se llama movilidad intergeneracional.

El grado de movilidad vertical que se da en una sociedad es un indicador fundamental


de su nivel de “apertura”, señalando hasta qué punto un individuo con capacidad
nacido en un estrato inferior puede ascender en la escala socioeconómica.

Aunque la movilidad descendente se da menos que la ascendente en las sociedades


industrializadas, no deja de ser un fenómeno generalizado. La movilidad
intrageneracional descendente es también habitual y con frecuencia se relaciona con
ansiedades y problemas psicológicos, cuando los individuos son incapaces de
mantener la forma de vida a la que se han acostumbrado. El despido es otra de las
causas principales de la movilidad descendente. Se han perdido, a fines del siglo XX,
trabajos de “cuello blanco” y también otros manuales, de jornada completa, en
beneficio de empleos mal pagados y a tiempo parciales, por reestructuración de las
corporaciones y sus “reajustes”. En los Estados Unidos, la movilidad descendente es
especialmente habitual entre las mujeres separadas o divorciadas con niños.

En las sociedades modernas existe la creencia que, mediante el trabajo duro y la


constancia, se llega a la cima del éxito; pero las cifras indican que muy pocos lo
logran. En la cima, el orden socioeconómico está conformado como una pirámide y
sólo hay unas pocas posiciones de poder, status o riqueza. Además, quienes las
ocupan, disponen de más oportunidades para perpetuar sus ventajas y traspasarlas a
su descendencia, a través de la mejor educación de sus hijos, que los lleva hacia
buenos trabajos.

La movilidad social es relativamente lenta, en el tipo de sociedad comunal y


relativamente rápida, en el tipo de sociedad asociacional. No procede a un mismo
ritmo; no afecta a la misma proporción de personas en todas las partes de una
sociedad. Las diferencias de ritmo y proporción estriban en el tipo de ambiente
sociocultural que rodea al individuo.

El medio urbano, favorece más la movilidad social ascendente o descendente: el


mejoramiento o empeoramiento social individual y/o grupal. En las urbes, el sistema
de estratificación es mayor, hay más estratos. Se suele dar mayor importancia al logro
que a la atribución de un status; es mayor el número de recompensas; mayor también,
el número de grupos secundarios que proporcionan más conductos de movilidad y que
influyen en la diferenciación y desigualdad social.

Como la movilidad es un proceso a largo plazo, las consecuencias de la misma en una


sociedad “abierta”, se pueden ver luego del transcurso de una generación.

Parece probable, según Giddens, que la proporción de trabajos profesionales y de


gestión continuará expandiéndose en relación a los empleos de bajo nivel. Aquellos
que hayan obtenido buenas calificaciones tienen más posibilidades de llenar estas
“vacantes” laborales.

Aunque se crean más empleos en los niveles profesionales y de gestión que antes, en
el conjunto de la economía el número total de puestos disponibles está disminuyendo
en relación con el número de personas que buscan trabajo activamente. Una de las
razones es el creciente número de mujeres que compiten con los hombres por una
cantidad de empleos limitada. Otra, es la utilización cada vez más frecuente de
tecnologías de la información en los procesos productivos. Es posible y probable, que
muchos empleos desaparezcan en los próximos años, porque la informática puede
realizar tareas que antes sólo hacían los seres humanos.
151

Los empresarios y directivos masculinos, todavía discriminan a las candidatas


femeninas, porque creen que las mujeres no están realmente interesadas en sus
carreras y que, probablemente, dejarán el mercado laboral al formar una familia.
Aunque hay más mujeres que antes organizando su vida familiar de forma que les
permita continuar con su carrera laboral o profesional, todavía hay grandes obstáculos
en su camino.

Desviación social
El estudio de la desviación social, según Giddens, centra la atención sociológica en el
poder social, así como en la influencia de la clase social, es decir, las divisiones entre
ricos y pobres. Cuando analizamos la desviación respecto a las leyes o normas
sociales, o la conformidad con las mismas siempre hay que tener en cuenta quién
manda.

La desviación puede definirse como la falta de conformidad con una serie de normas
dadas, que sí son aceptadas por un número significativo de personas de una
comunidad o sociedad.

La desviación no sólo se refiere al comportamiento individual sino a las actividades en


grupo, como subcultura desviada.

Todas las normas sociales van acompañadas de sanciones que fomentan la


conformidad y que protegen contra la falta de ella. Sanción es una reacción por parte
de los demás miembros de un grupo o sociedad, ante el comportamiento de un
individuo o grupo, con el fin de garantizar que se cumpla una determinada norma
social. Las sanciones pueden ser positivas: ofrecer recompensas a la conformidad; o
negativas: castigos por un comportamiento no conformista. También pueden ser:
formales: impuestas por una determinada institución para que se respeten ciertas
normas; e informales: reacciones menos organizadas, más espontáneas, ante la falta
de conformidad, como en los grupos de amigos.

Los principales tipos de sanciones formales que se dan en las sociedades modernas
son las que representan los tribunales y las prisiones. La policía es la institución
encargada de conducir a los transgresores ante la ley y a un posible encarcelamiento.
Las leyes son sanciones formales elaboradas como principios que los ciudadanos
deben respetar en un Estado y se utilizan contra aquellos que no se ajustan a ellas,
que cometen delitos. El delito puede definirse como cualquier forma de
comportamiento que vulnera la ley.; la definición del delito depende de las instituciones
sociales de una sociedad. Uno de los aspectos más importantes del pensamiento
sociológico -sostiene Giddens- sobre el delito es el énfasis que pone en las
interconexiones entre conformidad y desviación en diferentes contextos sociales. Las
sociedades modernas contienen subculturas distintas y el comportamiento que respeta
las normas de una de ellas puede considerarse desviado en otra. No resulta
sorprendente que el robo lo realicen personas pertenecientes a los sectores más
pobres de la población, mientras que la malversación de fondos o la evasión de
impuestos estén limitadas a las personas que ocupan posiciones de mayor influencia
social.

La interpretación del delito de Robert K. Merton, vincula la delincuencia con el


concepto de anomia, para desarrollar una teoría de la desviación que ha sido muy
influyente. Existe anomia cuando no hay normas claras que guíen el comportamiento
en una determinada área de la vida social. Durkheim creía que en esas circunstancias
las personas se encuentran desorientadas y padecen ansiedad, resultando así la
anomia como uno de los factores sociales que influyen en la disposición al suicidio.
152

Merton modificó el concepto de anomia para dar cabida a la tensión a la que se ven
expuestos los individuos cuando las normas aceptadas entran en conflicto con la
realidad social. En las sociedades industrializadas, los individuos se ven expuestos a
enorme presión para lograr el éxito y no todos lo consiguen a través de medios
legítimos o ilegítimos. Por consiguiente, según Merton, la desviación es una
consecuencia de las desigualdades económicas. Este autor identifica cinco posibles
reacciones a la tensión existente entre los valores socialmente aceptados y los pocos
medios que hay para conseguirlos:

1. conformismo: de la mayoría de la población, que acepta tanto los valores sociales


como los medios convencionales para lograrlos, independientemente de que
triunfen o no.
2. innovación: los que aceptan los valores socialmente compartidos, utilizando
medios ilegítimos o ilegales para ajustarse a ellos.
3. ritualismo: los que respetan las normas sociales aunque han perdido de vista los
valores que las sustentan.
4. retirada: los que han abandonado la competencia, rechazando tanto los valores
dominantes como las formas de mantenerlos que se consideran legítimas.
5. rebeldía: los que rechazan por igual los valores existentes y los medios y hacen lo
posible por sustituirlos por otros nuevos y reconstruir el sistema social.

La falta de oportunidades para triunfar con los medios que concibe la sociedad
dominante, es el principal factor diferenciador entre los que desarrollan un
comportamiento criminal y los que no lo hacen, según Giddens.

La aportación de las teorías sociológicas del delito es doble:

1º) destacan las continuidades que existen entre la conducta desviada y el


comportamiento “esperado “socialmente. Los contextos en los que ciertos tipos de
actividades se consideran delictivas y sancionables por la ley son muy diversos.

2º) todas coinciden en señalar que el contexto es importante para las actividades
delictivas. El que alguien realice un acto de este tipo o sea considerado como un
delincuente está condicionado de un modo fundamental por el aprendizaje social y
por el ambiente.

En cuanto a la relación entre el delito y el género, existen ciertos delitos


“específicamente femeninos”- sobre todo la prostitución - por los que se condena a las
mujeres y no a los clientes varones. Los “delitos masculinos” se dan por las diferencias
de socialización y porque las actividades y relaciones de los hombres son aún menos
domésticas que las de las mujeres. Antes, las diferencias de género en la delincuencia
solían explicarse, dice Giddens, en función de supuestas peculiaridades biológicas y
psicológicas innatas, relativas a las diferencias de fuerza, a la pasividad o a la
preocupación por la reproducción. Actualmente, se piensa que las cualidades “propias
de la mujer” están creadas socialmente, al igual que los rasgos de la “masculinidad”.
Por ejemplo, las mujeres son socializadas para cuidar de los demás y preocuparse por
las relaciones personales y no así los varones.

A pesar que, desde fines del siglo XIX, los criminólogos han venido prediciendo que la
igualdad de los géneros reduciría o eliminaría las diferencias en la delincuencia de
hombres y mujeres, hasta ahora las diferencias son pronunciadas, mayores entre el
sexo masculino. El índice de criminalidad entre los hombres jóvenes está muy
relacionado con el desempleo.

Según Giddens, una sociedad que es tolerante, no con el delito, sino con la conducta
desviada, no tiene por qué sufrir el desorden social. Este logro sólo se alcanza allí
donde las libertades individuales se dan junto a la justicia social, es decir, donde existe
153

un orden social en el que las desigualdades no son muy grandes y en el que toda la
población tiene la oportunidad de llevar una vida plena y satisfactoria. Si no hay un
equilibrio entre libertad e igualdad y muchas personas no se sienten realizadas es muy
probable que la conducta desviada se oriente hacia fines socialmente destructivos.

Demografía: elementos de análisis de los cambios en la


población
¿Cómo y por qué se produce el crecimiento poblacional que estamos viviendo?,
¿cómo predecir su evolución futura? Para responder a estos interrogantes se
requieren técnicas de análisis refinadas, que han dado origen a la Demografía,
ciencia que estudia los acontecimientos que ocurren a los miembros de una población
a lo largo de su vida. Estudia la población en su estructura y en su dinámica.

Esta ciencia social tiene un campo de estudio cuantitativo, a través de métodos


matemáticos e informáticos; y cualitativo, valorando los procesos poblacionales, a fin
de conocerlos, comprenderlos, previendo y controlando la evolución de la población. Y
para hacerlo, se relaciona con otras disciplinas conexas: historia, geografía, economía,
sociología, psicología social, medicina, biología, genética, ciencia política, matemática,
informática.

La demografía reduce la realidad a elementos calculables, cuantificables, para


describir, analizar y comprender los mecanismos (causas) que rigen la evolución y la
composición de una población; la dinámica de las poblaciones, la aritmética de la vida
y de la muerte. Esta dinámica está entroncada en la realidad de la historia de la
humanidad; desde la aparición del hombre en la tierra hasta su reproducción en varios
miles de millones. Desde hace dos siglos- XIX y XX – vivimos una fase
extraordinariamente singular para comprender evoluciones pasadas y para formular
hipótesis sobre el futuro. Esta fase de descenso de la población que se registró en
Europa a finales del siglo XIX dio nuevo impulso a los estudios demográficos, con una
nueva teoría: la transición demográfica.

La necesidad de medir, en demografía, que obliga a simplificar la realidad, no debe


hacernos perder de vista la complejidad de la realidad: no hay “una” población, sino
que hay “poblaciones”; cada una con su propia dinámica demográfica en cada
población nacional. El concepto de población mundial es reciente, como agregado de
conjuntos heteróclitos (irregulares). Por consiguiente, la demografía tiene un universo
diverso, con múltiples dimensiones, en el que hay que tener en cuenta las diferencias
de las subpoblaciones.

La mayor parte de los acontecimientos humanos históricos, encuentra su explicación


en las consideraciones sobre la población. Para abordar con utilidad los problemas
poblacionales es necesario conocer sus datos esenciales: nacimientos, muertes, edad,
sexo, etc. E investigar las causas y consecuencias económicas y sociales de los
fenómenos comprobados.

En el trabajo de los demógrafos se presta especial importancia a los agregados: a lo


macro frente a lo micro; y existe un núcleo central – el análisis demográfico – de temas
referidos a la dinámica de la población; la fecundidad, por ejemplo, interesa más que
el desempleo, porque determina directamente cómo cambia la población.

Podemos definir entonces a la demografía como el estudio estadístico de las


poblaciones humanas. Divide la población en función de una característica que
interesa, formando clases que incluyen a todos los individuos que tienen la misma
definición: el mismo valor estadístico para dicha característica. Y se traza una tabla de
154

frecuencias de los distintos valores así evaluados: edad, sexo, profesión, lugar de
nacimiento, etc.

La dimensión y composición de la población, pueden considerarse por su:

• Estado: el efectivo de una población en un momento dado y composición


• Dinámica: evolución del conjunto: movimiento de crecimiento o disminución de la
población.

Ambos son el meollo del análisis demográfico: ¿cómo crece, disminuye o se estabiliza
una población sometida al movimiento perpetuo de entrada y salida de los individuos
que la componen?

El estado de la población, los estudios estructurales, suponen la determinación de la


distribución de la población en grupos homogéneos de edad, sexo, estado civil, etc.
Son variables valoradas sincrónicamente: dentro de un intervalo de tiempo dado,
correlacionándolas con otras variables: geográficas, climáticas, económicas, laborales,
de estratificación social. Por ejemplo: la fertilidad desciende con el aumento del nivel
de vida. Las clases sociales con mejor nivel educativo y económico, tienen menos
hijos.

La variable: densidad de población surge relacionando el total de los habitantes con la


superficie territorial. La edad promedio es la relación entre la suma de todas las
edades y el total de la población. La vida media es el promedio de vida de cada
habitante de la población. El índice de vejez es la relación entre el número de
ancianos (65 años en adelante) y el de jóvenes (menos de 20 años). La esperanza de
vida al nacer es el promedio de años que se espera que viva un recién nacido de
acuerdo con la probabilidad de sobrevivencia prevaleciente en el momento del
nacimiento.

La distribución por edades y sexo de una población, es importante para estudiar el


equilibrio o desequilibrio de la composición de la misma. Se representa gráficamente
en la pirámide de población, con intervalos de edades situados a lo largo del eje
central y distintos segmentos laterales diferenciados por sexo. La forma de la pirámide
indica: el crecimiento o alta mortalidad, que hay menos personas según aumenta la
edad; lo joven o anciana que es la población. Cuando la base de la pirámide es ancha,
la población es joven; cuando la cúspide es ancha, la población es envejecida. Una
población joven está representada en una pirámide ancha en la base y angosta en la
cima, por su fuerte natalidad y mortalidad, respectivamente. Como ejemplo, la de
Brasil en el año 1950.

Una población envejecida, presenta una pirámide de base menos ancha y altura más
ancha (el mismo ancho para un mismo porcentaje de la población total), debido a la
natalidad y mortalidad bajas. Como ejemplo, la de Francia en 1989.

La disminución de la natalidad y de la mortalidad a menudo van juntas. Por


consiguiente, la proporción de adultos con respecto al total de población varía poco en
el transcurso de un siglo. El conjunto de jóvenes y ancianos también representa una
proporción estable.

La pirámide resurge en la base (o no) a causa de los nacimientos. La mortalidad y la


emigración provocan la pérdida de parte de sus miembros.

La pirámide de población manifiesta la historia de la población estudiada; sus


desgracias (guerras, epidemias, crisis de esterilidad).
155

Estado de las poblaciones a lo largo de la historia:

El crecimiento acelerado de la población mundial es un fenómeno reciente en la


historia de la humanidad. Este crecimiento, cada vez más rápido y más acelerado, ha
sido llamado explosión demográfica, por el biólogo Paul Erlich en el año 1965.

Se estima que dos mil años atrás, en los comienzos de la era cristiana, alcanzaba los
300 millones de habitantes. Por un largo período la población mundial no creció
significativamente. Llevó más de 1600 años duplicar la población para alcanzar los
600 millones.

Año 1600: 500 millones de habitantes


Año 1750: 791 millones: 64% en Asia, 21% en Europa, 13% en África
Año 1800: 900 millones
Año 1850: 1170 millones
Año 1900: 1600 millones: 25% en Europa, 10% en América. Luego del año 1900, se
aceleró el crecimiento y se alcanzaron los 2500 millones en cincuenta años
(53% de crecimiento). Es a partir de mediados del siglo XX que comienza
el rápido crecimiento de la población mundial debido fundamentalmente a
los avances en la reducción de la mortalidad en las áreas menos
desarrolladas del planeta. Esto lleva a que la población llegue, a fines del
siglo, a 6000 millones (dos veces y media más que 50 años antes).

En el año 1959, la población mundial era de 2900 millones de habitantes, distribuidos


geográficamente la mitad en Asia. En cuanto a la distribución por edades, se
comprueba una población envejecida en el noroeste de Europa, con más del 10% de
ancianos (de más de 65 años), por prolongación de la vida y disminución de la
natalidad. Y una población joven en América del sur, con menos de 5% de ancianos y
alta natalidad.

Para ese mismo año, la distribución por sexos de la población mundial, señala que en
general hay más hombres que mujeres, por mayores nacimientos del sexo masculino,
a pesar de la mayor mortalidad del mismo sexo por guerras y emigración masculina.
También se comprueba una proporción creciente de población en las ciudades en
todos los países, en comparación con las zonas rurales.

En el año 1960: 3000 millones de habitantes.

En 14 años, 1974, se llegó a los 4.000 millones. Y en trece años –1987 – a los 5.000
millones de habitantes en el mundo.

En el año 1999: más de 6000 millones, dos veces y media más que 50 años antes, y
con el 80% de la población mundial en países subdesarrollados. A principios del siglo
XX era el 70%. Se estima que hacia el año 2050 este porcentaje aumentará al 90%.
Esto se debe a que el 95% de los 78 millones en que se incrementa anualmente la
población mundial reside en las regiones de menor desarrollo. En cambio, los países
industrializados de América del Norte, Europa y Oceanía, pasaron de ser el 23% de la
población mundial en los años cincuenta, a participar con el 15% en los años noventa.

Las predicciones demográficas señalan que durante los próximos 50 años del siglo
XXI, seremos testigos del incremento de la población mundial de 6000 a 9000
millones, con casi un 95% de ese crecimiento en el mundo en desarrollo. Por primera
vez más gente vivirá en ciudades que en áreas rurales; el 60% de la población
mundial vivirá en Asia y el 20% en África y el 7% en Europa (la tercera parte de lo que
era en el año 1900) y el resto, en América. La estabilidad de la población mundial se
alcanzará -según las predicciones- en el año 2110, con 10.529 millones de personas.
También se producirá el envejecimiento de la población mundial; los mayores de 65
años pasarán del 10 al 22% de la población, uno de cada tres habitantes será mayor
156

de 65 años. La edad media se ha elevado de 23,5 a 26,4 años entre 1950 y 1999.
Para el año 2050 la edad media está proyectada en 37,8 años.

Las proyecciones para el período 1995-2000 indicaban una esperanza de vida más
larga para ambos sexos, con la salvedad de un deterioro en África oriental y austral.
Se observa una esperanza de vida más larga para las mujeres en todas las regiones.

La población mundial, para el período 1995-2000, se hallaba distribuida de la siguiente


forma:

HABITANTES TASA DE
(en millones) FECUNDIDAD
TOTAL 5,978.4 2.71
Asia 3,634.3 2.60
África 766.6 5.06
Europa 728.9 1.42
América Latina y Caribe 511.3 2.70
América del Norte 307.2 1.94
Oceanía 30.0 2.38
Fuente: Fondo de las Naciones Unidas para Actividades de la Población
(UNFPA)

Las proyecciones demográficas prevén una disminución en el ritmo de crecimiento de


la población mundial, por lo que se puede decir que los últimos años del siglo XX,
constituyen un récord de crecimiento para toda la historia de la humanidad.

La dinámica de una población reúne los datos básicos sobre: nacimientos, decesos,
inmigración y emigración. La evolución del conjunto de la población, su movimiento.
Las entradas y salidas dependen de dos procesos vitales diferentes: degeneración y
reproducción. Este último, de carácter sexual: depende de:

- la capacidad reproductiva de los individuos,


- del equilibrio entre los sexos.
- la formación de parejas fecundas
- y también de las pautas de vida social que evolucionan con la historia y varían de
una población a otra.

La dinámica de la población, por lo tanto, es resultado de la combinación de:

• Entradas: nacimientos e inmigración


• y Salidas: defunciones y emigración, que el demógrafo se esfuerza en aclarar.

La Población (P) crece por dos cantidades: (I-E): saldo migratorio; (N-D): crecimiento
natural.

El movimiento de la población, está compuesto por:

- movimiento natural (sin migraciones)


- movimiento migratorio (secundario), que constituyen, ambos, las salidas y entradas.

Fecundidad y mortalidad: Cada vida, desde el nacimiento hasta la muerte, se inscribe


en un tiempo biológico. De él dependen: el proceso vital, la edad; y la capacidad de
procreación, la fecundidad. Ésta descansa en tres elementos:
157

- la capacidad procreativa de las mujeres,


- la capacidad procreativa de los varones,
- el encuentro de ambas en la formación de parejas.

Estos tres elementos dependen, a su vez, de la edad: entre 15 y 50 años, que son las
edades útiles en las mujeres para la procreación, con una posibilidad máxima
alrededor de los 25 años.

La reproducción puede ser analizada en dos niveles:

- Reproducción bruta: distribución por sexo de los nacimientos. Es uno de los datos
más constantes en tiempo y espacio. Aproximadamente nacen más o menos 105
niños por cada 100 niñas.
- Reproducción neta: tiene en cuenta la mortalidad. Indica cuántos nacimientos de
niñas sustituirán una generación de nacimientos de madres, para el umbral de
reemplazo de generaciones. Éste es de 2,1 hijos por mujer; es la fecundidad de
reemplazo. Surge de multiplicar 2,05 (número de hijos necesarios para tener una
niña) por la probabilidad de supervivencia a los 27 años (edad media de maternidad)
en los países industrializados, que es de 0,98 más o menos. El resultado es de 2,1.

Según la dinámica demográfica, podemos encontrar tipos de poblaciones:

- Estable: con tasas anuales de fecundidad y mortalidad invariables para cada edad:
siempre la misma proporción de jóvenes y de adultos, etc.
- Estacionaria: con tasa natural de crecimiento anual de la población nula (diferencia
entre nacimientos y defunciones de una población en un año). Conserva la misma
composición por edades; el mismo total.
- Abierta: recibe o pierde elementos por movimientos migratorios: emigración,
inmigración.

La fecundidad, mortalidad y la estructura por edad, son necesarias para conocer a qué
ritmo crece una población. Todo cambio en las tasas de fecundidad y de mortalidad
(por ejemplo, durante la guerra), conlleva modificaciones de la estructura por edad.

En cuanto a las migraciones, su análisis es secundario en demografía. Lo decisivo es


el movimiento poblacional natural (nacimientos y defunciones). Pero, en algunos
casos, los movimientos migratorios tienen importancia decisiva: éxodo rural,
crecimiento urbano, inmigración extranjera, movimientos dramáticos por
acontecimientos políticos (refugiados) o crisis de subsistencia (hambrunas).

Actualmente, el movimiento de personas a través de los países para establecer nueva


residencia permanente, se plantea como una alternativa posible de solución para el
decrecimiento y envejecimiento demográfico de algunos países desarrollados. Se
espera que las poblaciones de Europa y Japón decrezcan durante el siglo XXI, debido
a la baja tasa de fertilidad: menos de 2 hijos por pareja; y el rápido envejecimiento, por
mayor longevidad. En Japón, se calcula que la población anciana pasará del 15% al
32%. La relación entre población activa y pasiva disminuirá sustancialmente en los
países europeos y en Japón. En el año 1995 era de 5 por 1; para el 2050 se calcula
que habrá 2 activos por cada pasivo.

En la Argentina, también el envejecimiento poblacional es una tendencia inexorable,


por la baja tasa de natalidad y la mayor esperanza de vida. Nuestro país figura entre
los países de mayor envejecimiento, junto con Uruguay y Chile, en América del sur.
Datos del año 2000 señalan que el 13,3% de la población es mayor de 60 años. Para
el año 2050, se prevé el 23,3% de población anciana, uno de cada cuatro argentinos
tendrán más de 60 años.
158

La ONU (Organización de las Naciones Unidas) considera que una sociedad envejece,
cuando más del 7% de sus habitantes supera los 60 años. El porcentaje argentino en
el año 1995 era 9% y 16% en Capital Federal y provincia de Buenos Aires.

El papel de la Estadística en el análisis de la población:

Se realizan dos trabajos:

a) reunión de datos básicos estáticos: el estado de la población en un momento dado:


estructura por edad, sexo, estado civil, profesión y
b) reunión de datos básicos dinámicos: nacimientos, defunciones, inmigración,
emigración.
a) uso de los totales obtenidos y estudio de su significado: en laboratorio y con
personal especializado.

Las fuentes estadísticas para la elaboración y totalización de los datos son:

* censo
* registro civil

Ambas requieren el uso de numeroso personal y medios y no fueron inventadas por


los demógrafos.

El censo, que se practica en todos los países, permite conocer el número de


habitantes y su repartición. Permite tener, a intervalos regulares (cada 10 años), el
estado de población: la distribución por edad, sexo, número de hijos, migraciones,
estado civil, nacionalidad, situación profesional, hábitat, modo de vida. Es un sondeo
en un momento determinado. Su origen se remonta a la operación administrativa
política, que permitía al príncipe conocer el número de vasallos para recaudar
impuestos o estimar sus tropas. En la actualidad, es asunto de estadísticos y
demógrafos; una operación administrativa que permite saber el número de ciudadanos
y su distribución por edades, sexo, estado civil, grado de instrucción, profesiones, etc.,
a fin de conocer sus necesidades reales y poder satisfacerlas a través de la acción de
gobierno.

Por registros de población, el censo permite seguir los movimientos: las entradas y
salidas de población, que reflejan su estructura.

Con el perfeccionamiento de los sistemas de cómputos, por mecanización e


informatización y almacenamiento electrónico actual, el grado de precisión es mayor y
los errores mínimos.

El Registro Civil del Estado, computa los documentos del movimiento de población: los
cambios de estado: civil, nacimientos, casamientos, divorcios, decesos; para la
medida regular de la fecundidad y mortalidad. Lleva la estadística de nacimientos y
defunciones de cada año

Su origen lo encontramos en los primeros registros de estado civil que hicieron las
parroquias, al igual que los nacimientos y defunciones.

El Registro Civil brinda estadísticas sólidas para nacimientos, defunciones y


casamientos. La elaboración da datos permite buscar múltiples combinaciones de
factores y ofrece informaciones de interés. Brinda una estructura de la población: su
distribución por:

- edades, sexo, estado civil


- lugar de nacimiento: permite conocer las migraciones, el traslado de los individuos
por emigración o inmigración. Los cómputos se realizan en la partida y en la llegada
159

en las zonas de frontera. En general, las entradas se registran mejor que las salidas.
El control se perfecciona con libretas de trabajo, de permanencia (visas): permisos
de estadía en el país que recibe.
- número de hijos: estadística de las familias permite estimar el costo de las medidas
sociales
- zonas geográficas: mide el grado de aglomeración de los habitantes; su distribución
rural y urbana.

Cada vez más se recurre a encuestas especiales, referidas a grupos particulares y a


muestras. A través de visitas domiciliarias, se registran hechos difíciles de conocer por
otros medios y opiniones. Otras de estas encuestas especiales, son las de población
activa, por muestreo, para medir el desempleo. El inconveniente que presentan es la
dispersión de datos.

En general, tanto el Registro Civil como el Censo, funcionan bien en los países
industrializados desde hace más de un siglo. (En Suecia, desde más de 200 años). En
los países subdesarrollados, el uso del Censo es relativamente nuevo: en África, los
primeros censos se efectuaron entre 1970 y 1980, con errores hasta del 5 al 10%,
causados por: administración insuficiente, dificultades de comunicación, analfabetismo
de la población, inexactitudes en el registro de la edad, ausencia de tradición
estadística. Hacia fines de la década del 50, se enmendaron errores a través del uso
de evaluaciones por sondeo, que permitieron delimitar la amplitud de la explosión
demográfica del Tercer Mundo. Estas evaluaciones se incrementaron con el
financiamiento de los países occidentales a través de las Naciones Unidas, que
publican cada año, por regiones y por países, los principales indicadores de la
evolución de la población mundial, desde fines de la 2ª guerra mundial.

En las últimas décadas del siglo XX, se inició un movimiento de emigración de


población del Tercer Mundo hacia Europa y los Estados Unidos, sobre todo de
carácter laboral. Está constituido por distintos grupos étnicos minoritarios, con
peculiaridades culturales que los hacen diferentes por idioma, historia o ascendencia,
por formas de vida (vestimenta, alimentación, etc.) y que, en la mayor parte de los
casos, padecen trabas legales para su ingreso. Son discriminados por gran número de
la población a la que se dirigen y por ello, mantienen solidaridad grupal, por
experiencia colectiva de exclusión.

Podemos caracterizar tres modelos de relaciones étnicas:

- asimilación: los nuevos grupos de emigrantes adoptan actitudes, idioma, normas y


valores de la comunidad dominante en la que ingresan. Abandonan sus pautas
anteriores. En Europa, la mayoría de las políticas oficiales tienden hacia este
modelo.
- Crisol de culturas: las distintas culturas y actitudes de los grupos étnicos se mezclan
y conforman nuevas pautas culturales en evolución. Esta es la expresión
característica del desarrollo cultural de los Estados Unidos.
- Pluralismo cultural: los grupos étnicos viven por separado, pero participan en la
misma vida política y económica; se reconoce igual validez a las diferentes
subculturas. Este modelo es el más vigente en los últimos años y sostenido por
líderes de las minorías étnicas.

Aún hoy, mucha gente cree que las minorías étnicas son una amenaza contra su
trabajo, su seguridad y su cultura nacional.

Sin embargo, informes sobre migraciones en Europa revelan que, si los niveles de
natalidad siguen como hasta ahora, en el año 2050 habrá sólo dos trabajadores por
cada jubilado, (actualmente hay cinco activos por cada pasivo). Para mantener su
160

fuerza laboral tendrá que acoger inmigrantes, que llenen el vacío del bajón
demográfico.

También el envejecimiento acelerado de la población en países en vías de desarrollo,


será el gran desafío demográfico de las próximas décadas del siglo XXI. A fines del
siglo XX, sesenta países del mundo tenían un índice de fertilidad inferior al necesario
para el equilibrio entre nacimientos y muertes. Se calcula que para el año 2015, 121
países, el 80% de la población mundial, estará en esas condiciones.

Se reconocen cuatro causas para explicar el proceso de envejecimiento de la


población:

1) “potencial de crecimiento”, tiene en cuenta las características de la estructura etaria


y el modelo de nupcialidad vigente en una población. Las estadísticas demuestran
que en los países desarrollados los matrimonios se realizan a edades más
avanzadas y las mujeres tienen hijos a edad cada vez mayor.

2) la “disminución de la fecundidad” empieza a poner en peligro el reemplazo


generacional. El descenso de la fecundidad supone un menor número de
nacimientos y produce sucesivas mermas en las generaciones de los grupos más
jóvenes, lo cual provoca un aumento del valor relativo del grupo de los ancianos.
Esto se denomina envejecimiento por la base de la pirámide.

3) la “disminución de la mortalidad”, está relacionada con las mejores condiciones de


vida, con un mayor nivel cultural, una mejor asistencia médica, etc. Esto es
envejecimiento por la cúspide de la pirámide, ya que al disminuir la mortalidad,
aumenta el número de personas que llegan a viejas y el número de años vividos
por ellas.

4) la “migración”: pueden darse dos situaciones: por un lado, la emigración rural de


jóvenes activos deja en el campo una mayor proporción de ancianos; por el otro, la
emigración de ancianos hacia lugares de mayor confort climático (en EEUU, en la
zona de la Florida, donde más del 25% de la población tiene más de 65 años).

El envejecimiento demográfico progresivo ha tenido consecuencias importantes para


la vida económica, política y social de las naciones. Significa incrementos en los
gastos públicos de protección social (pensiones, servicios sociales y sanidad) y una
carga para la población activa. El envejecimiento puede afectar la productividad, las
inversiones, el consumo y el ahorro, e incluso, las estrategias comerciales e
inmobiliarias.

A diferencia de los países desarrollados, el envejecimiento en el Tercer Mundo se


manifestará en un contexto de pobreza y rápidos cambios sociales. Es decir, que en
las primeras décadas del presente siglo, los países subdesarrollados envejecerán
antes de llegar al desarrollo. Y este es un hecho histórico sin precedentes.

La cuestión demográfica en América Latina es compleja, debido al rápido crecimiento


poblacional por el bajo índice de mortalidad infantil y el mayor índice de longevidad. Y
por el descenso en las tasas de fertilidad. Para el año 2000, se calcula el 60% de
población activa; para el año 2020, se prevé el 70%. Es decir, una cantidad mayor de
mano de obra. Por consiguiente, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID),
es necesario replantear y formular políticas sociales, educativas y económicas que
proporcionen empleos a la población joven de Latinoamérica y que mejoren las
acciones sociales para los ancianos.

También en la Argentina existe preocupación por el envejecimiento y la baja natalidad.


Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), es el país más
subpoblado de la región, con una mentalidad antinatalista, más cerca de los modelos
161

europeos y norteamericano, que los demás países de América Latina. Otra de las
causas de la reducción poblacional se debe al proceso de urbanización, ya que las
familias numerosas no funcionan con facilidad en las ciudades por las dificultades de
hallar viviendas adecuadas y la modificación en los modos de vida.

Para los demógrafos, una sociedad envejece, cuando los mayores de 65 años
superan el 7% de la población total. Para el año 2010 se calcula un 10% de ancianos y
para el 2025, el 12%, alrededor de 5.800.000 mayores en la Argentina.

Las causas del envejecimiento poblacional están en la disminución de los nacimientos


y de la tasa de fertilidad (desde el año 1970 existe el llamado “invierno demográfico”) y
en el aumento de la longevidad. El envejecimiento es diferencial en todo el país, según
las provincias. A la cabeza del proceso está la Capital Federal.

Entre los años 1950 y proyectando hasta el 2050, en la Argentina, la población mayor
de 60 años se incrementará en 16,16%. Según el censo del año 2010, los mayores de
60 años son el 14,5% de la población

En los últimos 100 años la población total argentina creció 16 veces, la población
mayor de 60 años creció 49 veces y la población mayor de 75 años creció 53 veces.

La expectativa de vida en el año 2007 era de 75 años, similar a los países


desarrollados. Para el 2025 se calcula en 77,5 años. Con una relación de dos
trabajadores activos por cada jubilado.

Según la socióloga S.Torrado, la situación para las personas de edad en la Argentina,


se agrava debido al descalabro del sistema de previsión social y las carencias en la
atención pública de la salud. El mejoramiento de la calidad de vida de la población, es
un tema pendiente de esta sociedad.

Junto con Uruguay y Chile, Argentina es el país de América Latina con la tasa más
alta de envejecimiento, según la Dirección de Estadísticas y Censos de la ciudad de
Buenos Aires, pero aún está lejos de los índices de algunos países europeos, donde el
envejecimiento de la población es tema serio para las políticas de Estado.

La tendencia plantea un problema hacia el futuro: según estimaciones de la ONU, en


el 2050, un 23% de la población argentina será mayor de 60 años. Estos datos son
casi realidad en la actualidad en la ciudad de Buenos Aires, que concentra el mayor
porcentaje de personas mayores de todo el país, con un 21,6%.

También se observa una disminución sensible del segmento poblacional de alrededor


de los 15 años, con capacidad de “reposición humana” de una nación. Este segmento
representaba en el año:

- 1995: 29% del total de la población


- 2010: 26% “ “ “ “ “
- 2025: 22% “ “ “ “ “ , si las tendencias no cambian.

Nuestro país incrementó su tasa de crecimiento poblacional en los años 1940 y de


1960 a 1970. A partir de esta última fecha, se registra un paulatino proceso de
descenso de la tasa de fecundidad, que produce la transformación demográfica del
país. En el año 1980 la tasa era de 3.1 hijos. En 1996: 2.6 hijos. Para el 2005 2 hijos
por mujer, por debajo del límite de reemplazo generacional. Las cifras para Buenos
Aires son para el año 2005, 1.4 y 1.3 para el 2010.

Según resultados censo nacional argentino de 2010, la Argentina ha “crecido”


poblacionalmente al 1% promedio por año, durante la última década del siglo XX. En
162

realidad ha decrecido, ya que la tasa de natalidad necesaria para mantener el nivel de


recambio es de 2.1. Es decir, que el recurso poblacional ha envejecido.

Conclusión:

Según Jacques Vallin, en La Demografía (1995), aritmética de la vida y de la muerte,


la demografía no es sólo la contabilidad de individuos en tablas estadísticas. Por su
objeto y por la forma de enfocarlo, es una ciencia muy humana. Se apoya en la
observación de acontecimientos íntimos y cruciales del hombre: nacimiento,
concepción, muerte. Reconstruye a través de la vida de los pueblos, la de toda la
humanidad. Una historia que desde hace dos siglos ha tomado en Europa el curso de
la transición demográfica y que se ha acelerado después de la 2ª guerra mundial con
la explosión del Tercer Mundo.

Además de la simple descripción, la demografía nos ayuda a comprender esa historia,


relacionando las observaciones sobre el nacimiento y la muerte, con las que aportan
otras disciplinas sobre las fuerzas biológicas, económicas, sociales, culturales,
psicológicas y filosóficas de las dos puntas de la vida humana. Comprendiendo mejor
el pasado podemos dar un mínimo de racionalidad a las especulaciones sobre el
futuro.

La formidable aceleración de las últimas décadas del siglo XX ha dado lugar a una
desaceleración que anuncia, a largo plazo, la vuelta a cierta estabilidad demográfica.
La población mundial acaba de multiplicarse por dos en poco tiempo y se multiplicará
de nuevo en una decena de años, desafiando a la economía mundial y a los
ecologistas.

Desde un enfoque doctrinal cristiano, el pontífice Juan Pablo II, en su Encíclica


Evangelium Vitae (1995), hace una acuciante llamada a respetar, defender, amar y
servir a la vida, a toda vida humana, ante las nuevas amenazas actuales que se
multiplican y agudizan, atentando contra las personas y los pueblos débiles e
indefensos. Los graves problemas demográficos, sociales y familiares de numerosos
pueblos del mundo, exigen atención responsable y activa por parte de las
comunidades nacionales e internacionales.

Siguiendo con esta encíclica, se observan distintas modalidades según los países:

a) en los ricos y desarrollados: preocupante caída de los nacimientos por


anticoncepción, esterilización y aborto.
b) En los países pobres, subdesarrollados: elevada tasa de aumento de la población,
que dificulta el desarrollo económico y social.

A nivel internacional, faltan medidas globales: políticas familiares y sociales;


programas de desarrollo cultural y una justa producción y distribución de los recursos.
Continúan las políticas antinatalistas. Las ayudas económicas, que los países ricos
estarían dispuestos a dar, se condicionan injustamente a la aceptación de una política
antinatalista, promovida por instituciones internacionales, con la complicidad de los
medios de comunicación social, que crean en la opinión pública una cultura que
presenta el recurso a la anticoncepción, la esterilización, el aborto y la eutanasia como
signo de progreso y conquista de la libertad, y como enemigas del progreso y de la
libertad, a las posiciones a favor de la vida.
163

Actividad Nº 5

- Explicar las diferencias y relaciones entre los procesos sociales y


los cambios sociales.
- Señalar ejemplos de agentes, factores y condiciones del cambio
social, y de algunos tipos de cambio.
- Diferenciar el cambio en sociedades desarrolladas y
subdesarrolladas.
- En un cuadro comparativo, caracterizar los distintos tipos de
sociedades a lo largo de la historia, incluyendo a las sociedades
contemporáneas.
- Vincular la urbanización con el sistema internacional de relaciones
económicas y ejemplificar.
- Diferenciar urbanización en el 1º y 3º mundo.
- Definir qué es la estratificación social y dar ejemplos de distintos
sistemas.
- Reseñar las posturas de los distintos autores sobre el tema de
estratificación.
- ¿Qué es un status-rol?
- Definir qué son las clases sociales.
- ¿A qué nos referimos con el concepto de movilidad social?
- ¿Cuándo y cómo se produce la desviación social?
- ¿De qué se ocupa la demografía? ¿Cuáles han sido los cambios
demográficos más significativos a lo largo de la historia de la
humanidad?
- Señalar la utilidad del censo y del Registro Civil en relación con el
estudio de la población.
- ¿Qué consecuencias sociales producen los movimientos
migratorios?
- Films sugeridos: Soplando el viento; Relaciones Humanas.
164

UNIDAD VI
ANÁLISIS DE LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA

La modernidad como fenómeno social


Siguiendo a Juan José Sebreli, en su obra “El asedio a la modernidad”. (Editorial
Sudamericana. Año 1991), vemos que la idea de progreso, propia de la modernidad,
se va perfilando con la aparición de la burguesía en el seno de la sociedad feudal.
Anteriormente, San Agustín -“La ciudad de Dios”- habla del avance gradual y
acumulativo de la humanidad, material y espiritualmente a lo largo del tiempo. San
Agustín contribuyó a la idea de progreso al atacar la teoría antigua de los ciclos, a la
que oponía el fluir unilineal del tiempo.

En el siglo XII, Bernardo de Chartres acuñaba una frase destinada a perdurar: “Los
enanos subidos sobre la espalda de los gigantes logran ver más lejos”; probando el
avance que tiene su causa en la continuidad entre una generación y la que le sigue.

La idea de los tiempos modernos como mejores que los antiguos y el gusto por lo
novedoso, lo diferente y lo desconocido, de los cuales surgirá la noción de progreso,
apareció en Europa a partir del siglo XVI, con los primeros atisbos de capitalismo
mercantil y de economía abierta, y se desarrolló en Europa del siglo XVIII, con el
capitalismo manufacturero.

La sociedad medieval era de economía cerrada, organización jerárquica y autoritaria,


propia del feudalismo. Rechazaba todo lo novedoso. El cambio era visto como
amenaza al orden establecido. Por consiguiente, las condiciones eran adversas a la
noción de progreso.

Ya en el siglo XVI, Descartes pensaba que la humanidad podía contemplar un futuro


de duración infinita, con inventos de artefactos múltiples, para disfrutar de sus
beneficios.

En 1750, Turgot en el “Discurso acerca del espíritu humano”, sostenía que el género
humano marcha siempre, lentamente, hacia una perfección mayor, en cuatro estadios
sucesivos: 1º- pueblos cazadores y nómadas; 2º- pueblos de pastores, con inicio de
propiedad; 3º- pueblos agrícolas, donde se hace posible la sociedad civil; 4º- aparición
del comercio.

Condorcet, en 1794, formula la Ley del progreso, que surge de la observación de las
sociedades humanas en distintas épocas y que llevará al hombre a asegurarse los
medios para acelerar los nuevos progresos que su naturaleza le permite esperar.

Esta concepción activista del progreso en el Iluminismo, se irá transformando en el


siglo XIX en un evolucionismo automático, una marcha inexorable de la humanidad
hacia lo mejor. Un proceso ineluctable, según el pensamiento burgués y el socialismo
utópico (Saint-Simón decía: “la Edad de Oro de la humanidad está adelante”). Este
proceso estaba guiado por el Espíritu Universal o providencia, según los idealistas; o
por el impulso natural biológico, según los materialistas, un progreso confundido con el
evolucionismo darwinista aplicado a la historia.

Marx, se opuso a la concepción lineal, fatalista del progreso. Se apoyó en la


concepción dialéctica de Hegel, según la cual el progreso en la historia no es
armónico, sino que se efectúa a través de contradicciones que empujan al hombre
hacia delante, en busca de una mediación. Esta concepción luego fue deformada por
165

los stalinistas y trostskistas; para ellos el desarrollo histórico de la sociedad humana


sería un acontecimiento más en la evolución natural de las especies, con una línea
ininterrumpida: de la materia inorgánica a la materia orgánica, a los protozoarios, a los
animales acuáticos, a los anfibios, a los reptiles, mamíferos, monos, antropoides,
hombres, comunismo primitivo, esclavismo, feudalismo, capitalismo, socialismo.

También desde sus orígenes, en el siglo XVIII, la idea de progreso del Iluminismo tuvo
detractores. Herder, da origen a los ataques a la modernidad. Los románticos
alemanes del siglo XIX, como Schelling, consideran al progreso sin sentido.
Schopenhauer, padre de los irracionalismos modernos -según Sebreli-, considera que
la felicidad no es posible. Nietzsche, pensador del siglo XIX influyente en el XX, señala
que” la humanidad no avanza, ni siquiera existe”; “el progreso no es otra cosa que una
idea moderna; esto es, una idea falsa”. Oponía al concepto occidental del tiempo lineal
irreversible, la idea oriental del tiempo circular, del eterno retorno. Baudelaire,
romántico francés, denunciaba el progreso como “ese faro oscuro, invento del
filosofismo actual”. Aconsejaba apagarlo.

Siguiendo a Sebreli, vemos que en las primeras décadas del siglo XX el progreso es
atacado desde las corrientes de pensamiento más diversas y aún opuestas entre sí.
Se elaboran diferentes teorías negadoras del progreso, como las filosofías cíclicas de
la historia de Spengler y Toynbee, el existencialismo cristiano de N. Berdiaeff, Gabriel
Marcel y Miguel de Unamuno.

En Inglaterra, el país que fue la meca misma del progreso en el siglo XIX, en la
segunda posguerra del XX, Toynbee en su Estudio de la historia, afirmaba que
bastaba detectar la aparición de un momento de avance tecnológico para estar
seguros de que, al mismo tiempo, se estaba dando una decadencia desde el punto de
vista moral. Aún un ferviente creyente en la ciencia y progresista político como
Bertrand Russell sostenía que la ciencia se limita a registrar los cambios pero no
puede extraer conclusiones de carácter histórico general, por lo que el concepto de
progreso será siempre arbitrario, subjetivo y tendrá una importancia meramente
propagandística. En la Enciclopedia de Ciencias Sociales, editada en los Estados
Unidos antes de la segunda guerra mundial, Ogburn propone reemplazar el concepto
de desarrollo social por el de cambio social, pero advierte que la ciencia no puede
definir la dirección de ese cambio.

El progreso en el conocimiento científico es rechazado por algunos epistemólogos de


avanzada. Gastón Bachelard habla de ruptura epistemológica, la marcha del
conocimiento científico no es continua y por acumulación, sino discontinua y por
saltos. En La estructura de las revoluciones científicas, 1962, Thomas Kuhn también
sostiene la discontinuidad del conocimiento, cada tanto se produce una crisis en la
ciencia y la comunidad científica adopta un nuevo paradigma que es incomparable con
el anterior. Los paradigmas no pueden discutirse entre sí porque hablan lenguajes
diferentes sobre mundos distintos.

También desde la perspectiva de la izquierda se rechaza el progreso. El sindicalista y


socialista francés George Sorel escribía en 1908 Las ilusiones del progreso, desde
donde hacía un llamado al proletariado para que rechazara las ideas del iluminismo y
los últimos resabios del siglo XVIII, y aunque admitía el progreso en la técnica,
consideraba que desde el punto de vista humano y moral, era una ilusión.
Preanunciaba algunas de las tendencias predominantes en las izquierdas cincuenta
años después: el desprecio por la razón y por la democracia, la exaltación del
activismo puro y la violencia, la sustitución del razonamiento por la emoción, la
entronización del mito como movilizador de masas. Fue el primero en asociar a
Nietzsche con Marx, como lo hicieron los intelectuales de la década del 60
posteriormente.
166

Sebreli asegura que será Lévi-Strauss, el pensador más influyente de la segunda


mitad del siglo XX, quien sistematizará los ataques al progreso dándoles un carácter
supuestamente científico. Para él no tiene ningún sentido que cada generación de
hombres prepare con su acción, su trabajo y su lucha las condiciones en que deberán
moverse las generaciones posteriores. Por el contrario, cada nueva generación debe
partir de cero. Contra la evolución, opone el cambio por saltos discontinuos. Sus
críticas se dirigen al evolucionismo lineal, armónico, sin saltos ni rupturas típicas del
siglo XIX, pero desconoce -según Sebreli-, la concepción dialéctica que combina
continuidad y discontinuidad, cambios cuantitativos y cualitativos, evolución y
revolución. La idea de progreso es, para Lévi-Strauss, algo raro, se reduce a un
restringido ámbito espacial y temporal, la Europa de los siglos XVIII y XIX, y resulta
improcedente, por lo tanto, querer aplicarlo a otras sociedades y a otras épocas. Para
él no existen valores universales que establecen jerarquías entre los distintos grados
de desarrollo, ni hay influencia profunda entre pueblos atrasados y avanzados, sino
que se trata de una cuestión de elección y de vocación. Las sociedades que él llama
“calientes”, quieren cambiar; otras, las “frías”, prefieren mantenerse como están, y no
hay por qué preferir una a la otra. A los pueblos primitivos no puede imponérseles
exteriormente la idea de progreso, valor que pertenece a sociedades distintas, ni
tampoco juzgarlos desde otra perspectiva.

También Michel Foucault, posestructuralista, en Las palabras y las cosas, transforma


la historia en una serie de capas sucesivas que componen el suelo de la cultura, cada
una de las cuales constituye un sistema de pensamiento, el episteme, que existe
durante un tiempo y desaparece sin saber por qué ni cómo, para dejar paso a otro. No
existe un progreso, ni siquiera una continuidad del saber, la ciencia actual no hereda
nada del pasado, cada cultura parte de cero. Uno de esos cortes culturales se
produce, según Foucault, a mediados del siglo XVIII, cuando se inaugura la época
clásica, otro a principios del siglo XIX, cuando comienza nuestra modernidad, sin que
haya entre ambos períodos ninguna continuidad, ni transición, ni influencia.

Sebreli se pregunta si se puede seguir hoy hablando de progreso. Y se responde con


la imposibilidad de negar la existencia del progreso técnico, que ha transformado a la
misma naturaleza y con la invención de la máquina, permitió que el trabajo se realizara
sin grandes esfuerzos físicos. El desarrollo de la técnica es una condición
indispensable para la liberación del hombre, aunque no suficiente; hace falta, además,
una transformación social que exige una nueva organización política.

Para este autor, la verificación histórica del progreso gradual está dada por los
fracasos sucesivos de las rebeliones de esclavos de la antigüedad, las rebeliones de
los siervos en la Edad Media, las revoluciones campesinas en los siglos XV y XVI, las
revoluciones proletarias de los siglos XIX y XX. La igualdad que todas ellas se
proponían era utópica en las situaciones históricas en que se dieron. Sólo el avance
tecnológico de la segunda mitad del siglo XX, según él, permite que sea una
posibilidad real. El atraso de la conciencia política con respecto a las condiciones
técnicas ha impedido, hasta ahora, la primera revolución con posibilidades de éxito
para terminar con la explotación del hombre por el hombre. Utilizando la tecnología
más racionalmente y puesta al servicio del hombre y no del lucro. La informática, por
su parte, es un medio fundamental para la organización racional de la sociedad. El
progreso material es condición del progreso espiritual; ambos no se oponen, sino que
interactúan, se interrelacionan, son inseparables. El mejoramiento material de la vida
humana, el aumento del promedio de vida, el desarrollo de la salud, la disminución del
esfuerzo físico en el trabajo, la elevación relativa del nivel social de las masas,
constituyen condiciones indispensables para el enriquecimiento moral. Si para las
sociedades primitivas el progreso material significaba la supervivencia, en las
sociedades avanzadas ya no se trata sólo de vivir sino de vivir mejor.

Aunque siguen haciéndose guerras y violaciones a los derechos humanos, sin


embargo hoy se tiene conciencia del mal, que implica transgredir las normas.
167

Es una condición ineludible del progreso el ir avanzando por etapas sucesivas y


escalonadas, obteniendo en cada una de ellas sólo logros parciales porque la realidad
es inagotable para el conocimiento y la acción humana. Sólo puede ser captada y
realizada en cada época de su desenvolvimiento, un aspecto relativo. Entre los
principales obstáculos con que deben enfrentarse los cambios, Sebreli señala los
creados por quienes viven aún en el nivel anterior y se oponen a los avances por
considerarlos peligrosos. Por eso el progreso se detiene, se retarda, se pospone o se
acelera. Lo que es progreso para un sector social en ascenso, es decadencia para
otro sector social en descenso. Tanto Hegel como Marx admitieron el carácter
contradictorio del progreso; cada nuevo avance debe pagarse al precio de una
renuncia.

Sebreli sostiene que no hay un porvenir promisorio ni catastrófico en sí, el porvenir es


incierto, y la única actitud que cabe frente a él no es el optimismo ni el pesimismo sino
la incertidumbre. Pero si uno elige como actitud moral el optimismo, es decir, si tiene
fe en el progreso, contribuirá en alguna medida al mismo. Se cumple aquí lo que en
sociología se llama la hipótesis autopredictiva, la predicción ayuda a la realización de
la misma. Las convicciones, por ejemplo, también son fuerzas que mueven la historia.
El iluminismo del siglo XVIII contribuyó con su prédica en las sociedades donde
influyó, al triunfo de la democracia política, al desarrollo de la ciencia y la técnica, al
respeto de los derechos individuales y la libertad de expresión. El irracionalismo de los
pensadores alemanes, desde los románticos hasta los existencialistas, con sus
visiones apocalípticas, por el contrario, contribuyó al advenimiento del nazismo. El
progreso es, pues, una decisión ética, un juicio de valor. Es preferible que el mundo
sea un cosmos y no un caos, es preferible que se avance de lo peor a lo mejor. Pero
también tiene una fundamentación ontológica. Los hombres actúan siempre hacia
delante, para escapar a una situación presente que los oprime. La idea de progreso es
una combinación de pesimismo – las cosas están mal – y de optimismo, - las cosas
pueden mejorar -; pesimista con respecto al presente, a la realidad dada; optimista
sólo referido al porvenir, a las posibilidades futuras. La realidad humana es
trascendencia y es por eso que la idea de progreso es una característica ontológica.

Discusión modernidad vs. postmodernidad


Aunque todo cambia permanentemente, como sostenía Heráclito en la Grecia antigua,
pero lo esencial es inmutable, según Parménides, calibrar qué son y qué significan los
cambios es un problema para analizar.

Hemos visto antes, que el cambio es el denominador común de los últimos tiempos y
en todos los órdenes, cambios rápidos y significativos que han transformado la vida de
gran parte de la humanidad, y que se dan interrelacionados entre sí. Para encontrar
una forma de comprenderlos como procesos, consideraremos (con Guillermo Obiols)
la transición, el corte o el enfrentamiento modernidad / postmodernidad, que atraviesa
las disciplinas científicas, las expresiones estéticas, el mundo de los valores, la
política, la economía, la educación y la vida cotidiana.

Analizaremos sucintamente las ideas de la modernidad en los siglos XVII y XVIII y el


replanteo y las críticas de estas ideas en el siglo XIX. Estudiaremos el
desenvolvimiento de las sociedades y la crisis de la modernidad y las ideas de la
cultura postmoderna, valorando lo expuesto críticamente.

Las ideas de la modernidad en los siglos XVII y XVIII:

La modernidad se gestó en las ciudades comerciales de la Baja Edad Media, donde se


dio el florecimiento del comercio con el desarrollo del capitalismo, en el siglo XVI, con
168

la disolución del mundo feudal y el cambio de vida rural a urbano. El proceso de


transformación del campesinado, comienza a fines del siglo XV y finaliza, en el caso
inglés, para el siglo XVIII. Surgió una nueva clase social, la burguesía, de los dueños
de talleres y las herramientas, que contratan obreros. Es la etapa manufacturera
ligada a la aparición de un mercado interno nacional, según K. Marx en “El Capital”. El
feudalismo era un sistema de producción para el uso, no para el mercado. El
capitalismo es un sistema de producción para el mercado; obliga a perfeccionamientos
técnicos, a cambios tecnológicos constantes.

Durante los siglos XV y XVI, se ensancha el mundo; Europa llega a América.


Comienza el cambio de visión que los europeos tenían del mundo. Con los grandes
viajes, de descubrimiento y conquista, penetran en lo desconocido y abren nuevas
posibilidades al comercio; se desarrolla un incipiente mercado mundial potenciado por
la plata americana. Al mismo tiempo, se origina el Renacimiento artístico y el impulso
de viajar y conocer el mundo, adquirir riquezas y desarrollar el conocimiento científico.

Durante el siglo XVI, políticamente, se produce la consolidación de los Estados


nacionales, necesarios para encarar los gastos de las empresas de la modernidad. La
autoridad de los reyes, apoyados por la burguesía, se impone sobre los señores
feudales y también se enfrenta al poder del papado.

En materia religiosa, la Reforma protestante, con Calvino y Lutero, defiende la libre


interpretación de la Biblia, respaldando así al desarrollo del individuo. Lutero, sostenía
la idea de la religión por la fe y una actitud pasiva de obediencia al soberano. Calvino,
en cambio, proponía una ética de la acción; la idea del hombre laborioso y ahorrativo.
Así, la ganancia y el éxito eran signos de predestinación. Estos elementos fueron parte
de la nueva moral de la economía, el preanuncio del surgimiento del capitalismo.

La religión se recluye en la conciencia individual y se retira de los asuntos públicos. Se


cuestiona la dignidad de la pobreza y se exalta el valor del trabajo. Por consiguiente,
se propende el desarrollo del capitalismo.

La Contra Reforma produce fenómenos de intolerancia, las guerras de religión y la


ruptura política y religiosa de Europa occidental.

Desde el punto de vista científico, Copérnico propone el sistema astronómico


heliocéntrico, que reemplaza la concepción tradicional de la Tierra como centro del
universo. A principio del siglo XVII, Galileo Galilei, descubre las leyes de la caída de
los cuerpos y de los planetas. A fines del siglo, Newton, la teoría de la gravitación
universal, paradigma de la física moderna.

