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3 de mayo de 2018
Por Diana Katherine Ayala Chala
20141167051
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Facultad de Ciencias y Educación
Matemáticas
Ética y política
Esto conllevo a una serie de cambios, “una influencia que mostraba el advenimiento
del “espíritu nuevo”: la victoria del idealismo novecentista sobre el positivismo del
siglo XIX.”[1]. Era notorio el retraso entre Europa y América latina, mientras en Europa
se tomaban decisiones trascendentales sobre ramas del conocimiento importantes, en
Latinoamérica las ciencias eran inexistentes. Un país protagonista de éste nuevo espíritu
fue Argentina, en donde 1895 las ciudades albergaban el 60% de la población y a ello se
suma la consolidación de una nueva clase media urbanizada que fue el principal reactor
del movimiento reformista que cualquier costo lograr acceder a la universidad, un espacio
de privilegios que durante mucho tiempo había sido dirigido por la tradicional oligarquía
terrateniente y el clero.
“La presión de los inmigrantes, de los obreros y de las clases medias emergentes
por vincularse en el aparato productivo y acceder a la movilidad social no iba a
esperar. 1917 fue el año con mayor número de huelgas obreras; según
estimaciones del Departamento Nacional del Trabajo se presentaron 138 huelgas,
las que agruparon a un total de 136.002 personas, para entonces casi la población
entera de Córdoba.”[2]. Luego, todo el país estaba en una ola de manifestaciones, pero
Córdoba sería el escenario de conflictos obreros y manifestaciones. Una de las
estrategias para ser escuchados fue apoyar el movimiento estudiantil en sus demandas
sobre la transformación de la educación superior. En éste entonces quienes hacían parte
de los movimientos estudiantes eran clases medias que ya no tenían vínculos con las
clases altas.
Este movimiento recibiría no solo apoyo del Partido Socialista Argentino, sino que también
apoyo del Partido Socialista Internacional y es notable la perdida de la influencia del clero,
puesto que entre la reforma incluía la liberación del dominio impuesto por esta. “Luego
de fracasadas las revoluciones de 1890, 1893 y 1905 que exigían libertad electoral,
apareció el Manifiesto de la Unión Cívica Radical en el que se expresaba su
radicalismo como una fuerza “cumplidora” de la constitución con el propósito de
“reparar” el orden preexistente (Cantón, Moreno & Ciria, 2005, p. 14). No sería
irrelevante analizar entonces las características del Partido Radical que estaba en el
poder mientras se gestaba el movimiento reformista de Córdoba.” [3] El Partido
Radical tomó el poder en las urnas y no por las vías radicales, lo cual propicio el estallido
de 1918, en donde los movimientos se alzaron frente al dogmatismo clerical enclaustrado
en las universidades de Argentina, en especial la de Córdoba.
Nace el movimiento de los comuneros de la UIS en 1964, “Colombia entera fue testigo
de cómo la determinación de 28 alumnos sin mayores pretensiones que las de
reivindicar ciertas insatisfacciones con el manejo de la Universidad Industrial de
Santander (UIS) por parte de las directivas, fueron capaces de catalizar el
descontento de miles de personas en la Plaza de Bolívar en Bogotá.”[5] Los jóvenes
recorrieron 500km hasta Bogotá y en el camino los lugareños de los pueblos con su
apoyo fue como cobro fuerza este movimiento al punto que la prensa local hizo tanto eco
para que llegara a los periódicos nacionales. “Un hito del movimiento estudiantil en
Colombia, elaborado por el profesor Álvaro Acevedo Tarazona, cerca de 500.000
personas los recibieron en las inmediaciones de ese enclave icónico con flores y
pañuelos blancos” [6].
Los historiadores creen que el movimiento estudiantil de 1971 fue uno de los más
significativos, ya que no solo involucro a universidades públicas y privadas, sino que fue la
primera protesta que reúne sindicatos bajo una misma consigna “Por una educación
nacional, científica y de masas”. El hecho que desencadena el paro estudiantil a nivel
nacional fue el asesinato de 20 estudiantes durante una protesta en la Universidad del
Valle que fue reprimida por ejército. A partir de ello se desencadenan enfrentamientos
entre estudiantes de grandes universidades del país y la fuerza pública. Se materializa en
las asambleas estudiantiles un Programa Mínimo del Movimiento Nacional Estudiantil
en donde el documento sentó las bases de las reivindicaciones estudiantiles y las
aspiraciones políticas y educativas. El gobierno mediante el decreto 1259 del 25 de junio,
le otorga facultades a los rectores de las universidades que se denominó autonomía
universitaria.
En el 2011 renace la lucha estudiantil esta vez ante la ley 30 de Santos, una ley que
lapidaba la educación superior y sería su posible privatización. Se consolida la Mesa
Amplia Nacional Estudiantil (MANE), que nace frente a la efervescencia también de los
movimientos que el momento también desarrollaban sus luchas en Chile. “Con el apoyo
de la sociedad civil, la MANE logró tumbar la reforma y sembrar en la opinión
pública la preocupación por el futuro imaginado de un modelo de aprendizaje
ajustado a las necesidades de Colombia.” [7] Al parecer como dijo Moisés Wasserman
quien afirmó que este movimiento se contentó con tumbar la ley 30, pero no se peleó por
ir al congreso y ajustar la ley.
[7] ¿Por qué se desinfló la MANE? Columna del Espectador 16 Ago 2014 - Angélica
María Cuevas Guarnizo
Frente a los resultados del plebiscito del 2016 los estudiantes salieron a las calles como
forma de rechazo a los resultados de la consulta, donde se declara el deseo ferveroso del
movimiento por lograr la paz.
Durante los últimos años se ve un movimiento estudiantil más aplacado, quizá sin un
norte propiciado por falta de identidad, puesto que como afirma Boaventura de Sousa
que la universidad se distanció de los saberes culturales, es allí donde vemos que los
movimientos “resurgieron con igual entusiasmo, menos violencia y mucho más
humor que las que me tocaron a mí en los convulsionados 60 y 70, cuando
zumbaban los cocteles molotov y ni por las curvas se veía un disfraz o un seno al
aire. El universitario rebelde era símbolo de la juventud que se fajaba por un mundo
mejor y se sentía vanguardia de una inatajable revolución social.” [8] recuerda
Enrique Santos.