Todos estos cambios provocan la crisis de la concepción medieval del mundo,


teocéntrica, centrada en Dios; que veía al hombre como criatura trascendente cuyo
destino es la salvación de su alma. Por el contrario, la concepción de la modernidad es
antropocéntrica, más profana, menos religiosa. Sostiene que la auténtica vida es
terrenal y el cuerpo humano recupera su lugar al lado del alma. Se cuestionan las
grandes autoridades medievales: la Biblia, la Iglesia, Aristóteles. Con el desarrollo
científico se le da mayor importancia a la observación y experimentación que a
cualquier autoridad.

Con R. Descartes (1641), comienza la filosofía moderna. La duda metódica, sobre


todo lo enseñado anteriormente: principios aristotélicos, valores tradicionales. La duda
metódica es el sentimiento de la época frente a las transformaciones ocurridas. Se
trata de refundar el edificio del saber. Hegel considera por esto a Descartes un “héroe”
de la filosofía. El método es el de la duda. En tanto duda piensa y si piensa, existe. La
primera verdad, la primera certeza es: “Pienso, luego existo”; la existencia del yo que
piensa. De ella derivan la existencia de Dios y del mundo.
169

La preocupación por el método como camino para descubrir nuevas verdades, como
conjunto de procedimientos sencillos que cualquier persona puede aplicar, implica la
democratización del saber.

Con Descartes se le da un papel fundamental al sujeto pensante; su preeminencia es


el signo fundamental de casi toda la modernidad.

Dentro de la filosofía moderna encontramos el racionalismo, en Francia y en Europa


continental y el empirismo, en Inglaterra, con representantes como D. Hume (quien en
el año 1750, aconsejaba destruir libros de teología y metafísica); F. Bacon, J. Locke,
G. Berkeley. Concebían el conocimiento fundado en y por la experiencia, valorando la
información sensorial.; no hay ideas innatas para ellos. La conciencia es una tabla
rasa, un papel en blanco en donde escribe la experiencia.

Durante el siglo XVIII, se desarrolla el iluminismo, la filosofía de la Ilustración. Ella se


nutre de la tradición racionalista francesa, del empirismo británico y del desarrollo de
las ciencias. Defiende la razón apoyada en la experiencia; va de lo singular a lo
universal, de los hechos a los principios. Y toma a la ciencia natural como modelo de
todo conocimiento.

El marco en que se forman las ideas iluministas fue en lo:

* Económico: el desarrollo del capitalismo, con la revolución industrial, iniciada en


Inglaterra a mediados del siglo XVIII.
* Social: el auge de la burguesía (clase capitalista dedicada al comercio y a las
finanzas).
* Político: las revoluciones inglesa, norteamericana y francesa. En ellas ejercen
influencia decisiva estas ideas iluministas, al igual que en la sociedad en general. La
revolución francesa de 1789, representa las aspiraciones de la nueva burguesía en
ascenso; es el momento político del proceso de consolidación del sistema capitalista
moderno.

Con la publicación, en 1751, de la “Enciclopedia o diccionario razonado de las


ciencias, de las artes y de los oficios” de Diderot y D’Alembert, se trató de reunir y
sistematizar todos los conocimientos, para difundirlos a contemporáneos y a la
posteridad. Sostienen la idea que el conocimiento es útil, debe divulgarse y es
liberador. Destacan el papel privilegiado de la educación, a través de la escuela y los
libros. Consideran que a mayor instrucción corresponde mayor virtud y felicidad. Por
medio de la educación y el desarrollo de las ciencias, piensan que la humanidad
puede lograr un futuro mejor, progresando material y espiritualmente.

Estas ideas iluministas creían posible lograr, en el futuro, una humanidad libre de los
condicionamientos de la naturaleza. Veían al progreso como posibilidad de la
humanidad, no como marcha inexorable hacia algo mejor.

El iluminismo tiene una vocación universalista, sostiene ideales de tipo universal.


Según ellos, el ciudadano rechazará prejuicios de raza, nacionalidad, religión, y se
identificará con otro ciudadano del mundo.

En materia religiosa, los iluministas son librepensadores, cultivando una religión


natural o deísmo. En el fondo de las distintas religiones históricas sostienen que existe
una religiosidad racional común que las religiones históricas deforman, llevando a la
superstición y al fanatismo. Para ellos, Dios es el “ser supremo”, el gran arquitecto, la
explicación causal última del universo.
170

Sintetizando el significado del Iluminismo, podemos señalar que se identifica con la


razón y con la ciencia. Según Jürgen Habermas (filósofo alemán de la escuela de
Frankfurt), el proyecto de modernidad en el siglo XVIII, se basaba en el desarrollo de:
la ciencia objetiva, la moral universal, la ley y el arte autónomos y regulados por
lógicas propias. Deseaba emplear esta acumulación de cultura especializada en el
enriquecimiento de la vida diaria, organizando racionalmente lo cotidiano de la vida
social.

La modernidad se caracteriza por el “primado del conocimiento científico” (C.A. Viano).

En América, las revoluciones independentistas de fines del siglo XVIII y principios del
XIX, expresan el clima de ideas de la modernidad. Como sostiene Juan José Sebreli
en su obra El asedio a la Modernidad, la independencia americana y las primeras
organizaciones políticas fueron una conjunción de ideas francesas, instituciones
norteamericanas y economía inglesa. Los americanos de la primera década de vida
independiente trataron de recuperar el patrimonio de la ilustración y el Iluminismo y
vivir retrospectivamente un siglo XVIII que les había sido escamoteado por la España
contrarreformista.

El universalismo de los americanos, según Sebreli, que en esa época adoptaban las
formas del europeísmo, enraiza en la tradición de los intelectuales progresistas del
siglo XIX de todos los países atrasados del mundo, para quienes la influencia europea
era el anhelo paradójicamente patriótico, de ponerse a la altura de los países más
avanzados de su tiempo.

A fin de efectuar las críticas y replanteos de las ideas de la modernidad, recordamos


que el proceso de la revolución Industrial 2 en toda Europa, fue acompañado de:

* Aumento de la población,
* Aplicación de la ciencia a la industria,
* Empleo del capital en forma extensa e intensa,
* Surgimiento de nuevas clases sociales: burguesía y proletariado o clase obrera,
* Transformación de comunidades rurales en urbanas.

En lo económico-social:

- Se consolidó el desarrollo industrial iniciado a partir de 1750, con el uso del carbón y
la aplicación a gran escala de la máquina a vapor a las comunicaciones (transporte)
y a la producción (maquinarias).
- Con la revolución industrial se produjeron cambios: tecnológicos (invenciones) y
económicos, en el volumen y distribución de la riqueza, orientada a la industria, en
países como los Estados Unidos, Alemania, Canadá y otros. Y surgió un nuevo
sector social: el proletariado o clase obrera, con trabajo en las minas de carbón y en
las fábricas. Este sector libra luchas sociales, que más tarde se transformarán en
luchas políticas.
- También se produjo el ascenso constante, en toda Europa, de la burguesía,
poseedora del capital que invierte en forma productiva; clase heterogénea que teje
alianzas alternativas con la nobleza y / o el proletariado, oponiéndose a los dos.
- Aparecen los bancos para otorgar créditos a los industriales, facilitando la
movilización del capital a corto plazo.
- El capitalismo alcanzó su mayor desarrollo después de 1850, con la aparición del
beneficio como objetivo final.

2
La Revolución Industrial fue una revolución productiva generadora de transformaciones económicas, sociales y políticas, a
partir del siglo XVIII.
171

En lo político:

- Entre 1800 y 1850, se oscila entre la revolución y la restauración, que reacciona


contra el iluminismo; entre las repúblicas o monarquías constitucionales y las
monarquías o imperios absolutistas.
- Surge el nacionalismo. A partir de la revolución francesa, se concibe a la nación
como “una ley común y una representación común” (Sieyés)
- A partir de 1850, predomina el despliegue del capitalismo en el mundo.

En cuanto a la concepción de la historia, J. Herder es el filósofo alemán que sostiene


la concepción providencialista de la historia, en su obra “Filosofía de la historia para la
educación de la humanidad”. Sus ideas se desarrollarán en el romanticismo alemán
del siglo XIX, opuesto al iluminismo del siglo XVIII.

La concepción providencialista de la historia sostiene que cada pueblo debe


desarrollar sus propias instituciones y que cada época constituye una plenitud en sí y
no hay progreso en la historia.

En el romanticismo (alemán) del siglo XIX, descubrimos:

- ideales contrarios a los del iluminismo del siglo anterior.


- Una mayor inclinación por la emoción, la fuerza, la sensibilidad, lo instintivo, lo
exótico, lo misterioso.
- Se privilegia la aventura a la tranquilidad y seguridad.
- Se aprecian las pasiones fuertes y destructoras.
- Lo estético es más valorado que lo utilitario.
- Se idealizan labores campesinas.
- Se condena el industrialismo, asociado con la fealdad.
- La personalidad debe liberarse de la moralidad y los convencionalismos sociales al
servicio del orden.
- Se da culto al héroe, al hombre que vive intensa y arriesgadamente.
- Políticamente es antiuniversalista y nacionalista. La nación es un organismo que
posee un espíritu que la anima. Los individuos son sus miembros. Separados de
ella, no es nada, pierden sus raíces (metáfora naturalista empleada por los
románticos).

Es antiliberal. El liberalismo considera a la sociedad como la suma de los individuos;


defiende los derechos individuales.

- Por sus concepciones, es un movimiento literario más que filosófico, con sus
grandes poetas como Byron (inglés) y Leopardi (italiano).

Las críticas más corrosivas a la modernidad, las realiza el filósofo Federico Nietzsche,
en la segunda mitad del siglo XIX. Para él, la filosofía occidental - filosofía del ser, que
busca un fundamento absoluto; del concepto, que ignora la vida y la voluntad de vivir;
de la razón, que se opone al testimonio de los sentidos -, se ha olvidado del devenir.

Critica también Nietzsche a la moral, como antinatural, por oponerse a la vida; por
condenar los instintos, por evadirse del mundo real. Dice que la moral tradicional es
una moral de esclavos, que facilita el ascenso de los valores de los débiles, porque
exalta el dolor, la pequeñez, la humildad, la amabilidad, bondad, objetividad, el amor al
prójimo. Todos valores sostenidos por el liberalismo, la democracia, la revolución
francesa y los movimientos sociales del siglo XIX. Según él, es una moral de esclavos
porque niega una moral de señores, que aprecia la vida, el poder, la grandeza, el
placer, la virilidad. Para él, vivir es arriesgar la vida, vivir peligrosamente.
172

La religión también se ve sometida a la crítica de Nietzsche, quien sostiene que la


religión nace del miedo. Para que el hombre viva Dios ha de morir; “Dios ha muerto”
como fruto de la modernidad.

A través de las experiencias del:

- Antropocentrismo del Renacimiento,


- Racionalismo, desde Descartes,
- Poder del pueblo, con la Ilustración,
- Auge de la ciencia, con el positivismo, no hay lugar para Dios en la cultura moderna;
ésta se ha secularizado.

La “muerte de Dios” provoca el nihilismo del hombre moderno, con su falta de metas,
pérdida de la seguridad, falta de respuestas a los por qué (que hasta entonces se
habían respondido desde Dios). El hombre moderno se haya perdido, sin fundamento
sólido. Esta experiencia de vida se acentuará en el siglo XX, con las dos grandes
guerras mundiales y todos sus horrores.

Pero, en el siglo XIX no es todo romanticismo. También hallamos la continuación


crítica del racionalismo, del empirismo, hasta el iluminismo y Kant. Tres pensadores
expresan esta crítica: A. Comte (1798-1857); F. Hegel (1770-1831); K. Marx ((1818-
1883)

Augusto Comte, funda el positivismo en la primera mitad del siglo. Positivo significa lo
real (lo dado en la experiencia), lo útil (concepción instrumentalista del conocimiento:
para lograr algo), lo preciso, constructivo, organizador, relativo (cambiante), el
conocimiento de fenómenos y no de esencias. El positivismo cree en el progreso.

Este pensador desarrolla, en el ámbito de la filosofía de la historia, la Ley de los tres


estados:

1. estado teológico: se explican los fenómenos por medio de seres sobrenaturales; a


través de distintas fases: fetichismo, en la que se adoran seres mitológicos; el
politeísmo y el monoteísmo. Es un estado transitorio, que se corresponde con el
poder espiritual, teocrático y el temporal, monárquico; unidos ambos en un estado
de tipo militar.
2. estado metafísico: arranca con el monoteísmo, despersonalizando la fuerza divina.
Explica la causa de los fenómenos mediante ideas abstractas y principios
racionales; es crítico y, como el anterior, transitorio.
3. estado positivo: la especulación metafísica es sustituida por la investigación de los
fenómenos, limitada a la búsqueda de sus relaciones Es el estado científico y
definitivo. El poder temporal es ejercido por los industriales y el poder espiritual, por
los sabios y científicos. (La reivindicación de los industriales es de origen saint-
simoniano y expresa el carácter burgués y la aguda percepción de Comte de la
importancia de este nuevo sector social que se desarrolla con la revolución
industrial).

Cada estado, para Comte, es una superación del anterior, y tiene dos dimensiones:
social e individual, que se corresponden. El hombre, en su desarrollo, cuando es niño
es un teólogo; adolescente, un metafísico; adulto, ya tiene una mentalidad positiva.

La ciencia positiva es de carácter instrumental: sirve a la técnica y a la industria. Se


apoya en una metodología general de tipo inductivista, mediante la cual se llega a
establecer leyes que describen regularidades observables en los fenómenos. Los
hechos singulares no se explican, no hay conocimiento a priori; los hechos son
conocidos por la observación y la experimentación. El método científico parte de lo
particular para llegar a lo general.
173

Las ciencias se ordenan en una jerarquía. En la base, la ciencia más general y menos
compleja, la matemática, seguida por la astronomía, física, química. La más compleja
y menos general es la sociología –según Comte -, concebida como ciencia natural,
como física social. Su objeto es establecer leyes que rigen el desarrollo social como el
de un organismo vivo. (Esta concepción de la ciencia social como desarrollo de las
ciencias naturales es típica del positivismo). Comte sostiene que cuando la sociología
ingrese al tercer estado, la humanidad ingresará en él. Distingue, en la sociología, la
estática y la dinámica social. La primera, estudia al individuo, la familia y la sociedad
desde la perspectiva del orden, de la estructura, la estabilidad. La dinámica social
estudia el progreso, el cambio, el pasaje de un estado a otro.

Jorge G. F. Hegel, en su obra “Filosofía de la historia”, trata de demostrar que el


mundo de la voluntad no está sometido al azar; que lo que sucede en la historia tiene
carácter racional y que hay un espíritu que se está desenvolviendo en la historia.

La 1ª categoría que surge en la historia es la variación incesante: en la historia todo


pasa, nada permanece.

La 2ª categoría que le sucede es el rejuvenecimiento: de la muerte surge una nueva


vida que encarna otro momento en el desarrollo del espíritu, que se sublima. Cada
pueblo encarna un momento en el desarrollo del espíritu. Ningún individuo puede
saltar por encima del espíritu de su pueblo. Los grandes hombres interpretan el
espíritu del pueblo. Por ejemplo, Napoleón. Creyendo perseguir sus propios fines, su
gloria, cumplen con el papel asignado por la historia. Esta argucia de la razón
superpone el fin de la historia con el fin subjetivo.

Hegel ve en el desarrollo histórico una marcha (progreso) hacia mayores grados de


libertad. En los imperios orientales, uno solo (el emperador) es libre; en la polis griega
y en la república romana, muchos (ciudadanos) son libres; en el cristianismo hay
igualdad de los hombres ante Dios. Con la Reforma protestante los pueblos
germánicos encarnan el mayor grado de libertad alcanzado (por la libre interpretación).
Hegel considera que América es el continente del porvenir.

Karl Marx, construye su filosofía sobre la base de las doctrinas de la filosofía clásica
alemana (Hegel, Feuerbach (filósofo de la izquierda hegeliana que sostiene que no se
puede volver al pasado en sentido material); de la economía política inglesa, con la
teoría del trabajo como base del valor, enunciada por Adam Smith y David Ricardo y
del socialismo utópico (expresión voluntarista) de Babeuf, Saint-Simon, de la Comuna
de París (1871) (insurrección obrera y popular en Francia), que propugnaba la vuelta
hacia un pasado simple.

El socialismo científico sostiene un avance hacia un mayor grado de complejidad y


desarrollo social, posibilitado por el capitalismo. El modo de producción capitalista
lleva a una concentración de la burguesía, con cada vez menos burgueses, cada vez
más ricos; a la proletarización de la inmensa mayoría de la sociedad; a la socialización
cada vez mayor de la producción en grandes establecimientos industriales; a la crisis
de superproducción con inevitables recesiones. De las condiciones en que se
desenvuelve el modo de producción capitalista, surge la necesidad de un nuevo modo
de producción, el socialismo. En él – según Marx – existirá la propiedad colectiva de
los medios de producción; desaparecerá la burguesía como clase social; por la
revolución social, el proletariado puede y debe acelerar el proceso de surgimiento de
la nueva sociedad.

Las ideas de Marx inspiraron, en su mayor parte, los procesos revolucionarios del siglo
XX.

Hegel, con su tesis del desarrollo del espíritu, Marx, con la de la lucha de clases y
Comte, con la del pasaje de la ignorancia al conocimiento, expresan, cada uno a su
174

manera, un pensamiento que cree ver en el desarrollo histórico de la humanidad, una


cierta lógica y confían en que la humanidad puede progresar. Confían en el progreso;
para Hegel, se alcanzaría el reino de la libertad bajo la monarquía constitucional. Para
Comte, en el estado científico positivo y para Marx, con la sociedad socialista producto
de la lucha de clases. Los tres tienden a pensar en términos de la humanidad en su
conjunto y, aunque a ellos les interesa el desarrollo del individuo y su libertad,
encuentran las posibilidades de realización del mismo inscribiéndolo en proyectos
colectivos. Los tres cuestionan las ideas iluministas y la revolución francesa, tratando
de corregir, mejorar y superar estas ideas. Por ello, expresan la modernidad en el siglo
XIX y ejercen gran influencia en el siglo XX.

Desde Descartes hasta Marx, las ideas de la modernidad, la lucha política y el


desarrollo científico tecnológico, están interactuando entre sí. Modelaron el mundo
actual, sus instituciones, prácticas sociales, valores, creencias, actitudes.
Proclamando la necesidad de liberar al mundo de las barreras impuestas por los odios
e intolerancias, mediante el ejercicio del raciocinio y la democracia, en donde la
ciencia y el progreso conduzcan a la humanidad a la felicidad.

La pregunta es: ¿se realizaron estos grandes ideales universalistas de la modernidad?

Sociedades postindustriales y cultura postmoderna


La postmodernidad, para F. Lyotard, es la edad de la cultura que se corresponde con
el tipo de sociedad postindustrial. Para comprender esta cultura, realizaremos una
presentación suscita de las sociedades postindustriales, donde se gesta la cultura
postmoderna. Son también llamadas sociedades de capitalismo tardío o avanzado; de
la etapa del capitalismo multinacional (el capital se extiende a dominios antes no tan
mercantilizados, como la producción estética: vestimenta, arquitectura). Sociedades
de la era tecnotrónica, en los países capitalistas avanzados, desde fines de la
segunda guerra mundial (año 1950 en adelante). Estas sociedades presentan las
siguientes características:

* notable modificación en lo económico y en el desarrollo de las fuerzas productivas,


por la automatización y cibernética, que produce una enorme riqueza material. Se
fabrican pequeñas series de artículos, de gran variedad y duración más breve, que la
constante innovación tecnológica torna obsoletos rápidamente.
* Este desarrollo produce una profunda modificación en la estructura social: la
disminución de la cantidad de obreros agrícolas e industriales por el desarrollo de la
tecnificación; y el aumento de profesionales liberales, técnicos, científicos y
empleados del sector terciario.
* El sector terciario de producción de servicios, concentra la mayor parte de la
población económicamente activa.
* La industria automatizada necesita menos personal y más capacitado. El
conocimiento es la fuerza de producción fundamental. El éxito de los
emprendimientos económicos depende de la información y su adecuada circulación.
* Se producen modificaciones en la comercialización. Nuevas y sofisticadas formas de
marketing (técnicas de venta o distribución) a través de grandes supermercados
cuyas políticas de venta están basadas en el conocimiento de las necesidades y
deseos de los clientes, ofreciéndoles múltiples productos, con presentaciones
especiales. La presencia de los shoppings, gigantescos centros comerciales,
monumento al consumo, que reorganizan la vida de millones de personas. Según
Alan Durning, las marcas y cadenas de negocios son íconos de la cultura popular;
son las plazas de nuestra vida pública. Los shoppings se constituyen en el sitio por
donde circulan personas y mercancías .Su origen está en los Estados Unidos y se
extienden en Japón, Europa y aún en los países subdesarrollados.
175

* Las líneas de producción y comercialización requieren actualización e innovación


constantes; decisiones rápidas y descentralizadas.
* Los cambios económicos implicaron nuevas demandas al sistema educativo, a fin de
lograr la formación general del trabajador, que le permita adaptarse a nuevas
tecnologías y mayor calificación en las tareas de comercialización.
* Son excelentes los niveles educativos y de atención sanitaria.

En las sociedades postindustriales se gestó la cultura postmoderna, extendida a


todo el mundo a través de los medios de comunicación, aún a lugares no
industrializados.

La otra cara de este capitalismo tardío sería, según sus críticos, la ampliación de la
brecha que separa a ricos y pobres y la extensión de la marginalidad social, aún en las
propias sociedades capitalistas desarrolladas. Como ejemplo, los hispanos en los
Estados Unidos; los africanos y asiáticos en Europa occidental.

Las ideas de postmodernidad se corresponden con las sociedades postindustriales.


Si es cierto que asistimos al colapso de las filosofías de la modernidad, si se trata de
una crisis terminal, corresponde preguntarse qué alternativas se abren o cómo es el
mundo postmoderno.

Para Lyotard, la postmodernidad no sería un proyecto o un ideal más, sino lo que resta
de la crisis de los grandes relatos. De ahí la denominación de condición postmoderna:
un estado de cosas en el que vive el hombre contemporáneo de los países capitalistas
avanzados. Y esta postmodernidad tendría la fuerza de los hechos consumados. En
realidad, son diferentes cosmovisiones postmodernas, a veces contrapuestas entre sí.

MODERNIDAD POSTMODERNIDAD
(siglo XVIII, XIX y 1ª mitad del XX) (2ª mitad del siglo XX y comienzos del XXI)
- Sociedad industrial europea primero, y - Sociedad postindustrial de países
después, EEUU y Japón. desarrollados.
- Utopías: ideales universalistas - época del desencanto porque los ideales de
Grandes proyectos filosóficos hegemónicos la modernidad no se cumplieron. Fin de las
(iluminismo, positivismo, marxismo) utopías por las conmociones sociales y
fundados en la idea de progreso. . culturales. – ausencia de los grandes
- Expresiones políticas: conservadorismo proyectos.
democrático, liberalismo, socialismo - Según Lyotard, los grandes relatos han
populismo, comunismo. entrado en crisis en los últimos cincuenta
- Creencias: la ciencia avanza hacia la años del siglo XX por las guerras mundiales,
verdad. El arte como forma de vida. Ética los campos de concentración, los
universalizada en normas racionales. Un totalitarismos, la brecha creciente entre ricos
mañana mejor. y pobres, crisis del marxismo.
- Lyotard denomina “grandes relatos” a los - No todo lo real es racional. – Muerte de las
proyectos o utopías que legitimaban las ideologías en la opinión pública de los
instituciones, prácticas sociales y políticas, países desarrollados. Sólo el lenguaje de la
legislaciones, ética, modos de pensar. En el política, con sus promesas, exhortaciones
siglo XIX y el XX, el pensamiento y la por un mundo mejor, seguiría siendo
acción están dominados por la idea de la moderno, aunque sectores políticos justifican
emancipación de la humanidad. una conducta pragmática.
- sujeto moderno: emancipación del individuo - Desvanecimiento de la antigua frontera entre
del sometimiento al medio familiar o social. la cultura de élite y la cultura comercial o de
Respeto por sus derechos Inscripto en los masas.
grandes proyectos colectivos. - individuo postmoderno: se acentúa el
- Palabras acuñadas alrededor del término individualismo hasta el nivel del egoísmo.
futuro: ideal, proyecto, progreso. Narcisismo.
- Ausencia de trascendencia por desacrali- - Expresiones vigentes: reciclaje, relax,
zación. Trascendencia laica: vida consagra- imagen, consumo, final de la historia
da a un ideal. . - Ausencia de trascendencia religiosa y laica.
- Exaltación del ahorro - La consigna es mantenerse joven. –
176

- Sujeto que hacía de la conciencia y del Exaltación del cuerpo.


cultivo esforzado de su persona su mayor - sociedad de consumo. Se estimula el crédito
orgullo. a través de tarjetas que facilitan el consumo.
- edad democrática autoritaria: sumergir al Soy lo que tengo.
individuo en reglas uniformes; ahogar las - Paso a nuevos valores que apuntan al libre
expresiones singulares en una ley despliegue de la personalidad íntima, la
homogénea y universal: voluntad general, legitimación del placer, el reconocimiento de
convenciones sociales, imperativo moral. las peticiones singulares, la modelación de
- imagen rigorista de la libertad. las instituciones en base a las aspiraciones
- educación autoritaria y mecánica. de los individuos.
- La noción de lo moderno se amplía con los - educación programada con opciones a “la
conceptos de: modernización carta”.
(descubrimientos de diferentes tipos); - segunda revolución individualista. Se
modernidad (experiencia histórica); acentúa el proceso de personalización.
modernismo (valores y visiones del mundo). Pluralidad de discursos.
- Los grandes cambios los produjeron las - globalización, con sus caracteres de
revoluciones: científica, francesa, industrial. revolución tecnológica, expansión
Y los factores del cambio fueron: la internacional del mercado capitalista y la
aparición de la ciencia, el desarrollo de uniformidad en los aspectos culturales.
Estados-nación centralizados, la
industrialización de la guerra y la expansión
del capitalismo industrial.
SOCIEDAD INDUSTRIAL SOCIEDAD POSTINDUSTRIAL
- Basada en la industrialización. Aplicación - Capitalismo tardío o avanzado transnacional.
de la ciencia a la industria. Empleo del Las bases del sistema productivo son la
capital en forma extensa e intensa con el información y el conocimiento.
objetivo final de obtener beneficio. - Producción automatizada y cibernética de
- Proceso de transformación de comunidades series pequeñas de artículos (variedad),
rurales en urbanas. Urbanización creciente fabricados para durar poco.
y acelerada. La mayor parte de la población La innovación tecnológica constante los
vive en centros urbanos, donde se crean torna obsoletos.
nuevas oportunidades de empleo. - Industria automatizada. Necesita menos
Surgimiento de nuevas clases sociales personal y más capacitado.
(burguesía y proletariado o clase obrera). - La mayor parte de la población activa se
- Acelerado crecimiento de la población, por encuentra en el sector terciario (servicios).
descenso de los índices de mortalidad, - Disminuyen los empleos que producen
debido a mejoras en la alimentación, bienes materiales (en fábricas y talleres).
desarrollo de la medicina y salubridad - La información coordinada sistemática es el
pública y privada. Mejoramiento del nivel de principal recurso estratégico de la sociedad
vida, - Comercialización en grandes supermer-
- Acumulación de riqueza; inversiones cados y shoppings, según conocimiento y
productivas. satisfacción de necesidades y deseos de los
- Desarrollo sobre base del modelo taylorista clientes.
de producción en grandes series, línea de - Apoteosis de la sociedad de consumo.
montaje, con gran cantidad de artículos, - Envejecimiento de la población.
pocos modelos y para “durar toda la vida”. - Carácter multinacional de la cultura.
- El sector secundario es mayoritario en la - Papel protagónico de las nuevas tecnologías
población en edad activa (ocupados en de la información y la comunicación.
fábricas). - pérdida de empleos. Aumento del paro y
- Comercialización de productos poco movimientos sociales de protesta obrera.
variados en forma masiva.

Globalización
Hemos visto que en las sociedades humanas siempre podemos determinar procesos
de cambios y que en la actualidad el cambio social es rápido, profundo y global. Es
decir, ocurre simultáneamente en distintas partes del mundo o influye en el futuro del
conjunto del planeta. A este tipo de cambio se lo ha denominado globalización. Es el
nuevo objeto de la sociología, según lo señala Renato Ortiz. Por los cambios
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económicos, tecnológicos y culturales, el espacio se alteró radicalmente. Se ha


mundializado la cultura, se han globalizado las sociedades.

¿Cómo comprender esta globalización?:

1) Cuando hablamos de relaciones internacionales, presuponemos la existencia de


naciones autónomas que interactúan entre sí. El mundo está formado por un conjunto
de civilizaciones interactuantes. La civilización occidental tiene un papel destacado al
imponer sus patrones de dominación junto a otros núcleos civilizatorios. Se da una
clara diferencia entre “el centro y la periferia”. Esta argumentación preserva la
independencia de las culturas. Cada una gira en torno a su propio eje, difundiendo sus
rasgos hacia fuera de su territorio original.

2) Como sociedad global, como una totalidad que penetra y atraviesa las distintas
formaciones sociales existentes. Una megasociedad, un conjunto articulado de
relaciones sociales planetarias. Las relaciones sociales dejan de ser vistas como
“inter” para constituirse como “intra” estructurales al movimiento de globalización. Se
produce una cierta dilución de las fronteras que hace que las especificidades
nacionales y culturales, sean atravesadas por la modernidad-mundo: una realidad
mundializada – según Ortiz – de aeropuertos, shoppings, publicidad global, etc., sitios
que revelan la desterritorialización del espacio.

3) La cultura mundializada no está fuera de nuestras sociedades nacionales. Forma


parte de nuestra vida cotidiana, de nuestros hábitos. No es una ideología impuesta de
forma exógena. Las dificultades para pensarla derivan de la tradición de las ciencias
sociales, que tienen la visión de la sociedad como sociedades nacionales. La cultura
mundializada rompe las fronteras del estado-nación. Para comprenderla, es necesario
reactualizar el pensamiento (dice Ortiz). Son necesarios nuevos conceptos
sociológicos que ayudan a comprender la dinámica de las sociedades actuales. Un
objeto globalizado de estudio para aprehenderlo: la modernidad-mundo. Por las
transformaciones del inicio del siglo XXI, necesitamos un punto de vista
desterritorializado para comprender un mundo desterritorializado; un punto de vista
libre de las restricciones locales y nacionales.

El flujo de la modernidad-mundo se realiza a través de la diversidad, constituida por un


conjunto en el que todo se expresa en la individualidad de las partes. Diversidad y
semejanza caminan juntas. Hay un solo tipo de economía mundial –el capitalismo – y
de sistema técnico (fax, computadoras, energía nuclear, satélites) que producen la
globalización de la sociedad. Hay distintos universos culturales que señalan dos
niveles de mundialización de la cultura: 1) un tipo determinado de organización social
basado en la tecnología y la economía capitalista y 2) una cosmovisión que convive
con otras formas de comprensión (política y / o religiosa). La economía capitalista y la
tecnología son dimensiones de unicidad de la vida social. Vivimos en un espacio
transglósico: diferentes lenguas y culturas conviven, interactúan entre sí. La
mundialización de la cultura atraviesa las realidades de distintos países de manera
diferenciada; hay símbolos compartidos mundialmente: publicidad global, filmes,
programas de televisión, moda, comidas. Objetos-signos que dejan de ser vistos como
imposiciones exógenas y que pasan a ser elementos de una memoria colectiva
mundial.

Por la revolución tecnológica se han quebrado las fronteras; la técnica es la base


material de una cultura mundializada. La movilidad intraplanetaria transforma las
relaciones y las prácticas sociales: los satélites, fax, computadoras, multimedia, fibras
ópticas, infovías, alargan los límites geográficos y posibilitan la comunicación en una
“aldea global”. Esta desterritorialización de las culturas tiene la peculiaridad actual de
su expansión planetaria, la radicalización del desarraigo de las cosas y de los
hombres. Se produjeron cambios en las organizaciones empresariales, en los medios
de comunicación, en los lugares de trabajo, en los contactos individuales y sociales.
178

La distancia dejó de ser un obstáculo físico para el desplazamiento. La sensación de


“extrañamiento” que producía antes viajar al exterior, fue sustituida por la de
“familiaridad”(los mismos hoteles, desayunos, mercaderías, taxis, shoppings,
aeropuertos, nos hacen sentir “en casa”). Sin embargo, aún persisten dificultades
concretas de comunicación, como por ejemplo la incomprensión de la lengua.

Somos ciudadanos mundiales porque el mundo penetró en nuestra vida cotidiana. En


esto tienen un papel preponderante los medios de comunicación, que aproximan el
“afuera”; debilitan las fronteras entre las culturas populares y la realidad circundante
(la parte es atravesada por el todo) y son vistos como propulsores de la identidad
nacional y mundial (cultura internacional popular).

Pero, la globalización no es generalizable para el planeta como un todo. Subsisten


zonas contrastantes, desiguales con la lógica de la globalización. La quiebra de
fronteras significa, no su fin, sino el diseño de nuevos territorios y límites.

Espacio y tiempo, son categorías pertenecientes a un determinado tipo de civilización:


la capitalista occidental. Según Ortiz, es más correcto decir: el sustrato económico-
tecnológico del capitalismo flexible es la condición necesaria para la consolidación del
proceso de globalización.

Este autor, considera la globalización de las sociedades y la mundialización de la


cultura, como un proceso civilizatorio, instalado a nivel mundial, articulado en una
sociedad global, pero que no es totalizador, ya que existen límites estructurales
(económicos, políticos, culturales) a la expansión de la modernidad-mundo.

En este proceso civilizatorio hay que considerar el espacio como un conjunto de


planos atravesados por procesos sociales diferenciados (noción de líneas de fuerza).
Aceptar que lo “local” se sitúa dentro de los países; el estado-nación es una realidad
geopolítica. La mundialización atraviesa los planos nacionales y locales cruzando
historias diferenciadas; es una tendencia simultánea de conjunción (singularidad) y de
disyunción (diversidad) de espacios. Sincrónicamente, conjunción y disyunción, son
partes de un mismo fenómeno. La mundialización de la cultura y del espacio, debe ser
definida como transversalidad, como atravesamiento. Por consiguiente, no existe
oposición inmanente entre lo local, lo nacional y lo mundial. Cuando la cultura se
mundializa localizándose, expresándose en lugares (redes metropolitanas,
supermercados, internet, etc.), y confiere sentido al comportamiento de los individuos,
la oposición entre lo mundial/ nacional/ local es un falso problema.

Al fenómeno de la globalización, podemos analizarlo según varios aspectos que lo


caracterizan:

1) revolución tecnológica: formación de una sociedad informática por avances en las


tecnologías de la información y la comunicación. A través de Internet se producen
nuevas formas de interacción (chat, foros) en grupos virtuales.

La informática tiene variados usos en la vida social: comerciales, de estudio, servicios,


entretenimiento, correo, ampliación de posibilidades de circulación de los textos
(libros, diarios, revistas de todo el mundo son accesibles por este medio electrónico),
que funciona de manera desigual, como los intercambios mercantiles

La conciencia actual de que vivimos en “un mundo”, se debe en gran parte al alcance
internacional de los medios de comunicación. Los programas de televisión y las
películas se venden a grandes mercados internacionales y los ven cientos de millones
de personas simultáneamente. Todos estos procesos ponen de manifiesto la aparición
de un orden mundial de la información, de forma que ésta se produce, distribuye y
consume dentro de un sistema internacional. Como muchos otros aspectos de la
sociedad global -dice Giddens- el nuevo orden informativo se ha desarrollado de forma
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desigual y refleja la distancia que existe entre las sociedades desarrolladas y los
países del Tercer Mundo.

El flujo de noticias está dominado por un pequeño número de agencias de noticias que
proporcionan información puesta al día a periódicos y emisoras de radio y televisión de
todo el mundo. La información reunida por estas agencias, antes enviada por código
morse o línea telefónica, se manda hoy en día a través de redes informáticas y
satélites. A través de los medios de comunicación electrónicos, los productos
culturales occidentales se han difundido por todo el planeta. Se ha señalado que el
control de las noticias del mundo por parte de las principales agencias occidentales
supone un predominio del “punto de vista” del Primer Mundo en la información que se
transmite.

Los medios de comunicación, por medio de la informática, están influyendo en el


comportamiento también en otras áreas. Por ejemplo, están detrás de los profundos
cambios producidos en el sistema monetario mundial y en los mercados de valores. El
dinero es cada vez más electrónico y se almacena en los ordenadores de los bancos
del mundo; y su valor está determinado por las actividades de los operadores
bursátiles y de los mercados monetarios, que nacen de la unión entre la informática y
las comunicaciones por satélite. Cuatro son las tendencias tecnológicas que han
contribuido a esta evolución: 1) la mejora constante de las posibilidades que ofrecen
los ordenadores, junto con la reducción de costos; 2) la digitalización de los datos, que
posibilita la integración del ordenador con la tecnología de las telecomunicaciones; 3)
el desarrollo de las comunicaciones vía satélite y 4) la fibra óptica que permite que
muchos mensajes diferentes transiten por un mismo cable. Para muchos, Internet es
un ejemplo del nuevo orden mundial surgido a fines del siglo XX. Los usuarios de
Internet viven en el ciberespacio, que es el territorio formado por la red global de
ordenadores que compone Internet. Sin embargo, señala Giddens, las personas no
utilizan las videoconferencias si pueden reunirse con los demás de la forma habitual,
cara a cara. Y no parece probable que vayan a desaparecer los libros.

2) expansión del mercado capitalista: Se produce la apertura de fronteras


comerciales después del derrumbe del bloque comunista en el año 1989. Los
beneficiarios principales son las empresas transnacionales y los grupos económicos
más concentrados. Las raíces del proceso las hallamos en el extraordinario avance de
las tecnologías informáticas y las comunicaciones, que permitió a los directivos de
empresas multinacionales, controlar todas las etapas del proceso productivo, aunque
cada una esté localizada en lugares distantes uno de otro. La finalidad buscada era
reducir costos, aprovechando características particulares de los mercados laborales
de cada país.

Los bienes físicos no son más el centro del intercambio mundial. Los bienes
intangibles, especialmente el intercambio de información, cumplen una función crucial
en el nuevo escenario global.

Los más afectados, son los sectores asalariados y populares, con el crecimiento de la
desocupación por la flexibilización laboral implementada con la extensión de la jornada
laboral, reducción de indemnizaciones por despido, y la reducción de aportes
patronales.

Vencida la guerra fría, fue decisión de los gobiernos de todo el mundo la liberación del
comercio y de los mercados de capital, por medio de las privatizaciones, la
desregulación de las actividades económicas y los adelantos de la información y las
comunicaciones. Pero, según advierte la Organización de las Naciones Unidas (ONU),
18 de cada 100 personas padecen hambre en el mundo. No todos comparten los
beneficios de la globalización. La tercera parte de la población mundial depende de la
combustión de leña o de biomasa para cocinar y para calefacción y luz. Muchos
pobres no saben que existe la era de la información y la comunicación movida por la
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tecnología. Es decir, que las mismas políticas no han dado el mismo resultado en
escenarios distintos.

3) uniformidad de los aspectos culturales: lo observamos en los hábitos de


consumo masivo en shoppings, hipermercados en ciudades, en la vestimenta, música,
comidas; en los nuevos procesos de trabajo: combinando productos de la gran
industria (hamburguesas, panes y papas fritas industriales, por ejemplo) con el empleo
de adolescentes en cadenas de montaje de esos productos.

Para Giddens, es necesario observar el fenómeno de la globalización también en sus


aspectos políticos y culturales. Debe ser visto como un conjunto de procesos y no
como un proceso unilineal. Por un lado, presiona a favor de la autonomía local y
reaviva las identidades culturales locales, al tiempo que debilita a las instituciones
nacionales. A su vez, engendra nuevas zonas económicas y culturales hacia adentro -
Silicon Valley, Hong Kong, Londres o New York, son ejemplos de regiones que se
ubican por sí mismas en la economía global-, y hacia fuera de las naciones -el caso de
Barcelona y su integración en la Unión Europea-.

La globalización presiona hacia arriba e independiza a una economía globalizada, a la


que otorga poder respecto de los estados nacionales. Pero también presiona hacia
abajo, y produce un cambio en las identidades individuales, en la estructura familiar,
en las relaciones personales y en las instituciones básicas de la sociedad. (Crece el
individualismo y cada vez más los sujetos piensan por sí mismos y, por lo tanto, se
alejan de las identidades políticas, culturales y nacionales de otra época.)

La globalización es la marca fundamental de la posmodernidad. (Tres manifiestas


variables señalan el comienzo de esta nueva época:

1) la difusión del modelo democrático,


2) la preeminencia del capitalismo postindustrial como modelo económico en el
mundo,
3) la revolución de las comunicaciones, como fenómeno globalizante y la aparición de
una sociedad de la información y / o del conocimiento).

Según el sociólogo alemán Ulrich Beck, de la Universidad de Munich, en su obra ¿Qué


es la globalización? Paidós (1998), se pueden distinguir tres conceptos:

* Globalismo: es la idea según la cual el mercado mundial sustituye el quehacer


político; la ideología del dominio del mercado mundial, del liberalismo que reduce la
globalización a una sola dimensión: económica, y resta poder a la política estatal
nacional.
* Globalidad: que está presente en el mundo desde el siglo XVI, como sociedad
mundial, plural, no integrada; una pluralidad sin unidad. Es pluridimensional.
* Globalización: son los procesos por los cuales se entremezclan, se imbrican los
estados nacionales soberanos, mediante actores transnacionales y sus respectivas
posibilidades de poder, orientaciones, identidades y entramados varios.

Según este autor, la globalidad es irreversible por:

1) la densidad del intercambio internacional; el carácter global de los mercados


financieros; el poder de las multinacionales.
2) La revolución permanente de la información y las tecnologías de la comunicación.
3) La exigencia universal de respetar los derechos humanos.
4) Las corrientes icónicas de las industrias globales de la cultura (flujos de bienes
simbólicos).
5) Los actores transnacionales con cada vez mayor poder (multinacionales,
organismos no gubernamentales, Naciones Unidas).
6) La pobreza global.
181

7) Los daños ecológicos globales.


8) Los conflictos transculturales.

Por lo tanto, nada de lo que ocurra en el planeta podría ser un suceso localmente
delimitado; todo está relacionado a lo largo del eje local-global.

En este marco de globalidad, la globalización -según Beck-, se plantea como un


proceso que crea vínculos y espacios sociales transnacionales, que revaloriza las
culturas locales; que trae a primer plano terceras culturas. Es multiculturalista. No
plantea ninguna megasociedad nacional que contenga a todas las sociedades
nacionales, sino un horizonte mundial caracterizado por la multiplicidad y la ausencia
de integrabilidad. Una nueva realidad en la vida cotidiana y en las transacciones
comerciales; un denso entramado con mayor dependencia y obligaciones recíprocas.
La autopercepción de esta transnacionalidad se manifiesta en los medios de
comunicación, el consumo y el turismo. En la translocalización de la comunidad, del
trabajo y del capital. En la conciencia del peligro ecológico global y del accionar del
terrorismo. En la circulación de industrias culturales globales. En el poder de actores,
instituciones y acuerdos transnacionales. En el nivel de concertación económica: un
mercado mundial sin fronteras.

El concepto globalización es utilizado con distintos significados e intenciones:

- Desde un punto de vista optimista, de los partidarios del neoliberalismo económico y


político, es considerado como un proceso mediante el cual el mundo, una vez caído
el bloque socialista, se ha transformado en una aldea global, modelada como mundo
homogéneo por nuevas tecnologías, los medios masivos de comunicación y la
economía de libre mercado. Las luchas de la modernidad han terminado. Todos los
pueblos comparten formas similares de organizar sus relaciones sociales, los
Estados, las culturas. Ven la globalización como un hecho inevitable, debido a la
mayor eficacia demostrada por el capitalismo liberal, frente a otros modos de
organización socio-política: socialismo, estado de bienestar.
- Desde un punto de vista pesimista, de los que rechazan el neoliberalismo, se
considera que el mundo globalizado no es homogéneo, sino que manifiesta una
profundización de las desigualdades entre los países y en el interior de las
sociedades. Como ejemplo, los países africanos con creciente pobreza porque no
alcanzaron a integrarse en el proceso de globalización.

Analizando las consecuencias de la globalización, han surgido manifestaciones de


activistas y grupos de interés en distintos lugares del mundo (Seattle, Washington,
Londres, etc.) que protestan por el poder de las corporaciones, porque no quieren vivir
en un mundo gobernado por las grandes empresas. Protestan por la inseguridad y por
los cambios tecnológicos que llevan a un escenario de total incertidumbre acerca del
futuro. Y porque el mundo que viene, según ellos, es cada vez más desigual.

Con relación a lo anterior, Giddens señala el desarrollo de organizaciones no


gubernamentales y grupos de interés, muchos de ellos operando a nivel global, como
Greenpeace, por ejemplo. Destaca la acción de los ecologistas y grupos de
consumidores, que realizan un contrapeso en el sistema de poder. Estas
organizaciones de la sociedad civil equilibran -según él- el peso de las grandes
empresas, ya que éstas deben dar razones y rendir cuentas de su accionar ante una
comunidad nacional y global que las monitorea en este nuevo escenario mundial.
Destaca que los estados, las instituciones y también una sociedad civil participativa,
pueden actuar para contener el poder de las grandes corporaciones. Los estados a
través de leyes, la sociedad civil a través de boicots y luchas activas. Las relaciones
transnacionales han afectado la forma en que interactúan las naciones. En este
contexto, las instituciones deben ser repensadas y reconstruidas si quieren adaptarse
a este nueva era global.
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Una de las llamadas “generalas de la antiglobalización”, la británica Noreena Hertz,


doctora en economía, señala que los Estados pierden poder ante las corporaciones y
es creciente el peso del interés privado sobre el público. El viejo modelo político de
Estado ha sido reemplazado por una multitud de actores globales que incluyen las
grandes corporaciones internacionales y los conglomerados mediáticos. Se hace
necesario, según ella, que el Estado coordine esfuerzos en el nivel internacional, para
evitar los problemas de este nuevo escenario.

Según estimaciones de organismos internacionales como el BM (Banco Mundial), La


FAO (Organización Mundial para la Alimentación) y la OMS (Organización Mundial de
la Salud), casi la mitad de la población mundial actual - 3000 millones de habitantes -
están por debajo de la línea de pobreza, con ingresos que no superan los dos dólares
por día y 1300 millones de personas en situación de pobreza extrema, con menos de
un dólar diario. Según la FAO, diariamente hay en el mundo 800 millones de
hambrientos y 8 millones mueren por año, según la OMS, por enfermedades
prevenibles. En la Argentina actual, el 70% de los menores de 14 años está por debajo
de la línea de pobreza. Por todo ello, es imperiosa la necesidad de fortalecer la
cooperación internacional para el desarrollo.

Según el Banco Mundial, más globalización es lo que necesitan los países pobres.
Más ayuda exterior, alivio de la deuda externa, mejor acceso a la salud y a la
educación para todos, mayor protección social a los trabajadores, protección
ambiental (por calentamiento global y gases de efecto invernadero) y un clima de
mejora para inversiones en esos países.

La antiglobalización se expresó en el Foro Mundial de Porto Alegre (Brasil), en marzo


de 2002, con reflexiones sobre nuevas formas de enfocar la globalización que vino
para quedarse. Lo más positivo es que vaya creciendo el convencimiento general de
que un mundo más seguro tiene que ser un mundo más justo y habitable.

Según el Informe Globalización y Desarrollo de la Comisión Económica para América


Latina y el Caribe (CEPAL), de mayo de 2002, las transformaciones laborales
causadas por la globalización han aumentado la desigualdad entre latinoamericanos.
La vulnerabilidad de los sectores más pobres aumentó ante el desempleo y los bajos
ingresos, lo mismo que afectó también a los grupos sociales de ingreso medio. La
“flexibilización laboral” generó más empleos informales y el aumento de trabajos
temporales, sin contrato laboral. Un 44% de latinoamericanos viven en la pobreza y
casi el 30%, en riesgo de pobreza. A pesar de los esfuerzos realizados entre 1992-
2002, la apertura comercial latinoamericana no ha sido suficiente para impulsar las
economías de la región. El mismo informe aconseja que la región deba seguir con la
apertura comercial y la lucha contra los problemas educativos, sociales y laborales.

Para la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el


Desarrollo), en su Informe sobre países menos desarrollados (junio 2002), en los
últimos treinta años se duplicó el número de indigentes en el mundo. Bastaría -según
dicho informe- con duplicar la ayuda a las naciones subdesarrolladas para mejorar sus
condiciones de vida. Esto significa para la ONU: incrementar flujos de capital
internacional hacia las regiones menos avanzadas; aumentar la participación en el
mercado internacional de los países pobres, para mejorar la eficiencia de las
economías; mayor acceso a las tecnologías modernas; más facilidades para la
migración internacional, especialmente de trabajadores no calificados y que los
organismos internacionales no ofrezcan ayuda a cambio de asegurarse el cobro de la
deuda oficial.

Según publicaciones de la ONU, el 15% de la población mundial que reside en los


países más industrializados, es la que disfruta del 54% del consumo total de bienes en
el mundo. Mientras que el 40% que compone la porción más pobre de la sociedad
183

global sólo consume el 11% del total (entre esos bienes están el consumo de energía,
de agua potable y saneamiento adecuado).

En su ensayo Globalización e inequidad, Jeffrey Williamson (1996) sugiere que para


exponerse a la competencia global los países necesitan: desarrollar una estructura
política e institucional sólida; niveles de vida aceptables para todos; fuertes redes de
seguridad; compromiso con la educación y el estado de derecho, la baja de las tasas
de mortalidad y tener un orden interno.

En La era de las aldeas: la pequeña aldea vs. La aldea global (agosto 2002), Alfredo
Toro Hardy (venezolano) señala que la mayoría de los países latinoamericanos no
están preparados para la globalización. La globalización implica que el poder de los
Estados fluye en diversas direcciones hacia: organizaciones civiles (ONG),
organismos multilaterales y poderes regionales y que el derecho internacional apunta
hacia el derecho de injerencia y el desconocimiento de la soberanía. ¿Cómo la aldea
global da paso a la era de las aldeas? se pregunta Hardy. Y responde que el mundo
es, por un lado, crecientemente interdependiente -una sociedad global- y uniforme,
constituido por los que van a la vanguardia; y por el otro, particularista, con exigencia
de que se respeten distintos ritmos y maneras de hacer las cosas que tienen millones
de personas que no quieren o no pueden vivir a la velocidad que se impone. Es una
contra-sociedad, la de los rezagados que reaccionan. La globalización, más que una
ideología que sustenta que es la etapa superior de la economía de mercado, es un
hecho que se da por la aproximación entre los seres humanos, facilitada por la
tecnología y que obliga a procesos de adaptación que van en contra de modelos
tradicionales de vida. Que privilegia a países y sectores y que acelera la multiplicación
de los excluidos resentidos. Podemos estar viviendo no en una aldea global, sino
dentro de una casa de vecindad global. No hay que negar el valor de lo cultural y
pretender que la homogeneización planetaria nos igualará a todos. Más allá de la
superficie de valores universales, como los derechos humanos, la protección del
ecosistema, que son compartidos por todos, el mercado o la democracia, encontramos
diferencias culturales fundamentales.

También Francis Fukuyama evolucionó desde su posición del fin de la historia, hasta
reconocer que es en las identidades y la presencia de las culturas diferentes, donde se
encuentra el meollo de los retos de la civilización humana. Él es optimista con
respecto a la globalización. Según él este proceso significa la globalización de las
instituciones que él defendió en su obra El fin de la historia: las economías de
mercado y las democracias liberales. En La gran ruptura, ve los indicios de redención
al final del vertiginoso e inevitable salto de una sociedad posindustrial a la era de la
información. Señala que la sociedad occidental, en los últimos treinta años del siglo
XX, se ha hecho más tolerante en el sentido racial y más abierto hacia las mujeres. Y
para él estas cosas son extremadamente positivas. Sostiene que la sociedad civil, de
forma paulatina, se convertirá en una alternativa al Estado como medio de conexión
social, como facilitador de servicios sociales e incluso como poder paralelo. Los países
capaces de asimilar socialmente a los extranjeros y de superar problemas culturales
asociados con la inmigración, serán -según él-, los que mejor encaren el siglo XXI. Y
ve la necesidad del “capital social” (la tercera forma de capital, luego del capital físico,
y del capital humano). Es la habilidad de la gente para trabajar en grupos, juntarse en
torno de valores y normas compartidos. Nace de la capacidad de relacionarse
socialmente, confiando en otras personas o teniendo normas comunes de honestidad
y reciprocidad.

Durante una entrevista realizada en Montevideo, Uruguay, el 12 de mayo de 2002, al


sociólogo francés Alain Touraine, a propósito de su conferencia De la globalización a
la nueva economía, sostenía que hace 200 años se luchaba por la vigencia de los
derechos cívicos; hace 100 por la defensa de los derechos sociales y hoy, por la
creación de los derechos culturales.
184

Para él, la globalización es una construcción ideológica que apareció después de la


caída del muro de Berlín (1989), pero existía antes -desde fines de la 2ª guerra
mundial- con los dos sistemas globales: comunista y socialdemócrata, sistemas
económicos, sociales, a nivel nacional y supranacional, que se paralizaron a partir de
la década del 70, con la formación de una sociedad de la información, un modelo
estructural y de cambio histórico.

La globalización, para Touraine, son procesos de transformación independientes de la


formación de la sociedad de la información. El cambio se produce en tres
dimensiones:

1) transnacionalización del comercio mundial y de las grandes empresas;


2) el capital financiero se ha desarrollado más que el comercio internacional, que se
da entre bloques (NAFTA, Comunidad Económica Europea (80% dentro de ella),
MERCOSUR (Uruguay, Argentina, Brasil y Paraguay). Los capitales se mueven
según el “efecto dominó”, buscando por el mundo una tasa de interés superior o
cambiaria superior, en gran parte disociado de la mundialización de la economía y
de los intercambios comerciales.
3) la dimensión ideológica o social (la más importante para Touraine), que es el fin de
la guerra fría y la hegemonía de los Estados Unidos de América, militar y
culturalmente. Hay un solo mundo.

El éxito americano de la última década del siglo XX no es sólo debido a las nuevas
tecnologías -sostiene Robert Solow (premio Nobel de economía norteamericano)-,
sino a la nueva economía de vinculación completa entre nuevas tecnologías. La
ciencia y el conocimiento son fundamentales, pero también son determinados a veces
por la tecnología. Hay nuevas formas de organización de la empresa. Desapareció el
modelo tecnocrático. La empresa disminuyó de volumen y se abrió al mercado.

El capitalismo actual, para los sociólogos, es la autonomización y la independización


del sistema económico (de los mercados, grupos financieros, grandes empresas), en
relación a otros sistemas (políticos, religiosos), a partir de los años sesenta. Se
produce en el mundo un momento de transición capitalista, cuyos efectos positivos
son la entrada de Asia y América Latina al comercio internacional. También provoca
una crisis por: el aumento de las desigualdades a nivel mundial y el aumento
consiguiente de la exclusión social; y las amenazas a las culturas locales, por la
influencia del cine y la televisión, por la pérdida del idioma propio y la dominación de
un modelo cultural (por ejemplo, la “macdonalización”).

Para Sebreli, la única forma de desarrollo progresivo de las fuerzas productivas en la


actual etapa del capitalismo, es la internacionalización del capital que permite las altas
inversiones que demanda una tecnología compleja. Para él, defender la pequeña
empresa contra la gran empresa, el capital nacional contra el capital internacional, es
ir en contra de la evolución ineluctable del capitalismo de nuestros días, querer hacer
girar hacia atrás la rueda de la historia. Esta etapa postimperialista es la era de la
integración mundial del capital. Éste ya no se identifica con una nación; la
independencia económica es relativa en todos los países, grandes o atrasados.
Cuanto más desarrollada y compleja es la economía, más depende de la economía
mundial, que no es la suma de las economías nacionales, sino una unidad superior
que rige a las nacionales. Esta economía mundial supone la concentración e
internacionalización del capital. A partir de las décadas del 60 y 70, el imperialismo
encarnado en los Estados Unidos, deja paso a las corporaciones multinacionales.
Para ellas no existen fronteras; desplazan los centros de producción de acuerdo a sus
intereses (donde las ganancias sean mayores, de ahí la descentralización geográfica;
según la existencia y disponibilidad de materia prima, de mano de obra capacitada, de
bajos impuestos, de regímenes políticos apropiados). Son el centro.
185

Pero hay voluntad de ruptura, de resistencia, (el mundo global y el local se oponen).
Movimientos que no tienen representatividad institucionalizada por ahora, pero que
son globales, se oponen a una visión puramente económica o financiera de la
economía y esgrimen la defensa de los derechos culturales: de la igualdad y diferencia
entre hombres y mujeres (de género); de las minorías étnicas, lingüísticas, nacionales
(en EEUU); de los homosexuales; de los discapacitados; de los indígenas (Rigoberta
Menchú en Guatemala, “queremos ser a la vez ciudadanos y mayas”).

Se pueden observar dos imágenes de sociedad:

1) integrada, cosmopolita, con modelos dominantes norteamericanos;


2) diferenciada, multiculturalista. La gente quiere ser reconocida.

Ninguna de las dos rechaza la sociedad de la información. En general, se demanda la


reconstrucción de una política social, con mayor y mejor educación, salud, justicia. La
necesidad de entrar en una nueva economía, con mayor investigación tecnológica, en
los países en desarrollo, como se da el desarrollo de las industrias automatizadas en
la sociedad postindustrial.

Para América Latina las prioridades serían: la innovación tecnológica y la


transformación educativa y la defensa o promoción de los derechos culturales; la
formación de una sociedad más compleja.

Bernardo Klisberg, coordinador del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en la


Iniciativa Interamericana de capital social, ética y desarrollo, afirma que el peor riesgo
es acostumbrarse a la pobreza y la necesidad de revincular la ética y la economía en
América Latina, uno de los continentes que ostenta los mayores índices de
desigualdad del mundo: el 60% de los niños latinoamericanos son pobres. Hay más de
40 millones de niños en la calle, a principios del siglo XXI. Señala la necesidad de
potenciar la responsabilidad social de las empresas como ciudadano, con derechos y
obligaciones y responsabilidades hacia los consumidores, accionistas, empleados, el
medioambiente y los temas críticos de un país. En América Latina, como en los países
desarrollados -según él- la empresa debe beneficiar no sólo a sus accionistas sino al
conjunto de la sociedad. Educar en la cultura de valores éticos, hace que todo intento
de corrupción sea mirado con desprecio y se sancione socialmente y estos valores se
cultivan en la familia, la escuela y a través de modelos ejemplares. La esperanza
surge por la participación creciente de personas en los trabajos voluntarios de
solidaridad.

La parlamentaria europea de izquierda, Emma Bonino, en declaraciones en el Foro


Económico Mundial, en Davos, (enero de 2003), considera que el mundo -para ser
más vivible- tiene la necesidad, no de enfrentar la globalización, sino de acelerarla o
extenderla. En nuestra época, sostiene, se están agravando las desigualdades
sociales y económicas; pero también es innegable el progreso en términos
macroeconómicos que está aportando el embate globalizador contemporáneo, al
producir riqueza y sacar de la pobreza a regiones enteras del planeta. Es verdad que
perviven grandes islas de exclusión al mismo tiempo. Entre los síntomas más
afligentes de la injusticia que caracteriza a la brecha norte-sur, está el hecho de que,
186

mientras centenares de millones de seres humanos sólo disponen de un dólar por día
para sobrevivir, cada bovino que nace entre Finlandia y el sur de Italia tenga derecho a
un dólar diario de subsidio por parte de la Unión Europea. Los dirigentes europeos y
norteamericanos predican la expansión de la globalización y a la vez, con su
proteccionismo, continúan estrangulando a sectores claves de la economía del sur del
mundo. El sustancial fracaso de cuatro décadas de políticas de desarrollo que han
sido hasta ahora incapaces de rescatar a los países del subdesarrollo, es una realidad
que hipoteca el futuro de la ayuda para el desarrollo, según esta autora. Hoy la forma
más eficaz de lucha contra la miseria es la que practican unos 150 millones de
emigrantes provenientes de unos treinta países del sur, que se fueron a trabajar a los
países industrializados y envían remesas de dinero a sus familias, convirtiéndose en la
principal fuente de divisas para muchos países. Pero ni siquiera esas remesas logran
dinamizar las economías que las reciben, cuando en los países receptores no existe
un mínimo de democracia y no rige el Estado de Derecho. La globalización podrá
multiplicar sus efectos benéficos sólo si consigue derrotar la resistencia de los
dirigentes políticos a aceptar la eliminación de las barreras contra la libre circulación
de productos y personas, en el norte del planeta; y en el sur, la resistencia de
dirigentes políticos a conceder a sus ciudadanos las libertades políticas y económicas
fundamentales que constituyen una condición necesaria para el desarrollo. La meta
sería incluir entre las prioridades de la globalización -y por lo tanto de las relaciones
internacionales tanto en el norte como en el sur- la promoción a escala mundial de las
reglas y los principios de la democracia, el menos malo de los sistemas conocidos,
como decía Churchill, y del Estado de Derecho. 3

Por su parte, James D. Wolfesohn, presidente del Banco Mundial, declaró que los
primeros del siglo XXI, no han sido fáciles para el mundo: el terrorismo, la recesión
económica y la falta de respeto a los derechos humanos instalaron temor e
incertidumbre en los ciudadanos de los países ricos y pobres, por igual. Los continuos
conflictos, las sequías e inundaciones, la inestabilidad en los mercados y el
agravamiento de la pobreza, han provocado numerosas víctimas. La resolución de
estos problemas sólo se logrará forjando una nueva senda de desarrollo que vincule el
crecimiento con la responsabilidad social.

Sin equidad social, el crecimiento económico no puede ser sostenible. Si no se


amplían a todos los ciudadanos las oportunidades reales disponibles, los mercados
trabajarán únicamente para las élites. Esto significa la necesidad de proporcionar a
todos el acceso a la educación, servicios de salud, trabajo digno y alimentación
suficiente.

A partir del 11 de septiembre de 2001, se difundió el mensaje que no existen dos


mundos, el rico y el pobre. Existe sólo uno. Estamos unidos por las finanzas, el
comercio, la migración, las comunicaciones, el medio ambiente, las enfermedades
contagiosas (como el sida), el crimen, la droga y el terror. Cada vez más personas
creen que la pobreza en cualquier lugar es pobreza en todas partes. La demanda
colectiva es por un sistema global basado en la equidad, los derechos humanos y la
justicia social. Las metas de ayuda para los países en desarrollo serían: reducir a la
mitad la pobreza, garantizar la educación básica y la salud para todos, promover la
igualdad de género y proteger el medio ambiente. Durante los próximos cincuenta
años seremos testigos del incremento de la población mundial de 6 mil a 9 mil
millones, con casi un 95% de ese crecimiento en el mundo subdesarrollado. Más
gente vivirá en ciudades que en áreas rurales, provocando tensión sobre la sociedad,
la infraestructura y el medio ambiente. El crecimiento de la economía mundial deberá
ser de alrededor de 3,5% anual como tasa promedio, un crecimiento responsable que
contemple los intereses sociales y ambientales, con la participación de la sociedad
civil. 4
3
Tomado del diario La Nación, suplemento Enfoques, del domingo 26 de enero de 2003.
4
Tomado del diario La Nación. Enfoques, del domingo 26 de enero de 2003.
187

Pobreza y desigualdad
El concepto de pobreza tiene dos rasgos esenciales: uno referido a las regiones no
desarrolladas y otro a su presencia dentro de las sociedades desarrolladas. Los
pobres son aquellos que quedan al margen del proceso de modernización, con élites
cada vez más integradas en el contexto internacional y una masa social cada vez más
dependiente de la tutela del Estado-nación. En el mundo actual se advierte un
crecimiento acelerado de la pobreza, en particular debido a la migración del campo a
las ciudades; miles de personas huyen de la pobreza rural para encontrar otra pobreza
diferente en las zonas urbanas. Según una estimación a escala mundial, un 28% de
las poblaciones urbanas del mundo en desarrollo vive por debajo del límite oficial de
pobreza. (A finales del siglo XX, dos mil millones de pobres).

¿Cómo puede definirse la pobreza? Según Giddens, suele distinguirse entre pobreza
absoluta o de subsistencia y pobreza relativa. La pobreza de subsistencia implica la
carencia de los requisitos básicos para mantener una existencia física saludable, es
decir, alimento y cobijo suficientes para hacer posible que el cuerpo funcione de forma
eficaz. Este concepto es el más utilizado en el análisis mundial de la pobreza. La
pobreza relativa valora el desfasaje entre las condiciones de vida de algunos grupos
sociales y las que disfrutan la mayoría de la población. Para este autor, sin embargo,
sería más realista ajustar las ideas sobre los niveles de pobreza, a las normas y
expectativas cambiantes de una sociedad a medida que se produce crecimiento
económico.

En la actualidad, se pueden definir como pobres a las personas de las categorías


siguientes, que tienen más posibilidades de vivir en la pobreza: los desempleados, los
que tienen empleos inseguros o a tiempo parcial, los ancianos, los enfermos e
incapacitados, y los miembros de familias numerosas y /o de familias monoparentales.
El desempleo prolongado empuja a cada vez más familias a la pobreza.

Se ha verificado -dice Giddens- que los programas de asistencia social bien


planteados y gestionados en forma sistemática, junto a políticas públicas que ayudan
a disminuir el desempleo, reducen los niveles de pobreza.

La mayoría de los pobres viven en algún tipo de vivienda o cobijo. Los que carecen de
esto, los indigentes o sin techo, se han hecho muy visibles en las calles de las
ciudades en los últimos veinte años. Hace dos generaciones, la mayoría de la gente
todavía pensaba que su “casa” era el hogar familiar. Los indigentes eran individuos
que vivían en albergues para pobres de los barrios bajos y se les llamaba así (los sin
hogar) porque vivían solos y apenas veían a su familia más directa o a sus parientes.
Como en las últimas dos o tres décadas muchas personas han elegido vivir solas, el
indigente, el que no tiene casa, es ahora el que carece de un lugar donde dormir y se
aloja temporalmente en refugios gratuitos o duerme en lugares no destinados a este
fin, como portales, bancos de las plazas, estaciones de tren o edificios ruinosos o
abandonados.

La mayoría de los sociólogos que han estudiado este tema, están de acuerdo en que,
aunque proporcionar una vivienda adecuada no solucione del todo el problema, esta
medida es crucial para enfrentarse a la indigencia, independientemente de que sea o
no el Estado el que financie el alojamiento.
188

Giddens concluye que las desigualdades económicas son una característica


permanente de todos los sistemas sociales, a excepción de las sociedades cazadoras
y recolectoras en las que, en cualquier caso, se genera poca riqueza. Las divisiones
de clase son cruciales en las desigualdades económicas de las sociedades modernas.
La clase ejerce una gran influencia en nuestras vidas pero las actividades nunca están
del todo determinadas por este tipo de divisiones y muchas personas experimentan
cierta movilidad social. Otras, sin embargo, se encuentran en situaciones de pobreza
de las que es muy difícil escapar. La pobreza relativa es, de hecho, una de las
medidas de la desigualdad.

En las sociedades de hoy las desigualdades están basadas en la posesión o no de la


riqueza (dinero en metálico, ahorros, cuentas corrientes e inversiones de todo tipo en
acciones, obligaciones, las propiedades) y el acceso a los bienes materiales y a los
productos culturales. La posesión de una cantidad de riqueza considerable,
especialmente cuando ésta pasa de generación en generación, es la principal
característica que distingue a las clases altas de las otras clases sociales. La clase
media se compone, en líneas generales, de los que tienen empleos de “cuello blanco”,
pero puede dividirse entre clase media alta (como los propietarios de pequeños
negocios) y clase media baja (oficinistas, maestros, enfermeros, etc.). La clase obrera
está formada por trabajadores de “cuello azul” o manuales. La infraclase se compone
de los que viven siempre en la pobreza y sin empleo permanente. En los países
desarrollados, la mayoría de los que pertenecen a esta clase procede de minorías
étnicas.

Todas estas categorías sociales están sufriendo diversos cambios. A consecuencia de


las transformaciones en la estructura ocupacional, la clase obrera se está reduciendo
en relación a las demás.

Las desigualdades económicas son importantes para la competitividad de un país en


la economía global. Algunos autores señalan que los países industriales que han
progresado más en la economía mundial suelen ser aquellos en los que las
desigualdades son menores.

Según Alieto Aldo Guadagni 5, el flagelo de la pobreza, en la era de la globalización,


ocupa un lugar relevante en la agenda internacional. En el año 2000 las Naciones
Unidas definieron metas para erradicar la miseria. El objetivo proclamado en la
Declaración del Milenio apuntaba a “reducir entre 1990 y el 2015 a la mitad la
proporción de personas con ingresos inferiores a un dólar diario”. Es probable que
esta meta sea cumplida y que para esa fecha la proporción de personas en extrema
pobreza en países en desarrollo se ubique en alrededor del 13% del total. Durante los
últimos veinte años, cuando se consolidó la globalización, la cantidad de personas en
estas condiciones disminuyó en 200 millones, aunque en ese período la población de
los países en desarrollo aumentó en 1500 millones de personas. Es la primera vez
desde los inicios del siglo XIX que disminuye en el mundo el número de personas que
viven en la miseria, en el auge de la globalización.

Sin embargo, señala este autor, se observa que en América Latina y en el África, no
sólo no han podido reducir sus niveles de pobreza y exclusión social durante los años
de la globalización, sino que han retrocedido en los últimos años. (En África, aumentó
la extrema pobreza en más del 30% en la última década).

Según el Banco Mundial, la proporción de personas en extrema pobreza se redujo, en


la última década, de un 30 % a un 23 % de la población de los países en desarrollo.

Fuera de lo que percibimos, lo que está ocurriendo durante la globalización, es una


modificación acelerada de la geografía de la pobreza. El continente que emerge
5
Alieto Aldo Guadagni. Las presentes opiniones las expresó para el diario La Nación, el 5 de febrero de 2003.
189

aceleradamente de la miseria es el Asia, región que está usualmente fuera de la


percepción mediática en nuestra sociedad occidental, ignorando el hecho de que hacia
1990 de cada 10 pobres en el mundo 8 eran asiáticos. En los últimos veinticinco años,
alrededor de 460 millones de asiáticos superaron la miseria extrema. Las
proyecciones indican -señala Guadagni- que entre 1990 y el 2015, la cantidad de
pobres en el Asia disminuirá en 600 millones (60% del total); pero, en una penosa
asimetría, la miseria crecerá en América Latina y África también en un 60%. La era de
la globalización coincide, como vemos, con una transformación acelerada de la
geografía mundial de la miseria: hacia 1990 por cada pobre latinoamericano o africano
había más de tres asiáticos pobres; ahora hay menos de dos, y las tendencias indican
que en el 2015 habrá menos de uno.

En el Asia, la región más poblada del planeta, se ha sabido afrontar con sabiduría los
desafíos de la globalización. En China, donde vive más de un quinto de la humanidad,
el rápido crecimiento económico y el avance social no tienen parangón en la historia.
El resto de los grandes países asiáticos, encabezados por la India (1100 millones de
habitantes) también progresan, aunque de manera menos espectacular que China.

Estos resultados son, según Guadagni, el fruto de políticas económicas y sociales


eficaces basadas en cuatro pilares:

1) apertura comercial con orientación exportadora,


2) altas tasas de ahorro interno,
3) captación masiva de inversiones externas orientadas a la producción y al aumento
de la competitividad, y
4) más escolaridad y mayor calidad educativa de la fuerza laboral. De este modo, el
Asia enfrenta la globalización positivamente, con crecimiento, más equidad
distributiva y menos exclusión social.

Es en el África y en América Latina donde el desafío humanitario aún no tiene una


respuesta eficaz y crece la desigualdad y se consolida la pobreza.

Cambios en el mundo del trabajo


En las sociedades modernas tener un trabajo es importante para mantenerse y tener
autoestima. El trabajo suele ser un elemento estructurador de la constitución
psicológica y del ciclo de actividades cotidianas del hombre actual.

Las características importantes del trabajo son:

1) el dinero (sueldo o salario), como recurso para cubrir las necesidades de la mayoría
de las personas;
2) el nivel de actividad, el empleo que proporciona los medios para adquirir y ejercitar
conocimientos y capacidades;
3) la variedad, el hacer algo diferente a las tareas de la casa,
4) la estructura temporal, organiza el tiempo. Con un empleo regular, el día se
organiza en torno al ritmo de trabajo. Los sin trabajo tienen el problema de
aburrimiento, apatía, ansiedad;
5) el contacto social. El entorno laboral suministra oportunidades de participar en
actividades compartidas con otros y entablar amistades. Se amplía el círculo de
posibles amigos y conocidos;
6) la identidad personal, el aumento de la autoestima vinculada a la contribución
económica para el mantenimiento del hogar. Por consiguiente, la desocupación
puede socavar la confianza de los individuos en su valor social.
190

Según Giddens, el trabajo es la ejecución de tareas que precisan de un esfuerzo


físico y mental, y que tienen como objetivo la producción de bienes y servicios que
respondan a las necesidades humanas. Muchos trabajos importantes -como el
doméstico o el voluntario-, no están remunerados. Una ocupación es un trabajo que se
realiza a cambio de un salario regular. En todas las culturas el trabajo es la base del
sistema económico.

El sistema económico premoderno, estaba basado en la agricultura; era autosuficiente


y el trabajo y el hogar estaban unidos en un mismo lugar.

El sistema económico en las sociedades modernas, depende de la producción


industrial, como hemos visto antes. La industria cambia constantemente por:

a) las transformaciones tecnológicas (uso de la ciencia en la mecánica para el logro de


mayor eficacia productiva);
b) las influencias sociales y económicas (separación entre lugar de trabajo y el hogar);
c) la división del trabajo compleja: (Adam Smith, uno de los fundadores de la
economía moderna, señaló sus ventajas para el incremento de la productividad.)
Consiste en una gran cantidad de ocupaciones diversas en las que las personas se
especializan y en una expansión de la interdependencia económica (dependemos
de otros trabajadores de todo el mundo para la elaboración de los productos y
servicios que mantienen nuestra forma de vida.).

Una de las manifestaciones de esta división es el taylorismo u organización científica,


que fragmenta el trabajo en tareas simples cuya duración puede medirse y
organizarse, con el objetivo de maximizar el rendimiento industrial. El fordismo llevó
los principios de la organización científica a una producción a gran escala vinculada a
los mercados de masas. El taylorismo y el fordismo pueden considerarse sistemas de
baja confianza que maximizan la alienación del trabajador. Los empleos están fijados
por los directivos y orientados a las máquinas. Los operarios trabajan bajo estrecha
supervisión y no tienen autonomía. Por lo tanto, la insatisfacción y el ausentismo son
altos y habituales los conflictos laborales. Un sistema de alta confianza es el que
permite que los trabajadores controlen el ritmo, e incluso el contenido de sus tareas,
dentro de pautas generales. Se dan en los niveles más altos de las organizaciones
industriales.

Desde 1970, en Europa occidental, EEUU y Japón, han surgido alternativas a los
sistemas de baja confianza:

1) las cadenas de montaje automatizadas (desarrollo de los microprocesadores,


robótica sobre todo en el sector automovilístico);
2) la producción en grupo, el equipo de trabajo para sustituir a las cadenas de
montaje.(círculos de calidad de cinco a veinte trabajadores se reúnen
periódicamente para estudiar y resolver problemas de producción);
3) la producción flexible, toyotismo, en los últimos años del siglo XX con diseños por
ordenador y otros tipos de tecnología informática, para la fabricación de bienes en
pequeña escala para determinados clientes (personalización masiva).

En el siglo XX, se han producido grandes cambios en el sistema ocupacional. Ha sido


especialmente importante el aumento relativo de los trabajos no manuales, a costa de
los manuales. En 1900, la 3/4 de la población empleada ejercía trabajos manuales (de
cuello azul). A mediados del siglo XX, 2/3 de los trabajadores manuales
desempeñaban ocupaciones remuneradas; y a fines de 1990, en EEUU, menos del
40% de la población activa tenía empleos manuales. Las causas serían:

1) la continua introducción de maquinarias que ahorran trabajo. En los últimos años


del siglo XX hemos visto la proliferación de tecnologías de la información, la
informatización de la industria;
191

2) el desarrollo de la industria manufacturera fuera de occidente, en los países del


Extremo Oriente, productores más eficientes, menos costosos laboralmente. No
obstante, la interpretación de estos cambios no está clara.

Las organizaciones sindicales y el reconocimiento del derecho a la huelga son rasgos


característicos de la vida económica de todos los países occidentales. Los sindicatos
surgieron como organizaciones defensivas, centradas en proporcionar a los
trabajadores cierto control sobre sus condiciones laborales. En la actualidad, los
líderes sindicales suelen desempeñar un papel importante en la formulación de las
políticas económicas nacionales, aunque en algunos países, tienen menos peso que
en el pasado.

También a fines del siglo XX, mayor cantidad de mujeres entraron en el mercado
laboral en los países occidentales. En Europa occidental, entre el 35 y el 60% de
mujeres en edad activa (16 a 60 años) ejerce trabajos remunerados fuera del hogar;
pero en general, son empleos mal pagados y rutinarios (oficinistas, secretarias) que
han sufrido alteraciones de su anterior prestigio.

La naturaleza del trabajo de la mujer se ha visto muy afectada por la separación entre
lugar de trabajo y hogar. Muchas mujeres casadas se convierten en “amas de casa” y
se considera que “no trabajan”, aunque las horas que dedican a las tareas domésticas
puedan ser muchas más que las horas de trabajo de sus maridos. Hay ahora mayor
cantidad de mujeres con empleos remunerados de las que había hace algunas
décadas, pero están desproporcionadamente concentradas en empleos mal pagados.

Aunque las mujeres han conseguido en gran medida superar los estereotipos de
género, también se enfrentan a la suposición de que la mujer antepone las cuestiones
familiares a su carrera profesional. Al mismo tiempo, independientemente del
porcentaje de mujeres que hay en la población activa remunerada, ellas siguen
realizando el grueso de las labores domésticas, es decir, del trabajo que supone el
aseo de una casa y criar a los hijos.

Estas desigualdades laborales de género, manifiestan la necesidad de modificar el


sistema de valores masculino, poniendo al mismo nivel las responsabilidades o
imperativos laborales con las responsabilidades familiares. Aunque los varones no
puedan tener hijos, sí pueden participar en el cuidado de los niños y hacerse
responsables también de ellos. Y es necesaria la existencia de guarderías en los
lugares de trabajo. Son pocas las empresas que las proporcionan.

Mientras la mayoría de la población dé por supuesto que el cuidado de los hijos no se


puede compartir por partes iguales, persistirán los problemas a que se enfrentan las
mujeres que trabajan, las desventajas con los hombres en cuanto a oportunidades
laborales.

El desempleo ha sido un problema recurrente para los países industrializados y los


que no lo son, en el siglo XX.

En los países occidentales, el paro, alcanzó su punto culminante a comienzos de


1930, y afectó al 20% de los trabajadores en Gran Bretaña. En estos países,
influyeron las ideas del economista John M. Keynes para la elaboración de las
políticas públicas europeas y estadounidenses, durante la posguerra. Se creía que el
desempleo se derivaba de la falta de poder adquisitivo y que los gobiernos podían
intervenir para aumentar el nivel de demanda de la economía, con la creación de
nuevos puestos de trabajo. Este compromiso con el pleno empleo estuvo vigente
hasta los años setenta, mientras el crecimiento económico fue más o menos continuo.
En los últimos años del siglo XX, el porcentaje de desempleo ha aumentado. Se ha
abandonado el keynesianismo para el control de la actividad económica.
192

El desempleo no es fácil de definir. Significa estar sin trabajo, sin empleo remunerado
en una ocupación reconocida. En los países desarrollados, los desocupados tienen
cobertura social por parte del Estado.

Como el trabajo es un elemento que estructura la constitución psicológica de una


persona, la experiencia del desempleo suele desorientar. Es posible que el impacto de
las nuevas tecnologías incremente aún más las tasas de desempleo.

La incidencia del desempleo en los distintos grupos de edad pone de manifiesto que
los jóvenes (personas menores de 25 años), han resultado particularmente
perjudicados. Esto se debe a varios factores, de los cuales el más evidente es la
profunda crisis económica por la cual se abren menos puestos de trabajo. La
Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que en 1995 la fuerza de trabajo
de todo el mundo ascendía a unos 2700 millones de personas, de las cuales el 78%
residía en los países en desarrollo. Para el año 2010 representa al 81% del total (2800
millones de trabajadores).

Para la mayoría de los seres humanos, el empleo es la fuente primordial de los


ingresos personales y familiares, así como un factor decisivo de cohesión social y de
crecimiento económico. A partir de 1970 comenzó el aumento del desempleo. En las
economías desarrolladas, debido a las transformaciones tecnológicas y a la nueva
organización de la producción, resultó más difícil que lo previsto lograr un desempleo
bajo en medios no inflacionarios. También ha conspirado contra el objetivo de
disminuir el desempleo, la reducción de la productividad que ha afectado a las
economías desarrolladas. A nivel mundial, actualmente el problema del desempleo
parece más difícil de resolver que hace cincuenta años. Según el informa de la OIT
"Tendencias mundiales del empleo 2011: el desafío de la recuperación del empleo",
continúan altos los niveles de desempleo en los países desarrollados y crecientes los
niveles de empleo vulnerable y pobreza laboral en las regiones en desarrollo. "No
debemos olvidar que para la sociedad, la calidad del trabajo define la calidad de la
sociedad" (Juan Somavía, director general de la OIT).

La tasa de desempleo mundial en el año 2011 es de 6,1%: equivale a 203,3 millones


de personas desempleadas.

En el año 2009 el 20,7% de los trabajadores del mundo vivían con 1,25 dólares
diarios.

La tasa de desempleo de los jóvenes (entre 15 y 24 años) se sitúa en 12,6% en el año


2010.

Con respecto a nuestro país, Argentina, según datos oficiales del INDEC (Instituto
Nacional de Estadísticas y Censos), de julio de 2002, la desocupación llegó al 21,5%
de la población activa, siendo más de tres millones de personas sin trabajo; es el
desempleo récord de nuestra historia. Mientras que casi cinco millones de argentinos
buscan empleo y no lo consiguen. Al índice de desempleo se suma la existencia de
una subocupación demandante (gente que tiene trabajos precarios u ocasionales) del
12,7%, lo que significa que 1.794.000 personas trabajan menos de 35 horas
semanales y buscan tener una ocupación de mayor tiempo, que les permita mejorar
sus ingresos. El índice de subempleo, que llegó al 18,6%: entre quienes demandan
(12,7%) y quienes no demandan (5,9%) otro trabajo, también alcanzó un récord. Es un
fenómeno que está directamente relacionado con la baja de la calidad del empleo.
Entre los ocupados considerados como tales por el INDEC, 1.758.000 hacen tareas en
193

forma esporádica para sobrevivir, son cartoneros, participan de los “clubes de


trueques” o son beneficiarios del plan de subsidios del gobierno y realizan una
contraprestación. Por otra parte, un 25,7% de los ocupados de todo el país gana
menos de $200 mensuales. En el mes de octubre de 2001 la desocupación alcanzó el
18,3%; por lo tanto, en menos de un año hubo un crecimiento de la desocupación. El
conurbano bonaerense es una de las zonas más afectadas, con una tasa de
desempleo del 24,2% contra el 16,3% de la Capital Federal y el 20,9% de los 27
centros urbanos del interior. Un año atrás, esos índices eran del 18,7%, 13,4% y
15,4%, respectivamente. En la Capital y el conurbano, el desempleo tuvo un alto
crecimiento entre los jefes de hogar, al pasar del 12,8 al 17,7% en el último año. Eso
se relaciona con el elevado índice de destrucción de puestos de trabajo en actividades
como la construcción, aunque también el comercio y algunos servicios bajaron
significativamente sus niveles de ocupación.

Según Roberto Cachanosky6, entre las causas del impresionante salto que pegó la
tasa de desocupación al 21,5% a mediados del 2002, se pueden señalar:

- que la devaluación de la moneda comprimió el salario real de tal modo que hizo
desplomar el consumo interno;
- en este contexto de menor consumo, la sustitución de importaciones funciona
pobremente porque la gente no tiene ingresos suficientes para consumir.
- el menor consumo obliga a las empresas a producir permanentes ajustes en los
costos fijos para reducir la pérdida y buena parte de ese ajuste en los costos fijos
viene por la cantidad de gente ocupada.
- De los tres puntos adicionales de desocupados que tiene la Argentina en el 2002,
ninguno pertenece al sector público. Esta es una desocupación generada
fundamentalmente por un sector privado agobiado por la carga tributaria, la
incertidumbre económica y la destrucción de los derechos de propiedad. En
Argentina, año 2010, según el INDEC, el porcentaje de empleados era de 42,4%; de
desempleados el 8% y subempleados del 9%.

En cuanto al futuro del trabajo en el mundo, por la influencia de la economía global


en la demanda de mano de obra flexible, algunos autores hablan de la aparición de un
trabajador de “cartera”, que lleva consigo sus diferentes habilidades y que será capaz
de ir fácilmente de un trabajo a otro. Así las personas no permanecerán años en el
mismo trabajo y podrán planificar creativamente su vida laboral. Existe realmente este
tipo de trabajador pero, para la mayoría de las personas que forman parte de la
población activa, la “flexibilidad” suele asociarse con empleos mal pagados que
ofrecen pocas oportunidades de desarrollo profesional y el riesgo de la inseguridad es
grande para los trabajadores, ya que la flexibilidad supone que las organizaciones
pueden contratar y despedir a su conveniencia, pues el compromiso laboral es a corto
plazo y se minimiza el pago de pensiones e indemnizaciones.

Silicón Valley, uno de los polos tecnológicos más importantes de los Estados Unidos,
perdió 127.000 puestos de trabajo -alrededor del 9% de su dotación total- desde el
primer trimestre de 2001 hasta el mismo período de 2002, según un informe publicado
por Joint Venture Silicón Valley, asociación sin fines de lucro creada para fomentar el
área.

Los trabajadores del sector de los servicios públicos de urgencia (bomberos, policías,
personal paramédico y otros) también sufren modificaciones en sus tareas por los
problemas derivados del deterioro de sus condiciones de trabajo. Según un informe de
la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el incremento de los delitos,
accidentes y ataques terroristas, sumado a factores demográficos, está generando
demandas nuevas y más numerosas para los trabajadores de ese sector. También
este organismo señala que han desaparecido millones de empleos en el sector del
6
Cachanosky; Roberto, artículo para LA NACIÓN, del 26 de julio de 2002.
194

turismo en todo el mundo, debido a los problemas políticos, la contracción de la


economía y el creciente malestar entre las personas que viajan, y hay pocas
perspectivas de que el empleo en este sector se recupere antes de 2005. Según este
informe de la OIT, las actividades comerciales relacionadas con el turismo perdieron
alrededor de 6,6 millones de empleos en todo el mundo, lo cual ha dejado sin trabajo a
uno de cada 12 trabajadores de este sector.

En la naturaleza y organización del trabajo están teniendo lugar cambios


fundamentales que, seguramente tendrán una importancia aún mayor en el futuro.
Habría que dejar de identificar trabajo con empleo remunerado. La palabra desempleo
apareció a fines del siglo XIX y quizá desaparezca -dice Giddens- a fines del siglo XX
o XXI, si carecer de un puesto de trabajo remunerado deja de identificarse con “estar
sin trabajo”. Algunos autores sugieren clasificar a los desempleados como
trabajadores por cuenta propia y dar subvenciones a quienes las necesitan, para
seguir otras opciones. En los países industrializados se redujo la semana laboral. El
promedio de horas trabajadas en Europa en 1870 era de 2900 horas por año. A fines
del siglo XX era menos de la mitad.

Sin embargo, el trabajo remunerado sigue siendo para mucha gente la forma clave de
generar los recursos materiales necesarios para vivir.

Según el análisis que hace Renato Ortiz en Otro Territorio, en la sociedad global
contemporánea ha cambiado el valor del trabajo.

Los sociólogos analizan: la disminución numérica de la clase obrera, la deslocalización


de las unidades de producción, la robotización, la especialización de los empleados, la
tercerización de los servicios, para comprender cómo la infraestructura industrial se
articula con la emergencia de un capitalismo flexible.

El del trabajo es también un planteo civilizatorio. Históricamente, antes de la


revolución industrial, el trabajo no tenía “valor en sí” para el conjunto de la sociedad.
En la antigüedad clásica (egipcios, mesopotámicos, griegos, romanos) era superior el
arte militar; para la aristocracia europea el ideal era el ocio; y en muchas sociedades
americanas, la esclavitud permaneció hasta fines del siglo XIX. El trabajo se torna en
un ideal civilizatorio a partir de la revolución industrial. Hegel consideró al trabajo como
categoría filosófica fundamental.

La sociedad que nace en el siglo XIX, se organiza en torno al trabajo, especialmente


industrial, con sus grandes cambios económicos y sociales. Las ideologías y utopías
de esa época (liberalismo, socialismo, comunismo), tienen al trabajo como referencia;
es el elemento nodal. Fusiona las distintas partes de la sociedad en un todo
relativamente cohesionado.

En la 2ª revolución industrial, del siglo XX, se produce el desgaste de la ética del


trabajo y emerge la idea de consumo en toda la sociedad (diferente de la de lujo).

Según Paul Lafargue se reclama el “derecho a la pereza”. Los burgueses son


responsables de la valorización excesiva del trabajo, porque es su interés. Ahora,
favorecen el lujo, el ocio, los viajes, el consumo. Veblen, también acusó a los
industriales americanos de ociosos.

La presencia del “tiempo libre” se extiende al conjunto social, por ejemplo con la
disminución de la jornada de trabajo como reivindicación de las clases bajas.

El advenimiento de la sociedad de consumo, en el siglo XX, desplaza la


preponderancia de la ética del trabajo -antes se lo percibía como incentivo para la
realización personal- y, en cambio, el trabajo es visto como algo “martirizante”, como
un desperdicio de las energías individuales. Prima la ética hedonista, egocéntrica.
195

La producción multiplicada por el factor de las nuevas tecnologías tiene como


contrapartida el desempleo.

En cuanto a las previsiones para el siglo XXI, según Thurow y R. Reich (1993), los
recursos naturales, el capital y las nuevas tecnologías se desplazarán rápidamente
alrededor del mundo. Las personas especializadas serán la única ventaja competitiva
durable. Los bienes fundamentales de una nación serán la capacidad y destreza de
sus ciudadanos.

Hace una década la CEPAL y la UNESCO señalaron que el eje de la transformación


productiva con equidad tendría que ser una estrategia de desarrollo de la capacitación
y del conocimiento, para adecuarse a los cambios en el orden económico internacional
y a las transformaciones científicas y tecnológicas: nuevas tecnologías de
automatización basadas en la informática y microelectrónica; productividad
permanente; competitividad; modificación de procesos productivos y formas de
organización del trabajo. Se produce el ocaso de los modelos tayloristas y fordistas y,
por lo tanto, para las nuevas exigencias, se requieren competencias esenciales:

* Capacidades básicas: lectura, redacción, aritmética, matemática, expresión correcta,


capacidad de escuchar.
* Aptitudes analíticas: para pensar creativamente, tomar decisiones, solucionar
problemas, usar la imaginación, saber aprender y razonar.
* Cualidades personales: responsabilidad individual, autoestima, sociabilidad,
autocontrol, integridad.
* Formación polivalente, polifuncional, flexible.

En la actualidad es mayor el nivel de complejidad de las actividades y requiere más


capacitación para operar con tecnologías sofisticadas: una formación general,
capacidad de pensamiento teórico abstracto, comprensión global del proceso
tecnológico y sólida formación lógico-matemática, estadística e informática.
Disminuyen los puestos de trabajo no calificados que sólo requerían experiencia
laboral y los puestos de trabajo fijos y las ocupaciones estables ligadas a una serie de
tareas permanentes.

Se organizan nuevas formas de trabajo por necesidad de adaptarse a mercados


cambiantes. Por consiguiente, las empresas deben ser flexibles y adecuar los
productos, las tecnologías, los procesos y las demandas de calificaciones a las
exigencias coyunturales del mercado (Paiva. 1992). El personal rota
permanentemente por distintos puestos de trabajo.

La flexibilización en las formas organizativas de la producción tiende al predominio de


la descentralización de la toma de decisiones de control, regulación y supervisión. Se
reemplazan las estructuras piramidales y cerradas por redes planas, interactivas y
abiertas (Tedesco.1993)

Se imponen modelos productivos que enfatizan la cooperación e interacción entre


diferentes roles ocupacionales y entre empresas, que requieren habilidades para el
trabajo en equipo.

La rápida obsolescencia de las tecnologías obliga a recualificar en forma permanente


a los trabajadores. Éstos necesitan de una actitud positiva para adaptarse a los
cambios y para la formación permanente.

El núcleo de la polémica actual es sobre los efectos excluyentes o integradores de las


transformaciones. ¿Traen beneficios para algunos o para todos?
196

Se produce una tensión permanente: algunos procesos disminuyen las desigualdades


entre países; otros, ensanchan el abismo entre naciones ricas y pobres y entre sus
habitantes. P. Drucker es pesimista:” No estamos al final de la historia”. Castells
(1990) señalaba que en África y América Latina (casi la mayoría de los países), la
marginalidad se produce por disminución del valor relativo de sus productos primarios,
porque no controlan la información y la capacidad tecnológica y por la disminución del
peso de la mano de obra poco calificada en el costo de la producción (decrece la
ventaja comparativa de poseer mano de obra barata).

Entre los optimistas, Alvin Tofler, La guerra del siglo XXI (1992), sostiene que el
conocimiento es la fuente de poder más democrática, al alcance de todos.

Para algunos autores, la necesidad de mantener el equilibrio ecológico, el ecosistema


mundial, para que no se perjudiquen sus propias condiciones de vida (de los países
desarrollados), pasaría a ser un factor de integración global.

Las principales alternativas integradoras que señalan para disminuir las desigualdades
entre naciones son: el avance científico tecnológico en todas las naciones; el mayor
conocimiento y la capacitación de la población. Ambas requieren el aporte público y
privado.

Para concluir con esta unidad de análisis somero de la sociedad contemporánea, me


parece importante señalar las palabras de Juan Pablo II en la XVII Jornada Mundial de
la Juventud en Toronto, Canadá, en julio de 2002.

“La pregunta que se impone es dramática: ¿sobre cuáles fundamentos hay que
construir la nueva época histórica que emerge de las grandes transformaciones del
siglo XX? ¿Será suficiente apostar a la revolución tecnológica en curso, que parece
ser regulada únicamente por criterios de productividad y eficiencia, sin referencia a la
dimensión religiosa del hombre y sin un discernimiento ético universalmente
compartido?” “Construir la ciudad del hombre sin Dios, termina edificándola contra el
hombre. La belleza del encuentro con Dios le da sentido a la propia vida, en la
búsqueda de la justicia, la promoción de la paz, el compromiso en la hermandad y la
solidaridad”.

Teóricos contemporáneos de la sociología crítica

Charles Wright Mills y la imaginación sociológica

Nacido en Texas (EEUU), en el año 1916 y fallecido en Nueva York (EEUU), en 1962,
en el mundo académico norteamericano fue un sociólogo marginal, pero su teoría
social crítica radical, influyó perdurablemente.

Como pensador crítico no marxista, se basó en las influencias teóricas de Max


Weber, Emile Durkheim y Karl Mannheim y criticó a Talcott Parsons y su sistema
teórico sociológico estructural funcionalista, en su obra La imaginación sociológica,
escrita en 1959, un texto de sociología aún ahora necesario.

Sostenía que la lectura de los teóricos clásicos debe ser un ejercicio permanente en
ciencias sociales.

En su obra, buscó elaborar explicaciones inteligibles acerca de problemáticas sociales


reales, mediante definiciones sistemáticas claras y ordenadas. Propuso hacer una
ciencia social vinculada a problemas reales, sin prejuicios y sin ideologías, sabiendo
que no es fácil resolver el dilema de crear conocimiento y/o intervenir en la vida social.
197

Por eso es necesario el método crítico en la sociología, que propone una orientación
crítica como método de investigación social.

Su objetivo fue crear una nueva sociología en Estados Unidos, que posibilitara el
análisis social crítico no marxista, a partir de la segunda mitad del siglo XX, un
tiempo de inflexión sociopolítica y económica mundial, con acontecimientos como:

• Los movimientos de protesta estudiantiles universitarios.


• Las protestas sociales contra la guerra de Vietnam.
• La irrupción en la sociedad de la teoría feminista.
• La guerra fría entre EEUU y la URSS, con sus respectivas posturas ideológicas
liberales y marxistas.
• Los cambios vertiginosos que transformaron la historia en historia del mundo.
• La crisis de valores y formas de pensar y de sentir.
• La incomprensión del hombre común del sentido de su época en relación con su
propia vida; su insensibilidad moral, viviendo sólo su vida particular, sintiéndose
atrapado.

Mills se constituyó en un crítico riguroso de la sociedad norteamericana de la 2ª


mitad del siglo XX, "superdesarrollada" y de la sociología como "gran teoría",
con su "empirismo abstracto" y su "ethos burocrático", su perfeccionismo y
formalismo metodológico. Veía el peligro de deformación ideológica y el divorcio
entre la teoría y la investigación social.

Pero, a pesar del empleo abusivo de técnicas empíricas en la sociología vigente en su


época, no restaba valor a las mismas como valiosos instrumentos de investigación.
Proponía como solución la íntima vinculación entre teoría y práctica para obtener
resultados creadores en el trabajo sociológico.

Para él, los hombres del mundo actual necesitan no sólo información y destrezas
intelectuales, sino una cualidad mental para usar la información y desarrollar la razón
para recapitular con lucidez lo que ocurre en el mundo y dentro de sí mismos. La vida
individual y la historia social no pueden entenderse, sin entender ambas cosas 7. Los
hombres, en su vida cotidiana, no definen las inquietudes y las amenazas que sufren,
relacionándolas con cambios históricos y las contradicciones institucionales; no son
conscientes de la intrincada conexión entre sus propias vidas y el curso de la historia
del mundo; no poseen esa cualidad mental esencial para percibir la interrelación
del hombre y la sociedad, de la biografía y la historia, del yo y el mundo, de los
problemas personales y las transformaciones estructurales que es la
imaginación sociológica. Ésta permite comprender las posiciones sociales
dentro del escenario socio-histórico más amplio y su significado para la vida
interior y exterior de los diferentes individuos. La historia y la biografía se
relacionan y la sociología debe estudiar cómo es esa relación. Ésta es su tarea y
su promesa.

La imaginación sociológica es fruto de la idea que el individuo sólo puede comprender:

• su propia existencia y evaluar su propio destino, localizándose a sí mismo en su


época
• sus posibilidades en la vida, si conoce las de todos los demás que se encuentran en
sus mismas circunstancias
• que vive, de una generación a otra, en una sociedad, vive una biografía dentro de
una sucesión histórica
• que por vivir, contribuye a su medida a dar forma a su sociedad y a su historia y que
está formado por la sociedad y su impulso histórico.

7
Wright Mills, Charles. La imaginación sociológica. Cap. I.
198

Sostenía que el investigador social debe ejercer la honestidad moral y la claridad


intelectual y formularse tres tipos de preguntas de imaginación sociológica:

1. ¿Cuál es la estructura de una sociedad particular?, sus componentes y cómo se


interrelacionan; las diferencias con otras estructuras y cómo cambia o continúa a
través del tiempo.
2. ¿Qué lugar ocupa esta sociedad en la historia humana?: ¿cómo cambia?, las
características diferenciales de este período en relación con otros.
3. ¿Qué tipos de hombres y mujeres prevalecen? ¿Cómo cambian? ¿Cómo se
socializan?

Estas preguntas y sus respuestas, pasan de las transformaciones impersonales


y remotas a las características íntimas del yo humano y ven las relaciones entre
ambas. Ayudan al hombre contemporáneo a tomar conciencia de su relatividad social
y, a la vez, de su poder transformador de la historia y a asombrarse de los nuevos
modos de pensar y valorar existentes.

Para comprender los cambios personales hay que mirar más allá de ellos, a los
cambios estructurales mayores, por las interrelaciones institucionales crecientes de
esta época. Y preguntarnos:

• ¿Qué valores se prefieren?, ¿cuáles están amenazados (crisis) y cuáles están


apoyados? (bienestar)
• ¿Qué contradicciones se notan en la estructura social?
• ¿Todos los valores están amenazados? Si así fuera, reina el pánico…
• ¿Todos los valores están sin estima? Entonces, reina la apatía, la indiferencia…Por
consiguiente, la amenaza es vivir en ansiedad, en un malestar creciente…

Para Mills, el tiempo actual es de malestar e indiferencia. Los principales peligros


para el hombre son:

- las fuerzas ingobernables de la sociedad contemporánea,


- los métodos impersonales de producción,
- las técnicas de dominación política,
- la anarquía internacional.

La tarea del científico social es, para él, clarificar los elementos del malestar y la
indiferencia contemporánea.

En cada época intelectual, hay un estilo de pensamiento determinado, un común


denominador: en la modernidad, tenía vigencia el pensamiento de las ciencias físicas,
biológicas; en la posmodernidad, el de las ciencias sociales y psicológicas. Hay una
revalorización confusa del sentido humano, del papel social y de las consecuencias
militares, comerciales, políticas y éticas de la ciencia; un malestar general en la vida
intelectual.

Las ciencias sociales tienen significado para las tareas culturales contemporáneas, en
su esfuerzo para desarrollar la imaginación sociológica y sus implicancias para la vida
política y cultural y qué se necesita para poseerla. Tienen tareas a realizar y deben
contar con medios disponibles.
199

Para Mills, la ciencia social:

- no es un conjunto de técnicas burocráticas con pretensiones metodológicas; de


conceptos oscurantistas y triviales (de pequeños problemas sin relación con
problemas públicos importantes).
- Debe enunciar los significados culturales y políticos que ayuden a reconocer los
problemas morales del estudio social.
- Es análisis social clásico, que implica una serie de tradiciones definibles y usables,
cuyas características son: el interés por las estructuras sociales históricas, por
los problemas públicos relacionados con inquietudes individuales.

El trabajo sociológico ha tomado históricamente tres direcciones generales:

1. hacia una teoría de la historia, con Comte, Marx, Spencer, Weber; relativa a la
totalidad de la vida social del hombre; histórica, porque emplea materiales del
pasado y sistemática, porque distingue etapas en el curso de la historia.
2. hacia una teoría sistemática de la naturaleza del hombre y de la sociedad, con
los formalistas Simmel, Von Wiese, que elaboran conceptos para clasificar las
relaciones sociales desde una visión estática y abstracta de los componentes de la
estructura social, en un nivel de generalidad. Es un claro ejemplo la obra teórica de
Talcott Parsons.
3. hacia el estudio empírico de los hechos y de los problemas sociales
contemporáneos.
Fundamental en EEUU con los sociólogos especialistas en técnicas de
investigación, que cultivan el método por el método, como G. Lundberg, S. Stouffer,
S. Dodd y P. Lazarsfeld.
Charles Wright Mills, sin embargo, destaca la importancia de los clásicos.

Jürgen Habermas, alemán contemporáneo, (nacido en 1929). Autor de la


Teoría de la acción comunicativa (años 1984 y 1987)

Pensador importante de la filosofía a fines del siglo XX y principios del XXI.

De nacionalidad alemana, es reconocido sociólogo, filósofo, historiador


contemporáneo. Su obra transforma y actualiza la teoría crítica de la sociedad
(neomarxista), sustentando una visión normativa, más sistemática y menos
negativa, orientada a construir una teoría social coherente destinada a la
emancipación de las personas de toda forma de coacción, para la resolución de
problemas sociales prácticos. Incorpora aportes de la:

• Filosofía del lenguaje de la vida cotidiana (interaccionismo simbólico).


• Fenomenología (Alfred Schutz) y la hermenéutica (Gadamer) sociológica.
• Sociología clásica, con sus conceptos y categorías fundamentales. (Su pensamiento
está influido por Durkheim, Marx y Weber).

Para él, la Sociología (desde Durkheim hasta Parsons) estaba basada en la teoría del
conocimiento que asume la separación entre sujeto y objeto de estudio, sobre un
modelo instrumental de la acción social (Weber y Parsons) de acuerdo a fines y desde
esta relación se construye el mundo. Por consiguiente para Habermas, tiene la
deficiencia de no contemplar la dimensión intersubjetiva de las relaciones entre los
sujetos, que originan acciones de las que dependen la cultura y la personalidad.

Sostiene que las sociedades capitalistas, en las que siempre está presente el cambio,
tienden a destruir el orden moral del que dependen. En la sociedad actual el
crecimiento económico suele ser lo más importante, pero esta situación hace que la
200

vida cotidiana no tenga sentido. (Habermas retoma el concepto de anomia de


Durkheim).

Está vinculado a la escuela de pensamiento social alemana, la Escuela de Frankfurt,


basada en la doctrina de Marx, pero actualizando sus ideas radicalmente.

Sobre todo, atendiendo a la influencia de la cultura en la moderna sociedad


capitalista. La influencia de los medios de comunicación y entretenimiento, como
el cine, la televisión, la música popular, la radio, los periódicos, las revistas, son el foco
de su atención, señalando la desaparición del arte anegado por la comercialización de
productos poco exigentes e iguales para todos. La influencia de los medios de
comunicación socava la capacidad de pensar crítica e independientemente.

Analiza el desarrollo de los medios de comunicación desde comienzos del siglo XVIII
hasta la actualidad, rastreando la aparición y decadencia de la esfera pública, el área
de debate público en el que se discuten cuestiones de interés general y se
forman opiniones. Las primeras se formaron en salones y cafés de Londres y París y
fueron vitales, según Habermas, en el comienzo de la democracia. 8

La esfera pública implica que los individuos se reúnen como iguales en un foro
de debate público. El desarrollo de los medios de comunicación y de entretenimiento
hace que la esfera pública se convierta generalmente en una farsa. En los medios de
masas y en el Parlamento se manipula la política. Los intereses comerciales tienen
más importancia que los de la población. La opinión pública no se configura mediante
debates abiertos y racionales, sino a través de la manipulación y del control, como
sucede en la publicidad. Al igual que la Escuela de Frankfurt, Habermas considera a
las personas receptoras demasiado pasivas de los mensajes de los medios de
comunicación. 9

Su Sociología tiene un giro lingüístico, ya que sostiene que desde el lenguaje se


pueden rastrear los procesos de conocimiento intersubjetivo de la realidad
sociocultural. El lenguaje no se reduce sólo a expresar el pensamiento; existen
lenguajes históricos dentro de plurales contextos culturales. Para él el lenguaje tiene
un doble carácter:

• Empírico: nace del cúmulo de experiencias históricas particulares


• Trascendental: contiene categorías y esquemas que dan forma y estructura al
mundo.

La validez de las afirmaciones se da entre los participantes de la relación


comunicativa, sostenida por razones o argumentos y no en hechos (positivismo), ni
en valores metafísicos.

Es necesario distinguir entre acción (actos del habla en la interacción intersubjetiva) y


discurso (argumentación donde se examina su legitimidad, sin coacción posible, para
abrir espacios de cooperación con el fin de entenderse).

Es la acción comunicativa un concepto consensual de la verdad intersubjetiva,


fundada en razones de sujetos en interacción comunicativa para el logro de
objetivos comunes.

Su postura teórica es optimista respecto al mundo, la sociedad y los individuos. Su


concepto de sociedad comprende una integración de valores morales, religiosos
y la razón pura, por medio de la comunicación.

8
Habermas, J. Historia y crítica de la opinión pública 1964.
9
Giddens, 2000.
201

La sociedad está dominada por dos formas de acción social:

1. La racionalidad teleológica (de acuerdo a fines) del sistema, orientada al éxito.


Usa las circunstancias para sacar ventajas, oprimir, dominar y es antidialógica.
2. El mundo de la vida cotidiana (de la acción comunicativa). Cuando los actores
sociales interactúan en un proceso de entendimiento, llegando a un acuerdo
cognitivo en sus afirmaciones, a una propuesta recta objetivamente, sobre normas
establecidas.

Parte de tres concepciones teóricas:

1. la evolución social histórica continua, a partir del capitalismo (siguiendo a Weber)


2. la corporeidad de la acción social
3. el sistema social trans-subjetivo de procesos de aprendizaje en crecimiento,
mediante la situación de comunicación (influenciado por el interaccionismo
simbólico)

Para Habermas 10, el mundo de la vida (de la acción comunicativa) se articula en


tres esferas: la cultura, la sociedad y la personalidad del sujeto: capaz de lenguaje y
acción. El cambio se da en un proceso evolutivo. (Tiene semejanzas con el concepto
de conciencia colectiva de Durkheim y con el de sistema de cultura, sociedad y
personalidad de Parsons). El mundo de la vida representa el punto de vista de los
sujetos (actores sociales).

El sistema (de la acción estratégica) actual, que implica la acumulación de capital y


la racionalidad burocrática, es decir, las estructuras económicas y administrativas
racionalizadas, que colonizan al mundo de la vida.

Este autor propone un tipo ideal de sociedad, cuya meta es la acción


comunicativa. Los sujetos deben tener una personalidad autocrítica; así pueden
abstraerse de la acción estratégica (del poder manipulador) a partir de la racionalidad
comunicativa, de la interacción simbólica, cuyas bases son:

• La buena fe de los hablantes


• La comprensión y el entendimiento de actitudes y símbolos de los hablantes
• La búsqueda del consenso en acciones correctas según normas vigentes
• Mediante el diálogo, como encuentro en una situación para transformarla y
humanizarse.

Pierre Bourdieu. Teoría de la sociedad como campo de fuerzas

Este sociólogo francés (1930-2003) de la segunda mitad del siglo XX, cuyos temas
de estudio y reflexión filosófica, sociológica y antropológica han sido variados (arte,
ciencia, política, filosofía, educación, clases sociales, literatura, deporte, parentesco,
religión, campesinado, moda), por lo cual se lo considera cuasi enciclopédico, tuvo
influencias teóricas del estructuralismo, el marxismo, el psicoanálisis y el simbolismo.

Su metodología consiste en relacionar la teoría con la praxis y esta relación es


superadora de las antinomias entre:

- objetivismo/subjetivismo;
- análisis simbólico/material;
- teoría/metodología de investigación científica;
- estructura/agente.

10
Habermas, J. Teoría de la acción comunicativa 1981.
202

Está orientado a buscar una ciencia social total, superadora del metodologismo de la
investigación empírica y de la teoría teoricista.

Su modo de pensar relacional implica una reflexión sobre el espacio complejo de


conflictos y competencias en que se realiza la tarea del científico social. Su intención
es manifestar procedimientos y conceptos de uso riguroso para entender la
complejidad de lo social.

Elabora una teoría postestructuralista neomarxista sumamente original, con


nuevos conceptos como el de campus y habitus:

· Concepto de campus: su elaboración teórica está influenciada por el


estructuralismo y el marxismo y es la base de sus investigaciones sociológicas. Pero
supera el economicismo marxista tradicional, mediante una visión más simbolista; y
supera al estructuralismo clásico, por un dinamismo y maleabilidad histórica.

La Sociología estudia la dinámica interna de cada campo y las relaciones entre


los campos.

El campus de vida social es:

• una instancia mediadora entre lo individual y lo social; entre la estructura y la


superestructura.
• Es diferente en toda sociedad moderna diferenciada.
• Funcionan con independencia
• Operan como un sistema estructurado de fuerzas objetivas
• Una configuración relacional de individuos e instituciones políticas, económicas,
intelectuales, etc.
• Un sistema estructurado constituido por dos elementos:
1) capital común y
2) la lucha por su apropiación.
• En los campos específicos (educación, burocracia, intelectual, religioso, científico,
artístico) se desarrollan los conflictos entre agentes involucrados, que tienen
diversas visiones que luchan por imponerse.

• Concepto de habitus: es fundamental en su teoría: lo formula sistematizándolo


sociológicamente. Lo toma de:
1. Aristóteles (hexis, término intermedio entre acto y potencia, entre exterior e
interior).
2. la fenomenología de Husserl y Merlau-Ponty (percepción y acción individual)
3. los sociólogos clásicos Durkheim y Weber, quienes lo usan sin definirlo.
• hace ver la dinámica de la vida social.
• es el mecanismo estructurador de las regularidades de la vida social.
• se internaliza.
• sirve para superar la oposición entre objetivismo (prácticas sociales determinadas
por la estructura social) y subjetivismo (acciones sociales como suma de acciones
individuales voluntarias), que no explica las regularidades sociales.
• Explica las prácticas sociales por la relación construida entre dos modos de
existencia de lo social:
1. estructuras sociales externas: Son campos de posiciones sociales (escolar,
económico, político) construidas en dinámicas históricas.
2. estructuras sociales internalizadas en el agente, mediante sus esquemas
perceptivos, de pensamiento y de acción, que son los habitus.

Los sujetos agentes son socialmente producidos en estados anteriores del sistema de
relaciones sociales. No actúan libremente; están condicionados por la historia anterior,
incorporada como habitus, en función de las diferentes condiciones sociales.
203

• define los habitus como el sistema de disposiciones durables y transferibles


que integran las experiencias pasadas y funciona como matriz estructurante de
las percepciones, apreciaciones y acciones de los agentes.

• Los habitus son producidos por los condicionamientos sociales asociados a la


posición social correspondiente con un estilo de vida unitario (elección de
personas, bienes y prácticas distintas y distintivas)

El objetivo de la sociología sería, para Bourdieu, la deducción de las reglas de


juego partiendo de las acciones observables de los agentes sociales. Para
describir y analizar un grupo no hay que descontextualizar el tiempo y el lugar donde
éste actúa. El contexto condiciona el campo de lo posible.

• Concepto de sociedad: Ésta existe en objetividad del:

1º orden, que se establece por la distribución y apropiación de los bienes materiales.


(Se elaboran estructuras objetivas que establecen los límites de la interacción
cotidiana).

2º orden, que son esquemas mentales que sustentan las conductas, pensamientos,
sentimientos y juicios de los agentes sociales. (Se reintroduce la experiencia inmediata
de los agentes para explicitar las categorías perceptivas que estructuran sus acciones
y representaciones).

La sociedad es un sistema real relacional de diferencias en donde se dan una


serie de campos con sus reglas de juego particulares.

Bourdieu analiza la relación entre:

- posiciones sociales (concepto relacional)


- disposiciones (habitus)
- tomas de posición (elecciones)

Todas las sociedades se presentan como espacios sociales, es decir, estructuras


de diferencias que solo cabe comprender verdaderamente si se elabora el principio
generador que fundamenta estas diferencias en la objetividad: cómo se estructura la
distribución de las formas de poder o de las especies de capital eficientes
(capital económico y capital cultural), en el universo social considerado y que varía
según lugares y tiempos.

La sociedad es una estructura de clases en lucha entre ellas.

Un espacio social global como:

- campo de fuerzas (que se impone a los agentes) y


- campo de luchas (de enfrentamiento entre agentes según su posición en el campo
de fuerzas)

Existe un espacio social de diferencias donde se construyen permanentemente las


clases sociales. Éstas no existen como algo dado. Para conocer las clases sociales
se necesita conocer cómo participan en las relaciones de producción y también sus
características auxiliares: los principios de selección y exclusión reales (el barrio
donde viven los miembros, la escuela donde envían a sus hijos, los lugares que
frecuentan en vacaciones, tipo de alimentación, modales, prácticas culturales)

Este autor recomienda a los investigadores poner en práctica los siguientes hábitos
científicos:
204

• Hacer investigación en la práctica


• Tener rigor en la construcción del objeto de estudio
• Adquirir agilidad en el pasaje de la abstracción teórica a la práctica
• No apegarse a los conceptos por los conceptos mismos. Sostiene que usar
conceptos con pretensiones de validez universal es anacrónico, es confundir con lo
particular.

Las propuestas teóricas de síntesis corresponden a:

• J. Habermas, con su teoría de la acción comunicativa, que revisa la postura crítica


de la Escuela de Frankfurt de la primera época, ya que no es marxista ni tampoco
funcionalista. Tiene en cuenta la dimensión lingüística y la estructural o sistémica de
la vida social y por consiguiente, está alejado de las corrientes subjetivistas.
Introduce el concepto de la articulación social en dos planos: el sistema y el mundo
de la vida. El sistema: de producción económica y administración política, que con
sus productos sociales de racionalización del universo de la vida, coloniza al
universo social del mundo de la vida: las esferas de acción comunicativa, de
reproducción simbólica de la vida social mediante entendimientos lingüísticos.

• A. Touraine, el sociólogo francés que reflexiona para superar el determinismo


predominante en el análisis funcionalista, proponiendo un enfoque accionalista que
pone énfasis en los movimientos sociales que modifican y definen el campo de la
acción social, que se desarrolla en el marco de un sistema de acción histórica.

• P. Bourdieu, con su vasta obra trasciende las viejas antinomias subjetivismo-


objetivismo, teoría-investigación, estructura-agente.

• A. Giddens, con su teoría de la estructuración social, da una visión holística de


las sociedades actuales.

Este último sociólogo británico, nacido en Londres, en el año 1938, es además


psicólogo y fue director de la Escuela de Economía y Política de Londres desde 1977
hasta el año 2003 y autor de la teoría de la tercera vía social demócrata inglesa.

Su vida académica tiene tres estadios de desarrollo:

1. abordaje teórico y metodológico de la sociología, mediante la reinterpretación crítica


de los autores clásicos (Marx, Durkheim y Weber). 11

2. Elabora la teoría de la estructuración social. 12

3. trabajos referidos a temas como: modernidad, globalización, política, donde


reexamina la comprensión del desarrollo y la trayectoria de la modernidad y critica a
la posmodernidad. 13

Giddens sostiene que los que trabajan en teoría social se deben aplicar a reelaborar
concepciones del ser y del hacer del hombre, sobre la reproducción y transformación
social y sobre la finalidad crítica de la ciencia social.

11
Giddens, A. El capitalismo y la moderna teoría social.1971.
Giddens, A. Las nuevas reglas del método sociológico.1976.
12
Giddens, A. Problemas centrales en Teoría social.1979.
Giddens, A. La constitución de la sociedad. 1984.
13
Giddens, A. Consecuencia de la modernidad. 1990.
Giddens, A. Modernidad e identidad. 1991.
Giddens, A. La tercera vía: la renovación de la socialdemocracia. 1998.
205

Para él, es necesario el enfoque dialéctico entre agencia (acciones de los sujetos) y
estructura (patrones -pautas- de organización e instituciones colectivas)

Sus conclusiones están sistematizadas en su teoría de la estructuración social, que


elabora sobre fuentes interdisciplinarias con intereses variados, como las de la
sociología, la historia, geografía humana, antropología, ciencia política, economía,
educación.

En su análisis se esfuerza por reorientar el problema de la relación entre individuo y


sociedad, entre subjetivismo y objetivismo, entre sociedad construida y sociedad dada
y lo hace incorporando el contexto (tiempo y espacio).

Plantea su teoría en una doble estrategia complementaria:

1. Define y precisa sus posiciones criticando las principales escuelas teóricas:


marxismo, funcionalismo de Durkheim, voluntarismo de Weber, funcionalismo
estructural de Parsons, interaccionismo simbólico, etnometodología,
estructuralismo, postestructuralismo de Foucault y la teoría de Habermas.
2. Reúne las vigas maestras de su teoría en una presentación sistemática La
constitución de la sociedad. Bases para la teoría de la estructuración, editada en
1984 y traducida al castellano en 1995.

El propósito de esta obra es reconciliar al individuo y a la sociedad, por


consiguiente repudia su oposición. La idea nuclear es la dualidad de estructura:

• su tesis es el carácter recursivo de la vida social. La dualidad de fenómenos


constituidos por agentes sociales y estructuras sociales.

• las propiedades estructurales de los sistemas sociales son el medio y el resultado de


las prácticas que organizan recursivamente los agentes y las estructuras. Están
implicados entre sí y se presuponen mutuamente.

• Los escenarios sociales cotidianos están atravesados por pautas institucionalizadas


de conducta.

• No hay institucionalización sin valores ni normas interiorizadas.

• Los sistemas sociales tienen tres dimensiones estructurales interconectadas que


constriñen y habilitan:
1. simbólica: significados, ideologías (reglas semánticas)
2. de dominación: instituciones políticas y económicas con acceso desigual a
recursos materiales y de autoridad según las posiciones sociales
3. de legitimación: regulación normativa con sanciones prohibitivas (reglas
morales)

• Un profundo entrelazamiento ata los quehaceres cotidianos con la duración y solidez


de las instituciones.

• Hay una realimentación no reflexiva de los mecanismos de reproducción colectiva,


que es contingente e histórica.

• La estructuración tiene un dinamismo implícito que se conforma en un proceso


constante. Cada momento existe en continuidad con el pasado, pero sin garantizar
que los agentes lleguen a reproducir de manera idéntica las regularidades.
206

• La estructura es a la vez instrumento y resultado de las prácticas sociales;


simultáneamente la estructura pre-existe a las prácticas sociales y es re-producida
por éstas.

• Su postulado es que la realidad está sujeta a cambio.

• Si la reproducción de la estructura es también un acto de producción, este acto


puede ser de conservación o de inicio de cambio. (Con esta postura rompe la
tradicional división funcionalista entre estática y dinámica legada por Comte).

El conocimiento tiene, para Giddens, una función crítica, ayuda a los individuos a
aprehender mejor las condiciones involucradas en la producción de sus acciones y a
contribuir al mantenimiento social.

Edgar Morin y la teoría de la complejidad 14

En los últimos años se ha reabierto un nuevo frente de discusión en el que participan


científicos e intelectuales sobre la necesidad de reformar el pensamiento y el
conocimiento de las ciencias sociales y humanas que, siguiendo el paradigma de la
ciencia clásica, han guiado su proceso de indagación y construcción del conocimiento
a través de normas y métodos específicos. De esta manera el objeto de las ciencias
sociales se ha hecho dimensional a concepciones del mundo ligadas a posturas
idealistas, materialistas o combinación de ambas, con distintas propuestas para su
quehacer y descripción, como son los criterios de validez del conocimiento en ciencias
sociales: validez igualada al proceso de comprobación en el enfoque empírico
positivista, validez equiparada a la coherencia del discurso en el enfoque
hermenéutico y validez igualada al proceso de adecuación de la explicación a la
realidad social en el enfoque materialista.

El saber contemporáneo se presenta al observador como una torre de babel, cuya


multitud de objetos, métodos, posiciones, perspectivas, teorías, concepciones sobre el
mundo y lenguas en las que se describen unos y otras, convierten el panorama en
algo complejo. Situación que se deriva del mismo proceso de la construcción del
conocimiento en la ciencia occidental y de las formas de adopción-adaptación del
conocimiento social en los paradigmas que dentro del Pensamiento Complejo de
Edgar Morin, son analizados a lo largo y ancho de toda la Historia de la Filosofía y de
la Ciencia. 15

La segunda mitad del siglo XX y, más concretamente desde los años 50 a los 70, nos
legó a través de la Teoría General de Sistemas de L. Von Bertalanffy, herramientas
conceptuales y metodológicas apropiadas para generar un conocimiento fidedigno –lo
que no quiere decir "exacto"– de la Realidad, como un todo organizado en
funcionamiento compuesto de múltiples dimensiones y elementos interrelacionados,
un pensamiento sistémico compacto que en términos paradigmáticos se rotula bajo el
nombre de Paradigma de la Complejidad. Los valores epistémicos que motivan esta
reforma del pensamiento son, entre otros, los siguientes:

(a) conocer para hacer; es decir, combinar los conocimientos teóricos con los de
acción;
(b) conocer para innovar; para crear nuevos conocimientos, más allá del saber
técnico-aplicado;
(c) conocer para repensar lo conocido o pensado; es decir, poner a prueba las
categorías conceptuales con las que el científico o el tecnólogo trabajan para hacer

14
Morin, Edgar. 1984, "Ciencia y conciencia de la complejidad", edit. Aixen-Provence. 1990, «Introducción al
Pensamiento Complejo», edit. ESF.
15
http://educador_13.espacioblog.com/post/2007/07/20/que-es-teoria-la-complejidad.
207

inteligible o manipulable la realidad que se desea estudiar o sobre la que se desea


intervenir. 16

Uno de los representantes más conspicuos de este nuevo paradigma es Edgar Morin,
quien nació en París (Francia) en 1921, en una familia de origen judío y en su juventud
fue un activo luchador social, combatiente voluntario durante la Resistencia, siguiendo
la ideología comunista, pero su espíritu crítico, su conciencia reflexiva y
profundamente liberal lo hicieron discrepar sobre cuestiones esenciales que lo llevaron
a denunciar las desviaciones y los excesos del estalinismo soviético, sus diferencias
en relación a Tito y la Revolución China, de tal manera que en 1951 fue expulsado del
Partido Comunista Francés.

Es un pensador multidisciplinar, Licenciado en Historia y Geografía y en Derecho,


conocido especialmente como sociólogo y epistemólogo, como uno de los pocos
maestros de pensamiento del siglo XX. Su figura es pionera en los estudios sobre
complejidad.

Su pertenencia al Groupe des Dix (1968-1975), su estancia en el SalkInstitute (1969-


1970) y su labor en el Centre Internacional d’ Études Bioanthropologiques et d’
AnthropologieFondamentale (CIEBAF), le permitieron descubrir y adquirir
conocimientos y conceptos nuevos con los que replantear sus preocupaciones
intelectuales. Conocimientos y conceptos que proceden de distintos ámbitos, en
especial de: la biología (Biología molecular, Genética, Etología), la teoría de sistemas
(Ludwig Von Bertallanfy, los yearbooks de la General SystemsTheory), la cibernética
(Wiener, Ashby, Bateson), la teoría de la información (Weaver, Brillouin, Shannon), la
tesis de Jean Ladriére sobre los límites del formalismo, las reflexiones de Husserl y
Heidegger sobre la ciencia y la técnica, la termodinámica, los problemas
epistemológicos de la complejidad y la problemática de la organización. Durante este
periodo asimiló también los avances efectuados por la etología durante el decenio
1960-1970 y estudió, con interés, la obra "La sociétécontrenature" de SergeMoscovici
(1972). Una estancia en la Universidad Mac Gill de Montreal le permitió profundizar en
los self-organizing-systems.

De 1971-1973 Morin se inicia en el pensamiento de Heinz Von Foerster, en la teoría


de la auto-organización; lee a Prygogine, Serres y René Thom. De este proceso de
encuentros, concibe la idea de un libro que se llamaría más tarde "El Método";
además, lee a Bachelard, GottardGunther, Tarsky, Wittgenstein, Popper, Lakatos,
Feyerabend y Holton. En su colosal obra El Método, sintetiza todos los nuevos
desarrollos en teoría de sistemas, teoría de la información, cibernética, reformulando
el método de la complejidad donde se reúnen las aportaciones de Prigogine, von
Foerster, Henri Atlan, Maturana, Varela y otros.

Ese mismo año, pasa a codirigir el Centre d’ EtudesTransdisciplinaires (Sociologie,


Anthropologie, Historie) (CETSAH) de la École des Hautes Études Sociales, cargo que
ejercerá hasta 1989 y comienza a concebir el proyecto de "El Método" que será a la
postre su obra más importante.

En 1990 comenzó a presidir el Comité del Centre National de la RechercheScientifique


(CNRS) sobre Sciences et Citoyens, desde donde intenta llevar a la práctica su idea
de una "democracia cognitiva", bajo los principios que los conocimientos científicos
deben difundirse entre los ciudadanos, pues la ciudadanía requiere de ellos para
esclarecer sus decisiones ético-políticas y ejercer con plenitud sus derechos.

En septiembre de 1998 organiza el Primer Congreso Interlatino por el Pensamiento


Complejo. En 1999 se crea la Cátedra Itinerante Edgar Morin para la enseñanza del
Pensamiento Complejo auspiciada por la UNESCO.
16
Romero Pérez, Clara. Paradigma de la complejidad, modelos científicos y conocimiento educativo. Universidad de Huelva
208

Acerca Del pensamiento multidimensional sostiene:

"Nunca pude, a lo largo de toda mi vida, resignarme al saber parcializado, nunca pude
aislar un objeto de estudio de su contexto, de sus antecedentes, de su devenir. He
aspirado siempre a un pensamiento multidimensional, nunca he podido eliminar la
contradicción interior. Siempre he sentido que las verdades profundas, antagonistas las
unas de las otras, eran para mí complementarias, sin dejar de ser antagonistas. Nunca
17
he querido reducir a la fuerza la incertidumbre y la ambigüedad."

El significado que tiene la obra de Edgar Morin debería decirse que es uno de los
intentos más consistentes de este siglo de pensar y describir la complejidad humana;
una complejidad multidimensional y al mismo tiempo interrelacionada: la
complejidad antropológica, sociológica, ética, política, histórica. Diferentes y
complementarias caras de un mismo fenómeno: lo humano. Una complejidad que por
ello mismo requiere un titánico esfuerzo epistemológico de revisión y articulación de
los conocimientos heredados. En su libro Introducción al pensamiento complejo
afirma: "Hay una nueva ignorancia ligada al desarrollo mismo de la ciencia, hay una
nueva ceguera ligada al uso degradado de la razón, las amenazas más graves que
enfrenta la humanidad están ligadas al progreso ciego e incontrolado del
conocimiento. Es necesario tomar conciencia de la naturaleza y de las consecuencias
de los paradigmas que mutilan el conocimiento y desfiguran la realidad" 18.

Para Edgar Morin, el gran problema de la ciencia actual es la cada vez mayor
compartimentación del conocimiento. Mientras que la cultura general busca la
posibilidad de poner en contexto toda la información y las ideas, la cultura científica o
técnica, debido a su carácter disciplinario especializado, enfrenta cada vez mayores
dificultades para su puesta en contexto.

Actualmente, todo hecho importante debe ser analizado en su contexto social,


político humano, ecológico, es decir se tiene que tomar en cuenta el mundo
todo. Para tener la posibilidad de articular y organizar la información del mundo,
Morin propone una reforma del pensamiento. Esta reforma es lo que llama
pensamiento complejo.

El Paradigma de la Complejidad postula la necesidad de organizar el conocimiento


científico desde la transdisciplinariedad (comprender y explicar la dinámica evolutiva
de los fenómenos como consecuencia de la complejidad dinámica que caracteriza la
realidad). La transdisciplinariedad en la ciencia incorpora estos tres principios:

1. el principio de no reducción;
2. la lógica del tercero incluido (principio de inclusión)
3. y el análisis sistémico que se interesa por dicha complejidad dinámica.

Aplicada a las Ciencias Humanas y Sociales, la transdisciplinariedad permite constatar


las continuidades y discontinuidades de los fenómenos socio-humanos integrando las
explicaciones y visiones. La proyección transdisciplinaria de las ciencias persigue
como objetivo, siguiendo a Edgar Morin 19 "no un sector o parcela sino un sistema
complejo que forma un todo organizador que opera el restablecimiento de
conjuntos constituidos a partir de interacciones, retroacciones, inter-
retroacciones y constituyen complejos que se organizan de por sí".

La complejidad es un tejido de constituyentes heterogéneos inseparablemente


asociados, una paradójica relación de lo uno y lo múltiple, una mezcla íntima de

17
Profesor Edgar Morin. Bahía Kino, Sonora, otoño 2004.
18
Morin, Edgar. Introducción al pensamiento complejo. Editorial Gedisa.
19
Morin, E. (2001): La mente bien ordenada. Barcelona. Seix Barral.
209

orden y desorden. ¿Cómo se nos presenta? Como lo inextricable, lo enredado, lo


ambiguo, la incertidumbre. Por ello, la educación debe estar orientada a comprender la
incertidumbre y no a desviarse de su influencia, tratando, erróneamente, de alcanzar
soluciones que terminan por ser "ilusiones", es decir, pensamiento superficial.

Se trata de lograr un pensamiento multidimensional que sea capaz de concebir la


complejidad de lo real; la búsqueda de un método para "Unir lo separado" -
"Articular lo que está desunido". Motivar el surgimiento de un pensamiento que
tome en cuenta que el conocimiento de las partes depende del conocimiento del
todo, y que el conocimiento del todo depende del conocimiento de las partes; así
mismo, que reconozca y analice los fenómenos multidimensionales en lugar de aislar,
mutilando, cada una de sus dimensiones y analice las realidades que son al mismo
tiempo solidarias y conflictivas. Ello sin obviar el respeto a lo diverso, en donde
al mismo tiempo se reconozca la unidad.

Según Edgar Morin, los principios para una reforma del pensamiento generarán un
pensamiento del contexto y de lo complejo. Un pensamiento que vincule y afronte
la falta de certeza, reemplazando la causalidad lineal por una causalidad
multirreferencial.

Él expresa que en nuestra era planetaria es necesario un conocimiento que


entienda los problemas globales, en su contexto y en su conjunto. Ese
conocimiento debe superar las antinomias de los conocimientos hiperespecializados e
identificar la falsa racionalidad (abstracta y unidimensional); pero a la vez ese
conocimiento ha de venir acompañado por la enseñanza de la condición humana, en
donde el proceso formativo esté guiado en aprehender al ser humano, situado en el
universo y a interrogarse sobre nuestro devenir.

El siglo XX representó, según Morin, una era de antagonismos que dejó una
mundialización unificadora y global pero conflictiva y desigual. El siglo XXI enfrenta
retos descomunales, dando cuenta de las nuevas incertidumbres en la ciencia para
demostrar las debilidades del paradigma de la simplicidad. Así mismo, se incluye
la incertidumbre como variable en nuestro pensamiento, para pensar
estratégicamente y no programáticamente.

La ética del género humano es promover una educación que mire a una antropoética,
la cual reconozca y forme conciencia de la trinidad individuo-sociedad-especie; que
muestre a la humanidad como comunidad planetaria; que fomente una educación
para la toma de conciencia de nuestra tierra-patria y traducirla a una ciudadanía
terrenal; y que consiga una reforma del pensamiento, una política del hombre y una
política de civilización 20.

Cuando Morin se refiere a la complejidad se refiere a lo enredado, al desorden, a la


ambigüedad, a la incertidumbre, lo que implica la necesidad de un pensamiento
múltiple y diverso que permita su abordaje. El no reconocimiento de esta dialógica
orden/desorden nos sumerge en lo que él llama una "inteligencia ciega", que no ve
más allá de sus propios límites y ni siquiera reconoce esos límites.

Morin entiende por "paradigma de la complejidad", un principio de


distinciones/relaciones/oposiciones fundamentales entre algunas "nociones
matrices" que generan y controlan el pensamiento, es decir la constitución de
teoría y la producción de los discursos de los miembros de una comunidad
científica determinada. De ello resulta una evidente ruptura epistémica, una
transformación fundamental de nuestro modo de pensar, percibir y valorar la realidad
signada por un mundo global que interconecta pensamientos y fenómenos, sucesos y
procesos, donde los contextos físicos, biológicos, psicológicos, lingüísticos,
20
Morin, Edgar. La Cabeza bien puesta, repensar la Reforma, Reformar el Pensamiento, (1999) Cap. II.
210

antropológicos, sociales, económicos, ambientales, son recíprocamente


interdependientes.

Morin busca favorecer la autonomía del pensamiento. Por esta razón, un pensamiento
capaz de no estar encerrado en lo local y lo particular, que pueda concebir los
conjuntos sería capaz de favorecer el sentido de la responsabilidad y de la ciudadanía.
La reforma del pensamiento tendrá consecuencias existenciales y éticas.

El conocimiento es una orientación del hombre en el mundo, es una forma de dar


coherencia y sentido a su posición interna con respecto a su realidad y a la de los
otros.

Por su naturaleza, el ser humano es a la vez físico, biológico, psíquico, cultural, social
e histórico, de tal manera que cada uno -desde donde esté- tome conciencia al mismo
tiempo de su identidad compleja y de su identidad común a todos los demás
humanos. 21

En el desenvolvimiento e intercambio con los otros, el sujeto sufre una constante


interferencia de su posición interna como de su proceder en el mundo. De este feed
back entre individuos se constituye lo socio-cultural, el medio en donde se organiza y
reorganiza la vida tanto singular de los sujetos como toda la posibilidad de
construcción común de los conocimientos. La ciencia, la educación, la política, los
procesos sociales y económicos no pueden escapar al condicionamiento cultural. Las
manifestaciones científicas y culturales ligadas a los conceptos emergentes están
involucradas en circuitos recursivos, en interacciones no lineales dentro de la ciencia y
la cultura misma.

La subjetividad y las relaciones socio-culturales se organizan en el trazado de ciertas


metáforas, de ciertos horizontes que generan presuposiciones y expectativas,
configurando creencias y visiones a futuro, que se transmiten como una cultura que
permite comprender nuestra condición y ayudarnos a vivir 22.

El "paradigma de la simplificación", formulado por Descartes, que ha sido rector del


saber occidental desde el siglo XVII, postuló como principio de toda verdad las ideas
"claras y distintas" (Descartes, 1637) y la búsqueda de reglas fijas para descubrir
verdades. Este pensamiento disyuntor, terminó por entorpecer el camino de la ciencia
hacia su propio conocimiento, coartándole la posibilidad de reflexionar sobre sí misma.

En todo el pensamiento cartesiano se distinguen dos importantes principios: el de


separación y el de reducción, teniendo este última una doble articulación: por una
parte, la reducción del conocimiento del todo, al conocimiento de la suma de las
partes; y por la otra, la limitación de lo cognoscible a lo mensurable, donde lo
verdadero es lo evidente y lo evidente a su vez, debe estar definido por la claridad y la
distinción.

La historia del pensamiento moderno estuvo signada por este esfuerzo de comprender
la naturaleza de las cosas y los sucesos simplificando permanentemente los
fenómenos para su mejor comprensión. Y fue, precisamente, bajo el manto de este
pensamiento mecanicista, que se produjo la reducción de lo complejo a lo simple y la
hiperespecialización, fragmentando profundamente el entramado complejo de la
realidad hasta llegar a la ilusión de admitir que una mirada reducida sobre lo real,
puede llegar a tomarse por la realidad misma.

La educación no ha sido ajena a este pensamiento simplificador. Frente a realidades


cada vez más complejas que ponen en evidencia la necesidad de un conocimiento
21
Morin, E. La Condición Humana, Capítulo III- págs.37-48).
22
Morin, E. Aprender a vivir Capítulo V-, págs.49-57).
211

multidisciplinario, la educación, tradicionalmente ha formado al ser humano con


esquemas disyuntores, que buscan la comprensión a través de la separación de las
partes. La simplificación ve a lo uno y ve a lo múltiple, pero no puede ver que lo Uno
puede, al mismo tiempo, ser Múltiple. El principio de simplicidad o bien separa lo que
está ligado (disyunción), o bien unifica lo que es diverso (reducción).

Una verdadera reforma educativa, requiere un profundo cambio en los esquemas


tradicionales de enseñanza. Una postura abierta a la realidad en sus múltiples facetas,
desde sus distintas aristas, enmarcada en una dialógica de aspectos que pueden ser,
al mismo tiempo, antagónicos y complementarios.

Para Morin uno de los grandes problemas de nuestro tiempo es volver a relacionar
las dos culturas: la humanística y la científica. En nuestros días, ambas se
encuentran empobrecidas.

La reforma necesaria del pensamiento es aquella que genere un pensamiento del


contexto y de lo complejo. El pensamiento del contexto busca siempre la relación de
inseparabilidad y de inter-retro-acción entre todo fenómeno y su entorno, y de todo
entorno con el contexto planetario. El pensamiento de lo complejo es necesario para
captar las relaciones, interacciones e implicaciones mutuas de los fenómenos
multidimensionales, y de las realidades que son a la vez, solidarias y conflictivas
porque contienen fuerzas que conducen a la diversidad y al mismo tiempo a la unidad.
El pensamiento complejo es un pensamiento organizador que concibe la relación
recíproca de todas las partes que conforman un todo.

Tierra-patria es un concepto elaborado por Edgar Morin para señalar el lugar de


convivencia civilizada de la humanidad en simbiosis con el planeta. Este concepto
señala la necesidad de arraigar a la humanidad en el planeta tierra en función de un
destino complementario y errante. Insiste sobre la necesidad de desarrollar el
sentimiento de existencia de una identidad común y de una comunidad de destino que
favorezca la emergencia de una conciencia planetaria, para salvaguardar el desarrollo
de hominización. 23

Al definir al homo complexus, Morin nos dice que somos criaturas sensibles,
neuróticas y delirantes, al mismo tiempo que racionales, y todo ello constituye el tejido
propiamente humano. Este ser humano es a la vez un ser racional e irracional, capaz
de mesura y desmesura. Como sujeto de un afecto intenso e inestable, sonríe, ríe,
llora, pero también sabe conocer objetivamente. Es un ser serio y calculador, pero
también ansioso, angustiado, gozador, ebrio, extático. Es un ser de violencia y de
ternura, de amor y de odio. Puede ser invadido por lo imaginario e igualmente
reconocer lo real; sabe que existe la muerte pero que no puede creer en ella. Segrega
el mito y la magia, pero también la ciencia y la filosofía. Está poseído por los Dioses y
por las Ideas, pero duda de los Dioses y critica las Ideas. Lo nutren conocimientos
comprobados, pero también las ilusiones y las quimeras.

Frente a la visión analítica y mecanicista de la ciencia clásica positivista, preocupada


por observar y explicar una sola dimensión de la realidad -biofísica, psíquica o social-,
la nueva ciencia que inaugura el Paradigma de la Complejidad proyecta una visión
unificadora de la naturaleza y la sociedad. Unificación que excluye toda pretensión
reductora, como hizo la ciencia positivista, para lograrla a partir de la integración de
todos los elementos y dimensiones que constituyen la realidad u objeto a analizar.

Morin resalta incesantemente que el pensamiento complejo es ante todo un


pensamiento que relaciona y que es el significado más cercano al término complexus
(lo que está tejido en conjunto). Ello equivale a decir que en oposición al modo
tradicional de pensamiento, que divide el campo de los conocimientos en disciplinas
23
http://www.avizora.com/publicaciones/biografias/textos/textos_m/0032_morin_edgar.htm
212

atrincheradas y clasificadas, el pensamiento complejo es un modo de religación


(nótese que del término latino religare emana la palabra "religión"). Por consiguiente,
se opone al aislamiento de los objetos de conocimiento, los restituye a su contexto y,
toda vez que resulte posible, los reinserta en la globalidad a la cual pertenecen.

La vocación multidimensional e integradora del Paradigma de la Complejidad localiza


y establece puentes entre los distintos niveles de organización del sistema (ley
sistémica de la totalidad) generando enfoques integrados del conocimiento. Esta
nueva forma de pensar y hacer ciencia desde la complejidad y el caos implica, entre
otras, las siguientes características definitorias:

• analizar el sistema complejo compuesto por elementos interrelacionados que actúan


y retroactúan en el interior del sistema en un flujo dinámico haciendo funcionar al
sistema, transformándolo por los intercambios con el medio (entorno del sistema).

• analizar lo caótico, es decir, el comportamiento impredecible del sistema pero que


responde, no obstante, a un orden subyacente. No debe olvidarse que caos no es
desorden, sino aparente desorden manifiesto que, sin embargo, responde a un
orden latente.

Mediante el Paradigma de la complejidad nos aproximamos a una nueva forma de


pensar la realidad. Si la ciencia mecanicista aspiraba al conocimiento de lo universal,
la ciencia de la complejidad aspira al conocimiento de la diversidad y lo particular.
Frente a una ciencia dualista, el Paradigma de la Complejidad se estructura sobre
presupuestos no dualistas que reconoce diferencias de procesos de naturaleza
diferente -bio-físicos, psico-sociales y socio-culturales- integrados en un sistema o
todo organizado en funcionamiento.

Edgar Morin concluye:

"No soy de quienes tienen una carrera, sino de quienes tienen una vida... El
conocimiento complejo no tiene término, y no sólo porque es inacabado e inacabable
sino también porque llega por sí solo al desconocimiento. Tras la complejidad está lo
inexpresable y lo inconcebible".

"Necesitamos proyectarnos en un futuro posible, aunque hoy improbable. Pero


debiéramos poder vivir sin sacrificar el presente por el futuro, sin abandonar tampoco
el pasado. Necesitamos conservar una herencia cultural. Necesitamos mantener la
fidelidad a nuestras raíces. Debemos conquistar, de todos modos, nuestro presente,
es decir, vivir no sólo de un modo utilitario y funcional sino también de un modo
poético, siendo el estado poético aquél al que nos hacen acceder el amor, la
comunión, la fiesta, el júbilo que culmina futuro, sin abandonar tampoco el pasado.
Necesitamos conservar una herencia
213

Zygmunt Bauman y la discusión modernidad sólida y modernidad


líquida 24

Nacido en Polonia en 1925, en una familia judía de escasos recursos, escapó del
nazismo en su país a los 14 años a Rusia y regresó a Polonia en 1946. Fue profesor
en la Facultad de Ciencias Sociales de Varsovia durante 15 años. En 1968 abandonó
Polonia por persecución antisemita comunista y se instaló en Inglaterra como
catedrático de sociología desde 1971 hasta 1990 en que se jubiló. Escribió sus obras
para el gran público, comparando el mundo actual con el de la modernidad.

Es un sociólogo que promueve el pensamiento crítico, la búsqueda de significados. Un


analista contemporáneo de la sociedad, de la inconsistencia actual.

Sostiene que ha caído el Estado-nación como concepto y en la práctica, a expensas


de un poder económico extraterritorial global, que está fuera del alcance de la
legalidad. No hay sistema legal jurídico de aplicación global.

Distingue entre:

• Modernidad sólida, fundamentalmente territorial-espacial, que conserva la forma y


persiste en el tiempo y cuyo bien preciado es el territorio, la base física de la
sociedad Estado-nación. En ella importa el espacio y se cancela el tiempo; se
privilegia la seguridad aún a costa de menos libertad; se propone eliminar lo
accidental, lo contingente; se tiene la ilusión que el cambio modernizador traerá
solución permanente, estable. El concepto de cambio es el paso de un estado
imperfecto a uno perfecto.

• Modernidad líquida, global, extraterritorial. Los líquidos son informes y se


transforman constantemente, fluyen: como la desregulación, flexibilización,
liberalización de los mercados. El cambio es veloz, perpetuo; nada dura y se vive un
mundo sin sentidos: "no hay a dónde ir", no hay "afuera". El tiempo es lo único
importante y es provisorio. Por consiguiente comprobamos la precariedad en las
cosas y en las relaciones; todo parece tener fecha de vencimiento. Las
transformaciones son aceleradas, suponen degradación del modelo anterior más
durable. Se percibe la inestabilidad del mundo. La sociedad nacional está sitiada,
sufre el doble acoso de la globalización y de la biodiversidad, que corroen las
fronteras. La sociedad es un mosaico de destinos individuales sin vínculos con las
acciones colectivas.

Son rasgos de la época actual de modernidad líquida:

1. El no poder mantener la forma a lo largo del tiempo.


2. La velocidad reduce las distancias, ya no es posible levantar muros tras los que
sentirse a salvo.
3. La extraterritorialidad; el libre flujo de las finanzas, el capital, el comercio.
4. La modernización obsesiva, compulsiva, inestable, a escala individual y social.
5. la inestabilidad asociada a la desaparición de puntos fijos de referencia donde
poner la confianza en uno mismo, en los otros, en la comunidad.
6. no existe la idea de una sociedad perfecta.
7. la precariedad como:- incertidumbre (no podemos calcular los riesgos, ni confiar en
las instituciones, no hay entorno estable); -inseguridad (no hay lugares sociales
seguros, ni compromiso en las relaciones interpersonales; por consiguiente,
vivimos en estado de inquietud); -vulnerabilidad (de la integridad corporal, de las
posesiones, de la vivienda).

24
Bauman, Zygmunt. Modernidad líquida. FCE2002; La ambivalencia de la modernidad y otras conversaciones. Paidós. 2002;
Ética posmoderna. Siglo XXI. 2004; Vida líquida. Paidós. 2006; Vida de consumo. FCE. 2007; La sociedad sitiada. FCE.
2004.
214

8. la única expectativa de vida creciente es la del propio cuerpo que perdura, mientras
alrededor las cosas cambian. "Lo único durable parece ser el cuerpo viviente que
soy".
9. los hombres son consumidores y objetos en venta: se cotizan, prolongan su fecha
de vencimiento y siguen consumiendo. La sociedad y la cultura son consumistas.
10. se ganó libertad a costa de seguridad. (Es difícil alcanzar el equilibrio entre ambas;
las dos son indispensables, ya que no se puede ser realmente libre a no ser que se
tenga seguridad y la verdadera seguridad implica libertad).
11. las comunidades actuales son frágiles, no es posible cerrar las fronteras. Se
mantienen por la dedicación de sus miembros por conservarlas en existencia.
12. las relaciones familiares, laborales, pedagógicas, amorosas son flexibles, se
desplazan, se licúan.
13. la sociedad es inalámbrica; se borraron los límites entre lo privado y lo público; las
redes sociales de Internet posibilitan el intercambio de información personal como
confesión pública. Cambiaron los hábitos sociales.

Su teoría de la posmodernidad como modernidad líquida, postula que:

• El ambiente sociocultural actual es un sistema complejo, imprevisible, que no puede


controlarse estadísticamente en grado significativo; que no hay agencia que
establezca metas, sino múltiples agencias autónomas. Se lo concibe como un
conjunto fortuito de oportunidades que pueden favorecer el logro de las metas
individuales.

• Los sujetos tienen una identidad indefinida, por construirse, mediante el acierto/error,
en una acción de autoestablecimiento no lineal, ininterrumpida, sin plan previo. El
"hágalo usted mismo" reemplaza al adiestramiento de la modernidad sólida
(educación autoritaria) y son mayores las influencias del ambiente. Se da culto al
cuerpo y se adoptan "prendas simbólicas" visibles y de presencia material inmediata.
La posibilidad de acceder a ellas depende del control de recursos y del
conocimiento, que desempeña un papel estratégico en la vida social.

Bauman sostiene la necesidad actual de solidaridad, de estar juntos, ayudarnos,


cuidarnos mutuamente, no cerrarnos. Ser una comunidad que nos incluya a todos los
seres humanos, para no matarnos unos a otros.

Propone una alianza de subjetividades, una nueva forma de enlace mediante la


confianza, como bisagra que une lo móvil con lo firme y duradero. Desde la confianza
se gesta la utopía.

Para él, no hay razones sólidas para ser optimista. Pero, es un hombre esperanzado y
confía en la humanidad que ha estado en crisis muchas veces y siempre ha sabido
resolver los problemas.
215

Actividad Nº 6

- Relacionar los siguientes conceptos:

- tecnología, democracia, burguesía, razón, experiencia, dominio


de la naturaleza, urbanismo, cambios sociales, cambios
demográficos, libertad, opinión pública,
- con las revoluciones científica, industrial y francesa.

- Enumerar las creencias principales de la Modernidad.

- Ver y comentar las películas de Charles Chaplin: Tiempos


Modernos y El gran Dictador, relacionándolas con los contenidos
de esta Unidad de estudio. Sintetizar el comentario por escrito.

- ¿Cuáles son los distintos significados de la globalización?

- Señalar características de la posmodernidad, contraponiéndolas a


las de la modernidad.

- ¿Qué se entiende por trabajo, en las distintas épocas y sociedades


y cuáles han sido los cambios en el mundo del trabajo?

- Definiciones de pobreza y diferencias entre los países


desarrollados y subdesarrollados con respecto a esta problemática.
216

UNIDAD VII
ELEMENTOS DE ANÁLISIS SOCIAL E HISTÓRICO DE LA
SOCIEDAD ARGENTINA

Siguiendo a Juan Carlos Agulla, en Del sociólogo y su compromiso (1966), se puede


hacer una crítica a la sociología argentina desde una perspectiva socio-histórica, y
poner de manifiesto el nivel de compromiso de los sociólogos en Argentina y el
fundamento de la vigencia social de este tema.

Las etapas en el desarrollo de la sociología argentina las establece según el


momento histórico en que aparecen y el tipo de sociología que se hace. Y las
sistematiza según la vinculación de la disciplina con la realidad social del país. El
análisis parte de dos comprobaciones empíricas verificables:

1) la realidad social del país y


2) la teoría sociológica correspondiente. Ambas han seguido un ritmo de desarrollo
progresivo, gradual desde 1845 a 1965, que es el período analizado por este autor.

Con respecto a lo anterior, marca tres etapas-corrientes en la sociología argentina,


según el nivel de compromiso asumido por los sociólogos:

1ª) forma arcaica de sociología: el sociólogo se compromete con la realidad social del
país y con una sociología,
2ª) forma residual de sociología: el sociólogo no se compromete con la realidad social
argentina y sí se compromete con una sociología,
3ª) forma incipiente de sociología: el sociólogo se compromete con la realidad social
argentina y no se compromete con una sola teoría sociológica.

Y señala que ninguna de ellas es mejor o peor que otra.

1ª) etapa corriente arcaica: los sociólogos están intelectualmente vinculados a los
primeros padres de la sociología: Saint-Simón, Comte, Marx, Spencer, entre los años
1820 y 1870.

Es un saber enciclopédico y el método utilizado para el análisis de la realidad social es


el histórico, recurriendo al determinismo de las leyes históricas para probar sus
observaciones sociales. Hacen sociología enciclopédica.

El papel del sociólogo es el de un ideólogo o reformador social que da las bases para
la reforma social. El conocimiento sociológico se hace en función de una política que
busca superar males sociales: la cuestión social.

La forma concreta del quehacer sociológico es el ensayo, en el análisis global de la


sociedad argentina; una especie de periodismo sociológico. Tratan de unir la
sociología y la política en la praxis política. Trabajan con conceptos y categorías
sociológicas de alto nivel de abstracción; explican la situación social del país en líneas
generales y recurren a ellas bajo principio de autoridad -dogmatismo-. No explican
concretamente series de fenómenos y procesos sociales que superan las categorías
de análisis, por la complejidad del desarrollo progresivo de la sociedad argentina.
Responden a otras sociedades, a otras etapas del desarrollo de la sociedad europea.

La sociología en esta primera etapa queda reducida a filosofía social, a historia social,
a pura ideología. La realidad social es sólo dato de verificación de una teoría social o
una ideología, no es punto de partida para elaborar una teoría. Es praxis política para
217

el sociólogo, que intenta apoyar y verificar con datos de la realidad el esquema


analítico único de comprensión de la realidad.

Los temas que se analizan son el cambio social o dinámica social, fijando leyes
inmutables del desarrollo de la sociedad.

2ª) etapa corriente residual: Los sociólogos están intelectualmente vinculados a los
clásicos de la sociología de las primeras décadas del siglo XX (entre 1870 y 1929):
Töennies, Durkheim, Max Weber. Es un saber analítico, una teoría de la sociedad de
raigambre filosófica. Hacen sociología analítica.

El papel del sociólogo es el de profesor universitario. El conocimiento sociológico está


en función de la docencia, para completar la formación profesional de otros estudios
universitarios.

La forma concreta del quehacer sociológico es el manual, el tratado de sociología o la


introducción a la sociología. Son historias de la sociología. Buscan la unión entre
sociología y docencia universitaria. Trabajan con categorías y conceptos sociológicos
de validez universal, para sistematizar y ordenar un panorama general de la sociedad,
sin considerar la realidad social concreta. Es una teoría de la sociedad sin fines
pragmáticos; se recurre a ella bajo principio de autoridad -filosofía-. Y, por lo tanto, no
se explican los fenómenos y procesos sociales argentinos.

La sociología queda reducida a teoría de la sociedad; es de carácter abstracto, con


incomprensión de la investigación empírica. Por eso se concentra en la docencia y los
sociólogos son profesores universitarios, ordenadores o sistematizadores de
categorías sociológicas. La sociología, en esta etapa, consiste en sistematizar la
sociología.

3ª) etapa corriente incipiente: Los sociólogos están intelectualmente vinculados con la
sociología estadounidense moderna (a partir de 1930): la de las teorías críticas de
Lukács, Mannheim, Marcuse, Wrigth Mills; la de los empírico sistemáticos: Sorokin,
Parsons, Merton. Es de raigambre empírica. Hacen sociología científica. Esta
sociología empírica es un saber concreto, específico, apoyado en una determinada
metodología de investigación social.

El papel del sociólogo es el de investigador social. El conocimiento sociológico está en


función de la investigación concreta de la realidad del país. Busca conocer y explicar
determinados fenómenos y procesos sociales.

La forma concreta del quehacer sociológico es el informe de investigación, con análisis


globales de la sociedad argentina, sobre bases estadísticas y censales y / o análisis
de determinados problemas de investigación. Se busca la unión entre la sociología y la
investigación social en instituciones públicas, privadas, universitarias.

Se busca aplicar conceptos y métodos puros, propios de un alto nivel de desarrollo de


la teoría sociológica más moderna, sin someterlos -muchas veces- a un examen crítico
o de aplicación a la realidad del país.

La sociología queda reducida a investigación social, según la urgencia social.

La realidad social es un dato de verificación de una teoría emanada de la descripción


de fenómenos o procesos no argentinos. El sociólogo queda comprometido con la
realidad social y sólo comprometido con las ciencias, ya que se apoya en el rigor del
método científico.

La temática que interesa en esta etapa es la del desajuste social o desorganización


social, visto en función de una determinada metodología de análisis. Parte de la
218

existencia de un determinado orden o equilibrio de integración. Se perciben los


fenómenos o procesos como disfuncionales o funcionales para la conservación de ese
orden.

Los sociólogos son investigadores sociales, dan las bases para una planificación
social.

La sociología es investigar la realidad social concreta, en cada uno de sus fenómenos


o procesos, y no analizar y explicar la realidad global del país.

Como conocimiento de la realidad social concreta, la sociología tiene que definir el


papel del sociólogo según determinadas estructuras.

Se puede definir -según Agulla- el quehacer del sociólogo en la Argentina según la


estructura ocupacional como: a) investigador, b) profesor universitario. Es decir, en un
rol o papel técnico o académico, respectivamente.

El investigador trata con la realidad social concreta de investigación social; son


conocimientos humanos apoyados en datos empíricos. Desempeña una ocupación
técnica en la estructura ocupacional.

En el rol académico, a nivel universitario de enseñanza formal y técnica profesional, su


ocupación es docente. Reclama permanente actualización de los contenidos culturales
a la altura de los tiempos.

Esta doble participación debe mantener un lazo funcional de comunicación, un doble


nivel de compromiso:

1) con la realidad social y,


2) con la sociología como conocimiento científico de la realidad social, que están en
continuo cambio y evolución porque son productos humanos. Por esa razón,
sostiene Agulla, no debe darse un falso compromiso con una sociedad determinada
o una teoría sociológica específica. Esto depende de:
a) una ética profesional que niega el dogmatismo y la ignorancia y
b) de la estructura cultural en la Argentina, que es la occidental. Uno de los
elementos característicos de esta cultura de occidente es el proceso científico
progresivo y acumulativo. La ciencia es un conocimiento permeable a toda
contribución válida. Está en perpetua evolución.

El nivel de compromiso del papel de sociólogo en la Argentina, se hace con el


desarrollo del conocimiento científico. Se copia o se importa en la medida en que sean
conocimientos válidos y universales. Se hace con la idea de verdad relativa que da la
ciencia: la provisoriedad de los conocimientos científicos; una verdad actual que
mañana puede ser falsa. Aquí se funda la grandeza y la miseria de la ciencia. Se
reclama una permanente actitud crítica para evitar el dogmatismo y la parcialización
de los conocimientos, para estar abiertos y permeables a las nuevas contribuciones.

La sociología empírica (científica) en la Argentina, corresponde a la 3ª etapa de


desarrollo. Nace planteándose problemas de investigación estructural: ¿en qué país
vivimos? Trata de encarar nuestra específica realidad social partiendo de la tradición
intelectual europea y norteamericana. El primer estudio concreto es Estructura social
de la Argentina (1955), de Gino Germani, basado en datos censales. Es la primera vez
que se realiza cuantificación acerca del país en que vivimos.

Antes, desde la época del virrey Cisneros, se dicen cosas sobre el país, pero sin
cuantificar; son ensayos sociales, que corresponden a la 1ª etapa de desarrollo de la
sociología. Autores representativos de ella son Alejandro Bunge, Ricardo Ortiz,
Scalabrini Ortiz, Martínez Estrada.
219

En cuanto a la sociología aplicada, ésta consiste en solucionar problemas concretos


que se presentan en un proceso de desarrollo, a través de actividades de
planeamiento, con metas inmediatas.

Los males de nuestra investigación sociológica son:

1) los datos sin analizar, las investigaciones truncas, la dispersión de esfuerzos. El


sociólogo es un hombre de diagnóstico, de guía social; y cuando se dejan datos sin
analizar, falla la parte práctica del compromiso sociológico.
2) La falta de colaboración entre investigadores. No hay organización eficiente para
mejorar el conocimiento de la realidad social. Somos un país declarativo,
acostumbrados a evaluarnos en función de intenciones y no de las acciones.
3) Dejar de lado el análisis de datos básicos. Nos atraen modas de investigación de
interés teórico o con status profesional y faltan investigaciones aplicadas sobre la
estructura social del país.

José Ingenieros y los antecedentes de la Sociología Argentina


José Ingenieros (1877-1925), pensador, ensayista y literato, psiquiatra y profesor de
psicología experimental experto en criminología; italiano de nacimiento y argentino
desde su infancia, es el principal y último defensor del positivismo filosófico en la
Argentina. Propugnó la necesidad de ideales para activar el progreso y la importancia
de la ciencia como fuente de los mismos. Y en sus ideas políticas, defendió la unión
latinoamericana. Gran admirador de Durkheim, fundó el Centro socialista de Estudios.

Su trayectoria y su vida entera y los hitos de su carrera profesional y política y


universitaria, están ligados al proceso de ascenso de los sectores sociales medios
argentinos (universitarios y profesionales), verificado entre los años 1880 y 1928. Su
relación con el partido Socialista (del que fue uno de sus fundadores, en 1895) y con la
Reforma Universitaria (en la que participó activamente en 1917), son expresiones del
movimiento social de ascenso de las capas medias de la sociedad argentina. La
acción productiva de su obra (su labor educativa, cooperativa y bibliotecaria), refleja
ese ascenso social logrado sobre la base del esfuerzo personal y su enorme
capacidad de trabajo intelectual.

Como profesional positivista, Ingenieros dejó producción escrita y entre sus libros
destacamos La sociología argentina y La evolución de las ideas argentinas, por ser de
especial interés para la sociología. En esta producción sociológica, desprecia los
“prejuicios democráticos “convencido de que la ciencia implica tareas de élite
necesariamente impopulares. Se autodenomina “sociólogo socialista”, en 1903.
Simpatizaba con la teoría de Nietzsche del superhombre, justificatoria del ascenso a
las élites por la capacidad personal. Fue exitoso y uno de los intelectuales argentinos
más conocidos y consagrados en círculos europeos de su época.

Aunque en su obra escrita no se observan cambios ideológicos profundos, las


experiencias parecen haberlo convencido que las aspiraciones y valores que lo
movieron en su vida, no se logran sólo por mecanismos automáticos de “selección
natural”, sino que requieren apoyos más activos y mayor apertura a la participación
popular en la vida política.

Su obra Sociología Argentina (1918), corresponde a la 2ª etapa residual de desarrollo,


y concibe a la sociología como ciencia natural que estudia la evolución general de la
humanidad y la evolución particular de los grupos que la componen, bajo la influencia
del medio en que viven. La especie humana, según él, es capaz de vivir en agregados
sociales, subordinada a leyes sociológicas que dependen de las leyes biológicas para
220

la subsistencia. Es apta para transformar y utilizar las energías naturales del medio y
evoluciona según leyes económicas, que son manifestaciones evolucionadas de
fenómenos biológicos. Concibe a la humanidad como una especie animal que lucha
por la vida y procura adaptarse, en grupos, a un medio físico limitado y heterogéneo y
por consiguiente, también son variados estos grupos sociales de acuerdo a sus
diferentes condiciones de selección natural y de adaptación reflejadas en: instituciones
(organización social), creencias colectivas, costumbres (funciones). Las causas
naturales determinan las diferencias raciales. Las distintas razas evolucionan y
constituyen nacionalidades. (Ingenieros las define como agregados sociales
transitorios en el tiempo infinito).

Este autor hace una crítica a las concepciones sociológicas corrientes en su época -
organicismo y economicismo histórico -. Él sostiene que la sociedad es un agregado
biológico, pero no es un organismo. Define a la sociedad como agregado organizado
de individuos capaces de división del trabajo: con un desempeño especializado de
funciones útiles a todo el grupo social. En el proceso de adaptación, la variación de
costumbres y de instituciones es el resultado natural de la experiencia social. Los
hábitos colectivos (ética y costumbres) gestados en la experiencia social, se traducen
en una organización variada (derecho e instituciones) que conforman la estructura
social. El principio biológico de la lucha por la vida se manifiesta por la heterogeneidad
de intereses. Son causas de antagonismo social: las desigualdades étnicas, las luchas
entre naciones por diferencias políticas, económicas; la lucha entre los sexos; entre
las clases sociales, por la división del trabajo, (que estudian los sociólogos marxistas),
que produce la solidaridad de intereses de los capitalistas entre sí y los proletarios
entre sí y en contra del resto. Se repite así, según él, el principio de Darwin en el
mundo social. En las sociedades nacionales, las formas de lucha por la vida tienen
dos manifestaciones:

1) lucha de necesidades vitales entre diferentes grupos sociales, que constituye la


política interna nacional (necesidades y aspiraciones heterogéneas);
2) lucha de necesidades vitales entre diferentes naciones por la heterogeneidad del
medio, razas, etc., que constituye la política internacional.

Esta sociología biológica de Ingenieros, explica genéticamente la evolución de las


sociedades humanas, desde las razas, grupos, clases e individuos, como colonias
organizadas por la división de funciones sociales. El fenómeno esencial que preside
toda la evolución social, según él, es uno: las necesidades que los agregados
humanos tienen que satisfacer para conservar la unidad del grupo en el espacio y su
continuidad en el tiempo.

También realiza un análisis de psicología social, afirmando que coexisten en la tierra


sociedades diversamente evolucionadas. Las variaciones estructurales de las
sociedades corresponden a las variaciones de la mentalidad colectiva, que a su vez
evoluciona a medida que la estructura social se modifica. La estructura económica y la
mentalidad colectiva son expresiones naturales de las mismas causas biológicas que
determinan la variación estructural y funcional.

Según Ingenieros, los precursores de la sociología argentina (que corresponden a la


1ª etapa arcaica de desarrollo de la misma), son Echeverría, M. Moreno, Alberdi,
Sarmiento. Echeverría y Alberdi, precursores de los orígenes económicos de la
nacionalidad argentina. Moreno, en la Representación de los Hacendados (1809),
señaló que el conflicto económico en las colonias del Río de la Plata a principios del
siglo XIX (monopolio vs. comercio libre), fue una de las causas que determinaron el
movimiento político de la Revolución de Mayo. Sarmiento, en sus obras Facundo y
Conflicto y armonía de las razas en América, tuvo visión, pero careció de
conocimientos que eran ignorados en su época. Todos ellos, entrevieron – según
Ingenieros – que las dos corrientes de raza blanca que conquistaron y colonizaron el
221

continente americano, se encontraban en distintas etapas de evolución económica,


contribuyendo así a formar ambientes sociológicos heterogéneos.

Esteban Echeverría (1805-1851), escribe El Dogma socialista en 1846 como un


programa para la creación de un partido político argentino, con la creencia que “la
historia pide la existencia de un partido nuevo para la solución pacífica de nuestros
problemas sociales”. En esta obra, argentiniza las doctrinas socialistas europeas de
Leroux (saintsimoniano), sosteniendo que “la edad de oro de nuestro país no está en
el pasado sino en el provenir” (esta fórmula la toma de Saint-Simón).

Según él, radicado en la ciencia y en nuestra historia, busca en la vida del país la
manifestación de la ley del progreso humanitario, según la cual todas las sociedades
están destinadas a desarrollarse y perfeccionarse en el tiempo, según determinadas
condiciones. Hace un paralelismo histórico entre la revolución francesa y la revolución
americana. Adhiere al internacionalismo de Leroux, al concepto de unidad de la
civilización humana. Estudia las ideas de la “nueva Francia” pero adaptándolas a
nuestro ambiente social.

El pensamiento sociológico de Echeverría lo descubrimos en:

1) la interpretación de la historia argentina en sus obras Mayo y la enseñanza popular


en el Plata y en Antecedentes y primeros pasos de la Revolución de Mayo.

En ellas señala la situación de España y de las colonias americanas a principios del


siglo XIX. Ve a España como la nación más atrasada de Europa, reivindicando el
absolutismo con Carlos III y la Inquisición; y a América, más atrasada que España, por
la ignorancia y las costumbres semibárbaras. Y se pregunta ¿cuál era la constitución
social de los pueblos coloniales? Se conformaba por tres clases opuestas en
intereses:

1ª) la aristocracia: el clero, togados y mandones, que tenía el poder y no producía.


Constituida por los españoles y pocos americanos.
2ª) la clase media: los industriales y comerciantes enriquecidos por el monopolio, que
participaban en los cabildos.
3ª) los artesanos y proletarios: gauchos y compadritos, productores del trabajo
manual. Los esclavos (indígenas y africanos), tenían existencia extrasocial.

¿Quiénes levantaban el estandarte de la Revolución?: los descendientes americanos


de la clase media y los artesanos y proletarios (los educados intelectualmente y los
que producían). Las clases conservadoras de la colonia fueron enemigas de la
revolución y tampoco cooperaron los negros e indígenas esclavos.

En Mayo y la enseñanza popular en el Plata, trata de buscar en la historia


revolucionaria de mayo de 1810 el principio de moralidad que legitimara y justificara la
guerra civil, fruto de la colisión entre la idea progresista y democrática (sostenida por
Moreno, Monteagudo, Rivadavia) y la idea colonial estacionaria (de Saavedra, Funes,
Rosas), que quiere el statu quo.

Echeverría señala que la enseñanza debe ser democrática, liberal, revolucionaria,


según los principios de Mayo de 1810, de regeneración social completa de los pueblos
del Plata. No bastaba la emancipación política del dominio de España; era necesario
emancipar la sociedad sobre un principio diferente del regulador colonial.
Desde la época colonial hasta la política liberal contra Rosas, toda nuestra historia es
concebida como una lucha entre lo colonial (lo que agoniza, el pasado) y lo argentino
(lo que surge, el porvenir); una lucha entre dos regímenes, dos filosofías políticas.

2) la Política económica: En Discurso de introducción, elabora un plan de lecturas


públicas para explicar los elementos de organización política y democrática del
222

país, mediante leyes y costumbres, ciencia, instrucción pública y literatura. Y marca


dos épocas en nuestra vida social:

1ª) heroica, guerrera, desorganizadora, que tiene como resultado la independencia, la


regeneración política;
2ª) pacífica, laboriosa, reflexiva, organizadora (obra del derecho y la razón); que da
como fruto la libertad, la regeneración social.

Señala la necesidad de estudiar cuál es la condición actual de nuestra sociedad, sus


necesidades morales y la misión que nos incumbe. Y propone volver a las ideas de la
revolución de Mayo- de progreso -, porque no supimos concretarlas, sino que hemos
creado un poder más absoluto que el que la revolución derribó (sostiene Echeverría
refiriéndose a Rosas), hemos realizado una contrarrevolución. Anuncia el
advenimiento de un genio que adapte las ideas europeas del siglo XIX al estudio de la
realidad social argentina.

En Segunda Lectura (1846), elabora un plan económico donde define con más
precisión el sentido argentino que él anhela imprimir a los estudios de política social.
Para procurar que las industrias propias se incrementaran, por medio de legislación
acertada; a fin de mejorar la condición del productor agrícola, con mayor cantidad de
producción y mejores precios.

Los elementos de una civilización humanitaria son para Echeverría las industrias, las
ciencias, la religión, la política, las artes y la filosofía; que se desarrollan en la vida de
la humanidad en el espacio y en el tiempo. Para él, el elemento más importante es el
industrial, fuente de riqueza y poder de las naciones. Transforma la naturaleza para
satisfacer las necesidades humanas. Para el logro del progreso industrial se requieren
mano de obra, capitales y espíritu de asociación. Sin industrias, sólo podemos
fomentar la riqueza existente (agricultura y pastoreo, debida más a la naturaleza que
al trabajo), que se ha valorizado con la libertad de comercio, ya que son exportables al
extranjero que los aprecia.

Sostiene la necesidad de: esforzarnos en la elaboración y transformación de los


productos agropecuarios (materias primas) en manufacturados, para obtener mayor
precio de venta; y que los gobiernos estimulen el trabajo de los ciudadanos argentinos,
con fomento y libertad, y protección para las industrias adecuadas a nuestro estado y
condición social inestable.

Las medidas aconsejadas por Echeverría son: un impuesto a la tierra y no sobre


importaciones y exportaciones (que recae sobre los consumidores, mayoritariamente
pobres). Opina que la tierra sólo tiene el valor que le da el trabajo de sus pobladores.
Es partidario del impuesto único sobre el valor intrínseco de las propiedades
territoriales (de acuerdo a principios del socialismo agrario ya propiciados en el país
por B. Rivadavia). Es enemigo de impuestos que gravan el cambio y el consumo.

3) Significado de sus doctrinas sociales: originadas en las doctrinas europeas de su


tiempo, ya que es un socialista santsimoniano, primero en 1837, por romanticismo
social, de retórica revolucionaria y escasa doctrina; y después, en 1846 sus escritos
son más doctrinarios y menos declamativos: es un socialista y nacionalista. Se
inspiró en Saint-Simón a través de su portavoz Leroux, quien fijó su doctrina
socialista en su libro De L’Humanité en 1840, desarrollando : la ley del progreso
indefinido, el principio de la asociación, la doctrina de la humanidad, la continuidad
del espíritu revolucionario, la igualdad de clases, la religión de la patria. De allí los
tomó Echeverría, siendo su aporte original la adaptación de esas ideologías
europeas a los problemas argentinos:

* Interpretando nuestra historia.


* Definiendo nuestras cuestiones sociales.
223

* Señalando la necesidad de estudiar las bases económicas de la constitución


nacional.

Por consiguiente, es precursor de la sociología argentina, como Alberdi.

Juan Bautista Alberdi (1810-1884), de vasta cultura enciclopédica y firmeza de


convicciones, fijó los puntos de partida para la organización política de la república
Argentina en Las Bases, una de sus importantes obras.

En sus estudios de filosofía social había adquirido un criterio sociológico por la


observación y el paralelo constante de los hechos sociales.

Las Bases constituye una síntesis filosófica de la civilización hispanoamericana, donde


están planteados su pasado y su porvenir. Fue preparada en cien estudios
preliminares- según José Ingenieros -, desde la Décima Palabra Simbólica del dogma
socialista (1838), hasta La República Argentina 37 años después de la Revolución de
Mayo (1847) y la Memoria sobre la conveniencia y objetos de un Congreso General
Americano (1844), donde quiere que se recomponga el mapa geográfico de las
nuevas naciones, arreglando para siempre los límites de los estados nacionales. Cree
que la estabilidad internacional requiere el equilibrio de las naciones en lo militar,
comercial, la navegación y el tráfico (éstos últimos son los vehículos de la civilización y
cuestiones de política económica); y la consolidación de la paz interior de los países y
el desenvolvimiento de las fuerzas económicas y culturales en que se asienta la
grandeza de las naciones. Y lo concibe como medio para curar el mal de la pobreza, la
despoblación, el atraso y la miseria, y los enemigos dentro de América constituidos por
los desiertos sin rutas, los ríos no explorados y la costa despoblada.

En su obra La evolución de las Ideas Argentinas, José Ingenieros reseña los


postulados sociológicos de Las Bases de Alberdi.

La nación argentina, con el actual territorio, comenzó a tener existencia política


después de la batalla de Caseros (febrero de 1852). “El antiguo régimen colonial caía
con Rosas por segunda vez” decía Alberdi.

En la historia de la organización nacional, del Congreso General Constituyente de


1853, las figuras de Alberdi -en el pensamiento- y de Urquiza -en la acción-, son
inseparables. El pensamiento nacional se tornó más realista por las preocupaciones
inmediatas. Distinguían entre la patria real y el país de ensueño. Alberdi y Sarmiento
ponían la mirada en los países anglosajones, para inspirarse en los economistas
ingleses (Alberdi) y para asimilarse a los educadores norteamericanos y a las
iniciativas constitucionales (Sarmiento).

J.B. Alberdi, en Las Bases, no fue original, ni se lo propuso; amalgamó las ideas
anteriores con claridad y exactitud, ya que creía útil, pero insuficiente, acudir a la
experiencia europea para resolver problemas argentinos. Era necesario organizar el
país conociendo sus necesidades y sus vicios característicos.

Sus postulados sociológicos fueron:

1º) concepto de una sociología nacional: Alberdi señala los inconvenientes de que
América tomara por modelo las revoluciones americana y francesa, porque ocurrieron
en sociedades distintas de las hispanoamericanas. Los Estados Unidos se
constituyeron como país administrativamente, durante la colonia, cuando convenía
proteger sus intereses económicos contra Europa. En Francia, la revolución tuvo una
finalidad política e ideológica visible y causas económicas subterráneas. Los
sudamericanos tenían que crear los intereses económicos al revés que los Estados
Unidos y no podían hacerlo sin el concurso de Europa. Al revés que Francia, no
224

estaban capacitados para practicar los principios de una filosofía política,


comprendidos sólo por una minoría ínfima.

2º) estudio comparativo de las constituciones vigentes: se refiere a la cuestión más


importante de toda la sociología hispanoamericana – según Ingenieros -. Alberdi
afirmó que eran nocivas a la civilización de sus respectivos países las constituciones
en vigencia, ya que fueron concebidas durante la guerra de independencia. Reflejaban
la preocupación que las naciones europeas atentaran contra su libertad y por ello
obstaculizaban todo progreso.

Alberdi sostenía la tesis de que somos europeos adaptados a vivir en América y no


indígenas amenazados por el contacto europeo. Concebía las nacionalidades
americanas como transubstanciación de sus originarias civilizaciones europeas,
coincidiendo en ello con Moreno, Rivadavia, Echeverría, Gutiérrez, V. F. López y Mitre.
Afirmaba que todo lo que en América llamamos civilización es europeo: vestidos,
idioma, lectura, colegio, religión, códigos, ideas, industrias, comercio. Y que no están
civilizadas todavía las zonas ocupadas por razas indígenas.

Para él, cerrar nuestros países a la acción europea es proscribir la civilización;


mientras que nivelarnos con ella, es elevar nuestra cultura. Los dictadores y
restauradores sudamericanos, con políticas antieuropeas e indigenistas, exaltaron en
las masas autóctonas la creencia de que ellas eran lo esencial de la nacionalidad,
sostenía Alberdi.

3º) necesidad de formar una población nacional de raza blanca, de difundir la


educación, de desenvolver los intereses económicos y elaborar los ideales nacionales
que apenas existían: Se trataba de hacer naciones, más que redimirlas y defenderlas.
Éstos eran países desiertos. Era indispensable poblarlos. Los problemas vitales para
el desenvolvimiento nacional eran los de: población, educación, inmigración,
industrias, comercio.

¿Cómo hacer de nuestras democracias de nombre, democracias reales?, ¿por qué


medios conseguiremos elevar la capacidad real de nuestros pueblos a la altura de sus
constituciones escritas y de los principios proclamados? Y respondía sosteniendo la
necesidad de:

- La educación del pueblo, mediante la acción civilizadora de Europa por medio de la


inmigración y de la legislación civil, comercial, marítima.
- Constituciones en armonía con nuestro tiempo y necesidades.
- Un sistema de gobierno que secunde la acción de esos medios.

Estas propuestas no son originales, pero no han sido practicadas de modo completo -
según Ingenieros-.

4º) En América gobernar es poblar: Con esta idea se anticipó al concepto de la


sociología política de fijar en valores estadísticos la evolución de una sociedad
organizada en Estado. Alberdi distinguió el crecimiento cuantitativo y cualitativo de la
población, subordinando la cantidad a la calidad.

Este postulado significa para Alberdi, instruir, educar, moralizar, mejorar la raza,
civilizar, enriquecer, fortalecer y afirmar la libertad del país, dándole la inteligencia y la
costumbre de su propio gobierno y los medios de ejercerlo.

Para civilizar por medio de la población, es preciso que ella sea civilizada; poblarla con
contingentes de Europa adelantada en libertad y en industria. Seleccionar las masas
inmigratorias, prefiriendo las razas blancas europeas anglosajonas y no permitir que
las sociedades nuevas de América reciban el aporte de indígenas, africanos o
asiáticos. Para él, era necesario ocuparse de la “calidad” de la población a fin de
225

corregir los defectos de la primitiva mezcla árabe, hispana e indígena. Preveía que las
poblaciones europeas inmigradas a nuestro territorio se adaptarían inmediatamente,
en una sola generación; los hijos de europeos serían los más fervientes argentinos.

5º) educación adaptada al medio: para usar mejor el capital humano propio y aclimatar
al inmigrado. No el latín y la poesía; Sí la formación para vencer al desierto, al atraso
material, a la naturaleza bruta, grande y agobiante enemiga de nuestro progreso.

Para él, no basta la instrucción, se requiere el ejemplo de los hábitos europeos. Un


hombre laborioso es el catecismo más edificante. La población es la medida exacta de
la capacidad de nuestros gobiernos. Sin grandes poblaciones no hay desarrollo de
cultura, no hay progreso considerable.

Europeización significa civilización. Este programa fue el mismo de Sarmiento,


Urquiza, Mitre, Avellaneda, Roca, quienes fueron fieles a este pensamiento de Las
Bases, creando una nueva Argentina en la zona templada y litoral del país, diferente
de la que se ubicaba en la zona tropical y montañosa.

Alberdi sostenía que lo real antecede a lo ideal y que el verdadero idealista es el que
se propone perfeccionar la realidad. Así como antes colocábamos la independencia,
libertad y el culto como principios rectores, hoy debemos poner, decía, la inmigración,
la libertad de comercio, los “caminos de hierro”, la industria sin trabas, no en lugar de
aquellos principios, sino como medios esenciales para que aquellos dejen de ser
palabras y se vuelvan realidades.” Los estados, como los hombres, deben empezar
por su desarrollo y robustecimiento corporal”.

6º) concepción de una política económica: Este fue el tema favorito de toda su vida,
inspirado en Bentham y en Saint-Simón, y reforzado por influencia de economistas
liberales.

7º) La moral del trabajo: es la coronación ética de sus ideas sociales.

Toda renovación económica implica una nueva moral. Sostiene que un hombre que
vive de su trabajo es más moral que uno que vive de limosna, peticiones, privilegios,
coimas o empleos burocráticos. La libertad, dignidad, personalidad, en lo individual y
colectivo, son sólo posibles en los hombres y grupos que saben bastarse a sí mismos,
por su trabajo.

“La industria es el gran medio de moralización. Facilitando los medios de vivir, se


previene el delito, hijo la mayor parte de las veces de la miseria y el ocio”. “Inglaterra y
Estados Unidos han llegado a la moralidad religiosa por la industria, y España no ha
podido llegar a la industria y a la libertad por la simple devoción”.

Ingenieros señala que se pueden distinguir en toda la obra de Alberdi, dos clases de
ideas:

1) las permanentes y básicas, como pensador. Su doctrina o credo, que constituyen


su verdadero pensamiento sociológico; y
2) las transitorias y circunstanciales, como político, que carecen de verdadero sentido
histórico.

Entre las permanentes, los siete postulados forman un sistema; son orientaciones
sociológicas con sentido nacional, con valor ético. Se explican unas por otras y no
podría rechazarse una sin renegar de las demás.

De conformidad con ellas, redactó Alberdi su proyecto de Constitución, ensayo


práctico de infundir vida a los textos constitucionales sudamericanos. En la forma
técnica, Alberdi se atuvo a los modelos norteamericanos. Su contribución personal se
226

encuentra en modificaciones destinadas a poner en práctica sus postulados


sociológicos. Estudió los antecedentes unitarios y federales del país. Para equilibrarlos
en un régimen mixto estudió comparativamente las tres experiencias federales más
respetables: Suiza, Alemania y EEUU. Y encontró su “fórmula de equilibrio adaptada
al medio”: las atribuciones del poder nacional y de los poderes provinciales se
complementaban recíprocamente, conservando la unidad de acción para lo que
interesa al conjunto; dividiendo el trabajo y la responsabilidad en lo que afecta a las
partes.

Para tener un panorama de la Argentina en el centenario (1910), nos basamos en Di


Tella, Torcuato- Halperín Dongui, Tulio, Los fragmentos del poder, Editorial Jorge
Álvarez. Buenos Aires. 1969. “El boom argentino: ¿Una oportunidad desperdiciada?

La Argentina de 1910 estaba en pleno período de expansión, después del período de


1810 a 1880 de dura austeridad.

En la primera década del siglo XX, el Litoral, reunía más de la mitad de la población
del país y más de las dos terceras partes del potencial económico. Se tenía la
convicción generalizada que no existían límites al progreso en esta tierra dotada de
enormes recursos. Con el tiempo, esta idea se convirtió en mito, incorporado al
folklore nacional: el de un país tan prodigioso y rico que, inclusive, soporta los
desastres de sus sucesivos malos gobiernos. Nadie pensaba que llegaría el día en
que se interrumpiera la demanda de los productos que posibilitaron esa riqueza y la
corriente de capitales que contribuyeron a su expansión.

Con el fenómeno de la gran inmigración, por el que tres millones de personas


europeas cruzaron el océano hacia el río de la Plata, se produjeron profundas
transformaciones en la sociedad argentina y la acentuación del proceso de
urbanización creciente.

Los inmigrantes comenzaron a llegar en los años de 1860 y crecieron


sorprendentemente en los años siguientes. La mayoría se declaraban agricultores (un
millón), mano de obra de la agricultura; y poblaron zonas de las provincias de Santa
Fe, Entre Ríos, Buenos Aires y sur de Córdoba. Otros se quedaron en las ciudades,
ocupándose en actividades comerciales, industriales, como empresarios individuales y
personal de las mismas empresas. Y otros, campesinos, tras frustrarse su experiencia
de convertirse en propietarios de tierra, volvieron a la ciudad.

El censo de 1914 registra en la población del litoral, un extranjero cada dos nativos; en
Santa Fe, el 35,5% de extranjeros y en Capital Federal el 50,5%. En treinta años casi
se cuadruplicó la población.

Aunque los cambios que produjo la inmigración fueron profundos, la Argentina no


empezó entonces; como tampoco puede afirmarse que la auténtica Argentina es el
país que existía antes del aluvión inmigratorio.

Se dio una mezcla de culturas. Los contingentes de inmigrantes se volcaron a


regiones con una sociedad cultural, política y socialmente evolucionada, sufriendo la
influencia de la sociedad receptora, que también se adaptó a los cambios,
innovaciones y pautas culturales de los recién llegados. Así surgió una sociedad que
no fue nueva, porque tuvo continuidad política y cultural con la anterior, pero sí
cambiada.

Hacia 1870, el ritmo de la actividad económica bajó, limitándose la producción local


por la estrechez del mercado. En el noroeste, con una población importante en el total
del país, existía un extenso artesanado. En esa época se inician los atisbos de los
cambios que se van a producir: 1862 fue el año de la unidad nacional. Con el Código
Civil existe legislación y justicia para todo el país. Y empieza el trazado de la red
227

ferroviaria. En 1876, comienza la exportación de cereales. La federalización de


Buenos Aires se produce en 1880. Con la campaña al desierto se abre a la actividad
económica 15.000 leguas cuadradas en la zona productora más rica, la pampeana.

Según estos autores (Di Tella y Halperín Donghi), los factores del auge de la Argentina
de fines del siglo XIX y principios del siglo XX (de integración del Río de la Plata en
Europa) fueron:

• La expansión territorial
• Las corrientes inmigratorias que poblaron los espacios vacíos
• La demanda externa que desarrolló nuevos rubros productivos en esas áreas
• El comercio exterior por adelantos de la navegación y el transporte.

Las características y el mecanismo de crecimiento de nuestro país en esa época


fueron:

1) La expansión de las áreas privilegiadas por la nueva estructura del comercio


mundial que determinó la revolución industrial: Inglaterra, primer país manufacturero
del mundo, de ser intraeuropeo se convirtió en ultramarino. Por el desarrollo de la
navegación y los ferrocarriles se produjo la apertura del Reino Unido al comercio libre,
en la segunda mitad del siglo XIX. Obtenía alimentos de las regiones marginales a
menos costo, con demanda creciente de cereales y alimentos promovidos por la
industrialización en sus territorios. Esta demanda creciente de los ingleses, gravitó
sobre la expansión del cereal y la ganadería. Por consiguiente, se dio el aumento de
las rentas del sector agropecuario argentino. Los mayores ingresos se transfirieron al
sector exportador de los países centrales, a través de la creciente demanda de
importaciones. Este hecho constituyó un obstáculo a los proyectos de industrialización
que se intentaron en los períodos de depresión o guerra, cuando se limitaron las
exportaciones. Por tratarse de economías abiertas se integró un mercado que
comprendió a ambas regiones donde se complementó el sector agrícola de uno con el
industrial del otro.

Este aumento de las rentas del sector agropecuario no determinó la expansión de las
manufacturas (como ocurrió en los países donde la revolución agrícola fue el elemento
decisivo de la futura revolución industrial, por tratarse de una economía cerrada).

2) La expansión del sector agropecuario por demanda de productos alimentarios, se


complementó con la promoción de inversiones en infraestructura de transporte. La red
ferroviaria tuvo un trazado condicionado al comercio de exportación, construcción de
elevadores, puertos y fue una de las más extensas del mundo.

3) Se incrementaron las importaciones.

4) Las corrientes de población proveyeron la mano de obra necesaria para la


producción, y el mercado para las manufacturas. De 1871 a 1880 entraron al país
doscientos sesenta y un mil inmigrantes. Entre 1880 y 1890, seiscientos cuarenta y
ocho mil; y entre 1901 y 1910, un millón setecientos sesenta y cuatro mil-

5) Después de 1913, cambiaron las relaciones económicas internacionales. Estados


Unidos reemplazó a Gran Bretaña como el nuevo centro cíclico. Y esta nueva
estructura del comercio internacional no favoreció como antes a los países de la zona
templada. El bajo coeficiente de importaciones de Estados Unidos, por su elevada
producción agropecuaria interna, impidió una complementación del tipo anterior con
Gran Bretaña, cuando ésta fue el centro del comercio y las finanzas del mundo.

En 1930, el período de oro había terminado con la interrupción de las corrientes


internacionales de capital.
228

Los indicadores del crecimiento económico de la Argentina, entre 1870 y 1930,


señalan que nuestro país creció al impulso de la demanda externa. Se produjo el
incremento de la producción agropecuaria por la expansión del cereal (trigo, maíz,
lino) y de las carnes.

La economía creció en estrecha correlación entre la extensión del área sembrada y el


incremento de la producción del cereal. Por lo tanto, el crecimiento se debió más al
nuevo agregado de tierras que se incorporaron a la producción que al aumento de la
productividad. Se expandió la frontera en 1880 en la zona pampeana, Santa Fe y
Chaco, y por último en la Patagonia, beneficiando en el reparto de tierras a los que ya
eran propietarios dos décadas atrás. La propiedad se concentró después de 1880.
Fracasó la política de colonización. Los inmigrantes no pudieron acceder a la
propiedad de la tierra.

Una sociedad que aparentemente estaba abierta, tenía ya una estructura


suficientemente cohesionada y fuerte como para que cuando se produce el auge e
incorporación de los inmigrantes, ya estén en funcionamiento mecanismos selectivos y
defensivos para el grupo tradicional, que se mantiene como el principal beneficiado de
la expansión, y para excluir a los recién llegados de las posiciones claves que
controlan la distribución de la riqueza.

Al mismo tiempo que aumenta la producción agropecuaria y se incorporan áreas al


cultivo, crece el número de arrendatarios. En 1914 del total de arrendatarios el 70%
fueron extranjeros.

Las dificultades de acceso a la tierra, hicieron que a partir de 1890, los inmigrantes
fueran a trabajar en obras de infraestructura (ferrocarriles, puertos) y construcción
urbana y a vivir a las ciudades. Se produjo la urbanización creciente y la evolución
industrial. El 84,2% de propietarios industriales eran extranjeros y el 63,3% de los
empleados en la industria y el comercio, también lo eran.

El papel dominante de los extranjeros en el desarrollo de industrias artesanales y


talleres se debió a que traían nuevas técnicas y tenían espíritu empresarial, aunque no
en todos los casos. Sin embargo, los establecimientos industriales de más alta
densidad de capital eran de nativos, con una producción básica del país vinculada a la
exportación.

Di Tella y Halperín Donghi concluyen en que el crecimiento argentino en ese período


resultó de la demanda externa y de la posibilidad del agregado de tierras y de
población a bajo costo, por la existencia de una estructura de poder que permitió:

a) distribuir tierras favoreciendo a los antiguos propietarios;


b) el uso del crédito público que significó verdaderas subvenciones para los sectores
favorecidos;
c) una política discriminatoria que alejó a los nuevos pobladores de la posibilidad de
adquirir tierras;
d) el régimen legal de la propiedad de la tierra y de los arrendamientos, desarrollados
en el Código Civil de 1862.

Mientras existieron los factores dinámicos de la economía -demanda externa, precios


favorables, disponibilidad de tierras -, el crecimiento continuo. Ya entrado el siglo XX,
fue imposible continuar la expansión dentro de los mismos parámetros. Y eso pudo
advertirse ya en 1918 porque:

a) las tierras para incorporar eran limitadas. Al trabajar en tierras menos fértiles,
aumentaban los costos y se reducían los beneficios y la inversión se desplazaba a
sectores más retributivos.
229

b) La inelasticidad de la demanda de productos agrícolas afectaría los precios,


disminuyendo los beneficios.
c) Era necesario reinvertir el excedente generado por el aumento de las rentas
agrícolas en agricultura -para mayor productividad- y en el sector industrial, para
lograr una estructura productiva diversificada, adecuada a las nuevas condiciones
del comercio mundial.

La falta de capital en el sector industrial sólo tuvo dos excepciones: las industrias
vinculadas a la exportación y las productoras de azúcar en Tucumán (sostenida por el
Estado).

El excedente generado por las ganancias agrícolas se dilapidó en lujos,


construcciones ostentosas y un género de vida semejante al de las más ricas capitales
de Europa, por el cambio en las pautas culturales en la culta élite criolla y en los
inmigrantes europeos. Se modificaron valores, hábitos y costumbres.

La mayoría de población europea, la educación extendida, los centros urbanos como


Buenos Aires, nos asemejaban a los niveles de los países industrializados del mundo.
Pero, no existía un correlativo desarrollo industrial. Detrás de la adelantada Argentina
urbana había una sociedad casi pastoril.

Cuando las circunstancias externas (primera guerra mundial y crisis de 1929)


cambiaron, y el impulso externo faltó, nos encontramos con que se había edificado un
castillo en el aire.

Germani y el estatuto de ciencia de la sociología Argentina


En el estudio preliminar que hace Jorge Graciarena, en la reedición de Estructura
social de la Argentina. Análisis estadístico de Gino Germani. Bs. As. 1987. Ediciones
Solar S.A., señala que cuando se publicó este libro en 1955, era resultado de un
prolongado período de reflexión y estudio concreto de nuestra realidad social, por
parte del autor y constituyó el primer estudio empírico y analítico, rigurosamente
cuantificado con método científico, que abarcaba al conjunto de la estructura social
argentina. Con una perspectiva diacrónica Germani emprendió el análisis de las
transformaciones del perfil estructural de la sociedad argentina basándose en los
datos aportados por los primeros cuatro censos generales de población realizados
entre 1869 y 1947. Hasta entonces nunca se había hecho un uso tan amplio y
completo del material censal para medir las dimensiones fundamentales de nuestra
realidad social. Fue la primera obra empírica que trazaba con orden metódico y
profundidad teórica el perfil de la estructura social argentina desde mediados del siglo
XIX. El siglo transcurrido había sido fundamental para la formación de la sociedad
nacional.

Germani trasunta la firme convicción que el conocimiento científico se sustenta en la


evidencia observable, siempre sujeto a rectificación o corrección, pues se construye
como resultado de la confrontación de proposiciones hipotéticas, con datos que
representan fenómenos del mundo social real. Creía en el método científico como su
mayor y más confiable fuente de conocimiento. Esta postura neopositivista adoptada
con firmeza, pero sin pretensiones dogmáticas, fue un producto polémico que
contrarrestaba la penetración que las corrientes irracionalistas del intuicionismo y del
idealismo habían logrado en el dominio académico de las ciencias sociales,
descartando la posibilidad de aplicar el método científico para la construcción del
conocimiento social. Germani, en cambio, tomó partido resueltamente por la
alternativa científica, primero con sus trabajos metodológicos, y luego, con esta
investigación que orientaría decisivamente en lo científico a las ciencias sociales, en
especial a la sociología, en la década siguiente.
230

“Nuestro trabajo corresponde a lo que la escuela francesa de sociología llama


morfología social, tal como la definió en un principio Durkheim y la precisaron luego
sus continuadores” dice Germani y cita a M. Halbwachs, afiliado a la corriente
durkheimiana, quien define a la morfología como “el estudio de la forma material de las
sociedades, es decir, del número y la naturaleza de sus partes y las formas en que
éstas aparecen sobre el suelo”; en este caso, el territorio argentino. Y agrega que el
estudio que lleva a cabo comprende “el volumen numérico y la distribución espacial de
los principales grupos y subgrupos que en su conjunto y en sus recíprocas relaciones
constituyen la estructura social argentina”.

Considera de primordial importancia las diferencias sociales derivadas de la división


social del trabajo, y en general de la estructura económica de la sociedad, ya que “sus
grupos de ocupaciones y clases sociales constituyen el eje central de la organización y
el funcionamiento de las sociedades actuales hasta el punto en que a menudo el
término de estructura social se refiere únicamente a la estructura de clases”. “La
influencia que ella ejerce se refiere a la sociedad total y condiciona de manera directa
o indirecta los restantes aspectos de su estructura”. Pero añade que “el concepto de
estructura social se refiere a la composición e interrelación de todos los grupos
sociales, y no solamente de algunos de ellos, cualquiera sea su estratégica posición
con respecto al todo” Y menciona “la religión, la política, la educación y la cultura, la
recreación... y las mil actividades de vida asociada” como generadoras de
agrupamientos sociales que constituyen la estructura social.

Él insistió en la necesidad imperiosa de esbozar los grandes perfiles –mensurar el


volumen numérico y la distribución espacial de los principales segmentos sociales que
componen la estructura-, como puntos de partida para más rigurosas indagaciones
teóricas sobre aspectos concretos. Fue quien echó las bases de la sociología empírica
argentina.

En el decenio siguiente y hasta su definitivo alejamiento del país, en 1966, se


dedicaría preferentemente a la labor de fundamentar una sociología científica, con
base empírica, orientada hacia los mayores procesos y transformaciones de la
estructura social argentina. Emprendió estudios analizando nuevos materiales
censales, estadísticas electorales y otras fuentes de datos disponibles, en temas
relacionados con la reestructuración social bajo procesos de modernización acelerada:
migraciones, urbanización, marginalidad social, estratificación y movilidad social.

Dirigió el Instituto de Sociología de la Universidad de Buenos Aires y desde allí diseñó


y realizó encuestas, con su equipo de colaboradores. El núcleo del programa de
investigaciones del Instituto estaba centrado en problemas conexos relativos a la
configuración estructural argentina. Emprendió la tarea fundacional de la sociología
académica en la Argentina con la creación de la carrera de sociología, en 1957, en la
Universidad de Buenos Aires.
Desde 1966 en adelante, en sus cátedras de las universidades de Harvard y Nápoles,
continuó en el estudio de la urbanización y la modernización y secularización social, y
pasó al tema de la movilización social y política. Desde una base comparativa produjo
estudios teóricos aplicados al examen concreto de las diversas formas del populismo,
del fascismo y del autoritarismo, que le preocuparon durante toda su vida, desde su
juventud en Roma con el advenimiento de Mussolini al poder y, luego, como residente
argentino que vivió el apogeo y ocaso del populismo peronista. (Comparó el proceso
de la evolución social argentina en el período peronista, con otros procesos
semejantes de la Italia del período fascista y de la España franquista.)

Germani tenía conciencia que por la naturaleza misma del tema -la necesidad de
actualización y ahondamiento de la interpretación rigurosa de nuestra realidad social-,
nunca se alcanzaría su definitiva conclusión. Pero su aporte es insoslayable para
231

cualquier nuevo abordaje sobre la formación y las tendencias estructurales de la


sociedad argentina.

Germani señala, en Estructura social de la Argentina, que para el análisis de cualquier


hecho sociocultural se puede emplear el siguiente esquema:

Componentes Materiales o Componentes No Materiales


manifiestos o no manifiestos
- Procesos Psíquicos (cons-
cientes o inconscientes)
Componentes
- Personas - Estructura de la Personali-
Personales
- Grupos Sociales dad básica y de status (mo-
Sociedad
tivaciones, actitudes, senti-
mientos, etc.)
Componentes - Objetos Materiales (que in- Objetos Inmateriales:
No tervienen de algún modo - Normas
Personales en las acciones humanas) - Valores
Cultura - Conocimientos

Este libro constituye el primer tratado sociodemográfico en el que se analizan, desde


un punto de vista cuantitativo y utilizando datos agregados, la estructura de clases
argentina y la relación entre las clases sociales y sus actitudes políticas. (Leopoldo
Allub)

En su obra Sociología de la Modernización, Germani enuncia las consecuencias


sociales del proceso de migración masiva (1870-1930):

1) se transformó la Argentina en un país con preeminencia de actitudes de sociedad


abierta: con valores, modelos y relaciones interpersonales igualitarias; con la
creencia en las posibilidades del éxito individual material; menor formalismo y
menos distinciones jerárquicas, más que nada en la región litoral.

2) En el orden político, la oligarquía (élite innovadora) concibió el régimen político


como democracia liberal con limitada participación popular. Los cambios originaron
fuerzas sociales y políticas que más tarde amenazarían el monopolio del poder y
prestigio de la oligarquía. La movilidad parcial de estas nuevas fuerzas dio origen al
movimiento de reforma populista dirigido por la clase media, que al acceder al
poder, disolvió su celo reformista. Políticamente, hubo en este período una
sucesión de gobiernos civiles sin intervención militar y la participación cada vez
mayor de la población por medio de elecciones.

3) También señala la experiencia argentina durante seis décadas de migración


internacional masiva, como un caso “puro” de completa transformación del sistema
de estratificación social y de notable cambio de valores y actitudes por el impacto
de la movilidad masiva. De desarrollo “hacia afuera” y sus efectos modernizadores.

a) Antes del período de inmigración, la estructura social y los valores predominantes


fueron semejantes a los de otros países latinoamericanos de tradición hispánica:
las normas y valores adscriptivos, la importancia del origen familiar y de la
estabilidad eran puestos de relieve. A nivel nacional, la estructura ocupacional se
componía de dos clases:
1) superior y,
2) el grueso de población en los estratos inferiores.
b) Entre 1860 y 1870, se produjo un acelerado proceso de expansión económica y de
modernización. En cuarenta años se transformó la estructura social y la economía
del país o de su región “central”, que tenía dos tercios de la población total.
232

El agente innovador fue la élite liberal (terratenientes) con su programa de inmigración


extranjera masiva, importación de capitales extranjeros para inversiones en
infraestructura (ferrocarriles, caminos, medios de comunicación); organización
burocrática moderna, democracia representativa estable, ocupación de toda la tierra
disponible, incorporación de todo el territorio nacional a la economía de mercado,
integración de la economía nacional en la economía mundial por la modernización
agrícola y ganadera, convirtiendo a la Argentina de país importador en exportador de
cereales, carne y otros productos, como hemos visto antes.

En condiciones de movilidad masiva, se produjo la expansión rápida de los estratos


sociales medios que reclutaban a sus miembros entre estratos inferiores. Desde 1890
a 1930, dos tercios de la clase media tenían su origen en la clase baja.

Allub señala que Germani había observado en sus estudios la enorme incidencia de la
población inmigrante en la composición demográfica del país, especialmente en las
regiones centrales de la llamada pampa húmeda, así como la escasa influencia
europea en las provincias del noroeste. Y marca su rechazo de la concepción
evolucionista unilineal del tránsito necesario de todas las sociedades por idénticas
etapas, y sostiene que la modernización de las sociedades que emprendieron primero
este proceso afecta las condiciones de la modernización de las sociedades que lo
hicieron después. Germani acuña el concepto de asincronía (retraso), para
caracterizar la coexistencia -social y espacial- de formas “tradicionales” y “modernas”
en el proceso de cambio social (transformación de la estructura social) que implica un
cierto grado de desintegración y tensiones entre las varias partes de la estructura.
Pueden coexistir situaciones muy distintas en la familia, el trabajo, la actividad política,
la recreación, etc.:

- apatía en ciertos aspectos, retraimiento, abandono de actividades, anomia (que


implican desubicación con respecto a la estructura preexistente y un defecto de
participación social)
- movilización en algunas áreas del comportamiento (exceso en la intensidad,
extensión y forma de la participación de grupos en relación con el nivel definido
como “normal” en la estructura anterior. Ejemplo: migración a las urbes; participación
en un nuevo movimiento político o social) que señalan disponibilidad para aceptar
nuevas formas de comportamiento y de socialización.
- participación integrada en otras áreas del comportamiento (las circunstancias reales
en las que se desarrollan las acciones sociales corresponden a las previsiones,
expectativas y definiciones de la situación (según las normas y el ejercicio de
derechos (status) y cumplimiento de obligaciones (roles).
- persistencia del patrón tradicional en las restantes áreas.

El cambio social, según Germani, se da en “procesos circulares”: los cambios en un


nivel estimulan y facilitan cambios en los otros niveles y a la inversa. Y la movilidad
social, implica desplazamientos ascendentes y/o descendentes en el sistema de
estratificación social y el abandono de ciertos status (y los roles correspondientes) y la
adquisición de otros status (y los roles correspondientes), referidos a posiciones
superiores y/o inferiores a las que se ocupaban antes del movimiento.

En El autoritarismo y las clases populares, obra publicada en 1957 en el IV Congreso


Latinoamericano de Sociología, Germani planteó las proposiciones centrales que
posteriormente le sirvieron como hipótesis de trabajo para todos sus análisis de
sociología política, centrando su interés en el estudio de las condiciones necesarias,
culturales e históricas y comparativas, para el establecimiento de la “democracia de
masas”.

Germani explica que las tasas de movilización social en las sociedades que se
modernizaron primero fueron más lentas que en aquellas que lo hicieron después, lo
cual posibilitó para las primeras mayor desarrollo de las instituciones políticas
233

democráticas. En las sociedades que se modernizaron después, el proceso de


movilización política fue mucho más rápido e intenso y dejó amplias capas sociales
“en disponibilidad” (no integradas), susceptibles de ser manipuladas por líderes
carismáticos y en condiciones críticas para la estabilidad democrática. Con este marco
de referencia conceptual, Germani interpretó el fenómeno peronista, al que consideró
una resultante traumática originada en un proceso de industrialización rápido y tardío
de las regiones centrales del país. Observó que la “nueva clase obrera”, que apoyaba
al peronismo, poseía una composición étnico-cultural primordialmente “criolla”,
detentaba una cultura tradicional y autoritaria y era proclive a inclinarse hacia
liderazgos carismáticos. Interpretó la base social del peronismo ligándola con la
tradición autoritaria de la Argentina premoderna.

Comprendió la necesidad de estudiar los fenómenos sociopolíticos desde una


perspectiva histórica y comparativa para realizar generalizaciones adecuadas,
apoyadas en datos cuantitativos.

Uno de los conceptos centrales en su teoría de la modernización es el de anomia,


tomado de Durkheim y de Talcott Parsons. La influencia de éste último y del
funcionalismo aparece plasmada en su libro Política y sociedad en una época de
transición, publicado en 1963. En él analiza las sociedades periféricas desde el punto
de vista de los factores que contribuyen tanto a su estabilidad como a los desfases o
asincronías de sus procesos de cambio.

Sus trabajos sobre la estratificación social en Argentina fueron los primeros análisis
sistemáticos de la estructura de clases del país. En ellos combina la perspectiva
histórica con el análisis sincrónico, utilizando todos los censos nacionales de población
disponibles en su tiempo y una encuesta por muestreo tomada en el Gran Buenos
Aires. Sus resultados se materializaron en publicaciones de calidad intelectual entre
las que se destacan La movilidad social en Argentina (1963) y La estratificación social
en Argentina y su evolución histórica (1972).

En sus últimos años fue un exponente de la sociología del conflicto, que consideraba
como un hecho social endémico que debía ser institucionalizado para asegurar la
continuidad de las organizaciones sociales.

Fue también un continuador de la sociología de Max Weber, pero cuestionaba el


método de la comprensión (Verstehen) para generar conocimiento objetivo. La
comprensión, para Germani, tiene una connotación psicológica de la que carece la
explicación. Esta metodología no es para él un método de verificación. Pero nos
puede ayudar en las explicaciones preliminares de un tema o ser de utilidad en la
formulación de hipótesis que pone a prueba, cuando es posible, apoyándose en
información cuantitativa o en material histórico cualitativo.
El paradigma socio-histórico de Germani -según Leopoldo Allub 25-, se propone
integrar en un marco unitario tanto los procesos de carácter individual como social, y la
estática o equilibrio con la dinámica o cambio, la diacronía con la sincronía. La
sociedad no es ni un agregado de elementos individuales ni una nueva entidad, como
afirmaba Durkheim, sino un sistema de relaciones e interacciones que produce
cambios en el individuo y que, a su vez, modifica el todo valiéndose de las
mediaciones culturales. El pensamiento es una consecuencia de la acción y la
sociedad es un conjunto o sistema de interacciones que se modifican recíprocamente
de acuerdo con ciertas leyes. La conciencia individual se desarrolla y modifica
permanentemente debido a estas interacciones. El sociólogo, en el proceso de
generación de conocimiento de la realidad social, intenta captarla en dos formas:

25
Allub, Leopoldo, bibliografía y teoría social: El paradigma socio-histórico de Gino Germani.1997. Hemeroteca Virtual
ANUIES. http://www.hemerodigital.unam.mx/ANUIES.
234

1) mediante el análisis de la “transición” (longitudinal o histórico) y,


2) mediante el análisis estructural, es decir, en un momento del tiempo.

El paradigma socio-histórico afirma que cada época histórica tiene una fuerza
específica que crea el cambio fundamental, el cual, a su turno, pone en movimiento
otros cambios. La tarea del científico social es, entonces, determinar la naturaleza y
especificidad de esa fuerza. Cada etapa histórica puede abarcar largos períodos con
cierta estabilidad de sus estructuras, es decir, cierto tipo de integración económica,
política y social que permite explicarlas mediante leyes funcionales. Dentro de cada
una de ellas, los grupos sociales dominantes han tomado decisiones que condicionan
el rango de probabilidades de acción futura. A su turno, ciertas características de una
etapa pueden continuar en las subsecuentes produciendo asincronías.

Otra forma de observar la realidad, es mediante una metodología estructural o


sincrónica, en un momento del tiempo. Cuando observamos hechos sociales, lo que
vemos son normas culturales: usos, costumbres y leyes. La sociedad es un sistema
generalizado de relaciones sociales anteriores a los individuos, que se manifiesta bajo
la forma de usos, costumbres y leyes. Desde este punto de vista, una sociedad puede
ser concebida como un sistema relativamente estable cuyo cambio no es
inmediatamente perceptible, ya que el sistema de signos y valores comunes
contribuye a estabilizarla. Pero también es un sistema relativamente variable que
resulta del añadido de nuevas fuerzas.

Allub sostiene que no podemos conocer de antemano en qué consisten estas nuevas
fuerzas, debido a la especificidad histórica de los fenómenos, ya que la historia no se
repite. Cada época enfrenta condiciones únicas establecidas por las tendencias
históricas anteriores y por los contextos externos.

La historia está parcialmente determinada (no olvidar el componente central de la


libertad humana) y en continuo proceso de transformación, de modo que siempre se
presentan opciones y alternativas de acción social. El carácter acumulativo de los
procesos sociales significa que, partiendo de una situación histórica dada -una
configuración estructural de una época dada- e introduciendo los cambios generados
en esa misma estructura, se desemboca en otra cristalización diferente de la que se
tomó como inicial. Estos factores pueden, a veces, variar considerablemente por la
interacción de factores endógenos y exógenos a la sociedad en estudio, los cuales
intervienen como fuerzas sociales: dependencia, clima ideológico, mercado
internacional, tecnología moderna, dificultando la posibilidad de generalización.

En sus análisis, Germani tomó como modelo a las sociedades capitalistas avanzadas,
concretamente a los Estados Unidos y otorgó gran importancia a la tecnología
altamente intensiva en el uso de energía como factor de creciente homogeneización
de las sociedades. Sin embargo, para él, la universalización del capitalismo, fenómeno
conceptualizado hoy como globalización, no implica que con este “punto de llegada”
se cierre la historia del desarrollo de las sociedades. Germani 26 afirmaba que uno de
los aspectos notables de las sociedades avanzadas es la inclusión de por lo menos un
conjunto de instituciones o sectores de la estructura social, en los que el cambio es
altamente antagónico, en algunos casos hasta el punto de causar importantes rupturas
en el orden social y un elevado grado de desintegración.

Dice Allub, que para Germani la institucionalización del cambio, característica de la


modernización, no implica la desaparición del conflicto. Aunque en sus primeros
estudios no le atribuye la importancia que puede observarse en estudios posteriores,
el conflicto parece ser en Germani el verdadero motor de la historia. No obstante es
cierto que en su teoría del cambio no privilegiaba ningún “factor causal” determinado,
ni descartaba la existencia de diversos tipos de agentes de cambios altamente
26
Germani, Gino. Sociología de la modernización. Bs. As. Piados. 1969.
235

antagónicos en las sociedades avanzadas. Como la mayoría de los sociólogos de la


modernidad, Germani comparte la visión optimista respecto del cambio y de la
tecnología para mejorar la calidad de vida de los seres humanos. No llegó a conocer
los impactos negativos en el medio ambiente (el calentamiento de la atmósfera, la
pérdida de la capa de ozono). El hombre de nuestros tiempos es el principal agente de
cambio de la biosfera y tiene la capacidad de destruir el ambiente que le sirve de
apoyo. La teoría social de Germani, sin embargo, no cuestionó este fenómeno y dio
por supuesta la inagotabilidad de los recursos naturales, razón por la cual omitió el
tratamiento de los problemas ambientales.

Conformación y transformación de las clases sociales en la


estructura social Argentina
Para el desarrollo de este último punto de la Unidad de análisis de la sociedad
argentina, seguiremos a Cristina Lucchini, Liliana Siffredi y Juan Labiaguerre 27. Estos
autores sostienen que la clasificación de los individuos y grupos en clases o estratos
sociales estaría dada mediante la combinación del estudio empírico de las sociedades
particulares con el reconocimiento del origen estructural -que responde a un
determinado modo de producción- de la división de la sociedad en clases.

También para ellos, el trabajo de Gino Germani Estructura social de la Argentina,


publicado en 1955, constituye quizá el estudio empírico más acabado sobre las clases
sociales en nuestro país, hasta ese año. Este autor, desde una perspectiva histórica
compara la estructura social a lo largo de casi ocho décadas y observa las
transformaciones ocurridas en la composición de la sociedad argentina, realizando un
diagnóstico de la ubicación de los distintos actores que conforman el cuerpo social. La
estructura social equivale a la estructura de clases, debido a que las principales
diferencias entre los individuos provienen de su ubicación con respecto a la división
del trabajo. Ésta genera en la sociedad moderna -por la creciente complejidad de las
ocupaciones laborales- niveles superpuestos de categorías relacionadas con la
actividad desarrollada, los que determinan el posicionamiento de las personas dentro
del “mapa” social.

Pero el estudio completo de la estratificación de una sociedad debe abarcar, además,


tanto la configuración de la organización interna y de los atributos comunes de los
diferentes grupos, como así también sus características culturales. El conjunto de
formas de obrar, pensar y sentir socialmente adquiridas también incide sobre la
configuración y tipo de comportamientos adoptados por los grupos humanos.
Las sociedades actuales, debido a su alto grado de heterogeneidad, se caracterizan
por un entrecruzamiento de posiciones sociales debido a la diversidad de funciones
existente. Además, los criterios para ubicar las distintas ocupaciones dentro de una
determinada clase son cambiantes por la misma dinámica de los procesos sociales.

A pesar de las dificultades expuestas antes, las diferenciaciones estructurales


significativas se relacionan con los grupos ocupacionales, de por sí heterogéneos, que
componen cada clase social. La estructura económico-social constituye la variable
independiente que abre paso a la determinación de otros tipos de diferenciaciones.

La conceptualización de las clases sociales debe fundamentarse en un conocimiento


extraído sobre la base de los indicadores de la realidad no sólo económica, sino
también cultural y psicosocial. Investigar, utilizando un criterio empírico, consiste en
optimizar el uso de los datos disponibles para poder operacionalizar la
conceptualización que brinda la teoría sociológica.

27
Lucchini, Cristina, Siffredi, Liliana; Labiaguerre, Juan. Procesos sociales y marco histórico de la sociología. Editorial Biblos.
Fundación Simón Rodríguez. Bs. As. 1997. Capítulo VII págs. 77 a 89.
236

Una clase social determinada constituye un objeto con existencia sociológica real,
dada por un conjunto de individuos con elementos comunes que se expresan en sus
formas de obrar y pensar de modo específico.

La dinámica de las sociedades modernas produce alteraciones rápidas en su


composición. El límite que separa las clases sociales entre sí suele presentarse
“borroso” y la estructura social comprende una variedad de grupos caracterizados de
acuerdo a combinaciones de criterios estructurales y psicosociales. Los primeros
(estructurales), corresponden al tipo de existencia, expresado mediante las
condiciones materiales de vida, y a los juicios de valor socialmente adquiridos y
arraigados; los segundos (psicosociales), responden a la autoidentificación o
sentimiento subjetivo de pertenencia a una clase, y a las actitudes consideradas
comunes a determinada posición social, que configuran la personalidad básica de
status (la configuración mental típica que se supone posee la mayoría de los
individuos de un clase, como resultado de la comunidad de vida y similitud de posición
y perspectivas dentro de la sociedad).

La clasificación de los habitantes de un país en clases sociales debe partir de las


siguientes variables: categoría ocupacional, nivel jerárquico culturalmente aceptado,
tipo de existencia material y características psicosociales de los individuos. La
investigación práctica debe analizar el juicio de valor reflejado en las escalas de
prestigio reconocidas con respecto a las distintas posiciones; contemplar el número y
el contenido de los grupos ocupacionales insertos en cada estrato, y la
autoidentificación, es decir, un estudio psicológico de las clases.

El vínculo entre las estructuras social y económico-técnica se establece a través del


grupo socio-ocupacional, ya que éste presenta una consistencia y coherencia interna
superior a las que caracteriza a las clases definidas globalmente. La diferenciación de
los grupos sociales de acuerdo con su posición dentro de la organización económica
comprende los siguientes indicadores: status legal -propietario, asalariado,
cuentapropista, etc.-,el tipo de actividad que desarrolla -rama de la industria, comercio,
servicios- y el significado de tal posición con respecto al funcionamiento del sistema
económico en su conjunto.

Puede utilizarse la convencional clasificación tripartita entre clases alta, media y


popular, pero aclarando que la misma reconoce la existencia de un conjunto de grupos
ocupacionales dentro de cada una de ellas. Sobre todo en el caso de las clases
medias y populares, donde el uso del término en plural denota ya la existencia de
varias subclases.

La escala clasificatoria de categorías ocupacionales en clases sociales, elaborada por


Germani, está compuesta por los siguientes rubros:

1) clases populares, sector urbano (obreros y aprendices de actividades secundarias y


de comercio y servicios. Trabajadores por cuenta propia: obreros a domicilio);
2) clases populares, sector rural (obreros y aprendices del sector primario,
trabajadores agropecuarios y cuentapropistas);
3) clases medias (y altas), sector urbano (patronos, empresarios, empleadores de la
industria, comercio y servicios; ayudas familiares; cuentapropistas de comercio y
servicios; profesiones liberales; empleados del sector secundario y terciario;
rentistas y jubilados y pensionados con caracteres de clase media);
4) clases medias (y altas), sector rural (patronos, empresarios, empleadores del sector
primario; incluye propietarios y arrendatarios);
5) clases medias autónomas e independientes (pequeños propietarios de empresas
artesanales). Entre las clases medias y populares y en el interior de cada una de
ellas, en los sectores urbanos y rurales, se presentan diferenciaciones sustanciales,
por ejemplo, en sus características demográficas (tasas vitales, composición y
237

tamaño de las familias, evolución de la natalidad, etc.). Las diferencias culturales


también se manifiestan en la distribución de los gastos del presupuesto familiar,
relacionada con la capacidad adquisitiva del grupo y el tamaño de la unidad
doméstica, pero también con los patrones de consumo. Éstos se adquieren por
pautas socializadas e inciden sobre el nivel y tipo de necesidades a satisfacer, las
que están determinadas culturalmente por la pertenencia de clase.

Germani reconoce la limitación de la información disponible para su estudio, debido a


que los censos reflejaban solamente la situación socioeconómica de la población
económicamente activa. La imposibilidad de reconstruir los datos por hogares, más
allá del “jefe de familia”, impedía la observación de la estructura social de la población
en su conjunto.

Según el IV Censo Nacional de 1947, la población del país era de 15.893.827


personas. Desde el censo anterior realizado en 1914, la población del país se había
duplicado con un ritmo de crecimiento intercensal más bajo que el del primer censo.
Fue de 21,5% o frente a los 30%o del período 1869-1895 y a los 36,8% o del período
1895-1914. Su composición demográfica, su distribución espacial y su diferenciación
económico-social experimentaron hondas modificaciones, reflejo de los cambios
producidos en el país.

Germani señala el progresivo envejecimiento de la población. (Al disminuir el número


de nacimientos y el de muertes, con el progresivo alargamiento de la duración de la
vida, disminuye el número de niños y aumenta el de adultos y de ancianos). A través
de la evolución de sus tasas de mortalidad y natalidad, la edad media de la población
argentina ha ido elevándose progresivamente desde 1869:

Cuadro 3: La población total clasificada en tres grupos de edades (%)

CENSOS Menos de 15 años De 15 a 64 años De 65 años y más


1869 41,8 56,5 1,7
1895 40,3 57,9 1,8
1914 36,3 61,4 2,3
1947 30,9 65,2 3,9
Fuente: Germani (1955) pág. 24.

La presencia de una considerable proporción de extranjeros presta una fisonomía


distinta de la que resultaría del examen de la población argentina únicamente. La
población argentina nativa resulta “más joven” que la población extranjera. La
población extranjera sigue gravitando, en ese período analizado por Germani, en las
edades activas -entre los 15 y 65 años-, de modo que el aporte inmigratorio sobre la
estructura de edades de la población del país en 1947, ha atenuado los bruscos
cambios de proporción producidos en la población nativa por la declinación de la
natalidad y mortalidad. (La tasa de natalidad fue del 34,6% o en el período 1914-1918
y de 24,8% o en el quinquenio 1947-1952. Y la de mortalidad pasó, en iguales fechas,
de 16% o a 9,2% o. Esto explica la merma en la proporción de menores de 15 años de
la población argentina nativa y el leve aumento en el porcentaje de mayores de 65
años)

Desde fines de 1947 y hasta 1954 hubo una nueva corriente inmigratoria de personas
jóvenes (más de 700.000 personas) que colaboró en retardar el proceso de
envejecimiento de la población extranjera residente en la Argentina.

La estructura de edades no es uniforme en todo el territorio nacional.


238

Existe contraste entre población rural y población urbana, destacándose claramente la


mayor “juventud” relativa de la población rural. La proporción de menores de 20 años
(48,9%) es mayor que en la ciudad (35,9%), por mayores tasas de natalidad y de
mortalidad y la menor proporción de extranjeros.

La Capital Federal es la zona con estructura de edad comparativamente más elevada.


El número de menores de 15 años es el 19% de la población, mientras que en el
conjunto del país alcanza casi al 34%. Igual diferencia encontramos en los mayores de
65 años: 5,2% en Capital Federal y 3,6% en el interior del país.

Otro factor incide en la estructura de las edades: la emigración a las ciudades. Los
grandes movimientos internos de población característicos de mediados del siglo XX
en la Argentina, han gravitado preferentemente sobre las edades activas.

En cuanto a las diferencias por edades según los grupos socio-ocupacionales, en los
niveles más altos, la composición por edades se acerca mucho más a la de una
población “envejecida”: menos niños y mayor número de ancianos. Las tasas de
natalidad son más bajas en las clases media y alta.

En relación a la tasa de dependencia -la cantidad de personas en edades inactivas por


cada 100 personas en edades activas (15 a 65 años)-, en los ochenta años
transcurridos desde el primer censo (1869), la tasa de dependencia ha ido en
constante disminución; la población disponible para el trabajo en las diferentes
actividades ha ido proporcionalmente en aumento, por la influencia de las corrientes
inmigratorias jóvenes, hasta 1947.

Refiriéndonos a la proporción de los sexos, lo que caracteriza a la Argentina a este


respecto es su carácter de país de inmigración. Según el censo de 1947, los varones
superaban en aproximadamente 400.000 a las mujeres. En 1954 esa diferencia se
elevaba a 362.000, resultando inferior a aquélla. La proporción máxima de varones por
cada mil mujeres fue alcanzada en las primeras décadas del siglo XX. Desde
entonces, al disminuir la importancia del núcleo inmigratorio, esa proporción se redujo
hasta llegar a un mínimo a mediados del siglo. Sin embargo, aún los varones exceden
en número a las mujeres (en el total de la población en 1947, eran 1.051 varones por
1.000 mujeres), a diferencia de los países europeos, en que las mujeres exceden en
número considerable a los varones.

También en la Argentina la proporción de mujeres se va elevando a medida que se


pasa a edades más avanzadas, pero debido a la influencia de la masa inmigratoria,
sólo se llega a superar el porcentaje de varones a partir de los setenta años.

Otra distinción sociológica importante señalada por Germani, es la diferencia en las


tasas de masculinidad en las zonas rurales y en las urbanas. La población rural
presenta una tasa de masculinidad superior a la urbana (1.197 varones por 1.000
mujeres, contra 972 que se registran en las ciudades). Esto se debe a la emigración
femenina hacia las ciudades, que es más intensa que la masculina y repercute en
todas las edades. En la Capital Federal es donde más se registra este fenómeno (951
varones por cada 1000 mujeres). En una etapa posterior de urbanización (de
transformación del tipo de vida de rural a urbano), las diferencias entre las tasas
urbanas y rurales tiende a disminuir.

En cuanto al estado civil y la familia, entre el primero y el cuarto censo se produjeron


variaciones en el estado civil de la población. Aumentó la proporción de casados y
disminuyó la de solteros y de viudos. También ha disminuido el tamaño de las
unidades familiares desde el siglo XIX en proporción constante, como en la mayor
parte de los países urbanizados e industrializados. La familia se reduce a los padres y
los hijos solteros, con exclusión de otros parientes.
239

Las diferencias de orden sociocultural existentes entre las distintas zonas del país
repercuten sobre la composición de la familia. El número de miembros que la integran
varía de un mínimo de 3,8 en la Capital Federal a un máximo de 5,8 en Santiago del
Estero. El tamaño de la familia disminuye paulatinamente a medida que se pasa a
zonas más urbanizadas. También se producen diferencias en el tamaño de las familias
situadas en diferentes niveles socioeconómicos. En términos generales, se observa el
fenómeno de la limitación de la familia en las capas medias y superiores de la
sociedad argentina. El fenómeno de la “persona sola”, típicamente urbano, se observa
en la Capital Federal y en el área metropolitana del Gran Buenos Aires (entre 1936 y
1947 se mantuvo en 5%). En las clases media y alta casi la mitad de las familias se
componen de una o dos personas, una tercera parte tiene de tres a cuatro miembros y
las familias de cinco o más personas no alcanzan a una quinta parte del total. La
familia obrera, en cambio, casi el 40% es de cinco o más personas, otra tercera parte
cuenta con tres o cuatro miembros y sólo una quinta parte se reduce a una o dos
personas. Las familias de la clase alta y media cuentan con menos hijos que las de
clase obrera.

Germani habla de ”madurez” más que de envejecimiento de la estructura de edades


en 1947, ya que el aumento en la proporción de ancianos se ha mantenido dentro de
límites moderados, mientras que se ha ido engrosando el núcleo de las personas entre
15 y 65 años.

No se observan diferencias notables entre las clases sociales en cuanto al predominio


de la familia conyugal “estricta” o nuclear, sin la presencia de parientes colaterales. A
este tipo familiar corresponde el 74% de todas las familias urbanas, y sólo la cuarta
parte restante registra la presencia de otros parientes, para la clase obrera, media y
alta. Sí habría diferencias entre ciudades grandes y zonas del interior, con más alto
promedio de miembros, debido al mayor número de hijos por familia, y de familias con
hijos.

Como un índice de los cambios en la estructura de la familia urbana en la Argentina,


se observa en el censo de 1947, que el 36% de los divorciados de todo el país residía
en la Capital Federal y esta cifra se duplica entre 1936 y 1947, pasando de 10.000 a
19.000 personas divorciadas.

En lo referido a la distribución geográfica de los habitantes, se observa la desigual


distribución en las diferentes zonas del país. Urbanización y despoblamiento rural,
concentración en determinadas regiones -en particular las provincias del litoral y
algunos territorios, y disminución en cifras relativas de la población de las demás
provincias-.

El centro demográfico del país se fue desplazando desde las regiones del centro oeste
y noroeste hacia la zona del litoral y Gran Buenos Aires. Este gran centro urbano es el
que ha crecido a expensas de todas las demás regiones del país: del 13% que
concentraba en 1869, llega a casi el 29% en 1947. A casi una tercera parte de su
importancia relativa se ven reducidas las provincias del Noroeste, que del 28,6%
pasan al 11,6% de la población (solamente Santiago del Estero y Salta mantienen su
posición de 1914). Y una reducción relativa menor se observa en las tres provincias
del Centro y Oeste, que pudieron sostenerse al nivel de 1914. En cifras relativas, la
única región que registra un avance notable es la del Nordeste y también en el sur se
registra un pequeño aumento. Con las dos excepciones relativas de los extremos
nordeste y sur del país, la orientación general asumida por la población ha sido
creciente y marcadamente centrípeta, según el análisis de Germani. Resultado de las
migraciones internas y externas. La región Litoral y la Capital Federal han recibido el
mayor número de inmigrantes extranjeros y han atraído a considerable número de
argentinos nacidos en otras regiones, en un proceso a partir de la década de 1930.
240

El factor esencial en moldear la distribución geográfica de la población, no es


solamente el aumento absoluto de los habitantes que se trasladan de una parte a otra
del país, sino la orientación asumida por tales desplazamientos. En 1947 3.386.000 de
argentinos se hallaban viviendo fuera de su jurisdicción natal. La mitad de ellos se
encontraba en el Gran Buenos Aires, otro 28% en el litoral y el restante 22% en las
demás regiones del país. En términos generales se mantiene la misma dirección
centrípeta que en 1895, si bien con mayor acento hacia la Capital Federal y los
territorios al sur y al norte del país. El desplazamiento poblacional afectó sobre todo a
la población rural, cuyo crecimiento promedio anual (1914-1947) descendió al 14,3%
o, inferior al del crecimiento vegetativo del país en el mismo período, que fue del
21,5% o anual. La orientación seguida por los inmigrantes extranjeros fue igual a la de
los internos. En 1947, casi el 83% de los extranjeros se hallaban en las zonas del
Gran Buenos Aires y Litoral; 10% en el Nordeste y Sur y el 7% en las provincias del
norte argentino (NOA y NEA).

Este desequilibrio demográfico significa uno de los rasgos más inquietantes de nuestra
estructura social, para Germani. Y se encuentra condicionado por causas históricas y
políticas, por una estrecha vinculación con la estructura económica, de la que
constituye una ajustada expresión. La estructura del sistema de transportes y sus
métodos de explotación, la forma y distribución asumida por el desenvolvimiento
agrícologanadero en sus sucesivas etapas, en lo técnico y en cuanto a su régimen; el
surgimiento de la industria y la característica concentración geográfica por ella
asumida, todos estos elementos han actuado con efectos recíprocos y acumulativos
sobre la población. El hecho demográfico, a su vez, ha repercutido sobre los otros
órdenes reforzando la misma tendencia centrípeta.

Población urbana y rural: La población argentina tiende a agruparse de manera


creciente en pueblos y ciudades, respondiendo a la tendencia urbanista de la época
contemporánea que se extiende en todo el mundo occidental, y que sólo intensificó un
proceso de urbanización que ya tenía dinámica propia por las aludidas razones
históricas y las características culturales, sociales y políticas del país.

Los censos nacionales definen como población urbana a la que vive en centros de
2.000 o más habitantes. Mientras que en 1869, la población de estos centros
representaba poco más que una cuarta parte del total, en 1947, casi alcanzaba a los
dos tercios.

Comparando los ritmos de crecimiento de los tres períodos intercensales estudiados


por Germani, se observa que la época de urbanización más intensa corresponde a
1895-1914, para los núcleos de población más reducidos y de tamaño mediano. El
período siguiente registra el pasaje de numerosas ciudades a categorías de mayor
importancia cuantitativa, Gran Buenos Aires, Córdoba y Rosario. En 1947 se le
agregan otras: Mar del Plata, Bahía Blanca, Santa Fe, La Plata y Tucumán. El último
período intercensal es la fase de la formación de las grandes ciudades. Mientras que
en 1914 solamente el 24% de la población vivía en centros de más de 100.000
habitantes, en 1947 era el 40%. En el mismo lapso, había disminuido de 20 a 15% del
total la proporción de personas radicadas en centros medios y pequeños.

El proceso de urbanización no ha sido el mismo en todas las regiones del país: Los
prevalentemente urbanos corresponden a la región Litoral y el Gran Buenos Aires. Las
dos únicas regiones fuera de éstas con predominio urbano son Mendoza (50,4%) y
Tucumán (50,5%); en todas las demás provincias predomina la población rural, en
diferentes grados: desde el 81,4% en Misiones hasta el 54% en San Juan. El Gran
Buenos Aires y el Litoral encierran casi el 85% de los habitantes urbanos del país,
mientras que todo el resto del territorio apenas incluye el 15%. Éste es otro aspecto
del desequilibrio demográfico que caracteriza a la población argentina.
241

En el crecimiento del Gran Buenos Aires es preponderante el papel desempeñado por


la inmigración interna. Si hasta 1914 fueron los extranjeros el factor más importante,
desde esa época es el interior el que se va volcando hacia la ciudad capital y sus
alrededores, coincidiendo con el impulso hacia la industrialización que se produjo a
partir de 1936 y se centralizó en la zona del Gran Buenos Aires y más tarde, alrededor
de 1943, con los cambios políticos de vastos alcances. Estos inmigrantes se
concentran sobre todo en la clase obrera y en grupos de edad mayores de 14 años.
Su llegada masiva y repentina a la ciudad sin duda influyó en las maneras de pensar y
obrar de las masas urbanas, especialmente obreras.

Germani sostiene que es en esta época en la que se configura con mayor claridad y
fuerza el predominio del tipo de sociedad “masificada” en nuestro país y el posterior
impulso de la corriente inmigratoria a partir de esa época fue el que lo intensificó. Las
condiciones para los cambios políticosociales estaban dadas desde fines de la década
del treinta.

Para 1947 se estima que las dos terceras partes de los habitantes nacidos en el país
tenían ambos padres también argentinos, lo que indica la creciente homogeneización
del país desde el punto de vista del origen nacional de sus habitantes. La población
extranjera (15%) se ha concentrado en las zonas más urbanizadas del país y de más
baja natalidad y sus saldos vegetativos son proporcionalmente inferiores a los de las
provincias más rurales. Está compuesta por personas adultas o ancianas , con largos
años de residencia en el país y ya casi completamente asimilados, lo que pone de
relieve el estado de relativa homogeneidad demográfica y cultural que ha alcanzado el
país a mediados del siglo XX. La gran mayoría de los extranjeros residentes en el país
es de origen europeo (italianos, españoles, polacos, rusos, alemanes), si bien hay
núcleos originarios de países sudamericanos (paraguayos, chilenos, uruguayos,
brasileños).

Dinámica de la población: Los índices vitales de nuestro país presentan el cuadro


típico de la mayoría de los países occidentales: descenso de la tasa de natalidad
compensado sólo en parte por la reducción de la mortalidad, y contracción
consiguiente del crecimiento vegetativo. Desde el punto de vista estático:
pronunciadas diferencias urbano-rurales y entre los diferentes niveles
económicosociales de la población.

La baja de la natalidad en nuestro país, como en otras partes, se debe a la reducción


de la cantidad de hijos por cada matrimonio. Si en el pasado más de la mitad de los
matrimonios llegaba a tener tres hijos o más, en la actualidad llega a ese número tan
sólo una tercera parte (36%). También se verifica el fenómeno de la natalidad
diferencial entre la ciudad y el campo. En zonas urbanas el 57% de los matrimonios es
sin hijos o con uno o dos. En zonas rurales, alcanza al 50% el número de madres con
cinco o más hijos. La fecundidad de las mujeres del campo sigue siendo superior
(hasta 1947) a la de las mujeres de la ciudad, dentro de los mismos grupos de edad.
Otro hecho interesante es que se parecen más las zonas rurales o urbanas de una
misma provincia que las zonas rurales o urbanas entre sí. El significado está en las
características socioculturales y económicas y que ejercen su influencia por igual en el
campo y en la ciudad. Se reduce también el número de familias numerosas.

Así como son las naciones con más alto nivel de vida las que ostentan la natalidad
más reducida, del mismo modo, son las familias de más elevado nivel social las que
tienen menos hijos.

Población Económicamente Activa (PEA): los censos incluyen en esta denominación


al conjunto de los trabajadores remunerados.
242

El volumen de la PEA no sólo depende de su composición por edades (fuerza


potencial de trabajo), sino también de su organización económica y social (población
activa, población pasiva)

Un hecho notable es que en 1947 se incrementó el número relativo de estudiantes,


pasando a ser proporcionalmente diez veces mayor que en 1869 y cuatro veces mayor
que en 1914, debido al alargamiento del período de estudio y de la difusión cada vez
mayor de la instrucción secundaria, universitaria y especial.

El sector de industria, comercio y servicios ha experimentado un aumento


considerable desde 1895.

A partir de 1947, es fuerte la disminución del trabajo femenino en la rama del servicio
doméstico y fuerte el aumento en las actividades generales de la industria, comercio y
servicios y de las mujeres que se hallaban estudiando.

En el sector agropecuario, la separación de la propiedad de la tierra, de su


explotación, que alcanzaría globalmente a un 63% de las unidades, representa un
dato interesante en el análisis de la estructura económica del sector. Permite precisar
la existencia de una clase numéricamente importante de patronos rurales; la de los
arrendatarios y otras formas tributarias de la propiedad territorial, en proporción
superior a los propietarios, ya que alcanzaría en 1947 al 47,6% de todas las
explotaciones frente al 37% de aquéllos. Es grande el grado de concentración de la
propiedad rural, que se diferencia en distintos estratos profundamente desiguales: un
pequeño número de grandes propietarios; una cantidad mayor de propietarios y
emprendedores medios y una amplísima base de pequeños campesinos, dueños o no
de las tierras que trabajan, arrendatarios y otros tipos de patronos rurales.

El esquema general de distribución de la propiedad rural en la Argentina no ha variado


fundamentalmente. La gran mayoría de las explotaciones resulta inferior a las 500
hectáreas y su importancia sobre el total, aun habiendo pasado del 15,7% al 19,7%,
sigue siendo apenas una quinta parte. En cambio, el número de propiedades con
5.000 hectáreas o más ha aumentado en cantidades absolutas, pues en 1914 era de
5.233 y en 1947 de 5.503. Estos grandes productores controlan el 70% de la
superficie. Se da un mayor fraccionamiento en las explotaciones muy pequeñas, en
las que predominan las actividades agrícolas. En las explotaciones más grandes
predominan las actividades ganaderas.

Se estimaba -alrededor de 1950- que los ingresos y el nivel de vida del campesino en
una chacra media podía considerarse muy inferior al que gozaban los obreros en un
centro urbano.

Una de las características de la clase media rural es la ausencia casi completa de un


sector “dependiente”, que en cambio caracteriza al equivalente urbano; (casi no
existen “empleados” rurales).

El pequeño grupo de los grandes propietarios corresponde a lo que tradicionalmente


se ha llamado “oligarquía”: su significado social y su poder va más allá de los límites
de sus explotaciones, aun cuando en estas es donde debe encontrarse su origen y
causa, según Germani.

La clasificación económica social de la estructura industrial se realizó en base a tres


criterios:

- producción,
- obreros y
- forma legal de la empresa.
243

Y se subdividieron los establecimientos en tres categorías:

1ª.- Con el 3% de los establecimientos, cuya producción alcanzaba a las dos terceras
partes del total y que reunían más del 50/60% de los obreros y su forma legal más
frecuente era la Sociedad Anónima.
2ª.- El grupo medio de establecimientos con el 30% de la producción y el 40% de
obreros, sociedades de responsabilidad limitada y colectiva.
3ª.- Las pequeñas empresas, un 50/ 60% de los establecimientos, con un promedio de
uno o dos obreros.

Los obreros de la gran industria representan poco menos que una tercera parte del
total de trabajadores, pero su importancia dinámica es aún mayor por el hecho de su
concentración en la zona del Gran Buenos Aires.

La estructura económica social del sector secundario se revela con una proporción de
propietarios reducida, si bien la existencia de numerosas sociedades anónimas podría
ocultar una difusión muy extensa de la propiedad. De todos modos, el control de la
mayoría de la industria está reunido en los pocos miles de personas que se hallan
ubicadas en la clase alta.

La clase media del sector secundario resulta más reducida que en el sector rural; sin
embargo el nivel de vida resulta más elevado en la ciudad, tanto para la clase media
como para las populares.

La característica del sector terciario, es la alta proporción de clase media dependiente,


que alcanza en sus diferentes niveles a una tercera parte de toda la población
ocupada en comercio y servicios, correspondiendo la mayoría de los empleados a la
administración pública en sus diferentes ramas (42% del total). En este sector se
encuentran además, grupos dotados de especial significación social y política: no sólo
su clase alta incluye los dirigentes políticos, económicos y administrativos del país,
sino que en los varios niveles de clases medias, se encuentran aquellos núcleos de
profesionales, universitarios, técnicos, educadores de las diferentes ramas de
enseñanza que constituyen los “intelectuales” de la sociedad.
La estratificación y la diferenciación de los habitantes, no sólo se origina del grado y la
forma de distribución de la propiedad y del control económico, sino que también
depende de la distribución de la población en las varias ramas de la actividad. La
población activa (PEA) de nuestro país, en 1947, se distribuía en los cuatro niveles
siguientes:

Clase alta .......................................................................................................... 0,7


Clase media superior ........................................................................................ 6,6
Clase media inferior ........................................................................................ 32,9
Clases populares ............................................................................................ 59,8

a) La clase alta: Existe un núcleo significativo que arraiga su posición de poder y


prestigio en la posesión de la tierra y en la herencia. Pero su poder y posición son
actuales, ya que responden a características reales de la estructura económica y no a
la persistencia de un prestigio y un poder que ya no existen. Numéricamente, el sector
de la alta burguesía (y de la “aristocracia”) que se arraiga en la propiedad de la tierra y
en las actividades agropecuarias, es el más importante. Germani conjetura que
representaría alrededor del 40% de la población activa perteneciente a la clase alta.
La distribución de ésta en los tres sectores sería la siguiente:

Sector primario autónomo ...................................................................... 40%


Sector secundario autónomo ................................................................. 10%
Sector secundario dependiente................................................................ 7%
Sector terciario autónomo ...................................................................... 21%
Sector terciario dependiente .................................................................. 22%
244

b) La clase media superior (burguesía media), representaría un 6,6% sobre el total de


la población activa. Aquí el sector primario – las actividades agropecuarias – pasan a
segundo o tercer término. Entre los autónomos, son los propietarios y patronos de
comercios y servicios los que ocupan el primer lugar; y el sector industrial
numéricamente es inferior a la de los patronos del agro. Todo el resto del nivel se
compone de profesionales. Si computamos conjuntamente los autónomos
(profesionales liberales) y los dependientes, este grupo resulta ser el más numeroso
de la clase media superior, pues alcanza al 45% del total de la población activa de
este nivel. En su gran mayoría se arraiga en el sector terciario, fuente generadora de
un tipo de burguesía profesional e intelectual característico de la sociedad actual. Más
de la mitad de esta parte de la burguesía media aparece trabajando en relación de
dependencia (27%) y está compuesta de funcionarios y de profesionales liberales
(autónomos) (18%).

Antes de la actual época de democracia de masas (mediados del siglo XX), esta
burguesía media sintetizaba toda la opinión pública, contribuyendo a formar la
orientación política y social de su país. En la actualidad su influencia en este sentido
ha disminuido o ha llegado a ser compartida con las masas (grandes núcleos de la
clase media inferior y las clases populares).

La burguesía media está compuesta, en nuestro país, en sus cinco sextas partes por
industriales, comerciantes, profesionales, funcionarios y altos técnicos, y tan sólo en
un sexto por patronos agropecuarios, que en cambio son el núcleo más poderoso de
la alta burguesía.

La composición de la pequeña burguesía es similar: tres cuartas partes corresponden


a los sectores de la industria, comercio y servicios, y un cuarto a la agricultura y
ganadería, como sector más débil y disperso en zonas rurales.

c) La clase media inferior se caracteriza por el predominio absoluto de los grupos


dependientes (más del 50%) y más de la mitad se origina en el sector terciario. Se
compone de empleados y en alta proporción del sector público. Estos “trabajadores de
cuello duro”, de ambigua posición social, constituyen un grupo de difícil ubicación. Su
evolución después de la posguerra (a partir de mediados del siglo XX), parece
llevarlos a la adopción de actitudes similares a las de los obreros (organización
sindical, legislación del trabajo, etc.). Este grupo puede llegar a representar papeles
estratégicos por su volumen numérico dentro del conjunto de la población y su
concentración en las zonas urbanas. Si le agregamos el hecho de su concentración
preferente en ciertas regiones geográficas (Gran Buenos Aires y Litoral), su significado
dentro de la estructura social se destaca claramente. Además, el grupo de empleados
es el que experimenta el mayor incremento desde comienzos del siglo XX.

d) Las clases populares: Representan el 60% de la PEA o con recursos propios y son,
por lo tanto, la categoría social más poderosa desde el punto de vista numérico. De los
tres grandes sectores, el industrial proporciona la mayor cantidad de obreros, y es
también el que posee el núcleo con más alto grado de concentración (más de 100
obreros por empresa), que sólo comparte con una pequeña proporción de obreros del
sector secundario (ferroviarios, comunicaciones y dependencias nacionales en
general). A los trabajadores del agro les corresponde un grado bajo de densidad
dinámica, por la considerable proporción de personal transitorio y su dispersión
geográfica.

Entonces, más de un 70% de las clases populares trabajarían (para 1947) en


condiciones de baja o nula concentración por empresa, pero el hecho de su
distribución geográfica y su residencia urbana o rural modifica de manera decisiva el
significado de estas proporciones. Casi el 70% se condensa en zonas urbanas y de
ellas, una alta proporción en la zona del Gran Buenos Aires, en actividades
245

industriales. Su densidad dinámica es mayor y eso les otorga un particular significado


dentro de la estructura social del país.

La estructura de clases presenta marcadas diferencias en las diferentes zonas del


país. Coexisten tres tipos: uno más evolucionado, más próximo al tipo de las
sociedades urbanas occidentales, en que las clases medias poseen un volumen
numérico elevado (la provincia de Córdoba es un ejemplo, con el 43,8% de clases
medias); y otro menos evolucionado en el que no cabría hablar de clases medias,
pues éstas no alcanzan el límite crítico que las coloca entre los grupos socialmente
significativos (la provincia de Jujuy es un ejemplo, con el 21,2% de las clases medias).
Un tercer tipo, en el que se da una notable proporción de clase media, pero cuya
composición primordialmente rural difiere de la del primer tipo (La Pampa, Misiones,
Chaco, Río Negro y Formosa, superan el 20% con la más alta proporción de patronos
agropecuarios). También pertenecen a este tercer tipo, con alta proporción de clases
medias, las provincias del Litoral (excepto Corrientes), y Mendoza, donde el volumen
que alcanzan las clases medias se debe a la más alta proporción de patronos
industriales y de comercio y servicios y a los fuertes núcleos de empleados y otros
dependientes (15%). El volumen de esta categoría, que tanto gravita en la formación
de las clases medias, está en estrecha correlación con la importancia de las
actividades secundarias y sobre todo terciarias.

El aumento de las clases medias que se registra a medida que se pasa de las zonas
más rurales a las más urbanas e industrializadas, se debe a esta categoría de
dependientes, cuya posición ambigua dentro de la estructura social hemos destacado.
Es opuesta la composición de las clases medias según sean zonas rurales o urbanas:
en éstas últimas, el núcleo más numeroso está compuesto por dependientes y en las
rurales por patronos. En la Capital Federal, se observa una proporción mínima de
patronos (10% de la PEA) y la más alta proporción de pequeña y media burguesía.

En aquellas zonas que carecen de industria desarrollada y el régimen de la tierra


presenta escasos patronos rurales, las clases medias se ven reducidas a su mínima
expresión. Tal es el caso de la región noroeste (NOA), en casi todas las jurisdicciones
que la integran. Sus clases medias no alcanzan en conjunto al 30% de la PEA y en
Jujuy, Catamarca y Tucumán bajan a porcentajes menores aún.

Evolución de las clases sociales argentinas hasta 1950:

La estructura de clases de la Argentina hasta mediados del siglo XX, es el resultado


de dos hechos conectados entre sí: la evolución de su estructura económica y la
inmigración. La composición social del país después de la organización nacional, es la
de una sociedad de dos clases; la clase media estaba ausente como fuerza numérica
y económica. Sin embargo, ya en 1895, con el II Censo Nacional, se observan
modificaciones esenciales en la estructura social. Grandes masas de inmigrantes
llegaron al país, la agricultura se extendía y la ganadería se transformaba. Se podía
hablar de cierto y limitado desarrollo industrial y la urbanización avanzaba
considerablemente. Los movimientos políticos de la década del 90 atestiguan la
transformación de la sociedad argentina.

Según datos de este II Censo de 1895, la estratificación social de la ciudad de Buenos


Aires muestra que las clases medias debían representar el 35% de la PEA, con 10%
de empleados y 5% de profesionales libres y dependientes. Para 1914, el total de las
clases medias sube considerablemente en el grupo de los empleados y profesionales.
Las clases medias siguen ascendiendo en 1936 y 1947, siempre con el aumento de
los empleados. Crecimiento y madurez del aparato industrial, comercial y de servicios
y la consiguiente modificación cualitativa de las personas que en ellos desempeñan
sus actividades, son características de esta época.
246

En las clases populares, el fuerte núcleo de los trabajadores de “cuello duro” se


transforma en clase media y se va diferenciando un proletariado industrial, en parte
concentrado en grandes establecimientos (técnicos, especializados y
semiespecializados), y otros núcleos trabajando en empresas de servicios y de
comercio.

Se producen cambios en el sector patronal: se transforma el sector secundario,


adquiriendo potencia y significado económico y en él se diferencia una alta burguesía
industrial que participa de la posición que antes sólo usufructuaba la burguesía
agropecuaria. Todo esto atestigua el alto grado de movilidad social que caracterizó a
la sociedad argentina en el pasado. No sólo por la transformación de una parte de la
clase popular en empleados y en profesionales (en proporción más reducida), sino
porque también accedieron a la categoría de patrones un considerable número de
personas de origen popular. Es probable que la contribución más fuerte a esta última
categoría se haya originado directamente de la inmigración (la gran mayoría de los
propietarios de comercio o industrias eran extranjeros). Como la gran mayoría de los
inmigrantes pertenecían a las clases populares, es claro que su aporte a estas
categorías de las clases medias es síntoma de un considerable movimiento de
ascenso social.

Entre los profesionales y en la clase media dependiente, la proporción de extranjeros


es mucho menor, desde comienzos de siglo XX.

Concluye Germani, que durante el período de más intensa movilidad social (1880-
1925), el tránsito de las clases populares a las clases medias se realizaba para el
argentino, a través de las categorías de los sectores dependientes o las profesiones
liberales. Para el inmigrante, en cambio, el camino de ascenso social era el de las
actividades autónomas en el campo del comercio, la industria o, en menor medida, la
agricultura. Ciertos núcleos de la clase alta se caracterizan por una mayor rigidez y
aislamiento y por su carácter hereditario (especialmente la alta burguesía
terrateniente). Las más importantes transformaciones en la estructura social del país
en los años más próximos a la mitad del siglo XX deben buscarse en la modificación
de la composición y estructura de las clases mismas, sobre todo en la formación de
una alta burguesía industrial y un nuevo proletariado urbano industrial.

La obra Estructura social de la Argentina, 1945-1983, escrita por Susana Torrado 28,
actualiza el análisis realizado por Germani, aprovechando el mayor caudal informativo
que ofrecen las mediciones del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) y
lo hace desde otra perspectiva teórica. Las diferencias significativas están dadas en
los cambios de las situaciones históricas respectivas. El trabajo de Germani abarca el
análisis de una sociedad con clases relativamente poco fragmentadas internamente, y
sin la presencia notoria de fenómenos como la pobreza extrema y la marginalidad.
Cuatro décadas después, el panorama argentino varió totalmente con la
heterogeneización social que se desarrolló durante dicho período.

Torrado estudia los cambios operados en la estructura social de nuestro país, a través
de distintas etapas históricas, determinadas por la vigencia de diversos modelos de
acumulación. Éstos reflejan las estrategias de acción seguida por la alianza de clases
dominante en los distintos períodos, tendiente a asegurar los mecanismos de
acumulación capitalista en beneficio de dicho bloque hegemónico. Se analizan
sucesivamente los modelos de acumulación basados en las “estrategias”: justicialista,
(1945-1955), desarrollista (1958-1972) y aperturista (1976-1983).

En el contexto teórico de la investigación, la autora considera que los modos, formas o


comunidades de producción, son conceptos que en la práctica se manifiestan
articulados a través de formaciones sociales concretas. La Argentina se caracteriza
28
Torrado, Susana, Estructura social de la Argentina, 1945-1983, Buenos Aires. Ediciones de la Flor. 1992.
247

por el predominio del modo de producción capitalista en su etapa monopólica, de


forma productiva mercantil simple y de índole dependiente.

En lo que respecta a las relaciones de producción articuladas a través de la formación


social concreta, que define a nuestro país en el período histórico 1945-1983, coexisten
las siguientes formas productivas de trabajo:

1.- Relación salarial capitalista: determinada por el contrato que vincula a un


empleador con un trabajador, a quien el primero le compra su fuerza de trabajo por
el precio de un salario. En las últimas décadas se aprecia una tendencia a la
inestabilidad de la relación salarial, observándose el flujo constante de trabajadores
hacia posiciones de vulnerabilidad laboral, conocidas como condiciones de
precariedad, que adquieren formas variadas, algunas legitimadas jurídicamente y
otras evasoras de la legislación vigente al respecto.
2.- Producción mercantil simple: sus formas conviven con los mecanismos típicos del
modo de producción capitalista “puro”, pero en sí mismas expresan a pequeños
productores independientes, la mayoría de las veces individuales, que se ocupan
en un amplio espectro del quehacer productivo y de la comercialización de bienes y
servicios. De esta manera se acrecienta la rentabilidad del empresario al reducir
costos de mantenimiento y de personal.
3.- Servicio doméstico: se caracteriza por una relación laboral ajena tanto al modo de
producción capitalista como a la forma de producción mercantil simple,
encontrándose cercana al tipo de trabajo independiente; es agregado como
“estrato autónomo” de la clase obrera.
4.- Empleo marginal: abarca un conjunto considerable de categorías ocupacionales
originadas en la forma específica que asume la articulación del modo de
producción capitalista, sobre todo en sociedades dependientes como la nuestra.
Responde a una baja o inexistente calificación o educación formal, que suprime
alternativas de inserción estable en las esferas capitalistas o de producción
mercantil. Las ocupaciones de estos trabajadores suelen ser “changas”, tareas
eventuales que les reportan ingresos insustanciales, aproximándolos a una
condición de mendicidad.

La vigencia de un modelo de acumulación obedece a la presencia de los siguientes


factores condicionantes del mismo: estrategias alternativas por parte de otro bloque de
clases potencialmente dominante; relaciones de alianza o conflicto entre sectores
sociales estratégicamente ubicados; estructuras de poder constituidas, etc. Cada
estrategia de desarrollo determina la orientación de las inversiones financieras hacia
determinados sectores de la producción. Este hecho tiene como reflejo directo la
creación o destrucción de puestos de trabajo en actividades económicas específicas,
que reproducen el patrón de acumulación de los grupos dominantes.

Definidas teóricamente, las clases constituyen subconjuntos de individuos ubicados en


una posición social similar dentro del proceso de producción económica. Para poder
clasificarlas, se parte de la variable condición socio-ocupacional, determinada por el
tipo de actividad, la categoría ocupacional, rama y sector de actividad en la que el
individuo se desempeña, tamaño del establecimiento en el cual desarrolla sus tareas,
etc.

El análisis de la estructura de clases del conjunto de una sociedad debe considerar, de


manera simultánea, el universo de la población económicamente activa (PEA) y el
correspondiente a la población en hogares particulares de jefe activo, datos surgidos
de los diferentes censos y de la Encuesta Permanente de Hogares elaborados por el
INDEC. Al representar el hogar la unidad doméstica de consumo, su análisis permite
evaluar las condiciones de vida de la población inactiva a través de la situación
económica del “jefe de familia”, participante directo en la distribución de bienes en la
sociedad capitalista.
248

La dinámica poblacional merece atención especial, debido a la importancia de los


parámetros demográficos en la constitución de cada clase social: crecimiento total,
vegetativo y migratorio de la población, las tasas de natalidad y mortalidad, etc.

El concepto de movilidad social implica la posibilidad de desplazamiento de individuos


o grupos entre diferentes lugares: ámbito rural y urbano, sectores agropecuario,
industrial y terciario, situaciones de actividad o desocupación, etc. La movilidad es
vertical si se alude al desplazamiento entre niveles diferenciados, por ejemplo en
cuanto a ingresos económicos, calificación de la ocupación o escalas de prestigio. Es
movilidad horizontal cuando el paso de una posición a otra implica un cambio de
actividad dentro del mismo nivel. Los tipos ascendente y descendente se refieren a las
alternativas de progreso o escalamiento, por un lado, y de retroceso o caída por el
otro, que presenta la movilidad vertical.

Siguiendo a Susana Torrado, haremos una reseña de las estrategias de desarrollo


analizadas por ella en el período histórico 1945-1983.

Los cambios estructurales que se operan en la sociedad argentina en esas décadas


consideradas, son atribuibles -en el plano económico- a la dominancia de los modelos
de acumulación que, o bien se desplegaron extensivamente en el tiempo (casos del
justicialista y el desarrollista), o bien lo hicieron durante lapsos más breves pero a
través de medidas drásticas (caso del aperturista).

El modelo justicialista: 1945-1955

Como consecuencia de la gran crisis mundial de 1930, la Argentina debe abandonar el


modelo agroexportador que, hegemonizado por los grandes propietarios terratenientes
de la pampa húmeda, había presidido su desenvolvimiento desde fines del siglo XIX.
Se inicia entonces un proceso de desarrollo basado en la industrialización sustitutiva
de importaciones, que habría de perdurar casi cincuenta años, con sensibles
diferencias en las estrategias predominantes en cada momento histórico.

El período 1930-1945 estuvo signado por el estancamiento de la actividad


agropecuaria tradicional y por el estímulo a la actividad industrial, verificándose al
mismo tiempo una moderada implantación de capital extranjero mediante la inversión
directa en actividades industriales que funcionaban en condiciones oligopólicas. Sin
embargo, hacia 1945, predominaban en la estructura industrial las empresas
pequeñas y medianas de capital nacional. En el plano político, varias estrategias
alternativas de industrialización se disputaban la hegemonía a comienzos de la
década de 1940.

En 1945 se inicia el movimiento que lidera el general J.D. Perón como expresión de
una nueva alianza de clases: la de la clase obrera y los pequeños y medianos
empresarios industriales. El nuevo bloque, apoyado en una línea nacionalista de las
fuerzas armadas, es portador de un proyecto de desarrollo industrial radicalmente
distinto al propugnado hasta ese momento por las diversas fracciones de la antigua
clase dominante.

En esta estrategia de corte distribucionista, la industria constituye el objetivo central


del proceso de desarrollo. Se impulsa una industrialización sustitutiva basada en el
incremento de la demanda de bienes de consumo masivo en el mercado interno, la
cual es generada a través del aumento del salario real. El modelo requiere medidas
redistributivas del ingreso que impulsan la demanda interna y la ocupación industrial y,
por lo tanto, la acumulación.
249

El principal mecanismo para el logro de estos objetivos fue la reasignación de recursos


para la producción a través de la acción del Estado. Éste expropió parcialmente la
renta agraria a través de la nacionalización del comercio exterior de productos
agropecuarios, transfiriendo los recursos así obtenidos al financiamiento del desarrollo
industrial centrado en industrias de consumo masivo (por ejemplo, alimentos y
textiles). Las medidas que impulsaron la industrialización (como la protección
arancelaria, el privilegio fiscal, el crédito subsidiado, el estímulo a la importación de
bienes de capital, el manejo selectivo del control de cambios, etc.) beneficiaron sobre
todo a los pequeños y medianos empresarios de origen nacional y a los asalariados
industriales.

El Estado extendió su acción económica y social al nacionalizar o crear importantes


empresas de servicios públicos, y al acentuar su estrategia redistributiva a través de la
asignación creciente de recursos a la educación, la salud, la vivienda y la seguridad
social.

Una serie de restricciones estructurales y coyunturales en las variables que sostenían


la acumulación interna se conjugaron para interrumpir el crecimiento industrial
impulsado durante el período justicialista. Torrado cita entre ellas: La oposición del
sector agroexportador que, al disminuir la producción exportable, favoreció una crisis
en la balanza de pagos que redujo la capacidad de importación de los bienes
intermedios y de capital indispensables para continuar y profundizar la industrialización
sustitutiva. La oposición de los grandes empresarios que retrotrajeron la inversión y
trataron de recuperar ingresos a través del aumento de precios, con la consiguiente
inflación. El fracaso en la tentativa de obtener capitales externos que permitieran
superar el estrangulamiento externo de la economía. Esas fueron las principales
fuerzas que se conjugaron para derrocar al gobierno justicialista, en 1955.

Este período es el único en el que la industria cumple un rol significativo en la creación


de empleo no agropecuario o urbano, absorbiendo el 37% del aumento intercensal de
la fuerza de trabajo urbano resultante de la expulsión de trabajadores desde el sector
agropecuario y del crecimiento vegetativo de la PEA total.

Se manifiesta ya en este período un fenómeno que se acentuaría en el futuro: la


rápida expansión de la construcción y del sector terciario, como mecanismo
fundamental de creación de empleo urbano.

En lo que respecta al PBI, pierde el agro (de 20,0% a 16,5%) lo que gana la industria
(de 30,3% a 33,6%), mientras que el peso de los otros dos sectores permanece
inalterado.

En lo concerniente a la ocupación, disminuye sensiblemente el agro (de 25,3% a


19,5%), mientras avanzan los tres sectores urbanos. Sin embargo, el período 1947-
1960 ostenta un rasgo peculiar por comparación a etapas posteriores: mientras que en
el futuro la construcción y el sector terciario seguirán aumentando su absorción de
mano de obra, éste será el único período en el que la estructura del empleo se
modifique a favor de la industria. El rasgo más específico del modelo justicialista fue
su superior capacidad de creación de empleo industrial, aunque no pueda afirmarse
que la industrialización sustitutiva de esta etapa liderara un importante crecimiento de
la economía.
250

El modelo desarrollista: 1958-1972

En 1958 accede al poder un nuevo bloque caracterizado por la alianza de la burguesía


industrial nacional y el capital extranjero, corporizado por grandes empresas
transnacionales norteamericanas que afluyen al país en ese entonces. Este nuevo
modelo de acumulación fue impulsado por el Dr. A. Frondizi (1958-1962) y por el Dr.
A. Krieger Vasena (1966-1969), ministro económico del gobierno militar instaurado en
1966.

En esta nueva estrategia, de corte concentrador, la industria también constituye el


objetivo central del proceso de desarrollo. Pero, a diferencia del modelo justicialista, se
impulsa ahora una industrialización sustitutiva de bienes intermedios y de consumo
durable, en la que el incremento de la demanda está asegurado por la inversión, el
gasto público y el consumo suntuario del reducido estrato social urbano de altos
ingresos. Este modelo implica, por lo tanto, un proceso regresivo de concentración de
ingresos.

El Estado funciona, coadyuvando al intenso esfuerzo de capitalización y concentración


económica, como productor de bienes y servicios y como agente distribuidor de los
recursos sociales. Las medidas implementadas fueron diversas: reordenamiento
legislativo que eliminó toda restricción al libre desplazamiento de capitales, creando
las condiciones para el ingreso de las empresas transnacionales; transferencia de
ingresos desde el sector agropecuario hacia el empresariado urbano inducida a través
del manejo de la tasa de cambio y de la imposición de retenciones a las
exportaciones; transferencia de ingresos desde los asalariados industriales hacia las
empresas transnacionales, lograda mediante la caída del salario real que pudo
asegurarse a través de prácticas represivas; beneficios directos a las actividades
industriales consistentes en una fuerte protección aduanera y en el otorgamiento de
créditos subsidiados.

Aprovechando la existencia de mercados oligopólicos, se beneficiaron las grandes


empresas de capital concentrado en las que predominaba el capital extranjero, con
incorporación de tecnología de avanzada, e inversión principal en las industrias
química, petroquímica, automotriz y metalúrgica.

El freno a esta estrategia estuvo dado por la convergencia de factores económicos y


políticos de índole diversa. Entre los primeros, se cuenta la recurrencia de las crisis de
la balanza de pagos, agravadas por la remisión de utilidades y pagos por tecnología al
capital extranjero. Entre los segundos, la agudización del conflicto social, manifestado
en las movilizaciones de protesta que, en 1969, en varias aglomeraciones urbanas,
tradujeron el rechazo de los sectores populares respecto de los objetivos del modelo
desarrollista.

En 1970 se produjo el reemplazo de los titulares en el poder desde 1966, por otro
equipo militar con orientaciones políticas diferentes. Se inicia un período (1970-1973)
con los lineamientos del modelo desarrollista pero con un progresivo deterioro de las
variables económicas. El gobierno se ocupa de buscar una salida institucional para
resolver el problema de la participación del peronismo en la vida política nacional. Esta
crisis se resuelve con el llamado a elecciones generales y con la asunción del tercer
gobierno justicialista, en mayo de 1973.

La década 1960-1970 es la que ostenta el mejor comportamiento global de la


economía (tasa anual de crecimiento del PBI -4,3%- que casi duplica la del período
precedente), si bien las disparidades intersectoriales son más pronunciadas que
durante 1947-1960. En el agro continúa la expulsión de mano de obra, lo que permite
mantener la productividad sectorial en un nivel superior al promedio.
251

El crecimiento de la economía es atribuible a la evolución industrial. El panorama


difiere cuando se observa la evolución del empleo sectorial. La ocupación en la
industria tiene una tasa de crecimiento ínfima (0,4% contra 1,7% de la PEA total).
Crecimiento rápido del producto con prácticamente nula absorción de empleo, da
como resultado un salto espectacular en la productividad industrial: la tasa anual de
crecimiento de la productividad de la industria es de 5,4% contra 1,8% de la economía.

El aumento intercensal de la oferta de mano de obra urbana debió ser absorbido casi
en su totalidad por la construcción y el sector terciario. La tasa anual de crecimiento de
la mano de obra ocupada en la construcción (5,0%) casi triplica la correspondiente a la
PEA total. Durante este período, la construcción da cuenta del 21,7% del aumento
total intercensal del empleo no agropecuario, pero su ritmo de incremento de la
productividad alcanza apenas el 38% del nivel de conjunto.

Hay que destacar que este período constituye el de más rápido crecimiento de la
ocupación terciaria. Este sector absorbe el 72,6% del aumento intercensal de la oferta
de mano de obra no agropecuaria. El desempeño de su producto es muy diferente, ya
que evoluciona a una tasa inferior a la del conjunto de la economía: 3,5% contra 4,3%
respectivamente.

En lo que concierne al PBI, disminuyen su aporte el agro (de 16,5% a 13,2%) y el


terciario (de 46,0% a 42,4%). Y se verifica un aumento de la industria (de 33,6% a
39,8%), durante la década.

La ocupación manifiesta los siguientes cambios: la pérdida relativa del agro (del 19,5%
en 1960 desciende al 15,9% en 1970); el retroceso relativo de la ocupación en la
industria (del 26,9% al 23,7% durante la década); un salto importante en la ocupación
del terciario, que pasa del 47,5% al 51,7% en igual lapso.

La industrialización sustitutiva del modelo desarrollista dejó impresa en la estructura


productiva su peculiaridad más distintiva: una inmediata capacidad de la industria para
liderar el crecimiento económico global, aunque no fue sostenida, acompañada por
una débil capacidad de creación de empleo en este sector, con el consiguiente reflujo
de los nuevos incrementos de fuerza de trabajo urbana hacia sectores de menor
productividad relativa, tales como la construcción y el terciario.
252

El modelo aperturista: 1976-1983

El gobierno justicialista instaurado en 1973, fue desplazado por un nuevo equipo


militar, debido a la profunda crisis económica y política, que adopta una estrategia de
desarrollo sustancialmente diferente a todas las experimentadas en el pasado.

El nuevo bloque dominante se caracteriza como una alianza entre el estamento militar
y el segmento más concentrado de la burguesía nacional y de las empresas
transnacionales. Las fuerzas armadas llegan al poder con intereses más allá de lo
económico, apuntando a lograr un disciplinamiento social generalizado mediante un
cambio drástico de la antigua estructura de relaciones económicas, sociales y
políticas.

El programa del gobierno militar viró diametralmente las orientaciones de


industrialización sustitutiva distribucionista o concentradora, vigentes en el país desde
1930, dando por terminado el objetivo central de la industrialización como proceso de
desarrollo. Y se afectó los intereses de fracciones importantes de las clases
dominantes, con la apertura externa de la economía.

La estrategia propugnada por el ministro de economía Dr. Martínez de Hoz, tendió a


los siguientes objetivos: vigencia de los precios de mercado como régimen básico de
funcionamiento; promoción de los sectores más dinámicos y más altamente
competitivos (esto implicaba la concentración del capital y la eliminación de las
empresas de menor productividad); amplia apertura de la economía a la importación
de capital extranjero y de bienes de todo tipo; contención drástica del salario real como
medio de controlar la inflación y de asegurar bajos costos de mano de obra a las
empresas; principio de subsidiariedad del Estado en materia económica y social
(suponía transferir parte de sus actividades a la esfera privada); priorización absoluta
de la reducción de la inflación, etc. Postuló también el aprovechamiento, a través de la
exportación de bienes agroindustriales y agropecuarios, de las ventajas comparativas
que poseía la estructura productiva argentina en esos rubros, aunque sin brindarles
estímulos especiales.

Las medidas implementadas para el logro de estas metas fueron, entre otras: la
reducción de los aranceles a la importación; subvaluación de la paridad cambiaria;
reforma financiera inductora de un sustancial crecimiento en las tasas de interés real
(fin del crédito subsidiado); supresión de los antiguos subsidios y créditos
preferenciales a la industria. Supresión de las principales conquistas laborales de los
asalariados; intervención de las organizaciones sindicales y represión de los
movimientos de protesta social.

Los beneficiarios principales de esta estrategia de desarrollo fueron aquellos grupos


económicos de capital nacional y las empresas transnacionales que por su grado de
concentración y centralización del capital y por su nivel de diversificación y / o
integración sectorial, lograron adaptarse más rápida y flexiblemente a las cambiantes
condiciones de la acumulación durante el régimen militar. Perdieron ingresos los
asalariados, los empresarios medios y pequeños y algunas empresas independientes
que no dispusieron de tal capacidad de adaptación.

Esta estrategia empieza a desgastarse en 1982. Los resultados de la misma se


traducían en los siguientes hechos: aguda contracción económica por disminución de
la producción y demanda internas (sobre todo en la industria manufacturera);
disminución de las inversiones productivas en provecho de la especulación financiera;
importante incremento de la deuda externa (estatizada); empeoramiento de las
condiciones de vida de la mayoría de la población, por reducción del salario real y el
retroceso en todas las políticas públicas de índole social. Sin haber podido reducir
sustancialmente la inflación.
253

Durante este período el comportamiento de las variables macroeconómicas presenta


características singulares: la tasa anual de crecimiento del PBI (2,3%) es la menor de
los tres períodos analizados, y las disparidades intersectoriales son inferiores en lo
que respecta al producto, y mayores en lo que concierne a la ocupación. El agro
contribuyó significativamente durante este período a sostener la magra productividad
de conjunto, con tendencia a la disminución absoluta de la mano de obra ocupada en
el sector. La industria creció en producto, con tasa inferior al promedio global (2,1%) y
la ocupación industrial también creció más lentamente que la total (0,8% contra 1,2%).
Es decir que, durante 1970-1980, se produce en el sector industrial un quiebre
contrastante con las tendencias prevalecientes en el lapso anterior. La construcción,
por su parte, absorbe el 24% del aumento intercensal de la mano de obra urbana,
disminuyendo el nivel de productividad sectorial que es de –2,1% contra 1,1% para la
actividad total.

También el sector terciario evoluciona de modo diferente a los períodos anteriores.


Tanto el ritmo de crecimiento del producto como de la ocupación sectorial son algo
superiores a los índices promedio. Por primera vez, la productividad del terciario se
sitúa en el mismo nivel que la productividad global. Y continúa siendo el principal
generador de empleo urbano, ya que absorbe el 62% del aumento total intercensal de
la PEA no agropecuaria.

Estas tendencias implican modificaciones inéditas en la composición sectorial del PBI.


Durante la década 1970-1980, por primera vez:

a) no disminuye el producto del agro;


b) se reduce el producto de la industria;
c) aumenta el producto del terciario.

Por el contrario, en lo referido a la ocupación, se acentúan las tendencias del período


precedente: disminución de la mano de obra ocupada en el agro y en la industria, y
aumento de la empleada en la construcción y en el terciario.

El resultado principal del modelo aperturista fue la pérdida del liderazgo que la
industrialización sustitutiva había ostentado anteriormente, en el desarrollo económico
global; sin que la misma fuera reemplazada por ningún otro factor dinamizador del
crecimiento. Por eso, se produjo el empobrecimiento del conjunto y el constante reflujo
de fuerza de trabajo hacia sectores de menor productividad, especialmente la
construcción.

Para analizar las modificaciones de la estructura social es necesario discernir la forma


en que ciertos fenómenos demográficos inciden sobre la oferta y la composición de la
fuerza de trabajo (PEA), tanto a nivel global como a nivel local.

En cuanto a la evolución de la población total, de cerca de 16 millones de habitantes


enumerados por el censo de 1947 se pasa a 28 millones en 1980. El crecimiento total
-lento por comparación al pasado y a otros países de América Latina en este período-
denota una desaceleración persistente a partir de 1930.

A partir de 1950, la natalidad acelera su descenso secular como consecuencia


principal de la caída de la fecundidad (de la disminución del tamaño final promedio de
las familias completas). La tasa bruta de mortalidad se estanca por el débil aumento
de la esperanza de vida (61,1; 66,4; 65,6 y 67,7 años, respectivamente, en las cuatro
fechas censales: 1947, 1960, 1970, 1980) y por el envejecimiento de la población (el
aumento progresivo de la proporción de habitantes de más de 65 años). Ambas
tendencias explican la desaceleración de la tasa de crecimiento vegetativo durante
todo el período analizado por Torrado.
254

En cuanto al crecimiento migratorio, también se observa una tendencia declinante a


partir de 1950, hasta llegar a su aparente “extinción” en el quinquenio 1975-80. Pero
estos datos no son confiables debido a la escasez de registros estadísticos. Respecto
a la inmigración externa de origen europeo, después de 1930, tuvo un único período
significativo entre 1947 y 1952, representando el 13% (en 1947) y el 11% (en 1960) de
la población total. (En 1914, alcanzaba al 27,7% de la población total).

A partir de 1952, hay una disminución notable de la inmigración total y el cambio en la


composición de origen de la misma, por el incremento continuo de los flujos
provenientes de países limítrofes, (compuestos principalmente por trabajadores
manuales calificados y no calificados) hasta mediados de la década de 1970. A pesar
de las falencias de información básica, está establecido que el saldo neto de los
movimientos limítrofes entre 1946 y 1975 fue sostenidamente positivo. También que el
mismo disminuyó a partir de 1976 de manera drástica, por la disminución de entradas
y el mayor número de retornos hacia los países de origen.

A fines de los años de la década de 1950, comienza un fenómeno inédito en el país -la
emigración neta de argentinos- , el que se intensifica en la década de 1960 y, sobre
todo, en la de 1970 y primeros años de los 80 (1980-84). Se ha estimado que, entre
1955 y 1985, emigraron hacia el exterior unos 650.000 argentinos, entre los que
predominaba el personal técnico-profesional.

Los avatares políticos de los últimos años y el sistema económico que condujo a la
precariedad del empleo y a la progresiva degradación de la clase media, han
provocado la intensificación de la decisión de emigrar de numerosos argentinos,
realizando el camino inverso de sus abuelos españoles, italianos y de otras
nacionalidades, expulsado de sus países por la pobreza. Pero el escenario histórico
ha cambiado, la Europa pobre de entonces es hoy una región rica, autosuficiente,
abrumada por el flujo humano de otros países y donde es difícil ingresar.

En cuanto a la composición por sexo y edad, se evidencia la progresiva disminución


de la relación de masculinidad (número de varones por cada 100 mujeres) de la
población, alta en los períodos de gran inmigración externa por la preponderante
composición masculina de ésta última. Y el paulatino “envejecimiento de la población”,
considerándose “envejecida” una población en la que dicha medida supere el 7%.
Nuestro país entró en esta categoría a principios de la década de 1970.

El peso relativo de los ancianos pasó de 3,9% en 1947 a 8,2% en 1980, con
crecimiento parejo e ininterrumpido en cada período intercensal; hasta 1980, dicho
incremento se hizo casi sólo en detrimento de la proporción de población de 15 a 64
años, la que pasa de 65,2% a 61,5% entre 1947 y 1980, estando esta disminución
concentrada en el primer y tercer períodos intercensales. Este fenómeno influye sobre
la oferta de mano de obra, ya que la franja etaria de 15-64 años delimita la “población
potencialmente activa” (la oferta demográfica de mano de obra), en la que se recluta la
“población económicamente activa”. Por lo tanto, la disminución de la primera tendría
un efecto negativo sobre el volumen de la segunda.

La distribución espacial de la población en el conjunto del territorio nacional es un


determinado momento, es función de tres variables: el crecimiento vegetativo de cada
localidad; el volumen y patrón de asentamiento territorial del saldo neto de las
migraciones internacionales y el volumen y dirección de las migraciones internas.

Sobre el crecimiento vegetativo, las grandes diferencias interregionales que existían


en el período 1947-1960, se mantienen o agrandan en los dos lapsos censales
subsiguientes. El crecimiento vegetativo de las regiones noroeste y nordeste duplica y
hasta casi triplica el correspondiente a la región pampeana, en los tres períodos.
255

Tasas medias anuales de crecimiento vegetativo de la población (%o)

P. Intercensales 1947-1960 1960-1970 1970-1980


Tasas de Tasas de Tasas de
Jurisdicción
crecimiento crecimiento crecimiento
Total del país 13,2 14,8 14,5
Región pampeana 10,7 11,4 12,2
Región cuyana 20,2 18,7 19,8
Región noroeste 20,9 23,9 24,4
Región nordeste 21,4 27,8 28,4
Región Comahue 18,4 24,3 26,2
Región Patagonia S/d 21,4 22,6
29
Fuente: Lindenboin (1985)

La variable de las migraciones internacionales, debido a la pequeñez de los saldos


netos externos desde 1930, no es tan importante en la configuración espacial de los
asentamientos humanos en la Argentina, como lo fuera antes de esa fecha.

El patrón de asentamiento territorial de la inmigración de países limítrofes difiere del


que caracterizó a la inmigración de ultramar. Mientras esta última (antes y después de
1930) se asentó principalmente en el Gran Buenos Aires y en zonas urbanas y rurales
del litoral pampeano, los inmigrantes limítrofes se radicaron, en un primer momento,
en las provincias vecinas a sus países de origen, sumándose luego a las corrientes
internas de nativos hacia el Gran Buenos Aires.

En cuanto a las migraciones internas, el determinante fundamental de la oferta de


fuerza de trabajo a nivel local en los últimos cuarenta años es el desplazamiento
interno de la población nativa. Este fenómeno comienza a mediados de la década de
1930 y es analizado por Torrado en los tres períodos intercensales, detectando las
transferencias rural-urbanas y las interregionales:

Período 1947-1960: En 1947 el 17% de la población total del país había emigrado de
su provincia de nacimiento, y en 1960 era el 19%. La población rural disminuye en
términos absolutos (menos 404.000 personas y tasa negativa de crecimiento igual al -
5,6% o anual), significando que traslada hacia las zonas urbanas todo su crecimiento
vegetativo y algo más (Antes de 1947, la población rural había tenido siempre
crecimiento positivo aunque en desaceleración). En valores absolutos, estos flujos
rural-urbano son muy considerables.

Desde el punto de vista regional, los principales flujos migratorios se originan en las
áreas rurales de la Región pampeana y, en menor medida, en las regiones noroeste y
nordeste.

Esta transferencia de población se dirige hacia aglomeraciones urbanas de diverso


tamaño, con frecuencia en corrientes escalonadas que culminan en las
aglomeraciones mayores. El grueso, alrededor del 68% se orienta finalmente hacia el
Gran Buenos Aires, que crece, en este lapso, a un ritmo anual (28,6% o) ligeramente
superior al de la población urbana total (28,4% o) y muy superior al de la población
total (17,2% o). El ritmo de urbanización de este período es el más rápido de los tres
analizados.

29
En Torrado, Susana, Estructura social de la Argentina 1945-1983.Ediciones de la flor. 1992 pág.81.
256

Esta dinámica se traduce en un cambio en las formas de asentamiento:

a) pérdida de importancia demográfica de la región pampeana cuyo porcentaje


poblacional pasa de 42,4% a 37,9%;
b) aumento de la población urbana total que pasa del 62,2% al 72%;
c) notable incremento del Gran Buenos Aires, cuya población asciende del 29,4% al
33,6%;
d) modificación en la distribución interna de la población urbana según tamaño de la
aglomeración, favorable a los centros de tamaño intermedio (50.000 a 1.000.000 de
habitantes) los que pasan de 15 a 23 y absorben el 24,2% y 26,2%,
respectivamente, de la población urbana. (En este período, este crecimiento se
debe a las aglomeraciones de Córdoba y Rosario).

Período 1960-1970

En este lapso se intensifican las corrientes migratorias internas. El porcentaje de


personas que vivían fuera de su provincia de origen aumentó al 24%.

Se acelera el ritmo de transferencia de población desde las áreas rurales hacia las
urbanas: el número absoluto de residentes rurales disminuye en 698.000 personas
entre los dos censos y la tasa anual de crecimiento es negativa e igual a –13,6% o. En
este período aumentó el número de desplazamientos rural-urbano en términos
absolutos.

Desde el punto de vista regional, los principales flujos migratorios continúan


generándose en la región pampeana, aunque son más significativos las transferencias
desde el noroeste y el nordeste. El destino de los migrantes es en migraciones
escalonadas hacia aglomeraciones progresivamente más grandes, como en el período
anterior. El grueso sigue llegando al Gran Buenos Aires. Esta área desacelera, sin
embargo, su crecimiento respecto del período anterior, al tiempo que siguen
expandiéndose en número y población los centros intermedios (de 23 pasan a 31 y su
población pasa del 26,2% al 31,0%).

De acuerdo a esta dinámica intercensal, los rasgos del asentamiento poblacional se


modifican así:

a) continúan perdiendo peso las regiones pampeana, noroeste y nordeste;


b) aumenta la población urbana del 72% al 79%;
c) continúa aumentando la absorción de población por parte del Gran Buenos Aires,
cuyo volumen relativo pasa del 33,6% al 36,1% entre las dos fechas censales;
d) Pero, en el conjunto de la población urbana, pierde ligeramente importancia el área
metropolitana a favor de los asentamientos urbanos intermedios de las zonas
extrapampeanas (además de Rosario y Córdoba, también Mendoza, La Plata y
otras ciudades del interior del país).

Período 1970-1980

Este lapso tiene una dinámica diferente. Han disminuido los movimientos internos
interprovinciales con respecto a los períodos anteriores. Para 1980 es de 23% la
población que vive fuera de su provincia natal.

El número de migrantes interprovinciales en el quinquenio 1965-1970 fue de casi


1.700.000 personas (8% de la población total de 1970); para el quinquenio 1975-1980
descendió a 1.500.000 personas (6% de la población total de 1980).

El ritmo de disminución de la población rural es más lento (-2,5% o de tasa anual de


crecimiento). Esto significa que las migraciones rural-urbano tienen menos peso que
257

antes en el conjunto de los movimientos migratorios internos; destacándose su


carácter urbano-urbano (de localidades menores de 35.000 habitantes a otras
mayores); una parte considerable de los desplazamientos rural-urbano y urbano-
urbano es intraprovincial, lo que contribuyó al crecimiento de los centros de tamaño
intermedio, principalmente las capitales de provincia. El 36,3% de las migraciones
urbano-urbano se realiza entre aglomeraciones de tamaño grande o intermedio.

Durante este período, el origen de los migrantes internos es preponderantemente


urbano, con alta prevalencia de los de aglomeraciones de tamaño intermedio. Los
flujos continúan originándose en las zonas noroeste y nordeste; pero su destino
principal no es el Gran Buenos Aires. Esta área, por primera vez en la historia del país,
tiene una tasa de crecimiento anual (16,2% o) inferior a la de la población total (17,3%
o) y muy inferior a la de la población urbana total (22,2% o). En este proceso ganaron
las aglomeraciones intermedias (42 en 1980 contra 31 en 1970) que absorbieron
población de 31,0% a 34,2%.

Esta dinámica intercensal dio por resultado cambios inéditos en el asentamiento de la


población argentina:

a) por primera vez se registra un leve aumento en la proporción de población que


reside en regiones extrapampeanas;
b) se desacelera el ritmo de urbanización. La población urbana pasa de 79% en 1970
a 83% en 1980;
c) por primera vez el Gran Buenos Aires disminuye su absorción de población, ya que
en 1980 desciende a 35,6%;
d) dentro de la población urbana total, el Gran Buenos Aires pierde varios puntos de
importancia relativa, que son ganados por centros de tamaño intermedio del interior
del país, particularmente las capitales de provincia.

Volumen y composición de la Población Económicamente Activa (PEA)

En los tres períodos intercensales analizados, se opera una reducción significativa del
porcentaje de la fuerza de trabajo sobre la población total, entre los límites del período
(del 39,4% en 1947 al 35,7% en 1980), correspondiendo enteramente esta
disminución al primer y tercer lapso intercensal.

Se verifica un cambio en la composición interna de la PEA en cuanto a la relación de


masculinidad (4 varones por mujer en 1947, contra 2,6 en 1980) y en la edad mediana
de las mujeres (28,8 años en 1947 contra 32,2 años en 1980). Estas dos mutaciones
son más fuertes en las dos últimas décadas del período en estudio. La fuerza de
trabajo global se fue haciendo comparativamente más chica, más femenina y más
adulta.

Durante los períodos intercensales, la tasa de crecimiento de la población en edad de


trabajar es más alta en las áreas urbanas que en el total del país.

Diferenciales de comportamiento según estratos sociales y regionales:

El crecimiento demográfico de la clase obrera en nuestro país es notoriamente


superior al de la clase media, debido al comportamiento de ambas con respecto a:

- la nupcialidad (medida por la edad promedio de las mujeres a la primera unión entre
los 19 y 25 años), es comparativamente más precoz en la clase obrera.
- la fecundidad (medida por la tasa global de fecundidad – por el número medio de
hijos nacidos vivos por mujer, al término de la vida fértil-) de la clase obrera es entre
1,5 y 2 veces superior a la de la clase media (excepto en la Capital Federal, área
homogénea en ciertos comportamientos demográficos).
258

- la natalidad : La combinación de nupcialidad precoz, fecundidad alta y una estructura


por edades más favorable en razón de la mayor fecundidad, determina que la Tasa
Bruta de Natalidad de la clase obrera sea comparativamente superior a la de la clase
media.
- la mortalidad es comparativamente más alta en la clase obrera, debido a la mayor
tasa de mortalidad infantil y la menor esperanza de vida al nacimiento.
- el crecimiento vegetativo de la clase obrera es superior al de la clase media por la
superior tasa bruta de natalidad con una similar tasa bruta de mortalidad.
- crecimiento migratorio: en la Argentina de las últimas décadas inmigra clase obrera y
emigra clase media, de modo que el crecimiento migratorio es claramente favorable
a la clase obrera.
- crecimiento total: superior de la clase obrera respecto de la clase media debido a la
combinación de un superior crecimiento vegetativo y migratorio.

Tanto dentro de la clase media como de la clase obrera, sus respectivos estratos
autónomos (pequeños productores autónomos y trabajadores especializados
autónomos, respectivamente), crecen demográficamente en forma más lenta que los
estratos asalariados

PEA total: distribución rural y urbana y por clases y estratos sociales. Total del país,
1947-1980.

Clases y
estratos 1947 1960 1970 1980
sociales
PEA Total Rural Urbana Total Rural Urbana Total Rural Urbana Total Rural Urbana
TOTAL 100 26,3 73,7 100 19,4 80,6 100 15,9 84,1 100 13,1 86,9
CLASE ALTA 1,6 0,0 1,6 2,2 0,0 2,2 2,0 0,3 1,7 1,1 0,1 1,0
CLASE
MEDIA 13,4 3,6 9,8 13,6 2,5 11,1 11,1 1,6 9,5 11,5 1,0 10,5
AUTÓNOMA
CLASE
MEDIA 18,7 0,2 18,5 22,1 0,2 21,9 26,9 0,2 26,7 30,0 0,5 29,5
ASALARIADA
CLASE
OBRERA 16,3 6,6 9,7 16,9 6,6 10,3 18,0 5,4 12,6 20,1 4,9 15,2
AUTÓNOMA
CLASE
OBRERA 45,8 14,4 31,4 42,5 9,1 33,4 39,1 7,8 31,3 34,4 6,0 28,4
ASALARIADA
SESP 4,2 1,5 2,7 2,7 1,0 1,7 2,9 0,6 2,3 2,9 0,6 2,3
Fuente: Anexo Estadístico, Cuadro TEB-V de Estructura Social Argentina de Susana Torrado.

Contrastando las estimaciones realizadas por Germani y Torrado respecto de la


estructura social argentina, de la PEA, que parten de conceptualizaciones y
metodologías distintas, se constata lo siguiente, para el año 1947:
259

Cuadro 6.3
Estimación Germani Estimación Torrado
Clases y estratos sociales
Total Rural Urbana Total Rural Urbana
- Clase Alta 0,7 0,3 0,4 1,7 0,0 1,7
- CLASE MEDIA 39,5 9,4 30,1 33,5 4,0 29,5
- Autónoma 20,7 8,9 11,8 14,0 3,8 10,2
- Asalariada o dependiente 18,8 0,5 18,3 19,5 0,2 19,3
- CLASE OBRERA 59,8 16,0 43,8 64,8 21,9 42,9
- Autónoma 4,9 1,0 3,9 17,0 6,9 10,1
- Asalariada o dependiente 54,9 15,0 39,9 47,8 15.0 32,8
Fuente: Germani (1955, 196-197) y Cuadro 6.2

Las discrepancias que se observan dentro de la clase obrera urbana, se explican


porque el “servicio doméstico” está contabilizado como “dependiente”= asalariado, por
Germani, en tanto que Torrado las incluye en el estrato autónomo. Las discrepancias
en el sector rural, se explican porque un volumen considerable de los trabajadores
manuales agrícolas por cuenta propia que contabiliza el censo de población, fue
incluido por Torrado dentro de los obreros autónomos, en tanto que Germani los
clasificó dentro de la clase media rural. Por consiguiente, las diferencias en el total de
PEA traducen estas circunstancias que hemos mencionado.

Clases sociales y condiciones de vida


Torrado, en su estudio, ha seleccionado una batería de indicadores que cubren las
dimensiones más relevantes del bienestar: educación, vivienda, salud, pobreza.

Educación: Aunque la escolarización primaria es un beneficio extendido a toda la


población argentina, sin discriminación social (90%), se producen diferenciaciones
entre los distintos estratos sociales en cuanto a la finalización de este nivel de
escolaridad y el desempeño de los niños: menor entre los hijos de obreros no
calificados y trabajadores marginales.

El nivel de escolarización secundaria introduce una neta diferenciación social. Para el


total del país: Clase media: 80% para los profesionales, 67% para la capa superior de
la clase media autónoma, 60% para los técnicos y empleados y 54% para los
pequeños propietarios. Clase obrera: se desmoronan los niveles de bienestar. 33%
para los obreros calificados autónomos y asalariados; 16% para obreros no calificados
y trabajadores marginales.

La escolarización en el nivel superior agranda la diferencia entre los estratos sociales.


La clase obrera está prácticamente excluida de este nivel educacional.

También se produce una correlación entre escolarización media y superior y tamaño


de la localidad: la escolarización empeora cuando se pasa de las localidades más
grandes a las más pequeñas, sobre todo al pasar de localidades urbanas a rurales
(menos de 2.000 habitantes). El contexto urbano y sobre todo las grandes
aglomeraciones, está asociado positivamente con el nivel de educación en todas las
clases sociales.

Vivienda: El por ciento de hogares con más de dos personas por cuarto
(hacinamiento), para el total del país, dentro de la clase media: es nulo entre los
profesionales, 6% entre pequeños propietarios autónomos y de 8% a 10% entre
260

técnicos y empleados. En la clase obrera, los valores se duplican o triplican: 22% entre
obreros autónomos; 30% entre obreros calificados asalariados; 40% entre obreros no
calificados asalariados.

En cuanto a la no disponibilidad de agua dentro de la vivienda, para el total del país,


dentro de la clase media: 10% y 13% entre pequeños propietarios, técnicos y
empleados. Y en la clase obrera: 34%-36% entre obreros calificados autónomos y
asalariados; 61%-63% entre los obreros no calificados y trabajadores marginales.

Salud: según el indicador “mortalidad infantil aproximada” (estimación de la


probabilidad de morir antes de cumplir los 3 años de edad), se percibe la influencia
benéfica que ejerce sobre los niveles de salud, la disponibilidad de servicios médicos,
que es mayor en las grandes ciudades y menor en el campo. El valor del índice es de
13% o entre profesionales; 24% o entre PPA, TEC y EAV. En la clase obrera: 35%o
(Obreros calificados autónomos y asalariados) y entre 47% o y 50% o (trabajadores no
calificados y marginales).

Incidencia de la pobreza crítica: el porcentaje de población residente en hogares con


necesidades básicas insatisfechas (NBI) (familias que habitan unidades con más de
tres personas por cuarto; o que habitan en piezas de inquilinato o viviendas precarias,
o viviendas sin retrete, o en las que hay por lo menos un niño en edad escolar que no
asiste a la escuela primaria; o en las que el jefe de familia tiene muy bajo nivel de
educación y existen cuatro o más personas inactivas por miembro ocupado.) La
incidencia de la pobreza sería mínima dentro de la clase media, hasta 1980. Por el
contrario, en la clase obrera, este fenómeno es muy considerable: 30% entre los
trabajadores especializados autónomos; 35% entre los calificados asalariados; 51%
entre los no calificados; 47% entre los trabajadores marginales. La incidencia de la
pobreza sería mayor en las grandes ciudades que en las intermedias y pequeñas.

Conclusiones: Entre la clase media y la clase obrera, existe un punto de fractura en el


comportamiento de todos los indicadores de bienestar, que sugiere la existencia de
dos universos disímiles desde el punto de vista social. Dentro de la clase media, los
profesionales constituyen un caso atípico, ya que sus indicadores los asimilan más
bien a las posiciones de la clase alta, lo que recuerda la conocida asociación entre
ciertos indicadores de bienestar y el nivel de educación, independientemente del nivel
de ingresos. La clase obrera autónoma (trabajadores especializados por cuenta
propia) goza de un nivel de vida levemente superior al de los obreros calificados
asalariados. Es neta la diferencia entre obreros calificados y no calificados, a favor de
los primeros. Los primeros residen mayoritariamente en grandes ciudades, mientras
que en los segundos es muy importante el componente rural.

Disparidades regionales
Siguiendo a Torrado, la estructura social para el total del país en 1980, difiere
profundamente en sus diversas regiones. Según el análisis de la información, se
identifican ocho tipos de estructura, según el grado de modernización de la misma y
de los correspondientes niveles de bienestar:

1º- Capital Federal: separada de los 19 partidos del Gran Buenos Aires, con los que
conforma el área metropolitana, ya que permite destacar las diferencias de la ciudad
de Buenos Aires respecto de todo el país. La estructura de la fuerza de trabajo de la
Capital Federal se caracteriza por un alto nivel de tercerización privada (bajo
componente de empleo público) y un elevado volumen del sector empresarial (39,7%).
En la composición social predomina la clase media asalariada (29,9%) y es bajo el
volumen de clase obrera asalariada (15,2%), testimoniando la alta concentración en
esa jurisdicción, de las modernas empresas terciarias. Sus indicadores de bienestar
261

son los más favorables del conjunto del país, (según las condiciones de vivienda,
salud, educación, pobreza).

2º- Conurbano bonaerense (19 partidos del Gran Buenos Aires). En su estructura
sectorial es bajo el volumen del sector terciario y del sector público del empleo y
predomina el sector empresarial (45,1% de la mano de obra urbana). El volumen
relativo de la clase media asalariada es alto (18,8%) y también es elevado (35%) el
porcentaje de clase obrera asalariada, (el más alto del país). Allí se concentran las
industrias más modernas de país. Sus indicadores de bienestar son inferiores (excepto
en el nivel de educación) a los de la Capital y a los del tercer tipo regional, (que
contiene las otras grandes aglomeraciones urbanas del país). Existe asimetría entre la
estructura social moderna del conurbano bonaerense y sus niveles de bienestar.

3º- Resto de la provincia de Buenos Aires, provincias de Córdoba y Santa Fe y la


región de Cuyo. Existe un modesto volumen de PEA agropecuaria en estas áreas,
que las diferencia de los dos tipos precedentes, exclusivamente urbanos. Estas dos
regiones ostentan niveles medios de tercerización de empleo público y de volumen del
sector empresarial (31%), en el conjunto de la PEA urbana. Es intermedio el volumen
de clase media asalariada (16%) y de clase obrera asalariada (alrededor del 24%).
Sus indicadores de bienestar las sitúan en segundo rango, después de la Capital
Federal y antes del conurbano bonaerense. (San Luis está siempre en peor situación
relativa).

4º- Entre Ríos y La Pampa: Es comparativamente moderado su volumen de PEA


agropecuaria y ostenta una alta tercerización del empleo urbano, con elevado
componente público y un pequeño sector empresarial (24%). La composición social
manifiesta un volumen intermedio de clase media asalariada (15%) y bajo el de clase
obrera asalariada (19%). Sus indicadores de bienestar la sitúan en peor posición que
las otras provincias pampeanas, pero en mejor ubicación que las restantes regiones.

5º- Región Patagónica: Con un bajo nivel de PEA agropecuaria y con estructura
urbana en la que el sector terciario es comparativamente pequeño, es alto el
componente público y el sector empresarial es de tamaño intermedio (34,2%). Es bajo
el porcentaje de clase media asalariada (13%) y alto el componente de clase obrera
asalariada (36%). Sus indicadores de bienestar son superiores al resto de las regiones
extrapampeanas, destacándose la mejor posición relativa de Tierra del Fuego, por el
sector productivo creado por regímenes de promoción industrial.

6º- Región Comahue: Tiene un sector terciario más voluminoso, una leve
superioridad en el volumen de la clase media asalariada (14%) y una clase obrera
asalariada más pequeña (25%), que la región anterior. Sus indicadores de bienestar
son menos favorables también.

7º- Región Noroeste (NOA). Su estructura se caracteriza por el volumen intermedio


del componente agropecuario, una tercerización intermedia con alto peso del sector
público, y un sector empresarial de volumen reducido. Un bajo volumen de clase
media asalariada (13%) y un volumen escaso de clase obrera asalariada (22%). Los
indicadores sociales de esta región la sitúan entre las menos favorecidas del país, con
Jujuy en la peor posición relativa.

8º- Región Nordeste (NEA): Se diferencia del NOA por el mayor peso del sector
agropecuario. La PEA urbana tiene una composición similar. Los indicadores de
bienestar son menos favorables que los del NOA.
262

Modelos de acumulación y estructura social. Balances


La evaluación de las estrategias que realiza Torrado son:

Señalar el rasgo común a los tres modelos de acumulación en lo que concierne al


empleo: a diferente ritmo, todos indujeron el crecimiento de actividades
noagropecuarias, por lo cual se verificó una transferencia de mano de obra
agropecuaria hacia los sectores urbanos.

a) Con respecto a la justicialista (1945-1955), orientada hacia la industrialización


sustitutiva “distribucionista”, aunque fueron escasos el crecimiento económico y la
modernización social que generó, hizo partícipes del progreso a las capas sociales
populares, mejorando su nivel de vida, sin modificar la base de sustentación de las
clases económicamente hegemónicas ni el sistema de dominación. Se creó empleo
urbano, sobre todo industrial, en puestos asalariados tanto de clase obrera como de
clase media. También se creó empleo en el sector de comercio y servicios, a un ritmo
moderado. Su mayor dinamismo se debe a la creación de empleo público en la
administración y el transporte. La construcción es el sector más dinámico. Se
generaliza el sistema previsional y se expanden y consolidan las obras sociales y
asignaciones familiares. No se detecta empleo precario ni empleo marginal. Desde el
punto de vista ocupacional, se dio un proceso generalizado de movilidad estructural
ascendente, desde modestas posiciones rurales a posiciones urbanas autónomas de
clase media y asalariadas de clase obrera, y desde segmentos inferiores a segmentos
superiores dentro de la clase media. Esta movilidad ascendente fue acompañada por
un movimiento ascendente en la escala de ingresos.

b) Durante el desarrollismo (1958-1972), con orientación “concentradora” de la


industrialización sustitutiva, se produce la creación de empleo urbano a un ritmo más
rápido que durante el período precedente, pero no de empleo industrial (en este sector
se incorpora personal administrativo y técnico-profesional dentro de las empresas),
sino que la oferta de la fuerza de trabajo asalariado (72%) y autónomo es absorbida
por el comercio y los servicios. Se acelera el crecimiento de la clase media en
comparación con el de la clase obrera (del 43% al 39%). Disminuyen los obreros de la
industria y el transporte y aumentan los de la construcción y algo del comercio. Se
experimenta un claro proceso de asalarización de la clase media (del 28% pasa al
33%), con un claro componente creciente de personal técnico-profesional en todas las
esferas, incluido el sector público; y de desasalarización de la clase obrera (en ella
crece el estrato autónomo - del 13% al 16% -). Uno de los resultados de la estrategia
desarrollista, es la conformación de un estrato medio autónomo compuesto por una
mayoría de muy pequeños propietarios terciarios, con escasa presencia cuantitativa
de empresarios industriales. La agudización de la concentración económica industrial
durante este lapso es la más alta que registra la historia de nuestro país.

El balance final del desarrollismo es una estructura social urbana en la que la clase
media representa alrededor del 45% y la clase obrera cerca del 54%, con un
predominio más neto del estrato asalariado dentro de la primera y con un incipiente
crecimiento del estrato autónomo dentro de la segunda.

En lo que concierne a la precarización salarial, ya en 1974 se detectan empíricamente


niveles de empleo precario superior al 20%, análogo a elevados parámetros
internacionales. Uno de los resultados sociales de la estrategia desarrollista fue el
progresivo deterioro de los servicios públicos sociales, porque el gasto social fue
insuficiente en relación con las necesidades emergentes. Se produjo un deterioro
generalizado de los niveles de bienestar.

En el sector agrario, es una etapa de mecanización y crecimiento (de 1960 a 1974).


Emerge un nuevo estrato social: el de los contratistas agrícolas mecanizados, que
263

vende servicios de laboreo y cosecha y tiene como consecuencia la disminución del


número de arrendatarios.

Si bien el desarrollismo indujo un elevado crecimiento económico global y una


innegable modernización de la estructura social, ambos elementos se lograron al
precio de marginar a una parte considerable de la población de los logros del
desarrollo económico.

c) El modelo aperturista (1976-1983): Dio por terminada la industrialización sustitutiva


como objetivo central del proceso de desarrollo. El ritmo de crecimiento del empleo
urbano fue más lento que en las etapas anteriores. Se expandió el cuentapropismo
industrial, tanto de clase media como de clase obrera. La construcción absorbe un
cuarto del aumento total de la fuerza de trabajo urbana, con mayoría de obreros por
cuenta propia. En el sector terciario, crecen rápido las ramas del comercio, los
servicios financieros y las empresas y los servicios sociales privados y disminuyen
otras ramas públicas (administración, transporte, comunicaciones). La tercerización
operada privilegia la creación de puestos de clase media asalariada, con un aumento
rápido del estrato autónomo en el comercio. Durante el modelo aperturista se dio el
avance global del cuentapropismo, tanto de clase media como de clase obrera. Con el
auge de la especulación financiera, crecieron los servicios financieros y a las
empresas.

En la estructura social del agro pampeano, a mediados de la década de 1970, se inicia


una nueva etapa - denominada de expansión agrícola con especialización productiva-
que se extiende hasta el final del período observado. La modernización y el
crecimiento se producen por los cambios tecnológicos en la agricultura, proceso que
se acelera a partir de 1980, dando lugar a importantes modificaciones en la empresa
rural y en la estructura social pampeana. Varias unidades empresarias se agrupan
para lograr una escala rentable. Aparecen empresas medieras agrícolas y
explotaciones modernas de gran tamaño. Se da la profundización del capitalismo en el
agro pampeano.

Se acrecienta la velocidad comparativa de expansión de la clase media respecto de la


clase obrera. Dentro de la clase media, por primera vez, es el estrato autónomo el que
lidera el crecimiento. También dentro de la clase obrera casi todo el crecimiento
concierne al estrato autónomo. Se detiene el proceso de asalarización de la clase
media y se acelera el de desasalarización de la clase obrera.

Desde la óptica de las categorías ocupacionales, al finalizar el período, la composición


de la clase media asalariada involucra menos empleados públicos y administrativos de
la industria y más técnicos y profesionales en todo el espectro de actividades
económicas.

El progreso del cuentapropismo de clase obrera manifiesta una aguda precarización


de la relación salarial por el aumento de los asalariados ocultos en la rama de la
construcción (receptáculo de mano de obra con escasa calificación y educación
formal). También se detecta aumento del empleo precario en otras ramas de la
economía. Se produce una caída del salario real de magnitud inédita en las cuatro
últimas décadas: en un solo año (1976) el salario real bajó un 37% respecto de los
valores del año anterior, sin recuperar posiciones posteriormente. Se introdujo el
sistema de arancelamiento en los hospitales públicos, excepto para los que
certificaran su situación de pobreza.

Durante el aperturismo, se produce una importante pauperización absoluta (caída por


debajo de la línea de pobreza crítica) dentro de la clase obrera, al tiempo que opera
una pauperización relativa (pérdida en los niveles de vida sin caer en la pobreza
crítica) dentro de la clase media.
264

Con respecto a la movilidad social, la migración rural-urbana es mucho más lenta que
en el pasado, lo que elimina una fuente crucial de movilidad ascendente. Predomina la
movilidad estructural descendente, tanto en las ocupaciones como en los ingresos,
implicando un proceso de pauperización. El empeoramiento de las condiciones
laborales y de bienestar en esta estrategia concentradora y excluyente, sin
modernización social ni crecimiento económico global, califican el balance de este
modelo sin contabilizar bondades.

Para 1983, los cambios estructurales manifiestan un proceso caracterizado por una
clase alta numéricamente ínfima en curso de enriquecimiento absoluto, una clase
media numéricamente creciente en curso de pauperización relativa y una clase obrera
numéricamente decreciente en curso de pauperización absoluta. A principios de la
década de 1980, la suma de estos procesos se cristalizaba en una estructura social
profundamente segmentada con signos agudos y exacerbados de inequidad social y
regional.

En términos de movilidad social, el empeoramiento del bienestar de los más a favor de


los menos, Torrado lo expresa con la siguiente imagen: en las últimas décadas, para
la inmensa mayoría de los trabajadores argentinos fue preciso correr cada vez más
ligero en la pista ocupacional, para lograr permanecer parado en el mismo lugar en la
pista del bienestar.

El enorme incremento de la parte del excedente social que benefició a los empresarios
capitalistas, o sea, que aumentó su capacidad de acumulación durante las últimas
décadas del período estudiado, no se tradujo en el acrecentamiento de las inversiones
productivas, sino que -cuando no se giró masivamente al exterior- el capital adoptó
formas de valoración predominantemente especulativas. La clase capitalista argentina
-sostiene Torrado- no asume riesgos (confiando en la renta fundiaria, en los mercados
cautivos o en las prebendas estatales) para asegurar su ganancia; y tampoco cuida al
país (sino que lo utiliza, como a su empresa, para maximizar sus beneficios
particulares). Concluye Torrado su análisis sosteniendo que pocos se quedaron con
mucho y que a muchos les dejaron poco.

Actividad Nº 7

- Realizar un mapa conceptual con los contenidos de la unidad.

- ¿En qué etapa de desarrollo de la Sociología en Argentina se


ubican: Echeverría, Alberdi, Ingenieros, Germani, Torrado? Explicar
por qué.

- ¿Cuáles son los aspectos del desequilibrio demográfico de la


población argentina?

- Según el análisis de Gino Germani, referido a la dinámica de la


población argentina, caracterizar los índices vitales de nuestro país.
Actualizarlos hasta la fecha buscando información en:

http://www.indec.mecon.ar/default.htm
265

- Señalar caracteres distintos de la Población Económicamente


Activa (PEA) de la Argentina, en sus distintas etapas históricas,
según los aportes de Germani y Torrado, organizando la
información en un cuadro comparativo.

- ¿Cómo fue la evolución de las clases sociales argentinas hasta el


presente? Aplique al análisis la definición de clase que aportan
Germani y Torrado y los conceptos de movilidad social y cambio
social aprendidos en unidades anteriores del programa.

- ¿Cuál es el aporte de F. Delich sobre el análisis sociológico de la


Argentina contemporánea?

LECTURA COMPLEMENTARIA
DELICH, Francisco
La crisis en la crisis
Eudeba, Bs. As. 1ra. Edición 2002.

CAPÍTULO 3
LA SINGULAR MODERNIZACIÓN ARGENTINA:
SECULARIZACIÓN DEL ESTADO Y PREDOMINIO
DE LA RELIGIOSIDAD DE LA SOCIEDAD
En general, puede decirse que la alta tasa de movilidad que caracterizó la sociedad
argentina desde la segunda mitad del siglo XX influyó poderosamente sobre la
mentalidad de la población, sus expectativas, sus aspiraciones, su manera de encarar
el futuro y sus orientaciones políticas. Solamente aquellos que no conocen el clima
social y moral que acompaña a las sociedades verdaderamente cerradas, como la
mayoría de los países europeos- por lo menos, hasta la segunda posguerra-, o
muchos de los demás países latinoamericanos, pueden llegar a desconocer la fuerza
de este impacto. La Argentina que emergió del proceso de inmigración masiva, de
movilidad social no menos masiva, es una sociedad esencialmente igualitaria,
cualesquiera que sean las diferencias en el orden de los ingresos, la educación y otras
dimensiones de la estratificación. Una sociedad en la que las actitudes están
fuertemente influidas por una experiencia, cristalizadas en muchas décadas, de que
"todo es posible" y que el camino del éxito está abierto para cualquiera. Los últimos
tiempos por cierto han abierto una nueva fase, en que estas expectativas del éxito fácil
se han visto bloqueadas por dificultades cada vez más crecientes. De allí al
desencanto, el escepticismo y la crisis del pesimismo que gravita sobre la gran
mayoría de la población del país. Este pesimismo no se justifica en relación con la
situación efectiva de otros países -incluso más desarrollados- ni en relación con las
potencialidades futuras del país, sino que halla su explicación en la larga experiencia
por la que pasaron tres o cuatro generaciones de argentinos, en una sociedad en
continua expansión. El descubrimiento de que la base de esa expansión no era
duradera y de que había que reconstruir una nueva base sobre principios distintos y
266

más sólidos, produjo un impacto muy profundo en los argentinos de hoy. Para muchos
se llegó a una especie de inversión de la imagen que tenían del país: desde la imagen
de un país progresista, avanzado y lleno de futuro -tal como se lo vio hasta los
primeros años de la década del cincuenta- hasta la visión pesimista de un país
"subdesarrollado" o incluso en decadencia, estancado y vencido. Ninguna de las dos
visiones son exactas. Y la recuperación que el país puede lograr, si tenemos en
cuenta sus inmensos recursos materiales y humanos, sólo podrá producirse en la
medida en que surja una clara conciencia de este proceso y de las causas que lo han
generado".

Gino Germani, el mayor sociólogo argentino del siglo XX, escribió el texto precedente,
una síntesis excepcional de razón y pasión, en los sesenta, cuando apenas
comenzaba a apoderarse del país la desesperanza que ahora, a comienzos del siglo
XXI es una percepción nacional. Era un análisis y un testimonio. Fue una convicción
generalizada.

Germani había abandonado, después de una corta prisión, la Italia fascista.

Había llegado a la Argentina que en seguida se convertiría en la Argentina peronista;


vivió la caída de Perón y lo que parecía el comienzo de otra Argentina, que encontró
en la Universidad de Buenos Aires, donde él mismo, Risieri Frondizi, José Luis
Romero, los Varsavsky (Carlos y Oscar), los Sadosky (Cora y Manuel), J.H. Olivera,
Florencio Escardó, Bernardo Houssay y tantos otros pensaron la modernización y
encontraron un eco inusual.

Fue un tiempo (entre 1957 y 1966) donde se enfrentaron el pasado y el futuro: con el
golpe cívico militar de 1966 ganó el pasado que se prolongó hasta bien entrada la
década del ochenta. Allí terminó el pasado pero no amaneció el futuro.

En esos años, Germani difundió sus estudios sobre la modernización, utilizando a la


Argentina como referente de un ensayo teórico extremadamente importante, que
consolidó durante los últimos años de su vida en dos textos. El primero, un paper
elaborado en Harvard "Industrilization and modernization" (Centefor Advanced Studies
in the Social Sciences); y el otro, escrito durante su última residencia el Italia para la
Conferencia Regional sobre Democracia (1978) un año antes de su muerte (1979),
publicada en el n° 1 de Crítica y Utopía (Buenos Aires, 1979).

La propuesta interpretativa de Germani coincidió con aquel momento de excepcional


movilización de calidades intelectuales y despertó un debate que no alcanzó a
sedimentar. Fue una herida intelectual abierta que se ligó a otras heridas más
dramáticas pero asociables.

Mucho antes que M. Berman se apropiara de la bella metáfora de Marx ("todo lo sólido
se desvanece en el aire"), Germani anotó como al pasar: "no existen dos
modernizaciones iguales en el mundo". Y extrajo la necesaria conclusión: la
modernización es asincrónica en el tiempo y el espacio, entre los Estados y las
naciones, como en el interior de los Estados-nación; entre los grupos sociales, entre
las regiones, entre las ideas arcaicas y sus cuestionamientos.

La modernización es por definición, movimiento (mutación, cambio o revolución)


social; la modernización es un proceso total: afecta a todas las dimensiones
(institucionales o informales), las escalas de prestigio, la división del trabajo.

Toda la sociedad. Absolutamente toda, pero no al mismo tiempo no con el mismo


ritmo ni a veces con la misma dirección.

La asincronía es un atributo de la modernización, puede y debe promover parte de su


definición, como mostraremos empíricamente en los capítulos siguientes.
267

Como Germani indicó (1976:11): "La sociedad moderna par excellence es una
sociedad urbana y la ciudad ha desempeñado un papel esencial en el surgimiento de
la modernidad".

Germani prefiere -con razón- no discutir la idea ni el concepto de modernidad. Lo


reemplaza por dos de sus atributos, la urbanización y la secularización "idea que se
asocia con los dos grandes cambios ocurridos en la historia de la humanidad: la
transición de la sociedad primitiva a la sociedad civilizada y el surgimiento de la
modernidad a través de una mutación sociocultural! Acaecida dentro de la civilización
particular" (1976:12). Y agrega: "La secularización como un conjunto de tres aspectos
íntimamente relacionados, que conciernen (a) al tipo de acción social, (b) a la
diferenciación y especialización de las instituciones y (c) a la institucionalización del
cambio". El paso de la acción prescriptiva a la elección electiva (Parsons). (d) Todas la
sociedades cumplen funciones pero importa el número y calidad de las instituciones y
(e) todas las sociedades cambian pero las modernas lo institucionalizan. La norma es
cambiar. Lo accidental es la tradición.

"El concepto de secularización que Germani derivó de Howard Becker, un autor poco
conocido en Italia y menos como historiador de la sociología, recibió de Germani una
elaboración original. La "secularización" es, para Germani, un trend plurisecular en la
historia de las sociedades occidentales, en el que se resume con particular
susceptibilidad al cambio social, a la especialización, a la acción colectiva. Se trataba
de un ethos que, ejerciéndose en la esfera del conocimiento científico de la tecnología
y de la economía, ha originado la sociedad moderna" (Vitelli, 1992:61).

Pero, como veremos enseguida, tuvimos un tipo de urbanización y una clase de


secularización, no solamente asincrónica sino también cualitativamente limitada.
Nuestra urbanización fue parasitaria y rentística, (como la propia economía),
asentamiento de una cultura igualmente parasitaria, poco proclive el esfuerzo.

La secularización fue formal-jurídica y se limitó al Estado. La sociedad se secularizó


sin profundidad. Estas dos hipótesis, estas correcciones a las proposiciones de
Germani y a las convicciones generales las retendremos como hilos conductores de
nuestro análisis.

La modernización, por otra parte, de nuestras sociedades no era tan occidental como
europea. Pizzorno lo señala explícitamente: "Esto demuestra que hasta la época
actual el proceso de urbanización en el mundo fue un proceso de europeización"
(1976:141).

Pudimos modernizar también de la mano de los Estados Unidos con lo que


compartíamos todo menos el carácter. En cierto modo, la conquista del desierto, la
expansión de las fronteras, el régimen federal fue a la americana. Pero la cultura era
europea y prevaleció. No es nada trivial la hipótesis porque nos ayuda a comprender
la pluralidad de caminos reales e imaginarios en la construcción del Occidente y
nuestra propia función en la gran mutación planetaria.

Discusión intensa en los años 60, en la segunda post guerra mundial: la


descolonización afroasiática implicó una cierta tendencia a identificar al colonialismo
como modernización exógena, rechazada en nombre de la liberación nacional.

Para los nacionalismos populares vernáculos era fácil ligar la modernización


(exógena) con la subordinación nacional a otros poderes. Una corriente
antimodernizadora surgía casi por instinto. Véase en este punto el análisis de J.J.
Sebrelli (1991) pertinente para comprender las opciones interpretativas.
268

La modernidad compleja
La sociedad argentina es una sociedad moderna (con la salvedad señalada) y
crecientemente compleja. Su modernidad es reconocible -y reconocida- en la mayor
parte de los estudios histórico-sociales y propiamente sociológicos, aunque sin advertir
sus limitaciones.

La complejidad no es un adjetivo. Es un concepto. Es un punto de partida


epistemológico que permite recorrer -y reconocer- un camino sociológico. El concepto
fue difundido los últimos años por el sociólogo francés Edgar Morin, pero tiene
antecedentes en las ciencias duras y por supuesto en la filosofía y las propias ciencias
sociales.

"La complejidad se impone en principio como imposibilidad de simplificar" (Morin,


1977:377). Pero "la complejidad no es complicación", agrega, "lo que es complicado
se puede reducir a un principio simple" porque "lo simple no es sino un momento
arbitrario de abstracción arrancado a la complejidad...". En el punto de partida está -
para Morin- la revisión de la relación causa (externa) efecto y el pasaje a una causa /
efecto generativa: una causalidad compleja (1977:258) que se corresponde con una
revisión de la relación orden / desorden o el rol del caos como generador del orden.

Cuando decimos Argentina compleja, queremos decir la Argentina movida por lógicas
múltiples, ajenas a todo reduccionismo.

El orden, por definición, es un sistema cerrado, porque cada fuga del sistema, cada
entropía es una opción para el desorden. ¿Es imposible entonces el cambio o la
evolución dentro del orden? No, no es imposible, en el límite se puede considerar
improbable, pero no imposible. El orden muta.

¿Por qué me detengo en esta reflexión? Porque la sociedad moderna compleja, tiene
que asumir el problema de la transformación perpetua de un orden social que
aparenta el caos, pero sigue siendo un orden pero no el mismo orden. A ese proceso
de transformación lo llamaremos mutación.

Lo contrario del orden, su ruptura, su destrucción, se rotuló desde fines del siglo XVIII
hasta nuestros días como revolución. La subversión del orden no significaba, sin
embargo, un desorden, sino otro orden entre un orden viejo, un momento histórico de
ruptura y la construcción de otro orden. La lógica de la historia fue, durante estos dos
siglos pasados, signada por esta dialéctica del orden-cambio-ruptura-orden en el cual
la idea de desorden está ausente, con entidad propia. El mayor de los desórdenes, el
caos, no era considerado sino como un momento inicial (cuando Dios crea al mundo)
o final (el Apocalipsis), pero ni el desorden ni el caos tenían entidad propia. Algunos
científicos y comentadores de la ciencia están descubriendo que tanto el caos como el
desorden tienen entidad y deberían tener legalidad, porque no son manifestaciones
patológicas sino fenómenos de igual entidad, del mismo nivel epistemológico que el
propio orden. El concepto de ruptura violenta e inmediata prevaleció durante el siglo
XIX por encima del concepto de mutación.

La teoría de la evolución de las especies fue aceptada (a regañadientes) para el


larguísimo plazo histórico, para el más alto nivel de abstracción objetiva, es decir, para
explicar nada más ni nada menos que la historia humana del hombre.

Pero fue en cambio obviada para medir transformaciones sociales a escala espacial y
temporal más pequeñas.

La mutación es un concepto más rico que la evolución: la segunda es lineal y


progresiva. La primera implica un salto cualitativo de dimensión desconocida.
269

Vivimos atrapados por la opción cambio / estabilidad, orden / revolución, sin advertir
que las sociedades modernas y complejas como las nuestras están transformándose
sin pedir permiso. Mutan, se desprenden de prejuicios, ideas, costumbres,
sensaciones sin previo aviso. ¿Cómo podemos imaginar explicaciones simplificadas
para sociedades complejas? ¿Cómo podemos leer la mutación con paradigmas
ajustados a sociedades inmutables? ¿Cómo podemos asimilar la confusión al caos
(que se parecen), y al orden con el cementerio?

La complejidad es una apuesta metodológica que permite salir de los paradigmas


epistemológicos en curso, sin necesariamente asumir otro. La complejidad es una
búsqueda, en sentido estricto, un método.

La complejidad de las sociedades deviene, como lo demostró Durkheim hace un siglo


largo, del crecimiento de la población, la consecuente división del trabajo, las
construcciones simbólicas y subjetivas que multiplican las demandas reales o
simbólicas competitivas, entre otros elementos.

Pero la complejidad de la modernización crece porque institucionaliza la separación


entre la cantidad y la calidad. No solamente institucionaliza el cambio como decían los
parsonianos y también Germani. Comprueba la necesidad de alterar el orden de los
valores entre cantidad y calidad. La sociedad de masas cede a la individuación, la
educación reclama no solo la cantidad sino la calidad.

Es porque asumimos la complejidad como hipótesis para la Argentina que


necesitamos cambiar las perspectivas teóricas en el análisis de la sociedad y el
Estado, tal como se desarrolla en la introducción de la tercera parte.

La secularización formal
La secularización del Estado comenzó con la propia organización nacional, pero se
consolidó en los ochenta del siglo XIX. Es de hecho, el triunfo del republicanismo a la
francesa, del laicismo y de la democracia limitada. El Estado se modernizó, se
desprendió de toda metagarantía de legitimidad religiosa o de otro tipo para asentarse
sobre su propia legitimidad en la razón. Asumió la soberanía externa e interna como
un atributo constructivo, inherente a su propia razón de ser.

Asumió el monopolio de la organización jurídica de la sociedad civil: los nacimientos,


fallecimientos y el estado civil de las personas se secularizaron. La educación fue
obligatoria para todos los habitantes y, en consecuencia, un bien público que atiende,
simultáneamente, el derecho a la educación y la responsabilidad de otorgarlo.
También el monopolio de los títulos universitarios que habilitan el ejercicio profesional,
desplazando a la Iglesia Católica que había fundado, dos siglos y medio antes, la
primera universidad del país.

Pero como lo demuestra con claridad el debate parlamentario por la ley 1.420, el
Estado no se corresponde exactamente con una sociedad de acendrada religiosidad
(Delich, 1993) particularmente en el período de la protourbanización. La secularización
se concentró en las ciudades pero no se difundió en el campo.

Con la reforma constitucional de 1994, se consolidan la secularización del Estado (se


suprime la cláusula que exigía profesar la religión católica a los presidentes; pero, en
cambio, atiende a la mayoría religiosa de la sociedad que condena el aborto como lo
hace la propia Constitución Nacional).
270

Las instituciones se consolidan entre 1860 y 1930, el Estado profesionalizó sus


Fuerzas Armadas a principios del siglo XX; creó las condiciones para la inmigración
masiva y la colonización de su territorio nacional. Difundió la educación pública a nivel
primario en todo en todo el territorio nacional, para incorporar rápidamente a los hijos
de los inmigrantes a la ciudadanía.

A partir del golpe de Estado de 1930, el Estado se desinstitucionaliza, pierde


legitimidad aunque prosigue la modernización aparente, puramente instrumental: las
FF.AA., la justicia, la administración pública nacional y provincial se burocratizan como
el sistema educativo en su conjunto. El Estado se confunde cada vez más con el
gobierno, hasta intercambiarse.

Es cierto que entre principios del siglo y los años treinta la brecha de la modernización
entre el Estado emergente y la sociedad se amplió, en parte por razones políticas, en
partes por razones económicas. La irrupción de la ciudadanía en el sistema político
que legitima el radicalismo consolida la representatividad del sistema para asegurar su
funcionamiento. Pero el sistema político tiende a la concentración del poder central en
relación a las provincias. El Estado es solo nominalmente federal porque la brecha
entre niveles de desarrollo es creciente.

Este distanciamiento, esta modernización aparente y con arcaísmos reales es lo que


verifica Martínez Estrada en su bella Radiografía de la Pampa y sobre todo en la
Cabeza de Goliat (1970).

El Estado comienza a construirse en Europa en los años veinte, tanto como una
fortaleza de contención de las masas para los conservadores, como una fortaleza a
conquistar por los revolucionarios. En ambos casos, la sociedad civil, incapaz de
asegurar su propio orden, es contenida autoritariamente por el Estado. Salvo en los
Estados Unidos y en Inglaterra donde la integración social se encuentra consolidada
(en un caso por extrema movilidad y en otro por extrema inmovilidad), los años treinta
presentan a los Estados ampliando sus medios de acción, más cerca de la razón de
Estado que de las demandas sociales. La crisis de 1929 desafió las instituciones del
Estado. El nuestro sucumbirá excluyendo la democracia política para sostener
intereses de sectores productivos o simbólicos: las juntas reguladoras limitaron el
mercado y los fraudes a la sociedad civil. Eran medidas económicas de gobiernos
conservadores nada liberales, asentados en prácticas políticas únicas. Llamar
patriótico al fraude, con una sonrisa, era adelantar el colapso de las instituciones.

La separación del Estado de la sociedad civil se traduce en un alejamiento del


ciudadano, del actor social: ambos son reemplazados por el agente y las
organizaciones corporativas. Los partidos políticos se subordinan a sus clientelas y los
actores sociales a organizaciones de intereses.

Esta destitucionalización se corresponde a un fenómeno bien caracterizado por


Norbert Elías (la descivilización), esto es, la involución. El Estado se separa de la
modernización que avanza instrumentalmente pero en retirada teleológicamente.

La comprensión de estos fenómenos de ruptura (alejamiento) en la evolución del


Estado y la sociedad civil, volvieron a frecuentar el razonamiento analítico y político a
partir de los años ochenta del siglo XX.

Fue evidente que las transiciones a la democracia en países como España, Chile,
Brasil o Paraguay, podían comprenderse mejor si se advertía el gap entre la
modernización de las sociedades (y los aparatos corporativos) y el Estado. La
bibliografía es nutrida y consistente en este punto (Catarelo, 1992; para Chile: Drake y
Jackins, 1993).
271

Pero sobre todo conviene tener presente el formidable estudio de Barrington Moore
(1976) que abrió el ancho camino de la sociología histórica, al que volveremos en el
próximo capítulo.

Un doble fenómeno se consolida. Por una parte, el Estado se despojó de sus atributos
públicos y aparentemente se identificó con la sociedad. A su vez, la sociedad se
incluyó en el Estado despojándose también de uno de sus mayores atributos, su
autonomía. Es como si ambos renunciaran simultáneamente a su identidad: un Estado
"socialista" y una sociedad "estatista". El colapso de Estado que tratamos en el
capítulo siguiente, remite a esta involución.

Las asincronías en la modernización agraria

Es necesario revisar el clásico de Barrington Moore, "Orígenes sociales de la dictadura


y la democracia" (1973), cuyo subtítulo, "El señor y el campesino en la formación del
mundo moderno", es esclarecedor intrínsecamente. Para decirlo con sus propias
palabras (1973:10): "...nos mueve el propósito de comprender el papel de las clases
altas rurales y de los campesinos en las revoluciones burguesas abortadas que
condujeron al fascismo y las revoluciones que condujeron al comunismo".

En el tránsito de la modernización, la estructura agraria y los actores rurales están en


el centro del escenario. Las ideas son urbanas, el Estado es urbano, pero la estructura
económica es agraria y los intereses y conflictos que de allí se derivan también.

Señalaré tres aspectos básicos para mi razonamiento.

1. En la Argentina la relación entre el capitalismo, la democracia y la modernización es


fascinante por su precocidad, por su transparencia y por su actualidad.
Inmediatamente después de la organización nacional, los alambrados pusieron el
sello capitalista al campo; la historia del alambrado es la historia de la
modernización rural. Pero este capitalismo agrario precoz, incluía exclusivamente la
pampa húmeda. Allí se concentró el desarrollo moderno. En las zonas marginales
(por ejemplo, La Rioja,) a fines de los sesenta del siglo XX, dos terceras partes del
suelo eran tierras indivisas, herencia de comunes de los siglos XVII y XVIII.

Otro tanto ocurrió en Catamarca y Jujuy o Formosa. La historia de la ocupación del


suelo en la Argentina muestra los distintos momentos de la modernización.

La asincronía que da origen a las desigualdades regionales (que analizamos en la


séptima parte) tiene aquí una explicación, parcialmente vinculada a la naturaleza (la
feracidad de los suelos) pero también del orden político que se conforma con
predominio de la clase alta rural.

Junto con Uruguay, la Argentina fue el primer país en difundir el capitalismo en al


campo, el primero en modernizarlo.

Ello no obstó a la conformación de grandes latifundios, acompañados de pequeña


producción, particularmente en las regiones físicamente marginales, pero se alejó
del modelo latinoamericano más clásico que incluía la explotación indígena
(México, Bolivia, Perú) o mano de obra esclava (en Brasil).

Cuando se realizó la conquista del desierto, la incorporación de tierras se realizó


siguiendo a medias el modelo norteamericano que elimina a los indios o se los
condena a pequeños espacios, se premia a oficiales y soldados con tierras pero no
se ocupa inmediatamente el territorio. Se conforman grandes propiedades
(superiores al millón de hectáreas) y escasa colonización luego. A lo largo del siglo
XX, se producirá el movimiento de concentración de la tierra que se conoce bien.
272

2. Esta modernización capitalista, empuja la modernización de la economía y del país,


incluye a la Argentina en el capitalismo global y es extremadamente exitosa.
Ferrocarriles, caminos, puertos, telégrafos y ríos navegables, conforman una sola
orientación de las condiciones necesarias para el desarrollo. Bancos, comercios y
servicios, le seguirán rápidamente, modernizando también la ciudad de Buenos
Aires, Córdoba, Rosario. La pampa húmeda concentra la modernidad: allí están la
educación y la cultura.

Pero la acumulación de capital nacional tiene su fundamento en la renta agraria.


Renta también, como lo mostró Flischman, de un carácter altamente parasitario.

3. La democracia política es limitada. La ciudad se moderniza pero con un fuerte


predominio oligárquico en el Estado nacional. En los Estados federados se reúne la
falta de capitalismo y modernización con un dominio político casi feudal. Los
caudillos son propietarios de tierra, sus peones se transforman en soldados y
viceversa, el orden patriarcal no se sostiene tanto en las instituciones del Estado
cuanto en el orden social mismo.

Los sujetos de la modernización

Como se ha señalado, el espacio privilegiado de la modernización fue la ciudad. Pero,


veremos en el próximo capítulo, la urbanización argentina no fue sino en apariencia, el
vehículo de la modernidad. Era, como en todas partes, su espacio natural pero sólo lo
fue parcialmente.

El instrumento más apto era la educación, y la obligatoriedad de la escuela primaria


creó las condiciones para la alfabetización masiva y un acceso a la información, a la
cultura y a la industria. A principios del siglo XX, sólo las capitales de la provincia
tenían escuelas secundarias y solamente las ciudades de Córdoba y Buenos Aires,
contaban con universidades públicas (las universidades privadas no estaban
reconocidas). La apertura educativa estaba en la ciudad. La educación era un canal
estratégico para la movilidad social ascendente. De modo que la urbanización era un
prerrequisito para incorporarse a la sociedad moderna.

Las olas migratorias son parte del proceso de modernización. La primera, la


gigantesca ola de inmigrantes europeos era para sus participantes un salto decisivo de
viejas sociedades todavía aristocráticos-agrarias a sociedades abiertas rurales o
urbanas. La segunda gran ola, propiamente nacional, producto de la crisis de 1929,
hacia Buenos Aires, ciertamente empujados por la necesidad pero también atraídos
por un horizonte abierto de trabajo (industrial o en los servicios) y ascenso social.

Las ciudades que conforman el primer cinturón industrial de Buenos Aires como
Avellaneda, Lanús, Quilmes, Berazategui o Lomas se convirtieron en los sesenta en
asentamiento de pequeñas clases medias o trabajadores bien instalados en la
pirámide social con hijos potencialmente universitarios.

A partir de los años cincuenta, la Universidad se convirtió en un canal de ascenso


social de las clases medias. En 1970 se debieron crear decenas de universidades
para contener la demanda de educación superior.

La Universidad argentina tiene todavía el privilegio de otorgar simultáneamente el


grado universitario y la habilitación profesional.

Por la fuerza de las circunstancias, la Universidad estatal se convirtió en una


herramienta de las clases medias (debe recordarse que solamente el 5 % de los
273

inscriptos son hijos de obreros o equivalente) según estadísticas, desde 1945 a la


fecha.

La Universidad expone como ninguna otra institución las aspiraciones y las


frustraciones de la clase media urbana y si las últimas décadas comprobaban su
carácter crudamente corporativo, también la declinación del ejercicio liberal de las
profesiones demuestra su decadencia.

La Universidad es una bella y dramática parábola del ascenso, consolidación y


declinación de los sectores medios urbanos. Declinación en un doble sentido.

Declinación económica, pero también de horizontes. Quienes habían enarbolado la


bandera de la ciudadanía a comienzos del siglo, se ponían cincuenta años después a
la defensiva, protegidos en las corporaciones profesionales.

A fines del siglo XIX, las dos universidades existentes en el país (Córdoba y Buenos
Aires) organizan la enseñanza profesional como parte de un gran esfuerzo
modernizador; el predominio de lo científico-técnico por sobre la idoneidad /
experiencia en la medicina, la ingeniería o el derecho, era tanto como el predominio de
la razón científica sobre la irracionalidad o la magia de curanderos y leguleyos.

Las elites no se reclutaban en la Universidad, porque las viejas familias seguían


reclutando los cuadros de poder económico y del Estado entre sus miembros pero se
constituyen rápidamente en un sector social de apoyo indispensable. Con los años
disputarían el poder político.

La migración del campo a la ciudad, la generalización de la enseñanza secundaria, el


acceso de las mujeres al circuito educativo y el acceso directo a las Universidades
permitían comprobar un cuadro social de amplia movilidad social ascendente, de
rápida integración y consolidación de un sentimiento de igualdad difusa pero real.

La Argentina fue (es aún) un caso muy exitoso de melting pot. Junto con los Estados
Unidos, es la sociedad que mejor integró a los inmigrantes, que mantienen un grado
de xenofobia relativamente pequeño y alta plasticidad para la asimilación de
costumbres ajenas, incluyendo las catorce etnias y los 450.000 aborígenes
registrados; se supone que 15 millones de argentinos tienen antepasados indígenas,
dato frecuentemente pasado por alto.

La urbanización, la educación generalizada en los tres niveles mostraban claramente


una modernización que parecía indetenible. La cultura mostró durante las últimas
décadas, su cara más cosmopolita. Borges, convertido en poeta nacional, simboliza
posiblemente mejor que nadie un giro a una cultura planetaria. Pero Borges era
Buenos Aires, la más moderna, la más cosmopolita, la más abierta de las ciudades
argentinas.

La clase media argentina, la de mayor volumen y extensión de América Latina, en los


años cincuenta del siglo XX, todavía era estudiada en relación a sus atributos
ocupacionales y Johnson (1958) en un estudio clásico de aquella época la transformó
en sujeto de la democracia, ligando el desarrollo del sistema político a la existencia y
comportamiento de aquella.

José Nun sugirió a propósito de esta tesis una posibilidad opuesta: el apoyo a
experiencias autoritarias que prometían el desarrollo económico y estabilidad social.
Hacia 1966 las clases medias, que habían sido innovadoras hacia 1920, se habían
replegado a posiciones muy conservadoras. Pronto se arrepentirían y lo demostrarían
sin ninguna duda (Delich, 1970).
274

El espectro ocupacional de los sectores medios se ha ampliado considerablemente en


los últimos treinta años y es más interesante y útil considerar sus hábitos de consumo,
incluyendo el consumo de educación, que el estatus laboral o el voto. En ambos
casos, se trata de consumos ligados a un estilo de vida más próximo de la modernidad
que del pasado tradicional. He mostrado que el consumo privado de educación
alcanzó en ciudades como Córdoba al 30% equivalente del presupuesto estatal, y
contribuye al 5% de PBI de la ciudad.

Las actitudes hacia el sexo, el matrimonio, la familia, la formación, como se verá en los
capítulos siguientes, avanzan en la misma dirección pero no incluye ni a toda la
sociedad (especialmente considerada), ni a toda la pirámide social, ni siquiera a todos
los sectores medios.

Los sectores medios de la sociedad asumieron la democracia y la innovación desde


1983 y tanto los comportamientos electorales, como la evolución de las actividades y
el humor social demuestran una fuerte vocación innovadora hasta el límite de sus
propios intereses económicos. O si se prefiere, la maximización de beneficios
predominó sobre aspectos ideológicos o culturales. La evolución de las actitudes
acerca de las empresas del Estado lo exhibe con mucha claridad: en dos años se
pasó de una mayoritaria defensa de las empresas estatales que ofrecían malos
servicios a bajo costo a un apoyo masivo a la privatización que ofrecía mejores
servicios con mayores costos.

CAPÍTULO 4
LA URBANIZACIÓN PARASITARIA
Si, la Argentina fue la sociedad urbana más precoz de América Latina. ¿La Argentina
es una sociedad moderna a fines del siglo XX?

"A fines del siglo XIX la Argentina era ya uno de los países más urbanizados del
mundo y, entre 1850-1890, Buenos Aires había experimentado un crecimiento anual
de 11,5%, sólo inferior a los de Minneapolis, Chicago, Melbourne, ciudades fundadas
durante el siglo XIX que no tenían antes ninguna gravitación de importancia" (Hardoy,
1972:174).

Agrego: el crecimiento se detuvo en 1970 y mantiene poco más o menos la misma


proporción hasta la fecha.

Sí, la urbanización fue un indicador privilegiado de modernidad y civilización. En


nuestra historia y en las ideas de Occidente, Sí, la urbanización operada durante el
siglo pasado confirmó todas las hipótesis sobre Argentina y explicó como variable
independiente la mayor parte de las mismas.

Todo esto es cierto. Pero de allí no se sigue una modernización acorde sino más bien
imaginaria, carente de relación con el aparato productivo y con los valores de
racionalidad, como trataremos de mostrar.

Además, en este fin de siglo, cuando la casi totalidad de la población se asienta en


ciudades como ocurrió el último medio siglo, disminuye su validez explicativa, es un
dato, más que una opción de acción social o identidad cultural.
275

El campo argentino está crecientemente urbanizado y desde el punto de vista de los


servicios (electricidad, telefonía móvil, televisión por cable) ha roto el aislamiento
ancestral que era una de las características del medio rural. El campo y la ciudad
están ahora culturalmente más próximos que nunca en la historia de la humanidad.

Cada vez menos gente vive en el propio campo o chacra o granja; viven en pueblos
más o menos próximos. El peón rural ha sido reemplazado por el servidor terciario.

Por esta razón el corte analítico urbano/rural que se correspondía con sociedades
modernas/tradicionales tiene cada vez menos importancia. La cuestión es ¿qué clase
de urbanización tuvimos? ¿Cómo interpretarla ahora en relación a la modernización?
Y más impactante todavía: la ciudad supera al fenómeno urbano.

Se trate de un doble fenómeno. Por una parte la ciudad avanzó sobre el campo, no
solamente como forma cultural, difundiendo tecnología y espíritu emprendedor, sino
literalmente, instalando guetos urbanos en el espacio rural.

El campo había irrumpido antes, en los años cincuenta, en las ciudades, instalando en
su periferia los asentamientos marginales que trasladaban también una forma de vida,
de organización familiar, de patrones culturales que se perpetuaban en un espacio
infranqueable para los viejos residentes urbanos.

El gueto urbano anticipó el gueto rural: la inmigración del campo a la ciudad cambió de
signo. La Capital Federal es el mayor exponente, la vanguardia del nuevo fenómeno.
En el período intercesal 91/01 perdió más de 200.000 habitantes, el 7% de su
población estable. Se fueron a ciudades como Pilar y se expandieron en cientos de
countries y barrios privados en los alrededores de la capital. La ciudad, por su parte,
comienza a convertirse a sí misma en una sucesión de espacios privatizados y
colonizados, con escaso contacto entre sí, como si se tratara de extranjeros que
intercambian modas culturales.

La comprensión de nuestro problema entonces está en las precisiones. Desde la


Capital Federal, donde el ciento por ciento de la población es urbano hasta las
provincias más pobres, se sitúan todas las jurisdicciones en una escala de predominio
urbano. Sin embargo, el tipo de urbanización, el fin de ciudades, la relación entre
ciudades cabeceras y pueblos del interior se convierten ahora en problemas
específicos para el análisis.

Es que el rol de las ciudades ha cambiado en el planeta. La administración de las


ciudades no se limita a la provisión de servicios a los vecinos. Las ciudades son
unidades, en cierto nivel, competitivas en las nuevas economía internacional. Son
actores económicos.

El fenómeno urbano es una precondición cumplida; lo urbano como tal, como nueva
agregación de habitantes en un espacio físico, es un arcaísmo.

Es en este punto donde cobra sentido revisar el fenómeno urbano, tanto en relación a
la asignación de sentido a la modernización del siglo XX como los límites que la
urbanización traza para las ciudades actuales.

En la década de los 50 del siglo pasado florecieron los estudios sobre urbanización en
América Latina. Colapsaban por entonces las viejas estructuras agrarias, en algunos
casos por reformas agrarias, y en otras por la propia expansión del capitalismo. La
urbanización vino acompañada (en pocos caso precedida) por industrializaciones y
seguida (siempre) por la aparición de villas miserias, favelas, barriadas y otras formas
de marginalidad urbana.
276

El papel modernizador de las ciudades –progresista- fue aceptado acríticamente. Una


fuerte discusión académica, sin embargo, acerca del significado, proyección y
fundamento social de estos asentamientos se mantienen en vigencia. Debates que se
reflejan bien en un número de la Revista Latinoamericana de Sociología dedicada a la
marginalidad (1961: 1) y en un texto importante e injustamente olvidado de Gino
Germani (1970).

En toda América latina la reforma agraria quedó fuera de agenda. El capitalismo


agrario desplazó casi todas las formas productivas precapitalistas en toda la región.

Entre el 6 y el 8 de julio de 1959, la CEPAL organizó conjuntamente con otras


instituciones un seminario sobre la urbanización en América Latina. Apareció como
libro luego (Hauser, 1960) y constituye un punto de referencia ineludible para
comprender las transformaciones sociales en curso en la inmediata postguerra; el
caso de algunas problemáticas (atraso rural, enfrentamiento campo/ciudad,
conservadorismo campesino) la emergencia de otra (migraciones internas,
asentamiento marginales, orientaciones políticas de éstos, etc.).

Hauser comprobaba en sus conclusiones "la contraposición entre la mentalidad rural y


la mentalidad urbana es el origen de casi todas las dificultades del proceso de
urbanización sobe todo cuando éste es demasiado rápido" (Hauser, 1960: 22) y "por
último la cultura urbana representa un foco permanente de innovación y creación"
(ibídem, 1960: 22).

Por entonces el crecimiento de la población de las ciudades se concentraba más en


las ciudades grandes (con más de 100.000 habitantes) que en las pequeñas. Como
veremos, hubo también un cambio de tendencias en la migración.

La Capital Federal cesó de succionar población; el gran Buenos Aires, era el primer
cordón, anteriormente industrial, también. En ambos casos por deslocalización
industrial.

Neuquén (y en menor escala la Patagonia en general) reemplazaron a Buenos Aires


durante dos décadas (1970/1990) y la migración intermedia (del campo a las ciudades
menores) se incrementó.

La migración rural-urbana se incentivó en toda la región. La Argentina también fue


precoz: había comenzado en la década del 30, expulsados por la crisis y atraídos por
el empleo en los servicios. "En 1950 cada hombre ocupado en la manufactura ganaba
en promedio tres veces lo que un hombre ocupado en las actividades agropecuarias
(en EE.UU. era 1,8 y en el Reino Unido aún menos)" (Hauser, 1960: 37). Era la
consecuencia prematura de otro fenómeno: la urbanización sin industrialización,
instalaba una cultura parasitaria en las ciudades. Los ingenuos, los esforzados
quedaban en el campo. Los rápidos, avispados, mostraban que con ningún esfuerzo
se obtenían resultados rápidos y seguros.

No se trataba solamente de beneficios inmediatos. La movilidad social es más rápida


en las ciudades y la migración misma era un avance, una oportunidad.
277

En el estudio que comentábamos, se señala con razón los conflictos inherentes a la


urbanización acelerada -y destaco- no vinculados al aparato productivo. Una
urbanización en los estilos, sin sustento apropiado en la economía.

"Las estructuras tradicionales se dislocan sin ser reemplazadas por las nuevas…
conflictos entre diversos actores por incompatibilidad de las normas de referencias…
La velocidad del cambio (de ambiente) hace que no funcionen los mecanismos de
adaptación" (Hauser, 1960: 56) y finalmente una observación que luego sería -
lamentablemente- frecuente entre nosotros: " el desajuste se manifiesta al nivel
individual como falta de normas, como anomía" (ibídem). El diagnóstico era
aproximadamente correcto. Y las soluciones también: sorprende que a mediados del
siglo XX se anticipasen propuestas aún hoy válidas: autonomía política para los
gobiernos locales y elección popular de sus autoridades, administración y recursos
financieros propios, poder constituyente para dictarse su propia carta orgánica (la
reforma constitucional argentina de 1994 recogió todas y cada una de estas
recomendaciones). Una experiencia piloto en esa dirección de gran envergadura fue el
gigantesco asentamiento urbano de Villa el Salvador en Lima (Perú), convertido luego
en una ciudad autogestionada.

Había una clara conciencia del significado de este descontrolado proceso.

"En gran medida el crecimiento de la población urbana representa un traslado de la


pobreza del campo a la ciudad" 1 (Hauser, 1960: 83).

No fue un proceso homogéneo (ni espacial ni temporalmente) y, en consecuencia, las


significaciones sociales y políticas ofrecen distintas lecturas; no hubo empero una
relación directa entre capitalismo agrario y urbanización. Tal vez no podría haberla
porque no conocemos un proceso unívoco denominado capitalismo agrario. Pero
además, porque a diferencia de otros capitalismos agrarios expulsores de población,
el capitalismo agrario argentino demandaba población. De modo que el mercado
necesitaba para organizarse como tal, decisiones estatales con efectos duraderos en
el tiempo.

La urbanización es una historia paralela a la expansión del capitalismo en el capo, y


sus formas y efectos tienen una relación directa con ésta, pero no exclusivamente. La
precocidad argentina a la que me referí en relación a América Latina tiene, en cambio,
en su desenvolvimiento hacia el interior, muchos rasgos comunes con otras
experiencias históricas latinoamericanas.

El centralismo ibérico se trasladó casi sin transición al continente sudamericano y, por


lo tanto, la evolución de la urbanización como efecto de esta política común, registra
similares consecuencias. La concentración vertical urbana sigue el movimiento de la
concentración de poder administrativo en particular y poder político en general. Con la
independencia, el centralismo republicano a la francesa acentuó los rasgos coloniales.

Coexisten por lo menos dos lógicas en la conformación de los núcleos urbanos: una
lógica impulsa desde el mercado en formación y otra impulsa desde el Estado
emergente. Estas lógicas ni se implican ni son consistentes entre sí. La lógica del

1
Es ese mismo seminario Germani presentó un informe acerca de una investigación que realizó en los años 57 y 58 en la isla
Maciel. Rescato de aquel estudio la comprobación empírica relativa a las uniones no legales: era claramente visible la
diferencia entre los migrantes en su mayoría en uniones libres y con más hijos que los locales (nativos) con menos hijos y
parejas legales (Germani, 1960: 241). Aquella anomalía, aquello que imaginaban entonces como patología, ahora es usual
en toda la sociedad.
La expansión metropolitana actual de las uniones no legales tiene antecedentes en la marginalidad. Su adopción mayoritaria
en la metrópolis implica legitimidad social. El irrespeto por la legalidad se asienta –por supuesto- en la indiferencia legal hacia
sus efectos. No hay consecuencias ni castigo legales significativos. No hay tampoco sanciones sociales.
Si el recuerdo ahora, es solamente para señalar que la urbanización no implica necesariamente imposición de partes de la
ciudad sobre el campo. También los inmigrantes imponen no pocas veces su propia cultura.
278

mercado impulsaba la radicación en el campo. La lógica de la dominación política


impulsaba la formación de ciudades que la sostuvieran.

La lógica del mercado impulsó la demanda de mano de obra desde mediados del siglo
XIX. Las políticas estatales de inmigración y colonización fueron la respuesta a las
demandas del mercado agroganadero, pero simultáneamente creció la demanda de
servicios urbanos-administrativos. La lógica del crecimiento y consolidación del Estado
-paralelo todavía a la lógica del mercado- derivó parte de la inmigración hacia las
proximidades del puerto-centro político-comercial-administrativo. Ambas lógicas eran
parte de un mismo proceso de modernización y crecimiento del país, sin duda, pero no
marchaban al mismo ritmo ni producían efectos concurrentes.

El tendido de las líneas del ferrocarril siguió la lógica del mercado (internacional) con
vértice en el puerto de Buenos Aires y radios hacia el interior. Como es sabido, el
ferrocarril urbaniza a partir de sus estaciones el territorio. En cierto modo, esta
urbanización era tan artificial como el propio ferrocarril y la lógica exterior (del mercado
internacional), pero se ajustaba a las necesidades de la producción local. Los núcleos
conformados por las estaciones fueron -por lo demás, durante décadas- (y en algunos
casos lo siguen siendo) parte del tejido rural más que enclaves urbanos, o puntos de
encuentro entre la cultura externa y la cultura propiamente rural.

La urbanización producida por inmigración y por el ferrocarril, es decir la urbanización


inducida por el mercado, ha sido ya estudiada pero no lo suficientemente.

Es menos conocida la urbanización inducida por el Estado, por razones estrictamente


políticas. Por ejemplo, la urbanización derivada de fortines contra el avance indígenas
que se conforman luego como ciudades-administrativas y de servicios. Río IV es un
testimonio de la envergadura urbana de los antiguos fortines. En este siglo no son
frecuentes las referencias a urbanizaciones surgidas alrededor de establecimientos
carcelarios (Ushuaia, Sierra Chica) de unidades militares, que corren la suerte de
éstas cuando son clausuradas o trasladadas. La diferencia mayor para juzgar la
urbanización de origen entre el Río de la Plata y el resto de América del Sur es
justamente el exceso de población en un caso, la falta en el otro. La urbanización
precoz hizo descender, por lo demás rápidamente (en dos generaciones), la tasa de
natalidad, fortaleciendo ambos fenómenos: la indisponibilidad de la mano de obra y la
conducta demográfica propiamente urbana (transformación de la familia tradicional en
familia nuclear). No me ocuparé de estas consecuencias porque son ampliamente
conocidas. Detengámonos en la variable política.

Para ilustrar tanto su peso (la variable político estatal) como las consecuencias del
extremado centralismo, se ofrecen algunas consideraciones sobre el paisaje actual de
la distribución espacial de la población.

a) En el cuadro uno se advierten dos fenómenos. En primer lugar, la tasa nacional de


urbanización tiene una distribución despareja.

Si se tiene en cuenta la distribución por distritos políticos institucionales


(provincias), el número de distritos urbanos es menor (7) que los distritos rurales
(9), mientras que ocho presentan un balance equilibrado entre poblaciones rurales
y urbanas.

El país globalmente considerado es predominante urbano desde mediados de este


siglo porque la mayor parte de la población se asienta en los distritos más
urbanizados. Sin embargo, en una perspectiva (espacial) es rural en sus dos
tercios.
279

Cuadro Nº 1
Provincias con más Provincias con más Balanceados población
población urbana que rural población rural que urbana rural y urbana
1.729.000 urb.
Gran Bs. As. 9.970.000 Chaco 380.000 Bs. As.
1.750.000 rur.
461.000 urb.
Cptal. Federal 3.800.000 Misiones 350.000 Entre Rios
440.000 rur.
427.000 urb.
Santa Fe 2.034.000 Sgo. del Estero 330.000 Tucumán
400.000 rur.
273.000 urb.
Córdoba 1.488.000 San Juan 290.000 Salta
285.000 rur.
293.000 urb.
Mendoza 663.000 Jujuy 200.000 Corrientes
307.000 rur.
105.000 urb.
Chubut 130.000 Formosa 180.000 San Luis
102.000 rur.
87.000 urb.
T. del Fuego 12.000 Rio Negro 170.000 Neuquén
88.000 rur.
48.000 urb.
La Pampa 125.000 Santa Cruz
52.000 rur.
Catamarca 120.000
La Rioja 100.000
Fuente: Elaboración propia en base a datos del Censo Nacional 1980.

b) En el cuadro 2 se advierte el hipercentralismo urbano en la ciudad-capital


(provincial). En los casos de Catamarca y San Juan, se trata de provincias con el
menor PBI per cápita. En el otro, la Capital Federal es más rica. Sin embargo,
tienen en común su carácter de capitales político-administrativas. La capital
Federal, desde la radicación de industrias comenzada en los años 40 y culminada
en los 70, constituye el mayor centro bancario, comercial y político del país
(200.000 estudiantes) y la sede de la U.T.N. (Universidad Tecnológica Nacional,
que gasta un tercio de su presupuesto en administrar, desde Buenos Aires, su
aparato regional).

San Juan y Catamarca sobreviven con otros distritos muy pobres, gracias a la
coparticipación federal, es decir, el porcentaje de impuestos variables que
corresponden a cada unidad federal por éste sólo carácter e independientemente
de la naturaleza de su aparato productivo.
280

Cuadro Nº 2
100 % Más del 70 % Más del 60 % Más del 50 %
Catamarca Tucumán (77 %) Ushuaia (66 %) Sgo. del Estero (55 %)
San Juan Posadas (77 %) Río Gallegos (66 %) San Luis (57 %)
Cptal. Federal Formosa (80 %) Com. Rivadavia 65 %) Neuquén (54 %)
La Rioja (71 %) Sta. Rosa (60 %) Rosario (58 %)
Mendoza (78 %) Resistencia (60 %) Jujuy (56 %)
Salta (70 %) Córdoba (67 %) Corriente (49 %)
Menos del 40 % Estas se complementan con:
Paraná) (32,5 % La Plata (67 %) Paraná (50 %) Viedma (33 %)
La Plata (13 %) M. del Plata (67 %) Concordia (50 %) Gral. Roca (33 %)
Viedma (11 %) B. Blanca (67 %)
Fuente: elaboración propia en base a los datos del Censo Nacional 1980.

Cuadro Nº 3
Provincia Primera Ciudad Segunda Ciudad Tercera ciudad
Bs. As. La Plata 11,3% Mar del Palta 17,4% B. Blanca 10,4%
Catamarca Catamarca 100%
Córdoba Córdoba 67% Río Cuarto 6,7% Villa María 4%
Corrientes Corrientes 29,4% Soya 15% Curuzú Cuatiá 8,1%
Chaco Resistencia 59,9% R. Sáez Peña 18% Barranqueras 11,5%
Chubut Com. Rivadavia 65% Trelew 23% Esquel 11,5%
Entre Río Paraná 32,5% Concordia 17,3% Gualeguaychú 9,5%
Formosa Formosa 80% Clorinda 19,5%
Jujuy Jujuy 56% Sal Pedro 20% Palpalá 13,5%
La Pampa Sta. Rosa 60% Gral. Pico 39,6%
La Rioja La Rioja 71% Chilecito 25%
Mendoza Mendoza 78% San Rafael 9,8% San Martín 3,7%
Misiones Posadas 77% Oberá 13,4% El Dorado 9,3%
Neuquén Neuquén 54% Cutral-Co 28,7% Zapala 17,2%
Río Negro Viedma 11,1% Gral. Roca 25,7% Bariloche 22%
Salta Salta 69,5% Tartagal 9,8% Orán 9,1%
San Juan San Juan 100%
San Luis San Luis 57,1% Villa Mercedes 42,8%
Sta. Cruz Río Gallegos 66% Caleta Olivia 33,3%
Sta. Fe Rosario 59,9% Sta. Fe 13% Rafaela 2,4%
Sgo. del Estero Sgo. del Estero 55% La Banda 20,8% Río Hondo 8,9%
T. del Fuego Ushuaia 66% Río Grande 33,3%
Tucumán Tucumán 77% Tafi Vieja 5,8% Concepción 5,6%
Fuente: Elaboración propia en base a datos del Censo Nacional 1980.
281

c) En el cuadro 3 se refleja la imagen de hipercentralización en las ciudades capitales,


aun en las provincias más desarrolladas socioeconómicamente. Si en las provincias
más pobres se explica fácilmente el crecimiento urbano-parasitario, es más
complejo el panorama en las zonas de mayor desarrollo relativo, como Córdoba,
Mendoza, Río Negro y Neuquén. Tal vez se pueda señalar que las provincias de
desarrollo intenso durante las dos últimas décadas (Río Negro y Neuquén)
presentan una mejor distribución de la población urbana en relación con desarrollos
más antiguos como Córdoba y Mendoza, probablemente en estos dos casos se
corresponden con formas tardías de industrialización (el automóvil en Córdoba
durante los sesenta) y la agroindustria en Mendoza. Acaso también Tucumán
puede incluirse teniendo en cuenta su industrialización en los comienzos de siglo
aunque la crisis recurrente del azúcar afectó su modernización temprana. En
cualquier caso, ¿se puede sugerir que el peso del Estado ha sido mayor que la
lógica del mercado? No es seguro, porque el mercado agroargentino requiere
escasa mano de obra en el ciclo ganadero y ahora, en el ciclo combinado también,
por razones tecnológicas y organización social de la producción.

d) En cierto modo, la lógica del mercado agrario demanda servicios semiurbanos-y


eventualmente urbanos- crecientes, en tanto que la lógica del mercado industrial
urbano ha sido expansivo (1930/1950) y luego cíclicamente expansivo/retractivo.

A partir de la industrialización debe compatibilizarse la lógica del mercado rural, la


lógica propiamente urbana del mercado industrial. Pero la urbanización de origen
industrial, se dejó sentir en zonas muy reducidas del territorio nacional: el primer
cordón de Buenos Aires (hasta 1960) y el segundo cordón (desde entonces hasta
estos años). O bien, se urbanizaron zonas contiguas a un gran emprendimiento
industrial (Puerto Madryn, con Aluar; Arroyito- Arcor; General Deheza- Aceitera
General Deheza; Olavarría- Loma Negra; etc.). El tipo de urbanización es radicalmente
distinto, en estos casos se separa la lógica industrial de la lógica político estatal.

Es extremadamente interesante examinar los casos de crecimiento de ambas lógicas,


industrial y política, en los parques industriales instalados como promoción impositiva
en zonas marginales (Tierra del Fuego), o empobrecidas (San Luis, La Rioja), porque
estas inversiones se acompañan de transformaciones en las pautas de
comportamiento social, independientemente de su juicio, y resultados propiamente
económicos. Justamente se trata de urbanizaciones inducidas por formas de
industrialización que transforman la mentalidad semirrural periférica, en urbana pero
en general, con notorios fracasos y difundidas prácticas de corrupción. Más bien una
forma de capitalismo prebendario.

La urbanización argentina es tal, en tanto supone la aglomeración urbana. Pero no


importa inmediatamente conductas, estilos, mentalidades urbanas predominantes. No
se trata de cantidades de habitantes urbanos y rurales. Las hipótesis habituales sobre
los comportamientos urbanos no se verifican, porque no tienen en cuenta los
desagregados ni las cualidades que importan, tal como estamos argumentando.

Es que, como sugiero, la lógica de la urbanización no es una lógica social, sino y


sobre todo, una lógica estatal acompañada por una lógica de industrialización
periférica. Esto constituye un nuevo punto de partida para explicar el carácter
heterogéneo de nuestra modernidad.

El Estado Argentino, en este punto, evolucionó más rápido que la sociedad; fue una
precondición de proyecto nacional que aspiraba a poblar rápidamente el país. La
sociedad en cambio, resistió la secularización urbana: siguió siendo una sociedad
cristiana y fundamentalmente católica. Un millón de personas se reúne cada año para
pedir trabajo a San Cayetano. El índice de religiosidad tiende a aumentar como
veremos, entre los jóvenes.
282

La urbanización no fue la consecuencia de la propia evolución de las sociedades como


en los Estados Unidos o Inglaterra. Fue parte de la imposición colonial primero y del
Estado republicano después. Estos procesos le otorgan a las ciudades capitales un
carácter rentístico, la convierten en el epicentro de la modernización falaz, en el
ejemplo de improductividad y corrupción administrativa. Pero sobre todo es un freno a
la transformación de la ciudad parasitaria en ciudad productiva.

A diferencia de lo que se sospechaba medio siglo atrás, la urbanización en sí mismo


no sólo no es origen de progreso (o racionalidad), sino que potencia la pobreza.

Un reciente estudio de Wilfredo Lozano (1997) lo demuestra palmariamente para


Santo Domingo. "Más que el desarrollo ha sido la pobreza el fenómeno que ha
organizado las bases de la trama urbana como proceso social (urbanización)" escribe
con razón, válida no sólo para su país.

Pero tan importante como la descripción de esta asincronía y sus consecuencias es la


percepción, la conciencia que se genera en la sociedad.

Y sólo recientemente, en las ciudades comienza a reconocerse la necesidad de


construir sociedades vecinales, capaces de asignarse como objetivo la
autoconstrucción. Coincide la expansión de las ONGs, por ejemplo, con la
autoconciencia social en las ciudades más innovadoras.

La ciudad, entonces es el nuevo protagonista social, el nuevo protagonista económico,


crecientemente, el nuevo protagonista político. Pero tratamos con una entidad distinta,
donde los flujos, el movimiento, la población que se desplaza en su interior no se
corresponde con los lugares.

La ciudad lugar presenta guetos de distinta naturaleza y posición social: paupérrimos


(y en algunos casos delincuenciales) hasta las clases medias altas definidos por la
actividad gastronómica, intelectual o simplemente como barrios cerrados.

La identidad se convierte en entidades cuando la ciudad reúne físicamente los flujos,


los pasantes con los residentes pero no necesariamente conformando una comunidad.

La sociabilidad en la ciudad decanta sin embargo. Y esta sociedad ciudadana en el


sentido estricto es la que comienza a definir los problemas y sus opciones.

La ciudad decantada reclama nuevos poderes no solamente para resolver los


problemas urbanos habituales, sino para protegerse. La ciudad que fue en los
comienzos de la urbanización el lugar más seguro se ha transformado en el sitio de la
inseguridad.

El poder local reclamado -y necesario- va más allá de los servicios vecinales: reclama
transformar el espacio pasivo de tránsito en espacio interactivo.

Es este poder local el único capaz de convertirse en interlocutor (sino en aliado) de la


planetarización social, porque está en la escala en la cual la productividad puede ser
generada y controlada comunitariamente. La escuela o los servicios hospitalarios
pueden ser prestados de un modo más eficiente y equitativo, con menor costo a
escala de la ciudad interactiva que a escala nacional. La responsabilidad política y
ciudadana se consolida fácilmente, el papel mediático es menos deformante y la
integración cultural alcanza para admitir pluralidad de expresiones. Esa misma
legitimidad alcanza - permite - invita - a una mayor flexibilidad.

Se advertirá fácilmente que estamos mencionando características culturales


demandadas en el proceso de mundialización, afianzándose. Y también demandados
283

entre nosotros, particularmente, con relación a los límites de la democracia reinstalada


a partir de 1983.

Una democracia cualitativamente mejorada se construirá desde abajo hacia arriba


desde los poderes locales a los poderes provinciales regionales y nacionales.

La ciudad interactiva ofrece una amplia perspectiva de participación de control de la


gestión de servicios públicos: la presentación de servicios generales, la escuela y los
hospitales en particular.

El lento- y desparejo como se advierte- proceso de civilización de aproximación a la


modernidad, se mide en relación con logros humanos: el aumento de capacidad de
realización personal, la autonomía colectiva e individual en la toma de decisiones, y la
convivencia creativa y estimulante. La ciudad interactiva es una oportunidad.

TERCER PARTE
HACIA UNA TEORÍA RELACIONAL

Introducción
El Estado argentino ha contraído una deuda que supera los 150.000 millones de
pesos. El año 1999 cerró con un déficit de gestión de alrededor 10.000 millones de
pesos. El 2001 alcanzó los 11.000 millones por la caída de recaudación ligada a la
recesión. Para pagar los intereses de aquella deuda y reducir el déficit se contrae las
inversiones, gastos y sueldos a los empleados públicos, se reduce la calidad de los
servicios sociales y la sociedad registra un descenso en su nivel y su calidad de vida.
El Estado no puede autofinanciarse ¿Qué Estado tenemos? Es un Estado de derecho
pero insolvente e ineficaz.

¿La sociedad no tributa lo suficiente? El sistema tributario es muy regresivo por una
parte y por otra existe una baja o nula consciencia social acerca de su cumplimiento.
Una complicidad generalizada encubre el incumplimiento. ¿La sociedad civil es
irresponsable?

La inflación se ha detenido. Sin embargo se cobra paga las tasas de interés más altas
del mundo. Los servicios son más caros y los productos industriales locales también.
Los consumidores están atrapados. ¿Fracasa el mercado?

El Estado en falencia permanentemente, la sociedad, que no se reconoce en su


interior, el mercado que no logra competitividad ni legitimidad.

¿Es el Estado? ¿Es la sociedad civil? ¿Es el mercado?

¿Podemos prescindir del Estado, reformar la sociedad, desregular el mercado para


sentir que tenemos otro camino? ¿O conviene fortalecer el Estado y acortar la
sociedad? ¿O dejamos que el Estado seleccione y produzca los resultados que
necesitamos?
284

Estas cuestiones son herencias del siglo XX como los escenarios que ilustran. Sin
embargo, con el mismo rótulo bajo el mismo concepto estamos enunciando realidades
diferentes. No podemos ni debemos prescindir de la realidad pero podemos cambiar la
mirada e intentar otras vías para comprenderla para transformarla.

Permítase una observación banal antes de le excursión teórica.

Un regreso indeseado
Daniel Bell escribió su artículo tan afortunado – "El fin de las ideologías" hacia 1960.
Esa fortuna lo impulsó probablemente a titular así un libro que incluye otros ensayos
no siempre pertinentes con el tema.

No era una metáfora, más bien una convicción la suya un cierto deseo de concluir un
debate interminable. Un libro del mal obrado Wright Mills la elites del poder, era la
excusa ideal para ajustar las cuentas a una sociología tan comprometida como
apasionada.

Daniel Bell era un sociólogo de sólida formación marxista aunque por ese tiempo
había abandonado toda referencia; y sin embargo están las resonancias del Marx
cientificista, interventor de una ciencia social despojada de toda connotación
ideológica. O tal vez Mannheim de "Ideología y utopía". Es que ambos, Marx del –
siglo XIX y Mannheim del siglo XX, apuntaban a construir un tipo de conocimiento
inmunizado de ideologías. El conocimiento científico era revolucionario en sí mismo
para Marx, para Mannheim la ideología era – por definición- conservadora y Bell se
incluía en la misma tradición intelectual; el desprecio por las ideologías no era sino la
contrapartida, el contrapunto de la exaltación de la vía científica al conocimiento.

A lo lejos, dos siglos atrás resuena la ilustración francesa, las ideologías como
presencias o construcciones falsas del mundo (o más bello -como falsa conciencia-
para descubrirlo, Lukács). La lucha contra las ideologías tiene por supuesto otra
variante la propia sociología científica que se quiere así misma como método
verdadero de conocimiento de lo social pero tiene raíces en la ilustración y marchó
durante el siglo XX paralelo al marxismo en cualquiera de sus variedades.

Pero el desprecio por las ideologías devino desprecio por las ideas exaltando el peor
sentido común, el más chabacano o ignorante aquí se denominó pragmatismo.

La reducción mediática fue completa: el desprecio por las ideologías incluyó el


desprecio por las ideas, sin transición.

Los ideólogos vocacionales -y profesionales- contribuyeron mejor que nadie al


desprecio por las ideologías y más aún lo justifican. Insoportables discursos -aburridos
hasta la exasperación- repitiendo frases vacías, confusiones gigantescas de tiempos y
lugares, reducciones, simplificaciones. Todo induce al abandono primero, y a la
indiferencia después, de las ideas.

Nadie debe predicar el retorno de las ideologías, ellas están sin embargo entre
nosotros, debemos retornar a las ideas, superar una instancia en la cual el
pragmatismo vulgar y el pensamiento único se apoderan de los medios y a través de
ellos de las sociedades.

Una nueva visión teórica que reúne al Estado, la nación, la sociedad civil y al mercado

La crisis del Estado de bienestar, ¿implica también el retiro de la acción colectiva u


olvido de la solidaridad? ¿La globalización implica necesariamente la pérdida de la
285

identidad nacional? ¿La emergencia del mercado no señala el triunfo de los intereses
particulares? La ruptura de antiguos lazos sociales, la indiferencia hacia el bien
común, el egoísmo, ¿implican la fractura de la sociedad civil?

Para preguntarlo como Ralf Darherndorf (1995), antiguo conductor de la London


School of Economics y presidente de la Internacional Liberal, ¿es posible encontrar la
cuadratura del círculo entre bienestar económico, cohesión social y libertad política?
Economía, sociedad y política ¿pueden ser consideradas separadamente cuando el
crecimiento económico ocupa el centro del espacio político como en la OCDE aun a
costa de excluir a otras?

¿El Welfare State se aposentó en América Latina, en el Río de la Plata? ¿O tal vez
conocimos una de sus caricaturas, el Estado populista? Y si tuvimos, ¿cuál es su
futuro, después de una década de cambios endógenos producidos por la
desregulación y apertura económicas y exógenos, como exigencias del fortalecimiento
de las relaciones internacionales?

Conviene observar, para pensar respuestas, el paso de los Estados llamados "del
socialismo real" al capitalismo, luego de la caída del muro de Berlín en 1989. También
allí se alteró la relación entre el Estado y la sociedad civil, también allí se expandió el
mercado, también allí reapareció con fuerza el sentimiento de identidad nacional.

Como señala con razón la socióloga húngara, Zsursa Ferge (1997), aun los Welgfare
State más sólidamente anclados, como los de Alemania y Suecia, parecen
encaminarse al desmantelamiento del sistema (sistemas jubilatorios, de salud y
regulaciones laborales); pero sobre todo, un nuevo lenguaje se expande en la
sociedad, una retórica que recupera la preocupación por el bienestar social, la
integración o la solidaridad pero apartándolas del Estado. Seligman (1992), investigó
éste hecho en los países centroeuropeos, el rol de Solidaridad en Polonia, la Carta 77
en Checoslovaquia, el Foro Nacional en Hungría, para establecer no solamente la
instauración de la sociedad civil frente a un Estado totalitario, sino la redefinición de la
relación público/privada.

La sociedad mutó en parte por acción del Estado, en parte como reacción, pero en
cualquier caso cambió en direcciones imprevistas por y para las teorías conocidas,
para las miradas habituales; y desconcertó aún más a quienes se proponen y
reclaman explicaciones. Como señalan Jean-Paul Fitoussi y Pierre Rosanvallon
(1996): "Fuerza es reconocerlo: la sociedad aparece ahora como menos legible, más
difícil de decodificar. Hace más de veinte años todavía los puntos de referencia eran
relativamente claros: recortaban categorías sociales, oficios, territorios. La política se
apoyaba sobre datos sociológicos o geográficos. Ahora, estas diferencias se han
deslucido. El sentimiento de identidad social ha retrocedido. Se puede decir que, de un
cierto modo, la política se ha desociologizado a partir de los años setenta". La
observación vale para Francia, pero también para sociedades como la nuestra. La
sociedad es más compleja y también más opaca. Más difícil de aprehender o
comprender. A la "mutación" de la sociedad no le sigue ni una mutación de las teorías
sociales ni una explosión de nuevas teorías políticas. Todavía somos deudores del
pensamiento del siglo XIX, con raíces profundas en el siglo XVIII y no pocas ideas del
siglo XVI. Conceptos usuales como Estado y sociedad civil corresponden al siglo
XVIII. Soberanía al siglo XVI, nación al siglo XVIII. Clases sociales al siglo XIX. Y así
sucesivamente.

Esta dificultad para registrar la novedad en la sociedad, cuestiona las ideologías que
ya no sirven para interpelar al mundo, para desentrañar los signos sociales, en fin,
para ofrecernos cursos de acción, metas alcanzables, caminos transitables.
286

¿Nos servirán tal vez las dos formas clásicas de organizar nuestra visión del mundo
social, las ciencias sociales u otros paradigmas más antiguos como la religión y las
filosofías?

Nuestro problema es más complicado. Es una paradoja a la Bateson, que observa en


un libro delicioso y siempre actual, Metálogos, un juego de pato donde la metáfora
deja lugar a la realidad más estricta con resultados sorprendentes. Como es sabido,
en este juego el pato -que no es un pato sino un objeto inerte que lo representa- es
disputado y diseccionado por los jugadores. Pero, apuntaba Bateson, si el objeto fuese
un pato de verdad (y no sucumbiese a los golpes) su comportamiento errático
desafiaría la lógica de los jugadores, asentado sobre la lógica de un objeto inerte cuya
trayectoria es perfectamente calculable.

También nosotros tenemos un objeto móvil. Las ciencias sociales, nuestra herramienta
del siglo XXI, deben redefinirse a sí mismas: los objetos devienen sujeto y lo sujetos
objetos.

El derrumbe del marxismo, referencia en el poder del bloque soviético, hegemónico


como pensamiento en Europa, pujante electoralmente en países tan importantes como
Francia e Italia, ha dejado un singular vacío, puesto que muchas de las teorías
vigentes eran respuestas directas e inmediatas a las varias formas de marxismo. No
se derrumbó sólo el marxismo. También su contracara.

Un hueco teórico se ha instalado y su profundidad es visible.

Lentamente emerge un nuevo paradigma para las ciencias sociales, dos de cuyos
componentes parecen fuera de discusión: la complejidad de los objetos/sujetos y la
transversalidad del análisis (en relación a las disciplinas) para la comprensión de los
sujetos/objetos. De allí partiremos.

Me irritó la frase como fastidian las provocaciones sutiles, intensamente: "El Estado no
existe en estos países", decía Alain Touraine con esa mezcla de curiosidad, desdén y
fraternidad que lo hacen admirable, intolerable y querible al mismo tiempo. O tal vez
irritado porque se trata de una hipótesis parcialmente verdadera, aun en el sentido
menos importante -literal- del término. Parcialmente falsa también, en cualquier
sentido, referida a cualquier teoría desde Weber a Barringtan Moore, pasando por el
joven Touraine, lui même, para permanecer entre los autores del siglo.

El estado no existe en estos países. Es cierto. No existía en al Guatemala de


comienzos de los cuarenta. Tampoco en Bolivia antes de 1952. Hubo revoluciones
nacionales populares para fundarlo. ¿Eran Estados, los Estados controlados por
regímenes patrimonialistas como los Somoza o Stroessner? Es esas situaciones el
Estado existe, claro, como institución, asume la soberanía hacia adentro y hacia fuera,
pero carece de, cómo decirlo, "densidad histórica" si no suena presuntuoso, o peor,
retórico.

En Guatemala, la todopoderosa United Fruit controlaba el agua, la luz, el puerto y el


teléfono. Estaba en condiciones de imponer un gobierno, acotarlo y eventualmente
cercarlo hasta aniquilarlo. Lo contó, en su "Batalla de Guatemala", Guillermo Toriello.

Peor todavía: a la humillación seguiría el desprecio. Banana Republic, así se


estigmatizaba a esta parodia de Estado. Bolivia era de los Patiño, barones del estaño,
cuya residencia cerca de l’Etoile todavía testimonia el esplendor de una familia y la
miseria de un país, donde por entonces el promedio de vida para los mineros no
sobrepasaba los veinticinco años. No había Estado, solamente patrones. La
construcción del Estado corría pareja con la integración de una sociedad marcada y
separada por etnias que reaparecían desde el fondo de una historia olvidada. Sin
embargo, en menos de cuarenta años, se destruiría el orden social oligárquico-racista
287

y aparecerían primero un proto Estado, luedo un orden social inequitativo pero con
luces de modernización y, finalmente, un Estado emergente.

¿Y Venezuela? ¿No he sugerido yo mismo (Delich, 1999), a propósito del golpe de


Estado del 4 febrero de 1992, la extraña combinación de riqueza petrolera, sociedad
desarticulada y Estado ausente? ¿Quién podría explicar la historia mexicana de este
siglo sin referencia a un Estado convertido en actor social dominante?

¿Y Chile que desarrolló tenazmente un Estado en el estricto sentido del término desde
los años treinta del siglo XX con razonable fortuna, si se excluye el período en que
desapareció, absorbido por el régimen de Pinochet?

1) ¿No deberíamos preguntarnos sencillamente qué es el Estado, responder,


establecer un modelo o paradigma y luego referir nuestras experiencias históricas a
aquéllas?

Sería fatal. Una trampa, no por evidente, menos peligrosa. Ésta es una trampa
seductora, porque se construye alentando la inocencia. Inexorablemente nos
deslizaríamos hacia un curioso debate entre abstracciones con formas de teorías
que se oponen dialécticamente sin otras referencias que las mismas referencias.
Así por ejemplo, se interrogaba Henri Lefebvre al comienzo de su "De l’État"
publicado en dos volúmenes por la colección 10/18 hacia 1980 en París: "…el
misterio del Estado. ¿Cómo definirlo? ¿Cómo responder a las pregunta qué es el
Estado y lo Estatal? ¿Es una conciencia? ¿Conciencia de la Nación? ¿Una moral
jurídica? ¿Unida o un conjunto de relaciones? ¿Una realidad? ¿Una forma? ¿Un
sujeto? ¿Un objeto? ¿O el nombre de una ausencia, de una simulación del ser o de
la presencia colectiva? Un misterio en cualquier caso, preferible a los muchos que
lo imaginaban un mero reflejo social".

2) Durante la década del sesenta, pensábamos la sociedad como espacio privilegiado


de acción; pensábamos el Estado como un actor privilegiado y decisivo. Curioso,
pensar la sociedad como un espacio y el Estado como un actor, cuando la tradición
intelectual del siglo XIX y el sentido común sugerían exactamente lo contrario.

¿Estamos equivocados? No lo sé, y no quiero preguntármelo todavía porque la


reflexión se convertiría en alegato. No necesitamos un alegato para comenzar, sino
una indagación, un recorrido de la razón (y por la razón) entre experiencias
históricas y discursos predominantes, entre acciones y actores no siempre
consistentes; recorrido azaroso comprometido, enturbiado tanto por la memoria
como por los olvidos. La sociedad ámbito y el Estado actor. En estas
circunstancias, bajo ciertas condiciones, ¿no sería acaso normal que así fuese?
Pero entonces, ¿dónde reside la separación entre la sociedad civil y el Estado,
basamento de todos los razonamientos desde Hegel hasta hoy? Admito: no todos
pensaban igual en aquellos años. Pero era el sentido común predominante.

3) ¿Aquella separación radical (de Hegel) debería ser revisada? Si se tiene en cuenta
que subjetivamente tampoco se mantuvo netamente, porque aparecieron conductas
estatales en la sociedad, y conductas sociales en el Estado. Una zona gris se
instaló entre el Estado y la sociedad. ¿Consecuencia de la práctica?
¿Consecuencia de la opacidad de la historia en relación a la claridad de la lógica y
de la teoría?

4) De nuevo la trampa retórica. La definición no resuelve el problema pero tampoco


podemos resolverlo sin alguna definición, sin alguna convención. La trampa retórica
consiste en postular que encontrar una definición es tanto como encontrar una
explicación. Si por ejemplo el Estado se define institucionalmente, la definición
atraviesa las reglas y en consecuencia termina también en las reglas. El debate se
acotaría a la lógica del derecho.
288

Admitamos, con Max Weber, una concepción del Estado que incluye el monopolio de
la coerción legítima (¿o solamente legal?) y de la legitimidad histórica (¿o sólo legal?).

Admitamos que desde los comienzos de la modernidad se constituye -con Maquiavelo,


con Hobbes, con Locke- en torno a la razón de Estado, sin la cual desaparecería su
carácter de primus inter pares entre todas las instituciones sociales que lo
precedieron, como el derecho, y las que lo sucedieron, como la educación. Y
asumamos también que no tenemos aún aproximaciones severas a esta razón de
Estado constituyente y ajena al mismo tiempo.

Todavía no alcanza pero ayuda a separar provisoriamente lo que se define incluyendo.


Debería agregarse un listado de estas exclusiones para completar una convención
mayor capaz de definir el fenómeno Estado, históricamente considerado y la forma
Estado analíticamente expuesta. Sin embargo, para el razonamiento que sigue, para
explicar el colapso del Estado y la emergencia de la sociedad civil es necesario incluir
una dimensión, hasta ahora ausente en los análisis más difundidos: lo que llamaré
conductas estatales, esto es, el Estado considerado más allá de sus estructuras
jurídicas y delante de sus fundamentos sociales, o entre ambos, en la cornisa estrecha
y difusa a la vez que liga el Estado con la sociedad. La conducta estatal es el Estado
en acto, el Estado encarnado en personas y en intereses, apropiado de valores
sociales, de normas morales; en fin del Estado interlocutando con el ciudadano,
marginándolo, subordinando al actor social o rescatándolo para realizar su propia
historicidad. El Estado actor social.

Es necesario también incluir en la comprensión de la conducta estatal, la nación como


tercer y decisivo atributo -a veces mencionado erróneamente y por comodidad como
constituyente del Estado moderno. El Estado-nación es conocido como protagonista
principal de la historia planetaria durante los últimos dos siglos.

La nación no es lo mismo que el Estado, como se dice en los manuales de Instrucción


Cívica. No constituye un fenómeno único tampoco. Pero sin la nación no puede
entenderse ni el Estado moderno ni tampoco el Estado postmoderno, si es que la
postmodernidad acercamos a dos formas de Estado en colapso: el Estado benefactor
y el Estado populista, que trataré de ilustrar en los capítulos siguientes.

CAPÍTULO 5

Una nueva visión para el Siglo XXI


Nadie vive fuera del Estado en esta planeta, probablemente nadie podrá hacerlo en
las próximas décadas de este nuevo siglo. Estados de soberanías externas e internas
acotadas, en grados variables, incluyendo naciones o multinaciones. Algunas
naciones demandan territorios para asentar Estados nacionales como los palestinos o
los Kurdos, para no mencionar sino los más conocidos. Otros se insurgen contra
Estados-nación en nombre de su nación; los mismitos en Nicaragua o los mayas en
Chiapas señalan que naciones subordinadas por la colonia o la república, aún se
reconocen como tales. El estado en este caso, es una meta, es un camino a la
reconstrucción de una sociedad también nacional.
289

Pero es igualmente probable que las naciones ingresen a supraestados


supranacionales y allí convivan, compartiendo identidades. Esta disociación entre
unidad de ciudadanía-unidad de identidad nacional será frecuente. Los ciudadanos de
la Unión Europea ejercen una doble ciudadanía y lentamente sentirán una doble
identidad cultural. Lo sentiremos también nosotros.

El estado planetario, en constitución, se construye a partir de Estados-nación


vencedores y Estados-nación vencidos durante la Segunda Guerra Mundial y que
aceptan en sus relaciones externas reglas semidemocráticas (en las Naciones Unidas,
donde no está reconocida la igualdad del voto). ¿Se corresponde con la
planetarización de la sociedad? Y con la globalización (de mercados).

En América Latina la lenta y difícil construcción del Estado-nación durante los siglos
XVIII y XIX, llega a su fin cuando aparecen intensamente consolidados Los Estado-
nación latinoamericanos que se independizaron a comienzos del siglo XIX y lograron
constitucionalizar Estados-nación entre mediados y fines de aquel siglo, que
avanzaron en su consolidación y funcionamiento democrático recién a fines del siglo
XX, se encuentran ahora en una encrucijada. Deben comenzar a repensar los límites
de su soberanía y en algunos casos de la nación penosamente elaborados. En
algunos casos, compromete la relación con la propia sociedad civil.

Como veremos más adelante, este proceso de construcción de superestados


regionales y de un orden interestatal planetario coincide con otras tendencias
planetarias como la que afectan a los mercados y a las sociedades civiles. Sólo la
nación no encuentra su espacio en esta irrefrenable tendencia.

A nosotros -fin de siglo- nos contiene la modernidad. Es cuando se impone la razón


como guía de conductas, cuando se consolida la razón de Estado, se cuestiona el
orden monárquico y aparece la referencia a la nación como principio de legitimidad. Es
cuando se redefine lo público y lo privado, cuando aparece la idea contemporánea de
sociedad civil. Es cuando el intercambio de bienes materiales y simbólicos no
encuentra límites y aparece el mercado como la metáfora de todos los intercambios y
como sustento de todos los aparatos productivos. Es la modernidad. Inconclusa
probablemente. La modernidad realmente existente.

No le falta razón a Lucien Febvre (1970), uno de los grandes historiadores franceses
del siglo XX, cuando señala: "Hablar de problemas de los orígenes del Estado cuando
se trata de imaginar aquello que en la más remota historia humana, puede
considerarse como poder, que no se puede llamar, todavía, político… es una
confusión de ideas intolerable. Los orígenes del Estado solamente comienzan a existir
como un organismo que los hombres del siglo XVI fueron lo suficientemente
novedosos como para darle un nombre: un nombre que por la misma época los
pueblos se transfirieron de unos a otros".

La nación, el sentimiento de pertenencia que define la identidad, se aborda con


detenimiento en el capítulo 10. Por ahora, señalo la necesidad de separarlo
analíticamente del Estado, porque desde hace dos siglos los abordamos fusionados, a
pesar de la clara distinción jurídica y constitucional que separa ambos conceptos. Los
separamos también por razones prácticas, porque la historia preanuncia un
desencuentro entre el Estado y la nación que posiblemente implique otro tipo de
relación.

Pero separados, nadie puede prescindir de su inclusión en el análisis, que como


propusimos, intenta unificar el objeto-sujeto distinguiendo sus componentes.

La nación es un sentimiento que define el Estado y lo legitima subjetivamente, pero


también contribuye a la identidad de la sociedad civil y por momentos se introduce en
el propio mercado como una variable extraeconómica pero de especial ponderación.
290

¿Quién puede explicar el mal funcionamiento de los mercados laborales sin prestar
atención a la nacionalidad de quienes esperan trabajar o de quienes ofrecen trabajo o
del Estado que premia a un ciudadano discriminando a los extranjeros?

Repasemos estos cuatro fenómenos de fin de siglo: la crisis de una forma de Estado
(el Estado-nación de bienestar), la interpelación de la nación por la globalización, la
expansión de los mercados y la mutación de los valores tradicionales en la sociedad
civil, reclaman un replanteo de la relación entre el Estado-nación, la sociedad civil y el
mercado. Fenómenos reconocidos a partir de innumerables y a veces contradictorios
signos: el brusco cambio de organización de los servicios de salud y educación, o el
colapso del sistema jubilatorio de reparto, auténticas y dramáticas guerras nacionales
en el planeta y nostalgias por la idea de nación; mercados cerrados fundados en la
idea de autarquía nacional, de empresas protegidas por su carácter nacional, de
pronto abandonadas a la competencia internacional, sin banderas; una sociedad civil
asentada en una división del trabajo que no conoció, a lo largo del siglo, el desempleo,
el subempleo, el trabajo precario como una constante, despierta asombrada de un año
para otro ante una coyuntura interminable, una pesadilla sin fin.

El mercado no se expande sin pasar por encima de hábitos, reglas implícitas o


antiguos sistemas de intercambio. El mercado no sólo es un escenario de intercambio
de bienes, sino también de valores, en sentido económico y sociológico del concepto.
No es una institución neutra, de espacio vacío y pasivo. Es un actor que obedece sus
propias reglas que lo definen hacia adentro y hacia fuera, a partir de la lógica del
costo-beneficio. Estas reglas se fundan y operan a partir de esa lógica que las preside
y las orienta. No hay reglas aisladas o contradictorias porque comprometerían la
existencia misma del mercado, tanto como la intrusión externa (del Estado nacional
como internacional inapropiados). Pero tampoco el mercado puede prescindir de un
poder externo que garantice la operatividad de las reglas. Está obligado a aceptar el
rol de un garante externo pero no su intrusión en su desenvolvimiento interno. Una
tensión perpetua se instala entre dos ámbitos de acción, es decir entre dos lógicas que
devienen y se asienta sobre principios y propósitos perfectamente diferenciados por su
finalidad. La lógica del bien común y la lógica del costo-beneficio.

Nadie debería en este fin de siglo confundir los espacios de acción ni identificar los
principios que respaldan lógicas diferenciadas.

El Estado instalado para otorgar la certidumbre que no brinda el mercado, por


definición riesgoso, se deshace de este compromiso mayor. Se reclama seguridad
jurídica y seguridad física: la seguridad para la vida es desplazada a otros ámbitos
privatizados. La sociedad civil imaginada como crecimiento igualitaria, como un
indetenible movimiento hacia la conformación de sectores medios, ni tan ricos ni muy
pobres, comprueba un incremento de ricos muy ricos, de pobres muy pobres, pero
sobre todo, planos de convivencia clausurados, proliferación de guetos urbanos y
semirrurales, aislamientos. La integración social comprometida por tendencias
sociales centrífugas que se contraponen a la retórica del reconocimiento de nuevos
derechos, a las mujeres, a los niños, a los discapacitados, a los homosexuales.

¿El Estado no es el mismo porque avanzó el mercado?

Ciertamente la sociedad civil no es la misma porque se alteraron sus parámetros


habituales, y su visión de sí misma, legitimando lo privado y revalorizando la
privacidad, es decir el mercado. Pero la sociedad no se convierte por esa razón, ella
misma en mercado. ¿O sí?

En cualquier caso, la conversión del Estado está asociada a la mutación de la


sociedad, inducida, condicionada o aceptada por ésta; y viceversa.
291

El Estado, la sociedad civil, el mercado son dimensiones autónomas pero


profundamente imbrincadas hasta el punto de aparecer ya como enemigos o
fusionadas, como alejadas o intercambiables o articuladas. Su actividad explica
fenómenos sociales o comportamiento individuales, sostiene hipótesis acerca de la
macroeconomía o el destino individual, los atributos, ventajas y desventajas del poder,
temores y tensiones.

Nuestras vidas son vidas atravesadas por las corrientes que impulsan estos sujetos
anónimos, abstractos, cuya apelación es mítica y práctica a la vez. En el uso cotidiano,
están más cerca de la convicción o de la intuición que dé la razón, aunque todas
provengan de grados diferentes de razón o razones.

Nuestros cuatro actores de fin de siglo son entonces distintos pero no indiferentes: se
incluyen, se superponen, su enfrentan y siempre, en todos los casos, se suponen
recíprocamente. Por esa misma razón, es más importante la relación que su
especificidad. Más aún, su especificidad depende de su relación. Sólo una teoría que
los relacione puede apreciar sus comportamientos antagónicos. Sólo una técnica que
las relacione puede apreciar cómo cada una es definida por una lógica propia y sin
embargo se apropian de un espacio social que convierten en conflictos perpetuos de
fines (valores) y medios (instrumentos).

Estos cuatros conceptos asociados y disociados, en distintos momentos y


circunstancias históricas, son por lo general, tratados en forma independiente y por
distintas disciplinas. El Estado es sujeto y objeto de la ciencia política, del derecho
(público), de la filosofía (política) que (incluyen la antropología y la psicología). La
nación es objeto de estudio frecuente de la filosofía (política) la etnología, la literatura
y su crítica, y a veces la economía. La sociedad civil por la sociología, como es obvio,
pero también por la filosofía (del derecho), moralistas y étnicos, antropólogos,
psicólogos sociales, demógrafos y muchos más.

El mercado es estudiado por la economía, pero también por la historia (social-


económica), la sociología y no solamente económica, el derecho (comercial, público,
privado e internacional) y antiguamente por moralistas y filósofos que dieron origen en
la economía moderna, como Adam Smith o Karl Marx.

Reunirlos implica aplicar metodológicamente desde una perspectiva interdisciplinaria


y, por esta misma razón, no privilegiar teóricamente a ninguna de las cuatro. Como se
verá más adelante, ésta es una prise de position. Ponerlos en un pie de igualdad
teórica no significa equiparlos prácticamente sino reconocer su interdependencia, sus
correlaciones, sus intersecciones.

El Estado, la nación, el mercado y la sociedad civil tienen una extensa tradición


intelectual, acentuada estos últimos dos siglos en occidente, que convierten estos
conceptos en actos, en sujetos históricos, en objetos privilegiados de análisis, en
orígenes causales de fenómenos sociales más significativos de fin de siglo.

Una interminable e incontrolable querella de palabras las protege de la furia intelectual


que anuncia el milenio. Rodeada de ambigüedades y confusiones, cada uno y los
cuatro desatan pasiones perdurables. Los trataremos por separado, inicialmente, y
luego en conjunto definiendo el campo de análisis, los actores y sus relaciones de un
modo que privilegie el razonamiento a partir de evidencia empírica. Sin regir del
encantador, encandilante y perturbador mundo de metafísicas, insuficientes para
comprender nuestras sociedades.

Ningún tema superó en importancia al Estado, durante la década del setenta; las
dictaduras que asolaban la región pusieron en evidencia, sin embargo, que no se
trataba de regímenes autoritarios sino de Estados autoritarios.
292

La recuperación de la democracia en los años ochenta, acentuó la discusión: la


transición a la democracia mostraba que los debates alcanzaban no solamente a los
gobiernos sino a la construcción de la legitimidad y del Estado de derecho en el
Estado.

Finalmente, agrego otra perspectiva al debate: al tamaño, las funciones y el costo del
Estado. Una pertinaz miopía ideológica no hizo sino confundir aún más un problema
intrínsecamente complejo.

Como era previsible, las discusiones se superpusieron como capas arqueológicas: un


debate inconcluso dejaba el lugar a otro debate. La confusión crecía.

Como también era previsible, hubo un relanzamiento de las teorías del Estado.
Jurídicas, filosóficas, sociológicas, mezcladas en diversas proporciones, no hicieron
sino mostrar los límites de teorías y proposiciones más o menos incontrolables. La
confusión aumentó. Una nueva demanda nos perturba: la calidad de la democracia, la
calidad de la política, la calidad de la sociedad.

Deberíamos admitirlo sí, el mayor especialista francés en Hegel, Eric Weil (1970) lo
sostiene con claridad cartesiana:

"Si, Hegel justificó el Estado moderno, el Estado representado por la Prusia de su


época. Sí, Prusia fue quien produjo la conciencia de esta etapa del devenir del
espíritu, de realización de la libertad. Sí, Prusia está justificado en tanto que Estado
del pensamiento, justificada y por eso mismo condenado. El espíritu se aparte de dar
un nuevo paso…"

"…la filosofía (y la sociología, agrego) llega siempre demasiado tarde. Como


pensamiento del mundo aparece solamente cuando la realidad ha consumado su
proceso de formación y se ha realizado".

En otros términos, hubo una teoría universal del Estado que nos alcanza hoy para
explicarlo; sin embargo, separó nítidamente el Estado de la sociedad, inauguró el
debate contemporáneo. El siglo XIX lo propuso en el centro del debate, pero descuidó
la relación Estado/sociedad, o simplemente, fuera de su negación por los anarquistas,
su disolución. El siglo XX reaccionó liberalmente: aseguró preeminencia de la
sociedad sobre el Estado.

Aquella proposición fue también mostrada como la tensión (la contradicción) entre el
reino de la libertad (política) y el reino de la necesidad (social), entre la razón de
Estado, carente de toda referencia rural y la subjetividad de la sociedad civil, orientada
por valores.

En nuestra práctica, el Estado no es reino de libertad ni la sociedad pura necesidad.


La razón de Estado fue reemplazada por la razón de intereses particulares y la
necesidad social proclamada y olvidada.

Recapitulando nuestras tesis

1. El Estado contemporáneo solamente puede ser explicado en relación a la sociedad


civil y al mercado. Esto implica abandonar las tradiciones teóricas predominantes
del siglo pasado, de Hegel a Marx, de Rousseau a von Hayek, para reemplazarlos
por una teoría relacional del Estado.

2. Una teoría relacional del Estado parte de la naturaleza de la relación entre cuatro
sujetos institucionales: el Estado, la nación, la sociedad civil y el mercado.
Examinaremos algunas de las relaciones posibles, articulación/desarticulación,
293

subordinación/autonomía, para explicar el desenvolvimiento del conjunto


institucional del país considerado, para estos fines, como unidad analítica.

3. En estas condiciones el Estado será considerado como el límite del poder


discrecional cualquiera sea su origen incluyendo sobre todo el despotismo social.
Consideramos al Estado fundado en la razón, carente de toda garantía externa a su
propia legitimidad. Y supondremos que su mayor originalidad institucional en
relación a la sociedad civil y al mercado y a la nación, radica en el ejercicio de la
razón de Estado.

4. El Estado se define tanto por su estructura normativa como por su comportamiento.


La Constitución Nacional sólo define filosóficamente al Estado. El uso de los
institutos define la naturaleza relacional. Como anotó Touraine, el Estado "es un
agente social complejo cuya acción se extiende a la vez sobre el campo de la
historicidad, sobre las instituciones y la organización social".

5. Un Estado es tanto más fuerte cuando mayor es su legitimidad y cuanta mayor


cantidad y calidad de políticas de Estado sea capaz de implementar y controlar.
Cuanto mayor es su capacidad militar y cuanto mayor es su autonomía financiera, y
cuanto mayor su complejidad productiva.

No hay confusión posible entre gobierno y Estado. Los gobiernos son


circunstancias y el Estado permanente. Cuanto mayor es el predominio del Estado
sobre el gobierno, tanto mayor la garantía para los ciudadanos. Cuanto más político
el Estado es curso, tanto más fuerte el Estado.

"Aunque se suela confundir Estado y gobierno no son lo mismo conceptualmente ni


son la realidad. No hay Estado sin gobierno pero no todo gobierno supone la
existencia de un Estado" (Marcelo Sánchez Sorondo, Ámbito Financiero, 3-V-1997).

Sin perjuicio de lo señalado como hipótesis propiamente filosófico-política sobre el


Estado-nación, su desempeño es función de la calidad de su relación con la
sociedad civil. En otros términos: el Estado no se definirá como puramente político
sino como una entidad articulada (relacionada) con la sociedad civil. En
consecuencia, no se propone al Estado como objeto jurídico, ni soporte institucional
del derecho sino como un Estado/social civil, simultáneamente muy diferenciado de
la sociedad y muy articulado con ésta.

6. Dos funciones esenciales del Estado fueron, a lo largo de la historia, seguridad y


protección. La forma de ofrecer seguridad y protección es la discusión
contemporánea más importante.

La síntesis perfecta de un Estado incapaz de dirección y una sociedad incapaz de


asumir plenamente la ciudadanía.

7. En el transcurso de los pasados veinte siglos, Occidente ha elaborado, lenta y


dificultosamente, el sentido común que define estas monumentales instituciones
sociales. El tiempo mismo que tardan construcciones y reconstrucciones ha
erosionado sus aristas y alterado los significados, permanecen las palabras pero
cambia su connotación social. Lo público y lo privado ya no tienen las mismas
fronteras que hace tres mil años cuando se fundaba la nación judía ni cuando los
romanos, hace dos mil años, distinguían la res pública del domus. Lo público y lo
privado han cambiado los ámbitos y las prácticas. ¿Cómo repercutían en la nueva
organización del Estado? ¿Administración estatal y administración pública podrán
identificarse en el futuro? ¿O podemos imaginar administración privada de tarea
pública y viceversa? No puedo abordarlo aquí, incidentalmente, porque es
demasiado importante. Pero queda mencionado.
294

8. Si la confusión de espacios entre público y privado, político y civil fue creciente y


generó confusión permanente, también se alteró el horizonte de los Estados y de
las sociedades. Nuevos fantasmas se han instalado, perturbando seriamente la
construcción del futuro, figurando las relaciones entre Estado y sociedad. Me refiero
a los fenómenos de corrupción. Existen situaciones fronterizas, donde conductas
legales son valoradas por la sociedad como próximas a la corrupción. Y conductas
francamente dolosas, ilegales, que aparecen a los ojos de la sociedad como
impunes. La preocupación es doble: por las condiciones de generación y por el
tema de impunidad.

En una conferencia reciente (1999), Natalio Botana señala tres tipos de corrupción que
comprometían la legitimidad (corrupción oculta, propia de los regímenes autoritarios,
corrupción revelada, en las democracias, investigada y sancionada en la democracia
avanzada, y corrupción difusa, cuando las denuncias de corrupción permanecen sin
sanción).

Desde luego, la última forma de corrupción compromete más seriamente la legitimidad


democrática que las anteriores. La corrupción interpela la ética predominante tanto
teórica como prácticamente. El colapso del Estado, es además de todo lo que se
escribió, también un colapso moral. La reformulación del Estado no requiere,
entonces, sólo una teoría de la política sino un discurso ético creíble. Es curioso: en el
apogeo del pragmatismo la sociedad descubre nuevamente la necesidad de la moral
pública y privada como fundamento del orden legítimo. Comenzamos este análisis con
el agujero negro fiscal. Lo cerramos señalando lagunas morales.

DELICH, Francisco.
La crisis en la crisis.
Eudeba. Bs. As. 1° edición. 2002
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